Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El despojo de
ÁFRICA
Un africano se acerca con una mezcla de curiosidad y recelo a una cámara, en una fotografía tomada en 1900.
SAQUEO
En 1800, África era para los europeos un mapa mudo. Un siglo después, no
quedaba palmo por catalogar. El salto cualitativo se explica, en parte, por
el empeño de un puñado de aventureros; unos, soñadores y bonachones,
otros, arrogantes y crueles, pero todos obsesionados por dominar y moldear
el continente. Arturo Arnalte sigue sus pasos al sur del Sáhara
74
EL DESPOJO DE ÁFRICA
A
principios del siglo XIX, el sadas, a la par que miles de europeos conducían atados por el cuello. Para vol-
mapa de África al sur del Sá- desembarcaban en el continente, unos ver a Escocia, hubo de embarcarse antes
hara era un inmenso espacio para establecerse definitivamente, otros en un buque negrero americano con des-
en blanco, cuyo contorno para hacer fortuna rápida. tino a Antigua, en las Antillas, donde se
estaba pespunteado por una serie de La cartografía de la última frontera vendió el cargamento humano. Como un
enclaves costeros, castillos y factorías, que le quedaba al hombre blanco la re- hijo pródigo, Park golpeaba de nuevo la
que los europeos habían ido erigiendo llenó un puñado de exploradores, en su puerta de su casa a tiempo para la Na-
en desembocaduras de ríos, en pro- mayoría británicos y franceses, con una vidad, el 22 de diciembre de 1797.
fortuna milagrosa, una innegable tena- El final feliz de esta experiencia, que
ARTURO ARNALTE es autor de Los últimos cidad, una hábil instrumentalización de demostraba que era posible visitar el in-
esclavos de Cuba. los guías nativos y de los conflictos en- terior de África y regresar vivo, animó a
75
ciudad está muerta –escribió–; es la ciu-
dad en la que la gente, a falta de leña,
pone a arder el estiércol seco de los ca-
mellos; en la que sólo obtiene agua
quien puede comprarla en el mercado;
en la que nunca se oye ni siquiera el can-
to de un pájaro”. La opulenta y refina-
da ciudad del desierto, meca de merca-
deres y poetas, había perdido hasta el re-
cuerdo de su glorioso pasado.
Caillié hubo de salir de allí por el mis-
mo método, andando, pero temió que,
si regresaba al punto de partida, nadie
creería la historia de su hazaña, por lo
que decidió seguir al Norte, cruzando el
Sáhara hasta Marruecos. Convertido en
una sombra de sí mismo, andrajoso y
con los pies sangrando, llamaba cien
días después a la puerta del consulado
francés en Rabat. Al ver su aspecto, el
cónsul, un judío marroquí, no quiso ni
abrirle y lo largó con cajas destempla-
das, como a un mendigo importuno. Tu-
vo que seguir caminando hasta Tánger,
donde el cónsul Delaponte creyó su his-
toria. Su salud nunca se recuperó del to-
do y murió diez años después.
Poco a poco, otras metas fueron al-
canzadas. En 1822, el mayor inglés Den-
ham, el teniente de navío escocés Clap-
perton y el naturalista Oudney lograron
René Caillié, disfrazado de mercader musulmán, toma notas que oculta entre las páginas de su llegar al lago Chad, bajando en línea rec-
Corán. Ilustración de su Viaje a Tombuctú (París, Museo de Artes Africanas y Oceánicas). ta desde Trípoli. Los hermanos Richard
y John Landner resolvieron al fin, en
la Royal Society a emprender una se- que decidió ser el primer cristiano que 1830, el enigma de la desembocadura
gunda expedición. En esta ocasión, el mé- visitara Tombuctú. Sin apoyo ni protec- del Níger, que la muerte de Park había
dico escocés fue acompañado de 35 sol- ción, René Caillié, hijo de un panadero dejado en suspenso, y que no era otra
dados que partieron hacia el Níger tam- y él mismo aprendiz de zapatero, se es- que el delta cuyos brazos se conocían
bién desde Gambia, pero en época de tableció en el Senegal francés un tiem- como los Ríos del Aceite.
lluvias. Las fiebres diezmaron a la expe- po y vivió después unos meses en la co-
dición, pues aún no se conocía el uso de lonia británica de Sierra Leona, apren- Burton y Speke, a la greña
la quinina como preventivo del paludis- diendo árabe y costumbres y leyes mu- En 1855, los oficiales ingleses Richard
mo, de tal manera que cuando la parti- sulmanas para poder viajar a pie por Burton y John Speke estaban destinados
da llegó al río, en Bamako, sólo queda- África como un mercader mahometano, en Adén, cuando oyeron hablar de los
ban seis soldados vivos. Park hizo cons- sin despertar sospechas. Inició el reco- Montes de la Luna, donde los árabes sos-
truir una barca para descender por el río, rrido en la localidad, hoy guineana, de tenían que había una región de grandes
pero todos los tripulantes murieron aho- Boké, en 1827. Al atardecer del 28 de lagos, que supusieron que podrían ser
gados en los rápidos de Boussa, en la ac- abril de 1828, después de 538 días, lle- las fuentes del Nilo. Burton, políglota,
tual Nigeria, durante un ataque. El trági- gaba a la puertas de Tombuctú, tras ha- erudito y pendenciero, cuya reputación
co final se supo cuatro años después, por berse comportado en todo momento co- militar había quedado en entredicho tras
el testimonio de un guía nativo que ha- mo un piadoso creyente, escondiendo sus informes sobre los burdeles mascu-
bía acompañado a los expedicionarios. entre las páginas de su Corán las notas linos de Karachi, pero con indudable ta-
que iba tomando. lento y energía, acababa de lograr la ha-
Caillié: desengaño en Tombuctú Pero el sueño se desvaneció en cuan- zaña de visitar la ciudad santa de La Me-
La lectura del viaje de Mungo Park y las to se hizo realidad. La mítica Tombuc- ca disfrazado de peregrino musulmán.
aventuras del náufrago Robinson Cru- tú, alabada por León el Africano e Ibn Speke, al que había conocido cuando
soe, el personaje de Daniel de Defoe Batuta, el principal mercado entre el Sá- ambos servían en el ejército en la India,
creado en 1719, hicieron mella en el áni- hara y el África negra, ya no era más que tenía menos encanto personal, pero
mo de un soñador adolescente francés, un poblachón polvoriento y anodino. “La idéntica ambición viajera y se mostró
76
LAS EXPLORACIONES. CAMINOS PARA EL SAQUEO
EL DESPOJO DE ÁFRICA
77
do Henry Morton Stanley, un periodis-
ta británico nacionalizado americano, al
que el New York Herald hizo el encargo
de encontrar al misionero perdido. Stan-
ley, que en la Guerra de Secesión de EE
UU había combatido inicialmente al la-
do de los esclavistas, emprendió su via-
je en 1871. Violento y racista, habría de
hacer honor a estos dos adjetivos en los
años siguientes. Al frente de 192 por-
teadores y con la fabulosa cifra de 1.000
dólares de presupuesto, partió de Zan-
zíbar y logró encontrar a Livingstone en
Ujiji, el poblado donde se había oído ha-
blar de él por última vez.
78
LAS EXPLORACIONES. CAMINOS PARA EL SAQUEO
EL DESPOJO DE ÁFRICA
79
GRANDES EXPLORADORES
■■ MUNGO PARK esclavos. La fama y los ingresos que le ganó el desprecio de sus compañeros de
Selkirk, Escocia, 1771-Bussa, Nigeria, 1806 otorgaron sus libros de viajes le convirtie- armas. En 1853, disfrazado de musul-
Estudió medicina en Edimburgo y traba- ron en independiente para planificar sus mán afgano, visitó
jó en Sumatra, ganándose la confianza itinerarios. Perdido en 1871, fue hallado La Meca, aunque
de la Royal Society, que le encargó que por H. M. Stanley en un encuentro céle- no fue el primer oc-
explorara el curso del Níger. Su primera bre en la historia de ambos exploradores. cidental que lo ha-
aventura, cuyo relato publicó en 1797, cía. Sí lo fue en en-
le hizo famoso. Dos años después, ya ■■ MARY KINGSLEY trar en la ciudad
casado y establecido en Escocia, el Go- Londres, 1862-Ciudad del Cabo, 1900 prohibida de Harar
bierno le pidió que condujera una se- Sobrina de un clérigo, llevó una vida en Etiopía, antes
gunda expedición. La época de las llu- anodina hasta los 30, cuando decidió de viajar con John
vias, sin embargo, viajar a África para terminar un libro so- Speke en busca de
causó la muerte bre religiones locales iniciado por su pa- las fuentes del Ni-
por paludismo de dre. En 1893 y 1894, visitó Cabinda y lo. Fue cónsul en
la mayoría de los la isla de Fernando Poo, decubrió nue- Fernando Poo, Santos (Brasil), Damasco
componentes y los vas especies de peces, convivió con los y Trieste, donde falleció.
seis que se salva- caníbales fang y escribió unos relatos de
ron se ahogaron en sus viajes que ■■ HENRY MORTON STANLEY
el Níger poco des- muestran una sen- 1841, Gales-1904, Londres
pués, durante un sibilidad pionera y Hijo ilegítimo, se embarcó en Liverpool y
ataque de los habi- a contracorriente llegó a Nueva Orleans en 1859, donde
tantes de la región de los valores con- fue apadrinado por Henry Hope Stanley,
de Bussa. servadores de sus de quien tomó el apellido. Soldado y pe-
contenmporáneos riodista, fue a África en 1867 a cubrir la
■■ RENÉ-AUGUSTE CAILLIÉ varones, por su expedición inglesa contra el emperador
La Rochelle, 1799-La Badère, 1838 simpatía y respeto de Abisinia, Tewo-
Antes de los 20, el joven y humilde hacia los africanos dros II. Luego acep-
obrero francés ya había viajado dos ve- negros. Murió tra- tó el encargo de en-
ces a la zona francesa de Senegal y re- bajando como en- contrar a Livingsto-
corrido parte del interior. Logró llegar a fermera en la Guerra de los Bóers. ne, que le hizo fa-
pie a Tombuctú en 1828, disfrazado de moso, y finalmente
viajero musulmán. ■■ JOHN HANNING SPEKE navegó por el río
El relato de sus pe- Devon, 1827-Wiltshire, 1864 Congo cruzando
ripecias, en tres vo- Sirvió en el ejércirto inglés en el Punjab, África de Este a
lúmenes, se publi- el Himalaya y el Tibet. En 1855, viajó Oeste, momento a
có en 1830 en por Somalia con Burton y al año siguien- partir del cual
francés y pronto te ambos salieron de Zanzíbar en busca aceptó trabajar para
fue traducido al in- de las fuentes del Nilo. Cuando Burton el rey Leopoldo de Bélgica. Antes de mo-
glés. Nunca se re- enfermó, él llegó al rir, se nacionalizó británico de nuevo.
cuperó del desgas- lago Victoria y afir-
te físico sufrido en mó que era el ori- ■■ PIERRE SAVORGNAN DE BRAZZA
el viaje y no volvió gen del Nilo. Bur- Roma, 1852-Dakar, 1905
a África. ton lo negó y su Brazza era un conde italiano que se na-
controversia fue cé- cionalizó francés en 1874 y se alistó en
■■ DAVID LIVINGSTONE lebre. Regresó a el ejército de ese país. De 1875 a
Blantyre, Escocia, 1813-Chitambo, Zambia, Africa para repetir 1878, exploró el río Ogowe y la desem-
1873 el trayecto y murió bocadura del Gabón. Regresó dos años
Educado en un ambiente piadoso y hu- en un accidente, el después para pactar tratados con los je-
milde, acudió a una llamada en busca de día antes de expo- fes locales de lo que luego se convertiría
misioneros en 1834 y, una vez ordenado, ner sus conlusiones en el Congo francés, al norte del río del
partió para África en un debate con Burton en Londres. mismo nombre. En
en 1840. Durante 1884, fundó la
15 años viajó lle- ■■ RICHARD BURTON ciudad de Brazzavi-
vando el Evangelio Devonshire, 1821-Trieste, 1890 lle, donde estable-
por zonas nunca an- Educado en Fancia e Italia, fue un exce- ció una colonia que
tes pisadas por los lente lingüista. Tradujo las Mil y Una No- gobernó de 1886 a
europeos. Su inten- ches del árabe, el Kama Sutra del hindi y 1897. En 1905,
ción era abrir rutas otros textos clásicos del persa, como El viajó de nuevo a in-
comerciales en Áfri- Jardín Perfumado, de Nefzaoui. Militar vestigar denuncias
ca que fueran una en el ejército británico en la India, estu- de abusos a los na-
alternativa económi- dió en 1845 la prostitucion homosexual tivos y murió en el
ca al comercio de en Karachi y lo detallado de su informe le viaje.
80
LAS EXPLORACIONES. CAMINOS PARA EL SAQUEO
EL DESPOJO DE ÁFRICA
ESPAÑA
ITA L IA
IMP E RIO
Túnez OT OMA NO
Tánger • • •
Argel
M ar M ed ite rrá ne
• o
Marraquech • Alejandría
Trípoli • Bengasi
•
E GIP T O
D e si e r t o
N
de Libia
ilo
A RA BIA
Ma
Asuán •
S A H A R A
r R
oj
Saint Louis Tombuctú
o
• •
R.
Jartum Masava
Ni
ge
Lago Chad • •
Nilo Blanco
r
Ni
• Sokoto
lo
Djnné •
Az
• Kano • Gondar Golfo de Adén
ul
Boké •
R.
Ch
• P e n í n sula
ar
Lago Volta
i
Lambarene• go Victoria
on
uala
Cabinda . C
• R • Mombasa
• Kinshasa
ba
Matadi • • Tabora
Í N D I C O
• • Bagamoyo
O C É A N O Ujiji L. Tanganica •
San Pablo • Dar es Salaam
A T L Á N T I C O de Luanda Lago
• Benguela • Mtwara
Niasa
R. O
R. C
kav
R. Zambeze
uan
•
an
Sesheke
do
Mozambique
go
•
ITINERARIOS
e
iqu
• M a d a g a scar
N O
DE LAS PRINCIPALES
mb
Beira
R.
oza
EXPLORACIONES D e si e r t o d e Lim
po
eM
po
Kalahari
d
É A
nal
• Durban
David Livingstone 1841-1873
O
81
Berlín, 1884
EL REPARTO
Para que los avances coloniales de las potencias europeas en África no
generaran enfrentamientos armados, Bismarck las convocó en Berlín, a fin de
acordar las reglas del juego. Juan B. Vilar explica el pacto entre caballeros,
que en zonas del continente tuvo consecuencias rayanas en el genocidio
L
a nueva era del imperialismo ningún caso fue capaz de asegurar la in-
europeo surgido en el siglo XIX, dependencia nacional, y una tras otra
consecuencia del triunfo del fueron ocupadas por los europeos, bien
ideario liberal, pero sobre todo como territorios de plena soberanía –Ar-
de la revolución industrial y de los for- gelia en 1830, Libia en 1911–, bien co-
midables avances de las técnicas y las mo protectorados –Túnez en 1881, Egip-
ciencias, determinaron una nueva aper- to en 1882–. El mismo destino tuvieron
tura del horizonte geográfico, que su- los movimientos de reafirmación isla-
puso para el hombre occidental el co- mista más representativos: el del Mah-
nocimiento y ocupación del planeta, di en el Sudán –aplastado por el Reino
prácticamente en su totalidad. África no Unido con la toma de Jartum, 1898–, y
podía ser la excepción. el de Ma el Ainin, en el Sahara Occi-
La búsqueda de materias primas con dental, que corrió igual suerte por cuen-
las que alimentar una industria en cre- ta de Francia, por las mismas fechas.
cimiento y de mercados donde colocar
los excedentes manufacturados; la con- Avances franceses e ingleses
veniencia de sustituir los desaparecidos Hasta mediados de siglo XIX, la presen-
imperios coloniales americanos por otros Leopoldo II de Bélgica estrangula a los cia europea en África era puramente tes-
en Asia y África, con la consiguiente ad- habitantes de la Cuenca del Congo. Caricatura timonial. En 1830, los franceses ocupa-
quisición de territorios tanto de explo- publicada en Punch, a finales del siglo XIX. ron Argel, so pretexto de librar a la na-
tación como de poblamiento; la propia vegación internacional de aquel peligro-
revolución de los transportes –sobre to- dental. También, para que su reparto y so foco corsario, pero una vez allí ya no
do, por la aplicación del vapor y la hé- ocupación fuesen un hecho. se marcharon. Antes al contrario, desde
lice a la navegación–, pero también con- A ello hay que sumar la incapacidad esa base de operaciones iniciaron la sis-
sideraciones de orden social, científico de las sociedades tribales autóctonas pa- temática conquista del país, completada
y cultural –eliminación de la trata de es- ra oponer una resistencia eficaz a la pe- en 1848 con el sometimiento del emir
clavos, los nuevos descubrimientos geo- netración europea. No pudieron hacer- Abd el Kader. Desde el Sahel argelino,
gráficos o el formidable impulso expe- lo las mejor organizadas –Dahomey, fue ocupado todo el Sahara centro-occi-
rimentado por las misiones cristianas en Bornu, Malí, Uganda–, ni los Estados dental, hasta lograr enlazar con los terri-
su doble versión protestante y católica–, feudales sobrevivientes en el Norte y Es- torios ocupados por Francia desde sus
todo se concitó, en suma, para que en te del continente desde Marruecos a Abi- bases senegalesas en el Oeste africano
un tiempo breve África desvelase gran sinia, Zanzíbar o Madagascar, todos ellos y Níger superior. Hacia 1880, los domi-
parte de sus secretos al hombre occi- en pleno declive. nios franceses se extendían interrumpi-
De otro lado, un incipiente naciona- damente por el eje Argel-San Luis de Se-
JUAN B. VILAR es catedrático de Historia lismo suscitado en las antiguas depen- negal. Más al sur, Francia se hallaba tam-
Contemporánea. Universidad de Murcia. dencias turcas del Norte de África en bién en el golfo de Guinea –Costa de
82
EL DESPOJO DE ÁFRICA
Representación de la Batalla de Adua, en marzo de 1896. Las tropas etíopes, lideradas por Menelik, vencieron. Fue el equivalente al 98 italiano.
Marfil, Dahomey, Congo superior y Ga- rar su hegemonía en el Mediterráneo Ello, sumado a la ocupación de Kenia,
bón–, y desde sus islas del Índico per- oriental y, sobre todo, el control de la Uganda y otras regiones del África orien-
manecía atenta para proceder al asalto nueva ruta a la India por el canal de tal, permitiría a Gran Bretaña conectar
de Madagascar a la primera oportunidad. Suez, inaugurado en 1869. esos territorios con sus posesiones me-
De superior alcance eran los planes El moderno Estado introducido por ridionales. Si bien en 1881, hubo de
británicos para la ocupación del frente Mehmet Alí en Egipto en la primera mi- aceptarse la segregación de las dos re-
oriental del continente. Ello mediante tad del XIX, saludado por los contem- públicas bóers (holandesas y calvinistas)
un movimiento envolvente de Sur a poráneos como aurora de un resurgi- de Transvaal y Orange, situadas en los
Norte y viceversa, que debería tener co- miento árabe, sobrevivió con dificultad confines noroccidentales de Sudáfrica,
mo bases la recién adquirida Colonia de a su fundador, de forma que en 1882 su viabilidad era dudosa como los he-
El Cabo –perdida por los holandeses ese país quedó reducido de hecho a chos no tardarían en demostrar.
durante las guerras napoleónicas– y protectorado británico. El paso siguien- En contrapartida, por el Norte y No-
Egipto, provincia emancipada del Im- te fue la ocupación del Sudán –condo- reste, el avance desde El Cabo resultó
perio turco, cuya ocupación era para minio anglo-egipcio, pero en la realidad imparable: Natal, Bechuanalandia, Ba-
Londres asunto prioritario, para asegu- dependencia exclusivamente británica–. sutolandia, Suazilandia, fueron cayendo
83
Las delegaciones que participaron en la Conferencia de Berlín, en 1884, en un minucioso dibujo de La Ilustración Española y Americana.
una tras otra, reducidas a colonias o pro- en Eritrea y Somalia; y una compañía británicos en África oriental y en el Su-
tectorados. Cuando en las décadas de belga, presidida a título particular por el roeste del continente. De otro lado, tam-
1880 y 1890 surgió la doble posesión de rey Leopoldo II, operaba en la inmen- bién era necesario decidir si se recono-
Rhodesia, desde ella pudo enlazarse sin sa región del Congo. cían o no los derechos históricos alega-
dificultad con Uganda y los dominios del dos por Portugal y España y si se aten-
Norte. El Imperio británico en África La sistematización del despojo derían la pretensiones soberanistas del
oriental era una realidad incuestionable. El proceso de penetración desordenada rey Leopoldo II de Bélgica sobre el Con-
Baste decir que se extendía casi ininte- en el continente africano a partir de ca- go y, en caso afirmativo, de qué forma
rrumpidamente desde el Mediterráneo a beceras de puente establecidas en el li- hacerlo compatible con los intereses de
El Cabo. A su lado palidecían las otras toral, mediante la doble táctica de de- Francia y Portugal y con la deseable li-
dependencias del Reino Unido en el
frente atlántico del continente: Gambia, En 1880, Gran Bretaña y Francia ocupaban
Sierra Leona, Costa de Oro (Ghana) e in-
cluso Nigeria. casi toda África. Alemania e Italia hacían
Iniciada la década de 1880, Gran Bre-
taña y Francia se repartían buena parte
aparición y Leopoldo II ansiaba el Congo
del continente africano. Alemania que- mostraciones de fuerza y de compra de bertad de comercio y navegación en ese
daba muy por detrás. Hizo acto de pre- voluntades, una y otra garantizadas con extenso país. Por último, se imponía re-
sencia tarde, pero con determinación de ocupaciones fácticas, o con tratados de conocer o no, una por una, las adqui-
quedarse: a sus posesiones de Camerún protectorado sobre los débiles poderes siciones ya realizadas y, sobre todo, in-
y Togo, en el golfo de Guinea, sumó en autóctonos, necesariamente tenía que troducir mecanismos adecuados que re-
1884 los extensos territorios de África del terminar enfrentando a las potencias co- gulasen las anexiones futuras, así como
Suroeste y Tanganica, este último en el lonialistas. Así sucedió con británicos y los posibles contenciosos entre las par-
Índico. Portugal y España continuaban franceses en Egipto, Sudán y Nigeria; a tes interesadas.
en sus posiciones históricas de siempre, los segundos, con los alemanes en Áfri- Para poner orden entre tanto caos y
ya mencionadas; Italia hacia su aparición ca ecuatorial, y a estos últimos con los sentar las bases de un reparto consen-
84
BERLÍN, 1884. EL REPARTO
EL DESPOJO DE ÁFRICA
85
nacionalización de la explosiva cuestión
del Congo, pero también el hallazgo de
una salida a la de Egipto, apoyando a
Francia para impedir el exclusivo con-
trol de ese país por Gran Bretaña, y a és-
ta en la cuenca del Níger para frenar
apetencias no menos exclusivistas fran-
cesas, o bien el afianzamiento de la pre-
sencia alemana en Togo y Camerún o la
anexión a Alemania de Tanganica y Áfri-
ca del Suroeste para quebrar o siquiera
debilitar unilaterales hegemonías fran-
cesas y británicas en el golfo de Gui-
nea y en África oriental.
86
BERLÍN, 1884. EL REPARTO
EL DESPOJO DE ÁFRICA
87
consolidándose por el momento la in-
dependencia etíope y la permanencia
del negus Menelik II en su trono.
En cuanto al Congo, corazón mismo
de África y territorio inmenso, era en rea-
lidad una empresa privada pertenecien-
te al monarca belga y como tal debía
funcionar y ser rentable. Repartido el
país entre diferentes compañías inter-
nacionales –respaldadas por un despia-
dado ejército de mercenarios–, al resul-
tar inexplotables por el momento sus
principales recursos mineros –cobre en
la recóndita Katanga– y agrícolas –esca-
sez de colonos europeos–, la economía
hubo de fundamentarse en la exporta-
ción de ébano, caucho natural y mar-
fil, negocio que conllevó el saqueo sis-
temático y la semidestrucción del país
Aunque esta postal alemana de Liberia reúne todos los tópicos sobre naturaleza y nativos en con daños irreversibles en sus bosques
África, éste era en 1936 el único país africano independiente, aunque muy vinculado a EE UU. y fauna, pero especialmente un aterra-
dor genocidio –10 millones de muertos–
protegido desde 1895, en el 97 los fran- mana, ampliada luego hacia el interior denunciado en vano por exploradores,
ceses derrocaron y exiliaron a la reina con sendos protectorados sobre Ruan- misioneros y otros testigos oculares, da-
Ranavalona III, transformando la isla en da y Burundi. El proyecto de algún co- do que el soberano belga, hábil mani-
territorio militar en ese año, y en colo- lonialista de unir las posesiones del pulador de los medios de comunicación,
nia en 1905. Mejor suerte corrieron Tú- Atlántico y el Índico (ferrocarril trans- supo ocultar el alcance del holocausto y
nez y Marruecos, sometidos a régimen continental Duala-Dar es Salam) se vio mantener con astucia su reputación de
de protectorado en 1881 (Tratado de El frustrado con la creación del Estado Li- persona humanitaria.
Bardo) y 1912 (Convenio franco-espa- bre del Congo. Aunque la presencia ale- Esa política depredadora hizo inviable
ñol de ese año), si bien el mencionado mana fue breve (desahuciada de sus co- a medio plazo tal sistema, y al no poder
en segundo lugar era compartido con lonias en 1919, al término de la Prime- ser afrontado el sostenimiento de una
España, pudiendo retener ambos su go- ra Guerra Mundial), su huella en esos desproporcionada burocracia, el llama-
bierno (Majzén) e instituciones tradicio- países ha sido perdurable. do Estado Libre se declaró en banca-
nales, encabezados unos y otras por el Italia, con mayores apetencias que rrota. A Leopoldo no le cupo otra salida
bey y el sultán respectivamente. No obs- Alemania, sin embargo llegó tarde al re- que legarlo al pueblo belga, que hubo
tante el poder efectivo era controlado en parto. Excluida de Túnez, su natural de hacerse cargo en 1908 de una colo-
ambos casos por un alto comisario eu- área de expansión por razones geográ- nia tan desproporcionadamente exten-
ropeo, que en Marruecos eran dos, fran- ficas, al tomarle la delantera Francia y sa –66 veces el tamaño de Bélgica– co-
cés y español, con residencia en Rabat declarar su protectorado sobre ese país mo ruinosa. Al llamado en adelante Con-
y Tetuán. en 1881, hubo de contentarse con Libia, go Belga (luego Zaire y hoy República
ocupada a partir de 1911 al término de Democrática del Congo), dividido en
Los imperios menores una guerra nada gloriosa con Turquía, quince grandes distritos, para su admi-
Como en los casos británico y francés, la dueña del extenso territorio, y no sin te- nistración se le aplicó con pocas va-
presencia oficial de otros países euro- ner que vencer después una imprevista riantes el rígidamente centralizado mo-
peos en África se debió casi siempre a y tenaz resistencia de las tribus árabes delo colonial francés.
iniciativas privadas. Así ocurrió en lo que y beréberes. Un segundo objetivo estu-
se refiere a Alemania, Italia y Bélgica, y vo en África oriental, donde las nuevas El modelo ibérico
en parte también a Portugal y España. colonias de Eritrea y Somalia (pactadas Finalmente, la presencia de los dos Es-
El ejemplo alemán es aleccionador. con Gran Bretaña por el jefe de go- tados ibéricos en África siguió modelos
Aunque la presencia de exploradores bierno Francesco Crispi, principal im- colonizadores distintos. Portugal funda-
y casas de comercio alemanas en Áfri- pulsor de la política colonial italiana) mentaba sus reivindicaciones coloniales
ca occidental y oriental se remonta a la deberían de servir de base de opera- en derechos históricos que considera-
década de 1840, oficialmente Alemania ciones para la transformación del Im- ba irrecusables y en una presencia mul-
no hizo acto de presencia hasta 1884-85, perio de Abisinia (cristiano-nestoriano tisecular, más o menos efectiva. En cuan-
en que se afianzó en Togo y Camerún de rito copto) en protectorado y luego to al sistema colonial adoptado, resulta-
(golfo de Guinea) y se anexionó los ex- en colonia. Los desastres de Dogali y ba más centralizado y asimilacionista
tensos territorios de África del Suroes- Adua (versión italiana de nuestro 98) que el francés. Si bien las posesiones lu-
te y Tanganica o África Oriental Ale- echaron abajo esos sueños imperiales, sitanas de Guinea-Bissau, Cabo Verde,
88
BERLÍN, 1884. EL REPARTO
EL DESPOJO DE ÁFRICA
89
Nuevas reglas de
JUEGO
Los europeos se repartieron las mejores tierras, impusieron trabajos forzados,
combatieron las creencias religiosas y abolieron los usos sociales de los
africanos. Donato Ndongo explica los diferentes sistemas de colonización,
cuyo denominador común fue el desarraigo del propio africano
L
a colonización europea afectó más absoluto. El hecho de que apenas hay que destacar la explotación incon-
tan profundamente a los africa- se vestían constituyó el ejemplo más cla- trolada de la madera, terminando con los
nos que marcó el fin de una ro de ese “salvajismo”, sin que se tuvie- bosques tropicales en muchas regiones.
época y el advenimiento de otra ra en cuenta el calor tropical; y, en fin, Esto, unido a la caza indiscriminada, tu-
nueva, cuyas consecuencias siguen gra- ciertas prácticas rituales, como la antro- vo como consecuencia el deterioro eco-
vitando hoy. El expansionismo europeo pofagia practicada por algunas castas de lógico que padecen ahora extensas re-
en Africa, iniciado por Portugal en el si- determinados pueblos, se tomó como la giones africanas, en las que se ha alte-
glo XV, terminaría transformando todos quintaesencia de ese “primitivismo”. rado de modo definitivo el equilibrio an-
los aspectos de la vida de las sociedades teriormente existente entre el bosque, los
africanas, incluidos los morales y reli- Mineros y peones forzosos animales y los seres humanos.
giosos, de forma que cuando se produ- La explotación económica de los terri- En general, los europeos intentaron
ce la descolonización del continente, en torios transformó profundamente los mo- reproducir en África los esquemas prac-
la segunda mitad del siglo XX, los afri- dos de producción; en las zonas mineras ticados en América, donde se estable-
canos han perdido casi totalmente su –Congo Belga, Rhodesia y Suráfrica–, los cieron colonias de población, en per-
personalidad, obligados a abrazar la fe y africanos pasaron a ser mano de obra juicio de los habitantes nativos. En la
las costumbres de los europeos. proletarizada en condiciones de semies- parte oriental y meridional del conti-
El discurso colonial puso el acento en clavitud; en las regiones de explotación nente, de clima más benigno, se con-
la necesidad de cristianizar y “civilizar” agrícola –Kenia, Rhodesia y Suráfrica–, centraron grandes núcleos de población
a los negros africanos, cuyo grado de de- los colonos europeos expulsaron a los de origen europeo, después de expul-
sarrollo fue considerado “inferior”, no africanos de las tierras más productivas, sar a los africanos. Las masivas expro-
sólo en los terrenos científico y técnico, para confinarles en las menos fértiles, ge- piaciones de los kikuyo en Kenia, o las
sino en lo moral y, en general, en to- neralmente mediante expropiaciones ma- de los ndebele en Rhodesia (hoy Zim-
das las manifestaciones de sus culturas. sivas, siempre violentas, sin respetar la babue), o las de xhonas y shotos y la lar-
Su arte fue tildado de “primitivo”; sus propiedad comunal de las tierras que los ga guerra contra los zulúes en Suráfrica,
lenguas tachadas de “groseras” por ser autóctonos venían cultivando, o utiliza- son episodios no superados, que aún
ágrafas y, según los tratadistas colonia- ban para pastos desde hacía siglos. condicionan la política de esos países.
les, incapaces de expresar un pensa- Otra característica fue la introducción Esta política de asentamientos euro-
miento profundo; y sus comidas y demás de nuevos cultivos, los que interesaban peos fue seguida principalmente por los
hábitos no merecieron sino el desprecio a los europeos, como el café, el cacao o ingleses, un modelo colonial que dio lu-
el té, lo cual obligó a millones de afri- gar al “desarrollo separado”, de cuya
DONATO NDONGO-BIDYOGO es periodista, autor canos a abandonar sus cultivos alimen- práctica nacieron los regímenes racis-
de Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial. ticios para priorizar el monocultivo. Y tas de Suráfrica y Rhodesia. Se trataba
90
EL DESPOJO DE ÁFRICA
91
el congolés Patrice Lumumba, el gui-
neano (Conakry) Ahmed Sékou Touré
y el keniano Tom Mboya.
Al analizar las consecuencias del co-
lonialismo en Africa, no puede dejar de
mencionarse la drástica transformación
habida en temas como la familia, la jus-
ticia, el poder y las creencias. Los colo-
nizadores se preocuparon especialmen-
te de cambiar las mentalidades africanas,
en su afán por imponer sus propios usos
y costumbres. Las modificaciones más lla-
mativas se refieren a la introducción del
matrimonio monogámico, en detrimento
de la poligamia, practicada en todo el
Africa subsahariana, excepto en pueblos
generalmente aislados, como los bubis
de Fernando Poo –aunque ahora mismo
“La principal preocupación de los franceses es enseñar a la gente a leer y escribir”. Así rezaba el también la hayan adoptado por influen-
pie de esta fotografía propagandística. Francia aplicó un modelo asimilacionista en sus colonias. cia de los pueblos continentales–.
Todo ello, mezclado con un discurso pa- tuarios, uno de los muchos factores que Ente tradición y modernidad
ternalista que en ciertos momentos pri- explican el subdesarrollo del continen- En África tradicional, el signo de rique-
mó el asimilacionismo, sin dejar de prac- te. Un africano rico se distingue de uno za más importante era el número de mu-
ticar la discriminación racial. Siguiendo el pobre, sobre todo, por la cantidad de co- jeres y de hijos. La virulencia con que el
modelo organizativo portugués –y, en ches que posee, por la cantidad de bie- cristianismo combatió la poligamia, si
cierto modo, el francés–, España otorgó nes que consume y por el número de bien no ha terminado con esa costumbre,
a sus colonias africanas el estatuto de esposas y amantes que colecciona. sí ha influido decisivamente en la nue-
“provincias”, en un intento de frenar el El colonialismo proletarizó a un nú- va concepción de las relaciones de pa-
nacionalismo y eludir la independencia, mero importante de africanos. Pero no reja, en el papel de la mujer en la socie-
integrando a los colonizados en las es- sólo a través de las empresas privadas, dad y en la visión de la familia en las so-
tructuras de la metrópoli. sino, también, de las obras públicas. La ciedades actuales. Cada vez se va redu-
Si el racismo fue una consecuencia ló- construcción de ferrocarriles, carreteras, ciendo más el concepto de familia, aun-
gica del hecho colonial, la razón de ser edificios gubernamentales, e incluso de que la mayoría de los africanos esté de
misma del colonialismo era la explota- iglesias, escuelas y hospitales, se hizo acuerdo en preservar la noción tradicio-
ción económica de los recursos natura- mediante levas de mano de obra forza- nal de la familia amplia, dadas sus ven-
les de los territorios coloniales y la ex- da. Hubo, además, un trasiego continuo tajas en unas sociedades que carecen de
pansión del comercio. La introducción de de trabajadores desde las zonas más po- protección social.
la moneda y de todo lo referente a las re- bladas a las de menor índice demográ- La influencia de la religión cristiana es
laciones mercantiles transformaron la fico, dentro de un mismo territorio co- también muy evidente. Subvirtió el orden
mentalidad de los africanos, que hasta en- lonial y entre diferentes colonias. moral, al sustituir las creencias tradicio-
tonces venían rigiéndose por el trueque. España consiguió “poner en valor” la nales por las judeo-cristianas, y conformó
isla de Fernando Poo –especializada en una nueva cosmovisión. El animismo fue
Extraña mixtura el monocultivo del cacao– mediante la suplantado por las confesiones cristianas,
A partir de la colonización, el africano importación de mano de obra de Libe- aunque el islamismo –y el fundamenta-
descubrió valores como el lucro, el en- ria, Sierra Leona y Nigeria, a través de lismo islámico– también avance entre las
riquecimiento o la explotación, no siem- convenios establecidos con Gran Breta- poblaciones sahelianas. Sin embargo, se
pre positivos; se empezaron a estable- ña. La construcción del ferrocarril entre observa que, en África, se produce un
cer las clases sociales, en función de la Dakar (Senegal) y Bamako (Malí), y el cierto sincretismo entre las religiones tra-
capacidad de adquisición de riquezas del Congo Francés, dio lugar a un gran dicionales y las introducidas por el co-
o de la cultura del colonizador. La mez- trasvase de mano de obra forzada. No- lonialismo. O, lo que es lo mismo, el afri-
colanza de esos nuevos factores con las velistas africanos, como el senegalés cano no dispone de un claro asidero es-
prácticas precoloniales dio lugar a una Sembeene Ousmane o el congoleño Em- piritual en el cual apoyarse, dado que el
extraña mixtura, pues, en la actualidad, manuel Dongala, han narrado con maes- colonialismo y sus consecuencias le pri-
los africanos enriquecidos no invierten tría esos episodios. Las condiciones la- varon de sus creencias antiguas, sin que
sus beneficios –bien o mal adquiridos–, borales de los trabajadores africanos en haya asumido totalmente las nuevas. De
como cabría esperar de una sociedad las obras públicas forjaron, además, a ahí la despersonificación actual, dado que
mercantilizada, sino que, en general, los líderes sindicales africanos que deriva- el negroafricano se debate todavía entre
dedican a la adquisición de bienes sun- ron hacia el nacionalismo radical, como la tradición y la modernidad. ■
92
EL DESPOJO DE ÁFRICA
El continente
SIN DUEÑO
Para apropiarse de un territorio varias veces mayor que Europa, los
colonizadores desarrollaron una teoría que veía en el africano a un
irresponsable, al que no se podía aplicar el mismo derecho que al civilizado,
e incapaz por tanto de poseer la titularidad de su tierra. José María
Ridao analiza la ideología colonialista y su resistencia a desaparecer
L
a expansión colonial suele apa-
recer asociada a la revolución La desnudez
industrial y al espectacular de- africana como
sarrollo económico que expe- realce de la
rimenta Europa durante el siglo XIX, al sofisticada cultura
europea, en una
punto de que se suele considerar como
fotografía de finales
una consecuencia casi inevitable de las del siglo XIX.
nuevas necesidades de materias primas
y de la ampliación de los mercados pa-
ra unas manufacturas producidas en una
escala inédita hasta entonces.
Es posible que el proyecto colonial no
hubiera podido llevarse a cabo, si Eu-
ropa no hubiese dispuesto por aquellas
fechas de las técnicas y de los recursos
económicos que permitieron emprender
la ocupación y la explotación en su pro-
pio beneficio de un continente varias ve-
ces superior en extensión. La coloniza-
ción constituyó, a este respecto, un ob-
jetivo capaz de movilizar todos los inte-
reses, tanto públicos como privados, de
las sociedades que lo adoptaron.
Hombres de gobierno, industriales, fi-
nancieros, científicos, escritores, perio-
distas y hasta simples aventureros coin-
cidieron en exaltar sus virtudes mila-
grosas, gracias a las cuales los dividen-
dos del colonizador parecían crecer al
mismo tiempo que los beneficios para
el colonizado. Enriquecerse haciendo el
bien, ¿acaso podía dudarse de que,
alumbrado este prodigio, la Europa del
93
su extensión, no constituía un incontes-
table dato de partida con el que los co-
lonizadores estuviesen obligados a con-
tar. Cuando, al relatar la historia del pe-
riodo, se dice que la Conferencia de Ber-
lín, convocada por el canciller Bismarck
en 1885, consagró el reparto de África
entre las principales potencias europeas,
se suele pasar por alto un aspecto qui-
zá más importante. Y es que, por sor-
prendente que resulte, convalidó además
unas fronteras y un modo de designar la
totalidad del continente que se venía
abriendo paso desde el Renacimiento.
94
EL CONTINENTE SIN DUEÑO
EL DESPOJO DE ÁFRICA
95
regiones que los africanos conocían so- conducir, corrigiéndolas y ayudándolas,
bradamente, integrados en sus propias a través de lo que el Pacto de la Socie-
vidas y creencias, y en los que incluso dad de Naciones consideraría “las com-
ejercían de guías para los exploradores plejidades del mundo moderno”. El ca-
llegados de Europa. ¿Con ello no se les rácter derogatorio de la fórmula apli-
negaba implícitamente a los africanos la cada a las colonias africanas de Alema-
condición de seres humanos, o al menos nia se convertiría en abierta aberración
una parte de esa condición, situándolos cuando se decidió extenderla al Impe-
a medio camino entre el hombre y la rio Otomano, la otra potencia derrota-
bestia, como haría, por ejemplo, Edgar da en la Gran Guerra. Constantinopla,
Rice Borroughs en su exitosa serie de no- la capital de un Imperio musulmán que,
velas sobre Tarzán? históricamente, había sido gobernado
desde Bagdad y Damasco, se transfor-
Berlín: negociar para no guerrear mó repentinamente en metrópoli y, en
Si la conversión de África en una gigan- correspondencia, el resto de los territo-
tesca res nullius facilitaba la tarea de po- rios del Islam, incluyendo Siria, Egipto
ner en conexión la “misión civilizadora” o Arabia, en inusitadas colonias, a las
y la ocupación de un territorio, la con- que había que colocar bajo mandato de
trapartida se encontraba en la tensión que las potencias vencedoras.
el sistema podía generar entre las me- Lejos de haberse extinguido, la mira-
trópolis, embarcadas en una imparable da que Europa arrojó sobre África en la
carrera por ampliar sus dominios. La Con- empresa colonial suele reaparecer con
ferencia de Berlín obedece al propósito diversos ropajes. Buena parte de los ra-
de desactivar la carga desestabilizadora zonamientos que se emplean para fun-
que la empresa colonial representaba pa- damentar la cooperación al desarrollo y
Portada de la primera edición de Mi viaje a ra las potencias europeas: mejor llegar la ayuda humanitaria parecen tomados
África, de Churchill, que retrata sin disimulo a un acuerdo entre pueblos civilizados, del discurso colonial, y en concreto de
los planes colonialistas del autor. según correspondía al Senado del mun- la convicción de haber hallado un pro-
do, que resolver las controversias recu- cedimiento sorprendente, un auténtico
del colonialismo–, conviene destacar la rriendo a la fuerza militar. prodigio por el que los dividendos del
relativa a la soberanía sobre el territorio. El resultado de la Conferencia fue, así, colonizador –del donante, en este caso–
Al establecer que los pueblos salvajes no una reproducción más o menos exacta parecen crecer al mismo ritmo que los
estaban en condiciones de disponer de del equilibrio político que se mantendría beneficios para el colonizado, el recep-
sí mismos, lo que se venía soterrada- en Europa hasta el término de la Se- tor. Por descontado, los métodos del hu-
mente a sostener era que tampoco po- gunda Guerra Mundial. Francia, Ingla- manitarismo nada tienen que ver con
dían estarlo para tomar posesión efecti- terra y Alemania obtendrían la parte del los del colonialismo, pero la coinci-
va del suelo sobre el que se asentaban. león en el reparto; y ello sobre la base dencia en algunos de sus presupuestos
Así, África se convirtió en una auténtica de reconocer a Bélgica sus posesiones favorece la coincidencia en uno de sus
res nullius a efectos de los colonizado- en el Congo y reducir drásticamente las más penosos resultados: la considera-
res, en todo momento a merced de que de España y Portugal en el golfo de Gui- ción de los africanos como permanen-
cualquier sujeto internacional con capa- nea y en la franja meridional del conti- tes menores de edad, como objetos, y
cidad completa, esto es, de que cualquier nente, estableciendo un dominio britá- no sujetos, incapaces de hacer frente a
pueblo civilizado, llevase a cabo una nico en los territorios que median en- sus propios problemas. ■
apropiación conforme a las normas que tre el Atlántico y el Índico, entre las ac-
las propias metrópolis habían instituido. tuales Angola y Mozambique.
La imagen de África como continente sin La mirada colonial sobre África se pro- PARA SABER MÁS
dueño se vio acentuada por la fiebre de longaría en las décadas posteriores. HOCHSCHILD, A., El fantasma del rey Leopol-
aventuras que se apoderó de Europa, y Cuando, terminada la Primera Guerra do. Codicia, terror y heroísmo en el África
que hizo que las hazañas de los explo- Mundial, las potencias vencedoras de- colonial, Barcelona, Península, 2002.
ILIFFE, J, África. Historia de un continente, Ma-
radores se presentasen como gestas sin ciden privar a Alemania de los territo-
drid, Cambridge University Press, 1998.
parangón en la Historia. No se decía de rio obtenidos en la Conferencia de Ber- KI-ZERBO, J., África bajo la dominación colonial
ellos que habían logrado poner el pie lín, su decisión no es la de concederles (1880-1935), vol 7 de en “Historia General de
donde nunca antes había pisado el hom- la independencia. Antes por el contrario, África”, Madrid, Tecnos, 1987.
LEMARCHAND, PH., Atlas de África, Madrid, Acento,
bre blanco –algo cuando menos dudo- los colocan bajo la fórmula del manda- 2000.
so, a juzgar por la auténtica dimensión to, tomando como modelo el comple- MARTÍNEZ CARRERAS, J. U.: África subsahariana,
de la empresa imperial portuguesa–, si- mento de capacidad de los menores en Madrid, Síntesis, 1993.
VILAR, J. B., “Guinea y el Sahara atlántico, objeti-
no que habían logrado alcanzar lugares el derecho civil. De acuerdo con la nue-
vo colonial sustitutorio de Cuba antes y después
donde el ser humano jamás había esta- va institución, los colonizados eran com- del 98”, en J. Aróstegui y J. A. Blanco (eds.): Cas-
do. En realidad, se trataba de parajes y parados con criaturas a las que había que tilla y el 98, Zamora, UNED, 2000.
96