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Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2014-15.

Tema 18

TEMA 18: EL ESPAÑOL EN EL MUNDO. EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

1. INTRODUCCIÓN

Según el Informe del Instituto Cervantes publicado el 19 de junio de


2010, el español es una lengua viva, una de las tres o cuatro grandes lenguas
que canalizan las relaciones internacionales, como lo corroboran los datos que
apuntaremos a continuación. Pese a ello, nuestro idioma ha de superar algunos
retos importantes, como los que constituyen la producción de textos científicos
y su difusión a través de Internet o la necesidad de seguir ganando terreno en
los foros internacionales donde España y los países hispanohablantes están
presentes y donde se toman importantes decisiones para la salud política y eco-
nómica de nuestro país. “El enemigo del español no es el inglés, sino la pobre-
za”. Esta afirmación, acuñada por Antonio Muñoz Molina en su discurso inau-
gural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, da cuenta del fuerte
vínculo existente entre lengua y economía.

2. EL ESPAÑOL EN EL MUNDO

2.1. Hagamos números

En el mundo se hablan unas 7.000 lenguas, pero la mayor parte de las


personas se comunican utilizando unas pocas. Aunque no todo han de ser nú-
meros, las cifras hablan por sí solas: Más de 450 millones de personas hablan
español, que es ya la segunda lengua del mundo (solo por detrás del chino) y la
quinta de la UE (tras alemán, inglés, italiano y francés) por número de hablan-
tes nativos. Tenemos más datos: es la cuarta lengua en Europa por porcentaje
de hablantes no nativos, la tercera lengua más usada en la red, donde ha expe-
rimentado un crecimiento del 650,9% entre los años 2000 y 2009, y una de las
lenguas que ha experimentado un mayor crecimiento en el número de estudian-
tes1: ha pasado a ser la segunda lengua más estudiada en Francia, por ejemplo,
desbancando al alemán, y en países tan distantes geográfica y culturalmente
como Suecia se afianza cada vez más en la enseñanza secundaria 2. En cuanto a
las instituciones europeas, el español ocupa, junto con el italiano, la cuarta po-
sición, por detrás de las tres lenguas que, por circunstancias históricas, demo-
gráficas y políticas, tienen un estatus privilegiado, que son el inglés, el francés
y, en menor medida, el alemán.

La proyección internacional de la que gozan la literatura, la música, la


pintura o el deporte españoles no se manifiesta de igual modo en el ámbito de la
ciencia, entre otras cosas porque el idioma vehicular en el campo de la investi-
gación científica sigue siendo el inglés. Un dato alentador es el crecimiento en
los últimos diez años del número de revistas científicas en español, en particu-
lar en el área de las ciencias sociales.

1
Unos 14 millones de alumnos estudian español como lengua extranjera.
2
En lo que respecta a la educación universitaria, España se ha convertido en el destino principal de los estudiantes de
Erasmus, dentro de la UE.
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F Otros datos interesantes: el número de turistas idiomáticos que llegan a


España ha crecido, entre 2000 y 2007, un 137,6%.
F En el sector editorial, cuya materia prima es la lengua, España ocupa el
cuarto puesto en el mundo.

La actual imagen del español se asocia a mejores perspectivas económicas


para los hablantes bilingües que lo dominan, como ocurre con el espectacular
crecimiento del español en EEUU, parejo al incremento de su poder adquisitivo
en contraste con otras minorías que residen allí.

2.2. ¿Dónde se habla?3

Desde 1492 a la fecha, el español se ha extendido por los cinco continen-


tes. Es la lengua oficial de España, de Guinea Ecuatorial y de diecinueve
países de América del Sur, América Central y el Caribe (en orden de mayor a
menor número de hablantes: México, Colombia, Argentina, Perú, Venezuela,
Chile, Guatemala, Ecuador, Cuba, República Dominicana, Bolivia, Hondu-
ras, Paraguay (cooficial con el guaraní), El Salvador, Nicaragua, Costa Rica,
Puerto Rico (junto con el inglés), Panamá y Uruguay). En Belice4 es hablado
por una proporción significativa de la población. En Trinidad y Tobago, cerca de
Venezuela, se está potenciando el aprendizaje del español para propiciar las re-
laciones comerciales, como ocurre con Brasil. Es, además, idioma nativo —to-
tal o parcialmente— en determinadas zonas de Estados Unidos (Nuevo México,
Arizona, Texas, California y Florida), país en el cual es la segunda lengua princi -
pal. Se estima que en 2050, Estados Unidos será el primer país hispanohablan-
te del mundo. Allí donde inglés y español conviven (México, Puerto Rico, sur de
EEUU), se utiliza a menudo el espanglis5, fusión morfosintáctica y semántica
entre ambas lenguas. Otros territorios donde el español es segunda lengua más
hablada son Aruba, Gibraltar (el llamado llanito) o Andorra, donde para un 34
% de la población es lengua materna. También es usada en el Sahara Occiden -
tal y en Marruecos.

El español también se habla en el Pacífico: en Filipinas6, junto con el in-


glés y el filipino (tagalo), en la isla de Pascua y el Archipiélago Juan Fernández
(Chile) y en las Galápagos (Ecuador). Es lengua residual en Guam y las islas
Marianas del Norte.

Es asimismo, con las peculiaridades del judeo-español, la lengua mater-


na de los judíos sefardíes o sefarditas descendientes de los expulsados de Es-
paña en 1492, quienes viven especialmente en Turquía, los Balcanes, Asia Me-
nor y norte de África; pero también en Holanda, Grecia, Bulgaria, Yugoslavia,
Egipto, Líbano y Siria; además, existen comunidades en Francia, Estados Uni-
dos e Israel. Se estima su número en unos 150.000.

3
Lengua oficial en 21 países, los hispanoamericanos y Guinea Ecuatorial.
4
Pese a que el idioma oficial de Belice es el inglés, el español lo supera en número de hablantes.
5
También llamado Spanglish, ingañol, espaninglis, espanglish, espanglés, espangleis, espanglis o pocho.
6
El español criollo que se habla en Filipinas se llama chabacano.
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3. EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

3.1. El español y las lenguas precolombinas

A la llegada de los conquistadores españoles a finales del siglo XV, la si-


tuación lingüística en América se caracterizaba por la fragmentación: convivían
cerca de un centenar de lenguas con una gran variedad de dialectos. Durante la
colonización tal diversidad era un obstáculo, especialmente para la predicación:
los misioneros tuvieron que recurrir a la enseñanza de lenguas indígenas más
generales, algunas de las cuales perviven hoy, antes que forzar el aprendizaje
del castellano. Aun así, de los quince millones de indios supervivientes no deben
de llegar a la mitad quienes hablan su propia lengua, mientras más de 370 mi-
llones de hispanoamericanos hablan español. De las lenguas indígenas el mayor
número de hablantes lo encontramos en el náhuatl y el maya en México, el ma-
puche (mapudungun o araucano) en Chile, el aimara en Perú y Bolivia, el que-
chua en Bolivia, Argentina y Ecuador, y el guaraní en Paraguay. Además de ser
adstratos7, numerosos vocablos de estas lenguas se incorporaron al español: pa-
tata, cacao, chocolate, canoa, tiburón, Jauja, hamaca, maíz, etc. Otras lenguas
que sobreviven son el caribe, el sáliba, el shuar, el embera…

3.2. Variantes dialectales en el español de América

El español de América es considerablemente variado; hay, no obstante, al-


gunas características comunes que coinciden en buena medida con las del an-
daluz, hasta el punto de que se suele hablar de una variedad “atlántica” del es-
pañol que uniría el andaluz, el canario y el español americano. Se cree que tales
coincidencias se deben a la importante presencia de andaluces en los primeros
tiempos de la conquista: hasta 1519 eran el 60 % de los colonizadores que for-
maron las primeras sociedades criollas. Además, la llegada de españoles a Amé-
rica se producía siempre tras una larga estancia en Sevilla, donde hablantes no
andaluces se impregnaban de ciertos rasgos característicos de su variedad dia-
lectal8.

De todas formas, es evidente que, tanto desde el punto de vista fonético-


fonológico como en el léxico-semántico y de manera algo menos evidente en los
aspectos gramaticales, el español hablado en América presenta numerosas di-
ferencias que, sin llegar a convertirlo en un idioma fragmentado e incomprensi-
ble (salvo en usos jergales), lo enriquecen y lo hacen vehículo de diferentes cul-
turas con una misma base idiomática y componentes étnicos genuinos de cada
región. Como afirma Azucena Palacios, de la UAM, “hablamos de diversidad
dentro de la unidad”.

Las clasificaciones en áreas dialectales han sido improductivas para des-


cribir el español hablado en América. En muchos casos carecen de rigor y en
otros no se tienen en cuenta las variedades diastráticas, esto es, los niveles de
uso según el estrato social, cuando hay más diferencias en el uso oral en los es-
tratos populares de cada una de las zonas que en la norma culta, pues la esco-

7
Entre otros significados, se entiende como el influjo mutuo entre dos lenguas o dialectos vecinos.
8
No todos los filólogos coinciden en interpretar la influencia del andaluz como un factor fundamental.
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larización es un elemento de homogeneización. Por todas estas dificultades, últi-


mamente se ha optado por descripciones más o menos exhaustivas del uso en
cada país, pero tienen el inconveniente de que las fronteras políticas no son las
lingüísticas, como se puede apreciar en la siguiente clasificación en cinco zo-
nas que podríamos considerar como “la menos mala”:

1. Zona antillana o del Caribe: Cuba, Santo Domingo, costa venezolana y


costa norte de Colombia, además de Puerto Rico.
2. Zona mejicana: México, sur y suroeste de EE.UU y América Central.
3. Región andina: Andes venezolanos, interior de Colombia, Ecuador, Perú,
Bolivia y noroeste de Argentina.
4. Zona chilena: Chile.
5. Zona rioplatense: Argentina, Uruguay y Paraguay.

También se suele hablar de variedades innovadoras fonéticamente


(aquellas que experimentan fuertes procesos de relajamiento consonántico,
como el español de la costa caribeña) y de variedades conservadoras (conser-
van las consonantes, como ocurre en el español andino)9.

3.3. Rasgos del español de América

Pese a las aclaraciones previas, podemos mencionar los rasgos más ca-
racterísticos o más habituales en esa entelequia que hemos llamado “español
americano”. Por niveles son los siguientes:

3.3.1. Rasgos fonéticos

Las variaciones vocálicas no constituyen fenómenos específicos y obede-


cen a tendencias similares a las que se producen en el uso peninsular, por lo
que nos centraremos en las consonantes:

 Seseo: realización de los sonidos s y  como s. Es el fenómeno por ex-
celencia del español americano, si bien esa “s” tiene realizaciones muy di-
ferentes según las zonas. Se da de forma generalizada en todos los países
de habla hispana10.

 Aspiración o elisión de la “s” implosiva 11: se da en las variedades más


innovadoras: área caribeña y Antillas, Centroamérica, costas de Colombia,
Venezuela y Ecuador, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Oriente de
Bolivia, donde suele ser normativa. En algunas zonas del interior de Co-
lombia, Venezuela y México es un rasgo socialmente rechazado.

 Yeísmo: neutralización de   (grafía “ll”) y y a favor de la segunda. El


yeísmo, fenómeno común a todo el mundo hispánico, tiene distintas reali-
zaciones, desde una semiconsonante en la zona caribeña al rehilamiento
o žeísmo rioplatense. Ahora bien, no existe yeísmo en toda el área ameri-
9
Gregorio Salvador propone otra clasificación del español: "El español castellano es el español de la mitad norte de la
Península y el que se habla en la altiplanicie mexicana, en las zonas interiores de Centroamérica, en la cordillera andi-
na y en todos los altiplanos de la América del sur. El español atlántico es el del sur de la Península, las islas Canarias
y las del Caribe y todas las tierras litorales de América, tanto atlánticas como pacíficas".
10
Hay algunos casos de ceceo que están en retroceso y socialmente estigmatizados.
11
Implosiva: consonante situada a final de sílaba
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cana, pues hay distinción de ambas palatales en Paraguay, Nordeste de


Argentina, Bolivia, zonas andinas de Ecuador y Perú, y en general en las
zonas interiores de Colombia y Venezuela.

 Diferentes realizaciones de r, desde la alveolar similar a la castellana


hasta su aspiración o elisión en la zona costera o la asibilada de algunos
países andinos o de Centroamérica. El Rotacismo es la confusión de r y
l en posición implosiva (“No hace farta, mi amol”). Es un fenómeno muy
característico del Caribe y Las Antillas, aunque también se documenta
este uso en estratos sociales sin instrucción en Chile, Perú, Paraguay o
Ecuador.

 Aspiración de “h” inicial procedente de “f” latina (. Otro fenómeno rela-


cionado es la velarización de la “f” explosiva que se da, por ejemplo, en
Colombia.

 Relajación y pérdida de la “d” final, salvo en monosílabos.

F En el plano fonológico cabe mencionar las distintas entonaciones: la rio-


platense, la chilena, la caribeña, la antioqueña…

3.3.2. Rasgos gramaticales

 En el uso de pronombres : ausencia de leísmo, uso de “se los” por “se lo”
(Ya se los dije en lugar de Ya se lo dije), que se extiende a todas las clases
sociales e incluso a los medios de comunicación; duplicación del CD ante-
poniendo la forma pronominal (Lo veo al niño); modificaciones en el orden
de los pronombres en las interrogativas, propio del habla caribeña (¿Qué
tú quieres?); sustitución del posesivo por el pronombre personal con pre-
posición (“Es de nosotros” en lugar de “Es nuestro”).

Uno de los rasgos más característicos, relacionado con el uso de los pro-
nombres, es el llamado voseo. Consiste en el empleo de la forma vos como se-
gunda persona del singular (en lugar de “tú, ti, contigo”), que está bastante ge-
neralizado en muchas áreas, si bien las desinencias verbales que acompañan
esta forma pueden ser tanto diptongadas (vos cantáis) como no diptongadas (vos
cantás). La conjugación verbal no diptongada varía: en Argentina se dice “vos te-
nés”; en Chile, “vos tenís”. Es uso prestigioso en Argentina, Paraguay o Uru-
guay, por lo que se está generalizando, pero en Colombia, Venezuela o Ecuador
se asocia a las clases con instrucción baja, lo que se traduce en un uso más
restringido o socialmente reprobable. También se documenta en Chiapas (Méxi-
co), Perú, Bolivia y Las Antillas. Por último, en países como Colombia es habi-
tual el llamado “ustedeo”, consistente en emplear la forma “usted” en situacio-
nes familiares y como uso social habitual en lugar del tuteo.

 En las preposiciones y conjunciones encontramos usos que difieren de la


norma peninsular: caer a la cama, ingresar al ejército, estaba arriba de la
mesa, hasta las dos iré; cada que (en lugar de cuando)…; dequeísmo (in-
cluso entre los estratos de población con nivel de instrucción alto), etc.

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 En las formas verbales: uso de construcciones impersonales en plural con


el verbo “haber” y, en menor medida, “hacer”, que en España se conside-
ran erróneas (“Hubieron muchos asistentes”); preferencia por el pretérito
perfecto simple sobre el compuesto (“Vino” en lugar de “Ha venido”); susti-
tución del futuro por formas perifrásticas; escaso empleo de la voz pasiva;
construcciones donde se intercala el verbo ser como refuerzo (“Ha vuelto
es a contártelo”), etc.

 Otros rasgos morfosintácticos son la adverbialización del adjetivo (“Esa


mina viste lindo”), la variación de género de algunos sustantivos (“He
puesto un denuncio”); la anteposición del posesivo (“Mijo” por “hijo mío”), la
sufijación diferente a la peninsular (protagónico, peleadera, besadera, pro-
fesionista…), uso reiterado de diminutivos, incluso en adverbios (“ahorita”)
o pronombres (“estico, bastantico”), la anteposición del artículo (El Gonza,
La Inés) incluso en el uso culto chileno; muletillas (“¿Cachai?” o “po” en
Chile, “pe” en Perú, “orale” o“wey” en México, “este”o “¿viste?” en Argenti-
na…), “obvio” en Colombia, etc.

3.3.3. Rasgos léxicos

Como afirma Lázaro Carreter, hay diferencias igual que las hay dentro de
la península: un término como alcayata no es conocido por un aragonés y sí por
un pacense o un murciano. Muchas veces tales diferencias se deben a que Amé-
rica conserva viejas palabras ya olvidadas aquí, como pollera ‘falda’; otras veces
a la incorporación de extranjerismos diferentes, como rentar ‘alquilar’, o broder
‘amigo’, pues Hispanoamérica recibe más directamente la influencia anglosajo-
na.

El léxico del español americano no es solo fruto de la influencia del sus-


trato amerindio de cada región o de las costumbres particulares de cada pueblo,
sino que constituye un conjunto de vocablos y locuciones de origen muy dispar
que se han amalgamado con el castellano: arcaísmos como pararse ‘ponerse en
pie’, indigenismos como papaya, afronegrismos como quilombo ‘problema’, que
forman la base del llamado lunfardo en Argentina; eufemismos, disfemismos,
etc. Veamos algunos ejemplos:

 Palabras: Carro ‘coche’, celular ‘móvil’, vereda ‘acera’, cuadra ‘manzana’,


cobija ‘manta’, lana o plata ‘dinero’, catire, mono o güero ‘rubio’, botar
‘echar’, caerle ‘acercarse’, etc.12

 Lexías, locuciones o frases hechas: Hay una gran variedad en cada


zona, así que nos conformaremos con citar algunas de las más conocidas, evi-
tando en este caso las expresiones malsonantes que, como en todas partes, son
bastante abundantes y, en ocasiones, muy ocurrentes:

En México: Híjole, Con todo y parientes, A poco, nomás… En Colombia: Dejar con
los crespos hechos, Poner los cachos, Quihubo, Ave María pues, Ser un duro, Pi-
las, A lo bien, Diz que…, A las patadas, Echarse o bajarse a alguien, irse de rum -
ba… En Argentina: A full, ¡Que lo parioó!, tomátelas, andate… En Chile: ser un
cabro chico, Qué onda… En Perú: Ya pues, Al toque, etc.

12
Puedes añadir ejemplos del anexo.
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Resultan curiosas las llamadas ‘palabras problema’, que son las que tie-
nen significados muy distintos en diferentes países hispanos y, en muchos ca-
sos, alguno de ellos se convierten en palabras tabú: coger en varios países como
México o Argentina es una expresión vulgar para referirse al acto sexual, por
ejemplo, mientras en Argentina joder es ir de juerga o hacer bromas13.

En conclusión, el español americano posee rasgos propios que lo diferen-


cian del de España; incluso la diversificación léxica tiende a acrecentarse, sobre
todo por la adopción de neologismos. Pero la unidad se mantiene en los regis-
tros culto y literario, e incluso en el habla popular fuera de las voces jergales y
de argot. No obstante, es importante propiciarla, y a ello contribuyen los medios
de comunicación, la literatura en español y la acción de instituciones como las
Reales Academias de la Lengua o el Instituto Cervantes.

ANEXO
El léxico del español de América. Ejemplario
Extracto de un estudio de Azucena Palacios Alcaine (UAM)

Aquí tenéis una muestra de la divergencia léxica del español americano con respecto a la varie -
dad peninsular. Puedes elegir los ejemplos que prefieras para completar el tema:

13
Podéis encontrar numerosos ejemplos en la página castellano.org.
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Hay bastantes palabras de uso común en muchas zonas: carro ‘coche’ suele estar extendido por
toda Hispanoamérica, al igual que cuadra ‘manzana’, departamento ‘piso’, computadora ‘orde-
nador’, camioneta o camión ‘autobús’ funciona en México y Centroamérica, ómnibus se restrin-
ge más bien al cono sur americano (en Argentina, ‘colectivo’; en Colombia ‘bus’ o ‘buseta’); jugo
‘zumo’, cachetes ‘mejillas’, durazno ‘melocotón’, tanque ‘depósito de gasolina’, boleto ‘billete’,
pizarrón ‘pizarra’, manejar ‘conducir’, tomar ‘beber’, botar ‘echar’ o colmado ‘tienda de comesti-
bles’, celular ‘móvil’.

Muchos de estos usos son los llamados arcaísmos léxicos, esto es, voces que han dejado de utili-
zarse en el español peninsular estándar de manera general, como pararse ‘ponerse derecho, de
pie’; cobija ‘manta’, enojarse ‘enfadarse’, aguaitar ‘mirar’, aloja ‘bebida de miel de caña, zumo
de limón y agua’; arveja ‘guisante’, llamado ‘llamada, llamamiento’ o mandado ‘recado’, por ci-
tar algunos.

Otros, por el contrario, son voces de nueva creación como balear, balacear ‘tirotear’, lonchar,
lonchera (del inglés lunch) ‘comer a mediodía’; timbrar ‘llamar al timbre’, hachear ‘cortar con el
hacha’, cauchar ‘extraer caucho del árbol’, lechar ‘extraer leche = ordeñar’, papal ‘terreno sem-
brado de patatas’, panteonero ‘sepulturero’ o pendejada ‘acción propia de pendejos’; otras
muestran desplazamientos semánticos como leche y ocho ‘buena suerte’, guacamayo ‘persona
vestida con colores vivos’, cuña ‘persona de influencia’.

Y aquí encontraréis algunas voces más o menos específicas de ciertos países o áreas como Anti-
llas: pechudo ‘descarado, audaz’, lechero ‘afortunado’, botador ‘derrochador’, echador ‘fanfa-
rrón’. México: lana ‘dinero’, escuincle ‘niño’, andén ‘acera’, cruda ‘resaca’, bolsa de dormir ‘saco
de dormir’, elote ‘maíz tierno’, alberca ‘piscina’, chueco ‘que está torcido, fig.: persona falsa’,
checar ‘verificar, comprobar la validez de algo’, pilón ‘pequeña cosa que se añade como regalo’.
Venezuela: arepa ‘especie de empanadilla’, catire ‘persona rubia, de tez blanca’, gafo ‘estúpido,
torpe’, guachafa ‘broma pesada’, embarcar a alguien ‘dejarle plantado, no cumplir lo prometi-
do’, gastivo ‘que gasta mucho’, chupamedia ‘adulador’. Argentina, Paraguay y Uruguay: vereda
‘acera’, pollera ‘falda’, bombacha ‘braguita’, remedios ‘medicinas’, morocho ‘de piel morena’,
gaucho ‘campesino’, chacra ‘huerta, sembrado’, quilombo ‘asunto complicado, caos, problema’,
loco ‘amigo’, boludo, pileta ‘piscina’ . Colombia: fresco ‘tranquilo’, filo ‘hambre’, tenaz ‘fuerte,
duro’, parcero ‘amigo, colega’, guayabo ‘resaca’, vaina ‘asunto’ (uso común a otras zonas), coro-
nar ‘lograr, conseguir’, vuelta ‘asunto, gestión’, jurgo, resto, pocotón ‘en gran cantidad, mucho”,
sapo ‘chivato’, banqueta ‘acera’, destapado ‘sin asfaltar’, pechichón ‘consentido’, liso ‘abusivo’,
mono ‘rubio’, lote ‘parcela’, pelado ‘niño’, halar ‘empujar’, verraco ‘estupendo’, plata ‘dinero’,
man ‘hombre’, etc., Chile: pololo ‘novio’, mina ‘chica’, cana ‘cárcel’, engrupir ‘mentir o seducir’,
gauchada ‘favor’, huevón ‘tonto’, onda ‘buena vibración, empatía’, rollo ‘problema, conflicto’,
tata ‘abuelo’, yegua ‘mujer despreciable’, pata ‘compadre’, weon ‘tonto’, etc. Perú: pata, causa
‘amigo’, pituco ‘adinerado, presumido’, chamba ‘trabajo’, cacharro ‘cara’, guita ‘dinero’, lorear
‘conversar’, mañoso ‘pervertido’, pendejo ‘astuto o mujeriego’, pulento ‘maravilloso, estimulan-
te’, sopa ‘repleto’, etc.

La diversidad de lenguas indígenas americanas, algunas extinguidas y otras en uso, es un factor


de diferenciación en el español americano. No cabe duda de la influencia de estas en el léxico del
español general. Esta entrada de indigenismos es la influencia que se aprecia más directamente.
Algunos de éstos son:

a) Arahuaco-taíno: guacamayo, iguana, ají, batata, maíz, maní, hamaca, huracán, cacique,
caoba, maguey, pita, carey.
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b) Caribes: canoa, caribe, caníbal, manatí, caimán, piragua, curare.

c) Náhuatl: petate, tiza, chocolate, tomate, cacao, coyote, chicle.

d) Mayas: cenote ‘depósito de agua a gran profundidad', acalché 'terreno bajo en que se es-
tanca el agua de lluvia’.

e) Quechua y aymará: quincha 'cañizo', tambo 'posada', jora 'maíz fermentado para hacer
chicha', choclo 'mazorca', chacra 'terreno pequeño para cultivar', chullo 'gorro con oreje-
ras', locro 'guisado de carne con patatas', pisco 'aguardiente de uva', mate, pucho 'resi-
duo, colilla', chirimoya, coca, quena, llama.

f) Chibcha: chicha, chaquira 'abalorio'.

g) Mapuche: echona 'hoz', laque 'boleadoras', cahuín 'comilona acompañada de borrache-


ra', guarén 'rata grande', quila 'tipo de caña'.

h) Guaraní: ñandutí 'encaje típico', maraca, tucán, agutí 'ratoncillo', yacaré 'caimán', teyú
'iguana', tapioca, mandioca, avatí 'maíz', mandubí 'cacahuete', guaraná 'planta frutal'.

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