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EL ANTILIBERALISMO COMO CLAVE DE

LA OBRA DE KOSELLECK
ANTILIBERALISM AS KEY TO KOSELLECK’S WORK
Alfonso Galindo Hervás*
Recibido: 12/03/2017 Aceptado: 23/08/2017

Resumen Palabras clave:

En este artículo defiendo que la crítica del Koselleck – Schmitt – liberalismo – pro-
liberalismo puede considerarse una clave que greso - historia de los conceptos.
permite unificar el proyecto teórico de Kose-
lleck. Su antiliberalismo tiene sus orígenes en Abstract
la influencia del pensamiento de Schmitt, y se
concreta en la tesis de Crítica y crisis y en el In this article I defend that the criticism
objetivo de revitalizar el lema Historia magis- about the liberalism can be considered a key in
tra vitae. order to unify the Koselleck’s theoretical pro-
jet. His point of view anti-liberal has its ori-
gins in the influence of Schmitt’s thought, and
it is stated explicitly in the thesis from Crítica
y crisis and the revitalization of motto Historia
magistra vitae.
* Profesor de Filosofía Política en la Universidad de
Murcia (España). Editor y autor de numerosos vo- Keywords:
lúmenes y artículos de filosofía política, historia de
los conceptos políticos y filosofía y cine. Ha escrito
los siguientes libros: (2003) La soberanía. De la teo- Koselleck – Schmitt – liberalism – pro-
logía política al comunitarismo impolítico, Res Pu- gress - history of concepts.
blica, Murcia. (2005) Política y mesianismo. Giorgio
Agamben, Biblioteca Nueva, Madrid. (2006) Cin-
cuenta mitos, IV Premio de Ensayo Miguel Espinosa. 1. Una conclusión y una justificación para co-
Editora Regional, Murcia. (2014) (con E. Ujaldón) menzar
La cultura política liberal. Pasado, presente y futu-
ro, Tecnos, Madrid. (2015) Pensamiento impolítico
contemporáneo. Ontología (y) política en Agamben,
La relevancia intelectual de Reinhart Ko-
Badiou, Esposito y Nancy, Sequitur, Madrid. (2016) selleck está fuera de duda actualmente. Ello no
(con E. Ujaldón) Diez mitos de la democracia, Al- impide que en el ámbito académico español
muzara, Córdoba.

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sea una figura poco conocida. No es preciso Schmitt. Esto se refuerza al constatar que Ko-
buscar otra causa de tal situación que la pro- selleck no es un filósofo o teórico de lo políti-
pia debilidad de la “academia”1 española, sus co, como lo es Schmitt. Ello implica el que su
universidades, foros y editoriales. Pero si qui- obra, donde la reflexión sobre la historia o los
siéramos añadir un argumento, no parecería conceptos se funde con la de lo político o el
exagerado aludir al contexto filonazi en el que Estado, sea ampliamente deudora de las tesis
hunde sus raíces la obra del catedrático de Teo- schmittianas sobre el Estado, la soberanía, el
ría de la Historia. Dicho contexto pasa, entre dualismo público- privado, la enemistad, etc.
otros datos, por la influencia de Carl Schmitt, Sintetizando mucho podría decirse que los ele-
autor igualmente evitado hoy por su pasado mentos antiliberales que puedan hallarse en el
nazi -pero que, a pesar de ello, constituye el pensamiento de Koselleck constituyen, entre
referente oculto de muchas de las teorías con- otros muchos, un índice, a la par que un factor
temporáneas sobre lo político, incluidas varias obvio, de la influencia de las tesis de Schmitt
ubicables en eso que llamamos “izquierda”2. en su obra. Defenderé que la presencia de di-
cha influencia puede servir como criterio de la
Esta breve alusión es relevante en este ar- unidad del pensamiento de Koselleck.
tículo dado que en él se pretende mostrar y
analizar los elementos antiliberales presentes Por lo demás, el que a estas alturas, cuan-
en el pensamiento de Koselleck, y éstos tienen do parece consagrada en Occidente la fórmula
su fuente principal en las ideas del antiliberal mixta recogida bajo la expresión “democracia
Schmitt. Así, una comprensión cabal del anti- liberal”, visitemos los argumentos antiliberales
liberalismo del catedrático de Bielefeld exige de pensadores tan peligrosos como Schmitt y
mostrar primeramente el correspondiente de Koselleck, merece una breve justificación que
trascienda el mero interés académico.
1 Los argumentos presentes en este artículo fueron de-
batidos en el Seminario de pensamiento económico y
La perspectiva política, realista y conser-
filosofía política “Laureano Figuerola” de la Universi- vadora, del jurista y del historiador contribuye
dad Rey Juan Carlos de Madrid. Deseo agradecer a a la comprensión de distintos fenómenos so-
los participantes sus comentarios. Han sido también ciales contemporáneos: tanto los relativos a la
muy valiosas las sugerencias de José Luis Villacañas. emergencia de nuevas identidades colectivas,
Naturalmente, las deficiencias del texto sólo son atri-
buibles a mí. Araucaria. Revista Iberoamericana de como los que constituyen excepciones que
Filosofía, Política y Humanidades, N° 21. Primer se- cuestionan la plena realización (incluso rea-
mestre de 2009. Págs. 44-62. lizabilidad) del modelo liberal-democrático,
2 Una forma de atisbar la dimensión antiliberal de que al postularse como encarnación del dere-
Schmitt consiste en reparar en cierto pensamiento
que evidencia una deuda con él: el de los Cacciari,
cho y la razón se hace impotente para aprehen-
Agamben, Nancy, Zizek, Ranciere, Mouffe, etc. No der el carácter conflictual de lo político3.
sería justo afirmar que estos pensadores son “sch-
mittianos” si por tal entendemos que asumen las
propuestas políticas de Schmitt. Pero sí lo son en la 3 Es la tesis de Mouffe en El retorno de lo político, trad.
medida en que ciertas tesis de éste resultan indispen- M. A. Galmarini, Paidós, Barcelona, 1999, p. 12. Un
sables en el desarrollo de sus propias filosofías sobre reciente ejemplo de la cándida apoliticidad de cierto
lo político. En este sentido, quizá nadie como Walter liberalismo se halla en J. Mosterín, La cultura de la li-
Benjamín ejemplifique la simultaneidad tanto del re- bertad, Espasa-Calpe, Madrid, 2008. El autor defien-
chazo más radical del pensamiento de Schmitt como de la utopía de un mundo sin política y sin Estados,
de la insuperable deuda con él, hasta el punto de po- gobernado por la neutralidad de la ciencia y de sus
der considerárselo el arcanum de su propia produc- expertos, por los intercambios libres y racionales, en
ción filosófica. progreso imparable.

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El punto de vista realista de estos pensa- tiestatalismo liberales se transmutan en abierta


dores puede contribuir a cuestionar el inge- impoliticidad, la de aquéllos que no han con-
nuo cognitivismo que olvida que las realidades seguido comprender lo político sino desde las
que consideramos conquistas, tales como la categorías y teorías de Schmitt y que, por ello
vida democrática, carecen de un fundamento mismo, reducen toda alternativa frente a ellas
racional si por tal hemos de entender exento a trascenderlas ab integro mediante fórmulas
de decisiones, apuestas y avatares históricos. que implican todo lo totalmente opuesto a lo
Dicho de otro modo, el realismo político nos implicado en las mismas, a saber: misticismo
recuerda el fundamento político de la demo- antiteológico y antijurídico (anómico, mesiá-
cracia, entendiendo por tal que su legitimidad nico) revestido de apariencia ontológica, inac-
no se alcanza sólo desde la teoría, sino que im- ción e irrepresentabilidad absolutas5.
plica una praxis determinada que evidencie la
voluntad de preservar sus valores propios4. En suma, el realismo político de Schmitt y
de Koselleck puede enseñar a un pensamiento
En este contexto no está de más recordar político defensor de la democracia que lo po-
que el estatalismo afín al realismo schmittia- lítico constituye una esfera determinada por
no, si bien es cierto que encarna la compren- el conflicto, la necesidad de construir formas
sión más totalitaria de la forma estatal, surge de unidad y la imposibilidad de sustraerse a
de una agudísima conciencia de que fue dicha la decisión. De ahí que el reto político de una
forma de gobierno, y además en su versión ra- sociedad plural pase por arbitrar mecanismos
dical -el Estado absoluto del siglo XVIII—, la de regulación del disenso (más que de forja de
que posibilitó el surgimiento, la estabilización consensos) que permitan el surgimiento de
y el triunfo de la sociedad liberal. Que ello no identidades plurales compatibles. Al no cues-
fuese fruto querido ni previsto (¡ni siquiera tionar el individualismo y priorizar la libertad
compatible!), no implica asumir las soluciones personal frente a lo político-estatal, cierto libe-
de Schmitt y de Koselleck, pero tampoco re- ralismo sólo puede establecer límites al egoís-
nunciar a su brillante diagnóstico en aras de mo desde la ética o la propia economía. Pero si
un liberalismo reducido a mentirosa y tópica sólo cabe esperar la emancipación de (de, por
caricatura de antiestatalismo. Y ello porque el y en) las esferas de la moral y de la economía,
diagnóstico es tan persuasivo que no sólo per- la emancipación alcanzable será meramente
mite propuestas políticas “schmittianas”, sino moral y económica, corriéndose el riesgo de
igualmente otras conscientes de que también permanecer en una esclavitud política o, cuan-
el Estado es aún garantía de derechos indivi- do menos, en la crisis política permanente.
duales -y, en esta medida, de sociedad civil—
allí donde las distintas formas de poderes de
2. El arcanum antiliberal de Koselleck
suyo no políticos (económicos, científicos,
mediáticos, religiosos, etc.) vehiculan y ges-
El antiliberalismo de Koselleck tiene
tionan conflictos que alcanzan una intensidad
como antecedente inmediato su con-ciencia,
existencial, propiamente política, aplastando
sin control alguno a los individuos. Cuando
esta conciencia declina, la apoliticidad y el an- 5 Es el caso de Jean-Luc Nancy o Giorgio Agamben.
También de determinadas propuestas y textos de
Derrida, Negri y Hardt. Sobre este tema, me permito
4 La perspectiva del liberal Rorty, por ejemplo en La remitir a mi libro La soberanía. De la teología políti-
prioridad de la democracia sobre la filosofía, sería ca al comunitarismo impolítico, Res Publica, Murcia,
compatible con este anticognitivismo. 2003.

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netamente schmittiana, de que no existe (his- tiliberalismo de Koselleck se deja comprender


tórica y estructuralmente) el liberalismo (y lo como una denuncia de la moralización liberal
que implica: eso que es habitual denominar de la Historia (esto es, de la creación de la Fi-
“sociedad civil”) sin el Estado y que, una vez losofía de la Historia) por constituir el índice y
constituida la sociedad civil burguesa a ins- el factor más claros del olvido de lo político y
tancia de dicho Estado, ésta se alza como el de la crítica antiestatal conducentes a la crisis
agente corrosivo par excellence de su sobera- política permanente.
nía, destinándonos a una situación de crisis
permanente y acelerada. Bastará por ahora con La aportación de Koselleck en lo referen-
una significativa frase: “La utopía burguesa es te a la crítica del liberalismo se remite, pues, a
el ‘hijo natural’ de la soberanía política absolu- una explicación de la revolución o crisis polí-
tista. Con ello el Estado sucumbe a sus propias tica, elevada a estructura interna de la Moder-
condiciones”6. nidad y del tiempo presente, que atiende a los
procesos históricos que estarían en su base. La
Los argumentos antiliberales del autor de obra de referencia sobre este punto es Crítica y
Futuro pasado son consecuencia directa de crisis, de 1959.
una concepción de lo político que remite su
especificidad al antagonismo existencial y, en Pero el antiliberalismo de Koselleck no se
esta medida, justifica el Estado a partir de la limita a la presentación de la, a su juicio, pa-
evitación de la guerra civil, haciéndolo prefe- togénesis del mundo moderno. Junto a ello,
rible a su ausencia. Una concepción de lo polí- existe otro núcleo argumentativo que se deja
tico que margina la cuestión de la legitimidad explicar a partir de dicho antiliberalismo,
del poder, remitiéndola a la eficacia en la con- permitiendo establecer una continuidad en
ducción de la lucha existencial de un pueblo7. su obra por cuanto da cuenta del magno pro-
Si Carl Schmitt fue quien teorizó, con un alto grama histórico-conceptual. Se trata de sus
grado de abstracción, dicha visión antiliberal alusiones, comprensibles como un intento de
del Estado y de lo político, la obra de Kose- revitalización, al lema ciceroniano historia
lleck puede comprenderse como un desarro- magistra vitae. Con tal lema quedaría nom-
llo de la misma concretada en el estudio de brada la crítica de Koselleck a un mundo, el
los procesos históricos concretos que supu- moderno bajo cuya influencia aún vivimos,
sieron la emergencia de la sociedad civil, su que destina al hombre a la necesidad de no-
inconsciencia política y, en esta medida, su vedad permanente y, en esta medida, a la in-
larvada tarea antiestatal, cuyo desenlace fue satisfacción y a la crisis permanente. A su jui-
la revolución. Así, mientras que el concep- cio, la modernidad se construye a partir de la
to de lo político de Carl Schmitt implica la emergencia de un abismo entre las experien-
denuncia de la moralización liberal del Esta- cias acumuladas y las expectativas por venir.
do como el índice (y el factor) más claro de Dicho abismo ha consagrado la imposibili-
la disolución de su soberanía (con las nefastas dad de aprender de la historia, instalándo-
consecuencias que se seguirían de ello), el an- nos en un mundo acelerado y fagocitador de
novedades, un mundo que ignora las estruc-
6 R. Koselleck, Crítica y crisis del mundo burgués (en turas duraderas que permiten el surgimiento
adelante, CC), trad. R. de la Vega, Rialp, Madrid, de algo verdaderamente nuevo, hurtando al
1965, p. 336. hombre los recursos para el sosiego, la segu-
7 Sobre este punto, cf. J. L. Villacañas, “Histórica, his-
toria social e historia de los conceptos políticos”, Res
ridad y el orden.
Publica, 11-12, 2003, pp. 69-94.

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3. Los argumentos antiliberales de Carl Sch- que invalide el desarrollo de la exposición en


mitt la medida en que, como podrá comprobarse,
la comprensión schmittiana y koselleckiana
Las reflexiones de Schmitt sobre el libera- del liberalismo se atiene a los tópicos usuales.
lismo no constituyen ningún texto autónomo,
sino que aparecen diseminadas en múltiples En general, resultaría aceptable remitir el
escritos. Como veremos, algo análogo puede liberalismo a la voluntad de racionalizar los
afirmarse respecto de Koselleck. Junto a argu- dispositivos disciplinarios del gobierno usan-
mentos puntuales que cuestionan algún rasgo do como criterio los límites procedentes de los
del pensamiento liberal, lo habitual es que los derechos y libertades individuales y, como ins-
elementos antiliberales presentes en la obra de trumento, la regulación jurídica de su acción
Schmitt y de Koselleck deban ser inferidos de mediante el parlamentarismo y el constitucio-
sus concepciones sobre lo político, el Estado nalismo. Todo ello presidido por la neutrali-
o la historia, por citar sólo algunos conceptos dad del Estado, factor e índice de pluralismo.
nucleares de sus filosofías. En el caso de Sch- Desde esta caracterización, los conceptos que
mitt, es su concepción general de lo político la habitual-mente se usan para aprehender la
que se deja comprender como una concepción especificidad del liberalismo son, entre otros:
esencial o estructuralmente antiliberal. libertad, racionalidad, individuo/individuali-
dad, pluralismo, parlamentarismo, neutrali-
A esta circunstancia se añade la propia au- dad estatal, consenso, etc.
sencia de una caracterización acabada o cerra-
da de qué sea eso del pensamiento liberal. Ello Como señalé, es la concepción schmittiana
se agudiza con el hecho de tener que limitar- de lo político la que se deja comprender como
nos a un examen de los elementos antiliberales una concepción esencial o estructuralmente
de Schmitt y de Koselleck tomando como re- antiliberal. Dicha concepción tiene su clave
ferencia su conceptualización del liberalismo, de bóveda en la comprensión de la soberanía
que, además de ofrecérsenos de modo asiste- a partir de dos elementos: la representación
mático, es igualmente parcial, respondiendo del orden concreto (nacional) y el monopolio
propiamente a una de entre las múltiples tipo- sobre el caso excepcional, que implica tanto la
logías de liberalismo que cabe recrear. decisión que inaugura un estado de excepción,
como la decisión de guerra e identificadora de
Todo esto hace inexcusable determinar un enemigo (que no son sino la determinación
sintéticamente algunos rasgos mínimos atri- material del criterio formal de soberanía a par-
buibles genéricamente al liberalismo. Pero tir de la decisión sobre lo excepcional).
subrayando tanto su abstracción y revisabili-
dad, como el hecho de que la selección de los A partir de esta síntesis del concepto sch-
mismos no puede evitar ser informada por la mittiano de lo político, su antiliberalismo se
crítica al liberalismo de Schmitt y de Kose- puede aprehender a partir de dos núcleos con-
lleck. Dicho de otro modo: recrearé algunos ceptuales: uno relativo a la comprensión de lo
tópicos liberales y su crítica guiándome para político y del Estado, que es contrario a la pre-
su propuesta tanto de las caracterizaciones ha- tendida neutralidad estatal propugnada por
bituales (y menos cuestionables a priori) del el liberalismo, y otro relativo a la libertad y lo
liberalismo, como de los mismos argumentos que ella implica (individualismo, pluralismo y
críticos de nuestros pensadores de referencia. escisión entre lo público y lo privado). Como
Esta circularidad no constituye un problema la posición de Schmitt respecto de ambos nú-

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cleos es coherente con su concepción de lo po- malidad de las cosas. De ahí que si no existe
lítico, conviene exponer ésta brevemente. como posibilidad, se llegue a una despolitiza-
ción11. Sólo porque hay enemigos y posibilidad
efectiva de guerra, surge lo político y el Estado
3.1. Lo político y el Estado
como su forma. Dicho Estado halla legitimidad
Schmitt estudia la esencia de lo político en su capacidad de decidir quién es enemigo,
con el fin de iluminar el origen y la esencia combatirlo e instaurar la paz y la normalidad12.
del Estado. Ello implica que el alcance de la Pero no sólo: también representa una realidad
soberanía estatal constituya la consecuencia trascendente, la unidad nacional13. Ambos ex-
inevitable de su comprensión de lo político8. tremos explican su carácter teológico-político.
En su objetivo de hallar la especificidad de esta Al igual que la Iglesia católica, se enfrenta a la
esfera de acción, desarrolla en El concepto de ineliminable conflictividad humana produ-
lo político una concepción antropológica pe- ciendo derecho y representando una verdad
simista. Frente a la cándida confianza ilustra- trascendente14.
da (liberal) en la educación de las capacidades
humanas, claramente visible en las obras de los En la convulsa época weimariana, Sch-
ilustrados escoceses, defiende un esencial défi- mitt reclamó un Estado situado por encima
cit ontológico en el ser humano que explica su del parlamento, un Estado capaz de combatir
tendencia al mal, desencadenante a su vez de la al enemigo y garantizar la protección. A sus
secuencia lógica que conduce a la postulación ojos, el Estado alemán adolecía de la enferme-
de la necesidad de la autoridad decisoria abso- dad normativista, cuyos síntomas son tanto la
luta. Sólo si se defiende la esencial conflictivi- ausencia de referencia al orden trascendente
dad humana se puede explicar la emergencia como la incapacidad de decisión. Se trataba, a
del ámbito de lo político, así como su figura su juicio, de un Estado dominado por el ob-
por excelencia, el Estado. Al contrario, cuando jetivo de la neutralidad, que es el dogma de
aumenta la fe en la bondad natural humana, una época presidida por el crecimiento de la
crece la crítica anárquica, y las leyes son susti- técnica, y que ingenuamente pretende disolver
tuidas por los lazos éticos y afectivos9. los conflictos sin tomar decisiones15. Schmi-
tt, al contrario, considera ingenuo sostener la
Lo político es posible porque hay enemi- viabilidad de un funcionamiento meramente
gos y la guerra es posible, tornándola efectiva neutral y automático del Estado y su ordena-
en el presente10. La razón es que la guerra es el miento jurídico, como se pretende en el mode-
auténtico caso de excepción (urgido de deci-
sión) desvelador de la politicidad y de la nor- 11 Ibid. pp. 65s.
12 Ibid., pp. 74ss.; C. Schmitt, Teología política, en Es-
8 De lo que se trata fundamentalmente es de la rela- tudios Políticos, trad. F. J. Conde, Cultura española,
ción y correlación de los conceptos de lo estatal y de 1941, pp. 44s.
lo político por una parte, y de los de guerra y enemi- 13 C. Schmitt, Teoría de la Constitución, trad. F. Ayala,
go por la otra”. Prólogo, en C. Schmitt, El concepto de Editora Nacional, México, 1952, pp. 24ss., 50, 88, 95,
lo político, trad. R. Agapito, Alianza, Madrid, 2002. 237ss., etc.; Sobre los tres modos de pensar la ciencia
9 Ibid., pp. 89s. jurídica, trad. M. Herrero, Tecnos, Madrid, 1996, pp.
10 Ibid., pp. 58, 62, 64ss. Sobre las dificultades de la dia- 14-16.
léctica entre posibilidad y efectividad en el concepto 14 C. Schmitt, Catolicismo y forma política, trad. C.
schmittiano de lo político, cf. J. Derrida, Políticas de Ruiz Miguel, Tecnos, Madrid, 2000, pp. 17, 20, 23,
la amistad seguido de El oído de Heidegger, trad. P. 26; Teoría de la Constitución, op. cit., p. 245.
Peñalver y F. Vidarte, Trotta, Madrid, 1998, pp. 106, 15 C. Schmitt, La época de la neutralidad, en Estudios
147, 155. Políticos, op. cit., pp. 15, 23s.

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lo liberal de Estado, ya que la presunta supre- za frente al Estado y a la política se explican a


macía de la impersonal ley no puede ocultar partir de los principios de un sistema para el
que tras el funcionamiento de las mismas se cual el individuo es y debe seguir siendo tanto
oculta la voluntad soberana de los hombres16. terminus a quo como terminus ad quem. Toda
La teología política de Schmitt se halla aquí: en constricción o amenaza a la libertad indivi-
que, frente a la neutralización despolitizante, e dual, por principio ilimitada, o a la propiedad
instalado en una clara consciencia del origen privada o a la libre competencia, es “violencia”
irracional de todo orden, afirma lo político y y por lo tanto mala. Para el publicista, lo que
la forma estatal, así como la existencia de un este liberalismo deja en pie del Estado y de la
orden concreto representado por el soberano. política es únicamente el cometido de garanti-
zar las condiciones de la libertad y de apartar
cuanto pueda estorbarla19. Ello explica la im-
3.2. Lo apolítico y la sociedad liberal
posibilidad de que una sociedad liberal pueda
Si todas las teorías políticas propiamente pedir en caso extremo el sacrificio de la pro-
dichas presuponen que el hombre es “malo”, pia vida -como debe poder hacerlo toda uni-
el optimismo antropológico liberal, que según dad política, pues tal decisión pertenece, como
Schmitt pretende poner el Estado al servicio todo lo esencial en una sociedad liberal indivi-
de la sociedad, constituiría un índice y un fac- dualista, a la privacidad20.
tor más de ausencia de sentido político. En la
medida en que dicho sentido halla en la for- La ignorancia de lo político y del Estado
ma estatal su índice y su factor ejemplares, la que señala esta desmilitarización afín al libera-
consecuencia es que el liberalismo carece de lismo, u otras como la tipificada en las declara-
una teoría positiva o una reforma propia del ciones antibelicistas, “equivale a” o “determina
Estado. En lugar de ello, niega el Estado (aun- el” recurrir a categorías y principios de otras
que nunca radicalmente) y, en esta medida, dos esferas: ética y economía. Así, por ejemplo,
lo político, que remite a la ética y a la econo- la lucha política se transforma en competencia
mía, pretendiendo –ingenuamente- soslayar- económica o discusión moral, la regulación
lo. Aunque históricamente haya determinado del conflicto en búsqueda apolítica del con-
prácticas políticas, el liberalismo carece de una senso. Según Schmitt, el objetivo es someter el
idea específicamente política. Existen políticas Estado y la política a una moral individualista
liberales concretas en tanto que crítica de las (iusprivatista) y a categorías económicas21. Por
limitaciones a la libertad individual, “pero lo ello declara que este individualismo liberal es
que no hay es una política liberal de carácter incompatible con la democracia, ya que ésta
general, sino siempre únicamente una crítica es homogeneidad y equivalencia (tratar igual
liberal a la política”17. sólo a los iguales y excluir a los heterogéneos),
mientras que el liberalismo implica pluralis-
A juicio de Schmitt, la razón de la apoliti- mo, a la par que viene exigido por su defensa.
cidad liberal es la negación de lo político que Dicho pluralismo no sólo requiere mantener la
implica todo individualismo18. La desconfian-
distinción entre el fuero interno y externo, lo privado
16 Esta visión del Estado de Derecho se evidencia en su y lo público. C. Schmitt, El Leviatán, trad. F. J. Con-
crítica a Kelsen. Cf. Sobre los tres modos..., op. cit., de, Rivadeneyra, Madrid, pp. 51, 86-89, 93ss., 109ss.,
pp. 9-26; Teología política, op. cit., pp. 53s., 66-69. 120, 130.
17 El concepto de lo político, op. cit., p. 98. 19 El concepto de lo político, op. cit., pp. 98s.
18 Ibid., pp. 73s. Schmitt detectó el germen del indivi- 20 Ibid., p. 77.
dualismo moderno ya en Hobbes, en concreto, en la 21 Ibid., p. 100.

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escisión entre ámbito público y privado, sino competencia económica o discusión ética.
que exige (a la par que posibilita) la neutrali- Pero, a su juicio, el refugiarse en la apoliticidad
dad institucional, definitivamente liquidadora constituye la peor forma de acción política24.
de lo político. Schmitt no tiene duda de que el
liberalismo es afín a un Estado neutral, mera- La liquidación de la soberanía estatal mer-
mente técnico, excluyente de lo político, que es ced a su reemplazo por una sociedad gober-
decisión de la excepción, es decir, que posee nada por principios morales y económicos
un fundamento no-racional, no mediable, no constituye igualmente un proceso histórico.
deducible. El liberal pretendería excluir de la Dicho proceso, sintetizable desde categorías
política y del Estado los contenidos normati- schmittianas como un reemplazamiento de lo
vos, potencialmente conflictivos, mostrando político-estatal por lo apolítico-social, es estu-
el anhelo de una política reducida a actividad diado por Koselleck desde la asunción de los
instrumental neutra. A tal fin sirve la escisión presupuestos teóricos de Schmitt aquí recrea-
público-privado, que posibilita relegar al ám- dos. La obra de referencia es la temprana Críti-
bito de la privacidad toda dimensión norma- ca y crisis. Podría decirse que ésta surge como
tiva22. desarrollo del siguiente párrafo de Schmitt:

Pese a todo, Schmitt concluye que el libe- “Desde sus comienzos el pensamiento li-
ralismo no lograría erradicar ni el Estado ni beral utilizó contra el Estado y la política el re-
la política, pues lo político puede alcanzarse a proche de la ‘violencia’. Esto no habría pasado
partir de cualquier ámbito. Surge entonces un de ser uno de esos insultos más o menos ino-
imperialismo económico capaz de disponer de cuos propios de la lucha política si su imbri-
medios bélicos sin control alguno, pues al pre- cación en una gran construcción metafísica y
tender soslayar la enemistad determinante de la correspondiente interpretación de la histo-
lo político, desconocerá sus criterios y límites, ria no le hubiesen conferido un horizonte más
tornándose absoluto (aunque disfrazado)23. vasto y una mayor fuerza de convicción. La
Ilustración dieciochesca veía ante sus ojos una
línea simple y clara de progreso ascendente de
4. El triunfo histórico de la apoliticidad li- la humanidad. Tal progreso consistiría ante
beral todo en la perfección intelectual y moral de la
humanidad”25.
Para Schmitt, lo político es ámbito de
conflicto y de búsqueda de formas de unidad, Schmitt alude al vínculo entre la fe en el
de ahí que la clave de su crítica al liberalismo progreso propia del siglo XVIII, el desarrollo
radique en que éste niega la política o, mejor, económico y técnico del XIX y el parlamenta-
la encubre bajo lo jurídico y la transmuta en rismo. Aunque dicha alianza perdió su sentido
tras la defunción del Estado absolutista, pese
22 Esta crítica del individualismo subyacente a las dis- a ello se mantiene su concepción progresista y
tintas actitudes defensoras de los derechos del fuero moralizadora de la Historia.
interno, esconde una concepción de la moral y de su
relación con el Estado que implica reducirla a una
suerte de hegeliana eticidad estatal según el modelo Frente a dicha filosofía de la Historia, Ko-
de comunidad nacional. Cf. M. Kaufmann, ¿Dere- selleck ostenta una conciencia schmittiana: el
cho sin reglas? Los principios filosóficos de la teoría
del Estado y del Derecho de Carl Schmitt, trad. J. M. 24 C. Schmitt, Escritos de política mundial, trad. H.
Seña, Alfa, Barcelona, 1989, pp. 48-56. Cagni, Heracles, Buenos Aires, 1995, pp. 45ss.
23 El concepto de lo político, op. cit., pp. 80ss., 106. 25 El concepto de lo político, op. cit. , p. 101.

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liberalismo no es una planta natural, sino que netamente político. Es su conciencia de apo-
tiene unas condiciones históricas muy preci- liticidad lo que focaliza como causa oculta de
sas que es necesario identificar. Así, el surgi- crisis política, mostrándose de este modo que
miento de la sociedad liberal no se explica sin la pretendida apoliticidad no era tal. Dicho de
la emergencia de un nacionalismo procurado otro modo: la burguesía matará al factor que la
estatalmente y que constituye el ámbito de po- ha hecho posible, permaneciendo en la crítica
sibilitación de una economía homogénea que permanente y, en esta medida, en la revolución
evidencia la presencia del impulso del Estado permanente y acelerada.
tras ella. Igualmente, sólo el Estado fue capaz
de acabar con la sociedad estamental, permi- La tesis de partida de Crítica y crisis es
tiendo de este modo la emergencia de una so- que la raíz de la actual crisis, resultado de la
ciedad civil plural que finalmente se enfrentará historia europea devenida universal, se halla
a él. En conclusión, el liberalismo (y su rostro en el siglo XVIII. En concreto, en la emergen-
más conocido: la sociedad civil) depende es- cia de la sociedad burguesa y su filosofía de la
tructural e históricamente del Estado, si bien Historia, que invocó principios morales y a la
su desarrollo conlleva la destrucción del mis- propia Humanidad contra el Estado absolutis-
mo, abocando a la sociedad a una situación de ta26. Desde esta convicción, Koselleck estudia
crisis política permanente y acelerada que hace el nexo entre el surgimiento de la filosofía de la
preferible un Estado fuerte. Historia y la crisis que desde 1789 determina
el acontecer político universal, es decir, la fun-
Esta conciencia histórica es propia de paí- ción política que desempeñó el pensamiento
ses que han llevado a término sus revoluciones ilustrado en el seno del Estado absolutista.
tardíamente, como sucede con Alemania. En el
caso de la temprana Inglaterra aún fue posible Para el análisis histórico de esta tesis –
hurtar a la conciencia los factores históricos, schmittiana- recrea la estructura política del
y en esta medida políticos, que sostenían la absolutismo, que considera antecedente de la
emergencia y legitimidad de la nueva sociedad Ilustración. Ésta se desarrolló a partir de aquél
diferenciada del Estado. Ello explica el que los y bajo la misma forma estatal, provocando
ilustrados escoceses aún pudiesen presentar el más tarde su derrumbamiento. El historiador
advenimiento de la political society como fruto de Bielefeld explica que el monopolio sobre la
maduro de una naturaleza humana polished, paz hacía recaer sobre el monarca la responsa-
esto es, altamente perfeccionada por el mero bilidad de una dominación absoluta exenta de
despliegue de sus posibilidades naturales. constricciones morales, que quedaban remiti-
das a la conciencia de los súbditos27. Al igual
Ésta no es la convicción del schmittiano que sucedía en Schmitt, Hobbes es el autor
Koselleck, sabedor de que también en Inglate- privilegiado para ilustrar la génesis de la mo-
rra murieron reyes desde 1642 a 1689. En Crí- derna teoría del Estado a partir de las guerras
tica y crisis se evidencia la deuda contraída con civiles religiosas y, en concreto, para identificar
Schmitt, entre otros rasgos, en la conciencia el germen del pensamiento burgués del estado
de que hay un punto en el que el Estado ya no de derecho. La originalidad del inglés radicaría
puede soportar la sociedad liberal que él mis- en encarar el problema de cómo lograr la paz
mo ha posibilitado. La razón es la ingenuidad evidenciando la dimensión ideológica de la
o falta de conciencia de la nueva sociedad bur-
guesa, que no comprende que la crítica con- 26 CC, pp. 13ss.
duce inexorablemente a un proceso de crisis 27 CC, p. 37.

149
Alfonso Galindo Hervás

conciencia. La subsistencia del Estado requiere el Estado, como Hobbes, sino convirtiéndolas
una moral racional que acepte la soberanía ab- en permanente ejecución del juicio social y en
soluta como necesidad moral. Con ello liquida índice del poder de la society31.
la dimensión política de las convicciones mo-
rales, pues para la razón, abocada a la alterna- En el mundo absolutista continental, las
tiva guerra-paz, coinciden moral y política28. formas de acción de la nueva societé fueron
La discrepancia entre ámbito interno y exter- coherentes con su imposibilidad de expresar
no, que según su análisis es factor de guerra ci- políticamente su relevancia social en el Es-
vil, es puesta por Hobbes al servicio del Estado tado absolutista. La nueva élite se reunió en
al hacer posible la obediencia (meramente ex- lugares apolíticos, instituciones toleradas por
terna) a una ley formal y que no exige convic- el Estado donde desarrollaba tareas sociales.
ción. Lo decisivo es que la Ilustración ampliará En este sentido, las logias constituyen la con-
el ámbito interior, permaneciendo el súbdito figuración típicamente burguesa de un poder
ajeno a la responsabilidad política. La tesis indirecto (moral) en el seno del Estado32. A
schmittiana de Koselleck es que la necesidad juicio de Koselleck, la clave de su éxito radi-
de paz lleva al Estado a conceder al individuo caba en la premisa del secreto -cuyo correla-
un ámbito interior políticamente indiferente, to era el dualismo entre moral y política-, que
moral, que supuso un foco de inestabilidad del resultaba fundamental para la independencia
sistema absolutista29. de la nueva forma social burguesa33. El secreto
y la carencia de poder directo generó una ju-
Koselleck se sirve de distintos autores para risdicción específicamente moral orientada a
proponer una interpretación de la Ilustración fundar una unidad social de carácter moral y
que subraya su carácter de respuesta a la situa- cuya capacidad coactiva radicaba en la presión
ción reinante bajo un Estado absolutista. Con social. La apoliticidad masónica implicaba una
Locke la jurisdicción moral exterior (the Law politicidad revolucionaria indirecta y oculta,
of Private Censure) adquiere un significado cuyo desenlace se dará cuando la crítica con-
constitutivo para la ciudadanía, evidenciando duzca a la nueva élite a exigir una nueva forma
su eficacia política indirecta. En Ensayo sobre política, separándose del Estado para acabar
el entendimiento humano confiere a los juicios dominándolo. Es lo que manifiestan Schiller y
morales carácter de ley, siendo su detentador Voltaire34.
no el individuo sino la society formada en los
clubs. Los ciudadanos no quedan ya subordi- Con la finalidad de mostrar el vínculo en-
nados exclusivamente al Estado, sino que cons- tre la crítica burguesa, su toma indirecta del
tituyen una society que desarrolla sus propias poder y la crisis política, Koselleck argumenta
leyes morales. Tal ampliación del ámbito inte- que la agudización de la crisis se correspon-
rior privado hacia el campo público mediante de dialécticamente con el encubrimiento de
su elevación a categoría de ley fue posible por su significación política merced a la filosofía
la capacidad de censura que implicaba30. Loc- burguesa de la Historia, que la disimula como
ke interpreta las opiniones morales desde su mero tribunal moral que culmina el proceso
función social, pero no para deducir de ellas crítico iniciado por la burguesía contra el Es-

28 CC, pp. 57ss. Esta afinidad entre absolutismo y ra-


zón explicaría el que Hobbes no viese que ésta puede 31 CC, pp. 101s.
emanciparse y entrar en declive. 32 CC, pp. 116, 123s.
29 CC, pp. 67, 69. 33 CC, p. 129
30 CC, pp. 93s. 97s. 34 CC, pp. 153s, 176, 187, 214

150
Ius Inkarri

tado35. Tal filosofía progresista, secularización estatal como tribunal moral, pudiendo tratar
de la escatología cristiana, implicaba un pro- la guerra civil como mero desenlace de una ju-
grama político que remitía toda acción al fu- risdicción moral, la de la filosofía utópica de
turo, de modo que con la meta de la Historia la Historia que garantizaba la ejecución de los
se garantizaba la victoria pacífica de los ideales veredictos burgueses39.
morales36. Lo relevante es que al identificar la
planificación política indirecta con el decurso Llegados aquí, el juicio de Koselleck es
de la Historia se encubría a la par que se fo- abiertamente schmittiano: “Llevada de su des-
mentaba la posibilidad de la revolución37. esperación ante su propia incapacidad para
reconocer la esencia del poder, se acaba refu-
La clave que focaliza Koselleck en el des- giando en la pura violencia. Usurpa el poder
enlace de la crisis política, ya evidente para con la mala conciencia de un moralista con-
Turgot y más aún para Rousseau, es la subor- vencido de que el sentido y el fin de la Histo-
dinación de la política a la moral, que invier- ria son convertir al poder en algo superfluo”40.
te los fundamentos del Estado absolutista sin Tampoco es difícil oír el eco de Catolicismo y
cuestionar su estructura externa. El dualismo forma política en las páginas en que Koselleck
permite despojar al Estado de su soberanía recrea el devenir de la forma estatal. El Esta-
pero no de su función, que ahora es función do, que sustituyó a la catolicidad en descom-
de la sociedad que opera de modo indirecto, posición como estructura formal de orden y
mediante una moralización de la política. Es jerarquía, creó un ámbito de protección y de
la escisión entre moral y política la que, reti- neutralidad para garantizar su soberanía. Pero
rando al Estado sus fundamentos políticos y el hombre, integrado en la sociedad apolítica y
encubrir las consecuencias, permite exponer arreligiosa resultado de la privatización de la
una pretensión política con la legitimidad de religión, halló su verdadera patria en la moral,
lo moral, y así cuestionar la soberanía absolu- constituyendo una sociedad civil no integrable
ta sin aparentemente tocarla. La cuestión de ante cuyo asalto indirecto sucumbirá el Estado
la configuración política de un ordenamiento absolutista41.
estatal moral es ignorada como tal. Pero, se-
gún el schmittiano Koselleck, tal elusión no Según Koselleck, la herencia utópica, mo-
implica que no exista un auténtico detentador ralista y anti estatal de la Ilustración está toda-
de la soberanía, que impera anónimamente en vía presente. También hoy el anonimato polí-
nombre de la moral38. tico dado en la soberanía de la utopía parece
haber eliminado la necesidad de decisiones
La conducta apolítica (indirectamente po- históricas42.
lítica) de la nueva élite se hizo políticamente
consciente en 1770, reclamando la politización
5. Una historia de los conceptos contra la ace-
de las leyes morales de la sociedad (a través de
una Constitución o el parlamento) y viéndo- leración y el progreso liberales
se obligada finalmente a decapitar al monarca.
La deuda con las concepciones schmit-
Pero aun así se mantuvo, a juicio de Koselleck,
tianas es evidente en Crítica y crisis. Desde la
la paradoja de entender el proceso político anti

35 CC, p. 228. 39 CC, p. 317ss.


36 CC, p. 239. 40 CC, p. 338.
37 CC, p. 241n. 41 CC, p. 337.
38 CC, pp. 264s. 267. 42 CC, p. 339

151
Alfonso Galindo Hervás

explicación de la génesis de la Ilustración y la dología que atiende a los procesos de recon-


revolución a partir de la constitución de una ceptualización -desde las guerras napoleónicas
sociedad aglutinada en torno a la moralidad hasta la revolución de 1848— de las ideas de
subjetiva que cristaliza en opinión pública, ciudadanía, Estado, propiedad, etc.
hasta la denuncia de la planificación del futu-
ro por parte de un Estado meramente técni- Todo ello justifica la atención prestada por
co. Y ello por no hablar de los juicios contra Koselleck al Sattelzeit, período en el que se de-
la (aparente) apoliticidad liberal o la filosofía sarrolla la nueva subjetividad ética y la teoría
de la Historia burguesa anclada en la fe en el del contrato, pero igualmente período en el
progreso. que se consagra el ideal moderno-contempo-
ráneo de progreso y la planificación y acelera-
Mi hipótesis pasa por defender la unidad ción consecuentes. Así, la exigencia metódica
del proyecto de Koselleck más allá de sus evi- de comparar entre sí el ámbito de experiencia
dentes variaciones y de las probables incon- y el horizonte de esperanza de la época cuyos
sistencias. Cabría considerar Futuro pasado la conceptos quieren analizarse es inferida por
obra que, aún siendo remisible al marco teóri- Koselleck de su tesis sobre la influencia que la
co antiliberal (si bien de forma más indirecta experiencia del nuevo tiempo histórico dada
o, si se prefiere, oculta), incorpora igualmente en la experiencia de la aceleración tuvo en la
las claves que explican el ulterior desarrollo de terminología sociopolítica, que enriqueció
una reflexión epistemológica sobre la Historia los conceptos tradicionales con un coeficiente
de alcance antropológico, la Histórica (si bien temporal, elevándolos a instrumentos de con-
la relación interna es inversa, por cuanto la his- trol del movimiento histórico, esto es, a facto-
toria de los conceptos políticos modernos es res de todos los cambios, desde entonces hasta
una de las historias posibilitada por la Histó- hoy43.
rica, pero no deducible de ésta). La semántica
histórica desplegada en Futuro pasado cons- El de liberalismo constituiría, entre otros,
tituye el marco teórico que refleja y posibilita un concepto fundamental carente, al acuñarse,
el programa histórico-conceptual desplegado de contenido experiencial, constituyendo pro-
en Geschichtliche Grundbegriffe. Éste permite piamente un programa de futuro orientado a
inferir el interés de Koselleck por identificar la generar nuevas experiencias44. Más un factor
especificidad de Prusia a partir de su limitada que un índice, pues. En la medida en que tal
recepción de las categorías burguesas y la au- concepto se reconoce en los ideales menciona-
sencia de un poder central capaz de arrumbar dos de progreso acelerado y planificación, es
el cosmos medieval y posibilitar el triunfo de posible interpretar la concepción koselleckia-
la nueva sociedad -como sucedió en Francia. na del tiempo histórico y de los conceptos fun-
Ello explica el que los conceptos fundamenta- damentales como una denuncia del estilo de
les sean los vinculados con el de sociedad civil,
permitiendo en la misma medida explicitar las 43 R. Koselleck, Futuro pasado. Para una semántica
de los tiempos históricos (en adelante, FP), trad.
condiciones de posibilidad de dicha sociedad.
N. Smilg, Paidós, Barcelona, 1993, pp. 75, 83, 111s.,
En este sentido, Crítica y crisis ofrece el marco 329s. Se cuestiona la absolutización koselleckiana de
para comprender la historia de los conceptos la ciencia política moderna en S. Chignola, “Histo-
y la centralidad del Sattelzeit. Y el escrito de ria de los conceptos, historia constitucional, filosofía
habilitación Preusen zwischen Reform und política. Sobre el problema del léxico político moder-
no”, Res Publica, 11-12, 2003, pp. 27-67.
Revolution (Prusia entre la reforma y la revo- 44 R. Koselleck, “Historia de los conceptos y conceptos
lución) anticipa la potencialidad de una meto- de historia”, Ayer, 53, 2004, p. 37.

152
Ius Inkarri

vida que nos acompaña desde la Modernidad. te”46. Y como la característica fundamental de
Una vida a su juicio dominada por la perma- un concepto es su capacidad de trascender su
nente fagocitación de novedades y por la insu- contexto originario y proyectarse en el tiempo,
perable sensación de obsolescencia que domi- la historia de los conceptos libera los concep-
na cualquier realidad. Es el mundo presidido tos de su contexto y coordina sus significados
por la aceleración y fugacidad que consagra la a través del curso del tiempo, proporcionando
Modernidad postrevolucionaria. Un mundo claves para reconstruir procesos de largo pla-
experimentable por cualquier individuo occi- zo47.
dental, que fácilmente se reconoce desfasado
en cualquier ámbito de la vida. La búsqueda de condiciones formales
a priori que, a la par que posibilitan, limitan
Desde esta premisa, es posible contemplar todo cambio y toda acción, encuentra en las
la historia de los conceptos como un antídoto categorías “experiencia” y “expectativa” su pa-
frente a la idealización implícita en la fe en el radigma. En su objetivo de clarificar qué es eso
progreso y a favor de un anclaje en el saber his- del tiempo histórico, Koselleck sostiene que
tórico que permita remitir todo avance y toda para concebirlo es preciso atender a la diferen-
proyección futura a la experiencia acumulada cia entre el pasado y el futuro o, dicho antropo-
y, de esta manera, sortear los peligros de crisis lógicamente, a la diferencia entre experiencia
política, avanzar sobre suelo firme y superar (el pasado presente) y expectativa (el futuro
el prometeísmo implícito en una concepción presente)48. Ambas categorías no remiten a
de la Historia que la contempla como absolu- una realidad histórica, sino que son formales,
ta-mente disponible45. permitiendo establecer las condiciones de toda
historia posible por cuanto remiten a un dato
Esta óptica de comprensión de lo implica- antropológico sin el que la historia no es ni po-
do en la historia de los conceptos políticos exi- sible ni concebible49.
ge focalizar de su teoría elementos tales como
las estructuras, que constituyen las condicio- La tesis de Koselleck es que las expectati-
nes limitantes-posibilitantes de todo cambio y, vas no son totalmente deducibles de la expe-
en esta medida, de todo futuro. Pero que, en la riencia previa, puesto que en la historia sucede
misma medida, legitiman y permiten recupe- siempre algo más o algo menos de lo conteni-
rar el lema de la historia magistra vita. Dicho do en los datos previos, pero que, igualmente,
de otro modo: frente al determinismo y tiranía quien no basa su expectativa en su experiencia
de la creatividad absoluta, Koselleck recuerda
la existencia de estructuras objetivas de larga 46 R. Koselleck, “Sobre la antropología de las experien-
cias del tiempo histórico”, en Los estratos del tiempo:
duración que limitan las posibilidades. Estruc- estudios sobre la historia, trad. D. Innerarity, Paidós,
turas sin las que serían imposibles los aconte- Barcelona, 2001, pp. 131, 36ss.
cimientos, que se inscriben en distintas pro- 47 FP, pp. 113, 151ss.
fundidades temporales (estratos) y acerca de 48 FP, p. 15.
las cuales los historiadores pueden ilustrarnos, 49 FP, pp. 335ss. El resto de categorías constitutivas de
la antropología trascendental (Histórica) evidencia
“porque la historia se repite estructuralmen- el pesimismo antropológico schmittiano. Así, sos-
tiene la insuperabilidad de la fórmula amigo-enemi-
go como condición de la política en pp. 244, 250.
Igualmente, cf. R. Koselleck, “Historia y herme-
45 Se subraya esta perspectiva en F. Oncina, néutica”, en R. Koselleck y H.-G. Gadamer, Histo-
“Experiencia y política en la historia concep- ria y hermenéutica, trad. F. Oncina, Paidós, Barce-
tual”, Res publica, 1, 1998, p. 112. lona, 1997, pp. 71-85.

153
Alfonso Galindo Hervás

se equivoca50. A su juicio, en la época moder- factores de estabilización y a los condiciona-


na las expectativas se fueron alejando de las mientos naturales de nuestra existencia terres-
experiencias, pudiéndose concebir la historia trelo que, en términos políticos, significa saber
como proceso de perfeccionamiento continuo “quién acelera o retarda a quién o qué, dónde
planificado y ejecutado por los hombres, con- y cuándo”54.
virtiéndose las planificaciones en legitimacio-
nes de la política51. El progreso apuntaba a este Sólo desde una filosofía de la historia re-
mundo y no al más allá, y las expectativas se sultaba posible domeñar un presente acele-
separaban de lo ofrecido por las experiencias rado, y ello en la medida en que tal filosofía
precedentes. De hecho, el de “progreso” fue progresista incorporaba una nueva conciencia
el concepto que permitió conceptualizar esta del tiempo que determinó la orientación de
experiencia del tiempo como ruptura, como la modernidad a un futuro no remisible a la
transición en la que reiteradamente aparecen experiencia pasada55. Ello eliminó de la His-
cosas inesperadas. Se trataba de una experien- toria su carácter de magistra vitae: si las ex-
cia cotidiana desde la Revolución Francesa y el periencias nos abocan a un futuro concebido
desarrollo científico-técnico: que se vive en un como tarea (el Estado revolucionario se auto-
tiempo fugaz, de paso, acelerado52. comprende como carente de pasado y creador
absoluto) y sostenido en su propia naturaleza
La experiencia de aceleración era el índice ignota y sorpresiva (indeducible, como la Re-
de que la diferencia entre experiencia y expec- volución), entonces el pasado parece impoten-
tativa sólo se mantiene modificándose conti- te como fuente de conocimiento56. La Historia
nuamente, es decir, cuando los avances polí- deja de ser contemplada como destino y pasa
tico-sociales y científico-técnicos modifican a ser vista como proceso de autorrealización
los ritmos del mundo de la vida haciéndoles humana y, en esta medida, como disponible
adquirir una cualidad genuinamente históri- y planificable. Y es justamente el deber moral
ca distinta del tiempo natural. Tal experiencia lo que impone proyectar el futuro, reduciendo
constituye el faktum desde el que Koselleck ex- la historia a la ejecución temporalizada de la
plica la perentoria necesidad de un concepto moral57.
de tiempo histórico como realidad diferencia-
da. A su juicio, dicha experiencia parece haber
6. Conclusión
acabado con la acción de retardamiento ejer-
cida por la Iglesia y el Estado. Ahora es éste,
Hemos comprobado que, según Kose-
que Schmitt concebía como katechon, quien
lleck, las filosofías de la historia permiten com-
lidera la aceleración53. La deuda de Koselleck
con Schmitt se explicita cuando sostiene que, 54 R. Koselleck, Aceleración, prognosis y seculariza-
a diferencia del acortamiento apocalíptico del ción, , trad. F. Oncina, Pre-Textos, Valencia, 2003, p.
tiempo, que representaba el tránsito a la salva- 71.
ción, la aceleración moderna implica la posi- 55 FP, pp. 36s., 59.
56 FP, pp. 62, 89, 348s. Para E. J. Palti, la defensa de
bilidad de que el hombre mismo aniquile las
una quiebra tajante entre las filosofías modernas de
condiciones tradicionales de su existencia. De la historia y el antiguo lema ciceroniano supondría
ahí que defienda la necesidad de recurrir a los proyectar sobre el siglo XVIII categorías del histo-
ricismo organicista del siglo XIX. Cf. “Koselleck y
50 FP, pp. 266, 341. la idea de Sattelzeit. Un debate sobre modernidad y
51 FP, pp. 342ss. temporalidad”, Ayer, 53, 2004, pp. 73s.
52 FP, pp. 321, 350s. 57 R. Koselleck, historia/Historia, trad. A. Gómez Ra-
53 FP, pp. 64, 37; CC, p. 22. mos, Trotta, Madrid, 2004, pp. 106, 146.

154
Ius Inkarri

prender la modernidad como época en la que que está en cuestión es la capacidad (y la legiti-
pierde todo sentido el lema historia magistra midad) del Estado (y, más en general, de la po-
vitae, inviable desde la nueva experiencia del lítica) para ejercer el rol de katechon que para
tiempo. Durante dicha época se democratizan él reivindicara Schmitt. Nadie como el jurista
e ideologizan los conceptos políticos, se legi- de Plettenberg ha captado la profundidad de
tima la crítica y se temporaliza la experiencia. los versículos paulinos sobre el acortamiento
La tesis de la historia conceptual es que tales apocalíptico del tiempo (1 Cor 7, 29-32), sus
transformaciones, registradas por los cambios efectos (mesiánicos, anómicos, revoluciona-
de los significados de los conceptos, definen la rios) presentes y el katechon que procura re-
modernidad como umbral genético de nues- tardarlos61. Koselleck ya evidencia una con-
tras propias concepciones de lo social y de lo ciencia poco esperanzada en la capacidad de lo
político, tornando plenamente actuales sus pa- político-estatal para frenar la aceleración mo-
tologías. derna, herencia secularizada y transmutada de
la cristiana. Él es sabedor (antes lo fue Schmitt)
Junto a tesis reduccionistas sobre la opi- de que el Estado neutral y tecnicista, esclavo de
nión pública58 o en la propia caracterización de la economía y revestido de moralismo (hacia
la Ilustración59, o problemáticas aplicaciones dentro y hacia fuera), favorece la planificación
del teorema de la secularización a la categoría y la aceleración, no las retarda.
de aceleración60, por no hablar de los inasumi-
bles presupuestos “comunitaristas-estatalistas” Frente a la vida acelerada contemporánea
schmittianos, el pensamiento de Koselleck instalada en un permanente Aufhebung sin
contiene argumentos persuasivos en orden a objetivo, determinada casi en exclusiva por la
detectar las causas y los efectos del estilo de prevalencia de la lógica tecnocientífica afín al
vida acelerada que nuestra época ha heredado capitalismo -tenuemente edulcorada por vagos
de aquel “tiempo moderno”. Tal aceleración y cambiantes principios morales-, ignorante
no debe reducirse a la experiencia personal de la estabilidad de las estructuras y de ciertas
de que vamos a la zaga de las innovaciones de condiciones antropológicas, la sugerencia de
todo tipo -con ser ello importante-, sino que es Koselleck pasará finalmente por recuperar la
preciso contemplarla desde un punto de vista conciencia de éstas, la desidealización del len-
más abstracto (propiamente histórico-concep- guaje político que motivan, el sentido vital que
tual) para aprehender el alcance (claramente vehiculan y el ejercicio de responsabilidad y de
schmittiano) del envite de Koselleck. Porque lo memoria que posibilitan.

58 Habermas criticó la demonización koselleckiana de


la opinión pública, que la considera germen de gue-
rra civil, sosteniendo que es principio de racionali-
zación de la política mediante el diálogo, y no mera
moralización. J. Habermas, Perfiles filosófico-polí-
ticos, trad. M. Jiménez Redondo, Taurus, Madrid,
1986, pp. 383ss.
59 Cf. F. Oncina, “El arcano: entre la postrevolución y la
contrarrevolución”, en R. R. Aramayo, J. Muguerza y
A. Valdecantos (comps.), El individuo y la historia,
Paidós, Barcelona, 1995, pp. 215-249.
60 Cf. J. L. Villacañas, “Acerca del uso del tiempo apo- 61 C. Schmitt, El nomos de la tierra, trad. D. Schilling,
calíptico en la Edad Media”, Isegoría, 37, 2007, pp. Comares, Granada, 2002, pp. 22-26, 54. La referencia
81-96. es a 2 Tes.

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