Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ÍNDICE
BLOQUE I: ATENCIÓN PASTORAL A LA FAMILIA 2
• La familia formadora de personas 2
• La familia educadora en la fe 6
• La familia constructora de la paz 10
• La familia defensora de la vida 15
1
BLOQUE I: ATENCIÓN PASTORAL A LA FAMILIA
Jesús, María y José́ en ustedes contemplamos el esplendor del verdadero amor, a ustedes,
confiados, nos dirigimos. Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugar
de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas iglesias
domésticas. Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya en las familias episodios de
violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto
consolado y curado. Santa Familia de Nazaret, haz tomar conciencia a todos del carácter
sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios. Jesús, María y José́ ,
escuchen y acojan nuestra súplica. Amén. (Papa Francisco, Amoris Laetitia, 325)
2. Dialogar juntos
2
3. Escuchar juntos
Para iluminar nuestro momento de reflexión leamos con atención lo que nos dice
la Declaración Gravissimum Educationis -sobre la educación cristiana del
Concilio Vaticano II.
“Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar
a la prole, y por tanto hay que reconocerlos como los
primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber
de la educación familiar es de tanta transcendencia que,
cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es, pues, deber
de los padres crear un ambiente de familia animado por el
amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que
favorezca la educación íntegra personal y social de los
hijos. La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las
sociedades necesitan” (GE 3)
La tarea educativa hunde sus raíces en la vocación esencial de los esposos a participar
en la obra creadora de Dios; al dar vida a una nueva persona les corresponde la grave
obligación de ayudarla eficazmente a vivir una vida plenamente
humana.
3
don de sí misma la ley que la rige y hace crecer. El don
de sí, que inspira el amor mutuo de los esposos, se pone
como modelo y norma del don de sí que debe haber en
las relaciones entre hermanos y hermanas, y entre las
diversas generaciones que conviven en la familia.
La comunión y la participación vivida
cotidianamente en la casa, en los momentos de alegría
y de dificultad, representa la pedagogía más concreta y eficaz para la inserción activa,
responsable y fecunda de los hijos en el horizonte más amplio de la sociedad.
La educación para el amor como don de sí mismo constituye también la premisa
indispensable para los padres, llamados a ofrecer a los hijos una educación sexual clara y
delicada. Ante una cultura que “banaliza” en gran parte la sexualidad humana, porque la
interpreta y la vive de manera reductiva y empobrecida, relacionándola únicamente con el
cuerpo y el placer egoísta. En este contexto. es del todo irrenunciable la educación para la
castidad, como virtud que desarrolla la auténtica madurez de la
persona y la hace capaz de respetar y promover el “significado
esponsal” del cuerpo.
Por el sacramento del matrimonio, los padres cristianos
“participan de la misma autoridad de Dios Padre y de Cristo
Pastor, así como del amor materno de la Iglesia”, y “ejercen una
actividad, a la que se puede y debe aplicar el calificativo de ministerio de la Iglesia al
servicio de la edificación de sus miembros” (FC 38).
4
Para llevar a cabo esta misión son indispensables el acompañamiento y la ayuda,
especialmente en los primeros años y etapas de la vida. La educación integral y completa de
los hijos, dirigida a que éstos se formen como verdaderos hombres, requiere que se cuiden
todos los aspectos: materiales, espirituales, naturales, sobrenaturales, etc. De ahí que la
persona haya de ocupar siempre el centro de la educación.
4. Soñar juntos
• ¿Cómo soñamos la Iglesia con familias formadas integralmente en la fe?
• ¿De qué manera visualizas la transformación de la sociedad a partir de
familias más comprometidas en la defensa de la dignidad humana?
• Desde tu familia, ¿Cómo puedes contribuir para que haya un mayor interés por formar
integralmente en la promoción de la dignidad humana?
5. Discernir juntos
6. Agradecer juntos
5
TEMA 2: LA FAMILIA EDUCADORA EN LA FE
Objetivo:
Concientizar en la mision evangelizadora que tiene la familia en la conformación de la Iglesia
Doméstica, para que descubriendo su misión se sienta llamada a vivir y dar testimonio de los
valores del evangelio en la sociedad y así construir el Reino de Dios en la Arquidiócesis.
2. Dialogar juntos
En el sacramento del bautismo los papas y padrinos de los niños se comprometen
a educar en la fe a los pequeños, sin embargo, nos encontramos que cuando se
llega el momento de cumplir con la misión se buscan los lugares donde dicho
compromiso requiera el menor esfuerzo posible, pues pareciera que la educación en la fe se
asemeja a una carga difícil de llevar. En base a nuestra realidad compartamos las siguientes
preguntas:
¿Cómo percibimos el compromiso de los papás en la educación de la fe de sus hijos?
¿A que nos referimos cuando decimos que los padres de familia son verdaderos
catequistas transmisores de la fe?
¿Qué concepto se tiene de la educación en la fe, como una necesidad o como una
obligación?
3. Escuchar juntos
El directorio Nacional de Pastoral familiar en el numeral 216 nos recuerda que:
“Corresponde a la identidad más profunda de la familia la armonización y el
6
equilibrio de los deberes que tenemos para con Dios y para
con los hermanos; en la familia, el ser humano aprende y
vive la experiencia de amar a Dios y amar al prójimo. Por
lo mismo, la familia, en este sentido, es educadora en la fe.
Desde el Documento de Medellín se insinúa que la misión
principal de educar y alimentar la fe está encomendada a
los mismos esposos y padres a quienes se llama
“cooperadores de la gracia y testigos de la fe”. Son ellos
los “primeros predicadores de la fe y los primeros
educadores”; a ellos les corresponde inculcar la doctrina
y las virtudes cristianas a los hijos mediante la palabra y
el ejemplo”
Como ya se ha puntualizado, es muy notable el
vacío de la educación en la fe desde el hogar, incluso se
pudiera llegar a pensar que el cristianismo se vive solo por mero tradicionalismo y no por
convicción.
Sin embargo, el Documento de Puebla afirma que la tarea de evangelizar a los hijos
es parte vital de la paternidad responsable. No es suficiente engendrar carnalmente; es más
delicada y urgente la paternidad espiritual que da los perfiles definitivos al hombre y al hijo
de Dios. Los padres son allí maestros, catequistas y los primeros ministros de la oración y
del culto a Dios. Se renueva la figura de Nazaret: Jesús
crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante
los hombres ( Lc 2,52).
La Iglesia ha recibido el mandato de anunciar a todos
los hombres la Buena Noticia del Reino de Dios: “Vayan
por todo el mundo y hagan discípulos míos todos los
pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo” (Mt 28,19). Los apóstoles asumieron
este envío misionero y lo llevaron a cabo desde el día de
Pentecostés, llenando con el anuncio de Cristo Resucitado
para nuestra salvación a Jerusalén y a todo el mundo.
La familia “Iglesia doméstica”, es el modelo de la
realidad de la Iglesia entera. Como Iglesia doméstica, la
familia debe asumir, según su propia identidad, la tarea evangelizadora de la Iglesia. También
como Iglesia doméstica la familia es el semillero en donde se cultivan las virtudes humanas
y cristianas.
El catecismo de la Iglesia Católica pone especial énfasis en la importancia de la
educación cristiana: “Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido
la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera edad, deberán
iniciarlos en los misterios de la fe de los que ellos son para sus hijos los “primeros heraldos
de la fe” (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. La
7
forma de vida en la familia puede alimentar las disposiciones afectivas que, durante toda la
vida, serán auténticos cimientos y apoyos de una fe viva” (CEC
2225).
Dos aspectos son fundamentales en la educación en la fe:
a) La educación en la fe. Los padres son los responsables de la
misión de educar a sus hijos en la fe, recordando el compromiso que
hicieron el día del bautismo, es decir, acatando la ley de Cristo y de
su Iglesia a través de los medios o procesos de acuerdo a la edad de
los hijos con el fin de instruirlos en las verdades fundamentales de la
fe (El símbolo de la fe o Credo, la fe en Dios Trino y uno y en la
Iglesia, los sacramentos, la vida de la fe a través de los mandamientos, la oración cristiana y
la vivencia de los valores del reino a través de una vida recta y santa )
b) La incorporación a la vida sacramental. Los padres de familia han de ser los primeros
interesados en que sus hijos hayan recibido una preparación adecuada para la recepción
fructuosa de las fuentes de la gracia y no deben de dejar deliberadamente esta responsabilidad
a la escuela u otras personas (familiares o catequistas). Sabiendo el bien espiritual que los
sacramentos confieren a sus hijos han de procurar no privarlos de ellos y buscar los medios
necesarios para que reciban la Iniciación Cristiana y de este modo, seguir creciendo en la
vida sacramental sobre todo a través de la celebración de la Reconciliación y la Eucaristía.
Es digno de recordar el mensaje de la carta de San Pablo a Timoteo: “Al recordar tus
lágrimas de despedida, siento un gran deseo de verte para llenarme de alegría, pues me
acuerdo de la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvo primero tu abuela Loida y tu madre Eunice
y que, estoy seguro, tienes tú también”. (2 Tm 1,4-5)
Este texto nos hace ver la importancia de la transmisión de la fe, pero no solo doctrinal
sino lo experiencial que va
introduciendo y capacitando
al sujeto receptor para el
encuentro personal con
Cristo que transforma la vida
y dispone al cristiano para la
misión evangelizadora.
4. Soñar juntos
Demos paso a un momento de reflexión por equipos consultando las heridas
sociales como consecuencia de familias no evangelizadas en el Plan diocesano
de Pastoral Numeral 130, página 58. Una vez leído tomamos en cuenta cinco
puntos principales que consideramos que afectan a mi comunidad parroquial y nos hacemos
las siguientes preguntas:
¿Cómo podemos hacer para atender estos desafíos emergentes?
8
¿De qué manera puede la evangelización de las familias transformar la realidad en
que vivimos?
5. Discernir juntos
• Escribe tres compromisos para dar testimonio del Evangelio en tu familia y en
el círculo social donde vives.
• De las alternativas de acción que propone el PDP pág. 59 ¿Cuáles consideras
que se deben impulsar en tu comunidad parroquial y de qué manera?
6. Agradecer juntos
Nos colocamos en círculo y en actitud orante nos encomendamos a la protección
maternal de la Santísima Virgen María a través de la siguiente oración.
Oh María, Madre amorosa de Jesús y madre nuestra, te pedimos que con tu misericordiosa
intercesión hagas esta humilde oración grata a Jesucristo, para que podamos ser una
verdadera familia cristiana. San José, guardia y sostén de Jesús y María, ayúdanos con tu
poderosa intercesión en todas nuestras necesidades espirituales y materiales, en particular
acompáñanos en la hora de nuestra muerte, para que un día en el Cielo estemos unidos
contigo alabando a María y adorando a Jesús por siempre. Amén.
9
TEMA 3: LA FAMILIA CONSTRUCTORA DE LA PAZ
Objetivo:
Promover la cultura de paz como parte de la mision evangelizadora de la familia, para que
siendo todos sus integrantes verdaderos promotores de paz y justicia colaboren para la
transformación del tejido social y eclesial.
Con un deseo grande de que la paz reine en el corazón de cada una de nuestras
familias, pedimos a la Sagrada Familia de Nazaret que nos conceda esa gracia
ambientando el momento con una imagen bendita y un cirio encendido que nos
recuerda a Cristo resucitado quien nos ha traído la paz. Se dice la siguiente oración:
Jesús, hijo de Dios e hijo de María, bendice a nuestra familia. Inspira en nosotros con tu
gracia la unidad, la paz, y el amor mutuo que encontraste en tu propia familia en el pequeño
pueblo de Nazaret. María, madre de Jesús y madre nuestra, fortalece nuestra familia con tu
fe y con tu amor. Haz que estemos siempre cerca de tu Hijo, Jesús, en todas nuestras tristezas
y alegrías. San José, padre en la tierra de Jesús, guardián y esposo de María, protege nuestra
familia de todo peligro. Ayúdanos en los momentos de desánimo o de ansiedad, Sagrada
Familia de Nazaret, haz que seamos uno con tu familia. Ayúdanos a ser instrumentos de paz.
Concédenos que el amor, fortalecido por la gracia, sea más fuerte que todas las debilidades
y pruebas por las que nuestras familias puedan pasar. Que Dios esté siempre en el centro de
nuestros corazones y hogares hasta que seamos una familia contigo, feliz y en paz, en nuestro
verdadero hogar, el Cielo. AMÉN.
2. Dialogar juntos
10
3. Escuchar juntos
11
lugar donde se aprende a amar. Mientras se afirma la belleza de la familia se debe trabajar
para evitar que se contamine con los venenos del egoísmo, individualismo, de la cultura de
la indiferencia y del descarte. Perdiendo así su ADN que es la acogida y el espíritu de
servicio, esa es la huella de la familia”.
Lugar del encuentro: El santo Padre nos recuerda que, para disponerse a un verdadero
encuentro con el otro, se requiere una mirada amable puesta en él. Esto no es posible cuando
reina un pesimismo que destaca defectos y errores ajenos, quizás para compensar los propios
complejos. Una mirada amable permite que no nos detengamos tanto en sus límites, y así
podamos tolerarlo y unirnos en un proyecto común, aunque seamos diferentes. (Cfr. AL 100)
12
Lugar donde se aprende a amar: Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa.
Realmente, cada persona inicia este proceso desde su nacimiento. Todo lo que su familia le
aporta debe permitirle ir creciendo en el amor a Dios y al prójimo como a sí mismo (Cfr. Mt.
22, 34-40). Es así que quienes crecen en el amor son quienes ya han tenido una referencia de
amor en sus padres. De ahí que el que ama es capaz de decir palabras de aliento, que
reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan. Veamos, por ejemplo, algunas
palabras que decía Jesús a las personas: “¡Ánimo hijo!” (Mt
9,2). “¡Qué grande es tu fe!” (Mt 15,28). “¡Levántate!”
(Mc 5,41). “Vete en paz” (Lc 7,50). “No tengáis miedo”
(Mt 14,27). No son palabras que humillan, que
entristecen, que irritan, que desprecian. En la familia
hay que aprender este lenguaje amable de Jesús.
(Cfr. AL 100)
4. Soñar juntos
Uno de los deseos del Plan Diocesano de Pastoral 2017-2026 es que la familia
sea constructora de la paz para el bien común, pero vemos que la realidad es
desafiante. Del apartado Afectaciones negativas a la familia el Plan diocesano de
Pastoral Numeral 129, página 57. Seleccionamos tres puntos principales que consideramos
que afectan a mi comunidad parroquial y nos hacemos las siguientes preguntas:
¿Cómo puede ayudar la educación a cambiar el panorama que vivimos?
¿Desde nuestro servicio en la comunidad parroquia qué podemos aportar para
transformar los ambientes de violencia e inseguridad?
13
5. Discernir juntos
6. Agradecer juntos
Señor Jesús, Tú eres nuestra paz, mira nuestra Patria dañada por la violencia y dispersa
por el miedo y la inseguridad. Consuela el dolor de quienes sufren. Da acierto a las
decisiones de quienes nos gobiernan. Toca el corazón de quienes olvidan que somos
hermanos y provocan sufrimiento y muerte. Dales el don de la conversión.
Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos
y comunidades. Que, como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos
ser promotores de justicia y de paz, para que, en Ti, nuestro pueblo tenga vida digna.
AMÉN.
María Inmaculada de la Salud, Reina de la paz.
Ruega por nosotros.
14
TEMA 4: LA FAMILIA DEFENSORA DE LA VIDA
Objetivo:
Crear conciencia en las familias de la Arquidiócesis de Morelia del papel que juegan en en
la defensa de la vida desde su concepcion hasta su muerte natural, para que asumiendo esta
grave responsabilidad agradezcamos a Dios por este don maravilloso y nos convirtamos en
promotores de la cultura de la vida.
15
2. Dialogar juntos
Actualmente nos damos cuenta que existen un sin número de ideologías que
parecen poner en cuestión el valor y el sentido de la vida humana en algunas
circunstancias específicas, por ejemplo: un embarazo no deseado, malformaciones
congénitas, enfermedades terminales, discapacidad, etc. Con base en esta realidad
compartamos las siguientes preguntas:
3. Escuchar juntos
Reflexionemos un momento la cita bíblica (Jn 10, 10) “Yo he venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia”
16
Esta misión en la edificación de la cultura de la vida es determinante e insustituible. Como
iglesia doméstica, la familia está llamada a anunciar, celebrar y servir el Evangelio de la vida.
Es una tarea que corresponde principalmente a los esposos, llamados a transmitir la vida,
siendo cada vez más conscientes del significado de la procreación, como acontecimiento
privilegiado en el cual se manifiesta que la vida humana es un don recibido para ser a su vez
dado.
Es ineludible la educación de los hijos para
que la familia cumpla su misión de anunciar el
Evangelio de la vida, a través de la palabra, el
ejemplo, las relaciones, la vida cotidiana, los gestos,
y las expresiones con las que los padres cultivan el
respeto hacia el otro, el sentido de la justicia y los
demás valores que ayudan a vivir la vida como un
don.
Esta responsabilidad en la educación ha de
ser un servicio a la fe de los hijos y también un
apoyo para que los estos vayan descubriendo que la vida tiene sentido en sí misma y que su
valor no depende del sufrimiento o del dolor que experimentamos como parte de la naturaleza
humana. Mas bien, es la oportunidad para crecer en la cercanía, asistencia, etc.
El papa Juan Pablo II enunciaba en la Evangelium Vitae que: “La vida humana es
sagrada porque desde su inicio comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en
una especial relación con el creador, su único fin. (EV 53) Y ya lo decía san Agustín en sus
confesiones “Pues nos has hecho Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en Ti”.
Es importante pues, ser conscientes de que la vida no es un derecho que se vaya
ganando con el esfuerzo puramente humano o que se vaya adquiriendo a través del tiempo,
sino una dádiva de Dios porque así lo ha querido (Cfr. Gén 2, 7).
Para que la familia pueda realizar su vocación de “santuario de la vida”, como célula
de una sociedad que ama y acoge la vida, como Iglesia es necesario promover
incansablemente una pastoral familiar que ayude a cada familia a redescubrir y vivir con
alegría y valor su misión en relación con el Evangelio de la vida. (Cfr. EV 94)
La familia que ha descubierto la belleza del
don recíproco y gratuito sabe que la alegría por la vida
que nace y el cuidado amoroso de todos sus miembros,
desde los pequeños a los ancianos, son sólo algunos de
los frutos que hacen única e insustituible la respuesta
a la vocación de la familia, tanto para la Iglesia como
para la sociedad entera. (Cfr. Amoris Laetitia 88)
17
4. Soñar juntos
5. Discernir juntos
6. Agradecer juntos
Oh mi amado Jesús, que por la grandeza de tus virtudes y por el ejemplo de tu vida,
santificaste el hogar que escogiste para vivir en la tierra, mira misericordiosamente a esta
familia, cuyos miembros, postrándose humildemente ante ti, imploran tu protección.
Recuerda que somos tuyos; unidos a ti por una devoción especial. Protégenos en tu
misericordia, líbranos de todo peligro, ayúdanos en nuestras necesidades, concédenos
fuerza para perseverar siempre en la imitación de tu Sagrada Familia, sirviéndote y
amándote fielmente durante esta vida mortal, para que podamos después alabarte
eternamente en el Cielo.
Oh María, madre amorosa, imploramos tu ayuda, sabiendo que tu Hijo divino escucha todas
tus peticiones. Y tú, glorioso patriarca, san José, ayúdanos con tu poderoso patrocino,
coloca nuestras peticiones en las manos de María, para que Ella pueda ofrecerlas a
Jesucristo.
Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asístanme en mi última agonía.
Jesús, José y María, recíbanme en mi última agonía. Amén.
18
BLOQUE II: EVANGELIZACIÓN EN PROCESO
Para este momento de encuentro con el Señor, necesitamos una Sagrada Escritura
y dos cirios o velas. Se colocan en el centro del lugar donde se va a llevar a cabo
el momento de reflexión y se hace la invocación al Espíritu Santo con la siguiente
oración:
19
2. Dialogar juntos
Una vez que hemos invocado la presencia del Espíritu Santo entre nosotros, nos
disponemos para un momento de escucha y diálogo en el que vamos a compartir
nuestra experiencia humana. Como es sabido por todos, en la vida todo requiere un
proceso, la misma vida es un proceso con sus diferentes etapas (nacer, crecer, reproducirse y
morir) la educación que recibimos en la escuela va también por etapas (pre- escolar, primaria,
secundaria, nivel medio, nivel superior), la preparación al matrimonio (comienza con la
amistad, sigue con el noviazgo, el compromiso, etc.) Así pues, la educación en la fe no es la
excepción, también requiere de un proceso de formación, no es solo momentáneo sino
procesual.
3. Escuchar juntos
Reflexionamos un momento la cita bíblica (Mc 3, 13-14) “Subió después a la
montaña y llamó a los que él quiso y se acercaron a él. Designó entonces a doce,
a los que llamó apóstoles, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar”
En el pasaje evangélico de san
Marcos encontramos el proceso que
vivieron los apóstoles. Este proceso del
encuentro, le sigue la llamada, la respuesta
a la llamada, la estancia con el Señor para
conocerlo y la misión para anunciar a los
demás la Buena Noticia.
A su vez el pasaje del mandato misionero de Mt 28, 19 nos recuerda las palabras del
Papa Pablo VI “La evangelización es vocación propia de la Iglesia” (Evangelii nuntiandi
14). La iglesia existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de
la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa
Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa.
20
a) Testimonio: Hemos escuchado aquella
frase que dice: “las palabras convencen, pero el
testimonio arrastra”. En una ocasión un
misionero que estuvo en Asia explicaba como
llevaban el evangelio a los no creyentes a través
del buen ejemplo y las buenas obras. Decía:
Cuando vemos a alguien que lleva una vida
ejemplar y además realiza obras buenas en favor de quienes más necesitan normalmente nos
preguntamos ¿Por qué son así? ¿Por qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién es el que los
inspira? ¿Por qué están con nosotros? Y Ahí es el momento de hablar del centro de nuestra
Vida, Jesucristo.
El testimonio es ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y
eficaz, de la Buena Nueva. Hay en ello un gesto inicial de evangelización. (Evangeli
Nuntiandi 21).
Por eso todos los cristianos estamos llamados a dar ese testimonio y así ser verdaderos
evangelizadores. Este es el primer contacto con el Evangelio. Por ello, es digno recordar el
testimonio de la persona que nos fue introduciendo en el conocimiento de la persona de Cristo
(Sacerdote, religiosa, misionero, papá o mamá, los
abuelos, etc.)
Ha de ser:
• Una enseñanza que no sea improvisada sino que siga un programa que le permita
llegar a un fin preciso.
• Una enseñanza con los contenidos elementales de la fe Cristiana.
• Una enseñanza bastante completa, que no se detenga en el primer anuncio del misterio
Cristiano, sino que mueva al cristiano a compartir la fe y a realizar obras de caridad.
En virtud del Bautismo que hemos recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha
convertido en discípulo misionero, es decir, somos Agentes Evangelizadores. Recordemos
aquellos pasajes del evangelio cuando se encontraban con Jesús y que el gozo de haberlo
visto les impedía guardar silencio: “¡Hemos encontrado al Mesías!” (Jn 1,41). La samaritana,
apenas salió de su diálogo con Jesús, se
convirtió en misionera, y muchos
samaritanos creyeron en Jesús “por la
palabra de la mujer” (Jn 4,39). También san
Pablo, a partir de su encuentro con
Jesucristo, “enseguida se puso a predicar
que Jesús era el Hijo de Dios” (Hch 9,20).
Manos a la obra…
22
vez en evangelizador ya que es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya
entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia.
Finalmente, hemos de decir que, la evangelización toca todas las dimensiones de la
vida de la persona, no únicamente la esfera espiritual por eso, de ella ha de brotar una
renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en
la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado.
Cuando el hombre no ha dejado que el mensaje de la evangelización afecte toda su
vida, difícilmente se convertirá en anunciador del evangelio y la fe le resultará como un
elemento accesorio.
4. Soñar juntos
Partiendo de la realidad que vivimos y sabiendo la importancia que tiene la
evangelización como un proceso, reflexionemos las siguientes preguntas:
¿Cómo sería nuestra Iglesia si sus miembros vivieran el proceso completo de
evangelización?
Desde nuestra vocación ¿estamos convencidos de la necesidad de evangelizarnos en
proceso? ¿Por qué?
5. Discernir juntos
6. Agradecer juntos
23
de san Marcos, es de libre elección con la finalidad de quedarnos con un aspecto de la vida
del Señor que nos ayude a renovar nuestro encuentro con Él.
Con el deseo de seguir conociendo al Señor que nos muestra su rostro glorioso, hacemos
nuestra acción de gracias con la siguiente oración:
24
TEMA 2: EVANGELIZAR EN PROCESO PARA LA COMUNIÓN
Objetivo:
Acrecentar en los fieles el deseo de la comunión que brota de la fe eclesial, para que unidos
a Cristo podamos dar fruto en abundancia, y nos dispongamos a ser instrumento de unión
entre los diferentes miembros de la Iglesia que formamos el cuerpo de Cristo.
25
2. Dialogar juntos
Hoy en día, los seres humanos nos hemos dejado envolver por la cultura del
individualismo y del egoísmo, lo que hace más notorio el deseo de pensar solo en
nosotros mismos e ir minusvalorando la importancia de la comunidad.
En antaño, en las comunidades se podía ver cómo al pavimentar una calle o al realizar
otra obra común, se pedían faenas y todos colaboraban con generosidad. Ahora, se escucha
decir con facilidad “esa no es mi calle” o “no es mi barrio, que se las arreglen los que viven
allá”, poniendo en tela de juicio la colaboración y el trabajo en equipo de las comunidades.
Lo mismo sucede en el ámbito de la Iglesia cuando ya no hay espacio en la agenda
para celebrar una misa especial, la gente se molesta porque solo hay espacio en las misas
comunitarias. Pareciera que el ámbito comunitario resultara negativo, olvidándonos que
cuando unimos fuerzas logramos mucho más que cuando lo hacemos solos.
3. Escuchar juntos
Reflexionemos un momento la siguiente cita bíblica (Jn 17, 1-26) “Te pido que
todos sean uno lo mismo que lo somos tu y yo, Padre. Y que también ellos vivan
unidos a nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado”
En la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco insiste en que “El
individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el
desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos
familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre
exige y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales”.
(EG 67). De este modo, los cristianos somos llamados a reconocer al otro, sanar las heridas,
construir puentes, estrechar lazos y de ayudarnos a aligerar la carga de la vida.
Quien ha conocido a Cristo, sabe y está convencido de que está llamado a la comunión
con Él y con la Iglesia, cuya esencia es “la vida comunitaria” como lo menciona el libro de
los Hechos de los apóstoles al referirse a la primera comunidad cristiana. “En el grupo de los
creyentes todos pensaban y sentían lo mismo, y nadie consideraba como propio nada de lo
26
que poseía, sino que tenían en común todas las cosas. Por
su parte, los apóstoles daban testimonio con mucha
fortaleza de la resurrección de Jesús, el Señor, y todos
gozaban de gran estima. No había entre ellos necesitados,
porque todos los que tenían bienes o casas los vendían,
llevaban el precio de lo vendido, lo ponían a los pies de los
apóstoles y se repartía a cada uno según su necesidad”.
(Hch 4, 32-35)
El Catecismo de la Iglesia Católica nos ilumina al
decirnos que, aunque la fe es un acto personal, pues es una
respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se nos
revela. No es así un acto aislado, pues nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo.
(Cfr. CIC 166)
Somos parte de un todo, nadie se ha dado la vida a sí mismo, ni nadie se ha evangelizado sin
necesitar del otro, todo lo hemos recibido. El creyente ha recibido la fe de otro y debe
transmitirla a otro. Somos parte de una comunidad de creyentes a modo de una cadena donde
cada miembro es un eslabón en la transmisión del mensaje del Evangelio.
La fuerza de la evangelización nos da la seguridad de que:
a) Somos miembros de la Iglesia, Pueblo de Dios: Por el bautismo hemos sido
incorporados a la familia de Dios como nos lo recuerda el Apóstol en la carta a los Gálatas
“Efectivamente todos ustedes son hijos de Dios en Cristo Jesús mediante la fe, pues todos
los que han sido consagrados a Cristo por el bautismo, de Cristo han sido revestidos”
(Gal 3, 26-29) y por la gracia de este sacramento se perpetua a través del tiempo el Pueblo
de Dios.
Todos los hombres estamos llamados a formar
parte del nuevo Pueblo congregado en Cristo
nuestro salvador donde se vive la comunión con
los hermanos. No es el nacimiento físico el que
nos hace miembros sino el nacimiento de arriba
“del agua y del espíritu” (Jn 3,3-5). Por ello
reconocemos que tenemos un jefe o cabeza, una
identidad, una ley, una misión y un destino. (Cfr.
CIC 782)
27
• Una ley: El mandamiento del amor “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”
(Jn 13, 34)
• Una misión: Ser la sal de la tierra y la luz del mundo (Mt 5, 13-16). Transformando la
realidad y dando un sentido cristiano a todo y a todos.
• Un destino: El Reino de Dios (Jn 14, 2) Hemos de trabajar en la extensión del Reino de
Dios y en la dichosa espera de vivir para siempre con Él.
b) Somos llamados a estar unidos a Cristo: La verdadera
adhesión a Cristo es un signo concreto de evangelización.
Sobre este tema nos habla san Pablo en la carta a los
corintios (1 Cor 1, 10-17) cuando nos expone las divisiones
de la comunidad como resultado de perder de vista que el
centro de la vida es Cristo. Y ya lo decía el mismo Señor en
el evangelio de San Juan “Yo soy la vid, ustedes son las
ramas. El que permanece unido a mí como yo estoy unido a
él, produce mucho fruto; porque sin mí no pueden hacer
nada” (Jn 15, 5). Quien permanece en la comunión con Dios
puede ser a su vez instrumento de comunión en medio de los
hermanos.
c) Somos llamados a ser signo de comunión: (1 Cor 11, 17-34) Cuando san Pablo llama
la atención a los Corintios por la manera de celebrar el momento de la cena del Señor
comienza hacer una descripción de las actitudes negativas y les dice: ¿Esperan que los
felicite? ¡Pues no es para felicitarlos!, más bien los reprende por sus actitudes egoístas.
Los cristianos hemos sido llamados a ser luz y sal a ser signo de la presencia de Dios
e instrumentos de comunión, ya lo decía el Señor: “Por sus frutos los conocerán” (Mt 7, 16)
d) Estamos llamados a orar: La oración es una expresión de la comunión, sobre todo
cuando nos congregamos como Iglesia a orar por una causa común y sobre todo cuando
en Asamblea nos reunimos a celebrar la Eucaristía (expresión por excelencia de la
comunión de la Iglesia) donde permanecen unidos la cabeza que es Cristo a su cuerpo
que es la Iglesia.
Evangelizar no es para nadie un acto
individual y aislado, sino profundamente eclesial.
Cuando el más humilde predicador o catequista en
el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne
su pequeña comunidad y todo lo hace siempre en
unión con la misión de la Iglesia y en su nombre.
La Iglesia es toda ella evangelizadora,
como hemos subrayado. Esto significa que para el
conjunto del mundo y para cada parte del mismo
28
donde ella se encuentra, la Iglesia se siente responsable de la tarea de difundir el Evangelio.
(Evangelii Nuntiandi 77)
El testamento espiritual del Señor Jn 17, 1-26 (que hemos reflexionado al inicio del
tema) nos recuerda que la unidad entre sus seguidores no es solamente la prueba de que
somos suyos, sino también la prueba de que Él es el enviado del Padre, prueba de credibilidad
de los cristianos y del mismo Cristo.
4. Soñar juntos
Entre las causas de ineficiencia en la evangelización, el Plan Diocesano de
Pastoral 2017-2026 nos muestra la falta de comunión como una de ellas. En grupo
dar lectura al numeral 135 que se encuentra en la pág. 62 y compartir las siguientes
preguntas:
5. Discernir juntos
¿Qué te pide Dios personalmente para ser ¿Qué te pide Dios para promover
signo de comunión en tu familia y en el la comunión en tu grupo
ambiente mas próximo donde te apostólico o en tu comunidad
desempeñas? parroquial?
Enuncia al menos tres aspectos. Escribe al menos un compromiso.
6. Agradecer juntos
29
Gracias, Jesús, porque quisiste que tu Iglesia fuera Misionera.
Haz que cada cristiano sea un misionero. Que todos sintamos la necesidad de vivir el
Evangelio anunciándolo a los demás, porque solamente compartiendo los valores que tú nos
has traído, podemos enriquecernos de ellos.
30
TEMA 3: EVANGELIZAR EN PROCESO PARA FORMAR DISCÍPULOS DE LA PAZ
Objetivo:
Pidamos al Señor que nos acompañe y nos guie para que descubramos caminos
que nos conduzcan a la paz y al bien común. En un momento de silencio, nos
encomendamos al Señor y juntos decimos la siguiente oración:
Padre amoroso,
Abre nuestros corazones a las realidades Que los sacramentos nos recuerden
del cielo: de tu amor y tu entrega
tu amor por todas las personas que nos esforzamos por imitar.
tu presencia en la comunidad
tu llamado a la justicia y la paz. Espíritu Santo,
Haz visible a nuestros ojos lo que es
Que los sacramentos susciten en nosotros invisible:
ese mismo amor por aquellos con quienes tu llamado a tu pueblo
nos reunimos a adorarte y por todos los tu exhortación a vivir nuestra fe todos los
miembros de nuestra familia humana. días como testigos de la justicia y la paz.
2. Dialogar juntos
A veces solemos escuchar algunas críticas contra quienes están más cerca de la
Iglesia, sobre todo cuando el ser no corresponde con el quehacer, es decir, cuando
la manera en que vivimos desdice lo que somos o de manera más clara, cuando
31
siendo cristianos vivimos como si fuéramos paganos. Posiblemente todos o gran parte de
nosotros hemos visto o vivido esta experiencia.
Con base en ello, compartamos las siguientes preguntas:
Menciona algún aspecto que pueda desdecir que somos cristianos
3. Escuchar juntos
Reflexionemos la siguiente cita bíblica (Lc 10, 1-16) “Cuando entren en una
casa, digan primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, su paz recaerá
sobre ellos; si no regresará a ustedes”
El Evangelio que hemos recibido y del cual hemos sido enviados como mensajeros es la
Palabra de Verdad, una verdad liberadora que es la causa de que se consiga la paz en el
corazón de los hombres.
Una de las consignas que el Señor
encomienda a los setenta y dos discípulos al
enviarlos a la misión, además de confiar en la
Providencia, es precisamente ser instrumentos de paz
en medio del mundo, por eso, quien ha tenido un
encuentro con Cristo, lo ha conocido y que es
enviado a misionar no puede ignorar su importante
papel como promotor de la paz en medio de sus
hermanos.
San Pablo en la carta a los Gálatas, nos recuerda que uno de los frutos del Espíritu es
la paz (Gal 5, 22). Por ello, el Papa Pablo VI decía: “La paz no se reduce a una ausencia de
guerra … La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios,
que comporta una justicia más perfecta entre los hombres” (Populorum progressio 76).
Es así que, la paz no se reduce a un solo acontecimiento, sino a un proceso que funda sus
raíces en la educación recibida en la familia y en el conocimiento de Cristo que es nuestra
paz verdadera.
A veces pensamos que la paz es un ejercicio horizontal, es decir, una tarea a realizar
con los hombres y la sociedad en general, pero perdemos de vista que esta es un don que
recibimos de Dios, es decir, un ejercicio vertical, donde Dios nos la regala y nosotros la
aceptamos y nos ponemos a trabajar en ella.
32
a) La paz como un don: Ya desde el antiguo testamento se profetiza la paz para el pueblo
de Dios, misma que tiene su realización con la venida del Señor, cuyo nacimiento fue
revelado a los pastores con las palabras “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a
los hombres que gozan de su amor” (Lc 2, 14) y Jesús nos hace este anuncio cuando dice:
“Les dejo mi paz, mi paz les doy. Una paz que el mundo no les puede dar. No se inquieten
ni tengan miedo” (Jn 14, 27); y después de su resurrección cuando se apareció en medio
de los apóstoles y les dijo: “La paz esté con
ustedes” (Lc 24, 36). Podemos ver como en
diferentes momentos del Evangelio el Señor nos
da su paz, esa paz que no podemos conseguir por
nuestras propias fuerzas y que solo se puede
obtener por la gracias de Dios.
b) La paz como una tarea: El Señor Jesús en el
Sermón de la montaña nos hace el llamado a esta
tarea cuando dice: “Dichosos los que construyen
la paz, porque Dios los llamará sus hijos” (Mt 5, 9). La evangelización como un proceso
nos ayuda a reconocer que somos llamados a imitar el ejemplo de Cristo y así ser los
medios por los que la paz alcanza a todos los hermanos. Esta, no se construye destruyendo
al enemigo sino la enemistad entre los hombres a través del diálogo y del ejercicio de la
justicia. También la oración es un medio eficaz para construir la paz, sobre todo cuando
lo hacemos en la Eucaristía pidiendo al Señor que nos conceda la paz en nuestros días.
El Papa Francisco nos recuerda que la paz se logra solamente cuando se tiene presente
la dignidad de la persona y el bien común, pues no podemos hablar de paz cuando unos
tienen más de lo necesario para subsistir; y otros sufren carencias básicas. (Cfr. Evangeli
Gaudium)
c) La paz como huésped del corazón: San pablo en la
carta a los Colosenses nos dice: “Que la paz de Cristo
reine en sus corazones; a ella los ha llamado Dios
para formar un solo cuerpo” (Col 3, 15). Para el
apóstol la paz será parte fundamental para la vivencia
en comunidad pues, cuando el cristiano guarda paz en
el corazón es capaz de transmitirla a toda la
comunidad y esforzarse para que haya armonía entre
quienes la conforman.
d) La paz como camino: Nos queda claro que Cristo es la paz y el camino, por eso, quien
ha asumido con convicción el camino cristiano, sabe que está llamado a decir las palabras
de san Pablo: “Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien
vive en mi” La paz se asume como un camino cuando se han asumido los mismos
sentimientos y pensamientos de Cristo, es entonces cuando ya no se puede buscar otro
camino más que responder a las situaciones como respondería el mismo Señor.
33
Monseñor Carlos Garfias Merlos ha dicho al respecto: “La
Paz, es uno de los dones más preciados que Jesús nos ha dado, las
bienaventuranzas constituyen el mandato más sublime del
proyecto de Dios para los hombres, en ellas nos llama a trabajar
por la Paz, “Felices los que trabajan por la paz, porque serán
reconocidos como hijos de Dios” (Mt. 5,9), es entonces un
asunto de fidelidad Evangélica la tarea de construir la Paz.
Jesús el Maestro de la Paz por excelencia, nos llama ahora
a emprender acciones concretas en la noble tarea de
construir la paz”.
“No se puede entender una evangelización que no tenga como uno de sus
componentes fundamentales el tema de la Paz, es urgente que nuestros procesos pastorales
parroquiales asuman con generosidad y responsabilidad el tema de la construcción de la
Paz”.
4. Soñar juntos
¿Cómo soñamos una Iglesia que sea signo de paz en medio de un mundo invadido
por la violencia?
¿Desde nuestro apostolado como contribuimos para que la evangelización sea
instrumento de paz?
5. Discernir juntos
34
6. Agradecer juntos
Para este momento de gratitud al Señor, buscamos un lugar donde pueda estar
expuesto el Santísimo Sacramento o al menos presente en el Sagrario y que se
haga la proclamación de un fragmento de la Carta del Apóstol san Pablo a los
Colosenses 3, 1-17 y se permanezca un momento en oración. Finalizando con el canto de
“Vaso nuevo”:
35
TEMA 4: ACOMPAÑAR LA FE POR MEDIO DE PROCESOS DE EVANGELIZACIÓN
Objetivo:
2. Dialogar juntos
36
en el deseo de que las cosas sean de forma “express” y que mientras más fáciles sean, es
mejor. En pocas palabras vivimos insertos en una cultura que huye al compromiso.
Atendiendo a esta realidad, dialoguemos lo siguiente:
¿Qué signos percibimos de desconfianza en la sociedad?
3. Escuchar juntos
Reflexionemos un momento la
cita bíblica (Lc 24, 13-35)
“Mientras hablaban y se hacían preguntas,
Jesús en persona se acercó y se puso a
caminar con ellos”
La Iglesia como Madre y Educadora de
nuestra fe tiene la obligación de iniciar a sus hermanos en el arte del acompañamiento, a
saber mirar la realidad de los hermanos con la mirada sanadora con la que Jesús nos mira
siempre; y salir al encuentro de quienes andan extraviados en el camino y encaminarlos al
encuentro con el Señor.
Esta es una tarea ardua que tiene su fundamento en las palabras y obras de Jesús que
nos narran los evangelios al describir los encuentros con los más necesitados y despreciados
de la sociedad de aquel tiempo, en quienes el Señor manifestaba su gloria.
En el pasaje del Camino de Emaús encontramos
un itinerario de acompañamiento en la fe, en el que el
Señor camina a lado de dos discípulos que parecía que
habían perdido la fe o al menos estaban desconcertados
después del acontecimiento de la Pasión del Señor.
37
progresivamente, paso a paso, cada momento con
su importancia fundamental hasta concluir con el
reconocimiento del Señor en la fracción del pan (Lc
24, 31). “Una vez resucitado, se acerca a los dos
de Emaús, camina con ellos, dialoga, comparte sus
sufrimientos. Al mismo tiempo, invita a abrir el
corazón, conduce a la experiencia eucarística y
abre los ojos para ser reconocido; finalmente, se
hace a un lado para dejar espacio a la iniciativa
misionera de los discípulos”. (Cfr. DGC 160)
4. Soñar juntos
Una vez que se ha hecho este pequeño recorrido sobre la importancia del
acompañamiento de la fe, compartamos las siguientes preguntas.
¿Cómo podemos hacer atrayente el deseo de ser evangelizados a quienes está más
lejos de la Iglesia?
¿Cómo soñamos una Iglesia donde todos los bautizados se han comprometido con la
evangelización?
¿De qué manera podemos aportar nuestro granito de arena para el acompañamiento
en la fe a nuestros hermanos desde el apostolado que realizamos?
39
5. Discernir juntos
6. Agradecer juntos
40
BLOQUE III: CONSTRUCCIÓN PARA LA PAZ
2. Dialogar Juntos
“La violencia en el país ha alcanzado niveles inimaginables y la sociedad en
general, se encuentra como en un marasmo anímico y una parálisis moral,
desconcertada y desorientada, por lo inédito de la situación. Sin embargo, para
los hombres y mujeres de fe, se sabe que aun cuando se está sumergido en la oscuridad del
dolor, para el católico siempre brilla la luz pascual del Señor que disipa las tinieblas del
41
sufrimiento humano y da sentido al mismo, indicando el camino de la resurrección”. (Plan
Diocesano de Pastoral, p. 65)
Compartamos:
▪ ¿Por qué consideramos que es necesaria la evangelización para la paz en nuestros días?
▪ ¿Qué obstáculos encontramos hoy para evangelizar para la paz?
3. Escuchar Juntos
La paz es un don de Dios: “Les dejo la paz, mi paz les doy; no se las doy como
la da el mundo. No se sientan turbados, y no se acobarden” (Jn 14, 27).
La promoción de la paz en el mundo es parte integrante de la misión
evangelizadora con la que la Iglesia prosigue la obra redentora de Cristo sobre la tierra.
La Iglesia, en efecto, es en Cristo “sacramento”, es decir signo e instrumento de paz
en el mundo y para el mundo. La promoción de la verdadera paz es una expresión de la fe
cristiana en el amor que Dios nutre en cada ser humano. De la fe liberadora en el amor de
Dios se desprenden una nueva visión del mundo y un nuevo modo de acercarse a los demás,
tanto a una sola persona como a un pueblo entero: es una fe que cambia y renueva la vida,
inspirada por la paz que Cristo ha dejado a sus discípulos (cf. Jn 14, 27).
Movida únicamente por esta fe, la Iglesia promueve la unidad de los cristianos y una
fecunda colaboración con los creyentes de otras religiones. Las diferencias religiosas no
pueden y no deben constituir causa de conflicto: la búsqueda común de la paz por parte de
todos los creyentes es un decisivo factor de unidad entre los pueblos. La Iglesia exhorta a
personas, pueblos, Estados y Naciones a hacerse partícipes de su preocupación por el
restablecimiento y la consolidación de la paz destacando, en particular, la importante función
del derecho internacional.
La Iglesia enseña que una verdadera paz es posible sólo mediante
el perdón y la reconciliación. No es fácil perdonar a la vista de las
consecuencias de la guerra y de los conflictos, porque la violencia,
especialmente cuando llega hasta los
límites de lo inhumano y de la aflicción, deja
siempre como herencia una pesada carga de
dolor, que sólo puede aliviarse mediante una reflexión
profunda, leal, valiente y común entre los contendientes,
capaz de afrontar las dificultades del presente con una actitud
purificada por el arrepentimiento.
El peso del pasado, que no se puede olvidar, puede
ser aceptado sólo en presencia de un perdón recíprocamente
ofrecido y recibido: se trata de un recorrido largo y difícil, pero no imposible.
42
El perdón recíproco no debe anular las exigencias de la justicia, ni mucho menos
impedir el camino que conduce a la verdad: justicia y verdad representan, en cambio, los
requisitos concretos de la reconciliación.
La Iglesia lucha por la paz con la oración. La oración abre el corazón, no sólo a una
profunda relación con Dios, sino también al encuentro con el prójimo inspirado por
sentimientos de respeto, confianza, comprensión, estima y amor. La oración infunde valor y
sostiene a los verdaderos amigos de la paz, a los que tratan de promoverla en las diversas
circunstancias en que viven.
La oración litúrgica es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo
tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza; en particular la celebración eucarística,
fuente y cumbre de toda la vida cristiana, es el manantial inagotable de todo auténtico
compromiso cristiano por la paz.
Las Jornadas Mundiales de la Paz son
celebraciones de especial intensidad para orar invocando
la paz y para comprometerse a construir un mundo de paz.
El Papa Pablo VI las instituyó con el fin de dedicar a los
pensamientos y a los propósitos de la Paz, una celebración
particular en el día primero del año civil.
Los Mensajes Pontificios para esta ocasión anual
constituyen una rica fuente de actualización y desarrollo
de la doctrina social, e indican la constante acción pastoral
de la Iglesia en favor de la paz: La Paz se afianza
solamente con la paz; la paz no separada de los deberes de
justicia, sino alimentada por el propio sacrificio, por la clemencia, por la misericordia, por la
caridad.
4. Soñar Juntos
¿Por qué es necesario evangelizar para la paz? ¿Cómo podemos hacerlo? En
medio de la realidad de violencia en que vivimos, podemos constatar que es
importante la evangelización para promover la paz, desde nuestra vida ordinaria,
en casa, con nuestra familia. Es posible soñar juntos con la esperanza de que podamos seguir
construyendo la paz desde el interior de cada uno de nosotros, es posible identificar nuestros
puntos de “guerra” personales para así, de este modo, poder dar soluciones de paz a lo que
vivimos y experimentamos cada día.
Ahora, si esto lo proyectamos en nuestras relaciones de familia, luego a nivel
comunitario en nuestras colonias, en las relaciones con nuestros vecinos, posteriormente, a
nivel de comunidad parroquial y, finalmente, a nivel diócesis-estado, podemos lograr, poco
a poco, la construcción de la paz, mediante la evangelización.
¿Podremos soñar con una realidad así? Con nuestras solas fuerzas es imposible, sin
embargo, si confiamos en la acción liberadora de Jesús, el Señor, y el proyecto de su reinado,
43
podemos creer en que, como miembros de este reino, somos portadores de este mensaje de
paz, de amor y de justicia.
Reflexionemos las siguientes preguntas:
• ¿Cómo sería nuestra Arquidiócesis si juntos evangelizamos para la paz?
• ¿De qué modo estoy contribuyendo a la evangelización para la paz?
5. Discernir Juntos
Ahora reflexionemos, a manera de lluvia de ideas respondemos las siguientes
preguntas:
• Como cristiano, ¿Cómo afronto las situaciones de conflicto en mi hogar, en
mi colonia, en mi parroquia?
• ¿A qué me comprometo como discípulo de Jesús para evangelizar para la paz?
• ¿Qué iniciativas podemos implementar en nuestra comunidad para construir la paz?
6. Agradecer Juntos
En un recipiente se ponen los nombres de todos los participantes, cada persona,
saca un papelito y hace una petición en voz alta por quien le tocó; después, cada
participante dirá una cualidad que se compromete a poner en práctica para
evangelizar para la paz. Terminemos nuestro encuentro con la siguiente oración:
“Oh, Dios, Creador del universo, que extiendes tu preocupación paternal sobre cada
criatura y que guías los eventos de la historia a la meta de la salvación; nosotros
reconocemos tu amor paternal que a pesar de la resistencia de la humanidad y, en un mundo
dividido por la disputa y la discordia, Tú nos haces preparar para la reconciliación. Renueva
en nosotros las maravillas de tu misericordia; envía tu Espíritu sobre nosotros, para que él
pueda obrar en la intimidad de nuestros corazones; para que los enemigos puedan empezar
a dialogar; para que los adversarios puedan estrecharse las manos; y para que las personas
puedan encontrar entre sí la armonía. Para que todos puedan comprometerse en la búsqueda
sincera por la verdadera paz; para que se eliminen todas las disputas, para que la caridad
supere el odio, para que el perdón venza el deseo de venganza. Amén”.
44
TEMA 2: LA PAZ EN LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Objetivo:
Conocer los elementos esenciales de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la paz, mediante
la reflexión, comprensión y estudio para lograr un conocimiento y aplicación de ella en
nuestras comunidades.
Tú que has sido alivio y consuelo de nuestro pueblo y de todo el que sufre y se encuentra
desamparado, mira a tus hijos heridos por la violencia y la inseguridad.
Concédenos fortaleza y esperanza para que, como fieles discípulos misioneros de tu hijo
Jesucristo, seamos incansables constructores de unidad, reconciliación y paz. Así sea. María
Reina de la Paz, ruega por nosotros.
2. Dialogar Juntos
La Doctrina Social de la Iglesia nos propone algunos principios que como
cristianos debemos vivir para crecer en comunión de hijos de Dios. Dentro de
estos principios se encuentra el principio de la paz, el cual, ciertamente, nos lleva
a una sana convivencia, respetando la dignidad de la persona. En equipos, según el número
de participantes totales, discutimos las siguientes preguntas:
45
3. Escuchar Juntos
Cuando hablamos de “Paz”, sí, decimos
que es un don de Dios, pero también es un
deseo para con nuestros hermanos, tal
como lo expresa el Evangelio de Mateo:
“Al entrar en la casa, deséenle la paz; y si no la
merece, la bendición volverá a ustedes” (Mt 10, 12-
13).
La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce
al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, sino que
con toda exactitud y propiedad se llama obra de la
justicia (Is 32, 7). Es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino
Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta justicia, han de llevar a
cabo. El bien común del género humano se rige primariamente por la ley eterna, pero en sus
exigencias concretas, durante el transcurso del tiempo, está sometido a continuos cambios;
por eso, la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer. Dada la
fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada
uno constante dominio de sí mismo y vigilancia por parte de la autoridad legítima.
Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la
comunicación espontánea entre los hombres de sus riquezas de orden intelectual y espiritual.
Es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos,
así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz.
Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar.
La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que
procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, ha
reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y, reconstituyendo en un
solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su
propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el
corazón de los hombres (Antología de textos realizada por la Comisión de Justicia y Paz, n.
330).
Por lo cual, se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para que,
viviendo con sinceridad en la caridad (Ef 4, 15), se unan con los hombres
realmente pacíficos para implorar y establecer la paz. Movidos
por el mismo Espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos
que, renunciando a la violencia en la exigencia de sus derechos,
recurren a los medios de defensa, que, por otra parte, están al
alcance incluso de los más débiles, con tal que esto sea posible
sin lesión de los derechos y obligaciones de otros o de la
sociedad (Gaudium et Spes, 78).
El respeto y el desarrollo de la vida humana exigen la
paz. La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el
46
equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra, sin la salvaguardia
de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto
de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad. Es
la "tranquilidad del orden" (San Agustín). Es obra de la justicia (Is 32, 17) y efecto de
la caridad (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2304).
Las injusticias, las desigualdades excesivas de orden económico o social, la envidia,
la desconfianza y el orgullo, que existen entre los hombres y las naciones, amenazan sin cesar
la paz y causan las guerras. Todo lo que se hace para superar estos desórdenes contribuye a
edificar la paz y evitar la guerra: En la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza
y les amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de guerra; en la medida en que, unidos
por la caridad, superan el pecado, se superan también las violencias hasta que se cumpla la
palabra: "De sus espadas forjarán arados y de sus lanzas podaderas. Ninguna nación levantará
ya más la espada contra otra y no se adiestrarán más para el combate" (Gaudium et Spes, n.
78; cf. Is 2, 4; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2317).
Es preciso respetar y tratar con humanidad a los no
combatientes, a los soldados heridos y a los prisioneros. Las
acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes y
a sus principios universales, como asimismo las
disposiciones que las ordenan, son crímenes. Una obediencia
ciega no basta para excusar a los que se someten a ella. Así, el
exterminio de un pueblo, de una nación o de una minoría étnica
debe ser condenado como un pecado mortal. Existe la obligación
moral de desobedecer aquellas decisiones que ordenan genocidios (Antología de textos
realizada por la Comisión de Justicia y Paz, n. 333; Catecismo de la Iglesia Católica n.
2313).
4. Soñar Juntos
Podemos soñar una Iglesia en la que el elemento de la paz impere o reine en ella,
sin embargo, para que esto se lleve a cabo, nosotros jugamos un papel muy
importante, es decir que, en medio de nuestra fragilidad humana, en medio de
nuestra debilidad, podemos luchar por mantener esa paz que nos viene del mismo Jesucristo,
el Hijo de Dios, Príncipe de la Paz. Confiemos pues en la
acción liberadora de Jesucristo, para que él mismo nos libere
de las insidias del enemigo que nos llevan al odio, al rencor,
a la falta de perdón, a tener sentimientos de venganza y, por
el contrario, podamos ser portadores del amor, de la justicia
y de la paz.
Soñemos un momento:
• ¿Cómo sería nuestra sociedad si construimos la paz
desde la Doctrina Social de la Iglesia?
47
• ¿Qué elementos se requieren para construir una humanidad en paz?
• ¿Cómo sería la humanidad sin guerra y sin violencia?
5. Discernir Juntos
• Como Iglesia, ¿qué podemos hacer para construir la paz en nuestro entorno
social y eclesial?
• De estos elementos de paz de la Doctrina Social de la Iglesia, ¿cuáles nos
comprometemos a practicar como comunidad?
• ¿Qué nos está pidiendo Dios hoy para construir la paz en la comunidad?
6. Agradecer Juntos
En parejas encienden una velita como símbolo de paz y de los buenos deseos que
tienen hacia su hermano, después, agradecemos juntos al Señor con la siguiente
oración:
48
TEMA 3: EDUCAR PARA LA PAZ
Objetivo:
“Oh, Dios, Creador del universo, que extiendes tu preocupación paternal sobre cada
criatura y que guías los eventos de la historia a la meta de la salvación; nosotros
reconocemos tu amor paternal que a pesar de la resistencia de la humanidad y, en un mundo
dividido por la disputa y la discordia, Tú nos haces preparar para la reconciliación. Renueva
en nosotros las maravillas de tu misericordia; envía tu Espíritu sobre nosotros, para que él
pueda obrar en la intimidad de nuestros corazones; para que los enemigos puedan empezar
a dialogar; para que los adversarios puedan estrecharse las manos; y para que las personas
puedan encontrar entre sí la armonía. Para que todos puedan comprometerse en la búsqueda
sincera por la verdadera paz; para que se eliminen todas las disputas, para que la caridad
supere el odio, para que el perdón venza el deseo de venganza.” (Oración por la Paz del Papa
San Juan Pablo II).
Para finalizar, cada uno dice su nombre y la siguiente frase: Yo, (nombre), quiero educarme
y educar para la paz.
2. Dialogar Juntos
En continuidad con los temas anteriores, veamos ahora la necesidad e importancia
de una educación para la paz. En nuestras comunidades podemos darnos cuenta
de que no sabemos cómo educar o educarnos en la paz, sin embargo, es
imprescindible hacerlo, ya que es a través de la educación humana como adquirimos los
49
elementos necesarios para construir la paz. Atendiendo a esta realidad, reflexionemos sobre
las siguientes preguntas:
• ¿Por qué crees que sea necesaria una educación para la paz hoy en día?
• ¿Cómo podemos lograr educarnos y educar para la paz?
• ¿Cómo crees logramos formar criterios equilibrados en nuestra comunidad sobre la
paz?
3. Escuchar Juntos
“Que Él, el Señor de la paz les conceda la paz siempre y
en todo lugar y circunstancia. El Señor sea con todos
ustedes” (2Ts 3, 16).
La educación es vital para fomentar la ciudadanía
mundial y construir sociedades pacíficas.
Estamos llamados a multiplicar esfuerzos. En un tiempo
de incertidumbre como el que estamos viviendo,
constituye una invitación a rejuvenecernos en la
esperanza. Porque nuestra esperanza se fundamenta en
sabernos hermanos que se perdonan, se ayudan, se
encuentran y caminan juntos.
Nos podemos preguntar: ¿Cuál es la esperanza
que nos sostiene en medio de las desesperanzas de hoy?
¿Qué horizonte enfoca la educación para la paz?
En la encíclica Spe Salvi, el papa Benedicto XVI nos recordaba que esta gran
esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que
nosotros por sí solos no podemos alcanzar. Dios es el fundamento de la esperanza: el Dios
con rostro humano que nos ha amado hasta el extremo.
El primer motivo de nuestra esperanza y alegría es el Dios
compasivo y misericordioso que mira al mundo y especialmente a
la persona humana, que como dice Santo Tomás es el único ser
que existe por sí mismo ya que los demás están en función de su
existencia, con profundo amor y ternura paterno-maternal.
Estamos llamados, por consiguiente, a convertirnos a la
mirada de Dios. Estamos llamados a descubrir y valorar la bondad,
la belleza, la vitalidad. Esto supone aceptar nuestros límites y los
de los demás, no pretender una perfección inalcanzable y poner
límite a nuestra tendencia innata a extirpar, erradicar, separar, asumiendo la mirada
compasiva hecha de bondad, de paciencia, de confianza, capaz de perdonar y de dar una
nueva oportunidad.
Benedicto XVI, nos invitaba a mirar de manera justa a la humanidad entera, a cuantos
conforman el mundo, a sus diversas culturas y civilizaciones. La mirada que el hombre de
50
esperanza recibe es una mirada de bendición: una mirada sabia y amorosa, capaz de acoger
la belleza del mundo y de compartir su fragilidad.
En el Libro de la Sabiduría leemos: “Te compadeces de todos, porque todo lo puedes,
cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los
seres y no aborreces nada de lo que hiciste [...] Tú eres indulgente con todas las cosas,
porque son tuyas, Señor, amigo de la vida”. (Sb 11, 23-24, 26).
Por lo tanto, educar para la paz nos invita a ver la realidad con los ojos abiertos, pero
tener los ojos abiertos significa dejarnos alterar por lo que
vemos, no ser indiferentes. Se trata de una mirada que nos
altera, porque nos sitúa en el otro, una mirada solidaria que nos
debería llevar a compartir la crisis que hoy embarga a la
mayoría de la humanidad y que a lo mejor a nosotros todavía
no nos ha tocado.
Educar para la paz no es una cuestión de pizarrón,
láminas o conferencias. Implica día a día actuar, obrar; desde
la cercanía y la inclusión. Como expresaría Gandhi: “No hay
caminos para la paz, la paz es el camino” (Matamoros, Educar
para la paz. Un reto que da esperanza).
4. Soñar Juntos
Tomando en cuenta las bases para la educación para la paz, es posible lograrla,
obviamente es un esfuerzo conjunto que no podemos establecerlo solo en unos
cuántos, sino que es la misión de todos. Como agentes de formación: sacerdotes,
religiosas, maestros, padres de familia, etc., estamos llamados a realizar esta misión como el
mejor equipo al que Jesús llama para establecer su Reino de paz aquí en la tierra. Recordemos
que, en nuestras comunidades, somos las manos y pies de Cristo, quien es cabeza de su
Iglesia, de la cual cada uno somos miembros activos.
Para fomentar la participación entre los participantes, el expositor lanza una bola de estambre
a alguna persona, este último a otra persona y así sucesivamente, cada uno comparte su
respuesta a las siguientes preguntas:
• ¿Qué frutos surgen de una comunidad educada para la paz?
• Si educamos para la paz, ¿cómo será nuestra comunidad en diez años?
5. Discernir Juntos
Reflexionemos sobre las siguientes preguntas:
• Como agente de formación y educación (padre-madre de familia, sacerdote,
laico, religioso (a), ¿qué estoy haciendo para promover la educación para la paz?
• ¿Cómo estoy viviendo mi misión de educar para la paz?
• ¿Qué iniciativas podemos implementar en nuestra comunidad para construir la paz?
• ¿A qué nos comprometemos para educar para la paz?
51
6. Agradecer Juntos
Procurando no romper el ambiente de oración y recogimiento, los participantes
forman un círculo y nuevamente colocan el cirio en el centro, a cada persona se
le da una velita y el coordinador invita a encenderla con el fuego de Cristo, si es
que libremente desean ser educados y educar para la paz de Cristo con Cristo y desde Cristo.
Una vez que todos la tengan encendida se hace una oración espontánea. Cuando el
coordinador vea conveniente, concluye este momento con la siguiente oración del Papa León
XIII:
“Oh, Señor, Tú ves cómo por todas partes los vientos han estallado y el mar se convulsiona
con la gran violencia de las olas crecientes. Ordena, te lo pedimos, que calmes los vientos y
los mares. Restaura la paz entre nosotros, esa paz que solo Tú nos puedes ofrecer y restaura
la armonía social. Bajo tu mirada protectora y tu inspiración puedan los hombres y mujeres
volver al orden, venciendo la codicia, convirtiéndonos en lo que debemos ser, reflejo del
amor de Dios, de la justicia, de la caridad con el prójimo, haciendo uso ordenado de todas
las cosas. Haz que tu reino llegue. Que todos puedan reconocer que están sujetos a Ti, y que
deben servirte, porque eres la verdad y la salvación; que sin Ti, todo lo que se hace es en
vano. Tu ley, Señor, es justa y paternalmente bondadosa. Tú estás siempre a nuestro lado
con tu fuerza y tu poder abundante para ayudarnos. La vida en la tierra es una guerra, pero
Tú ayudas al ser humano a conquistar lo que necesita. Tú sostienes al débil y lo coronas con
la victoria. Amén”.
52
TEMA 4: ORAR PARA LA PAZ
Objetivo:
2. Dialogar Juntos
En nuestro Plan Diocesano de Pastoral, hemos
encontrado todos los elementos que hasta ahora
hemos mencionado, y este último, no es la
excepción. Reflexionemos sobre la necesidad de orar para la paz:
• ¿Por qué es imprescindible orar para la paz?
• ¿Qué oraciones conozco para pedir por la paz?
• ¿Qué frutos se obtienen al orar por la paz?
3. Escuchar Juntos
“No se inquieten por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presenten a Dios
sus peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de
gracias. Y la paz de Dios, que supera toda inteligencia, custodiará sus corazones
y sus mentes en Cristo Jesús” (Flp 4, 6-7).
53
En el Plan de Pastoral de nuestra Arquidiócesis
de Morelia, dice sobre la Oración por la Paz: “Acciones
concretas que se pueden implementar son: la Eucaristía
por la paz; el Rosario por la paz; la Hora Santa por la
paz; procesiones por la paz y las víctimas de la
violencia; los espacios sagrados por las víctimas de las
violencias, entre otros” (PDP, 148).
El documento “Que en Cristo nuestra paz,
México tenga una vida digna” que el Episcopado
Mexicano ha publicado, nos exhorta sobre la misión de
la Iglesia en la construcción de la paz, para la vida digna del pueblo mexicano y nos recuerda
en sus números del 233-239 sobre la importancia de orar para la paz: En las situaciones
difíciles como las que vivimos en México, la Iglesia no deja de exhortar a sus hijos e hijas a
mantenerse unidos en la esperanza. Creemos en un Dios que tiene un rostro humano y que
nos ha amado hasta el extremo y “sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a día
con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por su naturaleza
es imperfecto” (Spe Salvi 31).
La esperanza en el futuro es confianza en el presente del hombre; por ello, la
esperanza del discípulo de Jesucristo, se transforma en
compromiso con el prójimo. La esperanza cristiana no es
pasividad ni indiferencia, tampoco enajenación y menos
“huida del mundo”, sino una actitud decidida para la
transformación de esta historia de iniquidad. La
confianza en Dios es confianza en la posibilidad humana
de alcanzar la redención porque: “Dios quiere que todos
los hombres se salven” (1Tim 2,4).
Por ello, no debemos disminuir nuestro empeño de
construir la paz también con la oración, que abre el corazón
a una profunda relación con Dios y al encuentro con el
prójimo, inspirado por los sentimientos de respeto,
confianza, comprensión, estima y amor. La oración infunde
valor y sostiene a los verdaderos amigos de la paz
(Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, No. 519.).
La oración a partir de la Escritura, con la Lectio
Divina, nos abre a la voluntad de Dios y es el mejor sostén
para la paz. Quien ora de verdad no es violento, sino
fermento de reconciliación y de paz comunitaria. La
oración nos hace ver al otro, como lo ve Dios. Tan
importante como la oración personal, es la oración
litúrgica; en ella, que es la “cumbre a la cual tiende la
54
actividad de la Iglesia y al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”
(Sacrosanctum Concilium 10), nos unimos a la oración de toda la Iglesia que no cesa de
implorar a Dios el don de la paz.
Hacemos oración por la paz orando con los salmos en la Liturgia de la Horas. Esta
oración nos empapa con la sabiduría del pueblo de Dios que sabe que Dios es fiel y hace
justicia (Comisión Episcopal para la Pastoral Social, Directorio para la Pastoral Social en
México, No. 365.) y nos ayuda, además, a evitar el orgullo de nuestros éxitos y el desaliento
de los fracasos (Comisión Episcopal para la Pastoral Social, Directorio para la Pastoral
Social en México, No. 365). Hacemos oración por la paz cada vez que celebramos la
Eucaristía; ésta inicia con un saludo de paz y cantando el Gloria pide este don para todo el
pueblo de Dios; en el rito de la comunión pide al Señor que nos dé «la paz en nuestros días»
y recuerda el don de Cristo, invocando “la paz y la unidad” de su Reino. La asamblea
eucarística ora también para que el Cordero de Dios quite los pecados del mundo y nos “dé
la paz”; intercambia el saludo de paz y se despide en “la paz de Cristo” (Cf. Pontificio
Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 519, nota 1102).
Destacar oportunamente cada uno de estos momentos de la celebración eucarística
alimentaría la conciencia de los discípulos de Cristo de ser mensajeros de la paz.
Oramos también por la paz con la devota oración del Rosario de la Virgen María, a
quien invocamos como Reina de la Paz; Ella, fortalece los vínculos fraternos, alienta a la
reconciliación y al perdón (Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 267.). Nuestra Señora
nos enseña a decir SÍ ante las interpelaciones de Dios en nuestra historia.
Es María de Guadalupe, nuestra dulce y tierna Madre, que desde el origen mismo de
nuestra nación hizo fecunda nuestra cultura haciéndonos propicio el encuentro con su Hijo,
el verdadero Dios por quien se vive.
En esta hora de dolor y de incertidumbre por la inseguridad y la violencia, nos
llenamos de consuelo al recordar y hacer nuestras sus dulces palabras al Santo Juan Diego:
“No temas, […] ¿no estoy aquí yo, que soy tu madre?, ¿no estás bajo mi sombra y mi
resguardo?, ¿no soy yo la fuente de tu alegría?, ¿no estás en el hueco de mi manto, en el
cruce de mis brazos?, ¿tienes necesidad de alguna otra cosa?” (Nican Mopohua, 119. [Trad.
Mario Rojas]).
4. Soñar Juntos
En medio de estas expresiones devocionales y litúrgicas podemos lograr poner
nuestro granito de arena para pedir por la Paz. Como cristianos, la oración
siempre es necesaria y, si queremos un mundo mejor, no debemos desatendernos
de orar por esta necesidad urgente en nuestras comunidades.
Juntos respondemos:
▪ ¿Cómo sería nuestra comunidad en el futuro si oramos permanentemente por la paz?
▪ ¿Qué frutos queremos alcanzar al orar por la paz?
55
5. Discernir Juntos
Algunas preguntas para reflexionar:
• ¿Qué métodos o formas de oración podemos implementar en la comunidad
para orar por la paz?
• ¿A qué acciones concretas nos comprometemos como comunidad para orar por la
paz?
• ¿Realmente soy consciente y estoy convencido de que la oración puede cambiar el
rumbo de la realidad de mi comunidad? ¿Por qué?
6. Agradecer Juntos
En torno a la imagen de Nuestra Señora de la Salud, en un momento de silencio,
traemos a la mente y al corazón una petición que queramos encomendar a María
Inmaculada de la Salud, luego cada uno da gracias por algún beneficio recibido;
finalmente, agradecemos juntos este momento, haciendo la oración diocesana por la paz:
56
BLOQUE IV: INSPIRACIÓN PASTORAL EN LA PRÁCTICA
EVANGELIZADORA DE VASCO DE QUIROGA
Señor Dios, Padre Bueno, que gracias al amor entrañable del Primer Obispo de
Michoacán, tu siervo Vasco de Quiroga, encendiste en estas tierras la luz de la verdadera
fe, concédenos la gracia de alcanzar con su intercesión que nuestro conocimiento de
Jesucristo sea más profundo, nuestra devoción a la Virgen de la Salud sea más ardiente y
nuestra vida social se ordene conforme a la justicia y caridad cristianas, adelantando la
llegada de tu Reino, donde con tu Hijo y el Espíritu Santo vives por los siglos de los siglos.
Amén
Padrenuestro… Dios te salve María… Gloria al Padre… Espíritu Santo, fuente de luz:
¡Ilumínanos!
2. Dialogar Juntos
“Puede afirmarse que Don Vasco no plantó una Iglesia en torno a los
monasterios como los demás evangelizadores, sino que creó lo que podría
llamarse hoy una iglesia diocesana de rostro decididamente laical, que
transformara la realidad concreta donde él inició un proceso de lo que hoy es conocida como
la inculturación del evangelio” (Plan Diocesano de Pastoral, p. 68)
Juntos respondemos a manera de lluvia de ideas:
• ¿Qué rasgos de Buen Pastor conoces de Vasco de Quiroga?
• ¿Qué conoces acerca de su labor pastoral en nuestra Arquidiócesis de Morelia?
57
• ¿Qué rasgos conoces sobre evangelización de los pueblos originarios en la
Arquidiócesis de Morelia?
3. Escuchar Juntos
“Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da
su vida por las ovejas. El asalariado, en
cambio, que no es el pastor y al que no
pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las
abandona y huye. y el lobo las arrebata y la
dispersa. Como es asalariado, no se preocupa
por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a
mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí como el
Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre y doy mi
vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no
son de este corral y a las que debo también conducir: ellas
oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla”. (Jn
10, 11-17)
La figura del Buen Pastor era el centro de la vida y la
actividad de Don Vasco, pues no sólo fue algo teórico, sino que llevó a la práctica cada una
de las actitudes de Jesús en la vida de los indígenas, “ser Pastor para los indios y mostrarles
a Cristo como Buen Pastor fue objetivo y meta, cruzada y presupuesto para Don Vasco”.
En la parábola del Evangelio, encontramos que el Buen Pastor conocía a sus ovejas
(Cfr. Jn 10, 14), y esta misma actitud la reprodujo en relación con los indígenas; el Buen
Pastor cuida de sus ovejas, incluso da la vida (Cfr. Jn 10, 11-12), esta actitud la hace suya:
“…pues los cuidaba de los lobos-encomenderos”.
El P. Juan Manuel Hurtado en su obra
Don Vasco de Quiroga, una visión histórica,
teológica y pastoral, expresa cómo Vasco tuvo
impresa en su persona y en su obra esas
actitudes de Cristo Buen Pastor, presentadas por
el evangelista, así lo demuestra cuando dice:
“…les buscaba pastos comprándoles
tierras, las guardaba en apriscos —los pueblos-
hospitales—, las curaba y vendaba en los
hospitales fundados por él, con el regalo de
Nuestra Señora de la Salud, las instruía y les
buscaba pastores en el Colegio de San Nicolás,
y con la enseñanza de la doctrina cristiana las
llevaba a bellos parajes y las conducía a aguas
frescas y tranquilas con la belleza de la
58
celebración de los sacramentos y de su inmensa catedral; las cuidaba con el Derecho, que
dominaba a la perfección”.
De la misma manera, se preocupó tanto por el pueblo indígena que, les daba
herramientas para que sobrevivieran, capacitaciones en el trabajo artesanal y les ponía
maestros que perfeccionaran sus trabajos.
Con todos estos elementos comprobamos cómo Vasco de Quiroga, no dudó encarnar
las actitudes y valores de Cristo Buen Pastor: cercano a su gente, al cuidado de ellos,
poniéndose a su disposición para cubrir las necesidades que los aquejaban, causa procedente
de los abusos de los encomenderos.
59
en muchos pueblos lograba que todos se organizaran para tener encargos de trabajo
específico en beneficio común.
• Una Iglesia diocesana donde haya gran espíritu de sacrificio, que promueva
organizaciones básicas, en el campo del trabajo, de la salud y de los derechos
humanos, promoviendo la cultura, el deporte, las artes y las habilidades.
4. CONTACTO CON LA REALIDAD DEL PUEBLO, puede decirse que le angustiaba
la problemática que iba encontrando y buscaba la raíz de los graves conflictos , aflora el
humanismo en el que estaba inmerso, por lo que desea, con todas sus fuerzas, encontrar
una solución viable para que pueda haber una estabilidad.
• Una Iglesia diocesana inmersa en las distintas áreas y diversos aspectos de la vida
comunitaria.
5. EN RELACIÓN CON LOS SACERDOTES le preocupaba que no fueran ejemplares.
“Lo que más destruye a esta tierra es que las personas eclesiásticas y seglares no tienen
otro fin sino buscar modo para hacerse ricos y volverse a Castilla ”. Don Vasco planea
un trabajo pastoral con horizontes insospechados que demanda la presencia de sacerdotes
ejemplares que sean capaces de trasmitir una fe viva. Necesita acciones prontas y que sus
colaboradores se muevan sin poner dificultades.
• Una Iglesia diocesana que contagie el testimonio y el entusiasmo de los
sacerdotes; convencidos y encendidos de pasión en todo lo que emprenden,
evitando apariencias, el reconocimiento propio, la superficialidad y la
mediocridad.
(Intervención del Pbro. Luis Daniel Rubio Morales en la
XII Asamblea Diocesana de Pastoral, 21-22 de noviembre de 2022)
4. Soñar Juntos
Que como Vasco de Quiroga, podamos encarnar a Cristo Buen Pastor, que
nuestro actuar sea conforme a su corazón, siempre viendo por los hermanos,
proyectando su rostro amoroso, de manera que cuando nos vean a nosotros, lo
vean a Él.
• ¿De qué forma podemos continuar el legado de Vasco de Quiroga en nuestra comunidad?
• ¿Qué Diócesis soñamos a partir de los rasgos de Jesús Buen Pastor?
5. Discernir Juntos
Compartamos nuestras respuestas:
• ¿Qué rasgos de Jesús Buen Pastor necesitamos en nuestra comunidad para
renovarla y revitalizarla?
• ¿Qué rasgos de Jesús Buen Pastor nos comprometemos a impulsar en nuestra comunidad?
60
6. Agradecer Juntos
De manera personal, pensamos en una actitud de Vasco de Quiroga por la que
agradecemos a Dios. En voz alta decimos: Mi nombre es _________ y agradezco
a Dios por darme la actitud de _________, a partir de hoy la pongo al servicio
de los demás.
Todos responden: VenerableVasco de Quiroga, ¡ruega por nosotros!
Terminamos este momento, pidiendo al Señor por la beatificación y canonización de
Vasco de Quiroga:
“Oh Dios que, gracias al amor entrañable del Venerable Vasco de Quiroga, primer obispo
de Michoacán, encendiste en estas tierras la luz de la verdadera fe, dígnate otorgar la
beatificación y canonización del Venerable Vasco de Quiroga.
Te suplicamos que, por su intercesión, nuestra fe sea más profunda, nuestra vida
cristiana más abundante, nuestra devoción a la Santísima Virgen María más ardiente, y la
paz y el orden social sean restablecidos conforme a las normas de justicia y la caridad
cristiana. Concédenos, por su intercesión… (en silencio pedimos por nuestra intención
particular). Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
61
TEMA 2: LA OBRA PASTORAL DE VASCO DE QUIROGA
Objetivo:
Conocer con el Pueblo de Dios, la obra pastoral de Vasco de Quiroga, para que podamos
descubrir, desde sus inicios, el proceso pastoral de nuestra Arquidiócesis de Morelia.
Mi Señor, mi Buen Pastor, Hijo del Padre, fuente de luz, tormenta de fe, que vienes a sacudir
nuestra dormida esperanza, que nos envías a Tu Madre para enamorar nuestros fríos
corazones, que luchas con amor para conquistar los espíritus inquietos por las angustias del
mundo.
Óyenos Señor, escucha a tus hermanos aquí, juntos queremos seguirte, donde Tú quieras
que nuestros pasos se dirijan.
Nuestros corazones quieren pertenecerte, por siempre.
Nuestras almas sedientas de Tu luz solo quieren verte sonreír junto a Tu Madre.
Envíanos Tus Ángeles y Tus Santos, consuélanos con su presencia celestial.
Danos el consuelo infinito de saber que Tu Misericordia ve con ojos agradables nuestro
arrepentimiento por tanto error cometido.
No permitas que bajemos nuestras defensas contra el maligno y sus tentaciones.
Haznos fuertes, Señor, haznos fuertes en la entrega a Vos, nuestro Dios.
Haznos pequeños y dóciles para que dejemos actuar a Tu Santo Espíritu en nosotros, para
que Tú te hagas cargo de nuestra vida.
Haznos confiados corderos de Tu rebaño, Señor, danos el abrazo de Tu Voluntad, Señor.
Que seas Tu quien nos guíe, que sea tu Madre quien nos proteja.
No te alejes de nosotros, Señor, perdona nuestros errores y pecados, y nuestra falta de fe.
Amén.
2. Dialogar Juntos
En equipos compartimos las siguientes preguntas:
• ¿Qué conocen sobre la obra pastoral de Vasco de Quiroga?
• Cómo se ha perpetuado la obra pastoral de Vasco de Quiroga?
• Quiénes fueron los principales protagonistas en la obra Pastoral de Vasco de Quiroga?
62
3. Escuchar Juntos
“No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense
a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de
Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto” (Rom. 12, 2).
La obra pastoral en Vasco de Quiroga se asume como una misión que se va realizando
en el proyecto de una nueva Iglesia, inspirada en valores de la primitiva Iglesia.
a) Lo primero que hay que revalorar y defender es la dignidad de toda persona,
fundamentada en la imagen y semejanza de Dios y reafirmar la fuerza del testimonio de
vida cristiana, como signo de credibilidad del Evangelio.
b) La Iglesia del Nuevo Mundo se construye a la par de la sociedad civil, asume la síntesis
de lo temporal y lo trascendente, una visón dinámica que tiende puentes entre lo
material y lo espiritual, entre naturaleza y gracia y anclada en perfiles concretos de una
sociedad justa y equitativa. Así, pues, la Iglesia renovada en la nueva realidad, implica
una pastoral en que se promueve a la vez lo temporal y lo trascendente.
c) Se trata de una Iglesia misionera, de evangelización y catequesis, que conlleva imbuir
en la fe cristiana y en buenas costumbres, donde el pastor misionero, predicador y
catequista, ha de conformarse con Cristo, que vino a nosotros haciendo bienes y no males,
a través de obras de misericordia.
d) Los destinatarios de esta pastoral son ante todo los indígenas, bien que no se excluyan
los pocos españoles que había. En esta función educadora de cristianización todos
aprenden la hospitalidad, donde se enseña y practica la justicia a través de la organización
del trabajo y del gobierno, donde la fe se incultura
comenzando con la predicación en la lengua indígena
y a través de métodos inductivos sintéticos, donde los
signos implican la encarnación del mensaje cristiano, por
lo que las celebraciones litúrgicas con ritos, ornamentos
y cantos, “aprovechan en parte tanto como la predicación
y es mucha parte de la doctrina, pues las gentes “no estiman
las cosas en más de como las ven honradas y estimadas”.
e) Consecuencia necesaria de la pastoral misionera es la
transformación de los nuevos o renovados cristianos en
misioneros que vayan a dar testimonio de su fe, de lo que
han aprendido en oficios y costumbres y por supuesto, a
doctrinar, pero dentro de la rica complejidad de este tipo de
pastoral misionera.
f) Quiroga advierte que el futuro del Nuevo Mundo es el
mestizaje. Y él propicia el encuentro de los dos mundos en la
principal institución educativa que funda, el Colegio de San
Nicolás, donde indios y europeos aprenden y enseñan sus
63
respectivas lenguas. Todo apunta a una pastoral mestiza de recíproca inculturación.
g) Finalmente, se trata de la pastoral de una Iglesia jerárquica donde el objetivo final es
la salvación cristiana. Esa prioridad implica jerarquía con un obispo y una catedral de
culto constante y ejemplar.
(Carlos Herrejón Peredo)
4. Soñar Juntos
Soñar no es imposible, el sueño de Vasco de Quiroga se vio reflejado en su obra
evangelizadora. Él nos recuerda la importancia de soñar y de creer en lo que
podemos hacer tomados de la mano de Dios.
Imaginemos y compartamos:
• ¿Qué cambios lograríamos en la Arquidiócesis si aplicamos la obra pastoral de Vasco de
Quiroga?
• ¿Qué legado pastoral nos gustaría nos gustaría dejar en la Diócesis a las futuras
generaciones?
5. Discernir Juntos
Hagamos un ejercicio de discernimiento a partir de las siguientes preguntas:
• ¿Qué crees que motivó a Tata Vasco a actuar de la manera como lo hizo?
• ¿Cómo podemos continuar el legado que nos dejó Vasco de Quiroga?
• ¿Qué actitudes de Vasco de Quiroga nos comprometemos a imitar para hacer crecer a
nuestra comunidad?
6. Agradecer Juntos
Terminemos este momento, pidiendo al Señor por la beatificación y
canonización de Tata Vasco de Quiroga (se coloca un cirio al centro de todos y
juntos lo toman con sus manos):
“Oh Dios que, gracias al amor entrañable del Venerable Tata Vasco de Quiroga, primer
obispo de Michoacán, encendiste en estas tierras la luz de la verdadera fe, dígnate otorgar
la beatificación y canonización del Venerable Tata Vasco de Quiroga.
Te suplicamos que, por su intercesión, nuestra fe sea más profunda, nuestra vida cristiana
más abundante, nuestra devoción a la Santísima Virgen María más ardiente, y la paz y el
orden social sean restablecidos conforme a las normas de justicia y la caridad cristiana.
Concédenos, por su intercesión… (en silencio pedimos por nuestra intención particular).
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
64
TEMA 3: VISIÓN PASTORAL DE VASCO DE QUIROGA
Objetivo:
2. Dialogar Juntos
Vemos juntos el sueño de Iglesia que Vasco de Quiroga quiso fundar en
Michoacán y lo que ha perdurado a través de los siglos. En otro momento
momento, habíamos comentado que Vasco de Quiroga fue un hombre visionario,
un hombre inquieto por llevar el rostro amoroso de Dios a los débiles, a los descartados, a
los últimos; esto también nos lleva a pensar en el sueño que el Papa Francisco ha manifestado
para la Iglesia Universal: una Iglesia Samaritana.
Para nuestro diálogo, en una hoja responden de manera personal en inciso “a”,
después de un tiempo, hacen equipos según el número total de participantes, comparten lo
que respondieron y juntos contestan los incisos “b” y “c”.
a) Personalmente, ¿Estamos llevando el rostro amoroso de Cristo a todas las personas que
forman parte de nuestra Parroquia? Si o no, explica cómo.
b) Como comunidad, ¿Qué acciones estamos haciendo que no nos permiten tener una Iglesia
Samaritana?
65
c) ¿Qué acciones se necesitan hoy en día para lograr una Iglesia Samaritana dentro de
nuestra comunidad?
Al finalizar un integrante de cada equipo comparte de forma breve sus respuestas.
3. Escuchar Juntos
“Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir
y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como
cinturón y la justicia como coraza; tengan buen calzado, estando listos para
propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán
atajar las flechas del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del
Espíritu, o sea, la palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según
les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca,
intercediendo en favor de todos los santos y sus hermanos”. (Ef. 6, 13-18)
3) Método de Evangelización: Parece ser que la máxima obra pastoral de Don Vasco de
Quiroga fue siempre, atender lo humano, antes que lo sobrenatural, en esto se puede
sintetizar su acción apostólica. Todo el conjunto de su actividad pastoral, se sustenta en
sus cualidades humanas sí, pero confía más en la gracia divina. Don Vasco siempre va a
buscar que la persona primero tenga los medios
necesarios para su desarrollo humano, que luego le
facilitará el conocimiento de Dios, para vivir luego,
bajo su Voluntad. Después de que las personas tenían
un conocimiento profundo acerca de Dios, Don Vasco
preparaba la ceremonia de la celebración, la cual era
una fiesta muy especial. Pero no se quedaba sólo en
esto, sino que hacía hincapié en la obligación que tenían
los recién convertidos de conseguir que otros dejaran
sus costumbres paganas anteriores.
Su preocupación principal eran la familia y los niños.
Los atendía y los formaba en tanto podía hacer lo mejor
posible.
67
4) El Colegio de San Nicolás: Funda Don
Vasco, su seminario en Pátzcuaro en
1540, bajo el nombre de Real y
Primitivo Colegio de San Nicolás; como
es característico de su personalidad de
visionario y precursor, se adelanta
dieciséis años al Concilio de Trento en
el que se establece que cada diócesis
debía tener un seminario en el que se
formaran sacerdotes. El Colegio también era aprovechado para instruir a los indios.
Al frente del Colegio, Don Vasco puso un Rector nombrado por tres años. Los
alumnos conformaban dos grupos: los que se formaban como clérigos-lenguas quienes
estaban bajo régimen de internado y recibían alimento gratuitamente, mayores de 20 años,
ser españoles, peninsulares o criollos, con vida honesta y buenas costumbres; y los hijos
de vecinos, indios, mestizos y españoles, ellos no tenían una edad mínima para entrar al
colegio, se diferenciaban del otro grupo en su vestimenta, no eran internos y recibían como
educación la lectura, la escritura y la doctrina cristiana.
El Colegio se mantiene en Pátzcuaro hasta el día 12 de octubre de 1581, fecha en
la que fue trasladado a Valladolid.
5) Don Vasco fue un hombre de Iglesia: Preocupado por su
diócesis, por la formación de sus sacerdotes, por la
doctrina cristiana, por su cabildo, por su catedral, por el
establecimiento de parroquias, por la celebración
solemne y la preparación de los sacramentos, por el
mantenimiento de las obras de promoción humana y
caridad cristiana. Don Vasco se preocupó de que se
observara en su diócesis el Derecho Canónico y los decretos
emanados de los concilios: del Concilio de Trento y del Primer
Concilio Provincial Mexicano de 1555.
6) Don Vasco fue un pastor pobre: Rasgo ampliamente atestiguado
por sus contemporáneos, procuró una Iglesia pobre y para los
pobres con el anhelo de ser una sola alma y un solo corazón.
7) Don Vasco mostró coherencia entre las palabras y las obras: Esto se advirtió en los
diversos campos: tanto en el campo de la justicia, como en el de la religión cristiana, el
de la jerarquía eclesiástica, el de los indios. Don Vasco era de una sola pieza.
8) Don Vasco fue un predicador de la palabra de Dios: Anunciaba el Evangelio, con gran
dedicación, a los indios y a los españoles.
(Hurtado López, “Don Vasco de Quiroga,
una visión histórica, teológica y pastoral”, 1999)
68
4. Soñar Juntos
Atendiendo estos rasgos de la Iglesia con rostro samaritano,
• ¿Qué deseamos construir hoy en nuestra Arquidiócesis de Morelia?
• ¿Cómo soñamos nuestra Iglesia de Morelia en 10 años?
5. Discernir Juntos
• ¿Cómo nos pide Dios atender a los más vulnerables de nuestra comunidad?
• ¿A qué nos comprometemos para dar continuidad a la visión pastoral de Vasco
de Quiroga en nuestra comunidad?
6. Agradecer Juntos
Agradecemos a Dios por habernos reunido y frente a la imagen de Vasco de
Quiroga, pedimos al Señor por su beatificación y canonización:
“Oh Dios que, gracias al amor entrañable del Venerable Tata Vasco de Quiroga,
primer obispo de Michoacán, encendiste en estas tierras la luz de la verdadera fe, dígnate
otorgar la beatificación y canonización del Venerable Tata Vasco de Quiroga.
Te suplicamos que, por su intercesión, nuestra fe sea más profunda, nuestra vida
cristiana más abundante, nuestra devoción a la Santísima Virgen María más ardiente, y la
paz y el orden social sean restablecidos conforme a las normas de justicia y la caridad
cristiana.
Concédenos, por su intercesión… (en silencio pedimos por nuestra intención
particular)”.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
69
TEMA 4: LA PRÁCTICA EVANGELIZADORA DE VASCO DE QUIROGA
Objetivo:
70
2. Dialogar Juntos
Reflexionemos sobre la práctica evangelizadora de Vasco de Quiroga
preguntándonos:
➢ ¿Cuál fue el método que utilizó Vasco de Quiroga para evangelizar a los
indígenas de la naciente Diócesis de Michoacán del siglo XVI?
➢ ¿Cuáles son las prácticas recurrentes de Vasco de Quiroga para evangelizar a los
indígenas?
3. Escuchar Juntos
“Luego les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la
creación” (Mc 16, 15).
Si queremos presentar el método de evangelización de Don Vasco de Quiroga de
forma breve, es necesario señalar ocho rasgos del método, que se desprenden de su vida y
actividad pastoral.
71
CUARTO: Tener la convicción profunda de que el Evangelio,
palabra de Dios, por sí mismo tiene la fuerza de transformar al hombre,
igual que en la comunidad cristiana primitiva.
QUINTO: Desplegar toda su generosidad y
abnegación para hacerse todo para todos, y así
ganarlos para Cristo, a ejemplo de San Pablo.
SEXTO: Usar la fuerza de la inteligencia en
la presentación del Evangelio, puesto que la conversión
debe afectar a las facultades superiores: la razón y la voluntad.
Entender lo que se propone y aceptarlo con la voluntad. Los bienes
sempiternos de su gracia y la fuerza divina de la palabra evangélica revisten la apariencia de
compulsión que obliga a creer, a semejanza del efecto que producen los milagros.
SÉPTIMO: Toda la obra humanizadora y civilizadora de los pueblos-hospitales, de
los hospitales de la Concepción, de la fundación del Colegio de San Nicolás, de la fundación
de pueblos, de la construcción de su enorme catedral, de la imagen de María Inmaculada de
la Salud de Pátzcuaro y de sus escritos, nos habla de este aspecto.
OCTAVO: Una catequesis cristiana continua mediante la “Doctrina Cristiana” que
Don Vasco les dejó impresa y mandó que la estudiaran en sus días y después de sus días.
En síntesis, la evangelización tenía que llegar a “una conversión, a un conocimiento
intelectual, a una decisión voluntaria, a una adhesión humana a verdades propuestas, a la
práctica de una liturgia y a un cambio de vida radical”.
4. Soñar Juntos
Respondamos a este llamado, llevemos el Evangelio a nuestra comunidad de la
manera en que Vasco de Quiroga lo llevó y seamos rostro misericordioso, esa
mano que levanta al pobre, esos hijos de Dios que llevemos una mirada llena de
amor para quienes se sienten más alejados.
Compartamos las siguientes preguntas: ¿Qué sería nuestra Diócesis si aplicamos el método
evangelizador de Vasco de Quiroga? ¿Cómo podemos aplicar este método de evangelización
en nuestras comunidades?
5. Discernir Juntos
• ¿Cómo podemos lograr establecer este modelo evangelizador de Vasco de
Quiroga?
• ¿A qué nos comprometemos como Diócesis a partir de la práctica
evangelizadora de Vasco de Quiroga?
• ¿Qué nos pide Dios a partir de la práctica evangelizadora de Vasco de Quiroga?
72
6. Agradecer Juntos
Para terminar este momento, cada uno en voz alta dice por qué quiere dar gracias
al Señor, después de haber reflexionado sobre la práctica evangelizadora de
Vasco de Quiroga. Finalmente, hacemos la siguiente oración, pidiendo al Señor
por la beatificación y canonización:
“Oh Dios que, gracias al amor entrañable del Venerable Tata Vasco de Quiroga,
primer obispo de Michoacán, encendiste en estas tierras la luz de la verdadera fe, dígnate
otorgar la beatificación y canonización del Venerable Tata Vasco de Quiroga.
Te suplicamos que, por su intercesión, nuestra fe sea más profunda, nuestra vida
cristiana más abundante, nuestra devoción a la Santísima Virgen María más ardiente, y la
paz y el orden social sean restablecidos conforme a las normas de justicia y la caridad
cristiana.
Concédenos, por su intercesión… (en silencio pedimos por nuestra intención
particular).
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
73
74