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Gazeta 086 b

Divertimento (I): «I want to believe»

Cada generación de seres humanos creía que tenía todas las respuestas que
necesitaba, con la excepción de unos misterios que suponía que había que
resolver. Y creen que todos sus antepasados fueron engañados. ¿Cuáles son
las probabilidades de que usted sea la primera generación de seres humanos
que comprendan la realidad?
Scott Adams

¿Quién de ustedes ha visto ya Stranger Things? ¿Se acuerdan de Expedientes


X? ¿Les gustan las novelas de Stephen King? ¿Quién ha leído El libro de los
seres imaginarios o El libro del cielo y el infierno, de Jorge Luis Borges?
¿Quiénes han consultado el I Ching?

Gracias a Después, la última novela de Stephen King, una conversación


matutina con G. y el artículo de un amigo sobre el tarot, hablaremos un poco de
parapsicología, ocultismo y hermetismo, quizás nos explicaremos algunas
cosas raras que pasan por aquí, que desafían la lógica o, por lo menos,
divagaremos un poco.
Desde muy niño me inquietaban los misterios de «lo oculto». Mi padre, entre
todas sus aficiones, leía cosas raras que a mí me atraían, desde varios libros
de Lobsang Rampa, pasando por El misterio de las catedrales de Fulcanelli y
los cátaros, hasta espiritismo, espiritualismo, ocultismo y textos herméticos.
Pasar de allí a la parapsicología era cosa natural. Incluso, tenía un libro de
«experimentos» esotéricos y alquímicos que fue a parar tramposamente a
manos de un amigo.

Ocurrían paréntesis en mis lecturas; Salgari y Verne (aún no había descubierto


a Asimov), pero siempre aparecía algo misterioso. Con Lobsang Rampa
imaginé estar tendido en un campo por la noche viendo las estrellas y
fantaseando sobre si no estaría yo viendo realmente las células y los
electrones de otro cuerpo. Con Fulcanelli empezó a aparecer la afición por la
exploración y el descubrimiento de misterios, complementada por una serie de
TV que se llamaba Expedición. Creo que allí emergió mi adolescente vocación
por la arqueología. Luego, vino la colección de revistas Año 0, Muy
Interesante, Cuerpo y Mente, Sputnik y Selecciones.

Por supuesto, como una cosa lleva a la otra, aparecieron los primeros cuentos
de ciencia ficción, la trilogía de La fundación y La última pregunta o Crónicas
Marcianas, aderezados por el Flash Gordon de la TV y sus naves espaciales
que dejaban una estela de humo blanco a su paso.

Así, poco a poco aparecían en los anaqueles de la biblioteca oculta de mi


padre más y más títulos misteriosos de escritores diversos: el conde de Saint
Germain, Eliphas Levi, Madame Blavasky y Hermes Trimegisto. Y, luego, por
supuesto, la quimera de estudiar parapsicología, desalentada en parte por mi
orientador escolar.
El curso natural era la psicología y la filosofía, y que, afortunadamente en esos
tiempos, el pénsum de la universidad incluía tres años de artes y ciencias
liberales, conjuntamente con las áreas de filosofía, pedagogía y teología,
previos a tres años de psicología clínica. Clases como Exégesis
Neotestamentaria eran terreno fértil para las elucubraciones esotéricas
(especialmente cuando estaban sazonadas con un compartido grillo previo,
pero eso es otra historia). Los cuatro cursos de Literatura, el de Introducción a
la Antropología y los tres cursos de Historia del Arte que aportaron su parte.

Quizás por todo lo anterior disfruto tanto la lectura de Homero en la Ilíada y la


Odisea, las aventuras de Sherlock Holmes, las historias de Star Trek o los
cuentos de Stephen King. Algo resuena en mi mente y plantea la posibilidad
de que haya cosas ocultas bajo el sol.

Hay más fenómenos en el mundo que lo observable, medible, lo «avalado por


la evidencia». La ciencia se esfuerza por comprobar constantemente todo lo
que forma parte de la vida y experiencia humana, pero hay fenómenos que
escapan (de momento) a las posibilidades de comprobación fáctica. Mucho de
lo que hace 500 años era terreno de la especulación filosófica o de las
creencias, hoy puede comprobarse por medios experimentales apoyados por
la tecnología.

Una gran cantidad de eventos en nuestra vida entran en el terreno de las


creencias o de la fe, pero también de la confianza. Por ejemplo, en el budismo,
la fe se refiere a la confianza en las cuatro verdades nobles: la verdad del
sufrimiento, la verdad de la impermanencia, la verdad de la posibilidad de
liberarse del sufrimiento y la verdad de que hay un camino para la liberación del
sufrimiento. No es cosa de fe ciega, sino de confianza en que es posible; algo
así como la confianza del atleta en que podrá superar un récord.
En las cosmovisiones de los pueblos originarios existen muchos ejemplos de
creencias que tienen sus correlatos con fenómenos ambientales, mentales (la
mente y el cerebro no es lo mismo), y neurológicos, que ahora están siendo
investigados seriamente en muchas universidades alrededor del mundo. La
separación entre la ciencia y la religión o los sistemas de creencias más
holísticos ha sido promovida principalmente por la ciencia positivista, como, por
ejemplo, la teoría cartesiana de la división mente/cuerpo.

Se alega que la religión es la causante principal del atraso de los pueblos «del
sur», pero lo que llamamos mcciencia aporta lo suyo. Para muestra, un botón
de todos conocido: los principios de psicología social aplicados en Guatemala
por Edward Bernays, nieto de Sigmund Freud, y en mucho basados en el libro
Manipulación de masas. O las perversas investigaciones por encargo para
vender y comercializar productos farmacéuticos.

Todo este preámbulo, para iniciar una serie de artículos sobre la parapsicología
y sus avances desde ese lejano 1974, año en cual me conseguí el libro
Parapsicología, ciencia fronteriza de la mente, de J. B. Rhine, fundador, junto
con William McDougall, del primer laboratorio para el estudio de los fenómenos
parapsicológicos.

¿La parapsicología está totalmente desacreditada? ¿Existen en la actualidad


trabajos serios sobre los fenómenos paranormales? ¿Qué diferencia hay entre
el ocultismo, la hermética y la parapsicología? Lo veremos, ojalá, si Mercurio
retrógrado lo permite, en un próximo artículo.

Veremos algo sobre la diferencia entre esto:


Los parapsicólogos afirman tener un don extrasensorial
para recabar información y datos sobre la vida, los
eventos o las situaciones de las personas. Ofrecen
asesoramiento sobre temas importantes para sus
clientes, como la salud, el dinero y el amor. Los
parapsicólogos suelen trabajar con prácticas
tradicionales, como la lectura de las cartas del tarot, la
lectura de la palma de la mano o el uso de cartas
astrológicas.

Y esto:

A pesar de lo que se habla en los medios, la


parapsicología no es el estudio de nada que parezca
extraño o extraño, ni tiene que ver con ovnis, astrología,
criptozoología, paganismo, vampiros, alquimia o brujería.
Muchos científicos han desconfiado de la parapsicología
porque el término estaba asociado con una gran
variedad de fenómenos misteriosos, temas fronterizos y
pseudociencias. La parapsicología también se vincula a
menudo, erróneamente de nuevo, con medios de
entretenimiento, magos y autoproclamados
"investigadores paranormales". Finalmente, los
"practicantes psíquicos" se llaman a sí mismos
parapsicólogos, lo que nosotros no hacemos.

Aunque hoy no puedan probarse en un laboratorio, aunque no puedan verse o


escucharse con nuestros limitados órganos sensoriales, hay cosas afuera de
nuestra burbuja que seguramente los hijos de nuestros nietos, o sus hijos,
verán tan normales como hoy nosotros vemos una videollamada, lo que a
mediados del siglo pasado leíamos como ciencia ficción.
Banda sonora:

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Banda sonora alternativa:

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Fotografía principal por Pedro Samayoa Arenales.

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