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7.2.0. El acreedor no recibe nada en pago.

Hasta este punto hemos visto las causas de extinción de las obligaciones que
Bejarano Sánchez denomina “Con satisfacción del acreedor”, ya sea que su
satisfacción sea dada con la prestación debida, como en el Pago o en el Término
Extintivo, o con otra diversa, como en la Novación, en la Dación en Pago, en la
Compensación o en la Confusión, en las que no recibe lo pactado, pero al menos
su crédito queda satisfecho.
Veremos ahora algunas más de las causas de extinción de las obligaciones en las
que el acreedor no recibe nada en pago, las que Bejarano Sánchez denomina
como “Sin satisfacción del acreedor.” Y decimos “algunas más” porque ya en
momentos anteriores de nuestros estudios hemos visto otras formas jurídicas
como la Rescisión, la Nulidad, y la Imposibilidad de Ejecución que sobreviene por
caso fortuito o fuerza mayor.
7.2.1. LA REMISIÓN DE DEUDA y LA RENUNCIA DE DERECHOS.
Así pues, comenzaremos diciendo que las causas que nuestro programa
denomina genéricamente como “Renuncia de Derechos”, pueden tener un
carácter activo por parte del acreedor en la Remisión de Deuda, ya sea total o
parcial (Quita), como un carácter pasivo, en el que la obligación se extingue y el
acreedor pierde su crédito, por su inactividad, como en la Caducidad y en la
Prescripción.
La remisión de deuda o el abandono de los derechos.
La remisión de la deuda es un modo de extinguir las obligaciones por el cual un
acreedor concede a su deudor una reducción total o parcial de lo que se le debe.
Rojina Villegas (Pág. 514) dice que la remisión de la deuda “…es el medio
liberatorio por excelencia, ya que implica un acto jurídico unilateral o bilateral por
virtud del cual el acreedor libera al deudor de su obligación.”; su naturaleza jurídica
es entonces la de una liberalidad de parte del acreedor a favor de su deudor. En
términos coloquiales, podemos decir que la remisión de la deuda es un perdón
que el acreedor otorga a su deudor respecto de aquello que le debe, de modo que
la obligación queda extinguida; cuando esa remisión es sólo de una parte de la
deuda (por ejemplo, de intereses), se denomina quita.
Desde el punto de vista doctrinario subsiste la discusión respecto de si la remisión
de la deuda puede ser un acto unilateral o debe ser un acto bilateral, en el que el
deudor otorgue su consentimiento para que la deuda le sea perdonada. Antes de
abordar este asunto, queremos dejar en claro la diferencia entre los términos
renuncia y remisión o condonación, porque algunas disposiciones del Código Civil
para el Distrito Federal parecen confundirlas.
La renuncia es un acto unilateral por el cual una persona expresamente rechaza
ejercer un derecho cualquiera, de los que la ley no prohíbe renunciar, que sólo
impacta en su esfera jurídica, personal o patrimonial, y que no tiene frente a él a
quien esté vinculado obligacionalmente para ese ejercicio. La remisión, en cambio,
es un acto por el que una persona, vinculada con otra por una relación jurídica
obligacional, manifiesta su deseo de no ejercer su derecho de crédito frente a esa
otra, y la libera de la obligación de cumplir.
Hay quien afirma que la renuncia está referida a toda clase de derechos, y que la
remisión se refiere exclusivamente a los personales o de crédito, que generan
obligaciones. La remisión favorece siempre al deudor; la renuncia puede beneficiar
a cualquier persona. El texto del artículo 2209 de dicho código genera esta
confusión (que a nuestro parecer queda solventada en Quintana Roo por lo
dispuesto en el artículo 2444 de nuestro Código Civil) y subsiste la discusión
respecto de si la remisión de la deuda es un acto unilateral o bilateral.
Dice Fausto Rico (Pág. 1197) que “En nuestra Doctrina la tesis de la unilateralidad
es la que ha recibido mayor aceptación. Se pronuncian en su favor autores como
Borja Soriano, Gutiérrez y González, Rojina Villegas, Martínez Alfaro, y De la Peza
Muñoz Cano. Sin embargo, juristas como Bejarano Sánchez defienden la tesis de
la bilateralidad.”
He aquí la postura de Bejarano Sánchez (Pág. 497): “El precepto transcrito
sugiere la idea de que basta la voluntad del acreedor para integrar una remisión
de deuda. Este es el parecer de los juristas mexicanos. Pero ¿es esto exacto?,
¿es innecesaria la voluntad del deudor?, ¿podrá imponérsele una remisión de
deuda que él no acoja favorablemente? Considero que, así como la donación es
un contrato o acuerdo de voluntades, el cual requiere del asentimiento del
donatario beneficiado, de la misma manera, en la remisión de deuda, se hace
indispensable la conformidad del deudor para que la dimisión del derecho del
acreedor extinga el crédito. Existe la misma razón jurídica en ambos casos: al
beneficiario presunto puede repugnar la idea de ser favorecido por una liberalidad
indeseable. De ordinario no suele ser así: generalmente se acoge con beneplácito
la liberalidad y, por ello, el consentimiento o voluntad del beneficiario, otorgado
tácitamente, no ostenta una manifestación exterior llamativa e inequívoca. Pero la
discreción con que se accede a ser beneficiado no autoriza a negar la presencia
de esa anuencia y aceptación del favor, y sobre todo, la necesidad de que sea
concedida. El criterio expuesto encuentra además apoyo de fundamentos de
orden técnico: no debe perderse de vista que la remisión es la dimisión de un
derecho personal o de crédito, cuya relación vincula a dos extremos personales e
impone la consulta de ambos implicados para integrar el perdón de deuda,
particularmente de la voluntad del deudor, pues la remisión supone la decisión de
no ejercer su derecho a pagar.”
Transcribimos también la opinión diversa de Martínez Alfaro (Pág. 441) quien
afirma: “En el caso de aceptar esta opinión de Bejarano, habría que concluir que,
si la remisión requiere del acuerdo de voluntades del acreedor y del deudor,
entonces la remisión es una donación que hace el acreedor al deudor; es decir, el
acreedor dona su crédito al deudor y éste lo acepta, produciéndose así una
confusión a título particular y gratuito, como se indica al exponer la confusión.
“Es indiscutible que si hay acuerdo de voluntades entre el acreedor y el deudor,
con el objeto de extinguir la obligación mediante la condonación, dicha obligación
se extinguirá, pero el problema surge en el caso de que el deudor no acepte la
remisión en su favor.
“Para resolver este problema hay que hacer el planteamiento adecuado de la
manera siguiente: ¿la obligación se puede extinguir por la voluntad unilateral del
acreedor o necesariamente requiere del acuerdo de las voluntades del acreedor y
del deudor? Para contestar la interrogante es preciso ejemplificar del siguiente
modo: si el acreedor perdona a su deudor, pero éste rehúsa el perdón y ejecuta el
pago en favor del acreedor, quien se niega a recibirlo, razón por la cual el deudor
promueve una consignación de pago, que a su vez rechaza el acreedor; en tal
virtud, el juez dictará una resolución que declara extinguida la obligación y liberado
el deudor, a pesar de que el acreedor se negó a recibir el pago y el deudor a
aceptar el perdón…En este ejemplo se constata que la extinción de la obligación
obedeció a la voluntad unilateral del acreedor y fue en contra de la del deudor, por
lo que se concluye que la remisión puede ser un acto bilateral, pero nada impide
que también sea unilateral.”
Fausto Rico apunta que la discusión doctrinal que acabamos de comentar se
generó porque el Código Napoleón (Pág. 1192) “…previó diversos supuestos que
hacían presumir la voluntad del acreedor de perdonar la deuda…(pero) Ninguno
de los artículos del Code aclaró si la remisión era un acto bilateral o unilateral, lo
que desató incontables debates en la Doctrina.”
Por cuanto hace a la doctrina alemana, el propio Rico, habiendo transcrito el
parágrafo 397 del Código Civil Alemán (“La relación obligatoria se extingue si el
acreedor condona la deuda al deudor mediante contrato…”), afirma que “Ninguna
duda hay de que en el Derecho germano la sola voluntad del acreedor es
insuficiente para destruir la relación obligatoria.”
Robles Farías (Pág. 502) nos informa de lo que denomina, en esta discusión, una
postura ecléctica, y dice que “Por su parte, el Código Civil Italiano exige al
acreedor comunicar su voluntad de remitir la deuda al obligado, quien tiene el
derecho de rechazar el perdón y optar por cumplir con lo pactado. La postura de la
legislación italiana puede señalarse como ecléctica, ya que la remisión es un acto
unilateral que depende de la voluntad del acreedor, pero que puede ser rechazada
por el deudor, a quien debe notificarse para que declare si no quiere aprovecharse
de ella.”, y a pie de página transcribe el texto del artículo 1236 del Código Civil
Italiano que dispone: “La declaración del acreedor de remitir la deuda extingue la
obligación cuando es comunicada al deudor, salvo que éste declare dentro de un
término adecuado que no quiere aprovecharse de ella.”
Ya veremos, en el ejercicio que proponemos para concluir este tema, la forma en
que el legislador quintanarroense solucionó dicha discusión.
Finalmente, hay que decir que el acreedor puede remitir la deuda principal y los
accesorios. Si remite la deuda principal, los accesorios quedan también remitidos
por virtud del principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal; pero si la
remisión es de los accesorios, la deuda principal subsiste.
EJERCICIO: Analizar los artículos del 2443 al 2447 del Código Civil para el Estado
de Quintana Roo y compararlos con los artículos del 2209 al 2212 del Código Civil
para el Distrito Federal, estableciendo la postura de nuestro código respecto de la
discusión doctrinal presentada en este tema.

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