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Índice 1
UD3 Evaluación psicopedagógica y evaluación de los programas de
orientación 3
INTRODUCCIÓN 3
OBJETIVOS 3
CONOCIMIENTOS PREVIOS 3
1. LA EVALUACIÓN PSICOPEDAGÓGICA 3
1.1. LOS ÁMBITOS DE ANÁLISIS EN EVALUACIÓN
PSICOPEDAGÓGICA 5
1.2. FASES DE LA EVALUACIÓN PSICOPEDAGÓGICA 5
2. LA EVALUACIÓN COMO PROCESO DE MEJORA 9
2.1. TIPOS DE EVALUACIÓN 9
3. LA EVALUACIÓN DE LA ACTIVIDAD ORIENTADORA 13
3. LA EVALUACIÓN DE LA ACTIVIDAD ORIENTADORA 15
3.1. LA EVALUACIÓN COMO NÚCLEO CENTRAL DE LOS
PROGRAMAS DE ORIENTACIÓN 16
3.1. LA EVALUACIÓN COMO NÚCLEO CENTRAL DE LOS
PROGRAMAS DE ORIENTACIÓN 18
3.2. PRINCIPALES TENDENCIAS EN LA EVALUACIÓN DE
PROGRAMAS DE ORIENTACIÓN 19
3.2.1. IMPORTANCIA DEL ANÁLISIS DE NECESIDADES PARA EL
DISEÑO DE PROGRAMAS DE ORIENTACIÓN ORIENTADOS A LA
TOMA DE DECISIONES 20
3.2.2. EL MODELO DE EVALUACIÓN DE PROGRAMAS DE
ORIENTACIÓN GLOBALIZADOR Y BASADO EN EL “BALANCE
COSTO-BENEFICIO” 21
OBJETIVOS
Con el estudio de esta unidad se pretende que el alumno consiga:
Conocer las fases en el proceso de evaluación psicopedagógica
Reconocer los distintos tipos de evaluación
Entender la evaluación como núcleo central de la orientación educativa
Identificar las principales tendencias en la evaluación de programas de
orientación
CONOCIMIENTOS PREVIOS
Para estudiar esta materia será necesario tener conocimientos básicos sobre
métodos y técnicas en investigación social.
1. LA EVALUACIÓN PSICOPEDAGÓGICA
Según la Orden de 14 de febrero de 1996 del Ministerio de Educación y
Ciencia, la evaluación psicopedagógica se entiende como un proceso de
recogida, análisis y valoración de la información relevante sobre los distintos
elementos que intervienen en el proceso de enseñanza y aprendizaje, para
identificar las necesidades educativas de determinados alumnos que presentan
o pueden presentar desajustes en su desarrollo personal y/o académico, y para
Comes et al. (2008) nos recuerda que, en todo caso, la persona responsable
de realizar la evaluación psicopedagógica será un profesor de la especialidad
de Psicología o Pedagogía del Equipo de Orientación Educativa y
Psicopedagógica o del Departamento de Orientación correspondiente, previa
petición del equipo docente, lo cual será un requisito imprescindible para poder
determinar el tipo de ayuda que requiere el alumno, la respuesta educativa más
satisfactoria para él, la toma de decisiones relativa a su escolarización y, en su
caso, la propuesta de flexibilización de dicho periodo. Por tanto, el orientador es
el profesional más adecuado para recoger y analizar la información relevante
respecto al alumno, sin olvidar el papel de otros profesionales como el tutor de
grupo y el equipo de profesores.
2. Recogida de información
En esta segunda fase se trata de recoger el máximo de información posible
sobre la situación objeto de estudio, guiándonos por los objetivos y/o hipótesis y
el plan de trabajo formulados en el momento anterior. Este plan debe ser, no
obstante, flexible para dar cabida a nuevos objetivos que pueden surgir como
consecuencia de una recogida más intensiva de información. Conviene hacer
uso de diferentes técnicas y procedimientos (observación, entrevistas,
cuestionarios, producciones del sujeto, tests y pruebas, análisis de
documentos, etc.). Aunque dependerá del tipo de proceso de diagnóstico que
5. Seguimiento / evaluación
Una vez que hemos puesto en marcha el programa no podemos
desentendernos de él, sino que tiene que ser objeto de revisión continua, de
una evaluación de su desarrollo (proceso) y sus resultados (productos). Esta es
la única forma de comprobar la eficacia o inadecuación de la propuesta de
intervención orientadora. La realización de los correspondientes informes y la
comunicación de los resultados pueden tener lugar en distintos momentos de
los anteriormente expuestos. En la mayoría de los caos, estas tareas se
realizan con posterioridad a la interpretación y valoración de la información,
aunque consideramos recomendable hacerlo tras la toma de decisiones y la
propuesta de intervención. De esta forma, el informe da cuenta no solo de las
necesidades detectadas, sino también de las actuaciones que se van a poner
en práctica para superarlas.
Criterio 1: Localización
Según este criterio, la evaluación puede ser interna o externa. La localización
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de referencia es relativa: el aula, el centro, etc., aunque normalmente la
referencia es el centro. Un ejemplo de evaluación externa es una evaluación
diagnóstica realizada por la Administración Educativa. Según este criterio
podría existir una evaluación con localización mixta o combinada, que se diese
con la participación de agentes externos en una evaluación interna. Un ejemplo
podría ser la evaluación de un programa de orientación realizada de forma
conjunta por el Departamento de Orientación y el Equipo Psicopedagógico de
Sector.
Criterio 3: Tiempo
(momento en el que se lleva a cabo). La evaluación puede ser inicial, continua,
final y mediata. El lapso y proceso a que se refiere es relativo: puede ser una
sesión, una semana, una unidad didáctica, un trimestre, un curso, una
titulación, etc. La evaluación mediata hace referencia a la evaluación realizada
tiempo después de terminar un proceso, por ejemplo una unidad didáctica, un
grado, etc., con quienes la terminaron. Ej. Los egresados del Máster en
Formación del Profesorado del curso anterior.
Criterio 4: Agente
Según los agentes, se puede hablar de heteroevaluación (evaluación entre
agentes distintos), autoevaluación (de sí mismo o de las realizaciones por el
propio agente) y coevaluación (evaluación conjunta). El término “agente” es
relativo: es aplicable a alumnos, profesores, equipos, centros, etc. Por ejemplo,
es heteroevealuación cuando un docente pone una prueba de evaluación
(cuestionario) a un grupo de alumnos, y también cuando los alumnos valoran la
acción de un profesor. Igualmente cuando un grupo evalúa el trabajo de otro
grupo. Es autoevaluación tanto cuando se evalúa una persona, como un grupo
a sí mismo. Es coevaluación cuando dos o más sujetos evalúan una tarea
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conjunta, o cuando receptores y ejecutores de una intervención educativa la
evalúan conjuntamente. Por ejemplo, una pareja, dos o más subgrupos, o
cuando el docente y los alumnos evalúan la marcha de las clases.
Criterio 5: Compleción
Por su compleción la evaluación puede calificarse como exhaustiva o
representativa. Es exhaustiva aquella que analiza la práctica totalidad de las
acciones y productos de los sujetos de evaluación. Un ejemplo de evaluación
exahustiva puede ser la que realiza la ANECA para acreditar al profesorado
universitario o el programa DOCENTIA, para la evaluación de la enseñanza del
personal docente e investigador. Es representativa o muestral la evaluación
que generaliza sus conclusiones desde una selección de méritos. Por ejemplo
la CNEAI deduce la calidad de investigadores mediante el análisis de cinco
méritos de los últimos seis añós por cuya superación se conceden sexenios. Es
de esta clase la que se realiza en algunas fábricas para constatar la calidad de
una remesa, a través del examen de unos pocos elementos elegidos al azar.
También las evaluaciones externas tipo LEA (Comunidad de Madrid) o PISA, en
que se valora a una población desde el rendimiento de una muestra,
responden a esta clase de evaluación.
Criterio 6: Finalidad
Según su objeto, la evaluación puede ser diagnóstica, formativa, formadora y
sumativa
La evaluación diagnóstica pretende conocer el nivel de desarrollo de
competencias o conocimientos de un sistema o subsistema educativo, un
segmento de alumnos, un alumno, etc.
La formativa busca la mejora, el perfeccionamiento. Es la que realiza el
docente o el orientador en función de lo que observa, para cambiar su
enseñanza u orientar o apoyar al alumno.
La formadora puede comprenderse como una variante de la formativa -una
autoevaluación formativa- : es el análisis que realiza el alumno hacia sí o
hacia lo que hace, según lo que percibe y se da cuenta de ello. La
evaluación formadora tiene una finalidad autorientadora o autorregulaitva.
En ella los alumnos son autores de sus propios análisis para la mejora de
sus cambios concretos, desde su observación y reflexión lo más sensata
posible. Asocia un proceso de cambio “desde” el alumno, referido a sí mismo
y a lo que hace. Por tanto, se constituye en una fuente de aprendizaje
formativo y de conciencia aplicada. Puede considerarse una culminación de
Criterio 7: Referente
Por su referente, la evaluación puede clasificarse como: egocéntrica
(caracterial, impulsiva o subjetiva), normativa, criterial, holística e idiográfica-
holística.
La egocéntrica se puede desdoblar en tres subclases, con referentes
bastante independientes del objeto que se evalúa, según se fije en el
carácter, temperamento, narcisismo, sistema de prejuicios, adoctrinamiento,
etc. (del docente o de la institución); en la impulsividad o desbordamiento
emocional motivado por lo que el evaluador percibe, cómo lo hace, cómo se
siente, qué expecta, tanto por sobrevaloración como por infravaloración; y
en tercer lugar en la distorsión subjetiva por afinidad autorreferencial,
incluyendo gustos, intereses, etc., causantes del sesgo.
La normativa es aquella evaluación que toma como referencia el rendimiento
del grupo al que se pertenece y su normalidad, incluyendo la
excepcionalidad tanto inferior como superior.
La criterial es la evaluación que toma como referencia criterios formulados
para todo el grupo de referencia de alumnos. Es decir, cuando las
interpretaciones se realizan en relación a un patrón de realización
preestablecido.
La evaluación idiográfica es aquella que toma como referencia la capacidad,
logros anteriores y realizaciones actuales de la pesona y su circunstancia
didáctica.
La idiográfica-holística es la que amplía la anterior y toma en consideración
evaluativa a la persona comprendida como un todo que siente, experimenta
y desarrolla su vida en diferentes planos y contextos relevantes, escolares y
no escolares (sociales y familiares), pasados, presentes y futuros. Puede
comprenderse como una evaluación idiográfica compleja o enriquecida.
La metaevaluación
Dada la variedad de modalidades de evaluación es de gran interés en el ámbito
educativo realizar metaevaluaciones. Sería una etapa de la evaluación en la
que se evalúa la propia evaluación. La metaevaluación suele realizarse tras la
evaluación, para analizar la utilidad y pertinencia de la evaluación realizada.
Desde la perspectiva de la metaevaluación y al objeto de mejorar las
evaluaciones, es interesante conocer que existen sistemas que permiten
valorar los modelos de evaluación disponibles antes de dedicir qué tipo de
evaluación realizar. Sirva de ejemplo el modelo propuesto por Daniels, Mines y
Gressard (1981).
La mayoría de los estudios en nuestro país hasta los años noventa se han
centrado, según Moreno (1993) y otros en:
a) Autoevaluaciones a pequeña escala en distintos centros;
b) Examen de las actitudes de los estudiantes sobre la orientación más que
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la evaluación de sus efectos.
c) Expectativas hacia la orientación, tanto de profesores como de alumnos.
No obstante, la evaluación de la eficacia de la orientación en España queda
aún pendiente. En la Unidad 2, hemos expuesto que Sanz (1996) destaca la
necesidad de la evaluación como componente imprescindible en el diseño de
todo programa y expone una serie de razones que justifican la necesidad de
evaluar los programas de orientación. Las cuales ampliamos en cuadro 3 con la
aportación de Manzano (2000).
Esta actitud de los orientadores refleja una serie de mitos en la profesión que
conviene eliminar para que el criterio que guíe el programa sean las
necesidades de los alumnos, no estos mitos que a continuación se enumeran:
1. Se necesitan unas habilidades específicas para llevar a cabo la
evaluación.
2. Son demasiado caras.
3. Es difícil obtener datos de los alumnos porque no son buenas fuentes de
información.
4. Los datos deben obtenerse solo a través de procedimientos objetivos, no
subjetivos.
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5.No es útil recoger datos de evaluación de los padres.
6.La evaluación requiere de mucho tiempo.
7.La evaluación necesita una amplia muestra de participantes.
8.Los directores y la administración no apoyan la evaluación.
9.La evaluación se hace principalmente para intereses de investigación y
publicación.
10. La interpretación de los datos de evaluación necesita análisis estadísticos
muy amplios.
El contexto
Los inputs
El proceso
Los resultados
Gysbers, N.C.; Hughey, k.F., Starr, M., Lapan,r.T. (1992). Improving School
Guidance Programs: A framework for program personnel, and results
evaluation. Journal of Counselling and Development. Vol 70. (p.568)
Descripción del proceso y procedimientos de evaluación y supervisión del
trabajo de los orientadores
En definitiva, se recoge:
Una descripción de lo que hacen los orientadores.
Datos sobre la prioridad que dan a cada tipo de intervención, función u
objetivo (comprobado a partir de su frecuencia).
Descripción de la efectividad de dichas actividades.
Datos sobre esa efectividad.
NIVEL 1
NIVEL 2
Preguntas clave a las que hay que responder dentro de cada una de las tres
dimensiones que se evalúan: el programa, los orientadores y los resultados.
NIVEL 3
Preguntas clave más concretas, dentro de cada uno de los componentes del
programa (contenidos del programa, estructura, procesos, temporalización y
recursos).
RECAPITULACIÓN
En esta unidad didáctica se han tratado:
Este tema está muy vinculado con el siguiente, donde se estudiarán métodos,
técnicas e instrumentos para la investigación y evaluación educativas.
BIBLIOGRAFÍA
Atkinson, D.R., Furlong, M.J., & Janoff. D.S (1979). A Four-Component
Model for Proactive Accountability in School Counseling. The School
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Gysbers, N.C.; Hughey, k.F., Starr, M., Lapan, R.T. (1992). Improving School
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GLOSARIO