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Iss REVISTA HAUCAYPATA Investigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo Lima-ju ie REVISTA HAUCAYPA‘ Director y Editor Rodolfo Monteverde Sotil Revisores de articulos Cristian Jacob / Ivan Leibowicz / Sheylah Vasquez Salcedo / Rodolfo Monteverde Sotil / Tatiana Stellian Difusién Mayra Delgado Valqui Diseno y diagramacién Ernesto Monteverde P. A. Fotografia de la carétula Rodolfo Monteverde Sotil, 2007. Niiios de Huancavelica. Huancavelica Imégenes de los indices y de la relacién de colaboradores Camilo Blas, 1924. La Cashua (detalle) / 1955. El rescate de Atahualpa (detalle) / 1925. Paucartambo (detalle). Las opiniones vortidas, on los articulos publicados en esta revista, son de entera responsabilidad de eada au- tor. La revista no se hace responsable por ol contenido de los mismos. © Prohibida la reproduccién total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su Director. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo ‘Aflo 2. Ntimero 4, junio 2012 Publicacién cuatrimestral ISSN: 2221-0369 Hecho el Depésito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N° 2011-00350 Hecho por computadora Jr, La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Pertt https: //sites.google.com/site/revistahaucaypata/ revistahaucaypata@gmail.com Todos los derechos reservados Dedicatoria Varios regalan objetos que se compran, otros invitan almuerzos que rapidamente desaparecen y algunos dan abrazos improvisados. Yo, por el dia del padre, le obsequio este cuarto mimero a mi papa, a quien le he escuchado decir de todo, menos “estoy cansado” gracias. . REVISTA HAUCAYPATA F Tavestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo Indice Editorial Relacién de Colaboradores La Luna como objeto liminal en la concepcién del tiempo indicativo entre los incas Ricardo Moyano Construyendo narrativas de la Capacocha Cristian Jacob e Ivan Leibowicxz Tiana: asiento Inca Victor Faleén Huayta Evidencias materiales de dos huacas del sistema de Ceques cuzqueno: Chincana Grande y Lago. Parque Arqueolégico de Sacsayhuamdn-Cuzco Heteite Monteverde Sot Cultos, rituales y paisajes sagrados en los Andes Centrales, siglo XVII: Apo Parato, Junin Andrea Gonzales Lombardi y César Astuhuamén Gonzales Vasijas incas en los confines del imperio: los aribalos y platos ornitomorfos de la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, Argentina Maria Andrea Runcio Una reseiia sobre El Shincal: Una capital administrativa Inka al Sur del Kollasuyu. Catamarea, Argentina Guillermina Couso Entrevista al Dr. Juan Ossio Acufia Rodolfo Monteverde Sotil Normas editoriales 7 30 47 7 96 107 116 125 REVISTA HAUCAYPATA Tavestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo La Revista Haucaypata. Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo es una publicacién peruana cuatrimestral que se centra en los estudios arqueolégicos ¢ interdisciplinarios, tanto nacionales como internacionales, del Imperio incaico. La revista nacié con la intencién de cumplir tres objetivos que todo Arqueslogo debe proponerse en su carrera: la defensa del patrimonio arqueolégico, su investigacion y divulgacién de dichas investigaciones. Después de haber publicado tres ntimeros en nuestro primer aito, 2011, le alcanzamos el cuarto mimero, que contiene seis articulos, una resena y una entrevista. El Arqueélogo Ricardo Moyano nos hace llegar un interesante articulo sobre la Luna y la concepcién del tiempo entre los incas. Cristian Jacob e Ivan Leibowicz nos proponen una discucién y andlisis hermenéutico sobre los documentos coloniales y las publicaciones arqueolégicas que tratan sobre la Capacocha. Victor Faleén Huayta, colega peruano, nos presenta un estudio sobre la Tiana en tiempos incas y la Colonia. Rodolfo Monteverde nos expone un andlisis, en base a evidencias arqueolégicas, de dos importantes sitios en el Parque Arqueolégico de Sacsayhuamdn, considerados como huacas del sistema de Ceques cuzqueno. Andrea Gonzales Lombardi y César Astuhuamén Gonzdles, estudiante y Dr. en Arqueologia, respectivamente, partiendo de un documento del Archivo Arzobispal de Lima, plantean una discucién te6rica para estudiar la localizacién y las caracteristicas del culto a Apo Parato(n) en el departamento de Junin, sierra central del Perti. ¥ Maria Andrea Runcio, nos hace un alcance, basado en los estudtios desu tesis doctoral, delos aribalosy platos ornitomorfos incas en la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy en Argentina. Guillermina Couso, investigadora del actual equipo de arquedlogos que estan trabajando en El Shincal de Quimivil, Catamarca-Argentina, nos expone una resefta sobre este importante sitio del Kollasuyo. Finalmente, quien escribe les presenta una entrevista realizada, en el mes de junio de este ano, al Dr. Juan Ossio Acuna, Antropélogo e Historiador peruano, quien fuera nuestro primer Ministro de Cultura. Como siempre, queremos expresar nuestro mds sincero agradecimiento a todos ‘aquellos que han colaborado con sus articulos y participado en larealizacién del cuarto mimero de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo; con el cual iniciamos nuestro segundo ao de publicaciones cuatrimestrales. Ademds, queremos agradecer a los lectores por los comentarios criticos y por la buena acogida de los mimeros anteriores de la revista. Con la entrega del presente mimero podemos decir que estamos orgullosos de seguir cumpliendo con la meta de publicar tres miimeros anuales. Con esta cuarta entrega, hemos logrado difundir 25 articulos de temdttica incaica, cuatro entrevistas realizadas a cientificos sociales y han participado 25 autores de distintas partes del Peri y del mundo Desde ya invitamos a todos los arqueslogos, estudiantes de Arqueologia y profesionales de otras ciencias a publicar en el quinto mtimero de la Revista Haucaypata, programado para el mes de octubre del 2012. Rodolfo Monteverde Sotil Director y Editor Editorial rrrrrrrrrryr Tavestigacion Colaboradores César Astuhuamén Gonzales Doctor en Arqueologia (University College London). Coordinador del Departamento Académico de Arqueologia (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) Guillermina Couso Licenciada en Antropologia. Facultad de Ciencias Naturales y Museo (Universidad Nacional de La PLata). Division Arqueologia (Museo de La Plata). Victor Faleén Huayta Licenciadoen Arqueologia (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Andrea Gonzéles Lombardi Estudiantede Arqueologia (Universidad Nacional Mayor de San Mareos). Cristian Jacob (Universidad de Buenos Aires). Instituto de Arqueologia IDA. Ivan Leibowiez Licenciado en Arqueologia (Universidad de Buenos Aires). Instituto de Arqueologia IDA. Rodolfo Monteverde Sotil Maestristaen Arqueologia (Pontificia Universidad Catélica del Peri). Licenciado en Arqueologia (Universidad Nacional Federico Villarreal). Ricardo Moyano Posgrado Arqueologia (Escuela Nacional de Antropologia e Historia) Maria Andrea Runcio Doctora en Arqueologia (Unversidad de Buenos Aires) REVISTA HAUCAYPATA igicas del Tahuantinsuyo REVISTA HAUCAYPATA 6 Tnvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo o La Luna como objeto liminal en la concepcién del tiempo indicativo entre los ineas Ricardo Moyano mundosubterraneo2@yahoo.es Resumen En este trabajo se presentan aspectos relacionados con la observacién y la percepcién de la Luna en los Andes prehispdnicos. Nos centramos en el periodo Inca, exponiendo evidencia proveniente de fuentes coloniales y sus posteriores reinterpretaciones. La intencién es contrastar los datos manejados con la teoria de los ritos de paso a partir de la nocién del tiempo social indicativo. Los resultados indican la existencia deun concepto ciclico del tiempo, relacionado con aspectos liminales y cualitativos de la actividad humana, en especial, relativo a los ciclos agricolas. Se discuten conceptos del mes sideral y sinédico dentro de la estructura del calendario del Cuzco. Concluimos en la existencia de relaciones significativas entre el ciclo sinédico lunar y la concepcién del tiempo indicativo entre los incas, mediado por los conceptos de separacién, margen y agregacién Palabras claves: ciclos lunares, ritos de paso, tiempo indicativo, Tawantinsuyu Abstract This paper presents aspects related to the observation and perception of the Moon in the prehispanic Andes, We focus on the Inca period, showing evidence mainly from colonial sources and its subsequent interpretations. Our aim is to contrast available data with the rites of passages based on the notion of indicative social time. The results indicate the existence of a cyclic conception of time, associated with liminal and qualitative social aspects of human life, linked specifically to agricultural cycles. Also, we present concepts of sidereal and synodic lunar cycles within the calendar system of Cuzco. We conclude with the existence of significant social relations between the synodic hmar cycle and the conception of indicative time among the Incas, mediated by the concepts of separation, margin and aggregation. Keywords: lunar cycles, rites of passage, indicative time, Tawantinsuyu. Introduceién El propésito de este ensayo es presentar al- gunos aspectos centrales del ciclo lunar entre Ios incas*. Para ello se introduce el concepto del tiempo social indicativo, desarrollado por Nils- son (1920), Scaglion y Condon (1979), Pauke- tat y Emerson (2008) y Iwaniszewski (2009), para contextualizar el fendmeno del cambio a una escala social. Desde el punto de vista de la teorfa de los ritos de paso (Turner 1984, 1988 y 2008 y Van Gennep 1982), las fases lunares se explican por el caracter sincrénico de la sepa- racién, margen y agregacion de la Luna. La cual es clasificada socialmente en 2, 3 6 4 partes y vinculada directamente con los ciclos agricolas. Para los aficionados de la observacién del cielo, 1a Luna resulta en extremo interesan- te, pues a simple vista deja ver un sinndimero de detalles topograficos. Las regiones oscuras, bautizadas por Galileo como “maria” (mares) corresponden a mesetas oscuras cubiertas de ba- saltos, originada por antigua actividad volcdnica. Mientras que las regiones claras se corresponden con zonas de montaiia salpicada por impactos *En palabras de Gurvitch (1964:32), el tiempo ciclico configura un tiempo replegado en si mismo, continuo ¥ cualitativo, correspondiendo mas bien al tiempo de comunidades arcaicas (pensamiento magico-religio- so) donde el pasado, presente y futuro se encuentran interconectados en todo momento MOYANO, Ricardo, 2012. La Luna como objeto liminal en la concepcién del tiempo indicativo entre los incas. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo. Nro. 4: 6-16. Lima. Ricardo Moyano 7 Ta Luna como objeto liminal en Ia concepcion del tiempo indicativo entre los incas meteéricos, lamadas “terra” (laniszews- ki 2010: 137). En términos comparativos, generalmenie es asociada como la pareja del Sol, vinculandosele con ciclos menstruales, ac- tividades agricolas, periodos de gestacién, cre- cida y retroceso de cuerpos de agua, augurios meteorolégicos, entre otros. Al menos en los Andes, se le relaciona con una calidad femeni- na, por ejemplo Quilla o Mara entre los grupo quechua-aymaras del Perd y Bolivia®. En ambos casos, se le asocia también con la palabra mes. El tiempo como categoria social indicativa, se relaciona con la capacidad humana de vineu- lar un hecho concreto con una cualidad espe- cifiea. Es decir, con una secuencia cualitativa de eventos que siguen un orden establecido, no importando la extensién del mismo. Desde un punto de vista histérico, antecederia al tiempo calendarico, resaltando ante todo la condicion cualitativa de la concepcién del tiempo. De alli, que entender el significado social de la Luna, equivale a interpretar el contexto en el cual se desenvuelve la misma practica social. En otras palabras, y como una categoria analitica, re- sultado de las inter-relaciones entre los seres humanos, y de éstos, con el resto de agentes (Sociales) que les rodea El tiempo indicativo no se relaciona con dura- ciones especificas, sino con eventos dentro de un sistema nemotécnico, que concibe al mismo como una estructura simbélica, _ incluyendo conceptos del tiempo cotidiano como son la noche y el dia, el mes y el aito, entre otros (Lu- cas 2005). En este sentido, estudiar el tiempo equivale a conocer las categorias sociales im- plicitas en un sistema social clasificatorio 0 calendario. Un ejemplo clasico es el calen- dario mesoamericano de 260 dias. Al respecto, Iwaniszewski (2005) seiiala la existencia de un * La relacién Luna femenina y Sol masculino es cultural. Quedando ampliamente demostrado en el trabajo de Lévi-Strauss (2008: 206-207), donde ademas de ejemplos, se plantea la importancia del mito y el contexto de uso de la lengua como deter- minantes del género de los astros. Por ejemplo, en algunas regiones de los Andes, Venus como estrella de la maiana tiene género masculino, pues acom- paiia a la Luna en el cielo. Por oposicién, adquiere una connotacién femenina -como estrella de la tarde- al aparecer por un lapso de tiempo no muy largo tras la puesta de Sol (Arnold et al. 2007: 309). sistema de cémputo basado en 20 dias (signos) combinado con 13 numerales conocido como tzolkin entre los mayas y tonalpohualli entre los nahualtecos. Este sistema interpretativo presen- taria una légica a-causal relacionada mas bien con Ia sineronicidad de eventos dentro de un sistema méntico-adivinatorio, vinculandose con una especie de oraculo numérico que marca in- tervalos de tiempo cada 7, 9, 13, 20, 36, 52, 65, 80, 91 y 104 dias (Iwaniszewski 2005: 102-103). La Luna como un parametro social del tiempo, en estricto rigor, s6lo es itil en la medida que funcione a la par con otros parametros indicati- vos como pueden ser los ciclos migratorios de los animales, la crecida de los rios o los periodos de siembra y cosecha de la produccién agricola. Por lo cual, y para efectos de este trabajo, un calen- dario de horizonte sélo se vincularé con 3 6 4 fe- chas importantes, no incluyendo intervalos regu- lares, sino momentos indicativos dentro de una cuenta de dias (Nilsson 1920), A continuacién se esbozan los aspectos centrales de la teoria de los ritos de paso, para luego centrase en el caso de la observacién lunar entre los incas y sus aspectos relacionados con los ciclos agricolas*. Los ritos de paso La teoria de los ritos de paso (Turner 1984, 1988 y 2008 y Van Gennep 1982), define a los rituales, ‘como unidades discontinuas, ciclicas y transicio- nales que intentan en todo momento reducir el peligro y la incertidumbre al interior de una co- munidad, incluyendo tres caracteristicas 0 fases: -Separacién (ritos preliminares): corresponde a la segregacion de los individuos de su medio co- tidiano. -Margen (limen, en latin umbral): refiere ala ex- istencia de un momento fuera del tiempo social’. 8 Un calendario ademas de un sistema clasificatorio, corresponde a la representacién colectiva del universo en términos de conceptos como el espacio y el tiempo, es decir, reflejo de las distintas visiones de mundo y los conceptos de identidad social (Iwaniszewski y Vighiani 2010: 253). “Con respecto a los ciclos agricolas y los tiempos in- dicativos, Scaglion y Condon (1979) seitalan los tabies sexuales entre los Abelam de Papéa y Guinea relacio- nados con Ia produccién del fiame, refiriendo en espe- cifico a los ritmos de natalidad dentro del aiio deter: minados por periodos de abstinencia sexual durante la siembra y periodo de crecimiento del tubérculo. o -Agregacién (post-liminal): reincorporacién del individuo aun estado relativamente estable. Desde este punto de vista, los rituales fun- cionaran como marcadores sociales 0 puntos de vista con respecto a una especie de tiempo social marcado por la discontinuidad. Dando lugar a la creacién de mecanismos estruc- turales que disminuyen la incertidumbre en- tre un estado y otro estado, ocasionando con ello un flujo temporal de eventos sincréni- cos y a-sincrénicos (Iwaniszewski 2009: 229). Segtin Geist (introduccién, Turner 2008: 7), este tipo de rituales incluyen la transicién de un individuo/grupo social de la visibilidad a la invisibilidad estructural y viceversa. Donde la fase preliminar se caracteriza por un tiem- po-espacio estructurado, seguido por una di- solucién social que lleva a la liminalidad y a la anti-estructura (communitas), para llegar a una fase post-liminal que incluye la _agre- gacién y la resolucién del conflicto social (es- pacio-tiempo estructurado) (Turner 2008: 9). De acuerdo con Iwaniszewski (2009), los ritos de paso también pueden referir al ini- cio y fin de los ritmos ambientales, ciclos es- tacionales, asi como movimientos recurrentes de cuerpos celestes, por ejemplo ciclos del Sol, la Luna, ete. Semejando ritmos naturales de la vida de los seres humanos, como son: el nacimiento, 1a pubertad, la madurez y la muerte. Siguiendo las ideas de Turner (1984, 1988, 2008), él plantea que estos ritos de paso se convierten en marcadores simbélicos de identidad, justificando categorias y divisiones sociales ya existentes. Desde este punto de vista, las categorias sociales existentes se re- afirman o re-configuran a partir del modelo espacio-temporal clasificatorio a partir de las recurrencias del medio ambiente socializado. La liminalidad crea entonces entes sociales sumisos y ajenos a cualquier posicién social y status, por ejemplo el especialista fuera del 5 Estos ritos de paso se celebran en momentos criticos de la vida de los seres humanos o de una comunidad, los que no superan esta etapa se con- Vierten por tanto en sujetos socialmente mar ginados. Dese el punto de vista calendérico, el umbral funcionaria como una especie de pivote marcando un momento critico en la secuencia de acontecimientos (Iwaniszewski 2009: 211, 217). REVISTA HAUCAYPATA 8 Tnvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo momento mismo del ritual. Este individuo, su- fre una especie de muerte social - momentanea - donde se acentia su “vulnerabilidad y desnu- dez” que busca la regeneracién del mismo como ser transicional (no-determinado), sometiéndose al mismo ritual, la autoridad y los intereses co- munes (Turner 1984: 106, 121 y 1988: 102-103). Durante este periodo, los iniciados - 0 especial- istas - seran forzados a reflexionar sobre su so- ciedad y las relaciones que sostienen “ellos” con sus nociones del universo. En una especie de co- municacién sacra, donde los neéfitos adquieren cierto grado de abstraccién sobre su medio cul- tural, con matices de la sociedad como punto de referencia (Turner 1984: 117, 120). Siguiendo a Iwaniszewski (2009: 211), podria- mos decir que estos ritos de paso cumplirian al menos tres funciones: 1) catirtica, relacionada con canalizar y aliviar las angustias; 2) cognitiva, vinculada con los conceptos que usa la sociedad para construirse a si misma; y 3) operativa o el método que permite actuar a un individuo 0 grupo social de manera coherente. La liminalidad se representaria por espacios como la noche y la luna, las cavernas, los tine- les, las cabafias y las tumbas. Van Gennep (1982: 28-31) llama a este tipo de rituales de “entrada refiriendo a la metafora de atravesar pérticos 0 umbrales de paso hacia los espacios sagrados. Donde intervienen divinidades “guardianes del umbral”, por ejemplo los Mallkus o cerros sa- grados andinos a través de la ofrenda o “pago ritual’, para obtener y/o agradecer por el agua y la fertilidad de la tierra (Castro y Varela 1994 102-103)". En el caso andino, estos ritos de paso tendrian una manifestacién concreta en el sacrificio hu- mano de la capac hucha u “obligacién real” re- alizado por los incas, generalmente en la cumbre de los grandes nevados y huacas del estado. Alli, la victima sacrificial experimenta los tres mo- mentos del ritual: la separacién, el margen y la agregacion. El objetivo final de cumplir las obli- gaciones reales se relacionan con: la propiciacién de los fendmenos meteorolégicos, el culto solar, la reafirmacién de las relaciones de reciprocidad © Van Gennep resalta el hecho que este tipo de ritu- ales se realice en zonas elevadas, como los portezuelos ‘montaiiosos o los caminosen la montaia(1982: 31-32), Ricardo Moyano 9 La Luna como objeto liminal en Ia concepei entre los distintos gobernantes y el Inca, la celebracién de alguna fiesta, la anexién de al- guna regidn al Tawantinsuyu, o la sacralizacién ¥ posterior incorporacién (agregacién) de una huaca local al sistema de huacas estatales. Tanto en la capac hucha como en otros rituales realizados en las altas cumbres, el rito de paso constituye el hecho mismo de preparar, realizar y culminar la ceremonia en condiciones que se vinculan necesariamente con la preparacién, sacralizacién, ejecucién y aceptacién del ritual Constituyendo en si misma, la expresin del poder politico y la coercién social llevada por los incas a su maxima expresién en las pro- vincias conquistadas (Moyano 2010: 106)’. En lo que refiere a eventos astronémicos y ritos de paso, Iwaniszewski reconoce la exis tencia de una especie de continuidad temporal relacionada con el transcurso del tiempo. Es- tos refieren generalmente al cambio de las es- taciones del aiio, los meses lunares y los dias. Socialmente se vinculan con ciclos de la natu- raleza, asi como con el inicio y el fin del dia, el crecimiento de las plantas, los ciclos rituales del maiz, ete. La clasificacién social de este tipo de actividades se determinara socialmente y por ende tendra un cardcter arbitrario vin- culado con més bien con la estructura social que con las caracteristicas fisicas del evento (2009: 213-214). Con respecto a la Luna, estos ciclos (indicativos) seran evidentes a partir del fenémeno de sus fases, en particular el momen- to de invisibilidad “luna oscura” que separa la iltima Luna menguante del mes anterior con la primera Luna creciente del mes siguiente. Siguiendo las ideas del mismo autor, los ritos liminales realizados durante esta espe- cie de umbral aseguraran simbélicamente la continuidad del ciclo y por ende la del orden social establecido. Otros ejemplos pueden ser asociados a los solsticios, salidas helia- cas de estrellas y planetas, entre otros, donde se incluyen representaciones del tiempo a manera de: a) péndulo o discontinuo, 7 En términos calendaricos el sistema de eabaiiu las puede incluirse dentro de este conjunto de pric- ticas liminales, pues consiste en la prediccién de las condiciones climéticas a partir de los primeros dias de un mes, precisamente el mes de agosto ¢ inicio de las actividades agricolas (Zuidema 1997). n del tiempo indicativo entre los incas b) ciclica 0 de flujo y c) sinerénica o de légica causal (Iwaniszewski 2009: 115-116, 229) La Luna entre los incas Paraun observador del cielo las fases lunares son el ciclo mas obvio de registrar. Estas coinciden con los periodos fértiles de las hembras, asi como con actividades agricolas de siembra, el riego, la poda y las cosechas, de alli el caracter femenino = no exclusivo - en gran parte de las culturas, por ejemplo la Quilla entre los quechuas o la Mara entre los aymaras, asociéndose directamente con la palabra mes (de una Luna a otra Luna), El Inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales de los Incas”, ofrece antecedentes sobre la sincronia de los meses lunares con el aito solar, Jo que se conseguia por medio de la observacin de los solsticios, asegurando: “Porque contaron los meses por lunas, como luego diremos, y no por dias y, aunque dieron a cada aio doze lu- nas, como el aiio solar ecceda al aiio lunar como en onze dias, no sabiendo ajustar el un aiio con el otro, tenian cuenta con el movimiento del Sol por los solsticios, para ajustar el aito y contarlo, y no con las lunas. ¥ desta manera dividian el un aio del otro rigiéndose para sus sembrados por el aio solar, y no por el lunar” (Garcilaso de la Vega [1609] 1945: 111, en Bauer y Dearborn 1998: 57). El ciclo de las fases o sinédico (figura 1) tiene una duracién moderna de 29.5305 dias (Steele 2000: 9), iniciando arbitrariamente después de dos o tres dias de invisibilidad (margen o limen), cuando la Luna aparece por el Oeste cerca de donde se esta ocultando el Sol, como una delgada creciente al atardecer. Este fenémeno ocurre con una distancia angular de +/-13° con respecto al Sol en el ocaso”. Desde el punto de vista de la observacién del cielo, la Luna iniciaré su ciclo desde su primera creciente (dia 1), manteniéndose sélo por algu- nos minutos en el cielo. Dando paso a periodos mas largos de visibilidad hasta aleanzar el dia 7, una diferencia de 90° con respecto al Sol, coin- cidiendo con su posicién més alta en el cielo en cuarto creciente (la mitad del disco). A medida “Esta distancia se corresponde a algo mas que la pro: yeceién de una mano empuitada (igual a +/-10°) en el ‘cielo a manera de un clisimetro artesanal REVISTA HAUCAYPATA 10 Tnvestigaciones arqueologi s del Tahuantil Figura 1: Ciclo sinédico lunar (29.53 dias). Foto tomada de Ojo Cientifico.Com. Accesible en internet [http www. ojocientifico.com/2011/10, que la Luna crece en el cielo (fase llena, dia 15) ésta sale progresivamente mas temprano y grande, en direccién opuesta al ocaso solar. En la segunda mitad del ciclo o menguante, s6lo es visible a altas horas de la noche y primeras de la maiiana, finalizando el ciclo en pleno dia, hasta desaparecerporcompleto(Aveni2005:98-100). En lo que respecta a la forma de contar por la fase de la Luna, el Inca Garcilaso de la Vega ({1609] 1960) asegura que los incas tomaron en cuenta el tiempo que transcurria de una Luna nueva a otra Luna nueva, describiendo también una division en cuartos, posiblemente influenciado por el modelo occidental de las se- manas de siete dias: ‘Contaron los meses por lunas de una hina nueva a otra, y asi llaman al mes quilla, como la luna; dieron sus nombres a cada mes, contaron los medios meses por la cre- ciente y menguante de ella, contaron las se- manas por los cuartos, aunque no tuvieron nombre para los dias de la semana” (Gar- fases-de-la-luna]. [Consultada el 12-06-2012, 08:40 hrs.] cilaso de la Vega [1609, Lib. II, Cap. XXIII, pag. 74], en Ziolkowski y Sadowski 1992:66). En lo que refiere a la importancia agricola de la Luna, Pedro Ciezade Leénen “Cronica General del Pera” [1553-1554], entrega buenos antecedentes sobre como los incas miraban el Sol, la Luna y el uso de algunas “torrecillas pequeiias” para cono- cer la duracién del ano a las que lamaban guata: “Conociendo la buelta quel sol hazey las crecien- tes y menguantes de la luna, Contaron el aiio porello, al qual llaman guata y lo hazen de doze lunas (...) y usaron unas torrezillas pequenas, que oy estan muchas por los collados del Cuzco" (f1554] 1985: 78, en Bauer y Dearborn 1998: 43). En lo que respecta a los meses de agosto y sep- tiembre (figura 2), primero el Cronista Anénimo vincula la existencia de “cuatro pilares” con la cuenta de los meses lunares y la fecha de la siem- bra en algin momento del mes de agosto: “La luna del mes de Agosto Namauan —Tarpuy- quilla, Este mesno entendian en otra cosa mas de sembrar, (...)y este mes de Agosto entraua el Sol Ricardo Moyano u La Luna como objeto liminal en Ia concepcion del tiempo indicativo entre los incas por medio de las dos torrecillas, de las quatro que por los Yngas estaua senialado...” (Cronis- ta Anénimo [ea. 1570] 1906: 158, en Bauer y Dearborn 1998: 52). Y luego, Guaman Poma de Ayala se refiere a los festejos de la reina dentro del mes lunar de septiembre (Cituaquilla): “Dizese este mes Coya Raymi por la gran fiesta de la luna. Es coya y senora del sol; que quiere dezir coya, rreyna, raymi, gran fiesta y pascua, porque de todas las planetas y estrellas del cielo es rreyna, coya, la luna y seftora del sol [...] ¥ act fue fiesta y pascua de la luna y se huelgan muy mucho en este mes, lo mds las mugeres y las seoras coyas y capac uarmi [senora pode- rosa], fiustas [princesa], pallas [mujer noble, gallana] (a), aui [eampesina] y los capac omis [senoras aymaras], uayros [?] y otras pren- cipal mugeres deste rreyno. ¥ conbidan a los hombres” (Guam4n Poma de Ayala 1615: 253 [255] 1980). beansa- hayllinrni yneaw ron De acuerdo con Zuidema (1989), agosto y sep- tiembre tenian especial importancia desde el punto de vista calendarico para los ineas. Desde el Cuzco, entonces se realizaba la observacién del Sol en su puesta para los dias del anticenit (agosto 18 y abril 26), fechas que indican el mo- mento de la siembra y cosecha ritual, mareando- se por un conjunto de pilares en cerro Picchu (al poniente) observados desde el ushnu de plaza de Haukaypata. Segin el Cronista Anénimo ({ca 1570] 1906), estos pilares se distanciarian a 200 pasos (los exteriores) y a 50 pasos (los interio- res), marcando las fechas de: agosto 3, agosto 18 y septiembre 2 (Bauer y Dearborn 1998: 93)”. Otro ciclo lunar menos utilizado en el estudio de los calendarios corresponde al mes sideral (del latin sidus, estrella) con una duracién mo- derna de 27.3216 dias (Steele 2000: 9). Este co- rresponde al paso de la Luna por el mismo sector del cielo, por ejemplo si vemos a la Luna transitar por la constelacién de las Pléyades, estara en la Figura 2:. Meses de agosto y septiembre, Guaman Poma de Ayala (1615: 250 [252] y 252 [254] 1980) REVISTA HAUCAYPATA 2 Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo ORBITA LUNAR, ECLIPTICA ECUADOR ESFERA CELESTE Ciclo de Regresién de los Nodos Figura 3: Ciclo regresién de los nodos (18.61 aiios) en relacin al mes draconitico (27.21 dias) y al aito de eclipses (346.62 dias). misma posicién 27.3 dias después, pero en una fase y hora distinta. La fraccién obliga al observador a tener en cuenta el tercio de dia ° Ziolkowski y Lebeuf (1993), retoman la deserip- cién del Cronista Anénimo e intentan proponer un modelo de prediccién de eclipses a partir de la posi- cién de la Luna en el horizonte poniente del Cuzco. Para ello se fijan on dos aspectos centrales do la geo- metria de los pilares en Picchu: 1) Que la diferencia (8) entre los pilares de agosto 18 y septiembre 2, es igual a 5°10, distancia cereana a ia inclinacién de la 6rbita con respecto a la ecliptica. 2) Que la diferencia angular de los pilares exteriores (18°10" y 7°38’) sea igual a 10°32’, es decir, dos veces la misma distancia Como consecuencia, si se observa la oscilacién de la parada menor de la Luna cerea de este pilar, se pue- de deducir la variacién de la inclinacién lunar. Esto puede ocurrir para los dias cereanos a febrero 13 y octubre 30 (paso cenital del Sol), cuando la Luna cruza por los pilares centrales, donde la distancia es igual a 2°30’. Diferencia similar al promedio en- tre una puesta y otra de la Luna en esta parte de la ecliptica y al tamaiio aproximado de Ia sombra que la Tierra proyecta hacia la Luna en los eclipses. (8 horas) de diferencia, es decir, sila primera ob- servaci6n se realiza a media noche, la siguiente sera cercana a las 8 am, 27 dias y fraccién des- pués, resultado en extremo dificil de observar, pues el Sol ya ha salido y han dejado de ser visi- bles las estrellas. Una solucién fue seguramente manejar un ciclo mayor de tres meses siderales, igual a 82 dias (3 x 27.3 = 81.9), que permite ver ala Luna (ligeramente desfasada) en una misma constelacién y a la misma hora, a intervalos de tiempo sidéreo conocidos (Aveni 2005; 102). Zuidema (1980, 1982 y 2011) a partir del calen- dario lunar sideral, propone una aproximacién al sistema de ceques del Cuzco, Este autor, supone la existencia de un calendario de 328 dias (igual al ntimero aproximado de huacas), organizado en 12 meses sidéreos (12 x 27.3 = 327.6), pudien- do descomponerse en factores de 8 y 41, que co rresponden al ntimero promedio de la semana andina y al niimero de ceques del Cuzco, respec- tivamente. Este calendario, se complementaria con la cuenta solar gracias a la observacién del periodo de invisibilidad de las Pleyades, cerca- no a 37 dias, entre el 13 de mayo y el 9 de junio, Ricardo Moyano Ta Luna como objeto liminal en Ia concepeidn del tiempo indicativo entre Tos i TROPICOS LUNARES Hemisferio Sur Plano de la Ecliptica Hemisferio Norte (laniszewski 2010) Figura 4: Trépicos lunares (parada mayor y menor en relacién a la ecliptica). Ianiszewski (2010), Cee Ree eee U.tanisa Figura 5: Salida Luna Ilena supertropical. SSSD; Salida Sol Solsticio de Diciembre; SLES: Salida Luna Extrema Sur (Vita del Cerro, Norte de Chile, Ianiszewski 06 de julio 2006). o vinculado con la cosecha y almacenamiento del maiz en la altitud del Cuzco (Zuidema 1980, 1982 y 2011). Por desgracia, se desconocen fuentes escritas que refieran a este tipo de cal- endario, por cuanto queda propuesto a manera de hipotesis alterna a la cuenta sinddica de dias, con referente lunar. La Luna por efecto de la inclinacién de su ér- bita con respecto a la ecliptica, igual a 5°00, puede aleanzar puntos sobre el horizonte un poco mas al Norte y al Sur que el Sol durante los, solsticios. A ello, se suma un leve bamboleo con un periodo de 173.31 dias, que deriva en que la linea de interseccién de ambos plano o “linea de los nodos”, no este fija, sino que tiene un mo- vimiento de precesién cada 18.61 aiios (figura 3). Como consecuencia, dentro de un mes la Luna ejecuta un movimiento sobre el horizon- te, similar al del Sol durante el aiio, pero con la diferencia que sus extremos no seran fijos, sino que varian no sélo cada mes, sino también dentro del ciclo nodal. Como resultado la Luna no tendré dos, sino cuatro detenciones lunares, 0 “lunisticios” dentro de cada ciclo nodal. Las, declinaciones extremas seran igual al valor de la ecliptica 23°26’ + 5°09) al Norte y al Sur, es decir, +28°35' y -28°35' 0 lunisticios mayores (valor moderno) (figura 4). Donde la Luna lle na en el solsticio de invierno toma el lugar del Sol en el solsticio de verano y a la inversa. Los lunisticios menores ocurriran cuando la Luna alcance valores de - 5"09', al norte y al sur de la ecliptica, igual a+18°17’y -18°17, casi nueve aiios y medio mas tarde (valor moderno). La Luna estara una media de unos siete aiios en cada par de lunisticios y unos dos o tres via- jando entre ellos (Belmonte 1999: 268-269 y Aveni 2005: 104-105). Este fendmeno, pudo haber sido conocido con los incas en'la medida que éstos se iban desplazando cada ver mas al sur del trépico de Capricornio, alcanzando latitudes cercanas a los 28.5°S en la ubicacién de los ushnus de Vitia del Cerro o el Shincal de Quimivil, Norte de Chile y NW de Argentina, respectivamente. Hoy este fenémeno se conoce como una “Luna lena supertropical” y de acuerdo con Ianisze- wski (2010) y Moyano (2012), pudo haber de- terminado la posicién geografica de estos sitios incas en el Collasuyu (figura 5). La diferencia de 5°09! con respecto a la eclip- tica explica el fendmeno de los eclipses. Estos REVISTA HAUCAYPATA 4 Tnvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo se producen cuando existe una distancia an- gular de la Luna con respecto al nodo menor a 4.6° (eclipse total). El intervalo entre dos pases sucesivos de la Luna a través del mismo nodo se conoce como mes dracénico de 27.2122 dias (Steele 2000: 10). Entre dos y siete eclipses ocur- ren al afio, en conjuntos de uno a tres y separados por 173 dias. Como estos se sincronizan con los eclipses solares, ocurren en secuencias de uno solar, o solar, lunar y solar. Con respecto a este tipo de fendmenos, sélo con- tamos con la referencia de Felipe Guaman Poma de Ayala, quien sefala: “Meses y afios y domin- gos que contauan los Yngas en este rreyno, que los filésofos y astrélogos antigos contauan la semana dies dias y treynta dias un mes. Y anci, por ésta, se seguia y se seruia con ella y conocia por las estrellas lo que abia de pasar el ato, que bien sabia que el sol estaua en més alto grado que la luna y se ponia de encima de ella y se san- grentaua. ¥ aneé escuricia y creyyjan que abia de murir y escoricir y caer en tierra el clips de la Juna y anei hazian gritar a la gente y a los per- ros y tocauan tanbores y alborotarse la gente” (1615: 235 [237] 1980). Desde la perspectiva tedrica que intentamos de- sarrollar, este fenémeno pudiera ser reconocido como un momento indicativo, quizas “nico” en- tre los observadores del cielo en tiempos incas. No obstante, entrega pistas interesantes para hablar al menos de un sistema de observacién sistematica que tomaba en cuenta la posicién del Sol y la Luna en el cielo en determinadas épocas del aio, Comentarios finales La Luna, al igual que otros objetos del cielo, fue percibida de una manera social entre los incas. Para ellos simbolizaba a la Quilla o esposa del In- ti-Sol, por ende disfrutaba de un lugarimportante dentro del pantedn de deidades. Desde el punto de vista de la teoria social del tiempo, la Luna constituye un claro ejemplo del tiempo indicati- vo, pues destaca momentos o fases claros dentro de ciclos mayores, como el Saros y Meténico, en relacién al aio solar. Ahora bien, si adoptamos una posicién desde Ia teoria de los ritos de paso, la Luna ademas se explica a partir de los con- ceptos de separacién (fase menguante), margen (invisibilidad) y agregacién (fase creciente), in- cluyendo la division en 2, 3 6 4 fases claramente marcadas con una extensién total de 29.53 dias Ricardo Moyano 15 Ta Luna como objeto limi (mes sin6dico). Constatandose ademés, la exis- tencia de una relacién directa entre estos ciclos menores y los rituales agricolas, en particular para los meses de agosto y septiembre (en la latitud del Cuzco), que coincidian mas o menos con dos meses lunares después del solsticio de junio (invierno). Lo que marcaba ademas el ini~ cio de las actividades agricolas, con el anticenit (nadir) en fechas cercanas al 18 de agosto. En este contexto, la Luna constituye entonces parte de una matriz interpretativa o calendariea, que intentaba amortiguar la incertidumbre social y organizar con ello las actividades cotidianas relacionadas con la estabilidad productiva de los incas, En otras palabras, un sistema nemo- técnico asociado a la simbologia de sus fases, que incluso pudo ser Ilevado al fenémeno de los eclipses, como alegoria del nacimiento, plenitud y muerte de una astro utilizado bajo los parametros de un oraculo astronémico en tiempos del Inca. 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(Paul Ricoeur) Resumen En el siguiente trabajo se pretende ver como a través de las diferentes construcciones narrativas de la Capacocha, ésta ha tomado un lugar preponderante a la hora de hablar de legitimacién, ideologia, ritual y poder en el Imperio Inka. Para ello, utilizaremos a la hermenéutica como una herramienta para interpretar y reinterpretar, por un lado, las fuentes escritas de principios del siglo XVI y, por otro, las arqueolégicas, findamentalmente las publicadas a comienzos de este siglo. Para de esta manera ir construyendo esas narrativas en las cuales se halla inserto el concepto de Capacocha Palabras claves: Narrativa, hermenéutica, fuentes escritas y arqueolégicas, Capacocha Abstract In this paper, we attempt to understand how through the diverse narratives about the Capacocha, this ritual has taken a main place in the discussions about legitimation, ideology, ritual and power in the Inka Empire. We will use a hermeneutic approach as a tool to reinterpret, on one hand the written documents of the beginnings of the 16th century, and on the other, the archaeological evidence, mainly those published in this century, in order to construct the narrative in which the Capacocha concept is involved. Keywords: Narrative, hermeneutic, written and archaeological sources, Capacocha. Esas viejas nuevas narrativas En el siguiente trabajo se pretende ver como a través de las diferentes construcciones narra- tivas de la Capacocha, ésta ha tomado un lugar preponderante a la hora de hablar de legitima- cién, ideologia, ritual y poderen el Imperio Inka Comenzaremos este escrito explicando en pri- mer lugar a que nos referimos cuando habla- mos de esas viejas nuevas narrativas, debido a que es nuestra intencién utilizar y reutilizar las tempranas fuentes escritas del siglo XVI (Este- te (1924 [1535]); Xerez (2003 [1547]) y Ruiz de Arce 1964 [1543]; entre otros), como asi tam- bién realizar un anilisis de aquellos articulos arqueolégicos en los cuales se hace referencia a la Capacocha en el NOA (Noroeste Argentino), siempre desde una postura interpretativa y re- flexiva. Creemos que con esta nueva relectura de estas diferentes lineas de evidencia, quizas poda- mos aportar una nueva éptica para entender ala Capacocha como un todo y no como un fendme- no aislado y desarticulado, Utilizaremos enton- ces, a la hermenéutica, como una herramienta metodologica para reinterpretar las fuentes y la evidencia arqueolégica; teniendo en cuenta los obstaculos que pudieran surgir como producto de la complejidad de la distancia que separa al intérprete de los objetos analizados o de la propia complejidad del lenguaje de las fuentes escritas. Como bien mencionéramos anteriormente la hermenéutica es la ciencia y arte de la interpreta cin. Tiene como principal interés tratar de com- JACOB, Cristian y LEIBOWICZ, Ivan, 2012. Construyendo narrativas de la Capacocha. Revista Haucaypata, Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo. Nro. 4: 17-29. Lima. Cristian Jacob Ivan Leibowiez 18 ‘Construyendo narrativas de la Capacocha prender los textos, desarticularlos para ubicar- los y estudiarlos en sus respectivos contextos (Lopez 2005). No tiene una limitacién a los textos escritos, hablados 0 actuados puesto que puede constituirse en un método para com- prender todos y cada uno de los lenguajes del mundo ya sea cultural, arqueolégico, socio- espacial, visual. En este punto en especial nos interesa hacer hincapié en la critica planteada por Suarez (1987: 173-174) en la cual argumen- ta: “parece bastante claro que la fuente escri- ta, sea cual fuere su cardcter, es por lo general Ta més valiosa: lo que diga un escrito siempre seré més rico que lo que diga una piedra, una moneda o una fotografia. La historia se hace con textos, afirmé Fustel de Coulanges y esto sigue siendo asi a pesar de la desconfianza de algunos historiadores" Por otra parte, siguiendo a Ricoeur (2006: 38) creemos que: “en la medida en que la her- menéutica es interpretacién orientada al texto, y debido a que los textos son, entre otras cosas, instancias de lenguaje escrito, no es posible ninguna teoria dela interpretacién que no lle- gue a enfrentar el problema de la escritura’ Si entendemos que la escritura es la manifes- tacién integra del discurso, no debemos pasar por alto que una de las caracteristicas més im- portantes del discurso es a quién esta dirigido. Observamos que del otro lado de la cadena en- contramos otro interlocutor, digamos otro des- tinatario que esta recibiendo dicho discurso. La conjuncién entre el que habla y el que oye entonces es lo que constituye el lenguaje como comunicacién (Ricoeur 2006). Ahora bien, la lectura de cualquier escrito es un fenémeno social que obedece a ciertos pa- trones y que, por lo tanto, sufre de limitaciones especificas. Ricoeur (2006: 101) en este sen- tido observa que: “Explicar un texto es enton- ces primordialmente considerarlo como la ex- presién de ciertas necesidades socioculturales y como una respuesta a ciertas perplejidades bien ubicadas en tiempo y espacio Mas adelante, veremos cémo las fuentes es- critas del siglo XVI estaban dirigidas solamente a un determinado sector del publico y cuales eran las reglas inclusivas 0 exclusivas que es- taban jugando a la hora de adquirir alguno de estos escritos para su posterior lectura, Tam- bién observaremos como la arqueologia se ha apropiado de fuentes que son posteriores a las aqui mencionadas (Cieza de Leén 1985 [1553]; Betanzos 1968 [1557]; Arriaga 1920 [1621]; Cobo 1964 [165g]; ete), para generar y/o reafirmar hipétesis e interpretaciones, cayendo en oca- siones en afirmaciones redundantes 0 tautolégi cas. Ritual y poder en el Tahuantinsuyu Nuestra intencién es tratar de comprender, en este apartado, que lugar ocupaba el ritual de la Capacocha dentro del calendario ritualista inka- ico y su relacién directa con el poder. Para ello, nos detendremos a explicar brevemente desde nuestra perspectiva que entendemos por ritual, perfomance y poder. De acuerdo con Rappaport (1978), la aceptacién de los individuos participantes de la permanencia de unritual eso que da forma alo sagrado. De esta manera en el ritual, el transmisor - receptor (en este caso el individuo participante) se hace uno con el mensaje que transmite y recibe. Estamos convencidos que es imposible intentar cualquier interpretacién del ritual sin conocer primero los, aspectos relacionados, es decir, sin explorar los contextos (histéricos, espaciales, situacionales) dentro los cuales se representa el ritual. Si bien la performance de un ritual no siempre implica creer, si implica una aceptacién. Siguiendo los planteamientos de Boholm (1996), ereemos que los rituales sirven para ar- ticular significados simbélicos por medio de los actos expresivos que tienen lugar en un esce- nario litargico arreglado de manera formalizada y estandarizada, dichos rituales portan mensajes codificados que se suelen expresarse a través de la actuacién. Aunque también concordamos con Ja autora en que la mayoria de los rituales refle- jan de cierta manera las estructuras del poder de una sociedad y por eso tienen de por si un com- ponente politico (Boholm 1996). Sin embargo, los rituales, comunican mensajes que no se suel- en discutir explicitamente en la vida cotidiana de una sociedad (Schroedl 2008). El ritual como una préctica puede contar con la participacién de un individuo, de un con- junto familiar o una comunidad entera. Dichos rituales pueden incluir actos que ocurren habitu- almente relacionados a los ciclos de la vida de los individuos u episodios que se realizan de vez. en cuando, como pueden ser ceremonias o rituales relacionados con las fases calendaricas del Impe- rio o la adoracién a wakas, En estos rituales se REVISTA HAUCAYPATA Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo Se COLOMBIA ) & a ZB « ECUADOR \_ SY’ \y fe * OCEANO ee PACIFICO K PERG ae BRASIL REFERENCIAS Camino Inka Capacocha Adoratorio de Altura > pp Concentracién de Capacochas en Arequipa Figura 1, Adoratorios de altura en el Tawantinsuyu. Extraido de Vitry 2008. Cristian Jacob @ Ivan Leibowicz 20 Construyendo narrativas de la Capacocha pueden observar también formas performa- tivas como pueden ser la danza, el juego, el teatro, entre otros (Tiwari 2010). La perfo- mance puede comunicar narraciones, his- torias, mitos, bromas o el mismisimo con- tenido religioso que se quiera difundir. El cuerpo es un elemento esencial dentro del ritual, dado que el mismo se convierte en un medio para localizar a los rituales dentro de un espacio. El cuerpo que participa en el ritual marca el interior y los espacios_exteriores. dentro de las construcciones arquitecténicas, como asi también los espacios dentro de la for- ma construida y los que son externos a ella. Es por ello que un espacio definido por las estruc- turas arquitectOnicas se define por la naturale za de la estructura y las actividades de la que se producen en ese espacio. En segundo lugar, el espacio personal refleja las imagenes mentales y también pueden contener imagenes miticas y césmicas y por tiltimo se puede colocar el cuer- po en relacién con el cosmos en ese espacio ar- quitecténico (Tiwari 2010). Podemos observar entonces, que el Imperio Inka se relaciona con los aspectos sagrados y religiosos de la vida andina. Los poderes sagra- dos de la topografia en el pasado se incorporan en la construccién de los monumentos, hacien- do visible este poder ancestral del paisaje y ala vex proveyendo potencialidad simbélica para el control ritual de éste (Tilley 1996). Es asi, que el Tawantinsuyu valida su domi- nacién a través de la aceptacién y performance de mitos y ceremonias cominmente entendi dos (Farrington 1992). Se apropia de espacios, mitos y leyendas, transformandose en el nexo entre las sociedades dominadas y los dioses. Se introduce en la historia de los conquistados, situandose en un lugar sagrado o divino. El nuevo orden se hace manifiesto y se reproduce en las ceremonias donde los Inkas aparecen relacionados con las fuerzas sobrenaturales (Hyslop 1990; Farrington 1992; Bauer 1998; entre otros). Ahora bien, por otro lado nosotros enten- demos a las relaciones de poder como un elemento integral y recurrente de todos los aspectos que conforman la vida social de una comunidad (Miller y Tilley 1984), como la po- sibilidad de uno o més actores de ejercer su voluntad (Paynter y Me Guire 1991) Tilley (1996: 26), refiriéndose a este tipo de relaciones comenta: “The relationship of indi- viduals and groups to locales and landscape also has important perspectival effects. The ex- perience of these places is unlikely to be equally shared and experienced by all, and the under- standing and use of them can be controlled and exploited in systems of domination’. De esta manera la capacidad u habilidad de controlar el acceso y manipular la configuracién particular de la accién es una caracteristica pri- mordial del funcionamiento del poder como una forma de dominacién (Tilley 1996). De acuerdo con Foucault (1981), creemos que lo que hace que el poder se mantenga, que sea con- sentido, es simplemente que no pesa solamente como algo negativo, sino que también produce cosas, forma saberes, genera discursos; hay que considerarlo como una red productiva que pasa a través de todo el cuerpo social en lugar de como ‘una instancia negativa que tiene por funcién tni- camente la de reprimir. Sin embargo, y mas alla de la tematica expuesta en este trabajo, debemos aclarar que no desconocemos que, como corre- lato para todas estas estrategias de dominacién, existen, por parte de aquellos que sufren estos procesos, acciones que intentaran resistirlas 0 contrarrestarlas. Y que existen quiebres en la his- toria donde personas 0 grupos perciben las in- justicias del sistema e intentan cambiarlo. Estas ‘son las acciones que Michel De Certeau (1984) llama tacticas, una forma de resistencia cotidi- ana que se contrapone a las estrategias que sur- gen desde los distintos poderes. Estas tacticas se ven representadas en los modos en los cuales los dominados adaptan los espacios de dominacién y buscan crear dentro de estos, espacios para si mismos, aunque estos solo sean temporarios (De Certeau 1984), Destapando el velo: crénicas tempranas y construecién de una narrativa legitimado- ra En esta parte del trabajo nos enfocaremos y rastrearemos las menciones que se realizan de la Capacocha y otros rituales o sacrificios en las cr6nicas llamadas tempranas; puesto que dichas fuentes fueron las que moldearon la imagen de Jo que mas tarde se conoceria como Imperio de Jos Inkas. En primer lugar utilizaremos la crénica de Fran- cisco de Xerez titulada “Conquista del Peri” im- presa por primera vez en 1547. o Xerez (2003 [1547]: 18) refiriéndose a los sacrificios argumenta: “Tienen otras sucie- dades de sacrificios y mezquitas, a las cuales tiene en veneracién. Todo lo mejor de sus haciendas ofrezcan a ellas. Sacrifican cada mes a sus propias naturales e hijos, y con la sangre dellos, untan las caras a los idolos y las puertas a las mezquitas. Y los mesmos de quien hacen sacrificio se dan de voluntad ala muerte, riendo y bailando y cantando; y ellos la piden después que estén hartos de beber, antes que les corten las cabezas, también sac- rifican ovejas...” Si bien el cronista no nombra expresamente a la Capacocha en su relato, igual podemos vi sualizar en su escritura que habla de sacrificios humanos y animales. Es importante en este punto tener en cuenta para quien o quienes escribia el autor esta crénica. Creemos al igual que Someda (1999) que Xerez, en su discur- so, lo que hace es reforzar el pensamiento de una guerra sagrada vigente en este momento histérico en particular cuando se refiere a que los inkas realizaban sacrificios humanos, Con lo cual podemos afirmar, sin temor a equivo- carnos, que la percepeién de la realidad que tenia el autor estaba tefiida de preconceptos. En cambio, Miguel de Estete (1924 [1535]) en su crénica Noticias del Pera tiene una visién mas “objetiva” sobre los sacrificios llegando a comentar que: “...todos tienen una manera de creencia y ritos y ceremonia y adoran al sol; sacrifican animales y no hombres...” Una visién interesante es la que aporta Juan Ruiz de Arce (1964 [1543]: 88): “Solian en tiempo antiguo hacer sacrificios de per~ sonas; vieniendo conqnistando aquella tierra Guuainacaba [Huayna Capac], después que los conquisté, los mando que no sacrificasen mas personas, que si quisiesen sacrificar a sus ido- los, que sacrificasen ovejas, y asi las sacrifica- ban” En la narrativa de este cronista que formé parte efectiva en la conquista del Pera no vi- sualizamos que su discurso este tenido por los preconceptos esbozados en otros autores de los que hemos tratado como dominador/domi- nado, superior/inferior o hereje/fieles. En ei caso de Vileas Huaman (Ayacucho), en la relacién de Chincha de 1558 (Castro y Ortega Morején 1974), encontramos la siguiente men- cién sobre el tema de sacrificios: “Los sacri- REVISTA HAUCAYPATA 21 Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo {ficios que los Incas haciam en esta provincia eran ‘en esta manera: el Inga ofrecia dos criaturas muy limpias y escogidas; y estas se las traian muy compuestas y aderezadas a su usanza, con lindos vestidos y ofrecianlas, como dicho es, y matdbanlas degollandolas" Este es el primer extracto que tenemos de este siglo en el cual el cronista esta narrando de forma explicita lo cruento y violento de estos sacrificios como asi también la posible funcién de los mis- mos al decir: “... y ofrecian estas cosas pidiendo la salud y buena andanza para el Inga’ Esimportante, en virtud de lo mencionado ante- riormente, destacar que estas fuentes, en la época de su escritura, no eran elementos de circulacién masiva, Mas alla del registro primigenio, fueren cuales fueren las causas ligadas a su obtencién, el producto posteriormente editado 0 publicado en Europa sélo era accesible, por aquellos que su- pieran leer. Este dato no es menor, dado que en aquellos tiempos el analfabetismo era la regla an- tes que la excepcién, siendo un material escrito para, y difundido en, los circulos mas elevados de la sociedad espaiiola y por sobre toda las cosas al interior de la Iglesia Catdlica ‘A modo de cierre podemos aseverar que los cronistas escribieron en muchas ocasiones so- bre los incas extrapolando ideas europeas al ém- bito andino, fabricando de esta manera con su narrativa, imagenes de la sociedad andina que no se correspondian a la realidad. Como explica Stoll (2010: 1274): “Sobre todo en la fase inicial, los protagonistas mismos dieron testimonio del avance de sus expediciones y legitimaron sus decisiones ante la Corona. Mu- chos de ellos se dieron cuenta de que vivian ex- periencias timicas que querian documentar para la posterioridad, pero evidentemente su objetivo consistia también en resaltar los propios méritos y lograr reconocimiento por parte de la Corona. Asimismo, la Corona exigié, desde el principio, relatos precisos para controlar, en la medida de lo posible, las acciones en el nuevo continente y ajustarlas a la politica de expansién.” Mis alla de las fuentes, otras voces Pierre Duviols (1976) describe a la Capacocha usando la metafora convincente del sistema cir- culatorio del cuerpo humano, en el sentido de entender a la Capacocha como un sistema cireu- latorio que aseguraba el intereambio existencial entre las provincias y la capital de Cuzco. Este Cristian Jacob @ Ivan Leibowicz w 8 Construyendo narrativas de la Capacocha ritual integraba las distintas partes del Impe- rio, ya que los nifios eran conducidos desde la capital imperial hacia los distintos adorato- rios y podia ser visto incluso como una légica extensin del sistema de Ceques del Cuzco (Bauer 1998). Por otra parte, Schroedl (2008) entiende a la Capacocha como uno de los ritu- ales mas importantes de los inkas, en el cual participaban los sitbditos de las cuatro partes del imperio para dar ofrendas a las wakas del imperio. A continuacién ejemplificaremos con casos ar- queolégicos el fendmeno de la Capacocha y la forma en que fue tratado en Argentina. Tenien- do en cuenta que como destaca Vitry (2008) en la cordillera de los Andes se registraron mas de 190 montahas con restos arqueolégicos, de las cuales el 96% se localizan al Sur del Cuzco. Este autor remarca la existencia de tres concentra ciones de montafias con ofrendas humanas, la mayor en la zona de Arequipa, Pera, otra en el NOA, y una tercera en la zona mas austral del Tawantinsuyu, entre Chile y Argentina (Vitry 2008) (figura 1). En relacion a una de las ceremonias realizadas en esta iiltima zona, Gentile (1996) cree que las razones por la cual los inkas ofrecieron una Ca pacocha en el cerro Aconcagua fueron porque éste era un nevado desde cuya cumbre se veia el mary estaba formado por rocas rojas, uno de los colores relacionados con el Sol y su culto. La autora destaca que el interés inkaico en la zona dejé también huellas en el valle y el rio que sirven de ruta desde el Océano Pacifico a la cumbre, puesto que alli se encuentran topé- nimos relacionados con la Capacocha (Gentile 1996). Otro tépico importante es que el nino ofrendado fue colocado en el sector donde el manto de voleanitas andesiticas mira al Oeste y donde hubo, por lo menos, seis minas de cobre, ademas de la concordancia con la forma de los centros ceremoniales (montaiia con espejo de agua al pie), es decir, el Cerro Piramide (5300 msnm) y una pequefia laguna o cocha asociada (Gentile 1996). En cuanto a los trabajos de Costanza Ceruti, quien tal vez haya documentado mas sitios en las alturas andinas, consideramos que, en lineas generales, y mas alla de sus trabajos arqueolégicos, dicha investigadora realiza la mayoria de sus interpretaciones basandose en las fuentes clasicas de fines del siglo XVI (Cie- za de Leén 1985 [1553]; Betanzos 1968 [1557]; Arriaga 1920 [1621]; Cobo 1964 [1653]; entre otros), tornando asi su narrativa interpretativa quizs un tanto idealizada a la hora de expresar la visién de como se desarrollaban las ceremo- nias y como actuaban las distintas fracciones participantes. Por ejemplo, al analizar la procedencia de uno de los cuerpos momificados hallados en el Vol- An Llullaillaco, conocido como la Nifta del Rayo argumenta: “Cabe también la alternativa de que la pequena fuese hija de jefes locales y que su participacién en la capacocha fuese concebida como estrategia politica para aleanzar favores de parte del Inca” (Ceruti 2003: 271). Esta afirmacién forma parte de una construc cién donde siempre esta sobrevolando la idea de que los nifos ofrecidos para un ritual son entregados con gusto por parte de las familias y poblaciones conquistadas. Que las mismas se encuentran deseosas de formar parte del Impe- rio Inka y toda la parafernalia que significaria la pertenencia al mismo. Siguiendo con nuestro ejercicio hermenéutico notamos que la conjun- cidn de las fuentes histéricas y la evidencia ar- queolégica la llevan a concluir que: “En el caso de laninia pequena del Llullaillaco, su ajuar de alta calidad sugiere que pudo haber sido la hija de un jefe local entregada al sacrificio como parte de una estrategia de alianza con el poder impe- rial del Inca” (Ceruti 2003: 272). Observamos por lo tanto, en este caso y en el que ofrecemos a continuacién, donde se refiere al origen de otro de los cuerpos conocido como la Doncella, que las fuentes histéricas son tanto utilizadas como inspiracién y disparadoras de hipétesis y como elementos de validacién de las mismas, siendo utilizadas de un modo que podria tomarse como tautolégico: “Es muy probable que la participacién de la joven doncella en la capa- cocha del Llullaillaco estuviese precedida por su incorporacién al sistema de acllas. Al estimarse su edad de muerte alrededor de 15 aitos, se con- firma lo enunciado en las fuentes etnohistéricas acerca de la edad en que las acllas eran escogi- das y enviadas al sacrificio" (Ceruti 2003: 271). Otro tipo de trabajos son los llevados adelan- te por Mignone (2009; 2010) donde a partir del andlisis de distintas figurillas de camélidos halladas junto a los cuerpos humanos en el Llullaillaco, intenta destacar la participacién de grupos no inkaicos en el desarrollo de este cere- o monial. De este modo, plantea que: “los estu- dios sobre este ritual identifican actores socia~ les principalmente cusquetios, haciendo pre- valecer la voluntad del Inka y sus fumcionarios en cuanto al tipo de ofrendas y su destino. En general, los grupos étnicos en cuyos territo- jos estas ofrendas se realizaron solo son men- cionados escuetamente (Reinhard 1993-94 y 2005; Reinhard y Ceruti 2000; Schobinger y Certtti 2001; Ceruti 2003 y 2005, entre otros)" (Mignone 2010: 43). Debemos destacar que, de algiin modo, com- partimos esta postura; ya en anteriores traba~ jos, hemos intentado entender estos rituales como parte de un proceso mas amplio de domi nacién, en el cual observamos como los inkas se impusieron de distintas maneras sobre las sociedades locales. Asi, por ejemplo, en el Va~ lle Calchaqui Norte, Salta, Argentina: “Ia cons- truccién de sitios en las alturas es parte del mismo proceso de conquista a nivel regional que ineluye a centros imperiales como Potrero de Payogasta, Cortaderas 0 La Paya/Guitian” (Jacob y Leibowiez 2011: 86). Si bien en trabajos anteriores hemos docu- mentado en los Nevados de Cachi, en Salta- Argentina, la existencia de sitios con arquitec- tura local a 4800 msnm, asociados con sitios ceremoniales Inka (Jacob y Leibowicz 2011), esta relacién directa y la profusién de eviden- cia Inka en la zona (incluyendo una plataforma ceremonial a mas de 6000 msnm) nos hace du- dar sobre la existencia preinkaica de estas cons- trucciones. Esto nos llevé a pensar que la cons- truccién de los sitios en las alturas, la logistica de los mismos, debié ser llevada adelante por las poblaciones calchaquies sometidas, las que también debieron participar de algin modo en el ritual. Consideramos que estas ceremonias son realizadas en tiempos inkaicos, a partir de conceptos que si bien pueden ser panandinos y preinkaicos alcanzan una nueva magnitud durante el Imperio inkaico. Son practicas que antes no se desarrollaban y que obtienen su significado en esta nueva época. Creemos que estos rituales, si forman parte de una estrategia de dominacién y una parte fundamental de los mismos es la participacién, presencial, viven- ial, o al menos el tener conocimiento, de los pueblos dominados. Por ello, si bien la participacién local existe, y es parte de un entramado mas complejo de re- REVISTA HAUCAYPATA 23 Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo laciones que incluye a los diferentes asentamien- tos inkas en la regién, esto no significa que ha- yan sido actores principales en la misma, ni que haya primado de algin modo su voluntad. Pero hay que tener en cuenta algo, adoptar esta vision no convierte a un investigador en un promotor de posturas imperialistas, ni significa obviar la importancia de los pueblos sometidos por los inkas en la construccién de su imperio. El he- cho de hablar de la ideologia dominante, de los miltiples medios que el Imperio tuvo para do- minar o manifestarse, no conlleva la adhesion a esas practicas, ni nos convierte en imperialistas, ni en arquedlogos que tras su fascinacién con el Tawantinsuyu deciden ignorar la participacién de las poblaciones locales. A la vez que no con- vierte, a quien intenta realizar una “reinterpreta- cidn mds social y localista’ (Mignone 2010: 48), en alguien que intenta quitar un velo y dar a la luz la voz de los oprimidos. Por ejemplo, Mignone (2009) interpreta la pre- sencia de pequenas figurinas de camélidos, ela- boradas en Spondylus sp., oro y plata, junto al nino hallado en el Llullaillaco, como parte de “un reflejo de la preocupacién pastoril por la viabili- dad del rebano y de las caravanas que surcaron la zona” en un contexto que propone una “mayor inclusién de las comunidades campesinas en la interpretacién de los rituales en montana duran- te la presencia inkaica, reconociendo la posibili- dad de que la férula estatal fuera tan laxa o ajena a las realidades de la vida en la Puna (especial- mente en la cima de las montaiias)" (Mignone 2009: 66). Esto conlleva varios inconvenientes, en primer lugar, entender que existe una férrea oposicién entre las practicas estatales ylas domésticas de los pueblos andinos es obviar la importancia de este recurso (las Hamas) para el estado y las multiples manifestaciones en diversos soportes del mismo (ceramica, arte rupestre, petroglifos, metal, etc.) Asimismo la estandarizacion de este tipo de figu- ras, su confeccién en materiales como el Spon- dylus sp., y su presencia en distintos rituales (no solo Capacochas) de clara filiacién inkaica en di- ferentes lugares del Imperio, parecieran indicar, antes que una impronta local, la reproduccién de practicas promovidas estatalmente Aesto debemos sumar que la presencia de ma- teriales que remiten a actividades domesticas es una constante en el mundo andino, por ejemplo, materiales como aribaloides, platos pato, instru- Cristian eee el Figurinas de llamas en el Tawantinsuyu RU ROUr ta lie Figura 2, Figurinas de cam élidos provenientes de: A: A npato, Arequipa (Johan Reinhard) https://plus.google. com/photos/102424958205286539086/albums?banner=pwa. B: Lago, Cuzco (Guillén s/f{eu linea]). C: Copia- 6, Chile (Johan Re D: Llullaillaco, Salta-Argentina (Mignone 1985). F: albu hard) https://plus. google.com/photos/102424958205286539086/albums?banner=pwa 109). E: Aco! El Plomo-Chile (Johan Reinhard) https://plus.google.com/photos/10: banner=pwa, Todas las paginas a exepcidn de la imagen B, fueron consultadas el 12 de junio de a (Schobinger et al 4958205286539086, cagua, Mendoza-Argent 20:15 hrs. mentos pa produccién textil, forman parte del ajuar de tumbas representativas de contextos muy diferentes, como las halladas en las faldas del Cerro Ampato (Arequipa, Perit), el mismo Llullaillaco 0 en sitios ha bitacionales de la Quebrada de Hum: ca como La Huerta (Leibowicz et al. 2011) Un claro ejemplo de esta situacidn, entre dece- nas a lo largo de los Andes, es la que se puede observar en la capacocha del Cerro Aconcagua, donde Schobinger y colaboradores (1984-1985) describen una serie de seis estatuillas, tres antro- o pomorfas y tres que representan camélidos, asociados al cuerpo de un nifto. Dichas figuras se encuentran confeccionadas en los mismos materiales que aquellas que Mignone (2009) analiza para el Llullaillaco, es decir, oro, plata y Spondylus sp. (figura 2). Nos preguntamos entonces ési la presencia de estas representa ciones de lamas, formando parte del ajuar de un nifio sacrificado en la porcién austral del Tawantinsuyu, corresponde ala misma légica de “inclusién de las comunidades campesinas”, si es parte del mismo fenémeno propuesto para el Llullaillaco? De ser asi, éno estariamos homogeneizando a las diversas y miltiples sociedades conquista- das por los inkas? Consideramos a su vez que para la realizacién de este tipo de rituales, y mucho se ha escri- to y discutido sobre la dominacidn ideolégica (sensu Godelier 1980), no es estrictamente necesaria “una férrea presencia militar, una completa falta de libertad comunitaria, una reeducacién generalizada hacia el Estado y, sobre todo, una evidencia arqueolégica que refleje de forma abrumadora la presencia es- tatal en una densidad de rasgos inkaicos en los sitios bajos 0 de montaiia mayor que lo encon- trado hasta ahora’ (Mignone 2009: 66). Igual- mente cabe preguntarse cuél seria la presencia de sitios inkaicos que podria ser considerada abrumadora para desarrollar tal estrategia de dominacién y control, mas teniendo en cuen- ta que, de acuerdo a Mignone (2010), una de las caracteristicas de los centros de peregrinaje como el Llullaillaco es “su ubicacién alejada de centros poblados y, en muchos casos, en regio- nes fisicamente demandantes" (2010: 47). Porello, el énfasis en observar lo local de modo tan preponderante solo responde a contrapo- nerse a las posiciones antes citadas que igno- ran por completo la posible interaccién entre aquellos que ofician la Capacocha y las pobla~ ciones hacia quienes esta accidn est dirigida dentro de un contexto mas amplio como es la conquista Inka de una regién. Que entienden que todos aquellos que participaron en estas ceremonias, incluso los nifios ofrendados, pro- vienen del Cuzco, sin tener en cuenta el contac to con las poblaciones locales. Enesta direcci6n, es interesante teneren cuen- ta el trabajo de Bray y colaboradores (2005), quienes muestran a través del estudio de las REVISTA HAUCAYPATA 25 Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo pastas de algunos de los objetos ceramicos de- positados en varias Capacochas, que a diferencia de lo que se cree al observarlas exteriormente y analizarlas de acuerdo a su morfologia y deco- racién, no todos los especimenes fueron manu- facturados en Cuzco, sino que varios tienen ori- genes diversos. Aparecen dentro de la muestra analizada, que incluye distintos tipos de vasijas, materiales posiblemente provenientes de Cuzco, de la Isla del Sol (Bolivia) y de la cereana Catarpe (Chile). Por ejemplo un plato de la tumba 1 (el Nino) del Llullaillaco, identificado como de esti- lo Inka cusqueiio, de acuerdo a su arcilla habria sido confeccionado en la zona del Lago Titicaca (isla del Sol). Esto nos sirve para observar como ciertas ideas preconcebidas se imponen, se asumen y se re- producen, mas all de que exista evidencia pre- via en otra direccién. En relacién a esto podemos mencionar el trabajo de Paez y Giovanetti (2008: 175) donde al analizar los platos con apéndices ‘ornitomorfos del NOA y compararlos con sus pares peruanos asumen que: “el conjunto de 10 platos recuperados en el voleén Llullaillaco; el contexto donde fueron hallados (ceremonia es- tatal inkaica de Capac Cocha) ha revelado que tanto los nifios como el ajuar que los acompana- ba procedian del Cuzco (Reinhard 2005). Esta documentacién fue apoyada por nuestros and- lisis, confirmando una gran similitud con las morfologias peruanas y fuertes diferencias con las que encontramos para el NOA". Por su parte, Vitry, quien ha trabajado profusa- mente este tema y el de la vialidad inkaica, anali- za la ocupacién inkaica del NOA en general, y la ceremonia de la Capacocha en particular, desde las tradicionales visiones sobre el Imperio Inka (d'Altroy 1987, Murra 1975; Raffino 1981; etc.) a las cuales les adiciona una perspectiva prove- niente del andlisis de los paisajes culturales. En sus palabras: “Los seres humanos nos encarga- mos de construir paisajes. Le otorgamos vida, contenido y significado a las manifestaciones de la naturaleza, creando un universo simbélico en cada rincon que habitamos......Esto implica que las espacialidades estin impregnadas de sig- nificados culturales y sociales, que se expresan mediante la cultura material, desde lo arquitec- ténico paisajistico, hasta en objetos mobiliarios de pequetias dimensiones.” (Vitry 2008: 47-48). A partir de lo cual la Capacocha es analizada: “Las grandes distancias recorridas, las horas Cristian Jacob @ Ivan Leibowicz Construyendo narrativas de la Capacocha de trabajo invertidas construyendo recintos pircados en condiciones extremas propias de la alta montaiia, las ofrendas humanas de nifios y sus ajuares suntuosos, entre muchos otros elementos, dan cuenta de la organiza- cién del espacio a través de la significacin religiosa, donde los inkas adaptaron y cons- truyeron socialmente nuevos paisajes acorde ala cosmovisién que se estaba imponiendo en los territorios conquistados” (Vitry 2008: 53). Acordamos con Vitry (2008), y en relacién ala diversidad de las manifestaciones inkaicas y la impronta local en este tipo de expresiones que intenta observar Mignone (2009, 2010), que: “Si analizamos comparativamente el patron arquitecténico de los sitios arqueolégicos de estas montanas podemos advertir que los ele- mentos no son suficientes como para estable- cer una similitud 0 regularidad constructiva entre todos ellos, pese a tratarse de un mismo contexto politico religioso y de contener ofren- das similares, tanto humanas como artefac- tuales” (Vitry 2008: 56) Donde no obstante: ‘Si tratamos de establecer algtin elemento en comtin entre estos adorato- rios de altura, lo hallaremos en el andlisis de las geoformas, donde la organizacién y distri- bucién espacial de las estructuras en relacién con el relieve y las cumbres de las montanas, conforman un paisaje similar en todos los ca~ sos.” (Vitry 2008: 56). Esto no es extraiio alo largo del Tawantinsuyu donde otros elementos como las formas arqui- tecténicas o ceramicas adoptan variadas repre- sentaciones de acuerdo ala zona. Uribe (2004) ejemplifica este punto para el Norte Grande de Chile donde: “esas materialidades no son siempre idénticas con el Cuzco, sino més bien parecidas y diferentes al mismo tiempo. Asi, en la arquitectura como ta cerémica se repli caron las formas més que su perfeccién o las decoraciones, a pesar de ser mensajes mas di- rectos y particulares de la presencia estatal.” (Uribe 2004: 322) ‘A modo de cierre de este apartado es impor- tante tener en cuenta que en la mayoria de los articulos arqueolégicos analizados se utilizan, como fuente historica principal, los escritos de Betanzos y Cobo. No debemos olvidar que estas fuentes quizas tienen otra intencionalidad po- litica, tal vez mareada en la forma discursiva de narrar los hechos acontecidos. En este sentido coincidimos con Trebitsch, cuando al hablar de acontecimientos argumenta: “[...] entre el tiem- po césmico y el tiempo intimo de la experiencia se desprende un “tercer tiempo”, el tiempo na- rrado por el historiador, el vinico que funda- menta el acontecer histérico [...] la distincién entre memoria e Historia se esfuma o mas bien se desplaza: es la narracién, la de los testigos 0 los historiadores, la que pone en orden el sentido del acontecimiento” (Trebitsch, 1998: 32-33). Conclusiones Hemos intentado, a través de estas lineas, co- menzar a entender como fue tratada la ceremo- nia inkaica de la Capacocha a lo largo del tiempo. Focalizandonos, en esta primera aproximacion, en los relatos que se encuentran en los dos extre- mos temporales. Primero, aquellas crénicas pri- migenias, algunas de ellas escritas por los prime- ros espaioles que pisaron el Pera en la primera mitad del siglo XVI, que ya describian y daban noticias sobre este ritual desde diferentes pers- pectivas. Desde el mero relato de las costumbres ¥ usos de un pueblo desconocido, a la validacion de una guerra de conquista ante un enemigo que realizaba brutales sacrificios. En segunda instan- cia los trabajos arqueolégicos en general, y aque- los de alta montaia en el NOA en particular. Alli discutimos el uso de fuentes de fines del siglo ‘XVI 0 comienzos del XVII como referencia om- nipresente a la hora tanto de plantear hipétesis y expectativas arqueolégicas, como al momento de construir y/o validar interpretaciones. Haciendo hincapié en las dificultades que esto conlleva y el riesgo de caer en un espiral tautolégico. Asimis- mo, discutimos la implicancia politica e ideol6gi- ca de determinadas posturas, y como las mismas, antes que formar parte de una discusién mas am- plia que exceda el ambito arqueolégico, se redu- cen a adoptar determinadas posturas dentro de la academia Consideramos, y nosotros en esta ocasién he- mos caido una vez mas en la trampa, que la Ca- pacocha, tal vez por la espectacularidad que ro- dea su hallazgo, por Ia fascinacién que causan los cuerpos momificados, ha sido observada por el discurso arqueolégico predominante como el maximo ritual Inka. Sin embargo contamos con miltiples referencias de distintos tipos de ritua- les, tanto en Cuzco como en las provincias que dada la frecuencia de su realizacién como la po- sibilidad de ser efectuados ante un piblico su- o perior, debieron tener una mayor incidencia en la produceién y reproduccién de la dominacién inkaica. Por ello, y volviendo a la zona donde hemos desarrollado nuestros trabajos, el Va-~ lle Calchaqui Norte (Salta, Argentina), hemos entendido a la Capacocha como un ritual de importancia pero que se encuentra formando parte de un entramado ceremonial mas am- plio. Por ejemplo, a partir del hallazgo de un petroglifo-quipu y trabajos arqueoastronémi- cos hemos relacionado al sitio El Apunao (que cuenta con un ushnu a 4800 msnm) con ritua- les relacionados al agua y propiciatorios de ac- tividades agricolas, y no solo como una parada previa a la cima dei Cerro Meléndez donde se halla una plataforma ceremonial a 6150 msnm (acob et al. 2011) Asimismo, como intentamos observar la pro- fundidad temporal en la construccién de na- rrativas, no debemos olvidar, que a diferencia de lo que muchas veces se asume, los rituales, las politicas y demas expresiones del Imperio. Inka, variaron a lo largo del tiempo. Muchas veces se cae en el error de pensar que la po- litica inkaica, sus rituales fueron mantenidos por mas de 100 aiios. Sin embargo las mismas crénicas histéricas han remarcado los cambios producidos bajo cada gobernante. Por ejem- plo, Niles (1992) aborda desde el estudio de las fuentes y de la evidencia arquitecténica en Cuzco y sus alrededores, los cambios ocurridos anivel arquitectonico, diferenciado estilos per- tenecientes a cada gobernante Inka e incluso al interior del grupo dominante, entre las mismas panacas. Por ello estamos convencidos que el ceremo- nial en general y la Capacocha en particular pudo tener variaciones a lo largo del tiempo, y que tal ver este ritual solo respondié a una determinada época y problematica del Tawan- tinsuyu. Creemos que la arqueologia nos puede brindar respuestas, que contamos con las he- rramientas para dilucidar esta problematica, para preguntarnos cuando y porque sucedie- ron determinados eventos y a que situaciones politicas y sociales respondieron los mismo. En virtud de lo antes planteado, creemos que una fuente, el texto como un todo, puede ser comparada con un objeto cualquiera, el cual puede ser visto desde distintos lados, angulos, perspectivas, pero nunca desde todos los lados alavezy al mismo tiempo; y que si bien los tex- REVISTA HAUCAYPATA 27 Tnvestigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo tos escritos van dirigidos a un lector desconoci- do, cabe resaltar la obviedad que el mismo puede ser potencialmente leido por todo aquel que sepa leer. Por ello, planteamos que la interpretacion es un caso particular de comprensién puesto que es Ia comprensién aplicada a las expresiones es- critas de la vida A modo de cierre debemos decir que si bien las fuentes escritas o los articulos arqueolégicos re- feridos a la Capacocha han escapado de sus au- tores y de sus situaciones particulares, como asi también han escapado de sus destinatarios ori- ginales, no debemos olvidarnos que al igual que nosotros de aqui en adelante puede haber una in- finita cantidad de posibles lectores cada uno con una posible interpretacién. En definitiva cree- mos, como argument6 Ricoeur (2006), que entre vivir y narrar existe siempre una separacién, por pequeiia que sea. La vida se vive, la historia se cuenta, Agradecimientos Queremos agradecer en primer lugar a Félix Acuto, también a aquellos que leyeron alguna ver- sién anterior del manuscrito: Sofia Chacaltana, Andrea Gonziles Lombardi y Ricardo Moyano. Bibliografia ARRIAGA, Jose de, 1920 [1621]. 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Palabras Claves: Tiana, periodo, Inca, Colonia. Abstract This article looks through the etymology and different sources archaeological and ethnohistorical- where the tiana is documented, a little prehispanic furniture symbol of status. Also, preliminary, it examines a colonial epoch specimen which indicates the continuous of its use during this period, but with important changes in its morphology’s details and decoration Key words: Tiana, period, Inca, Colony. Introduceién Es conocido que el menaje o muebles de las viviendas o residencias en tiempos prehispani- cos eran de reducido inventario. Los asientos, bancos y estantes, practicamente, estaban in- corporados en la arquitectura en la forma de poyos, banquetas u hornacinas. No se tienen noticias de la existencia de mesas o algo simi- lar. Aparentemente, no habian sido concebidas en aquellas épocas. La arquitectura para la teatralizacién del po- der sea en recintos especiales 0 espacios abiertos—jugaba un rol de primer nivel. Asi, por ejemplo, tenemos: “cdmo Atagualpa Inga desde los bafios se fue a la ciudad y corte de Cajamarca y Ilegando con su Majestad y cer cado de sus capitanes, con mucho mas gente doblado de cien mil indios... en la plaza pibli- ca, en el medio en su trono y asiento, gradas que tiene, se lama usno, se asenté Atagualpa Inga...” (Guaman Poma 1993: 293[1615]). De este modo, las fuentes ceremoniales ~impro- piamente Ilamados “baios”-, complejos resi- denciales, caminos, plazas y usnos, entre otros, eran simbolos del poder imperial Inca. En la pompa de los actos piiblicos y ceremo- nias la indumentaria, los accesorios y arte- factos asociados al cuerpo también jugaban un rol importante para alcanzar la solemnidad que se requeria y conformar la atmésfera domi- nante en estas sociedades autoritarias y estricta- mente jerarquicas. Entre los artefactos asociados al poder o autoridad se encontraba un mueble singular que fue usado por las élites andinas pre y post conquista hispana: la tiana, asiento 0 banco, también poseia un sobresaliente caracter simbélico emanado de su forma, uso y funcién’. EI “asiento, para los dirigentes andinos, era la insignia principal” dice Martinez (1994:35), ¥ * Aqui vale la pena hacer un breve comentario sobre el articulo femenino que siempre acompaiia a la pala- bra tiana. Parece probable que el articulo femenino es una influencia del castellano sobre el quechua. Asi, se ha “femenizado” al objeto por su terminacién con la vocal “a”. Sin embargo, el objeto en si y sus significa- dos implicitos no tendrian un género ~o contenido con implicancias de género~ especifico. Una observacin similar fue hecha por Pierre Duviols al argumentar y proponer el articulo masculino “el” a la palabra huan- ca en vex del generalizado “Ia” (Duviols 1979). No en- contramos una razén similar para cambiar el artieulo generalmente usado con Ia palabra tiana, motivo por el cual seguimos su uso comin a pesar que el diccio- nario de Lira y Mejia (2008: 494) le asigna el género masculine. FALCON HUAYTA, Victor, 2012. Tiana: asiento inca, Revista Haucaypata. Investigaciones arqueolégicas del Tahuantinsuyo. Nro. 4: 30-46. Lima, Victor Faleén Huayta 31 Tiana: asiento inca su uso se prolongé hasta la Colonia que, como veremos mas adelante, se llegé a representar en una propuesta de heréldica nativa de aque- Ia época No sobrevivieron muchas tianas precolonia- les aunque las habian hechas de varios mate- riales, desde el oro hasta los humildes juncos, segiin la jerarquia del dignatario que las usaba Hoy, los museos casi no tienen ejemplares que mostrar y cuando las exhiben no parecen lla- mar mucho la atencién pues las que sobrevi- vieron son de madera Ilana, sin mayor elabora- cién ni decoracién, en comparacién con otros objetos mas vistosos 0 “museables”, como los consabidos objetos de metales preciosos hasta las vasijas decoradas pasando por las primo- rosas telas. Sin embargo, este humilde objeto era, tal vez, el mas personal de las posesiones simbélicas de los poderosos del mundo andino antes de Pizarro” Desde el punto de vista de la etimologia tene- mos tres referencias importantes. En el Léxico Quechua de Fray Domingo de Santo Thomas (1560) aparece la palabra tiana, tiana o tyana con el significado de “asiento, banco, escano pequefio, morada, poyo para asentarse, silla, silla para asentarse’, y la frase wawa tiyana que significa “madre do concibe la mujer, ma- dre donde estd el niito en el vientre” (Szemiiis- ki 2006:568). Es interesante constatar también que en el diccionario de Gonzalez Holguin figu- ran la frase Tiyani tiyacuni que significa “Sen- tarse estar sentado, estar en algin lugar morar habitar” (Gonzalez Holguin 1989:340{1608}). Finalmente, segin el moderno diccionario de Jorge Lira y Mario Mejia Huaman la palabra tidna o tiyana se refiere a una “m. sentadera, objeto que sirve de asiento. f, Base de los ob- jetos en que se quedan firmes.” (Lira y Mejia 2008:494). Como vemos, el vocablo estaba vin culado, ademas de a un “asiento o banco”, a los conceptos de“morada” o “habitat” y,en relacion a un nonato, con el vientre de la mujer. Todas estas acepciones son importantes para definir * Los espaiioles también las lamaron con la palabra de origen caribe diiho: “Asiento bajo, de madera o de piedra, usado por los indios” (Diccionario de la Real Academia Espaiiola, RAE). Fuente: http:// catalogomuseolarco. perueultural. org, pe/detail asp?NumeroIngreso=11399 [Consultada el 5-11~ 2009; 11:32 hrs.] los conceptos asociados a la tiana, como veremos después. Tianas precoloniales La evidencia arqueolégica indica que la tiana remontaria sus antecedentes al Periodo Interme- dio Tardio (s. XII- XV d.C.). A este respecto, dos ejemplares, pertenecientes al Museo Arqueolégi- co Rafael Larco Hoyle (MARLH) de Lima, proce- dentes de la costa norte, son bastante represen- tativos. A continuacién consignamos sus rasgos mas importantes? para, posteriormente, hacer breves comentarios sobre cada una de ellas Namero Ingreso: 11399 Cédigo Catalogacién: ML400010 Cédigo MARLH: XXM-000-012 Material: Madera Largo: 33-7¢m Ancho: 15.2 em Altura: 8. 9 em Peso: 0.985 Kg Figura 1: Tiana ML4o0010, Vista lateral. La tiana ML4o0010 se encnentra en regular es- tado de conservacién pero esta integra. Su mor- fologia es tipica de las tianas de madera, Notese el ancho de los pedestales, su altura (menos de 10 8 Fuente: http://eatalogomuseolarco. perucultural org. pe/detail.asp?Numerolngreso=11399 [Consultada el §-11-2009; 11:32 hrs.] o cm) y cémo el borde de la sentadera es de labio agudo (es decir, tiene filo”). La tiana fue talla- da de una sola pieza de madera, vale decir, no tiene empalmes. Finalmente, un detalle intere- sante es que —de acuerdo con la observacién de los anillos de crecimiento concéntrico que se ven en la sentadera~ el bloque de madera fue extraido en forma trasversal al fuste 0 tronco del Arbol que aporté Ia materia prima y cuya especie no ha sido identificada Figura 2: Tiana ML400010. Vista superior Numero Ingreso: 11398 Cédigo Catalogacién: ML4o0009 Cédigo MARLH: XXM-000-011 Material: Madera Largo: 40.5 em Ancho: 24.7 cm Altura: 15 cm Peso: 1.436 Kg, Figura 3: Tiana ML400009. Vista lateral. REVISTA HAUCAYPATA 32 Thvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo S Figura 4: Tiana ML400009, Vista superior. | Figura 5: Tiana ML400009. Actualmente en exhi- bicién en el Museo de Arte Precolombino del Cusco. Foto: Vietor Faleén, La tiana ML400009 posee una estructura si- milar a la anterior, sin embargo, es de mayores dimensiones y ostenta rasgos que le dan una apariencia mas elaborada, Las patas —o pedesta- les— son mas anchas y tienden a abrirse hacia la base 0, al menos, da esa impresin por el cala- do del centro que define una figura triangular, a la par que muestra los bordes externos cortados en zigzag 0 escalonado, lo cual otorga a la pie- za mayor prestancia y sofisticacién. Igual que el ejemplar anterior, esta tiana fue tallada de una sola pieza de madera, Muestra buen estado de conservacién, a pesar de haber perdido los dos extremos —que terminan en punta roma- ubica- dos hacia un lado de las bases horizontales. Victor Faleén Huayta 33 Tiana Una tiana colonial La tinica tiana colonial de la que tenemos co- nocimiento es una pieza excepcional que per- tenece a la coleccién del Field Museum (FM) de Chicago en los Estados Unidos de Nortea- mérica. Mide 29 em. de alto por 40.5 em. de largo. Este ejemplar colonial también es el finico ornamentado que se conoce. Cronolégi- camente, ha sido ubicado en la parte final del siglo XVI y lleva el cédigo N° 2832 (Burger y Salazar 2004:215,216). Vale la pena mencionat también que el web site del FM exhibe una foto parcial de la pieza como muestra de la “Montez Collection"; el departamento de antropologi de ese museo “holds an exceptional collection of ancient Peruvian objects purchased in the 1th century from a private Peruvian collector. This collection consists of approximately 1,200 objects, of which the vast majority are ceramic vessels from the Inca Period” (http: //fieldmu- seum.org/explore/our-collections/montez-co- lection) [Consultada el 23-2-2012, 3:03 hrs] asiento inca La forma de la tiana de Ia colecci6n Mo tez La estructura basica de la tiana del FM corres- ponde ala de aquellas precoloniales. Los dos lis- tones de la base han sido tallados con el borde superior ligeramente convexo y los lados restan- tes ~incluyendo el extremo 0 “punta’— quedaron planos. Desde estas bases arrancan dos pedestales en forma de felinos tallados que sos- tienen la plataforma ovalada y de fondo céncavo que constituye la sentadera‘. Asimismo, se perci- ben anillos de crecimiento en la superficie cénca- va de la sentadera que seiialan que la madera fue extraida en forma trasversal al fuste de un arbol, como sucedié con aquéllas antes deseritas. Como se ve, el ejemplar del FM reviste mayor altura y sofisticacién en su talla, asi como, en su decora- cién, la cual es mayormente figurativa La sentadera es de forma oblonga y ovoide, de superficie eéneava pero con bordes o filos rec- tos que da lugar a estrechos espacios planos so- bre los cuales se desplegé una iconografia que figura 6. Tiana de la coleccién del Field Museum de Chicago. Vista de perfil, Foto: Nicola Sharratt, 23-02 2010. = comentaremos luego. Como se ha dicho, los “pies” estan constituidos por esculturas de feli- nos tridimensionales, parados y dispuestos en sentido contrario, No lo podemios aseverar con absoluta certeza —pues no hemos tenido acceso directo a ella— pero lo mas probable es que toda la pieza haya sido tallada desde un solo bloque de madera, como lo eran las tianas precolonia- les. Como vemos, sobre un esquema estructural “tradicional” esta tiana presenta rasgos morfo- logicos nuevos’. Su estado de conservacién es bueno. La explosién de la imagen, la decora- cion Este aspecto de la tiana del FM es completa- mente nuevo en relacién a las tianas precolo- ‘La palabra “sentadera’ no esté en el diccionario de la RAE. Nosotros la usaremos aca en sentido des criptivo para seiialar la parte céncava de la tiana que sirve para posar las nalgas. aS Figura 7. Tiana de la coloccién del Fiold Museum. Vista desde arriba. Foto: Nicola Sharratt, 23-0: REVISTA HAUCAYPATA 34 Thvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo a 2010, niales, ya sea en el estilo de las imagenes ejecu- tadas para decorarlo, en la aplicacion del color o en Ia técnica. En el estrecho borde recto de la SAqui, es interesante traer a colacién una cita de Cobo: “No tenfan en sus casas sillas, escatios ni género de asientos, porque todos, hombres y mujeres, se senta- ban en el suelo, sacandio los caciques y grandes serio- res, que, por merced y privilegio del Inca usaban de asiento dentro y fuera de sus casas, al cual lamaban Duho y era un banquillo de madera labrado de una pieza, largo de dos palmos y alto uno semejante en la hechura aun animal que tuviese las piernas cortas, la cabeza baja y la cola alta; porque, cominmente, le daban figura de animal." (Bernabé Cobo 1653, citado en Flores ot al. 1998:103. Nogritas mias). Néte- se que Cobo no menciona la palabra andina tiana sino la caribeiia duho, sin embargo, sus descripciones son detalladas y juiciosas, no habria raz6n para dudar de la existencia de tianas con forma de animal para la época “del Inca” a la que se refiere la cita, pero éstas no se han encontrado. Asimismo, tenemos que considerar que cuando Cobo redacta su crénica ya habia pasado mas de un siglo desde la llegada de Pizarro. Victor Faleén Huayta 35 Tia sentadera, la pieza est decorada con figuras policromas geométricas a modo de tocapus® Los felinos escultéricos tridimensionales estan pintados de negro con marcas pardas sobre la piel, a modo de anillos, pero el vientre y la par te interior de las patas estén pintados de blan- co, En la foto de Burger y Salazar (2004) no se nota, pero sélo uno de los felinos tiene un tra- 20 en zigzag que corre sobre la parte posterior de sus patas. Asi los dos felinos son similar pero no iguales. Ademés, los rasgos de los ros- tros de los animales, igualmente, estén bien de- lineados mediante la talla, los dientes pintados de blanco y nariz y los ojos de rojo encendido, estos iiltimos contorneados de verde. EF ‘a: asiento inca A su vez, los dos listones de madera que pisan los felinos estan decorados en toda su superficie, excepto el lado interno de los mismos. Los lados externos de los listones ostentan una composi- cién en donde dos felinos blancos —con manchas negras~ vomitan de sus fauces una banda roja debajo del cual un arco tricolor cubre una cabeza que luce un tocado inca sobre un fondo blanco. Los extremos o puntas aplanadas de los listones también tienen decoracién que, en este caso, se limitan a tocapus. Finalmente, la parte superio © Hacia el centro de la sentadera los tocapus se encuen tran borrados, lo que puede deberse al uso de la tiana 7 sa jgura 8. Tiana de la coleccién del Field Museu Vista lateral. Foto: Nicola Sha at, 23-0 REVISTA HAUCAYPATA a Thvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo de estos listones tiene paneles rectangulares dentro de los cuales se disponen aves blancas ¥ otros motivos estilizados rojos sobre un fon- do verde. Al parecer, la técnica para aplicar los colores ha sido el llamado “encaustico”, usada para decorar los conocidos queros incas de la colonia Las tianas en Ia crénica de Guaman Poma de Ayala Existen pocos ejemplares de tianas —tanto precolombinas como coloniales-, sin embargo, si consideramos las mostradas por la iconogra- ia de los queros inca-colonial, asi como, a la detallada mencién ¢ ilustraciones que se hacen de ellas en la crénica Felipe Guaman Poma de Ayala, la situacién cambia notablemente, Has- ta donde conocemos a través de la arqueologia, las tianas precoloniales no ostentaban decora- cién sobre sus superficies. A lo mas, podia ha- Figura 9. Tiana de la coleccién del Field Museum, Detalle decorativo de la base. Foto: Nicola Sharratt, 23-02 2010. ber tianas de formas més sofisticadas lo que, uni- do asu altura y material de confeccién, implicaba una jerarquia, la cual iba paralela a la importan- cia de la persona que las usaba. La diferenciacion nas nos la proporciona Guaman Poma en nica de 1615 (1993). Para un mejor analisis mencionaremos los contextos en donde aparecen mencionadas (todas las negritas son mias) “fue Cépac Apo Topa Inga Yupanqui, rey y se- Ror hijo del sol, tenia una sila lamada tiana, de oro finisimo, tan alto como un codo’, fue rey e Inga en todo este reino...” (1993: 349 [1615]) “Huno apo, este dicho principal ahora sirve de segunda persona, y ansi sino llegaba a cien mil ? Segiin el diccionario de la RAE un codo geométrico equivale a 41.8 em Victor Faleén Huayta 37 Tiana: asiento inca Figura 10. Tiana de la coleccién del Field Museum. Detalles decorativos de la base, Fotos: Nicola Sharratt, 29-02-2010. 7 mame mE Hm wf Figura 11. Tiana de la coleccién del Field Museum, Detalles decorativos de la base. Fotos: Nicola Sharratt, 02-2010. o indios tributarios, que en tiempo del Inga les lamaban huno Aucacamayoc, y si no llegaba a tantos indios no se les daba titulo ni tiana ni sehorio. Y tenia su tiana de palo, medio codo ano, y la boca de la tiana le tenia pintado, estos dichos caciques principales y segundas de una provincia..." (1993: 349 [1615]). “El dicho curaca dela guaranga... ha de tener tiana de palo, un palmo® y un jeme de alto, y.no ha de ser pintada sino Ilano, y ha de ser el dicho curaca de mil indios tributarios...” (1993: 351 [1615]). “El dicho curaca de pisca pachaca ha de ser tributario de quinientos indios tributarios, ha de tener tiana de palo un palmo de alto...” (2993: 351 [1615]). “ni Apo ni curaca, sino allicac camachisea; y dicho allicac tenia tiana de chiuca, de cana de monte, como don Diego lo tenia, y no tiene que entremeterse a los demds caciques principa- les, y ha de ser tributario; como ahora les dice a los espanoles capitén. Desde aqui entran los mandones que llaman ayllo camachicoc, que quiere decir mandones de este reino; pachac camachicoe mandén de cien indios de tasa, tenia tiana de palo lano cuatro dedos de alto a manera de plato, ha de tener tal camachicoc cien indios cabales...” (1993: 351 [1615]). “Pisca chunga camachicoc. A él tiene de darle tiana de socos, de cana de monte por tiana, y sino lo tuviere cincuenta indios de tasa caba- les no se le de titulo. Aqui entran los indios mandoncillos que quie~ re decir mandoncillos que han de tener tiana de matara, de heno, coho, ha de tener diez in- dios tributarios. Segdn la RAE un palmo es la “distancia que va des- de el extremo del pulgar hasta el del meaique, estan- do la mano extendida y abierta (aproximadamente 20 cm), y un jeme es la “distancia que hay desde la extremidad del dedo pulgar a la del indice, separado el uno del otro todo lo posible” (aproximadamente 17m). REVISTA HAUCAYPATA 38 Thvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo Pisca camachicoc de cinco indios, un mandonci- No sobre cinco indios de tasa, ha de tener tiana de paja llamada chillona; estos mandoncillos sirven de marca camayoe, que son veedores y regidores de cada pueblo... ¥ han de servir por quipocamayos cantadores [sicl...” (1993: 352 hers), “Como cacique principal y principe han de di- ferenciar el hébito, ha de vestirse como espaiiol ‘pero diferencie, que no se quite los cabellos que se la corte al oido, traiga camisa, cuello, jubén y calza botas, y su camiseta y capa, sombrero y su espada, alabarda y otras armas como senior y principal, y caballos y mulas; y se siente en una silla, tiana; y que no tenga barbas, porque no parezea mestizo, y que no pruebe vino ni chicha ni coca en su vida, ni sea jugador ni mentiroso, y que no tenga criados espanoles, ni mestizos ni mulatos, sino que si quisiere tenga negros casa- dos con negras porque no haya daiio en la pro- vincia. ¥ que se trate como espaiiol en el comer yeneldormir, y vajillas y haciendas, y que no le estorben los corregidores ni padres ni encomen- deros, y que sea muy buen cristiano; que sepa latin, leer, escribir, contar, y sepa hacer peticio- nes, ellos como su mujer e hijos e hijas, y que no case a sus hijas con indios mitayos ni con espa- oles sino con sus iguales para que salga buena casta en este reino.” (1993: 605 [1615]). “Segundas personas de este reino y cabildo dela dicha provincia por su Majestad, ha de obedecer ala cabeza mayor, y le ha de servir y honrar en todo lo que fuere mandado; y en cada pro- vincia ha de haber una segunda persona solo, conforme a la ley antigua. ¥ ha de diferenciar el habito y traje, vestido como espaiiol; que no se quite los cabellos y traiga sombrero, camisa cuello, jubén, calzén, medias, zapatos... y traiga un caballo con su silla y en otro su cama, y no tenga barbas; y asi se diferenciaré del cacique principal y parecerd su segunda persona de este reino. Dos indios reservados en sus ganados, y dos muchachos para su tiana...” (1993: 605 {h615]). “Caciques de la guaranga; estos son curacas reservados y cabildo de la dicha provincia por su Majestad; han de diferenciar en el traje, que traiga su sombrero, un paiio de manos colgan- do en el cuello y su ualén y botas, y su manta y Victor Falcén Huayta 39 Tiana: asiento inca camiseta; que diferencia de la segunda perso- nay que sea honrado como seitor de mil indios tributarios... Tenga residencia y sea sujeto y obedezca al cacique principal y mayor, y ten- ga un caballo ensillado y enfrenado, y tenga su tiana y un muchacho que le sirva en sus ganados...” (1993: 608 [1615]). “Mandén Mayor. De aqui entran los man- dones indios tributarios y mandones y cabil- do de las dichas provincias por su Majestad; estos han servir por alealdes mayores para hacer acudir a las minas y plaza, y tambo, puentes y caminos reales, y para el servicio del cacique principal... El dicho camachicoc de pisca pachaca ha de ir por capitan de los in- dios a las minas o plaza, y han de diferenciar de la guaranga. ¥ que traiga un sombrero y un pano colgado en el cuello y su ualén, botas de vaqueta, y su manta y camiseta, y tenga un muchacho con su tiana de alto un jeme...” (1993: 611 [1615)) “¥ en el traje, habito, ha de diferenciar del mandén de quinientos indios para que sea conocido; antepares y zapato, y su camiseta y manta; y tenga su tiana de palo de alto de cuatro dedos y un muchacho que le traiga y que le sirva...” (1993: 614 [1615}). “Mandoncillo de cincuenta tributarios y cabil- do por su Majestad de este reino, y han de te- ner oficio de regidores indios tributarios, y que sirvan en todos los servicios personales y minas y plazas, y obedezca al caique principal... Este dicho mandén menor son indios pecheros ellos y sus hijos, han de hacer mita, y diferenciar en el habito que trajere del mandén de la pacha- ca: traiga un sombrero y su calzén, zapatos y su manta y camiseta, y traiga un caballo, y traiga un muchacho para su tiana de chiuca, cana de monte...” (1993: 614 [1615)) “y ha de hacer acudir a tas minas y plazas, y ha de entregar a los capitanes. Y ha de diferenciar en el habito y en el traje, ha de tener su sombre- ro y calzén, y alpargatas, y su manta y cami- seta natural, que diferencie del mandén de pis- ca chunga. ¥ le dé un muchacho de la doctrina para su tiana de hongo matara...” (1993: 617 f6i5)). “Mandoneillos. Son indios tributarios y cabildo de su Majestad. Estos han de servir en el oficio de alcaide o pregonero, 0 verdugo de este reino, los indios mandoncillos de cinco tributarios... Todos estos dlichos mandones se hacia para que no fal- tasen indios de sus parcialidades y ayllo, para el servicio de Dios y de su Majestad, y que se han Autoridad Tributarios | Materia prima dela Altura tiana ‘Topa Inga Yupanqui| Tahuantinsuyw Oro Un codo de altura. Heenan 100,000 Palo, Tiana pintada. Medio codo Ilano, seacamayor Curaea de Guaranga 1,000 Curaca Pisca_ achaca_ Allicac camachisea Pachae camachicoe Pisca chunga camachicoc Pisca camachico [| alien ciadenone |_| | 00 | __ Palo. Tiana llana, Cuatro dedos de alto. [ef eae} | monte. ‘Tiana matara, de heno, de coho. ‘Tiana de paja chillona. Un palmo y un jeme de alto. Palo. Tiana Tana. Cuadro 1. o de diferenciar en el traje de chunga camachi- coc, que traiga su hébito natural y su tiana de heno depaja chihuta, y que tengaun muchacho de la doctrina para ello...” (1993: 617 [1615). De la tabulacién de las menciones de Guaman Poma nos resulta el cuadro’ 1. ‘A partir de las citas de la pagina 605, Gua- man Poma prescribe una serie de pautas para la indumentaria de las autoridades nativas que incluyen vestidos espanoles en la mayor parte de los casos, excepto para los “mandoncillos” ° Mi tabulacién difiere ligeramente de la propuesta de Martinez 1995: 75 REVISTA HAUCAYPATA 40 Thvestigaciones arqueologicas del Tahuantinsuyo que deben de llevar “su habito natural (1993: 617 [1615]). Sin embargo, todos sin excepcién debian llevar una tiana y un muchacho que se encargara de portarla, De modo que, de acuerdo con lo que Guaman Poma nos transmite, podemos concluir que la tiana era un elemento simbélico de primer orden que denotaba estatus en el mundo colonial indigena, En ningiin caso se menciona decora- cién-u ornamento sobre ellas —a lo mas alguna pintada— lo que podria marcarnos una pauta para la asignacién temporal del ejemplar del FM antes expuesto. Representaciones de tianas aparecen en varias laminas de la “Nueva Corénica’. Mencionaremos sélo tres de ellas para ilustrar la importancia que Figura 12. EL PRIMER NVEVA CORONICA I BVEN GOBIERNO CONPVESTO POR DON PHELIPE GVA- MAN POMA DE AIALA, S[ENJOR I PRI[NICIPE. SV S[AN]TIDAD / S[acra] C[atélica] R[eal] M[agestad] / F. G.P.D. ATALA, p yaquare[nt]a y ssays pliegos ~ 146. Tomada de: http://www. kb.dk/pert ncipe / EL REINO DE LAS INDIAS / quinientas y nobe[n]ta y [siete] oxas - 597 foja / ciento link/2006/poma/o/es/text/) [Consul- tada el 12/04/2012, 20:18 hrs]

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