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Publicado en La Ley Actualidad, 14 de octubre de 2010

EL «EL LEAL ACATAMIENTO» A LOS FALLOS DE LA CORTE SUPREMA


Y LA DEFENSA DE LOS DERECHOS CONSTITUCIONALES
(En el caso Sosa)

María Angélica Gelli

SUMARIO
1. La larga marcha de la república democrática y federal en Argentina
2. El caso “Sosa”, el reconocimiento de los derechos de éste por parte de la Corte Suprema y
la supuesta afectación del federalismo
3. La obediencia a los fallos de la Corte Suprema, el dilema de “Marbury vs. Madison” y
cómo lo resolvió el Tribunal argentino
4. La colaboración entre poderes y la hora del Congreso

************

1. La larga marcha de la república democrática y federal en Argentina

Aunque las elecciones populares son imprescindibles para garantizar el principio


democrático, la restauración de las rutinas electorales libres y competitivas no resultan
suficientes para restablecer las características de la república –todas las notas de esta forma
de gobierno- ni, menos, las relaciones federales sustantivas, éstas ya por sí mismas
complejas y problemáticas.

Las seis rupturas constitucionales en el pasado argentino no sólo bloquearon el acceso al


poder de los electores a través de sus representantes instalaron, también, rutinas, hábitos de
concentración de la decisión política, que pervivieron en los períodos democráticos -
establecidos entre gobiernos de facto- visibles en la organización del poder y, por si fuera
poco, en las estructuras sociales.1

1
Sería interesante examinar, por ejemplo, por cuales razones cuesta tanto plasmar en la legislación
argentina algún grado de participación de los sindicatos minoritarios en el ejercicio de los derechos
que la Constitución Nacional reconoce a los gremios y, en cambio, se otorga la personería gremial
solamente a un sindicato por rama. Si acaso, esa preferencia por el sindicato con personería sindical
única es compartida, además, por las Cámaras Empresariales.
El sistema se ha mantenido pese a las sentencias de la Corte Suprema emitidas en “Asociación
Trabajadores del Estado c/Ministerio de Trabajo s/Ley de Asociaciones Sindicales. C.S. A. 201 XL
(2008), en la que sostuvo que los sindicatos con simple inscripción [personería jurídica] pueden
también elegir delegados para las convenciones colectivas y la representación internacional y en
“Rossi, Adriana María c/Estado Nacional –Armada Argentina” C.S. R. 1717. XLI. (9/112/2009)
en la que el Tribunal declaró la inconstitucionalidad del Art. 52 de la ley 23.551 en tanto excluye de
la tutela sindical, a los directivos de un sindicato simplemente inscripto.

1
A mi modo de ver, esa dificultad para constituir las formas republicanas y federales
responde, por lo menos, a dos causas. En primer lugar, a los contextos contrainstitucioneles
que con mayor o menor virulencia asolaron el país en algunas épocas. Me estoy refiriendo
al desdén con el que se trató la llamada “democracia burguesa” proponiendo, la abstención
revolucionaria en algunas elecciones. Aunque esa cultura del desprecio democrático
pareció agotarse con el empeño puesto de relieve por la ciudadanía en resolver el conflicto
político a través de elecciones populares, inclusive en circunstancias de crisis económicas y
sociales graves- 2 algunas mutaciones de aquella cultura tomaron las formas del
cuestionamiento al excesivo apego o defensa de la “dimensión institucional y legal” del
poder. El reproche, ligado a idearios de ruptura aunque no siempre se lo exprese de ese
modo, implica privilegiar determinados fines en desmedro o por sobre los medios
institucionales, sin garantizar, por cierto, la eficacia de los instrumentos o la obtención de
aquellos objetivos que se proclaman al servicio del pueblo. 3 Distinguir las bases
ideológicas en las que se asienta ese relato de los conflictos y su exaltación o, en cambio,
de las soluciones posibles para componerlos, puede ayudar a identificar los problemas y a
conocer qué modo han bloqueado, con distinto ropaje semántico, la afirmación de los
principios constitucionales en la Argentina, en general y de la división de poderes en
particular. 4

En segundo término, las dificultades para fortalecer la república federal derivan de las
interrupciones constitucionales reiteradas en tanto éstas impidieron afinar la juridicidad en
la resolución de conflictos complejos. El aprendizaje técnico en el uso de las reglas
jurídicas para resolver –o al menos componer- conflictos de interés institucionales, que
estén en los bordes o directamente fuera de éstos, requiere el tiempo necesario para que las
soluciones contraconstitucionales o contralegales y sus consecuencias se hagan visibles
para todos y los cambios en la interpretación jurisprudencial, si se requieren, se den paso a
paso, sin producir rupturas y sin desobediencia a las decisiones judiciales. La tosquedad en
el empleo de los instrumentos jurídicos depende, además, de la escasa relevancia que los
decisionistas dan a esas herramientas y el hábito de sortearlas, que además se justifica en la
defensa de los intereses populares.

2
En la crisis de 2001-2002 no se repudió la democracia, aunque se pidieron cambios de los
protagonistas políticos con apelaciones algo inmaduras que pueden sintetizarse en la repetida frase:
“que se vayan todos”. Por cierto, esa crisis impactó en los partidos políticos, con divisiones notorias
en los dos mayores, El Partido Justicialista (PJ) y la Unión Cívica Radical (UCR).
3
Resultaría apropiado considerar qué ha sido en los hechos de esos modelos poco atenidos a lo
“institucional”. Si los efectos concretos para los beneficiarios de la flexibilidad formal no han sido
devastadores en términos de eficiencia, por ejemplo, de los servicios de salud, educación, acceso al
trabajo o a la vivienda.
4
Claro que, desde esa perspectiva, el significado de la Constitución como división de poderes, es
una mera formalidad.

2
De todos modos, debe reconocerse que en la larga marcha de la república democrática y
federal en Argentina se anotan logros importantes, aunque no los únicos, después de 1983.
La competencia electoral, más allá de algunas interferencias, se ha mantenido sin
interrupciones y sin proscripciones, a pesar de los artilugios legales instrumentados al uso
de los oficialismos; 5 las declaraciones de estado de sitio han sido pocas y han sido breves;
de modo similar ha ocurrido con las intervenciones federales dispuestas después de 1983.
En este último caso, en resguardo directo de las autonomías gubernamentales y
administrativas de las provincias, no obstante la dependencia económica de éstas, respecto
del gobierno nacional, que no se ha resuelto todavía.

El caso “Sosa”, en cambio, puede inscribirse como un jalón constrainstitucional en la larga


marcha por el afianzamiento de la república democrática federal en Argentina.

2. El caso “Sosa”, el reconocimiento de los derechos de éste por parte de la Corte


Suprema y la supuesta afectación del federalismo

El caso “Sosa” se precipitó cuando la Legislatura de la Provincia de Santa Cruz sancionó la


ley 2404 por medio de la cual se dispuso la supresión del cargo de procurador general del
Estado local, que hasta entonces ocupaba Eduardo Emilio Sosa. Además, la normativa
dividió las funciones de ese cargo, atribuyéndolas a un Agente Fiscal y a un Defensor,
ambos ante el Superior Tribunal de Justicia provincial. A pesar de que Sosa gozaba de
estabilidad por disposición de la constitución provincial, no se lo designó para ejercer las
funciones de Agente Fiscal, criterio que había sido el habitual en la provincia, en las
ocasiones que se sancionaron leyes de redistribución de competencias judiciales,
respetándose la estabilidad de los afectados. A partir de esos hechos, el ex Procurador inició
una larga lucha judicial que se prolongó por casi quince años sin que obtuviera, pese a
decisiones favorables de la Corte Suprema, la reposición en el cargo que legítimamente le
correspondía.6

Examinando la peripecia judicial del caso “Sosa”, las múltiples presentaciones del ex
Procurador General de la Provincia de Santa Cruz ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación y las decisiones que en su consecuencia emitió este Tribunal, puede advertirse que
la eventual afectación del federalismo argentino permaneció ausente en la actividad
defensiva y recursiva de las autoridades de la Provincia. La cuestión del federalismo, en
realidad, se agitó extramuros de los planteos y debates judiciales y fue alegada por las
autoridades provinciales y algunas nacionales, por el tenor de la hasta ahora última decisión
que dictó la Corte Suprema, el 14 de septiembre de 2010. De todos modos, lo adelanto
desde ya, entiendo que en el conflicto y su resolución judicial no se vulneró el federalismo
en modo alguno, ni las atribuciones de la Provincia de Santa Cruz, porque la controversia

5
Tales las listas «colectoras», las listas «espejo» y las «candidaturas testimoniales» de infeliz
memoria.
6
Hasta el momento en que esto escribo, finales de septiembre de 2010, Sosa no ha logrado que la
reposición en el cargo -ordenada por la Corte Suprema en varias oportunidades- se haga efectiva.

3
no se suscitó –ni se alegó ello por los interesados- en torno a una controversia entre poderes
públicos provinciales. Volveré sobre esta cuestión más adelante.

En las incidencias del conflicto judicial, la Corte Suprema con diferentes integraciones,
reconoció los derechos personales de Sosa a la estabilidad en su cargo, los derechos al
debido proceso adjetivo que se vieron alterados, y el deber de obediencia –«el leal
acatamiento» de todos, incluido los poderes judiciales locales, a los fallos del Tribunal, esto
a lo menos en tres oportunidades distintas y ante la reticencia de las autoridades de la
Provincia en cumplir las sentencias del Tribunal.7

Debe señalarse que en varias decisiones de esta larga contienda judicial, la Corte Suprema
hizo detallada referencia a los antecedentes del caso y, en la mencionada y última decisión
de 14 de septiembre de 2010, consignó los anteriores pronunciamientos del Tribunal, en
una grilla con los datos pertinentes de individualización de esas decisiones, desde las dos
primeras emitidas el 17 de diciembre de 1996. Diría que en el fallo del 14 de septiembre de
2010, la Corte Suprema quiso dejar en claro que la decisión emanaba del Tribunal y se
propuso hacer suyo un criterio objetivo de decisión, reiterado a lo largo de los años que
consumió la controversia. Criterio en orden al resguardo de los derechos del ex Procurador
y de respeto y cumplimiento debido de sus fallos.

Conviene reseñar, siquiera someramente, las decisiones que tomó la Corte Suprema acerca
de los derechos agraviados de Sosa, de cómo debía de reparárselos, y las respuestas
jurisdiccionales que articularon las autoridades de la Provincia de Santa Cruz, incluida la
declaración de inconstitucionalidad del Art. 9º, segundo párrafo de la ley 2404, en tanto
esta disposición preveía la supresión del cargo de procurador general, emitida por el
Superior Tribunal de Justicia local. 8 Aunque parezca increíble, y como se verá, a esta
declaración de inconstitucionalidad de la norma que inició la vulneración de los derechos
personales de Sosa, no le siguió la reposición en el cargo de éste, que fue resistida por las
autoridades provinciales de todas las maneras posibles, incluso yendo contra sus propios
actos.

Debe decirse que las resoluciones de la Corte Suprema –con las diferentes integraciones
con las que debió abocarse a la cuestión- fueron extremadamente cuidadosas y equilibradas
al momento de decidir, con el objetivo -que resulta visible leyendo los pronunciamientos

7
Cfr. consid. 7º de “Sosa, Eduardo Emilio s/acción de inconstitucionalidad”. C.S. S. 2446.
XXXVIII (16/10/2002). Voto de mayoría integrada por los jueces NAZARENO, FAYT,
BELLUSCIO, BOGGIANO, LÓPEZ y VAZQUEZ. Cfr. consid. 8ª de “Sosa, Eduardo Emilio c/
Provincia de Santa Cruz”. C.S. S. 2083. XLI (20/10/2009). Voto unánime de los magistrados que
firmaron la decisión, jueces LORENZETTI, HIGHTON de NOLASCO, FAYT, MAQUEDA,
ZAFFARONI Y ARGIBAY. Cfr. consid. 4º y 7º de “Sosa, Eduardo Emilio c/ Provincia de Santa
Cruz”. C.S. S. 2083. XLV (14/9/2010). En esta última resolución se señaló, en los considerandos
indicados, el incumplimiento de las decisiones de la Corte por parte de las autoridades locales. Voto
unánime de los magistrados que firmaron la decisión, jueces LORENZETTI, HIGHTON de
NOLASCO, FAYT, MAQUEDA, ZAFFARONI Y ARGIBAY.
8
Según surge de los considerandos 5º de C.S. S. 16. XXXIV (30/6/1998); y 1º y 2º de C.S. S. 1255.
XXXVI (l 2/10/2001).

4
del Tribunal- de no dañar la institucionalidad local, resguardando, al mismo tiempo, los
derechos constitucionales del ex Procurador. En ese sentido, resulta útil considerar que en
una de sus últimas decisiones –la emitida el 20 de octubre de 2009- la Corte Suprema dijo,
con cita de un precedente del Tribunal, que su función “le impone asumir delicadas
responsabilidades institucionales, cuyo ejercicio exige –con marcado énfasis- el deber
indeclinable de sopesar con un grado sumo de prudencia las consecuencias individuales,
sociales y económicas que generan sus decisiones”. 9

Según se señaló más arriba, el 17 de diciembre de 1996, la Corte Suprema tomó las dos
primeras resoluciones en el caso “Sosa”. Ya desde entonces se evidenció la prudencia
institucional de la Corte pues, en esa instancia, rechazó sendos recursos interpuestos por el
actor. En una de esas decisiones, el Tribunal desestimó la queja ante el rechazo del recurso
extraordinario interpuesto por el ex Procurador, ante el Tribunal Superior de Justicia de la
Provincia de Santa Cruz. Sosa había plateado la reconsideración de la decisión del tribunal
local que había declarado, mediante una acordada, la supresión de la Procuración General
ante sus estrados. La Corte Suprema sostuvo que la cuestión federal invocada por el
accionante había quedado reservada, por aquel tribunal local, al trámite judicial que el ex
Procurador había iniciado. 10

Por la otra resolución, la Corte Suprema rechazó la queja contra la denegatoria de una
cautelar desestimada por el Superior Tribunal de Justicia de Santa Cruz. La Corte Suprema
-siguiendo reiterada doctrina- consideró que, en esa instancia, no existía el requisito de
sentencia definitiva para la habilitación del recurso extraordinario federal. Lo interesante de
esta muy breve resolución que emitió la Corte Suprema radica en que el Tribunal, para dar
por inexistente el requisito de sentencia definitiva, transcribió lo que había admitido la
misma oponente a Sosa. Así, la parte contraria, para impugnar la cautelar interpuesta por el
demandante dijo, expresamente, que: «…si la sentencia definitiva, en una hipótesis que
desde ya descarto, decretara la inconstitucionalidad pretendida del Art. 9º de la ley 2404,
es obvio que deberá retrotraerse todo lo actuado a consecuencia del mismo, reponiéndose
al actor en el cargo suprimido o dejando sin efecto las designaciones posteriores que
fueran consecuencia de dicha previsión legal».11

Pese a tan auspiciosa declaración acerca del obvio cumplimiento que se daría a la decisión
judicial definitiva, el 30 de junio de 1998, la Corte Suprema debió acoger parcialmente un
recurso extraordinario federal de Sosa, pues el Superior Tribunal de Justicia de la provincia,
no obstante haber declarado la inconstitucionalidad del Art. 9º segundo párrafo de la ley
2404, omitió pronunciarse acerca de la reincorporación del demandante, consecuencia

9
Cfr. consid. 14 de “Sosa, Eduardo Emilio c/Provincia de Santa Cruz”. RH. S. 2083. XLI
(20/10/2009). Decisión unánime de los ministros LORENZETTI, HIGHTON de NOLASCO,
FAYT, MAQUEDA, ZAFFARONI y ARGIBAY. (Bastardillas agregadas).
10
Cfr. C.S. S. 131. XXXII (17/12/1996).
11
Cfr. C.S. S. 181. XXXII (17/12/1996).

5
obvia de esa inconstitucionalidad. La Corte Suprema estimó que esa omisión convertía a la
sentencia en arbitraria y mandó al tribunal local que se pronunciase acerca de la
reincorporación del ex Procurador. 12

Ante el silencio de la corte provincial, Sosa invocó ante la Corte Suprema, la denegación de
justicia que padecía y el Tribunal, haciendo mérito de la garantía de la defensa en juicio
que involucraba el derecho del actor a obtener una decisión, dispuso el 11 de abril de 2000,
que el Superior Tribunal de la provincia debía “pronunciarse en la causa sin dilación
alguna”. 13 En consecuencia, el 26 de julio de ese año, el Tribunal Superior de la Provincia
de Santa Cruz, se pronunció pero denegó la reincorporación del ex Procurador.

La negativa a reincorporar a Sosa dio motivo, como era de esperarse, a la interposición de


un recurso de queja de éste por ante la Corte Suprema quien, el 2 de octubre de 2001,
sostuvo que: a) el tribunal local había desconocido lo dicho por la Corte Suprema en el
sentido de que la declaración de inconstitucionalidad de la ley 2404, determinaba la
reposición del actor en el cargo; b) de la sentencia que declaró esta inconstitucionalidad se
infiere que el demandante gozada de estabilidad funcional y c) en consecuencia, procedía
que la Corte Suprema en uso de las facultades previstas en el Art. 16 de la ley 48,
dispusiera la reposición en el cargo del demandante Sosa. 14

Ante esa decisión ya no cabía ninguna duda acerca de la obligación que debía de cumplir la
Provincia respecto de Sosa. Sin embargo, ante la inacción del Estado local, la Corte, a
instancias del actor, debió pronunciarse una vez más, el 16 de octubre de 2002. En esta
ocasión, fundando pormenorizadamente el deber de todos –incluidos los jueces nacionales
y provinciales y en preservación del sistema federal- de cumplir las sentencias de la Corte
Suprema. Con cita del precedente de Fallos 12:134 (1872) el Tribunal recordó que “…la
Corte Suprema es el tribunal en último resorte para todos los asuntos contenciosos en los
que se le ha dado jurisdicción, como pertenecientes al Poder Judicial de la Nación. Sus
decisiones son finales. Ningún Tribunal las puede revocar. Representa, en la esfera de sus
atribuciones, la soberanía nacional, y es tan independiente en su ejercicio, como el
Congreso en su facultad de legislar, y como el Poder Ejecutivo en el desempeño de sus

12
Cfr. consid. 4º y 5º de “Sosa, Eduardo Emilio s/acción de inconstitucionalidad”. C.S. S. 16.
XXXIV (30/6/1998). Voto de mayoría integrada por los jueces NAZARENO, MOLINÉ
O´CONNOR, FAYT, BELLUSCIO, BOGGIANO, LÓPEZ, BOSSERT y VAZQUEZ.
13
Cfr. consid. 5º y 6º de “Sosa, Eduardo Emilio s/acción de inconstitucionalidad”. C.S. S. 648.
XXXV (11/4/2000). Voto de la mayoría integrada por los jueces NAZARENO, MOLINÉ
O´CONNOR, BELLUSCIO, LÓPEZ y BOSSERT. Los jueces FAYT y VAZQUEZ, en una
decisión morigerada, resolvieron “exhortar al tribunal [provincial] a una pronta resolución de la
causa”.

Cfr. consid. 6º y 8º de “Sosa, Eduardo Emilio s/acción de inconstitucionalidad”. C.S. S. 1255.


14

XXXVI (2/10/2001). Voto de los jueces NAZARENO, FAYT, BOGGIANO, LÓPEZ y BOSSERT.

6
funciones…”. 15 Sin embargo, la Corte Suprema rechazó la petición del actor, en orden a la
ejecución de sentencia –sin perjuicio de decidir lo que correspondiera en caso de privación
de justicia- a fin de no desorbitar su propia competencia. 16 Dicho en otros términos, la
Corte consideró que la ejecución de sentencia debía efectuarse ante los jueces competentes.
Más tarde. y con invocación de esta resolución, en otra emitida el 31 de agosto de 2004
volvió a desestimar una petición de Sosa, por no advertir denegación de justicia dada la
intervención que había tomado en la ejecución de sentencia el Superior Tribunal de la
Provincia. 17

Así la cosas, el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Santa Cruz dispuso, el 21


de abril de 2005, en orden a lo solicitado por la Fiscalía de Estado local, hacer lugar al
pedido de sustitución de ejecución de sentencia propuesto por el funcionario y fijar una
indemnización al ex Procurador Sosa de $ 1.216.182,16. 18 Esta decisión de la corte
provincial se apartaba, de modo manifiesto, palmario e insólito, de las resoluciones de la
Corte Suprema. Así lo entendió el Tribunal quien reiterando el respeto debido a sus fallos y
–una vez más- intentando poner fin de manera definitiva a la controversia, formuló, el 20
de octubre de 2009, algunas aclaraciones acerca del modo en que debía de ejecutarse su
decisión. En esa línea y mensurando, como la misma Corte Suprema dijo, los efectos de la
sentencia que dictaría, los antecedentes de la larga contienda judicial, la inamovilidad del
actor según la reconociera una sentencia del Superior Tribunal de Justicia de Santa Cruz y
el mantenimiento del sistema republicano en el ámbito local, mandó, al Gobernador de la
Provincia, reponer al ex Procurador Sosa en el nuevo cargo de Agente Fiscal, dentro de los
30 días de notificada la sentencia y bajo apercibimiento de dar intervención a la justicia
penal para que investigue la eventual comisión de un delito de acción pública. 19

Pero ni siqueira este fallo logró su cometido. Aunque a esa altura de los acontecimientos
parecía que ya nada más podía articularse por las autoridades locales para impedir o
bloquear la reposición de Sosa.

Cfr. consid. 7º y 8º de “Sosa, Eduardo Emilio s/acción de inconstitucionalidad”. C.S. S. 2446.


15

XXXVIII (16/10/2002). Mayoría integrada por los jueces NAZARENO, FAYT, BELLUSCIO,
BOGGIANO, LÓPEZ y VÁZQUEZ. (Bastardillas agregadas).

Cfr. consid. 10 y 11 de “Sosa, Eduardo Emilio s/acción de inconstitucionalidad”. C.S. S. 2446.


16

XXXVI (2/10/2001). Voto de la mayoría integrada por los jueces NAZARENO, FAYT,
BELLUSCIO, BOGGIANO, LÓPEZ y VÁZQUEZ.
17
Cfr. “Sosa, Eduardo Emilio s/promueve queja por denegación de justicia”. C.S. S. 125. XL
(31/8/2004). Voto en mayoría de fundamentos de los jueces PETRACCHI, BELLUSCIO, FAYT,
BOGGIANO, VÁZQUEZ, MAQUEDA y HIGHTON de NOLASCO.
18
Cfr. P. II del dictamen del Procurador General ante la Corte Suprema en “Sosa, Eduardo Emilio
c/Provincia de Santa Cruz”. S. 2083. XLI (27/7/2009).
19
Cfr. consid. 8º, 12, 14, 16 y 17 de “Sosa, Eduardo Emilio c/Provincia de Santa Cruz”. C.S. S.
2083. XLI (20/10/2009). Decisión unánime de quienes votaron, jueces LORENZETTI, HIGHTON
de NOLASCO, FAYT, MAQUEDA, ZAFFARONI Y ARGIBAY.

7
Sin embargo, con un empeño y tesón dignos de mejores causas, las autoridades provinciales
interpusieron sendos recursos contra la decisión anterior. En su consecuencia, la Corte
Suprema debió rechazar, el 10 de noviembre de 2009, una aclaratoria acerca del sentido de
su fallo, interpuesta conjuntamente por el Gobernador de la Provincia y el Fiscal de Estado,
y un pedido de nulidad de lo decidido, articulado por Claudio Roberto Espinosa –Agente
Fiscal reemplazante de Sosa- en el que alegaba que no había sido parte en el proceso y la
decisión adoptada lo afectaba directamente. A más de desestimar las peticiones, la Corte
hizo saber al Gobernador que debía cumplir con lo ordenado por la Corte Suprema, en 30
días a partir de la notificación de la sentencia. 20

La respuesta del Gobernador tomó la forma del decreto 3026 del 21 de diciembre de 2009,
por el que requirió a la legislatura provincial el desdoblamiento del cargo de Agente Fiscal
en dos similares, uno con competencia en materia civil, comercial y laboral, y el otro con
competencia en materia contencioso administrativa, superintendencia, electoral, criminal,
correccional, de menores y de minería. Solicitó, también, que se prestara acuerdo a Sosa
para el primer cargo. El Gobernador, en el mismo decreto, declaró que con ello daba por
acatado el fallo de la Corte Suprema. Por su parte, el Fiscal de Estado, solicitó al Tribunal
que de por cumplida la sentencia.

La renovada estrategia local, como no podía ser de otro modo, fue rechazada por la Corte
Suprema. En consecuencia, el Tribunal emitió nueva sentencia el 14 de septiembre de 2010
por la que declaró que el Gobernador había incumplido el mandato de la Corte. Dispuso,
además, dos medidas: a) hacer efectivo el apercibimiento y dar intervención a la Cámara
Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia a fin de que se investigue la posible
comisión de un delito de acción pública y, b) poner en conocimiento del Congreso de la
Nación el pronunciamiento del Tribunal a los fines de que adopte las medidas que
considere pertinentes respecto de la situación informada. 21

Hasta aquí, las incidencias judiciales. Como puede advertirse, en ninguna de las
resoluciones judiciales reseñadas, ni en las peticiones o fundamentos de la demandada
según lo que surge de estas decisiones de la Corte Suprema, se formularon o examinaron
eventuales afectaciones al sistema federal en el reconocimiento que la Corte hizo de los
derechos de Sosa. Tampoco se alegó que en la causa existiera un conflicto entre poderes
públicos provinciales. En realidad, la vulneración del federalismo fue considerada por la
Corte Suprema en su decisión del 14 de septiembre de 2010, y, esa alteración según dijo el

20
Cfr. “Sosa, Eduardo Emilio c/Provincia de Santa Cruz”. C.S. S. 2083. XLI (10/11/2009).
Decisión unánime de quienes votaron, jueces LORENZETTI, HIGHTON de NOLASCO, FAYT,
MAQUEDA y ZAFFARONI.
21
Cfr. “Sosa, Eduardo Emilio c/Provincia de Santa Cruz”. C.S. S. 2083. XLI (14/9/2010). Decisión
unánime de quienes votaron, jueces LORENZETTI, HIGHTON de NOLASCO, FAYT,
MAQUEDA, ZAFFARONI y ARGIBAY.

8
Tribunal, corrió por cuenta de la «persistente y reiterada reticencia de las autoridades
provinciales para reponer a Sosa». 22

La cuestión del federalismo y de la controversia presentada como un conflicto entre


poderes públicos provinciales, se agitó en los medios de comunicación social por altas
autoridades de la Nación. Se hizo mérito, inclusive, de la reforma constitucional de 1860 en
tanto estas enmiendas derogaron el control judicial atribuido a la Corte Suprema, en el
conocimiento y decisión de los “conflictos entre los diferentes poderes públicos de una
misma provincia”, según lo establecía el anterior Atr. 97 de la Constitución Nacional.

Las buenas razones para derogar esa disposición en 1860, se sostuvieron en el Informe de la
Comisión Examinadora de la Constitución Federal de 1853 y no pueden menos que
compartirse. Se dijo en ese Informe que “…[el] conocimiento y decisión de los conflictos
entre poderes de una misma provincia, atribuida a la Corte Suprema, desnaturaliza
completamente el poder judiciario de la Nación. La misión de ésta es conocer de lo que es
privativo de la nación en lo contencioso, y de lo que define las dos soberanías (la
provincial y la nacional) en lo político. Lo contrario establecería la dependencia
inmediata de los poderes públicos de las Provincias, sometidos continuamente a las
decisiones de la Corte Suprema, pues unas veces la Legislatura llevaría al Gobernador a la
barra de ese tribunal, otras veces el Ejecutivo al poder judicial, y hasta el conflicto entre un
Juez de Paz y el Gobierno provincial, sería sometido a su fallo. Esto, que es atentatorio a la
soberanía provincial, importaría una subversión completa del orden constitucional de cada
localidad, dando lugar a mayores conflictos que los que se pretenden evitar, cuando hay
medios fáciles y conocidos, sin salir del círculo de las leyes provinciales, para dirimir tales
conflictos". 23

La enmienda fue provechosa para el federalismo argentino y requería identificar los


“conflictos entre poderes de una misma provincia” de los que no lo son, tal en esta última
categoría el caso “Sosa” en el que no se disputaron competencias entre uno y otro poder de
la Provincia de Santa Cruz, sino los derechos personales del ex Procurador a la estabilidad
en el cargo que legítimamente tenía, emanados de la constitución provincial y de la
Constitución Nacional.

De todos modos, se ha encontrado cierta inconsistencia entre lo dispuesto por el hoy art.
116 de la Constitución Nacional, acerca de la competencia de la Corte Suprema en el
conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la
Constitución y la supresión de la competencia de la Corte, de los conflictos entre poderes

22
Cfr. consid. 4º y 7º de “Sosa, Eduardo Emilio c/Provincia de Santa Cruz”. C.S. S. 2083. XLI
(14/9/2010). Ver nota anterior.
23
Informe de la Comisión Examinadora, presentado a la Convención del Estado de Buenos Aires,
integrada por Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield, José Mármol, Antonio Cruz Obligado y
Domingo Faustino Sarmiento. 3ª Sesión Ordinaria del 25 de abril de 1860. Asambleas
Constituyentes Argentinas- Fuentes seleccionadas, coordinadas y anotadas por Emilio
RAVIGNANI. Buenos Aires, 1937, p g. 781.

9
públicos locales efectuada por la reforma constitucional de 1860. La contradicción
resultaría de los casos en que tales controversias entre poderes locales interesaran, al mismo
tiempo, puntos regidos por la Constitución, como efectivamente fue el caso “Sosa”. 24

Algunos de los casos representativos de esa hipótesis señalada en el párrafo anterior -del
modo en que se articularon ante los tribunales- presentaron, como agravio, la violación de
la defensa en juicio. Se trataba de la situación de magistrados sometidos a juicio público de
responsabilidad política, quienes alegaban vicios de procedimiento de tal envergadura
como para anular el derecho a la defensa en juicio o el incumplimiento de la garantía del
juez natural. En estos conflictos parecían enfrentarse -en principio- dos intereses
sustantivos del sistema político adoptado por la Constitución: el federalismo, por un lado y,
por el otro, la protección de los derechos personales, ambos merecedores de igual
protección. Obligada la Corte a resguardar los dos intereses, para preservar el primero debía
inhibirse de intervenir y para garantizar el segundo asumía la obligación de ejercer control
de constitucionalidad. El dilema podía y puede resolverse, tomando en consideración las
razones que llevaron a modificar en 1860 la competencia judicial federal. Se trataba de
evitar la intromisión de uno de los poderes federales en las disputas entre poderes locales,
actuando en esa calidad cada uno de estos últimos y no de la controversia suscitada
acerca del incumplimiento de garantías constitucionales –las del Art. 18, de la
Constitución Nacional, por ejemplo- por parte de un poder provincial. 25

La cuestión central, en consecuencia, hace foco en la determinación de un agravio personal


generado por algún poder público provincial que suscite cuestión federal, en la controversia
de que se trate. Acerca de ello resulta relevante el examen de los hechos y de las
actuaciones de todos los involucrados en la disputa. En el caso “Sosa” pueden anotarse, a
más de la vulneración objetiva a los derechos del actor a la estabilidad en el cargo, el
reconocimiento que su contraria hizo –la Provincia de Santa Cruz, por medio del Superior
Tribunal de Justicia- al declarar la inconstitucionalidad de la disposición legal que suprimía
el cargo de Procurador General y la manifestación judicial de la representación de la
Provincia, acerca de que si se declaraba esa inconstitucionalidad, resultará “obvio que
deberá retrotraerse todo lo actuado a consecuencia del mismo, reponiéndose al actor en el
cargo suprimido o dejando sin efecto las designaciones posteriores que fueran
consecuencia de dicha previsión legal”. 26 Nótese, de qué modo las autoridades

24
Cfr. SAGUÉS, Néstor Pedro -Judiciabilidad federal en los conflictos de poderes locales. Juez
natural y debido proceso en el juicio Político- La Ley, 1988-C-117. Según el autor, la contradicción
debería resolverse del modo "más acorde con la lógica jurídica y la estructura del Estado federal
[reconociendo] competencia a la Corte Suprema para entender en conflictos de poderes provinciales
donde deba operar, de manera directa y esencial, algún punto de derecho federal". Ver, en especial,
Pág. 121. He examinado la cuestión y llegado a las mismas conclusiones en GELLI, María Angélica
–La caracterización del conflicto “entre” poderes públicos provinciales que inhabilita el control de
la Corte Suprema- La Ley, 1995 –C-41.
25
Sostuve ese criterio en GELLI, María Angélica –La caracterización del conflicto “entre”
poderes públicos provinciales que inhabilita el control de la Corte Suprema- La Ley, 1995 –C-41.
26
Ver nota 11.

10
provinciales fueron contra sus propios actos en las actuaciones posteriores del Superior
Tribunal de Justicia, del Gobernador y del Agente Fiscal. De qué manera, en suma, fueron
contra los principios de la buena fe que perviven en el Estado Constitucional de Derecho.

3. La obediencia a los fallos de la Corte Suprema, el dilema de “Marbury vs.


Madison” y cómo lo resolvió el Tribunal argentino

Además de la tardía referencia a la afectación del federalismo, a la que se acudió por fuera
de la disputa judicial cuando los fallos de la Corte Suprema habían agotado toda posible
resistencia judicial, el caso “Sosa” puso en evidencia, una vez más, el dilema por el que
atraviesan los jueces en ejercicio del control de constitucionalidad, ante indicios ciertos
acerca de que sus eventuales decisiones podrían ser cuestionadas o desobedecidas por los
poderes políticos a los que estén referidas. El dilema puede atrapar del mismo modo a los
tribunales constitucionales, aunque se atribuya a éstos la resolución de conflictos de
poderes. Bastaría con que uno de esos poderes eventualmente afectado, recurriera a la
retórica habitual, sosteniendo que la solución a la que llegó la Corte o el Tribunal
“desarticula los derechos populares”, “violenta la democracia”, “favorece a poderes
ocultos” y, en su consecuencia, se dispusiera a desobedecer lo resuelto.

La disyuntiva estuvo presente en la decisión del juez Marshall al momento de elaborar la


sentencia en el célebre caso “Marbury vs. Madison”, considerado como el fallo que creó el
control de constitucionalidad en los Estados Unidos. 27

Aunque se discute hoy, en su país de origen, acerca de la importancia o trascendencia de


“Marbury vs. Madison”,28 considero que, en lo que aquí interesa, el alcance de la decisión
resolvió la duda que puede atenazar a los jueces cuando aplican el control de
constitucionalidad, acerca de si sus decisiones serán resistidas y hasta dónde, por los
poderes políticos. Y ello así, porque la Suprema Corte de los Estados Unidos, al declarar la
inconstitucionalidad de la ley judiciaria, pareció limitar su propia competencia, que en
realidad no tenía por disposición de la Constitución Nacional. En consecuencia, aunque
reconoció el derecho de Marbury al cargo de juez que éste reclamaba, no emitió la orden
respectiva pues consideró que la ley que la autorizaba a ello era inconstitucional por
exceder la competencia originaria que le había atribuido la Constitución federal. Con esa

27
“Marbury Vs. Madison”. 1 Cranch 137, 2 L. Ed. 60 (1803). Versión en GUNTHER, Gerald -
Constitutional Law- Eleventh Edition. University Casebook Series. USA, 1980.
Traducción al castellano de Hugo PERDOMO en MILLER, Jonathan - GELLI, María
Angélica - CAYUSO, Susana -Constitución y Poder Político- Buenos Aires, Astrea. T I,
pág. 2/16. Pág. 2 y ss.
28
Puede verse una perspectiva crítica del alcance de “Marbury” en TRIONFETTI, Víctor –
Marbury a contraluz- Suplemento La Ley Constitucional. 11 de mayo de 2009. Pág. 14 y ss. Me
referí a la doctrina del autor en la nota 5 de GELLI, María Angélica -Criterios de interpretación
constitucional y posiciones institucionales de la Corte Suprema (2004-2009)- Revista Jurídica
Argentina La Ley. Buenos Aires, 19 de octubre de 2009.

11
decisión, la Suprema Corte de los Estados Unidos usó lo que puede denominarse un «arma
secreta». En efecto, aunque hubieran querido, los poderes políticos no habrían podido
desobedecer el fallo de la Corte, sencillamente porque el tribunal no les ordenó hacer u
omitir nada. 29

Cierto es que la decisión en “Marbury” fue singular por donde se la mire y que resulta
difícil –inclusive examinando las consecuencias de los fallos antes de emitirlos- replicar
una decisión como la de aquella sentencia en sus alcances. La Corte Suprema ha procurado
sortear la dificultad emitiendo –a la manera de un Tribunal Constitucional, sentencias
exhortativas que señalaron rumbos. 30 Pero en “Sosa” no era posible transitar ese camino
sin desconocer derechos constitucionales palmariamente agraviados que, además, pusieron
en cuestión la autoridad institucional del Tribunal con las reiteradas desobediencias de las
autoridades locales.

Pese a ello, la Corte Suprema como parte del poder federal que es y órgano supremo del
judicial, dio con la solución institucional al largo conflicto en el caso “Sosa”. Ya se señaló
que en la última decisión del Tribunal, emitida el 14 de septiembre de 2010, éste dispuso
comunicar la sentencia al Congreso de la Nación, mediante oficio a los Presidentes del
Senado y de la Cámara de Diputados. Los fundamentos de esa sentencia pusieron por
delante el principio de la división de poderes dentro de las relaciones de subordinación
propias del federalismo y propusieron al Congreso “la adopción de las medidas que [el
Poder Legislativo] considere pertinentes” para preservar ese sistema.

4. La colaboración entre poderes y la hora del Congreso

Después de señalar el incumplimiento de las sentencias de la Corte Suprema en que había


incurrido el Gobernador de la Provincia de Santa Cruz, el Tribunal sostuvo que:
“corresponde al Congreso Nacional asegurar, proteger y vigilar la integridad, la autonomía
y la subsistencia de las provincias, dentro de la unidad coherente del estado federal
(artículos 5 y 75, inc. 31). En ese sentido, el incumplimiento por parte de la provincia de
Santa Cruz de una sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación
constituye un desconocimiento del principio de división de poderes que las provincias se
han comprometido a garantizar (artículos 5, 116 y 117 de la Constitución Nacional), a la
par que afecta la relación de subordinación propia del federalismo al que deben sujetarse
todas las provincias argentinas cuando reciben un mandato del poder federal de la
República (Bidart Campos, Germán, Manual de la Constitución Reformada, EDIAR, 1998,

29
Cfr. MILLER, Jonathan - GELLI, María Angélica - CAYUSO, Susana -Constitución y
Poder Político- Buenos Aires, Astrea. T I, Capítulo I, debido a Jonathan MILLER. Pág.
2/16.
30
Por ejemplo en los casos “Badaro, Adolfo Valentín c/Administración Nacional de Seguridad
Social”. C.S. B. 675. XLI. (2006); “Mendoza, Beatriz y otros c/ Estado Nacional y otros”. CS. M.
1569 XL (30-8-2006); “García Méndez, Emilio”. C.S. G. 147. CLIV (2008) y “Arriola, Sebastián y
otros s/causa nº 9080”. C.S. A. 891. XLIV (2009).

12
Tomo I, p. 462). La Constitución Nacional autoriza al Congreso de la Nación a garantizar la
forma republicana de gobierno (artículos 6 y 75, inc. 31), que se vería privada de la base
misma que la sustenta si se ignorasen las atribuciones que el texto constitucional reconoce a
esta Corte para la resolución de las controversias con carácter final, quedando desquiciadas
las funciones estatales, con el consiguiente desamparo de las garantías constitucionales”. 31

Esas breves consideraciones dicen mucho. Se hacen cargo de una responsabilidad


institucional propia y comprometen al Congreso a actuar en consecuencia de los deberes
que ese otro poder del Estado tiene en orden a preservar el sistema de gobierno y de Estado
en la República Argentina. Los artículos citados por la Corte, refieren a las atribuciones y
deberes que la autonomía impone a las provincias (Art. 5); a la atribución del Congreso
para disponer eventuales intervenciones federales (Art. 75, inc. 31); a las atribuciones de la
Corte Suprema y de los tribunales anteriores a ella (Art. 116 y 117) y a las causales de
intervención federal en las provincias (Art. 6º).

La Corte Suprema no mencionó expresamente el Art. 31 de la Constitución Nacional pero,


según lo interpreto, el Tribunal aludió de manera implícita a esta norma al sostener que
“…el incumplimiento por parte de la provincia de Santa Cruz de una sentencia dictada por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación constituye un desconocimiento del principio de
división de poderes que las provincias se han comprometido a garantizar”. En este párrafo
anida la defensa de la división de poderes federal, entre el gobierno central del que la Corte
Suprema forma parte, y las provincias federadas. Por otra parte, el Art. 31 constituye uno
de los pilares de recurso extraordinario federal –herramienta procesal de resguardo del
federalismo, en la primera etapa del control de constitucionalidad en Argentina- según la
reglamentación efectuada por el Congreso de la Nación al sancionar la ley 48.

Se trata, entonces, de que el Congreso use con mesura y extrema prudencia, pero sin
claudicaciones de ningún tipo, las atribuciones que le confiere la Constitución Nacional
respetando, al mismo tiempo, el principio democrático en la provincia y el “leal
acatamiento” a los fallos de la Corte Suprema. La Casa de la representación popular y de
los Estados locales no debe añadir con una eventual inacción –o, peor aún, con una
reacción destemplada- una desobediencia más al máximo Tribunal de Justicia de República
Argentina.

**************

31
Cfr. consid. 7º de “Sosa, Eduardo Emilio c/Provincia de Santa Cruz”. C.S. S. 2083. XLI
(14/9/2010). Decisión unánime de quienes votaron, jueces LORENZETTI, HIGHTON de
NOLASCO, FAYT, MAQUEDA, ZAFFARONI y ARGIBAY. (Bastardillas agregadas)

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