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ISSN: 2221-0369 J REVISTA HAUCAYPATA Investigaciones arqueologicas del Tahuantinsuy mero 9 2015 Director y editor Rodolfo Monteverde Sotil Comité editorial Ivan Leibowicz / José Merrick / Alvaro Monteverde Sotil Difusion Mayra Delgado Valqui Diseito y diagramacién Emesto Monteverde P. A. Fotografia de la cardtula Rodolfo Monteverde 2010. El Santurantikuy en Cuzco Imagenes de la dedicatoria, los indices y la relacién de colaboradores Edward Gonzales 2000. Visit to Teotihuacan (detalle) / Cecilio Guzmén de Rojas Ca. 1928. Amé- rica y Europa (detalle) / Rodolfo Monteverde 2013. Pobladores del Cuzco / Rodolfo Monteverde 2013. Vendedora en los portales de la plaza Mayor del Cuzco Las opiniones vertidas en los articulos publicados en esta revista son de entera responsabilidad de cada autor. La revista no se hace responsable por el contenido de los mismos. @ Prohibida la reproduccién total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su director. Revista Haucaypata, investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo Afio 4. Nuimero 9, enero 2015 Publicacién cuatrimestral ISSN: 2221-0369 Hecho el Depésito Legal en la Biblioteca Nacional del Perti N° 2011-00350, LATINDEX: 22532 Hecho por computadora Jr, La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Pert https: //sites. google com/site/revistahaucaypata/ revistahaucaypata@gmail.com Todos los derechos reservados Dedicatoria Alas madres mexicanas que siguen esperando a sus 43 hijos lesaparecidos. Por una Latinoamérica libre de odio, injusticia y corrupcion. [i REVISTA HAUCAYPATA Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo Indice Editorial Relacién de colaboradores Masalld y més arriba del Cuzco. En torno alos ushnus de puna durante el Horizonte Tardio Gabriel Ram6n Joffré Quileas en Sillustani, Puno. Cronologta e implicancias Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarria Lopez Peregrinacién andina al santuario de alta montaita en la cima del cerro Sixilera, norte de Argentina Maria Constanza Ceruti Formaciones sociales en el noroeste argentino. Variabilidad prehispdnica en el surandino durante el Periodo de Desarrollos Regionales y el estado Inca Verénica I. Williams Divulgar para conocer, conocer para querer y proteger nuestro patrimonio cultural Rodolfo Monteverde Sotil Normas editoriales 21 44 62 82 REVISTA HAUCAYPATA. Tnvestigaciones arqueologicas del Tahuantnsuy Editorial La Revista Haucaypata, investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo, es una publicacién peruana cuatrimestral que se centra en los estudios arqueolégicos e interdisciplinarios, tanto nacionales como internacionales, del incanato. La revista nacié con la intencién de cumplir tres objetivos que todo arquedlogo debe proponerse en su carrera investigacién, difusin y proteccién del patrimonio arqueolégico. Luego de haber publicado ocho nimeros, entre el 2011 y el 2014, les alcanzamos et mimero nueve, el cual contiene cinco articulos. El doctor Gabriel Ramén Joffré nos aleanza un interesante articulo que analiza, en base al dato etnogrdfico, etnohistorico y arqueolégico, los ushnus de la puna durante el Horizonte Tardio. Los arquedlogos Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarria Lopez, partiendo del dato arqueolégico, estudian las implicancias de las quilcas de Sillustani y proponen una secuencia cronolégica de las mismas. Desde Argentina nos Uegan dos interesentes articulos. Uno de ellos es de la reconocida investigadora Maria Constanza Ceruti, quien analiza la peregrinacién anualalacumbre del cerro Sixilera, con motivo de la Semana Santa; estudio que nos puede ayudar a entender las peregrinaciones y sacrificios en altas montaiias durante el incanato. Por su parte, Verénica I. Williams investiga las formaciones sociales en el noroeste argentino y la variabilidad prehispanica en el surandino durante el Periodo de Desar'rollos Regionales e Inca. Finalmente, quien escribe les entrega un ensayo sobre la importancia de Ia divulgacién del conocimiento del patrimonio cultural. Como siempre, queremos expresar nuestro mds _sincero agradecimiento a todos aquellos que han colaborado con sus articulos y han participado en Ia realizacién de este nimero de la Revista Haucaypata, investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo, en especial al Dr. Frank Meddens y al Dr. Elmo Le6n por sus comentarios y recomendaciones. ‘Ademéas, queremos agradecer a los lectores por la buena acogida de los nuimeros anteriores de la revista y por sus comentarios criticos, que nos dan fuerza y aliento para continuar con nuestro cuarto afio de publicaciones. ‘Si desean descargar los ocho ntimeros anteriores en pdf pueden hacerlo completamente gratis desde nuestra pagina: https://sites.google.com/ site/revistahaucaypata/home. Asimismo, desde ya invitamos a todos los arquedlogos, estudiantes de arqueologta y profesionales de otras ciencias sociales a publicar en el préximo mimero programado para julio de este aio. Rodolfo Monteverde Sotil Director y Editor ff. REVISTA HAUCAYPATA 5 Ze Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo: Colaboradores Maria Constanza Ceruti CONICET / Instituto de Investigaciones de Alta Montatia de la Universidad Catélica de Salta Gori Tumi Echevarria Lépez Arqueélogo y candidato a doctor en Historia del arte, Universidad Nacional Mayor de San Marcos / Presidente de la Asociacion Peruana de Arte Rupestre (APAR) Rodolfo Monteverde Sotil Licenciado en arqueologia, Universidad Nacional Federico Villareal / Licenciado en historia del arte, Universidad Nacional Mayor de San Marcos / Candidato a magister, Programa de Estudios Andinos, Pontificia Universidad Catélica del Perit Gabriel Ramén Joffré Profesor ordinario, Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Catolica del Pert / Profesor, Facultad de Arqueologia dela Universidad de Leiden Berenguela Sénchez Arqueéloga, Universidad Catélica de Santa Maria-Arequipa Verénica I. Williams Instituto de Arqueologia, Facultad Filosofia y Letras, Universidad de Buenos Aires REVISTA HAUCAYPATA Tnvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo SO Mas alla y mas arriba del Cuzco. En torno a los ushnus de puna durante el Horizonte Tardio ‘Los Serranos particularmente adoran el relampago, el Trueno, el Rayo llarnandolo Sanctiago.” Anénimo, Confessionario para los curas de Indios con la instrucion contra sus Ritos, . [1585: 1] “Dime hombre: que seré de ti, si te aleanea un rayo [illappa]en la puna, estando en pecado mortal? Donde ird tu alma? Al infierno para siempre james. ” Fernando de Avendaio, Sermones de los mistertos de nuestra Santa Fe Catélica, en lengua castellana, y la General de Inca [1585: 1] Gabriel Ramén Joffré glramon@pucp.edupe Resumen Discuto la importancia de los pisos ecolgicos (y la altitud) para contextualizar la arquitectura sagrada pre-colonial, tomando el caso del ushnu inca. Actualmente, el ntimero de ushnus identificacos en la puna ha superado largamente al de ushnus de la regién quechua. éPueden proyectarse los modelos originalmente sugeridos para los ushnus de la regién quechua a los de zonas més elevadas, con distintos modos de subsistencia? Al explorar la relacién entre pisos ecolégicos, modos de subsistencia y divinidades, este articulo introduce viejas preguntas al reciente debate sobre estas plataformas de piedra y propone una metodologia de trabajo. Palabras claves: Yllapa ushnu, ushmu de puna, arquitectura inca, rayo, Abstract I discuss the importance of ecological levels (and altitude) to contextualize sacred pre-colonial architecture, taking the case of inca ushnu. Currently, the number of ushnus located in the puna has largely surpassed the number found in the quechua level. Can we project the models originally suggested for the quechua ushnus to those at Ingher elevations? Exploring the relations between ecological levels, livelihood, and divinities, this article re-introduces old questions to recent debates about these stone structures, and proposes a working methodology. Keywords: Ylapa ushnu, ushnu of the puna, inca architecture, lightning Introduccin En el homenaje al fallecido arqueélogo norte- americano Craig Morris, fui invitado a susten- tar mi propuesta sobre los ushmus hallados en el piso ecolégico puna (sobre los 3900/4000 msnm). Sugeri la utilidad de abandonar la ten- deneia —frecuente entre arquedlogos- de “sola- rizar” todas las manifestaciones de Ia religion pre-colonial andina. Para evitar esta homoge- nizacién artificial, es preciso tomar en cuenta otros entes sagrados de los Andes reconocidos en los testimonios coloniales tempranos. Por ejemplo, el rayo (Ylapa, Liviac, Catequil) 0 mas ampliamente, lo que Mariscotti (1973 y 1978) denomina “el seitor de los fendmenos me- teorolégicos”. Por razones de espacio, incluyo aqui solo mis consideraciones. metodolégicas, ya que la version completa del estudio aparece r4 posteriormente. Mi objetivo es presentar las coordenadas del debate sobre las plataformas de piedra que denominamos ushnu (husno, husnu, osno, osito, ozito, usno, usnu, uzno, usm) ¥ pro~ poner algunas hipétesis de trabajo. Espero que mis consideraciones ayuden a pensar estos alta- res y otros tipos de estructuras religiosas pre-co- oniales desde una perspectiva mas amplia, mas abierta. La presente quedaria enna discusion de claustro, si no ejemplificara una vieja polémica RAMON JOFFRE, Gabriel, 2015, Mas alla y mas arriba de! Cuzco. En torno a los ushnus de puna durante el Horizonte Tardio. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo, Nro. 9 : 6-20. Lima. Gabriel Ramén Jofiré Mas allay mas arriba del Cuzco. En tomo alos ushnus de puna durante el Horizonte Tardio plataformad escalinata fasgos arquitecténicos del ushnu. BOLIVIA —~ Camino inca Ushnu pital nacional Gudad 100 _200km + Mapa 1. Ubicacién de algunos ushnus en Ecuador y Pert, en arqueologia andina, que mencionaré mas adelante. Siguiendo a Avendafio, usaré al rayo como ejemplo, que nos guiara hacia la puna” Para comenzar, anoto cuatro principios que guian mi aproximacién al ushnw: (a) Cronologta, La categoria ushnu debe pre- ceder alos incas, pero es prematuro proyectar- se antes del Horizonte Tardio (b) Cronologfa interna. Carecemos de indica- dores temporales certeros para distinguir entre Jos ushinus inca: una cronologia relativa basada en criterios formales (P.e. mimero de platafor- mas, detalles estilisticos) es todavia una meta. Del mismo modo, las especulaciones sobre “Areas originarias” del término en cuestién de- ben ser propiamente fundamentadas (c) Funcién. Segiin las fuentes publicadas y la etnografia religiosa, el ushnu fue un altar (San- to Thomas 1951 [1560], Bertonio 1984 [1612]), yel ushnu inca un altar politico. Complementa~ Tiamente, el término ushnu se vineula a diver- sos significados (P.e. arcaduz, catedra, cueva, enfermedad, estela, gnomon, pan de azticar, Pozo, tribunal) y existen diversos sos mencio~ nados en las fuentes coloniales, o deducidos a partir de ellas. (d) Forma, Reconociendo la gran variedad morfolégica de los ushnus inca, mis limites van entre sitios como Aypate (Piura), Huamanillo (Ayacucho), Maucallacta (Arequipa), Pumpu (Junin) y Tambo Colorado (Ica). Otros ejemplos en el Mapa 1 y para los detalles ver las fotogra- fias (figuras 1-4). Salvo que tengamos informa- cién documental, no extiendo esta categoria a edificaciones formalmente distintas. A diferen- cia de algunos autores, atin no puedo reconocer elushnu de Choquequirao (Cuzco), el de Machu Picchu (Cuzco) ni el de Incallajta (Bolivia). Investigaciones actuales sobre los ushnus de puna La primera referencia explicita a los ushnus, yropuesta inicial sobre los ushnus de puna fue Jefda en el seminario organizado en el Instituto Cul- tural Peruano Britanico (Septiembre 2008, Flush en los documentos coloniales). La versién ampliada en el seminario de Arqueologia Sudamericana de la Universidad de Londres (Mayo 2009) y en el Centre for Anthropology del Museo Britanieo (Abril 2010). 2 Un buen eonjunto de imagenes de los ushnus de puna en Cavero 2000. REVISTA HAUCAYPATA, 8 Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo aqui tratados, la hizo un atento jesuita: “Altar de las huacas hecho de piedras labradas, como se ve en la puna” (Bertonio 1984 [1612]). Hoy en dia, mas de uma docena de arquedlogos est lidiando con este tipo de ushnus. Primero, la misién de la Universidad de Varsovia que -jun- to con colegas arequipetios- trabaja en las altu- ras de ese departamento, en las zonas asociadas a los nevados Coropuna y Solimana. Liderados por Mariusz. Zidtkowski, han identificado entre siete y diez de estas estructuras, la mayoria en la puna®. Segundo, los arquedlogos Yuri Cavero y Cirilo Vivanco de la Universidad Nacional San Cristobal de Huamanga, Cavero ha publicado un, interesante opiisculo sobre el tema, basado en su tesis de licenciatura (Cavero 2009). Mientras tanto, Vivanco esta dando a conocer numerosos ushnus de puna en Ayacucho- como los que pre- senté en el homenaje a Morvis- y forma parte del equipo multinacional de investigadores sobre el ushnu con sede en Londres. Este equipo -en el cual he participado en los tiltimos dos aiios- es dirigido por los arquedlogos Frank Meddens, Colin McEwan y Nicolas Branch (ver Meddens etal, 2007), En cuarto lugar, y aunque centrado en los ushnus de la zona quechua, el arquedlogo José Luis Pino; especialmente a raiz de su valio- sa propuesta para Huanucopampa (Pino 2005) y stvincursién en los yllapa ushnu. Con Vivanco y Pino participamos del debate, animado por las interrogantes de los historiadores sanmarquinos Luis Arana y Guillermo Flores® Dos escuelas: Andes, incas, ushnus Las Iineas maestras de los estudios sobre el ushnu fueron trazadas por Tom Zuidema (1979) 3, Ver especialmente Ziélkowski (2008: 134-6). Agra- dezeoal arquedlogo Janusz Woloszyn por enviarme de- tallada informacién sobre el proyecto de la Universidad de Varsovia. Ver también: http://www.maa.uw.edu, pl/obp/esp_projekt6.htm [Consultada el 11.11.2011] y_ http: //maucallacta.com/Complejo-Arqueologico- ‘Maucallacta html, [Consultada el 11.11.2011] 4 ___ http://www britishmuseum.org/research/re- search_projects/inca_ushnus.aspx [consultada el 10.10.2010; y hitp://Awww.gg rhul.ac.uk/Tneaushnus/ ethnography. html. [consultada el 10.10.2010] ‘5 Nuestra lista aumentarfa exponencialmente si inclu mos a los arquedlogos que han hallado ushnus mien- ‘tras realizaban sus proyectos. Aci me limito a quienes han tenido a los ushnus de puna como componente central o importante en sus investigaciones. Gabriel Ramén Jofiré 9 allay mas arriba del Cuzco. En torno a los ushnu de puna durante el Horizonte Tardio Tarha ‘igura 1. Aypate Ayabaca, Piura, Foto Gabriel Ramén Figura 2. Hudnuco Pampa, 3658 msnm, La Unién, Huénueo. Foto Gabriel Ramén Le Combinando observaciones _arqueolégicas, informacién colonial y etnografia, este antr pélogo holandés propuso un valioso modelo analitico. Esto le permitié sugerir dos atracti- vas hipétesis, potencialmente detectables me~ diante estudios arqueolégicos. Primero, los ushnus estarian relacionados fisicamente (por su localizacién/orientacién) al calendario im- perial inca, Segundo, la estructura interna del ushnu se vincularia a los rituales de libacién: como corolario deberiamos encontrar con- ductos para liquidos en la construccién de las plataformas. Cabe anotar, que Zuidema partia de la evidencia asociada a la plaza mayor cuz queia (el Haucaypata inca), que justamente es una excepcién: alli las fuentes coloniales no mencionan plataformas ushnu. Mas atin, care- cemos de evidencias materiales sobre el ushnut de esa plaza, Sin embargo, estas significativas diferencias no fueron enfatizadas al sugerir el modelo. Por esto, el citado articulo pertenece a una tendencia muy precisa en los estudios andi- nos, que se remonta a los famosos articulos de Tello sobre Wiracocha. Esta escuela “aditiva” © pananadina insiste en los rasgos comunes, 2 REVISTA HAUCAI Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo TA, 10 las semejanzas, para identificar patrones locales que luego califica de inca o andino: generaliza, antes de distinguir. Este método, en muchos sen: tidos ha significado un pachaculi académico, ya que permitio interrogar el material arqueolégi- co desde una perspectiva ‘estereoscépica’ (como bien apunté Yuri Berezkin), pero tiene limitacio- nes también detectables en el tratamiento de los ushnus y més puntualmente aquellos de a pu- na‘ Enla otra orilla, una segunda escuela, ‘distintiva’ ointra-andina, Se puede remontar a las peripaté- ticas indagaciones de Max Uhle por diversos rin- cones de los Andes y est materializada en la obra deJoln Rowe ysus discipulos. Ellos han insistido enla diferencia, en el valor seméntico de la varia- bilidad cronolégica y geogrifica (Ramén 2005) Mientras la primera escuela enfatiza en la larga 6 La ponencia de José Luis Pino, para el homenaje a Morris, publicada en Arqueologia y Sociedad 21, es un buen ejemplo de esta tendencia, Su lista, til eomo apéndice para nuestro debate, soslaya las diferencias geograticas (latitud, altitud)y temporales entre los tes tmonios sobre ushinus, Figura 3, Huamanillo, 4350 msnm, cerca al pueblo de Putaccasa, Huancasancos, Ayacucho. Foto Gabriel Ramén, Gabriel Ramén Jofiré u Mas allay mas arriba del Cuzco. En tomo alos ushnus de puna durante el Horizonte Tardio Figura 4. Tambo Colorado, Pisco, Ica, 1928. El ushnu esta al extremo derecho de la imagen. Palmer 1928, duracién, las permanencias, las estructuras, la segunda se especializa en percibir los in= dices de la transformacién, No es casual que sean los historiadores quienes presenten mas cuestionamientos a las propuestas de Zuidema (Pe. Cummins 1992), y que Rowe sea recono- cido como un historiador de la cultura mate rial latu sensu. Para reconciliar lo mAs titil de ambas tendencias, es preciso tener en cuenta que incluso las estructuras son histéricamente construidas: Jo que en la prdctica significa que debemos justificarlas, no asumirlas” Este debate entre dos escuelas atraviesa toda Ia historiografia andinista, especialmente la dedicada al mundo pre-colonial, y es legible en la actual controversia sobre los ushnus de puna, Avanzando hacia el debate religioso vin culado a estas estructuras, y la concepeién del Tahuantinsuyo en general, cito las ilustrativas observaciones de Trimborn (1968: 115): "Luis Valedrcel ve la enorme multiplictdad de dio ses incas como un conjunto de ‘facetas’ de un dios, del cual los otros son meramente sfm- bolos; pero esto es una sobre-simplificacién. Los dioses en los Andes, tienen, sin embargo, cierto niimero de rasgos compartidos. Muchos de ellos, por ejemplo, son héroes culturales. También es tfpico el vinculo entre dioses y fe- némenos naturales (especialmente astrales) y Ia existencia de divinidades plurales, con varios aspectos (usualmente tres 0 cinco)”. Para Trim- born, el tamatio y diversidad del panteén inca eran resultado del paulatino proceso de confor- macién imperial, que iba asimilando entidades locales mientras se expandia. Es decir, el panteén era fruto de negociaciones, no necesariamente de uma imposicién absoluta, Esto va en la ruta de la valiosa sintesis de Parssinnen (1992), que privile- gia la contingencia hist6rica y la variabilidad po- litica interna dentro del Tahuantinsuyo. En este contexto imperial, équé sucedié con los ushnus de puna? Como anotamos, el texto de Zuidema permite observar que hay diferencias (no sélo formales) entre el ushnu del centro y los de pro- vincias, entonces: écudles serian las diferencias esperables entre los ushnus de la zona quechua yla puna? 7 Indicios del debate en Hammel (1965), Urton (1996) y, desde otra orilla, Urbano (1989). Un contrapunto directo entre Rowe y Zuidema, justamente sobre ar- queoastronomia inea en Latin American Research Re- view, Nros. 14 ¥ 16. Pisos ecolégicos y subsistencia: de las entrevistas a la cuadricula Por razones logisticas, generalmente los ar- quedlogos permanecen periodos cortos en la puna, Ello tal vez explique que hayan obviado tres aspectos reconocidos por los antropélogos. (a) La puna es un Area con un complejo cultu- ral propio (Flores Ochoa 1975 y Ricard 2006) (b) La puna fue una zona de importancia po- litica y econdmica en el pasado, no una simple periferia (Browman 1974 y Flores Ochoa 1970). (c) Los antropélogos suelen realizar su trabajo de campo en periodos largos (observando los, cambios estacionales), mientras los arquedlo- gos generalmente visitan la puma en el verano serrano (de junio a septiembre) justamente para evitar Iuvia, granizo, rayos y truenos. ‘Ademas de documentar la importancia de estos fenémenos naturales en la vida cotidiana de los pastores y sus ganados, los antropélogos han registrado la existencia de un calendario regido por las actividades pastoriles, distinto al agri cola de la zona quechua, En suma, y confirmando las tempranas obser- vaciones del geégrafo Carl Troll (1943) los es- tudios etnograficos en los Andes nos muestran que cuando cambia la ecologia también lo hacen las actividades de subsistencia. Avanzando en esa direccién: équé sucede con las concepcio- nes religiosas? Al estudiar retablos mexicanos Giffords (1992: 71) noté que la especialidad de los santos cristianos influye en la distribucién de sus territorios de popularidad: “Cada ocu- pacidn suele tener sus patrones. Por ejemplo un agricultor puede rezar a San Isidro Labra- dor, patrén de los agricultores, o un vaqueroa Santiago, por la fertilidad de su ganado. Na- turalmente un Grea con gran poblacién agricola mostrara predileccién por San Isidro, mientras que una drea ganade- ra tendra a Santiago como su favorito” (énfasis agregado). Ya que en los Andes cada piso ecolégico se vincula a una actividad eco- némica prioritaria (Pe. quechua con agricul- tura de maiz) se puede establecer un vinculo ntre zonas de vida, actividades de subsisten- cia y deidades. Es a partir de este vinculo que conviene interrogar la evidencia arqueolégica’. Altares y alturas: el _rayo, Santiago e Yilapa La etnografia andinaha demostradolarelacion REVISTA HAUCAYPATA. 12 Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo entre esferas de influencia de los santos y niveles ecolégicos. Por ejemplo, el minucioso trabajo de Escalante y Valderrama entre los pastores de Co- tabamabas (Apurimac) confirma la importante presencia de Santiago en la puna, Ademas de ser el patrén del pueblo, y de los ganaderos en ge- neral, Santiago habrfa reemplazado al dios padre [Taytacha Dios] en la jerarquia religiosa. Segtin eltestimonio de Victoriano Taparaku: "... Aqui en Apumarka, no hay ni un hombre que no sirva a ‘Santiago o al Llagtayug-machu.” (Valderrama y Escalante 1992: 134). “... Taytacha Dios ya muy viejo por eso a Santiago le esté transfiriendo sus poderes. Por eso el taytaku Santi, con la mamita y los angelitos, le ayudan a sostener el mundo. Si no fuera asi, de todo nos puede pasar.” (Val- derrama y Escalante 1992: 122)? Y esta asociacién documentada en Apurimac, puede extenderse a otras punas, como Bolivia, justamente caracterizada por la gran altitud de sus centros poblados. En ese pais: "Santiago es patrono de mds parroquias que cualquier otro santo” (Berg 1989: 190, n. 84; ver también Mo- nast 1966: 52-55, 57, 89). En el periodo colonial temprano este santo cristiano ocup6 buena parte del radio de accién de Yllapa. Quien siga la docu- mentacién colonial temprana podra observar la constante presencia de YWapa (en la sierra sur), Lliviac (en Ja sierra norcentral, entre Ancash y Lima), Catequil (en la sierra norte, especialmente Cajamarca) 0 sus otros equivalentes (Gade 1983; Gisbert 1980: 28-9; Schenone 1992: I 22, TI 707-713; Yaranga 1976), Una relectura de las dei- dades nativas en las fuentes coloniales tempra- nas atenta a los cambios altitudinales permitiré 8 En un estudio inieial sobre la alineacidn de los sitios religiosos costeros, ya Urton (1982) habfa observado la necesidad de no proyectar necesariamente los ca- Jendarios de la regin quechua. En una reciente confe- reneia en Lima, Jeffrey Parsons, con larga experiencia en la puna, reconoci6 la necesidad de tomar en cuenta las particularidades culturales de cada piso ecolégico al interpretar sitios arqueolégicos (Daniel Davila, com, pers.) ‘9 En algunos testimonios etnograficos sobre Santia~ go hay un elemento interesante: su primacia se anota como un fendmeno reciente, algo que esta en proce- so, Sin embargo, la evidencia revisada muestra que se trata de una situacién de larga data, es precisamente por ello que en Apumarka ya habfan decidido tener a Santiago como patron, Gabriel Ramén Jofiré 13 Mas allay mas arriba del Cuzco. En tomo alos ushnus de puna durante el Horizonte Tardio confirmar que a medida que ascendemos a la puna, el sol (0 su equivalente cristiano) pierde importancia . Para concluir con nuestra conexién entre San- tiago/Ylapa y la puna, cabria responder a una potencial objecién. Si’en el caso de Santiago hablamos de un santo colonial, ecémo pode- mos transferir nuestras observaciones al pe- riodo pre-colonial? Cabe indicar que se trata solamente de proponer interrogantes desde la evidencia colonial, y Santiago /Yllapa es un in- dicio valioso. Esta metodologia no es reciente, como indiqué anteriormente, el grueso de las, sugerencias de Zuidema sobre el ushnu se basa en evidencia colonial. Y este procedimiento es, corriente en la arqueologia andina, especial- mente para los periodos tardios, Asi como los, datos histéricos nos permiten proponer el pa- norama general, la evidencia etnografica ayuda a obtener uma mejor visibilidad de lo que nos cuentan las fuentes y de este modo facilita esta- blecer conexiones entre objetos y documentos (Ramén 2008: 1-13), como en el caso de los po- tenciales ushnus de puna. Visibilidad arqueolégica del rayo Con base en las observaciones precedentes, podriamos sugerir dos hipétesis (a) En el Horizonte Tardio el panteén de puna fue distinto al panteén quechua, (b) Como integrante de ese pantedn de puna, el rayo primaria o tendria gran importancia éCémo probarlo materialmente? o écémo darle visibilidad arqueol6gica al rayo? El intenso deba- te sobrela dificultad de identificar las huellas pre- coloniales de algo aparentemente tan obvio como el ayllu (Isbell 1997) nos da una idea de la dificul- tad de conectar conceptos y objetos en arqueolo- gia. Podriamos decir que algo anfilogo sucede con buena parte de las deidades andinas, a excepcién de aquellas ricamente dlustradas en la cerdmi- ca de las sociedades del Intermedio Temprano/ Horizonte Medio, En el caso del sol, ademas de las representaciones iconogrificas, sus movi- mientos en el firmamento pueden ser rastreados con relacién a la orientacién de las edificaciones 10 El libro de Bolin (1998), sobre pastores de puna cuzqueiios, es también una buena introduceién a los aspectos mis cotidianos de la percepeién sagrada de la puna, mareada por Santiago. Résing (1990) ha dedica- do una monografia completa al rayo, centrada en Bo- livia, Seria itil ineorporar a Tunupa en el debate sobre ‘Yilapa, para trazar diferencias y semejanzas. Figura 5, Francisco Bautista Cayampe en Putaccasa, Huancasancos, Ayacucho. Parte de sus animales se obser- van en segundo plano, Foto Gabriel Ramon. REVISTA HAUCAYPATA 14 del Tahuantinsuy Figura 6, Vista general del area de la puna desde la plataforma de Huamanillo, cerea a Putaccasa, Huancasan- cos, Ayacucho. Foto Gabriel Ramon. (alineamiento). Sin embargo, casos como el rayo durante el Horizonte Tardio resultan mas elusivos. Hay ~al menos- una pista que pode- mos seguir para incrementar su visibilidad* Enum apéndice de su manual de climatologia, Schwerdtfeger (1976: 192-3) nota que los via” jeros del XIX o XX relatan las casi diarias tor- ‘mentas con rayos en el altiplano boliviano y el sur peruano entre noviembre y marzo. Esto es confirmado cuantitativamente revisando datos de diversas estaciones meteorolégicas de gran altitud. El rayo es el personaje principal de las tardes y/o noches durante esos meses, lo cual explica suimportancia telirica. Aunque se sue- Je pensar que los rayos caen en cualquier parte, hay razones para dudarlo: justamente los viaje~ ros suelen mencionar que han sido capillas en las partes altas de la puna las que resultaron fulminadas. El conocimiento del paisaje ayuda a entender estos patrones. Nuestro trabajo de campo en la puna de Ayacucho, 2008, nos dio importantes pistas al respecto. Especialmente una conversacién con Francisco Bautista, pas- tor cerca al area de Putaccasa, un poblado me- nor a una hora en carro de Huancasancos (Aya- cucho). Como muchos otros paisajes punetios, esta zona es una gran explanada rodeada de al- gunos cerros (figura 5). Mientras Francisco Bautista explicaba las ca- racteristicas de los cerros circundantes al area donde pasta su ganado indieé que algunos eran poderosos o “bravos". Uno de estos era Huama- nillo, donde justamente se ha identificado un ushiu, lamado bovete por nuestro informante, Este cerro se caracterizaba por la constante pre- seneia de granizo "bravos siempre akf, alt pa- ran chikcht, granizo, porqué es bravo pues” ¥ otros fendmenos atmosféricos asociados, como elrayo (Ramén 2009: 84-85). Dentro del paisaje de puna, hay ciertos puntos que sobresalen por su circunstancia geogréfica, que va asociada ala 11 Sobre el ushnu y los rayos ver las titiles observacio- nes de Monteverde (2010: 64-65). Sin embargo, no creo que la presencia de cantos rodados sea un indica- dor claro de la asociacién con el rayo, ya que los ean- tos rodados son frecuentes en todo tipo de edificacién. ‘Una manera de evaluar la indieada hipétesis seria ob- servar el relleno de los ushnus de la costa (donde no cen rayos), pero eso esta pendiente. Gabriel Ramén Jofiré 15 Mas allay mas arriba del Cuzco. En tomo alos ushnus de puna durante el Horizonte Tardio wrens: Fla he Figura 7. Cerro Huamanillo, desde el pueblo de Putaceasa, Huancasancos, Ayacucho, Foto Gabriel Ramén. fuerte presencia de fenémenos atmosféricos. Noes casual que este tipo de plataformas, estos altares, hayan sido precisamente localizados en su cima, (figura 6 y-7). Como reconocié Sopher (2967: 18-19, utilizando a Malinowski) larituali- zacién de la ecologia tiene un caricter selectivo, con énfasis en lo impredecible. Los trobriande ses (Papua Nueva Guinea) tenfan muchos ri- tuales vinculados a la riesgosa pesca en profun~ didad y pocos para la bastante segura pesca en Tagunas. Algo semejante sucede con el rayo y los pocos lugares donde su presencia es mas o me- nos constante son idéneos para reverenciarlo. Los indicios anteriores se vinculan a la locali- zacién de estas plataformas. Sin embargo, que- dan por explorar otros tres criterios comple- mentarios. Primero, necesitamos determinar si los ushnus de puna tienen alguna orientacién relacionada con el calendario ganadero o el agricola, Segundo, buscar trazos en la estructu- ra que se vinculen al rayo. Tercero, hallar ves- tigios de los rituales asociados a su culto. Esta biisqueda se esquematiza en el Cuadro 1 La evidencia sobre los tres criterios comple- mentarios es todavia preliminar y proviene de losrituales asociados al ganado. Como se sabe el punto central del calendario pastoril es la mar- cacién de los animales (sefialakuy) siempre en alto riesgo de ser fulminados por el rayo'”. Hay dos datos sobre este complejo ritual que pueden ser titiles para consolidar el vinculo entre los ele- mentos tratados. Primero, en la puna de Chum- bivileas (Cuzco), al enterramiento ceremonial de los animales fulminados por el rayo se le deno- mina usnuy, y usnwes la tumba, sobre la que van piedras y un cactus denominado waraq’o (Roel 1966: 29). Sila victima del rayo es humana, sus familiares le consultarén que hacer a Santiago, por medio del pago. En el caso del ganado, le- yendo la coca el pago dir si Santiago sugiere en- terrarlo o usar su carne (como alimento). Estos ‘huesos irén al usu. Segundo, el lugar para guar- dar los restos de la ceremonia del marcado (“se- fal") en la sierra sur de Lima, Tupe, se le deno- mina usio en lengua jacaru. Este acto de llevar la sefial es complementario a la herranza, y se hace el dia de la lava seiial, o -si el sitio es lejano- al dia siguiente. El usito tupino es “una especie de altar hecho de piedra en forma de una pequeiia hornacina: y cuenta con una tapa de piedra que encaja ala entrada. El acto de guardar la senal le permitia al tupino comunicarse con aquel po- der sobrenatural que protegeré a sus animales y haré aumentar su ganado" (Delgado 1965, cf. Localizacién (ubicacién/altitud) Estructura (forma general, evidencias de funcién) REVISTA HAUCAYPATA 16 Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo Orientacién (en relacién al paisaje, cuerpos celestes) Materiales (clementosen el relleno, evidencias de uso) Cuadro 1. Rasgos basicos para caraeterizar un ushnu. Quispe 1969: 98). Estas dos referencias, entre otras halladas en los Andes, justifican la vincu- lacién de los elementos tratados. Culminemos ahora tratando un controversial indicio conte nido en las fuentes coloniales tempranas De los documentos a los objetos (sobre Yilapa usno) Antes de terminar quiero aludir al nombre de Iaentidad que hemos venido tratando. Tanto la ponencia de Pino como la mia aludian al Ylla- pa usno (o su equivalente modernizado Yllapa ushnw), pero con interpretaciones distintas: enfatizamos en los ancestros y el rayo, respec tivamente. La palabra Yilapa aislada aparece en muchos documentos coloniales, Sin emb go, junto al otro término (usno) sélo en la Re- lacién... de Cristobal de Albornoz 1984 [1584] sobre su labor en Huamanga (Ayacucho) En este listado de los objetos recogidos por el extirpador de idolatrias el término conjugado aparece -al menos- diecisiete veces", Apoyan- dome en la discusién previa, empleo el término Yilapa en su acepcién mas comin, rayo, por tres razones, una interna y dos externas. (a) Al coneluir el listado de su labor extirpado- ra el propio Albornoz aclara "Y oznos que fue- ron mds de noventa, donde abia yllapas, re~ Iénpagos, truenos, que por sus nombres estan asentados en la visita’ (Relaci6n...: 287) (b) Proyectando hallazgos realizados por mu- chos etnégrafos, este término permite asociar Ja deidad principal de la puna con el ushnw: un altar para el rayo*® (c) La Relacién... de Albornoz es sobre la re- gién de Ayacucho. Justamente este departa- mento se caracteriza por dos rasgos: 45% de su territorio es puna (Diaz Martinez 1985: 4 [1969)) y hay una gran cantidad de ushnus en ese nivel ecolégico (Cavero 2009 y Meddens et al. 2007). A fin de evitar malentendidos, cabe aclarar que laidentificacién con el rayo sélo define la funcién, principal del altar (ushnu) pero no la paraferna- lia asociada. Seguramente estos altares para el rayo (¥llapa ushnu), incluyeron objetos portati- les atin por determinar. Lamentablemente, des- conocemos su forma concreta, ya que los indicios no son conchuyentes en la citada Relacién... Al comentar el otro documento de Albornoz (don- de se hace la asociacién entre Yllapa y los difun- tos embalsamados), una especialista en religion andina y cultura de puna coincide con nuestra interprétacién: “Aunque Albornoz no lo diga ex- presamente, creo que no hay razén para dudar de que estos antepasados derivaban su impor- tancia y se denominaban asi, por hallarse mito Iégicamente emparentados con el Rayo, es decir, con el sefior de los fenémenos meteorolégicos” 12 Cavero (2009: 123-6) ha sugerido algo parecido, pero sin sustentar la asociacién entre esta festividad este tipo de estructura. Ver mis comentarios a la se~ ‘gunda edicidn de ese libro en Ramén 2010. 13 Sobre la controvertida figura de Albornor.y su obra, sigo a Guibovich (1990) y Ramos (1992). Hay dos do- cumentos atribuidos a este personaje a los que aludi- remos indicando sus nombres para distinguirlos, la Relacién... [1584] y la Instrucct6n... [1583/4] 14 La presencia del término “Yllapa usno” en el docu- mento incluye un detalle adicional. Los dos términos aparecen divididos por una coma (p.e. “dos yllapas, usnos"). Sin embargo, siempre hay coineidencia de niimero entre ambas partes. La coma tal vez sea un agregado del copista. Agradezco a Francisco Ferreira haberme facilitado una copia del documento original conservado en el Archivo de Indias, Gabriel Ramén Jofiré 7 Mas allay mas arriba del Cuzco. En tomo alos ushnus de puna durante el Horizonte Tardio (Mariscotti 1978: 369, énfasis agregado). Fuera de Ayacucho, en ios Andes nor-centrales tam- bién se pueden identificar ancestros que inclu- yen el término Lliviac (el equivalente de Ylapa en esa Area), que justamente son Hacuaces, es decir pastores de puna (cf. Duviols 2003: 226, 268, 274, 290, 402, passim). Aunque en la re- gion quechua y la costa hay muchos ancestros embalsamados descritos en el periodo colonial temprano, ninguno ha recibido la denomina- cién de Yilapa. Mientras tanto, en la puna los aneestros reciben (ocasionalmente) el apelati- vo Yilapa por su vineulacin con el rayo ya que se sitian en su esfera de influencia®® Perspectivas La discusién sobre el nombre de la entidad de la que tratamos es sélo um detalle para mos- trar la dificultad que suelen tener los arque6- logos para desprenderse de sus esencialismos al incursionar en los documentos histéricos. Como advirtié Macera (1988: XLIX) uno de los paradéjicos privilegios de la arqueologia pre- colonial es que “no tiene nombres propios”, y consecuentemente nos obliga a trabajar mas bien con categorias. Los Ylapa ushnus 0 ush- nus de puna, 0 como quiera que los Hamemos, son precisamente eso, una categoria, que podra ser contrastada o corregida con futuros datos 15 Y esta asociacién no se restringe a Ayacucho, sino que puede detectarse en otras dreas de la puna. En Rectiay (Ancash), Hernandez, Principe, 1622, identi- fic6 una edificacion andloga, el illahuasi “la casa de las piedras besares, que llaman illahuasi ofrecida al Rayo por el aumento de los carneros de la tierra” (Duviols 2003: 757). Al visitar una regién aledana en 1621, el mismo extirpador, hizo una distineién al- titudinal justificando la relacién sugerida: “Aunque todos tenian sus htuacas, como diré, con todo, por estar junto a la Sierra, tenian todos por su Iuaca principal al Rayo...” (Duviols 2003: 749, énfasis agregado). NB: el sentido de “sierra” = como en el Confessionario citado en nuestro epigrafe- es el de puna 16 En la Instruccién para descubrir... de Albornoz, (1984: 96 [1583/4]) se reconocen tres acepciones de Yilapa: A, cuerpos de muertos importantes embalsa- mados (que ha sido la base de las argumentaciones de Pino); B, lugares donde caen rayos del cielo, que se clausuran ritualmente y; C, el rayo como deidad asociada a los gemelos o nitios nacidos con rasgos particulares: de campo o de archivo La informacién etogrifica e histérica presen- tada nos sugiere la necesidad de no proyéctar los modelos establecidos para los ushnus de quechua alos ushnus ubicados a mayores altitudes. Mas precisamente, se tratarfa de usar estos modelos s6lo como un conjunto de interrogantes para es- tudiar los ushnus de puna, pero sin descuidar los fenémenos sagrados que caracterizan esa zona. Todavia es necesario definir como se materializ6 en la arquitectura sagrada la relacion entre el Ta- huantinsuyo, con su capital en zona quechua, y los territorios conquistados en la puna En general, hay multiples Ineas que podemos seguir para documentar la variabilidad de los ushnus y de los altares pre-coloniales. Primero, ademas de la tipologia sugerida, basada en pisos ecolégicos, es necesario contar con otras com- plementarias (sustentadas en aspectos formales, materiales constructivos, estilos técnicos y/o de- talles estilisticos de estas plataformas). Segun- do, seria titil considerar la posibilidad de que los casos costeros estén vinculados a un calendario distinto (como los ushnus de Tambo Colorado, Incawasi o Pachacamac). Tercero, convendria distinguir entre el (o los) usnhu(s) de la capital (Cuzeo) y los otros ushnus principales, los capac ushnu, considerando sus evidentes diferencias formales, OjalA las observaciones aqui presen- tadas puedan servir como un conjunto de inte- rrogantes que ayuden a evitar la homogenizacion, del pasado pre-colonial. No se trata de un proble- ma limitado al ushnu, sino a la comprensién del ‘Tahuantinsuyo como imperio en el cual también era preciso negociar. Agradecimientos Este texto preliminar debe mucho a las conver- saciones sostenidas con el arquedlogo José Luis Pino y con mis colegas del proyecto Ushnu: site, symbol and landscape, especialmente con el ar queélogo Frank Meddens y el ge6grafo Francis- co Ferreira, con quien realizamos las entrevistas en la puna ayacuchana y me proporcion6 valioso material bibliografico. Martha Bell y Sara Joffré revisaron y comentaron una version preliminar. El trabajo de campo y las investigaciones fue- ron posibles gracias a la beca de post-doctorado del Arts and Humanities Reseach Council, en el marco del proyecto Inca ushnu landscape, site and symbol in the Andes, con sede en el Museo Britanico (2008-2010). Bibliografia Albornoz, Cristébal de, 1984 [1583/4], Instruc- cién para descubrir todas las guacas del Piru y sus camayoc y haciendas. Revista Andina 2 (1) 194-222. Albornoz, Cristébal de, 1996 [1584], Relacién de la visita de extirpacién de idolatrias. En El Retorno de las Huacas: 265-287. (Editado por Luis Millones). Instituto de Estudios Peruanos Lima, Berg, Hans van den, 1989. La tierra no da ast només. Los ritos agricolas en la religion de los aymaras-cristianos. Centro de Estudios y Do- cumentacién Latinoamericanos Amsterdam. Bertonio, Ludovico, 1984 [1612]. Vocabulario dela lengua aymara. CERES. IFEA. Museo Na- cional de Etnografia y Folklore. Cochabamba. Bolin, Inge, 1998. Rituals of respect. 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A partir de la documentacién y organizacién de todo el material gréfico recuperado, el presente estudio propone una secuencia y cronologia, desarrollando una serie de explicaciones sobre su correspondencia cultural, dimension temporal y distribucién espacial, para tratar de incluir este fendmeno gréifico dentro de un discurso histérico regional. Palabras claves: Taluantinsuyo, colonia, Sillustani, chullpa, quilcas. Abstract Recent studies of the archaeological complex of Sillustani have exposed a series of sculptural motifs and figures in part of the monumental area, which has always been characterized by chullpas or funerary architecture from different archaeological periods. Following the documentation and organization of all the carved stone imagery, this study develop a sequence and chronology proposing explanations about its cultural correspondence, temporal dimension and spatial distribution, trying to integrate this graphic phenomenon within a regional historical discourse. Keywords: Tahuantinsuyo, colony, Sillustani, chullpa, quilcas Introducci6n En el 2011, el proyecto arqueolégico “Acondi- cionamiento Turistico y puesta en valor de las principales Chullpas del Complejo Arqueolégi- co de Sillustani, Distrito de Atuncolla, Provin- cia de Puno, Puno’, dirigido por el arquedlogo Eduardo Arizaca Medina, permitié el descu- brimiento y registro de quileas distribuidas en parte de la superficie de la peninsula de Sillus- tani y asociadas a la arquitectura monumental que caracteriza al sitio. Estos artefactos fueron. clasificados y examinados en sus propias ¢ in- trinsecas comnotaciones materiales, con el obje~ tivo de determinar sus relaciones contextuales, secuencia y cronologia cultural, Los resultados pusieron al descubierto una serie de grupos grafico-formales contrastados, con connota- ciones culturales particulares, que expresan a su vez determinadas tradiciones representati- vas. Anilisis y discusiones a partir de los datos obte- nidos nos han permitido establecer paralelos con tradiciones gréficas de otras partes de los Andes, como el Cusco y Ayacucho, donde las expresio- nes reconocidas tienen la misma personalidad y singularidad representativa que las documen- iadas en Sillustani, Este hecho ha permitido definir vinculos culturales de amplia extensién, cuyo significado especifico atin espera ser com- prendido plenamente, considerando también la pertenencia de estas tradiciones y el momento histrico en el que se inscriben: vigencia del Ta- huantinsuyo y la etapa colonial inmediata El sitio arqueol6gico de Sillustani Sillustani, compuesto principalmente por un ex- SANCHEZ, Berenguela y ECHEVARRIA LOPEZ, Gori Tumi, 2015. Quilcas en Sillustani, Puno. Cronologia e implicaneias. Revista Haucaypata, Investigaciones arqueoldgicas del Tahuantinsuyo. Nro. 9: 21-43, Lima Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarria Lopez 22 Quileas en Sillustani, Puno, Cronologia e implicancias Figura 1. Ubieacién de la laguna Umayo en la alti-~ pampa este de la cuenea del Titicaca, Puno. Imagen satelital tomada de Google Earth 2014 tenso conjunto de Chullpas* o edificios funera- rios de caracter monumental, se encuentra en laribera noreste de la laguna Umayo, sobre la peninsula de Sillustani, al oeste del lago Titi- caca, aproximadamente a 20 km. al noroeste de la ciudad de Puno y a 26 km, al sureste de Ia ciudad de Juliaca (figura 1), Esta peninsula consiste en una extensién triangular semio- valada de tierra proyectada casi este-oeste, en cuya cima, un relicto dela pampa correspondien- te ala meseta puneiia, se han levantado las prin- cipales edificaciones arqueologicas (figura 2), ‘Ademis de las numerosas chullpas, la peninsu- Ja completa presenta corrales y terrazas arqueo- logicas, estas tltimas dispuestas incluso sobre parte de los bordes erosionados de la misma for- macién geol6gica, asi como una serie de quilcas” ubicadas principalmente en los muros y bases de las chullpas y en los bloques y afloramientos de roca distribuidos en la parte superior de la pe- ninsula. También se puede reconocer diferentes restos de evidencia arqueolégica mueble, como escaza ceramica en superficie y liticos (principal- mente materiales constructivos para los edificios orestos de las mismas edificaciones) La mayoria de chullpas se distribuyen prin- cpalmente sobre los bordes elevados de la pe- ninsula siguiendo un patron semi disperso con algunas concentraciones o agrupamientos rele- vantes, con dos grupos dispuestos al este y oeste dela pampa y las zonas norte, noroeste y este; no obstante que también hay chullpas aisladas 0 en grupos de dos o tres (figura 3). Toda la ocupacién arqueoldgica ha atravesado al menos tres gran- des periodos culturales, que van desde la época “Tiwanaku (Paz 1991), hasta la ocupacién cusque- tia del Collasuyo. Arquitecténicamente los edifi- Gios corresponden a patrones funerarios Colla, Sillustani y Cusco imperial, los que se destacan, por su factura arquitectOnica (Eduardo Arizaca, com. pers. 2014). Sillustani fue delimitado mediante Resolucién, Directoral Nacional N° 035/INC (14 de enero 2004), con un area de 44.1600 has. y un peri- metro de 2,911.82 m. Fuera de la delimitacion arqueolégica se conocen otras estructuras ar- queol6gicas, como los “Batios del Inca’, enterra- mientos, terrazas y canteras. Todo el complejo esta sobre los 4000 msnm. 1 Segitn la Enciclopedia Ihustrada del Perti (Tauro del Pino 2001), “chullpa” es un monumento funerario en forma de torredn ubicado generalmente en el Collao. 2 "Quilea” es el término nativo, en quechta o ayma- ra, usado para la definicién del fendmeno gréfico en el Pera, incluyendo el arte rupestre. En este articulo el término quilea se usa abiertamente para identifiear todas las expresiones graficas expuestas, y su sentido seméntico sigue la definicién de la Primera Exposicion Nacional de Quileas. UNMSM 1962-1963, Consultar Porras (1963), De la Jara (2010) 0 Echevarria (2013), Figura 2. Vista satelital de la pent G 200 mn, SS seme _ige __ ann arma jetia ian __ a Figura 3, Mapa de ubicacién de las quileas registradas en Sillustani. Sistema UTM WGS84. Elaborado por el Proyecto Sillustani 2011. Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarria Lopez 24 Quileas en Sillustani, Puno, Cronologia e implicancias Antecedentes No se conocen datos provenientes del XVI y XVII que mencionen especificamente al comi- plejo arqueolégico de Sillustani; no obstante se tiene informacidn de esa época, reseiiada por Teresa Gisbert (1994), sobre las costumbres funerarias y la arquitectura de chulipas en la regién puna por parte de Cieza de Ledn, Polo de Ondegardo, Alonso Ramos Gavilan, Pedro Mercado de Perialoza y Bartolomé de las Casas, quienes resaltaron los modos de enterramiento y la arquitectura monumental o torres funera- Tias que caracterizan numerosos sitios arqueo- logicos de la puna de Pert y Bolivia ‘A partir del XIX van a ser los viajeros ilus- trados los que empiezan a mencionar explicita- mente a Sillustani. En 1851 Eugene de Sartiges hizo la primera observacion moderna del com- plejo (1945), luego seguirén Rivero y Tschudi en 1851 (1958), George Squier en 1864 (1974), Charles Wiener en 1880 (1993) y Adolfo Ban- delier (1905), quienes destacaronila monumen- talidad y la funcién de las edificaciones. En el XX investigadores como Posnansky (en. Tapia 1975), Garcia (1933), Valedrcel (1935), ‘Vazquez (1937), Ruiz (1973), Hyslop (1977) y Julien (1983) entre otros, ahondaron en aspec- tos funcionales destacando las caracteristicas funerarias y rituales, asi como la arquitectura y la construccion monumental y resaltaron, ade- mis, sus vinculaciones con la sociedad cusque- fia y Colla y sus relaciones histéricas, cronolé- gicas y culturales. Las principales intervenciones en Sillustani fueron realizadas entre octubre de 1971 y julio de 1972 por el arquedlogo Arturo Ruiz Estrada (Com. pers. 2014), quien realiz6 alrededor de las principales edificaciones trabajos de lim- pieza, descombramiento, consolidacién y re- coleccién de material cultural. A estos trabajos se suceden las intervenciones dirigidas por el arquedlogo Oscar Ayca, a partir de 1977, en- focadas en la investigacién, mantenimiento y conservacién del complejo Entre 1980 y 1982 el Instituto Nacional de Cultura (INC) y el Plan COPESCO realizaron trabajos de puesta en valor, los que incluyeron excavaciones controladas en la chullpa deno- minada “Lagarto con la finalidad de restau- rarla, Esta labor fue ejecutada por el arquitecto Freddy Escobar Zamalloa y concluida por el arquitecto Julio Pea Flores, con asistencia, en ambos casos, del antropélogo Percy Paz Flores (Paz 1991). Con posterioridad el INC de Puno, en el 2000, hizo una excavacién arqueolégica restringida en Ja base de la estructura de la Chullpa Chambilla para identificar problemas de estabilidad. A es- tos trabajos siguieron labores de mantenimiento preventivo en todo Sillustani a fin de evitar el co- lapso de varios edificios fumerarios. En el 2002, con el proyecto de Restauracién y Puesta en Va- lor de as Chullpas Chambilla, Chullpa Pirqa y Qaracachi, se continu la labor de consolidacion, restitucién de las estructuras y excavaciones ar~ queolégicas en algunos sectores del sitio. Hasta el 2002 la mayoria de trabajos en Sillusta- ni han estado enfocados en la arquitectura monu- mental, la funcién de las edificaciones, laselacio- nes culturales y en tiltima instancia en labores de conservacién ¥ consolidacién, prestandose poca atencién a otros temas de investigacién, como las quileas, mismas que recién van a ser evaluadas a Taluz de los resultados del proyecto arqueolégico de acondicionamiento turistico del 2011. El Proyecto 2011 El proyecto dirigido por Arizaca, en coordi- nacién con la Municipalidad de Puno y el Plan COPESCO Nacional, en Convenio Especifico In- terinstitucional de Cooperacién N° 33 — 2009 MINCETUR/COPESCO, de fecha 29 de diciem- bre del 2010, se realizé'del 1 de agosto al 31 de diciembre de 2011 yuma segunda etapa se ejecut6 de enero a febrero de 2012. Los objetivos del pro- yecto fueron: 1. Conservacién restauracién e investigacion de las chullpas 2. Puesta en valor de las estructuras arquitecté- nicas de las Chullpas 3. Poner en buenas condiciones la accesibilidad del complejo arqueolégico La investigacion en toda el area de intervencién permitié el registro y documentacién de una im- portante cantidad de quileas que se encontraron asociadas directamente ala arquitectura o dentro de las zonas adyacentes a los edificios funerarios, ya sea en afloramientos de roca, piedras sueltas ‘material constructivo desestructurado, como se vera mas adelante. Adicionalmente el proyecto realiz6 excavaciones sistematicas en varios sectores de todo el com- plejo arqueolégico. Se documenté la estratigrafia ocupacional asociada y se realizaron varios des- Af Thvestiga REVISTA HAUC: ‘jones arqueologicas del Tahuantinsuyo AYPATA Figura 4. Sector Caracachi, zona con cubrimientos, como el dela quilea con capulas en la Chullpa 18 del sector Yuraq Aya Huasi, material que no habia sido registrado en un. contexto arqueolégico sellado con anterioridad a estos trabajos. De esta forma el plan general completé el registro sistemAtico de las quileas en Sillustani, que constituyé una parte impor- tante de la investigacién propuesta, mas alld de a conservacién y puesta en valor de la arqui- tectura fimeraria de todo el monumento Las quileas Se lograron documentar diez quileas en dife- rentes partes de la peninsula, lugares que fue- rou comprendidos como sectores individuales debido a la peculiaridad de su nomenclatura, sea esta los topnimos de las zonas donde s¢ hallé la evidencia, 0 debido al nombre colo- quial de las chullpas que las contuvieron. Asi tenemos muestras en sectores Hamados “Ca: racachi”, “Yurac Aya Huasi’, “Puka Rumi “Wakakancha’", “Lagarto” y “Culebra”. La dis- tribucién de las quileas en la peninsula es apa- rentemente aleatoria y esta sectorizacién solo atiende a fines de organizacién de la data, sin floramientos de roca, donde se ubica la quilea 1 implicancias en Ja forma o el patrén de distribu- Gi6n de las chullpa Como se puede cesprender, todas las quilcas en este estudio estan comprendidas como material arqueol6gico, particular e independiente Las quilcas registradas se examinaron usando tres variables principales: la ubicacién, la técni- cay la forma; que se articularon en el anidlisis de todo el material con el objetivo de exponer sus relaciones culturales y temporales. De esta ma- nera tenemos: Quilea N° 1 Ubicacién.- En el sector Caracachi, aproximada- mente a 30 m. hacia el sureste de las edificacio- nes funerarias de la zona (figura 4). La quilea se encuentra sobre una pequetia afloracién rocosa, Ja tinica que contiene marcas culturales Descripcidn técnica.~ Presenta dos motivos pro- ducidos mediante percusién simple formando un, plano relieve sobre la superficie externa superior plana de la roca. No hay diferencia técnica en la produccién de ambos motivos, predominando el surco lineal para configurar la imagen. Descripcién formal ~ Son dos motivos abstracto Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarria Lopez 26 Quileas en Sillustani, Puno. Cronologia e implicancias geométricos (figura 5). Los motivos son dos es- pirales de linea continua de aproximadamente Ta misma escala. El espiral mayor tiene cuatro ‘vueltas y en la parte externa presenta una pro- yeecién lineal curva hacia el exterior. Por su par- ie, el segundo espiral expone tres vueltas y media siguiendo la misma estructura formal dei espiral mayor pero sin su voluta externa; ambos espi- rales tienen la misma orientacidn y disposicion formal Quilea N° 2 Ubicacion.- En el sector Yurac Aya Huasi sobre una de las dos chullpas restauradas por el pro- yecto, especificamente la Chullpa 18 (figura 6). ‘La quilca se encuentra en la plataforma de base de la edificacién, uma sola hilera de piedras so- bre la superficie del suelo, siendo producida en un bloque particular externo de esta estructura (figura 7). La quilea forma parte de tm conjunto de tres motivos individuales en esta misma es- ‘tructura. Figura 5, Vista de la quilea 1, en un afloramiento de _Descripeién técnica~ Es un motivo singular roca, producido mediante pereusién sobre la superfi- Figura 6. Vista panordmica de las Chullpas 18 y 19. Se nota la plataforma circular basal de la Chullpa 18, siendo excavada, sobre la cual se registraron las quileas 2 y 3 y se descubrié la quilea 4 con efipulas (en la parte de derecha de la unidad de excavacién), ee cie expuesta plana de la roca, La percusién se hizo para producir un surco lineal que configu- ra la mayor parte del motivo, ademas de hoyos o ciipulas que también lo integran. Descripeién formal.- Motivo abstracto for- mado por una linea continua que presenta una gran sinuosidad, con numerosas curvaturas dentro de su configuracién, entrantes y salien- tes, pero sin conformar un disetio geométrico uniforme. La linea al interior termina en un pequeiio espiral irregular de una vuelta sin proyeccién externa. Debido a la sinuosidad del diseio, este aparenta algunas bandas lineales internas, parte de las cuales presentan hoyos en su interior. Quilca N° 3 Ubicacién.- Sobre la Chullpa 18 del sector Yurac Aya Huasi, al costado de la quilca 2, en misma situacién estructural. Deseripeion téenica- Tal como la quilea 2, esta presenta un motivo compuesto producido por percusién, el cual forma un surco lineal que configura la integridad del motivo un plano re- lieve uniforme. Descripcidn formal - Motivo lineal compues- to de caracter abstracto geométrico (figura 8). La separacién entre motivos en la compo- sicién se puede reconocer por la interseccién que forman, que no sigue la tendencia lineal caracteristica de las unidades independientes. El motivo de la izquierda esta conformado por una Iinea contigua con cuatro inflexiones cur- vas hacia el interior, dando la imagen de un cuadréngulo externo y una Inea en banda en forma de L. El motivo de la derecha se inicia con uma curvilinea que hiego adquiere uma ten- dencia rectilinea, describiendo una curva en U, una linea recta, y una semicircunferencia que remata la figura, la misma que no se cierra en ningim momento. Quilea N° 4 Ubicacién.- En la Chullpa 18, sobre mo de los bloques de piedra que forma parte de la plata- forma de base de la edificacién (figura 9); esta es la misma situacién estructural de las quileas 2y 3, pero en el lado opuesto de la plataforma (figuta 6). La quilea fue descubierta cuando se Tealizaba las labores de excavacidn de la edifi- cacién que precedieron a su restauracién (figu- ra 10). Esta se hallé cubierta por una capa de REVISTA HAUCAYPATA 27 Investigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo Figura 8. Vista de a quilea 3 con un motivo compuesto. La piedra se encuentra en posicién estruetural. sedimento y tierra arqueologica con ceramica de los estilos Colla, Sillustani e Inca’ 3 La exeavacién de la unidad 29, del Sector Yuraq Aya Huasi, donde se hallé esta quilea, fue responsabilidad de la bachiller Norma Liz Alanyo. En esta unidad se excavaron tres capas: una superficial y dos numera- das consecutivamente. La capa superficial presenté un solo nivel, la Capa I dos niveles yla Capa II seis niveles. La excavacidn reports el hallazgo de una pieza litica con eoneavidades — cipulas ~ produeidas por pereu- sidn, hallazgo puesto en evidencia sobre el Nivel 4 de Ja Capa II y expuesto completamente, in situ, hasta el final del Nivel 5 de la misma capa. La quilea estuvo eu- Dierta por sedimentos y tierra con fragmentos de cera- mica de los estilos Sillustani, Colla e Inca Berenguela Sénchez y Gori Tumi Echevarria Lopez 28 Quileas en Sillustani, Puno. Cronologia e implicancias Figura 9. Vista de la quilea 4 en posicién estructural. La imagen fue tomada luego de su descubrimiento y con- solidacién, Descripcién técnica. La piedra fue utilizada parala produccién de citpulas de forma exelu- siva. La técnica usada fue la percusién directa ¥ con este procedimiento se elaboraron hoyos de diferentes tamatios y profundidades, todas, sobre la superficie expuesta de la piedra (figura 10). Descripcién formal.- Destacala alta variacién. en la escala de las cipulas. Hay hoyos de 1.5 cm. de didmetro y 3 mm. de profundidad, hasta 14 por 8 cm. de didmetro y 1.7 em. de profun- didad. Las ctipulas no parecen formar disefios lineales o configuraciones de algiin tipo, consi- derando ademas su escala, sin embargo atm no se puede discriminar el orden de produccién de Jos mismos, o si estos tenian arreglos especifi- cos segiin su dimensién o combinando diversos tamatios y formas. Quilea N° 5 Ubicacién - En el sector Puka Rumi, aproxima- damente a 30 metros del area con las edificacio- nes funerarias. La quilca es una piedra suelta co- Jocada en un cerco o pirea que delimita el camino peatonal que va hacia el sector Caracachi (figura 11), por lo que se encuentra en claro contexto se- cundario y se desconoce el lugar de origen de la piedra o su ubicacién arqueolgica original. Descripcién téenica.- EI motivo de la quilca fue logrado por percusién directa sobre la superficie mas plana de la roca, formando un surco que de- lined completamente la figura, en este caso un espiral en plano relieve. Descripcién formal.~ Se trata de uma figura abs- tracta geométrica muy similar alos motivos de la Quilea N° 1 de Caracachi, es decir un espiral de cuatro vueltas conformado por una linea conti- Figura 10. Vista de la quilea 4 tal como fue expuesta por la excavacién de la Capa 2, Nivel 4, al pie de la chullpa 18, Sector Yurae Aya Huasi gna que parece cerrarse al interior formando im pequetio semicireulo, la espiral mide 20 por 12 ém. (figura 12) Quilea N°6 Ubicacién.- A pocos metros de la Chullpa del Lagarto, una de las principales de Sillustani (8+ gura 13). Los motivos de esta quilea estan sobre imo de los bloques Iiticos que aparentemente conformaron parte de la edificacion de la chu- Ilpa, ahora en situacién aislada en la superficie del sector. Las figuras marcadas se hallan en una de las caras pulidas laterales de la piedra yno sobre su cima actual, lo que sugiere que la piedra fue movida sucesivamente. Dentro dela zona con escombros y piedras de los edificios funerarios, es la tinica que expone motivos, Descripcién técnica.- Tiene tres motivos pro- ducidos por percusién, configurados por surco REVISTA HAUCAYPATA 29 Thvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo Figura 11. Vista del muro tipo pirea en el sector Puka ‘Rumi, que contiene la quilea 5. lineal continuo como un plano relieve uniforme Deseripcion formal.- Los tres motivos muestran formas abstractas geométricas (figura 14). El primero consiste en una curvilinea rematada en sus extremos por un circulo y un hoyo pereutido, El segundo es un espiral regular de dos vueltas y media, con la Knea externa proyectada de ma- nera curva. El iiltimo es un circulo concéntrico formado por cuatro circunferencias. El motivo Iineal, de 93 cm. de largo, destaca por presentar dos angulos cerrados casi rectos en su configu- raci6n y los extremos finalizados en un circulo y un punto como ya mencionamos. El espiral tiene 35 por 25 cm. de didmetro, incluyendo la linea externa proyectada, y la figura de circulos con- céntricos mide 15 por 15 cm., cuya configuracion. es muy regular Quilea N° 7 Ubicacion.- En el Sector Wacacancha, sobre uno Berenguela Sénchez y Gori Tumi Echevarria Lopez 30 Quileas en Sillustani, Puno. Cronologia e implicancias de los lados de un gran blogue de roca que re- posa sobre la escalinata que lleva al area con las principales edificaciones funerarias del com- plejo (figura 15). La piedra parece estar en con- texto secundario ya que se encuentra en wna situacién geol6gica irregular, lo que sugiriere que fue trasladada en tiempos antiguos de su ubicacién original en algin lugar del sitio. Los motivos estin marcados en una faceta lateral Iadeada de la roca ocupando parte de la super- ficie, no obstante sin cubrirla toda, ni los otros lados expuestos de la roca Descripcién técnica.- Fueron producidos me- diante percusién directa, que da forma al surco lineal que configura el motivo. Descripcién formal.- Se trata de dos motivos asociados de caracter abstracto geométrico (fi- gura 16). El motivo principal es un espiral de cinco vueltas, de 40 por 31 cm. de diametro, conformado por una linea simple continua, El segundo presenta forma de V, conformado por dos lineas paralelas yuxtapuestas. El vértice de la V es um hoyo semicircular de 6.5 por 5 em, mientras toda la figura tiene 31 por 27 cm. de dé metro. Este es el tinico motivo formado comple- tamente por lineas rectas y angulos cerrados Quilea N° 8 Ubicacién.- En la “Chullpa Lagarto” (figura 17), que es nominada asi a partir del contenido figurativo de esta quilca. Se encuentra en la sex- ta linea de aparejo horizontal del edificio, sobre Ja mitad superior izquierda del bloque de piedra que es parte de la estructura, donde destaca del plano del paramento Descripeién técnica.~ El motivo es un alto relie~ ve producido probablemente cuando se trabajé y pulié el paramento de la estructura que confor ma el edificio, por ende es parte de la edificacion original de la chullpa Figura 12.Vista de la quilea 5 en contexto secundario. Sf REVISTA HAUCAYPATA 31 Descripeién formal.- Es una figura seminatu- ralista, que comtinmente es interpretada como “lagarto” (figura 18). La figura presenta cuer- poy extremidades (patas y cola), sin embargo no muestra cabeza (quiza por haberla perdido) ni detalles naturalistas mas explicitos, mante- niendo una descripcién esquematizada de la forma natural en altorelieve Quilea N° 9 Ubicacién.- En la “Chullpa Lagarto” (figura 17), sobre la tercera linea horizontal del apare- jo de la edificacién circular. La quilea ocupa la superficie externa de una piedra rectangular, encajada sobre la parte superior de uno de los grandes bloques liticos que forma el aparejo del muro, como un bloque independiente sin valor estructural. Se descubrié durante el proyecto del 2011 cuando se hizo la limpieza del muro. Descripcidn téenica.-Setrata de unrelieve pro- ducido aparentemente porlareduecién dela su- perficie del paramento del bloque, después que lapiedra se ubicé en el muro, pero todavia se re- quiere examinarmejorlamuestra. Atinnoescla- roel momento exacto de produccién del motivo. Anélisis formal.- Se trata aparentemente de una figura zoomorfa seminaturalista que des- Ze Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo Figura 13. Vista panordmica de la “Chullpa Lagarto” en primer plano el bloque de la edificacion que consti- tuye la quilca 6. Figura 14, Vista de los motivos de la quilea 6, Berenguela Sénchez y Gori Tumi Echevarria Lopez ‘Quileas en Sillustani, Puno. Cronologia e implicancias Figura 16. Vista de los motivos de la quilea 7 REVISTA HAUCAYPATA, 33 cribe cabeza tronco y extremidades pero sin detalles naturalistas como ojos, patas, etc. (fi- gura 19). Esta figura es muy irregular y contras- ta fuertemente con la Quilea 8 localizada en la misma edificacién, diferenciandose tanto a ni- vel formal, en la factura de la produccién, y en el disefio visual propuesto para su realizacién. Quilea N° 10 Ubicacién.- En la estructura de la “Chullpa del Amaru’, o “Chullpa de la Culebra" (figura 20), llamada asi debido a la naturaleza figura- tiva de la quilca, localizada a 20 m. aproxima- damente dela “Chullpa Lagarto”. La quilea est sobre la sexta hilera de bloques del aparejo que remata la construccién del edificio, el mismo que aparentemente no fue concluido en su to- talidad (Eduardo Arizaca, com. pers. 2014), Deseripeién técnica. Como en la Quilea 9, este motivo fue producido probablementé cuando se concluyé el aparejo superior del edi- ficio, mediante téenicas de percusién y abra- sién, dando como resultado un alto relieve que atraviesa la piedra en sentido diagonal en toda su longitud. Descripcién formal Motivo seminaturalis- ta que describe un amaru o serpiente con un cuerpo sinuoso de diez. curvas en zigzag que incluyen detalles como la cabeza, en Ia esqui- na superior izquierda de la piedra, y una cola apuntada en la esquina inferior derecha (figura 21), Toda la figura mide 83 em. de largo por 87 cm. de ancho y 2 cm. de alto. Es visualmente prominente y con cualidades formales bastante explicitas. El motivo presenta una fractura mo- derma en la mitad del bloque de roca, causada probablemente por un rayo. Anilisis y resultados Como se pudo ver en la descripcién de las quilcas, el sitio de Sillustani presenta un cor- pus grafico variado de marcas y figuras sobre Toca (tabla 2), los cuales pueden ser articulados entre si mediante diversas variables analiticas, como las formales, las técnicas y las de ubica” cidn. Siguiendo estas premisas, el andlisis ha dado como resultado una separacin de tres, grandes grupos de produccién grifica, cuyas connotaciones materiales y culturales van mas alla de la complejidad arquitectonica y cons- tructiva del sitio arqueolégico, que ha enfren- tado al menos tres momentos de desarrollo 2 i Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo Figura 17. Vista panordmica de la parte conservada de la “Chullpa Lagarto’, que soporta la quilea 8 y 9 constructive para su componente de mayor mo- numentalidad (las grandes tumbas), destacando el correspondiente al Tawantinsuyo. Grupos de producci6n de quileas - El primer grupo destaca por haber sido prinei- palmente producido en rocas aisladas dentro de toda la zona arqueolégica, ya sea en afloramientos rocosos (quilca 1), sobre rocas sueltas en diferen- tes ubicaciones dentro dela peninsula (quileas 5, 6, 7), ¢ incluso se encuentra sobre los restos de una de las edificaciones fumerarias del complejo (quileas 2 y 3). Anivel formal este grupo destaca por su tendencia a las figuras abstracto-geomé- tricas (tabla 1), generalmente en motivos indivi- duales, aunque existe uma pieza con dos motivos formando una figura compuesta. Los motivos son generalmente curvilineos, resaltan los espi- rales que se hallan en ntimero de cinco, tres con giro a la izquierda y dos a la derecha, también se puede incluir en esta serie un circulo coneéntrico, Berenguela Sénchez y Gori Tumi Echevarria Lopez Quileas en Sillustani, Puno. Cronologia e implicancias Figura 19, Vista de la quilca 9, un motivo en relieve irregular, L Za destacando asi la relacién formal y la definicién geomeétrica del grupo. Todas las figuras fueron producidas mediante percusién directa for- mando um plano relieve definido generalmente sobre la cara superior externa de la roca, aun- que hay casos en que se utilizaron secciones de Ja misina, especialmente cuando se marcaron grandes bloques como en las quileas 6 ¥ 7 Dos casos relevantes en esta serie son las quil- cas de la Chullpa 18 (quilcas 2 y 3) y la quilca 6 del sector de la “Chullpa Lagarto". Las quilcas 2y 38on las tinicas muestras gréficas del grupo insertas en un contexto arquitectonico prima- rio de todo el sitio. Ambas muestran motivos abstractos en su expresién formal, la quilca 2 incluye puntos percutidos asociados al motivo pero sin una aparente intencién figurativa ne- turalista, mientras la quilea 3 expone dos mo- tivos unidos conformando posiblemente una unidad compuesta. Dada la tendencia formal de estos motivos, se trata de elementos de la misma serie con’ particularidades figurativas. El otro caso relevante es el de la quilea 6 cuyos motivos aparecen en una de las piedras traba- jadas, que probablemente formé parte del pa- 35 Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo Figura 20. Vista panoramica de la “Chullpa del ‘Amaru’, que contiene la quilea 10. Figura 21. Vista de la quilea 10, una figura seminaturalista en alto relieve. Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarria Lépez 36 ‘Quileas en Sillustani, Puno, Cronologia e implicancias ramento de la “Chullpa Lagarto’, que ocupa la mitad de una de las caras pulidas usadas en la edificacién. Este también es un caso tmico en al sitio, y es un claro indicador temporal para laserie. Por su lado, la quilea 7 se ubica en una roca que parece haber sido destinada a ser par- tedela construccién de las tumbas, no obstante se encuentra descontextualizada y en una posi- cién claramente secundaria respectoa suorigen geolégico y su destino constructivo, Este grupo formado por motivos abstracto geométricos, debe considerarse preliminarmente una uni- dad de produccién de quilcas dentro del sitio -EI segundo grupo esta conformado por las quileas 8 y 10 del complejo (tabla 1). Se trata claramente de dos motivos que comparten la misma tendencia formal seminaturalista y la misma técnica de produccién, cuyo efecto vi- sual es el de un alto relieve que destaca clara mente del paramento que soporta las figuras En este caso la presencia de los motivos dentro de la fabrica del edificio corrobora su relacion temporal y cultural, al estar asociados directa- mente con la edificacién de las chullpas, espe- ialmente la “Chullpa del Lagarto” y la “Chullpa del Amaru’, que son llamadas asi justamente por que soportan estas figuraciones. Ambos motivos fueron producidos post aparejo, pro- bablemente cuando se finalizé el acabado del muro, y fue parte de la edificacién final a ni- vel sobre-estructural. La relacién directa con la edificacién establece a priori la cronologia de este grupo de produccién, relacionado directa- mente ala ocupacién cusquetia de Sillustani. -El tercer grupo est formado twnicamente por Ja quilea 4, 0 piedra con ciipulas. Esta quilea des- taca de las demas porque no se puede inchuir en. ninguno de los grupos anteriores, incluso a pesar que se halla en el mismo contexto constructive de las quileas 2 y 3, de las que se diferencia ya que esta fue hallada mediante excavaciones ar- queologicas. La quilea presenta cincuenta y tres hoyos en grupos de al menos cinco medidas dife- rentes, veintimo de 1.5 cm. de diametro, nueve mayores a 1.5 em, trece medianos, ocho grandes de aproximadamente 5 cm., uno de aproximada- mente 8 em. y uno ovalado de 14 por 8 cm, Atm- que no se puede discemnir por ahora la relacion temporal y cultural de estas cupulas es probable que correspondan a un proceso de produccién permanente y sostenida a través del tiempo. Como ya mencionamos, la excavacién que per- mitié el descubrimiento de esta roca arro}6 mate rial ceramico tardio cubriendo las cipulas, lo que parece indicar que estos rasgos se produjeron en un contexto funcional activo de la edificacién fu- neraria. Una evidencia aparte, que se encuentra como una muestra grafica aislada, es la quilca 9, que describe una figura seminaturalista, pero elabo- rada por percusin con un efecto en plano relieve y sobre una de las piedras que forman el aparejo de la “Chullpa del Lagarto". Este motivo es muy irregular debido a su factura, ubicacion y esca- la yno es comparable con los demas motivos en Jos dos primeros grupos advertidos. Aunque no Tendencia Quiles jotivos Alto ‘Abstracto TES relieve geométrico 1 2 = x = 2 1 = is [ = 2 ] 3__|_ compuesto) - - 4__|_ Cépulas = 7 [ = 5 L 2 X ~ 6 a = x 1 = 2 ~ x - 8 1 5 BG E x 9 1 x - - | X 10 1 x = | x Total 14 8 2 7 ! 8 ‘Tabla 1. Cantidad de motivos, cualidad técnica y tendencia grafica de las quileas. Za se puede discutir la produceién cultural de la imagen, es evidente que esta figura correspon- de a uma serie gréfica particular hecha poste- rior al edificio y que implica un momento de produccién tambien particular para el comple- jo arqueolégico. Debido a que esta figura atm, debe resolverse con mas investigacion, vamos a mantenerla al margen de los resultados, como eliiltimo grupo de a serie, sin implicancias cul- turales por el momento. Finalmente los prinei- pales grupos aislados en el analisis se aprecian enlatabla 2 Secuencia Existe una serie de indicadores para poder ubicar los grupos aislados en una secuencia de produccién grafica para Sillustani, y estos es tan comprendidos principalmente dentro de los contextos arqueolégicos relacionados a la edificacién de las chullpas o al proceso de des- estructuracién de estas edificaciones, en este iiltimo caso, cuando las quileas se incluyen en los contextos arqueolégicos secundarios de al- gunos elementos constructivos del complejo. De acuerdo a lo dicho, consideramos que la relacién entre edificacion y produccién grifica es lo suficientemente sélida como para poder establecer una secuencia sin recurrir a otros elementos aleatorios, como la secuencia o la variacién cerémica de Sillustani, que incluye varios estilos: Inca, Colla, Sillustani (Arizaca, com, pers. 2014) e incluso Tawanaku Expansi~ ‘yo (Paz 1991). Primera fase: Segiin lo mencionado, se pue- de inferir ‘que las quileas fueron producidas primero dentro de las labores de edificacién de REVISTA HAUCAYPATA 37 nvestigaciones arqueologicas del Taluantinsuyo las chullpas, siendo parte del acabaco final de las mismas, en este caso, el grupo 2 de quileas debe considerarse el primero en ser elaborado dentro del complejo, constituyendo la primera fase de produccién grafica del sitio. Segunda fase: Debe estar constituida por el ter- cer grupo, (quilea 4 con cipulas), la misma que parece haberse producido una vez que el edificio fue concluido. El hecho que las cupulas se hayan realizado en una pieza de la plataforma y que esta seccion de la edificacién se haya encontrado enterrada debajo de una capa arqueolégica con cerdmica de diversos estilos, parece indicar defi- nidamente que esta quilca se produjo durante un tiempo en que todavia tuvieron vigencia algunos tipos de comportamiento arqueolégico relaciona- dos ala edificacién. De cualquier forma, la quil- ca con ciipulas es un momento grafico, si viene el caso llamarlo asi, completamente diferente al precedente, constituyendo un momento particu- lar definido en la historia de mareas del sitio. Tercera fase: Integrada por el grupo 1, el cual aparece en diversos contextos arqueolégicos den- troy fuera de las zonas constructivas monumen- tales de Sillustani. Su ubicacién en la secuencia se puede inferir principalmente por su presencia dentro de restos de la desestructuracién de la “Chullpa Lagarto”, como se puede verificar en la quilca 6; y fuera de esta evidencia particular también en la quilea 7, que parece ser una roca dejada de lado al momento del abandono del si- tio. Incluso en esta serie las quilcas 2 y 3 deben considerarse muy posteriores al edificio y su ubi- cacién en la estructura solo apunta a confirmar el patron aleatorio de la disposicidn de este corpus grafico en el sitio. Es claro que los motivos que Grupo | ___Caracteristica formal G1_| Figuras abstracto geométricas en plano relieve Ge Figuras seminaturalistas en alto relieve G3 Capulas Tabla 2 Distineién de los principales grupos de produccién de quileas en Sillustani. Fase | Gruy Caracteristica formal a | Ge Figuras seminaturalistas en alto relieve 2 | G3 Ciipulas 3__|__Gi_| Figuras abstracto geométricas en plano relieve Tabla 3. Secuencia general de produecién de quileas en Sillustani Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarri Lopez 38 ‘Quileas en Sillustani, Puno, Cronologia e implicancias componen este grupo fueron producidos cuan- do las chullpas ya no se usaban y toda el area habia atravesado un momento de abandono y vandalismo El grupo 3 deberia considerarse el titimo mo- mento importante en la expresién grafica del sitio, y a partir de aqui no parece haber eviden- cia concreta para determinar otro momento similar, no obstante la presencia de la quilea 9 que escapa claramente de las consideraciones formales que han caracterizado los demas gru- pos. Como ya hemos previsto, hasta que haya mejor data, la quilea 9 debe considerarse un momento sin definicién temporal en la historia grafica del sitio, que por ahora parece ajustada solamente a tres grandes fases. La tabla 3 indi- cala correlacién entre los grupos y las fases. Cronologia Es un hecho incontrovertible que las princi- pales chullpas de Sillustani fueron producidas durante la ocupacién cusqueiia de la zona, la que debié iniciarse con el Inca Pachacuti, pro- bablemente poco después de ser proclainado Inca en 1438 (Espinoza 1997), y existe una cla- ra diferenciacion entre lo que se consideran las chullpas locales, de las producidas bajo el do- minio cusquetio, destacando la factura y la es- cala arquitecténica, ademas de que las chullpas producidas durante el ‘Tahuantinsuyo son las tmicas que contienen quilcas en su estructura. Aunque no todas las chullpas producidas du- rante el Tahuantinsuyo presentan una factura de aparejo fino en su edificacién (caso de la Chullpa 18), se puede verificar un tratamiento especial en las alzadas iniciales de los muros u otros detalles, que permiten individualizar estas edificaciones y reconocer su correspon- dencia temporal. Las chullpas de factura local generalmente se distinguen a partir de la me- nor calidad en la edificacién respecto a los de factura cusquefia (Eduardo Arizaca, com. pers. 2014). La referencia al dominio cusquetio de la zona marca entonces el punto inicial, Fase 1, para la cronologia de la secuencia de quileas en el complejo, constituida por las quilcas seminatu- ralistas en alto relieve del grupo 2, elaboradas al mismo tiempo que las edificaciones fumerarias que las contienen. Le continiia esta fase la pro- duceién de cdpulas en el sitio, grupo 3 de quil- cas, que debe estar sucediendo también durante a ccupacién cusquetia del area. Es importante destacar que todavia no se conocen antecedentes locales a la produccién de capulas que permitan, inferir que esta expresion grafica constituye una tradicién anterior a esta ocupacién, lo que deja este grupo como el segundo momento de produe- cién de quilcas en Sillustani, pero contempora- neo ala ocupacién cusquetia y al desarrollo de las actividades llevadas a cabo durante esta época en. el sitio. Las excavaciones en la Chullpa 18 han expuesto que la piedra con cdpulas (quilea 4) se hallé in situ, cubierta con uma capa de basura arqueolé- gica, lo que no deja dudas de su correspondencia temporal, Las cipulas debieron haberse produci- do cuando la pieza fue colocada en su lugar, por Jo que su posterioridad al edificio puede conside- rarse un hecho, Aunque la cronologia de ambos elementos, la chullpa y las cipulas, debe necesa- tiamente ser traslapada, el orden de produccién debe permanecer como se ha establecido en la se- cuencia. Hasta el abandono y desestructuracion de Sillustani, se debe estimar hipotéticamente que los dos primero grupos se mantuvieron vi- gentes o tuvieron alguna funcién social paralela durante la historia del sitio. La fase 3 debe corresponder al periodo colonial, apartir de1533, que marca el momento del inicio de la caida del imperio Tahuantinsuyo. No sabe- mos exactamente cuando se estan produciendo las quilcas del grupo 1 pero las mismas se estin realizando sobre los vestigios arquitecténicos de Sillustani, ya sea sobre las estructuras expues- tas, in situ, (Chullpa 18), bloques de roca caidos de estas estructuras, rocas aisladas (en contexto secundario) e incluso afloramientos de roca cer- canos; lo que implica que el sitio arqueolégico tiene todavia alguna significancia en la seleccion Fase | Cronologia | _Etapa__| Gruj Caracteristica formal ] = G2 Figuras seminaturalistas en alto relieve - Tahuantinsuyo G3 Cipulas "Colonia Gi__| Figuras abstracto geométrieas en plano relieve ‘Tabla 4. Cronologia de la produecién de quileas en Sillustani. del lugar para la ejecucién de estas quileas. Esta fase, cuyo corpus formal est constituido por motives abstracto-geométricos, puede relacio- narse con quileas del mismo tipo en Chinche- ro (Echevarria 2010) cuya cronologia colonial ayuda a considerar la extension del fendmeno y su correspondencia temporal especitica Visto los pardmetros temporales de la secuen- cia, la cronologia queda definida en la tabla 4 ‘Aunque es posible estimar Ia cronologia ge~ neral de estos grupos, los mArgenes tempora- les deben permanecer abiertos, especialmente para la fase 3 de la secuencia, ya que estos no pueden ser definidos con mas precisién en base a la evidencia reconocida del propio complejo arqueologico, siendo necesario ahondar mas la investigacién de algunos contextos arqueolégi- cos y establecer relaciones cruzadas con otros materiales similares Discusion El anilisis de las quilcas de Sillustani ha pues- to en claro que en el sitio se han sucedido al menos tres tradiciones gréficas independien- tes, las cuales presentan diferentes contenidos figurados y representativos, que corresponden a determinados y especificos contextos de arti- culacién cultural, del dominio de las ideas y el desarrollo grafico de las poblaciones de la zona Los tres grupos, como se puede reconocer en. los valores cuantitativos expuestos, no se han establecido en relacién al ntimero de mues- tras identificadas 0 descubiertas, sino respecto a su diferenciacién dentro de un esquema de variables analiticas, las que estan dominadas por el aspecto formal y en menor medida, por al téenico y el situacional. Esto es importante de advertir, porque se puede argumentar que los grupos pueden o no ser representativos respecto de la muestra completa de quilcas del yacimiento, que deja al grupo 2 con un solo ejemplo, lo que no tiene mayor importancia en términos de una distincién cualitativa, es- pecialmente cuando se estima que la existencia del conjunto completo de quilcas est condi- cionada por factores tafonémicos (Bednarik 2007); mientras el indice cuantitativo parece expresar solamente el grado de supervivencia de las quileas del sitio. Dado que es muy difi- cil de saber la cantidad de quileas que fueron producidas cuando el complejo arqueolégico estuvo en funcionamiento, cualquier muestra REVISTA HAUCAYPATA 39 Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo adecuadamente definida tiene um valor nominal estandar para un estudio arqueol6gico culturalis- ta, como él que se expone. Un aspecto importante del andlisis es el orden, de la secuencia de grupos grificos, que permite distinguir dos procesos mayores de produccién de quilcas, representados claramente por el gru- po 2 (fase 1) y el grupo 1 (fase 3), que corres- ponden al Tahuantinsuyo y a la época colonial, Tespectivamente. Estos grupos se distinguen en, la secuencia debido a que han sido identificados independientemente en otros lugares, como en la lajta imperial del Cusco, Chinchero (Cusco), San. Jerénimo (Cusco), Huamanga (Ayacucho), Vil- cashuaman (Ayacucho), Pomacocha (Ayacucho), Pari (Junin) o Cutimbo (Puno) entre otros (Kau- #fmann 1965; Bueno 1977; Alcina 1980; Echeva- rrfa y Valencia 2010; Tello 2013), donde se en- cuentran en contextos urbanos definidos. Estos ejemplos contrastan con las formas escultéricas que han sido advertidas en Ureo (Echevarria y Valencia 2010) 0 Saccsayhuaman (Echevarria y Valencia 2010, Monteverde 2011 y 2014), que pueden separarse de esta muestra _principal- mente por el soporte de la quilca, y la posible distincién funcional que esta relacién implicaba, aunque algunos ejemplos se encuentran cerca de contextos arquitecténicos (Monteverde 2011 y 2014) Sitios como Sillustani 0 Cutimbo, donde las quileas se ubican en arquitectura funeraria, o sitios como Vileashuaman y Pomacocha, donde Jas quilcas se encuentran en arguitectura para los vivos, funcionalmente variada, demuestran que el grupo 2 de quileas de Sillustani se incluye dentro de una tradicién grafica cusquetia domi- nada por los altorelieves, que se presentan en di- ferentes partes de los paramentos de los edificios y que describen una enorme variedad de figuras ‘seminaturalistas y abstractas, destacando los chinchays (felinos), amarus (serpientes), araran- cas (lagartos), pariguanas, y otras figuraciones zoomorfas. Esta expresién gréfica, ampliamente extendida, constituye una tradicién cuando se verifica su continuidad en sitios como Huaman- ga, Pari o el mismisimo Cusco, donde las quilcas se encuentran en edificaciones hechas durante la colonia, ya sea en edificios religiosos o en arqui- ‘tectura secular de diferentes usos. ‘Aunque en Sillustani los altorrelieves solo se registran durante Ja vigencia de la ocupacién cusquetia del sitio, en el Cusco o Huamanga, la Berenguela Sanchez y Gori Tumi Echevarria Lopez 40 Quileas en Sillustani, Puno, Cronologia e implicancias vigencia delos patrones sociales y conductuales dela poblacién nativa debié mantener en uso la costumbre de ornar los edificios con imagenes zoomorfas al mas puro estilo imperial, hasta que finalmente se dejaron de producir en algin momento de la etapa colonial. El grupo 1, por su parte, también es interesan- te de revisar ya que se presenta solamente en contextos coloniales, tal como se puede adver- tir en Cusco, Chinchero o San Jer6nimo, lo que confirma el estimado de Sillustani. Aunque en el Cusco este corpus grifico parece ser contem- pordneo a las quilcas en altorrelieve de los edi- ficios de arquitectura cusqueiia colonial, en Si- lustanila separacién es contundente y el grupo 1 de quileas en plano relieve (abstracto-geomé- tricas), parece producirse independientemente de la funcionalidad de los asentamientos; fun- cionalidad que condiciona la grafica del grupo 2.de quilcas en Sillustani y otros sitios, incluso durante tiempos coloniales. Aunque queda cla- ro que la cronologia de este grupo corresponde al periodo colonial, una fecha exacta es atin di- ficil de obtener y solo se ha podido estimar un lapso prudencial para los ejemplos de Chiche- To, que ubican este fenémenos grafico duran- te el XVII, lo que también es probable para el Cusco (Echevarria y Valencia 2010), y quiz sea el caso de Sillustani; no obstante mas investi- gacién es requerida, Hasta hoy esta es la terce- Ya muestra mas importante de quileas para este tipo de expresién grifica en todo el sur peruano Los estimados cronolégicos y la determina- cién de las diferencias en los grupos de quilcas de Sillustani implican necesariamente una dis- tincién cultural y funcional marcada. Sabemos que los cusquetios hicieron las quileas en alto- rrelieve como una tradicién grafica durante la vigencia del imperio, probablemente desde las épocas mas tempranas del mismo, y aparente- mente las zonas més cercanas al Cusco retu- vieron esta tradicién de manera contundente, como se puede inferir de las quilcas del tipo en Ayacucho y Puno. Y aunque esto no necesaria~ mente es un indice significativo dela expansion o cronologia completa de la tradicién, constitu- ye una referencia media para ir evaluando con inejor data la importancia y la dimension del fenémeno grafico expuesto. Hay que recordar, ademés, que los altorrelieves en los aparejos de edificios arqueolégicos no son exclusivos de la cultura cusqueiia del XV y XVI, presentindose ‘también profusamente en la cultura Chachapoya, tal como esta ampliamente registrado en sitios como Kuelapoel Gran Pajaten (Kauffmann 2009), por lo que se debe separar ambas tradiciones Sillustani da una buena idea de que la produc Gién de altorrelieves en la tradici6n cusqueiia no hacia distinciones en el uso de los edificios, des- tacando su presencia en edificios funerarios y en edificaciones de otros tipos funcionales. Aparen- temente la grafica se hizo siguiendo diferentes pardmetros, y no necesariamente una regla for- malizada dé representacién regular. Los ejem- plos de Sillustani y Cutimbo exponen figuras en alto relieve en la seccién superior de los muros de as torres, e incluso en los vanos de las mismas; y en uno de los edificios excavados en Pomacocha las representaciones zoomorfas se distribuyen por los diferentes muros, al interior o exterior del edificio. En Vilcashuaman, por ejemplo, los alto relieves también se presentan en muros de terra- zas, lo que demuestra que no existe una regula- ridad absoluta en la disposicién o representacion de las figuras, al menos hasta donde hemos podi- do advertir con los datos que disponemos Este arreglo contrasta con Jos que presentan los altorelieves en los edificios dela arquitectura cus- quetia colonial en Cusco, Vileashuaman, o Pari, que se ubican preferentemente sobre los dinteles 6 los bloques liticos de los muros en los vanos de acceso de los edificios. Por supuesto, también se han registrado motivos individuales en secciones de muros ciegos, pero todavia se puede recono- cer una preferencia en la muestra disponible, lo que indica um patrén regular de disposicién para Ja grafica. Sin ninguna duda, la ubicacién sobre los vanos ha sido condicionada por los patrones urbanos de la colonia hispana, donde destaca la decoracién de los dinteles, ya sea con imagenes de amarus y chinchay o incluso motivos europeos como sirenas y figuras heréldicas; un caso tipico es la fachada del Beaterio de las Nazarenas en el Cusco, construido a fines del XVI Sea él caso, es evidente que el grupo 2 de quil- cas de Sillustani guarda completa relacién con la tradicién cusquena para este tipo de expresion grafica y debe ser comprendido dentro de sus, to- davia poco conocidos, parametros de ubicacion y representatividad figurada. Respecto a su sig- nificado, Julio C. Tello habia advertido que estos motivos podrian tratarse de la representacion de espiritus tutelares zoomorfos o emblemas parti- culares de Incas, los que estan fundidos dentro

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