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'La batalla del Río de La Plata'

Cuando uno escucha 'Batalla del Río de La Plata', imagina un enfrentamiento naval ligado a
las luchas emancipadoras de Sudamérica. Pero no, se trató del primer enfrentamiento naval
de la Segunda Guerra Mundial entre Alemania e Inglaterra. Sí, acá nomás. En diciembre de
1939 la WW2 estaba muy verde y las reacciones por las agresiones alemanas en el corazón
de Europa aún no pasaban de puro bla bla. Hitler sabía que más temprano que tarde
Inglaterra entrarían en el conflicto. Por ello la armada alemana asignó al crucero pesado
Admiral Graf Spee para atacar todo buque mercante inglés que se cruzara en el Atlántico
Sur. Nombraron capitán a Hans Langsdorff, que había pasado más tiempo en las oficinas de
la Kriegsmarine que arriba de un barco. Se notaba en dos aspectos, era un caballero y
cometía errores tácticos infantiles. En tres semanas hundió 9 barcos sin matar a nadie, los
capturaba, evacuaba a sus tripulantes, hundía el barco y llevaba los prisioneros a un puerto
neutral, un campeón. Inglaterra envió lo que tenía para defender su flota mercante.
Navegando en proximidades de la costa uruguaya del Río de La Plata, el Gaf Spee divisa 3
naves inglesas, el Exeter, el Ajax y el Achilles. Pese a que el crucero alemán tenía más
armamento que los 3 barcos ingleses juntos, Langsdorff mostró la hilacha, distribuyó su
fuego perdiendo poder destructivo. El Graf Spee no sufrió daños severos, pero perdió por
completo los cargadores de las baterías. Pese a mantener su poder de fuego, Langsdorff
decide dirigirse al puerto neutral de Montevideo. Antes de amarrar, el comando inglés ya
había mandado las órdenes a sus pares uruguayos, que muy neutrales no eran. Le dieron al
capitán alemán 72 horas para abandonar el puerto o el Graf Spee quedaría confiscado
hasta el final de la guerra. A los ingleses solo les preocupaba la posibilidad que escaparan
hacia Buenos Aires, ese claramente no era un puerto neutral. Siguiendo órdenes de Berlín,
Langsdorff llevó al Graf Spee fuera de aguas uruguayas, donde lo esperaban un barco y
tres remolcadores para transportar a toda la tripulación a la Argentina. Seis cargas
explosivas acabaron con el orgullo de la armada alemana. Una vez en Buenos Aires,
Langsdorff dirigió unas palabras a su tripulación y a la mañana siguiente en una habitación
de la jefatura de los talleres navales de Dársena Norte, escribió una carta para sus
superiores del almirantazgo, se envolvió en la bandera de guerra del Admiral Graf Spee y se
quitó la vida. Sus restos descansan en el cementerio alemán de la Chacarita.

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