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Decálogo. Cómo no leer un poema.

1. Al poema no le gusta que lo interroguemos antes de leerlo. ¡Es tan agradable dejarse llevar por
él! Un poema leído con prejuicios es un poema echado a perder.
2. Al poema no le gusta el “no lo entiendo”, ¿acaso intentamos entender la inmensidad del mar o
los colores de un cielo encendido al atardecer?
3. Al poema no le gusta que lo leamos como si fuera la lista de la compra: qué alegría le da que lo
leamos acompañando con la voz; serios como sopranos o divertidos como si dijésemos un
trabalenguas; cada uno tiene una forma de lectura que lo hará mejor poema.
4. Al poema no le gusta que lo lean en público sin vestirse adecuadamente. Es coqueto. Si
practicamos un poco antes de leerlo delante de otros, nuestra voz se convertirá en parte del
poema y lo hará crecer.
5. Al poema no le gusta quedarse en el libro. Le gusta salir de él: que lo canten, que lo reciten,
que lo recuerden. Cualquier momento es bueno y todos los momentos, desde los más tristes a
los más juguetones, tienen un poema adecuado.
6. Al poema no le gusta que no lo llamen por su nombre. Si un poema nos ha entusiasmado
seguramente habrá más, del mismo autor o estilo, que también nos apasionen. Podemos
buscar, y encontrar, otros tesoros para acompañarlo.
7. Al poema no le gusta el aburrimiento. Le gustan los disfraces, los juegos y el teatro. Se nos
pueden ocurrir mil cosas para aliñar la lectura y hacerla más apetitosa.
8. Al poema no le gusta cualquier lector. A ese poema, en concreto, le gustaremos nosotros.
Porque cada poema tiene sus lectores, especiales y únicos. Será él, el poema, el que nos
guiñe un ojo o se lance a nuestros brazos. Enseguida nos daremos cuenta porque nos hará
vibrar.
9. Al poema no le gusta que no tengan en cuenta a quién va dirigido. Si vamos a compartir un
poema con alguien especial (nuestros hijos, alumnos, parejas, amigos, compañeros,
hermanos…), lo bonito es elegirlo con mimo, pensando en el receptor como si eligiésemos un
regalo.
10. Al poema no le gusta estar lejos de los niños, le encanta que lo lean muy cerca de ellos, que lo
escuchen y se sorprendan, que lo reciten. Y a los niños les gusta la poesía. Comprobadlo y
veréis como no os miento.

Fuente: Benegas, M. (2013). 44 poemas para leer con niños. Litera.

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