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El debate sobre el procesamiento sensorial

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Una mirada a la discusión sobre si los síntomas sensoriales constituyen un trastorno, y si el


tratamiento funciona.

Escrito por: Beth Arky

Experto clínico:
Matthew M. Cruger, PhD

Jodi y Matt estaban desconcertados. A los 2 años, su hijo Paul se comportaba de


maneras que ningún libro para padres había descrito: golpeaba las paredes, los
abrazaba hasta el punto de herirlos y gritaba inexplicablemente en los restaurantes.
Se comportaba extrañamente indeciso al escalar o tener que hacer equilibrio en los
juegos del patio de recreo. En cambio, siempre se apresuraba para los columpios,
pues le encantaba empujar tanto como ser empujado.

La pareja no sabía lo diferente que era el comportamiento de su único hijo hasta que
Paul comenzó el preescolar y conocieron a más niños y a sus padres. Mientras que
su pediatra desestimó sus preocupaciones, diciendo que los niños superan estas
cosas, la directora del preescolar no lo hizo: sugirió una evaluadora, quien determinó
que su hijo tenía un trastorno del procesamiento sensorial o, como ella lo llamó: SPD
(por sus siglas en inglés) .

Ella les explicó que el SPD incluye ser demasiado sensible a algunos estímulos, lo
que hacía que los restaurantes ruidosos y abarrotados de gente fueran tan
abrumadores que podían desencadenar crisis, y por otra parte, no lo suficientemente
sensible a otros estímulos y, por lo tanto buscarlas, lo que podría explicar los abrazos
y choques contra las paredes, así como su adoración por los columpios y por
empujarlos. Además, él tenía problemas con los sentidos que ayudan a “saber dónde
está su cuerpo en el espacio”, lo que explicaría la torpeza y el miedo al escalar. Ella
recomendó terapia ocupacional (OT, por sus siglas en inglés).

Es difícil cuando los padres reciben mensajes contradictorios de parte de los


profesionales involucrados con sus hijos. Jodi y Matt estaban confundidos, pero su
hijo estaba en apuros y, en el mejor de los casos, la terapia ocupacional sonaba
inofensiva. Decidieron intentarlo. La terapeuta ocupacional los invitó a venir a ver lo

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que Paul estaba haciendo en la terapia: “chocaba” contra sacos rellenos de frijoles,
se balanceaba en una hamaca elástica y era aplastado en un “sándwich de Paul”,
hecho con almohadas que sustituían los rellenos y el pan. Todo esto para darle el
estímulo que buscaba y ayudarlo a calmarse.

Ella los animó a probar estas ideas en casa como parte de lo que se llama una “dieta
sensorial” y también les sugirió que leyeran The Out-of-Sync Child (página en inglés),
un libro fundamental de Carol Stock Kranowitz sobre dificultades del procesamiento
sensorial. Reconocieron los comportamientos de Paul en el libro y todo comenzó a
tener sentido para ellos. Lo más importante es que sentían que podían hacer algo
para ayudar a su hijo, y que él parecía estar mejorando.

La historia de esta familia es bastante común, dice Lindsey Biel, terapeuta


ocupacional y coautora de Raising a Sensory Smart Child (página en inglés). Cuando
se identifica a un niño con retrasos en el desarrollo, que no habla ni camina tan bien
como otros niños de su edad, lo primero que los padres suelen oír es SPD. “Además
de la confirmación de estos retrasos, los padres reciben este

extraño o inusual del trastorno del procesamiento sensorial”, dice.

Una de las razones por las que suele ser “extraño” es que el SPD no está incluido
entre las condiciones que se explican en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés), que es la guía que utilizan para
ellos psiquiatras y muchos otros especialistas, incluidos pediatras, psicólogos y
trabajadores sociales. Los terapeutas ocupacionales fueron los primeros en
reflexionar sobre el hecho de que las dificultades del procesamiento sensorial son
una fuente de angustia para muchos niños, y una explicación para muchos
comportamientos que de otra manera serían desconcertantes. Y a menudo son los
terapeutas ocupacionales los que identifican estos desafíos (generalmente en niños
de preescolar), así como otros profesionales especializados en tratar con ellos. A
pesar de que se llevó a cabo una intensa campaña (iniciada en parte para que los
costosos tratamientos privados pudieran ser cubiertos por el seguro), el trastorno no
se añadió como un nuevoen la última edición del manual de diagnósticos, el DSM-5.

Lo que sí se acepta en la comunidad clínica más amplia es que muchos niños tienen
respuestas sensoriales inusuales, y a veces problemáticas, lo que incluye a la
mayoría de los niños que son diagnosticados con autismo. De hecho, más tarde se
descubrió que Paul estaba dentro del espectro autista. En la última edición del DSM-
5, las dificultades sensoriales como las que experimentó Paul se enumeran
actualmente como uno de los criterios para eldel autismo. Pero muchos otros niños
que se identifican con dificultades sensoriales en edad preescolar son diagnosticados
más tarde con TDAH (elsecundario de Paul), y otros con ansiedad. Y a algunos
nunca se les diagnostica ninguno de los trastornos incluidos en el

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Así que, si bien hay un acuerdo general acerca de que algunos niños tienen serios
desafíos sensoriales, existe un desacuerdo en torno a si el SPD debe ser
considerado un trastorno independiente, así como hasta dónde llegan los problemas
sensoriales en la explicación de los comportamientos, y si el tratamiento que los
terapeutas ocupacionales ofrecen para las dificultades sensoriales tiene algún efecto
en el funcionamiento del niño a lo largo del tiempo.

Entender el desacuerdo
El Dr. Michael Rosenthal, PhD, neuropsicólogo pediátrico e hijo de un terapeuta
ocupacional, explica el escenario de la siguiente manera. Por un lado, está claro que
la identificación de los problemas sensoriales y el trabajo con un terapeuta
ocupacional ayudan a muchos niños a estar más tranquilos y mejor regulados. Al
sintonizar con el perfil sensorial particular de un niño, pueden encontrar maneras de
ayudar a los niños a sobrellevar la situación y aportarles más equilibrio. “He conocido
a muchos terapeutas ocupacionales que son realmente creativos y que ‘captan’ muy
bien a los niños”, dice.

Por otro lado, no está claro cuánto se benefician los niños de las técnicas, ni si es
posible generalizar lo suficiente el comportamiento de ciertos niños en lo individual
como para considerarlo un trastorno consistente. “Lo que no entendemos realmente
es si este enfoque funciona para todos los niños con dificultades sensoriales, y cómo
funciona —añade el Dr. Rosenthal—, así como en qué punto se encuentra la ciencia
en el proceso de creación de una dieta sensorial específica para un niño específico”.

La Dra. Catherine Lord, Phd, quien es una destacada experta en autismo y directora
del Center for Autism and the Developing Brain en el Hospital Presbiteriano de Nueva
York (página en inglés), sostiene que las dificultades sensoriales son una
preocupación importante, pero no unen sí mismo. “Creo que es valioso prestar
atención a cómo percibe un niño las sensaciones, pensando en si podría estar
incómodo. Lo que me preocupa es etiquetar esto como un trastorno independiente”.

Desde el punto de vista de un padre, es difícil entender por qué importa si el SPD es
considerado unlegítimo por los médicos que se rigen por el Pero desde un punto de
vista clínico, los diagnósticos son esenciales. Impulsan el tratamiento, y ayudan a los
médicos a entender los síntomas que están viendo y la mejor manera de responder a
ellos. La institucionalidad sobre salud mental no reconoce al SPD como un trastorno
distinto, porque no están convencidos de que el SPD sea la mejor manera posible de
entender y abordar esos síntomas. Y no están satisfechos con la evidencia de que el
tratamiento obtiene resultados reales y medibles.

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“El debate no es sobre la importancia y la calidad del trabajo en el que participan los
terapeutas ocupacionales, ya que sabemos que ellos ayudan a muchos niños”, dice
el Dr. Matthew Cruger, PhD, psicólogo clínico y director del Learning and
Development Center del Child Mind Institute. “Se trata de si hemos adquirido
suficientes pruebas científicas para concluir dos cosas: ¿Son los niños que muestran
estos comportamientos consistente y significativamente diferentes de los niños
típicos?, y ¿hay tratamientos específicos para este problema?”.

“En el mundo de la integración sensorial, creo que hay demasiadas suposiciones


sobre la causa y el efecto”, añade el Dr. Dominick Auciello, PsyD, también
neuropsicólogo. “Las explicaciones parecen lógicas —dice— pero no se basan en un
estudio cuidadoso sobre si esa lógica es realmente verdadera”. El Dr. Auciello ofrece
un ejemplo: Considere la afirmación de los terapeutas ocupacionales de que los niños
abrazan a otros niños excesivamente porque buscan una presión profunda. Es una
teoría interesante, dice, pero “hay otras hipótesis igualmente factibles, como que un
niño es impulsivo, tiene autismo, es desatento a las señales sociales, tiene problemas
para internalizar las reglas sociales verbales, ha visto modelos de comportamiento
inapropiado, o carece de un sentido de los límites sociales”.

El Dr. Rosenthal añade que identificar lo que está causando un comportamiento


particular puede ser especialmente difícil en los niños que tienen problemas
complejos, como muchos niños con problemas sensoriales. Por ejemplo, un niño con
autismo que no quiere sentir el agua en la cara. “No sabemos de dónde vienen estas
cosas”, dice. “Puede haber ciertos niños que salen reactivos sensoriales desde el
útero, y algunos que lo desarrollan por experiencia. Un niño puede tener un
encuentro muy temprano que es negativo, un mini trauma, que se le queda grabado
en la mente, y generaliza y evita esas cosas en el futuro. Si una experiencia es
poderosa y reforzada, puede llegar a ser tan poderosa como un asunto orgánico”.
¿Es un problema sensorial, entonces, o es ansiedad?

Entonces, si bien hay relatos anecdóticos de que los niños responden al trabajo
sensorial, los escépticos señalan que falta investigación que aclare cómo y cuánto
trabajan para mejorar el funcionamiento de un niño. “Los estudios están mal
construidos, o tienen un tamaño de muestra demasiado pequeño, o muestran que el
tratamiento en realidad no funcionó”, dice el Dr. Auciello. También le preocupa que las
intervenciones puedan de hecho reforzar los síntomas: “Por ejemplo —dice— si un
niño tiene una crisis sensorial y se le permite ir a un gimnasio sensorial para ayudarlo
a ‘regularse’, es posible que en realidad usted esté recompensando las crisis
sensoriales”.

Sin embargo, el panorama de la investigación puede ser prometedor. En 2007, un


equipo dirigido por Lucy Jane Miller, directora del STAR (Sensory Therapies and
Research) Center (página en inglés), publicó un estudio piloto aleatorio y controlado

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(página en inglés) sobre los efectos del tratamiento de integración sensorial. Aunque
la muestra era diminuta (24 niños, de los cuales solo 8 recibieron el tratamiento) y
mostró una mejora significativa en el funcionamiento solo en tres de las seis medidas,
sus autores concluyeron que el estudio validó un modelo de cómo los investigadores
pueden identificar grupos homogéneos de individuos. Este es un paso importante
para mejorar la fiabilidad de un futuro estudio. De hecho, en un trabajo de la
Universidad de California, San Francisco (página en inglés), los investigadores
afirman haber hecho justamente eso: identificar un grupo de niños con SPD puro, y lo
que encontraron fue que sus cerebros son de hecho diferentes en áreas sensoriales
clave de los cerebros de las personas utilizadas como control en la investigación.

Por supuesto, investigar la biología cerebral de un trastorno sin uncodificado, y que


muy a menudo se superpone con otras afecciones

neurológico, no es una propuesta libre de riesgos. Los investigadores examinaron a


niños con diagnósticos de TDAH, pero muchos tuvieron altas puntuaciones en las
escalas de síntomas del por lo que se podría interpretar que el estudio muestra más
sobre elque sobre el SPD. Pero investigaciones como esta pueden arrojar luz sobre
la sintomatología sensorial en la que todos los médicos e investigadores concuerdan,
y que como mínimo está presente en muchos niños en el espectro del autismo o con
así como en otros, y ayudar a sentar las bases para futuros esfuerzos.

Separar los problemas sensoriales de otros trastornos


Pero estudios como el de la UCSF podrían no hacer nada para amortiguar el
desacuerdo, precisamente por la ambigüedad en los síntomas que pueden
caracterizar a varios diagnósticos. Algunos creyentes en el SPD afirman que los
síntomas comunes que se atribuyen a otros trastornos que están en el DSM-5,
incluyendo el autismo, ely los

pueden en realidad provenir de desafíos sensoriales.

Marcus Jarrow, un terapeuta ocupacional y director clínico del Centro SMILE (página
en inglés), que ofrece un gimnasio sensorial y otras terapias, postula que el autismo
es esencialmente un caso extremo de SPD. Cita al difunto Dr. Stanley Greenspan, un

infantil que hizo un trabajo fundamental sobre los trastornos ·El Dr. Greenspan dijo
una vez algo así como ‘cada niño en el espectro tiene una disfunción del
procesamiento sensorial, pero no todos los niños con SPD están en el espectro.
Cuando las dificultades del procesamiento sensorial se vuelven lo suficientemente
severas como para afectar la relación, el compromiso y la habilidad del niño para
interactuar con el mundo que lo rodea, entonces el niño está en el espectro’”, dice
Jarrow.

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Jarrow argumenta que el trabajo basado en los sentidos es la clave para que los
niños del espectro se involucren socialmente. “En mi experiencia, es a menudo en
respuesta a estrategias sensoriales aplicadas de manera apropiada que los niños del
espectro demuestran su primer o más consistente y significativo involucramiento”,
dice. Si un niño no puede registrar e interpretar apropiadamente la información
sensorial de su mundo, desconectará esa información. Intente entender una película
extranjera particularmente larga, sin subtítulos, mientras las bombas estallan fuera de
su ventana”.

Pero él no solo trabaja con niños en el espectro. “Veo las dificultades de


procesamiento sensorial como la raíz de gran parte de la ‘hiperactividad’ y los
problemas de ‘atención’ que observamos en estos días. Si un niño tiene problemas
somatosensoriales y no se puede sentir cómodo en su asiento durante más de unos
segundos, ese niño se presentará claramente con niveles de actividad
incrementados, y ciertamente tendrá dificultades para prestar atención”, dice. Y
añade: “Creo firmemente que muchos niños diagnosticados cony tratados con
medicamentos podrían, por lo demás, responder muy bien al tratamiento de
integración sensorial”.

Como ejemplo, cita a un niño de 6 años que acudió a su clínica, después de que su
madre dijera que había sido presionada por su escuela para que lo evaluaran y lo
medicaran para el TDAH. “Después de un verano de tratamiento de integración
sensorial bastante intensivo con un gran traspaso a casa —dice Jarrow— volvió a la
escuela en septiembre y los medicamentos nunca se volvieron a mencionar”. No
estoy tratando de insinuar de ninguna manera que la integración sensorial puede
evitar que todos los niños de ahí fuera tomen medicamentos, pero ciertamente puede
ayudar”.

“Para decir que un niño tiene un trastorno —responde el Dr. Cruger— hay que
responder si la condición existe según los estándares científicos. Y si es posible
alcanzar ese umbral de evidencia empírica, entonces veremos cuán efectivos son los
tratamientos para aliviar esa condición. Por lo tanto, vale la pena señalar que no hay
estudios científicos que apoyen la afirmación de Jarrow de que un niño conpodría ser
mejor tratado con terapia ocupacional que con medicamentos, pero ha habido cientos
de estudios que examinan eldey el uso de medicamentos para tratar los síntomas
deen estos niños, mostrando generalmente que los medicamentos son un tratamiento
seguro y efectivo para los síntomas de este trastorno, aunque no una cura de la
condición”.

“Además —dice el Dr. Cruger— estudios neurocientíficos, que incluyen tomografías y


resonancias magnéticas, han visto diferencias volumétricas entre los jóvenes de
desarrollo típico y los niños diagnosticados con no en esas regiones

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somatosensoriales, sino en las regiones del lóbulo frontal que se consideran
esenciales para la inhibición de los impulsos”.

El escepticismo sobre lo que hace el tratamiento


Uno de los aspectos más candentes del debate sobre el SPD es una afirmación,
tanto de Jarrow (página en inglés) como de otros, de que los protocolos sensoriales,
cuando son utilizados de manera correcta pueden en realidad “recablear” el cerebro,
permitiendo una mejor regulación. Los escépticos están de acuerdo en que los niños
pueden cambiar, pero argumentan que lo que se llama “recableado sensorial” puede
ser en realidad solo un entrenamiento conductual.

El Dr. Rosenthal da un ejemplo: “Tomemos como ejemplo a un niño que está fuera de
control en su comportamiento. Digamos que pasa varios días a la semana trabajando
con un terapeuta ocupacional en un gimnasio sensorial, y que eso lo pone bajo
control. Y el efecto parece mejorar su autorregulación con el tiempo. Algo sucede en
el cerebro, tal vez algunos patrones neuronales o algunos axones conectados,
creando una mejor regulación en el cerebro. ¿Es un recableado sensorial de algún
tipo o es aprendizaje de un nuevo método de relajación?”.

El desafío, añade, es aislar el componente de la terapia que realmente está


ayudando al niño.

La SPD Foundation (página en inglés), que hizo una campaña sin éxito para que el
trastorno figurara como unindependiente en el DSM-5, está haciendo su propia
investigación en curso a través de su Grupo SPD de Trabajo Científico (página en
inglés). Dos investigadores de la Virginia Commonwealth University están probando
ahora los efectos a corto plazo de la terapia sensorial para mejorar la atención y el
rendimiento funcional en niños de 6 a 10 años con desarrollo típico,y autismo.

A medida que la investigación lucha por ponerse al día con la práctica, más
terapeutas ocupacionales y médicos están abiertos a trabajar juntos en beneficio de
los niños. De hecho, Biel acaba de terminar un libro: Sensory Processing Challenges:
Effective Clinical Work with Kids & Teens, que está dirigido a los especialistas en
salud mental para que puedan conocer mejor cómo los desafíos sensoriales afectan
a sus pacientes. También se asoció en 2009 con la neuróloga, Dra. Fernette Eide, y
su esposo, el Dr. Brock Eide, médico de atención primaria, para presentar la
capacitación en línea Sensory Processing Master Class (página en inglés)para
enseñar a padres y profesionales cómo ayudar a los niños con “la atención, el
aprendizaje, las habilidades motoras y los problemas socioemocionales”.

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La Dra. Fernette Eide dice que la continua controversia sobre el SPD es
desafortunada, porque los niños con dificultades del procesamiento sensorial se
beneficiarían más de un “enfoque de equipo en el que hubiera una estrecha
coordinación entre psiquiatras, psicólogos y otros profesionales”.

Si bien la American Academy of Pediatrics o AAP (página en inglés) declaró en 2012


que no hay apoyo para el SPD como una condición diagnosticable, el grupo
reconoció la existencia de desafíos sensoriales y el hecho de que muchos niños
están recibiendo terapias relacionadas con ellos, aunque advirtió que había datos
limitados sobre el uso de estas terapias o su eficacia. Debido a esto, la AAP
recomienda que los pediatras ayuden a los padres a encontrar formas de medir los
resultados de la terapia creando escalas de calificación antes y después de la
conducta, así como objetivos de tratamiento explícitos, como la capacidad de
concentrarse, tolerar los alimentos y estar en una habitación con mucho ruido.

Cuatro años después de que Paul comenzara a hacer terapia ocupacional, sigue en
ello, junto con terapia física y del habla y un grupo de habilidades sociales. Dado todo
eso, además del hecho de que su hijo ha madurado y puede expresarse más de
manera verbal, es difícil para Jodi decir con alguna certeza que la dieta sensorial ha
“recableado su cerebro”. Todo lo que ella sabe es que cuando él se pone “difícil” y no
puede quedarse quieto, ella saca una de sus técnicas sensoriales como saltar en la
cama para proporcionarle la sensación que anhela. Ella, y muchos otros padres como
ella, no pueden esperar a que esté listo el estudio para tratar de ayudar a sus hijos.

La última revisión de este artículo se realizó el 3 de diciembre de 2021.

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