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Huntington propone que los principales conflictos posteriores a la Guerra Fría surgirán del choque entre civilizaciones culturales en lugar de entre Estados o superpotencias. Identifica ocho civilizaciones principales que dominarán la política global, incluidas las civilizaciones occidental, confuciana, ortodoxa, islámica e hindú. Argumenta que las diferencias culturales profundas entre estas civilizaciones provocarán conflictos y que una futura guerra mundial podría surgir de coaliciones entre naciones de la misma civilización. Sin embargo, su teoría ha sido
Huntington propone que los principales conflictos posteriores a la Guerra Fría surgirán del choque entre civilizaciones culturales en lugar de entre Estados o superpotencias. Identifica ocho civilizaciones principales que dominarán la política global, incluidas las civilizaciones occidental, confuciana, ortodoxa, islámica e hindú. Argumenta que las diferencias culturales profundas entre estas civilizaciones provocarán conflictos y que una futura guerra mundial podría surgir de coaliciones entre naciones de la misma civilización. Sin embargo, su teoría ha sido
Huntington propone que los principales conflictos posteriores a la Guerra Fría surgirán del choque entre civilizaciones culturales en lugar de entre Estados o superpotencias. Identifica ocho civilizaciones principales que dominarán la política global, incluidas las civilizaciones occidental, confuciana, ortodoxa, islámica e hindú. Argumenta que las diferencias culturales profundas entre estas civilizaciones provocarán conflictos y que una futura guerra mundial podría surgir de coaliciones entre naciones de la misma civilización. Sin embargo, su teoría ha sido
Samuel Phillips Huntington introduce la tesis fundamental de su libro, que consiste en
que los principales conflictos del mundo de la posguerra fría serán producto del choque entre las diferentes culturas, más que conflictos entre Estados o entre superpotencias. Los Estados han ido perdiendo cierta soberanía, y muchas veces las decisiones de instituciones internacionales son las que definen la actuación de los Estados. Actualmente, los conflictos entre países ricos y pobres son cada vez menos probables debido a la gran diferencia de capacidad militar y económica de los segundos. Sin embargo, las diferentes culturas, representan la identidad de cada pueblo, lo cual los une entre sí y a la vez los separa de sus enemigos históricos. Esto hace que la política internacional pase de ser bipolar a multipolar. Huntington indica que los países que tienen culturas similares, cooperarán entre sí, más fácilmente que los que no las tienen; ya sea económica o políticamente. El mundo católico de Occidente se distingue del musulmán asiático, así como de las demás culturas. Para Huntington, las grandes civilizaciones que dominan la política global son: Estados Unidos, Europa, China, Japón, Rusia, India, países islámicos, países budistas, y países latinoamericanos. Estos últimos son muy diferentes entre sí, por lo que se podría decir que Occidente sigue siendo, aunque ya con menos fuerza, la civilización dominante, separada del no-Occidente que está conformado por todos los demás países que no tienen casi nada en común entre sí. El autor indica que es necesario tener nuevos paradigmas que sean aplicables al régimen internacional actual y que cualquier analista de las Relaciones Internacionales actuales debe de tomar en cuenta las diferentes civilizaciones dentro de los Estados, así como su influencia en los demás países con el propósito de entender de una forma más objetiva el porqué del surgimiento de tantos conflictos étnicos, nacionalismos, y conflictos que se suscitan dentro de los Estados mismos. En este capítulo, el autor propone que los líderes respeten y acepten que la naturaleza de la política mundial depende de las múltiples civilizaciones, y sólo de esta forma podrá evitarse una Gran Guerra mundial entre las diferentes culturas. ¿Por qué “chocan” las civilizaciones? Para Huntington, las civilizaciones dominantes son la occidental, la confuciana y la ortodoxa. La civilización occidental abarca Europa, Norteamérica y los grandes países de Oceanía, y está liderada por Estados Unidos. La civilización ortodoxa, con Rusia a la cabeza, engloba a los países de Europa del Este y de Asia occidental. Y la civilización confuciana incluye a China y algunos países de su zona de influencia. Las demás civilizaciones no cuentan con un país líder: la civilización latinoamericana abarca Centro y Sudamérica; la africana, África subsahariana; la islámica, Oriente Próximo y el norte de África; la hindú, junto a la cultura budista, la zona de India; y la japonesa comprende en esencia al propio país. Hay países en los que conviven distintas civilizaciones y que, explicó Huntington, tienen más posibilidades de desmembramiento, como Turquía, México o Rusia. Ninguno pertenece a la civilización occidental, sino a las islámica, latinoamericana y ortodoxa, respectivamente, pero se han acercado a ella incorporando sus valores o uniéndose a sus organizaciones, provocando cierta fractura cultural interna. Según Huntington, había dos motivos por los que se producirían conflictos entre civilizaciones. Por un lado, la globalización ha aumentado las interacciones entre grupos culturales, lo que a su vez incrementa las probabilidades de enfrentamiento. Por otro, las características culturales de un grupo están muy relacionadas con su identidad, punto de fricción mucho más intenso que las cuestiones políticas y económicas que caracterizaron la Guerra Fría, y que causan una mayor división entre los conceptos de “nosotros” y “los otros”. Esas diferencias radicales entre civilizaciones provocarían conflictos que dominarían la política global a partir de los años noventa. Para Samuel Huntington, de haber otra guerra mundial, sería entre civilizaciones: surgirían coaliciones de naciones agrupadas bajo un mismo paraguas cultural, con una tendencia natural a apoyarse entre sí. Aun así, podría haber enfrentamientos entre grupos de una misma civilización, pero serían menos intensos. ¿Se ha cumplido la teoría? Tras la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Huntington esperaba que una Rusia debilitada terminase integrada en Occidente, que tendría como principales adversarios a las civilizaciones islámica y confuciana. Aunque estas son precisamente las que han experimentado un mayor auge en las últimas décadas, la civilización occidental aún es dominante gracias a su ventajosa posición política, económica y militar, y los rusos no se han llegado a integrar en ella, más al contrario. Frente a la posibilidad de que exista una “civilización universal” basada en los principios occidentales, Rusia y otros países han buscado diferenciarse, pero sin occidentalizarse, compensando sus debilidades políticas y económicas y desarrollando sus propias capacidades militares. Con todo, no son pocas las críticas que ha recibido la teoría del choque de civilizaciones, por simplificar en exceso el panorama global al limitarlo a ocho grandes grupos y sus interacciones. Uno de los fenómenos más citados como ejemplo del supuesto “choque de civilizaciones” es el terrorismo yihadista, que se interpreta como un enfrentamiento entre las civilizaciones islámica y occidental. Sin embargo, la mayoría de los ataques yihadistas tienen lugar en países de la propia “civilización islámica” y la mayoría de sus víctimas son musulmanas. Asimismo, hay países que no encajan bien en la teoría de Huntington, como Israel, Etiopía, Guyana o Surinam, al no cumplir con las características culturales que se presupone que deberían tener por su ubicación geográfica. En conclusión, mientras se examina y critica desde diferentes ángulos los artículos de Huntington sobre el choque de las civilizaciones, debemos ser cautelosos para no caer en la fórmula referida a los conflictos entre las civilizaciones Occidentales y No Occidentales que Huntington trata arduamente de probar. Es necesario criticar los diferentes defectos y faltas de la civilización occidental contemporánea y rescatar las finas tradiciones de las civilizaciones no occidentales. De cualquier manera, es igualmente necesario identificar los rasgos de otras civilizaciones y aprender de las espléndidas cualidades de la cultura occidental. En breve, grandes esfuerzos deberán ser llevados a cabo para promover la mutua absorción e incorporación entre variadas civilizaciones, esto es indispensable para la larga marcha de la humanidad hacia una real comunidad mundial. REFERENCIAS https://www.iri.edu.ar/revistas/revista_dvd/revistas/R10/R10-EJUN.html