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SESION 2

ASPECTOS HISTÓRICOS DE LA NEUROPSICOLOGÍA

1) Pribram, K. H., & Ramírez, J. M. (1995). Cerebro y conciencia. Ediciones Díaz de


Santos. Capítulo I.

2) Teive, H. A., Munhoz, R. P., & Caramelli, P. (2011). Historical aphasia cases:" Tan-
tan"," Vot-vot", and" Cré nom!". Arquivos de neuro-psiquiatria, 69(3), 555-558.
1
La localización cerebral
de procesos psíquicos
(aproximación histórica)

El cerebro es una de las partes anatómicas que más ha tardado en cono-


cerse. Sólo encontramos ignorancia y superstición al respecto hasta prác-
ticamente el siglo pasado, época en la que la moderna investigación cien-
tífica, con la observación experimental y las exploraciones funcionales,
nos permiten ya un verdadero conocimiento del encéfalo.
El descubrimiento de que el cerebro, en vez de ser una masa amorfa y
sin función específica -una «esponja fría», diría Aristóteles-, comprende
muchas partes diferentes macro y micromorfológicamente, y cada una con
una función específica, es uno de los hitos más importantes, dentro de la
historia de la neurología: abre el paso al moderno concepto de localiza-
ción de la función cerebral que, perfeccionado a través de muy variados
métodos de investigación, llega a convertirse en uno de los principios
básicos de la neurofisiología, al facilitar el diagnóstico y la localización
regional de las eventuales lesiones.
Las muy variadas direcciones que toma la investigación a lo largo de
las últimas centurias pueden agruparse en dos tendencias principales:
1. Los partidarios de la localización cerebral, haciendo de la corteza
un mosaico funcional; y
2. Quienes defienden que todos los procesos psíquicos activan el cere-
bro en su totalidad, funcionando la corteza como un todo, holísticamente.
Detengámonos brevemente en alguno de los principales autores de cada
una de dichas tendencias.

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4 CEREBRO Y CONCIENCIA

1. LAS TEORÍAS LOCALIZACIONISTAS

1.1. La frenología: Gall y Spurzheim


Aunque ya en el siglo XVII encontramos experimentos sobre localiza-
ción cerebral (McHenry, 1769), es a finales del siglo XVIII cuando dos
expertos anatónomos, Franz Josef Gall (1758-1828) y su discípulo Johan
Gaspar Spurzheim (1776-1832), dan el primer paso en el estudio de las
funciones psicológicas del cerebro (Gall y Sperzheim, 1810; Riese, 1936).
Tras notar que individuos con ciertas cualidades intelectuales tienen
interesantes prominencias craneales, elaboran una doctrina denominada
craneoscópica, y que conocemos hoy día como frenología, según la cual
la mera palpación del cráneo permite revelar las cualidades morales y las
facultades intelectuales de una persona.
Según estos autores, las facultades mentales están localizadas en la sus-
tancia gris cortical, debajo del cráneo: cada facultad está independiente-
mente, aunque contactada entre sí a través de comisuras en la sustancia
blanca. El cerebro, por tanto, es como un paquete con 27 (luego
Spurzheim lo amplía a 37) órganos –de ahí su sinónimo organología–
separados que presiden cada una de las diferentes facetas del individuo y
producen una protuberancia o abolladura local en la cara externa del crá-
neo. La conclusión de que las variaciones craneales sugieren perfiles de
personalidad característicos de cada individuo, da pie a toda una serie de
excesos entre sus seguidores, haciendo predicciones sensacionales que
desprestigian más de lo debido la indudable categoría investigadora de
Gall.
La principal crítica que puede hacerse a la frenología es la manera cómo
asumen un número totalmente arbitrario de órganos, concebidos todos ellos
como fundamentales, innatos, aislados entre sí, localizados en una zona
propia y sirviendo de manera específica y exclusiva a sólo una facultad.
Sin embargo, su mérito es mucho más importante; tanto que se les reco-
noce como los fundadores de la moderna localización cortical. Dan la
importancia debida a la corteza cerebral en relación con las funciones
mentales y anticipan los constituyentes básicos de la doctrina de la loca-
lización cerebral, a saber: la suposición de que existe un número limita-
do de funciones mentales elementales y otro igualmente limitado de órga-
nos cerebrales bien definidos, y el aislamiento de la función y órganos
cerebrales y de la naturaleza específica de estos últimos.
Por lo que se refiere a los procesos psíquicos, Gall dice que cuanto más
desarrollado esté el lóbulo frontal respecto al occipital y al parietal, más
inteligente será dicha persona.
LA LOCALIZACIÓN CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS 5

Los estudios clínicos posteriores mantienen vigente la postura de Gall


durante la mitad del siglo XIX y prueban que, aunque equivocado en los
detalles, tiene razón en cuanto al principio, que no es otro sino otra for-
ma de fisiognomía, variedad de las cuales han existido durante siglos
(Leuret, 1839; Temkin, 1947).

1.2. La localización del lenguaje: Bouillaud y Broca


Un ardiente defensor de las teorías de Gall sobre la pluralidad de órga-
nos cerebrales y, en concreto, sobre la localización de la facultad de hablar
en el lóbulo frontal, es Jean-Baptiste Bouillaud (1796-1875), quien por
primera vez distingue entre la facultad de crear palabras como signos de
ideas y de retenerlas en la memoria y la facultad de articular palabras. «El
lenguaje, la significación que no es mera señalización instintiva, es exclu-
sivo del hombre» (Ramírez, 1975).
El 21 de febrero de 1825, en un discurso ante la Real Academia de
Medicina de Francia, demuestra que la pérdida del habla se asocia con una
lesión del lóbulo frontal, al que llama «órgano legislativo del habla», y,
entre otras conclusiones, dice lo siguiente: «1.° En el hombre el cerebro
juega un papel esencial en el mecanismo de un gran número de movi-
mientos; dirige todos aquellos que están sujetos al control de la inteli-
gencia y de la volición... 5.° La pérdida del habla depende de la pérdida
de la memoria de palabras, de la pérdida de los movimientos musculares
que componen el habla o de una lesión de la sustancia gris o de la sus-
tancia blanca del lóbulo anterior» (Bovillaud, 1825).
Las opiniones defendidas por Bouillaud y su yerno Simón Alexandre
Ernest Auburtin (1825-1893) encuentran un valioso apoyo en Pierre Paul
Broca (1824-1880) quien, aun sin ser el primero que descubriera la afa-
sia, sí lo es en la localización de los defectos del lenguaje. Afirma que el
área del lenguaje hablado es el tercio posterior de la tercera circunvolu-
ción frontal, un petit lobule triangulaire au sommet inferieur, que llama
le cap de la 3me circonvolution frontale y que aún hoy día suele cono-
cerse como le cap de Broca (Broca, 1870). La describe con detenimiento
en el límite anterior de la fisura silviana: muy consistente en el hombre,
poco en primates y prácticamente rudimentaria en Pithecus.
Su lesión produce la «afemia, es decir, pérdida del habla» (Broca,
1861), incapacidad de pronunciar palabras aunque la lengua no esté para-
lizada; en 1861, Trousseau lo denomina, con mayor éxito, afasia (Broca,
1864), y «el hecho más destacable es que en todos los pacientes la lesión
estaba en el lado izquierdo. No me atrevo a sacar conclusiones de esto.
Espero nuevos hechos» (Broca, 1863). En 1898, Bastian explicará este
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«hecho extraño» con lo que vino a ser el primer enunciado del principio
del predominio lateral cerebral: «Ahora está bastante generalmente acep-
tado que la causa inmediata o próxima se ha de encontrar en el hecho del
uso predominante de la mano derecha, lo cual ocasiona una mayor acti-
vidad funcional sobre el hemisferio cerebral izquierdo» (Bastian, 1898).
Por último, en cuanto a su opinión general sobre la localización fun-
cional, Broca opina que las grandes regiones cerebrales se relacionan con
las grandes regiones de nuestra mente, que el análisis funcional debe pre-
ceder a su localización, y que el tamaño y la forma cerebral están rela-
cionados con el grado de inteligencia del individuo (Broca, 1861).

1.3. La anatomía de las circunvoluciones cerebrales


Una de las estructuras macroscópicas que más tardan en examinarse
cuidadosamente es precisamente la de las circunvoluciones cerebrales. La
razón hay que encontrarla quizá en la tradicional aceptación del sistema
ventricular como sede de la actividad cerebral. A las circunvoluciones no
se les concede importancia funcional alguna: se limitan a ser un mero
envoltorio que defiende los ventrículos del duro estuche craneal.
Gall es quien estudia por primera vez las circunvoluciones cerebrales,
haciendo anatomía comparada y sugiriendo mecanismos sobre su forma-
ción.
Luigi Rolando (1773-1831), que es uno de los precursores de los
muchos estudios experimentales que el siglo XIX aporta a la localización
cerebral, muestra de manera evidente que el cerebro no es una masa amor-
fa. Al describir las circunvoluciones cerebrales dice que en el hombre
«pueden reducirse a contornos regulares y bien determinados», si bien
insiste en la gran irregularidad que suelen presentar las tres circunvolu-
ciones frontales (Rolando, 1831).
Poco después, François Leuret (1797-1851), desde la perspectiva de
la anatomía comparada, aporta nuevos datos de interés para un mejor
conocimiento de las circunvoluciones humanas. Basándose en que «las
circunvoluciones cerebrales de los mamíferos son siempre las mismas en
cada animal» y siguiendo como criterio de diferenciación las variacio-
nes conocidas entre las especies, afirma que «pueden clasificarse según
la similaridad de sus circunvoluciones cerebrales». Distingue catorce
especies de mamíferos, agrupados en orden ascendente de acuerdo con
su grado de inteligencia, que reduce a tres, según las características de
su superficie cerebral: 1) aquellos con superficie lisa y una mera indica-
ción de la fisura silviana; 2) unos segundos en los que, aun sin circun-
voluciones, aparecen impresiones encima de la fisura silviana; y 3) los
LA LOCALIZACIÓN CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS 7

que presentan varias circunvoluciones concéntricas encima y alrededor


de dicha fisura.
A él se debe la propuesta del término «fisura de Rolando», por ser este
anatónomo quien la descubrió en el hombre, en el que está aún más desa-
rrollada que en el mono (Kreyner, 1964).
Su sucesor, Louis Pierre Gratiolet (1815-1865), contribuye aún más
al conocimiento de la anatomía de las circunvoluciones cerebrales,
estudiando principalmente primates. Uno de sus mayores méritos -jun-
to con sus descubrimientos sobre la corteza cerebral- es la aportación
de una amplia y acertada nomenclatura anatómica -casi completa para
circunvoluciones y fisuras- que se hace rápidamente popular por toda
Europa.
También le debemos el haber descrito los límites de cada lóbulo cere-
bral -acepta la división de Burdach en cinco lóbulos- y sus nombres,
tomados del hueso que está encima de cada uno, vocabulario aún usado
en nuestros días como áreas anatómicas convenientes.
Respecto al lóbulo frontal, Gratiolet lo divide en dos partes: la orbital,
con sulci muy irregulares, y la frontal, en la que a su vez, pueden distin-
guirse tres plis o étages: el inferior, o pli surcilier, el medio y el superior,
siendo este último –según parece ser– el más importante: cuanto más cir-
cunvoluciones presente, mayor perfección significa.
Merece la pena notar un dato de interés para su aportación sobre el
lóbulo frontal: la primera circunvolución ascendente (precental), «que en
todos los pitecántropos se origina encima del ángulo de la fisura de Silvio,
en el hombre empieza aproximadamente 2 cm detrás. De donde se sigue
que el borde posterior del lóbulo frontal retrocede a este lóbulo, se hace
mayor empujando hacia detrás el lóbulo parietal» (Gratiolet, 1854). Nos
hemos detenido en este detalle por ser precisamente uno de los puntos más
importantes en que William Turner difiere de Gratiolet. Turner, 1866,
establece la fisura de Rolando como límite posterior del lóbulo frontal en
un detallado estudio sobre cada una de las circunvoluciones cerebrales.
También influye mucho su método de factus without system, como lo
denominó Wernicke en 1876: un enfoque pragmático y empírico de sus
descripciones, sin intentar descubrir leyes fundamentales que gobiernen
un desarrollo (Meyer, 1971).

1.4. Las aportaciones de Meynert


Theodor Meynert (1830-1892) (Antón, 1930) es uno de los investiga-
dores que dan mayor ímpetu a la localización anatómica del córtex, cuya
estructura y conexiones estudia detenidamente. Su influjo se deja notar en
8 CEREBRO Y CONCIENCIA

personalidades tales como Flechsig, Wernicke, Forel y Freud. Es el pri-


mero en llamar la atención sobre las diferencias regionales de la corteza,
mostrando que existen cinco estratos horizontales de células nerviosas [uno
de los estratos segundo y tercero de los seis descritos anteriormente por
Jules Gabriel François Baillarger (1840)] (Fig. 1-1).
Según sus diferencias citoarquitectónicas, divide el cerebro en dos par-
tes, que denomina: neopallium -corteza no olfatoria que Brodmann lla-
mará corteza homogenética, Vogt, isocórtex, y Kölliker, simplemente
pallium - y archipallium -corteza olfatoria, heterogenética, allocórtex y
rinencéfalo de los autores citados (Kölliker, 1850-1854).
Plantea la posible asociación de la morfología celular con su función
antes de que Fritsch y Hitzig establezcan experimentalmente la localiza-
ción cortical de funciones, y, basándose principalmente en anatomía com-
parada, concluye que el lóbulo frontal representa el órgano para las fun-

Figura 1-1. Meynert: Sección de la tercera circunvolución frontal: 1) capa de neuroglía;


2) células piramidales pequeñas; 3) células piramidales grandes; 4) capa granular; y
5) células husiformes; m = sustancia blanca (1884, pág. 53, fig. 24).
LA LOCALIZACION CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS 9

ciones psíquicas, las más elevadas manifestaciones de lapsiquis (Meynert,


1867 y 1868).
Como indicamos más arriba, a partir de Meynert aparecen numerosísi-
mas investigaciones experimentales y observaciones clínicas que intentan
reforzar su teoría.

1.5. Las experiencias de Hitzig, Fritsch y Ferrier


Eduard Hitzig (1838-1907) y Gustav Theodor Fritsch (1838-1927)
identifican el área motora del cerebro de perro y en 1870 confirman expe-
rimentalmente las conclusiones a las que había llegado John Hughlings
Jackson (1835-1911) por observaciones clínicas y especulación racional:
el estímulo eléctrico de la corteza produce respuestas motoras (éstas son
las de más fácil estudio) (Hitzig, Fritsch, 1870).
En 1884 mantienen que las funciones psíquicas superiores tienen cen-
tros bien definidos, en concreto en el lóbulo frontal, al que llaman «órga-
no para pensamiento abstracto, para la inteligencia».
«Si la estimulación de ciertos puntos de la corteza -argumentan- pone
en acción ciertos músculos, y si la destrucción de estos mismos puntos
desordena la inervación de los mismos músculos; si no obstante la esti-
mulación y la destrucción de otros puntos no influye sobre la inervación
muscular, tenemos una prueba suficiente para mostrar que las diferentes
partes del cerebro tienen diferentes funciones» (Hitzig, 1884). La extir-
pación de los lóbulos frontales a perros no les paraliza ni pierden la sen-
sación -el lóbulo frontal es absolutamente inexcitable-, pero les produce
alteraciones muy graves en la memoria.
Así pues, nuestros autores no se limitan a la localización de movi-
mientos, sino que pasan a la de funciones psíquicas: consideran que todas
las funciones psíquicas tienen un substrato anatómico complejo de órga-
nos centrales y periféricos con significados diferentes (Wollenberg, 1908).
Los resultados de Hitzig y Fritsch son diametralmente opuestos a la opi-
nión científica de la mayoría de los neurofisiólogos de la época que siguen
la postura de Flourens, en la que nos detendremos en su momento:
Francois Magendie (1783-1855), I. van Deen (1804-1876), F. A. Longet
(1811-1871), Eduard Friedrich Wilhelm Weber (1806-1887), E. W. von
Brücke (1819-1892). Parecen darles la razón únicamente los ya antiguos
trabajos de Rolando, y de ahí el que no tenga una aceptación inmediata.
Habrá que esperar a David Ferrier (1843-1928) para confirmar sus opi-
niones y fundamentarlas en bases experimentalmente seguras.
Tras hacer un mapa de toda la corteza del mono, Ferrier define el área
motora y ciertas áreas sensoriales, concluyendo que «no hay razón para
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suponer que una parte del cerebro sea excitable y otra no; el problema es
cómo se manifiesta el propio estímulo» y que «hay ciertas regiones en la
corteza a las que pueden asignarse funciones definidas; y que los fenó-
menos de lesiones corticales variarán según su localización y también
según su carácter» (Ferrier, 1876) (Fig. 1-2).
Hechos fisiológicos y patológicos -monos que tras la ablación del lóbu-
lo frontal pierden súbitamente la facultad de una observación atenta e inte-
ligente- le llevan a localizar precisamente en el lóbulo frontal la capaci-
dad de atención y el poder de moderación de las tendencias y de los
impulsos físicos y motores. La atención se basaría en una actividad espe-
cífica de los centros motores inhibidores, por la cual toda representación
de un elemento motor origina una representación de movimiento, cuya
ejecución, no obstante, puede paralizarse. Así pues, los centros inhibido-
res, principalmente responsables de la concentración de la atención, for-
marían la fundamental base orgánica de las funciones intelectuales supe-
riores. Los hombres inteligentes tienen bien desarrollado el lóbulo frontal,
mientras que los idiotas, con muy débil poder de atención, lo tienen poco
desarrollado; más aún, las enfermedades de esta zona cerebral acarrean

Figura 1-2. Ferrier: Vista lateral del cerebro humano (1876, pág. 304, fig. 63).
_______________LA LOCALIZACION CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS ___________ 11

una degradación psíquica. Está de acuerdo con aquellos investigadores


que localizan la facultad de reflexión en el lóbulo frontal y admite que esto
puede ser índice de una cierta fuerza de concentración de espíritu y de
inteligencia en las direcciones más diversas.
No obstante, Ferrier no localiza el poder psíquico en una zona cerebral
determinada. Le parece absurdo querer adscribir la inteligencia a un lugar
especial, cuando no tiene sede absoluta distinta. Más bien defiende que
las alteraciones consecutivas a la lesión del lóbulo frontal deben adscri-
birse a la pérdida de una función elemental, que sería la inhibición del
movimiento. En la lucha entre instinto y voluntad vencería uno u otro,
según el desarrollo de los centros moderadores y de la educación de cada
hombre, como ya había apuntado Meynert. Esta facultad moderadora sería
el elemento fundamental de la concentración atenta de la conciencia y del
control de la voluntad (Clarke, O'Malley, 1968).

1.6. El centro de la percepción: Wundt


W. Wundt (1832-1920), eminente psicofisiólogo, aporta una teoría de
gran interés: el lóbulo frontal es el centro de la percepción. Parte del hecho
de que su alteración no produce efectos sensitivos ni motores, pero si
defectos duraderos en la actividad psíquica. Esta observación le sugiere
la existencia en el lóbulo frontal de elementos que representan hechos
intermedios indispensables en los procesos psicológicos que acompañan
a las funciones intelectuales y cuya misión dependerá de su unión con
otros elementos centrales. Probablemente las regiones frontales aportan
los factores fisiológicos que acompañan a la percepción de las represen-
taciones sensitivas.
Wundt supone que las impresiones sensitivas, al llegar a los centros
sensoriales del cerebro, son simplemente percibidas. Para que después se
comprendan por medio de la atención o de la apercepción se necesitará
estimular los elementos de la región frontal. Es así que la voluntad en el
fondo no se da, según Wundt, sino unida a la apercepción; la destrucción
del lóbulo frontal llevaría consigo la destrucción de ambas facultades.
Conviene hacer notar, no obstante, que en esta noción de apercepción,
Wundt reúne procesos tan heterogéneos que fisiólogos como Munk o psi-
cólogos como Muensterberg (1863-1916) no han llegado a comprender
esta hipótesis. También contrasta esta teoría con la de Ferrier, en cuanto
que la base fisiológica del poder de la atención no la pone en una inhibi-
ción del movimiento, sino en una corriente estimulante que debe ser su
propia existencia a la actividad de los elementos del lóbulo frontal
(Wundt, 1902).
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1.7. Bianchi y el lóbulo frontal


La persona que contribuye en mayor medida al conocimiento de las
funciones del lóbulo frontal en la época que estamos describiendo es
Leonardo Bianchi (1848-1927), quien confirma su inexcitabilidad, pre-
viamente apuntada por Hitzig y Ferrier. Bianchi (1920) explica que «los
primeros experimentos que hice en perros me permitieron expresar... que
era posible concluir que las mutilaciones unilaterales del lóbulo frontal...
no se seguían de ningún síntoma notable; y que las mutilaciones bilatera-
les en perros habían producido un claro cambio de carácter» (Bianchi,
1920).
En la ablación del lóbulo frontal en monos, junto a alteraciones psí-
quicas tales como pérdida de la crítica, de la reflexión, apatía y pobreza
psíquica e intranquilidad motora sin objetivo alguno, apenas encuentra
sino ligeras alteraciones motoras transitorias, movimientos de rotación de
la columna vertebral con parálisis de la extremidad anterior opuesta en los
movimientos finos y algunas alteraciones visuales. Pero estos datos que
se observan no pueden deberse a lesiones de deficiencia de los movi-
mientos de la cabeza y de los ojos, como defendía Ferrier; ni a una pará-
lisis de los músculos del tronco, como argumentaba Munk; ni a una pér-
dida de las percepciones más elementales. Se trata de una disgregación de
la personalidad psíquica (Bianchi, 1895). Bianchi concluirá tomando una
clara postura ante las, al menos, tres teorías que existían hace un siglo
sobre la función del lóbulo frontal. Para Ferrier, este sería el centro motor
para los movimientos oculares contralaterales y para la atención; para
Munk, el centro motor de la musculatura del dorso; para Wundt e Hitzing,
por último, el centro de los procesos intelectuales superiores.
El lóbulo frontal es un centro en el que se funden fisiológicamente
todos los elementos sensitivos y motores que constituyen la personalidad
psíquica. Su principal misión es la síntesis psíquica de la personalidad y
del discernimiento. Su enfermedad hace que el hombre pierda la propie-
dad de concebir operaciones mentales superiores sin que se resientan sus
funciones sensitivas ni motoras, y su extirpación lleva a la disgregación
de la personalidad y de la síntesis mental.
En una palabra, el lóbulo frontal es el «órgano de la inteligencia».
Coordina los efectos de los demás centros corticales, regulando la activi-
dad de las neuronas sensitivas y motoras, según los estados afectivos que
acompañan las diversas percepciones e imágenes de las que resulta el
tronco psíquico del individuo. Representa, por tanto, el elemento nervio-
so de mayor dignidad, pues es «el órgano del bien y del justo reencon-
trarse del individuo en el ambiente social y cósmico» (Bianchi, 1920).
______________ LA LOCALIZACION CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS ___________ 13

Pero aunque reserva al área frontal un lugar preeminente –el eje cen-
tral con función de asociar y continuar productos intelectuales–, Bianchi
insiste en que para la inteligencia es esencial la actividad de toda la cor-
teza (Lord, 1928).

2. LAS TEORÍAS HOLÍSTICAS

Otros investigadores denuncian los excesos del localizacionismo cere-


bral, y afirman la equivalencia de todas las partes del cerebro formando
un todo, es decir, lo que se conoce como holismo.
Uno de los fisiólogos experimentales que más aporta al conocimiento
del sistema nervioso central –su embriología, las funciones de los cana-
les semicirculares, el crecimiento del cráneo, la acción del éter como anes-
tésico, etc.–, y que más se opone a la frenología, es Pierre Flourens (1794-
1867).
Contra lo enseñado por Gall, Flourens (1843), mantiene que el alma, la
inteligencia, es una función global de todo el hemisferio cerebral, al igual
que el cerebelo se reserva las funciones motoras y el bulbo raquídeo las
funciones vitales del organismo. Entresaquemos algunas de sus propias
palabras: «La memoria, la vista, el oído, la volición; en una palabra, todas
las sensaciones desaparecen con los lóbulos frontales. Los lóbulos cere-
brales son, por tanto, el único órgano de las sensaciones... Los animales
privados de lóbulos cerebrales no tienen más sensación, juicio, memoria
o volición; es así que sólo hay volición si también hay juicio, y juicio si
hay memoria, y memoria si ha habido sensación; luego los lóbulos cere-
brales son la sede exclusiva de todas las sensaciones y de todas las facul-
tades intelectuales... Todas las diferentes partes esenciales del sistema ner-
vioso tienen propiedades específicas, funciones apropiadas y acciones
distintas; y a pesar de esta maravillosa diversidad de calidades, funciones
y acciones constituyen un solo sistema» (Baillarger, 1870). Así pues, la
pérdida de inteligencia no depende de lesiones en parte específica del cór-
tex, sino más bien de la cantidad de tejido destruido. Conclusiones todas
ellas que durante décadas son aceptadas universalmente.
Hermann Munk (1839-1912) es uno de los primeros neurofisiólogos
experimentales que niega una localización concreta de la inteligencia. La
inteligencia es la resultante de todas las imágenes, de todas las represen-
taciones traídas por la percepción sensorial y sostiene que si parece exis-
tir un paralelismo entre los grados de inteligencia y el volumen del lóbu-
lo frontal, se explica porque al aumentar la inteligencia se aumenta
también el movimiento del dorso, el cual desarrolla a su vez dicho lóbu-
14 CEREBRO Y CONCIENCIA

lo. Su sede, por tanto, será toda la corteza cerebral, y no alguna zona en
particular.
De ahí que toda lesión cortical afecte a la inteligencia, tanto más cuan-
to más extensa sea, pues impide la agrupación de imágenes o de repre-
sentaciones. Más aún, la ceguera, la sordera o la parálisis psíquicas pro-
ducen, cada una por su cuenta, una disminución de la inteligencia hasta
llegar, en los casos más avanzados, a la imbecilidad o demencia.
Hitzig, aun cuando llega a aceptar la tesis de Munk de que las repre-
sentaciones de ideas deben buscarse en todo el cerebro, insiste en que el
pensamiento abstracto debe tener un órgano particular: el lóbulo frontal;
en otras palabras, no comprende, que una gran masa cerebral, como es
dicho lóbulo, se limite a ser centro de los movimientos de la nuca y del
cuello. Munk se opone absolutamente a esta idea: para él el cuerpo ente-
ro está representado en el cerebro entero (Sanides, 1962).
El mismo año 1881, en el Congreso Médico Internacional de Londres,
Friedrich Leopold Goltz (1834-1902) ataca experimentalmente la ten-
dencia a localizar la inteligencia en el lóbulo frontal. Según la doctrina
localizacionista, si se aislasen las áreas funcionales de la corteza por esti-
mulación eléctrica y se confirmasen sus funciones por ablación, la elimi-
nación de grandes partes de los hemisferios cerebrales producirían graves
defectos de movimiento, sensación e inteligencia. Pues bien, Goltz, expe-
rimentando en perros a los que ha extirpado la corteza frontoparietal,
demuestra que no ocurre así: junto a las alteraciones de movimiento y de
sensibilidad general, observa tres tipos de fenómenos conectados entre sí
y diametralmente diferentes a los que siguen a la ablación de la corteza
posterior: 1) excitación general; 2) falta de control y de autodominio; y
3) movimientos reflejos, violentos e irresistibles, por falta de función inhi-
bidora. Su causa parece estar en la sección de las fibras que unen el bul-
bo raquídeo y la médula espinal con esta zona cortical, suprema regula-
dora de los reflejos; se disminuye su potencia inhibidora, y la solución
continua de los haces se opone a que el resto del cerebro actúe inhibien-
do. Goltz concluye que es precisamente la corteza cerebral en toda su
extensión el órgano de las funciones psíquicas superiores, especialmente
de las que constituyen la inteligencia, entendiendo por tal la facultad de
reflexionar sobre las percepciones sensitivas en vista a actuar de manera
adecuada para conseguir un fin.
Toda lesión cortical ataca las funciones superiores en proporción direc-
ta a la cantidad de superficie afectada, aunque añade que los desórdenes
intelectuales son incomparablemente mucho más serios tras extensas
lesiones de ambos lóbulos occipitales que tras la ablación de los dos fron-
tales. Así pues, para Goltz (1888), todo el cerebro es punto de partida en
LA LOCALIZACION CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS 15

esas manifestaciones elevadas de la vida psíquica que denominamos inte-


ligencia, pensamiento, sentimiento, pasión, voluntad, etc., siendo impo-
sible localizarlas en partes determinadas porque son funciones de con-
junto.
Las ideas expresadas por Goltz parecen confirmadas en 1884 por
J. Loeb, quien defiende la teoría de que el encargado de las funciones psí-
quicas superiores es todo el cerebro en su conjunto. La parte anterior se
encarga de inhibir voluntariamente los estímulos que van a los músculos,
mientras que la posterior se dedica a la dinamogenia o a la inhibición de
estímulos provenientes de los órganos sensoriales. De ahí que los anima-
les sin lóbulo frontal presenten un enorme aumento de las actividades
musculares y genitales, mientras que los animales con ablación de la cor-
teza posterior permanecen extraordinariamente tranquilos (Loeb, 1884;
1889).
Polimanti, tras poner de manifiesto la poca exactitud de muchos expe-
rimentos -o no extirpan todo el lóbulo frontal o lesionan también otras
partes cerebrales- y lo atrevido que resulta aplicar sin más al hombre
hechos observados en animales inferiores, especialmente sobre sus
manifestaciones intelectuales y psíquicas, cuando varía incluso la mis-
ma estructura anatómica cerebral, presenta sus resultados: «al menos en
los monos, los lóbulos frontales no tienen una influencia tan destacada
sobre las manifestaciones psíquicas como para autorizarnos a concebir-
los como la sede de las manifestaciones psíquicas superiores»
(Polimanti, 1906).
Polimanti (1906), entiende por inteligencia la suma o resultado de las
actividades sensomotrices de todos los elementos nerviosos que forman
el sistema nervioso central, de todo el cerebro en funcionamiento armó-
nico regular, y concluye que, «al menos en los monos», las condiciones
de su producción se encuentran no sólo en él, sino en todo lugar de la eco-
nomía animal; todo centro o ganglio del mielencéfalo es al mismo tiem-
po inhibidor e inhibido. Las alteraciones de la inteligencia se deben más
a la falta de armonía en el funcionamiento cerebral que a que haya zonas
cerebrales restringidas como órgano de la inteligencia .
Flourens y lo que llegó a ser su teoría holística de la equivalencia de
todas las partes del cerebro, predominante allá por 1870, fomenta la apa-
rición de investigaciones que denuncian los excesos del localizacionismo.
Cosntantin von Monakow (1855-1930), tras estudiar las conexiones tála-
mo-corticales y fundamentar morfológicamente las observaciones de
Munk, se dedica a investigar la localización cerebral y sus posibles impli-
caciones filosóficas, éticas y morales (Minkawski, 1931; Winkler, 1923).
Introduce un nuevo elemento referido al problema de la localización cere-
16 CEREBRO Y CONCIENCIA

bral: la importancia del factor tiempo en su análisis; lo llama localización


cronogénica de funciones, para distinguirla de la localización geométrica
de los síntomas. También nos deja la teoría de la diásquisis o shock ner-
vioso transitorio, que reemplaza la inhibición irritativa de Goltz: insiste
en la distinción fundamental entre los síntomas transitorios producidos por
la diásquisis, que producen efectos remotos en lesiones cerebrales, y los
síntomas residuales, mucho más importantes en el diagnostico regional
del cerebro (Monakow, 1911). Rechaza la localización de funciones en
áreas bien determinadas, aunque admite la localización de síntomas. Duda
sobre la posibilidad de localizar procesos mentales, opinando más bien
que son actividades de toda la corteza cerebral.
Por último, von Monakow intenta conocer las bases biológicas de la
conciencia moral y de otras facultades humanas, incluyéndolas dentro de
las manifestaciones fundamentales del organismo viviente (Monakow,
1914).

3. LA APORTACIÓN DE LOS MAPAS CEREBRALES

Los importantes descubrimientos histológicos de finales del siglo XIX,


y en especial la aportación de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), sig-
nifican un gran avance en el estudio de la estructura cerebral.
Las dos corrientes principales de investigación -la localizacionista y la
histórica- convergen en su objetivo: buscar una posible correlación entre
forma y función. Se construyen mapas cerebrales que definen su forma y
función tras un estudio microscópico de la estructura de cada área y de la
arquitectura de células y fibras. Así tenemos la mielogénesis, la citoar-
quitectura y la mieloarquitectura cerebrales.

3.1. La mielogénesis: Flechsig


En 1896, Paul Emil Flechsig (1847-1929), basándose en la mielogé-
nesis de los hemisferios cerebrales, afirma que la inteligencia tiene más
de un órgano.
Su método consiste en estudiar la diferenciación histológica de las
fibras mielinizadas, observando los tiempos de mielinización a lo largo
del desarrollo del tejido nervioso. Se basa en el hecho de que las fibras
reciben la mielina en distintas etapas de crecimiento, variables según las
distintas partes del sistema nervioso que estén desarrolladas. Así se pue-
den identificar grupos de fibras y sus áreas corticales dependientes,
siguiendo un orden cronológico de desarrollo, siempre que la mieliniza-
_______________LA LOCALIZACIÓN CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS ___________ 17

ción esté completa [Vogt critica el valor fisiológico fundamental que pre-
tende dar Flechsig a la mielogénesis al decir que la evolución histológi-
ca de las células (citogenia) y de las fibrillas (fibrologenia) es paralela a
la de las fibras mielinizadas en las distintas regiones corticales (Flechsig,
1896)].
Flechsig elabora un mapa cortical con una serie de áreas según sus sis-
temas funcionales: «Cada área posee una especial posición anatómica y
también una especial importancia funcional. Para gran número de áreas
esto puede ahora probarse de manera absoluta. La objeción de que el reco-
nocer 36 "órganos" diferentes en la corteza significa una vuelta a la fre-
nología de Gall, y otras objeciones similares pueden rechazarse con una
simple referencia al hecho de que la parcelación mielogenética de la
superficie cerebral fue lo primero que hizo tangibles y comprensibles los
datos anatómicos para la solución científica de los problemas planteados
y que reveló los puntos de diferencia que hasta entonces no habían sos-
pechado», (Flechsig, 1900).
Afirma que sólo un tercio del cerebro humano está en relación directa
con los nervios sensitivos o motores –en 1920 descubre las áreas cortica-
les de proyección sensomotora y de asociación, y que la función comple-
ta del tracto corticoespinal ocurre solamente cuando la mielinización es
completa- y que el resto se dedica a asociar los centros sensitivos entre sí
(Figs. 1-3 y 1-4). Estos centros de asociación, a los que denomina órganos
de la inteligencia, son varios: uno, anterior o frontal; otro, insular, y, final-
mente, el gran centro de asociación posterior, parieto-occipito-temporal
(Flechsig, 1901).
El centro frontal comprende la mitad anterior de la primera circunvo-
lución, la mayor parte de la segunda y el gyrus recto, y en él están los
verdaderos componentes de la conciencia de la personalidad y los más
fuertes reguladores del comportamiento en la vida. Su enfermedad aca-
rrea debilidad psíquica, caracterizada por deficiencias en el campo de las
sensaciones superiores, componentes de la personalidad espiritual, cor-
pórea y de desarrollo del juicio. Como fenómenos de estímulo se presen-
tan hiper e hipocompresiones y finalmente se llega al aniquilamiento de
la conciencia de la personalidad, con una total falta de interés, incapaci-
dad de autodominio y debilidad de juicio. En el enfermo puede faltar todo
poder asociativo de las representaciones externas con las de la propia per-
sona, o viceversa, de la conciencia de la personalidad con las impresio-
nes externas (falta de la apercepción activa). Con la disminución de la
energía del centro asociativo frontal falta probablemente un influjo inhi-
bidor, que quizá manipulan las células propias de este centro sobre las de
la esfera sensomotora.
18 CEREBRO Y CONCIENCIA

Figura 1-3, Flechsig: Áreas de asociación con zonas intermedias o limitantes con fibras
cortas (14 y 16 hasta 33) y zonas terminales o centrales con fibras largas (34, 35 y 36)
(1904, figs. 3 y 4).

Junto con estos factores de la memoria, la región frontal se caracteriza


también por la asociación de las sensaciones olfativas. Las personas de
más talento tienen el cerebro frontal más desarrollado y con más circun-
voluciones que los centros de asociación posterior. Uno de sus principa-
les oponentes fue Bianchi, quien rechazó sus conclusiones relativas al
lóbulo frontal.
Como vemos, hay una gran diferencia entre esta teoría y las de
Ferrier y Wundt, comentadas anteriormente. Mientras éstos explicaban
la actividad del lóbulo frontal como pensamiento, atención, conciencia
e inhibición de los movimientos, Flechsig localiza en él un centro espe-
cial de asociación para todas las sensaciones que vienen de la periferia
del cuerpo: el lóbulo frontal sería el substrato de la conciencia de la per-
sonalidad y de las sensaciones éticas superiores (Flechsig, 1896).
LA LOCALIZACIÓN CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS 19

Figura 1-4. Flechsig: Áreas con fibras de proyección primaria, sensorial (1, 2, 4 hasta 8
y 15), y áreas sin dichas fibras (3 y 9 a 13), de función desconocida (1904, figs. 5 y 6).

3.2. La citoarquitectura: Campbell, Brodmann, von Economo


Podemos encontrar pioneros de la citoarquitectura a mediados del siglo
pasado: Rudolf Berlin (1833-1897), que es su iniciador, al sugerir, ya en
1858, la existencia de seis capas en la isocorteza humana, células de dis-
tinto tipo y tamaño y una clarificación en unas cuantas variedades comu-
nes: células piramidales, pequeñas e irregulares o granulares y husifor-
mes; Vladimir Alexewitsch Bets (1834-1894), conocido por su
descubrimiento de las células piramidales, con función motora, en la cuar-
ta capa cortical de Meynert de la circunvolución precentral, pues recono-
ce dos áreas -motora y sensitiva- y ordena el material «en orden topo-
gráfico» (Bets, 1874); y Cari Hammarberg (1865-1895), que es el primero
20 CEREBRO Y CONCIENCIA

que indica las precisas diferencias histológicas entre las áreas motoras y
las sensitivas de la corteza cerebral (Hammarberg, 1893).
Pero cuando realmente se inician las investigaciones sobre la arquitec-
tura cerebral es en 1903, año en que se publican los informes prelimina-
res de los trabajos de Campbell, Brodmann y Vogt.
Alfred Walter Campbell (1869-1937) hace uno de los primeros y mejo-
res estudios comparados sobre la citoarquitectura de la corteza cerebral
de los antropoides. Inspirado en las teorías de Flechsig, intenta «fomen-
tar el establecimiento de una correlación entre función fisiológica y
estructura histológica» (Campbell, 1905), diferencia cinco áreas (precen-
tral, postcentral intermedia, frontal, prefrontal y límbica), reconoce 20
regiones en el cerebro humano y describe, de manera combinada, su cito
y su mieloarquitectura.
La contribución de Korbinian Brodmann (1868-1918) a la historia com-
parada cerebral es inmensa; su trabajo sobre la citoarquitectura de los
mamíferos, su concepto sobre el aumento de la diferenciación durante la
evolución y su diferenciación de la corteza cerebral humana en seis capas
y 52 campos, aún están vigentes hoy día. Profundiza en lo sugerido por
Berlín, integrando ideas sobre el influjo filogenético -ontogenético con
una serie de teorías relativas a la estructura del cerebro adulto normal y
patológico.
Por una parte, investiga sobre las capas celulares de la corteza cerebral
en los distintos mamíferos (citoarquitectura comparada) y concluye que
existen seis estratos, a saber: molecular, granular externa, piramidal, gra-
nular interna, ganglionar y multiforme.
Por otra, basándose en las diferencias citoarquitectónicas, divide la super-
ficie cerebral de los distintos mamíferos (localización comparativa y topo-
gráfica de la corteza cerebral) en 52 campos reunidos en once regiones
homologas: postcentral, precentral, frontal, insular, parietal, temporal, occi-
pital, cingular, retroesplenial, hipocampal y olfatoria. En concreto, reserva
al lóbulo frontal los campos 4 o circunvolución precental; 6 y 8, premoto-
ras; 44 opars triangularis de la circunvolución frontal inferior; y 9,10,11,
46 y 47, terciarias superiores (Brodmann, 1909) (Fig. 1-5). Leyendo su
famoso libro sobre localización cerebral (1909), se observan reiteradas refe-
rencias a conceptos y técnicas experimentales que se desarrollaron mucho
después, como por ejemplo, las representaciones múltiples de áreas fun-
cionales, la anatomía química del cerebro, o su ultraestructura.
En 1907, G. Elliot Smith (1871-1937) llega a una división casi idéntica
y casi tan detallada como la de Brodmann, observando sólo las diferencias
macroscópicas de la mieloarquitectura cerebral. Encuentra 17 áreas
diferentes en el lóbulo frontal.
LA LOCALIZACION CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS 21

Figura 1-5. Brodman: Campos corticales de las superficies lateral y medial del cerebro
humano (1908, pág. 236).

Años más tarde, Constantin von Ecónomo (1867-1931) amplía y modi-


fica los mapas de Campbell y Brodmann en un monumental trabajo don-
de describe cinco capas fundamentales –en vez de las seis de Brodmann–
e indentifica más del doble de campos diferentes; en concreto, 109
(Ecónomo, Koskiras, 1925).

3.3. La mieloarquitectura: Vogt


Quienes investigan con mayor extensión sobre la correlación entre la
morfología y la función cerebral son Oskar Vogt (1870-1959) y su espo-
sa, Cecile (1873-1962). Estudian principalmente las fibras mielinizadas
del cerebro -mieloarquitectura- y su relación con las neuronas corticales
22 CEREBRO Y CONCIENCIA

–citoarquitectura–, tema este último que delegan en su discípulo


Brodmann, quien, como acabamos de ver, lo investiga en el mono.
Detallan más aún el mapa de Brodmann y proponen subdividir algunas de
sus áreas, convencidos de que las diferencias fisiológicas se reflejan en la
estructura de las aproximadamente 200 áreas descritas (Haymaker, 1953).
Ante la necesidad de un mapa anatómico que sirva de orientación al
fisiólogo y al clínico, van planteando las distintas posibilidades: una divi-
sión fibrosistemática (estudiar los diferentes sistemas de fibras y dividir
la corteza según sus conexiones con ellas) o una división estructural (estu-
diar la propia estructura cortical y dividirla según las variaciones obser-
vadas). La gran dificultad de establecer de manera exacta todas las dife-
rencias fibrosistemáticas les lleva a inclinarse por la segunda posibilidad,
que, a su vez, se puede estudiar siguiendo un método genético, según su
diferenciación histológica –citogenia, fibrilogenia o mielogenia–, o un
método arquitectural, limitándose a la estructura presentada en edad adul-
ta. Tras negar la importancia de los métodos genéticos –critican fuerte-
mente a Flechsig (Vogt, 1910)-, eligen los métodos arquitecturales: la
citoarquitectura, que estudia el número, la dimensión y la forma de las
células, y la mieloarquitectura, que mide la estratificación, el número y el
espesor y la dirección de las fibras.
Hacen una descripción corta pero muy detallada de la mieloarquitectu-
ra cerebral, presentando un esquema fundamental con seis capas princi-
pales, al igual que hace Brodmann con las células, a cada una de las cua-
les dan una forma especial característica de una región determinada. Las
capas son las siguientes: primera o tangencial (se corresponde con la zonal
de la citoarquitectura; segunda o disfibrosa (granular externa); tercera o
supraestriada (piramidal); cuarta o estría externa de Baillarger (granular
interna); quinta subdividida en intraestriada y estría interna de Baillarger
(ganglionar), y sexta o limitante (multiforme).
Este esquema fundamental varía en su desarrollo, en su estructura o en
la longitud de los haces radiados, según la región cerebral, siendo de des-
tacar que «nunca se produce una sola variación aislada, sino que siempre
hay un cierto número de variaciones que se hacen simultáneamente en el
mismo sitio» (Vogt, 1910).
En sólo el lóbulo frontal distinguen 66 campos. Y es que las capas mie-
loarquitectónicas son mucho más numerosas que las citoarquitectónicas,
pueden modificarse con independencia de las demás, y la mayor parte de
ellas pueden distinguirse macroscópicamente y con una técnica más sen-
cilla (Vogt y Vogt, 1919).
La parcelación hecha por los Vogt en monos, Foerster (1873-1941) la
traslada al cerebro humano empleándola para presentar experiencias clí-
LA LOCALIZACIÓN CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS 23

nicas sobre la estimulación eléctrica de la corteza cerebral (Foerster,


1936); y Strasburger, la elabora publicando dibujos de cada tres áreas,
pero de no fácil lectura (Strasbruger, 1937).
A pesar de la fundamental aportación de los Vogt al conocimiento de
la corteza cerebral, su obra no ha trascendido a uso general por no ir acom-
pañada de dibujos de los distintos campos, al contrario de los excelentes
presentados por Campbell, por diferenciar algunas veces los campos sólo
por un rasgo o un nombre latino, y sobre todo porque las investigaciones
más recientes tienden a mostrar que una parcelación tan detallada no siem-
pre está justificada.

4. TENDENCIAS ACTUALES SOBRE LA LOCALIZACIÓN


CEREBRAL

Los grandes avances en el conocimiento de la anatomía cerebral y de


las modernas técnicas histológicas muestran tres principales campos de
investigación que no haremos sino mencionar en estas páginas:
1. Los estudios sobre arquitectura cortical, cuyo objetivo es identifi-
car áreas específicas en forma y función. Parecen confirmar la estructura
laminar del cerebro, descrita por Baillarger y Meynert, y el esquema de
seis capas propuesto por Brodmann, diferenciándose aproximadamente
200 campos, más por el número de capas que por el tamaño, tipo y núme-
ro de células: estudios citrato y mieloarquitectónicos de Friedrich Sanides
(Sanides, 1962), J. Droogleever Fortuyn (Droogleever Fortuyn, 1963) y
A. Hopt (Hopt, 1956); angioarquitectónicos de Pfeifer (Pfeifer, 1928) y
quimioarquitectónicos de Pope (Brodal, 1962).
2. Las observaciones clínicas y terapia de tumores cerebrales -por
ejemplo, la lobotomía (Rylancler, 1939)- también ayudan en gran mane-
ra a conocer la localización cerebral. No obstante, el hecho de que regu-
larmente se presenten unos desórdenes determinados sólo nos dice que las
áreas lesionadas intervienen de alguna manera en la función, pero no nos
permite concluir que ésta se localice allí. En otras palabras, no hay loca-
lización de funciones, sino funciones desordenadas; sólo se localizan las
lesiones (Riese, 1959).
3. Los estímulos eléctricos -y en especial el descubrimiento de las
ondas cerebrales- han abierto una nueva era en la historia de la localiza-
ción cerebral. Es Catón quien, primero observa, en 1875, con un simple
galvanómetro, que la corteza produce cambios espontáneos de potencial
eléctrico, relacionándolos con la actividad funcional del sistema nervio-
so. Su difusión ha de esperar aún medio siglo hasta que Hans Berger, en
24 CEREBRO Y CONCIENCIA

1924, registra variaciones rítmicas de potencial aplicando los electrodos


sobre la bóveda craneal de un joven trepanado (Berger, 1929). La histo-
ria de la electroencefalografía pasa del descubrimiento de la onda espon-
tánea hasta el estímulo de actividades eléctricas en el cerebro, desde el
animal al hombre, desde los métodos meramente descriptivos hasta los
principios explicativos de la actividad nerviosa y del diagnóstico regional
(Gibbs y Gibbs, 1950).
Wilder Penfield (1891-1975) explora campos de mayor importancia
dentro de la neurología clínica y, a través del E.E.G. y de métodos neu-
ropatológicos, examinando enfermos con heridas cerebrales y epilepsia
postraumática, establece unos mapas de zonas funcionales de gran signi-
ficado práctico. Distingue zonas específicas, sensitivas y motoras, y zonas
generales o áreas de asociación, que no están obligadas a efectuar fun-
ciones relacionadas con una particular modalidad sensitiva o motora, sino
que reciben información de los distintos órganos sensoriales y de otras
zonas de asociación del encéfalo, información que es modificada facili-
tándose o inhibiendo las distintas funciones (Penfield, 1958; Penfield,
Boldrey, 1937).

5. RESUMEN

La historia de la investigación cerebral nos presenta teorías muy varia-


das. Más aún, muchos trabajos experimentales aportan datos que parecen
interpretarse a veces de manera contradictoria.
1. Los intentos de localización de funciones cerebrales son una res-
puesta a los intentos, permanentes en la historia del pensamiento humano,
de solucionar de alguna manera el problema de la relación alma-cuerpo.
2. La localización cerebral se basa -y es Gall el primero que lo sugie-
re en 1810– en la suposición de que hay un número limitado de funcio-
nes mentales elementales y otro -igualmente limitado- de órganos cere-
brales y de que ha de existir alguna relación entre ambos.
3. Para determinar la relación entre funciones y órganos cerebrales, y
más en concreto entre los procesos psíquicos y el lóbulo frontal, se han
empleado métodos de investigación muy diversos. Podemos agruparlos en
tres amplias direcciones:
a) Estudios anatómicos sobre diferencias macromorfológicas (freno-
logía de Gall y Spurzheim y descubrimiento de Maynert) y microes-
tructurales (mielogénesis de Flechsig y mapas cito y mieloarquitectóni-
cos de Campbell, Vogt, Brodmann y von Ecónomo) de la arquitectura
cortical.
_______________ LA LOCALIZACIÓN CEREBRAL DE PROCESOS PSÍQUICOS ___________ 25

b) Observaciones clínicas y de neurofisiología experimental (ablacio-


nes corticales de Flourens y Goltz y experimentos de Munk y Bianchi); y
c) Estímulos mecánicos y eléctricos (descargas eléctricas de Rolando,
experimentos de Hitzig y Fritsch y las aportaciones electroencefalográfi-
cas de Berger).
4. Unos intentan localizar las distintas funciones en zonas específicas
del cerebro; en concreto, las funciones psíquicas, cuando no la entera per-
sonalidad, se localizaría en el lóbulo frontal. Otros defienden que dichas
actividades psíquicas se distribuyen por toda la corteza. Y no faltan quie-
nes postulan una postura claramente antilocalizacionista.
Las múltiples opiniones sobre el tema pueden agruparse en dos ten-
dencias principales:
a) Los partidarios de la localización cerebral, que hacen de la corteza
un mosaico funcional (Gall y Spurzheim, Rolando, Bouillard, Broca,
Meynert, Hitzig y Fritsch, Ferrier, Bianchi y Wundt); y
b) Los partidarios de que todos los procesos psíquicos activan el cere-
bro en totalidad, funcionando la corteza como un todo (Flourens, Munk,
Goltz, Loeb, Polimanti y von Monakow).
5. Ambas posturas parecen aceptables, en cuanto que las modernas téc-
nicas cerebrales sugieren que la especialización regional de funciones
relativamente simples no es antagónica, sino complementaria, desde el
punto de vista unitario de una conducta compleja en el hombre.
6. Aunque el concepto de localización estricta puede ser, en parte, erró-
neo -el fallo de una determinada organización funcional se compensa por
el aumento de otra función cortical o incluso de partes tales como el tron-
co cerebral, el diencéfalo y el cerebelo (Kleist, 1934)-, su defensa ha con-
tribuido en gran medida al diagnóstico y tratamiento de procesos patoló-
gicos cerebrales (Ramírez, 1974).
Historical note
Arq Neuropsiquiatr 2011;69(3):555-558

Historical aphasia cases


“Tan-tan”, “Vot-vot”, and “Cré nom!”

Hélio A.G. Teive1, Renato P. Munhoz2, Paulo Caramelli3

ABSTRACT
We describe three cases of aphasia in patients who were internationally famous historical
personalities, such as the case of Mr. Leborgne (“Tan”) published by Paul Broca in 1861,
which became a reference for the study of aphasias. The other cases described here are
those of the Russian revolutionary and politician Vladimir Ilyitch Ulianov (Lenin) (“Vot-vot”)
and the French poet Charles Baudelaire (“Cré nom!”). Besides their historical relevance
and the clinical picture of aphasia, these three cases share as a common feature the
occurrence of speech automatisms or stereotypes.
Key words: aphasia, utterances, Broca, Lenin, Baudelaire.

Casos históricos de afasia: “Tan-tan”, “Vot-vot”, e “Cré nom!”

RESUMO
São apresentados três casos de afasia que ocorreram em personalidades famosas da
história mundial, como o do Sr. Leborgne (“Tan”), publicado por Paul Broca, em 1861,
que se tornou o caso princeps no estudo das afasias. Os outros casos apresentados são
a afasia do político e revolucionário russo Vladimir Ilyitch Ulianov (Lênin) (“Vot-vot”) e do
poeta francês Charles Baudelaire (“Cré nom!”). Além de sua relevância histórica e do
quadro clínico de afasia, estes três casos têm em comum a presença de automatismos
ou estereotipias verbais.
Palavras-chave: afasia, elocução, Broca, Lenin, Baudelaire.

Aphasia can be defined as a loss or are produced with great effort. Patients
impairment of oral language abilities as with Broca’s aphasia produce several short
a result of a brain dysfunction. Other re- phrases, often pronouncing a single word
lated language disorders include alexia, in-between pauses. Other characteristics
agraphia, acalculia, apraxia and Gerst- of Broca’s aphasia are dysprosody and
mann’s syndrome1. There are several ap- agrammatism with impaired reading com-
proaches to the assessment of patients prehension; these are often accompanied
with aphasia. One of the simplest, most by right hemiplegia and apraxia. Compre-
practical and fastest is the Frenchay hension of spoken language is relatively
Aphasia Screening Test, published in spared, particularly to simple commands
19872. Aphasias can in general be assessed and routine conversation1. From an ana-
as part of different syndromes, such as Br- tomical perspective, Broca’s aphasia is re-
oca’s aphasia, Wernicke’s aphasia, conduc- lated to lesions in the Broca’s area, located
tion aphasia and global aphasia, among in the inferior frontal gyrus (pars opercu-
others1. laris and pars triangularis) of the left ce-
Broca’s aphasia, or expressive or motor rebral hemisphere, usually with extension
Correspondence
aphasia, is the most widely known form of to the adjacent subcortical white matter1.
Hélio A.G. Teive this disorder, characterized by nonfluent The se cond commonest type of
Rua General Carneiro 1103 / 102 verbal expression in which a few words aphasia is Wernicke’s aphasia, which dif-
80060-150 Curitiba PR - Brasil
E-mail: hagteive@mps.com.br
1
MD, PhD, Associate Professor of Neurology, Head of the Neurology Service, Internal Medicine Department, Hospital de
Received 6 January 2011 Clínicas, Federal University of Paraná, Curitiba PR, Brazil; 2MD, Msc, Neurologist, Neurology Service, Hospital de Clínicas,
Received in final form 19 February 2011 Federal University of Paraná, Curitiba PR, Brazil; 3MD, PhD, Associate Professor of Neurology, Department of Internal
Accepted 04 March 2011 Medicine, Faculty of Medicine, Federal University of Minas Gerais, Belo Horizonte MG, Brazil.

555
Historical aphasia cases
Teive et al. Arq Neuropsiquiatr 2011;69(3)

fers from Broca’s aphasia in that the patient can speak repeated twice in succession; regardless of the question
fluently, articulating and producing grammatical struc- asked him, he always responded ‘tan, tan’, combined with
tures normally, but with abnormal content, meaningless varied expressive gestures. This is why, throughout the
words, paraphasias and frequent neologisms. Patients hospital, he is known only by the name Tan”4.
with Wernicke’s aphasia have great difficulty under- After its publication, this famous case gave rise to
standing spoken language and have lesions in the tem- countless controversies, including the assessment by
poral lobe of the dominant cerebral hemisphere1. Pierre Marie, who examined Tan’s brain and disagreed
Another form of aphasia is known as global aphasia, about the anatomical location of the lesion, and the con-
which involves different types of language impairment: tradictory positions of Paul Broca and Hughlings Jackson6.
nonfluent spontaneous speech and impaired auditory Finally, neuroimaging studies of Tan’s brain (initially
comprehension, repetition, naming, reading and writing. using computed tomography) carried out by Castaigne
This form of aphasia is accompanied by right hemiparesis et al. in 19807 and Signoret et al. in 19848 confirmed that
or hemiplegia, sensory deficits and hemianopsia. Lesions the damage was in Broca’s area as well as in the insula.
associated with the development of global aphasia usu- However, the study of Tan’s brain using MRI by Dronkers
ally occur in the frontal and parietotemporal regions of et al. published in 2007 showed that the lesion was larger
the left cerebral hemisphere1. than Broca had previously reported4.
The first case reports and studies of aphasia were car- In 2000, Selnes and Hillis revised the diagnosis of the
ried out in France in the 19th century by Paul Broca, a fa- patient Tan, who had been described by Paul Broca as
mous French surgeon who was also an anatomist and an- a characteristic example of motor, or Broca’s, aphasia,
thropologist, in his seminal work on aphasia3,4. and suggested that Tan should have been classified as
The aim of this article is to describe three cases of having global aphasia because of his frequent stereotyp-
aphasia studied in internationally famous historical per- ical utterances9,10. Indeed, various studies have associ-
sonalities, one of which is the case of the patient “Leb- ated the presence of stereotypical utterances in patients
orgne” (“Tan”) published by Paul Broca in 1861, which with global aphasia11-13.
became a reference for the study of aphasias and was
subsequently the subject of considerable controversy. Lenin’s aphasia - “Vot-vot”
The other cases described are those of Vladimir Ilyich Vladimir Ilyitch Ulyanov, who was better known as
Ulyanov (Lenin) and Charles Baudelaire. Lenin (Fig 2), was one of the founders of the Bolshevik
(communist) party in Russia and the intellectual leader
Paul Broca and the famous patient “Tan” of the October Revolution. After the revolution, he be-
In 1861 in Paris, France, Paul Pierre Broca (Fig 1) came head of the Soviet state14.
published a report in the Bulletin de la Société Anthro- Lenin died in 1924 at the age of 54 after suffering a
pologique of a case of aphasia associated with a lesion in series of ischemic strokes brought about by severe ath-
the left frontal lobe that at the time he called aphemia5. erosclerotic disease of a familial nature14,15.
The patient, Mr. Leborgne, was a 51 year-old man with Lenin’s cerebrovascular disease started to manifest
a previous history of aphasia and right hemiplegia who itself when he was 52 years old in the form of various
presented with a clinical picture of gangrene of the right transient ischemic attacks with sensory deficits in the
lower limb and subsequently went into a coma and right side of the body, particularly affecting the hand and
died. Broca performed an autopsy and found destruc- sometimes accompanied by language impairment14-16.
tive lesions in the second and third frontal convolutions There is evidence that the signs and symptoms of a
of the left cerebral hemisphere, the inferior margins of stroke, such as loss of consciousness, right hemiparesis/
the Sylvian fissure, the insula and the adjacent part of hemiplegia and aphasia, occurred in 1922 and 192314-16.
the striatum, confirming his ideas about the location of There are reports that the head of the medical service
language3-5. Broca’s phrase “We speak with our left hemi- at the Kremlin, Dr. Khodorovsky, discovered manuscripts
sphere”3 became famous. The specific frontal lobe region written by Professor Kramer, the neurologist who treated
was later defined as Broca’s area, and the aphasia was Lenin. In these, he relates Lenin’s disease to severe ath-
given the name Broca’s aphasia by Trousseau4. erosclerotic changes in the cerebral blood vessels14,15.
The patient, Mr. Leborgne, became known as “Tan” In March 1923, according to information from Pro-
because of the expressive aphasia he suffered from, as a fessor Kramer’s diary, Lenin presented with a clinical pic-
result of which he could only keep repeating “Tan tan”. ture of aphasia, when he “tried to say something but only
This was described in the case report written by Broca in emitted incomprehensible sounds”, or even “appeared to
1861 and published by Dronkers et al. in 2007: “He could be completely conscious but was suffering from com-
no longer produce but a single syllable, which he usually plete motor aphasia”. There are reports that at that time

556
Historical aphasia cases
Arq Neuropsiquiatr 2011;69(3) Teive et al.

Fig 1. Paul Pierre Broca. Fig 2. Vladimir Ilyitch Lenin. Fig 3. Charles Baudelaire.
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wiki/Paul_Broca. wiki/Vladimir_Lenin. wiki/Charles_Baudelaire.

Lenin nearly always responded to questions by saying sels were calcified…the walls of the vessels were so thick
“Vot-vot”14,15. and the vessels so narrow that not even a strand of hair
Lenin’s famous biographer, Dmitri Volgokonov, using could pass through the lumen...”14,15,18.
secret Soviet archives, reports that Lenin started to use Oscar Voigt and his wife Cécile, neuroanatomists
the expression “vot-vot” to voice agreement, an objec- from Germany, were invited to set up a brain bank in
tion, a complaint or disagreement or even to invite or Moscow and later carried out studies of the cytoarchi-
keep up a conversation. Because of this, Lenin’s wife, tecture of Lenin’s brain, which were published in 192919.
Mrs. Krupskaya, started to use exercises based on cards
with the letters of the alphabet so that Lenin could say Baudelaire’s aphasia “Cré nom!”
some words, such as “congress”, “people” or “revolution”. The French poet Charles-Pierre Baudelaire (Fig 3),
This could indicate that Lenin’s understanding was rel- considered one of the most important in the 19th century,
atively spared and that his oral expression was severely became world famous because of the many great works
impaired, suggesting that he was suffering from Broca’s of poetry he wrote, particularly the poem “Les Fleurs du
aphasia14. Another possibility is that the in fact he had Mal”, published in 185520,21.
global aphasia, similar to that of Paul Broca’s patient, Mr. Essentially, he represents what can be defined as the
Leborgne. cursed poet, who lives a dissolute, bohemian life, uses
Subsequent neurological assessments carried out by drugs, frequents prostitutes and immerses himself in a
Hentschel, Nonne, Foerster, Kozhevnikov, Yelistratov and world of libertinage. The great writer Victor Hugo con-
Kramer when Lenin’s clinical condition worsened (prob- sidered Charles Baudelaire’s literary work to be of high
ably as the result of other ischemic events) indicated that quality and called it “un frisson noveau” 20.
he ended up developing Wernicke’s aphasia14,17. Charles Baudelaire’s biographical data reveal that he
After various episodes of stroke, Lenin’s clinical pic- contracted various venereal diseases, including syphilis,
ture worsened and he began to suffer from repeated focal which progressed to a neurological form (probably me-
motor seizures, status epilepticus and respiratory infec- ningovascular) with the development of cerebrovascular
tion, progressing to death14-16. disease20.
During the period when Lenin presented with cere- There are reports that since 1866 Charles Baudelaire
brovascular disease, he was seen by a total of 26 doctors, presented on various occasions with a clinical picture of
including neurologists and psychiatrists, such as the fa- stroke with motor deficit and later developed right hemi-
mous professors of Neurology Rossolimo, Strümpell and plegia and aphasia20,21.
Bekhterev14,15,17. One of the most important characteristics of Baude-
Lenin’s ischemic cerebrovascular disease was con- laire’s aphasia, which was first noticed when he was sent
firmed in his autopsy, which revealed the presence of by his family to a convent in Brussels, Belgium, for clin-
multiple cerebral infarcts and signs of diffuse atheroscle- ical treatment and follow-up, was that when asked about
rosis classified as extremely severe. The autopsy report different things, he would always reply with the expres-
includes the following description: “sclerosis of blood sion “Non, non, cré nom, nom!”, or even more often “Cré
vessels in Vladimir Ilyitch was so advanced that the ves- nom, cré nom!”. This expression is in fact an abbreviated

557
Historical aphasia cases
Teive et al. Arq Neuropsiquiatr 2011;69(3)

form of the expression “Sacré nom de Dieu”, which at more light on a frequent and intriguing linguistic and
that time was considered blasphemous, similar to “God- neurological symptom.
damn” nowadays20,21.
The expression “Sacré nom de Dieu” was highlighted REFERENCES
1. Benson DF, Geschwind N. Aphasia and related disorders: a clinical
in the case of the Marchioness of Dampierre, who suf-
approach. In: Mesulam MM (Ed). Principles of Behavioral Neurology.
fered from Tourette’s syndrome and developed coprolalia. Contemporary Neurology Series. F.A. Davis Company, Philadelphia, USA,
Charcot mentioned having met the marchioness in public 1985:193-238.
2. Enderby PM, Wood VA, Wade DT, Hewer RL. The Frenchay Aphasia
and heard her using the expression “Sacré nom de Dieu”, Screening Test: a short, simple test for aphasia appropriate for non-
together with other obscenities uttered involuntarily22. specialists. Int Rehabil Med 1987;8:166-170.
3. Pearce JMS. Broca’s aphasiacs. Eur Neurol 2009;61:183-189.
According to scientific data in the literature, Baude- 4. Dronkers NF, Plaisant O, Iba-Zizen MT, Cabanis EA. Paul Broca’s historic
laire’s aphasia may have been expressive aphasia (Bro- cases: high resolution MR imaging of the brains of Leborgne and Lelong.
Brain 2007;130:1432-1441.
ca’s aphasia), characterized by difficulty with expression,
5. Broca PP. Remarques sur le siege de la faculté du langage articulé, suivies
single utterances and preserved understanding. However, d’une observation d’aphémie (perte de la parole). Bull Soc Anat 1861;6:
a more detailed analysis of the clinical picture, as Die- 330-357. htpp://psychclassics.yorku.ca/Broca/aphemie.htm.
6. Lorch MP. The merest Logomachy: The 1868 Norwich discussion of aphasia
guez and Bogousslavsky suggest, would indicate that he by Hughlings Jackson and Broca. Brain 2008;131:1658-1670.
may also have suffered from global aphasia20. 7. Castaigne P, Lhermitte F, Signoret JL, Abelanet R. Description et etude scan-
nographique du cerveau de Leborgne: la découverte de Broca. Rev Neurol
1980;136:563-583.
Final comments 8. Signoret JL, Castaigne P, Lhermitte F, Abelanet R, Lavorel P. Rediscorevy of
Leborgne’s brain: anatomical description with CT scan. Brain Lang 1984;
Besides their historical relevance and the clinical pic-
22:303-319.
ture of aphasia, the three cases presented here share as a 9. Selnes OA, Hillis A. Patient Tan revisited: a case of atypical global aphasia?
common feature the occurrence of speech automatisms J Hist Neurosci 2000;9:233-237.
10. De Bleser R, Poeck K. Aphasia with exclusively consonant-vowel recurring
or stereotypes. This linguistic symptom affects up to 20% utterances: tan-tan revisited. Adv Neurol 1984;42:51-57.
of patients with chronic aphasia, being defined as recur- 11. Code C. Neurolinguistic analysis of recurrence utterance in aphasia. Cortex
1982;18:141-152.
ring and stereotyped utterances (neologisms, words or 12. Poeck K, De Bleser R, Keyserlingk DF. Neurolinguistic status and localiza-
phrases) that do not fit into context and which are pro- tion of lesion in phasic patients with exclusively consonant-vowel recurring
duced against the presumed intention of the patient23. utterances. Brain 1984;107:199-217.
13. Blanken G, Wallesch CW, Papagno C. Dissociations of language functions
Poeck and colleagues 12 have argued that patients in aphasics with speech automatisms (recurring utterances). Cortex 1990;
whose verbal production is characterized by the same 26:41-63.
14. Volkogonov D. Lenin. A new biography. The Free Press, New York, USA,
recurring consonant-vowel syllable represent a variety of 1994:409-435.
global aphasia, with fluent output and relative preserva- 15. Teive HAG, Germiniani FMB, Della-Coletta M, Cardoso AB, Camargo CHF,
Werneck LC. As doenças neurológicas de Lenin. Dendrito 2001;7:99-101.
tion of prosody. Code24 proposed a distinction between 16. Kaplan GP, Petrikovsky BM. Advanced cerebrovascular disease and the
two types of recurring utterances, namely, real word re- death of Vladimir Ilyich Lenin. Neurology 1992;42:241-245.
current utterances and non-meaningful recurrent utter- 17. Sarikcioglu L. Otfrid Foerster (1873-1941): one of the distinguished neuro-
scientists of his time. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2007;78:650.
ances. The latter are the type of utterances presented by 18. Kreutzberg GW, Klatzo I, Kleihues P. Oskar Vogt and Cécile Vogt, Lenin’s
the three cases discussed here, especially by Leborgne brain and the bumble-bees of the black forest. Brain Pathol 1992;2:363-371.
19. Bentivoglio M. Cortical structure and mental skills: Oskar Vogt and the
and Lenin. From an anatomical point of view, non-mean- legacy of Lenin’s brain. Brain Res Bull 1998;47:291-296.
ingful recurrent utterances may be related to a severe 20. Dieguez S, Bogousslavsky J. Baudelaire’s aphasia: From poetry to cursing. In:
Bogousslavsky J, Hennerici MG (Eds). Neurological disorders in famous art-
impairment of the phonological system in the left hemi- ists. Part 2. Front Neurol Neurosci. Basel, Karger 2007;22:121-149.
sphere and, also to some degree, to the participation of 21. Lebrun Y, Hasquin-Deleval J, Brihaye J, Flament J. Charles Baudelaire’s
intact systems of the right hemisphere23,24. aphasia. Rev Neurol 1971;125:310-316.
22. Teive HAG, Chien HF, Munhoz RP, Barbosa ER. Charcot’s contribution to the
Speech automatisms have been scarcely studied in study of Tourette’s syndrome. Arq Neuropsiquiatr 2008;66:18-21.
the scientific literature. Hence, we hope that the gath- 23. Wallesch CW, Blanken G. Recurring utterances-how, where, and why are
they generated? Brain Lang 2000;71:255-257.
ering of these three important historical cases in the 24. Code C. On the origins of recurrent utterances in aphasia. Cortex 1982;
present article may represent a contribution to shed 18:161-164.

558
SESION 3
LA NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA I

1) Benedet, M. J. (2002). Neuropsicologia cognitiva: aplicaciones a la clínica y la


investigación. Fundamento teórico y metodológico de la neuropsicologia cognitiva.
Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Secretaría General de Asuntos
Sociales, Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO). Sección 1; 1 a
38.

2) Ramos-Galarza, C., Ramos, V., Jadán-Guerrero, J., Lepe-Martínez, N., Paredes-


Núñez, L., Gómez-García, A., & Bolaños-Pasquel, M. (2017). Conceptos
Fundamentales en la Teoría Neuropsicológica [Fundamental Concepts In The
Neuropsychological Theory]. Revista Ecuatoriana de Neurología, 26(1), 53-60.
INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN
) 23

) Tradicionalmente, se había venido definiendo la neuropsicología como el estudio


de las relaciones entre la conducta y el cerebro. Como ocurre en todas las discipli-
nas, tanto los planteamientos teóricos y metodológicos de la neuropsicología como
sus objetivos han ido evolucionando a lo largo de su siglo y medio de existencia.
Esta evolución ha sido más importante en las tres últimas décadas, a tenor de la
evolución de los conocimientos que han ido acumulando las otras disciplinas a las
que está estrechamente vinculada y que hoy se agrupan bajo la denominación de
neurociencia.

El origen de la neuropsicología se relaciona fundamentalmente con el hecho de


que, hasta recientemente, no existían técnicas que permitieran observar el cerebro
in vivo. Por ello, las lesiones cerebrales no podían ser estudiadas más que direc-
tamente, lo que sólo era posible en circunstancias excepcionales como, por ejem-
plo, heridas por penetración de cuerpo extraño. Esto condujo al intento de en-
contrar un método que permitiera determinar la existencia de lesiones cerebrales
y de su localización, a partir del estudio de las alteraciones conductuales produ-
cidas por dichas lesiones. Es el denominado «método de la correlación clínico-
anatómica». No obstante, los primeros neuropsicólogos no se limitaron a consta-
tar y describir las relaciones entre esas conductas alteradas y la localización de
esas lesiones. Por el contrario intentaron, además, explicarlas desde sus conoci-
mientos y con sus medios rudimentarios. En efecto, los orígenes de la neuropsico-
logía coinciden con un período (desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los
años cuarenta del presente siglo) en el que la psicología estaba en sus albores y
no disponía de un marco teórico para el estudio de las alteraciones conductuales
producidas por las lesiones cerebrales. Para subsanar esta carencia, los primitivos
neuropsicólogos idearon unos diagramas constituidos por unos «centros», en cada
uno de los cuales residía un componente de la función cognitiva afectada, y unas
vías nerviosas que conectaban estos centros entre sí. Estos diagramas implican que
las funciones cognitivas son disociables y están constituidas por componentes
también disociables. Hoy están considerados como los precursores de los actuales
diagramas de flujo, utilizados por los modelos de procesamiento de la informa-
ción. Sin embargo, no hay que perder de vista que existe una diferencia funda-
mental entre unos y otros: los primeros, son modelos del cerebro; los segundos,
son modelos de la función cognitiva.

Aunque las conclusiones de los autores primitivos son, en parte, compatibles con
las actuales formulaciones de la neuropsicología, su metodología clínica escasa-
mente rigurosa (estudio clínico de casos únicos) provocó la reacción de otros neu-
ropsicólogos que buscaban un mayor rigor para la disciplina. Se impuso así, a par-
F U N DA M E N TO T E Ó R I C O Y M E TO D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

24 tir de los años cuarenta, una neuropsicología psicométrica. Dentro de ella, se de-
sarrolló una actividad científica básica que ha estado restringida a ciertos equipos
selectos de investigación. Esta neuropsicología psicométrica trabajaba con diseños
de grupo (que incluían siempre, al menos, dos grupos de pacientes complementa-
rios) y con instrumentos de evaluación psicométricos. Su objetivo consistía en de-
terminar qué funciones cognitivas resultan alteradas por el daño en cada hemisfe-
rio cerebral o en cada uno de los diferentes lóbulos corticales, dentro de cada he-
misferio. Es decir, se trataba de estudios descriptivos de las relaciones entre las
diferentes regiones corticales y la conducta. Paralelamente a esta actividad, desa-
rrollada dentro de la neuropsicología, se desarrolló otra actividad complementaria,
ya dentro de la psicometría clínica. Esta última actividad tenía por objeto idear o
detectar los instrumentos psicométricos de evaluación que permitieran asignar un
paciente, a partir de sus puntuaciones en ellos, a un grupo nosológico o al grupo
«normal», con el menor porcentaje de error posible; es decir, que permitieran asig-
nar la etiqueta diagnóstica más probable a un individuo que acudía a consultar y
acerca del cual se planteaba la sospecha de una lesión cerebral. Esta actividad cla-
sificatoria, tan difundida entonces, y en la que hemos trabajado todos los que ha-
cíamos clínica en aquellas décadas (hasta bien avanzada la década de los ochenta;
véase Benedet, 1986), ni siquiera forma hoy parte de la historia de la neuropsico-
logía ya que, al haberse desarrollado al margen de toda teoría neuropsicológica, no
ha aportado nada al progreso de esta disciplina.

En cuanto a la investigación básica desarrollada dentro del marco de la neuropsi-


cología psicométrica, debido a las limitaciones inherentes a la metodología que le
es propia, sólo logró muy escasa productividad. Esto llevaría a un grupo de investi-
gadores a retornar a los planteamientos que los primeros neuropsicólogos plasma-
ban en sus diagramas, buscando en otras disciplinas una nueva vía que les permi-
tiera ahondar en ellos, esta vez dentro de un marco conceptual teórico y con una
metodología científica.

A finales de los años sesenta se va a producir el encuentro entre la neuropsicolo-


gía y la ciencia cognitiva. Ésta concibe el cerebro como un sistema de procesa-
miento de la información y genera modelos de dicho procesamiento para cada
función cognitiva. Cada uno de estos modelos permite predecir determinadas alte-
raciones conductuales en caso de «lesión» virtual de uno u otro de sus compo-
nentes. Los modelos de procesamiento de la información, generados en el seno de
la psicología cognitiva, ofrecen al neuropsicólogo la posibilidad de formular hipó-
tesis que guíen las evaluaciones neuropsicológicas y de explicar (y no sólo descri-
bir, como ocurría con la neuropsicología psicométrica) los resultados de estas eva-
luaciones. Complementariamente, la neuropsicología ofrece al psicólogo cognitivo
la posibilidad de verificar con individuos reales, lesionados cerebrales, las predic-
ciones hechas desde sus modelos teóricos. Este encuentro entre ambas disciplinas
supuso así un enriquecimiento mutuo. La neuropsicología va a poder ahora contri-
buir de modo importante a la verificación de los modelos procedentes de la psi-
INTRODUCCIÓN

cología cognitiva. Cuando los modelos generados desde la ciencia cognitiva no 25


permiten explicar la conducta alterada de los pacientes, esos modelos resultan
cuestionados. En este caso, la neuropsicología genera modelos propios. Si un mo-
delo permite explicar los datos de los pacientes neuropsicológicos debe permitir, a
la vez, explicar los datos procedentes de los individuos con el cerebro intacto. Es
decir, debe poder contribuir a determinar, con una base científica, cómo procesa
la información un cerebro normal.

Un modelo que ha sido verificado con datos procedentes de la neuropsicología


permite explicar las alteraciones conductuales de cada nuevo paciente, lo que
constituye un diagnóstico neuropsicológico científicamente fundamentado. Y un
diagnóstico neuropsicológico bien fundamentado constituye a su vez una contribu-
ción valiosa al diagnóstico neurológico. Además, permite establecer, también sobre
unas bases científicas, un programa de rehabilitación basado en la identificación
del componente del sistema que está dañado, por un lado, y en el conocimiento
del estado de los demás componentes del sistema susceptibles de participar en la
rehabilitación del paciente, por otro. Esta fundamentación científica de la práctica
clínica en neuropsicología cognitiva está ausente en las metodologías previas (clí-
nica y psicométrica) de nuestra disciplina.

En adelante, la neuropsicología va a ser la disciplina que explica las alteraciones


conductuales de un paciente neuropsicológico en la vida cotidiana, tras la lesión
cerebral, en términos de su patrón de funcionamiento cognitivo, y cómo ese pa-
trón interactúa con las variables psicológicas no cognitivas de ese paciente. Es
decir, en términos de qué componentes de su sistema cognitivo están dañados,
qué componentes funcionan de modo anómalo como consecuencia del daño en
aquellos otros componentes y qué componentes funcionan normalmente. Este
conocimiento permite a la disciplina fijarse tres objetivos principales. Un objeti-
vo inmediato consiste en determinar qué componentes del sistema cognitivo del
paciente han de ser tratados y cómo pueden participar óptimamente en ese tra-
tamiento los otros componentes del sistema (lo que contribuya al diagnóstico
neurológico). Un objetivo a medio plazo consiste en contribuir (junto con las
otras disciplinas que integran la ciencia cognitiva) a determinar cómo es y cómo
funciona el sistema cognitivo normal. El tercer objetivo, que la disciplina se fija
a largo plazo, es el de contribuir (con el conjunto de las disciplinas que integran
la neurociencia) a determinar en su día las relaciones entre la conducta y el ce-
rebro. El primero de los objetivos está comenzando a dar un nuevo paso, gracias
a los modelos de procesamiento distribuido en paralelo que, por su parte, serán
en su día capaces de decirnos cómo podemos rehabilitar un sistema cognitivo
dañado.

Vemos así que la cuestión de las relaciones entre la conducta y el cerebro ha de-
jado de ser la meta específica de la neuropsicología, para pasar a serlo de la ac-
tividad pluridisciplinar, coordinada, del conjunto de disciplinas que integran la
F U N DA M E N TO T E Ó R I C O Y M E TO D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

26 neurociencia. Hoy se ha comprendido que, tanto las funciones psíquicas como


las funciones biológicas del cerebro, son mucho más complejas de lo que se ha-
bía venido pensando. Debido a que en el presente cada una de las disciplinas
que estudian los diferentes tipos de funciones lo hace con un grosor de grano di-
ferente, impuesto por el nivel de desarrollo alcanzado en cada caso, resulta muy
prematuro hablar de la correspondencia entre unas y otras. Por el momento, y
mientras no se logre en todas ellas un nivel equiparable, cada disciplina trata de
profundizar en su propio campo, permaneciendo atenta a los logros de las de-
más. La aportación específica de la neuropsicología a dicha actividad pluridisci-
plinar consiste en contribuir a determinar la naturaleza de la función cognitiva,
con la esperanza de que sea posible en un futuro establecer las bases anatomofi-
siológicas de dicha función.

Los modernos modelos conexionistas, o de procesamiento distribuido en paralelo,


se han ido desarrollando a lo largo de la última década, que ofrecen perspectivas
sumamente interesantes para la investigación y para la clínica. Intentan reproducir
los componentes y los procesos del cerebro real, aprovechando lo que, en cada
momento vamos sabiendo. Sin embargo, por ahora sabemos poco acerca del tema
y, donde esa información falta, los mencionados modelos la suplen con compo-
nentes y con algoritmos que en unos casos son plausibles en el cerebro normal
(aunque no sabemos si se dan en la realidad), pero, en otros, se sabe que no son
posibles.

En cuanto a los estudios funcionales con técnicas de neuroimagen, que constituyen


un campo apasionante, requieren equipos de trabajo pluridisciplinares constituidos
por especialistas altamente cualificados. La contribución del neuropsicólogo a di-
chos equipos consiste en idear tareas cognitivas muy específicas, que permitan ais-
lar adecuadamente el componente de un subsistema cognitivo que se desea estu-
diar, y en contribuir a explicar los datos obtenidos mediante ellas. En efecto, debi-
do a que las puntuaciones obtenidas por un individuo en un test corresponden a un
conglomerado de funciones cognitivas indiferenciadas, las meras correlaciones en-
tre la puntuación en un test y un patrón de activación carecen de todo interés cien-
tífico o clínico (a pesar de lo cual constituyen un porcentaje muy elevado de las
publicaciones sobre estudios de neuroimagen). El resto del trabajo corresponde a
los demás especialistas del equipo, que no suelen ser psicólogos ni neuropsicólo-
gos. Sin restar importancia a estas técnicas, es importante no perder de vista que la
interpretación de los datos que aportan presenta, hoy por hoy, más dificultades que
logros auténticos. Un ejemplo de buen hacer es la contribución de Michael Posner
y su equipo, en relación con los componentes del subsistema de atención automá-
tica a los estímulos del entorno.

Las funciones cognitivas no son las únicas que resultan afectadas por el daño cere-
bral. Las funciones afectivo-emocionales pueden resultar tanto o más afectadas que
aquéllas. Sin embargo, en este terreno es extremadamente difícil determinar qué
INTRODUCCIÓN

componentes de la conducta alterada son la consecuencia directa de la lesión, qué 27


componentes son el resultado de la reacción del paciente a las consecuencias dis-
capacitadoras de la lesión y a su repercusión personal, familiar y social, y cuáles
corresponden a componentes de la personalidad premórbida del paciente. A esto
se añade: a) el hecho verificado (y acorde con el sentido común) de la escasa o
nula validez de las técnicas de autoinforme en los individuos lesionados cerebrales,
y b) que no se sabe hasta qué punto las alteraciones que sufren las variables psico-
fisiológicas en un determinado estado emocional son en estos individuos compara-
bles a las que sufren en los individuos con un cerebro intacto. Por todo ello, en
neuropsicología humana, el estudio de las variables afectivo-emocionales en los
pacientes lesionados cerebrales camina mucho más despacio que el estudio de las
variables cognitivas.

Partiendo de que no se puede pretender lograr una comprensión de las alteraciones


cognitivas producidas por las lesiones cerebrales sin una buena comprensión de la
función cognitiva normal, ni se puede pretender lograr una fundamentación adecua-
da de esta última sin comprender sus alteraciones, cabe esperar que este libro apor-
te alguna luz, tanto a los estudiosos que tratan de comprender la función cognitiva
normal como a los que tratan de comprender las alteraciones de ésta producidas por
las lesiones cerebrales. Pero también a los estudiosos de las diferentes disciplinas que
trabajan conjuntamente para lograr un día un mejor conocimiento de las relaciones
entre la función cognitiva y la anatomía y la fisiología del cerebro. Entre todos ellos,
este libro está destinado de un modo muy especial a los jóvenes que intentan aden-
trarse en la investigación en este campo, mediante la realización de una tesis docto-
ral y, sobre todo, a los que intentan adentrase en el ejercicio de la neuropsicología
aplicada a la clínica. A todos ellos pretende ofrecer una síntesis sencilla (dentro de la
complejidad del tema) de los planteamientos actuales de la neuropsicología que, a
modo de introducción, facilite la comprensión de las fuentes de cada tema, a aque-
llos que busquen una mayor profundización.

En realidad, en neuropsicología cognitiva la única diferencia entre la práctica clíni-


ca y la investigación reside en el hecho de que, mientras en aquélla se trabaja con
todos los pacientes que llegan a la consulta, en investigación se trabaja sólo con
aquellos pacientes que son potencialmente relevantes para aclarar alguna cuestión
que la disciplina tiene planteada. En ambos casos es preciso poseer unos conoci-
mientos todo lo sólidos que lo permiten los datos actuales acerca de los compo-
nentes y de los procesos que sustentan la función cognitiva normal, acerca de
cómo se altera ésta cuando alguno de esos componentes está dañado y acerca de
la metodología de trabajo neuropsicológica (que es la misma en investigación bá-
sica y en neuropsicología aplicada). Es decir, es preciso poseer una formación sóli-
da en neuropsicología cognitiva.

Tanto la neuropsicología de los primitivos diagramas como la neuropsicología clí-


nica de la escuela soviética han sido suplantadas por la neuropsicología cognitiva.
F U N DA M E N TO T E Ó R I C O Y M E TO D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

28 En cambio, la neuropsicología psicométrica, que es únicamente descriptiva, ha


quedado convertida en la antesala de la neuropsicología cognitiva que, por su par-
te, es explicativa.

Si bien el patrón de funcionamiento cognitivo de un paciente subyace de una for-


ma u otra a su perfil de puntuaciones en los tests, ambos distan de ser coinciden-
tes. Pero, sobre todo, se trata de dos conceptos diferentes. Un perfil de puntuacio-
nes en los tests es cuantitativo y exclusivamente descriptivo. Un patrón de funcio-
namiento cognitivo es cualitativo y es, ante todo, explicativo. Establecer el perfil de
puntuaciones de un paciente sólo requiere conocimientos de psicometría. Estable-
cer su patrón de funcionamiento cognitivo requiere, además, una formación sólida
en neuropsicología cognitiva.

En otras palabras, la neuropsicología moderna (o cognitiva) depende de la psi-


cometría (o neuropsicología psicométrica), en el sentido de que todo estudio
neuropsicológico parte de un estudio psicométrico. Pero la neuropsicología co-
mienza donde termina la psicometría. Este es el sentido del término «más allá
de la psicometría», que algunos de nosotros hemos escuchado de Edith Kaplan.
De hecho, el concepto de «test neuropsicológico» no tiene sentido en neuropsi-
cología cognitiva. Los tests no son ni dejan de ser neuropsicológicos. Lo que es
o no es neuropsicológico es la metodología de trabajo con la que se aplica un
test y el marco conceptual dentro del cual se interpretan los resultados. Esto es
aplicable incluso a aquellos tests cuyo uso sólo tiene sentido con pacientes neu-
ropsicológicos.

La neuropsicología es también diferente de la práctica de la psicología clínica


con pacientes neuropsicológicos. Ésta tiene un doble objetivo: modificar las con-
ductas interactivas del paciente, que han de ser modificadas, y tratar la ansiedad
y la depresión generadas por la propia lesión cerebral o por la conciencia de los
déficit que padece aquél. En ambos casos, esa práctica depende de la neuropsi-
cología, ya que ha de estar basada en el conocimiento que ésta proporciona,
acerca de cómo funciona (y no cuánto) en cada momento el sistema cognitivo-
afectivo del paciente.

Aunque la neuropsicología trabaja dentro del marco conceptual de la psicología


cognitiva y aunque los objetivos de la investigación básica en aquélla coinciden
con los de ésta (determinar cómo es y cómo funciona el sistema cognitivo normal),
la metodología de trabajo de una y otra disciplina son básicamente diferentes. Esto
se debe a que las prácticas metodológicas posibles o más productivas en el caso de
los individuos normales no son posibles o no son las más productivas en el caso de
los pacientes, y viceversa.

La neuropsicología cognitiva está en condiciones de hacer aportaciones importan-


tes a la investigación básica, a la investigación aplicada (especialmente a la eva-
INTRODUCCIÓN

luación de los tratamientos) y a la práctica clínica, sin solución de continuidad en- 29


tre esas tres vertientes de la disciplina. Ahora bien, para que esta continuidad se
materialice, es preciso crear departamentos clínicos pluridisciplinares, en los que
clínica e investigación (básica y aplicada) puedan complementarse mutuamente.
Los hospitales universitarios suelen ser el lugar indicado para la ubicación de esos
departamentos. Por ello, los responsables de estas instituciones, dentro de la Admi-
nistración Pública, son también destinatarios principales de este libro. Un ejemplo
que parece muy prometedor es el Centro de Atención al Daño Cerebral que acaba
de crear el IMSERSO, en Fuencarral (Madrid).

Un handicap en estos equipos pluridisciplinares suele ser la tendencia, tan común


en nuestro país, a pensar que todos sabemos de todo, tendencia que sólo condu-
ce a entorpecer, y hasta inhabilitar, el trabajo de un equipo. Hoy sólo podemos sa-
ber lo suficiente de una disciplina como para colaborar constructivamente en un
equipo si nos especializamos en un campo restringido dentro de esa disciplina, a
la vez que poseemos unos conocimientos básicos acerca de los campos en los
que trabajan los restantes miembros del equipo, suficientes para poder dialogar
con ellos.

La variada gama de posibilidades que ofrece actualmente el campo de la neu-


ropsicología cognitiva resulta muy atractiva. A ello se añade el glamour con el
que la declaración de la pasada década como «década del cerebro» ha engala-
nado este campo. Todo esto ha traído consigo una desmedida afición a incluir-
se (y a incluirlo todo) en él, lo que está teniendo repercusiones muy negativas
para la disciplina y, sobre todo, para los pacientes neuropsicológicos. Por ello,
parece importante considerar aquí algunas de las principales manifestaciones de
esta situación.

En primer lugar, es preciso tener presente que el creciente auge que ha adquirido
la neuropsicología a lo largo de las tres últimas décadas sólo ha sido posible cuan-
do los otros planteamientos de la disciplina (el clásico y el psicométrico) resultaron
superados y progresivamente reemplazados por la neuropsicología cognitiva. Sin
embargo, aprovechando ese auge, y hasta utilizando la denominación de «neuro-
psicología cognitiva», se ejercen ampliamente, y se enseñan no menos ampliamen-
te en los diferentes programas de «formación» tan difundidos hoy a lo ancho y lar-
go de nuestra geografía, esos otros planteamientos previos que, no sólo nada tienen
que ver con el que permitió ese auge (ni, por tanto con éste), sino que, por el con-
trario, son los responsables de que la disciplina haya permanecido tanto tiempo en
la sombra. Esta situación sólo se explica en virtud de una seria falta de información
por parte de los usuarios de las disciplina (los pacientes y sus familias, los neurólo-
gos, los gerontólogos o los psiquiatras), de los alumnos de esos programas y de los
profesionales que dan empleo a esos alumnos diplomados en esas neuropsicologí-
as hoy claramente superadas.
F U N DA M E N TO T E Ó R I C O Y M E TO D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

30 En segundo lugar, se tiende a olvidar (o a ignorar) que la metodología de trabajo


con individuos cuyo cerebro está dañado es cualitativamente muy diferente (ade-
más de ser mucho más compleja) que la metodología de trabajo con individuos
que tienen un cerebro intacto. La consecuencia de ese olvido es que numerosos
psicólogos se han lanzado como espontáneos a la arena de la neuropsicología,
sin la necesaria formación especializada previa. A todos ellos es preciso decirles
que no se puede, simplemente, extrapolar al trabajo con los pacientes neuropsi-
cológicos los conocimientos, los procedimientos y los principios metodológicos
que se aprenden en psicología clínica o en psicología cognitivo-experimental: en
unos casos, pueden desde resultar irrelevantes hasta distorsionar el sentido del
trabajo (clínico o de investigación); y, en todos los casos, pueden incrementar las
alteraciones cognitivo-conductuales de los pacientes, producidas por la lesión
cerebral. Un ejemplo claro de este problema es la tendencia a confundir las téc-
nicas de «mejora de la inteligencia» con las técnicas de rehabilitación neuropsi-
cológica. Las primeras están basadas en las posibilidades de un cerebro intacto,
que tienden a maximizar. Las segundas están encaminadas a lograr que las fun-
ciones residuales de un cerebro dañado compensen las funciones deficitarias o
perdidas. Uno y otro objetivo requieren técnicas muy diferentes. No se pueden
aplicar técnicas de mejora de la inteligencia a un paciente neuropsicológico sin
un grave perjuicio para él.

En tercer lugar, están todos aquellos que actúan como si estuvieran convencidos de
que es neuropsicología todo lo que se hace con un paciente neuropsicológico. Nada
más lejos de la realidad. Con pacientes neuropsicológicos trabajan el neurólogo, el
psicólogo, el logopeda, el fisioterapeuta, pero también el odontólogo, el cardiólogo,
el podólogo o el peluquero. Pero ninguno de ellos está, por esa razón, haciendo neu-
ropsicología. Cada uno de esos especialistas está simplemente ejerciendo su espe-
cialidad con esos pacientes.

Tampoco se convierte nadie en neuropsicólogo por el simple hecho de haber cur-


sado un par de asignaturas en la carrera. Estas asignaturas tienen dos objetivos prin-
cipales (diferentes de convertir en neuropsicólogos a los alumnos que las cursan).
El primero de ellos es proporcionar a los distintos especialistas que ejercen sus res-
pectivas especialidades (diferentes de la neuropsicología) con pacientes neuropsi-
cológicos un conocimiento acerca de las diferencias existentes entre éstos y los pa-
cientes con el cerebro intacto. El segundo, es el de prepararles para que puedan
dialogar adecuadamente con los neuropsicólogos. Pero en ningún caso les capaci-
ta para ejercer ellos como neuropsicólogos, del mismo modo que la formación que
reciben en neuroanatomía y en neurofisiología no les capacita (ni a ellos ni a los
psicólogos que se especializan en neuropsicología) para ejercer como neurólogos.
Cada disciplina tiene su campo propio, que es cada vez más difícil llegar a cono-
cer a fondo. Sólo ese atrevimiento que acompaña a la ignorancia permite a los no
expertos en un campo creer que lo son y ejercer como si lo fueran, con el consi-
guiente perjuicio para los destinatarios de su trabajo. Tampoco poseen la formación
INTRODUCCIÓN

necesaria para trabajar como neuropsicólogos los diplomados en diferentes espe- 31


cialidades que, no siendo psicólogos, obtienen un título de «experto» en neuropsi-
cología. Y ello, aunque legalmente se les permita hacerlo (siempre en detrimento
de los pacientes).

En el terreno de la investigación están aquellos que creen que están haciendo in-
vestigación neuropsicológica por el mero hecho de incluir en ella a «pacientes
neuropsicológicos», o de usar «tests neuropsicológicos» (o de combinar ambas co-
sas) o, incluso, simplemente por añadir el adjetivo «neuropsicológico» al título de
su trabajo. Este es el caso de un número creciente de tesis doctorales. Conviene
aclarar que una investigación sólo es neuropsicológica si las hipótesis que intenta
verificar son relevantes para esta disciplina y si esa verificación se hace mediante
la metodología que le es propia (véase Benedet, en prensa, a).

No hay que perder de vista que, para los pacientes neuropsicológicos, las conse-
cuencias que se derivan de un diagnóstico o de un programa de rehabilitación erró-
neos pueden ser sumamente graves. Diversos autores postulan que una de las con-
secuencias de toda lesión cerebral es la pérdida de recursos de procesamiento. Si los
recursos disponibles (pocos o muchos, pero siempre reducidos con respecto al fon-
do de recursos premórbido) se dedican a hacer algo que no contribuye directamen-
te a la rehabilitación o que puede, incluso, interferir con la recuperación espontánea
de la función, el resultado sólo puede ser negativo. Y, debido precisamente a ese
proceso de recuperación espontánea, presente en todos los pacientes, el argumento
de que «el paciente ha mejorado» no demuestra que haya mejorado todo lo que ha-
bría podido mejorar si no hubiera interferido en dicho proceso una intervención pro-
fesional errónea. En cuanto al diagnóstico, hay que tener presente que tan grave es
afirmar falsamente que a un paciente no le pasa nada como afirmar falsamente que
le ocurre algo o que le ocurre algo diferente de lo que en realidad le ocurre.

Es importante que este elevado riesgo sea comprendido por las autoridades com-
petentes a fin de que pongan los medios para impedir que trabajen con pacientes
neuropsicológicos profesionales que (aun teniendo una titulación oficial) no poseen
la sólida formación en neuropsicología que se requiere para evitarlo.

En este libro intentaremos exponer lo más claramente posible cómo la complejidad


de la neuropsicología incide en su metodología de trabajo (en la investigación y en
la clínica) y, a la vez, sugerir, en cada caso, soluciones alternativas para resolver las
dificultades que se derivan de esa complejidad. No obstante, es preciso no confundir
la neuropsicología cognitiva con la «neuropsicología ultracognitiva» (Shallice, 1988),
que no se interesa por las bases biológicas de la conducta, considera irrelevante toda
variable clínica y rechaza los estudios de grupo, trabajando exclusivamente con va-
riables cognitivas objetivamente evaluadas en casos individuales. Tanto las variables
biológicas como las variables clínicas desempeñan un papel indudable en la clínica
y en la investigación neuropsicológicas, imponiendo límites a los procedimientos de
F U N DA M E N TO T E Ó R I C O Y M E TO D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

32 evaluación, a la validez de los datos recogidos y a las interpretaciones de estos datos,


y confiriendo una validez ecológica a las investigaciones.

La controversia acerca de si es mejor trabajar con casos individuales o con grupos


ha de ser analizada y discutida teniendo presente que la decisión no depende de
las preferencias del investigador, sino de las hipótesis que se intente someter a ve-
rificación, por un lado, y de la posibilidad de lograr grupos de investigación váli-
dos (es decir, uniformes desde el punto de vista del componente del sistema cogni-
tivo afectado), por otro. Este último punto es de suma importancia, ya que un estu-
dio que no cumple este requisito carece de validez. Como veremos a lo largo de la
lectura del texto, la verificación de la homogeneidad cognitiva de los grupos re-
quiere un tiempo excesivo y un personal altamente cualificado. Podemos afirmar
que reunir un grupo cognitivamente homogéneo de pacientes neuropsicológicos
puede requerir no menos de cinco años, si se dispone de un equipo de no menos
de seis ayudantes de investigación bien entrenados (y bien pagados, a fin de que no
abandonen y haya que entrenar a otros). Por su parte, un estudio de caso único se
suele poder llevar a cabo en unos tres años, si el investigador puede dedicarle no
menos de 15 horas semanales. Todo esto hace que, en investigación básica, se pre-
fiera llevar a cabo estudios de caso que reúnan las indispensables condiciones de
validez, que estudios de grupo que difícilmente las logran. Esto debería ser espe-
cialmente cierto en nuestro país, teniendo en cuenta que (salvo en casos muy ex-
cepcionales, en los que el investigador dispone de un becario, cuya misión princi-
pal es, además, hacer su propia tesis doctoral) los investigadores en este campo no
solemos disponer de ayudantes de investigación.

Quizá la aportación más importante al progreso de la ciencia sea la que procede


de las críticas que los investigadores hacen al trabajo de sus colegas en las revistas
o en las reuniones científicas. En efecto, son estas críticas las que obligan a un in-
vestigador a cuestionarse sus planteamientos teóricos y metodológicos y, eventual-
mente, a formular otros alternativos. Ahora bien, para que supongan una aportación
a la ciencia, tanto las críticas como las respuestas de los autores a ellas han de es-
tar sólidamente fundamentadas en argumentos científicos. De lo contrario, no pa-
sarán de ser afirmaciones gratuitas que, en tanto que tales, son irrelevantes para la
ciencia. Uno de los autores que más han contribuido con sus sagaces críticas al
avance de la neuropsicología es, sin duda, Alfonso Caramazza. Si bien las revistas
científicas internacionales más prestigiosas promueven este tipo de críticas, en
nuestro campo cabe destacar la labor de la revista Behavioral and Brain Sciences,
que dedica cada uno de sus números a someter una o más publicaciones recien-
tes, dentro de ese dominio, a la crítica de los investigadores que trabajan en ese
tema concreto. Al menos en la disciplina que nos ocupa, este tipo de críticas son
prácticamente inexistentes en nuestro país, lo que, al alimentar la idea generaliza-
da de que todo vale, permite perpetuar un determinado nivel de trabajo que puede
estar demasiado lejos de ser el óptimo. La verdadera formación que la Universidad
puede dar a sus alumnos consiste en entrenarles en la crítica científica de las innu-
INTRODUCCIÓN

merables publicaciones que salen a la luz en cada campo del saber. Sólo si sabe 33
identificar los límites que la fundamentación teórica, el diseño y la metodología de
trabajo imponen a las conclusiones de una publicación, podrá el futuro licenciado
continuar su formación mediante lecturas, una vez abandonada la Universidad, sin
el peligro de verse confundido. Intentamos aquí dar un empuje a este tipo de con-
tribución científica y académica. Para ello, tratamos de resaltar cómo cada nueva
propuesta teórica o metodológica es fruto de las críticas de que ha sido objeto la
propuesta precedente. Esperamos contribuir así al valor pedagógico que aspiramos
a conferir a nuestro trabajo.

Desde los orígenes de la disciplina, la neuropsicología cognitiva ha venido man-


teniendo una permanente dialéctica entre la investigación básica, por un lado, y
la investigación aplicada y la práctica clínica, por otro. Este trabajo está dedicado
a exponer el fundamento teórico y metodológico de la neuropsicología moderna.
En España, hasta ahora, todo el mundo se contenta con un informe en el que se
afirma gratuitamente que el paciente ha hecho progresos en el tratamiento. Inclu-
so, en ocasiones, se hace esta afirmación a pesar de datos psicométricos que no
la apoyan en absoluto. En la mayoría de los países occidentales dicha afirmación
gratuita sería inconcebible. Los progresos en el tratamiento de un paciente (o la
ausencia de ellos o la regresión) deben estar sólida y claramente documentados
con datos psicométricos y no menos claramente diferenciados de la recuperación
espontánea que, por lo general, tiene lugar tras una lesión cerebral. Es bastante
probable que la Unión Europea adopte en breve dichos requisitos. En todo caso,
deberían exigirlos en cada país, tanto la Administración Pública como los familia-
res de los pacientes.

El libro está dividido en cinco Secciones. En la Sección I, tras una revisión de


cómo, desde sus raíces históricas, la neuropsicología ha ido desembocando en sus
planteamientos más recientes (Capítulo 1), se discute el concepto actual de la dis-
ciplina (Capítulo 2). Se revisan luego los fundamentos teóricos que justifican sus
objetivos e informan su metodología de trabajo (Capítulo 3), así como el estatus ac-
tual del estudio de las relaciones de la conducta con el cerebro (Capítulo 4). Se cie-
rra esta primera sección con unas conclusiones (Capítulo 5). Esta sección puede re-
sultar dura para los lectores menos familiarizados con el tema, y machacona para
los demás, ya que en ella se repiten reiteradamente algunas de las cuestiones que
no pueden ser obviadas cuando se trabaja en neuropsicología cognitiva.

La Sección II está dedicada a presentar algunos de los modelos neuropsicológicos


de procesamiento de la información entre los que son, hoy por hoy, más influyen-
tes. Se comienza con la presentación de un modelo global y se completa éste con
modelos de cada uno de los subsistemas que integran el sistema de procesamiento
de la información. En las conclusiones se discute hasta qué punto dichos modelos
son susceptibles de servir de guía a la evaluación neuropsicológica y a la interpre-
tación y la explicación de los datos obtenidos mediante ella.
F U N DA M E N TO T E Ó R I C O Y M E TO D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

34 En la Sección III se discute la metodología general de trabajo, común a todo hacer


en neuropsicología cognitiva. Tras una introducción general, se describen y discu-
ten los procedimientos metodológicos propios de la disciplina. Se describe des-
pués, detalladamente, el proceso de evaluación neuropsicológica y se presentan y
discuten algunos de los instrumentos de evaluación más universalmente utilizados.
Esta descripción se acompaña de un análisis detenido acerca de las aportaciones
de cada instrumento y de la metodología a seguir para lograr dichas aportaciones,
evitando o compensando, en cambio, sus limitaciones.

Las dos secciones siguientes están dedicadas a presentar la aplicación de la neu-


ropsicología cognitiva a la investigación (Sección IV) y a la práctica clínica (Sec-
ción V). Se ejemplifica todo ello con la exposición detenida de una investigación
básica y la presentación de un caso clínico. Se termina con unas Conclusiones Ge-
nerales. El hecho de que no se aborde la aplicación de la neuropsicología a la
práctica clínica hasta la última sección se debe que dicha aplicación requiere el
conjunto de conocimientos que se abordan en las otras cuatro secciones, no a que
se considere que aquélla es la menos importante de todas las posibles aplicaciones
de la neuropsicología.

Mi primer contacto con la neuropsicología se inició durante mis años de formación


como psicóloga clínica (1961-1967); primero como alumna del Institut de Pycho-
logie de la Sorbonne, durante cuatro años, y luego, una vez obtenido el título,
como becaria en prácticas (stagière) del Gobierno francés, durante otros dos años.
Estas prácticas se desarrollaron en diferentes hospitales de París y en condiciones
inmejorables de supervisión. A mi regreso a España, ni en Barcelona ni, unos años
más tarde, en Madrid, encontré lugar alguno en el que se practicara la disciplina o
en el que hubiera demandas en relación con ella. A lo sumo, me remitían algún pa-
ciente para que determinara si sus crisis epilépticas eran de naturaleza «funcional»
u «orgánica». Por ello, mis contactos con la neuropsicología permanecieron a nivel
de lecturas. A lo largo del curso 1983-1984 organicé, como parte de la asignatura
de Psicodiagnóstico, que impartía en la Facultad de Psicología de la UCM, un se-
minario de neuropsicología, en el que se discutían algunos artículos. No se conce-
dían créditos. Doce alumnos asistieron a él. Este número ascendió a una treintena
el curso siguiente y las solicitudes se acercaron al centenar para el siguiente. Esta
situación hizo comprender al Departamento que había que hacer algo al respecto.
Se decidió incluir un trimestre de «evaluación neuropsicológica» en el programa de
la asignatura «Tests psicométricos». Se me encargó la redacción del programa y de
un manual que lo cubriera. Éste se tituló «Evaluación neuropsicológica» (Benedet,
1986). Al entregar libro y programa, expuse en el Departamento que, si de verdad
se deseaba hacer algo en neuropsicología, yo necesitaba reciclarme, puesto que no
se puede esperar iniciar un campo como éste partiendo únicamente de lecturas. Lo
que sí había extraído de éstas fue la comprensión de que había otra neuropsicolo-
gía que comenzaba a esbozarse en las publicaciones de la época y que parecía
ofrecer perspectivas sumamente interesantes. Salí primero a buscarla en Europa.
INTRODUCCIÓN

Fue Xavier Seron quien me dijo tajantemente: «Si quieres reciclarte en neuropsico- 35
logía, vete a América». Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Solicité, y obtuve, del
Gobierno americano, primero una bolsa de viaje y luego una beca de diez meses.
La primera me permitió visitar los principales laboratorios en los que, de acuerdo
con mi revisión de las publicaciones, se estaban haciendo los estudios de neuro-
psicología más influyentes en la época. Comprendí que el lugar más idóneo para
conseguir lo que buscaba era, sin duda alguna, Boston. Harold Goodglass* me in-
vitó a trabajar durante los diez meses de mi beca en el Boston University Aphasia
Research Center, que él dirigía, y que hoy lleva su nombre en reconocimiento a sus
aportaciones seminales al estudio de las afasias. Con ello me abrió las puertas de
un mundo hasta entonces insospechado para mí. En efecto, no es posible hacer
aquí un resumen siquiera somero de la increíble (por su cantidad y calidad) activi-
dad científica y clínica que se desarrollaba entonces en Boston. El Boston Univer-
sity Aphasia Research Center tiene su sede, junto con el Boston University Memory
Disorders Center (dirigido entonces por el recientemente desaparecido Laird Cer-
mak) en el Boston Veterans Administration Center (Boston VA), que incluye demás
un excelente Departamento de Neurología (dirigido por Martin Albert). Pues bien,
sólo en el Boston VA se organizaban semanalmente no menos de dos o tres semi-
narios (cada uno de ellos en uno de los tres centros indicados) de presentación y
discusión de casos o de presentación y discusión de trabajos de investigación bási-
ca en marcha, a los que, además del personal de dichos centros, solían asistir otros
expertos en el tipo de problemática que presentaba cada paciente o en el tema de
la correspondiente investigación. A dichos seminarios se añadían las frecuentes
conferencias de actualidad científica, a cargo de investigadores de primera línea
(los protagonistas de esa actualidad), con frecuencia miembros del más de un cen-
tenar de investigadores que trabajaban en los mencionados centros del VA, o bien
procedentes de cualquier estado de la Unión o de cualquier país del mundo. No
tenían nada que envidiarles los cursos teóricos del Doctorado en Neuropsicología,
organizados conjuntamente por Boston University y por Clarck University, en los
que eminentes expertos en cada tema concreto exponían los resultados de sus más
recientes investigaciones. A todo ello, hay que añadir toda una serie de otras acti-
vidades externas al Boston VA, como los seminarios de los Viernes, organizados por
Marsel Mesulam en el Beth Israel Hospital (Harvard University Medical School), las
reuniones científicas de la Massachusetts Neuropsychological Society en el Spaul-
ding Rehabilitation Center o las tertulias neuropsicológicas organizadas por Marcel
Kinsbourne en su casa, en torno a una taza de café.

Ni que decir tiene que, cuando iba por el séptimo mes de mi estancia en Boston,
comprendí que con los diez meses de mi beca no tenía ni para empezar y busqué
la manera de quedarme dos años más, estimando que ese era el tiempo indispen-
sable para lograr la formación que perseguía. Conseguí un contrato para trabajar

*
Harold Goodglass nos dejó el pasado 12 de marzo. Deseo rendirle desde aquí mi sentido homenaje.
F U N DA M E N TO T E Ó R I C O Y M E TO D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

36 como neuropsicóloga clínica, bajo supervisión, en el Greenery Rehabilitation


Center, lo que me proporcionó una experiencia de trabajo clínico en equipo, du-
rante un año y en excelentes condiciones (tenía a mi cargo la evaluación, por un
lado, y la planificación y el control de la rehabilitación neuropsicológica, por
otro, de unos diez pacientes en cada momento). Dediqué el tercer año a trabajar
con David Caplan en la Harvard University Neurology Clinic (en el Massachusetts
General Hospital), que él dirige. Durante este año, y como es costumbre en el en-
torno de D. Caplan, asistí a diversos cursos del Departamento de Lingüística del
Massachusetts Institut of Technology, incluyendo los impartidos por M. Halle,
K. Hale y N. Chomsky.

A mi regreso a Europa, en octubre de 1990, tenía el buche lleno, y fueron necesa-


rios varios años para asimilar tanta información. Este proceso de asimilación se ha
visto enriquecido por el hecho de que, durante estos años, he realizado numerosas
estancias breves (de uno a tres meses cada una) en diferentes laboratorios altamen-
te selectos, a uno y otro lado del Atlántico. Pero, sobre todo, he tomado contacto
con los expertos de la neuropsicología cognitiva europea, lo que me abrió nuevas
y muy interesantes perspectivas. Los proyectos de investigación que, desde mi re-
greso a Madrid, he venido dirigiendo, me permiten mantener un contacto conti-
nuado con los pacientes, a pesar de mi dedicación «exclusiva» a la docencia. Y,
last, but not least, mis maravillosos alumnos, con sus agudas preguntas, no me per-
miten ningún tipo de tregua.

Como culminación de este largo proceso, en estos momentos me encuentro dedi-


cando mi año sabático (el que concede la UCM a sus Profesores, después de vein-
ticinco años de dedicación a ella, pero que, en mi caso, son ya treinta) a desarro-
llar un nuevo proyecto de investigación, en la Neuropsychology Unit, que dirige
John Marshall, dentro del Departament of Clinical Neurology of the University of
Oxford. Ello me está proporcionando la oportunidad de discutir este trabajo con al-
gunos de los expertos británicos más destacados.

Este libro es el fruto de una profunda reflexión sobre el quehacer neuropsicológico,


basada en la experiencia personal que mi contacto con la disciplina y con sus prin-
cipales figuras me ha aportado. Al no ser un tratado de psicología cognitiva, sólo se
toman de esta disciplina los postulados que parecen más relevantes para las cues-
tiones neuropsicológicas que se tratan aquí, sin entrar a discutirlos.

Carlo Semenza tuvo la paciencia de leer detenidamente la primera versión del ma-
nuscrito. Además de sus interesante sugerencias, le debo los ánimos que me im-
pulsaron a seguir trabajando en él. John Marshall tuvo la gentileza de redactar el
prólogo con su estilo único. Pero, sobre todo y como premisa, me hizo extenderme
y, con ello, profundizar en cada tema (mediante lecturas y reflexiones y mediante
discusiones con él) bastante más de lo que inicialmente yo tenía previsto. A In-
maculada Gómez-Pastor, Directora del C.R.M.F. del IMSERSO, y que también tuvo
INTRODUCCIÓN

la paciencia de leer la primera versión del manuscrito, le debo interesantes e im- 37


prescindibles sugerencias acerca de su adaptación a la realidad clínica española; es
además la responsable de que este libro no se quedara finalmente dormido en al-
gún rincón de mi estudio. El IMSERSO decidió publicarlo. Gracias a todos.

Oxford, diciembre de 2001


ARTÍCULO DE REVISION

Conceptos Fundamentales en la Teoría Neuropsicológica.


Fundamental Concepts In The Neuropsychological Theory.
Carlos Ramos-Galarza,1-8 Valentina Ramos,2 Janio Jadán-Guerrero,3 Nancy Lepe-Martínez,4
Lorena Paredes-Núñez,5 Antonio Gómez-García,6 Mónica Bolaños-Pasquel7

Resumen
En este artículo se presentan tres conceptos que son fundamentales en la formación teórica neuropsicológica: datos histó-
ricos en el estudio del cerebro humano, evaluación neuropsicológica de las funciones cerebrales y la rehabilitación neuropsi-
cológica de las funciones cerebrales. Como datos relevantes en el desarrollo teórico del estudio del cerebro humano se hace un
recorrido desdelos actos de trepanación realizados cientos de años atrás, los aportes de la frenología, los magistrales hallazgos
de Broca y Wernicke, el aporte heurístico de Luria y la revolución actual que se vive con la neuro-imagen. En la evaluación
neuropsicológica de funciones cerebrales se analiza el papel de las pruebas específicas, no específicas y de observación diferida
en la interpretación del estado neuropsicológico del ser humano, que permiten analizar las funciones neuropsicológicas en el la-
boratorio y en las actividades de la vida real. Finalmente, se analiza el proceso de rehabilitación neuropsicológica de las funcio-
nes cerebrales, en donde se hace mención a los procesos de restauración, compensación, sustitución, activación-estimulación
e integración, que son de gran utilidad al momento de intervenir en un cerebro que ha sufrido un daño adquirido. Se concluye
afirmando que el ritmo intenso del desarrollo tecnológico y el contundente aportecientífico, proponen día a día nuevas técnicas
y teorías para entender los procesos de evaluación y rehabilitación del funcionamiento cerebral.
Palabras claves: Desarrollo teórico del estudio del cerebro humano, evaluación neuropsicológica, rehabilitación neurop-
sicológica, neurociencia.

Abstract
This article presents three concepts that are fundamental in the neuropsychological theoretical: (a) historical data in the
study of the human brain, (b) neuropsychological evaluation of brain functions and (c) neuropsychological rehabilitation of
brain functions. As relevant data in the theoretical development of the study of the human brain is a tour of the trepanation
acts performed hundreds of years ago, the contributions of phrenology, the masterful findings of Broca and Wernicke, the
heuristic contribution of Luria and the current revolution with the neuro-image. In the neuropsychological evaluation of brain
functions, the role of specific, non-specific and delayed observation tests in the interpretation of the neuropsychological state
of the human being is analyzed, which allow analyzing neuropsychological functions in the laboratory and in real lifeactivities.
Finally, we analyze the process of neuropsychological rehabilitation of brain functions, where mention is made of the processes
of restoration, compensation, substitution, activation-stimulation and integration, which are very useful when intervening in
a brain that has suffered an acquired damage. It is concluded that the current accelerated pace has determined the advance of
neuroscience, where technology and the forceful scientific contribution propose new techniques and theories to understand the
processes of evaluation and rehabilitation of brain functioning.
Keywords: Theoretical development of the study of the human brain, neuropsychological evaluation, neuropsychological
rehabilitation, neuroscience.

Rev. Ecuat. Neurol. Vol. 26, No 1, 2017

1PhD. Escuela de Psicología de la Universidad Internacional SEK- Correspondencia:


Ecuador.Escuela de Psicología de la Universidad SEK-Chile. Carlos Ramos-Galarza
2PhD. Facultad de Ciencias Administrativas. Escuela Politécnica Fernández Salvador OE489 y Av. La Prensa
Nacional-Ecuador. Teléfono: +593 9 9 8412108
3PhD. Laboratorio MIST. Universidad Tecnológica Indoamérica-Ecuador. E-mail: ps_carlosramos@hotmail.com
⁴PhD. Escuela de Psicología. Universidad Católica de Maule-Chile. Quito-Ecuador.
Universidad de Concepción-Chile.
⁵MSc. Escuela de Psicología. Universidad Internacional SEK-Ecuador.
⁶PhD. Facultad de Ciencias del Trabajo y Comportamiento humano.
Universidad Internacional SEK-Ecuador.
⁷Centro de Investigación en Neuropsicología Clínica. Ecuador.
⁸Facultad de Psicología. Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Vol. 26, No 1, 2017 / Revista Ecuatoriana de Neurología 53


Introducción
Desde siempre, los seres humanos hemos sentido un explicar los aspectos esenciales de la neuropsicología,
enorme interés por explicar cómo se producen nuestras profundizando en el desarrollo histórico del cerebro, la
habilidades mentales, como lo es la capacidad para hablar, evaluación neuropsicológica y la rehabilitación de las
entender lo que escuchamos, realizar movimientos com- funciones cerebrales.
plejos, percibir los diferentes estímulos del mundo que
nos rodea, sentir empatía, ser solidarios, poder escribir, Datos Históricos en el Estudio del Cerebro
leer y demás habilidades humanas que nos han conver- Si bien, se creería que el estudio del cerebro humano
tido en los seres vivos más desarrollados en la naturaleza. es reciente o desde el gran avance de las técnicas de neuro-
Esta búsqueda de respuestas ha pasado por varias imagen que emergieron desde el siglo pasado, el interés
etapas en la humanidad, como por ejemplo, cuando por comprender qué sucede dentro de la cavidad craneana
humanos primitivos comían el cerebro de otros bajo la del ser humano se remonta siglos atrás, en donde se evi-
creencia de que con este acto, se apoderarían de las habi- denciaron ciertas prácticas que permiten comprender un
lidades mentales del ex dueño de esa materia gris o las primer acercamiento en la relación entre el cerebro, la
creencias mágicas, de que las capacidades intelectuales se cognición y el comportamiento del ser humano.
originaban en la divinidad. Uno de los primeros acontecimientos, fueron las
Toda la perspectiva sobre el papel del cerebro prácticas de trepanación, que consistía en cortar, raspar,
cambió con los hallazgos de Broca y Wernicke, alre- cincelar o perforar la pieza de hueso del cráneo, con la
dedor de 1860, ya que sus aportes revolucionaron la finalidad de aliviar la presión relacionada con la hin-
comprensión de los procesos mentales humanos y por chazón que genera un edema cerebral. Un gran número
primera vez se consideraba al cerebro como el órgano de casos perdía la vida durante o después de la interven-
base para la actividad mental, lo que realmente generó ción quirúrgica (ver figura 1), sin embargo, también exis-
el gran avance de la neurociencia. tían sujetos que sobrevivían y en sus cuerpos se obser-
Actualmente, el interés se ha centrado en entender vaban signos de recuperación y en muchos de estos casos,
qué sucede en el cerebro en su estado normal y patológico, se volvía a practicar la trepanación hasta lograr una “cura-
para lo cual, existen varios mecanismos de evaluación ción” definitiva a los problemas de la conducta o de dolor
neuropsicológica, como lo son, los test de laboratorio, que presentaban los humanos cientos de años atrás.1
que han sido creados para evaluar de forma específica Otras acciones que ya daban luces a los seres
las funciones cerebrales, los test de evaluación en otras humanos sobre el papel del cerebro en los procesos men-
áreas con un gran aporte clínico y las pruebas de evalua- tales, se evidenciaron en ritos canibalísticos en donde
ción diferida, que se basan en escalas de graduación de tribus se alimentaban de cerebros de personas altamente
conductas implicadas en la vida diaria. Otro aspecto de intelectuales o con grandes habilidades, con la espe-
interés en el estudio del cerebro humano, es el proceso ranza de apropiarse de las capacidades del ex dueño de la
que se sigue en la rehabilitación neuropsicológica de fun- materia gris ingerida.
ciones cerebrales dañadas, en donde existen los procesos Posteriormente, Hipócrates, el padre de la medicina,
de restauración, compensación, sustitución, activación- alrededor de 400 años antes de Cristo, describió dos tipos
estimulación e integración. de alteraciones del lenguaje producto de un daño en el
Dentro del contexto planteado, surge la propuesta cerebro humano: (a) sujetos carentes de una adecuada
del presente artículo, en donde se tiene como objetivo sonoridad de la producción del habla, a quienes denomino

Figura 1. Acto de trepanación.


Fuente: Caruso2

54 Revista Ecuatoriana de Neurología / Vol. 26, No 1, 2017


Áfonos y (b) sujetos con dificultades en la elocuencia del otra de las grandes funciones del lenguaje se encuentran
lenguaje, a quienes denominó Anaudos.2 en el cerebro humano, específicamente, identificó que la
A pesar de estos eventos que hacían suponer la comprensión verbal es una función del lóbulo temporal
importancia del rol del cerebro en la cognición y el com- izquierdo.6
portamiento humano, no siempre fue así. Durante un Tanto el acierto de Broca como de Wernicke (ver
largo tiempo de la humanidad se creía que la inteligencia figura 3), hacen caer en cuenta que la cognición del ser
era de origen divino o de fuerzas externas al ser humano. humano es producto del funcionamiento de un órgano,
Tal es el caso, que durante una época, alrededor de 150 un sustrato biológico que a los individuos nos permite
años atrás, se consideraba a la epilepsia como un estado pensar, sentir, reflexionar, recordar, respetar, comunicar;
en el cual, el mismísimo demonio poseía el cuerpo del en fin, ser todo lo que comprendemos como ser humano,
individuo que presentaba una crisis epiléptica.3 al igual que el resto de órganos del cuerpo permiten otras
Un intento por superar la teoría divina como explica- funciones, por ejemplo, la respiración es producto de los
ción de las funciones mentales de los seres humanos, fue pulmones, la frecuencia cardiaca del corazón y demás;
la escuela del localizacionismo, que consistía en el saber por tanto, la cognición, subjetividad, emociones, senti-
propuesto por Galeno, quien afirmaba que la actividad mientos, narrativas, regulación comportamental y demás,
mental se producía en el encéfalo, mediante la interacción es producto de un órgano, el cerebro.7
de diversos elementos, y cuando existía algún daño cere- Siguiendo con este recorrido histórico del desarrollo
bral, el ser humano perdía alguna de las funciones que de la neurociencia, debemos resaltar el trabajo realizado
eran producidas por dicha zona del cerebro. A esta etapa por un hombre conocido como el padre de la neuropsico-
de la historia humana se la conoció como la frenología, logía, Alexander Romanovich Luria, quien -producto del
siendo Franz Gall (1758-1828) su máximo exponente y estudio sobre las funciones cerebrales en pacientes aten-
su mayor fundamento, el que la actividad mental se pro- didos en la segunda guerra mundial- desarrolló un modelo
ducía por 27 zonas localizadas (ver figura 2) a lo largo del teórico que explica la organización cerebral y su relación
encéfalo del ser humano.4 con las fuerzas culturales y ambientales.8
Sin duda, uno de los acontecimientos más impor- Con la propuesta de Luria12 se supera el localiza-
tantes y que abrió las puertas al desarrollo de las neuro- cionismo de las funciones cerebrales y se avance a una
ciencias, es la sistematización del caso “tan, tan” repor- comprensión del funcionamiento cerebral como producto
tado por el gran Paul Broca en 1861, quien demostró que de la interacción de diversas unidades funcionales, que
una de las funciones cognitivas del ser humano son pro- permiten al ser humano la actividad mental y compor-
ducidas por el cerebro, específicamente, describió que la tamental. Desde la perspectiva de este autor, el cerebro
capacidad de articulación de la palabra es producida por se configura en tres unidades funcionales, donde la pri-
la tercera circunvolución del lóbulo frontal izquierdo, a mera se encarga de regular el tono cortical y la vigilia; la
lo que actualmente y en su honor, denominamos como segunda de recibir, procesar y almacenar la información;
Afasia de Broca.5 y la tercera unidad funcional, que se encarga de la planifi-
Posterior al hallazgo de Broca, en 1874 Carl Wer- cación, ejecución y verificación de la actividad cognitiva
nicke aportó al avance de la neurociencia, al afirmar que y conductual (ver figura 4).

Figura 2. Zonas del cráneo localizadas en la Figura 3. Áreas cerebrales de Broca y Wernicke. Fuente: Dubuc.10
frenología. Fuente: Millar.6

Vol. 26, No 1, 2017 / Revista Ecuatoriana de Neurología 55


a. Pruebas Específicas. Son todos los test neuropsicoló-
gicos que han sido desarrollados para la evaluación
de una determinada función cerebral, por ejemplo,
la torre de Hanoi, Stroop, cartas de Wisconsin, las
pruebas para las afasias, el test de Barcelona, la ENI,
la prueba de copia de la figura compleja de Rey, etc.
Un aspecto positivo que se debe mencionar de este
tipo de evaluación radica en el alto contenido psico-
métrico que se obtiene del test específico, además, el
clínico puede utilizarlo de manera amplia en la expe-
rimentación.10 Un factor en contra de este tipo de eva-
luación es la falta de validez ecológica que contienen
este tipo de test, ya que tiene una elevada artificialidad,
que no siempre pueden aportar en la comprensión de
la vida real del paciente y que muchas veces son tareas
tan aisladas que -como lo reporta Damasio- es posible
Figura 4. Modelo de organización cerebral de Luria. que realicen este tipo reactivos de manera excelente,
Fuente: Ramos1313 cuando realmente no es así dicho funcionamiento en
la vida real. Una situación vista a menudo en la clí-
nica, es el gran porcentaje de niños que acuden a la
Finalmente, al día de hoy el gran avance de la neuro- consulta por el motivo de presentar dificultades en
imagen, ha determinado una verdadera revolución en lo la regulación de su comportamiento y deficiencias
que respecta al estudio del funcionamiento cerebral del en sus procesos atencionales, y en la primera sesión
ser humano, en donde, técnicas como la magneto-ence- de evaluación neuropsicológica realizan las pruebas
falografía, el electroencefalograma, la resonancia magné- atencionales de manera adecuada, sin embargo, en la
tica funcional y otras, permiten analizar el funcionamiento vida real, en la escuela o en su hogar, presentan serias
neuronal del cerebro en las determinadas actividades que dificultades al respecto.18 Un aspecto positivo de este
es capaz de realizar un ser humano.2,9 tipo de evaluación, es el contar con baremos de las
funciones cerebrales valoradas, lo cual aporta en el
La evaluación neuropsicológica de las funciones criterio cuantitativo del diagnóstico neuropsicológico.
cerebrales
Las funciones cerebrales de interés en la neuropsi- b. Pruebas no específicas. Son los test que no han
cología son el lenguaje, atención, memoria, sistemas per- sido creados de manera específica para la evalua-
ceptivos, funciones ejecutivas y las praxias en el contexto ción de una función neuropsicológica, sin embargo,
de desarrollo normal y en el daño cerebral adquirido. tienen un alto contenido para la valoración clínica.
Antes de mencionar los procesos de evaluación neu- En este tipo de evaluación se utilizan reactivos que
ropsicológica, es indispensable mencionar la descripción son ampliamente utilizados en fenómenos de interés
realizada por el gran Antonio Damasio,15 quien presentó en la evaluación psicológica, como por ejemplo, el
el caso de un paciente con daño cerebral adquirido que en test HTP, las sub-escalas del test de inteligencia de
la evaluación neuropsicológica, dentro de su laboratorio, Wechsler, el test de Bender, CAT, entre otros, que
realizaba de manera exitosa todos los test experimentales han sido desarrollados en el contexto de la evalua-
que evaluaban sus funciones neuropsicológicas, es decir, ción psicológica de aspectos subjetivos, emocionales
-en teoría- el paciente de Damasio no presentaba mayor y demás, sin embargo, brindan un gran aporte al
dificultad en su funcionamiento cerebral, sin embargo, en juicio clínico del neuropsicólogo experto en el fun-
la vida real era realmente un fracaso. cionamiento cerebral y que, con sólo analizar el pro-
Este caso, que no es aislado y sucede a menudo cedimiento seguido por un paciente en la ejecución
en la consulta clínica neuropsicológica, ha generado el de una tarea, ya es capaz de emitir un parámetro del
desarrollo de varias estrategias metodológicas para la estado de la función cerebral valorada. Al igual que
evaluación de las funciones cerebrales. En tal sentido, las pruebas de tipo específico, las pruebas no especí-
García-Gómez16 propone tres estrategias para evaluar ficas presentan la limitación de falta de validez eco-
únicamente las funciones ejecutivas, sin embargo, dicha lógica, además de no contar con baremos psicomé-
propuesta contiene una alta riqueza que puede exten- tricos propios de la función evaluada, que permita
derse como tres estrategias para valorar todas las fun- entregar un criterio técnico de normalidad o pato-
ciones neuropsicológicas: logía en base a un criterio cuantitativo.

56 Revista Ecuatoriana de Neurología / Vol. 26, No 1, 2017


c. Pruebas de exploración diferida. Este tipo de reac- Finalmente, se debe señalar que el gran avance tec-
tivos fueron creados para superar la poca validez nológico experimentado por la humanidad, ha generado
ecológica de los test específicos y no específicos, ya unaverdadera revolución y surgimiento de una diversidad
que es de vital importancia en la práctica clínica neu- de técnicas de neuro-imagen que permiten valorar el fun-
ropsicológica poder tener una valoración del funcio- cionamiento cerebral en vivo de sujetos con un cerebro
namiento cerebral en las actividades de la vida diaria, indemne o que han sufrido algún tipo de injuria. Entre
a través de la aplicación de escalas comportamen- las técnicas más importantes se encuentran la resonancia
tales. Este tipo de evaluación se basa en una lógica magnética, tomografía por emisión de positrones, tomo-
clínica utilizada en otras disciplinas como la medi- grafía computarizada por emisión de fotón único, reso-
cina, en donde basta con evaluar los signos obser- nancia magnética funcional, electroencefalograma y otras
vados sobre un órgano para emitir un diagnóstico, tal , que permiten estudiar el funcionamiento encefálico en
es el caso del corazón o los pulmones, donde úni- base a su estructura, flujo sanguíneo regional, metabo-
camente con escuchar la frecuencia cardiaca y res- lismo, actividad eléctrica y demás métodos usados con el
piratoria, ya se puede determinar su estado y no es sujeto en reposo, actuación y activación.12
necesario usar una técnica invasiva para lograr una
evaluación eficaz (claro, ésta es la evaluación más La rehabilitación neuropsicológica de las funciones
compleja, ya que no es posible de ser realizada si el cerebrales
profesional no cuenta con una formación excelente). Barbara Wilson, quien es la máxima autoridad en
De la misma manera, con las pruebas de observa- la rehabilitación neuropsicológica, define a este pro-
ción diferida, como las escalas comportamentales, ceso como el conjunto de técnicas que tienen como fina-
se puede valorar clínicamente el funcionamiento de lidad mejorar el estado cognitivo, emocional, psicoso-
zonas cerebrales como el lóbulo frontal en su des- cial y comportamental de una persona que ha sufrido
empeño en la vida real.11 Un punto que se debe men- un daño cerebral adquirido. Otra finalidad de la rehabi-
cionar en favor de las escalas de observación diferida litación neuropsicológica es permitir a las personas con
es, que si bien, las técnicas de neuro-imagen aportan alteraciones cerebrales conseguir un óptimo nivel de
en el análisis de las funciones cerebrales, este pro- bienestar, para reducir el impacto de sus déficits cere-
cedimiento no permite al clínico tener una percep- brales en las actividades de la vida diaria y para ayudar
ción clara del impacto del daño cerebral en las acti- a retornar, en la medida de lo posible, a sus actividades
vidades reales de la vida diaria del sujeto,20 por lo previas al daño cerebral.13
que, el uso de escalas de observación diferida de las Según Ginarte-Arias21 existen cinco mecanismos
funciones cerebrales constituyen una herramienta de (figura 5) que se pueden seguir para desarrollar un pro-
gran aporte a la evaluación neuropsicológica. grama de rehabilitación neuropsicológica, los cuales

Rehabilitación
Neuropsicológica de las
Funciones Cerebrales

Activación
Restauración Compensación Sustitución Integración
Estimulación

Se utiliza cuando una Se integran las


Repetición constante Una función cerebral Un dispositivo externo
función cognitiva tiene diferentes técnicas en
de la función cerebral conservada asume el asume el rol de la
un funcionamiento beneficio del sujeto con
afectada rol de la afectada función afectada
disminuido daño cerebral

Figura 5. Mapa conceptual de los mecanismos de rehabilitación neuropsicológica. Fuente: Ginarte-Arias21

Vol. 26, No 1, 2017 / Revista Ecuatoriana de Neurología 57


están relacionados y en ocasiones pueden co-existir, de ambientes con una elevada riqueza de estímulos o la
manera que, se pueden proponer programas rehabilitación reiteración de preguntas y consignas al momento de
neuropsicológica que combinen distintos mecanismos de realizar una actividad.
forma simultánea.
e. Integración. Es usado cuando el paciente presenta
a. Restauración. También conocido como restitución alteraciones en la interacción entre módulos funcio-
de las funciones cerebrales, es un proceso que se nales o cuando en su procesamiento temporal se pro-
basa en la repetición constante de ejercicios sobre duce algún tipo de interferencia. En este mecanismo
una función neuropsicológica específica. Es común se utilizan los métodos psicofarmacológicos y los
su utilización cuando existe una pérdida parcial de diferentes mecanismos de rehabilitación neuropsico-
una determinada área y existe una disminución de lógica, en beneficio de las necesidades del individuo
alguna función elemental, la cual puede mejorarse con daño cerebral adquirido.
con el entrenamiento. Es interesante mencionar un
aspecto que se debe tener presente al momento de Por otro lado, Wilson20 propone un listado de 10
abordar a un paciente con este procedimiento, el cual áreas que en los últimos años han demostrado evidencia a
radica en el estadio evolutivo en el que se encuentra, favor de los procesos de rehabilitación neuropsicológica:
ya que, en el desarrollo de la plasticidad cerebral
humana, existe una relación inversamente propor- 1. Terapia enfocada en la compasión: se orienta en el
cional, en donde a medida que avanza la edad del trabajo en las dificultades psicológicas producto del
ser humano, disminuye la plasticidad cerebral. Por daño cerebral que se presentan, tanto en el paciente
tal razón, la restauración daría mejores resultados como en los familiares.
en pacientes con daño cerebral adquirido en edades
tempranas y con una gravedad entre leve y mode- 2. Terapia Musical Neurológica: tiene como finalidad la
rada, ya que si es aplicado en pacientes de edad avan- estimulación de redes neuronales involucradas en la
zada con una afectación elevada, lo más probable es música, como lo son, la memoria, lenguaje, atención,
que este mecanismo de rehabilitación neuropsicoló- percepción y control motor. Además, una propuesta
gica no brinde el mejor de los resultados. interesante es la terapia de entonación melódica, que
ha generado cambios en pacientes con afasia. En este
b. Compensación. Este procedimiento se lo utiliza tipo de rehabilitación neuropsicológica se ha encon-
cuando una función cerebral tiene una afectación de trado que pacientes con daño cerebral han mejorado
tal magnitud, que no puede ser restaurada, por lo que, en memoria verbal y atención focalizada, al ser com-
se toma la decisión de utilizar otras funciones cere- parados con pacientes en iguales condiciones que no
brales conservadas, para que asuman el rol de la fun- han recibido este tipo de intervenciones.22
ción cerebral dañada.
c. Sustitución. Es un proceso en el cual se busca 3. Evaluación mediante realidad virtual: se refiere al uso
entrenar al paciente con daño cerebral adquirido en de equipos y programas computacionales para crear
diferentes estrategias que le apoyen a disminuir los interacciones simultaneas y ambientes que brinden
problemas cognitivos, comportamentales, en fin, de al paciente una sensación similar al mundo real sin
la vida diaria, que son resultantes dela injuria cere- poner en riesgo su integridad debido a sus altera-
bral. Por lo general el elemento que sustituye a la ciones cerebrales. La riqueza de este procedimiento
función cerebral es un dispositivo externo que reem- radica en la posibilidad de configurar el entorno en
plaza a la función dañada, como por ejemplo las relación a las características y objetivos de la rehabi-
agendas electrónicas que sustituyen a la memoria del litación neuropsicológica de un determinado paciente.
paciente con daño de zonas cerebrales implicadas en
procesos mnésicos. 4. Restauración de los déficits de la memoria operativa:
basada en la estimulación y repetición constante
d. Activación-Estimulación. Su empleo se realiza de ejercicios para rehabilitar esta función ejecutiva,
cuando existen zonas cerebrales bloqueadas con una donde se ha reportado los beneficios en adultos con
disminución o desaparecimiento de su activación. su funcionamiento cerebral conservado, pacientes
Una de las condiciones que determinan el uso de con daño cerebral y niños con trastorno por déficit
este mecanismo es el enlentecimiento en el procesa- de atención con hiperactividad.
miento de la información, cansancio o disminución
de la motivación. En este proceso se suelen utilizar 5. Monitorización del aprendizaje para personas con
psicofármacos, el proceso de terapia de conducta, déficits del lenguaje: es una técnica que tiene como

58 Revista Ecuatoriana de Neurología / Vol. 26, No 1, 2017


finalidad entrenar a sujetos en detectar errores mien- del estudio del cerebro, el proceso de evaluación de las
tras están aprendiendo una nueva habilidad o adqui- funciones cerebrales y la rehabilitación neuropsicológica
riendo nueva información. en el daño cerebral adquirido.
En el proceso de la historia del estudio del cerebro
6. Terapia de Resolución de Problemas para personas humano se relataron datos importantes, como las prác-
con déficits ejecutivos: tiene como finalidad inter- ticas de trepanación para aliviar problemas encefálicos
venir en una de las características más comunes en las y las acciones canibalísticas, donde seres humanos se
personas con alteración de las funciones ejecutivas: comían los cerebros de otros humanos, con la finalidad
la resolución de problemas. Existe evidencia de estu- de alimentarse de la sabiduría del dueño previo de dicha
dios previos en donde se ha reportado el beneficio de materia gris.
este tipo de intervención, a diferencia de otros pro- Si bien estos dos datos iniciales, permiten identi-
cesos como la terapia de memoria.14,15 Los principales ficar que el interés por el estudio del cerebro estuvo pre-
beneficios observados con esta intervención radican sente desde siglos atrás en la historia de la humanidad,
en las mejoras de los pacientes en el rendimiento de en donde se intentaba atribuir la actividad mental a su
test que miden las funciones ejecutivas, autoevalua- sustento biológico, no siempre se evolucionó en ese sen-
ción, logro de objetivos y juego de roles. tido, ya que en una etapa crítica del desarrollo científico,
se atribuyeron las capacidades propias del sistema ner-
7. Apoyo en las primeras etapas de la demencia: se vioso a la bondad o crueldad de la divinidad sobre el ser
basa en un procedimiento de intervención psicoso- humano, en donde patologías cerebrales eran conside-
cial, no basado en terapia farmacológica, que busca radas como verdaderas posesiones demoniacas, sin saber
apoyar a la persona con demencia, en sus primeras que, realmente se trataba de lo que ahora es tratado como
etapas, a mejorar su desempeño en las actividades de epilepsia. Luego de superar este pensamiento mágico,
la vida diaria. los hallazgos de Broca, Wernicke y la brillantez de Luria,
generarían la verdadera maquinaria que dio origen a lo
8. Reconocimiento de la necesidad de evaluar la reha- que hoy conocemos como neurociencia.
bilitación en formas más apropiadas: reconoce la Posteriormente hablamos de la evaluación neurop-
importancia en el vínculo entre pacientes, familiares, sicológica de las funciones cerebrales, en donde se iden-
cuidadores y terapistas de individuos con daño cere- tificaron tres mecanismos que permiten al neuropsicó-
bral que reciben rehabilitación, en donde se busca logo realizar una valoración completa de las funciones
que las participaciones de todos los individuos alre- cerebrales: los reactivos específicos, no específicos y las
dedor del paciente aporten de forma técnica y signi- pruebas de valoración diferida, donde se recalcó las bon-
ficativa en el proceso de rehabilitación. dades y limitaciones que se proyectan de cada uno de los
mecanismos de evaluación, que se deben tener presentes
9. Videocámara sensorial: es una pequeña cámara utili- al momento de emitir un juicio diagnóstico sobre el fun-
zada usualmente alrededor del cuello que toma foto- cionamiento cerebral de un paciente.
grafías automáticamente de las diversas actividades El tercer tema tratado fue la rehabilitación neurop-
que realiza la persona con daño cerebral adquirido. sicológica de las funciones cerebrales, en donde se des-
El uso de este dispositivo externo ha sido beneficioso cribieron los procesos de restauración, compensación,
en el funcionamiento de la memoria autobiográfica y sustitución, activación-estimulación e integración, que
en el tratamiento de personas con demencia, encefa- constituyen las herramientas de trabajo al momento de
litis y otros tipos de alteración cerebral.16 intervenir en seres humanos que han sufrido un daño
cerebral adquirido.
10. Evidencia de la eficacia de la rehabilitación holís- Finalmente, es importante recalcar que el avance de
tica: para el futuro, la proyección de la rehabilitación la neurociencia va a un ritmo acelerado, ya que la tecno-
neuropsicológica considerada como holística nece- logía y el progreso científico de la ciencia del comporta-
sita evidencia empírica que permita validar su efi- miento, día a día proponen nuevas técnicas y teorías para
cacia al intervenir en las consecuencias cognitivas, entender el funcionamiento cerebral y los procesos que
emocionales, sociales y funcionales de las personas se aplican en su evaluación y rehabilitación, por lo que,
que tienen un daño cerebral adquirido. el clínico debe realizar una constante actualización para
ir de la mano con los avances de esta apasionante rela-
Conclusiones ción, del funcionamiento cerebral, conducta, cognición y
En este artículo de revisión se han tratado tres temas subjetividad humana.
de gran interés en la neurociencia: el desarrollo histórico

Vol. 26, No 1, 2017 / Revista Ecuatoriana de Neurología 59


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60 Revista Ecuatoriana de Neurología / Vol. 26, No 1, 2017


SESION 4
LA NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA II

1) Benedet, M. J. (2002). Neuropsicologia cognitiva: aplicaciones a la clínica ya la


investigación. Fundamento teórico y metodológico de la neuropsicologia cognitiva.
Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Secretaría General de Asuntos
Sociales, Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO). Sección 1; 39 a
78.

2) Tamayo, J. (2009). La relación cerebro-conducta ¿hacia una nueva


dualidad?. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 9(2),
285-293.
ANTECEDENTES

EL CONCEPTO DE NEUROPSICOLOGÍA
C O G N I T I VA
) 43

1. ANTECEDENTES

) Los planteamientos de la moderna neuropsicología cognitiva tienen sus raíces pro-


fundas en los planteamientos de los primeros neuropsicólogos. Por ello, parece
oportuno analizar aquí con cierto detenimiento estos últimos, considerando las crí-
ticas de que fueron objeto.

Inspirándose en la frenología de Gall y Spurzheim y basándose en la observación


de las alteraciones del lenguaje de un paciente y en una serie de pruebas patológi-
cas, ya en 1825, Bouillaud publica un artículo titulado «Recherches cliniques pro-
pres à démontrer que la perte de la parole correspond à la lésion des lobules anté-
rieures du cerveau et à confirmer l’opinion de M. Gall sur le siège de l’organe du
langage articulé» (Investigaciones clínicas aptas para demostrar que la pérdida de
la palabra corresponde a la lesión de los lóbulos anteriores del cerebro y para con-
firmar la opinión del Sr. Gall acerca de la sede del órgano del lenguaje articulado).
No obstante, en el mundo científico, se suele situar en la segunda mitad del siglo
XIX la aparición de la neuropsicología en tanto que disciplina independiente. Ello
se debe a la publicación, en los años sesenta, de una serie de artículos de Broca en
los que se pone de manifiesto la relación entre las alteraciones del lenguaje y la
presencia de una lesión en la región prerrolándica del hemisferio izquierdo. Al es-
tablecer la diferencia entre la localización de las funciones en la «mente» basada
en los abultamientos del cráneo, propia de la frenología, y su localización basada
en el examen del daño cerebral, queda fundada por Broca la neuropsicología como
una nueva disciplina (Ryalls y Lecours, 1996).

Shallice (1988), en su análisis de los desarrollos de esta disciplina a lo largo de su


siglo y medio de existencia, diferencia cuatro etapas que denomina, respectiva-
mente, la etapa de los fabricantes de diagramas (1860-1905), la etapa de las críti-
cas contra éstos (1905-1940), la etapa de los estudios de grupo (1945-1970) y la
etapa de la neuropsicología cognitiva (desde mediados de los años sesenta). Orga-
nizaremos este Capítulo en torno a estas cuatro etapas:

La primera etapa se inicia con una serie de publicaciones de Broca (1861a, b, c),
en las que el autor describe dos pacientes que habían perdido la capacidad de ar-
ticular el lenguaje, pero cuya capacidad de comprensión verbal estaba intacta. El
estudio post morten de sus cerebros puso de manifiesto que la región cerebral res-
ponsable de ese trastorno estaba situada al pie de la tercera circunvolución frontal
izquierda, región que pasaría a denominarse área de Broca. En 1865, el autor pu-
blica un informe acerca de ocho casos más. Este trabajo, que va a suscitar toda una
F U N D A M E N T O T E Ó R I C O Y M E T O D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

44 serie de investigaciones por parte de los neurólogos, tiene dos implicaciones im-
portantes para la disciplina: a) que el lenguaje puede resultar dañado con indepen-
dencia de las demás funciones cognitivas y b) que se trata de una función locali-
zable (Shallice, 1988). Entre los trabajos subsiguientes, hay que destacar el trabajo
de Wernicke, que es el autor que va a imprimir a esta etapa sus características pe-
culiares. En 1874, Wernicke describe un paciente que presenta un trastorno de la
comprensión verbal, pero que no tiene dificultad para emitir el lenguaje. La lesión
se sitúa esta vez en la primera circunvolución temporal del hemisferio izquierdo,
región que pasará a denominarse área de Wernicke. La aportación de Broca y la de
Wernicke son complementarias y vienen a demostrar que hay, por lo menos, dos
centros del lenguaje diferenciados, lo que tiene a su vez implicaciones importantes
para la naciente disciplina. Más concretamente, supone que la función del lengua-
je no es unitaria, sino que está sustentada por un número de componentes que pue-
den resultar dañados o preservados selectivamente. Como consecuencia, Wernicke
elabora el primer diagrama del sistema del lenguaje, constituido por un centro re-
ceptor (el centro de las representaciones auditivas de las palabras, que resultaba al-
terado por una lesión en el área de Wernicke) y un centro emisor (centro de las re-
presentaciones motoras de las palabras, que resultaba alterado por una lesión en el
área de Broca). Ambos estarían conectados por una vía de transmisión (que corres-
pondería al fascículo arqueado).

La idea de Wernicke de que el lenguaje podía ser entendido como un tipo com-
plejo de reflejos que asociaba las «imágenes auditivas» y las «imágenes moto-
ras» de las palabras estaba influida por dos tradiciones: el asociacionismo in-
glés, de acuerdo con el cual el aprendizaje es el resultado del establecimiento
de asociaciones entre diferentes tipos de imágenes, y la existencia (demostrada
por la neuroanatomía y la neurofisiología) de fibras nerviosas que conectan los
diferentes componentes del sistema nervioso implicados en los reflejos (Hécaen,
1972; McCarthy y Warrington, 1990). Por ello, se denomina conexionistas a los
neuropsicólogos que trabajaron en este enfoque.

El modelo de Wernicke permite predecir que (tal como su paciente había demos-
trado) un daño en el centro de las imágenes auditivas produciría un trastorno de la
comprensión del lenguaje. Este trastorno se acompañaría de una dificultad para se-
leccionar los sonidos de las palabras que se han de articular, debido a que dicha
selección está guiada por el centro auditivo. Por otro lado, tal como habían de-
mostrado los pacientes de Broca, un daño en el centro de las imágenes motoras
produciría una alteración de la producción del lenguaje con preservación de su
comprensión. Además, el modelo predecía que un daño en las fibras que conectan
un centro con el otro produciría un trastorno de la repetición de las palabras ha-
bladas (con preservación de la comprensión), debida a la imposibilidad de comu-
nicación entre los centros auditivo y motor. Esta incomunicación traería consigo,
además, una dificultad para seleccionar los sonidos de las palabras que se han de
articular. Esta predicción fue verificada por Lichtheim en 1885, con un paciente.
ANTECEDENTES

Lichtheim (1885) modifica, enriqueciéndolo, el diagrama de Wernicke, al introducir 45


en él, además de los dos centros del lenguaje y de las vías de conexión entre am-
bos, un tercer centro, al que no atribuye una localización cerebral específica, que
estaría conectado mediante vías transcorticales con cada uno de los centros del len-
guaje. Se trata del centro de las representaciones de los conceptos. Ello permite pre-
decir otros dos tipos de afasia, debidos a la interrupción de esas fibras transcortica-
les: la afasia transcortical sensorial y la afasia transcortical motora, producidas, res-
pectivamente, por una desconexión entre las representaciones de los conceptos y el
área de Wernicke o el área de Broca. De hecho, la afasia transcortical sensorial y la
afasia transcortical motora se diferencian de las afasias de Wernicke y de Broca, res-
pectivamente, en que la repetición está preservada en aquéllas, pero no en éstas.

El diagrama de Lichtheim (Figura 1.1.) va a tener un enorme impacto entre los neu-
rólogos de la época y va a dar lugar al desarrollo de otros diagramas, fundamen-
talmente del lenguaje, pero también de otras funciones, como las implicadas en el
reconocimiento de los objetos (Lissauer, en 1890) o en las praxias (Liepmann, en
1900). Todos estos modelos (hasta diez, menciona Moutier, 1908) postulaban la
existencia de un número de centros localizados en regiones del cerebro y conecta-
dos por vías nerviosas. La metodología utilizada por estos estudios, consistente en
justificar las hipótesis explicativas acerca de los casos estudiados mediante diagra-

FIGURA 1.1
LOCALIZACIÓN DE LAS LESIONES CORRESPONDIENTES A LOS SÍNDROMES
AFÁSICOS, SEGÚN EL DIAGRAMA DE LICHTHEIM
F U N D A M E N T O T E Ó R I C O Y M E T O D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

46 mas, dio lugar a que se conociera a estos expertos, de un modo despectivo, como
los «fabricantes de diagramas».

Otra de las aportaciones importantes de Lichtheim fue la distinción establecida por


él entre los casos puros (en los que todos los déficit se pueden explicar por el daño
en un sólo componente del sistema) y los casos mixtos (en los que más de un com-
ponente es responsable del conjunto de déficit), considerando que los segundos,
aun siendo los más frecuentes en la clínica, carecen de interés científico.

Así, aunque el objetivo de los fabricantes de diagramas estaba especialmente cen-


trado en la localización de las lesiones, la búsqueda de esa localización les llevó a
comprender la complejidad de la función cognitiva; es decir, el hecho de que cada
función cognitiva estaba integrada por una serie de componentes, cada uno de los
cuales puede resultar selectivamente dañado. Esta comprensión, que dio lugar al
nacimiento y desarrollo de la neuropsicología como una disciplina independiente,
constituye la piedra angular de la actual neuropsicología cognitiva. «La contribu-
ción de Wernicke supuso algo más que la simple descripción de un tipo diferente
de trastorno del lenguaje asociado con una lesión en una región diferente del ce-
rebro. Desarrolló un marco teórico que constituyó la base de buena parte del tra-
bajo subsiguiente y que continúa teniendo influencia hoy» (McCarthy y Warring-
ton, 1990, p.12).

La metodología propia de este enfoque consistía en el estudio clínico detallado de


pacientes, tomados uno a uno, encaminado a la descripción de sus déficit. Este tra-
bajo se completaba con un estudio post mortem de su cerebro, a fin de encontrar
la localización de la lesión que había ocasionado el déficit. A partir de todo ello,
se determinaba la relación entre los trastornos conductuales (descritos en términos
de síndromes diferenciados) y la localización de la lesión que los causaba. Es el
método de la correlación anatomo-clínica. Pero, lejos de detenerse ahí, se estable-
cían marcos teóricos que se representaban en forma de diagramas explicativos de
esos síndromes. Para lograr su objetivo, los diagramas debían respetar ciertas re-
glas. Así, un síndrome había de estar integrado por un conjunto de síntomas que
constituyeran una unidad teórica, es decir, que se derivaran de la lesión en un mis-
mo y único componente del diagrama (de ahí la necesidad de trabajar con casos
puros). Además, postular un nuevo centro o una nueva conexión sólo estaba justi-
ficado si ello permitía explicar (o predecir) un nuevo tipo de trastorno que no per-
mitía explicar ninguno de los diagramas ya existentes (Marshall, 1982).

La comprensión de que la función del lenguaje está sustentada por un número de


componentes, cada uno de los cuales puede resultar dañado o preservado selecti-
vamente, es inherente al hecho de que el trastorno del paciente de Wernicke fuera
complementario del trastorno del paciente de Broca, y está en la base de uno de
los principales métodos de trabajo de esta disciplina: el de la «doble disociación»
(véase apartado 9.4.1).
ANTECEDENTES

A partir de 1864, Jackson (citado por Hécaen, 1972) había ido desarrollado una 47
teoría de los trastornos del lenguaje que se oponía a las tesis de los asociacionistas.
Para el autor, el lenguaje es una función psicológica y, en tanto que tal, está ligada
a la función cerebral. Sin embargo, una cosa es determinar qué alteraciones del len-
guaje produce la lesión de una estructura cerebral dada y otra muy diferente es lo-
calizar el lenguaje o uno de sus procesos en esa estructura dañada. En realidad, no
podemos «encerrar» las funciones del lenguaje en las estructuras cerebrales cuya
destrucción causa alteraciones de esas funciones. De hecho, una lesión tiene dos ti-
pos de consecuencias: síntomas negativos, que traducen la alteración de ciertos as-
pectos (los más evolucionados y voluntarios) de la función, y síntomas positivos,
que traducen la liberación de los aspectos preservados (los procesos más primitivos
y automáticos) de esa función.

Entre 1905 y 1940 (segunda etapa), se observa un cuestionamiento serio de la me-


todología de los diagramas, que son tachados de precientíficos por psicólogos y
neurólogos eminentes. (S. Freud, H. Bergson, P. Marie, C. von Monakov, K. Golds-
tein o H. Head, entre otros) (véase Hécaen, 1972; Shallice, 1988). Las críticas más
importantes se centran en torno a los siguientes puntos: 1) La falta de objetividad
de las observaciones de la conducta: por un lado, las conclusiones estaban entera-
mente basadas en impresiones clínicas, en vez de estarlo en la observación con-
trolada y en la cuantificación de los fenómenos observados; por otro, a pesar de las
afirmaciones de Lichtheim acerca de la falta de interés científico de los casos mix-
tos, las predicciones hechas por él a partir de su modelo incluyen más de uno de
estos casos. 2) La debilidad de las pruebas en las que se basa la localización de la
lesión. 3) La inadecuación de los conceptos psicológicos que se utilizan. A todo
ello podemos añadir que las investigaciones no incluían ni controles normales ni
casos negativos (es decir, casos que, presentando la misma lesión que el paciente
de interés, no presentan sus mismos síntomas o casos que, presentando los mismos
síntomas, no presentan la misma lesión). Todo ello conduce a la crítica fundamen-
tal, referente a la escasa validez de los datos que proporcionan: los diagramas y las
predicciones derivadas de ellos estaban guiadas por la teoría y no por los datos. Se
afirma que es preciso llevar a cabo observaciones empíricas sistemáticas y que, de
hecho, cuando éstas se llevan a cabo, pocas veces el paciente en cuestión encaja
en alguna de las categorías predichas por los diagramas.

Los investigadores que critican el enfoque de los diagramas proponen un plantea-


miento alternativo, de acuerdo con el cual habría una afasia única que se manifes-
taría de diferentes maneras según fuera acompañada de diferentes combinaciones
de déficit de la comprensión y de la producción del lenguaje. Se rechaza así la evi-
dencia clínica de la distinción entre subcomponentes de las habilidades complejas
(Hécaen, 1972). Así, en 1906, P. Marie, tras un reanálisis de las lesiones de los ca-
sos de Broca, publica dos artículos (Marie, 1906a,b) en los que critica la falta de
precisión de las descripciones hechas por éste y trata de demostrar que la denomi-
nada área de Broca no desempeña papel alguno en las funciones del lenguaje. Para
F U N D A M E N T O T E Ó R I C O Y M E T O D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

48 el autor, sólo existe un área del lenguaje: el área de Wernicke. Las alteraciones del
lenguaje descritas por Broca no son propiamente alteraciones del lenguaje (susten-
tadas por la corteza cerebral) sino del aparato articulatorio, sustentado por estruc-
turas subcorticales. En realidad sólo habría una forma de afasia. Los subtipos des-
critos por los fabricantes de diagramas son el resultado de artefactos de la evalua-
ción, o bien se deben a la alteración de estructuras externas al sistema del lenguaje.
La afasia no se debe a una alteración sensorial sino a una alteración intelectual no
global (es decir, diferente de la que se observa en la demencia senil o en la defi-
ciencia intelectual). Aunque este concepto unitario de la afasia será abandonado
más tarde por Marie (que diferenciará diversos tipos de afasia, siempre relaciona-
dos con el área de Wernicke), va a causar un gran impacto (Hécaen, 1972).

Desde un acercamiento similar, H. Head (1926), en Inglaterra, considera que tanto


la afasia como la apraxia son la consecuencia del daño en un proceso único y co-
mún: la formulación simbólica. En Alemania, el enfoque globalista es adoptado por
von Monakow y por von Woerkom, pero alcanza su máxima expresión con neu-
ropsicólogos como Gelb y, sobre todo, Goldstein. Este último autor (Goldstein,
1948a) establece la diferencia entre los procesos centrales y los procesos instru-
mentales que permiten la expresión de esos procesos centrales. Las alteraciones del
lenguaje propiamente dichas son la consecuencia de la pérdida de un proceso cen-
tral: la actitud abstracta. Como ya había apuntado Jackson (1874), la cuestión de la
relación entre los complejos de síntomas y una determinada localización de la le-
sión no es un problema acerca de dónde está localizada una cierta función o un
cierto síntoma, sino acerca de cómo una lesión determinada modifica la función
del cerebro de tal forma que surge un síntoma determinado (Hécaen, 1972).

Todas estas posturas se van a ver reforzadas por las investigaciones de Lashley que
le llevan a formular, en 1929, su teoría de la «acción de masa». De acuerdo con
ella, en el cerebro no hay especializaciones correspondientes a las diferentes fun-
ciones cognitivas, por lo que las consecuencias de las lesiones sobre la función
cognitiva dependen de la cantidad de tejido destruido y no de su localización.

Tras comentar con ironía que Wernicke o Lichtheim son actualmente más conoci-
dos que Head, el más severo de todos sus críticos, Shallice (1988) concluye su aná-
lisis de estas dos etapas diciendo que, hasta la aparición de los modelos de proce-
samiento de la información, ninguno de los enfoques propuestos tras la desapari-
ción de los diagramas ha resultado ser científicamente más plausible ni
clínicamente más útil para sistematizar las afasias que la propuesta hecha por Wer-
nicke y Lichtheim. De hecho, ésta se ha convertido en un marco conceptual casi in-
dispensable en la clínica, tras su resurrección por Geschwind (1965) y su posterior
adopción por Goodglass y Kaplan como base conceptual del Test de Boston para la
Evaluación de la Afasia (Goodglass y Kaplan, 1972), que es sin duda el instrumen-
to más universalmente utilizado en su género. Además, hay que resaltar su sorpren-
dente coincidencia con los actuales diagramas de flujo de la psicología cognitiva.
ANTECEDENTES

El enfoque Wernicke-Lichtheim-Geschwind ha sido recientemente objeto de nue- 49


vas críticas. Entre éstas cabe destacar la de que sus modelos están inspirados en la
observación de los síndromes clínicos (afasias, alexias, agrafias), sin que hayan sido
sometidos a verificación mediante observación de la conducta normal y prestando
muy poca atención a las relaciones entre funciones cognitivas preservadas y fun-
ciones cognitivas deterioradas (Grodzinsky, 1990). O la de que ese enfoque no es-
tablece una teoría del procesamiento lingüístico ni de la organización del cerebro
(Arbib y Caplan, 1979). En cambio, otros autores modernos tratan de justificar el
énfasis que pone este enfoque en la localización de la lesión, resaltando a la vez
sus enormes aportaciones. Es el caso de J. Marshall (1982) quien, saliendo al paso
de algunas de las críticas, insiste en que el objetivo de los diagramas era explicar
las variedades de afasia permitiendo invocar diferentes tipos de «centros» localiza-
dos, conectados entre sí de manera específica por tractos «asociativos». Desde esta
perspectiva, la mejor teoría potencial sería la que permitiera generar todos los sín-
dromes afásicos conocidos (y ninguno «imposible»), mediante el menor número de
centros y conexiones. Desde luego, no bastaba con etiquetar un centro dañado
como «centro productor de afasia de Wernicke», por ejemplo, sino que era preci-
so especificar la función del centro (o de la conexión implicada) en un complejo
de síntomas, de forma que éste constituyera una unidad teórica dentro de un con-
junto funcional coherente, sin posibilidad de responder al mero hecho de una pro-
ximidad anatómica de las regiones corticales que sustentan cada uno de los sínto-
mas que lo integran. «Si aceptamos que esto era lo que los autores de diagramas ha-
bían intentado, ninguna de las críticas tradicionales a su enfoque tiene sentido»
(Marshall, 1982, p. 395). En esta misma publicación, el autor responde, además, a
la crítica de Arbib y Caplan (1979) afirmando que es irrelevante ya que, a diferen-
cia de los conexionistas, ninguno de los cuales, desde Wernicke hasta Geschwind,
se limitó a buscar correlaciones entre los síntomas y la localización de las lesiones,
Geschwind nunca intentó explicar el procesamiento lingüístico. Simplemente in-
tentó demostrar las interrelaciones entre un cierto número de tareas conductuales
(síndromes) y las áreas del cerebro implicadas en ejecutar esas tareas. Sus intereses
y sus objetivos no son teóricos, sino meramente clínicos. Este mismo comentario
responde, en parte, a la crítica de Grodzinsky (1990).

Los datos procedentes de la neuropsicología humana no sustentaban la teoría de


Lashley. Poco a poco se va restableciendo la idea de que, si bien es cierto que cuan-
to más extenso es el daño cerebral más severos son los déficit, eso no significa que
haya un único factor implicado, como sostienen los globalistas. La idea de que en la
ejecución de tareas complejas puede haber múltiples contribuciones de diferentes
procesos componentes volvió a ganar respeto en la psicología desde mediados de los
años cuarenta. En los cincuenta estaba claro que, utilizando procedimientos de eva-
luación apropiados, se podían identificar en los pacientes con daño cerebral patrones
altamente específicos de déficit (McCarthy y Warrington, 1990). En las décadas si-
guientes, la investigación psicológica de la función cognitiva normal va a enfatizar de
modo creciente el análisis de los componentes de las funciones cognitivas complejas.
F U N D A M E N T O T E Ó R I C O Y M E T O D O L Ó G I C O D E L A N E U R O P S I C O L O G Í A C O G N I T I VA

50 En realidad, los neurólogos del enfoque de los diagramas no desaparecieron total-


mente, como no podía ser menos, pero quedaron reducidos a una minoría (como
Henschen, Kleist y Nielsen) sin representación oficial, hasta la llegada de Gesch-
wind (Shallice, 1988).

Paralelamente al trabajo minoritario de estos neurólogos, y como consecuencia de


las críticas suscitadas por su enfoque, se va a desarrollar la tercera de las etapas se-
ñaladas por Shallice (la etapa de los estudios de grupo), que se extiende entre 1945
y 1970. Esta etapa surge del intento de superar las críticas formuladas al enfoque de
los fabricantes de diagramas y, desde el punto de vista metodológico, se caracteri-
za por tres cambios fundamentales: 1) la metodología de los estudios clínicos de
caso único va a ser sustituida por la metodología propia de los estudios psicométri-
cos de grupo; 2) los datos de los pacientes van a ser contrastados con datos de in-
dividuos normales; 3) las tareas clínicas utilizadas por los neurólogos para observar
la conducta de los pacientes van a ser sustituidas por tests psicológicos tipificados.

La nueva «neuropsicología psicométrica» tiene como objetivo determinar la exis-


tencia de una asociación de alteraciones conductuales (síndromes) que pueda estar
causada por la lesión en una localización dada. A diferencia de lo que ocurre en el
enfoque clásico, en el que se estudian sólo casos positivos (es decir, que presentan
la lesión y los síntomas de interés), en estos estudios se van a incluir casos negati-
vos (es decir, que presentan una lesión en otra localización diferente), así como un
grupo control de individuos sanos. Todos estos grupos son, por lo demás, compa-
rables. La ejecución de los diferentes grupos se compara mediante técnicas esta-
dísticas pertinentes. Vemos así que, desde sus orígenes, la metodología de la inves-
tigación con grupos considera que, si bien es preciso incluir un grupo de controles
normales (a fin de asegurarnos de que éstos entienden las tareas y de permitirnos
comprobar qué tipos de errores, entre los que cometen los pacientes, son norma-
les), la verificación de las hipótesis neuropsicológicas requiere que el grupo de pa-
cientes de interés sea comparado con otros grupos de pacientes neuropsicológicos
que presenten alteraciones complementarias de las que presenta aquél (es decir,
casos negativos). Sólo así podremos descartar la posibilidad de que los síntomas es-
tán producidos por un efecto inespecífico de la lesión cerebral, independiente de
su localización y, por tanto, de los componentes del sistema cognitivo afectados
por ella (Vallar, 1991, 1999).

No hemos de perder de vista que la meta última de estos estudios no es determinar


la estructura funcional del sistema cognitivo per se (como en el caso de los diagra-
mas o en el de la moderna neuropsicología cognitiva) sino determinar si una región
cerebral desempeña un papel específico en la ejecución de una tarea dada. Se tra-
ta de establecer una relación anatomo-clínica entre regiones cerebrales y habilida-
des mentales específicas (Vallar, 1991). De Renzi en Milán, Warrington en Londres,
Milner en Montreal, Hécaen en Francia y Poeck en Alemania, entre otros, encabe-
zaron equipos que trabajaron en esta línea e hicieron aportaciones que resultaron
ANTECEDENTES

luego corroboradas por la metodología cognitivo-experimental. No obstante, señala 51


Shallice (1988), si la ciencia neuropsicológica hubiera tenido que basarse única-
mente en esta metodología, sus logros habrían sido demasiado lentos, debido al
enorme tiempo (una década, por lo menos) requerido para reclutar un número sufi-
ciente de pacientes que reúnan las condiciones de uniformidad necesarias (espe-
cialmente con respecto a la localización de sus lesiones) para que su inclusión en
un grupo no distorsione los resultados. La metodología de los estudios de grupo,
como veremos más adelante, para ser válida, ha de cumplir una serie de requisitos
que, de hecho, no siempre se han cumplido en los estudios de esta etapa, lo que in-
valida sus conclusiones.

En cuanto a la vertiente clínica de esta línea de trabajo, estaba basada en la apli-


cación de los resultados de estas investigaciones a la interpretación de los datos de
la evaluación neuropsicológica.

Esta actividad investigadora y clínica de la neuropsicología psicométrica va a estar


acompañada de otra actividad paralela que se desarrolla dentro de la psicometría
propiamente dicha. Esta actividad está encaminada a crear instrumentos psicomé-
tricos que permitan clasificar a los pacientes como «sanos» o como «lesionados ce-
rebrales» o, dentro de esta última categoría, en uno de los subgrupos determinados
por las características de la lesión (focal/difusa) o por su localización (hemisferio
derecho/hemisferio izquierdo).

Ya en los años veinte los psicólogos habían comenzado a tipificar algunas de las ta-
reas clínicas ideadas por los neurólogos. Estas tareas tipificadas van a ser el origen
de los denominados «tests neuropsicológicos». Un test neuropsicológico se definía
como «un test sensible a la condición del cerebro» (Goldstein, 1979, p. 34), lo que
implica que el individuo con el cerebro dañado obtiene en él puntuaciones signifi-
cativamente inferiores a las que se esperan de un individuo con el cerebro intacto.
Por supuesto, siempre cabe la posibilidad de que un individuo obtenga en esos
tests puntuaciones inferiores a las esperadas, debido a variables diferentes de la
presencia de una lesión cerebral, lo que exige el control de esas otras variables.
Pronto estos tests se van a combinar entre sí, dando lugar a las «baterías neuropsi-
cológicas». El prototipo de estas baterías es la Batería Neuropsicológica Halstead-
Reitan (Reitan y Davidson, 1974), que constituye una revisión de una vieja batería
neuropsicológica ideada por Halstead en los años cuarenta.

La metodología propia de esta línea de trabajo, basada en procedimientos psico-


métricos y correlacionales, consiste en aplicar una serie preestablecida de tests
neuropsicológicos a un grupo de pacientes que presentan una lesión cerebral do-
cumentada y a un grupo de individuos normales emparejados con los pacientes. Se
obtiene así un perfil característico del cerebro normal y otro del cerebro dañado.
Esto permite, en adelante, comparar con cada uno de esos perfiles el perfil de un
individuo del que se sospecha la presencia de una lesión cerebral y clasificarlo
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52 como «lesionado cerebral» o como «no lesionado cerebral», según su perfil indivi-
dual se parezca más a uno u otro de los perfiles característicos. O bien, se trabaja
con un grupo de pacientes de los que se sabe que tienen una lesión focal y otro
grupo de pacientes de los que se sabe que tienen una lesión difusa; o con un gru-
po de pacientes de los que se sabe que tienen una lesión en el hemisferio cerebral
derecho y otro grupo de los que se sabe tienen una lesión en el hemisferio cerebral
izquierdo. Más recientemente, los grupos pueden llevar etiquetas como «afasia flui-
da»/«afasia no fluida», «demencia cortical»/«demencia subcortical», etc. La meto-
dología es en todos los casos la misma: si las puntuaciones del paciente concreto
coinciden con las de alguno de esos grupos neurológicos, se concluye que el pa-
ciente padece esa afección (Benedet, 1986).

Dentro de este enfoque, los tests se utilizan como meros instrumentos para obtener
unas puntuaciones. Estas puntuaciones se obtienen aplicando siempre todos los
tests de la batería en la que está basado el perfil, y aplicándolos siempre de mane-
ra idéntica a todos los individuos, ya que, en caso contrario, no sería lícito obtener
puntuaciones típicas ni, por tanto, establecer comparaciones entre los grupos ni los
individuos. Lo único que interesa es la descripción de la relación existente entre un
perfil psicométrico determinado y la presencia de una lesión cerebral determinada.
En el mejor de los casos, se apela a la operativización numérica de lo que el aná-
lisis factorial considera que son los componentes de la inteligencia o de la perso-
nalidad y a los que se atribuyen unas etiquetas. Pero, en realidad, este enfoque del
estudio psicométrico de grupos carece de un marco conceptual que permita deter-
minar cuáles son las funciones psíquicas concretas subyacentes a esas etiquetas y
que pueda, en consecuencia, desembocar un día en una explicación (y no en una
mera descripción) de las relaciones entre la conducta y el cerebro.

La meta última de esta metodología era establecer la batería de tests neuropsicoló-


gicos que lograra un porcentaje más elevado de aciertos en la clasificación de los
individuos en una de las categorías nosológicas establecidas, o bien en la catego-
ría de «normales». En ningún momento se plantean desde ella cuestiones relevan-
tes para la neuropsicología propiamente dicha, por lo que no es hoy considerada
parte de esta disciplina. En cuanto al uso de los perfiles psicométricos (obtenidos
mediante estas baterías) para asignar etiquetas a los pacientes, tan divulgado hasta
mediados de la década de los ochenta en la práctica clínica, sólo ha conducido a
establecer una serie de cajones de sastre en los que se agrupan condiciones clíni-
cas diferentes, que esa metodología no permite diferenciar, lo cual es contrario a
los planteamientos de la neuropsicología moderna.

Si bien estaba claro que la observación clínica por sí sola era insuficiente para es-
tablecer conclusiones científicas y que, en consecuencia, se requería una metodo-
logía más rigurosa, la metodología neuropsicológica psicométrica propuesta para
resolver el problema resultó inadecuada (Vallar, 1999; Benedet, 1995). La neuro-
psicología permaneció así en la sombra hasta finales de los años sesenta.
ANTECEDENTES

Desde mediados de la década de los sesenta, diferentes grupos de trabajo empren- 53


den la búsqueda de una metodología alternativa. En América, Geschwind decide
regresar a los antiguos diagramas, recuperando el de Lichtheim para sistematizar
los síndromes afásicos, y Goodglass y Kaplan desarrollan una metodología de eva-
luación que intenta superar los datos numéricos obtenidos mediante tests psicomé-
tricos, acompañándolos con la descripción de las funciones del lenguaje alteradas.
En la Unión Soviética, Luria desarrolla un marco conceptual para la interpretación
de los datos neuropsicológicos, cuyos planteamientos son, en cierto modo, simila-
res a los de psicología cognitiva. Sin embargo, carecen de un fundamento teórico-
experimental y, aunque su metodología es muy elaborada, se basa en procedi-
mientos enteramente clínicos. Entre otras cosas, no se tiene en cuenta la investiga-
ción realizada con individuos normales. Pero la vía que verdaderamente va a dar
fruto es la que conduce al encuentro entre los neuropsicólogos entroncados con los
planteamientos de los fabricantes de diagramas, pero insatisfechos con su metodo-
logía, y los psicólogos cognitivos que trabajan con una metodología experimental
en el marco de las teorías del procesamiento de la información. Es este encuentro,
que se produce paralelamente en el Reino Unido, EE.UU. y Canadá, el que va a
dar lugar a la neuropsicología cognitiva y, con ello, a la cuarta de las etapas esta-
blecidas por Shallice.
International Journal of Psychology and Psychological Therapy 2009, 9, 2, 285-293

La relación cerebro-conducta
¿hacia una nueva dualidad?
Jairo Tamayo*
Universidad de Guadalajara, México

ABSTRACT

The Brain-Behavior relationship. Towards a new duality?. This paper highlights the strong
resurgence of the discussion on the relationships between brain and behavior from evidence
thrown by new techniques and methods of research and measurement in the field of
neurosciences. The discussion within the discipline has been directed to the postulation
on two levels of analysis: biological and psychological. I discuss that such distinction
leads to suggest the existence of new forms of dualism (mind-behavior; brain-behavior,
biological-psychological). It defines the psychological field of analysis which does not
exclude the consideration of biological components but it is not restricted to them.
Psychological phenomena are better conceived as a continuation from biological phenomena.
Finally, the paper refers to biological correlates of behavior as dispositional factors which
can have a catalytic effect on the interaction.
Key words: neurosciences, dispositional settings, molar analysis, biology, psychology.

RESUMEN

Se destaca el fuerte resurgimiento de la discusión sobre las relaciones que se dan entre
cerebro y conducta a partir de la evidencia arrojada por nuevas técnicas y modalidades
de investigación y medición en el campo de las neurociencias. La discusión al interior de
la disciplina se ha orientado a la postulación de dos niveles de análisis: lo biológico y lo
psicológico. Se afirma que tal distinción lleva a pensar en la existencia de nuevas formas
de dualidad (mente-conducta; cerebro-conducta; biológico-psicológico). Se delimita el
campo de análisis de lo psicológico el cual no excluye la consideración de componentes
biológicos pero no se restringe a ellos. Lo psicológico se concibe mejor como una con-
tinuidad dada a partir de lo biológico. Finalmente se hace referencia a los correlatos
biológicos de la conducta como elementos disposicionales que actúan como probabilizadores
de la interacción.
Palabras clave: neurociencias, factores disposicionales, análisis molar, biología, psicolo-
gía.

El desarrollo de la psicología como disciplina encargada de estudiar el compor-


tamiento de los organismos, ha estado llena de discusiones que se dan a diferentes
niveles teóricos, conceptuales e incluso empíricos, que en últimas derivan en debates
de los primeros dos tipos. Muchas de estas discusiones tienen incluso un carácter
*
La correspondencia sobre este artículo puede dirigirse al autor a la dirección: Centro de Estudios e Investigaciones en
Comportamiento Francisco de Quevedo, número 180, Col. Arcos Lafayette, CP 44130, Guadalajara, Jalisco, México.
Email: jtamayot@gmail.com
286 TAMAYO

recurrente y cíclico lo cual no implica que la disciplina se desgaste en torno al mismo


tema, sino que, por el contrario, nuevos elementos y evidencias hacen que los hechos
tengan que ser puestos de nuevo sobre la mesa y por consiguiente deban ser reevaluados.
Tal es el caso de las relaciones que se dan entre el cerebro y la conducta. Las
posiciones adoptadas por los diferentes teóricos se han dado en términos de aceptar o
rechazar la existencia de tales relaciones, mientras otros afirman la complementariedad
de los dos niveles de análisis (ver Nota 1). Es así como podemos hablar de dos sistemas
de relaciones funcionales, establecidas en un caso con base en estructuras y relaciones
biológicas, y en el otro sobre la conducta observable donde el énfasis recae en las
variables ambientales controladoras.
El argumento que desarrollo en este escrito pretende establecer una crítica a la
relación cerebro-conducta, planteando que tal distinción lleva a una dualidad lógica-
mente incorrecta. El cerebro es equiparado con lo biológico (como materialización de
lo mental) mientras la conducta se iguala con el componente psicológico. Afirmo que
lo biológico actúa como factor disposicional posibilitador de las interacciones psicoló-
gicas. Sin el componente biológico no habría conducta. Sin embargo, lo psicológico no
puede ni debe agotarse en lo biológico. Se critica y discute la posición molecular
localizacionista de las neurociencias, el rechazo de la evidencia arrojada en los análisis
fisiológicos, el riesgo del reduccionismo explicativo y las nociones de causalidad bio-
lógica, concluyendo con la afirmación de la necesidad de complementariedad de los
diferentes niveles de análisis desde una perspectiva molar del comportamiento. Desde
esta perspectiva, lo psicológico incluye a lo biológico como elemento disposicional,
más la explicación no se agota en lo biológico.

HISTORIA SIN FIN: EL RESURGIMIENTO DE UNA DISCUSIÓN DE NUNCA ACABAR

En las ciencias cognitivas, la neurociencia como caso especial, se ha caracteri-


zado por la búsqueda de regiones cerebrales localizables que correspondan con funcio-
nes o procesos cognitivos específicos. Los métodos iniciales que fueron empleados en
la búsqueda de tal propósito, incluían la intervención quirúrgica por extirpación de
regiones del cerebro, posterior a lo cual se evaluaban las alteraciones conductuales las
cuales eran relacionadas en términos causales a la eliminación o destrucción del área
cerebral específica. Con el desarrollo de la tecnología y por la relevancia adquirida de
la ética en la investigación con animales, las viejas técnicas quirúrgicas han sido prác-
ticamente abandonadas. Las nuevas formas desarrolladas para observar y medir la
actividad cerebral (Ogawa, Lee, Kayak y Glynn, 1990) han abierto nuevos procedi-
mientos de investigación menos intrusivos. Sin embargo, el problema no radica en las
técnicas mismas sino en la lógica que ha sustentado su uso y en las conclusiones que
a consecuencia de éstas se han producido.
Las ciencias cognitivas definen la actividad mental en función de constructos
hipotéticos (MacCorquodale y Meehl, 1948), los cuales tienen un nivel de observabilidad
en lo empírico. En la mayoría de los casos (especialmente de nuevo, en el caso de las
neurociencias) el referente empírico termina siendo la actividad del cerebro. Lo que es

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RELACIONES CEREBRO-CONDUCTA 287

cuestionable en este punto, es que no hay un alto grado de acuerdo en la clasificación


y definición de los denominados procesos mentales junto con sus múltiples componen-
tes (facultades, rasgos, etcétera). Ello hace que los límites entre un proceso y otro o
entre una facultad y otra terminen siendo difusos. Si la preocupación para la neurociencia
ha sido la búsqueda de evidencia que sustente la existencia de estos procesos en el nivel
biológico, la falta de acuerdo conceptual en lo que a la definición de cada proceso o
facultad se refiere, hace que el proceso se equipare a una medida X o Y (p.ej., poten-
ciales evocados), equiparación que se realiza sin un mayor grado de justificación lógi-
ca. Ahora, si bien es cierto que algunos procesos básicos sensoriales y motores mues-
tran un grado de correlación directa a nivel cerebral, es difícil pensar que lo mismo
ocurra en los procesos superiores o complejos tales como los denominados de toma de
decisiones o resolución de problemas.
Sin embargo, el nuevo conjunto emergente de evidencias en el campo de las
neurociencias (Cabeza y Nyberg, 2000) las cuales han sido obtenidas a partir del uso
de modernas técnicas desarrolladas en el campo de la tecnología médica, ha hecho que
el argumento a favor de las estrechas relaciones entre los mecanismos cerebrales y la
conducta observable tomen nueva fuerza. La literatura en el campo de las neurociencias
se caracteriza por la postulación de modelos cuyo fin es simular e identificar los sis-
temas y procesos cerebrales, por medio de técnicas de imagen cerebral a partir de las
cuales se postulan sutiles elementos localizacionistas que muchas veces trascienden el
nivel de análisis molecular del cual parten (ver Nota 2).
A pesar de ello, la actitud en la actualidad no debe caer en el rechazo de tales
evidencias y por ende del argumento mismo de la existencia de posibles relaciones
entre los dos sistemas. Por el contrario, el trabajo debe enfocarse en un análisis pro-
fundo del tipo de ventajas que surgen, si las hay, al utilizar los aportes derivados del
campo de las neurociencias en aras de una mayor y mejor comprensión de los fenóme-
nos psicológicos. Sin embargo, se requiere igualmente y de manera más importante,
llamar la atención sobre los riesgos conceptuales que se corren cuando no se tiene
claridad sobre los alcances y limitaciones de los diferentes niveles de análisis.
Empezaré por este último elemento. Skinner (1938), rechazó en principio todas
aquellas explicaciones que utilizaran constructos hipotéticos dentro de su cuerpo con-
ceptual, ya que no eran verificables utilizando la tecnología disponible para la época.
Curiosamente, tal argumento es utilizado hoy en día a favor de las posiciones centradas
en el estudio de los procesos cerebrales. Dado que en la actualidad la tecnología ha
permitido el desarrollo de nuevas herramientas e instrumentos de medida, se asume que
los resultados obtenidos a partir de tales procedimientos constituyen la evidencia ne-
cesaria que permite la estructuración de un nuevo nivel de análisis que no necesaria-
mente va en contra de los ideales de Skinner sino que por el contrario actúa en forma
complementaria al estudio de las relaciones ambiente-conducta. Sin embargo, cabe
aclarar que posiblemente la razón principal del rechazo por parte de Skinner al uso de
constructos hipotéticos y a elementos relacionados con la anatomía, fisiología o bioquímica
se daba por el hecho de que su consideración misma aportaba poco a la comprensión
de la conducta de los organismos, la cual se asumía, era completa con la mera espe-
cificación de las variables ambientales de las cuáles era función. Tal argumento era

© Intern. Jour. Psych. Psychol. Ther.


288 TAMAYO

independiente de la verificación que se diera sobre los constructos o sobre los elemen-
tos fisiológicos de los cuales se aceptaba su existencia.
Una posición similar es desarrollada por Hayes y Brownstein (1986). Según
estos autores, la visión contemporánea que busca igualar los procesos mentales con los
procesos cerebrales no es otra cosa que la materialización de la mente en el cerebro,
lo cual, en sus términos, constituye simplemente un reemplazo del dualismo tradicio-
nal. Asumiendo que la función de la psicología es la predicción y el control, se enfatiza
el hecho de que la apelación a actividades mentales no pertenece al dominio de lo
científico y que por lo tanto no permiten la persecución del fin último de la disciplina
psicológica (la predicción y el control, aunque éste sea totalmente discutible). De este
modo, concluyen los autores, aunque el estudio de lo cerebral y de la actividad del
sistema nervioso superior es relevante para el análisis de la conducta, el riesgo de
igualar o sustituir la mente por el cerebro permanece latente, terminando siempre en un
dualismo enmascarado en el cual lo único que ocurre es una mera sustitución de tér-
minos.
Por otro lado, un segundo elemento que ha obstaculizado la inclusión de la
evidencia aportada por las neurociencias al estudio del comportamiento es la palpable
preocupación y la evitación continua del reduccionismo explicativo. Se argumenta que
la explicación del comportamiento en términos de la actividad cerebral constituye nada
más que un reduccionismo a la biología de los complejos procesos conductuales de los
organismos humanos.
Thompson (2005) afirma que existen dos tipos de reduccionismo: el reduccionismo
constitutivo u ontológico y el reduccionismo teórico o explicativo. El primer tipo de
reduccionismo, para el caso que nos ocupa, habla de las diferentes formas en las cuales
los sistemas y subsistemas biológicos se organizan en función de determinados fenó-
menos conductuales. En el caso del segundo, hablamos de un tipo de reduccionismo en
el cual todos los fenómenos se dividen o segmentan en partes y componentes moleculares
donde además se supone que las leyes formuladas en una ciencia pueden ser casos
especiales de las leyes formuladas en otras ciencias o disciplinas, por lo cual el
reduccionismo se muestra cuando una ciencia puede ser reducida a otra generalmente
de mayor jerarquía (p. 104).
Si tomamos el primer tipo de reduccionismo descrito por Thompson, podemos
hablar entonces de la existencia de diferentes sistemas y subsistemas biológicos que se
organizan funcionalmente en términos de determinados fenómenos conductuales. En tal
caso, no aplica el sentido típico del reduccionismo ya que simplemente se utilizan
conceptos o términos de otras ciencias o disciplinas para explicar la forma como se
organizan y estructuran ciertos sistemas biológicos que actúan como correlatos del
comportamiento de los organismos. Simplemente se están estableciendo diferentes ni-
veles de análisis que permitan una mayor comprensión de los fenómenos conductuales.
Aparece entonces cierta estructura explicativa que tiene un aparente tono de
dualidad. Por un lado hablamos de sistemas biológicos mientras que por el otro habla-
mos de sistemas conductuales o psicológicos definidos a partir de la identificación de
variables externas públicamente observables. Probablemente tal dualidad no lleve a
avances conceptuales y empíricos (Thompson, 2007) como lo han mostrado el conjunto

© Intern. Jour. Psych. Psychol. Ther.


RELACIONES CEREBRO-CONDUCTA 289

de confusiones producto de otras dualidades como lo interno-externo, implícito-mani-


fiesto, público-privado (Ribes, 1990). Ésta aparente nueva dualidad, biológico-conductual
parece definirse igualmente en términos de criterios de observabilidad-no observabilidad,
donde el componente biológico hace parte de lo no observable, de lo que se da debajo
de la piel, mientras que lo conductual se define a partir de criterios de observabilidad.
No parece lógico hacer tal distinción en el estudio del comportamiento. Primero,
hablar de un organismo que se comporta, precisamente supone la existencia de un
organismo estructurado biológicamente, pero la explicación de su comportamiento no
se agota en la delimitación del componente biológico. El componente biológico es
elemento necesario más no suficiente para el comportamiento psicológico, pero ello no
implica hablar de dos sistemas de análisis distintos, por un lado lo biológico y por otro
lo psicológico. Hacen parte de un mismo continuo. Si llegáramos a concluir que una
dualidad en tal sentido es legítima, estaríamos hablando entonces de la delimitación de
dos disciplinas distintas para el estudio del comportamiento: la biología y la psicología.
Pero cuando estudiamos a organismos comportándose no podemos hablar de dos nive-
les de análisis. Hablamos de uno y único legítimo: el propiamente psicológico el cual
supone e incluye lo biológico pero no se restringe ni se agota en él. Si hablamos de
niveles explicativos en lo psicológico donde uno de esos niveles hace referencia a
componentes biológicos se corre el riesgo del reduccionismo teórico que describe
Thompson (2005), donde la explicación psicológica podría llegar a reducirse a los
principios de una ciencia de orden superior como la biología. Mejor es hablar de
componentes biológicos pero dentro del marco mismo de la explicación psicológica y
no tomarlos como niveles de análisis y explicación distintos del mismo fenómeno.
A su vez, cuando hablamos de los componentes biológicos dentro de lo psico-
lógico no se puede caer en el error propio del reduccionismo teórico al suponer que
tales componentes son tratados como elementos causales del fenómeno conductual
(Thompson, 2007). Debemos referirnos a tales componentes como elementos
posibilitadores de ciertas interacciones conductuales como cuando hablamos de la exis-
tencia de una estructura que permite la articulación de sonidos que se requieren para
el desarrollo del lenguaje hablado, pero este último no se explica a partir de la estruc-
tura misma la cual únicamente posibilita la fonación. Igualmente, la estructura de la
mano y el desarrollo de movimientos finos posibilita el grafear y la escritura, pero la
escritura no se explica sólo a partir del grafear ni de la estructura biológica que la
permite.
Es en tal sentido que Thompson (2007) plantea su análisis. Bajo esta lógica se
asume la existencia de componentes biológicos organizados en sistemas que a su vez
interactúan con otros sistemas y subsistemas del mismo tipo. Lo que se pretende ana-
lizar a partir de ello es la interacción entre diferentes sistemas organizados funcionalmente
los cuales incluyen a los sistemas y subsistemas biológicos. Al hablar de sistemas
biológicos en interacción se asume que cada uno de los sistemas no puede ser analizado
por separado ya que hace parte de un organismo que, como un todo, se comporta (ello
implica a su vez que no es posible condicionar respuestas aisladas de los organismos
sino que se condiciona al organismo en su totalidad, pero eso es parte de otra discu-
sión). Bajo el orden lógico propuesto por el autor, se plantea cierto grado de

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290 TAMAYO

conmensurabilidad o inclusión de las explicaciones de las fuentes de variación endógena


en el análisis funcional de la conducta, lo cual no caería dentro de las formas típicas
de reduccionismo sino como una forma de relación interteórica (p. 425).
Las fuentes de variación endógena como son consideradas por Thompson, co-
rresponden a la actividad neuronal que no explica el comportamiento complejo de los
organismos, pero si puede contribuir en el sentido de dar cuenta de la denominada
variabilidad conductual. La variabilidad conductual desde este punto de vista particular
es relacionada a casos en los cuales se producen ciertos desórdenes comportamentales
relacionados con alteraciones biológicas, cerebrales o genéticas (ver Nota 3).
Las irregularidades genéticas, las lesiones cerebrales y el déficit en la produc-
ción de neurotranmisores conducen a pobres conexiones neuronales que desencadenan,
o favorecen el desarrollo de, comportamientos desadaptativos de los organismos
(Thompson, 2005). En tal sentido, se establecen relaciones entre genes, funciones,
estructura cerebral y comportamiento. Sin embargo, el único tipo de relación que puede
ser planteada es aquella que toma los elementos neuronales como factores disposicionales,
esto es, elementos que probabilizan en términos de facilitar o dificultar ciertas interacciones
(Ryle, 1949; Ribes y López, 1985). Ahora bien, ¿es legítimo hablar de los elementos
disposicionales como elementos causales? Thompson (2007) afirma que las explicacio-
nes causales pueden ser más o menos apropiadas dependiendo del nivel en el cual éstas
se den. En ciertos casos se puede hablar sólo de factores disposicionales que ejercen
cierta influencia sobre el comportamiento de los organismos, mientras que en otros
casos, cuando hay un marcado déficit genético o una considerable lesión cerebral, se
puede hablar legítimamente de factores causales.
Sin embargo, es de notar que cuando hablamos de factores disposicionales, como
su nombre lo indica, se hace referencia a eventos que disponen el que una interacción
pueda darse o no y tales eventos o colecciones de eventos pueden darse en el interior
del organismo (factores situacionales organísmicos) o en el ambiente (Ribes y López
1985). En virtud de tal delimitación, los factores biológicos arriba mencionados caen
dentro de esta categoría como factores interferentes más no necesariamente causales. El
análisis causal derivado de la mecánica clásica no se aplica ni es necesario al analizar
fenómenos conductuales. Los factores disposicionales tal y como se han definido abar-
can el conjunto de elementos biológicos correlacionados lo que hace que no sea nece-
sario plantear procesos causales adicionales.
Por otro lado, aunque cuando hablamos de desórdenes conductuales como la
esquizofrenia o el autismo podamos establecer factores biológicos correlacionados, a la
hora del tratamiento, las técnicas conductuales derivadas del análisis experimental son
las que muestran efectos más positivos y duraderos en la generación de conductas
adaptativas (Mundy y Crowson, 1997). Ello indica que hay además toda una historia
de aprendizaje individual que se hace evidente y que es la única susceptible de ser
modificada a partir del uso de los principios básicos del comportamiento. El éxito de
tales técnicas y procedimientos no puede ser explicado, en principio, por argumentos
meramente biológicos o estructurales, lo que a su vez lleva a que la identificación de
deficiencias genéticas o cerebrales no pueda dar cuenta en su totalidad de los fenóme-
nos patológicos mismos. Otros factores que deben ser considerados a la hora de expli-

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RELACIONES CEREBRO-CONDUCTA 291

car los comportamientos desadaptados en cada caso deben incluir factores de aprendi-
zaje social, desarrollo de habilidades del lenguaje y formas comunicativas, reforzamiento
inconsistente y reforzamiento de conductas problema (como el fortalecimiento de con-
ductas de dependencia y la eliminación de comportamientos de autosuficiencia y
autocuidado -ver Nota 4). Tales elementos son los denominados potenciadores por
Thompson (2005) que incluyen los productos de interacciones entre elementos genéticos
y ambientales.
Ahora bien, Thompson (2007) afirma que la implementación temprana de ciertos
tipos de terapia en niños con diagnóstico de autismo permite que se desarrolle un mayor
número de conexiones sinápticas cerebrales las cuales no se darían en ausencia de
intervención. La intervención actúa como componente exógeno y efector que afecta a
componentes endógenos mediacionales de tipo neuronal. Aunque tal correspondencia
sea factible (el autor presenta evidencia a favor de la afirmación) tal nivel de explica-
ción no parece aportar en mayor grado a una mejor comprensión del fenómeno (enten-
diendo a la comprensión como la función última de la ciencia psicológica y no la
predicción y el control), más si incluye el riesgo de caer en la posición causal que
precisamente se pretende evitar.
En el caso de la terapia, por ejemplo no es posible establecer conexiones sinápticas
para mejorar la calidad de vida del paciente. Incluso aún si se tuviesen las herramientas
y métodos tecnológicos para hacerlo (el cual puede ser el argumento de algunos teó-
ricos) nada nos podría asegurar que el mero establecimiento de la conexión va a con-
ducir a la aparición de comportamiento funcional. Lo que realmente es posible hacer,
es una intervención conductual en la cual se busque eliminar o desarrollar repertorios
adecuados al contexto del paciente.

CONCLUSIÓN

A partir de los argumentos expuestos podemos afirmar que: primero, cuando


hacemos referencia a lo psicológico no parece lógico hablar de dos niveles de análisis,
uno que corresponde a lo biológico y otro a lo propiamente psicológico. Debemos
hablar de un solo nivel de análisis, de lo psicológico, que incluye componentes bioló-
gicos pero que no se reduce ni agota en ellos. Al hablar de dos niveles de análisis se
corre el riesgo de reducir el nivel de lo psicológico al nivel de lo biológico eliminando
así el campo de acción mismo de la psicología.
Segundo, hablar de un solo nivel de análisis implica asumir una posición molar
la cual no excluye la consideración de elementos moleculares, siempre y cuando estos
últimos estén supeditados a los primeros. El objetivo desde un punto de vista molar es
el análisis de actos que se dan en situación por lo cual el tipo de medidas que se hagan
de los actos deben ser de carácter continuo y no discreto. Asumir desde lo molecular,
que lo discreto como elemento independiente puede explicarnos el conjunto, constituye
un error en la definición misma de lo que se considera como psicológico. Posiblemente
este último elemento sea el error de las neurociencias: suponer que en la identificación
de la medida discreta localizable cerebralmente se agota la explicación del proceso

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292 TAMAYO

cognitivo que se esté estudiando. Tal forma de proceder constituye una reducción de lo
psicológico a lo biológico o el establecimiento mismo de la dualidad que se ha cues-
tionado en este escrito.
Tercero, los componentes biológicos que hacen parte de lo psicológico actúan
como factores disposicionales en términos de probabilizar (facilitando o interfiriendo)
la interacción. Sin embargo, los factores disposicionales no pueden ser lógicamente
considerados como causas de. El hecho de tener en cuenta a lo biológico como factor
disposicional elimina la necesidad misma de postularlo como causa.
Cuarto, con propósitos prácticos, muchas veces es suficiente apelar al nivel de
análisis funcional derivado del análisis experimental del comportamiento. Ello no resta
importancia a los hallazgos que se den en el campo de las neurociencias siempre y
cuando se tenga claridad sobre sus supuestos conceptuales y sus limitaciones lógicas.

NOTAS
1. Moore (2002) hace la distinción entre análisis conductual y neurociencia conductual estableciendo el nivel de análisis
propio de ésta última en los procesos neurales subyacentes a los eventos conductuales. Finalmente se concluye cierto
grado de complementariedad entre las dos posturas.
2. Uttal (2004) ha cuestionado la postura localizacionista derivada del uso de modernas técnicas de imagen cerebral. Los
argumentos en contra de tal posición giran en torno a la falta de consenso en la definición misma de los constructos
hipotéticos utilizados en el campo de las neurociencias; la no linealidad del sistema cerebral dado por su complejidad
misma, que lleva a que no sea posible realizar un análisis en unidades funcionales independientes; el dudoso criterio
estadístico a partir del cual se determinan ciertos umbrales de activación que posteriormente son promediados sustra-
yendo así información de ciertas áreas cerebrales correlacionadas; finalmente la confiabilidad misma de los datos
producidos por los estudios en este campo. De ello se deduce la imposibilidad misma de aislar ciertos componentes
para ser estudiados por separado dado que la mayoría de procesos comparten la activación de regiones generales. Los
problemas identificados en la neurociencia cognitiva hacen que el autor considere más apropiado retornar a lo que
denomina como conductismo revitalizado.
3. En este punto hago referencia al artículo de Thompson (2005) quien establece relaciones entre variabilidad conductual
posibilitada por las alteraciones biológicas y cierto tipo de desórdenes conductuales (autotaxia, autotipia y autismo).
Ello no implica que las alteraciones biológicas produzcan únicamente conductas desadaptativas. De hecho es posible
que en algunos casos conduzcan a ventajas evolutivas generando conductas adaptativas. Por ejemplo, la relación entre
la variabilidad conductual posibilitada por factores genéticos también ha sido reportada por Epstein (1984). Para el
autor, la conducta es función tanto de elementos genéticos como de la historia ontogenética del organismo sumado al
efecto de los estímulos los cuales modifican sus propiedades momento a momento por acción del organismo o por
otros agentes (p. 200). Así mismo, Luciano (1991) llama la atención sobre la necesidad de considerar los estados
biológicos del organismo (entre otros elementos) a la hora de analizar la conducta de resolución de problemas.
4. Un buen ejemplo lo constituye los repertorios disfuncionales en niños con retraso en el desarrollo. Dichos repertorios
muchas veces no necesariamente se deben a problemas del sistema nervioso sino a prácticas particulares de los
cuidadores que producen como resultado comportamientos inadecuados. En tal caso lo único claro es que la utilización
de ciertos tipos de procedimientos estándar conllevan una eliminación o disminución de las conductas problema al
tiempo que se genera el ambiente necesario que promueva el desarrollo de comportamientos funcionales.

REFERENCIAS

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Journal of Cognitive Neuroscience, 12, 1-47.
Epstein R (1984). The spontaneous interconnection of four repertories of behavior in a pigeon. Journal
of Comparative Psychology, 101, 197-201.

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RELACIONES CEREBRO-CONDUCTA 293

Hayes S y Brownstein A (1986). Mentalism, behavior-behavior relations, and behavior-analytic view


of the purposes of science. The Behavior Analyst, 9, 175-190.
Luciano C (1991). Problem-solving behavior: an experimental example. Psicothema, 3, 297-317.
MacCorquodale K y Meehl P (1948). On a distinction between hypothetical constructs and intervening
variables. Psychological Review, 55, 95-107.
Moore J (2002). Some thoughts on the relation between behavior analysis and behavioral neuroscience.
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Mundy P y Crowson M (1997). Joint attention and early social communication: Implications for research
on interventions with autism. Journal of Autism and Developmental Disorders, 27, 653-676.
Ogawa S, Lee T, Nayak A y Glynn P (1990). Oxygenation-sensitive contrast in magnetic resonance
image of rodent brain at high magnetic fields. Magnetic Resonance Medicine, 14, 68-78.
Ribes E y López F (1985). Teoría de la conducta. Un análisis de campo y paramétrico. México: Trillas
Ribes E (1990) Los eventos privados, ¿un problema para la teoría de la conducta? En E Ribes (Ed)
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Ryle G (1949). The concept of mind. New York: Barnes and Noble.
Skinner BF (1938). The behavior of organisms. New York: Appleton Century Crofts.
Thompson T (2005). Paul E Meehl and BF Skinner: Autitaxia, autitypy, and autism. Behavior and
Philosophy, 33, 101-131.
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mental Analysis of Behavior, 83, 423-440.
Uttal W (2004). Hypothetical high-level cognitive functions cannot be localized in the brain: another
argument for a revitalized behaviorism. The Behavior Analyst, 27, 1-6.

Recibido, 9 diciembre, 2008


Aceptado, 28 febrero, 2009

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SESIÓN 5
LA ESCUELA NEUROPSICOLÓGICA
DE A.R. LURIA.

1) Glozman, JM (2007). AR Luria y la historia de la neuropsicología rusa. Revista de


Historia de las Neurociencias, 16 (1-2), 168-180.

2) Kostyanaya, M. I., & Rossouw, P. (2013). Alexander Luria–life, research and


contribution to neuroscience. international journal of neuropsychotherapy, 1(2), 47-
55.
Revista de
La neuropsicología de A. R. Luria: coetáneos Historia de ladePsicología,
y continuadores su legado vol. 27, núm. 4, 2006 79-92
79

La neuropsicología de A. R. Luria:
coetáneos y continuadores de su legado
Esperanza Bausela Herreras*
Universidad de León

Resumen
En este artículo nos centramos en la neuropsicología soviética, con Luria como máximo ex-
ponente, así como en algunos de sus coetáneos, Vygostky y Leontiev, por sus contribuciones a
este campo. Podemos decir que la neuropsicología propiamente dicha nace en Rusia, con Lu-
ria, y que son muchos los que han seguido su legado, partiendo de sus discípulas Christensen
y Khomskaya. Analizaremos, finalmente, los principios de los autores que han continuado su
legado. Por esto podemos concluir diciendo que la obra de Luria es una obra abierta.
Palabras clave: Luria, Vygostky, Leontiev, neuropsicología soviética, neurociencias, psicología
básica, psicología aplicada.

Abstract
In this paper we focus in the Soviet neuropsychology, with Luria like maximum exponent, as
well as in some other contemporary such as Vygostky and Leontiev, for their contributions
to this field. We can properly say that neuropsychology was born in Russia, with Luria, and
that there are many people that have followed his legacy, some of them becoming well-known
disciples such as Christensen and Khomskaya. Finally, we have analysed the principles of the
authors that have continued their legacy. By this, we can say that Luria’s work is open to the
future.
Keywords: Luria, Vygostky, Leontiev, Soviet Neuropsichology, neurociencias, basic psychology,
applied psychology.

* Correspondencia: c/ Lope de Vega, 4, 2D, 47010 Valladolid, e-mail <dfcebh@unileon.es>.


80 Esperanza Bausela Herreras

1. EL MARCO DE ACTUACIÓN DE LA NEUROPSICOLOGÍA

El término neuropsicología ha sido utilizado por diversos autores antes de ser


realmente definido. Así, según Kolb y Wishaw (1986): (i) El término fue empleado
aparentemente por primera vez por D. O. Hebb en el subtítulo de su libro publicado en
1949, The organization of Behavior: A Neuropsychological theory, el cual ha sido publicado
en castellano (Hebb, 1985). El término no se utilizó ni se definió en el texto, por lo que
cabe pensar que pretendiera representar un estudio donde se combinaban los intereses
comunes del neurólogo y del psicólogo fisiológico por la función cerebral. (ii) En 1957
Heinrich Klüver utiliza el término en el prefacio de su libro Behavior Mechanisms in
Monkeys, aunque aquí tampoco se define. (iii) En 1960 se le dio mucha publicidad al
término cuando apareció en el título de una colección de las obras de Lashley (1929),
The Neuropsychology of Lashley, la mayor parte de las cuales eran estudios sobre ratas
y monos. En esta ocasión tampoco se definió. Por esta circunstancia puede afirmarse
que el término tiene un origen relativamente reciente.
En 1971 Benton define la neuropsicología como «la ciencia que se ocupa de
aclarar las relaciones entre las funciones cerebrales y la conducta humana» y es así
como hoy en día la conciben la mayoría de los autores. Esta definición contemporánea
encierra una larga historia de controversias e investigación que han llevado a admitir
dos hipótesis principales sin las cuales la neuropsicología no podría entenderse: La
«hipótesis del cerebro», según la cual el cerebro es la fuente del comportamiento y
la «hipótesis de la neurona», para la que la unidad de la estructura y la función del
cerebro es la neurona.
Si se recurre al Dictionary of Behavioral Science, neuropsicología es definida como
aquella «rama de la Psicología que estudia el sistema nervioso y su impacto sobre la
conducta». Benedet (1986), en su obra titulada Evaluación Neuropsicológica, nos da una
definición de neuropsicología como la ciencia que estudia las relaciones de la conducta
con el cerebro, partiendo, por un lado, del conocimiento de las estructuras y funciones
de éste y, por otro, del conocimiento de la conducta. Pretende, por tanto, definir el
papel que corresponde al cerebro en cuanto responsable de las capacidades mostradas
por la gente, en especial estudiando los comportamientos asociados a cambios neuro-
nales por causa de lesión, enfermedad o disfunción del sistema nervioso, en adultos y
niños (Manga y Fournier, 1997). El concepto general y básico de la neuropsicología
se asienta en la idea de que toda conducta tiene su origen en el cerebro. Para Arnedo
(1993) la neuropsicología es una disciplina psicobiológica que estudia las repercusiones
cognitivas y conductuales de una lesión cerebral.
Pero estas definiciones muy generales no aportan o señalan aspectos clave de su
identidad. Para autores como Davidson (1974), no existe sólo una neuropsicología,
La neuropsicología de A. R. Luria: coetáneos y continuadores de su legado 81

sino que podrían señalarse tres aspectos diferenciados en dicha área: neuropsicología
clínica, neuropsicología conductual y neuropsicología experimental. En el número
monográfico que en 1982 publicó la revista International Journal of Psychology dedica-
da a la neuropsicología se recordaba la doble dimensión de la finalidad de la misma: (i)
dimensión de ciencia básica, a la que interesa conocer más plenamente la mediación
de los procesos neuronales en el comportamiento y (ii) la dimensión de la ciencia
aplicada interesada en el diagnóstico y recuperación de quienes presentan una lesión
cerebral. Costa (1983), en esta misma línea, nos ofrece una concepción heurística
del campo de la neuropsicología y las disciplinas asociadas a ella, en tanto que para
él, lo que existe es una neuropsicología básica y una neuropsicología clínica. La neu-
ropsicología está ligada fundamentalmente a la psicología y a las neurociencias. Así, la
neuropsicología, como disciplina de la psicología, muestra una estrecha relación tanto
con la psicología cognitiva como con las corrientes de corte cognitivo –conductual,
recogiendo los modelos teóricos– experimentales de la conducta, tanto normal como
patológica. Como disciplina de las neurociencias, muestra una estrecha relación con
otras disciplinas (neuroanatomía, neurología, neuroquímica, neuromorfología, neu-
rorradiología y neuromagnética...), cuyo objetivo es el estudio del cerebro. Reciente-
mente, con las recomendaciones que la Asociación Americana de Neurología (2001)
ha hecho a los neuropsicólogos respecto a los ámbitos e instrumentos más apropiados
que aplicar en la evaluación neuropsicológica, se observa un acercamiento de la neu-
rología al ámbito de la psicología.
Costa, en 1983, reflexiona sobre el campo de la neuropsicología clínica en rela-
ción con disciplinas afines, tales como la psicología aplicada y la medicina clínica, en
busca de su potencial diagnóstico y rehabilitador en equipos multiprofesionales (ver
figura 1). En concreto, el abordaje neuropsicológico aporta ese componente biológico
al interrelacionar los conocimientos de la psicología cognitiva con la neurociencia, de
ese modo se intenta desvelar la fisiopatología del trastorno y, sobre esa base, encarar
racionalmente la estrategia de tratamiento (Castaño, 2003). En cualquier caso, Luria
(1973b) señala que la neuropsicología es simplemente el capítulo más complejo y
nuevo de la neurología, y sin él no podría existir ni desarrollarse nunca la moderna
neurología clínica.
82 Esperanza Bausela Herreras

NEUROCIENCIAS PSICOLOGÍA
– Neurología BÁSICA – Psicología cognitiva
– Neuroquímica – Psicolingüística
– Electrofisiología – Psicología experimental

NEUROPSICOLOGÍA

PSICOLOGÍA APLICADA
MEDICINA CLÍNICA
– Evaluación:
– Lesiones cerebrales (datos CLÍNICA Cuantitativa
anatomoclínicos, natura-
Cualitativa
leza...)
– Rehabilitación

Figura 1. Relaciones de las dimensiones básica y clínica de la neuropsicología con otras disci-
plinas (tomado de Costa, 1983).

Manga y Ramos (2001), por su parte, reconocen al menos tres enfoques de la


neuropsicología: (i) La neuropsicología de orientación neurológica, a la cual, básicamen-
te, le interesa profundizar en el conocimiento del cerebro y en su funcionamiento.
El papel de la conducta es secundario, pues, a lo sumo, se busca una relación entre
una lesión cerebral en un área circunscrita y un deterioro del rendimiento en una
prueba concreta. (ii) La neuropsicología de orientación psicológica, denominada a veces
neuropsicología cognitiva, es el caso contrario a la anterior, investiga los procesos psi-
cológicos básicos, principalmente los cognitivos de cuadros clínicos diversos (lesiones
cerebrales, trastornos mentales...). Y (iii) la psiconeurología, aunque este término ape-
nas se utiliza, se corresponde con la orientación seguida por Luria y su escuela. Busca
profundizar en las relaciones entre cerebro y conducta, e intenta enlazar los procesos psi-
cológicos con los sistemas cerebrales, es interaccionista e interdisciplinar. Investiga no
sólo los efectos de la lesión cerebral sobre la función cerebral, sino con la naturaleza
de los procesos cognitivos que subyacen al rendimiento en las pruebas.
La neuropsicología, según Benedet (1986), se basa, por un lado, en los conoci-
mientos que le aportan las neurociencias (neurología, neuroanatomía, neurofisiología
y neuroquímica) y, por otro, en los que le aportan las ciencias de la conducta (psicología
cognitiva, psicología experimental y psicología evolutiva, principalmente). Procede,
La neuropsicología de A. R. Luria: coetáneos y continuadores de su legado 83

a través de la evaluación de las perturbaciones de la conducta que se producen como


consecuencia de una lesión cerebral y de su puesta en relación con las características
anatomofisiológicas de esa lesión –en el caso de la neuropsicología clínica– y a través
del registro de la actividad cerebral de individuos normales durante la realización de
una tarea, en el caso de la neuropsicología experimental.
Según Arnedo (1993) es una disciplina psicobiológica que estudia las repercu-
siones cognitivas y conductuales de la lesión cerebral. Así, Muñoz (1999) y Peña y
Pérez (1985) destacan las aportaciones de la neuropsicología al estudio del cerebro
lesionado, siendo, por lo tanto, desde siempre una ciencia interdisciplinar. Dentro de
ella se puede establecer la distinción entre neuropsicología humana y neuropsicología
animal y comparada. La metodología de la investigación consiste en determinar qué
cambios se producen en la conducta como consecuencia de un cambio introducido
en las estructuras y/o funciones cerebrales.
De lo hasta aquí expuesto podemos decir, coincidiendo con León –Carrión
(1995)–, que la neuropsicología se desarrolla en un marco teórico de interdisciplinarie-
dad debido a su génesis, se sitúa dentro de las neurociencias y se nutre de los avances y
desarrollos de la psicología, la filosofía y la neuropsicología, así como de las subdisciplinas
de éstas (véase figura 2).

2. LOS PRINCIPIOS DE LA NEUROPSICOLOGÍA ACTUAL:


LA PSICOLOGÍA SOVIÉTICA

La neuropsicología, diferenciada de la neurología y de la psicología, se afinaría en


los años cuarenta, con las investigaciones pioneras de Vygostky (1934), Neisser (1976),
Hebb (1985) y posteriormente con las de Ajurriaguerra y Heacen (1964), Benton
(1967), Barbizet y Duizabo (1978) y, sobre todo, la Escuela de Moscú, con Luria y
Leontiev a la cabeza. Quizás, cabría decir que la neuropsicología, propiamente dicha,
nace en Rusia. En este contexto destacamos tres nombres: Vygostky, Luria y Leontiev,
por su contribución al desarrollo de la neuropsicología soviética.

2.1 Lev Semionovich Vygotsky (1896-1934)


Psicólogo soviético, fundador del enfoque socio-cultural. Desde 1924 hasta su
muerte por tuberculosis en 1934, desarrolló sobre la base del materialismo dialéctico
e histórico las bases de la investigación psicológica científica. Según Rivière (1985)
«cruzó, como una furia veloz, la psicología científica de nuestro siglo» y, sin embargo,
ha tenido una importancia crucial en el desarrollo de la psicología soviética.
84 Esperanza Bausela Herreras

CIENCIAS BÁSICAS

AVANCES
TECNOLÓGICOS

CIENCIAS
NEUROCIENCIAS INVESTIGACIÓN DE LA
CONDUCTA

CIENCIAS TECNOLÓGICAS
CIENCIAS BIOLÓGICAS

BÁSICA

NEUROPSICOLOGÍA

CLÍNICA

APLICACIÓN

MEDICINA PSICOLOGÍA
CLÍNICA APLICADA

DEMANDAS
SOCIALES

CIENCIAS SOCIALES

Figura 2. Concepción interdiscipliar de la neuropsicología (tomado de León Carrión, 1995b,


p. 51).

Nace en Orsha, Bielorrusia, en 1896. Inicia la carrera de medicina en la Univer-


sidad de Moscú, para pasarse poco después a los estudios de derecho y, posteriormen-
te, a los de filosofía y literatura en la Universidad Popular Shayavsky, donde se acerca
al pensamiento marxista.
Su producción investigadora se orienta hacia el campo de la psicología y, en
1924, presenta un primer trabajo que llama la atención y le abre las puertas del Ins-
tituto de Psicología de Moscú. Allí, forma un equipo que ahondará en sus plan-
teamientos analíticos con dos figuras de gran relieve: Luria y Leontiev. Aunque no
La neuropsicología de A. R. Luria: coetáneos y continuadores de su legado 85

tenía formación académica específica en psicología, se doctoró en este campo del


conocimiento con la tesis La psicología de arte (1925), que se publicaría después de su
muerte. Vygotsky, que ha sido calificado como el Mozart de la psicología, desarrolló
un importante y novedoso cuerpo teórico, a pesar de que la tuberculosis marcara
buena parte de su corta vida, entre 1920 y 1934, año este último de su muerte. La
fortaleza de su pensamiento germinó, no obstante, en el vigor de las corrientes y es-
cuelas prestigiosas de la época, como la Gestalt alemana, el pensamiento de Piaget y el
conductismo de Pavlov. La desaparición temprana de Vygotsky y la situación política
de la URSS bajo el período de purgas de Stalin ocultó durante décadas su obra, que
fue recuperada en Rusia por sus discípulos y recibida tardíamente en Occidente por
autores como Bruner o Cole.
Para entender lo que aporta Vygostky a la neuropsicología ha de recordarse,
aunque sea brevemente, sus conceptos sobre el desarrollo como proceso histórico. Para
Vygostky, el psiquismo es una función del cerebro regulada por la historia social. Las
funciones psicológicas superiores en el niño son específicamente humanas, con la in-
teriorización a través del lenguaje de esas interrelaciones y la asimilación del desarrollo
social de la humanidad.
Las aplicaciones prácticas de este virtuoso de la psicología han sido analizadas
por el propio Luria, en su obra póstuma Mirando hacia atrás (1979) y que seguida-
mente pasamos a comentar. Ya en su ciudad natal, prestaba la mayor atención a la
educación escolar basada científicamente y al mejor entendimiento del arte. Al llegar
a Moscú abordó inmediatamente el problema de los niños retrasados, su diagnóstico y
educación. El núcleo de su interés no eran sus déficits, sino las habilidades preservadas
y su potencial para la evolución. Destacamos de este momento sus intentos de realizar
una descripción psicológica y una evaluación cualitativa, no cuantitativa, de los niños
retrasados, sordos, mudos, hipoacúsicos, ciegos y, muy importante, de los niños con
alteraciones verbales. El segundo e importante campo de dedicación durante sus pri-
meros años en Moscú fue el de la psiquiatría y neurología, siendo en este último cam-
po donde se produjeron sus estudios más fructíferos. La neurología en los años veinte
conservaba las posiciones de los neurólogos alemanes durante las últimas décadas del
siglo XIX. Las ideas de los «creadores de esquemas» predominaban en el campo de la
afasia, apraxia, agnosia y problemas relacionados. Se precisaba una profunda revisión
y la introducción de métodos psicológicos cualitativos y exactos. El nuevo enfoque fue
aportado por este genio de la psicología. Este autor participó, también, activamente
en esta área de estudio, tomando como interés principal esta parte de la psicología.
Estos estudios, a finales de los veinte, originaron la «neuropsicología».
Fue en Rusia donde, por vez primera, los neurólogos aplicaron métodos experi-
mentales al estudio de pacientes con enfermedades cerebrales, iniciando el propio Vy-
gostky sus observaciones en clínica neurológica con un cuidadoso estudio de la afasia.
86 Esperanza Bausela Herreras

Estaba seguro de que la adquisición del lenguaje y del habla jugaban un importante
papel en el normal desarrollo de los procesos psicológicos y que su alteración tenía
que influir en la conducta de los pacientes que perdían esas formas específicamente
humanas de actividad cognitiva. Los mecanismos básicos del lenguaje y el habla fue-
ron descritos por Vygostky ya en 1930, en su libro clásico Pensamiento y Lenguaje.
Este trabajo sobre la afasia fue continuado por Luria, que amplió después el campo
a las funciones corticales superiores del hombre, invirtiendo parte de su vida en esta
nueva rama de la ciencia, la neuropsicología.
El pensamiento de Vygotsky renació con una fuerza progresiva hasta situar la
figura del bielorruso como una de las más influyentes de la moderna pedagogía mun-
dial, siendo quizás una obra cumbre de su pensamiento la obra titulada Pensamiento
y Lenguaje, la cual ha sido recientemente reeditada en castellano (1995). Buena parte
de sus obras han sido traducidas: (i) En lengua castellana: Pensamiento y lenguaje.
Lantaro, Buenos Aires, 1964; El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica,
Barcelona, 1979; La imaginación y el arte en la infancia. Akal, Madrid, 1983; Infan-
cia y aprendizaje. Akal, Madrid, 1984; Aprendizaje y desarrollo intelectual en la edad
escolar. Akal, Madrid, 1984; Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores.
Científico Técnica, La Habana, 1987. Y (ii) en lengua portuguesa: A formação social
da mente. Martins Fontes, São Paulo, 1987; Pensamento e linguagem. Martins Fontes,
São Paulo,1988; Psicologia e Pedagogia (con Leontiev y Luria). Estampa, Lisboa, 1977;
Linguagem, desenvolvimento e aprendizagem. Icone, São Paulo, 1988; A formação social
da mente. Martins Fontes, São Paulo, 1991.

2.2 Alexei Nicolaevich Leontiev (1903-1979)


Otro psicólogo de gran influencia en la psicología soviética, dentro de la orien-
tación de Vygostky, fue Alexei Nicolaevich Leontiev. Psicólogo soviético, doctor en
Ciencias Psicológicas, profesor miembro de la Academia de Ciencias Psicológicas de
la URSS, premio Lenin 1963, decano de la Facultad de Psicología de Moscú desde
1966 y director del Instituto de Psiconeurología en los años treinta. Según él, los pro-
cesos más importantes del desarrollo mental del niño son aquéllos mediante los cuales
asimila y se apropia de las conquistas de las anteriores generaciones humanas. Sin
embargo, al contrario que las conquistas del desarrollo filogenético de los animales,
las humanas no están morfológicamente fijadas ni se transmiten hereditariamente.

2.3 Alexander Romanovich Luria (1902-1977)


Pero es Alexander Romanovich Luria el autor más reconocido en Occidente,
quien más directamente se ha relacionado con la neuropsicología (Akhutina, 2002).
La neuropsicología de A. R. Luria: coetáneos y continuadores de su legado 87

Alexander Romanovich Luria, psicólogo soviético, doctor en Ciencias Psicológicas y


Ciencias Médicas, es considerado uno de los «padres» de la neuropsicología moderna.
Termina sus estudios a los 19 años, en 1921, en el Departamento de Ciencias
Sociales de Kazán, si bien siempre se quejó de lo corta que fue la vida académica que le
dieron. Según Radzinhoski y Khomskaya (1981), Luria tuvo una autoeducación que
le llevó a nutrirse de los trabajos de Wundt, Dilthey, Binet y James, los cuales le pro-
dujeron insatisfacción y desinterés. En 1923, su uso de los tiempos de reacción para el
estudio de los procesos de pensamientos en contextos laborales le sirvió para obtener
una plaza en el Instituto de Psicología de Moscú, donde desarrolló un procedimiento
que denominó Método motor combinado para evaluar procesos de pensamiento.
Fue un intelectual que formó parte de un núcleo de reflexión fundamental en los
comienzos de la revolución soviética. Junto a Alexei Leontiev y a Lev Vygotsky, Luria
realizó importantes investigaciones en el campo de la psicología general, la educación
especial, la psicogenética, la etnopsicología, la psicofisiología y la psicolingüística. In-
fluido notoriamente por los comienzos de un proceso de gran efervescencia cultural,
enfocó sus trabajos hacia el proceso de transformación social que se estaba gestando.
Dotado de una gran capacidad reflexiva se hizo cargo de los estudios realizados por
otros teóricos en el oeste, situación que le ocasionó desagradables obstáculos.
En 1924, conoció a Lev S. Vygotsky, cuya influencia sería decisiva para su carre-
ra. Luria, junto a Vygotsky y Alexei Leontiev, estudiaron la forma en que los procesos
físicos y sensoriales interactúan con las fuerzas culturales para producir las funciones
psicológicas de los adultos. Ellos mismos definieron este acercamiento como históri-
co-cultural, destacando con ello la importancia de la mediación cultural en la consti-
tución de procesos psicológicos específicamente humanos. Especial énfasis pusieron
en el papel que el lenguaje juega en dicho proceso.
Quizás sea importante señalar que, en los primeros años de su carrera, hizo una
incursión en el psicoanálisis. Fue secretario de la Asociación Psicoanalítica Rusa y
escribió, junto con Vygostky, una introducción a la versión en ruso de una obra de
Freud, con quien mantuvo contactos. A partir de 1927 se fue apartando del psicoaná-
lisis y adoptó una actitud bastante crítica respecto a él (León-Carrión, 1995).
En los primeros años de la década de los treinta dirigió dos expediciones a Asia
Central donde investigó los cambios en la percepción, solución de problemas y me-
moria, asociados con cambios históricos económicos y educativos (producidos por
la revolución rusa y el establecimiento del Estado soviético). Tales investigaciones
confirmaban su postura histórico-cultural.
Posteriormente, cuando comenzó la represión política y las purgas de Stalin,
Luria se apartó de sus investigaciones psicológicas, y entró a estudiar en la Escuela
de Medicina, donde se especializó en Neurología, en particular en el estudio de la
afasia. Durante la Segunda Guerra Mundial colaboró con su nueva especialización
88 Esperanza Bausela Herreras

en el tratamiento de lesiones cerebrales. En 1943, fue premiado con el doctorado en


Medicina.
Durante este período desarrollaría sus teorías sobre las funciones cerebrales en lo
que posteriormente se ha conocido como neuropsicología. Dentro de su modelo, las
fuerzas culturales y ambientales influyen en el modo en que se desarrollan y funcionan
los sistemas cerebrales. Tras la guerra, continuó con su trabajo como jefe del Departa-
mento de Neurocirugía en la Universidad de Moscú, salvo un período de varios años,
durante los que fue destituido por razones antisemitas. Durante tal período encauzó
sus investigaciones en el desarrollo del pensamiento y lenguaje con niños retrasados
mentales. A finales de la década de los cincuenta se le permitió retornar a su labor, que
continuó hasta su muerte, en Moscú, en agosto de 1977, de un ataque al corazón. Su
autobiografía, The Making of Mind, fue publicada póstumamente en 1979.
En los años anteriores a su muerte retornó a su sueño de construir una psicología
unificada en que se estudiasen conjuntamente funciones cerebrales y actividades psí-
quicas. De esta época son dos los libros sobre análisis de casos individuales, The mind
of a Mnemonist: A little book about a vast memory (1968) y The man with a shattered
world (1972), en que, con un estilo literario propio de novelas, realiza un pormeno-
rizado estudio de un hombre de una memoria extraordinaria en el primer caso y otro
con una importante lesión cerebral en el segundo.
Luria es quizá uno de los psicólogos rusos más conocidos en el mundo occiden-
tal. Desde finales de la década de los cincuenta, su trabajo fue ampliamente difundido
y reconocido, publicándose en inglés muchos de sus libros y artículos durante las dos
últimas décadas de su vida. Sus estudios en los campos de la psicología y la neurología,
en aspectos que van desde el lenguaje, memoria y aprendizaje, hasta la afasia, el retraso
mental o la influencia de lesiones cerebrales específicas sobre la conducta, han contri-
buido al acercamiento de ambas en la nueva disciplina denominada neuropsicología.
Sus ideas han alcanzado gran difusión en nuestros días, especialmente gracias a la
construcción de un test, denominado Examen Neuropsicológico de Luria, elaborado
por su discípula, Anne Christensen (1987), y ampliamente utilizado en neurología y
neuropsicología para el diagnóstico de las distintas funciones cerebrales.
La tarea principal de Luria, según Khomskaya (1978), fue la neuropsicología,
sobre cuyas investigaciones elaboró la teoría de la localización de las funciones psico-
lógicas superiores del hombre, que denominó teoría de la Localización sistémico-di-
námica de las funciones. De aquí surge una de las concepciones más importantes, con
una metodología cualitativa de gran implantación en Europa y diferente al enfoque de
neuropsicología americana, como se comentará más adelante. Luria evidentemente
se apoyó en las teorías que elaboró junto con Vygostky y Leontiev, y aunque proba-
blemente su aportación más importante fue la anterior teoría, tuvo, también, interés
por publicar algunos trabajos sobre la personalidad de pacientes con daño cerebral.
La neuropsicología de A. R. Luria: coetáneos y continuadores de su legado 89

Otro aspecto importante de la teoría neuropsicológica de Luria fue la comprensión y


estudio de la psicología de la normalidad (León-Carrión, 1995).
Autor de una gran productividad (ver Carpintero, 1980; Khomskaya, 1978),
destacamos entre sus obras: The Nature of Human Conflicts (1932), Speech and the
Development of Mental Processes (1959), The Role of Speech in the Regulation of Normal
and Abnormal Behavior (1960), Higher Cortical Functions in Man (1966), Traumatic
Aphasia: Its Syndromes, Psychology, and Treatment (1970). Su impacto en Occidente
proviene sobre todo de sus obras básicas de la neuropsicología (Luria, 1966). Esta
influencia, analizada por Manga (1987), se traduce en dos indicadores: los libros
de Luria figuran entre los siete textos básicos más recomendados para estudiantes
y profesionales, «que serán una amplia introducción en la neuropsicología clínica», y
el grado en que la batería Luria-Nebraska se incluye en los programas de preparación
de graduados en clínica. La neuropsicología después de Luria ha experimentado un
importante auge científico y una progresiva implantación profesional (León-Carrión,
1990). Recientemente, Goldberg (1990) ha compilado trabajos de autores actuales,
donde destaca la aportación teórica de Luria en cuanto legado de singular interés para
la neuropsicología contemporánea.

3. MODELO DE STUSS Y BENSON, CONTINUADORES DE LA OBRA


DE LURIA

En el modelo de funcionamiento cerebral que a partir de Luria han propuesto y


desarrollado Stuss y Benson (v.g., Alexander, Benson y Stuss, 1989; Stuss y Benson,
1986, 1990; Stuss y Levine, 2002), son los sistemas funcionales, organizados e inte-
grados, los que sustentan la conducta externa. Estos sistemas se asientan en regiones
más posteriores y basales con relación a los lóbulos frontales. Hay tres niveles íntima-
mente asociados a los lóbulos frontales.
El modelo propuesto por Stuss y Benson es un modelo de la función cerebral,
neuroanatómico-conductual, que enfatiza el papel de los lóbulos frontales en el control
de todas las funciones cerebrales. Varios principios que subyacen a este modelo tienen
su origen en los escritos de Luria, o bien son elaboraciones que se apoyan en ellos
(Stuss y Benson, 1990).
– El primer principio es que las funciones psicológicas y los correlatos cerebro-
conducta sólo pueden entenderse plenamente en términos de una organización
interactiva del cerebro en su conjunto.
– El segundo principio es que el cerebro no trabaja a la manera de acción de masa,
ni sus funciones están estrictamente localizadas. Más bien, sus capacidades
90 Esperanza Bausela Herreras

pueden entenderse como sistemas funcionales complejos, con diferentes zonas


corticales y subcorticales implicadas en ellos.
– El tercer principio es que se puede entender el cerebro como una unidad in-
tegrada y, al mismo tiempo, separar conceptualmente las regiones corticales
frontales y no frontales.
Más recientemente, Stuss y Levine (2002) han revisado la literatura sobre la
neuropsicología clínica a partir de los estudios realizados sobre los lóbulos frontales.
Se han de aproximar los hallazgos de la evaluación clínica con los hallazgos experi-
mentales de la neurociencia. La convergencia de resultados de la investigación clínica
y de la experimental vienen a indicar el fraccionamiento de los subprocesos frontales y
la asignación inicial de tales subprocesos a regiones frontales discretas. Stuss y Le-
vine (2002) concluyen de su revisión, entre otras cosas, que la distinción anatómica
entre funciones dorsales y funciones ventrales de los lóbulos frontales, consideradas
cognitivas las dorsales y afectivas las ventrales, es consecuente con la literatura clínica
y experimental.

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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/257811379

Alexander Luria: Life, research and contribution to neuroscience.

Article  in  International Journal of Neuropsychotherapy · October 2013


DOI: 10.12744/ijnpt.2013.0047-0055

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Maria Kostyanaya
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perspectives

alexander luria:
life, research
& contribution to neuroscience.
Maria Ilmarovna Kostyanaya
The University of Queensland

Pieter Rossouw
School of Psychology, School of Social Work and Human Services
The University of Queensland

Abstract
This article focuses on the Soviet psychologist and founder of Russian neuropsychology, Alexander
Romanovich Luria, and his contribution to the development of neuroscience globally. The article be-
gins with a short biography, with particular focus on the formation of Luria’s theoretical views. Key as-
pects of theory concerning the structural and functional organization of the brain are then discussed,
including Luria’s ideas on the three principal functional units and the interaction between them. In
conclusion, Luria’s scientific ideas are compared to developments in contemporary research.

Key words: Luria, neuropsychology, Russian neuropsychology, principal functional units, neuroscience,
neuropsychotherapy.

Correspondence concerning this article should be addressed to :


Dr. Pieter Rossouw, PO Box 6460, St Lucia, Queensland, Australia, 4067.
e-mail: p.rossouw@uq.edu.au

Kostyanaya, M. I., & Rossouw, P. (2013). Alexander Luria – life, research and contribution to neuroscience. Inter-
national Journal of Neuropsychotherapy, 1(2), 47-55.
doi: 10.12744/ijnpt.2013.0047-0055

47 INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013)


Аннотация
Данная статья посвящена выдающемуся советскому психологу, основоположнику отечественной
нейропсихологии Александру Романовичу Лурия, а также его вкладу в развитие мировой нейронауки.
В первой части статьи приведена кратная биография Александра Романовича, где особое внимание
уделяется этапам формирования теоретических воззрений ученого. Далее обсуждаются основные
аспекты теории структурно-функциональной организации мозга, в частности, взгляды А. Р. Лурия о трех
функциональных блоках мозга и их взаимодействии. В завершении статьи проводится сопоставление
научных воззрений А. Р. Лурия с разработками современных зарубежных авторов.
Ключевые слова: Лурия, нейропсихология, отечественная нейропсихология, три основных
функциональных блока мозга, нейронаука, нейропсихотерапия.

Background – Alexander Luria p. 18), Luria and his relatives had to face all the diffi-
culties that a Jewish family might encounter at that
It has been regretfully noted that a dearth of docu-
time of hardship. Thus, only after the freedom of the
mentary materials exists on both the origins of Soviet
October 1917 Revolution was Luria’s father Roman
neuropsychology and the life of its founder, Alexan-
Albertovich, a qualified medical school doctor, of-
der Romanovich Luria (Akhutina, 2003, p. 160; Luria,
fered a position at the University of Kazan. He would
1979, p. 190). Among the possible reasons for this
later become vice-director of the Central Institute for
are the restricted nature of the political and scientific
Advanced Medical Studies in Moscow.
environments of the time, a deficit in translation, the
complexity of theoretical principles involved, and per- Refusing to embark on a purely medical career, Al-
haps the modesty or reserved character of the author exander Romanovich nevertheless always maintained
himself (Luria, 1979, p. 189). a connection with medical schools, and shared with
his father a particular interest in German psychoso-
Despite the above-mentioned as well as other
matic science. The climate of intellectual development
complications, works of Luria did receive recogni-
that dominated his family as well as a profound knowl-
tion, mostly in the United States and Europe (Ardila,
edge of German, French and English enabled Luria to
1991; Goldberg, 1990; Golden & Berg, 1981; Holow-
reconcile major scientific ideas of his predecessors
insky, 1993; Lewis, Hutchens, & Garland, 1993; Sol-
and contemporaries. By his own account, Luria was
so & Hoffman, 1991; Tulviste & Hall, 1991; Tupper,
influenced by such outstanding scholars as Harald
1999). However, it seems that recognition could have
Høffding, Sigmund Freud, Alfred Adler, Carl Jung,
extended far beyond these areas. Acknowledging the
and Lev Tolstoy, as well as by works of the German
deep interest and fascination for the figure of Luria
neo-Kantians, including Heinrich Rickert, Wilhelm
shared by many of his contemporaries and disciples,
Windelband, and Wilhelm Diltey (Luria, 1976, 1979;
we aim to present here a brief overview of his scientif-
Vygotsky & Luria, 1925/1994). It is worth noting that
ic achievements.
in his autobiographic work, Luria admits that his “pri-
At first glance one might find the course of Luria’s mary ambition was to become a psychologist” and “to
scientific career somewhat incoherent or, as put by take part in the creation of an objective approach to
Michael Cole, “otherwise disjointed” (Luria, 1979, p. behavior that concentrated on real-life events” (Luria,
198). However, this will be viewed against the back- 1979, p. 25).
drop of social discord at the time, in which few central
Following gymnasium study from 1912 to 1918,
motifs and a variety of “secondary themes” become
Luria was accepted into the Faculty of Social Scienc-
apparent.
es at Kazan University. At that time he also became
The immediate family of Luria resided in Kazan, an active in the Student Scientific Societies, where for
old university town and major commercial center on the first time he devoted himself to works of Wundt,
the Volga River, 600 miles southeast of Moscow. Being Titchener, and Ebbinghaus (Kuzovleva & Das, 1999,
born in 1902 and brought up in an atmosphere “sym- p. 53). In 1921 Luria continued his education in the
pathetic to the revolutionary movement” (Luria, 1979, Medical Department of Kazan University.

INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013) 48


Being especially interested in psychoanalysis, Luria merity” (Luria, 1979, p. 205) to question many the-
organized the Kazan Psychoanalysis Study Group, ories and aimed to create the new Soviet psychology.
with the first meeting held in 1922. After completing At that time, Luria and Vygotsky also started their
his report on “The Modern Condition of Psychoanal- first experiments on patients with brain impairment.
ysis,” Luria sent a letter to Sigmund Freud, notifying Initially they tried to determine the relationship be-
him of the existence of the group in Russia. In his an- tween the elementary and higher forms of mental ac-
swer, Freud expressed much surprise and gave autho- tivity as well as their cerebral representation in healthy
rization to translate his work (Glozman, 2007, p. 172). adults. Further on, the young researchers focused on
the processes that might appear in the conditions of
brain impairment in early abnormal ontogenetic de-
Research and publications velopment (Glozman, 2007, p. 172). In the end, they
After publishing in 1923 a monograph on the basic came up with some first ideas on the social-historical
tendencies of modern psychology, Luria began to write approach to the origins of human mind.
articles for the journal Problems of Psychophysiology of
Concurrently, a group of five students including
Labor and Reflexology. It was this that attracted the at-
L. I. Bozhovich, R. E. Levina, N. G. Morozova, L. S.
tention of Professor K. N. Kornilov, the Director of the
Slavina, and A. Zaporozhets joined “troika” and be-
Moscow Institute of Psychology, who subsequently in-
gan a new scientific school with the focus on symbol-
vited the young Luria to conduct research in Moscow.
ic activities in their research. In addition to the work
In Moscow, Luria started lecturing at the Acade- with Vygotsky, this period was significant for Luria in
my of Communist Education. Later, he simultane- establishing his ideas on the planning and regulating
ously became head of the psychological laboratory in role of speech and aphasia as the first developments of
Kornilov’s Institute, the laboratory in the Institute of Russian neuropsychology.
Criminalistics, and the psychological laboratory in the
In 1929 Luria presented two of his works at the
Academy of Communist Education. Due to a lifelong
Psychological Congress in the United States: the first
reticence to discuss aspects of his personal life, it has
on the combined motor method, and the second on
only recently become evident that between 1923 and
egocentric speech in children. It was on a trip to Ger-
1930 Luria also married his first wife, Vera Blagovido-
many during this time that he also met Levin, Kohler,
va (Kuzovleva & Das, 1999, p. 54).
and Zeigarnik, and participated in the experiments of
During the late 1920s, Luria worked at the Insti- Dembo.
tute of Psychology with another remarkable Russian
In 1931 Luria carried out his first expedition to
psychologist, Alexei Nikolaevich Leontiev, on the
the Central Asian region of the Soviet Union, the Re-
combined motor method for the purpose of under-
public of Uzbekistan, with a second expedition fol-
standing complex human behavior or the influence of
lowing in 1932. As a result of hostile interrogation by
affective reactions on motor reactions. As the result
the government, however, Luria was first accused of
of their work, several articles were published, leading
research based on racism theories, and by 1932 the
to further development of the first lie detector in the
Vygotsky group had to cease their investigation of the
criminal justice setting (Luria, 1979, p. 196).
social-historical development of mental processes.
In 1922 Luria published his first large work, enti-
In 1932 Liveright published Luria’s notorious work
tled Principles of Real Psychology, in which he formu-
The Nature of Human Conflicts (reissued in 1976) on
lated the methodological basis of Soviet/Russian neu-
the basis of his doctoral dissertation.
ropsychology that was later adopted by his disciples
(Glozman, 2007, p. 172). In 1933 Luria married Lana Linchina, a scientist,
who remained his wife for the rest of his life. Luria
It was January 1924—the “turning point” in his life
and Lana had a daughter, Elena Alexandrovna Luria,
(Luria, 1979, p. 37)—when during the Second Psy-
who went on to become a distinguished microbiolo-
choneurological Congress in Leningrad (present-day
gist (Kuzovleva & Das, 1999, p. 54).
St. Petersburg), Luria first met Lev Semyonovich
Vygotsky. Vygotsky soon joined Luria and Leontiev Due to censorship persecution, Luria had to leave
in Moscow, and the newly formed “troika” began its Moscow for Kharkov along with some of his col-
work on a thorough revision of major developments leagues, where he started lecturing at the Academy of
over the preceding years in psychology, sociology, and Psychoneurology as well as studying at the Medical
biological theory. These young scholars “had the te- Institute and working at the clinic. At that time, Luria
continued his investigation of the changes of mental
49 INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013)
processes in patients with brain impairments. The “ideological defeat of Soviet biological and
In 1934 he returned to Moscow and became head medical sciences” (Kuzovleva & Das, 1999, p. 55) ini-
of the Laboratory of Psychology in the Moscow Medi- tiated by Stalin led Luria to start work at the Institute
cal Genetics Institute and the Laboratory of Pathopsy- of Defectology. There he expressed interest in research
chology in the All-Union Institute of Experimental into the planning and regulatory role of speech in hu-
Medicine. This period of scientific work is remarkable man behavior, and particularly in the development
for the study of the development of identical and fra- of verbal regulation in mentally retarded children.
ternal twins and the role of heredity and external fac- While concurrently lecturing at Moscow University,
tors in mental processes. Luria managed to develop specific tests for children
for diagnostic and treatment purposes. The main fo-
However, due to yet another governmental restric- cus of these psychological tools remained on speech
tion on genetic psychology in 1936, Luria was forced development in special education settings.
to leave all his places of work and became a full-time
student of the First Medical Institute, while he worked In the years following the death of Stalin in 1953,
on his doctoral dissertation. there was an easing of restrictions behind the Iron
Curtain, and from 1955 it became possible to exchange
In 1937 Luria presented his dissertation on sensory knowledge and experience between the Soviet Union
aphasia at the Tbilisi Institute of Psychology and grad- and other countries. Many American psychologists
uated with a medical degree from the First Moscow as well as the Swiss developmental psychologist Jean
Medical Institute. Piaget made visits to Luria’s laboratory, while Luria
Later he worked as a neurologist at Burdenko’s himself travelled to Norway, Brussels, and London,
Neurosurgical Institute in Moscow, developing meth- lecturing and participating in scientific discussions.
ods of diagnosis of cerebral lesions. In 1959 Luria was elected to re-establish the Neu-
During the period from 1937 to 1941, Luria rosurgical Institute, where, with the help of his former
worked at the neurological clinic of the Institute of students Fillipicheva, Homskaya, Pradina, and Tsvet-
Experimental Medicine as head of the Laboratory of kova, the laboratory continued the study of the orga-
Experimental Psychology, with a focus on the study of nization of mental functions in the brain. The work
three forms of aphasia. was dedicated to the methods and procedures of lo-
calization and the restoration of cerebral impairments
At the beginning of World War II, he organized a
and corresponding functions.
base neurosurgical hospital in the village of Kisegach
in the South Urals. This time enabled Luria to assem- In the following decade, Luria spent some time
ble an enormous collection of data, facilitating work abroad, attending a symposium at Princeton Uni-
in two main directions: firstly, devising methods for versity, lecturing in North America, meeting Jerome
the diagnosis of local cerebral lesions and the side ef- Bruner in Montreal and, later, Skinner and Pribam at
fects caused by the brain damage involved, and sec- the XVIIIth International Psychological Congress in
ondly, developing rational scientific methods for the Moscow. Over time he gained international recogni-
rehabilitation and treatment of patients. tion, becoming a member of the National Academy
of Sciences (in the USA), American Academy of Arts
Back in Moscow in 1945, Luria began working at
and Sciences, American Academy of Pedagogics, and
the clinic of the Neurosurgical Institute and lectur-
several psychological societies in France, Great Brit-
ing at Moscow University. He was among a group of
ain, Switzerland and Spain (Kuzovleva & Das, 1999,
colleagues who laid the foundation for the Faculty of
p. 56).
Psychology at the Lomonosov Moscow State Univer-
sity, where from 1968 he headed the Department of From the time of the re-establishment of the labo-
Patho- and Neuropsychology (Zhdan & Homskaya, ratory in the Neurosurgical Institute until the end of
1997). life, Luria primarily concentrated on the cerebral or-
ganization of human mental processes. He introduced
Luria’s famous book The Man with a Shattered
the concept of the three principal functional units of
World: The History of a Brain Wound (1972/1987a)
the brain, described the organ’s systemic structure and
would come to exemplify the next neurological stage
functioning, and laid down some of the core princi-
of his scientific career. Soon, however, in 1950, the
ples of neuropsychology.
harshness of the political environment in the Soviet
Union prompted Luria along a different pathway once In the late 1960s, Luria shifted his interest to the
again. dysfunction of the frontal lobes, leading to the second

INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013) 50


volume of Human Brain and Psychological Processes
(1966). Each of these three units appears to have a hier-
Later, Luria set out to write Cognitive Development: archical structure comprising three cortical zones
Its Cultural and Social Foundations (1976b), where he based one upon the other: the primary (projection)
could finally discuss openly his research conducted in area, which receives impulses from or sends impulses
Central Asia. The late 1960s and 1970s were fruitful to the periphery, the secondary (projection-associa-
in terms of publications in Russia and abroad. The list tion) area, where incoming information is processed
of Luria’s more remarkable works includes Restoration and programs are prepared, and the tertiary (zones of
After Brain Injury (1963), Higher Cortical Functions in overlapping) areas—the latest systems of the cerebral
Man (1966), Traumatic Aphasia: Its Syndromes, Psy- hemispheres to develop, which are responsible for the
chology, and Treatment (1970), The Working Brain: An most complex forms of mental activity requiring the
Introduction to Neuropsychology (1973), Basic Prob- concerted involvement of many cortical areas.
lems of Neurolinguistics (1976a), The Neuropsychology
of Memory (1976d), and The Mind of Mnemonist: A
Little Book About a Vast Memory (1968/1987b). Unit 1 – The unit for regulating tone or
In 1979, with the assistance of American psychol- waking and mental states
ogist Michael Cole and his wife Sheila Cole, Luria Luria argued that the organized course of mental
published his autobiography The Making of Mind: A activity—when one is receiving and analyzing infor-
Personal Account of Soviet Psychology. mation, the activity is programmed, and the mental
The last years of Luria’s life are characterized by his processes are checked by mistake correction—cannot
ideas on a new approach to the structure of memory, be obtained without the waking state.
new branches of neuropsychology such as neurolin- M. N. Livanov invented the “toposcope,” which
guistics, and the study of the interrelationship between enabled researchers to visualize between 60 and 150
brain hemispheres (Kuzovleva & Das, 1999, p. 56). points of cortical excitation, as well as their dynamics,
Just weeks after his 75th birthday, on August 14, in the cortex of a waking animal.
1977, Alexander Romanovich Luria died from a heart Luria mentioned in this regard Magoun and Moru-
attack in Moscow. At the time, he was writing what zzi, who in 1949 showed that the reticular formation
would be his last work, entitled Paradoxes of Memo- in the brain stem, with the structure of a nerve net,
ry, the English volume of which was published only in gradually modulates the whole state of the nervous
1982 (Homskaya, 2011, p. 117). system (Luria, 1973, p. 46).
This finding showed that the structures maintain-
ing and regulating cortical tone are located in the sub-
Key aspects of Luria’s neuroscientific cortex and brain stem, and have a double relationship
approach – the three principal functional with the cortex. Specifically, the ascending reticular
units system activates the cortex and regulates the state of
Luria posited that human mental processes rep- activity, while the descending reticular system subor-
resented complex functional systems that involved dinates the lower structures to the control of the cor-
groups of brain areas working in concert, each making tex.
a unique contribution to the organization of a func- Luria claimed that this discovery was suggestive of
tional system. a vertical organization to all structures of the brain,
Thus, Luria designated three principal functional with the first functional unit of the brain maintain-
units of the brain necessary for human mental pro- ing cortical tone and the waking state and regulat-
cesses in general and conscious activity in particular ing these states in accordance with the conditions
(Luria, 1973, p. 43): confronting the organism. Importantly, the reticular
formation had both activating and inhibiting portions
• the unit for regulating tone or waking, (Luria, 1973, p. 52).
• the unit for obtaining, processing and storing
information, and
• Metabolic processes
• the unit for programming, regulation and veri-
fying mental activity. According to Luria, the reticular system had cer-
tain qualities of differentiation or “specificity” in re-
51 INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013)
gards both to its anatomical structure and its sourc- showed the relation between disturbances of memory
es and manifestations. The first of three principle and disturbances of consciousness (Luria, 1973, p. 67).
sources of activation of the reticular formation was
the metabolic processes leading to the maintenance of
homeostasis. The reticular formation of the medulla Unit 2 – The unit for receiving, analyzing
(bulbar) and mesencephalon (mesencephalo-hypo- and storing information
thalamic), closely related to the hypothalamus, played
The brain regions of Luria’s second principal func-
a significant part in this “vital” form of activation
tional unit are in the neocortex on the convex surface
(Luria, 1973, p. 53). The higher nuclei of the mesen-
of the hemispheres—the posterior regions including
cephalic, diencephalic, and limbic reticular formation
the visual (occipital), auditory (temporal) and general
also took part in more complex systems of instinctive
sensory (parietal) regions. Importantly, this unit con-
or unconditioned-reflex food-getting, sexual and de-
sists of isolated neurons, working in accordance with
fensive behavior. These two subdivisions of activation
the “all or nothing” rule (Luria, 1973, p. 67). In general
sources were similar in that they occurred in the body,
the unit represents the “cerebral mechanisms of mod-
but different in their level of complexity.
ally specific forms of gnostic processes” (Luria, 1973,
p. 72).
• Stimuli and the orienting reflex This unit is characterized by high modal specifici-
The second source of activation related to the ar- ty of the primary and projection areas. Those modal-
rival of stimuli from the outside world and represent- ly-specific zones are built in accordance with a single
ed an orienting reflex (Luria, 1973, p. 54). Here Luria principle of hierarchical organization articulated by
referred to the experiments of Hebb (1955) and the Campbell (as cited in Luria, 1973, p. 71), where each
human need for incoming information. He further of the cortical structures is seen as the central cortical
elaborated on the investigative activity of humans as apparatus of a modally-specific analyzer.
well as the need for increased alertness as the form of The primary zones of the cortical regions of this
mobilization in a constantly changing environment. It unit also have “multimodal” cells that can respond to
is important to emphasize that the tonic and gener- several types of stimuli, and cells that do not respond
alized forms of the activation, Luria allocated to the to any modally specific type of stimuli.
lower regions of the reticular formation, while the
The core projection areas of this unit are surround-
phasic and local forms (“more complex, vital or con-
ed by systems of secondary (or gnostic) cortical zones
ditioned-reflex in character”) were allocated to the
that contain more associative neurons to implement
higher structures such as the non-specific thalamic
the synthetic function of converting the somatotopic
region and limbic system (Luria, 1973, p. 57).
projection of impulses into their functional organiza-
tion.
• Intentions and plans by forecasts and The tertiary zones of this brain system—the “zones
programs of overlapping”—are responsible for the combined
The third source of activation was represented by work of several groups of analyzers and hypothetical-
“intentions and plans, by forecasts and programmes” ly respond to general features of stimuli. They mostly
(Luria, 1973, p. 57) that were social in their motivation occupy the inferior parietal region that after Flechsig
and formed consciously and with the help of speech. It was seen as the “posterior associative center” typical
is noteworthy that Luria viewed these highest forms of particularly of humans (Luria, 1973, p. 73). These
organizational activity as subject to the vertical prin- zones enable the “transition from direct, visually rep-
ciple of construction in the functional systems of the resented syntheses to the level of symbolic processes”
brain. and also play a role in the “memorizing of organized
experience” (Luria, 1973, p. 74).
Observing the medial zones of the cortical zones in
this unit, Luria claimed that they played a role in the Luria defined three fundamental laws of the work
“regulation of the general state, modification of the structure of the cortical zones of the second and the
tone and control over the inclinations and emotions” third brain units (Luria, 1973, p. 74).
(Luria, 1973, p. 60).
In summarizing his findings concerning this first • Law of the hierarchical structure of the cortical
functional unit, Luria asserted that impairments zones: The primary, secondary and tertiary cor-

INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013) 52


tical zones are engaged in the complex synthe- tonic background is also requited, delivered by the
sis of information and change in the course of basal motor ganglia and the fibers of the extrapyra-
ontogenetic development. midal system.
The primary projective motor cortex is seen as the
According to Vygotsky (as cited in Luria, 1973), the “outlet channel” (Luria, 1973, p. 80) for motor im-
interaction between the cortical zones goes “from be- pulses. The impulses should be well prepared with the
low upward,” meaning that defects of the lower zones help of superposed secondary areas of the motor cor-
in infancy must lead to incomplete development of tex, and only after that can they be sent out to the pre-
the higher zones. By contrast, among adults the inter- centorial gyrus and then to the giant pyramidal cells.
action goes “from above downward,” and the tertiary Other structures responsible for preparation of motor
zones then have a compensatory influence if the sec- programs include the upper layers of the cortex and
ondary zones are damaged (p. 74). the extracellular grey matter of dendrites and glia that
controls the giant pyramidal cells of Betz.
This unit, therefore, as an efferent system, runs
• Law of diminishing specificity of the hierarchi- in the descending direction, starting from the high-
cally arranged cortical zones of the second brain est levels of the tertiary and secondary zones where
unit (starting from the primary zones with the motor plans are formed, to the structures of the
maximal modal specificity) primary motor area and periphery (Luria, 1973). Im-
portantly, the premotor areas can be allocated to the
secondary divisions of the cortex. These areas play an
Luria emphasized that the secondary and the ter-
organizing role for movements.
tiary cortical zones show more “functional proper-
ties” than the primary ones and play an “organizing, The second distinctive feature of this unit is that it
integrative role in the work of the more specific areas” works under the influence of the second or afferent
which is necessary for more complex gnostic process- brain unit and consists entirely of systems of efferent
es (Luria, 1973, p. 77). zones.
Finally, the prefrontal cortex region of this unit
“plays an essential role in regulating the state of activ-
• Law of the progressive lateralization of functions
ity” in accordance with complex intentions and plans
(progressive transfer from the primary cortical
formulated with the help of speech (Luria, 1973, p.
arias to the secondary and tertiary)
86). Luria also claims that the prefrontal regions have
“two-way connections,” both with the lower struc-
With the occurrence of right-handedness in hu- tures of the brain stem and diencephalon, and with all
mans, due to processes such as work and speech, some other parts of the cerebral cortex (Luria, 1973, p. 88).
degree of lateralization of functions takes place (Luria, Thus, Luria concluded that the “tertiary portions
1973). Thus, the left and dominant hemisphere in of the frontal lobes are in fact a superstructure above
right-handers begins to lead in the “cerebral organiza- all other parts of the cerebral cortex” and that they
tion of all higher forms of cognitive activity connected “perform a far more universal function of general
with speech” (p. 78). However, this dominance of the regulation of behavior” than other tertiary regions
left hemisphere is relative in character (Luria, 1973). (Luria, 1973, p. 89). Luria further elaborated that the
frontal lobes are “responsible for the orientation of an
animal’s behaviour not only to the present, but also to
Unit 3 – The unit of programming, regula- the future,” and therefore to the most complex forms
tion and verification of activity of active behavior (Luria, 1973, p. 91).
The third principal functional unit is responsible The final important feature of the frontal lobes is
for human intentions, the formation of plans and pro- seen in the feedback mechanism or “reverse afferen-
grams of actions, inspection of performance, verifica- tation” as the necessary component of any organized
tion of conscious activity, and regulation of behavior action (Luria, 1973, p. 91), which has been described
(Luria, 1973). by the famous Russian physiologist Pyotr Anokh-
in (1935) in his theory of functional systems as the
The motor cortex and the parts of the great pyra-
“action acceptor” apparatus. Luria concluded that the
midal tract are core brain structures of the unit (this
frontal lobes also had the function of “allowing for the
cortical area is projectional in character). However, a
53 INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013)
effect of the action carried out and verification that it Luria and speculate on the possible advances in neu-
has taken the proper course” (Luria, 1973, p. 93). roscience had the effects of ideological isolation not
been the global phenomenon that they were.

Interaction between the three principal


functional units of the brain References
Luria asserted that complex psychological process- Akhutina, T. V. (2003). L. S. Vygotsky and A. R. Luria:
es have systemic structure and that each form of con- Foundations of neuropsychology. Journal of Rus-
scious activity represents a complex functional system sian and East European Psychology, 41, 159–190.
and takes place through the concerted working of all Anokhin, P. K. (1935). Проблема центра и периферии
three brain units (Luria, 1973). в физиологии нервной деятельности [The
Citing Leontiev (1959), Luria described the mod- problem of centre and periphery in the physiol-
ern understanding of the structure of mental process- ogy of nervous activity]. Gorky, USSR: Gosizdat.
es as having moved on from isolated faculties, being Ardila, A. (1991). Spanish applications of Luria’s as-
based instead on the model of “a reflex ring or self-reg- sessment methods, Neuropsychology Review,
ulating system” with afferent and effector components, 9(2), 63–69.
so that “mental activity assumes a complex and active Glozman, J. M. (2007). A. R. Luria and the history of
character” (Luria, 1973, p. 99). Russia neuropsychology. Journal of the History of
In conclusion, one should say that the fascinating Neurosciences: Basic and Clinical Perspectives, 16,
work of Alexander Luria is greatly underappreciated 168–180.
in neuroscience. While his compatriots Lev Vygotsky Cowart, C. A., & McCallum, R. S. (1990). Testing Lu-
and Ivan Pavlov received much recognition and many ria’s model: A reply to Naglieri and Das. Journal of
accolades for their contributions in the fields of psy- Psychoeducational Assessment, 8(2), 172–176.
chology and the biology of behavior, Luria remained Goldberg, E. (1990). Contemporary neuropsychology
relatively unknown. and the legacy of Luria. Hillsdale, NJ: Lawrence
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Contribution to neuroscience the Luria-Nebraska Neuropsychological Battery
Luria’s insights into the functions of the human by item intercorrelation: VII. Receptive language.
brain, the development of psychopathology, and man- International Journal of Clinical Neuropsychology,
aging neural injuries are extraordinary at many levels. 3(3), 21–27.
His description of the bottom-up development of the Holowinsky, I. Z. (1993). Pedology in Europe and de-
brain and indicators for treatment provided critical velopmental psychology in Ukraine. School Psy-
direction for future research and are in line with later chology International, 14, 327-338.
neural research by Paul D. MacLean (1990), who de- Homskaya, E. D. (2001). Alexander Romanovich Lu-
veloped the theory of the triune brain. This is remark- ria: A scientific biography. New York, NY: Kluwer
able since (as far as we could establish) there is no ref- Academic.
erence to Luria’s research in the works of MacLean.
Kuzovleva, E., & Das, J. P. (1999). Some facts from
The resemblances between MacLean’s well known the-
the biography of A. R. Luria. Neuropsychology Re-
ory and Luria’s lesser known theory are nothing short
view, 9(1), 53–56.
of remarkable. Luria’s focus on the role of the sensory
impulses (primitive neural structures) resembles Ma- Leontiev, A. N. (1959). Problems of mental develop-
cLean’s reptilian complex. The resemblances with the ment. Moscow: Academy of Pedagogical Scienc-
development of the paleomammalian and neomam- es of the R.F.S.F.R. (in Russian)
malian complexes are also clearly identifiable. Lewis, R. D., Hutchens, T. A., & Garland, B. L. (1993).
Cross-validation of the discriminative effective-
It is noteworthy that Luria’s descriptions of the
ness of the Luria-Nebraska Neuropsychological
interplay between the advanced cortical system and
Battery for learning disabled adolescents. Ar-
the primitive system are more clearly and specifically
chives of Clinical Neuropsychology, 8, 437–447.
articulated than in MacLean’s model, and that this in-
terplay was identified prior to MacLean’s theories be- Luria, A. R. (1963). Restoration of functions after brain
ing published. One can only marvel at the insights of injury. New York, NY: Macmillan.

INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013) 54


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55 INTERNATIONAL JOURNAL OF NEUROPSYCHOTHERAPY Volume 1 Issue 2 (2013)


View publication stats
SESIÓN 6
LA ORGANIZACIÓN FUNCIONAL DEL CEREBRO SEGÚN
A.R. LURIA

1) El Cerebro en Acción. Capitulo II. Las tres principales unidades funcionales.


SESIÓN 7
EL CONCEPTO DE FACTOR PSICOFISIOLÓGICO EN LA
ESCUELA DE A. R. LURIA

1) Kotik-Friedgut, B., & Ardila, A. (2020). AR Luria’s cultural neuropsychology in the


21st century. Culture & Psychology, 26(2), 274-286.

2) Akhutina, T. V., & Pylaeva, N. M. (2011). L. Vygotsky, A. Luria and developmental


neuropsychology. Psychology in Russia, 4, 155.

3) García Rodríguez, R. E., & González Ramírez, V. (2014). Las funciones psíquicas
superiores, la corteza cerebral y la cultura. Reflexiones a partir del pensamiento de
AR Luria. En-claves del pensamiento, 8(15), 39-62.
See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/334230086

A.R. Luria’s cultural neuropsychology in the 21st century

Article  in  Culture & Psychology · July 2019


DOI: 10.1177/1354067X19861053

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2 authors:

Bella Kotik-Friedgut Alfredo Ardila


David Yellin College I.M. Sechenov First Moscow State Medical University
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Article

Culture & Psychology


0(0) 1–13
A.R. Luria’s cultural ! The Author(s) 2019
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neuropsychology sagepub.com/journals-permissions
DOI: 10.1177/1354067X19861053
in the 21st century journals.sagepub.com/home/cap

Bella Kotik-Friedgut
David Yellin Academic College of Education, Jerusalem, Israel

Alfredo Ardila
Sechenov University, Moscow, Russia & Albizu University,
Miami, FL, USA

Abstract
Luria has long been one of the most influential authors in cognitive neurosciences, in
particular in neuropsychology. New scientific advances and clinical observations have
confirmed many of his proposals and hypotheses. In this paper one of his major ideas is
analyzed: the influence of cultural factors on human cognition. The systemic-dynamic
Lurian analysis of brain activity is based on Vygotsky’s concept of higher mental func-
tions, which are social in origin and complex and dynamic in their structure. Higher
mental functions are based on a complex system of operations and means both exter-
nal and internal. Living conditions and hence cultural characteristics have dramatically
changed during the last half century with the development of new media and new
virtual ways of communication. Review of contemporary developments supporting
the appropriateness and usefulness of these concepts is presented. It is finally conclud-
ed that Luria is one of the major founders of contemporary neuropsychology not only
from the clinical point of view, but also from the cultural perspective. His influence has
continued undiminished during the 21st century.

Keywords
Luria, culture, Vygotsky, higher mental functions, cultural evolution

Corresponding author:
Alfredo Ardila, 12230 NW 8th Street, Miami, FL 33182, USA.
Email: ardilaalfredo@gmail.com
2 Culture & Psychology 0(0)

Introduction
Alexander Romanovich Luria (1902–1977) is recognized as one of the most influ-
ential 20th century scientists in cognitive neurosciences, in particular in neuropsy-
chology (Haggbloom et al., 2002). Indeed, he is frequently regarded as the founder
of contemporary neuropsychology (Goldberg, 1990, 2009). Papers, book chapters,
and books continue to be published worldwide, analyzing, discussing, and
advancing his ideas (Christensen, Goldberg, & Bougakov, 2009; Homskaya,
2001; Vocate, 1987).
Although Luria’s interpretation of human cognition was proposed several dec-
ades ago (Luria, 1947/1970, 1963/1966, 1965, 1973, 1974/1976), new scientific and
technological advances have in large measure supported many of his ideas and
hypotheses. The influence of his ideas can be found in further development of the
applied fields of neuropsychology founded by Luria, such as diagnosis and reha-
bilitation of aphasias, correction of learning disabilities (Akhutina & Pylaeva,
2012; Arrowsmith-Young, 2012; Glozman, 2013). In this paper one of Luria’s
major ideas, the influence of cultural factors on human cognition, will be examined
in the light of the global changes in culture.

The influence of cultural factors in the development of human cognition


The roots of Luria’s interest in the cultural background of human cognition can be
found in the materials of his two expeditions to Uzbekistan during 1931 and 1932,
which were planned and analyzed in cooperation with Lev Vygotsky. These expe-
ditions were largely replications of previous research which drew the attention of
Vygotsky and Luria. The lasting importance of the Uzbek expeditions is its empha-
sis on culture, especially schooling as a determinant of cognitive processes.
Undoubtedly, this idea remains valid to this very day. Both the methodology
and the results of these expeditions have been the subject of much discussion
(Yasnitsky, 2018). Interestingly, Gilbert (1986) partially replicated Luria’s field
studies in South Africa with near-identical results. Later on, Tulviste (1991) also
found similar results. Following this line of cultural-historic approach, Scribner
and Cole researched the cognitive consequences of literacy and schooling among
the Vai, a tribal group in Liberia. Subjects had to judge the grammatical correct-
ness of several sentences spoken in Vai. They concluded that the consequences of
literacy are cultural-function and context-specific, i.e. the closer the contents of the
test tasks were to their culture and life the less was effect of formal schooling
(Scribner & Cole, 1978). That culture can influence the brain organization of
cognition may look trivial today, but not in the first half of the XX century and
certainly ideas of Vygotsky and Luria were catalyzing development of research in
this direction.
This line of thought later led to the introduction of cultural adjustments in
neuropsychological diagnostic tests (Nell, 1999, 2000; Nielsen et al., 2018),
although interest in cultural test variation came much earlier. However, it has to
Kotik-Friedgut and Ardila 3

be emphasized that the awareness of the need for culture-sensitive tests is much
more extended and can be found in many authors (e.g., Ardila, 2005; Cohen, 1969;
Helms, 1992; Irvine, 1981; Sternberg, 2004).
If we believe that culture significantly affects human cognition, it is imperative
to we have a clear definition of culture. According to Jahoda (2012) the term
“culture” has been polysemous; consequently, each author should explain the
specific manner in which she/he employs the term “culture” in a particular context.
In anthropology, it is frequently considered that culture refers to the set of learned
traditions and living styles, shared by the members of a society. It includes the
ways of thinking, feeling, and behaving (Harris, 1983). Berry, Poortinga, Segall,
and Dasen (2002) present a minimal definition of culture: Culture is the shared way
of life of a group of people. This definition is virtually identical to the definition
proposed by Ardila (2013a): Culture is the specific way of living of a human group.
A comprehensive definition is presented by Packer (2016) in his analyses of the
cultural perspective of child development: "Culture” is not simply context, any
more than the body is mere context for the development of the brain. Culture
weaves together the people, who have created it, and a culture is inextricably
interconnected with the psychology of its people. Culture does not simply
“influence” development, or “impact” development. “Certainly culture does not
‘cause’ development, either alone or with the help of biology” (p. 5). Furthermore,
culture plays a constitutive role in a child’s development. Culture (along with
biology, of course) is what makes possible the complexity and sophistication of
human psychological functioning. It should be emphasized that culture in
Vygotsky’s theory and Luria’s interpretation is unambiguously related to semiotic
mediation (Toomela, 1996, 2016).
Language mediation is central in the Lurian approach and he related to differ-
ences in languages with regard to brain organization of various languages in
bilinguals. He described the case of a French journalist who suffered from alexia
in all languages at his command (French, Russian, German and Polish), yet,
agraphia was most severe in French and least in Russian. Luria’s interpretation
of this differential agraphia, in different languages of a polyglot patient, was based
on the cross-linguistic analysis of the sound-symbol correspondence, which in
Russian is much closer than in French, where many symbols can combine to
make one sound or are simply not pronounced. In addition, the Cyrillic alphabet
the patient used only in Russian, while all three other languages use the Latin
script (Luria, 1956/1960). The idea of differential brain representation of different
writing systems influenced later approaches to dyslexia in bilinguals (Weekes, Su,
To, & Ulicheva, 2013). Paulesu and his colleagues presented behavioral and ana-
tomical evidence for a multi-component reading system in which different compo-
nents are differentially weighted depending on culture-specific demands of
orthography. In two positron-emission tomography studies, Italians showed great-
er activation in left superior temporal regions associated with phoneme processing.
In contrast, English readers showed greater activations, particularly for non-
words, in left posterior inferior temporal gyrus and anterior inferior frontal
4 Culture & Psychology 0(0)

gyrus, areas associated with word retrieval during both reading and naming tasks
(Paulesu et al., 2000).
In our opinion, the influence of culture starts even before the development of
language and all forms of semiosis. Thus, analyzing crying melody contours of
healthy newborns born into French and German monolingual families, Mampe,
Friederici, Christophe, and Wermke (2009) found that these patterns are consistent
with the intonation patterns observed in both of these languages.
Although Luria was always concerned with the interface of brain mechanisms
with external world conditions, cultural neuroscience is a relatively new field of
research concerned with studying the influences of culture on brain anatomy and
function (Chiao & Blizinsky, 2016). Some data are already cumulated, although
their interpretations are still tentative. Thus, for example, Alahmadi, Evdokimov,
Kropotov, Müller, and J€ancke (2016) investigated EEG resting state features in
children from Switzerland and Saudi Arabia and identified many similarities, but
also some substantial differences. The results are discussed in the context of dif-
ferent cultural experiences and possible genetic influences that are not clarified
sufficiently to yield an unambiguous explanation. Accepting the idea that
“Culture transforms mind” (Toomela,1996), we would like to find out how trans-
forming culture changes the brain and if the Systemic-Dynamic Lurian approach is
relevant and/or helpful for understanding of the problems. The need for more
comprehensive neuropsychological research is evident. We should note that the
term “cross-cultural neuropsychology” was introduced relatively recently
(Ardila, 1995).

Higher mental functions


Some basic concepts of Lurian neuropsychology are very helpful for interpreting
and even predicting results of contemporary research. In this context, it is appro-
priate to recall some of the basic ideas which are important for today’s cultural
neuropsychology, in particular, the concept of higher mental functions which was
essential for the systemic-dynamic approach to brain organization developed by
Luria (1966, 1973). That is a logical extension and development of Vygotsky’s
(1930/1968) ideas regarding the interaction of nature and nurture, natural and
cultural factors, in the development of the human mind. Higher mental functions
include those complex cognitive processes such as reasoning, abstraction, meta-
cognition, problem-solving, and similar abilities. While some researchers see them
as roughly corresponding to the contemporary concept of “executive functions”
(Diamond, 2013), in a more detailed analysis of the historical roots and Vygotsky’s
analysis of the concept, Toomela (2016) finds 11 interrelated characteristics of
higher psychological functions in different works of Vygotsky.
According to our aim of seeing the influence and importance of Luria’s ideas in
our modern world of rapid change and development of these external tools, we will
follow his definition of higher mental functions. “They were all formed in the
course of long historical development, they are social in their origin and complex
Kotik-Friedgut and Ardila 5

and hierarchical in their structure, and they are all based on a complex system of
methods and means” (Luria, 1973, pp. 29–30). The concept of social origin of
higher mental functions presupposes that they are developed in the child’s activity
within a specific cultural-historical environment where other people (parents,
teachers, peers) mediate and promote cognitive development. Luria used
Vygotsky’s “. . . principle of extracortical organization of complex mental func-
tions . . . implying . . . that all types of human conscious activity are always formed
with the support of external auxiliary aids” (Luria, 1973, p. 31). This principle was
one of the fundamental aids in developing “A fresh look at the basic concepts”
(Luria, 1947/1970, p. 26).
An intrinsic factor in systemic organization of higher mental functions is the
engagement of external artifacts (objects, symbols, signs), which have an indepen-
dent history of development within the culture. Thus, according to the concept of
“extracortical organization of complex mental functions,” the role of external
factors in establishing functional connections between various brain systems is in
principle universal. However, different mediators and means, or significantly dif-
ferent details within them (e.g., the direction of writing and the degree of letter-
sound correspondence, orientation by maps, digital internet navigator, or by the
behavior of sea-birds) may be developed, and in fact are developed in different
cultures. Therefore, the analysis of higher mental functions must necessarily take
into account these cross-cultural differences. We have previously analyzed the
usefulness of this concept in the neurolinguistic analysis of bilingualism and apha-
sia (KotikFriedgut, 2001, 2006; KotikFriedgut & Ardila, 2004, 2014). It should be
mentioned here that Luria’s systemic dynamic approach to bilingual aphasia influ-
enced not only aphasia research but also the modern approaches to second or
foreign language learning and teaching (Javier, 2007; Kotik-Friedgut, 2001;
Kotik-Friedgut, Schleifer, Golan-Cook, & Goldstein, 2014).
The developing of external tools can be regarded as a continuous process.
Today we have new and sophisticated technologies in virtually all the spheres of
our culture. These new technologies are rapidly and continuously changing,
influencing human everyday behavior.
There is, consequently, an imperative need to understand and to foresee how
these technological advances can impact the development of the higher mental
functions. There is clearly a need for a new neuropsychology for the 21st century
which can incorporate these environmental changes (Ardila, 2013b).

The use of external tools


Some increase of the public interest in the influence of external tools on the per-
ception and behavior of people began after the first televised American presidential
debate between John F Kennedy and Richard Nixon in 1960: those who watched
the TV debate were more impressed by the advantage of Kennedy’s appearance
and tended to vote for him, while those who were listening on the radio related
mainly to the content of their speeches, voted predominantly for Nixon
6 Culture & Psychology 0(0)

(Kraus, 1962). At that time television was only developing as a mass medium
(McLuhan, 1964). In 1968, McLuhan started conducting an experiment at
Fordham University, in which he made students watch the same film on a
cinema screen and on a television, and analyzed their different reactions. It was
found that those who watched it on a screen reported that the film used more
emotional concepts and expressions than those who watched it on a TV. The
characteristics of the medium, he suggested, will always influence what parts of
the cognitive circuit are employed and to what extent. The characteristics of a
medium such as the Internet invite the viewer to move from one stimulus to the
next rapidly. The characteristics of a medium such as a book invite the maintaining
of a more focused attention.
The line of research continues. Thus Rosenqvist and colleagues investigated the
relationship between different media uses by pre-adolescent school-aged children
and neurocognition during this period of vigorous change in development. They
compared the influence of TV watching, computer use, and reading (with parents)
on attention/executive functions, language, memory/learning, social perception,
and visuospatial processing. Not surprisingly, one of the parameters—the level
of maternal education was a strong predictor of performance on neurocognitive
tasks of attention/executive functions, language, memory/learning, social percep-
tion, and visuospatial processing in 5–12-year-old children (N ¼ 381). While
computer use and reading had significant positive effect, TV watching was nega-
tively related to all assessed neurocognitive domains (Rosenqvist, Lahti-Nuuttila,
Holdnack, Kemp, & Laasonen, 2016).
While the use and benefits of new technologies for everyday life are spreading,
we still do not know how exactly it will influence the neurocognitive development
of our grandchildren, though some results deserve special attention.

New cultural conditions: Contemporary technology


During the past four decades, a large amount of research has focused on the
relationship between media use and the cognitive and social development of the
child. However, usually studies have differed in methodology and also the factor of
time contributed to the contradiction of results because the spread of different
media and intensity of their use are steadily increasing.
In 2010, a comprehensive review “Media in the Lives of Youth of 8- to 18-Year-
Olds” (which includes a large national sample of more than 2000 young people
from across the USA) revealed that over the past five years, there has been a
significant increase in media use among young people. Eight- to 18-year-olds
spend more time with media than in any other activity besides (maybe) sleep-
ing—an average of more than 7 1=2 hours a day, seven days a week (in five years
it increased from 6:21 to 8:33 hours each day). The TV shows they watch video
games they play, songs they listen to and websites they visit were an enormous part
of their lives (Rideout, Foehr, & Roberts, 2010). As we all can see in our environ-
ments these conditions are only spreading.
Kotik-Friedgut and Ardila 7

Eshet-Alkalai and Chajut investigated changes over time in some basic digital
literacy skills. They tested the same participants in the year 2002 and five years
later. To distinguish between the age-related and the experience-related factors, in
2007 they added the results from a control group of similar age and demographic
background. Results showed two major patterns of change over time: (1) closing the
gap between younger and older participants in tasks that emphasize experience and
technical control (photo-visual and branching tasks) i.e., in 2002 younger participants
were more efficient in these tasks and in 2007 older adults who used computers more
intensively during five years, were more experienced and improved their results. (2) In
tasks that emphasize creativity and critical thinking (reproduction and information
tasks) they observed a widening of the gap between younger and older participants:
younger participants not only did not improve their results in tasks more demanding
of higher mental functions, but there was even a trend to decreased efficiency. Results
from the control group, suggest that experience with technology, and not age-
dependent cognitive development, accounts for the observed life-long changes in
digital literacy skills. Results, especially the sharp decrease in information analyzing
skills, suggest that the ability to find information or use digital environments (e.g.,
playing computer games by younger subjects) does not guarantee an educated or
effective use of digital environments (Eshet-Alkalai & Chajut, 2010).
These observations are not surprising if taking the concept of “hierarchical
structure” of higher mental functions and the idea that this hierarchy changes
during ontogenetic development. In the young child, the line of interaction
between cortical zones runs “from below upward” (from the maturation of prima-
ry zones to the adequate development of secondary–gnostic–cortical zones finally
to the tertiary zones for the creation of major cognitive synthesis). Conversely in
the adult person with his fully formed higher mental functions, the higher cortical
zones have assumed a dominant role. Thus, in the late stage of ontogeny, the main
line of interaction of cortical zones runs “from above downward” (Luria, 1973, pp.
74–75). Thus, any discussion about learning is plausible only if the factor of age is
taken into account: the effect of learning on brain dynamics depends on the level of
brain maturity at the time of learning. Today the new generation who grow in the
digital world become university students and become a concern to teachers because
of “screen addiction” and flightier forms of information processing (Brown, 2016).

Internet as a major cultural tool


Research results have been accumulated suggesting that excessive Internet use can
lead to the development of a behavioral addiction which has been considered a
serious threat to mental health and linked to a variety of negative psychosocial
consequences (Kuss & Griffiths, 2012). A systematic literature search conducted by
a group of British researchers identified 18 studies. These studies provide compel-
ling evidence for the similarities between different types of addictions, notably
substance-related addictions and Internet and gambling addiction, on a variety
of levels. On the molecular level, Internet addiction is characterized by an overall
8 Culture & Psychology 0(0)

reward deficiency that entails decreased dopaminergic activity. On the level of


neural circuitry, Internet and gambling addiction lead to neuroadaptation and
structural changes that occur as a consequence of prolonged increased activity
in brain areas associated with addiction. At the behavioral level, Internet and
gambling addicts appear to be constricted regarding their cognitive functioning
in various domains. Understanding the neuronal correlates associated with the
development of Internet and gambling addiction is important for future research
and practice (Griffiths, Kuss, & Pontes, 2016; Kuss & Griffiths, 2012).
As any addiction, especially if it starts at early ages (as often children spend most
of their time on computers) when brain plasticity is still high and the functional
hierarchy according to Luria goes “from below upward”, some specific changes in
brain functional architecture can be expected. In an illustrative study, brain mag-
netic resonance images were acquired from 15 male adolescents diagnosed as having
Internet addiction and 15 male healthy comparison subjects (Hong et al., 2013).
Results confirmed that male adolescents with Internet addiction have significantly
decreased cortical thickness in the right lateral orbitofrontal cortex, which has been
regarded a neurobiological marker of addiction-related disorders in general.
Currently, online game addiction attracts great attention as a serious public
mental health issue. The study of a group of researchers from China, using
voxel-based morphometry analysis and tract-based spatial statistics reveals micro-
structural abnormalities of gray and white matter in a game addicted group of
young people. Compared to healthy subjects, game-addicted individuals showed
significant gray matter atrophy in the right orbitofrontal cortex, bilateral insula,
and right supplementary motor areas (Weng et al., 2013).
At the same time the application of computerized games designed for cognitive
training shows that they may be used for maintaining plasticity in aging brains
(Toril, Reales, Mayas, & Ballesteros, 2016). These facts confirm that any attempt
to interpret specific data about human brain activity has to take into account its
specific dynamics, i.e. both the history of development and current activity. So,
while children more easily are prone to develop game addiction, aging adults may
benefit from similar activities.
Owen et al. (2010) reported the results of a six-week online study in which
11,430 adult participants trained several times each week on cognitive tasks
designed to improve reasoning, memory, planning, visuospatial skills, and atten-
tion. Although improvements were observed in every one of the cognitive tasks
that were trained, no evidence was found for transfer effects to untrained tasks,
even when those tasks were cognitively closely related. Other authors conclude
that working memory training programs appear to produce short-term, specific
training effects that do not generalize to measures of “real-world” cognitive skills
(Melby-Lervåg, Redick, & Hulme, 2016). Also, future studies of possible benefits
of computerized training would benefit from inclusion of measures to evaluate
non-specific factors as covariates. For example, measuring of aspects such as
engagement, usability, and satisfaction from the activity were suggested by
Motter, Devanand, Doraiswamy, and Sneed (2016).
Kotik-Friedgut and Ardila 9

As we can see a number of main concepts related to Luria’s definition of higher


mental functions are still relevant and even helpful in the understanding of new
realities. Thus, the concepts of extracortical organization and hierarchical organi-
zation of higher mental functions with opposite hierarchy in childhood and adults
can alert us to results of influence of new technologies in subjects of different ages.

Conclusions
Luria was not only one of the most influential psychologists during the 20th cen-
tury but also has continued to influence the 21st century cognitive neurosciences.
Unlike other influential psychologists, his contribution is evident not in one but in
multiple scientific areas. Actually the systemic-dynamic Lurian approach to differ-
ent aspects of brain–environment relations has significantly contributed to over-
come the old nativist–empiricist debate, which some researchers consider as
irrelevant and even distracting for contemporary discussion of the developmental
process (Spencer et al., 2009). Luria’s ideas about the cultural impact on psycho-
logical processes has continued advancing in Russian psychology (see Mironenko,
2013; Mironenko & Sorokin, 2015).
Probably the number of citations a book or paper has represents the simplest
and most direct way to quantify its impact. According to GoogleScholar, in neu-
ropsychology history probably the most cited book is Luria’s “Higher
cortical functions in man” (1966) with 7759 citations during 21st century;
Luria’s (1974/1976) “Cognitive development: Its cultural and social foundations”
has 3305 citations. No question, Luria’s impact on neuropsychology and cultural
psychology has been and continues to be very significant.
In the rapidly changing global cultural environment focusing on digitalization,
we try here to attract attention to ideas of A.R. Luria systemic-dynamic approach
to brain organization of cognition. Two of his ideas are given special attention.
The explanation of hierarchical structure of higher mental functions, which
changes during age development, related with the idea of extracortical organiza-
tion of higher mental functions become essential for applied neuropsychology and
remedial pedagogy. This could lead to information of both clinical and research-
related importance, and may also provide important information for families con-
sidering rules for media use in the home.

Declaration of Conflicting Interests


The author(s) declared no potential conflicts of interest with respect to the research, author-
ship, and/or publication of this article.

Funding
The author(s) received no financial support for the research, authorship, and/or publication
of this article.
10 Culture & Psychology 0(0)

ORCID iD
Alfredo Ardila https://orcid.org/0000-0002-9903-2963

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Author biographies
Bella Kotik-Friedgut, PhD is a neuropsychologist trained with AR Luria at the
Moscow State University. Currently she is professor at the David Yellin Academic
College of Education, Jerusalem, Israel. Her research interests include brain asym-
metry, bilingualism, and the influence of cultural factors on cognition. She has
presented Luria’s ideas on cognition on diverse international conferences.

Alfredo Ardila, PhD is a neuropsychologist, former Luria’s student. Currently he is


a professor at the Psycholinguistics of Intercultural Communication program,
Sechenov University, Moscow, Russia; and Albizu University, Miami, FL,
USA. His research interests include brain organization of cognition, cognitive
evolution, and cross-cultural neuropsychology. He is author of about 500 papers
on these topics.

View publication stats


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En-claves del Pensamiento
ISSN: 1870-879X
dora.garcia@itesm.mx
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey Campus Ciudad de México
México

García Rodríguez, Raúl Ernesto; González Ramírez, Victoria


Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura. Reflexiones a partir del
pensamiento de A. R. Luria
En-claves del Pensamiento, vol. VIII, núm. 15, enero-junio, 2014, pp. 39-62
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Ciudad de México
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=141131696002

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Las funciones psíquicas superiores,
la corteza cerebral y la cultura
Reflexiones a partir del pensamiento de A. R. Luria

Raúl Ernesto García Rodríguez*


Victoria González Ramírez**

Resumen

E ste trabajo revisa la propuesta conceptual de Alexander Luria, acerca de las


funciones psíquicas superiores. Luria acuña el término sistemas funcionales
complejos, cuya localización cerebral es escalonada y dinámica. Esta concep-
ción permite entender varios fenómenos clínicos que no podían ser explicados
desde el concepto de la localización estrecha, una de las principales propuestas
explicativas acerca de la organización cerebral de las funciones psíquicas. La
particularidad especial del ser humano es que experimenta transformaciones
esenciales de la organización cortical a partir de la presencia e incidencia del
lenguaje y de la actividad práctica de carácter cultural. A partir de las reflexiones
de Luria, se comprende la necesidad de un abordaje multidisciplinario en la
exploración, diagnóstico y tratamiento de las alteraciones de las funciones psí-
quicas superiores en el individuo, síntesis complejísima de la permanente inte-
racción entre el desarrollo del ámbito anatomofisiológico del sistema nervioso y
la dimensión incalculable de la cultura humana.

*  Profesor investigador de tiempo completo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de


Hidalgo, México, raulgarciar@gmail.com.
**  Profesor investigador de tiempo completo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, México, victoria.gonzalez.2006@hotmail.com.

39 EN-CLAVES del pensamiento, año VIII, núm. 15, enero-junio 2014, pp. 39-62.
40 Raúl Ernesto García Rodríguez / Victoria González Ramírez

Palabras clave: sistema funcional complejo, funciones psíquicas superiores,


cerebro, cultura, organización funcional.

Abstract

This work reviews Alexander Luria’s proposal about the superior psyche
functions. Luria adopts the term complex functional systems to refer to those
superior functions which brain location is layered and dynamic. This conception
allow us to understand a variety of clinical phenomena that couldn’t be explai-
ned through the concept of narrowed localization, one of the proposals about
psyche function of brain organization. The special characteristic of being hu-
man is experiencing substantial alterations of cortical organization from the pre-
sence and impact of language and practice of cultural activity. From Luria’s
reflections, we understand the need for a multidisciplinary approach in the exa-
mination, diagnosis, and treatment in humans of the superior psyche functions,
very complex synthesis of the permanent interaction between the development
of the nervous system anatomophysiological field, and incalculable dimension of
human culture.

Keywords: complex functional system, superior psyche functions, brain, cultu-


re, functional organization.

Aspectos históricos sobre las funciones cerebrales

Desde tiempos remotos, la civilización occidental ha planteado el problema de


los procesos y funciones psíquicas en el hombre en relación con su fundamen-
to o sustrato cerebral. Así, por ejemplo, Hipócrates y Crotón (siglo V a. n. e.)
catalogaban al cerebro como el órgano del “raciocinio” o “director del espíritu”
(el corazón en cambio estaría relacionado con los sentimientos) en uno de los
primeros intentos de ubicar morfológicamente la actividad del pensamiento.
Posteriormente Galeno (siglo II a. n. e.) reflexionaba acerca del vínculo entre la
vida espiritual y el cerebro. De Galeno, Luria afirma:
Su sistema se puede considerar uno de los primeros ensayos que plantea el
problema de la ‘localización’ directa de los fenómenos psíquicos en las estructu-
ras del cerebro. Estimaba que las impresiones del mundo exterior recibidas por
el hombre, entran en forma de fluidos a los ventrículos cerebrales a través de los
ojos, y expresó la idea de que la cámara interna, que contiene estos fluidos,
constituye el ‘templo’ […] donde se encuentran con los fluidos vitales […] que

EN-CLAVES del pensamiento, año VIII, núm. 15, enero-junio 2014, pp. 39-62.
Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 41

parten del hígado y, mediante una red de vasos, se transforman en fluidos psí-
quicos […].1

Aunque la concepción de que los ventrículos cerebrales y sus líquidos cons-


tituyen el sustrato material de las funciones psíquicas tuvo vigencia práctica-
mente durante 15 siglos, con el tiempo tales nociones fueron diferenciándose y
especificándose, asignando funciones especiales a determinadas partes de
tales estructuras. Es el caso de Nemesio (siglo IV n. e.), quien afirmó la idea de
que el “ventrículo anterior” sería el “recipiente” de la percepción o imaginación
(cellula phantastica); el “ventrículo medio” sería recipiente del intelecto (cellula
logística) y el “posterior”, de la memoria (cellula memorialis). El concepto de los
tres ventrículos del cerebro fue de aceptación general en la Edad Media e in-
cluso en pensadores renacentistas importantes tales como Leonardo Da Vinci.
No obstante, con el paulatino desarrollo de la anatomía descriptiva y de la
psicología que poco a poco se separaba de la filosofía, los conceptos acerca
de la base material de los procesos psíquicos cambiaba, y lentamente las no-
ciones de la organización cerebral se hacían más precisas, lo cual, sin embar-
go, no superaba la limitación de pretender aplicar de forma directa o mecánica
los conceptos psicológicos (inmateriales) a la estructura material del cerebro.
Anatomistas, médicos y pensadores del siglo XVII y XVIII buscaban el “ór-
gano cerebral” clave, responsable pleno de los procesos y funciones psíquicas.
Hubo entonces diversas “soluciones” concretas,2 pero todas ellas eran expre-
sión del deseo de “localizar” de forma inmediata, los fenómenos psíquicos en
algún sitio de la sustancia cerebral.
Hacia fines del siglo XVIII fue perdiendo fuerza la idea de la conciencia como
un todo indivisible y no diferenciado. Surge la idea de que habría capacidades y
propiedades especiales y diferenciadas en el contexto de los procesos psíquicos
y se comienza a pensar en el cerebro como un agregado de varios “órganos”
dedicados cada uno a determinada capacidad o atributo psicológico. Fueron
principalmente los anatomistas quienes, en un ejercicio de naturaleza predomi-
nantemente especulativa, comenzaron a “localizar” las capacidades y propie-
dades espirituales en distintas zonas de la masa encefálica. Así, por ejemplo,
en 1779 A. Mayer afirmaba que en la corteza cerebral estaría localizada la
memoria, en la sustancia blanca la imaginación y la razón, en las porciones
basales del cerebro la voluntad y la apercepción, y en el cuerpo calloso y el

1  A. R., Luria, Las funciones corticales superiores del hombre, Editorial Orbe, La Habana,
1977, p. 4.
2  Por ejemplo, Descartes pensaba en la glándula pineal, ubicada en el centro del cerebro;
Willis en el cuerpo estriado; Vieussens en la masa de la sustancia blanca de los grandes hemisfe-
rios; Lancisi en el cuerpo calloso, estructura que une los hemisferios cerebrales, etc. Citados por
A. R., Luria, op. cit., p. 6.

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42 Raúl Ernesto García Rodríguez / Victoria González Ramírez

cerebelo la integración de todas estas funciones. Con mayor repercusión en los


círculos científicos de principios del siglo XIX, F. G. Gall por su parte desarrolló
la concepción de que cada facultad psíquica se apoya en determinado grupo
de células cerebrales y que la corteza cerebral —considerada ya la sección más
importante de los hemisferios cerebrales— constituía la conjunción de varios
“centros”, cada uno de ellos responsable de una u otra capacidad psíquica. Gall
ubicó funciones relativamente simples como la “memoria auditiva” junto a otras
“capacidades” de mayor complejidad tales como “amor a los padres” o “ambi-
ción” en áreas contiguas de la corteza cerebral. Se presentó todo un “mapa
frenológico” sin duda precursor de la llamada tendencia del “localizacionismo
estrecho”. Resulta interesante observar cómo este científico ubicaba las “cuali-
dades espirituales superiores” precisamente en las áreas superiores de los ló-
bulos frontales, junto a la “esperanza” y a la “idea de futuro”; mientras que los
aspectos no tan elevados como el “amor al vino” o los “instintos destructivos”
los localizaba en zonas temporales “bajas” alrededor de la oreja izquierda.3
A pesar del carácter ingenuo y especulativo del sistema “frenológico” de
Gall, sus trabajos son importantes en la historia de la neuropsicología por cuan-
to afirmaron la idea de diferenciar funciones psíquicas en la masa aparentemen-
te homogénea del encéfalo. En cualquier circunstancia la tendencia al
localizacionismo encontró resistencias importantes en otros pensadores que
desde la segunda mitad del siglo XVIII configuraban ya una interpretación “an-
tilocalizacionista” de las funciones psíquicas. Es el caso de A. Haller primero, y
de P. J. M. Flourense después, quienes en esencia planteaban que el cerebro
habría de considerarse un “todo único” —sensorium comune— cuyas partes
son equivalentes y homogéneas fisiológicamente, tal como puede ser la masa
del hígado o de cualquier glándula. Flourense —basándose en experimentos
con aves— pensaba que la corteza cerebral era un todo homogéneo que al
dañarse provocaría la destrucción uniforme de la “sensibilidad y las facultades
intelectuales”. Acerca de Flourense, Luria señala:
Sustituyó las conjeturas especulativas por el experimento científico y fijó la aten-
ción en la plasticidad o intercambiabilidad características de las funciones de los
grandes hemisferios cerebrales. Con ello, anticipó aquellas concepciones diná-
micas de la actividad del cerebro a las que retornó el pensamiento científico
posterior.4

El debate entre los conceptos “localizacionistas” y “antilocalizacionistas”


perduró todo el siglo XIX. Pronto se acumuló material basado en observaciones
clínicas de enfermos con lesiones focales del cerebro acompañado de investi-

3  Para mayor información véase F. G., Gall, Sur les fonctions de cerveau, París, 1822-1823.
4  Luria, A. R., op. cit., p. 9.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 43

gaciones anatómicas y fisiológicas del sistema nervioso, con lo cual se revitali-


zaba la tendencia localizacionista, vinculada también por cierto a las
dominantes concepciones del asociacionismo en psicología, cuya proyección
posterior regiría la configuración inicial de esta ciencia en el ejercicio wundtiano
de Leipzig. Aparecen médicos y fisiólogos tales como J. Bouillaud (que preten-
día demostrar la diferenciación cortical en funciones como la motricidad y el
lenguaje); M. Dax; el propio P. Broca (a quien se le debe el célebre descubri-
miento de que el lenguaje articulado se relaciona con un área del cerebro —área
cerebral que hoy lleva su nombre— ubicada en el tercio posterior de la circun-
volución frontal inferior del hemisferio izquierdo) y C. Wernicke (que también
bautizó con su apellido la zona del tercio posterior de la circunvolución temporal
izquierda relacionada con la comprensión del habla). Se llegó a considerar la
corteza del cerebro como un conjunto de distintos “centros” cuyas células —di-
ferenciadas— contenían las más diversas capacidades psicológicas. Se estudió
cómo en el caso de lesiones focales de unos u otros “centros” se afectaban las
funciones correspondientes de forma aislada. Proliferaron entonces las descrip-
ciones de diversos “centros” corticales: de la memoria visual (Bastián); de la
escritura (Exner); de los conceptos o la ideación (Broadbent, Charcot, Grasset)
etc. Todos estos estudios estaban apuntalados por el desarrollo de los conoci-
mientos acerca de la estructura celular fina de la corteza cerebral. Ocurren los
descubrimientos de Betz acerca de la presencia de células piramidales gigantes
en la circunvolución central anterior de la corteza, lo cual se asoció a las funciones
motrices, y de Munk acerca de la relación entre sectores occipitales del cerebro
y el reconocimiento visual de objetos.
Sin embargo, a pesar de la euforia localizacionista, hubo fisiólogos que
insistían en la noción del cerebro como una instancia de integración homogé-
nea, esgrimiendo para ello resultados experimentales de la investigación con
perros, los que lograban restablecer funciones psíquicas —por ejemplo el reco-
nocimiento visual— después de extirparles determinadas zonas de los hemis-
ferios cerebrales. Tal es el caso de Goltz, quien afirmaba que cualquier parte
del cerebro tiene relación con las sensaciones, la formación del dolor, el pen-
samiento y otras representaciones, y que la pérdida funcional está vinculada
directamente sólo con la magnitud del posible daño cortical. Décadas después,
ya en el siglo XX (1929), Lashley fue continuador de las ideas de Goltz y su
enfoque “antilocalizacionista” llegó a relacionarse con las tendencias gestálticas
en el pensamiento psicológico, puesto que servía de fundamento neurológico a
las ideas que concebían la psique en términos integrales y dinámicos. Existían
además otros argumentos antilocalizacionistas: H. Jackson, por ejemplo, ob-
servaba que ante una lesión de un área específica del cerebro, las funciones
psíquicas perturbadas —movimientos o habla— nunca desaparecían comple-

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tamente. Muchas veces el paciente estaba limitado en tales operaciones solo


cuando intentaba hacer el movimiento requerido o pronunciar una palabra
determinada, de forma voluntaria, pero no cuando ese mismo movimiento o
palabra se presentaban de manera involuntaria o en expresiones automatiza-
das. A juicio de Jackson, la organización neurológica de las funciones psíquicas
implicaba entonces una concepción “vertical”: la función psíquica estaría repre-
sentada en un nivel “inferior” (espinal y/o del tronco cerebral), luego estaría
re-representada a un nivel “medio” (sectores corticales motores y/o sensoriales),
y por último estaría re-re-representada en un nivel “superior” (lóbulos frontales
del cerebro). Con todo esto, Jackson apuntaba que la localización del síntoma
no podía identificarse con la localización de (toda) la función.
En el contexto del debate descrito, surgieron también pensadores que de
una forma u otra renunciaban a considerar el sustrato material de la psique en
la lógica del sensualismo materialista de la neurología clásica, y concebían el
psiquismo como complejas funciones simbólicas, como una actividad de tipo
abstracto realizada por el cerebro convertido en instrumento del espíritu. La
función simbólica sería la base de toda la vida espiritual, y por tanto, cualquier
alteración del cerebro produciría “asimbolia”. Algunos investigadores de esta
tendencia son Finkelburg; Kussmaul e incluso el propio Bergson. La influencia
de estos trabajos se sintió en la neurología de la primera mitad del siglo XX (P.
Marie, Bouman, Grumbaum, entre otros) en la llamada escuela “noética”,5 po-
niéndose de nuevo en un segundo plano la localización y el sustrato material
de las funciones psíquicas. Con esta tendencia se enriqueció sin duda el aná-
lisis psíquico de los cambios en la actividad cognoscitiva en los casos de lesión
local del cerebro, pero se desatendió el estudio de los mecanismos cerebrales
de tales alteraciones. Una vez más se enfatizó que la perturbación del proceso
psíquico se relaciona más con la masividad de la lesión que con su localización.
Por último se puede destacar que en la trayectoria de toda esta polémica
acerca de los mecanismos cerebrales de la actividad psíquica hubo posiciones
intermedias que trataron de armonizar las teorías localizacionistas con las nue-
vas teorías antilocalizacionistas o de orientación noética. Un ejemplo claro se
encuentra en las ideas del neurólogo K. Goldstein, cuyas posiciones en defini-
tiva cotejaban mecánicamente ambos polos conceptuales.6

5  Según la escuela noética de los neurólogos y psicólogos, los principales procesos psíquicos
tienen lugar en la actividad simbólica y se realizan en esquemas abstractos, por tanto cada enfer-
medad cerebral se manifiesta no tanto en la “desaparición de procesos parciales” sino más bien en
la “disminución de la función simbólica” o “actitud abstracta”.
6  Para más información al respecto puede revisarse: L. S., Vigotski, Historia del desarrollo de
las funciones psíquicas superiores, Editorial científico técnica, La Habana, 1987, pp. 197-206.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 45

Configuración de una perspectiva neuropsicológica diferente

La configuración paulatina de la visión neuropsicológica actual se ha nutrido


tanto de reflexiones que ponderan la importancia de la localización cortical de
funciones psíquicas, como de aquellas otras que subrayan la plasticidad y flexi-
bilidad funcional de los tejidos cerebrales. El problema es que en su momento,
ambas posturas (el localizacionismo estrecho y el antilocalizacionismo) pensa-
ban las funciones psíquicas en una relación directa con el sustrato cerebral sin
un detenido análisis propiamente fisiológico. A decir de I. Pavlov, ambas co-
rrientes intentaban superponer los conceptos inespaciales de la psicología a la
construcción espacial del cerebro. Los procesos psíquicos se comprendían
como un producto directo de la actividad de las estructuras del encéfalo (la
“función” como “propiedad” de uno u otro “órgano”). Particularmente, a partir
de la obra de Pavlov, se comienza a pensar más allá de asociar “funciones”
psíquicas con áreas más o menos limitadas de la corteza cerebral. Se revisa el
concepto estrecho de “función” y se le interpreta cada vez más como un con-
junto de complejas conexiones temporales; se logra una representación de la
corteza cerebral como agrupación de aparatos centrales de análisis y síntesis
de los estímulos externos e internos y la formación de uniones temporales; en
definitiva, se sientan bases para la concepción de la localización dinámica de
las funciones en el cerebro. Se cuestiona el propio concepto de “función” vista
como “aquello que debe ser precisamente” vinculado a una u otra estructura
cerebral y se renuncia también a la noción de “centros” celulares “portadores di-
rectos” y estáticos de determinados procesos psíquicos. La “función” se inter-
preta entonces como resultante de la compleja actividad refleja que reúne “en
un trabajo conjunto, un ‘mosaico’ de sectores excitados e inhibidos del sistema
nervioso”7 que analizan y sintetizan señales que llegan al organismo y elaboran
el sistema de conexiones temporales que permiten a dicho organismo interac-
tuar con el medio. Así, la noción de “función” estaría relacionada con la actividad
adaptativa (e interactiva) del organismo, encaminada a la realización de tareas
fisiológicas y/o psicológicas.8 La función entonces es en realidad un sistema
funcional, que cumple una u otra tarea y que está constituido por diversos mo-
mentos intervinculados que al final pueden conducir o no al logro correspondien-
te. Su característica principal es que se sostiene en una “constelación dinámica
de eslabones” ubicados en distintos niveles del sistema nervioso y que dichos
eslabones pueden cambiar, aunque la tarea misma no se afecte. Es decir, se

7  A.R., Luria, op. cit., p. 24.


8  En este sentido se habla por ejemplo de la función de la respiración, de la locomoción, de
la percepción o de funciones intelectuales.

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trata de un sistema de componentes organizados de manera funcional, que pre-


sentan además el rasgo dinámico de la autorregulación. De este modo, los mo-
vimientos voluntarios —por ejemplo— no son la función exclusiva de las células
piramidales gigantes ubicadas en el área motora de la corteza, sino un complica-
do sistema funcional activado ante todo por la “tarea motriz” y en el que participan
diferentes sistemas aferentes, núcleos subcorticales —que aseguran el fondo
tonal y coordinador— y un conjunto de señales propioceptivas que llegan de los
músculos motores y de las articulaciones y que se ocupan de la corrección del
movimiento. En el movimiento voluntario, entonces, participan eslabones aferen-
tes y eferentes situados en diversas zonas y niveles del sistema nervioso cen-
tral que desempeñan papeles diferenciados, garantizándose la tarea motriz e
implicando el ámbito espacial o cinestésico del movimiento, el tono y la coordina-
ción de los músculos involucrados, el control sobre la acción realizada, etcétera.
En esta lógica, la localización de cualquier sistema funcional en el aparato
nervioso ha de tener un carácter especial: si la ejecución de las funciones pre-
supone una serie de eslabones excitados sucesiva y simultáneamente, enton-
ces su localización ha de concebirse por etapas sucesivas y simultáneas y no
vinculadas a “centros únicos”. Además, ha de pensarse en un “pluripotencialis-
mo funcional” de las estructuras cerebrales. En otras palabras: no hay forma-
ciones del sistema nervioso central limitadas estrictamente a una sola función.
En determinadas circunstancias una misma formación nerviosa puede estar
incluida en otros sistemas funcionales e involucrarse en la ejecución de otras
actividades o tareas. De nuevo Luria señala:

El concepto de la ‘localización por etapas de las funciones’ y el del ‘pluripotencia-


lismo’ de las estructuras cerebrales, que excluyen tanto la estrecha localización de
las funciones en una estructura particular especial, como la idea de la homogenei-
dad y la equipotencialidad del tejido cerebral, constituye el fundamento del nuevo
principio de la localización dinámica […] En consonancia con dicho principio, la
localización de las funciones presupone no centros fijados, sino sistemas dinámi-
cos cuyos elementos conservan su estricta diferenciación y desempeñan un ele-
vado papel especializado en una actividad integrada.9

Las áreas específicas de la corteza cerebral no pueden considerarse cen-


tros fijos sino más bien algo así como “estaciones de paso” o “nudos de comu-
nicaciones” —según Luria— de los sistemas dinámicos cerebrales, que además
presentan una estructura muy compleja y extraordinariamente cambiante. Así,
el restablecimiento de una función alterada producto de alguna lesión cortical
puede ocurrir de forma desigual y en diferente grado. En todo caso, el restable-

9  A. R., Luria, op. cit., p. 29.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 47

cimiento de la función alterada es ante todo, su reestructuración y la consecuen-


te formación de un sistema funcional nuevo. En definitiva al comprender las
funciones como sistemas funcionales complejos, cuya localización es escalo-
nada y dinámica, se pueden entender varios fenómenos clínicos que no podían
ser explicados desde el concepto de la localización estrecha. Por ejemplo el
caso en que una lesión focal en el cerebro altera la manera voluntaria y cons-
ciente del empleo de una función determinada, pero no afecta su manifestación
involuntaria10 o que una lesión cerebral focal casi nunca implica la pérdida total
de la función, sino más bien su desorganización patológica, o que la perturba-
ción de una función dada se puede producir por lesiones corticales de diferen-
te ubicación, o inclusive que un foco limitado de lesión conduce muchas veces
a la interrupción de un complejo entero de funciones.
Probablemente, una de las reflexiones más importantes en el devenir de la
neuropsicología es la consideración del carácter socio-histórico-cultural del de-
sarrollo de las funciones psíquicas superiores en el hombre. Las funciones
psíquicas superiores no como “facultades naturales” de predeterminación bio-
lógica en el cerebro sino como producto bio-psíco-social complejo y de contex-
tualización cultural ineludible. En efecto, Luria afirma: “las funciones psíquicas
superiores del hombre constituyen complejos procesos autorregulados, sociales
por su origen, mediatizados por su estructura, conscientes y voluntarios por el
modo de su funcionamiento”,11 y continúa más adelante:

A diferencia del animal, el hombre nace y vive en un mundo de objetos creados


por el trabajo social y en un mundo de personas con los que entabla determinadas
relaciones. Esto, desde su comienzo, forma sus procesos psíquicos. Los reflejos
naturales del niño (de succionar, asir, atrapar y otros) se reorganizan radicalmente
por la acción del trato con los objetos. Se forman nuevos esquemas motores que
crean una especia de ‘molde’ de estos objetos, los movimientos se van sometiendo
a las propiedades objetivas de ellos. Lo mismo se debe decir de la percepción hu-
mana, que se forma bajo el influjo directo del mundo objetivo de las cosas, las
cuales poseen origen social […].12

En otros trabajos Luria plantea:

[…] las funciones psíquicas superiores son el resultado del complejo desarrollo
histórico social. Estas funciones se han ido formando bajo la influencia de la acti-

10  Es famosa la descripción del caso de un enfermo al que su médico le pide pronunciar la
palabra “no” y el enfermo contesta: “no, doctor, no puedo de ninguna manera decir no”. Fenómeno
que sirve a Jackson como punto de partida para sus reflexiones neurológicas.
11  A. R., Luria, op. cit., p. 34.
12  Ibid., p. 34.

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vidad objetal de los hombres, en el proceso de relación entre ellos y, prácticamen-


te, consisten en sistemas funcionales múltiples, que se apoyan en el complejo de
zonas del córtex cerebral, y trabajan conjuntamente. Nosotros sabemos que la per-
cepción de los objetos se lleva a cabo con la participación muy estrecha de los
movimientos de los ojos que ‘palpan’ el objeto y destacan sus rasgos más informa-
tivos, y del lenguaje, que relaciona el objeto percibido con una determinada cate-
goría. Esto permite apreciar la complejidad de la estructura funcional de un acto
aparentemente tan simple como es la percepción óptica.13

Es la presencia de la cultura humana material y espiritual el aspecto deter-


minante en la configuración y desarrollo de los procesos psíquicos superiores
y, por lo mismo, privativos del ser humano. En especial, la presencia del len-
guaje, vinculada a la asimilación y proyección de experiencias (lo cual es, de
hecho, un punto nodal del desarrollo psicológico) constituye una condición de-
cisiva en la formación de funciones mentales superiores. En este sentido, Vi-
gotski demostraba, por ejemplo, que en la base de procesos psíquicos, tales
como la atención activa o la acción voluntaria, se encuentra la relación (de
actividad y de comunicación) del niño con el adulto.14 Es decir, todo fenómeno
psicológico individual tiene origen social. Todo lo intra-subjetivo ha sido antes
inter-subjetivo. El lenguaje interior es la interiorización del diálogo. Por otra
parte, las funciones psíquicas superiores tienen una estructura mediatizada. Su
desarrollo transcurre no por sí mismas sino en relación con las tareas, objetos
y con la interacción con el mundo. Es precisamente el lenguaje, la palabra, el
aspecto que juega un papel determinante en el proceso de mediatización de las
funciones psíquicas humanas. La palabra penetra y cubre la realidad circundan-
te y organiza los procesos psicológicos del hombre. La interacción del hombre
con el mundo pierde entonces su carácter inmediato y directo.
I. Pavlov llamó al lenguaje “segundo sistema de señales”, el cual implica
“una adición extraordinaria que introduce un nuevo principio en la actividad
nerviosa y se constituye como el regulador superior del comportamiento
humano”.15 Incluso, procesos psíquicos relativamente elementales como la au-
dición de la altura tonal de los sonidos se forman bajo la influencia de condiciones
sociales de vida, de la cultura y en relación con las características del idioma
en el contexto del cual se forma la audición humana.16 Ante tales condiciones,

13  A. R., Luria, “La neuropsicología y su importancia para la psicología y la clínica”, en Cairo,
E. (comp.), La neuropsicología una nueva rama del conocimiento psicológico, Pueblo y Educación,
La Habana, t. II, 1984, p.16.
14  Véase Vigotski, L. S., Pensamiento y lenguaje, Edición Revolucionaria, La Habana, 1968.
15  I., Pavlov, Obras completas, t. III, pp. 476-577. (Citado por Luria, A. R., op. cit., p. 37).
16  Véase A. N., Leontiev, Problemas del desarrollo del psiquismo, Pueblo y educación, La
Habana, t. I, 1983, pp. 165-174.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 49

la posible localización de las funciones psíquicas superiores obliga a considerar


una amplia distribución dinámica por toda la corteza cerebral y a pensar en
“constelaciones de complejos territorialmente muy dispersos” de células que
funcionan sincronizadamente, formando en todo caso, “centros combinatorios
funcionales”, mencionados ya en su momento por Pavlov.17 Se puede afirmar
entonces que la base fisiológica de los procesos psíquicos superiores es todo
el cerebro pero visto como un “sistema altamente diferenciado, cuyas partes
garantizan los diversos aspectos del todo único”.18 Por otro lado, los sistemas
funcionales complejos de las áreas de la corteza —que actúan conjuntamente—
no aparecen de forma definitiva al momento del nacimiento del niño (como sí
ocurre, por ejemplo, con el sistema respiratorio) y no maduran “por sí mismos”
sino en relación con los procesos de comunicación y de actividad específicos
de la cultura humana. El cerebro humano y sus funciones se desarrollan en la
acción cultural, tanto en el plano filogenético como ontogenético; luego enton-
ces, el despliegue sucesivo de las funciones mentales superiores no presenta
una estructura única sino variable, y además la organización cortical no perma-
nece inmutable, puesto que tales funciones psíquicas, a lo largo de la ontogé-
nesis, son realizadas por constelaciones corticales diferentes, aunque
implicando ciertas regularidades.

La corteza cerebral y sus sistemas

La corteza cerebral implica un conjunto de formaciones de gran plasticidad que


se agrupan en complejos dinámicos y coparticipantes aunque diferenciados a
lo largo del establecimiento, despliegue y perfeccionamiento de la propia acti-
vidad cortical. La corteza y sus sistemas de conexiones neuronales constituyen
un todo funcional unido pero a la vez complejamente diferenciado. La subdivi-
sión paulatina de la corteza en áreas específicas (que condiciona el grado de
complejidad funcional) es un proceso que ocurre en el ámbito filogenético y
ontogenético. Así, se pueden identificar en la corteza cerebral las llamadas
zonas nucleares de los analizadores u órganos de los sentidos, donde se da la
mayor concentración de células especializadas (y sus conexiones) en determi-
nadas funciones específicas. En ellas ocurren las manifestaciones más diferen-
ciadas de la actividad de ciertos analizadores porque reciben la mayor cantidad
de aferencias provenientes precisamente de los órganos de los sentidos. En las

17  Citado por A. R., Luria, Las funciones corticales superiores del hombre, Editorial Orbe, La
Habana, 1977, p. 37.
18  A. R., Luria, op. cit., p. 38.

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50 Raúl Ernesto García Rodríguez / Victoria González Ramírez

zonas nucleares transcurren las diferenciaciones más finas de los estímulos


específicos, y por tanto su lesión, como regla, conduce a diferentes formas de
alteración de la función especial del analizador correspondiente. De manera
muy general puede señalarse que las zonas nucleares se distribuyen en la
corteza cerebral de la manera siguiente: región occipital: zona nuclear del ana-
lizador visual; subregión temporal superior: zona nuclear del analizador auditivo;
región poscentral (lóbulos parietales): zona nuclear del analizador cutáneo-ci-
nestésico. Todas estas zonas se sitúan en el sector posterior de los hemisferios,
es decir, detrás de la cisura de Rolando. A su vez, la zonas nucleares cuentan
con “campos centrales o primarios” relacionados con la capacidad perceptiva
directa y la diferenciación más precisa posible de los estímulos. Los campos
primarios de las diversas zonas nucleares discriminan con exactitud los estímu-
los correspondientes. La característica clave de la organización estructural y
funcional de los campos primarios radica en que permiten una proyección so-
matotópica precisa, es decir, que ciertos puntos de la periferia corporal (por
ejemplo ciertas superficies cutáneas, músculos, etc.) encuentran su representa-
ción cortical estricta en los correspondientes puntos de los campos primarios de
la corteza (por eso se les llama también “campos de proyección”). Resulta que
esta proyección somatotópica de las superficies receptoras hacia los campos
corticales primarios se configura no de manera simétrica o regidos —como dice
Luria— por un principio geométrico, o de espejo, sino de manera diferenciada
por su importancia funcional: es decir, las partes del cuerpo se representan en
los campos primarios de la corteza no proporcionalmente a su tamaño anató-
mico, sino proporcionalmente a su importancia fisiológica y funcional.19 No obs-
tante, y a pesar de la alta especialización de los campos primarios de las zonas
nucleares, no deben considerarse estos puntos de proyección una construcción
estática o absoluta, sino de naturaleza dinámica.
Las zonas nucleares tienen también los llamados “campos periféricos o
secundarios” situados justamente en los sectores periféricos de tales zonas
nucleares, y que se relacionan con formas más complejas de los procesos
preceptúales. Cuando los campos secundarios de las zonas nucleares se lesio-
nan, el sujeto, aunque conserve sensaciones elementales, tiene dificultades con
la capacidad de reflejar adecuadamente grupos completos de objetos, así como

19  Véase el conocido Esquema de proyección somatotópica en la corteza cerebral, desarro-


llado por Penfield y Rasmussen, donde aparecen miniaturas distorsionadas de distintas partes del
cuerpo cuyo tamaño se representa según la cantidad de corteza dedicada al control de las funcio-
nes asociadas con esa sección. En tales figuras —conocidas como Homunculi— se puede apreciar
el tamaño significativamente sobresaliente de los labios y las manos. En Penfield W., Rasmussen,
T., The Cerebral Cortex of Man, Mac Millan, Nueva York, 1950.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 51

la relación mutua entre los elementos que componen los objetos percibidos.
Los campos secundarios, entonces, son muy importantes en el establecimien-
to de conexiones recíprocas de distintos estímulos y por tanto en la integración
funcional.
Fuera ya de las zonas nucleares, se encuentran las llamadas “zonas de
sobreposición”, conocidas también como “campos terciarios”. Estas formaciones
se relacionan con los niveles más complejos de integración de la actividad
conjunta de los órganos de los sentidos visual, auditivo y cutáneo-cinestésico y
están ubicadas en la región parietal (superior e inferior), así como en las sub-
regiones temporal media y temporoparietooccipital (área de transición entre
zonas auditivas y visuales de la corteza). La posible lesión de los campos ter-
ciarios —en vista de que están fuera de las zonas nucleares— no produce
pérdidas marcadas o alteraciones específicas de los analizadores, sino más
bien desorganización de las actividades corticales más generalizadas que im-
plican el trabajo simultáneo y combinado de varios órganos de los sentidos y
que permiten la orientación compleja del sujeto en el mundo, así como el aná-
lisis y la síntesis de los complicados ámbitos de relación entre los diversos
estímulos. Las neuronas de los campos terciarios son casi totalmente libres de
la especialización sensorial, y se ocupan en cambio de la interacción entre los
analizadores y de la integración funcional de la corteza a través de conexiones
asociativas multilaterales.
En el sector anterior de los hemisferios, es decir, delante de la cisura de
Rolando y, en particular, en el área precentral de los lóbulos frontales, se en-
cuentra la zona nuclear del analizador motriz. A su vez, esta zona nuclear
motriz tiene un “campo central o primario”, llamado asimismo “campo primario
‘gigante piramidal’ o motor” —por el tipo de células del que se compone—, y
tiene también “campos periféricos o secundarios”, llamados también “premoto-
res” o “campos motores periféricos”. Sus características estructurales y funcio-
nales en general coinciden con los campos primarios y secundarios del sector
posterior de la corteza. En todo caso, la diferencia clave respecto al funciona-
miento cortical de los lóbulos occipital, temporal y parietal consiste en que “en
la organización de la corteza de todo el lóbulo frontal […] el énfasis fundamen-
tal recae sobre la realización de actos coordinados del organismo dirigidos al
mundo exterior en respuesta al grupo de estímulos percibidos”.20 En este sen-
tido se pueden relacionar estas áreas de los lóbulos frontales con la acción y
los impulsos de los movimientos voluntarios en el hombre. Los campos motor
y premotor de la región precentral, integran también un complejo único cinético
de la corteza con áreas de proyección y de asociación bien desarrolladas.

20  A. R., Luria, op. cit., p. 57.

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Los llamados campos terciarios de los sectores anteriores de la corteza se


encuentran en la región frontal propiamente dicha, constituyen las áreas filoge-
néticamente más jóvenes, y ocupan en el hombre alrededor de un cuarto de
toda la extensión cortical. Estas zonas se vinculan con las formas más integra-
das de la actividad encaminada a un fin y tienen conexiones asociativas que
garantizan el funcionamiento organizado de los procesos psíquicos superiores.
Resulta interesante señalar que en el ser humano existe una diferenciación
marcada de los campos en la corteza cerebral, lo cual es producto del progre-
sivo desarrollo de la organización neuronal. En el ser humano crecen las áreas
de los campos terciarios (que en suma total representan más de la mitad del
territorio cortical), en comparación con los campos primarios que ocupan exten-
siones relativamente pequeñas. A través del devenir ontogenético, los campos
periféricos de las zonas nucleares se desarrollan mucho más tardíamente que
los campos primarios o centrales (primeros meses de vida). Las zonas de so-
breposición o campos terciarios y sus conexiones son las últimas en madurar y
en particular la región frontal, lo cual va ocurriendo solo con los primeros años
de vida del niño. La particularidad especial del ser humano es que experimenta
transformaciones esenciales de la organización cortical a partir de la presen-
cia e incidencia del lenguaje y de la actividad práctica de carácter cultural. Esta
influencia es notoria sobre todo en los campos secundarios y terciarios de la
corteza. Así, por ejemplo, se desarrollan áreas neuronales especializadas y
cuya estructura y diferenciación funcional se dirigen al análisis y síntesis de
estímulos de significación clave en la realización de los procesos del habla o de
la programación y realización de complejos movimientos sucesivos y hábitos
motores. Como consecuencia de esto, se perfecciona también el funcionamiento
de los campos primarios, que llegan a ser capaces de percibir o reproducir las
más finas diferenciaciones sensoriales o motrices. De nuevo, Luria afirma:

La transformación cualitativa que las zonas de sobreposición de los analizadores


y de la corteza frontal sufren bajo la influencia de la formación del segundo siste-
ma de señales, se expresan en el hecho de que todos los procesos psíquicos del
hombre se realizan con participación del sistema de señalización verbal y transcu-
rren bajo la influencia dominante de este sistema […].21

La vulnerabilidad biológica del hombre al nacer se compensa con la po-


tencialidad neurofisiológica para la asimilación de la experiencia cultural a lo
largo de su ontogénesis. En efecto, la humanización es el proceso de hacerse
“libre” de la determinación biológica —lo cual significa en este caso la reducción

21  Ibid., p. 67.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 53

de los campos primarios o centrales de las zonas nucleares en la corteza cere-


bral, de carácter más inmediato— para hacerse “cautivo” de la sujeción cultural,
es decir, para relativamente desprenderse de la determinación biológica y poder
“sujetarse” a la cultura y al lenguaje (—lo cual significa en el ámbito neurofisio-
lógico del sistema nervioso la ampliación de los campos terciarios o zonas de
sobreposición en la corteza cerebral, de carácter más mediato y relacionadas
con funciones integración y asociación en la actividad psíquica—).

Las unidades funcionales del cerebro y los problemas clínicos

Luria llega a la conclusión de que el cerebro sistémicamente concebido se


compone en lo fundamental por tres “unidades funcionales” o bloques que tra-
bajan concertadamente y aportan de manera diferenciada elementos para la
organización de todo el sistema funcional en su conjunto. Se habla entonces,
en primer lugar, de la unidad que regula el tono o vigilia, compuesta esencial-
mente por las estructuras superiores del tronco cerebral y la formación reticular.
Esta unidad “permite el mantenimiento de una determinada tensión (tono) nece-
saria para el normal funcionamiento de las partes superiores del córtex cerebral”,22
es decir, garantiza el alertamiento cortical requerido para la recepción, análisis y
almacenamiento de la información, así como para la programación y regulación
de la actividad psíquica en su conjunto. Participa también en los cambios de la
concentración de la atención a nivel de corteza adaptando el comportamiento
a las exigencias o circunstancias del entorno en funciones vegetativas tales
como respiración, circulación o digestión, o en movimientos corporales.
En segundo lugar, está la unidad que recibe, analiza y almacena la infor-
mación, de la cual forman parte las áreas posteriores de los dos hemisferios,
es decir, la corteza parietal, temporal y occipital del cerebro. Esta unidad “es un
complejísimo sistema que proporciona la recepción, análisis y almacenaje de la
información que llega a través de los sistemas táctil, auditivo y visual”,23 en
otras palabras, acepta la información captada por los receptores periféricos,
analiza sus componentes, sintetiza lo percibido y almacena tal información.
Incluye zonas nucleares —sensoriales— (campos primarios o de proyección y
campos secundarios o de asociación), así como zonas de sobreposición (cam-
pos terciarios o de integración).

22  A. R., Luria, El estudio del cerebro y la conducta del hombre, en Cairo, E. (comp), op. cit.,
t. II. p. 39.
23  Idem.

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54 Raúl Ernesto García Rodríguez / Victoria González Ramírez

En tercer lugar se encuentra la unidad que programa, regula y verifica la


actividad, constituida por la parte anterior de los hemisferios cerebrales, es
decir, los lóbulos frontales. Este bloque o unidad “proporciona la programación
de los movimientos y de los actos, la coordinación de los procesos activos y la
comparación del efecto de las acciones con las intenciones iniciales
(verificación)”.24 Dicho de otra manera, este bloque o unidad contribuye a orga-
nizar en esencia, la actividad consciente del individuo25 y cuenta también con
zonas nucleares —motoras—, o sea campos corticales primarios y secundarios,
así como zonas de sobreposición o campos terciarios relacionados con la for-
mación de intenciones y, precisamente, con la regulación y verificación de con-
ductas complejas del ser humano.
Es comprensible entonces —continúa Luria— que las posibles lesiones o
procesos morbosos ocurridos en una u otra unidad o bloque del cerebro van a
provocar alteraciones psíquicas diferentes según su ubicación y su relación
sistémica. Así, por ejemplo un tumor, o una hemorragia cerebral localizados en
la primera unidad o bloque podría provocar un descenso patológico en el tono
del córtex cerebral, la atención del sujeto se haría inestable, aumentaría la fa-
tiga fácil, se dormiría rápido y cambiaría su vida afectiva, probablemente hacia
la apatía o al contrario, hacia la agitación patológica entre otras posibles altera-
ciones (no se perturbaría la percepción visual, auditiva o el ámbito sensorial, no
se perturbaría tampoco el movimiento, el habla o los conocimientos de la expe-
riencia pasada).
Un tumor u otro tipo de lesión localizado en el segundo bloque o unidad del
cerebro podría provocar, en cambio, alteraciones intensas en la información
sensorial recibida, así como en su análisis y almacenamiento, casi siempre con
un alto grado de especificidad de la perturbación producida según la zona cor-
tical afectada: si la lesión se circunscribe a la región parietal, se altera la sensi-
bilidad superficial del sujeto, su capacidad de reconocer objetos con el tacto,
así como la sensación adecuada de la posición del cuerpo y las manos con lo
cual se perdería precisión en los movimientos; si la lesión ocurre en la región
temporal se perturbaría la audición; y en la región occipital se alterarían las
funciones visuales (no se perturbaría el tono psíquico general o su vida afectiva,
tampoco se alteraría la conciencia ni la atención).
Por último, una lesión localizada en el tercer bloque o unidad funcional del
cerebro podría provocar perturbaciones importantes en los movimientos y los

24  Ibid., p. 39.


25  Dada la complejidad neuropsicológica de los procesos de la conciencia véase para mayor
información: A. R., Luria, “El cerebro humano y la actividad consciente”, en Cairo, E. (comp.), op.
cit., t. II, pp. 53-89.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 55

actos organizados según determinado programa. Si el daño se ubica hacia las


circunvolución frontal ascendente, el sujeto puede sufrir alteraciones en los
movimientos voluntarios de la mano o pie contralateral a la lesión; si el daño
está en la zona premotora, la fuerza muscular de las extremidades se conserva
pero se pierde la organización de los movimientos en el tiempo, se pierde fluidez
y precisión y los hábitos motores previamente adquiridos se van desintegran-
do; y si la lesión afecta la región frontal propiamente dicha, los actos dejan de
poder controlarse por los programas propuestos, es decir, la conducta orienta-
da al cumplimiento de determinada tarea se desintegra y el sujeto tiende a tener
reacciones impulsivas ante impresiones aisladas o a realizar comportamientos
estereotipados o repetitivos sin sentido y fuera del objetivo conscientemente
previsto. El sujeto no puede verificar críticamente el resultado de su acción, no
realiza correcciones en el desarrollo de sus actos (no hay perturbaciones de la
vigilia o de la recepción de la información sensorial y el sujeto puede inclusive
mantener la capacidad del habla).
Respecto a los trastornos de las funciones psíquicas superiores producidos
por lesiones focales en el cerebro, Luria insiste en que el hecho de que una
lesión cortical focal específica provoque la alteración de una función cualquiera
(por ejemplo el cálculo o la escritura) no significa que tales funciones estén
“localizadas” aisladamente en dichas zonas de la corteza. Lo que pasa es que
para la alteración de la función es suficiente el daño de cualquier eslabón del
sistema funcional complejo. Es decir, existe una estructura sistemática de las
funciones y su localización es por etapas. Entonces, si se pierde —por cualquier
tipo de lesión o afectación— un eslabón participante en la realización de la
función, el sistema funcional completo falla, o se reestructura para cumplir su
actividad mediante nuevas conexiones. Es por eso que: “Las funciones psíqui-
cas superiores se pueden perturbar con la lesión de uno de los muchos esla-
bones del sistema funcional, sin embargo, al lesionarse distintos eslabones,
dichas funciones sufren de modo diferente”.26 Así, por ejemplo, el acto de la
escritura no es producto exclusivo de la actividad de un “centro” cortical, sino
de todo un sistema de zonas corticales interrelacionadas pero al unísono, dife-
renciadas: escribir al dictado implica: efectuar el análisis de la composición
sonora de la palabra; recodificación de la composición fonética de la palabra en
imágenes visuales de las letras correspondientes; recodificación de los esque-
mas visuales de las letras en un sistema cinestésico de movimientos sucesivos
necesarios para escribir esas letras, todo esto en un proceso de automatización.
En otras palabras, la escritura bien desarrollada es posible solo cuando se
conserva una constelación compleja de puntos en la corteza —que abarcan

26  A. R., Luria, Las funciones corticales superiores del hombre, ed. cit., p. 86.

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prácticamente todo el cerebro— y que no obstante tienen en lo individual fun-


ciones específicas. Pero además, esta constelación compleja de puntos neuro-
nales varía en la escritura de los distintos idiomas. En otros trabajos Luria
plantea:

La lesión de la región temporal izquierda del cerebro, en los diestros, provoca por
esta razón serias perturbaciones en la escritura. Esto sucede entre las lenguas
indoeuropeas pero no tiene lugar en el idioma chino, en el cual la escritura jeroglí-
fica representa, mediante signos convencionales los conceptos y no los sonidos
del lenguaje, y en la escritura no participan las áreas temporales (auditivas) del
córtex cerebral.27

Lo importante, en definitiva, es la valoración de las consecuencias sistémicas


(o de todo el sistema funcional) ante la presencia de lesión cortical y sus posi-
bles reestructuraciones, a través del análisis cualitativo de los síndromes, lo cual
es un momento indispensable en la percepción clínica de las perturbaciones
de las funciones psíquicas superiores cuando existe lesión focal en el cerebro.
Es pertinente señalar que tradicionalmente los síndromes de alteración de
las funciones psíquicas superiores provocados por lesiones locales del cerebro
eran agrupados por la neurología clásica en tres conceptos fundamentales:
agnosia, apraxia y afasia. Los datos clínicos aportaban frecuentemente en pri-
mer plano perturbaciones cognoscitivas, motrices o simbólicas. Así, se definió
cada concepto por separado (“alteración de la percepción” —conservando sen-
saciones—; “trastorno de la acción” —conservando motricidad elemental—;
“asimbolia verbal” —independiente de defectos más elementales— respectiva-
mente) y se consideraban originalmente defectos independientes entre sí que
además se veían como trastornos de la actividad simbólica superior sin relación
con padecimientos más elementales. Estas nociones fueron cambiando con el
tiempo. Se comenzó a reconocer la participación de componentes sensoriales
y motores elementales en la actividad cognoscitiva, práctica y verbal, y poco a
poco se empiezan a considerar estos problemas en condición de interrelación
(por ejemplo en los casos clínicos de perturbación de la orientación visual en el
espacio —conocida como “agnosia espacial”— se constataban alteraciones de
los movimientos —de carácter “apráxico”—). Es por eso que surge la necesidad
de un enfoque integrador (aunque no homogéneo) y dinámico de los trastornos
neuropsicológicos. En este sentido Luria le otorga significación clave a los pro-
cesos del habla, por cuanto considera que al estudiar la base psicofisiológica
de las alteraciones descritas, se deben considerar las “formas humanas espe-

27  A. R., Luria, “El estudio del cerebro y la conducta del hombre”, en Cairo, E. (comp.), op.
cit., t. II, p. 47.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 57

cíficas de organización de los procesos corticales superiores, en cuya formación


y alteración desempeña un papel destacado el factor verbal”.28 Al entender las
funciones psíquicas superiores como sistemas funcionales de origen social-
cultural, se puede asumir el hecho de que “ninguna de las formas complejas de
la actividad psíquica del hombre transcurre sin la intervención directa o indirec-
ta del habla y que las conexiones del segundo sistema de señales desempeñan
un papel decisivo en su estructura”.29 Esto significa que el habla no es precisa-
mente una forma “parcial” de la actividad psíquica, sino una organización verbal
general de los procesos psíquicos: gracias al lenguaje se realizan las funciones
de abstracción y generalización de las señales directas del mundo circundante,
se establecen relaciones con los objetos y fenómenos que trascienden el vín-
culo sensorial directo; se le otorga a la percepción carácter selectivo y sistémi-
co; es decir, se regula significativamente todo el comportamiento humano.
En relación con la diferenciación de los hemisferios cerebrales se conoce
que aunque existe simetría morfológica básica,30 no hay identidad funcional.
Así, en la mayoría de las personas diestras, el hemisferio izquierdo es el que
se relaciona con las funciones del lenguaje y se le reconoce entonces como el
hemisferio dominante (en este caso, el hemisferio derecho se reconoce como
subdominante). En consecuencia, se ha demostrado que lesiones en determi-
nadas áreas frontotemporoparietales del hemisferio izquierdo producen en los
diestros perturbaciones en el habla mientras que lesiones similares en el he-
misferio derecho no las producen. No obstante, tal dominancia hemisférica res-
pecto a las funciones del habla resulta tener carácter relativo: su grado varía
de persona a persona y también de función a función. De hecho, se ha desa-
rrollado la idea del trabajo conjunto —pero no homogéneo— de los hemisferios
en el despliegue de las funciones corticales superiores. Se continúa investigan-
do el tipo de participación específica de cada uno de ellos. En cualquier circuns-
tancia, se asocia en la mayoría de los casos el hemisferio izquierdo con funcio-
nes del lenguaje y el habla y también con actividades lógicas, es decir de
carácter predominantemente digital. El hemisferio derecho se asocia en cambio
a funciones espaciales, creativas, artísticas y musicales, es decir, de carácter
predominantemente analógico. En este sentido, N. Geschwind afirma:

28  A. R., Luria, Las funciones corticales superiores del hombre, ed. cit., p. 102.
29  Ibid.,p. 103.
30  La cuestión acerca de la simetría morfológica de los hemisferios cerebrales se ha prestado
a discusión. Norman Geschwind cita diversas investigaciones que impugnan la idea de la simetría
morfológica o anatómica entre ambos hemisferios del cerebro. Véase N., Geschwind, “Especializa-
ciones del cerebro humano”, en Cairo, E. (comp.), op. cit., t. I, pp. 51-67.

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58 Raúl Ernesto García Rodríguez / Victoria González Ramírez

Las funciones más especializadas están distribuidas de un modo totalmente dife-


rente y son muy asimétricas. Indicamos antes que la capacidad lingüística depen-
de primariamente del hemisferio izquierdo. Hay razones para creer que el lado
derecho del cerebro es más importante para la percepción de melodías; una de
las pruebas de ello lo evidencia la facilidad con que pacientes afásicos, que tienen
lesionado el hemisferio izquierdo pueden cantar. La percepción y el análisis de
modelos visuales no verbales, tales como dibujos de perspectivas, son en gran
parte función del hemisferio derecho, aunque también el izquierdo contribuye de
forma apreciable a estas tareas. Asimetrías así se manifiestan también en defec-
tos parciales de la memoria, que pueden ser resultado de lesiones en solo uno de
los lóbulos temporales.31

Debe insistirse en que la posible lesión del hemisferio dominante altera de


manera desigual las funciones del habla y su restablecimiento es variable según
el caso concreto. Luria puntualiza:

Por lo visto, el grado de dominancia de un hemisferio, incluso con respecto a los


procesos ‘lateralizados’ como el habla varía mucho de caso a caso, lo que intro-
duce considerable variedad en la patología focal de las funciones corticales supe-
riores. Lo probable es que esta circunstancia explique el hecho de que focos
idénticos por su ubicación en diferentes casos pueden ocasionar diferente mani-
festación sintomática.32

En efecto, la dominancia hemisférica es en muchas personas parcial y des-


igual respecto a las distintas funciones psíquicas, por tanto la importancia del
hemisferio “rector” debe reconocerse relativa.

El trabajo de la neuropsicología y su actualidad

En el campo clínico el trabajo del neuropsicólogo consiste en esencia en el


estudio de los síndromes que surgen por la acción de lesiones corticales o en
estructuras subcorticales, en las funciones psíquicas superiores —culturales—.33
Posterior a ello, se programan actividades y ejercicios dirigidos a reorganizar
los sistemas funcionales afectados y con ello la conducta y la interacción social
del individuo con cerebro lesionado. El estudio del sujeto por parte del neurop-

31  N., Geschwind, “Especializaciones del cerebro humano”, en Cairo, E. (comp.), op. cit., t. I,
p. 61.
32  A.R., Luria, op. cit., p. 107.
33  Véase H., Hecaen, “Plasticidad cerebral y restablecimiento de las funciones psíquicas”, en
E. Cairo (comp.), op. cit., t. III, pp. 387-404.

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Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 59

sicólogo implica en principio el análisis de su historia individual, la valoración de


los sistemas funcionales a partir del contexto sociocultural al que pertenece, la
historia de desarrollo, la investigación acerca del estado premórbido del enfer-
mo, haciendo una valoración intrasujeto, cuyos resultados puedan dar evidencia
de las pérdidas o alteraciones funcionales reales en la vida del enfermo. Para
ello, el neuropsicólogo ha de puntualizar la importancia del síntoma, valorar su
trascendencia en relación con los aspectos que le sirven de base; ha de orien-
tarse en las peculiaridades de los procesos psíquicos del sujeto y destacar los
cambios sintomáticos esenciales, para relacionarlos con los síndromes que sur-
gen en las lesiones cerebrales y así, a través de pruebas y ejercicios específi-
cos, realizar la investigación que ponga de manifiesto alguno de esos síndromes.
Luego de haber abordado concienzudamente la historia del sujeto, de la
ponderación de síntomas neurológicos, así como la dinámica propia de los
síndromes neurológicos, la interpretación de los resultados de otros recursos
(técnicas de imagen cerebral, neurofisiológicas y neuroquímicas) con vistas a
un posible diagnóstico topográfico de lesión focal en el cerebro, se da inicio
a la evaluación profunda de cada una de las funciones psíquicas. Se espera
tras este proceso investigativo reconocer el eslabón afectado y la forma en que
altera el funcionamiento psíquico general. Luria señala que la investigación
neuropsicológica “no se debe limitar nunca a la indicación sobre la ‘disminución’
de alguna de las formas de la actividad psicológica”34 sino proporcionar siempre
un análisis cualitativo del síntoma, indicar el carácter del defecto observado y
explorar sus posibles causas (a todo esto, Vigotski le llamó “calificación del
síntoma”).
Es fundamental para la investigación neuropsicológica valorar de manera
cualitativa el desarrollo de las tareas, las peculiaridades del sujeto que presen-
ta en el proceso de solución y/o ejecución de las actividades. Además, en el
curso de la investigación ha de individualizarse el proceso, es decir:

no limitarse a la realización estandarizada del experimento correspondiente, sino


introducir en él una serie de cambios dinámicos que surgen en curso de la in-
vestigación y que permiten estudiar tanto las condiciones en que la ejecución de
la tarea se dificulta, como las condiciones en las que el defecto observado se
compensa.35

lo cual exige, por supuesto, determinada experiencia por parte del investigador.
A esto Luria le llamó “principio dinámico estructural” de la investigación neurop-
sicológica. Se afirma que en el proceso del diagnóstico han de apreciarse el

34  A. R., Luria, op. cit., p. 385.


35  Ibid., p. 386.

EN-CLAVES del pensamiento, año VIII, núm. 15, enero-junio 2014, pp. 39-62.
60 Raúl Ernesto García Rodríguez / Victoria González Ramírez

carácter de las alteraciones observadas durante el cumplimiento de las tareas


encomendadas, así como el análisis de la extenuación del sujeto y la influencia
de los estímulos secundarios durante la realización de los ejercicios. Eventual-
mente pueden utilizarse “procedimientos especiales”, tales como el cambio de
ritmo del experimento o la ampliación del volumen de las tares propuestas con
el fin de analizar el ámbito neurodinámico de los defectos presentados.
Dado que se debe indagar el grado de complejidad organizativa de la alte-
ración, es imprescindible hacer un análisis cuidadoso de las denominadas fun-
ciones ejecutivas, consideradas clave en los procesos de rehabilitación,36 dado
que están relacionadas con aspectos de resolución de problemas, control de
impulsos, planeación y organización de la conducta en la vida cotidiana, además
de las pautas generales de vinculación afectiva con los otros.37 Es común que
las personas afectadas de los lóbulos frontales (relacionados con las funciones
ejecutivas, que corresponden al tercer bloque funcional de Luria) presenten
serias dificultades en la percepción de enfermedad, alteraciones en ánimo, per-
turbaciones del juicio social y pobre control de impulsos, síndrome denominado
disejecutivo, precisamente haciendo referencia a la alteración de las funciones
reguladoras del acto, de la ejecución.
La evaluación neuropsicológica y la descripción del estado de los sistemas
funcionales determinarán el trabajo de intervención neuropsicológica, que im-
plica la promoción y participación en el proceso de reinserción social del sujeto.
En la actualidad, la investigación en el área ha permitido la sistematización de
los procesos de evaluación neuropsicológica,38 que contemplan desde valora-
ciones con propósitos cuantitativos,39 hasta propuestas que contemplan de ma-
nera importante la cultura y el contexto en el proceso de cualificación del
síndrome. Se ha hablado de una neuropsicológica ecológica40 que indica la
valoración y recuperación de las funciones considerando el contexto, enfatizan-
do la necesidad de considerar que las funciones psíquicas son un grupo de
procesos que se inician, desarrollan y regulan a partir de la interacción con el
mundo.
Dado que la intención primordial de la intervención neuropsicológica será
participar en el proceso de reinserción social del sujeto, la recuperación, en lo

36  E., Goldberg, The New Executive Brain, Oxford University Press, 2009.
37  M. M., Sohlberg, Cognitive Rehabilitation, Editorial The Guilford Press, Nueva York, 2001.
38  N., Hebben, y N., Milberg, Fundamentos para la evaluación neuropsicológica, Editorial
Manual Moderno, México, 2011.
39  Lezak, M. (2004), Neuropsychological Assessment, Oxford University Press, EUA, 2004.
40  D’Amato, R. C., F., Crepeau-Hobson, L. V. & Geil, Huang, Ecologiical Neuropsychology: an
Alternative to the Deficit Model for Conceptualizing and Serving Students with Learning Disabilities,
Neuropsycology Review, 15 (2), 2005, 97-103.

EN-CLAVES del pensamiento, año VIII, núm. 15, enero-junio 2014, pp. 39-62.
Las funciones psíquicas superiores, la corteza cerebral y la cultura 61

posible de los sistemas previos de actividad y el fortalecimiento de la capacidad


de autodeterminación, una parte fundamental del trabajo neuropsicológico es la
programación de actividades y estrategias con la finalidad de recuperar y/o
compensar deficiencias funcionales detectadas tras la evaluación. Como ya se
ha insistido, la recuperación de funciones deberá tener las mismas caracterís-
ticas que definieron su desarrollo; la recuperación de funciones debe concebir-
se en el marco de la interacción social.
Las funciones que se conservan después de la lesión, los eslabones no
afectados que pertenecen a determinado sistema funcional complejo, son las
herramientas del sujeto que deben explorarse para conseguir la reorganización
de la conducta, compensando las funciones alteradas. El lenguaje es una de
las formas fundamentales de regulación de la conducta humana, elevando las
distintas reacciones involuntarias al nivel de los complejos actos voluntarios y
realizando el control sobre el transcurso de las formas conscientes, superiores
de la actividad humana.41 El uso del lenguaje en el proceso rehabilitatorio nos
ayuda a mejorar el acto voluntario, entendido éste como una acción de estruc-
tura mediatizada que se apoya en aspectos verbales, representados por el
lenguaje externo y el externo (segundo sistema de señales). En el desarrollo,
el lenguaje exterior pasa a interior; se abrevia, convirtiéndose de desplegado
en plegado, en lenguaje interior. El rasgo característico del lenguaje interior es
que es un lenguaje puramente predicativo, que se refiere al hecho de que por
su semántica nunca designa al objeto, nunca tiene un carácter nominativo es-
tricto, no tiene “sujeto”; el lenguaje interior indica lo que es necesario realizar,
en qué dirección debe orientarse la acción. Éste carácter predicativo puede ser
desplegado si existe necesidad de ello, porque el lenguaje interior procede del
exterior desplegado y este proceso es reversible.42 Este aspecto se intenta
explotar con fines rehabilitatorios: partiendo del lenguaje desplegado, se inten-
ta promover el lenguaje interno, auxiliando en la reorganización del sistema
funcional, regulando la conducta.
En resumen, la investigación comienza en una primera etapa con una serie
de pruebas de orientación que tienen por objeto esclarecer el estado general de
los procesos psíquicos, el estado del funcionamiento de los órganos de los
sentidos y valorar reacciones sensomotrices directas, organización mnésica y
operaciones complejas mediatizadas en las que juegan un papel clave las re-
laciones verbales, considerando siempre el contexto cultural del sujeto. Continúa

41  A. R., Luria, El cerebro humano y los procesos psíquicos, Editorial Fontanella, Barcelona,
1979.
42  A. R., Luria, El cerebro en acción, edición de 1984, Editorial Martínez Roca, Barcelona,
1974.

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62 Raúl Ernesto García Rodríguez / Victoria González Ramírez

la investigación en una segunda etapa, la cual se dedica a profundizar en el es-


tudio del grupo de procesos psíquicos que presentaron dificultades en la parte
inicial orientadora de la indagación. Esta etapa es selectiva y estrictamente in-
dividualizada. Es la parte más compleja y exige movilidad y creatividad por
parte del investigador. En esencia esta etapa debe permitir al neuropsicólogo,
caracterizar a fondo el defecto fundamental, valorarlo cualitativamente y escla-
recer los aspectos que los sustentan. La tercera y última etapa de investigación
neuropsicológica consiste en la elaboración de conclusiones y programación de
actividades dirigidas a fortalecer las debilidades funcionales.
Es así que la perspectiva neuropsicológica puede constituir un elemento
importante del diagnóstico clínico integral y de la investigación clínica en sujetos
que presentan algún tipo de lesión local en el cerebro. El carácter dinámico
de las funciones trasciende las actividades en condiciones experimentales y
exigen la interacción del sujeto con sus vínculos cercanos y en ambientes na-
turales; la recuperación, al igual que en el desarrollo de las funciones psíquicas,
se da en el marco de la cultura y a partir de la mediación que permite el lengua-
je. Resulta comprensible además la necesidad de la actitud multidisciplinaria
en la exploración, diagnóstico y tratamiento en el hombre de las alteraciones de
las funciones psíquicas superiores, síntesis complejísima de la permanente
interacción entre el desarrollo del ámbito anatomofisiológico del sistema nervio-
so y la dimensión incalculable de la cultura humana.

Fecha de recepción: 03/04/2012


Fecha de aceptación: 23/09/2012

EN-CLAVES del pensamiento, año VIII, núm. 15, enero-junio 2014, pp. 39-62.
SESIÓN 9
LA ORGANIZACIÓN DE LA PERCEPCIÓN AUDITIVA.

1) Luria, A. R. (1977). Las funciones corticales del hombre. La Habana: Orbe. 112-
154 pp.
SESIÓN 10
LAS ALTERACIONES DE LAS FPS ANTE LESIONES
OCCIPITALES Y PARIETO-OCCIPITALES.

1) Luria, A. R. (1977). Las funciones corticales del hombre. La Habana: Orbe. 155-181
pp.
SESIÓN 11
LA ALTERACIÓN DE LOS ASPECTOS LÓGICO-GRAMATICALES.
LA ACALCULIA. LA ALTERACIÓN DE LOS PROCESOS
INTELECTUALES.

1) Luria, A. R. (1977). Las funciones corticales del hombre. La Habana: Orbe. 189-200
pp.
SESIÓN 12
LA ALTERACIÓN DE LAS FPS ANTE LESIONES DE LOS
SECTORES SENSOMOTORES

1) Luria, A. R. (1977). Las funciones corticales del hombre. La Habana: Orbe. 201-259
pp.
SESIÓN 13
LAS ALTERACIONES DE LAS FPS ANTE LESIONES DE LOS
SECTORES FRONTALES. ASPECTOS HISTÓRICOS DEL ESTUDIO
DE LAS LESIONES FRONTALES.

1) Lázaro, J. C. F. (2006). Neuropsicología de los lóbulos frontales. Univ. J. Autónoma


de Tabasco.
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Neuropsicología de Lóbulos Frontales, Funciones Ejecutivas y Conducta


Humana

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Julio Flores-Lázaro Feggy Ostrosky


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Resumen
El objetivo de este artículo es proporcionar
una visión integrativa de la neuropsicología
de los lóbulos frontales, su organización
funcional básica y las funciones cognitivas y
conductuales que soporta, entre ellas las

N
funciones ejecutivas. Los lóbulos frontales
son las estructuras cerebrales de más
reciente evolución en la especie humana,
presentan la organización funcional más
Neuropsicología de compleja y diversa del cerebro humano. Se
Lóbulos Frontales, dividen funcionalmente en tres grandes
Funciones Ejecutivas y áreas: orbital, medial y dorsolateral, en éste
Conducta Humana artículo se presenta un revisión básica de
las funciones neuropsicológicas soportadas
por cada una de estas áreas. Esta revisión
pretende aportar al lector una comprensión
Julio César Flores Lázaro básica de la neuropsicología de los lóbulos
Laboratorio de Psicofisiología y frontales y de su aportación heterogénea a
Neuropsicología, Facultad de la conducta humana.
Psicología, Universidad Nacional Palabras clave: Lóbulos frontales,
Autónoma de México. México, D.F., neuropsicología, funciones ejecutivas,
México y División Académica de conducta humana.
Ciencias de la Salud, Universidad
Juárez Autónoma de Tabasco.
Villahermosa Tabasco, México. Summary
The article objective is to bring an
Feggy Ostrosky-Solís
integrative perspective on frontal lobe
Jefa del Laboratorio de Psicofisiología neuropsychology, the basics concepts in
y Neuropsicología, Facultad de frontal lobes functional organization and the
Psicología, Universidad Nacional behavioural and cognitive functions
Autónoma de México. México, D.F.,
supported by these brain areas. The frontal
México.
lobes are the most recent developed brain
areas in the human specie; they present the
Correspondencia: Feggy Ostrosky-Solís. Rivera most complex and diverse functional
de Cupia 110-71., Col. Lomas de Reforma. organization of the human brain. They are
México, D. F., C.P. 11900. Correo electrónico: functional divided in three large areas:
feggy@servidor.unam.mx
orbital, medial and dorsolateral, a basic
Agradecimiento review of the neuropsychologycal functions
Proyecto parcialmente financiado con el apoyado otorgado a
suported by each one of these areas is
la Dra. Feggy Ostrosky por el Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (CONACYT) (49127-H) y por el Programa de presented in this article. This review
Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación pretends to provide a basic understanding
Tecnológica (PAPIIT) de la Universidad Nacional Autónoma
de México (IN31260).
of frontal lobe neuropsychology and its

o
Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, Abril 2008, Vol.8, N . 1, pp. 47-58 47
Flores & Ostroksy-Solís

heterogeneous influence in human psicológicos más complejos del humano, se


behaviour. considera que los lóbulos frontales
Key words: Frontal lobe, neuropsychology, representan el “centro ejecutivo del cerebro”
executive functions, human behaviour. (Goldberg, 2001).
El daño o la afectación funcional de los
lóbulos frontales tienen consecuencias muy
heterogéneas e importantes en las
Introducción conductas más complejas del humano,
El objetivo de este artículo es proporcionar desde alteraciones en la regulación de las
una visión integrativa de las propiedades emociones y la conducta social, hasta
neuropsicológicas de los lóbulos frontales, alteraciones en el pensamiento abstracto y
las funciones que soporta, entre ellas las la metacognición (Stuss & Levine, 2000).
funciones ejecutivas, y su aporte Por lo que es necesario contar con un
heterogéneo a los distintos aspectos de la conocimiento lo más completo posible
conducta humana. sobre sus propiedades neuropsicológicas.
Los lóbulos frontales son las estructuras
Neuroanatomía funcional de los lóbulos
cerebrales de más reciente desarrollo y
frontales
evolución en el cerebro humano, su
perfeccionamiento en los primates se Los lóbulos frontales son las estructuras
relaciona con la necesidad de un control y más anteriores de la corteza cerebral, se
coordinación más compleja de los procesos encuentran situadas por delante de la
cognitivos y conductuales que emergieron a cisura central y por encima de la cisura
través de la filogénesis de estas especies lateral. Se dividen en tres grandes regiones:
(Fuster, 2002). la región órbital, la región medial y la región
dorsolateral; cada una de ellas están
Desde un punto de vista neuropsicológico subdividida en diversas áreas. A
los lóbulos frontales representan un sistema
continuación se revisan de forma breve las
de planeación, regulación y control de los
características funcionales y anatómicas de
procesos psicológicos (Luria, 1986); estas áreas.
permiten la coordinación y selección de
múltiples procesos y de las diversas
Corteza frontal dorsolateral
opciones de conducta y estrategias con que
La corteza frontal dorsolateral es la región
cuenta el humano; organizan las conductas
más grande y filogenéticamente más nueva
basadas en motivaciones e intereses, hacia
de la corteza frontal, principalmente su
la obtención de metas que sólo se pueden
región media y anterior (Stuss & Levine,
conseguir por medio de procedimientos o
2000). Se divide en cuatro áreas
reglas (Miller & Cohen, 2001). También
principales: corteza motora, premotora,
participan de forma decisiva en la formación
dorsolateral y anterior.
de intenciones y programas, así como en la
regulación y verificación de las formas más
Corteza motora y premotora
complejas de la conducta humana (Luria,
La corteza motora (ver figura 1) participa en
1989).
el movimiento específico de los músculos
Debido a esta capacidad de regular, estriados de las diferentes partes del
planear y supervisar los procesos

48 Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias


Neuropsicología de Lóbulos Frontales

cuerpo. Por su parte la corteza premotora estructura neo-cortical más desarrollada


permite la planeación, organización y (Ongur, Ferry, & Price, 2003),
ejecución secuencial de movimientos y particularmente su porción más anterior (AB
acciones complejas. La región más anterior 10), presenta un desarrollo y organización
de la corteza motora suplementaria se funcional exclusivos de la especie humana
relaciona con la selección y preparación de (Stuss & Levine, 2000). Estas zonas se
los movimientos, mientras que su porción consideran regiones de asociación
posterior se relaciona principalmente con la supramodal o cognitivas ya que no
ejecución de los mismos. Tres áreas que procesan estímulos sensoriales directos
involucran regiones premotoras y motoras (Fuster, 2002). Se ha encontrado una
suplementarias se encuentran particular- mayor relación de sustancia
mente muy desarrolladas en el humano: 1) blanca/sustancia gris en la CPF en el
el campo oculomotor (área de Brodmann humano en comparación con otros primates
[AB] 8), involucrado en la percepción y no-humanos, destacando la importancia
síntesis de información visual compleja; 2) que esto tiene para las conexiones
el área de Broca (AB 44 y 45), relacionada funcionales entre las diversas zonas de la
con los aspectos más complejos del CPF, así como de sus conexiones con la
lenguaje como la sintaxis; y 3) el área de corteza posterior y subcortical
control del movimiento complejo de las (Schoenemann, Seehan, & Glotzer, 2005).
manos y dedos (AB 6 y 4) (corteza
La región dorsolateral de la CPF se
premotora lateral) (Passingham, 1995).
denomina corteza prefrontal dorsolateral
(CPFDL). Se divide funcionalmente en dos
porciones: dorsolateral y anterior, y
presentan tres regiones: superior, inferior y
polo frontal.
La porción dorsal se encuentra
estrechamente relacionada con los
procesos de planeación, memoria de
trabajo, fluidez (diseño y verbal), solución
de problemas complejos, flexibilidad mental,
generación de hipótesis, estrategias de
trabajo, seriación y secuenciación (Stuss &
Alexander, 2000); procesos que en su
Figura 1. Representación esquemática de una mayoría se consideran funciones ejecutivas
vista lateral en donde se señalan las distintas (FE). Las porciones más anteriores
áreas de la corteza motora y premotora. La (polares) de la corteza prefrontal
numeración señala las áreas de acuerdo al
mapa de Brodmann (Brodmann, 1908). dorsolateral (AB 10) se encuentran
relacionadas con los procesos de mayor
jerarquía cognitiva como la metacognición,
Corteza prefrontal dorsolateral permitiendo la auto-evaluación (monitoreo)
La región anterior a la corteza motora y y el ajuste (control) de la actividad en base
premotora se denomina corteza prefrontal al desempeño continuo (Fernandez-Duque,
(CPF) (ver figura 2) y, en comparación con Baird, & Posner, 2000; Kikyo, Ohki, &
los primates más cercanos, representa la

Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias 49


Flores & Ostroksy-Solís

Miyashita, 2002; Maril, Simons, Mitchell, & forma muy importante en la toma de
Schwartz, 2003) y en los aspectos decisiones basadas en la estimación del
psicológicos evolutivos más recientes del riesgo-beneficio de las mismas (Bechara,
humano, como la cognición social y la Damasio, & Damasio, 2000). La COF se
conciencia autonoética o auto-conocimiento involucra aun más en la toma de decisiones
(integración entre la conciencia de sí mismo ante situaciones inciertas, poco
y el conocimiento autobiográfico), logrando especificadas o impredecibles, se plantea
una completa integración de las que su papel es la marcación de la
experiencias emocionales y cognitivas de relevancia (emocional) de un esquema
los individuos (Stuss & Levine, 2000). particular de acción entre muchas opciones
más que se encuentran disponibles para la
situación dada (Elliot, Dolan, & Frith, 2000).
En particular su región ventro-medial (AB
13) se ha relacionado con la detección de
situaciones y condiciones de riesgo, en
tanto que la región lateral (AB 47 y 12) se
ha relacionado con el procesamiento de los
matices negativo-positivo de las emociones
(Bechara et al., 2000).

Figura 2. Visión esquemática de las distintas


áreas de la CPFDL.

Corteza órbitofrontal
La corteza órbitofrontal (COF) es parte del
manto arquicortical que proviene de la
corteza olfatoria caudal-orbital (ver figura 3)
(Stuss & Levine, 2000). Se encuentra
estrechamente relacionada con el sistema
límbico, y su función principal es el
procesamiento y regulación de emociones y Figura 3. Representación esquemática de las
estados afectivos, así como la regulación y distintas áreas de la COF.
el control de la conducta (Damasio, 1998).
Además, está involucrada en la detección Corteza frontomedial
de cambios en las condiciones ambientales La corteza frontomedial (CFM) participa
tanto negativas como positivas (de riesgo o activamente en los procesos de inhibición,
de beneficio para el sujeto), lo que permite en la detección y solución de conflictos, así
realizar ajustes a los patrones de como también en la regulación y esfuerzo
comportamiento en relación a cambios que atencional (Badgaiyan & Posner, 1997).
ocurren de forma rápida y/o repentina en el Además, participa en la regulación de la
ambiente o la situación en que los sujetos agresión y de los estados motivacionales
se desenvuelven (Rolls, 2000). Participa de (Fuster, 2002). Se considera que la corteza
del cíngulo anterior (AB 24) funciona de

50 Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias


Neuropsicología de Lóbulos Frontales

forma integrada con esta región (Miller & derecha se relaciona más con la
Cohen, 2001). Su porción inferior (infero- construcción y diseño de objetos y figuras,
medial: AB 32) está estrechamente la memoria de trabajo para material visual,
relacionada con el control autonómico, las la apreciación del humor (Geschwind &
respuestas viscerales, las reacciones Iacoboni, 1999), la memoria episódica, la
motoras y los cambios de conductancia de conducta y la cognición social (Shammi &
la piel, ante estímulos afectivos (Ongur et Stuss, 1999), así como en la detección y el
al., 2003); mientras que la porción superior procesamiento de información y situaciones
(supero-medial) se relaciona más con los nuevas (Goldberg, 2001).
procesos cognitivos (Burgess, 2000). Las
La CPF izquierda se relaciona más con
porciones más anteriores de la corteza
decisiones que tienen una lógica,
frontomedial (prefrontal medial: AB 10), se
condiciones determinadas y un espacio de
encuentran involucradas en los procesos de
decisión conocido; a este tipo de decisiones
mentalización (teoría de la mente) (Shallice,
se le ha denominado “verídicas”, ya que
2001).
con independencia del sujeto que las haga
el resultado es prácticamente el mismo, por
ejemplo, ante la situación: ¿qué línea de
metro tomo para ir a la universidad?
únicamente hay una respuesta correcta y
está decisión se realizará con relativa
independencia del sujeto que la haga.
En cambio la CPF derecha se relaciona
más con decisiones subjetivas y
adaptativas que no son lógicas, son
relativas al momento y espacio de un sujeto
en particular, sus condiciones no son claras
ni el espacio en donde se desarrollan son
Figura 4. Se observa de forma esquemática las
zonas de la corteza frontomedial. completamente conocidos (i.e., situaciones
de la vida diaria como: ¿qué ropa me
Diferencias hemisféricas pondré hoy para ir al cine?, ¿qué película
Existen importantes diferencias entre el veo? ¿voy al cine ó al teatro?) (Goldberg &
funcionamiento de la CPF izquierda y la Podell, 1999).
CPF derecha. La CPF izquierda, está más A pesar de que la mayoría de las
relacionada con los procesos de planeación diferencias hemisféricas citadas se
secuencial, flexibilidad mental, fluidez relacionan principalmente con la CPFDL,
verbal, memoria de trabajo (información algunas de ellas dependen de otras
verbal), estrategias de memoria (material regiones de la CPF ó incluso de toda la
verbal), codificación de memoria semántica CPF en su conjunto.
y secuencias inversas (Morris, Ahmed,
Syed, & Toone, 1993); así como en el Lóbulos frontales y funciones ejecutivas
establecimiento y consolidación de rutinas o
Las funciones más complejas del humano,
esquemas de acción que son utilizados con
entre ellas las funciones ejecutivas (FE) son
frecuencia (Goldberg, 2001). La CPF
soportadas principalmente por la corteza

Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias 51


Flores & Ostroksy-Solís

prefrontal (Goldberg, 2001), participan en el Planeación


control, la regulación y la planeación La planeación es una de las capacidades
eficiente de la conducta humana, también más importantes de la conducta humana,
permiten que los sujetos se involucren se define como la capacidad para integrar,
exitosamente en conductas independientes, secuenciar y desarrollar pasos intermedios
productivas y útiles para sí mismos (Lezak, para lograr metas a corto, mediano o largo
Howieson, & Loring, 2004). plazo (Tsukiura, Fujii, & Takahashi, 2001).
Se definen como un proceso o una serie de En algunas ocasiones la planeación no sólo
procesos cuyo principal objetivo es facilitar se realiza en una sola dirección, con
la adaptación a situaciones nuevas, opera frecuencia se realizan pasos indirectos o en
por medio de la modulación o el control de sentido inverso (para lo cual también se
habilidades cognitivas más básicas; estas requiere de flexibilidad mental, otra función
habilidades o rutinas son procesos sobre- ejecutiva importante) que al seriarse con los
aprendidos por medio de la práctica o la pasos directos, se consigue llegar a la meta
repetición e incluyen habilidades motoras y planteada (Luria, 1986). Por medio de
cognitivas, como la lectura, la memoria o el estudios de neuroimagen funcional se ha
lenguaje (Burgess, 1997). Representan un encontrado que las porciones
sistema cuyo desempeño es optimizado en dorsolaterales de la CPF, son las áreas que
situaciones que requieren la operación de se encuentran principalmente involucradas
diversos procedimientos cognitivos, este en los procesos de planeación (Baker,
sistema se necesita aun más cuando se Rogers, & Owen, 1996; Morris et al., 1993).
tienen que formular nuevos planes de
Control conductual
acción, al igual que cuando se necesita
Una de las funciones más importantes de la
seleccionar y programar secuencias
CPF es la capacidad de control sobre los
apropiadas de respuesta (Robbins, 1998).
demás procesos neuronales que se llevan a
Debido a que en la mayoría de las
cabo dentro y fuera de la CPF (Cohen,
situaciones de la vida diaria es necesario
1994), el control inhibitorio ejercido por la
hacer adaptaciones conductuales, también
CPF, en particular por la CFM, permite
permiten la creación de patrones nuevos de
retrasar las tendencias a generar
procesamiento cuando no existen
respuestas impulsivas, originadas en otras
esquemas que puedan enfrentar la
estructuras cerebrales, siendo esta función
situación (Burgess, 1997).
reguladora primordial para la conducta y la
Aunque se ha identificado y estudiado un atención (Matthews, Simmons, Arce, &
número importante de ellas, no existe una Paulus, 2005).
función ejecutiva unitaria, existen diferentes
procesos que convergen en un concepto Flexibilidad mental
general de las funciones ejecutivas La capacidad para cambiar un esquema de
(Fernandez-Duque et al., 2000). Entre todas acción o pensamiento en relación a que la
las descritas destacan: la planeación, el evaluación de sus resultados indica que no
control conductual, la flexibilidad mental, la es eficiente, o a los cambios en las
memoria de trabajo y la fluidez. condiciones del medio y/o de las
condiciones en que se realiza una tarea
específica, requiere de la capacidad para

52 Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias


Neuropsicología de Lóbulos Frontales

inhibir este patrón de respuestas y poder se relaciona más con la actividad de la zona
cambiar de estrategia (Robbins, 1998). premotora y con el área de Broca (Weiss,
También implica la generación y selección Siedentopf, Hofer, & Deisenhammer, 2003).
de nuevas estrategias de trabajo dentro de La fluidez de diseño (dibujos y figuras) se
las múltiples opciones que existen para relaciona con la CPF derecha (Ruff, Allen,
desarrollar una tarea (Miller & Cohen, Farrow, Niemann, & Wylie, 1994).
2001). Las situaciones de la vida diaria con
Recientemente se ha hecho énfasis en
frecuencia son altamente cambiantes y los
capacidades psicológicas no incluidas
parámetros y criterios de respuestas no
dentro del concepto FE, sino capacidades
dependen de una lógica inflexible y
de mayor jerarquía cognitiva, como la
generalizable a todas las circunstancias,
metacognición, la mentalización y la
sino que dependen del momento y el lugar
cognición social (Shimamura, 2000; Stuss &
en donde se desarrollen; la excesiva fijación
Levine, 2000).
de un criterio, una hipótesis o una
estrategia de acción, afectan de forma Metacognición
importante la solución de problemas La metacognición es el proceso con mayor
(Robbins, 1998). jerarquía cognitiva y no se considera una
función ejecutiva sino un proceso de mayor
Memoria de trabajo
nivel (van den Heuvel et al., 2003). Es
La memoria de trabajo es la capacidad para
definida como la capacidad para monitorear
mantener información de forma activa, por
y controlar los propios procesos
un breve periodo de tiempo, sin que el
cognoscitivos (Shimamura, 2000).
estímulo esté presente, para realizar una
acción o resolver problemas utilizando Mentalización
información activamente (Baddeley, 1990), La capacidad de pensar lo qué otra persona
así como también para el curso de los puede estar pensando, pensará y/o
procesos de pensamiento (Baddeley, 2003). reaccionará en relación a una situación o
Ante diversas modalidades de información evento particular, se ha denominado
o tipo de procesamiento existe participación mentalización y es una de las capacidades
diferente de diversas estructuras de la CPF humanas más importantes para las
para el mantenimiento de la memoria de relaciones interpersonales y sociales
trabajo, lo cual se extiende más allá de la (Shallice, 2001).
división verbal-visual (Goldman-Rakic, Se ha encontrado que en sujetos con
1998). autismo la capacidad de mentalización se
encuentra afectada y se ha propuesto que
Fluidez
esta situación es una de las características
La velocidad y precisión en la búsqueda y
más importantes de este trastorno (Baron-
actualización de la información, así como
Cohen & Belmonte, 2005). Los sujetos con
en la producción de elementos específicos
alteraciones en la capacidad de
en un tiempo eficiente, es un importante
mentalización no pueden estimar ni
atributo de la CPF y se relaciona con la
comprender el proceso de pensamiento de
función ejecutiva de productividad (Lezak et
otras personas y no pueden estimar las
al., 2004). La fluidez de lenguaje, en
experiencias psicológicas desde la
particular la fluidez de verbos o acciones,
perspectiva de los demás (Frith & Frith,

Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias 53


Flores & Ostroksy-Solís

2003). Por medio de estudios de social en donde hay que tomar decisiones
neuroimagen funcional se ha encontrado personales (Stuss & Levine, 2000). Cada
que la CPFM es la región de la CPF más sujeto tiene intereses personales,
relacionada con la capacidad de profesionales y sociales los cuales intenta
mentalización (Shallice, 2001). desarrollar en dependencia de la evaluación
de su pertinencia social-ambiental. Se
Conducta social plantea que la cognición social requiere de
Durante el desarrollo, los niños tienen que un modelo mental del sujeto (auto-
asimilar, aprender y desarrollar diversos conocimiento) que le permita identificar su
sistemas de reglas cognitivas y sociales, las papel particular dentro de un contexto
cuales cuando adultos, les permitan familiar, laboral y social; de forma que
interactuar propositivamente con su medio. pueda estimar, regular y planear cómo
Esta serie de capacidades se ha puede lograr satisfacer sus intereses en un
denominado: implementación de reglas, ambiente social complejo (Stuss & Levine,
permitiendo que de forma flexible se 2002). Se ha identificado que la CPF
alterne, seleccione, actualice y se ejecuten derecha, en particular el polo frontal, puede
procedimientos efectivos de conducta en ser el nodo más importante en el soporte de
base a situaciones sociales determinadas estas capacidades (Shammi & Stuss,
(Bunge, 2004). Se ha encontrado que el 1999).
daño frontal perinatal y en la infancia
Las regiones polares de la CPF
temprana, particularmente el daño en la
(particularmente el polo frontal derecho) son
COF y CFM, produce una alteración
primordiales para algunas capacidades
denominada: discapacidad de aprendizaje
incluidas dentro de la cognición social,
social y conductual (Price, Daffner, Stowe,
como son la interpretación del humor y la
& Mesulam, 1990) que se caracteriza
interpretación no literal de mensajes
porque a partir de la adolescencia se
verbales como los refranes (Ferreti, Schwint
presentan conductas antisociales que van
& Katz, 2006; Thoma & Daum, 2006),
desde robo, violencia y adicción a drogas, y
debido a que para su comprensión se
con frecuencia este tipo de pacientes
requieren de la actualización e integración
terminan en prisión (Anderson, Damasio,
de elementos autobiográficos (Shammi &
Tranel, & Damasio, 2000). Se ha propuesto
Stuss, 1999).
que esta dificultad se debe a que el daño en
la COF no permite crear y/o adjudicar redes
Neuropsicología del daño frontal
neuronales que representen marcadores
afectivos de lo correcto o incorrecto (desde El análisis neuropsicológico del daño frontal
un punto de vista social) de las conductas se complica por la variabilidad del tamaño
que presentan en los niños durante su de la lesión, el tipo de patología, el daño
desarrollo (Damasio, 1998). cortical versus el subcortical (o ambos), la
región de la corteza afectada, el tiempo de
Cognición social desarrollo de la lesión y el impacto de la
La capacidad de cognición social se ha desconexión funcional con otras áreas
propuesto para definir los procesos corticales; debido a todos estos factores es
cognitivos que incluyen al sujeto (con sus que las definiciones del “daño frontal”
motivaciones y valores) en un contexto varían considerablemente, se ha advertido
que no existe una entidad única y simple

54 Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias


Neuropsicología de Lóbulos Frontales

como “síndrome frontal”, agrupar como una complejo y diverso. De la misma forma el
sola todas sus variantes es un error daño o compromiso funcional a sus
(Kertesz, 1994). distintas áreas y zonas puede presentar
una sintomatología muy distinta, en
El daño frontal produce muy diversas
dependencia del tipo de lesión y de la(s)
características cognitivas y conductuales,
zona(s) dañada(s).
en dependencia de la(s) zona(s) que se
lesionen. Por ejemplo, el daño en la COF Las regiones menos evolucionadas desde
producirá alteraciones en la regulación el punto de vista filogenético: la COF y la
afectiva y conductual, en tanto que el daño CFM, se relacionan con el control
en la CPFDL, afectará principalmente conductual y afectivo; en tanto que la región
funciones ejecutivas. Las lesiones de la con mayor evolución filogenético: la
CFM prefrontal medial producirán CPFDL, se relaciona principalmente con el
alteraciones del control atencional y de control de procesos cognitivos complejos,
mentalización. Las lesiones más polares como el pensamiento, el lenguaje, el control
producirán alteraciones en las capacidades ejecutivo, entre otros más. Por último, las
de cognición social y metacognición. regiones más anteriores de la CPF soportan
los procesos más desarrollados y
También se ha propuesto agrupar a los
exclusivamente humanos: la cognición
pacientes por medio del criterio funcional
social, la mentalización, el auto-
(Stuss & Levine, 2000), debido a la gran
conocimiento y la metacognición.
variabilidad en el tipo, la magnitud e
imprecisión anatómica de las lesiones El desarrollo en el conocimiento de la
frontales; de esta forma el “síndrome neuropsicología de los lóbulos frontales
disejecutivo”, describe un amplio espectro permitirá avanzar en la comprensión de las
de alteraciones frontales y ejecutivas sin zonas del cerebro más importantes para la
precisar sus correlatos anatómicos. Lo que conducta y la cognición humana. Lo que
admite describir en el nivel cognitivo y eventualmente permitirá un abordaje clínico
funcional las alteraciones presentadas, más acorde a esta complejidad.
permitiendo enfocarse más en procesos y
mecanismos cognitivos que en zonas del
cerebro. Esto permite implementar y utilizar Referencias
métodos de evaluación y rehabilitación Anderson, S. W., Damasio, H., Tranel, D., &
provenientes de la psicología cognitiva Damasio, A. R. (2000). Long-term sequelae
tanto en la evaluación como en la of prefrontal cortex damage acquired in
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58 Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias

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SESIÓN 14
NEUROPSICOLOGÍA DEL HEMISFERIO DERECHO Y
ESTRUCTURAS SUBCORTICALES.

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Contribution of right hemisphere and cerebellum. Psychology in Russia, 10(3), 206.
Psychology in Russia: State of the Art Russian
Psychological
Lomonosov
Moscow State
Volume 10, Issue 3, 2017 Society University

Cognitive aspects of human motor activity:


Contribution of right hemisphere and cerebellum
Aleksei S. Sedova,b*, Valentin A. Popova, Veronika I. Filyushkinaa,
Ulia N. Semenovaa, Viacheslav A. Orlovc,
Boris M. Velichkovskyb,c,e, Vadim L. Ushakovc,d
a
Semenov Institute of Chemical Physics, Russian Academy of Sciences, Moscow, Russia
b
Moscow Institute of Physics and Technology, Moscow, Russia
c
Kurchatov Institute National Research Centre, Moscow, Russia
d
Lomonosov Moscow State University, Moscow, Russia
e
Russian State University for the Humanities, Moscow, Russia

* Corresponding author. E-mail: sedov.chph@yandex.ru

Background. Concepts of movement and action are not completely synonymous,


but what distinguishes one from the other? Movement may be defined as stimulus-
driven motor acts, while action implies realization of a specific motor goal, es-
sential for cognitively driven behavior. Although recent clinical and neuroimaging
studies have revealed some areas of the brain that mediate cognitive aspects of
human motor behavior, the identification of the basic neural circuit underlying the
interaction between cognitive and motor functions remains a challenge for neuro-
physiology and psychology.
Objective. In the current study, we used functional magnetic resonance imaging
(fMRI) to investigate elementary cognitive aspects of human motor behavior.
Design. Twenty healthy right-handed volunteers were asked to perform stim-
ulus-driven and goal-directed movements by clenching the right hand into a fist (7
times). The cognitive component lay in anticipation of simple stimuli signals. In order
to disentangle the purely motor component of stimulus-driven movements, we used
the event-related (ER) paradigm. fMRI was performed on a 3 Tesla Siemens Magne-
tom Verio MR-scanner with 32-channel head coil.
Results. We have shown differences in the localization of brain activity depend-
ing on the involvement of cognitive functions. These differences testify to the role of
the cerebellum and the right hemisphere in motor cognition. In particular, our results
suggest that right associative cortical areas, together with the right posterolateral cer-
ebellum (Crus I and lobule VI) and basal ganglia, define cognitive control of motor
activity, promoting a shift from a stimulus-driven to a goal-directed mode.

ISSN 2074-6857 (Print) / ISSN 2307-2202 (Online)


©  Lomonosov Moscow State University, 2017
©  Russian Psychological Society, 2017
doi: 10.11621/pir.2017.0314
http://psychologyinrussia.com
Cognitive aspects of human motor activity…   207

Conclusion. These results, along with recent data from research on cerebro-cerebel-
lar circuitry, redefine the scope of tasks for exploring the contribution of the cerebellum
to diverse aspects of human motor behavior and cognition.
Keywords: action, movement, fMRI, lateralization, motor behavior, voluntary move-
ment, cognition, cortex, cerebellum, basal ganglia

Introduction
Motor acts are not just made; they are thought out, planned, organized, and learned.
These all require the involvement of various integrated cognitive functions, allow-
ing for a successful performance. The neural substrate of cognitive aspects of move-
ment remains a matter of debate. The classic model of motor control describes a
pyramidal system as the main executive part and an extrapyramidal system that
controls smoothness and precision, while in addition providing feedback. Human
motor activity is carried out by activating a number of cortical structures: the pri-
mary motor (M1) and somatosensory (PSC) cortex, the premotor (PMC) cortex,
and the supplementary motor area (SMA) (Grefkes, Eickhoff, Nowak, Dafotakis,
& Fink, 2008; Wu, Kansaku, & Hallett, 2004). Patterns of activation were also ob-
served in the cingulate gyrus, several parts of the cerebellum, thalamus, and basal
ganglia (Wardman, Gandevia, & Colebatch, 2014).
Investigation of brain activity during motor performance has revealed other
non-motor structures testifying to motor–cognitive interactions (Gentsch, Weber,
Synofzik, Vosgerau, & Schütz-Bosbach, 2016; Strick, Dum, & Fiez, 2009). Parietal
and frontal areas have been found to be part of dorsal and ventral attention systems
and accordingly play a role in detection of behaviorally relevant sensory events,
therefore influencing the motor response (Corbetta, & Shulman, 2002). Insula –
also a region of interest in motor cognition studies – have been hypothesized to
be an area of convergence for these attentional systems (Nelson et al, 2009). The
basal ganglia may support a basic attentional mechanism to bind input to output in
the executive forebrain, which provides the link between voluntary effort and the
operation of a sequence of motor programs or thoughts (Wu, Kansaku, & Hallett,
2004).
Recent studies have proposed a habitual and goal-directed control impairment
model for movement disorders such as Parkinson’s disease and for some mental
disorders (Jahanshahi, Obeso, Rothwell, & Obeso, 2015; Redgrave, Rodriguez,
Smith, Rodriguez-Oroz, Lehericy, Bergman, & Obeso, 2010). Along with numer-
ous neuroimaging and psychological findings, they suggest that while most actions
are expressed in movement, they tend to involve higher-level processes such as
sensory integration, motor planning, or decision making. There is an intellectual
aspect of movement control, which is obligatory for an adaptive action.
Experiments with motor, cognitive, and motor/cognitive tests and procedures
have revealed a vast array of brain areas responding, depending upon the task
(Behroozmand et al., 2015; Von der Gablentz, Tempelmann, Münte, & Heldmann
2015). Cerebellar activation of diverse types could be seen in a variety of studies
(Stoodley, & Schmahmann, 2009) examining its role in motor behavior control.
The classical symptoms of cerebellar lesion – such as ataxia, negative Rhomberg’s
test, and vertigo – all involve coordination of voluntary movements, posture, and
208   A. S. Sedov et al.

equilibrium. After Schmahmann’s and Sherman’s report on cerebellar cognitive af-


fective syndrome, the notion of cerebellar functions, mainly concerned with con-
trol and coordination of motor activity, required broadening (Schmahmann, &
Sherman, 1998).
The variety of behavioral deficits including executive, visual–spatial, linguis-
tic, and emotional impairment suggests a constellation of circuits linking the
cerebellum with vast brain areas of different functional modality. There is now
no doubt that a significant, albeit not yet specified, part of the cerebellar output
projects to non-motor areas (Allen, & Tsukahara, 1974; Anand, Malhotra, Singh,
& Dua, 1959). Anatomical evidence that the cerebellum exerts an influence over
non-motor regions of the cerebral cortex is complemented by data from neuroim-
aging and neuropsychology (Appollonio, Grafman, Schwartz, Massaquoi, & Hal-
lett, 1998; Botez-Marquard, Léveillé, & Botez, 1994). These lines of research have
provided compelling evidence that the cerebellum plays a functionally important
role in human cognition. In this light, we planned the present study to include
systematic observations of cerebral and cerebellar activation during goal-directed
movements.

Method
Twenty right-handed healthy volunteers (11M, 9F), with a mean age of 22 ± 3 years,
participated in this study. All subjects were carefully instructed about MR investi-
gation features and conditions and were included only after signing an informed
consent.
Brain imaging was performed on a 3 Tesla SIEMENS Magnetom Verio MR-
scanner with 32-channel head coil. Head motion was reduced by a belt around the
subject’s head. Subjects lay supine in the MR scanner with a response device fixed to
their right hand. The protocol included: 1) T1-weighted sagittal three-dimensional
magnetization-prepared rapid gradient echo sequence (176 slices, TR = 1470 ms,
TE = 1.76 ms, voxel size 1x1x1 mm) for anatomical data and 2) T2 EPI echo planar
sequence (42 slices, TR = 2000 ms, TE = 44 ms, voxel size 1.5 × 1.5 × 2.6 mm) for
functional images. The ultrafast fMRI sequence was obtained from the University
of Minnesota Center for Magnetic Resonance Research. Also we received data that
contain options for reducing the spatial distortion of EPI images.
We employed two different paradigms. In order to disentangle the purely mo-
tor component of stimulus-driven movements we used the event-related (ER)
paradigm. Volunteers were asked to clench their right hand into a fist (7 times) in
response to verbal commands. We studied brain activity only during the movement
itself, with an action period of 1 second each.
The second paradigm was used to study the cognitive aspects of goal-directed
movements. This block-design paradigm consisted of 7 alternating rest and action
periods of 30 seconds each. During the action period, evenly played beeping was
introduced to the volunteers, who were asked to clench their hand anticipating the
beep, which was followed by another in 1.5 seconds. These movements were con-
sidered goal-directed, involving a more complex, comprehensive behavior com-
posed of both motor and cognitive aspects such as attention and time appreciation,
in comparison with stimulus-driven movements.
Cognitive aspects of human motor activity…   209

The Matlab (MathWorks) free access SPM12 (http://www.fil.ion.ucl.ac.uk/


spm/software/spm12/) package was used for parametric mapping of anatomical
and functional data. Preliminary processing included DICOM files transferring,
fixing anatomical coordinates to AC-PC line, image correction considering head
tilt, matching anatomy with activity clusters and their equalization, and Gaussian
smoothing of the data. A design matrix was then created. Moments when the stim-
ulus would be presented, along with action duration, were set. Then parametric sta-
tistical mapping of the brain areas was used with the common linear model GLM.
The confidence interval for individual and group analysis was chosen according
to T-criterion (p < 0.05), considering multiple comparison test (FWE) and topo-
logical adjustment FDR (q<0.05). Cluster localization and analysis was performed
with SPM packages Anatomy Toolbox (Eickhoff et al., 2005) and WFU PickAtlas
(Maldjian, Laurienti, Kraft, & Burdette, 2003).

Results
In the current study, we analyzed fMRI data obtained from healthy right-handed
participants who were asked to perform voluntary movements. We observed acti-
vations in the five clusters: 1) сontralateral pre- and postcentral gyri (738 voxels);
2) contralateral insula (31 voxels); 3) supplementary motor area (SMA) (56 voxels);
4) ventral thalamic nuclei (VPL, VPM) (22 voxels); 5) ipsilateral cerebellum lob-
ules IV and V (134 voxels) projection as well as lobules VI (36 voxels) projection
(Figure 1).
Significant activation in goal-directed movements compared to baseline was
observed in total within 19 clusters (1,271 voxels) (Fig. 2, Table 1). Motor corti-
cal clusters consisted of 264 voxels and included the primary motor cortex (M1)
and the somatosensory cortex (PSC). Cortical regions also included bilateral sup-
plementary motor area (SMA), ipsilateral inferior parietal lobule, supramarginal
gyrus, superior frontal gyrus, and frontal operculum. In subcortical structures, sev-
eral clusters (167 voxels) in total were observed. The most significant one was in

Figure 1. Brain areas activated during stimulus-driven movement. A — statistical paramet-


ric maps of activated areas, B — activated areas imposed on averaged brain
210   A. S. Sedov et al.

ventral thalamic nuclei (51 voxels). Basal ganglia were presented with contralateral
anterior striatum areas and ipsilateral putamen and pallidal areas (18 voxels). The
last group of clusters that we obtained using this paradigm was bilateral cerebellar
(1013 voxels). The largest of them (707 voxels) involved the ipsilateral IV, V (335
voxels) and VI (161 voxels) lobules, along with vermic lobule IV, V (153 voxels), VI
(34 voxels), and VIII (3 voxels). In the contralateral cerebellar hemisphere cluster
(288 voxels) in VI lobule and Crus I was activated.

Table 1. Localization of brain areas activated during goal-directed movement.

Cluster MNI coordinates Activated areas


No. T-value
size X Y Z Side Structure Size

1 264 –40.5 –22 57.4 L Precentral gyrus 196 6.8


L Postcentral gyrus 63 7.2
2 227 –4.5 0.5 52.2 L Supplementary motor area 126 6.6
R Supplementary motor area 101 6.6
3 42 46.5 –38.5 44.4 R Inferior parietal lobule 26 6.4
R Supramarginal gyrus 16 6.5
4 16 13.5 –2.5 73 R Supplementary motor area 10 6.4
R Superior frontal gyrus 6 6.8
5 14 36 –4 65.2 R Superior frontal gyrus 13 6.7
6 11 4.5 8 54.8 R Supplementary motor area 11 6.7
7 8 52.5 12.5 5.4 R Inferior frontal gyrus, opercular part 8 6.2
8 51 –15 –19 8 L Thalamus 51 7
9 28 –22.5 0.5 5.4 L Putamen 26 6.5
10 24 –30 –7 –2.4 L Putamen 23 6.5
11 22 –25.5 –23.5 5.4 L Putamen 4 6.4
12 18 25.5 –2.5 5.4 R Putamen 17 6.5
13 10 –19.5 5 21 L Caudate nucleus 9 6.4
14 7 –24 –7 13.2 L Putamen 6 6.4
15 7 –18 –7 23.6 L Caudate nucleus 3 6.4
16 707 18 –46 –20.6 R Hemispheric lobule IV/V 335 8
R Hemispheric lobule VI 161 7.6
R Vermic lobule IV/V 153 7.6
R Vermic lobule VI 34 6.6
R Vermic lobule VIII 3 6.5
17 288 –30 –56.5 –28.4 L Hemispheric lobule VI 253 7.6
L Crus I 35 6.7
18 10 22.5 –65.5 –23.2 R Hemispheric lobule VI 10 6.3
19 8 4.5 –61 –31 R Vermic lobule VIII 6 6.5
Cognitive aspects of human motor activity…   211

We used two different paradigms to investigate the difference between the


goal-directed and stimulus-driven motor acts. Figure 3 shows how distributions
of activated neuronal clusters varied between hemispheres and large-scale parts
of the human brain during these two types of movements. The stimulus-driven
movements were characterized by strong leftward lateralization, whereas the goal-
directed movements seem to involve activation of the bilateral cortex, basal ganglia,
and cerebellum, with a pronounced rightward shift in the last case.

Figure 2. Areas of activation during goal-directed movement imposed on averaged brain


212 A. S. Sedov et al.

Figure 3. Comparison of brain activity (cluster size) during stimulus-driven


and goal-directed movements

These findings suggest that goal-directed motor control is carried out by dis-
persed neural networks localized in both hemispheres. In particularly, cerebral
activity seems to have the tendency to shift from motor to associative areas. Also
worth noting is the participation of the bilateral posterolateral cerebellum in non-
motor functions. This involvement significantly shifts rightward in the case of goal-
directed movements.

Discussion
Analysis of human motor activity by means of event-related and block designed
paradigms showed quite similar brain activation patterns in motor areas. As both
conditions required subjects to perform movements, we can conclude that this
common network, composed of cortical, subcortical, and cerebellar structures, is
associated with motor function in general. Our finding is consistent with previ-
ous reports and suggests that the primary motor cortex (M1), which is the “lowest
level” motor area for the control of motor acts, exerts influence, through pyrami-
dal fibers passing down to the anterior horn’s motor neurons, upon basal ganglia
nuclei, which in turn exert extrapyramidal control of motor program sequences
via the thalamus (Jueptner, & Weiller, 1998; Lanciego, Luquin, & Obeso, 2012). At
the same time, the cerebellum is involved in equilibrium and the coordination and
control of movement (Jueptner, & Weiller, 1998; Strick et al., 2009).
On the other hand, our study revealed significant differences in activity local-
ization between the two motor paradigms, i.e., stimulus-driven and goal-directed.
In the latter case, we observed activation of the bilateral supplementary motor area
(SMA, pre-SMA), which is considered to play a role in the initiation of movement
(Cunnington, Windischberger, Deecke, & Moser, 2003), and in action control
Cognitive aspects of human motor activity… 213

(Nachev, Wydell, O’Neill, Husain, & Kennard 2007). Furthermore, along with the
motor cortex, the associative frontal and parietal areas were also engaged in goal-
directed movement.
Another main difference is a pronounced right sided lateralization of brain
activity in the associative parietal areas, frontal cortex, and basal ganglia during
goal-directed motor activity. We suppose that this could be a manifestation of cog-
nitive components of voluntary movement. Previous studies reviewed evidence
for partially segregated networks of brain areas that carry out goal-directed and
stimulus-driven attentional functions (Corbetta, & Shulman, 2002). One possible
explanation might be that this lateralization is due to a close relationship between
goal-directed motor behavior and voluntary attention. Specifically, the system
which is thought to direct attention to behaviorally relevant stimuli is strongly
lateralized to the right hemisphere (Shulman, Pope, Astafiev, McAvoy, Snyder, &
Corbetta, 2010).
The most interesting fact is that goal-directed movement was associated with
bilateral activation of the cerebellum along with the cortex. Bilateral cerebellar
activation in lobules vI and Crus I during the n-back test was reported in recent
studies, showing lateral cerebellar posterior lobe activation during working mem-
ory tests (Honey, Bullmore, & Sharma, 2000; Tomasi, Caparelli, Chang, & Ernst,
2005; valera, Faraone, Biederman, Poldrack, & Seidman, 2005). Obviously, work-
ing memory capacity is an important feature of control and execution in atten-
tion-demanding tasks (Engle, Cantor, & Carullo, 1992; Kane, Bleckley, Conway,
& Engle, 2001). Defined as the ability to maintain and manipulate information
online in the absence of incoming sensory or motor stimulation, working memory
can be one of the manifestations of internal model control (Ito, 2008). Recent evi-
dence from neuroimaging and human lesion studies suggests that the right poste-
rolateral cerebellar hemisphere is involved, independently of movement, in help-
ing an individual to generate verbs for given nouns (Gebhart, Petersen, & Thach,
2002) and in the acquisition of a new lexicon (Lesage, Nailer, & Miall, 2016). The
extent to which the cerebellar regions (right cerebellar vermis and right cerebel-
lar Crus II), but not the cerebral areas, were recruited during learning correlated
positively with participants’ improvement in performance after the learning task.
The data provide evidence for a cerebellar role not only in motor performance but
in cognitive processing as well.
One of the reasons the cerebellum is involved in cognitive tasks is that move-
ments themselves contain cognitive features. In our study, goal-directed move-
ment before the signal requires internal timing, anticipation, and error correction.
The activations during cognitive and emotional processing are localized to the
cerebellar posterior lobe in lobules vI and vII, involving both Crus I and Crus II,
with no anterior lobe involvement (Exner, Weniger, & Irle, 2004; Schmahmann,
Weilburg, & Sherman, 2007; Tavano, Fabbro, & Borgatti, 2007). This suggests dis-
tinct, segregated cerebellar areas providing non-motor processing located in the
posterior lobe. Activity in lobule vI was registered during a working memory task
without any motor component (Stoodley, & Schmahmann, 2009). The existence of
a significant lobule vI cluster in volunteers performing the simple clenching task
214   A. S. Sedov et al.

in our study fits well with the idea that even nearly automatically produced move-
ments preserve some residual cognitive properties.
Comparative anatomical studies show the enlargement of the ventral dentate
and posterior cerebellar lobe in humans to be parallel to the enlargement of the
prefrontal cortex (Leiner, Leiner, & Dow, 1991). These observations have led to
the proposal that these areas must be related, and that posterolateral cerebellum
participation in non-motor functions may be especially prominent in humans.
Our neuroimaging data studies also prove that, as we see activation increase in
frontal cortex areas like the SMA, the inferior frontal gyrus, and the opercular
area, lobules VI and Crus I activate accordingly. This conjunction might reflect
the shared function of these cerebral and cerebellar areas. The prefrontal cortex
(PFC) receives input from all other cortical regions and functions to plan and
direct motor, cognitive, affective, and social behavior. And as our activity (ex-
plicit and implicit) becomes more conditioned to social interaction and emo-
tional state, the cerebellum, which was considered to be engaged solely in motor
control, took on a wide range of non-motor functions, probably due to the de-
velopment of new connections with the prefrontal and parietal areas (Takahashi
et al., 2004).

Conclusion
In the present study, we have shown differences in the localization of the brain’s
movement-related activity, depending on the involvement of cognitive functions.
These differences testify to the role of the right hemisphere and the cerebellum
in motor cognition. In particular, our results suggest that right associative corti-
cal areas together with the right posterolateral cerebellum (Crus I and lobule VI)
and basal ganglia define cognitive control over motor activity, promoting the shift
from stimulus-driven to goal-directed mode of processing. These results, along
with recent data from research on cerebro-cerebellar circuitry, redefine the scope
of future tasks for exploring the relatively unexpected contribution of the right
hemisphere and especially the cerebellum to diverse aspects of human behavior
and cognition.

Acknowledgments
This study was in part supported by the Russian Science Foundation (RScF 17-78-
30029 — The brain architecture of semantic representations) and by the Russian
Foundation for Basic Research (RFBR grant 15-04-05313, and ofi-m grants 15-29-
01344, 17-29-02518 as related to brain mechanisms of attentional control and to
the large-scale network organization, respectively).

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Original manuscript received August 25, 2017


Revised manuscript accepted September 11, 2017
First published online September 30, 2017

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