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NUM. 1103.
1. HECHOS. La situación que suscita la litis, por lo que se puede inferir, consiste en que la
señora Delta Antonia de la Cruz G., firmó un contrato de compraventa de un inmueble con la
compañía de Inversiones Inmobiliaria, S.A., el cual debía ser entregado una vez la
mencionada cumpliera con sus obligaciones de pago. Las cuales fueron debidamente
satisfechas en fecha 29 de septiembre del año 1997. Sin embargo, la compañía de Inversiones
cuestión, pues intima a la compradora tres años después, en fecha 29 de abril del 2000, una
vez ésta ha acudido ante la justicia para reclamar los derechos que le han sido vulnerados.
Delta Antonia de la Cruz G., contra la compañía de Inversiones Inmobiliaria, S.A., donde la
del Distrito Nacional dictó, en fecha 29 de septiembre del 2000, una sentencia mediante la
cuál se acoge la demanda interpuesta por Delta Antonia de la Cruz G., ordena a la compañía
dominicanos con cero centavos (RD$30,000.00) en concepto de indemnización por los daños
primera instancia somete el recurso de apelación, obteniendo así una sentencia emitida por la
Corte de Apelación, la cual a resumidas cuentas, acoge dicho recurso pero rechaza su fondo
S.A., somete ante la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, el recurso de
desnaturalización de los hechos por parte de la corte a-qua y violación al artículo 1147 del
recurrente ante la corte a-qua se limitó a afirmar que la sentencia impugnada contenía vicios,
sin indicar adecuadamente cuáles eran estos, por lo que no basta con la simple enunciación de
los hechos, pues es menester probarlos y demostrar cómo estos afectan su derecho a defensa;
en segundo lugar, que la corte a-qua verificó que el último pago correspondiente al precio del
Inmobiliaria, S.A., intenta hacer entrega formal del inmueble en fecha 29 de abril del 2000,
tres años después de haberse hecho el pago final de parte de la compradora y luego de que
obligaciones contraídas para generar la falta, por lo que no es necesario demostrar la mala fe
de parte del vendedor; y finalmente, nuestra más alta corte establece la evidencia que provoca
Iliana A. Rosario Cruceta (19-1455)
S.A., pues le han privado de ejercer sus derechos sobre la propiedad a la acreedora en este
caso.
el criterio que ha establecido la Suprema Corte de Justicia, pues tal como fundamenta en su
incumplimiento de la obligación contraída para que sea demostrada la falta, por lo que la
NUM. 1235.
1. HECHOS. La situación que suscita la litis, por lo que se puede inferir, consiste en que la
compañía La Rosa del Monte Express, S. A., y el señor Domingo Mejía celebraron un
contrato que poseía como objeto el transporte de la mudanza del señor Domingo Mejía. Sin
bienes que debían ser movilizados no llegaron al destino acordado entre las partes.
instancia con la demanda en reparación de daños y perjuicios y cobro de dinero, incoada por
el señor Domingo Mejía, contra las compañías La Rosa del Monte Express, S. A. y Sea Land
Service, Inc., ante la Tercera Cámara Civil y Comercial, la cual decidió declarar inadmisible
la demanda.
Iliana A. Rosario Cruceta (19-1455)
Inconforme con esta decisión, el señor Domingo Mejía interpone formal recurso de apelación
recurrida y avocar el conocimiento del fondo de la demanda en cuestión, la cual declara como
buena y válida, en consecuencia, condena a la compañía La Rosa del Monte Express, INC., al
morales y materiales sufridos por el recurrente, y al pago de los intereses legales de dicha
ante la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, el recurso de casación sobre la
sentencia emitida por la Corte de Apelación, alegando mediante su único medio de defensa
que, se han desnaturalizado los hechos y documentos, pues no incumplió las obligaciones
a cabo diligencias aduanales de su parte, y que, también, han malinterpretado el artículo 1315
del Código Civil, al encargarle a la parte recurrente demostrar una obligación que no ha
recurrida, y una vez esté las realizará debía informar al recurrente para transportar la
que el recurrido no recibió sus muebles en el lugar de destino acordado por las partes, la
causa extraña que libere su responsabilidad, pero la parte recurrente no estableció ni ofreció
prueba alguna sobre ello. Y es por estos motivos que la Suprema Corte de Justicia valida la
que, tal como establece nuestra más alta corte, en materia de responsabilidad contractual la
mera inejecución o ejecución defectuosa de la obligación contraída, aún más si se trata de una
responsabilidad civil del deudor, la cuál solamente podrá ser desvirtuada si se han presentado
causas extrañas que liberen su responsabilidad, lo cual queda a cargo de este probarlas.
NUM. 1117.
1. HECHOS. La situación que suscita la litis, por lo que se puede inferir, consiste en que el
señor Edilio Clemente Rodríguez, propietario inicial del inmueble por el cual nace la
controversia, vendió dicha propiedad al señor Nene Pereyra, cuando dicho bien inmueble
había salido de su patrimonio, pues en primer término, este fue vendido al señor Víctor
Porquín Batista, quien realmente poseía el derecho de propiedad. No obstante esto, el señor
inmueble, demanda a su vendedor, el señor Edilio Clemente Rodríguez, para que entregue la
cosa vendida y se desaloje a todo aquel que resida en este, en consecuencia, el señor Víctor
intentada por Víctor Porquín Batista contra Nene Pereyra, ante la Cámara Civil, Comercial y
de Trabajo del Juzgado de Primera Instancia de San Cristóbal, jurisdicción que dictaminó
mediante sentencia que, en primer lugar, se ratifica el defecto por falta de comparecencia
contra Nene Pereyra, en segundo lugar, acoge las conclusiones del demandante Víctor
disfrute del inmueble en cuestión, en tercer lugar, declara a Nene Pereyra responsable
indemnización de cien mil pesos dominicanos (RD$100,000.00), más los intereses legales a
Que inconforme con la decisión, es sometido un recurso de apelación ante la Corte, la cual
decidió, en síntesis, admitir como regular y válido dicho recurso, y confirmar la sentencia
objeto del recurso, a excepción de lo indicado en su letra c, en la cual se condena a pagar una
indemnización de cien mil pesos dominicanos (RD$100,000.00), más los intereses legales a
partir de la ocurrencia de los hechos a Nene Pereyra, por lo cual lo revoca y rechaza la
de casación que se han desnaturalizado los hechos, por lo que se ha aplicado erróneamente el
derecho. De forma resumida alega que, de conformidad del proceso realizado por el recurrido
en contra del señor Edilio Clemente Rodríguez, en la demanda de entrega de cosa vendida,
este no advirtió al tribunal que él había vendido el inmueble objeto de la demanda al señor
Víctor Porquín Batista, ni presentó contrato alguno que demostrara que ocupaba el inmueble
como inquilino del hoy recurrente, y dicho proceso adquirió la autoridad de la cosa juzgada;
que, las pretensiones del recurrente de desalojar al recurrido ya había recibido el fallo del
usurpación y daños y perjuicios, al ser acogida por la corte de alzada se decidió sobre un
inobservó los artículos 1605, 1606 y siguientes del Código Civil, los artículos 101, 102 y
siguientes de la Ley No. 834 del 15 de julio del año 1978, y los artículos 1, 2 y siguientes de
la Ley de Registro de Tierras, que establece una jurisdicción especial por ante el Tribunal
El recurrente, el señor Víctor Porquín Batista, mediante su medio de casación establece que la
de la falta, violación del artículo 141 del Código de Procedimiento Civil y el artículo 1382
del Código Civil, alegando en síntesis que, si fue admitida la usurpación y el desalojo ilegal,
que era la causa de la reivindicación de las mejoras, no debía ser modificado la sentencia
solicitado, pues ha incurrido en un fallo extra petita; que, la corte a-qua se contradice, pues si
afirma la ocurrencia de los hechos, no puede negar lo que se deriva como consecuencia; que,
Iliana A. Rosario Cruceta (19-1455)
existió la usurpación por lo que, el desalojo fue irregular, ya que la parte recurrida según la
corte a-qua compró a Edilio Clemente las mejoras del recurrente, en consecuencia su
parte recurrida no se le puede atribuir falta alguna; sin embargo, el artículo 1382 del Código
Civil establece que cualquier hecho del hombre que causa a otro un daño, obliga aquél por
ha decidido rechazar el recurso de casación. A razón de que según la sentencia civil No. 1164
Primera Instancia del Distrito Judicial de San Cristóbal, el recurrido, Nene Pereyra, demandó
a Edilio Rodríguez la entrega de la cosa vendida y se ordena el desalojo de esas cuatro casas,
que según indica en esa sentencia fueran vendidas el 29 de julio de 1992, casi un año en que
la parte recurrida había adquirido la propiedad. Dicha demanda en entrega de la cosa vendida
adquirió con anterioridad y quien tenía no solo la propiedad, sino la posesión, siendo este la
parte recurrente, Víctor Porquín Batista. Por consiguiente, el recurrente adquirió un inmueble
que realmente se encontraba bajo la propiedad de una persona distinta a su vendedor, bajo la
entrega del inmueble que adquirió lo hace ejerciendo el derecho que le asiste como
y por un desalojo ordenado por el tribunal hacia la parte recurrente. En virtud de esto, no le es
atribuible falta alguna al recurrido, el señor Nene Pereyra, pues, sí bien es cierto que la parte
Iliana A. Rosario Cruceta (19-1455)
recurrente ha recibido daños, estos no pueden ser reparados por la parte recurrida, porque no
es el autor de ellos.
el análisis realizado por la Suprema Corte de Justicia, la cual determina que en el caso en
cuestión no ha existido falta alguna de parte del recurrido, puesto que este ha actuado en
virtud de un derecho de propiedad que supuestamente poseía ante la venta fraudulenta del
verdadero autor del daño1, para que sea a este quien se le comprometa su responsabilidad
civil.
NUM. 1203.
1. HECHOS. El 12 de enero del año 1999 el señor Julio Constantino Perez fue ingresado en
la clínica Independencia, donde recibió la intervención quirúrgica del Dr. Luis Lapaix Buttén,
mediante la cual se extrajo su vesícula y fue dado de alta al día siguiente de dicho
centro médico pues padecía de dolor abdominal y malestar general, una vez examinado por
1
En virtud del artículo 1382 del Código Civil: ‘’Cualquier hecho del hombre que causa a otro un daño, obliga a
aquel por cuya culpa sucedió, a repararlo’’ y el artículo 1383: ‘’Cada cual es responsable del perjuicio que ha
causado, no solamente por un hecho suyo, sino también por su negligencia o su imprudencia’’.
Iliana A. Rosario Cruceta (19-1455)
Sin embargo, sus familiares solicitan su alta y lo trasladan al Hospital General Materno
porción supraduodenal y cuyos hallazgos fueron vistos por el Dr. Lapaix. En palabras llanas,
lo que fue encontrado en el cuerpo del señor Julio Constantino Perez, fue un tubo mediante el
cual la bilis realiza un viaje desde el hígado hasta el intestino delgado, y en propias palabras
del Dr. Lapaix, quien declaró ante la Corte de Apelación, es de rigor extirparlo en conjunto
con la vesícula.
en reparación de daños y perjuicios interpuesta por Julio Constantino Pérez contra Luis A.
Lapaix Buttén y la Clínica Independencia, C. por A., donde la Séptima Sala de la Cámara
Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, decidió rechazar en
No contento con esta decisión, el señor Julio Constantino Pérez, interpone formal recurso de
apelación, en donde la Corte decidió acoger en cuanto a forma y fondo dicho recurso, por lo
solidariamente a los Dr. Luis A. Lapaix Buttén y la Clínica Independencia, C. por A., pagar al
señor Julio Constantino Pérez Tiburcio, la suma de dos millones de pesos dominicanos
(RD$2,000,000.00), como justa reparación por los daños morales y materiales sufridos, al
pago de los intereses de dicha suma, a partir de la demanda en justicia y hasta el día 2 de
noviembre de 2002; y al pago de un veintidós por ciento (22%) anual, calculados a partir del
violación del artículo 141 del Código de Procedimiento Civil, pues no especifica los
pago del interes legal. Además, concluye incidentalmente solicitando la inadmisión del
recurso por haber prescrito el plazo de interposición del mismo. Siendo el último medio
rechazado pues tras el estudio del acto núm. 151/2005, por el cual el recurrido alega haber
sido notificado sobre la sentencia impugnada, nuestra más alta corte verifica que este se
En cuanto al medio del otro recurrente, la Clínica Independencia, C. por A., alega,
resumidamente, que han sido violados los artículos 1315, 1384, 1382 del Código Civil, que
los hechos han sido desnaturalizados, y que la sentencia emitida por la corte de alzada no
ha decidido: en primer lugar, casar el ordinal tercero de la sentencia emitida por la Cámara
referente a los intereses fijados, y envía el asunto ante la Segunda Sala de la Cámara Civil y
Comercial de la Corte de Apelación del Distrito Nacional; en segundo lugar, casa el ordinal
cuarto de la sentencia impugnada por vía de supresión y sin envío; y en tercer lugar, rechaza
Dicha decisión tomada por la más alta corte actuando como Corte de Casación fue arriba
tomando en cuenta los alegatos de los recurrentes, tales como que el fallo impugnado adolece
de los motivos que sirvieron para fundamentar la suma de dos millones de pesos dominicanos
más alta corte responde, tras haber observado los diversos documentos que constan en el
expediente probando el daño causado y orientados a probar los gastos incurridos por el
recurrido, estableciendo que los gastos sufragados son un total de ciento ochenta y un mil
doscientos setenta y dos mil pesos dominicanos con ochenta y ocho centavos
(RD$181,272.88), los cuales no son proporcionales con la suma condenada al recurrente, Dr.
Luis Lapaix Buttén por la corte a-qua, aún más cuando no se precisan con exactitud los
ingresos que dejó de percibir el ahora recurrido a causa del daño provocado, ni se hace
constar en el fallo alguna evaluación médica que certifique que las intervenciones quirúrgicas
a las que fue sometido el recurrido impiden que su capacidad física y mental recuperen su
estado anterior, y mucho menos justifica los daños morales, ni distingue los unos de los otros.
indemnización supletoria de forma extra petita, la Suprema Corte estatuye que a pesar de ser
innecesario determinar los aspectos de estas, gracias a que ha sido anulada, es necesario
puntualizar que no existe el interés legal preestablecido por haber sido derogado, quedando
en manos de los contratantes decidir sobre ello, pero del estudio del expediente se revela que
la demanda original data del 2 de junio de 1999, cuando aún estaba vigente la disposición que
Iliana A. Rosario Cruceta (19-1455)
establecía el interés legal, y la sentencia impugnada data del 30 de diciembre del 2004, luego
de ser abrogada la disposición mencionada. Por lo que, ha de destacarse que el artículo 2 del
Código Civil dispone que ‘’la ley sólo dispone para el porvenir, no tiene efecto retroactivo’’,
así pues la ley nueva se aplica inmediatamente bajo la condición que no lesione los derechos
adquiridos, y en aplicación a ello, los únicos intereses exigibles serían los generados desde la
que abrogo el interés legal, que data del 21 de noviembre del 2002.
Con respecto a los alegatos realizados por la Clínica Independencia, C. por A., con motivo al
supuesta relación de comitencia a préposé, la Corte de Casación responde que ante esta
el artículo 1384 del CC, que dispone que una persona, quien no es autora del daño, se obliga
a repararlo, siempre que se demuestre que durante la ocurrencia del hecho que generó el
perjuicio que el autor actuaba bajo el poder, direccion y supervision de esa otra persona por
el caso en cuestión no se presenta dicha relación, pues aunque el Dr. Luis Lapaix no
contradijo el daño provocado, debió de demostrarse que este actuaba bajo un lazo de
subordinación con la Clínica Independencia, C. por A., para que este último sea responsable
alzada, comprende un deber de vigilancia y seguridad hacia los pacientes, por lo que la
responsabilidad civil del centro médico hubiese sido comprometida cuando no suministrará
los medios necesarios para los cuidados de los pacientes. Tampoco ha sido controvertido que
la Clínica Independencia, C. por A.., haya cometido otra falta ni que el Dr. Luis Lapaix
el recurrido, y que es un juicio inherente a su profesión ejercer con ética y buenas costumbres
para evitar la mala praxis, cosa que no es ordenada o mandado a observar por dicho centro de
salud en virtud de lo anterior. Por lo que de esto se deriva, lógicamente, el razonamiento que
fundamenta que la Suprema Corte de Justicia decida casar el ordinal cuarto de la sentencia
el criterio jurisprudencial que impone la más alta corte de nuestra República, al establecer la
materiales, los cuales pueden ser probados de manera eficaz gracias a su característica
cuantificable, y daños morales, los cuales quedan bajo la soberana apreciación de los jueces
precedente, son las puntualizaciones realizadas con respecto al artículo 1384 de la legislación
civil, que establece la responsabilidad por el hecho de otro, y los requisitos imprescindibles
préposé actúe conforme a las funciones que le fueron otorgadas por su comitente.