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Papá y mamá: ¡Ustedes son los principales educadores de sus hijos!

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Los padres, nos enseñan la recta razón y el Magisterio de la Iglesia Católica, deben ser los
primeros y principales educadores de sus hijos. Y lo son precisamente por ser padres, es
decir, en su ministerio de educar a sus hijos, los padres continúan su misión de darles la
vida. Por "procreación" la Iglesia entiende no sólo el proceso biológico de engendrar una
nueva vida, sino también el de educarla, ya que se trata de una persona humana y la persona
humana está compuesta de alma y cuerpo.

El documento Sexualidad humana: Verdad y significado, publicado por el Pontificio


Consejo para la Familia en 1995, trata el tema de cómo los padres deben educar a sus
hijos correctamente en la castidad y en la sexualidad humana. Aunque ese no es el tema que
directamente nos concierne aquí, nos referiremos a él debido a que este documento reafirma
mucho el hecho de que Dios ha dispuesto que los padres sean los primeros y principales
educadores de sus hijos. Esta nobilísima vocación no se limita, por supuesto, al ámbito de
la sexualidad humana, sino que abarca la totalidad de la persona. Recomendamos
encarecidamente a todos, especialmente a los padres de familia, que obtengan este
magnífico documento.

Animados por la enseñanza de Sexualidad humana: Verdad y significado, queremos


decirles a todos los padres de familia: ¡Ustedes sí pueden y deben educar a sus hijos! No se
dejen intimidar por lo que digan otros, sea el gobierno o la sociedad, ni tampoco por sus
propias debilidades o limitaciones. Dios mismo les ha dado este encargo y por tanto Él
mismo los ha capacitado para realizarlo. ¿Necesitan ayuda? ¡Claro que sí! ¿No la
necesitamos todos para, por ejemplo, crecer en la fe, a pesar de ser esta un don de Dios?
Pidan la ayuda de Dios y de la Iglesia. Humildemente, Vida Humana Internacional también
les ofrece su ayuda. ¡No tengan miedo!

Sexualidad humana: Verdad y significado también nos enseña que "los padres conocen de
una manera única a los propios hijos en su irrepetible singularidad y, por experiencia,
poseen los secretos y los recursos del amor verdadero" y que por lo tanto "la familia es la
primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan". Por lo tanto,
los padres como educadores, "difícilmente puedan ser sustituídos, salvo por graves razones
de incapacidad física o moral".

El documento también nos enseña que la Iglesia y el Estado comparten la misión educativa
de los padres, pero según el principio de subsidiaridad. Este principio significa aquí que los
padres delegan en la escuela (religiosa o pública) su misión educativa, no para que la
escuela los sustituya, sino para que la escuela los ayude en esta tarea. Es decir, para que la
escuela respete los valores de los padres y "actúe en nombre de ellos, con su consenso y, en
cierta medida, incluso por encargo suyo".

Si vamos a la Biblia, al Libro del Deuteronomio, en los capítulos 4 y 6, encontramos que


Moisés, después de darles los Mandamientos al Pueblo de Dios, se dirige primeramente a
los padres de familia, diciéndoles que les enseñen estos Mandamientos a sus hijos.
Observemos que no se dirige primero a los maestros, ni a los gobernantes, ni a los jueces,
ni a los profetas, ni a los sacerdotes, sino a los padres. Los padres son los primeros
educadores de sus hijos, sus primeros sacerdotes, sus primeros pastores y sus primeros
guías espirituales. Precisamente el documento Sexualidad humana: Verdad y significado
habla de la ayuda que los padres les deben dar a sus hijos para que descubran su vocación.
La escuela está ahí, no para sustituir a los padres, sino para ayudar a los padres en su tarea
educativa. Por lo tanto, es responsabilidad de los padres el estar bien formados, sobre todo
en religión y en moral, para, con su ejemplo y con su palabra, formar a sus hijos.

Lamentablemente, nuestra sociedad hoy en día no está respetando este deber y este derecho
de los padres de ser los primeros y principales educadores de sus hijos. Incluso, hay
algunos que se atreven a burlarse de los padres o a denigrarlos diciendo: "Los padres no
están preparados". Ello es una falta contra el Cuarto Mandamiento, que nos ordena honrar a
los padres. Si en efecto los padres no están bien preparados, ¿cuál debe ser nuestra actitud
ante esa realidad? Nuestra actitud no debe ser ni la burla, ni el desdén, ni la sustitución, sino
la ayuda sincera, correcta y respetuosa.

Es triste ver cómo hasta en el mismo ámbito de la Iglesia hay algunos que se comportan así.
En vez de una pastoral de la sustitución, hay que desarrollar una pastoral de la ayuda y de la
capacitación de los padres.

Los padres también se enfrentan a una sociedad hedonista y consumista e, incluso, muchas
veces hostil a ellos y a la familia. ¿Qué dice sobre esto el documento Sexualidad humana:
Verdad y significado? La Iglesia en este documento está consciente de que vivimos en una
sociedad que se basa en producir y disfrutar usando a las personas como si fueran cosas.
Con esta mentalidad se introducen, por ejemplo, programas de "educación" sexual en las
escuelas que son contrarios a los valores morales y "a menudo contra el parecer y las
mismas protestas de muchos padres". Ante esta situación los padres deben buscar la
enseñanza y el apoyo de la Iglesia, asociarse a otros padres y reivindicar sus derechos por
ellos mismos. Es decir, los padres no deben tener miedo de enfrentar a aquellos que, en vez
de enseñar lo correcto (matemáticas, ciencias, lenguaje, religión, valores cívicos, etc) a sus
hijos (sea en escuelas públicas o católicas), están transmitiéndoles cosas dañinas, sobre todo
en esta área tan delicada de la sexualidad humana. Los padres deben buscar todos los
medios legítimos y legales para luchar, sobre todo unidos en asociaciones de padres, por los
derechos suyos y de sus hijos a una educación verdaderamente humana y cristiana y para
que se elimine la "educación" sexual hedonista de las escuelas y cualquier otra enseñanza
dañina.

Veamos ahora, por medio de un tema concreto, cómo la Iglesia aborda la forma en que los
padres deben transmitir a sus hijos una visión correcta del matrimonio. Precisamente
Sexualidad humana: Verdad y significado también desarrolla el tema de cómo los padres
deben educar a sus hijos para una correcta elección y vivencia de su vocación en la vida: el
matrimonio o la virginidad por el Reino de Dios, ambas son vocaciones a la santidad, y con
respecto a ambas, la familia tiene un papel decisivo en su desarrollo.
¿Qué dice el documento sobre el papel de los padres en la vocación de sus hijos al
matrimonio?

El documento dice que la mejor preparación para el matrimonio es la formación en el amor


verdadero. Y es en la familia donde los hijos pueden aprender la grandeza de este amor y de
la sexualidad en un contexto cristiano. Es decir, aprenden que un verdadero matrimonio
cristiano "no es el resultado de conveniencias ni de la mera atracción sexual". Como el
matrimonio es una vocación, éste requiere que se medite bien la elección del cónyuge, que
ambos esposos se comprometan ante Dios y que pidan su ayuda constantemente.

¿Cómo pueden los padres, según este documento, formar a sus hijos en el amor
verdadero?

Para formar a sus hijos en el amor verdadero los padres deben tomar como punto de partida
su propio amor conyugal, no sólo en el sentido de darles un buen ejemplo a sus hijos, eso es
lo principal, sino también en el sentido de tener una visión grande, digna y bella del
matrimonio según Dios lo ha creado. El verdadero amor conyugal y el matrimonio vienen
de Dios y no son resultados de la casualidad o de la evolución, ni un mero invento de la
sociedad, sino de la sabiduría de Dios para realizar en la humanidad su plan de amor.

Los padres deben inculcarle a sus hijos, con su ejemplo y sus enseñanzas, la grandeza de
este amor conyugal y sus características. El amor conyugal verdadero tiene cuatro
características: humano (sensible y espiritual), total, fiel y fecundo. Estas características se
fundamentan en el hecho de que la unión matrimonial entre el hombre y la mujer es tan
íntima que éstos llegan a ser una sola carne (Génesis 2:24).

Esta unión matrimonial ha sido elevada por Cristo a sacramento, signo visible de su amor
por la Iglesia. Mediante el Sacramento del Matrimonio, la sexualidad es colocada en el
camino de la santidad y se refuerza más aún la unidad indisoluble del matrimonio.

La familia surge de esa comunión matrimonial entre el hombre y la mujer, y por esa misma
razón la familia también es una comunión de personas. Es decir, la comunión de los
esposos se prolonga en los hijos. La familia, como comunidad de personas, tiene cierta
semejanza con la Santísima Trinidad. Es decir, así como el Espíritu Santo es el amor
infinito que procede eternamente como persona divina entre el Padre y el Hijo; así los hijos
proceden del amor entre el padre y la madre, a semejanza del amor divino. La familia, pues,
debe reflejar en su vida el amor que las personas divinas se tienen entre sí en el seno de la
Trinidad. De esa manera los hijos crecerán sanos y felices y al mismo tiempo crecerán en la
madurez del amor verdadero.

Papá y mamá: ¡Adelante y no tengan miedo!

Adolfo J. Castañeda es Director de Programas Educativos de Vida Humana


Internacional.

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