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COMO SE FORMA:
En este tipo de parejas, habitualmente uno de los puntos clave de su visión del mundo es el
sacrificio, considerado como el comportamiento más idóneo para hacerse aceptar por el
otro y para mantener estable una relación. El resultado es la falta de satisfacción de los
deseos personales y la continuada condescendencia con las necesidades y con los deseos de
los demás. Desde los inicios de la pareja se configuran tres salidas posibles.
En los dos primeros casos empieza a consolidarse una modelo de relaciones familiares cuya
estabilidad se debe a la constante repetición del comportamiento sacrificante, puesto en
acción de forma indiscriminada en cada situación en la que se presenta un problema o es
necesario superar una dificultad, ya sea en la relación de pareja o en relación con los hijos.
MODALIDADES COMUNICATIVAS
En las familias en las que la modalidad de relación que prevalece es el sacrificio, se notan
usualmente las siguientes redundancias comunicativas.
El contenido de los discursos gira siempre en torno a la idea central de que el deber de los
padres es de sacrificarse. El placer mayor es el placer de los hijos, del cónyuge, de los
padres propios, de los parientes, amigos y no el propio. Parece que el asunto sea “ya se sabe
que la vida es principalmente una cadena continua de obligaciones”.
Las palabras “sacrificio” y “deber” son los términos más recurrentes, aquellos que
confieren la impronta determinante de la filosofía de vida.
Sin embargo, muchos discursos hacen referencia también a la desilusión experimentada por
el inexistente aprecio de las privaciones y renuncias soportadas a favor del bien común.
Otros mensajes acaban de construir la visión del mundo sacrificante (que presenta aspectos
depresivos). Se critican los comportamientos de aquellos padres que buscan el placer y que
“descuidan a los hijos”. Además, puede estar presente la idea de que el dejarse guiar hacia
el placer traerá, muy probablemente, la desgracia. A veces, surge también una concepción
de origen religioso del placer como transgresión que prevé un castigo.
Normalmente, los hijos intentan que los padres acepten su diferente visión del mundo y de
la vida, y les exhortan a divertirse más, a salir, a viajar, pero los padres responden que si los
hijos quieren seguir vestidos a la moda, continuar sus estudios, tener su propio coche, etc.,
ellos tienes que continuar sacrificándose y dejar de hacer muchas cosas.
RELACIONES
En las relaciones se presentan unos comportamientos que en otro lugar uno de los autores
(Nardone, 1998) ha definido como “egoísmo insano” y “altruismo insano”. “El
comportamiento altruista, de hecho como Elster (1979) resalta, conduce a la construcción
de interacciones sociales que se basan en la realidad de algunos que dan y otros que cogen,
pero el altruista necesita egoístas insanos que cojan lo que él les da”.
La relación con los hijos se basa a menudo en el altruismo insano por el que los padres dan
sin que se les pida; si su sacrificio no es apreciado se lamentan, se enfadan y tachan a los
hijos desagradecidos, o bien imponen inquietantes silencios; se quedan asombrados si
alguien les dice que aprendan a recibir, que no se dejen ver y den solamente cuando se les
pida de forma expresa haciendo de este modo que su sacrificio sea reconocido y apreciado,
porque esta posición va en contra de sus vivencias. A veces, estas personas pueden entender
racionalmente lo que sería justo y razonable, pero emocionalmente permanecen clavadas en
su repertorio usual de comportamiento.
LAS REGLAS
En este caso hay que distinguir obligatoriamente las reglas que gobiernan el
comportamiento de los padres y las de los hijos, porque son especulares.
1. En la vida hay que sacrificarse por los demás y hacer lo que les gusta a los demás,
para disfrutar de su placer o, sencillamente, para sentirse amados y aceptados.
2. El placer es una experiencia que no hay que buscar, solamente el placer de dar a los
demás es legítimo.
3. Los padres, o uno solo de los dos, son la columna en la que descansa la familia y
asumen sobre si todo lo que incumbe a la vida diaria de la familia.
4. Aquel padre que es exonerado de cualquier incumbencia familiar orienta todas sus
energías en el trabajo. Solo en algunos casos extremos puede no comprometerse en
todos los frentes y convertirse en una especie de príncipe consorte.
5. Los padres tienen la expectativa de que los hijos les recompensaran por todo lo que
han estado haciendo por ellos, sea teniendo éxito en la vida u obteniendo todo
aquello que ellos no han podido tener.
1. Es un deber de los padres dar a los hijos lo que necesitan o, por el contrario, es un
deber del hijo satisfacer a los padres.
2. Los padres tienen la obligación de mantenerlos sin límite de tiempo o, por el
contario, es un deber del hijo trabajar además de estudiar y contribuir al presupuesto
familiar.
3. En la vida hay quien se sacrifica y quien de esto saca beneficios.
Los hijos, sobre todo los varones, son exonerados de cualquier tarea doméstica, son
satisfechos en todas sus exigencias y difícilmente se les niega la moto, el móvil, el
ordenador, la ropa de marca, las vacaciones en Inglaterra, etc., aunque esto cueste
auténticos sacrificios. Los hijos han de sentirse iguales a los demás o tener incluso, mayores
oportunidades.
Los hijos se muestran poco entusiastas, descontentos, parecen apreciar poco todo este
bienestar y más bien suelen detestar el modelo que proponen sus padres. A veces, incluso,
desarrollan actitudes y comportamientos de rechazo o de violencia en la relación con sus
padres. Este boicot no solo reduce la tendencia, sino que la amplifica.
El marido puede estar poco implicado en lo que sucede en la familia, porque se sacrifica en
el ámbito laboral o porque para huir del clima familiar poco alegre se busca distracciones e
implicaciones en otros contextos. En algunos casos (especialmente si la mujer desarrolla
síntomas físicos o formas de hipocondría) llega a parecerse mucho a la mujer.
Se observan también hijos que aceptan el modelo sacrificante y prefieren dedicar su propio
tiempo más a los estudios que a la diversión. Estos habitualmente ayudan a sus padres en
todo y por todo, sacrificando su propio tiempo libre para hacer algo útil para la familia.
Algunos autores opinan que este sistema familiar “ya no está de moda”, en contraste con
todos los mensajes de la sociedad actual que empujan al hedonismo, al consumismo y al
placer. Sin embargo, estos autores no consideran que esta organización familiar tiene, de
todas formas, a garantizar a los adolescentes la adecuación a los estándares medios de sus
coctáneos porque los padres quieren que el hijo tenga todo aquello que los demás tienen:
vestidos, distracciones y status symbol.
UNIVERSIDAD RAFAEL LANDIVAR
PSICOLOGIA DE LA FAMILIA
Licda. GABRIELA LEMUS IZAGUIRRE
PSICOLOGIA INDUSTRIAL/ORGANIZACONAL
“MODELO SACRIFICANTE”