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HORA SANTA

PALABRA DE DIOS Y SANTIDAD

Monitor: Hermanos, iniciamos esta Hora Santa

postrándonos antes Jesús Sacramentado y elevando,

todos juntos, la siguiente oración:

Señor mío, Jesucristo, que, por el amor que tienes a

los hombres, estás de noche y de día en este

sacramento, todo lleno de piedad y de amor,

esperando, llamando y recibiendo a todos cuantos

vienen a visitarte: yo creo que estás presente en el

Santísimo Sacramento del altar, te adoro desde el

abismo de mi nada y te doy gracias por todos los

favores que me has hecho, especialmente, por

haberme dado, en este sacramento, tu Cuerpo, tu

Sangre, tu Alma y tu Divinidad; por haberme

concedido como abogada a tu Santísima Madre, la

Virgen María y por haberme llamado a visitarte, en

este lugar santo.

Adoro tu amantísimo Corazón y deseo adorarlo por

tres fines:

▪ el primero, agradeciendo tu presencia entre

nosotros;

▪ el segundo, para reparar por todas las ofensas que

has recibido en este sacramento;

▪ el tercero, porque, en esta visita, deseo adorarte en

nombre de mis hermanos que se han olvidado de

Ti.

[6]
Jesús mío, te amo con todo mi corazón. Me duele

haberte ofendido tantas veces. Ayúdame a cambiar.

Contando con tu gracia, me consagro todo a ti. Te

entrego mi voluntad, mis afectos, mis deseos y todo

cuanto me pertenece. De hoy en adelante, Señor, haz

de mí y de mis cosas cuanto te agrade. Lo que yo

quiero y te pido es tu santo amor, la perfecta

obediencia a tu santísima voluntad, y la

perseverancia final.

Te pido, Señor, por las almas del purgatorio,

especialmente las más devotas de este Santísimo

Sacramento, y te ruego por todos los pobres

pecadores. En fin, amado Salvador mío, uno todos

mis afectos y deseos con los de tu amorosísimo

Corazón, y así unidos los ofrezco a tu Eterno Padre y

le pido, en tu nombre, que por tu amor los acepte y

atienda benignamente. Amén.

Monitor: Cantamos

VENGO ANTE TI, MI SEÑOR

Vengo ante Ti, mi Señor,

reconociendo mi culpa,

con la fe puesta en tu amor,

que Tú me das, como a un hijo.

Te abro mi corazón

y te ofrezco mis miserias,

despojado de mis cosas,

quiero llenarme de Ti.

Que tu Espíritu, Señor,


abrace todo mi ser,

hazme dócil a tu voz,

transforma mi vida entera. (2)

REFLEXIÓN DEL EVANGELIO

DIOS NOS HABLA POR MEDIO DE SU PALABRA

(Homilía de S.S. Benedicto XVI – Domingo 05.10.2008)

Lector 1:

Sólo la Palabra de Dios puede cambiar en

profundidad el corazón del hombre; por eso, es

importante que tanto los creyentes como las

comunidades entren en una intimidad cada vez

mayor con ella. Alimentarse con la Palabra de Dios

es, para la Iglesia, la tarea primera y fundamental. En

efecto, si el anuncio del Evangelio constituye su razón

de ser y su misión, es indispensable que la Iglesia

conozca y viva lo que anuncia, para que su

predicación sea creíble, a pesar de las debilidades y

las pobrezas de los hombres que la componen.

Sabemos, además, que el anuncio de la Palabra,

siguiendo a Cristo, tiene como contenido el Reino de

Dios (cf. Mc 1, 14-15), pero el Reino de Dios es la

persona misma de Jesús, que con sus palabras y sus

obras ofrece la salvación a los hombres de todas las

épocas.
[14]

Oración (todos):

Señor y Dios nuestro, ayúdanos a descubrir cuán

necesario es poner en el centro de nuestra vida Tu

Palabra y acogerte como nuestro único Redentor,

para hacer que Tu luz ilumine todos los ámbitos de

la humanidad: la familia, la escuela, la cultura,

el trabajo, el tiempo libre y los demás sectores

de la sociedad y de nuestra vida. Amén.

Petición: Que, por intercesión de la Santísima Virgen

María, Dios nos conceda acercarnos con fe a la doble

mesa de la Palabra y del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Que ella nos enseñe a escuchar las Escrituras y a

meditarlas en un proceso interior de maduración, que

jamás separe la inteligencia del corazón.

Roguemos al Señor

Todos: Te lo pedimos, Señor.

Monitor: Cantamos
LA PALABRA DE DIOS PRODUCE, EN NOSOTROS,

FRUTOS DE SANTIDAD

(Exhortación apostólica postsinodal VERBUM DOMINI –

S.S. Benedicto XVI)

Lector 2:

La interpretación más profunda de la Escritura

proviene, precisamente, de los que se han dejado

plasmar por la Palabra de Dios a través de la escucha,

la lectura y la meditación asidua. Ciertamente, no es

una casualidad que las grandes espiritualidades que

han marcado la historia de la Iglesia hayan surgido

de una explícita referencia a la Escritura.

Pienso, por ejemplo, en Santa Teresa de Jesús, quien

recurre continuamente en sus escritos a imágenes

bíblicas para explicar su experiencia mística,

recuerda que Jesús mismo le revela que «todo el

daño que viene al mundo es de no conocer las

verdades de la Escritura». Tenemos, también, a

Santa Teresa del Niño Jesús, quien encuentra el

Amor como su vocación personal al escudriñar las

Escrituras, en particular en los capítulos 12 y 13 de

la Primera carta a los Corintios; esta misma santa

describe el atractivo de las Escrituras: «En cuanto

pongo la mirada en el Evangelio, respiro de

inmediato los perfumes de la vida de Jesús y sé

de qué parte correr». Cada santo es como un rayo

de luz que sale de la Palabra de Dios.


Oración (todos):

Dios omnipotente, ayúdanos a reconocernos

pequeños y necesitados de salvación, de

misericordia; reconocer que todo viene de Ti y que

sólo con Tu gracia se realizará, en nuestra vida, lo

que el Espíritu Santo nos revela, por medio de Tu

Palabra. Sólo así podremos «volver a casa»

verdaderamente enriquecidos, más justos y más

capaces de caminar por tus sendas. Amén.

Petición: Que, por intercesión y a ejemplo de todos

los santos, nuestra vida sea esa «buena tierra» en la

que el divino sembrador siembre su Palabra, para que

produzca en nosotros frutos de santidad, «del treinta

o del sesenta o del ciento por uno».

Roguemos al Señor

Todos: Te lo pedimos, Señor.

Monitor: Cantamos
ENSEÑANZAS DE SAN JERÓNIMO

(S.S. Benedicto XVI – Audiencia general – 07.11.2007)

Lector 3:

¿Qué podemos aprender nosotros de san Jerónimo?

Sobre todo, podemos aprender a amar la Palabra de

Dios, en la Sagrada Escritura. Dice san Jerónimo:

"Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo". Por

eso, es importante que todo cristiano viva en contacto

y en diálogo personal con la Palabra de Dios, que se

nos entrega en la Sagrada Escritura. Este diálogo con

ella debe tener siempre dos dimensiones:

Por una parte, debe ser un diálogo realmente

personal, porque Dios habla con cada uno de

nosotros a través de la Sagrada Escritura y tiene un

mensaje para cada uno. No debemos leer la Sagrada

Escritura como una palabra del pasado, sino como

Palabra de Dios que se dirige también a nosotros, y

tratar de entender lo que nos quiere decir el Señor.

Por otra parte, para no caer en el individualismo,

debemos tener presente que la Palabra de Dios se nos

da, precisamente, para construir comunión, para

unirnos en la verdad, a lo largo de nuestro camino

hacia Dios. Por tanto, aun siendo siempre una

palabra personal, es también una palabra que

construye a la comunidad, que construye a la Iglesia.


Oración (todos):

Señor y Dios nuestro, derrama sobre cada uno de

nosotros tu Santo Espíritu, para que nos ayude a

estudiar, todos los días, algún pasaje de la

Escritura.

Que logremos acompañar la oración con la lectura y

la lectura con la oración. Que lleguemos a amar los

Libros divinos en lugar de todo aquello que distrae

nuestra atención y nos aleja de Ti, porque con la

meditación y la ciencia de las Escrituras podremos

mantener el equilibrio del alma. Amén.

Petición: Que, por intercesión y a ejemplo de San

Jerónimo, descubramos, cada día, la alegría y la

importancia de familiarizarnos con los textos

bíblicos: estímulo y manantial de la vida cristiana

para todas las situaciones y para todas las personas.

Roguemos al Señor.

Todos: Te lo pedimos, Señor.

Monitor: Cantamos
LA PALABRA DE DIOS: EL SECRETO DE MARÍA

(S.S. Francisco – Ángelus, Plaza San Pedro – 08.12.2017)

Lector 4:

Es una cosa extraordinaria, porque todo en el mundo,

desgraciadamente, está contaminado por el mal.

Cada uno de nosotros, mirando dentro de sí, ve

algunos lados oscuros. También los santos más

grandes eran pecadores y todas las realidades,

incluso las más bellas, están tocadas por el mal:

todas, menos María.

María no sobresale en apariencia: de familia sencilla,

vivía humildemente en Nazaret, una aldea casi

desconocida. Y no era famosa: incluso cuando el

ángel la visitó nadie lo supo, ese día no había allí

ningún reportero. La Virgen no tuvo tampoco una

vida acomodada, sino preocupaciones y temores: «se

turbó» (Lc 1,29), dice el Evangelio, y, cuando el ángel

«dejándola se fue» (Lc 1,38), los problemas

aumentaron.

Sin embargo, la llena de gracia vivió una vida

hermosa. ¿Cuál era su secreto? Nos damos cuenta si

miramos la escena de la Anunciación. En muchos

cuadros, María está representada sentada ante el

[20]

ángel con un librito en sus manos. Este libro es la

Escritura. María solía escuchar a Dios y transcurrir

su tiempo con Él. La Palabra de Dios era su secreto:

cercana a su corazón, se hizo carne luego en su


seno. Permaneciendo con Dios, dialogando con Él en

toda circunstancia, María hizo bella su vida. No la

apariencia, no lo que pasa, sino el corazón tendido

hacia Dios hace bella la vida.

Oración (todos):

María, Madre de Jesús y Madre nuestra,

acompáñanos en la lectura de la Sagrada Escritura,

para que, como tú lo hiciste, digamos siempre sí

a Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Amén.

Petición: Que, por intercesión de la Santísima Virgen

María, nos esforcemos, cada día, por permanecer en

gracia, diciendo «no» al pecado, y viviendo una vida

bella, diciendo siempre «sí» a Dios.

Roguemos al Señor.

Todos: Te lo pedimos, Señor.

Canto a la Virgen María

RESERVA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

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