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Historias de terror.

1. No vayas
Llegué a casa temprano para aprovechar y estudiar un poco para los
exámenes finales, no tenía más que hacer así que me encerré en mi
habitación para concentrarme. Sin darme cuenta, las dos de la mañana se
avistaron en mi reloj de pared cuando mi madre me llamó dulcemente desde
la cocina “¡Hija, ¿Puedes venir, por favor?!” Fui sin reparo hasta la cocina,
aunque me pareció extraño, y cuando me hallaba ahí no encontré a nadie, en
cambio, escuché la misma voz de mi madre desde lejos “¡No vayas hija, yo
también la escuché!”

2. Reunión familiar
Llego a casa para tomar un descanso luego de un largo y penoso día en el
trabajo, dejo mis cosas en la mesa del comedor pero cuando me volteo hacia
la sala, veo a mi esposa mirándome fijamente mientras sostiene a nuestro
hijo en su regazo… Realmente no sé qué es peor, saber que mi esposa murió
con nuestro hijo en su vientre hace más de dos meses, o imaginarme cómo
habrán entrado para dejar sus cuerpos ahí.

3. Dilo de nuevo
“Dilo de nuevo” dijo el padre a su hijo “Lo siento, papá” le respondió el
pequeño, “Debes decirlo de nuevo, no te creo en lo absoluto” insistió el
hombre “Papá, en serio, no fue mi intención” pero el padre seguía sin
creerle, por lo cual, abofeteó al pequeño hasta que un rojo carmesí se
apreció en ambas mejillas “¡Maldita sea, no te creo!” y en eso, el pequeño,
entre lágrimas y sollozos desgarradores, balbuceó “¡Yo no quería hacerlo, no
quería dejar mis juguetes en la escalera, no quería que mi mamá se
resbalara, fue un accidente!…. ¡No quería que muriera, en serio lo siento
muchísimo papá!” el padre miró fijamente hacia donde estaba tirado el
pequeño, y con un sonrisa le indicó “Perfecto, ahora sí creo en ti… así,
justamente así debes decírselo a la policía”
4. La niebla
Esta es la historia jamás contada de un cazador, que un día fue al bosque a
hacer precisamente eso, cazar. En su travesía, decidió cambiar de rumbo
para dar diversidad a su oficio, así que giró su camioneta y la estacionó frente
a un bosque desconocido que tenía la fama de ser abundante en presas
grandes. Fue con su escopeta afianzada a sus manos, pero no pudo ver más
allá de su nariz, ya que de repente, una abundante niebla se apoderó del
panorama. Esta resultaba tan espesa y profusa, que el cazador no pudo dar
con su rumbo de origen y se adentró en el bosque más de lo que había
planeado. Caminó y caminó frotando sus manos en sus antebrazos, pues la
niebla trajo consigo un frío atroz que le caló hasta los tuétanos al pobre
cazador, mientras un marcado humo blanco salía de su boca con cada
respiración.

Mientras seguía caminando aleteaba sus brazos en búsqueda de algo de lo


que sostenerse, cuando sintió que alguien tocaba sus brazos. Por un segundo
no pudo determinar qué era lo que realmente tocaba sus brazos, pero el
segundo se convirtió en un momento eterno cuando percató que ese algo
halaba sus extremidades con una fuerza descomunal. Mientras más hacía
resistencia más sentía que la fuerza opuesta se multiplicaba e intentó con
todas sus fuerzas soltarse de eso que no podía ver entre la niebla, hasta que
ocurrió. Sus brazos sintieron el desgarre metálico que pondría fin a su vida.
Sus brazos comenzaron a desprenderse con una violencia que se movía en
cámara lenta frente a sus ojos. Una sensación de impotencia llenaba su
mente mientras se desangraba al lado de una piedra, aquel día solo debía
quedarse en casa.

10. Hay alguien ahí


Acudo al cuarto de mi hijo para ver qué le sucede, pues despertó en la
madrugada con gritos ahogados mientras se escuchaban golpes en su
habitación. Voy a su encentro y lo veo temblando en su cama, “Hijo, ¿Qué te
sucede?” a lo que él responde “¡Papá, hay alguien en mi armario!” con cierta
gracia, voy hasta el armario para cumplir su capricho, lo abro y, para mi
horrida sorpresa, mi hijo también está en él, temblando mientras balbucea
“¡Papá, hay algo raro en mi cama!”

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