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Todo comienza cuando yo, el

filósofo griego Aristóteles (384-322


a.C) doy a conocer mi teoría de la
generación espontánea, que si bien
no sabemos el año exacto, podemos
decir que fue hace más de 2000
años que enuncié esta teoría y por
muchos años permaneció como la
teoría definitiva que explicaba el
origen de la vida.

Yo estuve observando una charca


durante un largo periodo de
sequía, y después de un tiempo
llegué a la conclusión de que los
nuevos peces que ahora veía en la
charca habían aparecido del fango.
Fue así como mi teoría se
convirtió en la primera teoría
abiogenísta.

Sin embargo, aunque mi


teoría era la más
aceptada de ese tiempo,
también había otros
filósofos que tenían un
pensamiento muy
distinto al mío.

Además de la teoría abiogénica, existía otra creencia muy popular


sobre el origen de la vida en la época de Aristóteles…
Yo, Agustín de Hipona,
mejor conocido como San
Agustín por mi título de
obispo y filósofo cristiano,
poseía ideales muy distintos
a los de Aristóteles sobre
como se originó la vida: el
creacionismo.

Yo creía que el universo y la vida se


habían originado como actos de una
creación divina, es decir, a causa de
Dios.
Yo creía en que Dios había creado
todo en un instante, y que lo había
descrito para nuestra mayor
comprensión, como una obra
realizada en 6 días.

Pero, aún después de muchos años, las teorías abiogenistas, es decir, teorías de
que la vida surgía a partir de la no existencia de ésta, fueron cobrando fuerza
debido a la cantidad de científicos que presentaron teorías apoyando la abiogénesis.

Por ejemplo yo, Jan Baptiste


van Helmont, puedo decir que
aun hasta emis tiempos la teoría
de la generación espontánea
seguía siendo popular, que
incluso yo di a conoceren el año
1667 una receta para generar
ratones a partir de ropa sucia y
trigo.

Por supuesto, yo no comprendía que los ratones no se creaban ahí, sino que
llegaban ahí porque el lugar les era favorable. Fue así como yo también apoyé la
teoría de la generación espontánea, y por consiguiente, la abiogénesis.
Mi nombre es John Needham, y
yo también era abiogenista. En
1745 realicé una serie de
experimentos con caldos de
carne, que servirían de apoyo
para la teoría de la generación
espontánea de los organismos

En dichos experimentos, primero hervía


caldos de carne con vegetales, y los dejaba
en reposo en envases con tapones de
corcho que no estaban bien ajustados.
Pasado el tiempo, observé microorganismos
en los caldos, lo que para mi reforzaba la
teoría de la generación espontánea.

Lo que yo no sabía era


que los microorganismos
pudieron entrar desde el
exterior porque los
frascos no estaban bien
cerrados.

Lo que quería decir que dichos caldos no


habían creado vida, y ésta no había surgido
“de la nada”.

Pero no a todos les parecía correcta la teoría de la generación espontánea y,


mucho menos apoyaban la abiogénesis, sino todo lo contrario, los biogenistas
eran científicos que creían que sólo la vida podía dar origen a la vida.
Yo, Francisco Redi soy
considerado uno de los
primeros biogenistas,
pues en 1668 mis
experimentos dieron
apoyo a la teoría de la
biogénesis.

Diseñé un experimento para ver si se


desarrollaban gusanos en caso de que no se
dejara a ninguna mosca entrar en contacto
con la carne. Puse la carne en 8 frascos, 4
de ellos permanecieron cerrados y los otros
4 los sellé. Después de un tiempo observé
que había gusanos únicamente en los
frascos abiertos.

Entonces, llegué a la
conclusión de que los
gusanos aparecían en la
carne descompuesta sólo si
las moscas habían puesto
antes sus huevos en la carne.
Comprobando así la teoría
de la biogénesis

Yo, Louis Pasteur fui otro


gran biogenista que ayudó
a desacreditar la teoría
abiogénesis, con mis
experimentos realizados en
1668, el mismo año que
Francisco Redi, pero desde
distintas partes del mundo.
Yo, al igual que Needham también
coloqué caldo en varios frascos,
luego calenté el cuello de algunos
de los frascos y les di la forma del
cuello de cisne. El resto de los
frascos tenía los cuellos derechos.
Entonces, herví el caldo de todos
los frascos. Los frascos con cuellos
derechos fueron expuestos al aire y
sellados después.

Los microorganismos crecieron


únicamente en los frascos con el
cuello derecho, es decir, los que
habían sido expuestos al aire.
Logré probar que había
microorganismos en las partículas
de polvo. Así logré descartar la
teoría de la generación espontánea
finalmente.

Mi nombre es Lazzaro Spallanzani,


y al igual que Needham y Pasteur
también realicé experimentos
hirviendo caldos en 1769. Aunque
la teoría de la generación
espontánea ya había sido refutada
por Pasteur, yo también decidí
realizar mis propios experimentos,
pues como científicos nunca
dejamos de poner a prueba las
teorías.

Repetí los experimentos del caldo


hervido de Needham, pues yo sugería
que los resultados que Needham había
obtenido se debían al ingreso de
microorganismos en el aire del caldo por
haberlo cerrado mal, ya que cuando yo
realicé el mismo experimento, en mis
caldos no había ningún microorganismo.
Entonces, Spallazzani fue el último biogenista en realizar el experimento de los caldos
para refutar la teoría de la generación espontánea. Sin embargo, las teorías sobre el
origen de la vida no se detuvieron ahí, es así como llegamos a la teoría más reciente.

Mi nombre es Svante Arrhenius, y


en 1903 publiqué mi Teoría de la
Panspermia, en la que propuse que
la vida había llegado a la Tierra
desde el espacio exterior, por
medio de las esporas resistentes al
calor y a las radiaciones cósmicas.
Todo esto a través de un
meteorito que se impactó con la
Tierra.

Esta fue la teoría biogenista más reciente


postulada actualmente
Actualmente, las teorías de la vida más acertadas
son las biogenistas, aunque la realidad es que el
origen de la vida sigue siendo una gran incógnita
hasta nuestros días, lo único que podemos afirmar
ahora según estas teorías es que sólo la vida puede
crear vida.

Maldonado Pulido Hannah Karyme 439B

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