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Bitácora de Campo

Reserva Limona Manguala – San Antonio de Prado

Osmara Geraldine Vargas Martínez

La reserva Limona Manguala se encuentra ubicada al suroccidente de la ciudad de Medellín


en el corregimiento de San Antonio de Prado en la cual se desarrollan actividades de
reforestación asistida por especies nativas hace aproximadamente 13 años donde se
utilizaron especies como Dragos, Yarumos blancos, Guamos, Romerón Shakiro, entre otras
especies. Según comentaban los guardabosques de la reserva, anteriormente se pretendió
realizar una reforestación donde las personas encargadas no se tomaron el trabajo de
estudiar qué especies podían ayudar a recuperar el ecosistema y terminaron sembrando
especies como el Pino y la Acacia que son especies que no pertenecen naturalmente a ese
ecosistema por lo que a menudo se observan árboles caídos durante los recorridos, gracias a
que estas especies no tienen una competencia directa el crecimiento es acelerado, lo que
genera que los árboles no alcancen a enraizar correctamente y al estar en terrenos con tantas
pendientes estos tienden a caer; sin embargo, de alguna manera estas especies ofrecen
servicios ecosistémicos como la regulación del microclima, sirven de hogar para especies
de aves, insectos y reptiles, entonces según esto, se les hace un control para que su
población no se expanda más.

Ahora, hablaré un poco acerca del circuito que realizamos en esta reserva. Inicialmente
comenzamos presentándonos y conociendo las expectativas tanto de los estudiantes como
de los guías o guardabosques donde descubrimos la pasión de ellos por la bonita labor que
ejercen y por nuestra parte la emoción porque, al fin, después de casi un año y medio
pudimos salir a convivir y a disfrutar la naturaleza; minutos después nos contaron que
haríamos un circuito especial ya que no todas las personas tienen permitido hacerlo tanto
por la importancia ecosistémica como por la dificultad que presenta para algunas personas
y ese sendero por el cual caminaríamos se llama “sendero hadas de cristal” y recibe ese
nombre por la gran cantidad de mariposas alas de cristal que se pueden avistar al caminar
por él. Después de toda la introducción y recomendaciones dadas por los guardabosques
procedimos algunos de los compañeros a dejar nuestro abono y nutrientes en el bosque ya
que en ninguna otra parte del circuito podíamos hacerlo. Entonces, empezó el recorrido,
íbamos todos en fila, organizados y en silencio para poder apreciar los sonidos y las
melodías que la naturaleza nos brinda; mientras caminábamos observamos demasiados
insectos hermosos, el guía nos enseñó un gallinazo de cabeza roja que sobrevolaba por los
árboles, que por cierto nunca lo había visto.

Durante el circuito hicimos tres estaciones, en la primera nos comentaron acerca del
proceso de reforestación de la reserva, hablamos sobre el tipo de especies que se utilizan
para esto y sus beneficios en el ecosistema en particular, hicimos comparaciones entre el
área protegida y otra área que podíamos observar a la distancia donde el terreno se utiliza
principalmente para la ganadería; en la segunda estación adentramos un poco más en el
tema de especies invasoras como es la planta ojo de poeta, la cual es una especie que llegó
a Colombia como una planta ornamental pero poco a poco se convirtió en una especie muy
difícil de controlar ya que puede esparcir sus semillas hasta 15 metros y tiene un “sistema”
denominado efecto catapulta lo cual le ayuda en gran medida para su reproducción, para
poder hacer un control de esta especie, los guardabosques encargados de esta reserva
generan unas pacas biodigestoras en donde ponen una capa de suelo bien compacta, luego
una capa de plantas ojo de poeta, encima de ellas colocan un plástico negro (este plástico
debe ser necesariamente negro) y en la parte superior ponen más suelo compactado y esto
ha sido de las únicas formas de controlarla. Todo lo hablado en esta estación me pareció
demasiado enriquecedor porque yo no tenía conocimiento de esto, no sabía que esta
hermosa planta era invasora y mucho menos tan perjudicial, por lo que en algunas
ocasiones en el pasado llegué a tomarlas y las dejé luego en otro lugar, facilitando así su
propagación; por último y después de un recorrido un poco difícil, donde habían pendientes
y el suelo estaba muy húmedo, después de ensuciarnos y mojarnos, llegamos a la parte,
según mi perspectiva, más hermosa de todas que es la cascada Manguala, donde pude sentir
mucha tranquilidad y sobretodo reafirmar que amo la carrera que elegí, porque cada paso
que dimos para mí valió más que la pena al llegar a ese hermoso lugar donde el agua estaba
cristalina y fría, además pudimos apreciar los cambios de vegetación de una parte de la
reserva a la otra, cerca a esta cascada pudimos ver un bosque ripario donde predominaban
especies de helechos, anturios silvestres y musgos (estos últimos grandes bio-indicadores
de la calidad de un ecosistema). Luego ascendimos a la maloca donde almorzamos y
hablamos acerca de las percepciones que tuvimos durante el recorrido y aunque cansados,
todos estábamos muy contentos y agradecidos por el conocimiento que recibimos y por
poder descargar todo el peso y estrés de la ciudad.

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