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Iliana A.

Rosario Cruceta (19-1455)

FICHA TÉCNICA DE LA SENTENCIA EMITIDA POR LA SALA CIVIL DE LA

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE FECHA 9 DE OCTUBRE DEL 2002, B.J.

NUM. 1103.

1. HECHOS. La situación que suscita la litis, por lo que se puede inferir, consiste en que la

señora Delta Antonia de la Cruz G., firmó un contrato de compraventa de un inmueble con la

compañía de Inversiones Inmobiliaria, S.A., el cual debía ser entregado una vez la

mencionada cumpliera con sus obligaciones de pago. Las cuales fueron debidamente

satisfechas en fecha 29 de septiembre del año 1997. Sin embargo, la compañía de Inversiones

Inmobiliaria, S.A., incurrió en un incumplimiento a la hora de entregar el inmueble en

cuestión, pues intima a la compradora tres años después, en fecha 29 de abril del 2000, una

vez ésta ha acudido ante la justicia para reclamar los derechos que le han sido vulnerados.

2. PROCEDIMIENTO. El origen de la litis se remonta a la jurisdicción de primera instancia

con la demanda en incumpliento de contrato y reclamación de daños y perjuicios, incoada por

Delta Antonia de la Cruz G., contra la compañía de Inversiones Inmobiliaria, S.A., donde la

Cámara Civil y Comercial de la Primera Circunscripción del Juzgado de Primera Instancia

del Distrito Nacional dictó, en fecha 29 de septiembre del 2000, una sentencia mediante la

cuál se acoge la demanda interpuesta por Delta Antonia de la Cruz G., ordena a la compañía

de Inversiones Inmobiliaria, S.A., la entrega inmediata del inmueble que suscita la

controversia a la demandante, y condena al demandado al pago de treinta mil pesos

dominicanos con cero centavos (RD$30,000.00) en concepto de indemnización por los daños

y perjuicios provocados por el incumplimiento, además del pago de las costas.


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La compañía de Inversiones Inmobiliaria, S.A., inconforme con la decisión tomada en

primera instancia somete el recurso de apelación, obteniendo así una sentencia emitida por la

Corte de Apelación, la cual a resumidas cuentas, acoge dicho recurso pero rechaza su fondo

confirmando en todas sus partes la sentencia impugnada.

3. CUESTIÓN DE DERECHO. El recurrente, la compañía de Inversiones Inmobiliaria,

S.A., somete ante la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, el recurso de

casación sobre la sentencia emitida por la Corte de Apelación, en base a alegaciones de

desnaturalización de los hechos por parte de la corte a-qua y violación al artículo 1147 del

Código Civil, pues en el caso en cuestión no es posible establecer que se ha incurrido en la

falta absoluta de la obligación, más bien, en un retraso de su cumplimiento.

4. SOLUCIÓN. En esta ocasión, la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia

ha decidido rechazar el recurso de casación. A razón de que, en primer lugar, la parte

recurrente ante la corte a-qua se limitó a afirmar que la sentencia impugnada contenía vicios,

sin indicar adecuadamente cuáles eran estos, por lo que no basta con la simple enunciación de

los hechos, pues es menester probarlos y demostrar cómo estos afectan su derecho a defensa;

en segundo lugar, que la corte a-qua verificó que el último pago correspondiente al precio del

inmueble data del 29 de septiembre de 1997, sin embargo, la compañía de Inversiones

Inmobiliaria, S.A., intenta hacer entrega formal del inmueble en fecha 29 de abril del 2000,

tres años después de haberse hecho el pago final de parte de la compradora y luego de que

fuera intimado judicialmente por su acreedora; en tercer lugar, que en materia de

responsabilidad contractual basta con la comprobación del incumplimiento de las

obligaciones contraídas para generar la falta, por lo que no es necesario demostrar la mala fe

de parte del vendedor; y finalmente, nuestra más alta corte establece la evidencia que provoca
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el incumplimiento de las obligaciones de parte de la compañia e Inversiones Inmobiliaria,

S.A., pues le han privado de ejercer sus derechos sobre la propiedad a la acreedora en este

caso.

5. INTERÉS DE LA SENTENCIA. Entiendo que la importancia de esta sentencia reside en

el criterio que ha establecido la Suprema Corte de Justicia, pues tal como fundamenta en su

decisión, en materia de responsabilidad contractual sólo basta con ser verificado el

incumplimiento de la obligación contraída para que sea demostrada la falta, por lo que la

mala fe es irrelevante e innecesaria probarla ante la justicia.

FICHA TÉCNICA DE LA SENTENCIA EMITIDA POR LA SALA CIVIL DE LA

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE FECHA 30 DE OCTUBRE DEL 2013, B.J.

NUM. 1235.

1. HECHOS. La situación que suscita la litis, por lo que se puede inferir, consiste en que la

compañía La Rosa del Monte Express, S. A., y el señor Domingo Mejía celebraron un

contrato que poseía como objeto el transporte de la mudanza del señor Domingo Mejía. Sin

embargo, la compañía transportista no cumplió con su obligación de traslado, ya que los

bienes que debían ser movilizados no llegaron al destino acordado entre las partes.

2. PROCEDIMIENTO. El origen de la litis se remonta a la jurisdicción de primera

instancia con la demanda en reparación de daños y perjuicios y cobro de dinero, incoada por

el señor Domingo Mejía, contra las compañías La Rosa del Monte Express, S. A. y Sea Land

Service, Inc., ante la Tercera Cámara Civil y Comercial, la cual decidió declarar inadmisible

la demanda.
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Inconforme con esta decisión, el señor Domingo Mejía interpone formal recurso de apelación

ante la Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación de Santo Domingo, la cual

resolvió, en síntesis, acoger en cuanto a la forma y el fondo el recurso, revocando la sentencia

recurrida y avocar el conocimiento del fondo de la demanda en cuestión, la cual declara como

buena y válida, en consecuencia, condena a la compañía La Rosa del Monte Express, INC., al

pago de doscientos mil pesos dominicanos (RD$200,000.00), en concepto de los daños

morales y materiales sufridos por el recurrente, y al pago de los intereses legales de dicha

suma a título de indemnización suplementaria a partir de la demanda en justicia.

3. CUESTIÓN DE DERECHO. El recurrente, La Rosa del Monte Express, INC., somete

ante la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, el recurso de casación sobre la

sentencia emitida por la Corte de Apelación, alegando mediante su único medio de defensa

que, se han desnaturalizado los hechos y documentos, pues no incumplió las obligaciones

contraídas con la parte recurrida, ya que no se estipulaba en el contrato la obligación de llevar

a cabo diligencias aduanales de su parte, y que, también, han malinterpretado el artículo 1315

del Código Civil, al encargarle a la parte recurrente demostrar una obligación que no ha

contraído, ya que la realización de las diligencias aduanales eran obligaciones de la parte

recurrida, y una vez esté las realizará debía informar al recurrente para transportar la

mercancía a su destino final.

4. SOLUCIÓN. En esta ocasión, la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia

ha decidido rechazar el recurso de casación. A razón de que en el caso en cuestión nos

encontramos frente a una obligación determinada o de resultados, por ende, al momento en

que el recurrido no recibió sus muebles en el lugar de destino acordado por las partes, la

compañía La Rosa del Monte Express, INC., incurrió en un cumplimiento defectuoso de su


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obligación de entrega, lo cual es más que suficiente en materia de responsabilidad

contractual. Dígase, que se demuestre la inejecución o la ejecución (cumplimiento)

defectuosa de la obligación contraída, para que sea presumida la falta y se comprometa su

responsabilidad civil. A excepción, claramente, de aquellos casos en que se presenta una

causa extraña que libere su responsabilidad, pero la parte recurrente no estableció ni ofreció

prueba alguna sobre ello. Y es por estos motivos que la Suprema Corte de Justicia valida la

sentencia emitida por la Corte de Apelación.

5. INTERÉS DE LA SENTENCIA. Entiendo que la importancia de esta sentencia reside en

que, tal como establece nuestra más alta corte, en materia de responsabilidad contractual la

mera inejecución o ejecución defectuosa de la obligación contraída, aún más si se trata de una

determinada o de resultados, provoca una presunción de la falta que compromete la

responsabilidad civil del deudor, la cuál solamente podrá ser desvirtuada si se han presentado

causas extrañas que liberen su responsabilidad, lo cual queda a cargo de este probarlas.

FICHA TÉCNICA DE LA SENTENCIA EMITIDA POR LA SALA CIVIL DE LA

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE FECHA 10 DE DICIEMBRE DEL 2003, B.J.

NUM. 1117.

1. HECHOS. La situación que suscita la litis, por lo que se puede inferir, consiste en que el

señor Edilio Clemente Rodríguez, propietario inicial del inmueble por el cual nace la

controversia, vendió dicha propiedad al señor Nene Pereyra, cuando dicho bien inmueble

había salido de su patrimonio, pues en primer término, este fue vendido al señor Víctor

Porquín Batista, quien realmente poseía el derecho de propiedad. No obstante esto, el señor

Nene Pereyra, en desconocimiento de la verdad sobre la propiedad y posesión del bien


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inmueble, demanda a su vendedor, el señor Edilio Clemente Rodríguez, para que entregue la

cosa vendida y se desaloje a todo aquel que resida en este, en consecuencia, el señor Víctor

Porquín Batista es desalojado del bien inmueble.

2. PROCEDIMIENTO. El origen de la litis se remonta a primera instancia con la demanda

en reivindicación de inmueble por causa de usurpación y reparación de daños y perjuicios

intentada por Víctor Porquín Batista contra Nene Pereyra, ante la Cámara Civil, Comercial y

de Trabajo del Juzgado de Primera Instancia de San Cristóbal, jurisdicción que dictaminó

mediante sentencia que, en primer lugar, se ratifica el defecto por falta de comparecencia

contra Nene Pereyra, en segundo lugar, acoge las conclusiones del demandante Víctor

Porquín Batista, y en consecuencia condena a Nene Pereyra a la entrega inmediata del

inmueble usurpado, y al pago de una astreinte de doscientos pesos (RD$200.00) en caso de

no obtemperar, ordena el desalojo inmediato de Nene Pereyra o de quien se encuentre en

disfrute del inmueble en cuestión, en tercer lugar, declara a Nene Pereyra responsable

civilmente de la usurpación y desalojo ilegal, por lo que, lo condena a pagar una

indemnización de cien mil pesos dominicanos (RD$100,000.00), más los intereses legales a

partir de la ocurrencia de los hechos.

Que inconforme con la decisión, es sometido un recurso de apelación ante la Corte, la cual

decidió, en síntesis, admitir como regular y válido dicho recurso, y confirmar la sentencia

objeto del recurso, a excepción de lo indicado en su letra c, en la cual se condena a pagar una

indemnización de cien mil pesos dominicanos (RD$100,000.00), más los intereses legales a

partir de la ocurrencia de los hechos a Nene Pereyra, por lo cual lo revoca y rechaza la

demanda en responsabilidad civil por improcedente y mal fundada.


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3. CUESTIÓN DE DERECHO. El recurrido, el señor Nene Pereyra, propone en su medio

de casación que se han desnaturalizado los hechos, por lo que se ha aplicado erróneamente el

derecho. De forma resumida alega que, de conformidad del proceso realizado por el recurrido

en contra del señor Edilio Clemente Rodríguez, en la demanda de entrega de cosa vendida,

este no advirtió al tribunal que él había vendido el inmueble objeto de la demanda al señor

Víctor Porquín Batista, ni presentó contrato alguno que demostrara que ocupaba el inmueble

como inquilino del hoy recurrente, y dicho proceso adquirió la autoridad de la cosa juzgada;

que, las pretensiones del recurrente de desalojar al recurrido ya había recibido el fallo del

tribunal y su acción denominada ahora demanda en reivindicación de inmueble, por causa de

usurpación y daños y perjuicios, al ser acogida por la corte de alzada se decidió sobre un

asunto que ya poseía el carácter de la cosa juzgada y debía desestimarse. En consecuencia,

inobservó los artículos 1605, 1606 y siguientes del Código Civil, los artículos 101, 102 y

siguientes de la Ley No. 834 del 15 de julio del año 1978, y los artículos 1, 2 y siguientes de

la Ley de Registro de Tierras, que establece una jurisdicción especial por ante el Tribunal

Superior de Tierras, para aquellas contestaciones de derecho en la que se discutan aspectos

relativos a terrenos registrados.

El recurrente, el señor Víctor Porquín Batista, mediante su medio de casación establece que la

corte de alzada ha incurrido en falta e insuficiencia de motivos, erronea aplicación de la teoría

de la falta, violación del artículo 141 del Código de Procedimiento Civil y el artículo 1382

del Código Civil, alegando en síntesis que, si fue admitida la usurpación y el desalojo ilegal,

que era la causa de la reivindicación de las mejoras, no debía ser modificado la sentencia

emitida en primer grado ni ser rechazado el aspecto indemnizatorio cuando no ha sido

solicitado, pues ha incurrido en un fallo extra petita; que, la corte a-qua se contradice, pues si

afirma la ocurrencia de los hechos, no puede negar lo que se deriva como consecuencia; que,
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existió la usurpación por lo que, el desalojo fue irregular, ya que la parte recurrida según la

corte a-qua compró a Edilio Clemente las mejoras del recurrente, en consecuencia su

motivación es insuficiente, ya que no se determina por que se revocó el aspecto

indemnizatorio si se confirmó el hecho generador de la responsabilidad, expresando que la

parte recurrida no se le puede atribuir falta alguna; sin embargo, el artículo 1382 del Código

Civil establece que cualquier hecho del hombre que causa a otro un daño, obliga aquél por

cuya culpa tuvo que repararlo.

4. SOLUCIÓN. En esta ocasión, la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia

ha decidido rechazar el recurso de casación. A razón de que según la sentencia civil No. 1164

de fecha 22 de octubre de 1993, de la Cámara Civil, Comercial y de Trabajo del Juzgado de

Primera Instancia del Distrito Judicial de San Cristóbal, el recurrido, Nene Pereyra, demandó

a Edilio Rodríguez la entrega de la cosa vendida y se ordena el desalojo de esas cuatro casas,

que según indica en esa sentencia fueran vendidas el 29 de julio de 1992, casi un año en que

la parte recurrida había adquirido la propiedad. Dicha demanda en entrega de la cosa vendida

es incoada contra el vendedor, el señor Edilio Rodríguez, y no se ha demandado a quien la

adquirió con anterioridad y quien tenía no solo la propiedad, sino la posesión, siendo este la

parte recurrente, Víctor Porquín Batista. Por consiguiente, el recurrente adquirió un inmueble

que realmente se encontraba bajo la propiedad de una persona distinta a su vendedor, bajo la

creencia que el inmueble se encontraba aún bajo su patrimonio. Entonces, al demandar la

entrega del inmueble que adquirió lo hace ejerciendo el derecho que le asiste como

adquirente de esa obligación, y el disfrute de los derechos de propiedad propios de la compra,

y por un desalojo ordenado por el tribunal hacia la parte recurrente. En virtud de esto, no le es

atribuible falta alguna al recurrido, el señor Nene Pereyra, pues, sí bien es cierto que la parte
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recurrente ha recibido daños, estos no pueden ser reparados por la parte recurrida, porque no

es el autor de ellos.

5. INTERÉS DE LA SENTENCIA. Entiendo que la importancia de esta sentencia reside en

el análisis realizado por la Suprema Corte de Justicia, la cual determina que en el caso en

cuestión no ha existido falta alguna de parte del recurrido, puesto que este ha actuado en

virtud de un derecho de propiedad que supuestamente poseía ante la venta fraudulenta del

bien inmueble, por lo tanto, corresponde demandar en reparación de daños y perjuicios al

verdadero autor del daño1, para que sea a este quien se le comprometa su responsabilidad

civil.

FICHA TÉCNICA DE LA SENTENCIA EMITIDA POR LA SALA CIVIL DE LA

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE FECHA 9 DE FEBRERO DEL 2011, B.J.

NUM. 1203.

1. HECHOS. El 12 de enero del año 1999 el señor Julio Constantino Perez fue ingresado en

la clínica Independencia, donde recibió la intervención quirúrgica del Dr. Luis Lapaix Buttén,

mediante la cual se extrajo su vesícula y fue dado de alta al día siguiente de dicho

procedimiento, el 13 de enero. No obstante, el 16 de enero vuelve a ser ingresado al mismo

centro médico pues padecía de dolor abdominal y malestar general, una vez examinado por

otros profesionales de la salud, se le recomienda una nueva intervención quirúrgica.

1
En virtud del artículo 1382 del Código Civil: ‘’Cualquier hecho del hombre que causa a otro un daño, obliga a

aquel por cuya culpa sucedió, a repararlo’’ y el artículo 1383: ‘’Cada cual es responsable del perjuicio que ha

causado, no solamente por un hecho suyo, sino también por su negligencia o su imprudencia’’.
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Sin embargo, sus familiares solicitan su alta y lo trasladan al Hospital General Materno

Infantil Plaza de la Salud, donde es intervenido quirúrgicamente, y es determinado que en su

cuerpo se encontraban tres mil mililitros de bilis en cavidad y el colédoco seccionado en su

porción supraduodenal y cuyos hallazgos fueron vistos por el Dr. Lapaix. En palabras llanas,

lo que fue encontrado en el cuerpo del señor Julio Constantino Perez, fue un tubo mediante el

cual la bilis realiza un viaje desde el hígado hasta el intestino delgado, y en propias palabras

del Dr. Lapaix, quien declaró ante la Corte de Apelación, es de rigor extirparlo en conjunto

con la vesícula.

2. PROCEDIMIENTO. El origen de la litis se remonta a primera instancia con la demanda

en reparación de daños y perjuicios interpuesta por Julio Constantino Pérez contra Luis A.

Lapaix Buttén y la Clínica Independencia, C. por A., donde la Séptima Sala de la Cámara

Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, decidió rechazar en

todas sus partes dicha demanda.

No contento con esta decisión, el señor Julio Constantino Pérez, interpone formal recurso de

apelación, en donde la Corte decidió acoger en cuanto a forma y fondo dicho recurso, por lo

que acoge en parte la demanda en reparación de daños y perjuicios, en consecuencia, condena

solidariamente a los Dr. Luis A. Lapaix Buttén y la Clínica Independencia, C. por A., pagar al

señor Julio Constantino Pérez Tiburcio, la suma de dos millones de pesos dominicanos

(RD$2,000,000.00), como justa reparación por los daños morales y materiales sufridos, al

pago de los intereses de dicha suma, a partir de la demanda en justicia y hasta el día 2 de

noviembre de 2002; y al pago de un veintidós por ciento (22%) anual, calculados a partir del

día 21 de noviembre de 2002, hasta la fecha de ejecución definitiva de sentencia.


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3. CUESTIÓN DE DERECHO. El recurrente, el doctor Luis Lapaix Buttén, propone en su

medio de casación que la corte a-qua no ha fundamentado debidamente su sentencia, en clara

violación del artículo 141 del Código de Procedimiento Civil, pues no especifica los

parametros que ha tomado a la hora de condenar al recurrente al pago de dos millones de

pesos dominicanos (RD$2,000,000.00) y que, tambien, ha fallado extrapetita al imponer el

pago del interes legal. Además, concluye incidentalmente solicitando la inadmisión del

recurso por haber prescrito el plazo de interposición del mismo. Siendo el último medio

rechazado pues tras el estudio del acto núm. 151/2005, por el cual el recurrido alega haber

sido notificado sobre la sentencia impugnada, nuestra más alta corte verifica que este se

trataba de un acto que trabó un embargo retentivo en su perjuicio.

En cuanto al medio del otro recurrente, la Clínica Independencia, C. por A., alega,

resumidamente, que han sido violados los artículos 1315, 1384, 1382 del Código Civil, que

los hechos han sido desnaturalizados, y que la sentencia emitida por la corte de alzada no

describe adecuadamente los hechos de la causa, ya que el centro médico no posee

responsabilidad alguna, vulnerando así el artículo 65.3 de la ley sobre Procedimiento de

Casación y el artículo 141 del Código de Procedimiento Civil.

4. SOLUCIÓN. En esta ocasión, la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia

ha decidido: en primer lugar, casar el ordinal tercero de la sentencia emitida por la Cámara

Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Distrito Nacional, y en consecuencia, lo

referente a los intereses fijados, y envía el asunto ante la Segunda Sala de la Cámara Civil y

Comercial de la Corte de Apelación del Distrito Nacional; en segundo lugar, casa el ordinal

cuarto de la sentencia impugnada por vía de supresión y sin envío; y en tercer lugar, rechaza

los demás aspectos del recurso de casación.


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Dicha decisión tomada por la más alta corte actuando como Corte de Casación fue arriba

tomando en cuenta los alegatos de los recurrentes, tales como que el fallo impugnado adolece

de los motivos que sirvieron para fundamentar la suma de dos millones de pesos dominicanos

(RD$2,000,000.00) correspondientes a una indemnización por los daños provocados, nuestra

más alta corte responde, tras haber observado los diversos documentos que constan en el

expediente probando el daño causado y orientados a probar los gastos incurridos por el

recurrido, estableciendo que los gastos sufragados son un total de ciento ochenta y un mil

doscientos setenta y dos mil pesos dominicanos con ochenta y ocho centavos

(RD$181,272.88), los cuales no son proporcionales con la suma condenada al recurrente, Dr.

Luis Lapaix Buttén por la corte a-qua, aún más cuando no se precisan con exactitud los

ingresos que dejó de percibir el ahora recurrido a causa del daño provocado, ni se hace

constar en el fallo alguna evaluación médica que certifique que las intervenciones quirúrgicas

a las que fue sometido el recurrido impiden que su capacidad física y mental recuperen su

estado anterior, y mucho menos justifica los daños morales, ni distingue los unos de los otros.

En consecuencia, se advierte que la sentencia impugnada adolece de insuficiencia e

imprecisión de motivos sobre el monto indemnizatorio ordenado al recurrente, por lo que es

casado en este aspecto.

En cuanto a los alegatos correspondientes a la condena sobre el pago de intereses como

indemnización supletoria de forma extra petita, la Suprema Corte estatuye que a pesar de ser

innecesario determinar los aspectos de estas, gracias a que ha sido anulada, es necesario

puntualizar que no existe el interés legal preestablecido por haber sido derogado, quedando

en manos de los contratantes decidir sobre ello, pero del estudio del expediente se revela que

la demanda original data del 2 de junio de 1999, cuando aún estaba vigente la disposición que
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establecía el interés legal, y la sentencia impugnada data del 30 de diciembre del 2004, luego

de ser abrogada la disposición mencionada. Por lo que, ha de destacarse que el artículo 2 del

Código Civil dispone que ‘’la ley sólo dispone para el porvenir, no tiene efecto retroactivo’’,

así pues la ley nueva se aplica inmediatamente bajo la condición que no lesione los derechos

adquiridos, y en aplicación a ello, los únicos intereses exigibles serían los generados desde la

interposición de la demanda original hasta la promulgación y publicación de la legislación

que abrogo el interés legal, que data del 21 de noviembre del 2002.

Con respecto a los alegatos realizados por la Clínica Independencia, C. por A., con motivo al

descargo de su responsabilidad civil comprometida por la corte de alzada a través de la

supuesta relación de comitencia a préposé, la Corte de Casación responde que ante esta

particularidad se está frente a una rama excepcional de la responsabilidad civil contenida en

el artículo 1384 del CC, que dispone que una persona, quien no es autora del daño, se obliga

a repararlo, siempre que se demuestre que durante la ocurrencia del hecho que generó el

perjuicio que el autor actuaba bajo el poder, direccion y supervision de esa otra persona por

un lazo de subordinación, lo cual constituye la relación comitente- préposé. No obstante, en

el caso en cuestión no se presenta dicha relación, pues aunque el Dr. Luis Lapaix no

contradijo el daño provocado, debió de demostrarse que este actuaba bajo un lazo de

subordinación con la Clínica Independencia, C. por A., para que este último sea responsable

civilmente, pues la formalización de un contrato de hospitalización, según formula la corte de

alzada, comprende un deber de vigilancia y seguridad hacia los pacientes, por lo que la

responsabilidad civil del centro médico hubiese sido comprometida cuando no suministrará

los medios necesarios para los cuidados de los pacientes. Tampoco ha sido controvertido que

la Clínica Independencia, C. por A.., haya cometido otra falta ni que el Dr. Luis Lapaix

Buttén es médico cirujano, especialidad requerida para practicar la intervención realizada en


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el recurrido, y que es un juicio inherente a su profesión ejercer con ética y buenas costumbres

para evitar la mala praxis, cosa que no es ordenada o mandado a observar por dicho centro de

salud en virtud de lo anterior. Por lo que de esto se deriva, lógicamente, el razonamiento que

fundamenta que la Suprema Corte de Justicia decida casar el ordinal cuarto de la sentencia

impugnada por vía de supresión y sin envío.

5. INTERÉS DE LA SENTENCIA. Entiendo que la importancia de esta sentencia reside en

el criterio jurisprudencial que impone la más alta corte de nuestra República, al establecer la

importancia y obligación que poseen los tribunales de fundamentar debidamente las

condenaciones pecuniarias que imponen en concepto de indemnizaciones por daños

materiales, los cuales pueden ser probados de manera eficaz gracias a su característica

cuantificable, y daños morales, los cuales quedan bajo la soberana apreciación de los jueces

debido a su carácter cualitativo. Finalmente, otro punto sumamente importante de este

precedente, son las puntualizaciones realizadas con respecto al artículo 1384 de la legislación

civil, que establece la responsabilidad por el hecho de otro, y los requisitos imprescindibles

para su constitución: la falta imputable al préposé, la relación comitente-préposé y que el

préposé actúe conforme a las funciones que le fueron otorgadas por su comitente.

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