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Hace no mucho tiempo en una ciudad

pequeña en Inglaterra vivían un padre con


una hija llamada Mary, los dos vivían muy
felices juntos y se pasaban los días riendo,
jugando y haciendo bromas entre ellos, Los
días estaban llenos de luz y de vida, eran
inseparables. Iban a los parques a caminar y
a pasear por la pequeña ciudad, Mary vio una
tienda de perritos y le preguntó a su papá
que, si le podría comprar un perrito blanco
con manchas cafés, ya que ella siempre quiso
una mascota, pero su papá dijo que era

mucha responsabilidad en tener una mascota


ya que requiere mucho cuidado y más con la
limpieza. Mary desvió la mirada algo triste y
su papá empezó hacerle cosquillas a Mary

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para que se riera un poco y la subió a sus
hombros y se fueron a la casa. A Mary le
gustaba escribir así que siempre le escribía
cartas dedicándole a su papá, pero cada vez
que le daba una carta a su papá el decía que
las iba a leer después y las guardaba, a Mary
le dolía, pero aun así siguió escribiéndole
cartas.

Un día, que ella estaba jugando en el patio,


su papá estaba adentro acomodando unos
documentos, Mary estaba persiguiendo una
mariposa cuando de repente empezó a toser
mucho, su padre la vio por la ventana y salió
rápidamente, cuando fue con Mary le
preguntó que, si estaba bien, Mary dijo que
si, y así quedó, llegaron la hora de la cena, el

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papá preparo unas patatas rellenas que llenó
de satisfacción a la hija ya que sabía que era
su platillo favorito, y al terminar se fueron
los dos a dormir.
Por la madrugada se volvió a escuchar que
Mary estaba con toz otra vez, pero ya no se
escuchaba normal, cuando el padre entró a su
habitación notó un poco de sangre en el
suelo, el papá preocupado la llevó al hospital,
por suerte la pudieron revisar rápido.
Solamente se escuchaban las manecillas
sonando cada segundo, y el zapato del padre
que no podía parar por la desesperación de la
salud de su hija, cuando salió el doctor el
papá fue rápidamente con él, sin embargo el
doctor lo tranquilizó pero tenía malas
noticias, su hija padecía de cáncer terminal y
no se podía hacer nada al respecto, no tardó
mucho de que el padre le saliera lágrimas
recorriendo su rostro de tristeza y
frustración, entró al cuarto y le dio mucho
dolor ver a su hija estando conectada a un
monitor checando su pulso, jamás se imaginó
verla en ese estado, el doctor dijo que se tenía
que quedar por hoy la niña en el hospital, el

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papá no tuvo más opción que aceptar y se fue
a su casa, durante en el camino vio como el
día se puso cada vez más triste y gris.
Cuando llegó a su casa fue a su escritorio y
vio a su lado todas las cartas que le había
escrito su hija, se las llevó a su habitación,
durante la noche no pudo dormir pensando
en su hija, así que se levantó y empezó a leer
esas cartas que no le había dado la
oportunidad de ver antes, en esas cartas decía
lo tanto que lo quería y las cosas que quería
hacer con él, por ejemplo, en aprender a
cocinar las patatas rellenas, aparte encontró
un dibujo de él, Mary y su mascota, un
perrito blanco con manchas cafés, y el padre
se sentía tan culpable de que no aprovechó el
tiempo en el que ella estaba con él.
Al día siguiente fue al hospital, Mary se
alegró mucho al verlo, él fue a su lugar,
hincado y con una voz quebrada le pidió
disculpas por no haber sido el padre que
tanto se merecía, Mary sonrió y dijo que todo
estaba bien y que lo perdona y que lo ama.
Por la tarde ocurrió lo que menos esperaba el
padre, la vida sin su hija se vio como un

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vacío que no se podía llenar, la ausencia de
ella, sus risas, su luz, ya nunca las vería más.
La depresión del padre no se podría curar tan
fácilmente, solo se olvidaba de ese dolor con
alcohol, y no pudo salir de él. Todos los días
bebía alcohol y no podía parar, pero aun así
el dolor nunca se quitó.

Una tarde se fue a una tienda a comprar algo


de pan, con el poco dinero que tenía, ya que
no había mucho de comer en su casa, cuando
estaba en la caja pagando el pan, por la puerta
de cristal en el estacionamiento, vio a un
grupo de niños, y en ese grupo de niños había
una niña que trataba de llamar la atención de
los otros pero no podía ya que la ignoraban,

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el padre enojado, dejó el pan y se fue con
esos niños, diciéndoles porqué la ignoran y
no la escuchan, los niños no paraban de ver
la apariencia del señor, ya que era muy
descuidada, cabello despeinado, camiseta
manchada, ojeras muy oscuras, los niños sin
responder o disculparse, simplemente se
fueron. El padre regresó a la tienda para
tomar lo que compró y cuando salió, vio que
la niña aún seguía ahí, el padre simplemente
la ignoró y se fue a su casa, pero la niña lo
seguía, sin embargo, el padre notó su
presencia, voltea hacia ella, diciéndole que lo
dejara en paz, la niña respondió que solo le
quería agradecer -ya lo hiciste, ahora vete,
respondió el padre, la niña dio vuelta y se fue
y el papá se metió a su casa.
Al día siguiente, el papá salió de su casa y
vio que la niña nuevamente estaba en la calle
y fue con ella y le dijo -¿por qué estás aquí?,
¿qué acaso no tienes familia? La niña solo
miró hacia abajo moviendo la cabeza de lado
a lado con un pequeño silencio, pero luego
dijo que no tenía donde quedarse, no tenía
otra opción que decir -bueno puedes

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quedarte, pero no causes problemas, la niña
feliz entró a su casa y su primera impresión
fue de que la casa estaba muy desordenada
pero no dudo en ayudarle a limpiar, de
agradecimiento por dejar que podía quedarse
en su casa. Empezó a limpiar la sala y cuando
estaba limpiando la mesa con fotos se quedó
mirando fijamente a la foto de él con una
niña muy parecida a él. El padre la vio y
quitó la foto y se la llevó con él sin decir una
palabra. La niña confundida decidió seguir
limpiando, cada día el señor se sentía un
poco más cómodo y tranquilo, pero por las
noches aún no se le quita el sufrimiento de la
pérdida de su hija y siguiendo, tomando. Al
día siguiente fue a la cocina y empezó hacer
papas rellenas, la niña se acercó por el rico
aroma que salía de la cocina y empezó a ver
como cocinaba y le sirvió un poco y a la niña
le gustó mucho, Después de que terminaran
la comida la niña preguntó -¿quién era la de
la foto? El padre evitó el tema pidiéndole que
no vuelva a tocarlo
Era el día de sacar el polvo de los muebles,
la niña mientras limpiando, chocó con un

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mueble y dejó caer una caja con las cartas
que llevaba adentro, ella por curiosidad,
agarró una y decía, “de Mary para mi papá”
la empezó a leer, en eso el señor había
escuchado el ruido del golpe así fue a la sala
pero justo terminó de beber una botella,
cuando la vio que estaba leyendo una carta,
quebró una botella en un mueble y le empezó
a gritar de que esas cartas eran privadas, era
imposible controlarlo, salió de la puerta y
subió al auto, la niña lo siguió y se subió
también y empezó arrancar.

En la oscura y fría noche, con una fuerte


lluvia no paraba de manejar sin detenerse, la
niña se empezó asustar y le decía -frena, por
favor frena” pero no lo hacía, y en unas de
esas, la niña dijo “PAPÁ FRENA”, ella con
su mano jaló el freno de manos y justo

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cuando paró un tren pasó justo en frente. El
padre se quedó congelado porque estuvo a
punto de perder su vida, además la niña de
dijo papá, así que volteó a ver a esa niña y
ella ya no estaba, desapareció, cuando volteó
abajo se dio cuenta que él estaba agarrando
el freno de manos, ahí empezó a darse cuenta
de que los niños del estacionamiento no la
ignoraban porque querían si no porque no la
veían. Cuando regresó a su casa, su casa
estaba sucia otra vez, pero y se dio cuenta
que siempre ha sido Mary. Desde ese día
dejó de beber alcohol y empezó a mejorar su
vida cada día, limpiando la casa,
desasiéndose de las botellas, saliendo un
poco más al aire libre a caminar, en una de
esas, vio a un cachorrito y era blanco con
machas cafés, justo como Mary lo quería y lo
adoptó. Pasaron años y los dos envejecían,
habían pasado tantos años de esa visita
inesperada, él estaba en la sala con su perro,
cuando volteó al escritorio, vio una hoja en
blanco, se sentó en el escritorio porque ahora
le tocaba a él escribirle una carta a Mary, así
que justo cuando escribió “querida Mary” de
repente se abrió la puerta, cuando se paró y
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se acercó a la puerta, se llevó una gran
sorpresa a ver a su hija Mary parada en la
entrada de su casa, los dos se abrazaron como
si fuera la última vez, el padre le presentó al
perro, la niña emocionada también lo abrazó,
volteó a ver a su padre, extendió su brazo y
se tomaron de la mano y los tres juntos
emprendieron un largo viaje. La carta que
quería escribir el padre estaba en blanco, solo
contenía dos palabras, “querida Mary” nadie
sabe que le iba a escribir, pero lo que, si
sabemos, es que ahora se lo va a contar frente
a frente.

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