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“SE QUE ESTÁS DESPIERTO”

by:V.G

El chico sabe que si da la más mínima señal de que está despierto,


estará perdido. Sabe que si eso se da cuenta de que él lo ha oído
todo, morirá. El muchacho está tenso, arropado con su manta hasta
la cabeza, exhalando aire caliente y húmedo que se acumula en el
espacio que ha creado la sábana. Necesita aire fresco, pero el más
leve movimiento lo delataría. Su padre y su madre lo miran
fijamente, sin parpadear.
Horas antes, el muchacho apenas se había acostado. Había sido un
día bastante largo: tres exámenes en tres horas, pruebas en gimnasia,
y, además, entrenamiento de fútbol. Todo eso lo había dejado
molido. Al otro lado de la pared, sus padres veían un reality show
bastante cutre. Después de mentalizarse, se durmió.
Un ruido leve lo desveló a media noche, estaba confuso y
desorientado. Seguía escuchando el ruido, el cual parecía provenir
del salón. Poco a poca abrió la puerta y caminó a través del oscuro
pasadizo que llevaba al centro de la casa. El ruido se hacía cada vez
más intenso y desagradable, similar al de los huesos al romperse.
Lentamente asomó la cabeza por la esquina. Horrorizado descubrió
el epicentro del ruido. Una masa de unos dos metros estaba de pie,
inmóvil. En su mano se encontraba el cuerpo sin vida de su padre.
Tenía el pecho perforado y las extremidades destrozadas. A sus pies
estaba el cadáver de su madre partida por la mitad. El muchacho
sintió la necesidad de gritar, pero sabía que si lo hacía no iba a
contarlo. Intentando no hacer mucho ruido, el chico volvió a la
habitación y se volvió a acostar. «Es todo un mal sueño», se decía a
sí mismo. «Mañana todo volverá a la normalidad».
Aterrorizado escuchó las fuertes pisadas del monstruo que acababa
de asesinar a sus padres. Actuando por instinto, se tapó con la sábana
y se hizo el dormido. Escuchaba como poco a poco, esa cosa se
acercaba. La tenue luz que ofrecía la luna le permitió ver lo que la
figura hacía. Aquella cosa se quedó quieta al lado del mueble.
Respiraba profunda y roncamente, mientras miraba hacia la cama. El
chico, haciendo un esfuerzo inhumano, contuvo sus ganas de gritar y
de correr.
Cuando la bestia, por un motivo u otro salió de la habitación, el
chico saltó de la cama y observó por la puerta como la masa de carne
se alejaba y se dirigía al salón. Diez segundos después se dio cuenta
de que volvía y el muchacho regresó al colchón, cogió la sabana y se
tapó hasta arriba. El engendro entró de nuevo en el cuarto, llevando
en su mano alguna cosa; el joven escuchaba como manipulaba algo.
La fiera volvió a salir. El chico se destapó y pudo observar la
macabra escena: el cuerpo sin vida de su padre estaba sentado, con el
cuello roto y la cabeza mirando hacia el lecho. Otra vez intentó no
gritar. El monstruo volvió una segunda ocasión, ahora con el torso
arrancado de la madre, el cual puso al lado del padre. También tenía
la cabeza en dirección a la cama. La gigantesca figura se agachó y en
ese momento el muchacho se arropó totalmente. Notó cómo la bestia
se alzaba y se acercaba hacía él. Sentía su forzosa respiración y notó
cómo escribía alguna cosa en la pared. El adolescente hacía lo que
podía para no delatarse. Después de eso, el engendro salió de la
habitación y desapareció en la oscuridad. Entre sollozos el
muchacho, aún tapado hasta la sien, consiguió conciliar el sueño.
A la mañana siguiente se despertó por el fuerte olor que salía de los
cadáveres de sus padres. Aún sin creerlo recordó lo último que había
hecho el asesino. Giró la cabeza y horrorizado pudo leer una frase
escrita con sangre y rabia, que decía:
«Sé que estás despierto».

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