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Hipótesis
La hipótesis de la generación espontánea aborda la idea de que la materia no viviente
puede originar vida por sí misma. Aristóteles pensaba que algunas porciones de materia
contienen un "principio activo" y que gracias a él y a ciertas condiciones adecuadas podían
producir un ser vivo. Este principio activo se compara con el concepto de energía, la cual
se considera como una capacidad para la acción.
Según Aristóteles, el huevo poseía ese principio activo, el cual dirigir una serie de eventos
que podía originar la vida, por lo que el huevo de la gallina tenía un principio activo que lo
convertía en pollo, el huevo de pez lo convertía en pez, y así sucesivamente.
La observación indicaba que surgían gusanos del fango, moscas de la carne podrida,
cochinillas de los lugares húmedos, etcétera. Así, la idea de que la vida se estaba
originando continuamente en la Tierra a partir de esos restos de materia orgánica se
denominó generación espontánea.
«[...] las criaturas tales como los piojos, garrapatas, pulgas, y gusanos, son nuestros
huéspedes y vecinos, pero nacen de nuestras entrañas y excrementos. Porque si
colocamos ropa interior llena d sudo junto con trigo en un recipiente de boca ancha, al cabo
de 21 días el olor cambia y penetra a graves de las cáscaras del trigo, cambiando el trigo
en ratones. Pero lo más notable es que estos ratones son de ambos sexos y se pueden
cruzar con ratones que hayan surgido de manera normal [...]»
Needham, sostenía que había una fuerza vital que originaba la vida. Sus suposiciones se
basan en sus experimentos: hervía caldo de res en una botella, misma que tapaba con un
corcho, la dejaba reposar varios días y al observar al microscopio muestra de la sustancia,
encontraba organismos vivos. Él afirmaba que el calor por el que había hecho pasar el caldo
era suficiente para matar a cualquier organismo y que, entonces, la presencia de seres
vivos era originada por la fuerza vital.
En 1765, otro italiano Lazzaro Spallanzani, repitió el experimento de Redi, usando pan, un
recipiente abierto y otro herméticamente cerrado, con pan hervido. Solo brotaron cresas en
el pan que estuvo al aire libre.
En 1952, Miller hizo circular agua, amoníaco, metano e hidrógeno a través de una descarga
eléctrica y obtuvo glicina y Alamina, dos aminoácidos simples.
Años después, Abelsohn, hizo la misma experiencia, pero empleando moléculas que
contenían átomos de carbono, oxígeno y nitrógeno, y, en su experimento, Weyschaff,
aplicó rayos ultravioletas. Ambos obtuvieron los aminoácidos que forman las estructuras de
las proteínas.
El francés Pasteur fue quien acabó con la teoría de la generación espontánea. Ideó un
recipiente con cuello de cisne, es decir, doblado en forma de S. Puso en el receptáculo pan
y agua; hizo hervir el agua, y esperó. El líquido permaneció estéril.