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Dora Maar

Henriette Theodora Markovitch

1907-1997
Nació en París el 22 de noviembre de 1907. En la partida de
nacimiento consta con el nombre de Henriette Markovitch.
Theodora sería una elección posterior pero no figura en ningún
documento. Su padre, Joseph Markovitch (Marković), era un
arquitecto croata que hizo distintos proyectos en Sudamérica, y su
madre, Julie Voisin, era una violinista francesa, originaria de Tours.
La madre de Dora se nacionalizó croata para casarse con Joseph y
más tarde recuperó su nacionalidad francesa. En su matrimonio se
celebraron dos ceremonias, una en Zagreb y otra al lado de Rijeka.
Seguramente se conocieron en esta última ciudad. Padre e hija
acostumbraban a salir a comer juntos por el barrio de Saint
Germain-des-Prés durante los años 1940 y 1950. En la familia se
hablaba francés y castellano. Fueron muy cosmopolitas y las
fotografías de su juventud muestran a Dora desde paisajes de los
Alpes hasta zonas tropicales. Dora creció en Argentina.
realizó cursos de pintura
fotografía y se matriculó en la
École des Beaux-Arts y la
Académie Jilian. Como sus
fotos eran alabadas por encima
de sus pinturas, decidió darle
preferencia a la cámara.
En 1949 se hizo una fotógrafa notable
porque sus obras poseían un halo
misterioso y espantoso; también admiraba
sus pinturas. Cartier-Bresson creía que la
fotografía era un oficio de solitarios,
afirmación que podía aplicarse muy bien a
Dora.
Dora se sentía atraída por la muerte
y experimentaba con los objetos
desproporcionados como un recurso
que desestabilizaba nuestra
realidad.
La fotografía de Maar bajo esta El recurso de la sobre
nueva corriente artística era más exposición es sumamente
bien clásica, siguiendo el estilo efectivo en Les années
refinado de Meerson. En este vous guettent, donde una
periodo comenzó a trabajar un telaraña cubre
tiempo de exposición más largo para amenazadoramente el
intensificar los negros. rostro de Nusch Éluard.
Realizó fotomontajes y su obra
fotográfica se impregnó del
absurdo y el onirismo
surrealista.
Su fotografía era contrastada,
usaba ángulos inusuales y tenía
un dejo de dramatismo y
realidad distorsionada.
De esta época (1936) data su
fotografía Retrato de Ubu, una
imagen de lo que aparenta ser
un feto de armadillo (ella nunca
confirmó qué era) que se
convirtió en un ícono importante
del surrealismo.
no solo trabaja dentro del estudio, sino
que decide salir a la calle y representar lo
que ve. Sigue siendo capturado por las
imágenes de pobreza y desigualdades. Y
sin siquiera recibir una comisión, decidió
en 1934 emprender un viaje entre
Sudamérica y Europa. Y aquí para tomar
numerosas fotos de personas necesitadas.
Una de sus paradas es Londres, que se
cuenta a través de imágenes de mujeres y
hombres que piden limosna en las calles.

A partir de este momento algo comienza


y comienza un camino de
experimentación. En 1935 se cansó de
colaborar y compartir el estudio con otros
artistas. Abre uno de los suyos en París, y
comienza a firmar a Maar todas las obras
independientes.
“Sus fotografía de personajes
de perdedores y excluidos de la
sociedad eran aplaudidas y
valoradas entre los expertos.”
Mary Ann Caws explica: “Las
fotografías de este periodo
temprano son casi
expresionistas, con un tinte
dramático y algo perturbadoras.
Su innato sentido del humor, del
que todo el mundo hablaba,
tenía un filo macabro: en la
humorística y no tan graciosa
pose de un esqueleto, un
auto-retrato o la colaboración
de un estudiante, Dora sonríe.
[…] Es una confrontación de la
vida y la muerte…”
Maar hacía fotografía fija para
la película Le Crime de
Monsieur Lange de Jean Renoir
cuando conoció a Pablo
Picasso
. Ángeles García cuenta: “Cuando Pablo Picasso y
Dora Maar se conocieron, ella tenía 29 años y él
55. Fue en París en el mítico café Deux Magots en
1936, poco antes del comienzo de la guerra civil
española. Ella arrastraba una tormentosa relación
con el filósofo Georges Bataille y con el actor
Louis Chavance. Él, ya un dios indiscutido en todo
el mundo del arte, seguía casado con la rusa Olga
Khokhlova, madre de su hijo Paulo, y compartía
casa con la sueca Marie-Thérèse Walter, madre
de Maya. La pasión amorosa entre Picasso y Maar
estalló con tal furia que parecía que nada de lo
que ocurría a su alrededor importaba.”
Se convirtió en amante y musa
del pintor. Dora Maar fotografió
el proceso del Guernica.
“Dedicada en cuerpo y alma a
Picasso, Dora documenta con
su cámara la compleja
realización del mural más
famoso del mundo: el Guernica.
Su objetivo detalla la
metamorfosis de los personajes
que ocupan la tela, un trabajo
por el que [Dora Maar] nunca
llegó a cobrar nada…
Picasso la absorbió totalmente
y acabó instándola a retomar la
pintura y abandonar la
fotografía.
La relación con el pintor fue tormentosa: Picasso
nunca abandonó a Marie-Thérèse Walter y el artista
acabó enamorándose de Françoise Gilot, 20 años
menor que Maar. Los celos atormentaban a Dora. La
relación con Picasso se fue deteriorando hasta la
crisis final en 1946 cuando Gilot confronta a Dora
Maar y le obligan a que declare que ya no hay nada
entre ellos.
La mirada de Dora fue
totalmente fría, luego
volvió la vista a Picasso
y le dijo “No has amado
a nadie en tu vida. No
sabes cómo amar.” Sin
embargo, Maar atesoró
a lo largo de su vida
todo cuando Picasso
había tocado en su
casa. Lo adoró hasta el
último día.
la estabilidad mental de Dora se quebró
totalmente. Luego de varios episodios y
escándalos, se la llevó a un hospital
psiquiátrico. Luego la trasladaron a una
clínica privada del psiquiatra Jacques
Lacan, a pedido de su amigo Paul
Eluard. Picasso culpó el colapso de
Maar por la relación que ella tenía con
los irracionales y excéntricos
surrealistas. La relación con Picasso
se transformó en una extraña forma de
tortura y humillaciones.
Se convirtió en una ferviente
católica aunque para Maar,
según Ángeles García,
“Después de Picasso, solo
Dios.”

Eventualmente Maar mejoró y


su médico la encauzó hacia un
enfoque espiritual de la vida.
Para finales de 1950 vivía en un
apartamento, pintaba
bodegones y paisajes.
Al final de su vida vivía de las pinturas
que conservaba de Picasso.
Curiosamente el valor de las pinturas de
Picasso propiedad de Dora Maar
incrementaron el precio de la pieza. Ella
explicaba por qué aumentaban de precio:
“Porque son mías. En los muros de una
galería valdrían apenas medio millón. En
las paredes de la amante de Picasso
cuestan más: el precio de la historia.” Y
es que Maar se convirtió en una de las
figuras cruciales en la vida de Picasso,
solamente en segundo lugar antes que
Jacqueline Roque, la última esposa del
pintor.

Dora Maar murió en 1997 a los 89 años.

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