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1. INTRODUCCIÓN
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Tabla 48
PASOS A SEGUIR O A ANALIZAR PARA LA PUESTA EN PRÁCTICA
DE UN PROGRAMA PREVENTIVO
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PASOS A SEGUIR PARA LA PUESTA EN MARCHA DE UN PROGRAMA PREVENTIVO
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PASOS A SEGUIR PARA LA PUESTA EN MARCHA DE UN PROGRAMA PREVENTIVO
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Aunque por lo afirmado hasta aquí parece claro que si tenemos los
dos puntos anteriores cubiertos se sobreentiende la necesidad de una
intervención preventiva, esto no siempre es así. Por ello, un tercer punto
es el de la explicación de la necesidad de una intervención preventiva.
Esto exige describir más adecuadamente los términos de dicha necesidad.
Por ello, hay que plantear de modo operativo, y a poder ser cuantitativo,
y analizar si se dispone de los medios adecuados para hacerle frente de
un modo proporcionado o si sólo se podrá afrontar el problema de forma
superficial sin poder contar con los recursos necesarios. Este es un aspec-
to muy importante en el campo preventivo, ya que en muchas ocasiones
la eficacia de la prevención se ha visto desgraciadamente resentida por no
poner en marcha una acción o programa preventivo con la intensidad que
verdaderamente necesitaba.
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PASOS A SEGUIR PARA LA PUESTA EN MARCHA DE UN PROGRAMA PREVENTIVO
Factores de Personalidad
predisposión Ambiente social Socialización del individuo
Familia: actitudes y
conductas sobre el Estrategias de
consumo de tabaco, afrontamiento; Escuela
alcohol y drogas Autocontrol
Desarrollo o no de
autocontrol
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6. OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN
¿Qué son los objetivos y cómo se definen? Entramos con este aparta-
do en una fase de la planificación especialmente sensible. Podemos afir-
mar que existe un amplio consenso sobre los objetivos que persigue la
prevención con carácter general, sin embargo, muy a menudo estas gran-
des metas se convierten en los únicos objetivos de referencia que orien-
tan programas y actuaciones de muy diversa índole. Se produce así una
cierta uniformidad de los objetivos que conduce inevitablemente a una
uniformidad de los programas que, a su vez, impide cualquier intento de
evaluación de resultados o de impacto. En el lado contrario, con frecuen-
cia los objetivos son parciales; esto es, se definen objetivos de una o varias
partes del programa pero sin afectar a todas las actividades y destinatarios
ni estar integrados coherentemente en la globalidad de la intervención.
Por ello se deben tener objetivos generales y específicos. Los de tipo
general suelen plantear una serie de objetivos tales como la reducción de la
prevalencia del consumo de drogas entre los jóvenes y el retraso de la edad
de inicio, especialmente en aquellos que nunca han consumido drogas o las
han probado ocasionalmente. En la práctica esto tiene una gran relevancia
en los primeros años (ej. de 12 a 16 años) para el consumo de alcohol, taba-
co y cannabis. Pero también perseguiremos otro objetivo, no menos impor-
tante, como es reducir la frecuencia del uso de drogas en aquellos que ya
las usan y reducir la mezcla de drogas con alcohol entre aquellos que lo
hacen actualmente. En este caso, ello es de la máxima relevancia en los que
tienen 16 ó más años, aunque ya lo pueden hacer a edades más tempranas.
Las intervenciones preventivas que utilicemos se van a centrar, más que
en dar mensajes sobre la abstinencia, en que tengan un conocimiento
correcto y objetivo sobre las distintas sustancias y sobre las consecuencias
que producen las distintas elecciones sobre el uso de drogas, junto a redu-
cir la percepción distorsionada que tienen sobre el consumo de drogas
(suelen pensar que casi todos sus amigos o casi toda la población consu-
me drogas, cuando los datos observacionales y estudios epidemiológicos
muestran un cuadro bien distinto) (ver Becoña et al., 1994), proporcio-
narles mensajes que incorporen la reducción de daños para el consumo de
varias drogas y cómo afrontar situaciones de emergencia o peligro si es que
consumen (ej., con las drogas de síntesis).
Lo que pretendemos con los objetivos que nos planteamos es que, con
la intervención preventiva, el consumo de drogas descienda a corto, medio
y largo plazo. Y no sólo el consumo, evaluado conductualmente como
consumo y no consumo, junto a su intensidad, sino también la percepción
que tienen, o deben correctamente tener, sobre el consumo de drogas, así
como sobre sus conocimientos, actitudes e intenciones hacia el consumo
de drogas. Pero también que mejoren en ciertas habilidades, que conozcan
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Tabla 49
CARACTERÍSTICAS DE UNA FAMILIA CON UN BUEN FUNCIONAMIENTO
FAMILIAR
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Para conseguir los objetivos que nos hemos propuesto tenemos que
poner en práctica un programa preventivo. Este, a nivel operativo, se com-
pone de una serie de métodos y técnicas de intervención para lograrlos.
Son muchos los métodos y técnicas que podemos utilizar en un programa
de la naturaleza del que planteamos. A continuación describiremos los
más importantes.
Para el contexto escolar los métodos y técnicas a utilizar deben selec-
cionarse en función del nivel de eficacia y eficiencia que tengan. En este
momento, los programas psicosociales de entrenamiento en habilidades
son los más adecuados (Paglia y Room, 1999). Esto significa que, dentro
del programa escolar específico que les apliquemos a los adolescentes y
jóvenes, utilizaremos técnicas como entrenamiento en habilidades socia-
les, proporcionar información objetiva sobre las drogas según la edad de
las personas a las que va dirigida la intervención, conocimiento de la per-
cepción distorsionada sobre el consumo, conocimiento e inmunización
ante la influencia de la publicidad para el consumo de drogas y otras con-
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Tabla 50
PRINCIPIOS A SEGUIR EN UNA ESTRATEGIA GENERAL
DE COMUNICACIÓN A TRAVÉS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
DE MASAS
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En un programa como éste es claro que el trabajo que tiene que desa-
rrollar el equipo va a ser amplio. De ahí la importancia que tiene el que
exista una buena coordinación dentro del equipo preventivo y de éste con
las distintas áreas participantes en el programa preventivo comunitario.
Por ello los técnicos tienen un gran papel a la hora de pilotar el proceso,
aunque luego lo dejen ir conforme se van consiguiendo las pequeñas
metas que se han planificado previamente. La coordinación es fundamen-
tal para poder ir avanzando sistemáticamente y al mismo ritmo, evitando
también que surjan problemas innecesarios por descoordinación, tales
como resistencias, desconocimiento u otros motivos, por parte de los ele-
mentos implicados en dicho programa.
Como antes comentamos, a nivel escolar es donde probablemente
mejor se pueda abordar la intervención, una vez que se ha entrado en con-
tacto con los centros escolares y las relaciones son fluidas. Pero las relacio-
nes con los medios de comunicación, asociaciones, empresarios de la indus-
tria del ocio y otros grupos sociales, son de gran relevancia para que las
ideas fluyan rápidamente y se vayan convenciendo todos a un tiempo, con
las naturales dificultades que irán surgiendo, de que hay que ir en una línea
que al final va a beneficiar a todos y especialmente a los más jóvenes.
Relacionado con todo lo anterior es muy importante hacer un crono-
grama de la intervención. Cualquier tipo de intervención preventiva debe
planificarse a varios años. Con una planificación anual poco podemos
hacer, no sólo por la probable imposibilidad material de tiempo para con-
seguir los objetivos, sino también por los problemas no previstos que apa-
recerán con toda seguridad a lo largo del camino. Hay que contactar con
muchas personas, grupos, intereses, puntos de vista, forma de ver las
cosas, y esto puede ralentizar en ocasiones el avance. Esto es habitual
entre grupos humanos y más en un tema como el presente. Con una pla-
nificación a varios años, y con una adecuada financiación, se podrá no
solamente poner en marcha el programa sino también seguirlo cuidado-
samente según lo planificado en el cronograma, haciendo las correcciones
que fuesen necesarias, y posibilitando la evaluación de las medidas que se
ponen en marcha a corto, medio y largo plazo.
8. RECURSOS DISPONIBLES
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mente podemos acudir a otras personas que nos pueden ser de ayuda
como asociaciones (ej., de padres, de hostelería, de consumidores, juveni-
les, etc.), que nos pueden asesorar, informar y dar soporte técnico en oca-
siones. Todo ello nos evita mucho trabajo, nos enriquece el trabajo y nos
facilita avanzar más rápidamente. Cuando el programa también tiene la
posibilidad de contratar servicios externos se convierten también en recur-
sos técnicos del programa (ej., evaluación por parte de una Universidad de
la evaluación de resultados del programa preventivo escolar).
9. EVALUACIÓN
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12. CONCLUSIÓN
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