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El Diario De Un Enamorado
Por: C. Alberto Zuñagua Charaly “El Príncipe Solitario”
Este es el libro más importante de toda mi vida
Alberto Zuñagua
Dedicado a las personas que me ayudaron cuando más lo necesité
Ruddy Isaac Limachi Delgado
Pamela Monica Condori Hilari
Camila Alejandra Mújica
Aydee Lola Mamani Condori
Cada uno supo apoyarme a su manera, les estaré eternamente agradecidos
PROLOGO
Una novela bellísima. Eso es lo que es este trabajo.
Realmente es un excelente trabajo de parte de mi buen amigo Alberto. Te
atrapa desde el primer momento en que lo lees, una vez que se empieza a leer
no se puede dar vuelta atrás y se vuelve adictiva. Me siento muy honrada de
poder prologar esta hermosa obra.
Alberto siempre ha sido muy enamoradizo, una vez me contó que soñaba con
una buena mujer desde que era un niño, que le llevaba un diario en el que
escribía poemas, cuentos y reflexiones y que un día iba a entregárselo. Cuando
entró a la secundaria se enamoró un montón de veces de la chica equivocada,
la mayoría de las veces. Cuando entró conmigo a clases de teatro igualmente
se enamoró perdidamente de una chica y vaya que se esforzó en conquistarla.
Él es un buen muchacho, a veces muy idealista y romántico. Él tenía un anillo
que una vez le regalamos los compañeros de teatro, era su objeto más
preciado, jamás lo usó. Él decía que se lo daría a la mujer de su vida ¿Muy
romántico? Sí, ese romanticismo siempre vivirá con él. Esta obra es una
prueba de ello.
Decir solo que me ha encantado es poco. Hay que inventar un nuevo término
más allá del ya mencionado. La estructura de este texto es muy compleja y me
gustó demasiado, hay momentos en los que se combina tan bien los días en lo
que se narran que es increíble. Los personajes me gustaron mucho, termine
enamorada de muchos de ellos, estoy segurísima de que le pasará lo mismo mi
querido amigo lector. Me encanta la forma de narrar de Alberto, es único y en
aquí usa todo su ingenio en cada personaje y situación que presenta. Se nota
mucho el esfuerzo que le ha puesto a este trabajo. No quisiera arruinar su
lectura así que no daré más detalles así que solo diré:
¡Aquí verdaderamente se siente el amor!
Te amo
Ahora sé que te amo
Y quiero estar contigo siempre
Eres la mujer perfecta para mí
Eres mi cielo azul
3 Días Después De La Ruptura
Y en un ataque de ira Alberto tomo los cuadernos en los que había escrito
poemas y los arrojo con furia por toda la sala de su casa. Dolía haber
compuesto tantos versos inspirados en Amelia y que ahora ya no la tuviera.
Aún seguía sin entender el porqué. Porque de repente todo el amor que ella
decía tenerle había desaparecido de la noche a la mañana.
Le dolía tanto escribir, le dolía tanto haberla amado tanto. Su dolor iba más
allá del dolor físico. Un dolor que jamás le desearía a nadie. De pronto todo lo
que amaba iba convirtiéndose en un dolor profundo y quería olvidarse de ese
dolor.
Vio el primer poema que le compuso. “Unos versos para ti” En otro ataque de
furia le prendió fuego. Vio con melancolía como el fuego quemaba la triste
hoja de papel. No quería recordar nada que tuviera que ver con Amelia. ¿Pero
cómo? Todo le recordaba a Amelia, absolutamente todo.
Sus pesadillas también se empezaban a volver frecuentes. Llevaba ya tres
noches sin dormir, solo pensando en Amelia. Se despertaba varias veces
durante la noche y no lograba dormir. Se quedaba pensando en Amelia y las
horas parecían interminables.
-¡Basta!- Gritó en el silencio de la sala- ¡Basta!
En otro ataque de furia empezó a prenderle fuego a todos sus cuadernos. De
verdad quería olvidarla y si debía olvidarla tenía que empezar a destruir por
donde empezó. Tenía que destruir sus poemas.
Poco a poco su mente se iba resquebrajando y caía hacia una locura y
depresión de la cual tal vez no tenía regreso.
129 Días Antes De La Ruptura
-¿Y si lo vuelves a hacer?- Preguntó ella mientras él bebía lentamente su café.
No había vuelto a pensar en eso en un largo tiempo ¿Volver? ¿Volver a pisar
las tablas y sentir de nuevo esa magia?
-No- Respondió susurrando Alberto- Cami, no estoy listo. Además no creo
poder volver, mi cadera…
-Tu cadera está bien- Rebatió Camila- Solo que tienes miedo ¿O me
equivoco?
Alberto bajo la mirada ante ese argumento. Tal vez tenía razón, hace días que
la cadera no le dolía, de hecho había días que podía caminar muy bien, casi
erguido y recto como antes. Si ponía más esfuerzo en unos días estaría como
nuevo, tal vez como en sus mejores tiempos. Incluso había días en los que se
imaginaba a si mismo detrás del telón sintiendo esa adrenalina segundos antes
de salir a llenar todo un salón con su arte, pero a la vez recordaba los fracasos
que había tenido el último año de su vida, antes de entrar a la universidad. Su
mente siempre le recordaba cómo había fracasado en el evento de
declamación, desde ahí siempre había considerado no volver a subirse a un
escenario nunca más.
-¿Miedo?- Preguntó él desviando la mirada hacia su café- No es eso. Solo
que…
-Sí es miedo- Respondió sonriente ella- Tienes miedo y lo comprobaré ¿Le
hablaste a esa chica de la que me hablaste?
Alberto esta vez la miro de frente. Esa mirada siempre lo intimidaba, incluso
cuando pasaban clases. Le gustaban mucho sus ojos, aparte de ser sumamente
hermosos, parecía que tenían la habilidad de traspasar su piel y verlo al alma.
Ni él mismo entendía porque ella influía tanto en él, ni siquiera supo cuando
se habían hecho tan buenos amigos, al principio solo eran estudiante y
maestra, ella era una de sus docentes auxiliares, hasta que un día empezaron a
hablar como viejos conocidos y eso le agrado mucho a Alberto. La apreciaba
tanto, por ella es que todavía él seguía en pie dentro de la universidad. Ahora
ella sabía muy bien que Alberto tenía miedo, pero no entendía el porqué,
Alberto le había contado muchas cosas que hizo en secundaria, los concursos
ganados, los festivales en los que había participado. No tenía sentido que su
alumno tuviera tanto miedo.
-Empiezo a creer que me mentiste con lo de los concursos- Dijo Camila
mirando a través del cristal, parecía molesta
-No te mentí- Intento defenderse Alberto- Bueno sí, tengo miedo, sí, tengo
miedo de que me vaya pésimo si vuelvo a pisar un escenario. Tengo miedo de
hablarle y que se me trabe la lengua, sí tengo miedo, eres a la primera que le
digo que tengo miedo
-No deberías- Respondió ella viéndolo con ternura, adoraba la forma como se
expresaba- No hay porque tener miedo y si lo tienes deshazte de él y supéralo
-Se dice fácil…
-¡Y es fácil! ¿Si te conté mi primer día de auxiliar? Me pare un buen rato en la
puerta, era mi primera clase y no sabía que hacer ¿Tal vez y lo hacía mal? ¿Tal
vez lo hacía bien? No lo sabría hasta que atravesé la puerta, venciendo mis
miedos y di mis clases y…
-Eres una excelente auxiliar…
-Tienes que volver a intentarlo, eres buen muchacho, te esfuerzas en la
universidad y tus poemas son hermosos, me gustan mucho
-Considero que son poemas pésimos...
-Te valoras muy poco, eres bueno y quiero escucharte declamar uno de ellos,
además quien sabe tal vez esa linda señorita se enamore de uno de tus poemas
La mente de Alberto voló de nuevo tiempo atrás. A su primer día en la
universidad. Estaba nublado y el cielo amenazaba con llover, Alberto trató de
apurarse, no quería mojarse, pero le era algo difícil moverse, caminar era
tormentoso por el accidente. Lo peor era tener que subir las escaleras, estaba
casi seguro que se atrasaría a su primera clase por ese hecho, subió torpemente
por las escaleras apoyándose en el barandal. Hasta que de pronto vio a una
muy hermosa señorita de pelo negro.
-¿Te ayudó?- Pregunto ella sonriéndole
Alberto asintió, ella lo tomó del brazo y pudo ver su rostro de frente. Era
hermosísima, era de tez morena clara, ojos negros como la noche, cabello
negro lacio muy largo y lo más atrayente para él eran sus labios sumamente
finos. Por las noches soñaba con hablarle y conocerla, sentir la calidez de su
mano de nuevo, susurrarle uno de sus poemas o quien sabe besar esos labios
finísimos.
-… Y si no declamas en lo que resta el semestre- Camila continuaba hablando-
Te repruebo
-¡Que maldad!- Dijo Alberto sonriendo, en verdad adoraba las ocurrencias de
su auxiliar- Lo voy a pensar, solo espero que no te burles cuando se me trabe
la lengua frente a toda la carrera
-Recuerda que lo estás haciendo por tu nota…
-Eso es cruel. Te haré renegar en tu clase del día sábado
Ambos sonríen, saben que siempre podrán confiar en el otro.
19 Días Después De La Ruptura
-¡Hey!- Dijo una de las chicas que lo acompañaba moviendo la mano en frente
de él- ¡Alberto!
-¿Sucede algo?- Respondió Alberto como si acabara de despertar de un sueño
-Estás como ido ¿Seguro que estás bien?
-Sí, sí lo estoy, voy a estar bien, tú no te preocupes
Mientras subían las escaleras, no pudo evitar pensar en que le iba a ser difícil.
De nuevo le iba a ser difícil declamar. La tristeza lo invadía desde hace días y
no tenía el mismo entusiasmo que antes. Todos notaban que haber terminado
con Amelia le estaba afectando. ¿A quién no le afectaría ver a su amada todos
los días y no poder decirle nada?
La verdad era que no quería declamar. No en ese evento, era un evento
importante, era el VII Congreso Nacional de Lingüística e Idiomas y su
carrera era el anfitrión, iban a venir muchas personas importantes y no estaba
seguro si quería representar a su carrera porque todavía ardía la herida de la
ruptura y era como echarle limón y sal a la herida. Así era como había
empezado, declamando para que ella note que Alberto existía. Lo había hecho,
lo había conseguido, pero de nuevo era invisible para ella y tal vez ahora
invisible para siempre.
-Buenos días Alberto- Saludó la licenciada Liliana sonriente como siempre, a
Alberto le agradaba eso, podía contagiar esa energía a quien sea, por eso
consideraba que ella era la mejor licenciada que había tenido
-Buen día Lic.- Respondió Alberto tratando de devolver la sonrisa, no podía
mostrarse deshecho para un ensayo
-¿Aprendió el poema?- Preguntó mientras iban entrando al salón para ensayar
-Sí, pero Lic. Me enfermé y justamente de la garganta…
Alberto se había enfermado apropósito. No quería declamar, pero tampoco
quería fallarle a la Lic. Liliana. Había aceptado declamar días antes de la
ruptura, estaba convencido de que lo iba a hacer para Amelia, pero todo había
cambiado. No quería decirle la verdad a la licenciada, así que se le ocurrió el
maravilloso plan de enfermarse.
-Pero va estar bien supongo ¿No es así?- Respondió la Licenciada sonriendo y
Alberto sabía que estaba perdido
-Sí, me voy a poner bien
Entraron al salón el cual era bastante grande. Era intimidante para él. ¿Cómo
haría que su voz llenará el lugar? Y sobre todo ¿Cómo haría que su voz
quebrada por el amor llenará el lugar?
-Empecemos, no perdamos tiempo- Dijo Lic. Liliana
Las chicas que lo acompañaban para declamar estaban llenas de energía,
dispuestas a ensayar. El poema que montarían no sería un poema como tal.
Sería algo que hace mucho tiempo no hacía, poesía teatralizada. La última vez
que Alberto había hecho algo así había sido hace años, pero esa experiencia le
había encantado, se sentiría muy emocionado si es que la tristeza no estuviera
dentro de él.
-Romance Nativo, es uno de los mejores poemas de Valda Chavarría-
Comentó Alberto mientras empezaba a ponerse cómodo para ensayar- Hay
que hacer que sea lo mejor del evento ¡Empecemos!
Lic. Liliana había asignado papeles de acuerdo a las estrofas y personajes del
poema. Él sería Lorenzo Chipana Quispe, el pobre campesino que por querer
un mejor futuro para su querida, Francisca, había partido para las minas, para
que a la final ella se vaya con el patrón de la hacienda. Con su situación actual,
trataba de convencerse de que podía interpretar muy bien ese papel. Solo que
tenía un pequeño problema que le incomodaba, quién haría de Francisca sería
la licenciada. Eso le incomodaba y a la vez le agradaba. Podría compartir
escenario con una buena actriz (A parte de ser docente ella también era actriz,
otra razón más para que a Alberto le agrade tanto).
En cuanto empezó el poema Alberto trato de no ponerse nervioso, no lo
consiguió. Su cabeza le hacía malas jugadas, haciendo que repita el mismo
verso una y otra vez o que se mueva de manera graciosa.
-Alberto concéntrate- Le dijeron las señoritas, en medio de risas, de verdad
estaba haciendo el ridículo.
Empezó de nuevo y su mente esta vez le hizo olvidar líneas del poema y decir
otras. Su mente había aprendido bien el poema, al mismo tiempo que le había
hecho aprender líneas de otros poemas más. Poemas que él había escrito para
Amelia y de rato en rato se le escapaban.
No aguanto más y decidió salir del ensayo en cuanto empezaron ensayar la
parte en la que el poema describía una fiesta. Se dirigió a los sanitarios,
necesitaba refrescarse, se había enrojecido en más de una ocasión en el
ensayo. Se dirigió hasta el otro extremo del salón por un baño y mientras se
lavaba el rostro se miró al espejo.
-¿Qué pasa?- Se preguntó así mismo- ¿Quieres hacer el ridículo? ¡Vendrá
gente importante a este evento! ¡Quieres hacer quedar en ridículo a tu carrera!
¡Vamos! Debes separar tu vida personal de tu vida artística, lo sabes. Ahora
vas a volver y vamos a ensayar bien.
Y de repente Alberto sintió la misma sensación que aquella noche. Cuando
decidió volver a declamar.
113 Días Antes De La Ruptura
12 de junio de 2019
Ivette:
Sí, decidí volver. Una vez más, no puede pasarme nada malo. Mi cadera está
bien y sí, ya no tengo miedo. Nunca más tendré miedo.
¿Qué haríamos si no tuviéramos miedo? ¿Te imaginas eso? Haríamos todo lo
que nos proponemos. Lograríamos grandes cosas. Lo primero que yo haría
sería ir a ver a esa chica hermosa de labios delgados y le diría que su belleza
ha inspirado un montón de poemas míos. Que tal vez me he enamorado de ella
y que quisiera conocerla y quién sabe hacerla mi esposa. Jajaja No te pongas
celosa.
El miedo nos paraliza, impide que logremos nuestras metas, que salgamos de
nuestra zona de confort y nos arriesguemos a cosas nuevas y quién sabe, tal
vez cosas buenas. Vivir sin esa clase de miedo que te impide hacer nuevas
cosas, sería genial ¿No lo crees?
Y sí, yo tenía miedo. Ambos sabemos porque tenía miedo. Después de perder
el concurso departamental de declamación, nada ha sido igual. Fue
humillante perder así, puesto que lo había ganado ya en una ocasión. Podía
ver claramente la decepción de los jurados, algunos de ellos habían sido mis
maestros.
¿Lo recuerdas?
23 de agosto de 2018. La fecha que todo cambió para mí, ¿Recuerdas cómo
mis compañeros de teatro me llamaban en ese tiempo? “El Príncipe
Endemoniado” Por fuera me veía muy elegante y hasta frágil, según ellos,
pero cuando me subía al escenario demostraba lo contrario, yo era capaz de
causar un terror inimaginable con solo mi voz, mis movimientos y mi
capacidad de crear poemas tan complejos que incluso dudaban que fueran
míos. Esa tarde de agosto me había inscrito de nuevo al “Gran concurso de
declamación departamental: Con poesía nos vamos a levantar” Mi anhelo era
salir campeón por segunda vez y última vez, pues después de eso ya no
volvería a declamar ahí jamás debido a mi edad. Solo pueden declamar
menores de 18 años. Había elegido mi poema “¿Lograrás recordar el
mañana?” Hablaba de cómo se destruía el mundo y El Príncipe Endemoniado
era experto en destruir, pero había un pequeño problema. Ese día yo no
estaba al cien por ciento. Mi corazón estaba desecho por un amor anterior
que me había dejado con muchas dudas Recuerdas lo que me dijo ¿No?
“Solo eres capaz de escribir rimas sin sentido, jamás nadie va a leer algún
escrito tuyo. Eres pésimo en lo que haces y deja de escribirme”
Y eso solo fue un día antes del 23 y mi mente recordaba eso. ¿Y si era verdad?
Tal vez de verdad solo era capaz de escribir rimas sin sentido y nadie me iba
a leer. Tal vez era pésimo en lo que hacía y deje que el miedo y la inseguridad
se apoderará de mí. De que ella apareciera entre el público y me dijera lo
mismo frente a todos. Fue un miedo irracional, lo sé…
Delineé mal mis ojos (El Príncipe Endemoniado usa mucho maquillaje), mis
labios estaba terriblemente mal pintados por el temblor de mi mano, sentía
que el saco largo me hacía notar más delgado de lo que soy y que mis
múltiples anillos me incomodaban. Salí al escenario cargado de miedo, olvidé
el primer verso y me salté al otro y luego retrocedí al principio, mi
respiración se agitaba horriblemente producto del temor. Me callé y traté de
recordar el poema, no lo conseguí. Empecé a decir frases incoherentes. Ese
no era el Príncipe Endemoniado, solo era yo jugando a ser declamador. Tuve
miedo…
Hoy no va a pasar lo mismo.
No tengo porque tener miedo. Tal vez no soy bueno en lo que hago, pero todos
estos días he ido practicando y mejorando. He vuelto a escribir
constantemente, he estado ensayando, sé bien el poema, por si acaso tengo un
verso alternativo por si ocurre el fenómeno de olvidarlo de nuevo. También
quiero impresionar a esa linda señorita de la que te hablé, quiero que sepa
que existo, que aquí estoy y que no tengo miedo.
Acabo de delinear mis ojos correctamente junto con los labios. El saco me
hace sentir seguro como en los viejos tiempos y mi cabello está muy
despeinado, producto del bautizo. ¡Ah sí! me olvidaba comentarte que hoy nos
bautizaron a los de primer y segundo año. Pensé que sería traumante, fue
divertido, espero que el siguiente primer año disfruté del bautizo tanto como
yo. Será un recuerdo que siempre llevaré en mi memoria. Estoy a unos
minutos de salir a declamar y lo voy a hacer bien. ¡El Príncipe está de vuelta!
-Okey, tú puedes- Dijo para sí mismo Alberto viendo hacia afuera del
escenario tras bambalinas- Es hora de volver a ser El Príncipe Endemoniado,
no hay porque temer. Tienes que hacerlo bien, estás representando a tu
semestre, demuestra que puedes. ¡Vamos! ¡Vamos!
Alberto salió decidido al escenario y varios de los presentes se sorprendieron
de su nueva apariencia. ¿De verdad era el muchachito raro que siempre se
mataba estudiando y que a veces tartamudeaba al hablar?
-De autoría propia- Dijo él con voz fuerte y clara- ¿Lograrás recordar el
mañana?
Y de repente música extraña empezó a sonar, acompañada de un verso
introductorio que él había grabado a manera de presentación.
Y el hombre jamás creyó que iba volver
Se creyeron dueños de una tierra que jamás lograron poseer
Ahora él está aquí, está de vuelta
Es el juicio final ¡Y vamos a dictar sentencia!
Ese verso lo había puesto en alusión a su regreso al escenario, nadie lo notó,
solo él lo supo. Entonces comenzó.
¿Lograrás recordar el mañana?
Silbará el viento, anunciará la tempestad
Los ríos descansarán en silencio mortal
Y te darás cuenta de que no hay mañana
En ese instante Alberto se dio cuenta de que su voz había regresado, estaba
declamando como en los viejos tiempos, se esforzó más entonces.
Mañana la vida cerrará las cortinas
La tierra dormirá en paz
En un beso mortal dejará al hombre
Y empezará el juicio final
Te preguntas quien soy yo
Yo soy el empiezo y el final del tiempo
¡Y no! No volveré a morir por ti
Mi sangre derramada ahora será venganza
Tratas de huir
Tu tecnología no sirve aquí
Todo lo otorgado ahora te es retirado
Tal como cuándo rechazaste al pobre
¿Duele no es cierto?
Morir sin poder ver otra mañana…
Cuando termino los aplausos vinieron como de antaño, felicitaciones de
personas que no conocía y sus compañeros de salón se encontraban orgullosos
de él. No le sorprendió para nada ganar el concurso. Fue una noche feliz para
él, aunque el verdadero premio para él, era que tal vez la señorita hermosa
había notado que él existía.
¡El Príncipe estaba de vuelta!
20 Días Después De La Ruptura
-Oye ¿De verdad te vas a enojar por eso?- Preguntó Isaac mientras caminaban
con rapidez a la universidad
-No, no estoy molesto- Respondió Alberto en un tono que reflejaba claramente
su molestia
-No importa, vamos a sacar las pancartas de una vez, la inauguración seguro
ya va empezar
Ese día iba a inaugurarse el Congreso y ese mismo día se suponía que debían
realizar la poesía teatralizada, pero debido a una mala coordinación se había
movido para hacerlo al día siguiente en la noche cultural del evento. A Alberto
no le molestaba el hecho de declamar otro día, le molestaba el hecho de que
Amelia también estaría presente en la noche cultural, estaba haciendo todo lo
posible para evitar verla y ahora debía verla. Lo peor era que ella bailaría en la
noche cultural, a él le encantaba verla bailar. Eso iba a desconcentrarlo mucho.
-¡Lice!- Gritó Isaac a medida que veían a la Lic. Liliana saliendo de la
universidad- ¿No vamos a actuar hoy?
-No, lo siento- Esta vez ella no sonreía como siempre, se notaba molesta y al
igual que su alegría también era capaz de transmitir su enojo
-Lic. Traje todo mi vestuario para nada entonces- Comentó Alberto a manera
de reclamo
-No se preocupen, si fletaron algo yo se los voy a reponer
-No se preocupe Lice- Dijo Isaac- Igual nos tenemos que presentar mañana lo
vamos a hacer bien
Alberto adoraba eso de su amigo, siempre estaba lleno de energía, siempre
dispuesto a hacer cualquier actividad. Él mismo se había propuesto a ayudar
con lo de la poesía. Era una de las cosas que más le llamaban la atención a
Alberto, que él estuviera lleno de vida y energía, sabía que nunca debía
perderlo como amigo. Fue uno de las primeras personas que se preocupó
cuando se enteró que rompió con Amelia, por eso le había sugerido que
ayuden en toda la organización del congreso, así también mantendría la cabeza
ocupada y no pensaría tanto en Amelia.
La licenciada sonrío y siguió su camino, los dos chicos igual, pero Alberto
seguía molesto, eso se notaba en el aire.
-Ya no estés así- Dijo Isaac dándole un codazo amistoso- Vamos a actuar
mañana
-Sí es que traje toda mi ropa en vano- Dijo Alberto- La verdad quería declamar
hoy
-Pero tendremos más tiempo de ayudar a nuestra comisión hoy, hay que
arreglar todavía el salón del que estamos encargado
Alberto asintió y subieron al último piso de la universidad por las pancartas
que debían llevar al salón donde se realizaría la inauguración. La tensión
seguía notándose en el aire, al parecer Alberto también era capaz de contagiar
su mal humor. De verdad quería declamar ese día, declamar era su forma de
desahogarse y ahora se estaba ahogando en un mar de tristeza. Todavía
extrañaba a Amelia y sabía que le afectaría mucho el verla bailar.
Ambos bajaron en silencio con las pancartas y llevaron las pancartas al salón
de la inauguración. Antes de salir del salón, Isaac se acercó a la licenciada que
estaba encargada de la inauguración del evento.
-Buen día Lice- Saludó Isaac- ¿Todavía hay espacio en el programa? Mi
compañero quiere declamar
-¿Qué estás haciendo?-Preguntó Alberto en voz baja
-Tú me lo dijiste una vez, poesía es como hablar para ti, necesitas desahogarte
-Sí- Respondió la licenciada- ¿Cuál es tu nombre y el nombre de la poesía?
Alberto dio todos los datos y los nervios empezaron a consumirle. Esos
nervios que siempre tenía antes de salir a escena, su mente se concentró por
fin en otra cosa y no en Amelia, estaba muy agradecido con Isaac, él mejor
que nadie sabía que Alberto debía desahogar su tristeza y que mejor forma que
en poesía, tenía razón los poemas eran la forma de hablar para Alberto.
Empezó el evento y Alberto trataba de concentrarse en que debía declamar.
Tal vez algo romántico, tal vez algo triste, tal vez algo trágico. Hasta que
ocurrió lo impensable, vio a Amelia parada en la puerta. Llevaba el traje que
debían usar los organizadores. Tantos días tratando de evitarla, de no pensar
en ella y tratar de pensar en otras cosas, para que a la final ella también
estuviera dentro de los organizadores, tendría que verla todos los días del
evento.
De repente anunciaron su nombre y salió al escenario, en ese instante recién se
le ocurrió que declamar.
-De autoría propia- Dijo con voz nerviosa pero tratando de ser fuerte- “Sé
feliz”, con mucho cariño para todos los enamorados, nunca sabes cuándo
puedes perder a quien más amas. Amen ahora, amen para siempre.
Empezó con voz suave pero potente, estaba sintiendo en su piel cada palabra,
cada verso que de su boca brotaba.
No toques triste el piano
Solo recuerda nuestros hermosos años
Recuerda desde el principio
El cómo entre juegos un te amo te susurraba
El silencio observa
Como dos almas gemelas se aman
Y entre llantos no se tocan
Se sufren entre lágrimas se aman
En verdad quería mucho a su amigo, ahí por fin entendió que la amistad era
más valiosa que cualquier amorío.
4 Días Después De La Ruptura
-Hola Albert- Saludó Isaac llegando de pronto- ¿La gente sigue diciendo que
tú y yo estamos locos?
-Sí ¿Por qué? yo estoy muy bien- Dijo Alberto sonriendo ampliamente, quería
aparentar estar bien, Isaac lo percibió de inmediato
-Quisiera nunca haber estado con ella, quisiera que todo volviera a ser como
antes, cuando le molestaba simplemente por molestar
-Nada va a ser igual- Isaac solía ser muy directo a veces- Todo va a cambiar,
creo que lo sabes…
-Pero tal vez todo es para mejorar, tal vez ella no era la indicada
-Quisiera recuperarla…
-Estuve pensando en que debería recuperarla por ti, creo que igual funciona
¿O no?
Siguieron bromeando toda la tarde, ahí Alberto supo que siempre podría
confiar en Isaac, su amistad era verdadera.
201 Días Antes De La Ruptura
26 de noviembre de 2019
Ivette:
Duele separarse, duele demasiado, más si empezabas a formar una vida y una
rutina con tu pareja.
Amelia y yo teníamos una vida en común, amistades en común, gustos en
común. Siempre al salir de la U nos dirigíamos cuesta arriba para tomar
alguna movilidad que nos lleve a la avenida principal de la ciudad. Ella solía
tomar mi mano y apoyarse en mi pecho, solía besar su frente y a veces robarle
un beso. Ahora debo evitar ir cuesta arriba al salir o procurar salir antes de
ella para tomar el transporte.
Evito pasar por la calle en la que sucedió… me duele recordar que ahí ella
supo que la amaba. Desvío mi trayecto y me dirijo por otras calles, aunque
eso me lleva más tiempo.
He dejado de hablar con sus amigos cercanos, ella ha hecho lo mismo. Toda
la historia en común que íbamos construyendo se ha hecho pedazos. ¿Puedes
creer que estaba pensando en dejar de escribir? Pero bueno al final soy
escritor y escribir es como respirar para mí, así que es medio imposible.
Le escribí un poema
Tan Cerca De Mi Lado
Tan lejos te siento
Y junto a mí te tengo
Dime que debo hacer
Para escribirte otra vez
Quiero entregarme a ti
Ser solo tuyo, tuyo y de nadie más
Enredando tu cabello en mis manos
Susurrándote un te amo
Voy a conquistar a mi Ivette. Voy a conquistarte.
57 Días Después De La Ruptura
Alberto encontró esa carta que había escrito hace tiempo. Esa carta que trataba
sobre su Ivette, su musa idealizada. La mujer con la que soñaba noche a
noche. La mujer a la que creía haber amado semanas antes. Poco a poco
empezaba a darse cuenta de que ella no existía, no existía una Ivette como tal
y tal vez nunca existiría.
En su furia agarro la carta y empezó a tacharla por todos lados. Empezó a
reescribirla deformando horriblemente todo lo que había escrito anteriormente.
¿Quién es Ivette?
Ivette es todo para mí. Es felicidad, es alegría, es amor, es candidez, es
dulzura, es ternura y sobre todo ella es una de las razones que tengo para
vivir. ES TRISTEZA, ILUSIÓN TONTA, UN ABSURDO SI QUIERES
LLAMARLO ASÍ. Ella no es una persona como tal, pero sé que un día
NUNCA tomará forma física y JAMÁS me bridará la oportunidad de
conocerla y sobre todo me dará la oportunidad de entrar a su corazón.
Cuando tenía 15 años ERA UN COMPLETO TONTO leí una historia, que
hasta ahora ronda en mi cabeza, acerca de un romance (Me encantan ODIO
los romances) Con muchos conflictos. Recuerdo bien el nombre de la chica.
Siempre va a quedar en mi memoria, Ivette. Ella era buena, tierna, cariñosa,
valiente y una excelente líder. Ella ayudaba a un chico que había sufrido un
accidente automovilístico y lo había dejado sin poder caminar, él era
futbolista y el accidente arruinaba una vida planeada, aparte de que al pobre
muchacho lo había dejado su novia en ese entonces. Él estaba en una
profunda depresión y no se levantaba de su cama por días, muy apenas
hablaba con alguien, pero ella hacía de todo para animarlo a vivir. Era muy
difícil, pero ella no se rendía hizo de todo para que él se levantará. Que el
futbol no era su única opción. UNA REVERENDA ESTUPIDEZ A MI
PARECER.
Un día ella lo escuchó cantar una canción muy hermosa, él tenía una
grandiosa voz. Ivette lo animo a seguir cantando. A ella le fascinaba
escucharlo cantar, al mismo tiempo surgía un amor poco usual entre ellos, un
amor muy hermoso, sublime y ese es el tipo de amor que yo quiero QUE
JAMÁS CONSEGUIRÉ.
No termine de leer la historia y no sé si él logró cantar en un escenario
grande con Ivette a su lado. Ni siquiera sé si terminaron juntos, generalmente
todos los romances que he leído terminan en desventura y me dejan un sabor
amargo. LOS ROMANCES EN LA VIDA REAL TERMINAN IGUAL.
Pero desde ese día juré que iba a encontrar a una chica como Ivette, que se
preocupe por mí como yo lo haría por ella. Que me apoye en mis metas y que
yo le corresponda igual. Que cuando uno de los dos esté por caer el otro lo
sostenga. Quiero una relación especial, en la que ambos nos complementemos
y crezcamos juntos como personas. Quiero a una Ivette. ESTABA PIDIENDO
UNA COMPLETA TONTERÍA, JAMÁS VA A PASAR ESO.
Y no lo sé, algo dentro de mí, me dice que esa señorita de labios finos podría
ser Ivette, JAMÁS SERÍA IVETTE es tan idéntica a como la describían en la
historia. He averiguado un poco acerca de ella y sí tiene muchos puntos a su
favor para ser mi Ivette.
Yo no tengo muchos puntos a mi favor para ser su pareja, no soy muy guapo,
Y JAMÁS LO SERÉ de hecho siempre camino desarreglado. Se me traba la
lengua al hablar con una chica, pero sí tengo algo a mi favor, NO TENGO
NADA A MI FAVOR puedo escribir y expresarme de manera muy dulce en
mis escritos. En mis escritos realmente puedo expresarme tal como soy, la
poesía es mi forma de hablar y sé que puedo conquistarla, o por lo menos no
quedarme con la duda de saber si puedo o no…
NADIE ES IVETTE, NO EXISTE. NO EXISTE UNA MUJER PERFECTA. NO
EXISTE LA MUJER CON LA QUE ESTOY SOÑANDO. TODO ES UNA
COMPLETA MENTIRA.
En cuanto termino de desahogar su rabia contenida en el papel, empezó a
llorar amargamente. Era uno de sus escritos más valiosos y por unas rabietas
de niño pequeño lo había arruinado. Empezó rápidamente a escribir de nuevo
la carta. No podía dejar que impulsos así siguieran destruyéndolo.
Se tenía que levantar.
78 Días Antes De La Ruptura
18 de julio de 2019
Ivette:
Me siento nervioso, ansioso, feliz. Siento una maraña de emociones dentro de
mí. Hoy en la noche voy a declamar algo romántico. Sí ya sé, no soy muy
bueno en declamando ese tipo de poemas, pero quiero intentarlo de nuevo.
Cuando empecé a declamar solía declamar solamente poemas románticos,
hasta que me enamoré, me rechazaron y empecé a odiarlos, pero ya ha
pasado mucho tiempo de eso y quiero recordar viejos tiempos.
Esta última semana ha sido muy atareada. Se está llevando el “1er Coloquio
Internacional de Lingüística” y a Isaac se le ocurrió la excelente idea de
ayudar en la organización (¡A ese chico le encanta meterse en todo!) y sí ha
sido genial. Hoy se realizará la noche cultural del evento y voy a declamar. Sé
de buena fuente que Amelia estará ahí (Sí, así se llama la señorita de labios
finos)
Sigo pensando que ella podría ser tú. Quien sabe tal vez por fin has decidido
tomar forma física y aparecerte en mi vida, así que considero que debes saber
que yo existo, que mi intención contigo es vivir uno de los romances más
hermosos y duraderos de la historia. Así que esta noche quiero que sepas que
estoy aquí, que sepas que mi corazón podría ser para ti.
El teléfono de Alberto sonó de pronto y él dejo de escribir, era Camila. Era
extraño hace días que ella no contestaba sus mensajes. Ella le había enviado
uno ahora.
-Alberto- Decía el mensaje junto a un emoticón de una carita triste
-¿Qué pasó?- Respondió de inmediato Alberto
-Me siento sola y triste…
Alberto empezó a sentirse confundido. Generalmente ella no estaba triste y
tenía un montón de amigos ¿Se sentía sola? ¿Triste? No tenía sentido, tal vez
algo muy malo pasaba.
-No entiendo- Escribió Alberto- ¿Está todo bien?
-No, tengo muchas ganas de llorar, todo parece triste a mí alrededor
-¡Nada de llorar!
-Es que peleamos él y yo…
Alberto no necesito ver los siguientes mensajes. Ya entendía todo, empezó a
sentirse molesto con quien era su novio en ese entonces. Hace semanas que
ambos estaban peleando, pero a ella no parecía afectarle, al parecer todo había
estallado en esa semana. Él quería demasiado a su auxiliar y no quería verla
triste por nada del mundo.
-¿Vas a estar bien?- Tecleo Alberto después de leer todas las razones por las
que habían estado peleando
-Sí- Respondió ella- Solo que no sé porque me duele, sabía que algún día
íbamos a terminar, nada es para siempre…
A Alberto no le agradaba su forma de pensar. Él sí creía en un “Para siempre”
Aunque ella le había hecho ver que en estos tiempos era difícil encontrarlo, así
que ella misma le había recomendado estar listo por si las cosas se ponen
difíciles en una relación. Ese concepto le había estado dando muchas vueltas
en su cabeza los últimos días. Aunque ahora que lo veía, ni ella misma estaba
lista para cuando termine una relación. De todas formas no quería verla triste,
no sabía que hacer hasta que por fin se le ocurrió.
-Ven a la noche cultural de hoy- Escribió él- Declamaré para ti, para que ya no
estés tan triste
Y ahora ahí estaba él. Detrás del telón con un poema que había compuesto
horas antes, había ensayado poco, pero que estaba cargado de un cariño
profundo. Tal vez no existía un para siempre romántico, pero podría existir un
para siempre amistoso.
Antes de salir acomodó de nuevo la rosa que había enganchado a su sombrero
de caballero antiguo, se abotonó de nuevo el chaleco del traje e hizo girar
elegantemente su rosa. Iba a declamar un poema para que Camila deje de
llorar. En cuanto salió sus nervios empezaron a consumirle demasiado. Ahí
estaban licenciados, magísteres y doctores, la mayoría extranjeros. Atrás
Amelia y algunos amigos suyos.
-De autoría propia- Comenzó él- Lloran Sus Hermosos Ojos dedicado para
una bella dama que siempre me escucha y me aconseja, además de soportar
mis mil tonterías
Y ese día que hablo el silencio
Vi esos hermosos ojos, alzarse al cielo
Junto con su cabello color de la noche revolotear en el viento
Solo deseando que sus ojos fueran para mí
Pero...
¡Lloran! Lloran sus hermosos ojos
Aquellos ojos que me cautivan cada vez más
Busco un verso que le llegue al corazón
Quiero que aquel verso termine con su dolor.
A la luz de la luna
Busco algún verso para que deje de llorar
Busco descifrar ese embrujo que se esconde en su mirar
Quiero que unas letras la hagan sonreír
Si ella ha de llorar
Es mi alma de poeta el que se ha de quebrar
Deja esa tristeza que hoy te embarga
El día muy lindo ha de estar
Sal y ven conmigo a volar en las letras que te compuse hoy
Te he comprado mil rosas, listas para tu hacerte feliz
¡Ven aquí conmigo! ¿O acaso yo voy?
Fabricaré un nuevo mundo de versos para verte sonreír
Sé que solo soy un poeta ¡Un poeta!
Que busca tu sonrisa tras mil versos
Esperando que dejen de llorar tus ojos hermosos
Estoy aquí arrodillado ante ti, para siempre
¡Es una promesa!
Al terminar el poema, vio como la mayoría le miraba bastante conmovidos.
Incluso los doctores, algunos habían agarrado sus cámaras para grabar ese
bello momento. Incluso escuchó a uno de los doctores decir que se lo
dedicaría a su esposa en cuanto volviera a su país. Pero lo que más le
importaba a Alberto era que su amiga de verdad dejará de llorar.
7 Días Después De La Ruptura
-¿Cami puedo llamarte?- Escribió Alberto por su teléfono, necesitaba el apoyo
de su amiga en esos momentos
-Estoy algo ocupada ahora- Respondió ella- Lo lamento
-Termine con Amelia…
-Lo sé, creo que todos ya lo sabemos, pero te dije que no te enamorarás. Te
dije que a esta edad nada es para siempre
-No quería creerte, no quería creer a nadie. Creía que tal vez podía tener algo
bonito y duradero
-Tú solito te lastimaste… solo espero que pronto te pongas mejor
-No sé, esto duele harto, duele más de lo que pensé que iba a doler ¿Por qué
duele tanto?
-Porque te enamoraste y tú mismo lo dijiste, creíste que funcionaría. Querías
con toda tu alma que funcionará, la idealizaste tan perfecta que creíste que no
te fallaría y te falló, sé que duele, pero va a pasar. Trata de distraerte con algo
ya no pienses en ella, hablamos luego.
Alberto se sentía cada vez peor. Camila tenía razón, había idealizado tan
perfecta a Amelia que estaba convencido con toda su alma que no iban a
terminar jamás. Incluso por su mente pasaba el hecho de que tal vez llegarían
a casarse. Era casi obvio que iba a sufrir.
-No tengo ganas de nada- Escribió Alberto- Ni siquiera de escribir, estoy
pensando seriamente en dejar de escribir
Era en serio. Había empezado en serio a manejar la posibilidad de dejar de
escribir, de subirse a un escenario y terminar de quemar todos sus escritos.
Todo eso le recordaba a Amelia. Antes escribir le ayudaba a superar cualquier
problema, pero ahora no, solo le lastimaba más.
Se levantó de su cama y sacó todos los cajones que contenían los escritos en
su niñez y adolescencia. Los leyó cada uno con detalle y según él todos
estaban muy mal escritos, su mente le decía que jamás a nadie le iban a gustar
sus escritos. Eran una muy mal imitación de otros autores a su parecer.
Encontró una vieja anotación de su diario de cuando tenía 16 años.
Cuando estás con el corazón roto, todo a tu alrededor parece triste, parece
que siempre va a llover, aunque esté haciendo sol. Parece que nunca va a
amanecer y que siempre estarás en un oscuro anochecer. Pero recuerda
siempre amanece, siempre pasa la tormenta.
Eso le estaba pasando a Alberto, parecía que su dolor iba a ser eterno. Que
nunca iba a amanecer para él.
Siguió revisando sus viejos diarios y encontró el de cuando tenía 13 años, en
la primera página decía una curiosa inscripción.
Si te sientes triste ¡Ponte a Escribir!
Como quería decirle al Alberto de 13 años que llegaría un día en el que eso ya
no le ayudaría. Que escribir le iba a doler, pero decidió hacerle caso. Escribir
un último poema, a manera de despedida.
Ya No…
Está lloviendo
No sé qué es lo que está pasando…
Me siento muy solo y frío
Yo al escribir ya no sonrío
Me subo al escenario
Con rosas y versos en la mano
¡Qué sorpresa! He escrito otro poemario
Ya no puedo más con esto…
Escribo porque debo hacerlo
No calma, no sana, solo lastima
Las letras y versos hoy me saben mal
Solo quisiera las letras dejar…
Ella
Ella es perfecta a mis ojos y a los ojos de cualquiera. Es de piel blanca y muy
suave. Tiene los ojos más hermosos que hayas visto jamás, cada vez que la
veas quedarás hechizado al verla, su pelo es suave como algodón. Siempre
viste de forma sencilla, pero yo la veo como una diosa hermosa, no importa
que lleve puesto siempre se verá hermosa.
Pero no es solo su belleza lo que me hace interesarme en ella. Ella es muy
buena, siempre se ha preocupado por mí, trata de que sea mejor en el futuro,
me da fuerzas necesarias para continuar con el hoy y esperar ansioso el
mañana. Me pregunta si he comido bien, si he tomado las pastillas de cada
mañana junto a un buen desayuno. Me ayuda a organizar mis desastrosos
papeles. Es muy amable y cariñosa con los animales, siempre está
ayudándolos y con saber eso, sé que ella es una buena persona. Se preocupa
por otros antes que ella, pero al mismo tiempo sabe defenderse, grita si es
necesario, reclama y pelea por lo que es justo. La adoro tanto.
Diría que la amo, pero ella nunca correspondería a mi amor. Aunque no lo
parezca me lleva varios años encima, ella ha sido mi guía durante este último
año y espero encontrar a una mujer igual que ella para amar…
Solo sonríe…
Solo siente….
Solo sé feliz
Solo vive…
¡Vive!
58 Días Antes De La Ruptura
Alberto seguía intentando peinarse. Su cabello era muy rebelde, rara vez solía
peinarse (Algo muy raro en un varón). Solo lo hacía si consideraba que iría a
un lugar o evento importante. Ese día era importante, era 6 de agosto,
aniversario de Bolivia, tenía que desfilar. Por eso es que estaba haciendo todo
el esfuerzo del mundo en dominar sus cabellos.
-¡Vamos!- Se dijo viéndose al espejo- Por primera vez en tu vida ¡Acomódate!
¿Qué pasa si Amelia te ve vestido como un desastre?
De pronto río para sí mismo ante ese comentario. No se estaba peinando por el
desfile, sino que era por ella. El desfile era una buena excusa para tratar de
ponerse guapo sin que nadie se le quede viendo como bicho raro por haberse
arreglado. Esperaba que Amelia lo notase, poco a poco se le había acercado
para ir ganando su amistad, ella era bastante amable con él. Sabía que ella era
buena persona, pero esperaba conocerla más, saber realmente como era ella.
Se dirigió hacia su armario y se quedó viendo, por varios minutos, sus dos
trajes. ¿Cuál debía usar? El negro que su padre le había heredado, el cual le
quedaba algo ancho pero a la vez se veía elegante, o el azul que había sido
hecho a su medida mientras estaba en la promoción. Le incomodaba mucho el
azul porque había sido hecho muy ajustado y a su medida, pero le hacía ver
guapo. Eligió el azul. Tomó su saco negro recién planchado y salió de casa. En
su mente como siempre se iban tejiendo un montón de saludos por si ella lo
saludaba.
-Hola
-Señorita ¿Cómo está?
-Buenos días estás muy linda hoy
-Hola Amelia ¿Cómo estás?
-¡Amelia! Te ves linda hoy
A veces solía pensar que es lo que ella le había hecho para que piense tanto en
ella. Que ella siempre esté en sus motivaciones. Que siempre trate de ser
mejor por ella. Era algo extraño, pero a la vez bueno. Parecía ser que el amor
daba una fortaleza extraña. Fortaleza que le ayudaba a ser mejor persona.
Eso lo hizo sonreír mientras caminaba a la parada de minibuses. Alberto debía
tomar como tres de ellos para llegar al lugar del desfile. Se fijó la hora, ya iba
tarde, no le importó, los desfiles siempre empezaban tarde. Eso era una muy
mala costumbre ya de todo el país.
Mientras viajaba hacia su destino, él solía escuchar música. Le encantaba la
música rock. Él solía decir que esas canciones rock tenías las más hermosas
letras del mundo, algunas de ellas incluso le inspiraban a crear poemas. En
esas fechas le había agarrado gusto mucho a una canción en especial “Niamh”
de una banda no muy conocida por ahí “Celtian” El ritmo era bastante
pegajoso, una perfecta mezcla de guitarras eléctricas, baterías, flautas y gaitas.
Amaba ese tema, pero no por su ritmo, sino por su letra, era verdaderamente
motivadora e incluso podría decirse que romántica y eso le encantaba a
Alberto. Siempre lo había dicho, la mujer con quien debía casarse debía
gustarle ese tipo de canciones.
Llego al desfile de bastante buen humor, buscó a sus compañeros y para su
buena suerte halló de inmediato a un grupo de señoritas, entre ellas Amelia.
Rápidamente oculto sus nervios y se les acerco.
-Hola- Dijo poniendo una media sonrisa- ¿Cómo están? ¿No ha llegado mi
mascota digo Isaac?
Todas las chicas rieron ante la broma
-Albert- Saludó Amelia- No, no lo vi, solo nosotras llegamos
Alberto la vio rápidamente de pies a cabeza. Estaba hermosísima, su traje de
color negro realzaba muy bien sus formas femeninas, era inevitable no verla.
-¿No tienen frío?- Preguntó Alberto al notar que las chicas temblaban
-Algo… -Respondió una de ellas
-¡Vamos al sol!- Propuso y ella la siguieron, tardaría mucho todavía en
empezar el desfile, definitivamente era una mala costumbre
Ya en el sol, las chicas se pusieron a hablar de mil cosas, de sus compañeras,
de los docentes, de su anterior semestre. Alberto otra vez sentía que no
encajaba, ese era un mal defecto suyo. Decidió permanecer callado y sacó sus
audífonos. Todavía le obsesionaba la canción de Celtian.
-Me gusta esa canción- Comentó de repente una voz femenina
Alberto entonces recién percibió que las chicas ya no estaban. Lo habían
dejado solo con ¿Amelia? ¿Le gustaba…?
-¿Te… te gusta la canción?- Preguntó Alberto tratando de ocultar su asombro
-Sí, es de Celtian ¿No? Me gusta ese tipo de música
-¿Rock?
-Sí, es hermoso
-Tienen las letras más hermosas de todo el mundo
-¡Exacto!
De repente se había abierto una puerta, la puerta que los separaba entre
conocidos y amigos. Alberto por fin había hallado la llave correcta. Esa
canción era la llave correcta, tal vez por fin podría conocer realmente a
Amelia. Siguieron hablando de diferentes temas, tenían una química única al
hablar. Eso le encantaba a Alberto, con ella se sentía en completa confianza
-Escribo poesía- Comentó de repente Alberto- Ya sé, es raro que un chico
escriba poemas
-No- Respondió ella sonriéndole- Me parece una forma linda de expresar
sentimientos, te vi en el coloquio, declamas genial
Eso dejo sin palabras a Alberto ¿Ella lo había visto? Era increíble, por fin le
servía de algo la poesía.
-Sí me encanta declamar, me gusta ese tipo de arte
-Por cierto ¿Para quién era el poema?
-Para nadie, era para alguien que jamás me hará caso
-¿Quién? ¿Está en el curso?
-Puede ser, sí… le he escrito algunos poemas ¿Los podrías leer? Te los
enviaré a la noche
-Sí con gusto
-Okey ¡Oh mira ya empezó el desfile! ¡Vamos!
-Espera ayúdame, vine con tacos me es difícil caminar
-¿Quién te dejo que vengas con tacos?
-¡Qué malo!- Dijo ella y sin preguntar se apoyó en Alberto quien trataba de
disimular con todas sus fuerzas el nerviosismo que sentía. El tacto de Amelia
le causaba sensaciones indescriptibles, propia de tal vez estar enamorado.
Siguieron hablando y riendo en medio del desfile. Alberto jamás olvidaría ese
día, el día en que la música tal vez le abriría paso hacia un hermoso romance.
8 Días Después De La Ruptura
…Sígueme y los cielos se harán eco de este gran amor. Junto a mí, el sol
siempre brillará. Reinarás en mi corazón. Sígueme y los astros sellarán con
su danza nuestra unión. Tú serás eternidad mientras suene mi canción…
Mientras sonaba la canción que un día le dio felicidad, Alberto intentaba
peinarse. Su cabello seguía siendo tan rebelde como hace algunos meses. Solo
que ahora era un poco más largo y más revoltoso. Quería peinarse, ese día se
llevaría la elección de miss y míster en su universidad. Aunque Alberto no
aprobaba esos concursos de belleza, se le apetecía ir. No por el concurso, sino
por Amelia. Había pasado toda la noche escuchando esa canción. La canción
que le recordaba a su amada.
-¿Y sí la puedo recuperar?- Pensó mientras veía las estrellas a ver sí así le
llegaba el sueño, pero nada funcionaba, ya llevaba toda una semana sin dormir
bien. Todos los días era un completo tormento. Extrañaba demasiado a Amelia
y le era imposible estar tranquilo.
-Pero ¿Y sí puedo recuperarla?- Pensó de nuevo con optimismo, mientras
recordaba la primera vez hicieron clic. Recordó como en ese desfile hablaron,
jugaron y rieron, fue un lindo día, en el que conocieron más del otro. Se
llevaban muy bien, parecía que se conocían de años. Fue un lindo día. ¿Y sí él
podría hacer que se repitiera el mismo día?
Intento llenarse de optimismo y volvió a intentar peinar su cabello. Lo
consiguió, mientras repetía viéndose al espejo “Hoy va a ser un buen día”.
Volvió a ver sus dos trajes ¿Iría con traje? No lo veía adecuado, pero quería
revivir ese día, entonces tomó su saco largo negro que usó ese día y salió de
casa, sonriente, quería recuperarla, no aceptaba que hubieran terminado.
Una vez que tomó el minibús que lo llevaría al concurso pensó:
-Hoy me mostraré activo, sociable, sonriente, propio de esos eventos. Me
acercaré a Amelia como si nada hubiera pasado. Todo va a salir bien
Mientras viajaba puso música, sus canciones favoritas ya eran otras en ese
tiempo. Había descubierto una preciosa balada de otra de sus bandas favoritas
“Débler” se titulaba “Me perderé en tu cuerpo” la canción hablaba de
recuperar un amor perdido, parecía que había sido compuesta precisamente
para que Alberto recuperará a Amelia. Siempre que la escuchaba pensaba en
ella.
-Si logró hablar con ella- Dijo en voz baja para sí mismo- Se la dedico
Mientras escuchaba la canción su mente le llevaba a imaginar cosas hermosas
que podrían pasar durante el resto del día. Se imaginaba a sí mismo llegando
al coliseo donde se llevaría el concurso. Amelia estaría rondando por ahí, tal
vez ayudando en organizar su carrera, propio de una líder. Se imaginaba
saludándola como de antaño y ella respondiendo con una sonrisa su saludo, se
imaginaba junto a ella después sentados en algún lugar del coliseo viendo el
hermoso espectáculo que habría organizado la universidad. Riendo, jugando,
acariciando su cabello. Evitando a toda costa el tema de la ruptura, como
comenzando de nuevo. Hablarían normalmente como de antaño, después del
evento él le ofrecería ir por un café después. Ahí le diría con calma que la
extrañaba y le haría escuchar la canción. No aguantaría más y le daría un beso.
¡Mucho optimismo para un día posiblemente malo!
Llego al coliseo y había una fila larguísima para entrar. Después de más de mil
protestas y renegar largos minutos, logró entrar. Ahí estaba Amelia, ayudando
en la organización, pero de mal humor, al igual que toda su carrera, les habían
dado un espacio estrecho como para que entre toda la carrera. Alberto intentó
saludarla en más de tres ocasiones, ella lo ignoró, no puedo mostrarse ni activo
ni sonriente. Espero a que ella se quedará sola por un momento para abordarla,
no lo hizo. Olvidó sus planes de ese día y se colocó los audífonos escuchando
a cada momento la misma canción.
…Me perderé en tu cuerpo y allí me encontraré, pues solo con tus besos el
cielo acaricie. Si tú te vas, mi voz se irá, no volveré a cantar…
Y la voz de Alberto de verdad se iba…
49 Días Antes De La Ruptura
Los canarios le cantan a la mañana y adornan con sus cantos mis
amaneceres. El sol brilla como nunca antes había brillado, existe una que
otra nube que adorna el cielo. Camino lento para disfrutar del suave olor a
lavanda que destilan las mañanas, todo me parece hermoso, propio de estar
sintiendo un torbellino de emociones dentro de mí. Felicidad, nervios,
ansiedad, alegría. Estoy enamorado. Estoy enamorado de la mejor mujer del
mundo a mis ojos. Estoy enamorado de Amelia.
Alberto caminaba pensando en esas palabras. De verdad todo le parecía
hermoso. Todo le parecía que iba marchando bien. Cada mañana al llegar a la
universidad él siempre buscaba entablar una charla con Amelia, charlas que
adoraba tener.
-¡Señorita!- Solía saludarla él con voz clara y fuerte, en un tono que solo usaba
con ella- ¿Cómo está? ¿Durmió bien?
Acto seguido solía jugar con su cabello y ella solía sonreír. La molestaba con
el único motivo de hacerla sonreír. Amaba esa sonrisa tan cautivadora.
-Hola Albert- Respondía ella, le encantaba acortar su nombre- Dormí bien ¿Y
tú?
-Bien, creo, no sé me pasé toda la noche escribiendo otra vez
Ella había leído varios de sus poemas y le encantaban, se lo había dicho en
muchas ocasiones, al igual que le dijera para quién eran todos esos versos.
-Es para alguien muy especial- Respondía él tratando de darle celos
-¿Para quién?- Exigía ella- ¡Dime!
-No es el momento…
Solía imaginarse que un día le diría que todo lo que escribía era para ella. Que
esos versos los inspiraba ella, pero siempre le detenía la reacción que
posiblemente tendría ella. ¿Buena? ¿Mala? No lo sabría hasta que algún día se
atreviera, esperaba que un día el valor llegará a su cuerpo y lo hiciera.
Todas las mañanas después del saludo siempre iban acompañadas de algún
juego en el que implicará tomarse de las manos. Esa era la parte favorita del
día de Alberto, enlazar entre sus manos, las manos tan suaves de Amelia. Se
estaba enamorando cada día más. Cada día se le veía más sonriente, más
activo, más participativo, dejaba de ser ese chico callado y poco sociable para
volverse un muchacho muy diferente. Ella lo inspiraba a ser mejor.
Durante todo el día él solía molestarla cariñosamente y a ella le agradaba eso.
Se lo había dicho. Siempre buscaba cualquier forma de acercársele, le
encantaba estar junto a ella. Si hacían algún trabajo en grupo siempre uno
buscaba al otro, hacían una buena pareja.
Al finalizar las clases, se iban juntos, debían tomar el mismo minibús que los
llevaba a la avenida principal de la ciudad. Durante el trayecto hablaban de un
montón de cosas, de sus gustos, historias vividas… Muchas cosas, podían
pasar horas hablando de un mismo tema. Solo a Alberto no le agradaba que
ella a veces hablara de su ex novio. Ella parecía todavía sufrir por ello. Así
que trataba de cambiar de tema de inmediato y la sonrisa en ella volvía
automáticamente. Era feliz con solo ver esa sonrisa.
A veces solía regresar a la universidad para trabajar en el instituto de
investigación. Se había adscrito al proyecto de Violeta, junto con Isaac,
después del viaje a Tiwanaku. Ella era una persona muy agradable y poco a
poco iba convirtiéndose en una muy buena amiga de Alberto.
-¡Hola Violeta!- Solía saludar él cuando llegaba, siempre de buen humor, le
encantaba trabajar con ella- ¿Empezamos ya? ¿Isaac ya llegó?
-¡Alberto!- Saludaba ella- Sí empecemos, Isaac se quedó en la U esperándome
Solían empezar a trabajar entre los 3, a veces de manera seria, otras de manera
divertida. Realmente era una actividad muy relajante para Alberto. A veces
solía aparecerse el Lic. Salvador siempre con alguna broma. Ese ambiente era
el que le encantaba a Alberto.
Después de salir del instituto solían ir a comer. Otras veces Isaac y él se
quedaban por los pasillos de la carrera, conversando con conocidos o
molestando a alguien. Era divertido, Alberto dejaba de ser serio y acompañaba
a Isaac en cada una de sus locuras.
Ya cuando era tarde Alberto solía retirarse a su casa, Llegaba cansado, pero
siempre con ganas de hablar con Amelia por Whatsapp. Para él era adecuado
el escribir por esa aplicación, le salían las palabras con mayor facilidad.
Algunas veces él le mandaba poemas, ella preguntaba para quién era y él
tecleaba instantáneamente que era para ella, pero jamás presionaba la tecla
enviar. Aunque esa noche decidió mandarle un poema que llevaba en secreto
su nombre.
A Ella
A ella cada noche le dedico un montón de versos
Mi alma entera le entrego
Espero con ansias de ella un te quiero
La deseo con mi alma y mi cuerpo
¡Vamos mírame!
Aquí estoy peleando por su vida
De su amor yo no tengo salida
A ella es quien honro con poemas y mi vida
Y Alberto presionó el botón enviar con la esperanza de que note que su
nombre estaba escrito por todo el poema.
60 Días Después De La Ruptura
Los canarios están chillando otra vez y no me dejan dormir, otra vez. El sol
brilla incandescentemente, hace que las personas se muevan más lentas y
aletargadas de costumbre, a veces se le ocurre llover a esas nubes negras
horrendas. Camino con velocidad para no tener que olfatear el olor horrible a
humo y caucho que dejan los automóviles de la ciudad, todo me parece
horrible, propio de estar sintiendo un torbellino de emociones dentro de mí.
Tristeza, nervios, ansiedad y odio. Estoy enamorado de la mujer que partió mi
corazón. Estoy enamorado de Amelia.
Alberto caminaba pensando en esas palabras, todo había cambiado en esos
meses. De estar muy enamorado, había pasado a estar devastado. Amaba a
Amelia y estaba más que convencido que ella no. Eso podía comprobarse
tranquilamente con su indiferencia hacia él. Por más que cada mañana tratará
de hablarle, Amelia simplemente hacía que no lo conocía, era natural, ya no
eran nada. Ni siquiera amigos.
Él llegaba a la universidad con pocos ánimos, a veces se cruzaba con ella en el
minibús, ambos se ignoraban. Eso lo ponía de peor humor. Creía que el
encierro en su casa de dos semanas por los conflictos nacionales le habría
ayudado a olvidarla, sucedió todo lo contrario, la amaba más.
Al principio se había convencido a sí mismo de recuperarla otra vez, pero
definitivamente ella no quería saber nada de él. Incluso alguien ya le había
dicho que ella ya tenía un novio para esas alturas.
Ya no se hablaban en las mañanas y Alberto evitaba a toda costa usar el saludo
de “¡Señorita!” Con alguien. Aun lo tenía reservado para Amelia por si algún
día volverían a hablar.
Él ya no escribía poemas, se estaba dedicando a escribir una novela sobre una
historia de fantasía. Además ya no tenía a quien escribir. Escribía poco o casi
nada en su diario, ya no hablaba con Ivette, es más, casi ya no hablaba con
nadie, otra vez.
Ya no se buscaban para hacer algún trabajo en grupo, él recurría a su confiable
amigo Isaac y a ella a alguna de sus amigas. Rara vez se hablaban, a ella no le
gustaba cruzar más de dos palabras con él. A él tampoco parecía apetecerle
hablar con ella. Trataba de aparentar que no, era imposible.
Al finalizar las clases él esperaba que ella saliese primero o quedarse hasta
tarde en la universidad, todo con tal de no chocar en el transporte de nuevo. Lo
bueno era que a Violeta le había dado por llegar temprano al instituto de
investigación y solían ir a almorzar juntos. Eso le hacía olvidar por momentos
la ruptura.
-¿Estás bien?- Solía preguntar ella cuando se daba cuenta de que Alberto no
estaba nada bien
-Sí, algo- Respondía torpemente él- No importa, voy a estar bien, algún día
¡Vamos a comer!
Alberto solía fingir una energía que ya no tenía, todo por tratar de aparentar
que nada le estaba pasando. Solo Violeta lo notaba, pero guardaba silencio, no
quería incomodar a Alberto y empezaban a hablar de otras cosas.
Él trabajaba con lentitud en el instituto. Aunque se esforzaba en mantener la
calma, no lo lograba. De repente se ponía triste y serio. El ambiente seguía
siendo igualmente de agradable, pero él estaba tan irritable que no parecía ser
el mismo. Ya no salía tan relajado del instituto.
Ya no apoyaba a Isaac en las bromas de siempre y se iba velozmente a casa.
Escuchaba música triste en el camino. Su favorita era “Jamás” de Rubén
Kelsen el vocalista de su banda favorita, “Débler” pocos conocían esa canción,
tal vez solo él, pero la amaba, le recordaba a su Amelia.
Por las noches se dedicaba de lleno a escribir su novela, pero de vez en cuando
saltaban a la vista guiños a su historia con Amelia. Odiaba eso, pero tampoco
buscaba la forma de cambiar esos guiños.
Ese día se cansó y decidió escribir un poema más para evitar más errores
dentro de su novela.
Sin Ti
He rotulado tu nombre en mi cuaderno
Ya es el quinto cuaderno que lleno con mis versos
Letras que jamás leerás
Y yo sigo aquí, ya no puedo más
Y nuestros sueños
Se harán realidad
Y a tu corazón lo alejaré de la soledad
De él yo seré dueño
Sit down
And watch the show
But first, don't forget me
I bought you flowers
First Act
Two lovers will dance
He loves her more than she
Never existed a us
Second act
He doesn't stop to cry
But he smile yet
She drove him to madness
Third act
It Will Start now
I am cold like december snow
Of your body i will drink all your blood
¡SMILE!
Traducción:
¡Sonríe!
Empezará el acto
¡Sonríe!
Tú rompiste mi corazón
Siéntate
Y mira el espectáculo
Pero, primero no me olvides
Te he comprado flores
Primer acto
Dos enamorados bailarán
Él la ama más que ella
Nunca existió un nosotros
Segundo acto
Él no para de llorar
Pero aún sonríe
Ella lo ha conducido a la locura
Y él sonríe aún
Él sonríe aún
Sonríe aún
Sonríe, ¡Sonríe!
Tercer acto
Empezará ahora
Soy como el frío de diciembre
De tu cuerpo beberé toda tu sangre
¡Sonríe!
Recuerda y Acuérdate
De quien quiso nombrarte princesa
Y ni el título de príncipe se ganó
Acuérdate de quien más te amo
Recuerda y acuérdate
De quien quiso escribirte mil y un versos
Y hasta escribir olvido
Olvida que quise adornarte
Recuerda y acuerda…
23 Días Antes De La Ruptura
Alberto se encontraba sentado en uno de los asientos de su clase, en silencio,
sin atender al docente. Se seguía sintiendo profundamente triste por el no que
le había dado Amelia. ¿Por qué siempre pasaba algo así cuando él se
enamoraba? ¿Por qué siempre llegaba tarde?
-Alberto voy al centro de estudiantes- Comentó Isaac de repente- ¿Vienes?
-No- Respondió Alberto, dándose cuenta, recién, de que las primeras clases
habían acabado- Ve tú, voy a quedarme aquí
-¿Seguro? El lice tardará en llegar
-Lo sé, pero igual voy a escribir un ratito
-Bueno
Alberto sacó su cuaderno de poema y empezó a escribir un poco. Los últimos
días había decidido que empezaría a escribir una novela. Le encantaba las
novelas de fantasía y sobre todo de nuevo le había empezado a gustar el
género de superhéroes, esperaba hacer algo con ello. Ya no quería escribir más
novelas románticas en mucho tiempo. Empezó a bosquejar breves conceptos
de su historia. ¿Escribir sobre un héroe? Ya había demasiados héroes ¿Un
villano? Eso sonaba atractivo, tenía a un perfecto villano en mente, llamado
Edward Cries. Edward era un radialista, al que le habían jugado muchas
bromas, lo había perdido todo de la noche a la mañana, por culpa de malos
gobernantes que causaron la destrucción de sus ciudad y por eso había
enloquecido, aceptando la ayuda de un demonio para vengarse. ¿Sería una
buena historia? No lo sabría hasta que la escribiera.
-Hola Albert- Saludó de repente Amelia- ¿Qué estás haciendo?
-Escribo un poco- Respondió Alberto poniéndose nervioso- Me relaja
-Lo sé- Dijo ella mientras buscaba de forma cariñosa la mano de Alberto-
Perdóname por lo que pasó el otro día
-No te preocupes, no pasó nada, espero que todo pueda volver a ser como
antes
-Sabes que nada volverá a ser como antes
-¿De qué estás hablando?
-Tú y yo tenemos que hablar, de nuevo, esta vez bien…
-¿Hablar?
-Sí… si sigue en pie tu propuesta
-¡Sí! ¡Claro! ¿Tomaste una decisión?
-Así es
-¿Qué decidiste?
-Te lo diré después, no te preocupes, todo está bien
De repente las esperanzas volvían a Alberto ¿Y si le decía sí? Todavía
anhelaba eso, sería un sueño hecho realidad. Si le daba el sí, se esforzaría de
verdad porque ese sí dure toda la vida. La amaba, estaba convencido de eso.
Que importaba ya su ex novio, él podría conquistarla, Alberto podría hacer
que ese sí, dure para toda la vida.
Las clases transcurrieron con bastante rapidez para Alberto y al salir se fue
con Amelia. Esperaba con ansias que le diga su respuesta definitiva.
-¿Lo pensaste bien?- Preguntó Alberto
-Lo pensé mucho todos estos días- Respondió Amelia sonriéndole
-¿Y qué decidiste?
Ella lo miró a los ojos con firmeza, Alberto sabía muy bien que ella no podría
mentirle de esa forma y se lo dijo.
-Alberto, he pensado mucho en lo que me propusiste y mi respuesta es sí. No
sé cuánto pueda durar esto, pero no quiero dejar pasar esta oportunidad que me
da la vida para ser feliz contigo
-¿Sí?- Preguntó Alberto incrédulo aún- ¿De verdad?
-Sí Albert
Alberto la abrazo fuertemente. Lo había logrado, por fin lo había logrado.
Tenía a la mujer de sus sueños, por fin. Su sueño por fin se había hecho
realidad y no podía sentirse más feliz por eso.
Entonces Alberto recién lo recordó. Hace bastante tiempo cuando él todavía
era actor, le habían regalado dos anillos idénticos, para usarlos en pareja, se
los había dado un maestro suyo, bajo la promesa que solo los usaría con la que
él consideraría la mujer de su vida.
-Este es mi anillo más importante- Comentó Alberto mientras se sacaba el
anillo de la mano izquierda, solía usarlo casi siempre- Quiero que lo tengas,
me hicieron prometer que solo lo usaría con la mujer perfecta. Tú eres la
mujer perfecta para mí
-Gracias- Respondió ella de forma muy tierna, mientras lo abrazaba
Alberto haría lo que sea con tal de que ese amor dure para siempre.
48 Días Después De La Ruptura
19 de noviembre de 2019
Ivette:
Tengo suerte de estar vivo. De verdad tengo mucha suerte, casi muero hoy,
no, morir no, casi me matan hoy.
Tengo las piernas entumecidas todavía de tanto correr. Los hombros me
duelen demasiado y todavía todo me sabe a caucho, pero necesito escribir, no
puedo dormir. Ya casi será media noche y he dormido entre cortado.
Estos días están siendo terribles, hay movilizaciones por todas partes. La
renuncia del presidente ha causado un verdadero caos en Bolivia. No hemos
salido de casa desde que renunció, todo se siente diferente, no pensé de
verdad que esto llegaría a tanto. Quieres escuchar lo que pasó ¿No?
Bien, en la mañana salí de casa bajo un sol radiante. En casa se estaban
acabando los alimentos y una tía mía nos dijo que nos regalaría haba y
papas. Lo malo es que su casa queda muy lejos de la mía y con los conflictos
no hay caso transportarse, me ofrecí como voluntario para ir por los
alimentos. Sería una caminata de dos a tres horas, no importaba sabes que me
gusta caminar. Antes de salir mi mamá y yo estábamos en la cocina,
desayunaríamos con habas, no había pan. Justamente me comentó algo muy
extraño al ver que dos habas no habían remojado lo suficiente:
-Estas habas son las que tu tatarabuelo se llevaba a la guerra, decían que
eran amuletos de la suerte.
Inconscientemente me los eché al bolsillo, creo que sabía que iba a pasar.
Desayuné temprano y salí rápidamente, era temprano. No encontré por
ningún lugar un automóvil que me acortará la caminata. No me importó,
caminé feliz. Toda la avenida principal estaba bloqueada, no era la primera
que vez que la veía así, pero ahora sentí algo extraño en mi interior, como si
algo malo estuviese por suceder.
Camine por dos horas, hice un tiempo record creo. Llegué a casa de mi tía,
ahí ella me invitó un mate y descansé por un rato. Antes de regresar a casa,
no solo me dio papá y habas, me dio quinua y algunas verduras que ya no
cabían en mi mochila. No importaba, las llevaría, nos hacía mucha falta.
Al regresar me puse mis audífonos e hice un playlist en mi celular para
escuchar mis canciones favoritas al regresar a casa. La música siempre
ayuda a hacer un viaje más corto. Esta vez para mi buena suerte, sí hallé un
minibús que me acercaría un poco a casa, pero no logramos llegar.
Mientras íbamos a medio camino, vimos uno de esos camiones del ejército,
detrás de ellos iba un camión con garrafas de gas domiciliario. Desde ahí
supe que algo iba mal. Los protestantes tenían bloqueada la planta de gas
para a ver si así el gobierno les hacía caso. Me sorprendía un poco la actitud
del gobierno actual, se suponía que nos habían librado de una “dictadura” y
que ahora vivíamos en “democracia”. Según tengo entendido democracia, al
menos para mí, es escuchar al otro, respetar su opinión y tratar de llegar a un
acuerdo en el que todos salgan beneficiados. Si era democracia ¿Por qué no
los escuchaban? ¿Qué les costaba dialogar? Además nuestra presidenta,
interina, dijo que empezaría un proceso de pacificación y lo que vi hoy, para
mí no es pacificación…
El chofer del minibús nos dejó a media carretera al ver a los militares. Baje
tranquilo, no podía pasar nada. Vivíamos en democracia y paz después de
todo ¿No? Varios de los protestantes empezaron a gritar de rabia en contra
de militares y policías (Ha habido muchos disturbios, conflictos y heridos en
esta ciudad y hay muchas personas que culpan a la policía por eso) y no
entiendo porque uno de ellos lanzó una granada de gas lacrimógeno en frente
mío, yo ni siquiera era manifestante, no tenía sentido reprimirlos ya tenían el
gas, para mí que simplemente era rabia contenida de la policía, si a eso se le
puede decir policía todavía… pero claro en las noticias en la noche los
policías dijeron que habían sido atacados con piedras, palos y que incluso les
habían disparado. Yo estuve ahí, no fue así. Todavía se atrevieron a mentir
diciendo que de los militares no había salido ni una bala y que se auto
dispararon. Yo no intenté auto matarme. Incluso se atrevieron a decir que
eran terroristas y que harían volar la planta de gas, ¿Quién es tan estúpido
para creer semejante tontería? ¡Yo no soy ningún terrorista!
Recuerdo que cuando este gobierno asumió el poder dijo que la biblia había
entrado al palacio de nuevo, que su lucha contra la “dictadura” era
encomendada por Dios. Pues yo ya no creo en un dios que sea tan malvado y
cruel, que permita matar con tal de que ver a su biblia y cruz en un altar…
Comenzó un enfrentamiento brutal en ese lugar y yo corrí por mi vida, los
militares rápidamente tomaron posiciones en los techos de las casas y
dispararon contra el que estuviese corriendo. Había varias personas que
como yo no tenían nada que ver con el conflicto y justamente fueron esas
personas las que murieron, siempre es así, cosas malas pasan a gente buena.
Corrí lo más que pude por lo menos por una ahora, hasta que me aleje de los
militares y manifestantes. Increíble ¿No? Yo que hago poco ejercicio y que
tengo una cadera mala, corriendo por una hora. El instinto de supervivencia y
el miedo ayudaron…
Me metí por caminos que no conocía, todo con tal de alejarme de las balas.
Justo cuando creí que ya me había alejado del peligro, aparecieron
helicópteros del ejército. Me resigné, si disparaban desde el cielo, no habría
donde huir.
Me coloqué los audífonos que se me había caído de las orejas e hice sonar el
reproductor. Tocó “Desde el cielo” de la que se había convertido en mi
banda favorita “Zero3iete” Y caminé lentamente, ya no me quedaban fuerzas
para correr. Si iba a morir, quería morir escuchando buena música.
Cuando estás por morir piensas en todo, desde lo más importante, hasta lo
menos importante. Pensé en mamá, en cómo tomaría la noticia de que a su
hijo lo mataron. Pensaba en Cesar, mi perro, seguramente siempre me
esperaría en la puerta de la casa moviendo su colita, no entendería que yo no
iba a llegar. Pensaba en mi hermana menor, en las pocas veces que le dije te
quiero. Pensaba en Isaac, habíamos hecho muchos planes y no los íbamos a
cumplir. Pensaba en Violeta, jamás le agradecí en todo lo que hizo por mí
hasta pensaba en porque no había tomado una ducha antes de salir. Pero en
lo que más pensaba era en Amelia, no había podido decirle te amo una última
vez. Eso me hizo reaccionar y me dio fuerzas de nuevo.
-Tengo que decirle te amo- Dije en voz baja y empecé a correr con todas mis
fuerzas
Los helicópteros seguían sobrevolando el área, me inquietaba mucho el ruido
que hacían, como moscas grandes. En cualquier momento abrirían fuego
estaba seguro de eso. Corrí por otra hora más, no sabía ni donde estaba. La
batería del celular casi se me acababa, era el único medio que tenía para
tratar de ubicarme, el GPS me ayudó mucho.
Cuando por fin llegué a un lugar conocido para mí, me calmé. Estaba muy
lejos ya de la planta, quería retomar el camino a casa, pero en ese instante lo
vi. Un helicóptero estaba arrojando bombas de gas lacrimógeno ahí. No me
quede para ver y volví a correr, esta vez el camino no era firme. Me caí
muchas veces, una de mis piernas está llena de moretones y raspones. Vagué
por no sé cuántos tiempo por ahí, el celular se me había apagado y no había
nadie para preguntar, el sol se intensificaba más y me hacía sentir cansado y
sediento. De pronto vi el techo azul de mi casa, en ese instante agradecí a mi
padre que hay elegido ese techo que yo consideraba horrendo, nadie por toda
la zona tenía un techo igual. Llegué a la puerta y antes de entrar empecé a
sonreír como nunca, combinado con algunas lágrimas. Estaba vivo.
Mamá me recibió con una deliciosa sopa, pude abrazar a mi hermana otra
vez y acariciar a Cesar una vez más. Hablé con Isaac y con Violeta. No podía
y no puedo morir sin decirle a Amelia que la amo, quisiera que ella supiera
que me salvo la vida ese día, su recuerdo fue el que me motivo a no dejarme
asesinar.
Lamento mucho por quienes murieron hoy y por los heridos, pero sé que
algún día se hará justicia.
Creo que escribiré una novela acerca de esto, ya tengo suficiente inspiración
para escribir ahora, tal vez por fin termine la novela sobre Edward Cries…
He decidido también que re conquistaré a Amelia. Ella misma me lo dijo una
vez. La vida solo te da una oportunidad. Esta es mi oportunidad, estoy vivo
porque debo decirle te amo y hacer muchas cosas más.
Después de todo quien sabe si sobreviviré a otro proceso de pacificación en
esta “democracia”
20 Días Antes De La Ruptura
-Todavía no quiero ir a casa- Dijo Alberto negándose a soltar la mano de
Amelia
-¿Qué quisieras hacer?
-Quiero tener un cita contigo, una cita en serio, no sé podemos caminar por
muchos lugares, nos hace falta
Amelia lo pensó un momento y sus manos se enlazaron en su cuello de forma
cariñosa.
-¿A dónde quieres ir?- Preguntó ella
-Donde sea- Respondió Alberto tomándola de la cintura- Donde sea si es
contigo
-A veces quisiera que seas menos romántico y más específico con tus
propuestas- Dijo ella en tono de broma
-Jajaja, bien, vamos a caminar por allí hay una linda plaza cerca de aquí
-Vamos entonces
Ella tomó su mano y empezaron a caminar. Los últimos días habían sido muy
hermosos al lado de Amelia. Ella y él se llevaban muy bien, pero para Alberto
empezaba a resultar difícil mantenerlo en secreto como ella quería, Alberto
quería gritar a los cuatro vientos que tenía por novia a la mejor mujer del
mundo, aunque eso implicará que todos les molestarán, él estaba convencido
de que eran una pareja perfecta y podrían superarlo juntos.
-¿En qué piensas?- Preguntó ella mientras caminaban en medio de una
hermosa calle vacía
-Nada, amor- Respondió Alberto- ¿Puedo preguntarte algo?
-¿Qué pasa amor?
-¿Qué esperas de nuestra relación?
A Amelia no le incomodó la pregunta, mas al contrario, le agradó y
empezaron a hablar. Llegaron al parque y siguieron hablando, esa pregunta
había abierto un montón de preguntas más. Alberto se enteró de muchas cosas
que desconocía de Amelia, había sido muy lastimada solo por hecho de ser
mujer y de ser muy hermosa. No lo merecía, ella era muy buena. Alberto
siempre había estado en contra del machismo que todavía reinaba en gran
parte en su país. Amelia también le reveló algunos secretos suyos, empezaba a
confiar en Alberto. A él le sorprendieron algunos, otros le molestaron, pero no
le importó mucho, todos cometían errores, incluso él tenía uno que otro
secreto culposo guardado.
-Lo que me importa ahora- Le dijo Alberto, mientras besaba su mano- Es que
sepas que quieras hacer. Solo miro hacia el futuro, el pasado ya pasó
-Lo sé, amor- Dijo ella acercándose de forma tierna a él- Sabía que podía
confiar en ti
-Siempre podrás confiar en mí
Y siguieron hablando por horas y horas, ella le contaba de sus sueños y
anhelos más profundos, compartían algunos gustos similares, otros no, pero se
imaginaban compartiendo las victorias y triunfos del otro juntos. Alberto se
imaginaba a sí mismo recibiendo algún reconocimiento por algún libro suyo y
al lado suyo su preciosa Amelia, al igual que se imaginaba que ella había
logrado visitar todos los países del mundo junto a él. Se imaginaba incluso un
día domingo junto a ella, levantarse tarde, ir de compras, cocinar juntos, tal
vez salir a pasear a algún lugar hermoso o quedarse en casa viendo alguna
película, por la noche dormir juntos sintiendo el calor del cuerpo del otro.
Estaba convencido de que durarían para siempre.
-Te amo- Susurró él antes de besarla. Se lo había dicho por fin, guardaba el
decirle te amo para una ocasión especial y esa ocasión lo era, se besaron por
un largo rato, jamás había sentido un beso tan profundo
-Y yo a ti- Susurró ella separándose un poco y de repente sus manos se
enlazaron en su cuello y ella lo besó con inusitada pasión. Alberto disfruto
cada instante de ese beso. Ella jamás lo había besado así, sentía que ese era su
primer beso en toda la vida. En efecto lo era, un beso de amor de verdad.
13 de septiembre de 2019
Ivette:
Te encontré, por fin te encontré. Eres ella, eres Amelia.
No sé cómo explicar todo lo que pasó toda esta tarde. Siento muchas cosas y
no me salen las palabras para explicarlas. Solo sé que estoy enamorado.
Hoy ella, perdón, tú hablaste conmigo de tantas cosas. Me dejaste entrar a tu
mundo, me contaste tus miedos, tus secretos, tus sueños, tus metas… Por fin
me dejaste ver una parte de ti que desconocía y que ha llegado a agradarme
mucho. No dejo de pensar en ti, en esta tarde. Quiero estar contigo para
siempre, quiero tener más charlas así contigo, quiero más besos así contigo.
Creo que podemos tenerlas, tenemos toda una vida para tenerlas. Sí así es
quiero compartir mi vida contigo para siempre. No me salgas con que nos
conocemos poco tiempo, no romantices el tiempo. Una de mis primas estuvo
con un chico por más de 8 años, pero de un día al otro terminaron, dos meses
después conoció a un buen chico, solo llevan 2 años y ahora piensan en
casarse. Además estoy enamorado de ti desde mucho antes, te conozco incluso
antes de encontrarte, he esperado toda mi vida con este momento. Eres mi
Ivette, mi princesa, mi bonita, mi hermoso rompecabezas. Lo eres todo para
mí y de verdad quiero que esto dure para siempre y por mi parte me esforzaré
mucho para que eso llegue a suceder.
Por cierto, hoy pediste que te escriba un poema, aquí lo adjunto. Me gustaría
mucho reunir todos los poemas que te he escrito y entregártelos. Empezaré
hoy creo…
Ella
Calles
Él cada día pasa por las mismas calles, no porque sean parte de su rutina al
caminar, sino porque le traen recuerdos de otro tiempo. Un tiempo en el que
él era feliz.
Sale de su universidad y se dirige cuesta arriba. A pesar de que él vive al lado
contrario, le gusta darse un escape de la realidad. Camina lentamente
mientras se coloca los audífonos y pone una de las canciones que le recuerda
a su amada. Su favorita se ha vuelto “Jamás” de un artista poco conocido,
pero que él admira mucho.
Su mente vuela a un 27 de septiembre, el cumpleaños de ella. Recuerda como
tuvo que distraerle, mientras le preparaban una fiesta sorpresa. Recuerda
como tuvo que hacer mil payasadas para mantenerla entretenida. Como tuvo
que besarla más de la cuenta. Se las ingenió para estar con ella por varias
horas. Para al final terminar comiendo un delicioso pastel juntos, unos versos
y después otra tanda de besos. Todo eso le recuerda esa calle.
Sigue caminando y esta vez toma un auto con dirección desconocida. No
importa jamás se ha perdido en su ciudad. Recuerda con mucho cariño como
ambos iban juntos. Ella siempre tomaba su mano y se apoyaba en él, él le
susurraba un te amo y ella respondía y yo a ti. Extraña mucho eso. Llega al
fin a un lugar conocido y su memoria reconstruye otro recuerdo al ver esa
calle. Se transporta a un fugaz 21 de septiembre. Es un recuerdo muy
hermoso. Esa calle tenía el recuerdo de la vez que sufrió un accidente y ahora
tiene un recuerdo de ella y él caminando bajo la lluvia con las risas de ella.
Ella fue tan tierna con él. Eso le recuerda esa calle.
Camina aún con los auriculares y se dirige al transporte en cable. Le gusta
dar varias vueltas ahí, recordando como ella tomaba su mano, intentando
decirle que todo iba a estar bien. Él sabía que nada iba a estar bien desde ese
momento.
Se atreve a ir a esa larga avenida repleta de personas y no puede evitar
llorar, ahí su corazón se rompió. Varias personas siempre le miran y se
preguntan que le pasará, él jamás responde y solo ve como dos amantes
terminan su relación en una banqueta. Ella rechaza su beso y él se suelta a
llorar. Hay días en los que quiere retroceder el tiempo y decirle lo que va a
pasar y que se detenga. Es imposible.
Se dirige de nuevo a otro lugar, otra calle, esta vez quiere sonreír. Pasa por
ese lugar, por alguna extraña razón ahora está vacío. No pasa nadie, parece
que le guardará luto por el amor que murió. Le recuerda su primer beso.
Recuerda a su niña. A la insistente señorita que le pedía que le revele de
quien se había enamorado. Y él ingenioso le dijo un verso y le robo un beso.
Tímido torpe e inexperto, pero sincero al fin. Él la amó…
Pasa por una última calle, donde todo acabó, dónde ella le prometió volver
algún día y ahí se queda por horas esperando que ella pase por esa calle de
nuevo. Y que esa calle tenga un recuerdo hermoso…
Solo espero que un día ella sepa que siempre la esperaré con los brazos
abiertos, cada día que pasa la amo más…
13 Días Antes De La Ruptura
20 de septiembre de 2019
Ivette:
Me siento ansioso por mañana. Es 21 de septiembre, día de la primavera, de
la amistad, del estudiante, pero sobre todo es día del amor y los enamorados.
Lo mejor de todo es que lo pasaré contigo y espero que pasemos muchos más
veintiunos juntos.
Estos últimos días han sido muy hermosos, estoy construyendo recuerdos muy
hermosos a tu lado. Sé que a veces peleamos de cosas muy pequeñas, pero
hemos sabido superarlas, no me gusta que tú y yo discutamos, en vez de esas
palabras a veces tan hirientes, prefiero reemplazarlas con bellas palabras que
alimentan y curan al corazón y es por esa razón que te he escrito versos para
el día de mañana.
Toda la semana pensaba en regalarte algo, si fuese por mí te compraría el
diamante más hermoso y caro que exista sobre la tierra, digno de que adorne
tu belleza, pero como sabes no tengo el dinero suficiente para eso, apenas me
alcanza para estudiar en la universidad y en casa estamos pasando por una
fuerte crisis económica. Te aprecio mucho por entenderme, adoro que
siempre me apoyes en todos los problemas que tengo.
Hoy en la tarde pasé por una galería para ver si podía comprarte algo que
valiera la pena, pero no me alcanzó para nada, todo había subido de precio.
Me sentí muy mal, apenas me alcanza para salir contigo mañana, me consoló
mucho saber que no tendría que pagar todo yo. Tú eres muy buena conmigo,
por eso eres la mejor mujer del mundo para mí.
Regresé a pie a casa, igual por falta de dinero, no importa. En el camino pude
pensar en muchas cosas que nunca te digo, tú sabes que a veces me cuesta
hablar fluidamente, pensé mucho en ti y eso me llevo a imaginar muchas
cosas hermosas que mi mente empezó a convertir rápidamente en versos.
Poesía es mi manera de hablar, lo sabes, así que decidí escribirte versos en
pequeños pedazos de papel, necesitó un recipiente en que ponerlos y con
tristeza se me ha venido a la mente en que ponerlos. En mi fiesta de
graduación (De la que poco recuerdo, debido al accidente automovilístico)
Me regalaron una hermosa colección de tazas para té, me encantaron
demasiado, me dije a mí mismo que solo las usaría en algún momento
importante y bueno ahora es un momento importante. Llegaré a casa y sacaré
una de esas tazas y la adornaré con los versos. También he decidido
comprarte un chocolate, aunque me hubiera gustado prepararte uno,
compraré el chocolate con el dinero del pasaje de mañana, no importa,
caminaré de nuevo, me gusta caminar. Además caminaría hasta el fin del
mundo solo por ver tu sonrisa.
Espero que no te molestes conmigo, me repetiste toda la semana que no era
necesario un regalo, pero quiero dártelo. Es un regalo que sale desde lo más
profundo de mi corazón porque te amo y te amo demasiado.
Te prometo que me esforzaré mucho, estudiaré mucho, tomaré varias carreras
si es necesario, trabajaré mucho después, ahorraré cada centavo que tenga
con tal de que un día de verdad pueda darte un regalo digno de ti. ¡Te amo!
Para que se vea un poco más creativo, afuera de la taza pondré pegado en
una hoja de papel un más o menos título: “21 Versos Para Una Princesa”
127 Días Después De La Ruptura
-¿21 Versos Para Una Princesa?- Preguntó ella mientras empezaba a hojear el
cuaderno de poemas de Alberto- Lindo título ¿Es para ella?
-Sí- Respondió Alberto, tomando su café medio caliente, así le gustaba- ¿Qué
te parece? Ahí están todos los poemas que le he escrito estos meses
-No, caballero, aquí están tus mejores poemas, son tan tiernos y muy buenos
-Quisiera que ella los leyera…
-Lo tiene que hacer, eres un chico único, te aseguro de nuevo que debes tener
varias chicas tras de ti y con esto seguro tendrás muchas más ¿Qué chica no
quiere que su novio le escriba de esta forma?
-Solo me interesa ella, Amelia…
-Te leerá, te lo aseguro ¿Qué es esto? ¿Verso 21? Es muy corto ¿No crees?
-Solo ella lo entendería…
Alberto empezó a recordar mientras se terminaba su café. Había pasado un día
muy lindo junto a Amelia, le había hecho un regalo simple pero bonito. Le
había escrito varios versos con los cuales había llenado una taza junto a un
chocolate, pero en la mañana por las prisas alistó rápidamente el regalo que no
se percató que faltaba un verso.
…¿Y si bailamos?...
Te amo demasiado
Alberto tenía un sueño, el cual era bailar un vals lento con ella en una noche
romántica en el pent-house de algún hotel bellísimo, en alguna ciudad de igual
belleza. Abriría las ventanas y entraría un viento suave y mientras bailaban los
cabellos de ella volarían y le harían ver hermosísima. Cuando la canción
terminará él se arrodillaría y sacaría el anillo. Todo eso significaba ese verso
que no pudo entregarle.
-¡Oye! Caballero- Dijo Victoria moviendo la mano en su frente- ¿Me dirías
que significa?
-Después del concurso te lo diré... ya es tarde vámonos
Victoria fue por su bolso, mientras Alberto recogía su maleta en la que llevaba
el vestuario para ese día. Antes de ir al concurso Victoria le había invitado a
tomar café a su casa, él había aceptado. Tomar café con Victoria iba a relajarlo
mucho antes del concurso, esta vez no haría el ridículo, se había preparado
mucho esta vez.
De camino al concurso Alberto se mostró conversador y alegre con Victoria,
bromearon como en los viejos tiempos, eso lo animo mucho, su amistad le
daba muchas fuerzas. Llegaron al recinto donde se llevaría el concurso,
Alberto vio a todos los declamadores, parecía que esta vez eran más. Algunos
le reconocieron y hasta se rieron, pero no le importó. Esta vez se sentía más
fuerte y seguro que la anterior vez.
-Te veré desde el público ¿Sí?- Dijo Victoria antes de irse- No me has dicho
que declamarás
-Ya lo verás dama- Respondió Alberto con una inusual sonrisa
-Supongo que usarás al Príncipe Endemoniado…
-Algo así, hoy estreno personaje…
Alberto entró al camerino y empezó a cambiarse. Mientras se veía al espejo
reflexionaba. Al cambiarse no solo estaba cambiándose de ropa, sino también
de persona. Eso lo había aprendido hace tiempo en teatro. Cuando se cambiaba
de ropa dejaba de ser Alberto y entraba a la piel del personaje que
interpretaba, ese día Alberto encarnaría a alguien nuevo. Un personaje que
reflejaba tanto su pasado, su presente y su futuro. Empezó a cambiarse, se
colocó pantalones de tela color negro, ya estaban algo viejos, pero lo habían
acompañado desde su primera presentación en un escenario grande. Se colocó
el chaleco negro que había comprado para el concurso en inglés, todavía le
recordaba a ese lindo día que había vivido junto a Amelia, su confiable
sombrero negro que usaba cuando debía declamar algo romántico, le había
enganchado su rosa de la suerte ahora y por último una pequeña corbata de
gato que le encantaba demasiado, pero ese vestuario lo usaría al último,
encima de lo que ya tenía puesto se colocó una camisa destrozada de color
negro, su saco largo negro y un sombrero con cintas largas, esas cosas eran del
Príncipe Endemoniado, iba a hacer algo bueno en el escenario. Empezó a
delinear con mucho cuidado sus ojos y pinto suavemente sus labios de color
negro. Estaba listo. Empezó a mentalizarse viéndose en el espejo como
siempre hacía.
-Hoy es un día importante, necesitamos ganar ¿Entendido? Que esta
presentación sea inolvidable, no tengas miedo. Ivette no querría a un miedoso
¿O Sí? Así que vamos a salir y vamos a dar una buena presentación. Sé que tal
vez no volvamos a usar al Príncipe Endemoniado después de lo que pasó la
anterior vez, pero tú siempre has sido un Príncipe, has compuesto bellos y
buenos poemas, vamos a demostrar que somos. Somos un Príncipe después de
todo. ¡Vamos a ganar!
Alberto salió al escenario en cuanto le llamaron, vio de nuevo a todo el
público, algunos hacían comentarios acerca de él. Acerca de su presentación
fallida, pero eso no iba a suceder otra vez. No iba a suceder nunca más.
-Desde el corazón de un demonio enamorado- Dijo él con voz potente, había
decidido cambiar su saludo- Con mucho cariño para todos ustedes “Demonio
Enamorado”
Antes de empezar a declamar, sonó la música que él había preparado para la
ocasión.
Inventaré otra vida, entre sueños te tendré. Cada mañana al despertar con tus
labios soñaré. En el palacio que dejaste abandonado el piano que tocabas
escucharé. A lo lejos te amaré, te sufriré, pero jamás me rendiré. Prometo que
tu príncipe seré…
Alberto se mantenía arrodillado mientras sonaba un hermoso piano junto con
su voz de fondo y empezó a declamar como nunca antes lo había hecho.
Suena el piano que abandonaste
En mi memoria se conservan frescas sus notas
Notas que una vez me regalaste
Pero ahora tú ya no estás aquí, no volverás
Si tú quieres cambiaré
Tu ángel y protector seré
Las garras que tu piel dañaron las arrancaré
Mis colmillos ya no los verás, los tiré
De repente Alberto empezó a quitarse el sombrero y el saco negro con lentitud
mientras declamaba con mucho sentimiento. Vio al público, cada uno de ellos
miraba con atención. Incluso los declamadores.
Confía una última vez en mí
Pon tus secretos en mi ser
Te prometo que ya no te dañaré
Con cariño tus cabellos los acariciaré
Tú ya no confías en mí
Sabes que te dañaré
Ahora entiendo tu dolor
Se detuvo un momento antes de dar un grito de dolor, un grito que transmitía
realmente su dolor. Recordó a Amelia y lo hizo, su rostro estaba realmente
desencajado lleno de lágrimas.
¡No! Ahora sufriré como tú
Apartado de mi humanidad
Sin esperanza de volver a ti
Lejos de ti, ese es mi fin…
Antes de terminar se arrodilló y sacó de su sombrero la rosa y se arrodilló
Este demonio se ha enamorado
Quiere volver a ser tu príncipe y volver a tu lado…
Y todo el auditorio estalló en aplausos por largos minutos. Alberto dio las
gracias y se retiró a los camerinos para desmaquillarse, seguía escuchando los
aplausos, ni él mismo podía creer lo que había hecho. Jamás había declamado
de esa forma. Al salir, había un montón de jóvenes y señoritas esperándole.
No podía creerlo, incluso estaban algunos de sus maestros. Todos lo
felicitaban. No podía creerlo ¿De verdad lo había hecho tan bien? Incluso
firmó algunos autógrafos y concedió un par de fotos. Era tan extraño,
rápidamente buscó a Victoria quien no paró de felicitarlo, luego se dirigieron
hacia el público viendo a los demás. La mayoría de ellos eran buenos, pero
Alberto sabía que era el favorito, aun así le sorprendió muchísimo ganar el
concurso. Por eso Victoria lo llevó a un restaurante algo caro, para celebrar.
-Aún sigo sin creer que gané- Comentó Alberto mientras cortaba en pequeños
trozos su filete- ¿Yo? Soy solo un chico, ahí sí había declamadores
profesionales
-Quiere decir que tienes talento- Comentó Victoria- Mucho talento
-No pensé que tanto…
-Leí tus poemas mientras esperaba que salgas. Son hermosos definitivamente
tienes que hacer que ella los lea, querrá volver contigo al instante
-Lo haré
-Cuando vuelva quiero verte muy feliz, con pareja y siendo un poeta muy
importante
-¿Cuándo vuelvas de qué?
-Creo que es tiempo de decírtelo…
Alberto ya casi podía presentir que iba a decirle, había escuchado rumores de
algunos amigos que tenían en común, pero esperaba que ella se lo dijera.
Victoria se iría del país por un largo tiempo a hacer su doctorado en otro país.
Ya era tiempo de que lo haga, a pesar de que a Alberto la iba a extrañar
mucho, aceptó de inmediato su decisión, esperando que le vaya muy bien a
futuro.
-Me voy mañana a media noche- Comentó Victoria- Te extrañaré mucho
-Yo te extrañaré más, pero volveré a verte ¿No?
-Nunca se sabe caballero, siempre serás mi caballero de poemas
-Tú también mi dama lectora
-Oye, por cierto debes cambiar de seudónimo, con lo de hoy no creo que sigas
siendo El Príncipe Endemoniado, te parecería bien ¿El Príncipe Solitario?
-Si quieres que lo usé sí está bien…
Ambos se miraron de frente, tal vez sería la última vez que se verían.
-¿Puedo decirte algo?- Preguntó Alberto de repente
-Sí puedes- Respondió ella
-Me hubiera gustado que tuvieras años menos, creo que entiendes jajaja
-Nunca hubiera funcionado, caballero… Tú mejor que nadie lo sabe… a mí
me gustan los besos de muj…
-Lo sé- Se adelantó a decir Alberto- Lo sé, solo que no lo acepto todavía,
bueno tenía que decírtelo, lo siento si te incomode…
-Tranquilo caballero… por favor entrégale el poemario a esa chica, ya no
quiero que sufras
-Será difícil, ella ya tiene un novio
-¿Crees que ya se hayan comprometido? ¡No! Así que no es nada serio,
todavía puedes pelear por ella. Entonces ¿Le entregarás el poemario?
Las últimas palabras para Alberto hicieron que todo cambié y lo dijo:
-Lo haré, la conquistaré de nuevo. Te lo prometo
6 Días Antes De La Ruptura
Alberto todavía tenía sueño y un terrible dolor de garganta por el concurso del
día de ayer. Apenas pudo entender lo que el licenciado de sociología trataba de
explicar. No era el único al parecer, casi todos se mostraban cansados y sin
ánimo de pasar clases. Era normal su salón había ganado en las tres categorías
del concurso, teatro, poesía y canto. Todos se habían esforzado mucho el día
anterior y absolutamente nadie quería pasar clases. Alberto quería irse a casa y
descansar, pero no podía, ese día era más importante que el anterior para él.
Era el cumpleaños de su querida Amelia. Había coordinado con sus amigas
para tratar de hacerle algo bonito, ellas se encargarían de comprar el pastel y
demás cosas, mientras él la mantendría distraída mientras preparaban todo.
-Señorita Amelia- Dijo él acercándose a ella, cuando las clases acabaron- ¿Nos
vamos?
-Por supuesto- Respondió ella sonriente como siempre
-Aunque es tu cumpleaños, no sé podríamos ir por helado y caminar por ahí
-Me encantaría
Alberto y Amelia salieron de la universidad, tomados de la mano como raras
veces pasaba. Casi todos ya sabían acerca de su relación y ya no importaba, al
final se terminarían enterando de una u otra forma. Incluso Alberto se atrevió a
besarla cerca de ahí, a Amelia no pareció importarle. Buscaron alguna
heladería abierta por un montón de calles y no encontraron ninguno, luego
Alberto sugirió que tomaran café en algún lugar. Alberto conocía un montón
de cafeterías cerca de la universidad, pero fingió que no, tenía que distraer a
Amelia hasta que una de sus amigas le llamará diciendo que ya tenían todo
listo. No importaba, ambos se estaban divirtiendo buscando una cafetería que
tal vez no existía caminando entre calle y calle.
Hasta que por fin sonó su teléfono, Alberto respondió solo con monosílabos
para no arruinar la sorpresa.
-Ahora que recuerdo- Comentó Alberto una vez que colgó su celular- Hay una
cafetería aquí cerca ¿Vamos?
-Claro, vamos
Antes de entrar a la cafetería Alberto tomó fuertemente la mano de Amelia y
le dio un beso fugaz en la mejilla.
-Espero que te guste- Comentó mientras subían las escaleras que daban a la
cafetería
Dentro del lugar estaban algunos compañeros y amigos de ambos. Un
delicioso pastel y un montón de felicitaciones adornaron el lugar. Alberto
nunca podría olvidar el rostro sorprendido y feliz de Amelia. De verdad había
sido una sorpresa, una muy grata sorpresa.
-No es tu único regalo- Le susurró Alberto al oído- Te he compuesto un
poema
Apoyado por todos los presentes declamó para ella.
Quiero
No pienso echarme atrás
Pondré tu mundo al revés
Le robaré al tiempo un instante
Y tu corazón lograré ganarme
Si me escucharas un momento
Unos instantes para dedicarte un verso
Haré realidad tus sueños
De tu corazón algún día seré dueño
¿Qué si te quiero?
Te quiero con locura
¿Qué si te amo?
De este amor no hay cura
¡Señorita!
No le gusta ir a fiestas
Le encanta ver del jardín las flores
Le encanta que su pelo le roces
¡Señorita!
Le encanta tomar tu mano
Y besarte con pasión una vez al año
Reparando de una sola vez todo el daño
¡Señorita!
Ama hablarte despacito
Le encanta que le susurres bajito
Le encanta que le mires a los ojitos
¡Señorita!
Ama verte loco por ella
Pero no te lo confiesa
Ella es tremenda fiera
¡Señorita!
Con ojos ciegos mejor le ves
A veces no te das cuenta que todo está al revés
No tienes idea de lo que ves
¡Señorita!
¡Ella por mí está loca!
Entre mil y dos mil versos
He llegado a rozar su boca
¡Señorita!
¿No busca un caballero?
Cuando termino de grabar, recién se dio cuenta de que alguien le había estado
viendo en silencio afuera de la sala.
-¡Señorita!- Saludó él como hace mucho tiempo no hacía, ese saludo solo lo
usaba con su Ivette ahora
-¡Hola Albert!- Respondió ella con la misma efusividad y lo abrazó. Alberto
de nuevo era feliz como no lo era hace mucho tiempo.
Pero ¿Quién sería esa señorita? ¿Tal vez sería Amelia? ¿Tal vez Violeta? ¿Tal
vez Victoria? ¿Tal vez alguien que recién había aparecido en su vida?
Eso solo Alberto lo sabía…
FIN DE LA NOVELA
El Príncipe Solitario
El Diario De Un Enamorado
COLECCIÓN DE LA SERIE “EL PRÍNCIPE SOLITARIO”
VERSOS DE UN PRÍNCIPE
SOLITARIO
Empecé a escribir este poemario
una noche después de una ruptura
amorosa. Escogí algunos de mis
mejores poemas románticos junto
con algunos otros de diferente
temática. Gracias a este poemario
es que me di a conocer como “El
Príncipe Solitario”
VERSOS DE UN PRÍNCIPE
SOLITARIO II
Este poemario fue inspirado en
diferentes sucesos que ocurrieron
en mi querida universidad. Trabajé
muchas semanas en él. En aquí no
solo encontrará poemas de amor,
sino también de desamor,
revolución, venganza e historias
algo locas.
VERSOS DE UN PRÍNCIPE
SOLITARIO III
Este es uno de mis poemarios
favoritos, en aquí incluí todos los
poemas que escribí en un año de
secundaria junto con uno que otro
romántico para no perder la
esencia de la colección. Todos los
poemas que están aquí los declamé
en secundaria por lo que son muy
valiosos para mí.
EN LA MENTE DE UN
PRÍNCIPE
Este libro es una colección de mis
mejores guiones de teatro. Algunos
de ellos ganaron concursos y otros
fueron presentados en festivales de
teatro muy importantes. Aquí
expreso mis ideales sobre temas
que son muy debatidos en nuestra
sociedad hoy en día, además de
que a ello le sumo mi extraño
sentido del humor.
ESCRITOS DE UN PRÍNCIPE
SOLITARIO
Este es un trabajo muy íntimo mío.
Algunos de estos escritos fueron
sacados de mis diarios personales
y cartas de amor que alguna vez
mandé a alguna señorita. Mientras
escribía este libro también pasaba
clases de escritura abstracta por lo
que muchos de estos relatos llevan
esa esencia.