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Introducción San Agustín de Hipona
Introducción San Agustín de Hipona
San Agustín de Hipona fue un filósofo de la África romana que nació en el 354 y murió en el
430. La madre de este pensador (Santa Mónica) trató de inculcar a su hijo valores cristianos,
pese a esto, en un principio tuvo una vida desordenada y pagana influenciada por su padre que
era pagano. Más tarde, se hizo adepto de una religión herética conocida como maniqueísmo
que reconocía la existencia tanto del bien como del mal. Después de abandonar esta corriente
aceptó otra corriente filosófica muy extendida proveniente de una escuela helenística; el
escepticismo (Pirrón de Elis). Después de trasladarse a Roma, comenzó a leer las obras
neoplatónicas de Filón de Alejandría o Plotino. Pero sin duda el cambio más radical de su vida
se produjo después de escuchar sermones en la catedral de Milán que hicieron que se
convirtiera al cristianismo.
El movimiento filosófico del que formó parte se denomina patrística, los pensadores patrísticos
se encargaron de dar una interpretación a la biblia para conformar la Iglesia, por ello se les
llama Padres de la Iglesia. Existen dos vertientes de este movimiento: la latino-occidental que
aleja la fe de la razón (“el filósofo es el amigo del error”) y la greco-occidental que busca la
conciliación de la fe y la razón (“la filosofía es la sirvienta de la teología").
Aparte de este movimiento filosófico, la filosofía estaba muy condicionada por el cristianismo,
que tenía mucha importancia a raíz del Edicto de Tesalónica (380). Las aportaciones del
cristianismo son por ejemplo la visión del tiempo como lineal, el monoteísmo trinitario (un
único Dios, pero trinitario) e innovaciones éticas como el deber amarse los unos a los otros sin
excepción.
Sus obras más relevantes son La ciudad de Dios, La trinidad y Confesiones; en esta última se
dirige a Dios para confesar la vida que llevó antes de hacerse cristiano.