CÓMO HACERLES FRENTE A LOS PROBLEMAS
Una perspecti va cristiana
acerca de los problemas
Todos tenemos problemas. Los problemas no
hacen distinción de personas. Los hombres y las
mujeres en todo el mundo, jóvenes y viejos, pasan
dificultades en la vida. Santos y pecadores por igual
a veces pasan apuros. Las personas confrontan prob-
lemas sociales, mentales, financieros, familiares,
físicos y espirituales.
Las experiencias que se perciben como proble-
mas varían de un lugar a otro y de una época a la
otra. Aún así, las personas en toda cultura tienen
problemas.
¿Cómo debemos enfrentar los problemas que
nos llegan? De manera especial, esta serie de lec-
ciones es un breve resumen como respuesta a la
siguiente interrogante: «¿Cuál es la respuesta del
cristiano ante los problemas por los que pasamos?».
Además de ver las maneras de ayudar a las personas
con problemas, veremos cómo podemos ayudarles
a los que están ayudándoles a ellos.
Si queremos enfrentar los problemas de una
manera exitosa, necesitamos cultivar una perspec-
tiva cristiana sobre el tema. ¿Qué enseña la Biblia
sobre los problemas?
los problemas son reales
Algunas religiones enseñan que los problemas
no son reales. La Ciencia Cristiana, por ejemplo,
enseña que la enfermedad es una ilusión y que lo
material no existe; la enfermedad y el dolor son tan
solo productos de un pensar errado.1
1 
Hay una visión general de estas creencias en Mary
Baker Eddy, Science and Health with Key to the Scriptures
(Ciencia y salud con clave de las Escrituras) (Boston: First
Church of Christ, Scientist, 1934), en declaraciones como las
siguientes: «Lo que denominamos enfermedad no existe»;
«La existencia mortal es un sueño de dolor y placer en la
Coy Roper
La Biblia enseña, en contraste, que lo que experi-
mentamos con nuestros sentidos es real. Realmente
existimos como personas de carne y sangre; y el
mundo que nos rodea es real, con toda su belleza
y fealdad, sus promesas y peligros. Así como los
volcanes y tsunamis son reales, también lo son los
fracasos y las enfermedades que tan negativamente
afectan nuestras vidas.
Hemos de esperar tener problemas
No debemos sorprendernos cuando pasemos
por problemas en esta vida. Vivimos en un mundo
caído. Cuando Adán y Eva comieron del fruto
prohibido, ellos y sus descendientes sufrieron por
culpa del pecado.
Hemos de esperar que incluso el pueblo de Dios
tenga problemas. El ser cristianos no nos exime de
los problemas diarios que acosan a todas las demás
personas.
Algunos piensan lo contrario. Predican un
«evangelio de bienestar y riquezas», el cual dice
que el que lleva una vida cristiana fiel nunca ex-
perimentará ninguna clase de enfermedad ni de
fracaso. Alegan que los que están agradando a Dios
siempre prosperarán.
¿Qué enseña la Biblia? Se han interpretado al-
gunos pasajes antiguotestamentarios en el sentido
de que las personas que hoy siguen fielmente a
Dios prosperarán siempre. Los grandes patriarcas
Abraham, Isaac y Jacob prosperaron. A las promesas
materiales las relacionaban con la obediencia a la
Ley (vea Levítico 26.1–13; Deuteronomio 28.1–14).
Otros textos de la Escritura parecen haber pro-
materia…»; «La enfermedad es una expansión del error, que
surge de la ignorancia o temor mortal» (188).
1
metido prosperidad a los israelitas si obedecían la
voluntad de Dios:
Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y
las pondréis por obra, para que prosperéis en
todo lo que hiciereis (Deuteronomio 29.9).
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley,
sino que de día y de noche meditarás en él, para
que guardes y hagas conforme a todo lo que en
él está escrito; porque entonces harás prosperar
tu camino, y todo te saldrá bien (Josué 1.8).
Será [el hombre justo] como árbol plantado
junto a corrientes de aguas, que da su fruto en
su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace,
prosperará (Salmos 1.3).
Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá
las peticiones de tu corazón (Salmos 37.4).
Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo
desamparado, ni su descendencia que men-
digue pan. En todo tiempo tiene misericordia,
y presta; y su descendencia es para bendición
(Salmos 37.25, 26).
El altivo de ánimo suscita contiendas; mas el
que confía en Jehová prosperará (Proverbios
28.25).
Decid al justo que le irá bien, porque comerá
de los frutos de sus manos. ¡Ay del impío! Mal
le irá, porque según las obras de sus manos le
será pagado (Isaías 3.10, 11).2
Sin embargo, los pasajes anteriores expresan
generalidades y no deben interpretarse como prome-
sas inquebrantables. El Antiguo Testamento revela
que, a veces, los buenos son pobres, algunas veces
los justos son perseguidos y los impíos prosperan.
De hecho, el libro de Job fue escrito, al menos en
parte, para disipar la noción de que las personas
justas siempre prosperan y que el sufrimiento es
una señal segura de pecado.
El Nuevo Testamento no promete prosperidad
a los cristianos. Al contrario, las bendiciones de
ser cristianos vienen «con persecuciones» (Marcos
10.29, 30). A los cristianos se les pide llevar una cruz
(Mateo 16.24) y se les promete que los que lleven
vidas piadosas serán perseguidos (2ª Timoteo 3.12).
¿Por qué habrían de esperar los cristianos —quienes
siguen a Alguien que vivió como pobre y al final
sufrió y murió como un hombre inocente— vivir
sin problemas, ni dolor ni sufrimientos?
Algunos problemas son prevenibles
Los problemas que resultan directamente de
2 
Vea también Salmos 37.10, 18, 19; 128.1, 2; Jeremías
17.7, 8; Proverbios 3.9, 10; Malaquías 3.8–12.
2
nuestros propios pecados son prevenibles. Por
ejemplo, las terribles experiencias del hijo pródigo
en una provincia apartada (Lucas 15) eran total-
mente prevenibles. Si se hubiera quedado en casa,
no habría tenido que soportar esas dificultades. De
manera similar, el libro de Proverbios nos dice que
la pereza da como resultado la pobreza:
La pereza hace caer en profundo sueño, y el
alma negligente padecerá hambre (Proverbios
19.15).
No ames el sueño, para que no te empobrezcas;
abre tus ojos, y te saciarás de pan (Proverbios
20.13a).
Pasé junto al campo del hombre perezoso, y junto
a la viña del hombre falto de entendimiento; y he
aquí que por toda ella habían crecido los espinos,
ortigas habían ya cubierto su faz, y su cerca de
piedra estaba ya destruida. Miré, y lo puse en
mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Un poco de
sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano
sobre mano otro poco para dormir; así vendrá
como caminante tu necesidad, y tu pobreza como
hombre armado (Proverbios 24.30–34).
De acuerdo a Proverbios, hay un principio de
causa y efecto que actúa en los asuntos humanos.
Si las personas sufren problemas de pobreza y
hambre (el efecto), puede que sea porque no están
trabajando lo suficiente (la causa).
Cuando un estudiante pierde una materia,
podría haber evitado el fracaso siendo más diligente.
Cuando un trabajador es despedido de su puesto
de trabajo, puede que haya sucedido por no haber
hecho su trabajo de manera satisfactoria. Cuando
alguien analiza los problemas que afronta, debe
preguntarse: «¿Era este problema prevenible? ¿Me
causé esto yo mismo?». Siempre, como dice el dicho:
«la mejor cura es la prevención». Nuestra primera
meta debe ser prevenir o evitar tantos problemas
como nos sea posible.
Por supuesto, no todos los problemas son
prevenibles. Esto quiere decir que probablemente
tendremos que buscar la manera de enfrentar las
dificultades tarde o temprano.
los problemas pueden superarse
Al decir que los problemas pueden superarse,
no estamos diciendo que podemos hacerlos desa-
parecer. Más bien, estamos diciendo que podemos
enfrentar los problemas y vivir exitosamente pese
a ellos.
Perder un esposo o esposa es una experiencia
dolorosa, sin embargo, el que queda vivo puede
aprender a vivir con su sufrimiento. El fracaso
estudiantil es desalentador, sin embargo, no quiere
decir necesariamente que el que fracasó no pueda
tener éxito en la vida. Volverse ciego o sordo es una
gran dificultad, sin embargo, muchos ciegos y sordos
siguen llevando vidas de manera exitosa.
La presente serie de lecciones resaltará lo que
debemos hacer cuando confrontamos problemas:
• Debemos cultivar atributos cristianos: acti-
tudes y comportamientos que nos ayuden a
enfrentar los problemas cuando surjan.
• Debemos esperar tener problemas y prepa-
rarnos ante aquellos que anticipemos.
• Debemos aprender de los problemas por los
que pasamos. Cada problema puede volvé-
rsenos una experiencia para crecer —un
medio por el que nos volvamos personas
mejores y más fuertes.
• Debemos buscar la ayuda de otras personas
—de amigos, miembros de la familia, conse-
jeros, hermanos y hermanas de la iglesia— y,
especialmente, de Dios.
• Debemos tratar de percibir la mano de Dios
en todo problema que surja, para así ver
actuando la providencia de Dios. Puede
que lo que parecía ser un problema era en
realidad una bendición oculta.
• Debemos esperar con ansias la eternidad en
el cielo con Dios, cuando ya no habrá más
problemas.
En el cielo, los problemas
dejarán de existir
A Juan se le permitió una visión del cielo. Lo
describió como un lugar donde el tabernáculo de
Dios estará en medio de los hombres y dijo:
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí
el tabernáculo de Dios con los hombres, y él
morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor,
ni dolor; porque las primeras cosas pasaron
(Apocalipsis 21.3, 4).
Podríamos preguntarnos: «¿Qué ventaja tiene
el cristiano si es sometido a los mismos problemas
por los que todos los demás pasan en la vida?». Si
bien creemos que los cristianos también tienen otras
ventajas, al menos tenemos la siguiente tremenda
ventaja: la promesa de un hogar «allá», ¡donde no
habrá más problemas! Solo este pensamiento debería
sostener al cristiano en tiempos de crisis.
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Conclusión
Jesús vino a quitar nuestros pecados (Lucas
19.10), sin embargo, también desea que cada uno
de nosotros lleve una abundante vida aquí (Juan
10.10). Echemos manos de los recursos espirituales
que Él tiene para nosotros y así podamos llevar
vidas plenas, abundantes, exitosas y felices aquí y
ahora —en la tierra, a medida que nos ocupamos
de nuestros asuntos. ¡Hacer lo contrario es vivir
bajo el nivel de privilegio que tenemos! Es como
si tuviéramos frente a nosotros una gran despensa
colmada de toda clase de alimentos para que co-
mamos, sin embargo, en lugar de ello, ¡seguimos
dependiendo de pan y agua para sobrevivir!
Entonces, esperemos confrontar problemas
a medida que llevamos una vida cristiana —sin
embargo, también hagamos planes para superar
esos problemas con la ayuda de Dios. ¡Todos los
cristianos pueden vivir una vida abundante en
Cristo Jesús!
Cómo sobrellevar las pérdidas
Uno de los problemas mas devastadores que
podemos confrontar en la vida es la muerte de un
ser querido. En momentos así, no podemos andar de
manera estoica, rehusando mostrar alguna emoción.
Este no es el modelo que encontramos en la Biblia,
ni es emocionalmente saludable. ¿Cómo deben los
cristianos reaccionar ante pérdidas cruciales en la
vida?
En primer lugar, tenemos que permitir dolernos.
Alguien que ha sufrido la perdida de un ser querido
necesita pasar tiempo ajustándose a los cambios que
vendrán. No es el momento para tomar decisiones
importantes.
En segundo lugar, debemos buscar ayuda. El
«Dios de toda consolación» (2ª Corintios 1.3)
aliviará nuestro dolor. También podemos com-
partir nuestro dolor con amigos que compren-
dan por tal vez haber superado dificultades
similares.
En tercer lugar, podemos encontrar consolación
en lo que conocemos. Tenemos grandes verdades
bíblicas que nos consuelan (vea 1ª Tesalonicenses
4.13–18; Salmos 116.15; Apocalipsis 14.13).
En cuarto lugar, tenemos que permanecer fieles
a Dios. Si el ser querido murió siendo cristiano,
no hay mejor forma de honrar su memoria que
vivir anticipando pasar juntos la eternidad en
el cielo.
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