Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
única salvedad de que los nombres de las partes varían en algunos casos: TTpooí.p.iov,
áTrayyeXía, ftepaícocris1 y émXoyOb o TTaXiXXoyta.
Con todo, Aristóteles considera inapropiado mantener esta división cuatripartita en
todos los géneros75, ya que los discursos tenían que ajustarse al contenido que realmente
les correspondía. Así. por ejemplo, si la SifiyqCTis* se emplea para presentar ante un audi
torio hechos que ya han sucedido, ¿cómo puede utilizarse en el género deliberativo cuyo
tiempo predominante es el futuro?76. La intención última es perfeccionar y simplificar los CAPÍTULO IV
procedimientos habituales en las TÉxvai precedentes y, en ciento sentido, continuar la
crítica platónica de los aspectos más controvertidos de la actuación retórica.
EL CONCEPTO DE ttlcjtls* EN LA RETÓRICA GRIEGA CLÁSICA
5. Desde nuestro punto de vista, y retomando las ideas platónicas esbozadas al
comienzo, creemos que existe una coincidencia fundamental entre ambas exposiciones.
De hecho, las palabras platónicas, más que defender un planteamiento tripartito del dis
curso. están en la línea de los dvayKaia pópia aristotélicos. Mientras que Aristóteles
dice que sólo hay dos partes necesarias del discurso, considerando las demás de un modo
4.1. LA NORMATIVA DEL SIGLO V A. DE C. Y LA PRÁCTICA ORATORIA
accesorio. Platón habla de un discurso en el que realmente hay un solo cuerpo. La cabeza
y extremidades no significan una defensa del proemio y epílogo, sino que van en la línea 1. Es bien conocida la relación entre Tucídides y el movimiento sofístico77. Los sofistas
de considerar al discurso como un todo coordinado y, a la vez, subordinado a unos plan coincidían en un interés común: la enseñanza de los procesos de argumentación. La habili
teamientos más profundos en los que se tengan en cuenta elementos como las caracterís dad para la oratoria se había convertido en el principal instrumento para desenvolverse en la
ticas del orador, el tema tratado, o el tipo y condicionamientos del auditorio al que se vida ciudadana, aportando recursos tan importantes como las áinrXoyíai o la argumenta
dirigen los discursos. En este sentido, el discurso como £ojov se acerca más al papel pre ción por el eíkós*. Las parejas de discursos contrapuestos, cuyo origen se atribuye a Protágo-
dominante que ocupa la mems- en Aristóteles y los tres pilares sobre los que se basa:
ras. son conocidas por la mayor parte de los autores del periodo78. Incluso se especula sobre
Xóyo?, tiQos1 y 7rá0os\ la posibilidad de que éste fuera un procedimiento empleado en las antiguas réxvai para ilus
En resumen, las ideas platónicas y aristotélicas sobre el discurso y sus partes son de trar sus ideas79. Por su parte, el razonamiento por lo elkósl fundamental en el desarrollo de la
gran interés para nuestro estudio. Como veremos más adelante, los discursos tucidi- retórica, permite generalizar la argumentación y transformarla en esquemas previsibles. Su
deos constituyen realmente un todo en el que es difícil establecer una compartimenta- evolución a lo largo de la segunda mitad del siglo V se encuentra en la base de la polémica
ción desde la perspectiva de la tradicional. Esta clasificación de las partes del sobre la preeminencia de lo verosímil sobre lo verdadero80.
discurso, aunque presente en ejemplos realmente emblemáticos, resulta en muchos
casos inútil para la obra tucididea. De este modo, además de constatar la inexistencia 2. Entre los solistas, destaca la influencia de Gorgias sobre el estilo de la obra tuci
de algunas de sus partes —como la óifiyqais—, suele ocurrir que el proemio, cuando didea81. Las fuentes antiguas82, que atestiguan su influjo sobre la retórica ateniense, dejan
no existe unaóia3oXf|, queda restringido a una simple presentación del tema en cues entrever ciertas dudas sobre las innovaciones del rétor siciliano83. Mientras que Diodoro
tión. mientras que el epílogo suele ser una continuación de los elementos argumentati afirma que fue Gorgias el introductor de las figuras que luego recibirían su nombre,
vos del discurso. A ello hay que unir el que, además, el entorno del discurso —los otros, como Aristóteles o Dionisio de Halicarnaso, cuestionan su autoridad. De hecho.
engarces— porporcionan una información de gran importancia para entender de
manera más adecuada el contexto y desarrollo del mismo. Todos estos elementos han 77 Cf la bibliografía aportada por LUSCHNATT: Thukxdides, cois. 1146-1151. Se destacan de manera
de tenerse en cuenta al estudiar los discursos del historiador, en cierto modo, emparen especial las obras de W. NESTLE, «Thukvdides und die Sophistik», Nene Jahrbiicherfiir das Klassisehe Alter
tados con la imagen platónica del £qiov: un discurso con una forma bien trabada y nan, Gesehiclite und deutsehe Litcratur und jlir Piidat’Of’ik. 1914. pp. 649-85 y F. R1TTELMEYER, Thukxdi
des und die Sophistik, Leipzig, 1915. Con respecto a los discursos, Cf pp. 112-160.
dependiente de una visión clara de los procesos de persuasión y de su adecuación a los 78 Cf RITTELMEYER. Sophistik, pp. 130 ss.
contextos concretos que puedan presentarse. 7'1 Cf L. SPENGEL, l'vi’ayioyfi Texi’ói\ sive Artium Seriptores, oh initiis usque od editas Aristotelis
de Rhelorien libros. Stuttgart. 1928, p. 33, n.50; A. GERCKE, «Die alte Tcxi'n ' Pirropiief| und ihre Gegner»,
Mermes 32 (1897) 341-59 y C. NATAL!, «Ansióte et les méthodes d’enseignement de Gorgias», en B. CAS-
S1N (ed.). Positions de la SophistUpie, París, 1986, 105-116.
80 GOEBEL. Mnemosxne 42 11989) 45 ss.
81 FINLEY, «The Origins of Thueydides* Style», Essays on Thukxdides, Cambridge, 1967, pp. 55-117.
82 D. S. XII. 53; D. II. Lxs. 3; Arisl. Rh. 1404 a 24, 1402 a 23; Soph. El. 183 b 37; Pl. Pltdr. 216 b, 267
a; Cié. Orol. 12.39, 13.40. 52.175
81 Con relación al efecto producido en el auditorio con sus antítesis, repeticiones y aliteraciones Cf M.
75 Cf. COPE. Introduction, pp. 334-5. GARCÍA TE1JF.1RO, «Retórica, oratoria y magia», en MOROCHO. Drama y Retóriea, pp. 143-4 y J. de
76 Este problema es resuelto por lu Rh.AL, la cual, en el capítulo 30, distingue tres tipos de nmiyyi Xío ROMILLY, Mustie and Rlietorie iu Aneient Greeee, Cambridge (Massachussets) y Londres, 1975, pp. 3 ss.
según ésta se refiera a hechos pasados, presentes o futuros.
34 JUAN CARLOS IGLESIAS ZOIDO
LA ARGUMENTACIÓN EN LOS DISCURSOS 35
Platón ya distingue un uso temprano de la antítesis, que él consideraba como algo típico
de los antiguos sofistas y diferente de las antítesis manieristas de Gorgias. Esto, según (pertenecientes a los libros I-IV) se caracterizan por un mayor racionalismo y profundi
Finley84, puede confirmarse a través de las obras tempranas de Sófocles y Eurípides, en dad a la hora de hacer un análisis político. Todo ello mostraría una influencia directa del
las que se observan abundantes y conscientes antítesis, que no llegan a tomar la forma ambiente cultural de la época de Periclcs.
•
del manierismo de Agatón85. Ambos trágicos adquirieron su estilo en un período en el 3. En estos años, se produce una enorme evolución en los recursos y procedimientos
que este recurso era algo común. De este modo, parece claro que la llegada de Gorgias de la oratoria ática. Por ello, no ha de extrañar que el principal interés de Antifonte91 con
pudo ser más tardía de lo tradicionalmente admitido y su influencia no sería tan decisiva respecto a los discursos tucidideos resida en la información que proporciona sobre el
y determinante: ni un hombre puede introducir un cambio tan radical como se le atri desarrollo de los elementos argumentativos en la Atenas de finales del siglo V. De
buye. ni un año (427 a. de C.) puede marcar una frontera divisoria entre dos modos de hecho, Antifonte —al igual que ocurre con Tucídides— es un magnífico testimonio en el
escribir prosa. que aparecen prefigurados algunos de los elementos analizados de manera más sistemá
tica en las retóricas del siglo siguiente.
Con estas afirmaciones, Finley se opone a Blass86. El filólogo alemán, siguiendo a
Diodoro. consideraba a Gorgias como el creador de la prosa antitética que tanto influiría Frente al planteamiento de Solmsem92 en el sentido de que las pruebas racionales se
encuentran subordinadas, tanto lógica como estructuralmente, a las antiguas pruebas
sobre los discursos de Antifonte y, muy especialmente, sobre los tucidideos. Evidente
naturales, Gagarin93 considera que en los discursos de Antifonte no hay un predominio
mente, si. a pesar de esa llegada tardía de Gorgias, se mantiene su influjo sobre los dis
de las moréis* arexvoi. Antes bien, al igual que piensa Goebel94, las moréis* evrexvoi
cursos del historiador, hay que considerar que las intervenciones que se corresponden
desempeñan un importante papel. Las líneas generales que se pueden trazar sobre la teo
con la primera época de la guerra —antes de la llegada del siciliano— son anacrónicas y ría de la argumentación en Antifonte muestran, por una parte, una clara correspondencia
no reflejan las auténticas palabras de los oradores. La postura de Blass ya fue rebatida en con lo que Platón consideraba en el Fecho la teoría común de finales del siglo V, y, por
el siglo pasado por Norden y Drerup87. Norden encontró los prototipos de las figuras gor- otra, una prefiguración de las teorías que luego serán desarrolladas de manera sistemática
gianas en Heráclito. Drerup intentó demostrar que el estilo antitético de las Tetralogías por los manuales del siglo IV a. de C. En este sentido, Antifonte constituye un testimonio
proviene de la herencia sofística y no de Gorgias, quien no sería creador sino embellece en la esfera judicial paralelo al que proporciona Tucídides en la deliberativa. Además, no
dor. Por lo tanto, estas apreciaciones sobre el estilo nos llevan a hablar más bien de una hay que olvidar que Marcelino (Vit. Time. 20) señaló que el historiador fue alumno del
influencia de las corrientes sofísticas existentes en la juventud de Tucídides, cuyo rastro rétor, a quien dedica un encendido elogio (VI,68).
ya se vislumbra en obras anteriores al 42788.
4. Finalmente, dentro del ámbito oratorio dirigiremos la atención a Andócides95.
Toda esta polémica con relación a la posible influencia de Gorgias en la composición Vivió en el paso del siglo V al IV a. de C. y fue un claro partidario de la oligarquía en el
de la obra del historiador es de gran importancia con respecto a sus discursos. Si se parte marco de una Atenas democrática. Esta particularidad marcó toda su existencia, pues,
de una redacción tardía de éstos, como actualmente se admite de manera mayoritaria89, * vinculado a la mutilación de los Mermes y condenado al ostracismo, su vida fue un conti
es preciso determinar con claridad cuál es la base del conocimiento retórico de Tucídi nuo ir y venir con la intención de recuperar la posición y el honor perdidos. En este con
des: la que existía en la Atenas del comienzo de la Guerra del Peloponeso o la que cono texto se pronunciaron sus dos discursos deliberativos conservados: Sobre su propio
ció el historiador a la vuelta de su exilio. Finley llega a la conclusión de que los discursos regreso y Sobre la paz eou los lacedemonios. Estos discursos96 constituyen uno de los
tucidideos son un reflejo de la oratoria ateniense que el historiador conoció antes de ser pocos testimonios de la oratoria deliberativa ática en el paso del siglo V al IV. Además,
condenado al exilio. En consecuencia, las palabras puestas en boca de corcirenses, corin tal y como Kennedy destaca, y al igual que ocurre con el estilo97, se percibe una evolu
tios, Pendes, etc. no son anacrónicas, sino una manifestación de la oratoria de aquel ción coincidente con la disposición cronológica de sus discursos: la escasa elaboración
momento, independientemente de una mayor o menor aproximación a lo realmente pro del Sobre su propio regreso (eirca 408 a. C.), su perfeccionamiento en el judicial Sobre
nunciado. De ahí que muchos de los datos que se obtienen del análisis de los discursos de
nuestro autor pueden retrotraerse a los años del comienzo de la Guerra del Peloponeso. 91 Uno de los estudios más interesantes sobre la argumentación de los discursos de Antifonte es el tra
De otro modo, habríamos de circunscribirnos a los años finales del siglo V a. de C. En bajo de GOEBEL, Early. Cf fragmenta y testimonia de los escritos técnicos de Antifonte en RADERMA-
este sentido, se afirma" que los discursos que debieron pronunciarse antes de su exilio CHER, A 5 B.X. 1-15. pp. 76-81. Con respecto a su método de enseñanza Cf. O. NAVARRE. Rhétorique. pp.
121-154.
92 F. SOLMSEM, Antiphonstudien, Berlín. 1931.
84 FINLEY. Essays. pp. 62 ss. 93 Cf. M. GAGARIN, «The Nature of Proofs ¡n Anliphon», CP/t. 85 (1990) 22-32.
85 Platón ¡mita el estilo gorgiánico en el discurso que pronuncia Agatón en Sym. 194 E4-197 E8. 94 GOEBEL, Early, pp. 13-54.
86 BLASS, Beredsamkeit, vol. I, p. 34. 95 Para un estudio detallado Cf. BLASS, Beredsamkeit, vol. 1. pp. 280-295 y JEBB. Orators, vol. I, pp.
87 E. NORDEN. Die Antike Kunstprosa, Leipzig, 1898, vol. 1. pp. 17-41 y E. DRERUP, «Theodorus 71-87. De gran importancia ha sido el trabajo de G. A. KENNEDY, «The Oratory of Andócides», AJPh 79
11958) 32-43. Cf. también A. LÓPEZ El RE. «El orador Andócides» SPhS 5 (1981) 233-253 y «Estilo y vida en
von Byzanz» Jalirbücher für klassische Pliilologie, Supplcmenlband 27 (1902) 219-372. Cf. también «Die
Anfange der rhelorischcn Kunstprosa», Jahrbiicher fiir khissiche Pltilologie, Supplcmentbund 27. (I9()| j 054. el orador Andócides», Faventia 3 (1981) 59-81.
255. 9,1 El discurso Sobre su propio regreso, aunque se pronuncia ante la asamblea, tiene como finalidad la
88 Cf LÓPEZ EIRE, en Morocho (ed.), Drama y Retórica, pp. 41 -2. defensa de una cuestión privada. Se trata de unaSr|[nyyopía, pero no de un discurso propiamente deliberativo.
97 Cf. S. S.KINGBURY, A Rlietorical Study ofthe Style ofAndócides, Baltimore, 1899, p. 10 y LÓPEZ
89 FINLEY. Thucydides, pp. 76 ss.y RAWLINGS, Símame, pp. 250 ss.
" FINLEY. Thucydides, pp. 36-73. EIRE, Faventia 3 (1981) 73-74.
36 JUAN CARLOS IGLESIAS ZOIDO
LA ARGUMENTACIÓN EN LOS DISCURSOS 37
los Misterios {circo 399 a. C.). y, finalmente, una cierta madurez retórica en su interven
ción deliberativa mas importante: Sobre la paz con los lacedemonios {circo 392 a. C.). base para demostrar que el cucos' siciliano no era más que una trampa dialéctica, y que la
Su diferencia con respecto a Antifonte, y en lo que coincide la crítica desde Blass a probabilidad racional desarrollada en la Atenas del siglo V a. de C. debía de tratarse de
Kennedy98, era que sus discursos no son obra de un profesional de la oratoria. Tampoco se un desarrollo nativo que representara la influencia de nuevas y racionales vías de pensa
le conocen colecciones de proemios, ni ningún tipo de manual retórico como era habitual miento. El progresivo incremento de elementos racionales, cuya principal manifestación
en aquel momento. Andócides, más bien, representa un tipo de oratoria a la que entonces es el uso de la probabilidad, se observaría a lo largo de la obra euripidea. Así, obras más
y siempre ha pertenecido la mayor parte de oradores públicos, que emplean los recursos tempranas {Alcestis o Meclea ) representan un estilo no racional, propio de una retórica
más usuales para su auditorio sin un mayor estudio que ampliara su talento natural. Sus preliteraria, que se iría perfeccionando.
discursos buscaban sobre todo la formulación más adecuada y no pretendían lograr una Frente a los estudios de finales del XIX y principios del XX, Goebel103 consigue
intervención ajustada a las reglas del arte. La clave para centrar la posición del orador se demostrar que ciertos discursos euripideos104 utilizan técnicas retóricas, modelos de
encuentra en este último punto: la forma que adopta, tanto en su disposición como en la argumentación y posibles esquemas de disposición. Su planteamiento más interesante es
expresión de sus principales argumentos, con respecto al público al que se dirige. Es decir, que, frente a lo que pensaba Tietze, el argumento basado en lo probable no se desarrolla
aunque el orador muestre que no es un experto en el arte retórico, sigue los procedimien en Eurípides desde su desconocimiento. Por el contrario, el testimonio procedente de
tos comunes empleados en la asamblea, que facilitaban su labor, y que, en general, serían Cretenses™5, fechado alrededor del 430 a. de C.106, y único ejemplo de un empleo del
accesibles incluso a oradores que no tuvieran una profunda formación retórica. Eticos* en el que aparece el término técnico, es uno de los más antiguos conservados. Este
testimonio, según Goebel, prueba que el eíkós* era un recurso bien conocido por Eurípi
El interés de Andócides para el estudio de los discursos tucidideos tiene mucho que
des antes del 427 a. de C. Progresivamente se iría introduciendo en las intervenciones de
ver con esa mayor simplicidad de sus intervenciones, en las que se reflejarían con clari
los personajes de manera más sutil y, consiguientemente, menos obvia. La asimilación
dad los procedimientos habituales empleados por los oradores asamblearios. Es decir, el
progresiva del Eticos* llegará a convertirse más adelante en un objeto de parodia: después
valor de sus discursos no radica en la mejor o peor plasmación de una normativa elabo
de un entusiasmo original, se produciría una progresiva asimilación en el marco del pen
rada, sino en el hecho de que son exponentes de los argumentos y recursos empleados en
samiento ateniense.
el día a día de la asamblea ateniense. Por ello son especialmente significativas sus argu
mentaciones basadas en la Trapaaiceufi de las naciones en contienda (And. III, 13-16 y Aparte del valor que la crítica le ha otorgado a las obras de Eurípides con relación al
28-32). De hecho, algunas de las reflexiones sobre la Súvapis* tienen puntos en común origen de la retórica en Atenas, Finley107 ha destacado los puntos de contacto existentes
con respecto a los discursos tucidideos. Ambos fueron contemporáneos y sus vidas estu
tanto con los discursos tucidideos, como con la normativa recogida por el Estagirita (Rh.
vieron marcadas por hechos e influencias similares108. La comparación entre ambas
1359 b 34 ss.). Todo ello señala líneas complementarias de estudio que, en gran medida,
obras permite determinar qué elementos de sus discursos se corresponden con lo que era
confirman la validez general de algunos datos decisivos de la obra tucididea.
común en la Atenas del 431 a. de C. y cómo Tucídides representa la oratoria de los años
6. Mientras que los discursos de Antifonte y de Andócides proporcionan un punto de que describe109. Sin embargo, hay que tener en cuenta una cuestión a la hora de realizar
comparación dentro del ámbito oratorio, dramaturgos como Eurípides o Aristófanes nos este tipo de comparaciones: Cuando existen similitudes entre dos autores, podría no tra
muestran, integrados en el marco de sus composiciones, elementos de gran interés para tarse de una imitación de uno con relación a otro, ni siquiera que se estuviera siguiendo
conocer el desarrollo de los procedimientos intelectuales y retóricos en esta época". la misma fuente, sino que ambos estuvieran usando expresiones convencionales. En el
Desde antiguo, la crítica ha dirigido su atención sobre Eurípides como un autor cla caso de la retórica este es un hecho evidente y bien conocido (Arist. Soph. Elench. 183 b
ramente influido por el movimiento retórico dominante en Atenas en la segunda mitad 36). Así. las afinidades entre Tucídides y Eurípides no tienen que ser, por fuerza, fruto de
del siglo V a. de C100. E. Schwartz101 consideraba que los discursos presentes en las tra
gedias euripideas podían proporcionar una evidencia complementaria en la tarea de 103 G. H. GOEBEL, Early. pp. 266-373.
104 Los pasajes estudiados por Goebel son los siguientes: Ale. 629-72 y 675-705; Med. 465-519 y 522-
reconstrucción de la retórica griega de aquellos años, convirtiéndose en un testimonio
75; Cre/.; Hipp. 902 ss.; Andr. 147-80 y 184 ss.; Hec. 1120 ss.; Tr. 906 ss.; El. 1011 ss.
crucial a la hora de intentar demostrar que hubo una retórica formal en Atenas antes de la 105 Fragmento editado por W. SCHUBART y U. VON WILAMOW1TZ. Berliner klassiker Teste V 2,
introducción de la retórica siciliana. Por su parte, F. Tietze102 toma a Eurípides como Berlín. 1907. pp. 73-9. también D. L. PACE, Greek Literary Papiry I. Cambridge-Londrcs, 1942, pp. 70-7. Cf.
también, de manera general, las ediciones que recogen todos los fragmentos conservados de la obra, como C.
AUSTIN. Nova Fragmenta Euripidea in Papirys Reperta, Berlín. 1968, pp. 49-58. y R. CANTARELLA. Euri
pide: I Cretesi, Milán, 1963.
% Cf. también el capítulo «Oratoria», en P. E. EASTERLING y 13. M. W. KNOX (eds.), Historia de la 100 Con relación a la cronología euripidea, Cf FlNLliY. Essays.. pp. 7-8.; GOEBEL, Early, pp. 266 ss.
Literatura Griega (Cambridge Univcrsity), tr. esp.. Madrid, 1990, pp. 541-570. especialmente pp. 547-548. 107 J. H. FINLEY. «Eurípides and Thucydides», Essays, pp. 1-54.
J) También, en el ámbito del teatro, Esquilo nos ofrece uno de los testimonios más tempranos sobre la 108 FINLEY, Essaxs, p. 1. afirma que es posible que ambos autores se encontraran en la corte de Arquc-
retórica judicial en el llamado juicio de Orestes de Eumenides (circo 458 a. de C.). Cf. GOEIíHIEarlv, pp. 55- lao. Cf R. H1RZEL, «Die Thukydideslegende» Mermes 13 (1878) 46-9.
73; KENNEDY. Persuasión, pp. 41 y ss. 109 Las claras correspondencias entre los discursos pronunciados por Pericles y la' AQqvaítüV IloXtreía
100 Cf.. entre otros, M. LECHNER. De Euripide Rhetorum Discípulo. Berlín, 1874; 1 h. MI LEER, Eurí indica que, al menos en ciertos casos, Tucídides atribuye al estadista ideas que fueron, aparentemente, lugares
pides Rheloriáis, Golinga, 1887 y J. T. LEES, Aimuarós Aóyos in Eurípides. Ncbraska. 1892. comunes de discusión en aquellos años. Cf F. TAEGER. Thukydides, Stuttgarl. 1925. pp. 174-88. Los pasajes
101 SCHWARTZ, Commeniatio. relacionados se pueden consultaren FINLEY, Essays, p. 4. n. 8. Con respecto a los discursos Cf especialmente
102 F. TIETZE, Die euripideisclien Reden und ihre liedeutunv, Breslau. 1933. las pp. 17-8; 22-24; 30-35; 40-44; 49-50.
38 JUAN CARLOS IGLESIAS ZOIDO
LA ARGUMENTACIÓN EN LOS DISCURSOS 39
••
i [7sla tripartición de los elementos básicos de la comunicón fue recogida y ampliada por K. BUI1LER:
Spracluheorie. Me Darstelliuii-sfunklíon der Sprache, Sluttgarl, 1965. pp. 24-33. Como señala GR1MALDI,
Studies, p. 136: «thc basie buildings hlocks of the art are the audicnce, the speaker, subject matter open to deli
bera! ion and the source material hoth logical and psychologieal wich will enable the audience under the infor-
med direetion of thc speaker». CJ. también A. HELLW1G. Rlietorik p. 59.
48 JUAN CARLOS IGLESIAS ZOIDO
LA ARGUMENTACIÓN EN LOS DISCURSOS 49
uno de los Trd0r|. De este modo, el orador utiliza la cercanía de un mal o la gravedad de
tanto el orador como su auditorio, comparten. Evidentemente, al tratarse de un entimema
sus consecuencias como elementos básicos para generar temor o argumentar sobre su
y no de un silogismo, esas ideas generales son sólo probables. Su contenido es discutible
base. O. en el caso de la compasión, han de tenerse en cuenta los males que aquejen a
y, de hecho, ésta es la base que permite el debate oratorio: la misma premisa puede ser
quien habla.
útil para quien defiende una posición y para el que defiende la contraria. El segundo ele
2. La retórica previa asignaba cada uno de estos elementos a las partes estructurales mento, premisa menor, estaría formado por aquellos casos y situaciones concretas que
del discurso. Así. el proemio sería el lugar más indicado para desarrollar el riGos*, el epí son útiles para establecer una conexión lógica entre los planteamientos probables de la
logo para el TráBo* y, la argumentación del discurso se basaría de manera preferente premisa mayor y las afirmaciones de la conclusión, por lo que proporciona la estrategia
sobre el Xóyog. Lo cierto es que este cuadro muestra una oratoria en la que el cuerpo con la que el orador consigue que los componentes del auditorio admitan una conclusión
argumentativo se estructura básicamente sobre el TTpáypa o tema del discurso. Sin no compartida previamente. De este modo, la premisa menor es un elemento decisivo
embargo, esta situación no es la habitual en la oratoria ática y, de hecho, el propio Aris que determina la persuasividad del mensaje. La conclusión muestra la idea resultante
tóteles señala la tendencia a tratar aspectos que se encuentran fuera del asunto. que apoya las intenciones del orador, representa lo que éste busca demostrar y es el
punto de desacuerdo entre orador y auditorio.
El problema es que la crítica, a la hora de analizar la argumentación de los discursos,
se ha dejado llevar por dos tendencias: por una parte, el análisis de los planteamientos 5. Una vez determinado el instrumento, el problema es conocer cómo las tres ttlcttels-
generales que estructuran el discurso y. por otra, un estudio de aspectos concretos de la técnicas pueden actuar como fuentes de entimemas. En este sentido, es fundamental el
argumentación. Así. en unos casos, nuestro conocimiento se limitaba a comprobar qué modo expositivo que sigue Aristóteles en su descripción de los Trá0q. Cada uno de ellos es
pensaba el orador sobre temas como la paz. la guerra o el elogio de la ciudad, mientras analizado teniendo en cuenta una tríada de preguntas: Troia/TÚvas/mos, es decir, cuáles
que. en otros casos, se analizaban elementos fácilmente individualizables como ocurre son, a quiénes afectan y de qué modo. A partir de ese sistema, el Estagirita proporciona un
con tópicos como lo justo, lo conveniente, etc. Esta situación ha cambiado en los últimos medio de obtener las premisas necesarias que forman parte de los razonamientos.
años al prestarse mayor atención a los procesos argumentativos en la retórica y oratorias Pero, ¿hasta qué punto son útiles esas upoTaaeis* para construir argumentaciones de
áticas. En este sentido, son emblemáticos los nombres de Grimaldi, Sprute o Goebel, tipo entimemático? Conley4 muestra el modo en que esas premisas pueden llegar a inte
quienes han estudiado lairíoTis* y sus elementos constitutivos, entre los que destaca el grarse en el campo de la argumentación racional: Las diferentes TrpoTáocis* tienen la fun
entimema. De hecho, como señala Grimaldi, lo que diferencia al entimema del silo ción de proporcionar una conexión entre la afirmación defendida por el orador y los
gismo. aportándole un valor decisivo, es el carácter probable de sus premisas, indepen dalos existentes, siempre que se trate de una conexión asumida lógicamente por el audi
dientemente de que falte o no alguno de los elementos que constituyen el razonamiento. torio. Se forma un silogismo racional que da a los hechos una visión que los hace más
convincentes. Por ejemplo, una premisa del tipo «la gente actúa de un modo X cuando se
3. El estudio del entimema como elemento básico de la morís- se ha enfrentado tam
encuentra en una situación Y» puede servir como base para fundamentar una argumenta
bién a una cierta ambigüedad en el tratamiento aristotélico a lo largo de las diversas paites
ción a favor o en contra de una persona. En definitiva, se convierte en lugar a partir del
de la Rh. y a su reducido estudio por parte de la Rii.Al.. Hood2, autor de uno de los análisis
cual se pueden crear entimemas. Sin embargo, esta explicación no deja de ser un intento
más útiles, considera que el entimema ha sido malinterprelado, al relacionarlo más con el
parcial, ya que se limita al campo del ttó0os, dejando de lado el pOos*. En este sentido
sistema de la lógica aristotélica que con su epistemología, en cuyo contexto funciona como
sigue a autores como Banvick5 o M. H. Wómerh que consideraban que Xóyos, q0os y
el principio generador del discurso. La epistemología aristotélica reconoce lo probable como
TTÚOog podían tomar, de manera separada, una forma entimemática7. Wisse8 aporta una
una fuente válida de referencia y permite que las reglas de la retórica sean establecidas a par
solución ecléctica que intenta integrar las diferentes opiniones al respecto. Así, el íj0os y
tir de la comprensión de sus causas: Una causa material, que es la ocasión y tema del dis
el ttcíOos* en la retórica aristotélica pueden actuar como fuente de entimemas, tal y como
curso: una causa formal, que es el propio entimema como medio para descubrir y organizar
indicaba Grimaldi. pero no en exclusiva. La existencia de esta posibilidad no excluye
la prueba: una causa eficiente, que es la habilidad del orador para descubrir la prueba; y una
otros tipos de manifestaciones, lo cual es especialmente claro en el apartado del q0os*.
causa final, que es el descubrimiento de la prueba apropiada. La actividad esencial de la
Frente a una visión únicamente entimemática de este tipo de ttíotis*, se ofrece una con
retórica es la interacción dinámica de causas materiales y formales llevadas a cabo por el
cepción más amplia de los procesos argumentativos en Aristóteles.
orador con la intención de demostrar algo. Con este planteamiento, el entimema se convierte
en el elemento central que estructura todo el discurso3.
4 Cf. CONLEY, Hermes 110 (1982).
4. Pero, ¿en qué consiste el entimema y cuál es su funcionamiento? Consta de tres s K. BARWICK. «Dic Gliederong der rhetorischen Tcchne und die horazischc Epislulu ad Pisones».
panes. El primer elemento, la premisa mayor, serían aquellas ideas generales que todos, Ilennes 57 (1922) pp. 1-62 y Philolopus 110 (1966) pp. 212-245 y 111 (1967) pp. 47-55.
(l Cf. M. H. WÓRNER. «ePalhos* ais Über/cugungsmitlei in der Rhctorik des Aristóteles» en 1. CRÁ-
MER-RÜGENBERG (ed.) Patitos, AJ'fekl. Gefühl. Friburgo-Munich, 1981. consúltese también su obra,
recientemente aparecida Das Eiliisehe in der Rhetorik des Aristóteles Friburgo-Munich, 1990.
: M. I). HOOD. Aristotle's kiilliymcnw: it.v Theory muí Application lo Disidióse, l IMI. 1084 7 Cf con la postura de Grimaldi, quien consideraba que en el entimema se producía la combinación de
3 Un magnífico análisis del papel del entimema en la retórica clásica en F. COR'I LS (iAHAlJI)AN. los tres tipos de ttíotci?.
"Lisias 24. Uciura aristotélica de la argumentación», en Acias de los IX .lomadas de lilolopía (¡riepa, Cace- 8 Cf WISSE. Etilos aiul Patitos, pp. 9-28.
res. 1994 (en prensa) y «Formas y funciones dd entimema en la oratoria ática». CPC (1994) (en prensa).
50 JUAN CARLOS IGLESIAS ZOIDO