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TEMA 1: OBSERVACIÓN Y EVALUACIÓN

INTRODUCCIÓN
La evaluación constituye una parte esencial del proceso de enseñanza y aprendizaje. Su
integración en los nuevos modelos educativos concibe la evaluación como un proceso
continuo que permite al profesor determinar el grado de progreso alcanzado por el alumno
respecto a los objetivos determinados en la programación.

Desde esta perspectiva, la evaluación tiene una función de orientación y mejora de los
procesos de enseñanza y aprendizaje, para facilitar así que la mayor parte de los alumnos
alcancen los objetivos previstos. De esta manera no evaluaremos solo para calificar, sino
que lo haremos fundamentalmente para perfeccionar el proceso y llegar mejor a
resultados favorables para todos.

La evaluación constituye un elemento fundamental en la práctica educativa. Es una


actividad sistemática que debe estar integrada en el proceso educativo, y que tiene como
finalidad principal la mejora de dicho proceso incidiendo en los factores personales y
ambientales que en él intervienen.

1. LA EVALUACIÓN EN EL MARCO DE LA EDUCACIÓN INFANTIL


1.1 CONCEPTO Y FASES DE LA EVALUACIÓN
El concepto de evaluación varía enormemente de una corriente a otra e incluso de un autor
a otro, como ejemplo, a continuación se exponen varias definiciones:

- De Ketele (1980): “evaluar significa examinar el grado de adecuación entre un


conjunto de informaciones y un conjunto de criterios adecuados al objetivo fijado,
con el fin de tomar una decisión”
- Miras y Solé (1990): “actividad mediante la cual, en función de determinados
criterios se obtienen informaciones pertinentes acerca de un fenómeno, situación,
objeto o persona, se emite un juicio y se adopta una serie de decisiones”
- Pérez Juste y García Ramos (1989): “evaluar es el acto de valorar una realidad,
que forma parte de un proceso cuyos momentos previos son los de la fijación de
las características de la realidad a valorar, y de la recogida de información sobre
las mismas, y cuyas etapas posteriores son la valoración y la toma de decisiones
en función del juicio de valor emitido”.
- M.ª A. Casanova (1995), entiende por evaluación aplicada a la enseñanza y
aprendizaje: “un proceso sistemático y riguroso de recogida de datos incorporado
al proceso educativo desde su comienzo, de manera que sea posible disponer de
valor con respecto a ella y tomar las decisiones adecuadas para proseguir la
actividad educativa mejorándola progresivamente”.

De acuerdo con las definiciones anteriores y especialmente la de Pérez Juste, podemos


decir que la evaluación educativa implica cuatro elementos fundamentales:

1. La determinación previa de los criterios que van a orientar tanto la búsqueda de


información como la valoración y la toma de decisiones.
2. Una recogida de información relativa a la realidad a evaluar.
3. La valoración propiamente dicha, que nos permite emitir un juicio sobre esa
realidad.
4. Una toma de decisiones posterior, en función del juicio realizado.

Se puede, por tanto, afirmar con Pérez Juste y García Ramos (1989) que: “evaluar es el
acto de valorar una realidad, que forma parte de un proceso cuyos momentos previos son
los de fijación de las características de la realidad a valorar, y de recogida de información
sobre las mismas, y cuyas etapas posteriores son la valoración y la toma de decisiones en
función del juicio de valor emitido”.

Coincidiendo con los elementos citados anteriormente, se pueden establecer las fases de
un modelo de evaluación, que son:

1. Fijación de objetivos.
2. Recogida de información.
3. Análisis y valoración de los resultados.
4. Toma de decisiones.

1.2 LA EVALUACIÓN EN EDUCACIÓN INFANTIL


En Educación Infantil la evaluación debe formar parte del propio proceso educativo e
integrarse en la dinámica continua de este.

Es el nivel educativo en que se acentúa la exigencia de individualización. Por


consiguiente, la función fundamental de la evaluación consiste en ajustar programas y
recursos metodológicos a las características individuales de cada niño y determinar hasta
qué punto se consiguen las intenciones educativas que sirven de guía a la intervención
pedagógica.
Todo ello requiere una evaluación continua de carácter cualitativo del proceso de
enseñanza aprendizaje.

Una de las primeras funciones que la evaluación desempeña es la de permitir que el


educador conozca al niño que llega por primera vez a la escuela. Esta evaluación inicial
difiere en Educación Infantil con respecto a la que se produce en otros niveles educativos,
ya que no existe la posibilidad de orientarse por informaciones sistematizadas del proceso
de aprendizaje recogidas en etapas anteriores de la historia educativa.
La información de que se dispone es la que los padres proporcionan; y ha de ser recogida
con claridad y precisión, tanto los aspectos de la historia personal y características más
relevantes de la evolución, como aquellos otros que se refieren a su vida cotidiana:
rutinas, costumbres, relaciones, aficiones, dificultades, etc.

La información recogida en la entrevista inicial debe completarse con la observación


directa por parte de los educadores, del proceso de adaptación del niño en su nuevo
contexto de vida.
Después del momento inicial, la evaluación formativa es parte indispensable del proceso
educativo; permite reajustar continuamente las actividades, estrategias, ayudas y
objetivos que se emplean en la Educación Infantil. Puede emplearse la observación del
niño en situaciones cotidianas (juegos, comida, etc.), en la realización de determinadas
tareas, en las interacciones personales, etc.

El dinamismo propio de la evolución y la plasticidad del niño a estas edades, debe


acompañarse de la misma flexibilidad en la evaluación, evitando la formación de juicios
prematuros e inamovibles, sobre todo si conducen a la imposición de “etiquetas” o
valoraciones que pueden resultar perjudiciales.

Las categorías de evaluación deben implicar un análisis cualitativo de la individualidad


del niño, obtenido esencialmente de una observación continuada.

Los padres tienen un papel fundamental en el proceso de evaluación, ya que esta es fruto
no solo de la observación sino del diálogo continuado de los padres y educador.

La finalidad última de la evaluación es la retroalimentación sobre el desarrollo del proceso


educativo y del funcionamiento de cada uno de los componentes del sistema educativo
para poder reconducirlos cuando se produzcan dificultades o disfunciones.

La evaluación de los alumnos debe afectar a todos los ámbitos de desarrollo de la


personalidad infantil y no solo a los que tienen una mayor relación con las adquisiciones
conceptuales.

La evaluación debe hacerse en términos que describan y expliquen los progresos que el
alumno realiza, las dificultades que encuentra y los esfuerzos que lleva a cabo, de tal
forma que posibiliten la realización de una reflexión – a él mismo, a sus profesores y a
sus padres – sobre lo realizado, para que sea posible ajustar progresivamente la ayuda
pedagógica que sus características y necesidades demanden, de manera que sea factible
determinar en qué grado y hasta qué punto se han cumplido las intenciones educativas
(Coll, 1987).

Respecto a los procedimientos y técnicas, deberán usarse aquellos que ofrezcan la


información más contrastada sobre lo que realmente ocurre en el aula, recurriendo a
fuentes de información variadas que integren a todos los que participan en el proceso, lo
que incluye, por tanto, la autoevaluación.

La evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje debe tener como una de sus


características principales la continuidad, es decir, no se debe en tender la evaluación
como la realización de pruebas en determinados momentos del proceso. No obstante, es
importante señalar una serie de fases de la evaluación de dicho proceso considerado en
su conjunto:

- Se debe realizar la evaluación inicial al comienzo de una nueva secuencia de


aprendizaje, que permita diagnosticar la situación de partida y sus posibles
conexiones con el nuevo aprendizaje que se quiere potencial.
- Durante el proceso se aplica la evaluación formativa, que, al tiempo que nos
proporciona información sobre los avances, errores, dificultades, esfuerzos, etc.,
nos permitirá estableces la toma de decisiones y mecanismos para mejorar de
forma constante el proceso de enseñanza-aprendizaje.
- Por último, habrá que realizar una evaluación sumativa al acabar la secuencia de
aprendizaje, para comprobar la eficacia del proceso, el grado de consecución de
los objetivos, otras consecuciones no previstas, etc., y que, al mismo tiempo que
nos permite valorar el proceso en su conjunto, pone las bases para acceder a una
nueva secuencia de aprendizaje.
Las finalidades de la evaluación del proceso de aprendizaje se pueden sintetizar en:

- Valorar el aprovechamiento educativo de los alumnos.


- Descubrir aptitudes e intereses específicos del alumno para adelantar y facilitar su
desarrollo y realización.
- Disponer de lo necesario en su caso, para la debida recuperación de los alumnos.
- Facilitar las relaciones del centro con las familias de los alumnos y estimular la
colaboración recíproca.
La evaluación educativa, en general, ha de cumplir los siguientes requisitos:

1. Ser consecuente con los objetivos y finalidades de los distintos niveles y ciclos
educativos y del sistema educativo globalmente considerado.
2. Extenderse al sistema además de a los alumnos.
3. Realizarse de forma continua y no de modo circunstancial.
4. Acoger la pluralidad de valores que aportan los distintos agentes de la comunidad.
5. Cumplir funciones de regulación activa del sistema y de los procesos educativos
y no solamente de apreciación pasiva o selección de alumnos.
6. Proporcionar una información continuada, objetiva, suficiente, como para
permitir que la regulación de los procesos y del sistema se realice de forma
eficiente y continua.
7. Ser realizada en cada uno de sus planos, por los propios agentes y sistemas sobre
los que esa evaluación se ejerce y no solo por agentes o sistemas externos.

Profundizaremos en la evaluación de los procesos de aprendizaje a través de las


preguntas: qué, cuándo y cómo evaluar.
¿QUÉ EVALUAR?
El referente básico de la evaluación son los objetivos generales de la etapa y de las áreas.

Su formulación responde a la selección de las capacidades básicas de cada área en la


etapa, teniendo en cuenta los contenidos más relevantes para su desarrollo.

Expresan el tipo y grado de aprendizaje que se espera que los alumnos alcancen con
respecto a los objetivos de cada una de las áreas en la etapa.

En la programación se establecerán los objetivos didácticos de cada unidad, que, dado el


grado de conjunto evalúan todos los aprendizajes programados. En este nivel de
concreción, a través del conjunto de objetivos didácticos y de las actividades diseñadas
para alcanzarlos, es donde se recoge información para el seguimiento y evaluación
continua de todos los contenidos que enseñan.

Esta evaluación se expresa en términos cualitativos y se extiende a todos los ámbitos ya


que llevamos a cabo una evaluación global o integral.
¿CUÁNDO EVALUAR?

El proceso de evaluación es continuo y global, ligado íntimamente al proceso de


enseñanza y aprendizaje. Los datos obtenidos en este proceso han de permitir conocer el
grado de desarrollo alcanzado por los niños en relación con los objetivos y contenidos
que le permitan proseguir con seguridad y confianza su proceso de aprendizaje en el nivel,
ciclo o etapa posteriores.
La evaluación continua exige:

1. Evaluar el punto de partida del alumno. La evaluación inicial debe hacerse al


comienzo de cada momento de aprendizaje. Cobra especial importancia en el
momento en que el niño se incorpora al centro, ya que constituye el inicio de su
escolaridad. Esta evaluación inicial se lleva a cabo a través de una entrevista
estructurada con los padres que aportan gran parte de la información sobre
características del niño o niña y aspectos de la dinámica familiar y social.
2. Durante el desarrollo de la actividad educativa, debe mantenerse el
seguimiento de cómo cada alumno se sitúa en la actividad escolar, observando los
distintos ritmos de aprendizaje, el grado de interacción en el grupo, las
dificultades, etc. Este seguimiento configura la evaluación formativa que supone
la detección de las necesidades y la reconducción del proceso en el momento
oportuno.
3. Debe hacerse finalmente una evaluación sumativa que permita estimar el
momento de aprendizaje y el grado de consolidación de las capacidades y
contenidos desarrollados que cada alumno ha alcanzado en determinados pasos
de la unidad, nivel, del ciclo o etapa.
¿CÓMO EVALUAR?

El instrumento fundamental de evaluación es la observación en sus diversas modalidades,


que se desarrollará con amplitud más adelante.

2. TÉCNICAS E INSTRUMENTOS PARA LA EVALUACIÓN DE LOS


DIFERENTES ÁMBITOS. LA OBSERVACIÓN.
La evaluación de cualquier aspecto se apoya esencialmente en la observación, ya sea
directamente del propio proceso o a través de las producciones, grabaciones u otros
observadores. Todas las técnicas que se refieren a continuación son aplicables a los
diferentes ámbitos de desarrollo susceptibles de ser evaluados.
Entre los distintos procedimientos propios del primer ciclo son especialmente relevantes:
A) La Observación Directa

1. Observación del proceso de aprendizaje de cada alumno. Se puede hacer a


través del seguimiento directo de las actividades estructuradas en un plan de
trabajo, bien sea dentro o fuera del aula: las producciones que los alumnos realizan
(cuadernos de campo, estudios monográficos, producciones plásticas y musicales,
textos escritos; juegos dramáticos, actividades físicas; juegos lógicos, etc.
Para que la observación sea sistemática es preciso determinar con concreción
aquello que interesa observar, los instrumentos adecuados y los periodos de
tiempo que se destinan. Pueden ser útiles las guías de observación, siempre que
recojan de forma concreta los elementos observables y no sean excesivamente
largas.
2. Intercambios orales con los alumnos: se pueden utilizar: diálogo, entrevista,
debates, asamblea o puestas en común.
3. Los diarios de clase: permiten recoger información sobre la actividad cotidiana.
Su revisión periódica da una información interesante de la evolución de la
dinámica del aula, sobre todo en el ámbito de las interacciones personales y de las
dificultades y logros detectados en el desarrollo de determinados aprendizajes.
4. Los anecdotarios: recogen los aspectos más llamativos de lo ocurrido en la
actividad escolar y permiten detectar algunas situaciones que dan información útil
sobre reacciones de alumnos y profesores ante situaciones imprevistas.
5. Las grabaciones en video: son de gran utilidad para evaluar las actitudes del
alumnado que se manifiestan de forma no controlada.
B) La Observación Indirecta

1. Mediante la presencia de un observador externo: que puede ser cualquier miembro


del grupo, que actúa como observador y posteriormente informa de sus
observaciones y las contrasta con las percepciones que el propio grupo tiene de la
situación.
2. Cualquier actividad de aprendizaje y enseñanza puede ofrecer datos para la
evaluación, siempre que previamente se haya decidido qué aspectos pueden ser
evaluados en su realización
3. Análisis de las producciones de los alumnos: nos ofrece información
personalizada y objetiva sobre el grado de desarrollo, maduración y competencias
de los niños. Se pueden utilizar: cuadernos de campo, textos escritos y fichas,
producciones orales, producciones plásticas o musicales, investigaciones, juegos
de simulación y dramáticos, expresión corporal y portfolios.
C) Técnicas Reflexivas
Son aplicadas de modo individual o colectivo. La valoración del proceso, como su nombre
indica, procede de la reflexión sobre el mismo, en relación al proceso y/o resultado son:
- Autoevaluación: Suponen la reflexión y conclusiones personales por parte de
cualquiera de los implicados en el proceso.
- Coevaluación: implica la reflexión conjunta y recíproca entro dos o más
miembros del proceso educativo.
- Metaevaluación: la evaluación debe extenderse a la propia evaluación.

En general, es deseable que el alumno participe de su propio proceso de evaluación,


valorando sus logros y dificultades, aunque en el primer ciclo de Educación Infantil es
complejo, ya que para ello es necesario que los alumnos conozcan los objetivos de
aprendizaje, es decir, que sepan lo que se espera de ello, y vayan estando informados de
cómo los van consiguiendo y cuáles son las estrategias personales que más les han
ayudado, así como las dificultades y la valoración de los recursos.

Dentro de la dinámica general de relación con los padres acerca del proceso de enseñaza-
aprendizaje, es necesario establecer las formas de intercambiar información en el proceso
de evaluación. Se procurará comunicar a los padres los progresos y dificultades
detectados en la evaluación a través de contactos periódicos.

2.1 VALORACIÓN DEL CONTEXTO


A) Contexto escolar

- Aula: tiene especial relevancia, ya que es el entorno más inmediato y directo en


el que se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje. Debemos analizar qué
factores favorecen o dificultan la enseñanza. El estilo del profesor, la elaboración
de programas, su relación con los compañeros…
- Centro: marca las grandes directrices de intervención. Por lo que resulta
importante analizar la línea educativa del centro, su Proyecto Educativo de
Centro, cómo contempla la atención a la diversidad…
B) Contexto familiar
Los miembros de la familia son figuras significativas que condicionan el desarrollo.
Se recogerá información a través de entrevistas, cuestionarios y observación estructurada.

Por lo que respecta a la familia deben identificarse las actitudes y expectativas con
respecto a las posibilidades educativas del hijo, su grado de participación y colaboración
en los programas u orientaciones que se les pudieran proponer. Todo ello puede llevarse
a cabo a través de los instrumentos de evaluación convencionales: entrevistas,
cuestionarios, diálogos con la familia, etc.

3. LA EVALUACIÓN EN EL CURRÍCULO
La evaluación en la Educación Infantil tiene las mismas características que en el resto de
las etapas y se dirige al alumnado y al desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje
y de la práctica docente en la Orden EFP/608/2022, de 29 de junio, por la que se establece
el currículo y se regula la ordenación de la Educación Infantil en el ámbito de gestión del
Ministerio de Educación y Formación Profesional, nos habla sobre las características de
la evaluación.

En su Artículo 15, nos habla sobre que la evaluación será global, continua y formativa.
El carácter global de la evaluación permite conocer el desarrollo de todas las dimensiones
de la personalidad y valorar el conjunto de capacidades recogidas en los objetivos
generales de la etapa y en cada una de las áreas. Es continua, al considerarse un elemento
inseparable del proceso educativo. Y formativa, reguladora y orientadora del proceso
educativo, al proporcionar una información constante que permitirá mejorar tanto los
procesos como los resultados de la intervención educativa.

La evaluación en la Educación Infantil ha de vincularse al desarrollo del proceso


de enseñanza y aprendizaje. En esta etapa tiene que servir para detectar, analizar y valorar
los procesos de desarrollo de los alumnos, así como sus aprendizajes, siempre en función
de las características individuales de cada uno. La evaluación nos permite ajustar la
práctica educativa a las necesidades de cada uno de los alumnos/as.

Se realizará la evaluación en tres momentos diferentes:

• Evaluación inicial: a través de la observación y de una entrevista con la familia


se obtiene una anamnesis que nos proporciona información para planificar la
intervención educativa.
• Evaluación continua: permite recoger todos los avances y progresos de los
diferentes ámbitos de experiencia.
• Evaluación final: nos informa de los progresos alcanzadas por el niño/a.

Además, los padres, las madres, los tutores y las tutoras legales deberán participar y
apoyar la evolución del proceso educativo de sus hijos, hijas, tutelados o tuteladas, así
como conocer las decisiones relativas a la evaluación y colaborar en las medidas que
adopten los centros para facilitar su progreso educativo.

Según su Artículo 16, la evaluación de los aprendizajes será competencia del tutor o tutora
de cada grupo, que recogerá la información proporcionada por el resto de profesionales
que trabajen con el grupo completo o que atiendan a algún niño o niña en particular. Se
realizarán al menos tres sesiones de evaluación a lo largo del curso, sin perjuicio de otras
que puedan establecerse por acuerdo del equipo educativo. Así pues, las consideraciones
derivadas del proceso de evaluación deberán ser comunicadas de manera periódica a los
padres, madres, tutores o tutoras para hacerlos copartícipes del proceso educativo. Al
finalizar cada curso el tutor o tutora elaborará un informe individualizado de evaluación
en el que se dejará constancia de la evolución de cada niño o niña. Dicho informe recogerá
las medidas de refuerzo y adaptación que se hayan tomado.

Además, al término de cada ciclo, se procederá a la evaluación final del alumnado, en la


que se analizarán los logros de cada niño o niña en su proceso de desarrollo, con referencia
a la adquisición de las competencias específicas previstas y a los criterios de evaluación
concretados en la propuesta curricular. El resultado de este análisis, así como los aspectos
que más hayan condicionado el progreso educativo y, en su caso, las medidas de refuerzo
que se hayan tomado, serán reflejados por el tutor o tutora en un informe individualizado
de final de ciclo.

Por último, la evaluación de los procesos de enseñanza y de la práctica educativa deben


ser igualmente evaluados, por ello, el proceso de evaluación deberá contribuir a mejorar
el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Para ello, como aparece en el Artículo 17 de la
citada ley, todos los profesionales implicados evaluarán también su propia práctica
educativa en relación con el logro de los objetivos de la etapa y la adquisición de las
competencias previstas en las distintas áreas. Dicha evaluación atenderá, al menos, a los
siguientes aspectos:

a) El grado de adecuación de las competencias específicas, los criterios de


evaluación y los saberes básicos a las características y necesidades de los niños y
niñas del grupo.
b) La evolución observada en el desarrollo y el proceso de aprendizaje del alumnado.
c) Las medidas de personalización de la enseñanza y de atención a las diferencias
individuales.
d) La programación y su desarrollo, prestando especial atención a las situaciones de
aprendizaje, los procedimientos de evaluación del alumnado, la organización y el
clima del aula, y el aprovechamiento de los recursos del centro y, en su caso, de
su entorno.
e) El funcionamiento de los mecanismos establecidos para favorecer y garantizar las
relaciones con los padres, madres, tutores o tutoras legales.
f) La coordinación y la colaboración entre todos los miembros de la comunidad
educativa.

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