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Los virus son un fenómeno que no se ha comprendido bien.

No son lo que suelen decir


que son, no son “agentes patógenos”, ni la “causa” de enfermedades, ni son “contagiosos”
en el sentido al que se suelen referir.

Otra manera de comprenderlos mejor es concebirlos como una de las formas en que las
células y las bacterias se comunican, tal como lo que llaman arn mensajero, microarn, o lo
que llaman exosomas, que son una vía de desintoxicación de las células. Otros plantean
que son quienes regulan el comportamiento de las comunidades de bacterias, que
componen la vida. Y otros, que son quienes regulan la expresión de las secuencias
genéticas codificantes de proteínas.

Bueno, admitamos por un momento, que pueden ser contagiosos, como todo es
contagioso y como toda la realidad está hecha de contagios, pero si lo son, son parte y
agentes de las derivas de las formas de vida, lo que suelen llamar la “evolución de las
especies”, y si llegan a “causar” enfermedades, son más bien mutaciones, cambios y
ajustes en las derivas de las formas de vida. A fin de cuentas, las enfermedades tampoco
son lo que suelen decir que son. Todas las enfermedades participan de procesos de
desintoxicación y renovación de los cuerpos, son procesos de desintoxicación provocados
por la inteligencia del propio cuerpo. Pero la medicina industrial parte de la premisa
(Cartesiana) de que el cuerpo no sabe, es simplemente una máquina, más o menos torpe,
y que nosotros (por alguna delirante razón concebidos como algo distinto de nuestro
propio cuerpo) somos más inteligentes, por supuesto, sabemos más. Somos los más
inteligentes de esta tonta tierra, todo el mundo lo sabe. Y bueno, así nos va como nos va,
así le va a la medicina industrial y a la biología “neo-darwinista” (léase: eugenista,
Maltusiana, Spenceriana).

Por ejemplo, lo que los biólogos llamaron durante décadas “basura”, “adn basura”, por no
comprender cómo funcionaba ni qué rol jugaba, se ha descubierto recientemente que en
realidad, es la parte del genoma que maneja la expresión del 1.2% del genoma, que es lo
que han “descifrado” que son las secuencias codificantes de proteínas

Este mínimo porcentaje conocido del genoma, es el que tenemos por sobre de un 90%
idéntico al de las demás formas de vida, lo que cambia es el resto, y es lo que explica las
diferencias morfológicas. Y este resto, el 98.8% del genoma, es en su mayoría de origen
viral. Son elementos móviles (transposones e integrones), retrovirus endógenos, y
secuencias reiteradas.

Las derivas de las formas de vida, la llamada “evolución de las especies”, evidentemente,
no se relaciona únicamente con la adaptación al medio y los cambios leves, lentos y
graduales. Esto claramente no tiene sentido si miramos los cambios morfológicos, por
fuerza embrionarios, de las formas de vida. Si vemos por ejemplo, el paso de los peces
fuera del agua, o el paso de los reptiles a la aves. No se trata de adaptación al medio sino
de espíritu de aventura, exploración y experimentación, inteligencia visionaria, saltos al
vacío. Saltos evolutivos coordinados colectivos. Como la llamada “explosión cámbrica”.

Aunque claro, también se puede argumentar que son adaptaciones a los cambios más
bruscos y drásticos en la Tierra. Como la inversión periódica de los polos magnéticos, que
deja descubierta la Tierra ante la radiación solar y cósmica. En estos casos, se ha visto
que se generan cambios colectivos, rápidos, en que los elementos móviles de los
genomas, cambian de sitio, hacia lo que llaman “hotspots”, lugares específicos,
simultánea, conjuntamente en multitud de especies o formas de vida diferentes. Algunos
argumentan que por fuerza estos cambios ocurren en una sola generación, mostrando la
genial evolución de la vida. El paso de los dinosaurios a los mamíferos, por ejemplo, es
considerado inexplicable por muchos. Se ve en los registros fósiles que prácticamente de
un día para otro aparecen las especies totalmente formadas. Según las palabras de un
biólogo darwinista, como si cayera el telón sobre un mundo con todos los nichos
habitados por reptiles, y se levantara en seguida, con un mundo con todos los nichos
habitados por mamíferos. Se reconoce ahora por ejemplo, que el desarrollo mamífero
embrionario, con la placenta característica, se debe a retrovirus.

Ahora, tener el descaro de plantear que AHORA hay UNA pandemia, sólo se sostiene
gracias al miedo, la idiotez y la hipocresía generalizada. Siendo que absolutamente todos
de nosotros tenemos parientes, amigos y conocidos que mueren año tras año de cáncer,
que padecen de las llamadas “enfermedades autoinmunes”, diabetes, hipertensión. Pero
claro, estos cientos de miles, estos millones, que mueren no aparecen día a día, hora a
hora, uno por uno, en la tele. Reconocer ésto implicaría comenzar a admitir que es la
forma de vida moderna la enfermedad. Pero claro, ahora todos nos preocupamos de la
salud, y cuidamos a los demás, era tan fácil como dejar de tocarse y encerrarse en la
casa. Por supuesto. Tiene mucho sentido….

O tal vez no.

Para nosotros tiene más sentido comprender que la principal “causa” desencadenantes de
enfermedades moderna, es la mala relación con los ancestros, eso que llaman
“enfermedades genéticas” o hereditarias, como las llamadas enfermedades autoinmunes.
Todas las culturas del mundo, en todas las épocas, salvo la modernidad colonial, tienen la
buena relación con los ancestros y los muertos como lo más básico, elemental,
fundamental, para el buen vivir.

El mito moderno del progreso altera nuestra relación con nuestros ancestros, y nuestra
concepción del tiempo. Cambia nuestra conversación también con los genios, los
espíritus, de nuestra sangre y nuestra carne, y los que conviven con nosotros por toda
partes.

Esto no es un fenómeno menor dentro de las derivas de las formas de vida e inteligencia
de la Tierra. Los efectos estremecen todas las redes de nutrición y cognición que
componen la vida y la muerte.

Nuestras enfermedades no son causadas por microorganismos, sino por los venenos y
toxinas con que hemos saturado nuestro mundo, en nuestra deriva moderna del progreso.
Por nuestras malas relaciones con el mundo.

Si miramos por ejemplo a las bacterias en el mundo, podemos observar claramente su


papel como restauradora del equilibrio. No son la causa de una infección, sino que están
limpiando los tejidos dañados, intoxicados o muertos. Tal como cuando hay un
florecimiento de algas verdeazules en un cuerpo de agua por ejemplo, están consumiendo
los tóxicos y venenos producidos por la industria humana, agrícola u otra, y desaparecen
una vez que han cumplido su misión. Pero claro, la mala comprensión moderna de las
redes de nutrición que componen la realidad, le atribuye el problema a las algas, tal como
le atribuye los problemas de salud o las caries, a las bacterias. Es más fácil que admitir
las propias responsabilidades, sobre todo en una cultura donde está mal visto
equivocarse, y admitir los errores, una sociedad basada en el ego.

Los países más afectados supuestamente por la supuesta pandemia del supuesto virus,
son en verdad, evidentemente, los países más enfermos y medicalizados del planeta,
como Estados Unidos y Chile. Países donde todo el mundo toma pastillas petroquímicas
todos los días, y donde hay una farmacia en cada esquina. Pero claro, la culpa la tiene el
virus. Por supuesto.

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