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VII:

FONDO:
A continuación, el Tribunal pasa a considerar y resolver el fondo de la controversia. Para
ello, la Corte analizará: a) las alegadas violaciones a los derechos a la vida, la integridad
personal, libertad personal, garantías judiciales, protección a la honra y a la dignidad,
libertad de pensamiento y expresión, protección a la familia, circulación y residencia,
igualdad ante la ley y protección judicial. Así como el Art 1.1 y 2 de CADH, art 1,6 y 8 de
la Convención Interamericana de Derechos humanos para Prevenir y Sancionar la tortura y
el art 7b, de la Conversación Interamericana de Derechos Humanos Belem Do Para,
respecto de la periodista JINETH BEDOYA LIMA:
VII.1:
DERECHOS A LA VIDA, INTEGRIDAD PERSONAL, LIBERTAD PERSONAL,
PROTECCION A LA HONRRA Y LA DIGNIDAD, PROTECCION A LA
FAMILIA, CIRCULACION Y RESIDENCIA, ARTS 1,6 Y 8 DE LA CONVENCIÓN
INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS PARA PREVENIR Y
SANCIONAR LA TORTURA
(Artículos 1.1, 2, 4, 5, 7, 11, 22 de la Convención Americana)
El día 25 de mayo del año 2000, la periodista, en razón de sus funciones se disponía a
realizarle al paramilitar alias “Ramiro” una entrevista en la cárcel Modelo de Bogotá con
ocasión a la masacre ocurrida días anteriores dentro de estas instalaciones. Cuando ella se
dirigía a entrar a la cárcel un sujeto la tomo por la fuerza, la amenazo y la llevo a una casa
cerca de La Modelo. Al lugar de los hechos llegaron más hombres quienes la amarraron y
la metieron en una camioneta. En el trayecto la víctima fue víctima de violencia sexual
colectiva, agresiones verbales y físicas y varias veces se hizo alusión a su calidad de
periodista. La presunta víctima estuvo secuestrada por alrededor de 16 horas. Luego, los
secuestradores procedieron a dejarla en libertad en un lugar abandonado en Catama.
El Estado no reconoció la vulneración de ninguno de los derechos alegados por los
peticionarios.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE:
Es de menester, empezar el análisis con el derecho a la vida, puesto que como este Tribunal
explicara más adelante, este tiene una íntima conexión con el resto de los derechos que
suscitan la controversia.
A través reiterada jurisprudencia de esta Corte, se ha delimitado el alcance del derecho a la
vida. Específicamente, este Tribunal, ha expresado lo siguiente respecto a la conexidad de
este derecho con el resto de los demás. En la Sentencia “Niños de la Calle” Vs. Guatemala
en 1999, La Corte sostuvo que este, es un derecho humano fundamental, cuyo goce es un
prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no ser respetado,
todos los derechos carecen de sentido. Este derecho comprende, no sólo el derecho de todo
ser humano de no ser privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho a que no
se le impida el acceso a las condiciones que le garanticen una existencia digna1.
Conforme a la jurisprudencia de este Tribunal, para establecer que se ha producido una
violación al derecho a la vida, no se requiere determinar la culpabilidad de sus autores o su
intencionalidad, y tampoco es preciso identificar individualmente a los agentes a quienes se
atribuyen los hechos violatorios. Resulta suficiente demostrar que se han verificado
acciones u omisiones que hayan permitido la perpetración de esas violaciones o que exista
una obligación del Estado que haya sido incumplida. En este caso, se verifico que la zona
en donde se encontraba la periodista debía ser fuertemente vigilada por agentes del Estado
por tratarse de una cárcel de alta seguridad en la capital del país, es preciso recordar que
ella se disponía a entrar en este lugar cuando fue arremetida.
Por lo tanto, se encuentra vulnerado el derecho a la vida, al no prevenir estando en el deber
de hacerlo la seguridad de la víctima en un sitio que debía estar vigilado de manera
exagerada por el tipo de actividades que se desarrollaban allí dentro, independientemente
de que si el Estado era conocedor o no de la visita que ella se disponía a hacer, puesto que
la seguridad en los alrededores de una cárcel como lo es La Modelo debe estar garantizada
de manera idónea para cualquier ciudadano.
Esta negligencia del Estado dio lugar a la privación arbitria de la libertad de la periodista
que acarreo muchas otras vulneraciones, tanto sexuales como físicas y psicológicas que a la
luz de los derechos humanos deben ser reprochadas. Adicionalmente, en el caso en
cuestión, se reprocha la participación por omisión del General retirado de la Policía,
Leonardo Gallego, quien en los procesos contra alias “J.J” y alias “huevopisca” se hace
mención sobre su conocimiento previo sobre estos hechos.
En cuanto a la integridad personal, la violación a este derecho, como lo ha hecho ver este
Tribunal, puede llegar a constituir tortura: “La infracción del derecho a la integridad física
y psíquica de las personas es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de
grado y que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles,
inhumanos o degradantes cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según los
factores endógenos y exógenos que deberán ser demostrados en cada situación concreta”.2
La noción de tortura es abordada por la Convención Americana para Prevenir y Sancionar
la Tortura. Esta, constituye la figura agravada de la violación del derecho a la integridad,
aquella a la que se hace el mayor juicio de reproche. Esta, para que pueda configurarse debe
cumplir con los siguientes requisitos: sujeto activo calificado, elemento teleológico que
sería la intencionalidad y resultado.

1
En el mismo sentido: Corte IDH. Caso Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 4 de julio de 2007. Serie C No. 166, párr. 79. Corte IDH. Caso Comunidad Garífuna de Punta
Piedra y sus miembros Vs. Honduras. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 8 de octubre de 2015.
2
Caso Loayza Tamayo Vs. Perú. Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997. Serie C No. 33, párr.. 57
Con respecto al sujeto activo, inicialmente se ha sostenido que deben ser agentes del
Estado, no obstante, la jurisprudencia ha evolucionado y se ha llegado a considerar que el
Estado es responsable, cuando “pudiendo impedirlo, no lo haga”, cuando la comisión haya
sido por parte de particulares, y no propiamente de agentes del Estado. Como hemos
reiterado, que haya fallado la seguridad de la cárcel a tal punto que una mujer pudo haber
sido secuestrada en sus alrededores sin que hubiera dado alerta a las autoridades es
atribuible a los órganos del Estado que tenían a su cargo estas funciones de seguridad,
dícese de la Policía y el INPEC, así quienes la hayan privado de su libertad arbitrariamente
hayan sido terceros, presuntamente con la aquiescencia del General retirado de la Policía,
Leonardo Gallego.
Para hacer referencia a la intencionalidad, la Convención señalada anteriormente, refiere
que puede haber diferentes tipos de finalidades en la tortura, los cuales son: Servir como
“medio de investigación criminal”; b) “castigo”; c) “medida preventiva”; d) como “pena”,
o, e) “con cualquier otro fin”. También considera como tortura aquella cuya finalidad es: f)
“anular la personalidad de la víctima” o g) “disminuir su capacidad física o mental, aunque
no causen dolor físico o angustia psíquica”. Es claro, que en este caso podemos identificar
diversas finalidades como los son los literales b, d y e. Es preciso recordar que durante el
este atroz crimen, los paramilitares hicieron alusión muchas veces a la calidad de periodista
de la víctima.
Por último, se tiene en cuenta que se haya concretado un resultado. En el presente caso
efectivamente la víctima sufrió varias violaciones tan graves en su integridad que
constituirían tortura, como lo fueron su secuestro, la violencia física y psíquica, y el acceso
carnal violento de tres hombres en diferentes momentos del trayecto hacia el lugar donde la
liberaron.
En cuanto el derecho a la libertad, en sentido amplio sería la capacidad de hacer y no hacer
todo lo que esté lícitamente permitido. En otras palabras, constituye el derecho de toda
persona de organizar, con arreglo a la ley, su vida individual y social conforme a sus
propias opciones y convicciones. La seguridad, por su parte, sería la ausencia de
perturbaciones que restrinjan o limiten la libertad más allá de lo razonable. La libertad,
definida así, es un derecho humano básico, propio de los atributos de la persona, que se
proyecta en toda la Convención Americana. En efecto, del Preámbulo se desprende el
propósito de los Estados Americanos de consolidar “un régimen de libertad personal y de
justicia social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del hombre”, y el
reconocimiento de que “sólo puede realizarse el ideal del ser humano libre, exento de temor
y de la miseria, si se crean condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos
económicos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos”. De esta
forma, es preciso resaltar que el secuestro es una de las tantas modalidades que existen para
sustraerle la libertad a una persona y el caso de Jineth Bedoya no es la excepción. Esta
mujer, sufrió durante 16h los impactos de una privación de la libertad y la vulneración de
los derechos a la libre circulación.
En relación con el derecho a la Honra y dignidad personal, este predica principalmente
sobre las injerencias que pueda haber sobre la intimidad de las personas. Este derecho a la
dignidad está por encima de la potestad Estatal, por lo tanto, el Estado no puede vulnerarlo,
ni restringirlo. La dignidad es supremamente importante porque le otorga el hombre
soberanía sobre su vida. La honra por su parte, implica la estima, reputación que emanan de
su propia dignidad, en desarrollo de la actividad profesional. Los insultos y las ofensas
hacen parte de estas violaciones. En el presente caso, no es atribuible al Estado la
vulneración de este derecho, puesto que el este limito sus injerencias a lo estrictamente
legal, y los otros señalamientos de los peticionarios en relación con este derecho son
actuaciones individuales de terceros ajenos a la omisión o actuación del Estado.
Con respecto al derecho a la protección de la familia, se ha establecido a lo largo de la
jurisprudencia que, el impacto psicológico de ciertas violaciones graves de los derechos
humanos en los familiares es más que evidente, como en los casos de ejecuciones
extrajudiciales y desaparición forzada. En estos casos, ni siquiera se les pide a las presuntas
víctimas probar dicha afectación. No obstante, en el presente caso no existe material
probatorio anexado por los peticionarios para poder determinar la responsabilidad estatal
por la violación a la protección de la familia.

VII.2:
DERECHOS A LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN, GARANTÍAS
JUDICIALES, IGUALDAD ANTE LA LEY Y PROTECCIÓN JUDICIAL Y EL
ART 7B, DE LA CONVERSACIÓN INTERAMERICANA BELEM DO PARA.
(Artículos 5, 13, 24 y 25 de la Convención Americana)

La jurisprudencia Interamericana sobre el derecho a la Libertad de Expresión ha señalado


que “en casos de violencia contra mujeres periodistas los Estados tienen, además de las
obligaciones genéricas señaladas, una obligación reforzada de actuar con debida
diligencia a partir de las disposiciones existentes en materia de los derechos de las
mujeres, como los establecidos en la Convención Belém do Pará, los Estados deben
adoptar medidas de protección en casos específicos en los que determinadas mujeres
periodistas corren un riesgo especial de ser víctimas de violencia, tomando en
consideración las distintas formas de discriminación por otros motivos conexos como su
raza, etnia, edad u orientación sexual, entre otros”.
Resulta, además, indispensable que las autoridades encargadas de proteger e investigar sean
debidamente capacitadas en materia de género para evitar estereotipos discriminatorios a la
hora de evaluar la credibilidad de la denuncia presentada, culpabilizar a la víctima,
justificar los hechos por su actitud o comportamiento, o que por sus relaciones
sentimentales se cuestione su honra o se utilice un vocabulario sexista.
De acuerdo con los registros de la FLIP, entre 2006 y 2016 al menos 191 mujeres
periodistas fueron víctimas de agresiones en el marco de su ejercicio periodístico. Estas
comprenden, entre otras, amenazas, estigmatización, atentados, obstrucción a su trabajo y
violencia sexual; las cuales han sido cometidos por grupos guerrilleros, paramilitares,
actores estatales o particulares3.
Los actos de violencia contra periodistas tienen un triple efecto: “vulneran el derecho de las
víctimas a expresar y difundir sus ideas, opiniones e información, generan un efecto
amedrentador y de silenciamiento en sus pares, y violan los derechos de las personas y las
sociedades a buscar y recibir información e ideas de cualquier tipo”. Por lo anterior, de
acuerdo con este mismo organismo, los Estados tienen la obligación de prevenir, proteger y
procurar justicia.
Tres años después de los hechos que suscitan la controversia, la reportera fue nuevamente
víctima de secuestro, pero esta vez por parte de las Farc en Caño Jabón, Meta. Para ese
entonces, Bedoya estaba realizando seguimiento a la situación de orden público del
municipio, luego del secuestro masivo perpetrado por el grupo guerrillero en el año 2002.
Por lo anterior, queda acreditada la responsabilidad internacional del Estado Colombiano
por la vulneración a los derechos a la libertad de pensamiento y expresión y al art 7b de la
Convención Americana Belem Do Para, como incumplida la obligación de prevenir las
futuras violaciones a los derechos humanos, por el secuestro tres años después de la
periodista. Esto, resulta muy importante para entender que la profesión de la señora Yineth
Bedoya no era algo sencillo y que merecía de mayor acompañamiento de las autoridades
para garantizar e manera idónea la protección de su vida, y su integridad.
Como siguiente punto nos corresponde analizar la presunta violación a los derechos a las
garantías judiciales, igualdad ante la ley y protección judicial. En primer lugar, el Estado
está en la obligación de proveer recursos judiciales efectivos a las personas que aleguen ser
víctimas de violaciones de derechos humanos4, recursos que deben ser sustanciados de
conformidad con las reglas del debido proceso legal5, todo ello dentro de la obligación
general a cargo de los mismos Estados de garantizar el libre y pleno ejercicio de los
derechos reconocidos por la Convención a toda persona que se encuentre bajo su
jurisdicción6. Por otro lado, la Corte ha señalado que el artículo 25.1 7 de la Convención
establece, en términos generales, la obligación de los Estados de garantizar un recurso
judicial efectivo contra actos que violen derechos fundamentales. Al interpretar el texto del

3
https://flip.org.co/index.php/en/informacion/pronunciamientos/item/2094-el-secuestro-tortura-y-
violencia-sexual-contra-la-periodista-jineth-bedoya-17-anos-en-la-impunidad 22 de octubre de 2019 a las
7:45 am
4
Art 25 CADH
5
Art 8.1 CADH
6
Art 1.1 CADH
7
“Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los
jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por
personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”.
artículo 25 de la Convención, la Corte ha sostenido, en otras oportunidades, que la
obligación del Estado de proporcionar un recurso judicial no se reduce simplemente a la
mera existencia de los tribunales o procedimientos formales o aún a la posibilidad de
recurrir a los tribunales. Más bien, el Estado tiene el deber de adoptar medidas positivas
para garantizar que los recursos que proporciona a través del sistema judicial son
"verdaderamente efectivos para establecer si ha habido o no una violación a los derechos
humanos y para proporcionar una reparación”8.
Anteriormente, en el caso Comunidad Garifuna de Punta Piedra Vs. Honduras, este
Tribunal ha señalado que no basta con que los recursos existan formalmente, sino que es
preciso que tengan efectividad en los términos del mismo, es decir, que den resultados o
respuestas a las violaciones de derechos reconocidos, ya sea en la Convención, en la
Constitución o en la ley. Lo anterior implica que el recurso debe ser idóneo para combatir
la violación y que sea efectiva su aplicación por la autoridad competente. De igual manera
un recurso efectivo implica que el análisis por la autoridad competente de un recurso
judicial no puede reducirse a una mera formalidad, sino que debe examinar las razones
invocadas por el demandante y manifestarse expresamente sobre ellas. No pueden
considerarse efectivos aquellos recursos que, por las condiciones generales del país o
incluso por las circunstancias particulares de un caso dado, resulten ilusorios. Ello puede
ocurrir, por ejemplo, cuando su inutilidad haya quedado demostrada por la práctica, porque
falten los medios para ejecutar sus decisiones o por cualquier otra situación que configure
un cuadro de denegación de justicia. Así, el proceso debe tender a la materialización de la
protección del derecho reconocido en el pronunciamiento judicial mediante la aplicación
idónea de dicho pronunciamiento.
Lo anterior, para hacer referencia q que este Tribunal rechaza totalmente las declaraciones
del Estado en cuanto a que el acceso a la justicia en la Republica de Colombia esta en crisis
y que esto genera demoras y complicaciones por la congestión de los despachos judiciales y
sus dependencias, cuando lo que en verdad hay de tras es una venta a la impunidad de estos
delitos. El Estado Colombiano se encuentra en la obligación de adecuación sus procesos
internos judiciales y administrativos a los parámetros del Derecho Internacional. No es
serio que un Estado justifique la denegación de justicia y tampoco es un comportamiento
coherente con el respeto por los Derechos Humanos y la dignidad de las víctimas.
El derecho a la tutela judicial efectiva exige a los jueces que dirijan el proceso en forma que
eviten dilaciones y entorpecimientos indebidos que conduzcan a la impunidad, frustrando
así la debida protección judicial de los derechos humanos.
En el presente caso, este duro archivado por aproximadamente 11 años, después de un
cambo de Fiscal en el 2012 los procesos se empezaron a mover y ha habido condenas, pero
no a todos los participes en el delito. Es decir, hoy, 19 años después todavía hay impunidad
y la victima no conoce totalmente la verdad.

8
Corte IDH. Caso Comunidad Garífuna de Punta Piedra y sus miembros Vs. Honduras. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de octubre de 2015. Serie C No. 3041
La Corte considera que, con motivo de la falta de una resolución pronta y definitiva de la
denuncia penal presentada en este caso por hechos de acceso carnal violento y secuestro, se
afectó el derecho de la víctima a la debida protección judicial. Este derecho comprende no
sólo el acceso del ofendido a los procesos penales en condición de querellante, sino el
derecho a obtener un pronunciamiento definitivo mediante mecanismos efectivos de
justicia. Asimismo, tomando en cuenta tanto el notorio retardo en la investigación y en el
proceso referido, sin que exista explicación razonada, como el reconocimiento de hechos
formulado por el Estado, la Corte estima que Colombia violó los artículos 8.1 y 25.1 de la
Convención Americana en perjuicio de la periodista Jineth Bedoya.
Adicionalmente, el Estado Colombiano no acredito que ese fuere el tiempo promedio para
resolver un proceso penal en la jurisdicción interna de esta índole, por el contrario, la Corte
pudo evidencia que dado a que esta demora fue excesiva incluso para casos análogos se
rompió con el principio de igualdad y en consecuencia, se vulnero el derecho de igualdad
ante la ley.
El “plazo razonable” al que se refiere el artículo 8.1 de la Convención, se debe apreciar en
relación con la duración total del procedimiento que se desarrolla hasta que se dicta
sentencia definitiva. Asimismo, el Tribunal ha señalado que el derecho de acceso a la
justicia implica que la solución de la controversia se produzca en tiempo razonable, ya que
una demora prolongada puede llegar a constituir, por sí misma, una violación de las
garantías judiciales. En este sentido, para la Corte la falta de respuesta estatal es un
elemento determinante al valorar si se han violado los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención
Americana, ya que tiene relación directa con el principio de efectividad que se debe
observar en el desarrollo de la investigación, que repetimos, duro mas de 11 sin
movimiento alguno y fue 12 años después que se volvió a activar.
En específico, el Estado incumplió con las formas establecidas en la ley al vulnerar la
protección y garantías judiciales, ya que los recursos interpuestos han excedido para su
resolución el plazo razonable y han carecido de efectividad. Lo anterior ha privado
indefinidamente a la víctima de su bien, lo que ha ocasionado una incertidumbre tanto
jurídica como fáctica.
En consecuencia, este Tribunal declara que el Estado es responsable por la violación
de los derechos a la vida, integridad personal, libertad personal, circulación y
residencia, libertad de pensamiento y expresión, garantías judiciales, igualdad ante la
ley y protección judicial, así como el articulo primero del CADH, art 7B de la
Convención Americana BELEM DO PARÁ y arts. 1, 6 y 8 de la Convención de
Derechos Humanos para Prevenir y Sancionar la Tortura. Y que, el Estado
Colombiano no es responsable por la violación de los derechos a la dignidad y el buen
nombre y la protección a la familia.
VIII:
REPARACIONES
(Aplicación articulo 63.1 de la Convención Americana)
Con base en lo dispuesto en el artículo 63.1 de la Convención Americana, la Corte ha
indicado que toda violación de una obligación internacional que haya producido daño
comporta el deber de repararlo adecuadamente, y que esa disposición recoge una norma
consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del Derecho
Internacional contemporáneo sobre responsabilidad de un Estado. Las reparaciones deben
tener un nexo causal con los hechos del caso, las violaciones declaradas, los daños
acreditados, así como con las medidas solicitadas para reparar los daños respectivos, cuya
concurrencia debe observar el Tribunal para pronunciarse debidamente y conforme a
derecho.
La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional
requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum), que consiste
en el restablecimiento de la situación anterior. De no ser esto factible, como ocurre en la
mayoría de los casos de violaciones a derechos humanos, el Tribunal determinará medidas
para garantizar los derechos conculcados y reparar las consecuencias que las infracciones
produjeron.
En consideración de las violaciones declaradas en el capítulo anterior, el Tribunal
procederá a disponer las medidas de reparación pertinentes, en atención a las pretensiones
de la Comisión y el representante y las observaciones y alegatos del Estado, a la luz de los
criterios fijados en su jurisprudencia en relación con la naturaleza y alcance de la
obligación de reparar.
Parte lesionada
En este caso, el Tribunal considera como “parte lesionada”, en los términos del artículo
63.1 de la Convención, a la periodista Jineth Bedoya Lima.
Indemnización compensatoria
El Estado debe adoptar las medidas necesarias para ofrecer un recurso judicial efectivo para
que la víctima pueda conocer la verdad y que se sanciones a los perpetuadores de
violaciones a los derechos humanos.
Se condena al Estado a pagarle a la periodista Yineth Bedoya la suma de 100 mil dólares
estadounidenses, por concepto de justa indemnización, tanto del daño material como del
inmaterial.
Garantías de no repetición
Se le ordena al Estado en procura de que estas violaciones de los derechos humanos no se
vuelvan a presentar:
1. La creación de una pagina web con un enfoque de género para la educación
2. La adecuación del proceso penal, para que cuando se lleguen casos de estos tipos
quien los dirige sean personas capacitadas en enfoque diferencial de género y así
evitar estigmatizaciones y discriminación.
3. Habilitar una línea telefónica prioritaria para atender denuncias relacionadas con el
abuso sexual.
4. Habilitar una línea telefónica para la denuncia de situaciones que puedan poner en
peligro la integridad de los periodistas.
5. Realizar un documental sobre los hechos relaciones con el secuestro y la violación
de Yineth Bedoya.
6. Realizar una publicación escrita sobre los hechos relaciones con el secuestro y la
violación de Yineth Bedoya.
7. El reconocimiento publico del Estado sobre la vulneración de los derechos que
reconoció la Corte.
8. El fortalecimiento de los esquemas de seguridad para todos los periodistas
colombianos que los soliciten.
9. Fortalecimiento real y efectivo de la seguridad de las cárceles en todo el territorio
colombiano.
10. Sanciones penales y disciplinarias ejemplares a persona que tengas bajo su cuidado
reclusos cuando estos cometan ilícitos.

Medida de satisfacción (publicación y difusión de la sentencia)


La Corte dispone, como lo ha hecho en otros casos, que el Estado publique, en el plazo de
seis meses, contado a partir de la notificación de la presente Sentencia: a) el resumen oficial
de esta Sentencia elaborado por la Corte, por una sola vez, en el diario oficial en un tamaño
de letra legible y adecuado; b) el mismo resumen oficial, por una sola vez, en un diario de
amplia circulación a nivel nacional en un tamaño de letra legible y adecuado; y c) la
presente Sentencia en su integridad, disponible al menos por un período de un año, en un
sitio web oficial, de manera accesible al público y desde la página de inicio del sitio web.
El Estado deberá informar de forma inmediata a este Tribunal una vez que proceda a
realizar cada una de las publicaciones dispuestas, independientemente del plazo de un año
para presentar su primer informe dispuesto en la parte resolutiva de la Sentencia.
Costas y gastos
La Corte reitera que, conforme a su jurisprudencia, las costas y gastos hacen parte del
concepto de reparación establecido en el artículo 63.1 de la Convención, toda vez que las
actividades desplegadas por las víctimas con el fin de obtener justicia, tanto a nivel
nacional como internacional, implican erogaciones que deben ser compensadas cuando la
responsabilidad internacional del Estado es declarada mediante una sentencia condenatoria.
A la vez, la apreciación sobre el alcance de las costas y gastos puede ser realizada
prudentemente con base en el principio de equidad y con base en las pretensiones de las
víctimas o sus representantes oportunamente presentadas, según las pruebas que las
sustentan, las cuales deben presentarse a la Corte en el primer momento procesal que se les
concede, esto es, en el escrito de solicitudes y argumentos, sin perjuicio de que tales
pretensiones se actualicen en un momento posterior, conforme a las nuevas costas y gastos
en que se haya incurrido con ocasión del procedimiento ante el Tribunal.
El Tribunal estima pertinente el reembolso de gastos razonables de litigio, los cuales fija, en
equidad, en la cantidad de USD $10.000,00 (diez mil dólares de los Estados Unidos de
América), la cual debe ser entregada directamente al representante en el plazo establecido
al efecto.
En la etapa de supervisión de cumplimiento de la presente Sentencia, la Corte podrá
disponer el reembolso por parte del Estado a las víctimas o a sus representantes de gastos
posteriores razonables y debidamente comprobados.
PUNTOS RESOLUTIVOS
Por tanto, LA CORTE DECIDE, Por unanimidad:
1. DECLARA, Por unanimidad, que: 2. El Estado es responsable por la violación del
derecho a por la violación de los derechos a la vida, integridad personal, libertad personal,
circulación y residencia, libertad de pensamiento y expresión, garantías judiciales, igualdad
ante la ley y protección judicial, así como el artículo primero del CADH, art 7B de la
Convención Americana BELEM DO PARÁ y arts. 1, 6 y 8 de la Convención de Derechos
Humanos para Prevenir y Sancionar la Tortura. Y que, el Estado Colombiano no es
responsable por la violación de los derechos a la dignidad y el buen nombre y la protección
a la familia.
Y DISPONE, Por unanimidad, que:
3. Esta Sentencia constituye, por sí misma, una forma de reparación.
4. El Estado debe pagar las cantidades fijadas por concepto de indemnizaciones
compensatorias, así como por el reintegro de gastos.
5. El Estado debe realizar las publicaciones que se indican en las reparaciones.
6. El Estado debe rendir al Tribunal un informe sobre las medidas adoptadas para cumplir
con la presente Sentencia, dentro del plazo de un año contado a partir de la notificación de
la misma, y además debe presentar un informe, en el plazo de seis meses contado a partir de
la notificación de la misma, en el cual indique –para cada una de las medidas de reparación
ordenadas– cuáles son los órganos, instituciones o autoridades estatales encargadas o
responsables de implementarlas, que incluya un cronograma de trabajo para su
cumplimiento total.
7. La Corte supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia, en ejercicio de sus
atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y dará por concluido el presente caso una vez que el Estado haya dado
cabal cumplimiento a lo dispuesto en la misma.

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