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El gran felino de América

"El tigre anda y bulle en las sierras, y entre las peñas y riscos, y también en el agua, y
dicen es príncipe y señor de los otros animales. Es bajo y corpulento y tiene la cola
larga. La cabeza grande y los ojos relucientes como brasa".
Fray Bernardino de Sahugún, Historia de las cosas de la Nueva España.

Así fue descrito el jaguar en el siglo XVI por el cronista fray Bernardino de Sahagún. Este
gran felino -perteneciente a la familia de tigres y leones- era desconocido para los europeos.
La llegada de los españoles al continente americano supuso tanto el encuentro con una
diversidad de pueblos como la confluencia con una variedad de animales y plantas
inimaginables. Entre ellos estaba el jaguar, un felino con manchas al que llamaron tigre, y
cuya importancia era notoria en las culturas indoamericanas. Su nombre proviene de la
lengua Tupí-Guaraní “yaguara” que significa el que caza de un salto.

Se calcula que al momento de la llegada de los europeos a América había más de cien mil
jaguares. Entonces, habitaban desde zonas semidesérticas de Norteamérica hasta los
bosques tropicales sudamericanos. Hoy el jaguar es una especie amenazada que ha perdido
aproximadamente 50 por ciento de su hábitat histórico en todo el continente.

Está prácticamente extinto en Estados Unidos, El Salvador y Uruguay. Sus poblaciones


están repartidas en 18 países latinoamericanos: México, Belice, Honduras, Nicaragua,
Costa Rica, Panamá, Ecuador, Guyana Francesa, Guatemala, Venezuela, Guyana, Surinam,
Paraguay, Colombia, Argentina, Perú, Bolivia y Brasil.

Mapa de distribución histórica del jaguar en América.


© Fernando Allen / WWF Paraguay

Hábitat
El jaguar es capaz de habitar en distintos ecosistemas -incluidos manglares, bosques de
pino templado, desiertos e incluso áreas montañosas- pero prefiere las selvas bajas
tropicales y los bosques subtropicales ubicados a menos de mil metros de altura. Ahí
encuentra una enorme abundancia de animales y plantas, así como agua.

En México habitaba las regiones tropicales y subtropicales, desde Sonora y Tamaulipas en


el norte del país, bajando por las planicies costeras del Golfo de México y del Pacífico,
hasta Chiapas y la Península de Yucatán. Se ha perdido más del 40 % de su distribución en
el país, limitándose a áreas forestales fragmentadas, aisladas y de difícil acceso en las
costas del Pacífico y del Golfo de México, la Sierra Madre Occidental, la Sierra Madre
Oriental y el sur-sureste mexicano.

Ante la necesidad de conocer su situación poblacional en México, se emprendió en el 2008


el primer Censo Nacional del Jaguar y sus presas (Cenjaguar) en 15 sitios prioritarios de
conservación del felino. Una labor minuciosa que tomó tres años y que colocó a México
como líder en las estrategias de conservación de la especie. La investigación fue apoyada
por la Alianza WWF-Fundación Telmex Telcel y elaborada por el Instituto de Ecología de
la Universidad Nacional Autónoma de México junto con diversas instancias de gobierno,
instituciones académicas, científicos y organizaciones civiles.

De acuerdo con ese primer censo, en el país habitaba un estimado de 4 mil jaguares;
encontrándose la mayoría de éstos en la península de Yucatán. El segundo censo, concluido
recientemente, registró que la población había crecido a 4,800 felinos.
Estado de conservación
El jaguar se encuentra en la categoría de “casi amenazada” de la Lista Roja de la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En México está catalogado como una especie en peligro de extinción y su cacería está
vedada desde 1987. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) lo
considera un felino cuya conservación es prioritaria. Véase la NOM-059-SEMARNAT-
2010.

Amenazas
El jaguar vive cercado debido a la destrucción de su hábitat, la cacería ilegal y el continuo
conflicto jaguar-humano producto de las crecientes actividades en su entorno.

La pérdida de su hábitat está considerada como la mayor amenaza que enfrenta pues se
trata de una especie que requiere de grandes extensiones de territorio para sobrevivir. El
desarrollo de infraestructura, la expansión de las actividades agrícolas y ganaderas, la
edificación de unidades habitacionales y la pérdida de vegetación son factores que han
degradado y fragmentado su hábitat.

La reducción de su territorio, y por tanto de su perímetro de acción, provoca que las


poblaciones de jaguar se aíslen y sean más vulnerables a la extinción, ya que además de
acrecentarse los conflictos con los humanos, la especie tiene problemas de variabilidad
genética, una estrategia natural de supervivencia de largo plazo.

La cacería furtiva es la otra gran amenaza que enfrenta la especie. Ésta es producto
del conflicto con las comunidades humanas que temen por la seguridad de su ganado o por
posibles ataques a las personas. Se sabe, por ejemplo, que en ciertas regiones de México los
jaguares compiten por el alimento con los pobladores pues los pecaríes, venados,
tepezcuintles, armadillos o coatíes han pasado también a formar parte de la dieta local. Al
no encontrar alimento en la selva, es común que el jaguar vaya tras el ganado doméstico y,
en represalia, es atacado.

Asimismo, se le caza como trofeo debido a que en los últimos años ha crecido el mercado
negro de su piel y/o colmillos. En algunos países, como Bolivia, cientos de jaguares han
perecido por esta causa y esta tendencia está presente en Perú, Belice y Brasil.

La venta comercial de su piel tuvo gran auge a mediados del siglo XX. En 1963 la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) emitió una resolución para
prohibir su comercialización. Sin embargo, no fue hasta 1975 que la Convención sobre el
Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES)
enlistó a la especie en su apéndice I y con ello se evidenció el problema de cacería que
enfrentaba este felino y que continúa siendo una amenaza a su supervivencia.

© Staffan Widstrand

Características
Nombre común: Jaguar

Nombre científico: Panthera onca

El jaguar es el felino más grande y con mayor distribución en los ambientes tropicales del
continente americano. Es el único miembro del género Panthera en América y en el mundo
solo es superado en tamaño por dos de sus parientes: tigres y leones.

Es un animal extremadamente fuerte, de cuerpo robusto con miembros cortos y


musculosos, cabeza ancha, orejas pequeñas y redondeadas. Mide entre 1.5 y 2.4 metros,
pesa entre 45 y 120 kg y, usualmente, los machos son un 10 a 20% más grande que las
hembras. Su corpulencia cambia con respecto al área donde vive, los animales que habitan
en Mesoamérica son más pequeños que en Sudamérica. Se distingue por la facilidad con
que se desplaza en su entorno.
El color de su piel va del amarillo al rojizo en el dorso y costados, blanco en el vientre y la
parte interna de las patas, y tiene el cuerpo cubierto por rosetas de tamaño variable, con
manchas pequeñas en el centro. El patrón de motas es único para cada individuo, gracias a
ello es posible identificarlos. Los jaguares negros o melánicos son comunes en Sudamérica,
sin embargo en México no se tienen registros confirmados.



Los adultos son solitarios, excepto en la temporada de apareamiento y principalmente


activos en el crepúsculo. No es fácil observarlos en la naturaleza, debido a sus hábitos
nocturnos. Para estudiarlos ha sido necesario colocarles radio-collares con un
geoposicionador que permiten conocer sus hábitos y movimientos.

Gracias a esta tecnología, por ejemplo, se sabe que en un año en la región de Calakmul -al
sur de la Península de Yucatán- los jaguares machos tienen áreas de actividad mayores a
700 km2, una superficie equivalente a 65 mil campos de fútbol soccer. Mientras que las
hembras se mueven en aproximadamente 160 km2, área semejante a 15 mil campos de
futbol soccer. Los patrones de movimiento en las hembras varían dependiendo de la
disponibilidad del alimento y el tipo de hábitat; en tanto que en los machos esto se
determina por competencia de espacio y de hembras.

Su temporada de apareamiento varía geográficamente y su período de gestación es de 100


días; por lo general las hembras tienen dos crías, aunque pueden llegar a alumbrar hasta
cuatro. La longevidad de los jaguares en vida libre es de 10 a 12 años. Las crías nacen
moteadas y permanecen con la madre hasta el año y medio o dos, cuando alcanzan la
madurez sexual, para luego moverse a un nuevo sitio y establecerse.

El jaguar es un cazador por naturaleza; espera sigiloso a que aparezca su presa para caerle
encima y asestarle una mordida en la cabeza. Su mordida es considerada una de las más
fuertes entre los grandes felinos. En su dieta se han identificado más de 22 especies de
mamíferos (70% de su dieta), aves, reptiles y peces.

© Alianza WWF - Fundación Telmex Telcel


La importancia del jaguar en su hábitat
El jaguar es un gran prestador de servicios ambientales. Estos servicios se definen como un
amplio espectro de condiciones y procesos por los cuales los ecosistemas naturales y las
especies que los habitan ayudan a sostener y satisfacer las necesidades de la sociedad
humana. Entre ellos están: la purificación del aire y agua; la mitigación de las sequías e
inundaciones; la generación y conservación de los suelos; la polinización de los cultivos y
de la vegetación natural; la dispersión de semillas; el reciclaje y movimiento de
nutrimentos; el control de insectos que generan problemas a los campos agrícolas; la
protección de las costas ante la erosión del oleaje; la estabilización parcial del clima y el
amortiguamiento de los climas extremos y sus impactos.

Los economistas advierten que si se estimara el valor de estos servicios en el mundo,


podrían alcanzar varios trillones de dólares por año. Durante siglos la humanidad no le dio
importancia ni valor estos servicios ya que se consideraban inagotables. Actualmente, es
claro que es necesario conservar a los ecosistemas en el mejor estado para que sigan
proporcionándonos estos servicios.

En el caso del jaguar se trata de una especie que ayuda a mantener un ecosistema sano.
Cuando desaparece de las selvas y bosques, sus presas que son generalmente grandes
herbívoros quedan como amos del paisaje y consumen especies vegetales sin control. Ello
altera la composición y estructura de las selvas, de los suelos, afectando los cauces de ríos
y, por tanto, tiene un efecto en cadena sobre otros seres vivos.

En México el jaguar se encuentra amenazado y con ello las selvas y bosques están
perdiendo a un protector natural. Cuidarlo significa asegurar la permanencia de corredores
biológicos fundamentales para México y América que, a su vez, nos dan servicios
ambientales que van de la generación de oxígeno, agua y medicinas.

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