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INTRODUCCIÓN
La evaluación constituye una parte esencial del proceso de enseñanza y aprendizaje. Su
integración en los nuevos modelos educativos concibe la evaluación como un proceso
continuo que permite al profesor determinar el grado de progreso alcanzado por el alumno
respecto a los objetivos determinados en la programación.
Desde esta perspectiva, la evaluación tiene una función de orientación y mejora de los
procesos de enseñanza y aprendizaje, para facilitar así que la mayor parte de los alumnos
alcancen los objetivos previstos. De esta manera no evaluaremos solo para calificar, sino
que lo haremos fundamentalmente para perfeccionar el proceso y llegar mejor a
resultados favorables para todos.
Se puede, por tanto, afirmar con Pérez Juste y García Ramos (1989) que: “evaluar es el
acto de valorar una realidad, que forma parte de un proceso cuyos momentos previos son
los de fijación de las características de la realidad a valorar, y de recogida de información
sobre las mismas, y cuyas etapas posteriores son la valoración y la toma de decisiones en
función del juicio de valor emitido”.
Coincidiendo con los elementos citados anteriormente, se pueden establecer las fases de
un modelo de evaluación, que son:
1. Fijación de objetivos.
2. Recogida de información.
3. Análisis y valoración de los resultados.
4. Toma de decisiones.
Los padres tienen un papel fundamental en el proceso de evaluación, ya que esta es fruto
no solo de la observación sino del diálogo continuado de los padres y educador.
La evaluación debe hacerse en términos que describan y expliquen los progresos que el
alumno realiza, las dificultades que encuentra y los esfuerzos que lleva a cabo, de tal
forma que posibiliten la realización de una reflexión – a él mismo, a sus profesores y a
sus padres – sobre lo realizado, para que sea posible ajustar progresivamente la ayuda
pedagógica que sus características y necesidades demanden, de manera que sea factible
determinar en qué grado y hasta qué punto se han cumplido las intenciones educativas
(Coll, 1987).
1. Ser consecuente con los objetivos y finalidades de los distintos niveles y ciclos
educativos y del sistema educativo globalmente considerado.
2. Extenderse al sistema además de a los alumnos.
3. Realizarse de forma continua y no de modo circunstancial.
4. Acoger la pluralidad de valores que aportan los distintos agentes de la comunidad.
5. Cumplir funciones de regulación activa del sistema y de los procesos educativos
y no solamente de apreciación pasiva o selección de alumnos.
6. Proporcionar una información continuada, objetiva, suficiente, como para
permitir que la regulación de los procesos y del sistema se realice de forma
eficiente y continua.
7. Ser realizada en cada uno de sus planos, por los propios agentes y sistemas sobre
los que esa evaluación se ejerce y no solo por agentes o sistemas externos.
Expresan el tipo y grado de aprendizaje que se espera que los alumnos alcancen con
respecto a los objetivos de cada una de las áreas en la etapa.
Dentro de la dinámica general de relación con los padres acerca del proceso de enseñaza-
aprendizaje, es necesario establecer las formas de intercambiar información en el proceso
de evaluación. Se procurará comunicar a los padres los progresos y dificultades
detectados en la evaluación a través de contactos periódicos.
Por lo que respecta a la familia deben identificarse las actitudes y expectativas con
respecto a las posibilidades educativas del hijo, su grado de participación y colaboración
en los programas u orientaciones que se les pudieran proponer. Todo ello puede llevarse
a cabo a través de los instrumentos de evaluación convencionales: entrevistas,
cuestionarios, diálogos con la familia, etc.
3. LA EVALUACIÓN EN EL CURRÍCULO
La evaluación en la Educación Infantil tiene las mismas características que en el resto de
las etapas y se dirige al alumnado y al desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje
y de la práctica docente en la Orden EFP/608/2022, de 29 de junio, por la que se establece
el currículo y se regula la ordenación de la Educación Infantil en el ámbito de gestión del
Ministerio de Educación y Formación Profesional, nos habla sobre las características de
la evaluación.
En su Artículo 15, nos habla sobre que la evaluación será global, continua y formativa.
El carácter global de la evaluación permite conocer el desarrollo de todas las dimensiones
de la personalidad y valorar el conjunto de capacidades recogidas en los objetivos
generales de la etapa y en cada una de las áreas. Es continua, al considerarse un elemento
inseparable del proceso educativo. Y formativa, reguladora y orientadora del proceso
educativo, al proporcionar una información constante que permitirá mejorar tanto los
procesos como los resultados de la intervención educativa.
Además, los padres, las madres, los tutores y las tutoras legales deberán participar y
apoyar la evolución del proceso educativo de sus hijos, hijas, tutelados o tuteladas, así
como conocer las decisiones relativas a la evaluación y colaborar en las medidas que
adopten los centros para facilitar su progreso educativo.
Según su Artículo 16, la evaluación de los aprendizajes será competencia del tutor o tutora
de cada grupo, que recogerá la información proporcionada por el resto de profesionales
que trabajen con el grupo completo o que atiendan a algún niño o niña en particular. Se
realizarán al menos tres sesiones de evaluación a lo largo del curso, sin perjuicio de otras
que puedan establecerse por acuerdo del equipo educativo. Así pues, las consideraciones
derivadas del proceso de evaluación deberán ser comunicadas de manera periódica a los
padres, madres, tutores o tutoras para hacerlos copartícipes del proceso educativo. Al
finalizar cada curso el tutor o tutora elaborará un informe individualizado de evaluación
en el que se dejará constancia de la evolución de cada niño o niña. Dicho informe recogerá
las medidas de refuerzo y adaptación que se hayan tomado.