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TOMAS NAVARRO

MANUAL DE
PRONUNCIACIÓN
ESPAÑOLA
SEXTA EDICIÓN CORREGIDA
CON UN APÉNDICE DE NOTAS SUPLEMENTARIAS

a
HAFNER PUBLISHING COMPANY
New York and London
1967
Copyright, 1957
by Tomás Navarro

S e v e n th P r in t in g

P r i n t e d a n d P u b l is h e d b y

H AFNER P U B L IS H IN G COM PANY,


31 E a s t lO t h S t r e e t
N e w Y o rk , N . Y . 10003

All rights reserved

Printed in U.S.A. by
NOBLE OFFSET PRINTERS, INC.
NEW YORK 3, N . Y.
INTRODUCCIÓN

1. O bjeto de este libr o . — Las siguientes páginas


tienen por objeto describir breve y sencillamente la pro­
nunciación española, tendiendo, sobre todo, a facilitar
la enseñanza práctica de nuestra lengua en este aspecto
poco conocido de su naturaleza. No pretenden apurar la
materia ni resolver dificultades pendientes aún de lar­
gas y minuciosas investigaciones; no aspiran, en fin, a
ser un estudio completo de fonética española, sino sim­
plemente un tratado práctico de pronunciación. En
estos últimos años se han publicado diferentes trabajos
fonéticos sobre el español culto o literario. La informa­
ción sobre el habla vulgar o dialectal, española e his­
panoamericana, en lo que se refiere especialmente a la
pronunciación, es aún demasiado incompleta para in­
tentar un estudio de conjunto.
2. D i f e r e n c i a s d e p r o n u n c i a c i ó n . — Sabido es que

la lengua española presenta importantes diferencias de


pronunciación, no sólo entre los diversos países en que
se habla, sino entre las regiones de un mismo país, y
frecuentemente entre las comarcas y lugares de una
misma región. Estas diferencias son entre las diversas
regiones de España más hondas y abundantes que entre
las naciones hispanoamericanas. En regiones bilingües,
como Cataluña, Valencia, Galicia y Vasconia, la pro­
nunciación española aparece ordinariamente muy in­
fluida por la fonética propia del habla de cada región;
en Aragón, Navarra, Asturias, León y Extremadura
aparecen asimismo incorporados a la pronunciación
normal muchos rasgos fonéticos de los dialectos que en
otro tiempo dominaron en estas provincias; y en A n ­
dalucía, la permanencia de algunos sonidos perdidos en
castellano, el desarrollo de ciertas transformaciones fo­
néticas que, aunque de carácter general, no han llegado
a un punto de evolución tan avanzado en las demás
provincias, y, en fin, ciertos elementos peculiares 3 e
dicha región, dan a la pronunciación andaluza una fiso­
nomía propia y característica. En líneas generales, la
pronunciación hispanoamericana se parece más a la an­
daluza que a la de las demás regiones españolas.
La semejanza entre el andaluz y el hispanoamericano
no se funda únicamente en la extensión con que en uno
y otro se dan el seseo y el yeísmo, sino en la evolución
de las consonantes finales, en la relajación de la j , en
la tendencia de determinadas vocales a tomar un tim­
bre más abierto y en cualidades menos concretas y aún
no bien definidas que afectan al mecanismo total de la
articulación. No siendo uniforme la pronunciación entre
todos los países americanos de lengua española, es claro
que la semejanza indicada tampoco afecta a todos ellos
en la misma medida. El estudio del español en Am érica
va especificando el concepto y los límites de las im­
portantes diferencias fonéticas existentes dentro de lo
que de un modo general se designa con el nombre de
pronunciación hispanoamericana 1. Verclad es también

1 Un im p o rta n te trab ajo en q u e se estu d ia n varias d e estas


Alonso,
c u e stio n e s es e l d e A . Problemas de dialectología his­
panoamericana, B u e n o s A ire s, 1930.
que tratándose de personas cultas, las diferencias foné­
ticas entre castellanos y andaluces o hispanoamericanos
son mucho menores que entre las clases populares 1.
3. P r o n u n c i a c i ó n c a s t e l l a n a p o p u l a r . — Hay tam­

bién considerables diferencias de pronunciación entre


el habla popular de Castilla y la lengua culta española.
Unas mismas palabras no se pronuncian, por ejemplo,
entre las personas de la alta sociedad madrileña de igual
modo que entre las personas del pueblo bajo de Madrid.
Puede hallarse, en general, más semejanza, en ciertos
puntos, entre un labrador manchego y un campesino
burgalés, que entre un abogado de Á vila y un pastor de
la Paramera. El habla castellana en las aldeas y pueblos
rurales y hasta en el fondo popular de las capitales de

1 S e c o m p r e n d e q u e en e l habla d e A m é ric a d e b e h a b e r
in flu en cias fo n é tica s d e to d a s las re g io n e s esp a ñ o las, p e ro no
es co sa fácil e s ta b le c e r la é p o ca , los lu g a res y las circu stan -
cias re la tiv a s a la in flu en cia d e cada regió n . E l n ú m ero y la p ro ­
ced en c ia d e lo s c o lo n iza d o re s, aun sien d o d a to s d e p rin cip al
in te ré s, p u ed en no a p a re c e r sie m p re en re la ció n con el a rra ig o
y la a m p litu d d e d e te rm in a d o s fen ó m en o s. E l h ech o e s q u e el
oíd o e sp a ñ o l p u e d e c o n fu n d ir a un m ejican o o an tillan o, y hasta
a un a rg e n tin o o c h ile n o co n un e x tre m e ñ o o andaluz, p e r o no,
p o r e je m p lo , con un a stu ria n o , c a ste lla n o o aragon és. H a y h e ­
chos, p o r su p u e s to , q u e en d e ta lle c o n tra d ic e n la in d icad a s e ­
m ejanza, c o m o lo s h a y ta m b ién q u e re p re s e n ta n d ife re n c ia s
e n tre A n d a lu c ía , E x tr e m a d u r a y C an a ria s, y aun e n tre d is tin ­
tas c o m a rc a s an d alu zas, n o o b sta n te el p a re cid o fo n é tico d e
co n ju n to e n tr e e sta s re gio n es. Ha sid o d e b a tid o e ste p u n to
en in te re sa n te s a rtíc u lo s p o r P. H e n r í q u e z U r e ñ a , Observaciones
sobre el español en América, en Revista de Filología Española,
1921, V III, 359; 1930, X V II , 277-284, y E l supuesto andalucismo
de América, en lo s Cuadernos d e l In stitu to d e F ilo lo g ía d e la
U n iv e rsid a d d e B u e n o s A ir e s , 1925, to m o I, núm . 2; y p o r M a x
L. W a g n k r , E l supuesto andalucismo de América y la teoría cli­
matológica, en Revista de Filología Española, 1927, X I V , 20-32.
provincia, ha avanzado en su evolución fonética mucho
más que la lengua literaria. Además, la pronunciación
popular, fuera del dominio de ciertos rasgos generales,
es mucho menos uniforme que la pronunciación culta,
presentando en su gran extensión, desde el Cantábrico
al Guadarrama, y más al Sur hasta los confines de la
Mancha con Murcia y Andalucía, multitud de variantes
y modificaciones l .
4. P r o n u nciació n correcta e s p a ñ o l a . — Señálase

como norma general de buena pronunciación, la que se


usa corrientemente en Castilla en la conversación de las
personas ilustradas, por ser la que más se aproxima a
la escritura; su uso, sin embargo, no se reduce a esta
sola región, sino que, recomendada por las personas
doctas, difundida por las escuelas y cultivada artística­
mente en la escena, en la tribuna y en la cátedra, se
extiende más o menos por las demás regiones de len­
gua española. Siendo fundamentalmente castellana, la
pronunciación correcta rechaza todo vulgarismo provin­
ciano y toda forma local madrileña, burgalesa, toleda­
na, etc.; y siendo culta, rechaza asimismo los escrúpulos
de aquellas personas que, influidas por prejuicios etimo­
lógicos y ortográficos, se esfuerzan en depurar su dicción
con rectificaciones más o menos pedantes. Esta pro­
nunciación, pues, castellana sin vulgarismo y culta sin
afectación, estudiada especialmente en el ambiente uni­
versitario madrileño, es la que en el presente libro se
pretende describir. Llamárnosla c o r r e c t a sin otro ob­
jeto que el de distinguirla de la pronunciación vulgar.
La Academ ia Española, con cuyo criterio sobre esta
1 Para algunos rasgos de la pronunciación castellana popu­
lar véanse Hispania, California, 1921, IV, 156, y Revista de Filo-
logia Española, 1923, X , 30-31.
materia viene a coincidir el que aquí queda expuesto,
podría, con la eficacia de su autoridad, realizar una im­
portante labor señalando concretamente, siempre que
fuese posible, en los frecuentes casos de vacilación que
el uso presenta, la forma de pronunciación que se con­
sidera más conveniente.
5. U n i d a d d e l a p r o n u n c i a c i ó n c o r r e c t a . — Más o
menos inconscientemente, la opinión general española
distingue la pronunciación correcta de cualquier otro
modo de pronunciación, como lo demuestran, entre
otros casos, los frecuentes reparos que la Prensa señala
respecto a algunos actores y oradores por su acento dia­
lectal; los elogios que otros reciben por la pureza de su
dicción; la estimación que en los pueblos se siente por
el habla cortesana, y, sobre todo, la unanimidad con que
los diversos elementos que forman en Madrid la clase
intelectual, siendo en su mayor parte de origen provin­
ciano, adoptan espontáneamente esta pronunciación,
ocultando cada uno, como mejor puede, las huellas foné­
ticas de su tierra natal. Esto hace, en efecto, que sea fre­
cuente encontrar en Madrid asturianos, gallegos, arago­
neses, catalanes y hasta andaluces y americanos — que
son los más pertinaces en la conservación de su acen­
to — tan diestros en pronunciación correcta como los
más castizos castellanos *.
6. E n s e ñ a n z a d e l a p r o n u n c i a c i ó n . — Fuera de esta

1 T rá ta s e e s te p u n to con m ás d e te n im ie n to en Concepto de
la pronunciación correcta, en Hispania, C aliforn ia, 1921, IV ,
155-164. V é a se tam b ién R. M e n é n d e z P i d a l La lengua española,
en Hispania, 1918, I, 1 - 1 4 . A m b o s trab ajo s, con el d e M a x
L . W a g n e r , E l español de América y el latín vulgar, p u ed en v e r ­
se asim ism o en lo s Cuadernos del In stitu to d e F ilo lo g ía d e B u e ­
n os A ir e s , 1924, to m o I, núm . 1.
espontánea inclinación hacia un uso que en el ambiente
general tiene actualmente la preferencia de las personas
distinguidas, las ideas más corrientes en España sobre
esta materia se reducen a una fórmula pueril, que con­
siste en creer que la lengua española se pronuncia como
se escribe. A los maestros nacionales, no sólo a los que
han de enseñar en Castilla, sino a los que en regiones
dialectales han de encontrarse ante hábitos de pronun­
ciación distintos de los de la lengua nacional, ni se les
prepara convenientemente para esta enseñanza, ni siquie­
ra se les pide la corrección de sus propios dialectalis­
mos 1. Las gramáticas españolas apenas dan sobre orto­
logía unas nociones rudimentarias, y los tratados espe­
ciales para extranjeros, aun dedicando a este punto algo
más de atención, adolecen también generalmente de
escasez, de imprecisión y, con frecuencia, de inexactitud
en sus noticias.
7. T r a t a d o s d e f o n é t i c a e s p a ñ o l a . — Existen a este

propósito algunos estudios que, aunque no todos fueron


hechos con fines pedagógicos, pueden ayudar eficaz­
mente al conocimiento de nuestra pronunciación. El
libro de F. de Araujo, Estudios de fonética castellana t
Toledo, 1894, es un pequeño manual en el que abundan
las observaciones exactas; el de F.-M. Josselyn, Études
de phonétique espaguóle, Paris, 1907, de un carácter más
especial y técnico, fundado en el análisis de materiales
recogidos por el método experimental, sirve principal­
mente para informaciones minuciosas sobre variantes
individuales, y el de M. A . Colton, L a phonétique cas-
tillane, Paris, 1909, aunque demasiado teórico y a veces

1 V é a s e so b re e sto A . C a s t r o , La enseñanza del español en


España, M adrid, V . S u á re z, 1922, p ágs. 64-09.
oscuru, tiene para la enseñanza práctica capítulos como
el de las consonantes en que se hallan observaciones de
positiva utilidadl . El libro dej. Moreno-Lacalle, Elements
o f spanish pronunciation, Nueva Y ork, 1918, necesita
ser sometido a una completa revisión. A primer oj
Spanish pronunciation, de.T. Navarro Tomás y Aurelio
M . Espinosa, editado por Sanborn & Co., Boston, 1926,
presenta en forma compendiada y más sencilla la doc­
trina contenida en este M a n u a l .
Hay otros estudios menores en revistas y folletos, de
entre los cuales conviene especialmente conocer los
siguientes: R. Lenz, Apuntaciones para un texto de orto-
logia y ortografía de la lengua castellana, en Anales de
la Universidad de Chile, 1894, lxx x v iii, 106-136. —
Gongalves Vianna, Les langues litteraires de VEspagne
et du Portugal, en Revue Hispanique, 1894, págs. 1-21.—
T. Escriche, Prononciation espagnoley en Maitre Phoné-
tique, 1894, págs. 30 - 33 , y 1897, págs. 77-82. — R. Me-
néndez Pidal hace una excelente descripción de las con­
sonantes españolas en su Manual de gramática histórica,
Madrid, V . Suárez, 1925, págs. 77-96.

1 S o b r e e l libro' d e A r a u jo v é a n s e e sp e c ia lm e n te las r e s e ­
ñ as d e J. Saro'ihandy, en Romanía, 1895, X X I V , 298-303, y d e
H. M orf, en Literaturblattfür germanische und romanische Philo-
logie, 1896, X V I I , 15-18; so b re e l d e J o sse ly n , las d e J. G o n g a lv e s
V ia n n a , en Revue Hispanique, 1906, X V , 849-856, y A . R a m b ea u
en Die Neueren Sprachen, 1913, X X I , 401-407; so b r e el d e C o lto n ,
las d e T . N a v a rro T o m á s, en Revista de Filología Española, 1923,.
X , 26-56, y A . A lo n s o , en Revue de Linguistique Romane, 192$,.
I, 171-172.
NOCIONES DE FONÉTICA GENERAL

8. P r o d u c c i ó n d e l s o n i d o a r t i c u l a d o . — Cuando

pronunciamos un sonido prodúcese en nuestro orga­


nismo una serie encadenada de movimientos, debidos
principalmente a tres grupos
de órganos distintos: los ór­
ganos de la r e s p ir a c ió n , los
de la fo n a c ió n y los de la
a r t ic u la c ió n .
9. R e s p i r a c i ó n . — De los

dos tiempos de que consta


este fenómeno — aspiración y
espiración— , el que princi­
palmente conviene considerar
en nuestro caso es el según- . ^ .
. 1, diafragma; 2, pulmón de­
do. Durante la e s p ir a c ió n recho; 3, pulmón izquier-
(fr. e i n g l . expiration, a l. A us - d o ¡ 4 » b ron q u ios; 5, trá-
? . . . , qu ea; 6, larin ge; 7, ep i-
atmung), e l a i r e a s p ir a d o y glotis.
contenido en los pulmones
sale de éstos por los b r o n q u io s (fr. bronches, ingl. bron-
chial tubes, al. Bronchien) y por la tr á q u e a (fr. trachee,
ingl. tra ch ea al. Luftrbhre), obligado por la presión del
d ia fr a g m a (fr. diaphragme, ingl. diaphragm, al. Zwerch-
fe ll) y por la reducción total de la cavidad torácica.
El aire espirado, materia prima de los sonidos articula­
dos, es la base y fundamento de la palabra. Respirando
en silencio, la espiración sólo es un poco más larga que la
a s p ir a c ió n (fr. e ingl. inspiration, al. Einatmung), el vo­
lumen de aire empleado es pequeño, y su salida ordina­
ria es por la nariz; por el contrario, mien­
tras hablamos, la espiración es muy larga,
la aspiración muy corta, el volumen de
aire empleado es relativamente grande,
y su salida ordinaria es por la boca.
10. F o n a c i ó n . — La columna de

espirado pasa desde la tráquea a la la ­


r in g e (fr. e ingl. larynx, al. Kehlkopf).
El esqueleto de la laringe se compone de
cuatro cartílagos: el t ir o id e s , el c ri-
i, tráquea; 2, cri- c o i des y los dos a r ite n o id e s ; los dos
roides ’ 4^ epi- Pr¡meros forman una especie de tubo
glotis. corto y ancho, que es la parte de la gar­
ganta llamada vulgarmente n u ez o bo­
cado de Adán (fr. noeud de la gorge, pomme dyAdam;
ingl. Adam's apple, al. Adamsapfel). En el centro de
este tubo, en posición perpendicular a sus paredes, se
hallan las c u e r d a s v o c a le s (fr. cordes vocales, ingl. vo­
cal cords, al. Stimmbcinder). Las cuerdas vocales son dos
músculos gemelos, elásticos, a modo de pliegues o labios,
formados por la capa muscular que reviste interiormente
los cartílagos de la laringe. Por uno de sus extremos,
dichas cuerdas se hallan sujetas al vértice o parte delan­
tera del tiroides; por el extremo opuesto acaba cada una
de ellas en un aritenoides, pudiendo ambas, según los dis­
tintos movimientos de los aritenoides, tenderse o aflojar­
se, aproximarse entre sí hasta poner sus bordes en con­
tacto, o separarse más o menos, dejando entre ellas una
abertura triangular, cuyo nombre es g lo t is (fr. glotte,
/ente vocale; ingl. glottis, al. Stimmritze). Cuando respi­
ramos de una manera normal, la glotis está ampliamente
abierta; cuando hablamos, las cuerdas se juntan, la glotis
se cierra, la presión del aire, empujado desde los pulmo­
nes, obliga a las
cuerdas a entre­
abrirse; pero su
propia elasticidad
les hace v o lv e r
instantáneament e
R e sp ira c ió n : g lo tis a cerra rse , p ro d u - F o n a ció n : g lo tis
a b ie rta . ’ 1 cerra d a,
ciándose de este
modo una serie rapidísima de movimientos uniformes y
regulares que, al poner en vibración la columna de aire
que va escapándose al exterior, producen el sonido que
llamamos voz 1.
II. A r t i c u l a c i ó n . — El aire espirado sale desde la

laringe, por la faringe, a la boca. El campo total de la


articulación lo constituyen la cavidad bucal, la cavidad
faríngea y Ja cavidad _nasal. Los movimientos de los la­
bios, de la mandíbula inferior, de las mejillas, de la len-

1 L o s m o vim ien to s d e las c u e rd a s v o c a le s se estu d ia n p o r


m e d io d e l la rin g o s c o p io d é G a rc ía o el e n d o s co p io d e F latau ;
las v ib ra cio n e s v o c á lic a s son d e m o stra b le s al o íd o m e d ia n te el
in d ic a d o r la rín g e o d e Z ü n d -B u rg u e t, y al tacto, to ca n d o s u a v e ­
m e n te la gargan ta, a cad a lado d e l tiro id e s, con la s y e m a s d e lo s
d e d o s. T a p á n d o s e lo s o íd o s co n las p alm as d e la s m anos se p e r ­
c ib e tam b ién el fen ó m en o d e la fon ación co m o un ru m o r c a ra c ­
te rís tic o , q u e cesa al te rm in a r las v ib ra c io n e s d e las c u e rd a s
v o c a le s. Para el e stu d io m in u cio so d e las c u a lid a d e s físic a s d e
e s t e fen ó m en o se u tiliza p rin c ip a lm e n te la in sc rip c ió n d e la p a ­
labra p o r m e d io d el fo n ó grafo , d el gram ó fo n o o d e l q u im ó gra fo .
S o b r e el u so y m an ejo d e e sto s a p ara to s v é a s e G . P a n c o n c e l l i -
C a lzia , Einführung in die angewandte Phonetik, B erlin , 1 914 *
gua y del velo del paladar modifican la forma y el espa­
cio de la c a v id a d b u c a l (fr. cavité buccale, ingl. buccal
cavityy al. Mundhókle), haciendo que el aire produzca a
su paso efectos acústicos más o menos diferentes. A la
especial posición adoptada conjuntamente por dichos ór-

a, c a v id a d nasal; b, h u eso d e l p aladar; c, labios; d, d ien tes; e, a l­


v éo lo s ; f , p rep alad ar; g , m e d io p alad ar; h, postp alad ar; i, v e lo
d e l p a la d a r;y , zona p re v e la r; k, zona p o stv elar; /, úvu la; m, le n ­
gua; nt áp ice; o, p re d o rso ; p t m ed io d o rso; qt p o std o rso ; r, fa­
rin ge; s, ep iglotis; t, larin ge; u, tiro id es; v, cu e rd as v o cale s;
.r, cricoid es; z, esó fa go .

ganos en el momento de producir un sonido, se le llama


a r t ic u la c ió n ; al movimiento de los órganos para pasar
de una posición a otra, cuando se producen sucesiva­
mente dos sonidos inmediatos, también suele llamár­
sele articulación; pero en el presente libro esta palabra
va siempre empleada en la primera de ambas acep-
cion ^
La cavidad bucal está formada, de una parte, por una
bóveda inmóvil, que comprende los d ie n t e s s u p e r io ­
r e s , la protuberancia alveolar, que llamaremos simple­
mente a lv é o lo s , correspondiente a la raíz de los dien­
tes, y el p a la d a r d u ro (fr. palais dur, ingl. hard pa-
late, al. liarter Gaumen), órganos pasivos de la articula­
ción; y de otra parte, por unos órgajios movibles, que
son principalmente los la b io s , la le n g u a y el v e lo
d el p a la d a r (fr. voile du palais, ingl. soft palatey ale­
mán Gaumensegel), órganos activos de la articulación.
Entre estos órganos, la lengua es el más importante; su
complicada estructura muscular le permite hacer los
movimientos más rápidos y flexibles, adquirir las for­
mas y posiciones más distintas y ponerse en contacto
con todos los puntos de la cavidad bucal.
12. P u n t o d e a r t i c u l a c i ó n . — En toda articulación
destácase principalm enteja acción de un órgano activo,
el cual, aproximándose o apoyándose sobre otro órgano
— activo o pasivo— , reduce más o menos el espacio de
salida del aire en un punto determinado del canal vocal;
el lugar — que más bien que punto es zona o región —
en que dicha aproximación, estrechamiento o contacto
de los órganos se verifica, se llama p u n to de a r t ic u la ­
c ió n (al. Artikulationsstelle). Para hacer posible una cierta
precisión en la descripción de las articulaciones, se con­
sidera dividida la cavidad bucal en varios p u n to s , cada
uno de los cuales lleva un nombre particular, que sirve
asimismo para designar las articulaciones que en él se
forman. Tiénese en cuenta al mismo tiempo, en los casos
en que interviene la lengua, qué parte de ésta es la que
forma principalmente la articulación, distinguiéndose en
ella la punta o á p ic e , el p r e d o r s o , el m e d io d o r s o ,
el p o s td o r s o y la ra íz . Las articulaciones españolas,
por razón de su punto de articulación, forman los gru­
pos siguientes:
B il a b i a le s : Actúa en este grupo un labio contra
otro; el labio inferior es principalmente el órgano acti­
vo, y el superior el órgano pasivo: p, b, m, b.
L a b io d e n t a le s : Organo activo, el labio inferior;
pasivo, el borde de los incisivos superiores: f, m.
I n t e r d e n t a le s : Organo activo, la punta de la len­
gua; pasivo, el borde de los incisivos superiores: 0, z,
<*, n, j, t.
D e n t a le s : Organo activo, la punta de la lengua; pasi­
vo, la cara interior de los incisivos superiores: t, d, n, 1, §.
A lv e o la r e s : Organo activo, la punta de la lengua;
pasivo, Tos alvéolos de los dientes superiores: s, z, n, 1,
r, r, 1.
P a la ta le s : Organo activo, el predorso de la lengua;
pasivo, el paladar duro: 1, n, c, y, y, j, i, i, j, e,
V e la r e s : Organo activo, el postdorso de la lengua;
pasivo, el velo del paladar: k, g, g, i), x.
B ila b io v e la r e s : Organos activos, los labios y el
postdorso de la lengua; pasivo, el velo del paladar: w,
y, u, y, o, 9,
Los dos órganos esenciales de una articulación sue­
len expresarse juntamente en el nombre de ésta me­
diante formas compuestas, como bilabial, labiodental,
ápicodental, ápicoalveolar, dorsopalatal, etc.; pero lo
más frecuente, aparte de los dos primeros casos, es de­
nominar las articulaciones únicamente por su punto de
articulación — órgano pasivo— , entendiéndose que las
articulaciones interdentales, dentales y alveolares, en
cuanto a su órgano activo, son en general apicales, y las
restantes, dorsales. Si la articulación se forma señalada­
mente hacia el límite interior o exterior de una deter­
minada zona del paladar, puede expresarse también
aproximadamente esta circunstancia sirviéndose de las
palabras postdental, postalveolar, prepalatal, postpala­
tal, prevelar, postvelar y uvular (de ú v u la , vulgar cam­
panilla; fr. luette, ingl. uvula, al. Zapfchen).
13. Mouo d e a r t i c u l a c i ó n (fr. mode darticulation,
ingl. manner o f articulation, al. Artikulationsart). — Cual­
quiera que sea el punto en que una articulación se forme,
la especial disposición de los órganos en cada caso per­
mite establecer los siguientes grupos:
A r t i c u l a c i o n e s o c lu s iv a s : Contacto completo en­
tre los órganos activo y pasivo; el canal vocal permane­
ce momentáneamente cerrado; deshecha súbitamente la
oclusión, precipítase hacia fuera con una breve explo­
sión el aire acumulado detrás de los órganos: p, b , t,
d, k, g. Son impropios los nombres de articulaciones
momentáneas o explosivas aplicados a estas articulacio­
nes. Su duración es aproximadamente la misma que la
de las otras consonantes. Por otra parte la articulación
oclusiva carece a veces de explosión, siendo simple­
mente implosiva como la p de concepto, apto, etc.
A r t ic u la c io n e s f r ic a t iv a s : Organos en contacto
incompleto; el canal vocal se reduce en alguno de sus
puntos a una estrechez por donde el aire sale constre­
ñido, produciendo con su rozamiento un ruido más o
menos fuerte: b, f, 0 , z , d , 1, 1, § , z , s, z , j , 1, 1, y, x, g. Por
la forma de la estrechez distínguense las fricativas a la r ­
g a d a s (al. spaltfdrmig), con estrechez en forma de hen­
didura: b, f, 0, etc., y las fricativas r e d o n d e a d a s (al. ri-
llenfbrmig), con estrechez en forma de canal: s , z , etc.
Ordinariamente, en unas y en otras la estrechez tiene
lugar en la línea eje de la cavidad bucal; en los casos
en que se forma a los lados de ésta, la fricativa se llama
la t e r a l (fr. e ingl. latéral> al. Seitenlaut): ¡, 1, 1, 1. A las
articulaciones fricativas suele también llamárseles, con
menos propiedad, espirantes, constrictivas y continuas.
A r t i c u l a c i o n e s a fr ic a d a s : (fr. mi-occlusives} inglés
semi-occlusives, al. Affrikaten): Prodúcese en el canal
vocal un contacto que interrumpe momentáneamente,
como en las oclusivas, la salida del aire; después este
contacto se resuelve suavemente, sin transición brusca,
en una estrechez; la oclusión y la estrechez se verifican
en el mismo punto y entre los mismos órganos, y el
tiempo que se emplea en ambos momentos viene a ser
el mismo que se gasta en la producción de cualquier
sonido meramente oclusivo. El paso gradual de la oclu­
sión a la estrechez es lo que constituye la naturaleza
característica de estas articulaciones; llámanse también
semioclusivas y oclusivofricativas: c, y.
A r t ic u la c io n e s v ib r a n te s (al. Scknurrlaute): Un
órgano activo, elástico, realiza sobre un punto determi­
nado del canal vocal un movimiento vibratorio rápido,
interrumpiendo alternativamente la salida del aire: r, r.
A r t ic u la c io n e s s e m ic o n s o n a n t e s : Como punto
de partida los órganos forman una cierta estrechez. En
el breve tiempo en que se produce el sonido, dicha
estrechez se hace cada vez más amplia. La actividad de
los órganos representa un movimiento de transición
entre la articulación fricativa y la vocal: j, w.
A r t ic u la c io n e s s e m iv o c a le s : Movimiento articu­
latorio inverso al de las semiconsonantes. Transición
desde la abertura vocálica a la estrechez fricativa. La
abertura inicial disminuye progresivamente dentro de
la ordinaria brevedad del sonido: i, u.
A r t ic u la c io n e s a b ie r t a s o v o c a le s : La dispo­
sición de los órganos forma una abertura de amplitud
distinta en cada caso; pero siempre suficientemente
ancha para que el aire salga sin obstáculo; la cavidad
bucal en estas articulaciones forma un resonador que
imprime un timbre característico al sonido producido
por las vibraciones de la g lo tis: i, i, e, $, a, a, 9, o, y, u.
14. T i e m p o s d e l a a r t i c u l a c i ó n . — Tres momentos
pueden observarse en el desarrollo completo de una arti­
culación : intensión, tensión y distensión; durante el pri­
mero, in te n s ió n (fr. tensión, ingl. on-glide, al. Anglittj,
los órganos, saliendo de su estado de reposo, realizan
un cierto movimiento hasta alcanzar la posición reque­
rida por el sonido de que se trata; durante el segundo,
te n s ió n (fr. tenue), los órganos se mantienen en esa
misma posición por un tiempo más o menos largo, y du­
rante el tercero, d is t e n s ió n (fr. détente, ingl. off-glidey
al. Abglitt), abandonando la posición adquirida, vuelven
los órganos a su estado de reposo. La naturaleza de una
articulación se caracteriza principalmente por su ten­
sión; la intensión y la distensión son momentos transi­
torios y fugaces que el oído no siempre alcanza a percibir;
estos últimos son, sin embargo, los puntos de contacto
por donde las articulaciones se enlazan entre sí dentro
de la palabra o de la frase, y encierran frecuentemente
la explicación de importantes cambios y transformacio­
nes fonéticas.
15. A r t i c u l a c i o n e s s o r d a s y s o n o r a s . — Toda arti­
culación, cualquiera que sea la posición de los órganos
en la cavidad bucal, puede producirse sin que las cuer­
das vocales vibren, o con vibración de las cuerdas vo­
cales; en el primer caso la articulación no tiene otro
efecto acústico que el producido por la explosión o fri-
cación del aire en algún punto del canal de la voz; llá­
masele a r t ic u la c ió n s o r d a (fr. sourde, ingl. voiceless,
al. stimmlos); en el segundo caso óyense simultánea­
mente, de una parte, el efecto de dicha fricación o ex­
plosión, y de otra, el sonido resultante de la vibración
de las cuerdas vocales; a esta articulación se le llama
s o n o r a (fr. sonore, ingl. voiced, al. stimmhaft); las ar­
ticulaciones sonoras por excelencia son las vocales; en­
tre las consonantes españolas, son sonoras : b, b, m, m,
?> n, 1, d, d, z, n, 1, z, n, 1, r, r, j, y, j, y, 1, n, g, g, r), w, y
son sordas : p, f, 0, t, t, s, s, c, k, x. Impropiamente
suele llamarse, a las sordas, fuertes, duras o ásperas, y
a las sonoras, débiles, dulces o suaves.
16. B u c a l e s y n a s a l e s . — El velo del paladar puede
intervenir de dos maneras distintas en la producción de
una articulación : puede estar elevado contra la pared de
la faringe, cerrando la comunicación entre la boca y las
f o s a s n a s a le s (fr .'cavité nasale, ingl. nasal cavity, al. Na-
senhbhle), o bien puede estar caído y separado de la fa­
ringe, dejando abierta esta entrada de la cavidad nasal;
en el primer caso la corriente de aire se ve obligada a
salir únicamente por la boca, produciéndose las a r t ic u ­
la c io n e s b u c a le s (ingl. buccal sounds, al. Mundlaute);
en el segundo caso la corriente de aire sale por la nariz:
a r t ic u la c io n e s n a s a le s (ingl. nasal sounds, al. N a-
senlaute); la salida del aire en este segundo caso puede
ser exclusivamente nasal, como en las consonantes mT
m, n, 9, n, i) y n, o nasal y bucal simultáneamente, como
en las vocales nasales á, 6, etc.
17. R e s u m e n . ^ P a r a darse cuenta exacta de la natu­
raleza y estructura propias de una articulación es, pues,
necesario considerar en su conjunto la disposición que
afecta cada uno de los órganos del canal vocal en el mo-
mentó en que dicha articulación se produce, debiendo,
ante todo, ser tenidos en cuenta los siguientes elemen­
tos : a) punto de articulación, fundamento de la división
de las articulaciones en labiales, dentales, alveolares, pa­
latales, etc.; b) modo de articulacióú, fundamento de las
diferencias entre oclusivas, fricativas, etc.; o) función de
las cuerdas vocales, base de la diferencia entre sonoras
y sordas; y d) funciÓ 7i del velo del paladar, base de la
diferencia entre bucales y nasales.
18. C u a l i d a d e s f í s i c a s d e l s o n i d o . — Las cualidades
esenciales del sonido articulado, como las de todo so­
nido, son las siguientes : t o n o , tim b r e , c a n tid a d e
in te n s id a d .
19. T o n o . — La altura musical de un sonido se llama
to n o (fr. hauteur musicale, ingl. pitch^ al. Tonhóhe). El
tono depende de la frecuencia de las vibraciones que pro­
ducen el sonido: a medida que esta frecuencia aumenta o
disminuye, el tono del sonido se eleva o desciende, res­
pectivamente. Por razón de su altura relativa, los sonidos
se llaman a g u d o s o g r a v e s . Las vibraciones de un so ­
nido agudo son, pues, dentro de la unidad de tiempo,
más numerosas que las de un sonido grave. La distancia
entre dos sonidos de tono diferente se llama in t e r v a lo .
La línea de altura musical determinada por la serie de
sonidos sucesivos que componen una palabra, una frase
o un discurso, se llama e n t o n a c ió n (fr. e ingl. intonation)
al. Tonfall); la entonación, según la dirección de la línea
descrita por la voz, será a s c e n d e n t e , d e s c e n d e n te »
a g u d a , g r a v e , u n ifo r m e , a se e n d e n te -d e s e e n d e n ­
te , etc. En cada individuo, la voz se eleva o desciende
según aumenta o disminuye la tensión de sus cuerdas
vocales; en un estado de equilibrio entre la tensión y la
relajación, que es el estado más frecuente en el lenguaje
ordinario, las cuerdas vocales se mueven generalmente
en torno de una misma nota, que es la que en cada su­
jeto caracteriza la e n t o n a c ió n n o r m a l.
20. T i m b r e . — El movimiento vibratorio generador
del sonido es, en general, un fenómeno complejo en que
intervienen simultáneamente, de una parte, un movi­
miento vibratorio principal (al. Grundton), y de otra,
uno o más movimientos vibratorios secundarios (al. Ober-
tóne). En el lenguaje, el tono fundamental de cada sonido
es, como queda dicho, el que producen las vibraciones
de las cuerdas vocales, y los tonos secundarios'resultan
de las resonancias que aquél produce en la cavidad o
cavidades formadas en el canal vocal por la especial dis­
posición de los órganos articuladores. A cada cavidad
o resonador, según su forma y volumen, le corresponde
una nota de una altura determinada (al. Eigenton). En
este conjunto sonoro de tono fundamental y tonos se­
cundarios, el resonador predominante es precisamente
el que determina el t im b r e o matiz característico de
cada sonido (fr. e ingl. timbre, al. Klangfarbe). Los soni­
dos son por su timbre, así como por su tono, a g u d o s
o g r a v e s , según la altura de la nota que corresponde
a su resonador predominante.
21. C a n t i d a d . — La c a n tid a d (fr. durée, ingl. dura-
tion, al. Dauer) es la duración del sonido. Todo sonido,
para ser perceptible, requiere un mínimum de duración;
los sonidos se acercan a este mínimum o se alejan de él,
según la mayor o menor rapidez con que se habla. C a n ­
tid a d a b s o lu ta es la que representa numéricamente la
duración de un sonido a base de la unidad de tiempo;
c a n tid a d r e la t iv a es la que expresa esa misma dura­
ción en relación con la de los demás sonidos; se habla
de cantidad absoluta si se dice, por ejemplo, que la vocal
acentuada de señor, en un caso determinado, ha durado
20 centésimas de segundo; y se habla de cantidad rela­
tiva si se dice que esta vocal tiene ordinariamente una
duración doble que la e precedente. Por razón de su
cantidad relativa, los sonidos se llaman la r g o s , b r e ­
v e s , s e m ila r g o s , s e m ib r e v e s , etc. La cantidad abso­
luta varía en cada caso según el temperamento, la edad,
la emoción, la costumbre, etc., de la-persona que habla;
la cantidad relativa depende de ciertos principios foné­
ticos de carácter general y de determinadas circunstan­
cias históricas particulares de cada idioma.
22. I n t e n s i d a d . — L a in t e n s id a d (fr. intensité, inglés

intensity, al. Stárke) es el mayor o menor grado de fuerza


espiratoria con que se pronuncia un sonido, la cual, acús­
ticamente, se manifiesta en la mayor o menor amplitud
■de las vibraciones. Por la intensidad pueden distinguirse
entre sí sonidos de un mismo timbre, tono y cantidad.
En la intensidad absoluta influyen distintas circunstan­
cias emocionales y lógicas; la intensidad relativa obede­
ce, por su parte, a razones históricas íntimamente unidas
a la estructura de cada idioma. Por razón de su intensi­
dad relativa, los sonidos, sílabas o palabras se denomi­
nan fu e r te s o d é b i le s l .
Conviene distinguir la intensidad de la te n s ió n
m u s c u la r , que sólo hace referencia a la mayor o me­
nor energía con que un órgano realiza un movimiento

1 E s m u y c o rr ie n te lla m a r tono al a ce n to d e in ten sid a d , y


s o n id o s tónicos o átonos a lo s so n id o s fu e rte s o d é b ile s . E sta
n o m e n cla tu ra tie n e el in c o n v e n ie n te d e c o n fu n d ir el ton o con
la in ten sid a d o fu e rza e sp ira to ria , e le m e n to s q u e, si bien es v e r ­
d a d q u e se c o rre s p o n d e n con fre cu en cia , o tra s v e c e s su elen no
c o in c id ir. E n el le n g u a je, c o m o en la m ú sica, c u a lq u ie r so n ido ,
agudo o grave, p u e d e h a c e rse fu erte o débil, segú n c o n v e n g a .
o se mantiene en una posición. Los órganos pueden
actuar con rigidez o blandura, con rapidez o lentitud.
El sonido espiratoriamente fuerte puede ser te n s o o»
r e la ja d o por lo que se refiere a la actitud de los órga­
nos que formen su articulación. Lo corriente es, sin
embargo, que las modificaciones de la tensión muscular
coincidan con las de la fuerza espiratoria. Por lo demás
dichos elementos no se combinan en igual grado en to­
dos los idiomas. El dar a un factor u otro mayor o me­
nor proporción constituye un rasgo esencial dentro de
los principios tradicionales que forman Ja base articula­
toria de cada lengua.
23. A c e n t o . — El conjunto de los diversos elemen­
tos del sonido — tono, timbre, cantidad e intensidad — ,
combinados de un modo especial en cada idioma, cons­
tituye el a c e n to (fr. e ingl. accent, al. Akzent). Existen,
no sólo entre idiomas distintos, sino aun dentro del
habla común de cada país, sutiles diferencias regionales
y locales, cuya causa principal obedece al acento. El
oído suele ser particularmente sensible a estas diferen­
cias; pero su determinación en forma clara y concreta
es uno de los puntos más difíciles del estudio de la pro­
nunciación. El sonido sobre el cual recaen principal­
mente la intensidad, la cantidad y el tono, se llama
s o n id o a c e n tu a d o . En el caso en que estos elemen­
tos se den separadamente sobre sonidos diferentes,
conviene distinguirlos en particular, llamándoles, según
el elemento de que se trate, a c e n to de in te n s id a d ,
a c e n to de c a n tid a d y a c e n to tó n ic o o de a lt u r a .
24. P e r c e p t i b i l i d a d . — Cuando se oye pronunciar
una palabra o una frase, el oído no percibe por igual
todos los sonidos que la forman, aun cuando la persona
que hable se esfuerce en mantener un mismo tono y un
mismo grado de intensidad desde el principio hasta el
fin del conjunto. Los sonidos, en relación con nuestro
sentido auditivo, son, pues, según su naturaleza, más o
menos perceptibles. Un sonido es más perceptible que
otro cuando en igualdad de circunstancias de intensi­
dad, tono y cantidad puede ser oído desde una distancia
mayor. A esta cualidad relativa de los sonidos se le lla­
ma p e r c e p t i b i l i d a d 1 (fr.perceptibilité, ingl. audibility,
al. Schallfülle). Claro es que un mismo sonido de determi­
nada perceptibilidad relativa podrá-oírse a mayor o me­
nor distancia y presentar distintos grados de perceptibili­
dad absoluta según la intensidad con que se pronuncie.
25. E s c a l a d e p e r c e p t i b i l i d a d . — H ay una cierta re­

lación entre el grado de perceptibilidad de un sonido y


el grado de abertura bucal correspondiente-a su articula­
ción; las vocales son más perceptibles que las conso­
nantes; las vocales abiertas, más que las cerradas; la vo­
cal más abierta a, es asimismo la más perceptible; i, u
son las más cerradas y las menos perceptibles; la escala
de perceptibilidad de las vocales, de mayor a menor,
según experiencias físicas, parece ser: a, o, £, i, u 2. Las
consonantes sonoras son más perceptibles que las sor­
das; las consonantes vibrantes, laterales y nasales se
perciben mejor que las propiamente fricativas, y éstas
a su vez, mejor que las oclusivas.
1 L o s g ra m á tic o s su e le n lla m a rla sonoridad; d e b e e v ita r s e
e sta d en o m in a ció n p a ra n o co n fu n d ir e l fen ó m en o d e q u e se
trata co n el e fe c to p ro d u c id o p o r la v ib ra c ió n d e las c u e rd a s
v o c a le s, q u e es la sonoridad p ro p ia m e n te dich a.
2 A las v o c a le s m ás p e r c e p tib le s (a, o, e) se le s su e le lla m a r
fuertes y llenas, y a las m e n o s p e r c e p tib le s (i, u), débiles; la na­
tu ra lez a d e la p e rc e p tib ilid a d no tie n e re la ció n n in gun a, sin
e m b a rg o , con la id e a d e fu erza o in te n sid a d a rtic u la to ria q u e
e sta s d e n o m in a cio n es su g ie re n .
26. G r u p o s f o n é t i c o s . La s í l a b a . — El grupo foné­

tico más elemental es la s íla b a , la cual puede constar


de uno o varios sonidos. La sílaba, acústicamente con­
siderada, es un núcleo fónico limitado por dos depre­
siones sucesivas de la perceptibilidad de los sonidos.
Considerada desde el punto de vista fisiológico, es un
núcleo articulatorio comprendido entre dos depresiones
sucesivas de la actividad muscular. Pronunciando, por
ejemplo, una a prolongada, advertimos que el sonido se
divide en sílabas distintas: a) si manteniendo en lo posi­
ble la misma intensidad espiratoria intercalamos de tiem­
po en tiempo un sonido menos perceptible: ayayaya, etc.;
b) si manteniendo de una manera constante el sonido
de la a aumentamos y disminuimos alternativamente la
intensidad espiratoria: á-á-á-d. En la palabra Aragón
las dos primeras sílabas van separadas por la momen­
tánea depresión de perceptibilidad correspondiente a
la r\ en Aaron esas mismas sílabas van separadas por la
momentánea disminución de intensidad que entre las
dos aa producimos. El efecto que resulta de esta depre­
sión de la intensidad es asimismo una disminución en la
perceptibilidad absoluta correspondiente a ambas aa.
Se llama s íla b a lib r e la que termina en vocal:pa-ra;
y síla b a t r a b a d a , la que no se halla en este caso, y
sobre todo la que, además de terminar en consonante,
va seguida de otra consonante inicial de la sílaba siguien­
te: par-te, pun-to, hom-bre, etc. l .

1 N o es a c e p ta b le la d efin ició n c o rr ie n te d e la síla b a : c L e tra


v o c a l o co n ju n to d e le tra s en cu y a p ro n u n cia ció n se e m p le a una
so la em isión d e voz.» E m isió n d e v o z p a re c e q u e no p u ed e se r
o tra cosa q u e la p ro d u cc ió n d el so n id o v o ca l. H ay p alab ras d e
v a ria s sílab as, co m o mano, madera, barbaridad, e tc., q u e, en este
se n tid o , se p ro n u n cia n en una sola em isión d e voz, es decir,
27. G r u p o d e i n t e n s i d a d . — E l g r u p o de in t e n s i­
dad es un conjunto de sonidos que se pronuncian subor­
dinados a un mismo acento espiratorio principal; estos
sonidos pueden formar varias sílabas; el acento princi­
pal recae sobre una de ellas; las demás sólo llevan acento
secundario, más o menos débil en relación con el lugar
que cada una ocupa en el grupo. Las palabras inacen­
tuadas se llaman p r o c l í t ic a s si, a los efectos de dicha
agrupación, se apoyan sobre la palabra que les sigue, y
e n c l ít i c a s , si se agrupan con la que les precede. Cada
frase se divide en tantos grupos de intensidad como
acentos principales contiene 1. La frase siguiente, por
ejemplo, consta de tres grupos distintos: Arrebataron |
las hojas | a los árboles. E l grupo de intensidad es la
unidad fonética en que principalmente deben ser consi­
deradas muchas modificaciones de los sonidos.
28 . G r u p o t ó n i c o . — E l g r u p o tó n ic o consta de un
cierto número de sílabas, de entre las cuales se destaca
una que por su altura musical domina sobre las demás;
esta sílaba predominante se llama s íla b a t ó n ic a ; las
demás, aun teniendo todas ellas un cierto grado de altu­
ra, que a ninguna puede faltar, se llaman, sin embargo,
s íla b a s á to n a s ; entre las sílabas átonas se distinguen,
de una parte, las p r o t ó n ic a s , que preceden a la tónica,
y de otra, las p o s t ó n ic a s , que la siguen. La palabra

sin in te rru p c ió n d e so n o rid a d . H a y o tra s, p o r e l c o n tra rio , q u e


co n sta n d o d e una so la sílab a, co m o tu,paz, tos, e tc., ni s iq u ie ra
tie n e n e m isió n de v o z en to d o s su s e le m e n to s. T o m a n d o , en
g e n era l, «em isión d e voz» p o r p ro d u cc ió n d e so n id o s a rtic u la ­
do s, so n o ro s o so rd o s, la d e fin ició n re s u lta ría ig u a lm e n te in a­
c e p ta b le .
1 E s re la tiv a m e n te fácil p e r c ib ir la sílab a c u lm in a n te d e cad a
gru p o d e in ten sid ad ; lo d ifíc il es d e te rm in a r, en c ie r to s caso s,
e l p u n to d e d iv isió n e n tre d o s g ru p o s su c e s iv o s.
aislada constituye por sí misma un grupo tónico; pero
el grupo tónico puede encerrar también varias palabras.
Frecuentemente, en español el grupo tónico y el de in­
tensidad coinciden, siendo la sílaba más aguda la que
lleva al mismo tiempo el principal acento de fuerza; pero
esta coincidencia no es indispensable ni constante.
29. G r u p o f ó n i c o . — El g ru p o fó n ic o es la porción

de discurso comprendida entre dos pausas o cesuras


sucesivas de la articulación; consta, de ordinario, de va­
rios grupos de intensidad; puede, sin embargo, reducirse
a una sola palabra. El grupo fónico es también una uni­
dad fonética importante; los distintos elementos meno­
res comprendidos dentro de él aparecen enlazados en
estrecha subordinación; este grupo determina, además,
dos circunstancias que influyen de un modo especial en
las transformaciones de los sonidos: la p o s ic ió n in i­
c ia l a b s o lu t a , precedida de pausa, y la p o s ic ió n
final a b s o lu t a , seguida de pausa.Tratándose especial­
mente de la pronunciación española, estas circunstancias
tienen una importancia excepcional, pues son muchos los
sonidos que, según sean iniciales, interiores o finales de
grupo, modifican considerablemente su naturaleza 1.
30. L a o r a c i ó n c o m o u n i d a d f o n é t i c a . — A la uni­
dad de expresión en el lenguaje, correspondiente al pro­
ceso psíquico de que es reflejo, se le llama o r a c ió n .
1 C o n v ie n e no co n fu n d ir la p osición in icia l y final abso lu tas
co n la p o sic ió n in icia l y final d e palab ra; la b d e bien, p o r e je m ­
p lo , es in icia l a b so lu ta en «Bien p o d e m o s dorm ir», p e ro no lo
e s en « P od em os d o rm ir bien»; en uno y o tro caso se p ro n u n cia,
en e fe cto , d e m an era m u y d istin ta; otro tan to su c e d e con la n d e
esa m ism a p alab ra, c u y a a rticu la ció n en el p rim er caso, in te rio r
d e gru p o , es m u y d istin ta d e la del se gu n d o caso, final d e g ru ­
p o. S ó lo h ay, p u es, c o rre s p o n d e n cia e n tre el gru p o fón ico y la
p a lab ra cu a n d o ésta se p ro n u n cia aislada, e n tre d o s pausas.
La oración, como verdadera unidad lingüística, consti­
tuye también una unidad fonética 1. El discurso se divide
en oraciones separadas por pausas; estas oraciones, a su
vez, también se dividen de ordinario en porciones meno­
re s — grupos fónicos — separadas por pausas. La p a u sa
es siempre un momento de silencio; las pausas diviso­
rias de oraciones son, en general, más largas que las
divisorias de grupos fónicos, las cuales, en determinados
casos, pueden llegar a ser sumamente breves. Las pau­
sas obedecen a causas psicológicas y fisiológicas; sirven
a la expresión y dan lugar a la reposición necesaria del
aire espirado. La existencia de la oración como entidad
fonética se manifiesta en el lenguaje mediante ciertas
modificaciones que afectan juntamente a la articulación,
a la intensidad, a la entonación y a la cantidad de los
sonidos.
31. A l f a b e t o f o n é t i c o . — El a lfa b e to fo n é tic o

tiene por objeto representarlo más exactamente posible,


por medio de la escritura, los sonidos del lenguaje. En
la escritura fonética, cada sonido debe ir siempre repre­
sentado por un mismo signo, y cada signo debe siempre
representar un mismo sonido, no debiendo emplearse
•signo alguno sin un valor fonético determinado y cons­
tante. El lingüista, el filólogo y el fonético necesitan este
alfabeto para poder expresar breve y concretamente los
rsonidos a que en cada caso se refieren; en la enseñanza
de lenguas vivas el alfabeto fonético sirve para facilitar
el conocimiento de los sonidos de cada idioma, y para
representar prácticamente la pronunciación que a cada
palabra corresponde 2. La ortografía oficial española,
1 L a o ración p u e d e e sta r c o m p u e sta p o r una o v a ria s fra se s
•o p o r una o v aria s o ra c io n e s su b o rd in a d a s.
2 L o s a lfa b e to s fo n é tic o s m ás u sa d o s son , en la enseñan za
aunque más fonética que la de otros idiomas, dista mu­
cho de reflejar convenientemente la pronunciación. El
alfabeto fonético empleado en este libro, en la transcrip­
ción de los ejemplos y ejercicios que se incluyen, es el
de la Revista de Filología Española, tomo II, 1915, pá­
ginas 374-376. Los siguientes ejemplos indican el valor
fonético que corresponde a cada signo:

a a en p^dre 1 i en rápzdo
a a en mal j i en nzeto
E a en orador k c en casa
b b en turnea 1 / en /una
b b en ha¿>a | / en a/zar
b b en dial, e^ elto 1> l en fa/da
c ch en muc/zo 1 11 en casti//o
0 z en m0£0 m m en a;;zar
d d en con de m n en confuso
d d en rue¿/a ui n en conmover
n

d d en abogado n n en ma/zo
d d en virtud n n en o^za
e e en cant¿ n n en mo;zte
? e en p^rro n n en ci;zco
3 e en amenaza n ñ en a/zo
f f en /ácil 0 0 en canto
g g en man^a 9 0 en amor
t en rog’ar 0 0 en adorar
i i en pz'de P p en /adre
i i en gentzl r r en hora
i i en pezne j r en color

d e idiom as, el d e la Association P'nonétique Internationale, i886t


y e n tre filó lo g o s y lin gü ista s, lo s d e B 5 hm er, A s c o li y R o u sselo t-
G illiero n , c o n tin u a d o re s, en ge n eral, del siste m a traza d o p o r
L e p s iu s en su Standard Alphabet, 1855.
r rr en carro w hu en hueso
s j- en pa«yo X j en ya más
§ s en ha^ta y y en mayo
t t en /ornar y y en cónyuge
t t en haz¿e acá z s en rajgar
u u en p?¿ro z z en juagar
V u en cz¿lpa á vocal nasal
u u en caz¿sa á vocal acentuada
u 11 en título a: vocal larga

32. B i b l i o g r a f í a . — Para ampl iar las noticias con-


tenidas en este capítulo pueden verse los libros de
II. Sweet, A primer o f Phonetics, 3.a edic., Oxford,
1906. — E. Sievers, Grundzüge der Phonetik, 5.a edic.,
Leipzig, 1901. — W . W iétor, Elemente der Phonetik des
Deutschen, Englischen und Franzosischen, 6.a edic.,
Leipzig, 1914. — O. Jerpersen, Lehrbuch der Phonetik,
3.a edic., Leipzig, 19 2 0 .— P. Passy, Petite phonétique
comparée des principales langues européennes, 6.a edic.,
Leipzig, 1906. — L. Roudet, Éléments de phonétique gé-
néraly 2.a edic., Paris, 1 9 2 5 .— G. Panconcelli-Calzia,
Die experime?itelle Phonetik in ihrer Anwendung a u f die
Sprachwissenschaft, Berlín, 1924. — A . Millet, Préás
cPexpérimentation phonétique. L a physiologie des articu-
lations, Paris, 1926. — Obras principales de consulta
para trabajos de investigación: P. J. Rousselot, P rin­
cipes de phonétique expérimentale, Paris, 1897-1908.—
E. W . Scripture, Elements o f experimental Phonetics,
New Y ork, 1902.— J. Poirot, Die Phonetikt en Handbuch
der physiologischen Methodik, de R . Tigerstedt, Leipzig,
1 9 1 1, tomo III. — Revistas: L e Maítre Phonétique, di­
rector, P. Passy, Paris, 1886-1914. — Phonetische Studien,
director, W . Viétor, Marburg, 1888-1893.— Die Neueren
Sprachen, Marburg, continuación de la anterior, desde
1894. — L& Parole, director, P. J. Rousselot, Paris,
1899-1904. — Revue de Phonétique, director, P. J. Rous­
selot, Paris, 1 9 1 1-1914. — Mediziniscli-pddagogische Mo-
natschrift fü r die gesamte Sprachheilkunde, directores,
A . y H. Gutzmann, Berlín, 1890-1914. — Vox, directo­
res, H. Gutzmann y G. Panconcelli-Calzia, continuación
de la anterior desde 1914, Berlín.— Archives Néerlandai-
ses de Phonétique expérimentale, La Haya, desde 1927.—
Obras especiales para información bibliográfica: J.Storm,
Englische Philologie, 2.a edic., Leipzig, 1892; reseña los
principales estudios fonéticos publicados entre 1840
y 1890.— H. Breymann, Die phonetische Literatur voii
i 8 j 6 - i 8 q5 >Leipzig, 1897. — G. Panconcelli-Calzia, B¿~
bliographia phonetica y Aunotationes phoneticae, publi­
cadas desde 1906 en las revistas Medizinisch-páda%ogis-
che Monatschrift y Vox, Berlín.
PRONUNCIACIÓN DE LAS VOCALES

33. A n á l i s i s f i s i o l ó g i c o d e l t i m b r e . — La cualidad
que importa principalmente considerar en las vocales es
el tim b r e . El timbre permite distinguir entre sí voca­
les de un mismo tono, intensidad y cantidad. Desde el
punto de vista fisiológico, el timbre de las vocales re­
sulta, como queda dicho en el § 20, de la especial dis­
posición que durante la producción del sonido adoptan
los órganos articuladores, formando en cada caso, en la
cavidad bucal, un resonador de forma y dimensiones
determinadas. Del análisis acústico del timbre de las
vocales españolas no tenemos aún datos definitivos.
34. A c c i ó n d e l a l e n g u a e n l a a r t i c u l a c i ó n d e l a s
v o c a l e s . — En la articulación de cada vocal, la forma y

capacidad del resonador que determina su timbre de­


pende de la disposición de conjunto de los órganos ar­
ticuladores y principalmente de la posición de la lengua.
La posición más semejante a la que la lengua afecta
cuando se respira en silencio con la boca entreabierta,
es la que corresponde a la vocal a A l pronunciar cual­
quier otra vocal, la lengua pierde esta posición media o
neutra, para inclinarse más o menos en un sentido ante­

1 E l so n id o q u e c o rr e s p o n d e m ás e x a c ta m e n te a d ich a p o s i­
ción d e la boca es, en re a lid a d , una oc n asal y relajada; la a r e ­
q u ie r e q u e la le n g u a se ap lan e un p o c o h o rizo n ta lm e n te y q u e
e l v e lo d e l p alad ar se h a lle e le v a d o , c e rra n d o la salid a n asal
rior o posterior. Las vocales que se articulan en la prime­
ra mitad de la cavidad bucal forman la serie 3, e, í, i; se
les llama v o c a le s p a la ta le s , y en ellas la lengua avan­
za gradualmente hacia fuera, elevándose al mismo tiempo
contra el paladar anterior. Las vocales cuya articulación
se forma hacia la segunda mitad de la boca, constituyen
la serie a, 9, o, y, u; se les llama v o c a le s v e la r e s , y
en ellas la lengua se recoge gradualmente hacia dentro,
elevándose al mismo tiempo contra el velo del paladar.
Las vocales que resultan de una mayor o menor eleva­
ción del dorso de la lengua hacia la parte alta y media
del paladar, entre las dos zonas citadas, anterior y poste­
rior, se llaman v o c a le s m ix ta s . Estas vocales mixtas,
abundantes en inglés y portugués, no existen en español
como sonidos normales. En otros idiomas, en cambio,
las vocales anteriores y posteriores carecen del carácter
claro y definido que presentan en español. En inglés,
por ejemplo, las vocales posteriores no tienen el timbre
propiamente velar que les da el marcado retroceso y
elevación de la lengua en la pronunciación española.
Dentro de cada serie, las vocales se dividen en a b i e r ­
tas y c e r r a d a s , según la mayor o menor distancia que
cada una de ellas requiere entre la lengua y el paladar:
la vocal más abierta es, pues, la a; a partir de ésta, y a
medida que la lengua se eleva hacia adelante o hacia
atrás, la vocal que se pronuncia resulta más cerrada que
la a; ?, 9 son más abiertas que e, o, y sobre éstas, a su
vez, pueden darse otras variantes e, o, con menor dis­
tancia entre la lengua y el paladar que en e, o. La vocal
palatal más cerrada es i, y la más cerrada velar, u l.
1 L a len g u a p u e d e to m a r una p o sició n in te rm e d ia e n tre la
u y la o, re su lta n d o una o m u y cerra d a o una y abierta; d el
m ism o m o do p u ed en su p o n e rse v o c a le s in te rm e d ia s e n tre 9 y
35. E s c a l a d e a c u i d a d . — Hay una relación cons­
tante entre la elevación de la lengua y el timbre de la
vocal. En la serie palatal, cuanto más cerrada es la
vocal, menor es su resonador y más agudo su timbre;
en la serie velar, cuanto más cerrada es la vocal, mayor
es su resonador y su timbre es más grave. La e s c a la
d e a ltu r a o a c u id a d que forman las vocales según la
nota que corresponde al resonador de cada una de ellas,
es, de más aguda a más grave, la siguiente: i, e, a, o, u 1.
36. T r i á n g u l o v o c á l i c o . — La articulación de las
vocales con arreglo a la posición de la lengua puede
representarse por medio del triángulo ideado por el ale­
mán Hellwag, 1781 2. En dicho triángulo, dispuesto de
manera invertida, los vértices superiores van ocupados
por la i (vértice palatal) y por la u (vértice velar), co­
rrespondiendo el vértice inferior a la vocal a. Entre la
a y la i se colocan la e y las demás vocales intermedias

o , e n tre 9 y a, e n tre a y ? , e tc., las cu a les, d e hech o , se hallan


en la p ro n u n cia ció n d e m u ch os idio m as.
1 E s ta escala es fá c ilm e n te p e rc e p tib le al oíd o c u c h i­
chean do las v o c a le s, e s d e c ir, p ro n u n ciá n d olas so rd as, sin
voz, con lo cual se d e s c a rta el so n id o d e la g lo tis y q u e d a
ú n ic a m e n te la nota q u e c o rr e s p o n d e al re s o n a d o r p ro p io d e
cad a v o c a l.
2 C . F. Iíe llw a g , Dissertaiio inauguralisphysiologico-medica de
formatione loquela, T u b in g a , 1781. S o b re e l trián gu lo d e H e ilw a g
y o tro s siste m a s d e clasificación vocálica, v é a s e W . V iéto r, Ele­
mente der Phonetikt L e ip z ig , 1914, págs. 4 6 -7 7 . O . G. R u s s e l l ,
The Vowel, C o lu m b u s (O hio), 1928, ha c o m b atid o el fu n d a m en to
d e d ich o trián gu lo v a lié n d o s e p rin c ip a lm e n te d el te stim o n io d e
ra d io g ra fía s o b te n id a s so b r e las v o c a le s n o rte am e rica n a s. N o
d e d ic a b a sta n te a ten ció n a las le n g u a s en q u e e x is te n con c a ­
r a c te r e s m ás d e fin id o s y p re c iso s las v o c a le s v e la re s. D e to d o s
m o d o s, su s g ra b a d o s y m e d id as, le jo s d e d e s tru irlo s, confirm an,
a mi ju ic io , lo s p rin c ip io s e se n cia le s d e l e x p r e s a d o trián gu lo.
palatales, y entre la a y la u, las velares. En el campo
de dicho triángulo cabe asimismo situar el lugar de ar­
ticulación de las vocales mixtas considerándolas por
encima del punto de la a, entre la i y la u. Claro es
que el punto de articulación de cada vocal se deduce
considerando en conjunto la inclinación del cuerpo de
la lengua en un sentido
o en otro, pudiendo ser­
vir de guía en todo caso
la mayor elevación que
sea posible advertir en
la curva del dorso de la
lengua 1.
37. A c c i ó n d e l o s
l a b i o s . — L o s labios, en la

articulación de las vocales velares turnan una posición


redondeada, abocinándose más o menos, y reduciendo
gradualmente su abertura a medida que la vocal es más
cerrada. En las palatales los labios forman una abertura
oblonga, cada vez más alargada y estrecha a medida que
la vocal es, asimismo, más cerrada. En la pronunciación
normal española no hay vocales palatales con redondea­
miento labial, como son en alemán y en francés las vo­
cales ü, o, etc. La acción de los labios en las vocales

1 E n E s p a ñ a e s c o n o c id o g e n e r a lm e n te e l tr iá n g u lo v o c á lic o
d e O r c h e l l (1 8 0 7 ), e n e l c u a l la a o c u p a e l v é r t i c e d e la g a r g a n ­
ta , la i e l d e l p a l a d a r y l a u e l d e l o s l a b i o s . L a in c o n s e c u e n c ia
d e e s ta d is p o s ic ió n r e s u lt a e v id e n te si s e c o n s id e r a q u e p a r a
la a y p a r a la i s e h a t e n i d o e n c u e n t a la p o s i c i ó n d e la l e n g u a ,
m i e n t r a s q u e p a r a la u , c a m b i a n d o la b a s e d e c l a s i f i c a c i ó n , s ó l o
s e h a a t e n d i d o a la p o s i c i ó n d e l o s l a b i o s . L a s i d e a s d e O r c h e l l
so b re e s te p u n to fu e ro n r e c o g id a s y p u b lic a d a s por G a r c ía

B lanco , Análisis filosófico déla escritura y lengua hebrea, M a d r id ,


18 4 6 , I, 33.
españolas, principalmente en la pronunciación familiar,
es más relajada que en las vocales francesas, tanto por
lo que se refiere al redondeamiento de su abertura en
las velares como al alargamiento horizontal de esa mis­
ma abertura en las palatales.
38. N a s a l i z a c i ó n . — La nasalización de las vocales
no tiene en español la importancia que en francés y en
portugués. Sobre el mecanismo de la articulación nasal,
véase el § 16. La nasalización completa de la vocal, con
pérdida de la consonante nasal, en formas como tato por
tanto, dóde por donde, etc., es uno de los defectos más
corrientes que los franceses cometen hablando español.
A veces la consonante nasal final de sílaba influye so­
bre la vocal precedente, nasalizándola en más o menos
parte; pero dicha consonante, aunque en muchos casos
resulte relajada, pocas veces llega a perder, como en
francés, su propia articulación. Una vocal entre dos
consonantes nasales resulta, en general, completamen­
te nasalizada: nunca-nnr^e, monte-monta, manco marjko,
mano-mino, mina-míns, niño-nfno, eminencia-zmmér&ye.
En posición inicial absoluta, seguida de m o n, también
es frecuente la nasalización de la vocal : enfermo-zmiyc-
mo, infeliz-Imfal|0, ánfora-i.mfora 1.
39. A c c i ó n d e l a s m a n d í b u l a s . — La mandíbula infe­
rior colabora con los demás órganos de la articulación
separándose de la mandíbula superior y formando con
ella un ángulo más o menos abierto en la pronunciación
de cada vocal. La mayor abertura de las mandíbulas
corresponde en español, como en otros idiomas, a la

1 E n la p r o n u n c ia c ió n d e a lg u n o s d ia le c t o s e s p a ñ o le s la n a ­
s a l i z a c i ó n d e la s v o c a l e s s e h a l la m á s d e s a r r o l l a d a q u e e n la
l e n g u a c u lt a ; v é a s e F . K r ü g e r , Studien zur Lautgeschichte west-
spanischer Mundarten, H a m b u r g o , 1 9 1 4 , p á g s . 1 3 4 -1 4 2 .
vocal a, disminuyendo progresivamente en las demás
vocales, desde la más abierta a la más cerrada, tanto
en la serie palatal como en la velar.
40. A c c i ó n d e l a g l o t i s . — Las cuerdas laríngeas,

en la articulación de las vocales, pueden obrar de dos


maneras distintas, según se pongan en vibración con
a ta q u e d u ro o con a ta q u e s u a v e . En el ataque duro
(fr. aitaque dure, al. fester Einsatz) las cuerdas vocales
empiezan juntándose entre sí, sin ponerse a vibrar hasta
que el aire acumulado detrás de ellas las separa de pron­
to, produciendo una cierta exploxión. En el ataque suave
(fr. attaque douce, al. leiser Einsatz) las cuerdas voca­
les, por el contrario, toman desde el principio la posi­
ción necesaria para producir sus vibraciones, sin llegar
a formar oclusión ni explosión ninguna. El ataque suave
puede ser claro o gradual, según la mayor o menor ra­
pidez con que las cuerdas alcanzan la tensión y el tono
que en cada caso corresponden. En español, del mismo
modo que en francés, las vocales se pronuncian normal­
mente con ataque suave, unas veces claro y otras gra­
dual, según los casos; el ataque duro se oye en varios
idiomas y principalmente en alemán 1. Pronunciando
con ataque duro la vocal inicial de aspas, orbe, etc., so­
bre todo en casos en que precede consonante, como
en ¿as aspas, el orbe, etc., los alemanes alteran nota­
blemente la pronunciación española.
41. D i f e r e n c i a s d e t i m b r e . — La ortografía española
sólo distingue cinco sonidos vocales: a, e, i, o, u, pues
lajy, cuando es propiamente vocal, tiene el mismo sonido
que la i. A estas vocales se les atribuye, generalmente,
1 G . P a n c o n c e l l i - C a l z i a , Die experimentelle Phonetik in ihrer
Anwendung auf die Sprachwissenschaft, B e r lin , 1924, p á g i­
nas 4 5 *56 .
un timbre medio entre las diversas variantes abiertas y
■cerradas que en otros idiomas se conocen. Existen, sin
embargo, en nuestra pronunciación, de una manera re­
gular y constante, y sobre todo por lo que se refiere a
las vocales et o, matices diferentes de cada sonido, los
cuales, sin llegar a ser, sin duda, tan señalados como en
otros idiomas, lo son, no obstante, lo suficiente para que
su empleo inadecuado o su omisión no dejen de influir
de una manera sensible en la propiedad fonética del
idioma. No se puede decir que el oído español no per­
ciba estos matices; basta cambiarlos o equivocarlos para
que cualquiera, aunque no sepa en qué consiste pro­
piamente, pueda advertir la alteración. Lo que ocurre
en este caso, así como en otros muchos fenómenos de
la articulación, de la entonación, de la cantidad y del
acento, es que tales variantes y matices, por no afectar
de un modo directo a la significación de las palabras,
se practican inconscientemente, en virtud de normas
tradicionales que tienen su apoyo, como en todos los
idiomas, en la sensibilidad del oído y en la imitación
espontánea, sin que las personas no expertas en estos
estudios lleguen a tener clara idea de dichas diferencias
mientras no les son convenientemente explicadas 1.
42. C a u sa s qu e d e te r m in a n las d ife r e n c ia s d e tim ­

b r e .—
Las diferencias de timbre que hoy se advierten
en la pronunciación de cada una de las vocales españo­
las, no tienen valor significativo ni obedecen a motivos
de carácter histórico o etimológico, sino simplemente
a circunstancias fonéticas, entre las cuales figuran como

1 Un e stu d io e x p e rim e n ta l d e la a rticu la ció n d e las v o c a le s


esp a ñ o la s, h echo a b a se d e ra d io g ra fía s y palato gram as, es e l
titu la d o Siete vocales españolas, en Revista de Filología Espa­
ñola, 1 9 1 6 , I I I .
más importantes la diferente estructura que puede pre­
sentar la sílaba en que la vocal se halle, la naturaleza
de los sonidos que acompañan a las vocales en cada
caso y la influencia del acento de intensidad. En virtud
de dichas circunstancias, vocales etimológicamente ce­
rradas como, por ejemplo, las que figuran en las primeras
sílabas de cerca ( c ir c a ) , el ( ille ) , torpe ( tu r p e ), sol
(so lé ), se pronuncian abiertas, 0|rka, ?1, t^rpe, sqI,
mientras que vocales de origen abierto como las de le-
che (la c t e ), pecho (p e e tu ), ocho ( ó c t o ) , poyo (pod iu ),.
se pronuncian cerradas, léco, péco, óco, poyo l. Las mo­
dificaciones que suelen producirse por metafonía o
armonía de timbre entre la vocal final inacentuada y la
vocal acentuada de la misma palabra se reducen de or­
dinario, en la pronunciación correcta, a leves y sutiles
matices, cuyo análisis puede, sin perjuicio, omitirse en
la enseñanza práctica del idioma.
Examinando minuciosamente la pronunciación nor­
mal en formas como ese, esa, eso, cose, cosa, coso, etc.,
llega a advertirse, aunque no sin dificultad, que en las
palabras terminadas en o, el timbre de las acentua­
das e} o, resulta algunas veces un poco más cerrado que
en las palabras terminadas en a, e. Este fenómeno, que
en español no es más que una ligera tendencia a la me­
tafonía vocálica, aparece en grado mucho más desarro­
llado en asturiano y en portugués, donde la o final, por
su parte, tiene más bien sonido de u que de o: ast. cor-
¿&r0-k$rdíru, cordera-kqrdérE, gato-gétu, gata-%ate; port.
pofo-pósu, pofa-pQsv, cebo-sébu, ceba-s^ bu, etc. 2.

1 S o b re la re la ció n e tim o ló g ica e n tre las v o c a le s esp añ o las y


la s latinas, v é a se R . M e n é n d e z P i d a l , M anual de gramática his­
tórica española, q u in ta e d ició n , M adrid, 1925, § § 7 y sigs.
2 A c e r c a d e la m eta fo n ía v o c á lic a en astu rian o, v é a se R. Me-
La influencia de la semiconsonante j sobre la vocal
precedente, y en especial sobre las inacentuadas e, oy
que ha producido formas como m e tia m u s midamosr
d o r m ia m u s durmamos, y otras como s e m é n t e simien­
te, etc., continúa actuando de manera perceptible en la
pronunciación popular: tiniente, quiriendo, etc. En la
lengua culta, dicha influencia es tan leve que aun el
oído más experimentado apenas podría hallar diferen­
cias de timbre, en este sentido, entre las vocales de las
primeras sílabas de sediento y sedoso, teniente y tenaza,
comienzo y cometa, poniente y ponemos, etc. l.
43. U n ifo r m id a d d e m a t iz d e n t r o d e c a d a c a s o . —

El timbre de las vocales españolas es ordinariamente


invariable desde el principio al fin de cada sonido. Las
vocales cerradas francesas suelen citarse en este sentido
como ejemplo de fijeza y uniformidad. Las vocales es­
pañolas, cerradas o abiertas, se hallan muy cerca de ese
mismo carácter. Sólo cuando una vocal, en el lenguaje
lento, en la pronunciación fuerte del habla a distancia,
y sobre todo en los pregones callejeros, se alarga más
de lo ordinario, suele advertirse que, durante su articu-
nhndez P id a l, EL dialecto leonés, en Revista de Archivos, X . i go6r
§ 5; p ara el p o rtu g u é s, v é a se A . R. G o n ^ a lv e s V ia n n a , Exposi-
fdo da pronuncia normal portuguesa, L isb o a , 1892, p ág. 5 7 , y
Portugais, L e ip zig , 1903, p ág, 42. M. A . C o lto n , L a phonétique
castillane , P aris, 1909, c re y ó h a lla r en c a ste lla n o un sistem a m e-
ta fó n ico en q u e la v o c a l final q u e m ás in flu y e p a ra c e rra r el
tim b re d e la acen tu a d a , no e s la o, sin o la a: S o b r e lo in fu n ­
d a d o d e esta op in ió n , v é a s e L a metafonia vocálica y otras teo­
rías del Sr. Colton, en Revista de Filología Española, 1923, X r
45*55-
1 R e s p e c to a la s m a n ife sta cio n e s d e e s te fen ó m en o en la
e v o lu c ió n histó rica d e la le n g u a esp a ñ o la, v é a s e M. K r e p i n s k v ,
Inflexión de las vocales en español, tra d u c ció n d e V . G arcía d e
D ie g o , M adrid, H ern an d o , 1923
lación, los órganos evolucionan desde el punto corres­
pondiente al sonido normal hacia una posición un poco
más cerrada o abierta, según los casos, dando origen
este movimiento a una leve diptongación: ¿tfTzto'-kantó?,
peña-pééna, ¡Heraldol-zráldoc?, ¡La Fo37-lebÓQ0.
Una delicada investigación experimental podría acaso
señalar hasta qué punto este hecho, no difícil de advertir
en los casos citados, alcanza también en la pronuncia­
ción correcta a toda vocal acentuada cualquiera que sea
su duración. Por lo que al oído se reñere, la ordinaria
brevedad de las vocales acentuadas españolas hace que
tal fenómeno, en la conversación corriente, resulte prác­
ticamente imperceptible. Una diptongación perceptible,
por ligera que sea, resulta extraña y chocante. Los ex­
tranjeros de lengua inglesa se distinguen en particular,
hablando español, por pronunciar las vocales con tim­
bre menos fijo y homogéneo de lo que el carácter foné-
tico*de esta lengua requiere.
44. T e n d e n c ia d e la s v o c a l e s in a c e n t u a d a s a la

r e l a j a c i ó n . — El timbre de las vocales inacentuadas


depende, especialmente, del esmero o descuido con que
se habla y del grado relativo de intensidad que por su
posición les corresponde. En pronunciación lenta o en­
fática se mantienen claras y distintas. En lenguaje rápi­
do y familiar relajan su articulación y toman un timbre
menos definido y preciso. La tensión muscular es par­
ticularmente sensible en estas vocales a las más leves
modificaciones del acento espiratorio. La vocal inacen­
tuada no es siempre igualmente débil. La posición de
los órganos que la forman es asimismo más o menos
fija según el grado relativo de fuerza espiratoria con
que en cada caso se produce el sonido. Influye también
en la relajación de dichas vocales la mayor o menor
altura de la voz. El tono grave, por debajo de la altura
normal, favorece la relajación. Las codificacion es de la
cantidad influyen menos que las del acento y del tono.
'Dado el carácter de este fenómeno se comprenderá la
dificultad de señalar concretamente las circunstancias
en que las vocales españolas se relajan y el grado de
relajación a que cada una de ellas llega. La vocal débil y
grave, final de grupo, ante pausa, es generalmente rela­
jada: espuma-z.spúme, nueve-nwéba, lunes-lúnas, hermanos-
$rmános; no lo es si, por razones de expresión, dicha
vocal se pronuncia en tono agudo, sobre la altura media
de la frase. Es también de ordinario relajada la vocal
penúltima de las palabras esdrújulas: rápido-rápido, sd-
bana-sábena, ¿#//¿&/d-kapítulo. En las palabras esdrújulas
la vocal final es menos relajada que la penúltima de
esas mismas palabras y que la final de las llanas. Suele
relajarse asimismo, aunque con menos regularidad que
en los casos anteriores, la vocal anteacentuada, interior
de palabra: temeroso-temaróso, repetir-r$pz\\i¡ cordobés-
kprdobés. En el grupo sintáctico, del mismo modo que
en la palabra aislada, la relajación depende principal­
mente, aparte del descuido o esmero con que se hable,
de la estructura rítmica del conjunto.
Dentro de su relativa imprecisión, las vocales relaja­
das, con mayor sensibilidad aún que las no relajadas,
se inclinan también hacia el tipo abierto o cerrado, in­
fluidas principalmente, como estas últimas, por la es­
tructura de la sílaba y por el carácter de las consonan­
tes inmediatas. El timbre de las vocales vecinas influye
asimismo por asimilación sobre el de las vocales relaja­
das. La inclinación del sonido relajado en una dirección
abierta o cerrada depende, por consiguiente, en cada
caso, de diversas y delicadas circunstancias que no
s i e m p r e es p o s i b l e r e d u c i r a r e g l a s fijas. O b s é r v a s e d e
u n m o d o g e n e r a l q u e las v a r i a n t e s n o r m a l m e n t e c e r r a ­
d a s d e las v o c a l e s e, o, d i c h a s c o n r e l a ja c ió n m u s c u la r ,
t i e n d e n a h a c e r s e m á s c e r r a d a s , m i e n t r a s q u e las d e i, u,
p o r su p a r t e , en e s a s m i s m a s c i r c u n s t a n c i a s , t i e n d e n d e
o r d i n a r i o h a c i a u n a f o r m a m á s a b ie r t a .

C o n v i e n e , f i n a l m e n t e , a d v e r t i r q u e las v o c a l e s e s p a ­
ñolas no llegan en n ingún caso en la pronunciación
n o r m a l al g r a d o d e i m p r e c i s i ó n y v a g u e d a d q u e se m a ­
n ifi es ta , p o r e j e m p l o , en las v o c a l e s r e l a ja d a s in g le s a s ,
en la e m u d a francesa o en la e final del al. Zunge,
Farbe, e t c . L a d i s t a n c i a e n t r e la v o c a l r e l a j a d a y el t ip o
tenso y n orm al a q u e cada vocal c o rr es p o n d e no pasa
n u n c a d e l í m i t e s r e l a t i v a m e n t e r e d u c i d o s . L a r e l a ja c ió n
d e las v o c a l e s a la m a n e r a i n g l e s a es u n o d e l o s p r i n ­
cipales e sco llo s que los e stu d ian tes in gle se s y an glo ­
a m e r i c a n o s n e c e s i t a n e v it a r al a p r e n d e r e s p a ñ o l . E n l o s
p r i m e r o s g r a d o s d e la e n s e ñ a n z a d e e s t a l e n g u a p u e d e
p r e s c i n d i r s e d e la r e l a j a c i ó n v o c á l i c a e s p a ñ o l a , a t e n d i e n ­
do s o l a m e n t e al v a l o r o r d in a r io , a b i e r t o o c e r r a d o , d e
cada son ido. El estudio de dicha relajación in te re sa
e s p e cia lm e n te para co n o cim ien tos m ás avanzados d e n ­
tro d e la p r á c tic a del idiom a y para poder fo r m a r s e
i d e a m á s e x a c t a d e las t e n d e n c i a s q u e a c t u a l m e n t e se
m a n i f i e s t a n en la e v o l u c i ó n f o n é t i c a d e l m i s m o .

VOCALES PALATALES

45. / c e r r a d a : ort. i, fon. i. — L a p u n t a d e la l e n g u a


se a p o y a contra los i n c is iv o s in fe rio res; el dorso se
e l e v a c o n t r a el p a l a d a r d u r o , t o c á n d o l o a m p l i a m e n t e a
a m b o s l a d o s y d e j a n d o en el c e n t r o u n a a b e r t u r a reía-
tivamente estrecha; este contacto alcanza generalmente
por delante hasta los dientes caninos; abertura de las
mandíbulas, unos 4 mm. entre los incisivos; abertura
labial alargada, con las comisuras de los labios un poco
retiradas hacia atrás; tensión muscular, media. Es una i

i cerrada. i cerrada.

generalmente menos cerrada y menos tensa que la i del


fr. viet al. sieben, ingl. see, pero bastante próxima a estas,
sobre todo en pronunciación fuerte. Hállase en sílaba
libre acentuada, y también en sílaba libre sin acento,
en pronunciación esmerada o lenta: silla-sibs, castillo-
kastílo, bicho-hito, viña-bine, chico-tiko, alli-ali, mira-
mine, dice-dife, suspiros-suspiro, conciso-kqndiso, vida-bife,
cautivo-kautibo, pisada-pisádi?, millón-milpn.
46. / a b i e r t a : ort. i} fon. j. — Vocal semejante a la
anterior, pero con articulación menos avanzada hacia
los alvéolos superiores y con abertura algo más amplia
entre la lengua y el paladar. No llega a ser tan abierta
como la i en ingl. think, al. nicht. Hállase en sílaba tra­
bada y sobre todo en aquellos casos en que la sílaba,
además de ser trabada, lleva el acento fuerte de inten­
sidad. Hállase también en contacto con una r anterior
o siguiente y ante el sonido x, correspondiente a / y g
(Sei £ 1)' Ejemplos: mirra-mira, rico-Y\ko, hijo-\xo, virgen-
bírxan, silba-silbe, obispo-ob(spo, ¿rz2tf¿z-br|zne, edicto-
edjkto, sentir-sentía, gentil-xznt#, virtud-bjrti¿$, dictar-
djktái, ¿•zV&zr-sjlbáj, «jz^^r-asignái, ¿#a:/6fa-djg0jQn.
47. / r e l a j a d a : ort. z, fon. i . — En posición espe­
cialmente débil, entre un acento principal y otro secun­
dario, y, sobre todo, no en la dicción lenta y cuidada,
sino en la conversación rápida y familiar, se pronuncia
una i breve y relajada, cuyo timbre, más o menos abier­
to, varía fácilmente según la rapidez y el descuido con
que se habla, § 44. Ejemplos: tímido-tímido, púlpito-
pylpito, retórica-r^tórikn, az/07/a?-katóliko, repicar-r^pi-
kár, avisar- abisáj, edijicio-zdifíQjo, admirable-admirable.
48. / s e m i v o c a l : ort. i, y, fon. i. — En los dipton­
gos ai, ei, oi, que a veces se escriben ay, ey, oy, la i o y
se forma un poco más atrás que la j. Horizontalmente,
la abertura palatal de i viene a ser la de i, pero verti­
calmente la i es más cerrada que la j. La forma de dicha
abertura es más redondeada en ésta que en aquella.
Aparte de esto, la i no es un sonido prolongable y uni­
forme como las vocales i, j, sino que, como verdadera
semivocal, § 13, se produce con articulación momentá­
nea, con tendencia a cerrar progresivamente su abertu­
ra palatal. Por su timbre resulta semejante a la i del
al. Zeit, bei; no es tan abierta como la i inglesa en el
diptongo que aparece en formas como Jire, by. Cuando
los ingleses y los angloamericanos pronuncian a su
manera palabras españolas como aire, vaina, etc., el
oído castellano cree oír, en vez de la i, casi una varian­
te de la vocal e. Ejemplos : baile-baile, Cairo-Váyro,
caimán-Ya\maw, paisaje-paiskxz, reina-xQnv, ley-\%\, buey-
bw^i, veinte-b^inta, aceite-aO^jte, peinado-p^inádo, estoico-
e§t9iko, heroico-er§iko, soy-sqi.
49. / s e m i c o n s o n a n t e : ort. z, fon. j. — Los lados de
la lengua se adhieren a ambos lados del paladar con
tanta amplitud por lo menos como en la i cerrada; en
el centro, la distancia vertical entre la lengua y el pala­
dar es menor que en la i cerrada; la disposición general
de los órganos es intermedia entre la articulación de la
vocal i y la de la consonante y; la fricación palatal es,
de ordinario, muy poco perceptible; la duración del
sonido es brevísima. Resulta, aunque menos tensa, muy
semejante a la i en fr. p ie d , bien, action. Se diferencia
de la semivocal i en ser más cerrada, y sobre todo en
responder a un movimiento de los órganos completa­
mente distinto, pues mientras éstos en la i pasan de
una posición relativamente abierta a otra más cerrada,
en la j, por el contrario, pasan de una posición relati­
vamente cerrada a otra más abierta, § 13 1. Un fenó­
meno frecuente entre los extranjeros, que suele encon­
trarse también en pronunciación dialectal española, es
el ensordecimiento de esta articulación después de las
consonantes p, t, k. En la pronunciación correcta este
ensordecimiento sólo ocurre de una manera perceptible
en casos excepcionales de énfasis y afectación. Pronún-
ciase como semiconsonante toda i inicial de diptongo
o triptongo: labio-\áb)G, p ie d ra - pjédre, ra b ia - rábji?, tier-
no- tj^rno, acierto- aBj^rto, co nciencia- kQnOjénSji?, c iu d a d -
Bjudád, vio le n cia - bjolénQje, comercio-Yqvcí%t§\q, d e sg ra cia -
dezgrá0jB, cam b iáis- kambjáis, despreciéis- despreSj^is.
En principio de sílaba la i inicial de diptongo se pro­
nuncia generalmente como consonante, no haciéndose,
por consiguiente, diferencia ninguna, en cuanto al soni-
1 Sobre los sonidos i, j, estudiados con palatogram as y
com parados, bajo diversos aspectos, entre sí, véase Revista de
Filología Española,1923, X , 41-42.
do inicial, entre hierba y yegua, hierro y yeso, hiena y
yema, etc., §§ 119 y 120. Bajo la influencia de la escri­
tura suele hacerse distinción, en pronunciación esme­
rada, entre dichas formas, diciendo hierba, hierro, hiena,
con semiconsonante j, y yeso, yegua, yema, con conso­
nante, y; pero lo corriente es, como se dice en los pá­
rrafos citados, pronunciar una verdadera consonante
palatal en unos y otros casos.
50. P r o n u n c i a c i ó n d e l a c o n j u n c i ó n y. — La con­
junción^ presenta diversos valores fonéticos:
a) Entre dos consonantes se pronuncia normalmen­
te como una i vocal más o menos relajada : árboles y
pájaros-áxhóits 1 páxurós, pan y vino~péxi 1 bino.
b) Entre consonante y vocal se convierte en la se­
miconsonante j : hablan y escriben-^lan jeskríbsn, fá cil
y agradable-ié&'ú jagradább. Sólo cuando la consonante
final de la palabra que precede es una s} z o d, la con­
junción se pronuncia como elemento inicial de sílaba,
con sonido análogo al de la consonante y, y con sono­
rización de la s o z precedente: almendras y almibar-
alméndraz yalmibar, callas y esperas-Vá\az yespérus; eljuez
y el escribano- ?1 xwez yel eskribano, césped y arena-
6ésped yaréna.
c) Entre vocal y consonante la y se convierte en la
semivocal i: padre y madre-pádr$\ mádra, blanco y negro ~
blárjkQÍ négro. En el § 48 se ha visto que la y griega
ortográfica, en formas como ley, rey, doy, soy, etc., se
pronuncia asimismo como semivocal i.
d) Entre vocales toma aproximadamente el sonido
de la palatal fricativa y: éste y aquel-é^te yak£l.
51. E c e r r a d a : ort. e, fon. e . — La articulación de
esta vocal se forma sobre el paladar duro, correspon­
diendo a un punto algo más interior que el de la \; la
punta de la lengua se apoya contra los incisivos infe­
riores; el dorso se eleva contra el paladar, tocándolo a
ambos lados hasta la mitad aproximadamente de los
segundos molares, y dejando en el centro, entre el
paladar y la lengua, una abertura mayor que la de la i;

la abertura de los labios es asimismo algo mayor que


la de la \; abertura de las mandíbulas, entre los incisi­
vos, 6 mm. aproximadamente; tensión muscular, media.
El sonido que consideramos bajo el nombre de e
cerrada, para distinguirlo del tipo abierto de que se
habla más abajo, no suele llegar al grado de tensión y
estrechez que tiene la e cerrada en otros idiomas, como,
por ejemplo, en fr. chanté, al. fehlen. Los alemanes, es­
pecialmente, necesitan tener presente este hecho para
no emplear, como suelen, en español, una e que por
ser demasiado cerrada resulta impropia en este idioma.
Sólo delante de las palatales ch, //, ñ, y, la e española
llega a alcanzar, sobre todo en sílaba fuerte, un timbre
propiamente cerrado. Los estudiantes de lengua ingle­
sa deben, por su parte, evitar la tendencia a pronunciar
la e española como un diptongo, diciendo algo semejan­
te a peisoy ceina, ceipo, por peso, cena, cepo.
Dentro de los límites indicados, la e española es ce­
rrada en los siguientes casos:
a) En sílaba libre, con acento principal o secun­
dario: pecho-pécc, sello-sé\o, peña-pénv, compré-V^mpTéy
saqué-szSné, queso-késo, cabeza kabé0B, pesar-pesáj.
b) En sílaba trabada por las consonantes m, n} dt
z y seguida de x ante otra consonante: pesca péske,
desdén-dezdén, atento-aténto, vengo-beqgo, césped-Sésped,
huésped-wésped, extenso-pienso^ explicar-esphVéii, com-
padezco-Vqmpvdétiko, anochezca-anocéQke, pez-pé0.
52. E a b i e r t a : ort. e, fon. ?. — Su articulación pre­
senta mayor distancia entre la lengua y el paladar, y

e abierta. e abierta.

mayor abertura de los labios que la de la e cerrada;


abertura de las mandíbulas, unos 8 mm.; el contacto de
la punta de la lengua con los incisivos inferiores es más
suave que en esta última; el punto de articulación, algo
más interior que el de la e cerrada, corresponde a la
segunda mitad del paladar duro. Suena aproximada­
mente como la e en fr. perte, ingl. let, zX.fett.
Aparece en las posiciones siguientes:
a) En contacto con una í , tanto si ésta sigue a la vocal
como si la precede:perro-p^roy guerra-g^re, regla-régle,
remo-r^mo, guerrero-%%x^to. Exceptúanse los casos en
que esta e va en sílaba trabada por las consonantes d,
m, n, s, x o z, en los cuales la influencia de la F va neu­
tralizada por la de la consonante siguiente, resultando
una e cerrada: ré§to, íézme, kQrespQndí, réntu, reqlc^j,
témplo, sed, te§to.
b) Delante de j , y de g con sonido de j , fon. x:
teja-t|xB, lejos-l^xos, oveja-ob^xB, oreja-or^xB, privilegio-
príbil^xjo, colegioA*lo\$x]q , dejar-á^xái.
c) En el diptongo ei: peine-p$in9 > seis-s£is, veinte-
b^inta, ley-\%\, aceite-&%\\z, d e l e i t a r *.
d) En sílaba trabada por cualquier consonante que
no sea m, n, s, d} x , z, y ante x equivalente a gs: verde-
b^rda, cerner-b$xn$i, belga, b£lge,/¿z/i/-pap€l, afecto-aflic­
to, concepto-kQn0$pto, sección~s4 gQj$n, técnica-t^gnika,
¿ 07Z££/¿;/0«-kQn0$b0j 9 n, eximio-%%símjo, exhalar- ^gsaláj.
En algunas zonas del Sur de España la e se pronuncia
con timbre abierto en grado más o menos marcado,
aun cuando se halle-en sílaba libre o en sílaba trabada
por n, s, etc.: p?lo, kant$, t^ijga, tr^s. Esta pronuncia­
ción podrá oírse también en Madrid o en cualquier otra
parte del país en personas procedentes de las zonas indi­
cadas. El énfasis de la elocución en conferencias o dis­
cursos favorece esa misma tendencia a la variante abierta;
pero en el habla corriente de Castilla, la e que se pro­
nuncia en dichos casos no puede ser considerada como
^ ni varía o vacila indistintamente entre % y e.

1 La pronunciación vulgar en algunos lugares de Castilla y


e
A ndalucía, llega en estos casos a articular la tan abierta que
a
se oye como una más o menos p alatal: p^ina s§is, b?igta, af$i-
táj, etc. P or otra parte es también frecuente oír con carácter
veintiuno-
popular bjijtjúno, bjgtidgs, etc., p or veintidós-
b^ijjtjúno,
b^intidgs, etc.
53 - E rela ja d a : ort. fon. a. — E n la c o n v e r s a c i ó n
c o r r i e n t e la v o c a l e r e s u lt a e n m u c h o s c a s o s un p o c o
r e l a ja d a e im precisa, sobre todo h a llá n d ose entre un
a c e n t o fu e r t e y o t r o s e c u n d a r i o , o b i e n final, g r a v e , a n t e
pausa, § 4 4 . L a r e l a j a c i ó n d e la e var ía fá cilm e n te s egú n
las c i r c u n s t a n c i a s in d i c a d a s , p e r o sin d e j a r d e s e r s i e m ­
p r e c o m o q u e d a d i c h o , u n s o n i d o m á s clar o, p o r e j e m ­
plo, q u e el d e la e alem ana en dankey bitte> etc.; los
fr a n c e s e s , p o r s u p a r t e , n e c e s i t a n t e n e r e n c u e n t a q u e
la e re l a ja d a e s p a ñ o l a , n o s ó l o n o l l e g a al g r a d o d e i m ­
p r e c i s i ó n d e la e m u d a d e l fr. cheval, petit, e t c . , s ino q u e
ad em á s se diferencia d e é s t a e n q u e n o s e lab ia liz a ni
se p i e r d e . E j e m p l o s : húmedo-úm ad o, lóbrego-\6 brz%o7
hipótesis- ipótss is , pidenos-pidsnós, tómela-tómala, mece-
¿for-meBadQj, repetir-Typ3\\i, conceder-kQnfed$i> llave-\áh9 r
siete-sjéta, noche-n oc a, jueves-* wébas, parten-pártan, car-
men-kárman, López-lópa0, catorce-kaXórfe.
S o b r e l a p r o n u n c i a c i ó n d e la v o c a l e en g r u p o s s ilá ­
b i c o s , c o n s in é r e s is o si na le fa , v é a n s e § § 6 8 y 69.

LA VO CAL A

54. A m e d i a : ort . a, fon. a. — L a a q u e se p r o n u n ­


cia n o r m a l m e n t e es e s p a ñ o l en s í l a b a a c e n t u a d a r e q u i e ­
re u n a a b e r t u r a d e l o s l a b i o s m a y o r q u e la q u e r e p r e s e n ­
tan las d e m á s v o c a l e s ; a b e r t u r a d e las m a n d í b u l a s , u n o s
1 0 m m . e n t r e l o s i n c i s i v o s ; la l e n g u a , s u a v e m e n t e e x t e n ­
d i d a e n el h u e c o d e la m a n d í b u l a i n fe r io r , t o c a c o n su s
b o r d e s , a a m b o s l a d o s , la l í n e a d e l o s m o l a r e s in f e r io ­
res , e l e v a n d o su d o r s o un p o c o h a c ia la p a r t e m e d i a d e
la b o c a ; la p u n t a d e l a l e n g u a , a l g o m á s b a j a q u e el
b o r d e d e l o s i n c i s i v o s in fe r io r es , r o z a la c a r a i n t e r i o r
d e é s t o s h a c i a l a s e n cía s ; el p u n t o d e a r t i c u l a c i ó n d e t e r -
minado por la pequeña elevación del dorso de la lengua
corresponde, aproximadamente, al límite entre el pala­
dar duro y el velo del paladar, a igual distancia de los
puntos correspondientes a las
vocales i, u; su timbre es muy
semejante al de la a en fr. part,
al. was. Ejemplos: caro-káro,
despacio-despáOjo, rescate- reskáta,
escaso-esVáso, recado-r^kádo, pe-
dazo-ptdáüo, serrano-s^ráno, g i­
tano-xitáno, compás-kQmpás, paz-
pá0, ejemplar-$xzmp\ái% cortar- a media.
kQrtáj, sultán-sultán, casto-ká§to,
reparto-r^párto, f/z^ /zfo -eqk án to, contacto-k9 n tá k to , Ve-
lázquez-belá0ka0, gasto-gá§to, práctico-p rá k tik o , rápido-
rá p id o , partido-partido,
55 - ^ p a l a t a l . — A nte las consonantes ch, 11, ñ}y
y en el diptongo ai, la articulación de la vocal a, sobre
todo en sílaba fuerte, se hace un poco palatal, aproxi­
mándose su timbre al de la a del fr. patte, ingl. ask;
pero su diferencia respecto a la a media española no es
bastante perceptible para que prácticamente sea nece­
sario considerarla como sonido distinto de esta última.
Por esta misma razón se puede representar esta varian­
te con el signo a, sin necesidad de asignarle transcrip­
ción especial. Ejemplos: macho-máco, despacho-despáto,
pachón-patqn, cachete-Vatéte, calle-VaSp, valle-bála, galli-
72¿z-galínB, calleja-ka\(*xB} caña-kánB, rebaño-f^b ano t añejo-
an^xo, cañón-kanon, rayo-ráyo, mayo-máyo¡ sayón-say9n,
baile-báila, aire-á\rz,paisano-paisano.
56. A v e l a r : ort. a, fon. a. — Otras veces, por el
contrario, se articula una a sensiblemente posterior o
velar; la lengua se recoge un poco hacia el fondo de la
boca; el predorso toma una forma ligeramente cóncava,
y el resonador que se forma en la cavidad bucal es
mayor que en los casos anteriores; tensión muscular,
menor que la de la a media; timbre, más grave; se ase­
meja a la a del fr. páte, ingl. father, pero es más breve
y algo menos velar que éstas. Aparece regularmente
en los siguientes casos:
a) En el diptongo au, fuerte o débil, y ante una u
acentuada : causa-káuse, pauta-pkutv, laurel-\am^\ baúl-
bayl, laúd-layd, aún-a\^n.
b) A nte la vocal o, ya formen las dos vocales una
sola sílaba o ya se pronuncien en sílabas distintas: Bil-
¿¿z¿?-b[lbáo, sarao-sarao, nao-nao, vaho-háo, caos-Vkos,
ahora-a<?ra, ahogo-aógo.
c) En s íla b a t r a b a d a p o r /; malva-Tna[hv} nalga-uk\-
g e , genera l-xenzrá\, igual- ig w á l, salvador-sq\hvdqry cal-

z/¿z/70 -k a l b á r jc , altura -altúre.


d) Delante del sonido x, escrito j o g } inicial de la
sílaba siguiente : bajo-báxo, maja-máxe, refajo-r^ikxo^ ca-
jón-kaxQn, agitar-axñái.
La velarización de la a ante una g siguiente, en formas
como hago, mago, etc., se manifiesta de una manera me­
nos perceptible y regular que en las demás circunstan­
cias citadas. En general, aun fuera de dichas circunstan­
cias, toda a media, pronunciada con cierto alargamiento
y sin acento verdaderamente fuerte, tiende siempre, en
mayor o menor grado, a la articulación velar, si bien
cualquier aumento de intensidad o de rapidez basta para
hacerle recobrar inmediatamente su timbre ordinario.
La pronunciación enfática y presuntuosa hace mucho
uso de la a velar. Usase también con frecuencia en ex­
presiones de carácter más o menos patético, donde ge­
neralmente se alarga la a : ¡madre!-má\drey ¡piedad!-\>]z-
dá:d, }libertad!-\ib$Ttk:d. En el habla vulgar de Castilla
la tendencia a la velarización se halla más desarrollada
y extendida que en la lengua culta. El abuso de este
sonido se interpreta generalmente, según los casos,
como rusticidad o afectación.
57 - A r e l a j a d a : ort. a, fon. b .— En la conversa­
ción corriente aparece con mucha frecuencia una a dé­
bil y relajada, cuyo timbre, variable e impreciso, se in­
clina en sentido velar o palatal, según las circunstancias
especiales que concurren en cada ocasión. Hállase prin­
cipalmente en posición final, grave, ante pausa, e inte­
rior de palabra o grupo, como sonido breve, entre sílabas
relativamente acentuadas. La pronunciación fuerte, lenta
o esmerada hace que toda b relajada se convierta fácil­
mente en a o en a. El timbre de la b, como el de las
demás vocales españolas de esta especie, siempre se
mantiene relativamente cerca de su sonido no relaja­
do, § 44. Ejemplos : pecadora-pelcsdórB, caballero-kahv-
léro, ackacoso-aivVóso, ordenanza-qrddnanfo, parador-
parBdQj, agua-ágwB, /^z¿¿z*légwB, rodaja-f^dáxB, óvalo-
obslo, tímpano-\.\mpvviQ.

VOCALES VELARES

58. 0 c e r r a d a : ort.o, fon. o .— Los labios avanzan


un poco hacia fuera, abocinándose y dando a su abertu­
ra una forma ovalada; abertura de las mandíbulas, unos
6 mm. entre los incisivos; la lengua se recoge hacia el
fondo de la boca, elevándose por la parte posterior con­
tra el velo del paladar; la punta de la lengua desciende
hasta tocar los alvéolos inferiores; tensión, media.
El timbre de esta o es, en general, menos cerrado que
el de la o en fr. ckose, al. Dose. Esta diferencia debe ser
tenida en cuenta especialmente por los estudiantes
de lengua alemana; el pronunciar, por ejemplo, las pala­
bras españolas novia, modo, come, etc., con una o como-
la del al. Dose, Rose, Ofen, etc., es emplear un sonido-
demasiado cerrado y oscuro para
la costumbre del oído español.
Puede decirse que en pronuncia­
ción española no existe una o pro­
piamente cerrada. En este caso,,
como en el de la e, lo que llama­
mos cerrado en español represen­
ta una modalidad del sonido me­
nos distante del tipo abierto que
o cerrada. en otros idiomas.
Los estudiantes de lengua in­
glesa necesitan, por su parte, habituarse a pronunciar
la o cerrada española como un sonido puro y uniforme,
sin la diptongación que suelen efectuar diciendo algo-
como touno, noHta, por tono, nota, etc.
E s c e r r a d a en e s p a ñ o l, d e n tr o d e l c o n c e p t o in d ic a ­
d o , to d a o situ a d a en s íla b a lib r e c o n a c e n to p r in c ip a l o
s e c u n d a r io . E j e m p l o s : llamó-\am ó, recibió-r^Gibjó, boda-
b ó d e, moda- m óde, pollo-p o lo , olla-ó Ib , coche-k ó ca , hoyo-
óyo, adobe-adóbg, hermosa-^rmósB, decoro-d e k ó ro , esposa-
espósB, soiiar-sonáj, bodega-bodega, moral-m oral, cocido-
koGído, posada-posádv.
Exceptúase la o acentuada de las formas ahora, ba­
tahola, etc., comprendidas en el párrafo siguiente.
La o se pronuncia más cerrada que de ordinario,
cuando, hallándose al fin de una palabra, forma dipton­
go con una u inicial de la palabra siguiente : compró mía
casa-kíjmpró unB káse, pueblo huvúlde-pwéblo umíjcta,.
poco usado-póko usado.
59. O a b i e r t a : ort. o, fon. 9. — Abertura labial-
mayor que en la o del párrafo precedente; separación
de las mandíbulas, unos 8 mm. entre los incisivos; la
lengua se recoge también hacia el fondo de la- boca
elevándose contra el velo del paladar algo menos que
en la o cerrada. Sonido semejante al de la o del fr. note,
al. Sonne; no tan abierto como el del fr. or, ingl. fo r.
Se pronuncia la o abierta en los siguientes casos:
a) En contacto con una í vibrante múltiple, tanto
si la rsigue a la o como si la precede :gorra-gq re, do-
rrar-bqrái, roca-rgke, rosa-rgse, correr-kQí^j, romero-
?9mérc, robusto-Tqb^toy cerro-Q^fb.
b) Delante del sonido x, correspondiente en la es­
critura ordinaria a y y g (ge,gi) :
koja-QXu, Áanojo-manqxo, mojar-
m9xáj, escoger-eskQx$i.
c) En el diptongo oi u oy: es-
fozV0-e§t9Íko, heroico-erqiko, doy-
^¿?j/-s9i, voy-b^i, hoy-91, es-
toy-e st9j.
d) En sílaba trabada por cual­
quier consonante : sordo-sordo, ,.
1 T ’ o a b ie r ta .
golpe - g<?lp3, costa - k9§te, conde-
kc^de, dogma-d^gme, portero-p9rtéro, costura-k9stúre,
adoptar-aáqptái^ indocto-\n&q\iteyfavor-iabqi, sol-S9I, ra-
zón-ra09n, boj-bqxy dos-áqs.
e) En posición acentuada, entre una a precedente
y una r o l siguientes: ahora-aqre, la hora-\a 9re, ba-
tahola-ba\.aq\vy la ola-\a 9 b . N o es abierta en Mahoma-
maóme, ahogo-aógo, para otro-paxa otro, etc-
Como en el caso de la e, en algunas zonas del Sur de
España la o se pronuncia, en general, con timbre abier­
to, aun en formas como cantó, moda, loca, etc., no sien­
do extraño encontrar esta pronunciación, entre perso­
nas de dicha procedencia, en cualquier otra parte del
país, lo cual no significa que la o en sílaba libre sea
abierta ni indistintamente abierta o cerrada en la pro­
nunciación castellana normal.
60. O r e l a j a d a : ort. o, fon. o . — En la conversación
ordinaria, la o débil, final, ante pausa, o interior de pa­
labra o grupo, entre sílabas fuertes, se pronuncia con
articulación relajada e imprecisa, sin que las mandíbu­
las se separen tanto como en los dos casos anteriores,
sin que los labios pasen de iniciar simplemente su re­
dondeamiento, y sin que la lengua tome una posición
segura y fija; pero en el momento en que la pronuncia­
ción se hace lenta, esmerada o enfática, la o relajada
desaparece, siendo sustituida por el sonido normal, ce­
rrado o abierto, que a cada caso corresponda, § 44.
Ejemplos: castigo-ka^tígo, muchacho-mucáco, queso-késo,
adorar-adoréa, temporal-temporéX, redomado-f^domiáo,
ignorancia-\%noréiX&)v, símbolo-símbolo, época-bpoka.
La conjunción o en los grupos aoa, eoe, aoe, eoa,
desempeñando un papel semejante al de las conjuncio­
nes y } u intervocálicas, §§ 50 y 6 5 , constituye el ele­
mento que divide silábicamente a las dos vocales que
la rodean, § 1 3 6 , y toma en la pronunciación corriente
cierto carácter de consonante labiovelar, aunque siem­
pre más abierta y vocálica que una w ordinaria: blanca
o ¿722¿/-bIár)-ka-oa-0yl, madre o ¿^¿Wtf-má-dre-oes-pó-SB,
habla o ¿^¿nfo-á-bla-oes-krí-ba, dulce o amargo-dyX-fe-
oa-már-go, este o ^«¿/-éf-te-ca-k^I, etc.
Para la pronunciación de la o en sinéresis y en sina­
lefa, véanse §§ 6 8 y 69 .
61. U c e r r a d a : ovt.u, fon. u . — Los labios, más avan­
zados y abocinados que en la o, forman una abertura
ovalada relativamente pequeña; separación de las man­
díbulas, unos 4 mm. entre los incisivos; la lengua se re­
coge hacia el fondo de la boca,
elevándose más que en la o, por
su parte posterior, contra el velo
del paladar; la punta de la len­
gua, al nivel de los alvéolos in­
feriores, se separa un poco de
éstos o sólo los roza suavemen­
te, manteniéndose como sus­
pendida en el hueco de la man- * cerrada,
díbula inferior; tensión muscu­
lar, media. Sonido semejante al del fr. tout} al. du. Ingle­
ses y angloamericanos suelen no hacer la u española con
articulación bastante uniforme y cerrada ni con el ne­
cesario avanzamiento y redondeamiento labial.
Se usa corrientemente dicha u cerrada, en la conver­
sación ordinaria, en sílaba libre con acento, y también
en sílaba libre sin acento, en pronunciación lenta o es­
merada. Ejemplos: cura-kúre, ninguno-nx^xivio, agudo-
agúdo, bulla-búln, pezuña-peBúne, puño-puno, escudo-
eskúdo, tubo-tubo, abertura-ab$r\úxv, aceituna-a0?itúne,
pureza-puré0e, mudanza-mudánGu, cuñado-Vunkte.
62. U a b i e r t a : ort. u} fon. y .— Posición de los la­
bios, un poco menos avanzada y abocinada que en la u;
mandíbulas, menos cerradas; la elevación de la zona
posterior del dorso de la lengua contra el velo del pa­
ladar es asimismo algo menor que en la u; tensión, re­
lativamente débil; timbre, aunque no tan abierto, pró­
ximo al de la u del al. Gurt, Mund; la semejanza es
menor respecto al ingl. p ut; la u inglesa representada
por este ejemplo es más abierta que la y española. La
distancia entre los sonidos u y y es en español relativa­
mente pequeña; ingleses y angloamericanos suelen ha­
cer de ordinario demasiado abierto el sonido español y.
Úsase dicha y abierta en los siguientes casos:
a) En contacto con í: bandurria-hanáx^rye^ discurre-
diskyra, turrón-tynjn, arruga-aryge, rumor-r^m^i.
b) Delante del sonido x, correspondiente a j o g:
lujo-lyxo, dibujo-dibyxo, muge-myxa, aguja-agyxa, rugir-
fyxfj, sujeto-syxéto, empujar
c) En sílaba trabada: turco-tyrko, zurdo-^rdo in-
j 7¿/to-insy¡to, conducta-kQndykti?, disgusto-d\z%x^\.G,junta-
xyntc; subterráneo-sybt^ránao, instructor-instryktQi.
63. U r e l a j a d a : ort. u, fon. u. — En pronunciación
rápida y posición débil, entre un acento principal y
otro secundario, se produce una u breve y relajada; los
labios no se redondean como en los sonidos u y y, ni la
lengua se recoge hacia atrás en forma tan decidida y
precisa como en dichos sonidos. El timbre de esta u
tiende principalmente hacia la y abierta; pero varía con
gran facilidad, según la rapidez, el descuido y el tono
con que se habla. La pronunciación lenta y cuidada
convierte la u en u o en y, con arreglo a las circuns­
tancias que acompañen a cada caso, § 44. Ejemplos:
brújula-bryxula, capitulo-kapítulo, ridiculo-T\di\<L\úo, fa -
buloso-l&huXóso, cintu?ón-§\n\.\irqn, indudable-jndudábta.
64. U s e m i v o c a l : ort. u, fon. u.— Su articulación
consiste en el breve movimiento que realizan los órga­
nos para pasar desde la posición de, una' vocal prece­
dente a la de una u, que antes de desarrollarse bajo
una forma determinada es interrumpida por la articula­
ción o pausa siguientes. Los órganos, al fin de este mo­
vimiento de aproximación, forman una doble estrechez,
linguovelar y bilabial, que aun tendiendo al tipo frica­
tivo, mantiene claramente su timbre vocálico de u más
o menos cerrada. El sonido que resulta es semejante
al de la u en al. Laut; los extranjeros de lengua ifigle-
sa no suelen dar a la u semivocal española el grado de
redondeamiento labial y de velarización a que ordina­
riamente llega este sonido. Dichas circunstancias hacen
que la u semivocal española, en la pronunciación nor­
mal, aparezca corrientemente más cerca de la u de cuba
o burlas según los casos, que la que se pronuncia, por
'ejemplo, en ingl. out.
Ocurre la u en los diptongos au, eu, out tanto dentro
de palabra como en el enlace de palabras distintas:
causa-káusv, cauce-káu03, incauto-\T)káutG, infausto-\m-
fáuftc, raudo-raudo, feudo-iéudv, caudal-\a^yLák\% la ur­
banidad- laurbanidád, lo humilló-XonvaAó.
65. U s e m i c o n s o n a n t e : ort. u, fon. w .— A l contra­
rio de lo que sucede en la u semivocal, la articulación
de la w consiste precisamente en el movimiento que
realizan los órganos al pasar de una manera rápida des­
de una posición labiovelar relativamente cerrada a la
posición de cualquier otra vocal siguiente; la articula­
ción de la y empieza más abierta que acaba; la de la w,
por el contrario, como la de la j, § 49, empieza casi tan
cerrada como una consonante fricativa y se abre gra­
dualmente sin detenerse en ningún punto determinado
hasta ser interrumpida por la vocal siguiente.
En pronunciación dialectal la w, en sílaba acentuada
y precedida de p, t, k, suele perder parcial o totalmen­
te su sonoridad: puerta, tuerto, cuatro; esto mismo sue­
le ocurrir, hablando español, entre personas de lengua
alemana o inglesa. La pronunciación española correcta
no presenta dicho ensordecimiento sino en casos poco
frecuentes de defecto personal o de articulación excep­
cionalmente fuerte y afectada.
A veces la w aparece entre vocales, ahuecar, o en
posición inicial absoluta, hueso, y en estos casos el pun­
to de partida de su articulación toma aún más carác­
ter de consonante que cuando va dentro de sílaba entre
consonante y vocal; los labios se aproximan más entre
sí y la lengua se acerca más al velo del paladar, lle­
gando especialmente en la conversación familiar a des­
arrollarse delante de dicha w una verdadera consonan­
te que, según predomine la estrechez de los órganos
en uno u otro punto, aparece como una g labializada
o, menos frecuentemente, como una b velarizada:
ahuecar-avrzkái^ agwekáj o abwekáj; hueso-wéso, gwéso
o bwéso *.
Algunos extranjeros, y especialmente los alemanes,,
suelen marcar la acción de los labios en nuestra w ini­
cial menos de lo que la costumbre española requiere.
Son sonidos análogos los del fr. ouiy loi; ingl. we. Ejem ­
plos de w inicial: hueso-vféso, hueco-wéko, huella-vié\vy
huérfano-'w^rfeno, huésped-vféspzá, etc.; interior de sílaba:
puerta-\>'N%T\&, tuerto-twlrto, cuerda-Vw$r&v,fuerza-ívt§Yfey
suerte-s'N%T\z, agua-agwv] intervocálica: ahuecar-avfekájr
ahuesado-av/esádo, /a huerta-\avt$T\v.
La conjunción u, usada solamente, como es sabido*
delante de palabras que empiezan con o, se pronun­
cia de ordinario como una w algo más abierta que
en los demás casos: una u otra-úna wótre, siete u ocho-
sjéte wóco, desdén u orgullo--dezdén wQrgúlo. Delante de
esta w no suele desarrollarse, ni aun en pronuncia­
ción vulgar, el elemento consonántico de que antes se
ha hablado.
1 E l h abla v u lg a r lle v a co rrie n te m e n te e ste e lem en to hasta
e l grad o o c lu siv o cu an d o la w es in icia l a b so lu ta o va p re ced id a
d e n asal: huevo-%wébo o b w éb c, un hueso-yi) gw éso o ym bw éso.
6 6 . D i p t o n g o s . — Las vocales i, u, combinadas en­
tre sí o acompáñada cada una de ellas por otra vocal,
dentro de una misma palabra,%forman el grupo fonético
que se llama d ip to n g o . La i y la u se pronuncian, se^
gún queda dicho, como semivocales, §§ 48 y 64, cuando
van al fin del diptongo, y como semiconsonantes, §§ 49
y 65, cuando van al principio. De las vocales e, o, queda
dicho también que ante la semivocal i resultan relati­
vamente abiertas, §§ 52 y 59. La a, por su parte, ante
la u, se hace un poco velar, § 56. La o ante esa misma
u alcanza su matiz más cerrado, § 58. En los grupos
iu, ui predomina siempre como principal elemento del
diptongo la segunda vocal, reduciéndose la primera a
semiconsonante. Los diptongos decrecientes, formados
por vocal y semivocal, son: ai o ay-ai, au-au, ei o ey-%i,
eu-eu, oi u oy-91, ou-ov. Los diptongos crecientes, for­
mados por semiconsonante y vocal, son: ia-ja, ie-je, io-
jo, iu-jiij ua-wdi) ue-vft) ui-vt\y uo-vto. Ejemplos: baile-
baila, kay-ai, causa-káuse, aceite-a0£ita, ley-l?i, feudal-
feudal, keroico-tr^jko, hoy-91, bou-bou, aciago-aBjágo,
viejo-bj4xo, sabio-sábjc, ciudad-^judád, cuadro-kwádro,
fuerza-bn^rfe, vacuo-békyto, cuida-kwíde 1.
67. T r i p t o n g o s . — La presencia de los sonidos i, u,
en una misma palabra, al principio y al %fin de un grupo
vocálico cuyo elemento central y predominante sea a o e
da lugar a los t r ip t o n g o s iai-jai, iei-j?i, uai-wai, uei-w$i.
El triptongo empieza con movimiento articulatorio de
abertura creciente y termina con abertura decreciente.
El primer elemento es una semiconsonante; el último,

1 En a lgu n as p a r te s d e l N o rte d e E sp a ñ a se p ro n u n cia


cutda-kúidv, descuido-deskú id c, cuita-kúit», muy-múi, con p r e p o n ­
d era n cia d e la u. E n e l re s to d e l p a ís lo c o rr ie n te e s kwíd«, des-
kw ído, kwít«, mwí, con p re p o n d e ra n c ia d e la i.
una semivocal. La a, en los triptongos citados, es­
pecialmente en jai, adquiere cierto matiz palatal. La
e es normalmente abierta, del mismo modo que en
el diptongo ei, sin que el hallarse entre dos ele­
mentos palatales, como ocurre en j?i, impida su
abertura. Ejemplos : despreciáis- despre0jáis, limpiéis-
limpj^is, averiguáis - aberigwáis, santigüéis - santigw^is,
&uey-bw$\.
68. H i a t o y s i n é r e s i s . — Con frecuencia aparecen

juntas, dentro de una misma palabra, dos vocales que


no forman diptongo, sino que por tradición gramatical
constituyen sílabas distintas. A l efecto prosódico que
produce la pronunciación de las vocales colocadas en
dicha posición se le llama h ia to . La lengua hablada
no se ajusta siempre en este punto a la tradición
gramatical. El uso consiente que en ciertos casos las
vocales que se hallan en hiato se reduzcan a una
sola sílaba. A esta reducción se le da el nombre de
s in é r e s is . Las circunstancias en que se mantiene el
hiato o se practica la sinéresis se explican en los
§§ 136-149. La sinéresis suele producir modificaciones
importantes en la pronunciación de las vocales a que
afecta.
a) Vocales iguales se reducen en sinéresis a una
sola vocal de cualidad y duración ordinarias:

h ia to s in é r e s is

albahaca a l-b a -á -k e a l-b á -k s


acreedores a-kre-e-d ó-ras a-kre-d ó aas
nihilista n i-i-l^ -ts n i-l(§ te
alcohol al-ko-91 al-k^I

b) La i y la u, pronunciadas en hiato como vo­


cales corrientes, se convierten por sinéresis en semi­
vocales o semiconsonantes, como en los diptongos o
triptongos:
h ia to sin é r e s is

viaje bi-á xa bjá-xa


suave su-á-ba sw á-b e
cruel kru-4l krw^l
aún a-yn aun
aki a-í ái 1

En las combinaciones iu, ui, el elemento que se mo­


difica al producirse la sinéresis es siempre el primero
de cada grupo: viuda, ruido, con hiato, bi-u-de, ry-í-do;
con sinéresis, bjú-de, rwí-do, § 149.
c) Las vocales e, o, delante de a, se pronuncian
asimismo, en hiato, como vocales ordinarias, con el
timbre abierto o cerrado que en cada caso les corres­
ponda, según las circunstancias en que se hallen, es
decir, pronunciándose siempre como vocales cerradas
menos cuando van precedidas de í que se oyen con
timbre abierto; en sinéresis, se cierran y abrevian, rela­
jando su articulación, apagando su sonido y producién­
dose, aunque con mayor abertura, con un movimiento
análogo al de las semiconsonantes j, w. Dada la poca
fijeza y precisión de su timbre, y atendiendo además a

1 L a p ro n u n cia ció n v u lg a r re d u c e c o rrie n te m e n te a una


sola sílab a c u a lq u ie r g ru p o v o c á lic o d e esta e s p e c ie : país-páis,
maíz-m ái 0 , baúl-bául, e tc. E n la A m é ric a esp a ñ o la e ste u so se
halla ta m b ién , m ás o m en os d e sa rro lla d o , aun e n tre las p e rs o ­
nas in stru id a s. E n e l a m b ie n te cu lto d e C astilla , fu e ra d e c ie r ­
tas o c a sio n e s en q u e se a d m ite la sin é re sis d e d ich as form as,
§ 145, la p ro n u n cia ció n páis, má[0, etc., tie n e un c a rá c te r m a rc a -'
d a m en te v u lg a r. En aún, ahí, habia, día, y en a lgu n o s o tro s ca ­
sos, a lte ra n el hiato y la sin é re sis con a rre g lo a las c irc u n sta n ­
c ia s q u e se in d ican en lo s §§ 147 y 148.
la conveniencia de no complicar demasiado la transcrip­
ción, las vocales e y o pueden ser representadas foné­
ticamente en este caso con el mismo signo que se viene
usando para transcribir sus variantes relajadas:

h ia to s in é r e s is

aldeano aj-de-á-no al-d aá-n c


lealtad le-aj-tád laaj-tád
linea lí-ne-a lí-naa
toalla to-á-lB toá-te
coagular ko-a-gu -lár kca-gu-Iár

En la palabra real, la e es abierta en hiato, í^-ál, y


breve y relajada en sinéresis, raal; la lengua vulgar dice
en unas partes rjál y en otras r^ál y ral: cuatro reales,
vulg. kwátro íjálas y kwatro rálas; real y medio>vulg. rjál
i médjo y ral i médjo.
d) En los casos en que se encuentran juntas las vo­
cales e, 0, el elemento que se cierra y abrevia al produ­
cirse la sinéresis es, como en las combinaciones iu, ui,
el que va en primer lugar:

h ia to s in é r e s is

empeorar em -pe-o-rár em -pao-rár


teólogo te -ó -lc-go taó-Io-go
niveo ní-be-o ní-bao
incoherente iq-ko-e-ré^ta iij-kce-ré^ta
cohete ko-é-ta k o é -ta 2

1 E l h abla p o p u la r hace en m u ch os d e e sto s c aso s ea ^ > j a r


oa > w a : teatro -tjátro, pasear- pasjár, Joaquín-xviaV\n, pedazo-
pjá0o, to'davía-twabidi, etc. L a e v o lu c ió n d e í a > j a , con j m ás o
m en os cerra d a , se d a ta m b ién a b u n d an tem en te en A m é ric a
hasta en la p ro n u n cia ció n d e las p e rso n as cu lta s.
* V u l g ./£<?;*-pjór, empeorar-^mpjorár, cohete-kw éta.
Detrás de la a, las vocales e, o, se abrevian y re­
lajan también, pero conservan su propio timbre más
claramente que en los casos anteriores, pronunciándo­
se, dentro de su brevedad, con matiz más o menos
abierto o cerrado, según las mismas circunstancias que
hacen variar el sonido de las vocales e, <?, ordinarias:

h ia to s in é r e s is

traerán tra-e rán trae-rán


caen ká-en káen
Israel jj-ra-^l i-i-rá^l
ahogado a-o-gá-dc ao-gá*dc
ahora a-9-ra áo-re
extraordinario e$-tra 9r-di-ná-ijo e§-tra9r-d ;-ná-ijc
Bilbao bil-bá-o b|i-báo 1

69. S — El encuentro de vocales que resulta


in a lefa .

del contacto de las palabras en la frase da también


lugar a casos de hiato o contracción análogos a los in­
dicados en el § 68. A l grupo de vocales formado por el
enlace de las palabras y pronunciado en una sola síla­
ba se le da el nombre de sin a l e fa . Dentro de la pala­
bra nunca se juntan más de tres vocales en una sílaba.
Del enlace de unas palabras con otras resultan frecuen­
temente grupos vocálicos hasta de cinco o seis elemen­
tos. Las circunstancias en que se produce o deja de
producirse la sinalefa se explican en los §§ 136-143.

1 V u lg . traerán-trairán, caen-káin. E n extraordinario la v e ­


larizació n d e la a y la a b e rtu ra d e la o dan lu g a r a q u e d ich a
p a lab ra se oiga con fre c u e n c ia con re d u c ció n d e las d o s v o c a ­
le s a un so lo so n ido , e n tre a y 9. En Bilbao, bacalao, etc., la o
final, en sin é re sis, en p ro n u n cia ció n v u lg a r es n o rm alm en te
cerra d a , con te n d e n cia a u m ás o m en os a b ierta ; en algu n a s
re g io n e s se o y e e n re a lid a d una u: bílbáu, bakeláu.
Cuando dos o más vocales diferentes se pronuncian
en una sola sílaba, su enlace, como se ha visto en los
diptongos, triptongos y sinéresis, se convierte en una
íntima compenetración en que cada sonido, sin dejar
de distinguirse de los demás, se modifica más o menos,
perdiendo algo de su propio carácter. Las vocales que
más pierden son las de menor perceptibilidad. En
igualdad de circunstancias respecto al acento, la vocal
más abierta o perceptible es la que mejor conserva su
cantidad y su timbre, constituyendo en el grupo silábi­
co el elemento predominante.
Las principales modificaciones que las vocales expe­
rimentan al contraerse en sinalefa son las mismas que
se han indicado con relación a la sinéresis. La i y la u
se reducen a semiconsonantes o semivocales, según se
hallen respectivamente al principio o al fin del grupo
vocálico. La e y la o se abrevian y relajan, inclinándose
al tipo cerrado o al abierto, según la influencia de los
sonidos vecinos y según también su posición en el
grupo. La vocal menos variable es la a, sin que esto
signifique que no se deje asimismo influir hasta cierto
punto por las otras, y en especial por las velares o, u.
La reunión de las vocales en sinalefa ofrece multitud
de combinaciones distintas. Los siguientes ejemplos,
sin tratar de presentar la serie completa de dichas
combinaciones, darán idea de su abundancia y varie­
dad 1. La presencia de una h ortográfica entre las vo­
cales no impide la sinalefa. En la transcripción de cada
ejemplo van comprendidas entre paréntesis no sólo
las vocales que constituyen la sinalefa, sino también las
1 U n a e x te n s a e x p o s ic ió n d e esta m a te ria , con n u e ro so s
e jem p lo s sa cad o s d e los p o e ta s, p u e d e v e r se e n E . B e n o t , Pro­
sodia castellana y versificación, M adrid, 1892 II, 297 y sigs.
consonantes que integran en cada caso el conjunto
lábico a que la sinalefa corresponde :

aa e sc a le ra a rrib a eskalé(ra a)ríbn


ae am ada e sp o sa am á(da es)póse
ai o fe rta in justa of$r(ta íi))xyste
ao p alab ra osada palá(bra o)sádc
au casa h u m ild e káfsa u)mí}da
ea q u ie r e h a b la r kjé(ra a)blár
ee p u e d e e sc rib ir pw é(de es)krib íj
ei n o m b re ilu str e nÓm(br$ i)ly§tr9
eo tie n e o rg u llo tjén(a Qr)gúlo
eu g e n te h u m ild e xén(te u)míjda
ia casi a p aga d o ka(sj a)pcgádo
ie m i esp era n za (mj es)parán0B
ii c asi im p o sib le ka(s| im )posíbla
io mi o b lig a ció n (m j o)blifB0j9n
iu ni una v e z (nj ú 'n a bé0
oa g rito a gu d o g rí(to a)gúdo
oe p o co e sfu e rzo pó(ko es)fw?r0o
oi n eg ro in fiern o n é(gr9 im (fj?rno
00 cu a rto o s c u ro kw ár(tg gs)kúro
ou e n g añ o hu m an o ei)gá(no u)máno
ua su am istad (sw a)mi§tád
ue ím p e tu e sp a n to s o ím pa(tw es)pa9tóso
ui trib u in grata trí(bw ii))grátB
uo p o r su h o n or PQr (sw o)n<?r
uu e sp íritu hu m an o espíri(tu u)máno
aaa lle g a a a d o rar llé(ga a a)d crár
aat ib a a e n c e n d e r íb(a a er^Oe^d^r
aai ven gan za airad a bei}gán(0a ai)rádB
aao e sta b a ah o gad a e§tá(ba ao igádo
aau ro sada a u ro ra ?9sá(da au)róre
aeu cu lta E u ro p a ky|(ta eu)rópe
eaa a p re n d e a h a b la r a p ré n d a a a)blár
eae á u re a e sp a d a áu(raa es)páde
eai m u e rte airad a m w4r(ta ailrád e
eao p re s u m e a h o n d ar presú(ma a g ^ d á r
eau fre n te a u gu sta fr é ^ ta au)gy§t«
eoe v irg ín e o en ca n to bjrxí(ndo ei))kágtc
iaa n o ticia a le g re notí(0ja a)légra
iae re g ia e stirp e ?4(xja e x tirp a
iai g lo ria in m o rta l g ló (ija i ‘n)mQrtál
iao e sta n cia o cu lta e§tán(0ja o)kyJte
iau ju s tic ia hum ana xystí(0ja u'Imane
iea n ad ie a cu d e ná(dja a)kúda
ioa g e n io a stu to xé(njc as) tuto
ioe sile n c io e lo c u e n te silén(0jo ejlokw é^ta
ioi o c io in ú til Ó0(j<? i)nút|l
ioo n ec io o rg u llo né(0j9 Qr)gúlc
iou sitio u m b roso sí(tjo um)bróso
oaa v u e lv o a a tarlo bw ?l(b c a a)tárlc
oae ven go a em pezar b éi^ gc a em)pa0ár
oai c u e rp o a iro so kw^r(po ai)róso
oao d is p u e s to a o b e d e c e r dispw é§(to a o)beda0$r
oau fau sto a u sp icio fáu§(to aus)pí0jo
uaa a n tig u a a ltiv e z a^ t^gw a aj)t;bé0
uae le n g u a e x tra ñ a léi)(gwa es)tránB
uai e sta tu a in m ó v il e§tá(tw a i'n)móbil
uao agua o lo ro sa á(gw a o)IorósB
uau fatu a hu m an idad fá(tw a u)manidád
uoa m u tu o am or mú(two a)m<í>r
uoe a rd u o e m p e ñ o ár(dwo em)péno
noi p e r p e tu o im p e rio p?rpé(tw 9 im)pérjo
uoe co n tin u o e lo g io k99tí(nw o e)I$xjo
uou m o n stru o hu m an o mé"^(trwo u)mánc
iaau re g ia a u to rid a d r?(xja au)toridád
ioae c o rrió a e s p e ra rlo k9(rjo á es)parárlo
ioau p a la c io a u gu sto palá(0jc au)gysto
uoau in icu o a u gu rio iní(kwo au)gfúrjc
ioaeu e n v id io a E u s e b io em bí(djo a aulséb jo

70. R e s u m e n . — Las cinco vocales ordinarias apare­

cen bajo tres modalidades distintas. La a puede ser


media, a; velar, a; relajada, b . Las demás vocales pue­
den ser cerradas e, i, o, u; abiertas, ?, j, 9, y, relajadas,
3, 1, o, u. Las diferencias que distinguen entre sí las
tres modalidades de cada vocal son relativamente pe­
queñas; pero resultan desde luego suficientemente per­
ceptibles para que deban ser tenidas en cuenta no sólo
en el análisis fonético especial, sino en la enseñanza
práctica del idioma. Entre las abiertas ?, 9 y las cerra­
das e, o, la diferencia es más perceptible que entre j, y
y sus correspondientes i, u. En este sentido, la a media
y la a velar se hallan aproximadamente entre sí a la
misma distancia que e de ? y o de 9.
Son abiertas las vocales e, o, i, u en las siguientes
circunstancias comunes: 1.a, en contacto con r; 2 .a, de­
lante de x (g> j) , y 3.a, en sílaba trabada. La e y la o son
abiertas, además, en los diptongos eiy oi} y la o, en
ahora, la ola, etc. En sílaba trabada por dy m, n> s, x y
z , la e no es abierta.
Cuando se reúnen varias vocales en una misma síla­
ba, todas ellas, con excepción de la más abierta de
cada grupo, que es la que constituye el centro del
núcleo silábico, se pronuncian con un rápido movi­
miento articulatorio, el cual tiende hacia la abertura o
ía estrechez, según se trate de la parte creciente o de­
creciente de dicho núcleo. Los efectos de esta modifi­
cación sobre las vocales i} u} dan lugar a que se pro­
duzcan en muchos casos las semiconsonantes j, w y las
semivocales i, u.
Las vocales cerradas españolas, según queda dicho,
no son tan cerradas como las de otros idiomas, ni las
abiertas tan abiertas. De aquí que para el oído de al­
gunos extranjeros las primeras hayan podido parecer
relativamente abiertas, en tanto que las últimas no han
sido consideradas con bastante abertura para merecer
ser tenidas en el concepto de vocales propiamente
abiertas. Las relajadas no llegan sino a un grado relati­
vamente pequeño de deformación y desvanecimiento,
recobrando con gran facilidad el carácter de vocales
normales. El empleo del matiz abierto por el cerrado o
viceversa, dentro de cada tipo, no afecta a la significa­
ción de las palabras. Estos hechos han servido de base
a la divulgada y errónea opinión de que las vocales es­
pañolas son pura y simplemente los cinco fonemas fun­
damentales a, e, i, o, u, con un sólo e invariable sonido
para cada vocal.
El análisis metódico de esta materia revela las dife­
rencias de timbre señaladas en los párrafos anteriores.
Sin exagerarlas ni disminuirlas, consideradas en su pro­
pia proporción y medida, dichas diferencias desempe­
ñan un papel importante en el mecanismo fonético de
la lengua española. Aunque la significación de las pala­
bras no varíe, el hecho es que la forma fecha, por ejem­
plo, no parece bien con la e de guerra, ni guerra con
la e de fecha. Varios de los rasgos que distinguen la
pronunciación correcta de la vulgar o dialectal, consis­
ten precisamente en que en determinados casos, las
vocales, aun hallándose en las mismas circunstancias,
presentan diferente matiz, según la modalidad social o
dialectal de que se trate.
Las vocales representan aproximadamente el 50 °/0
del material fonético del idioma español. Las conso­
nantes, aunque forman una serie más numerosa que la
de las vocales, no entran en mayor proporción que
éstas en la composición de las palabras. Hay varias
consonantes de uso relativamente escaso, § 132. En
cuanto a duración, las consonantes y las vocales, como
veremos después, se mantienen también, de ordinario,
dentro de límites muy semejante. La vocal más fre­
cuente es la a. En el recuento de varios trozos, el or-
den de frecuencia en que han resultado las cinco vo­
cales, dentro del 50 °/0 indicado, ha sido: ¿z, 16 °/0;
e, 14; o, 10,4; z, 6; 3,6. Las variantes abiertas 9, en
la pronunciación española normal, son menos frecuen­
tes que las cerradas e, o. En el habla regional de algu­
nas provincias del Sur, las variantes cerradas son, por el
contrario, menos frecuentes que las abiertas.
No existen en la pronunciación española vocales an­
teriores labializadas o mixtas, como la ü y la o del fran­
cés y del alemán; ni relajadas, como en portugués y en
inglés; ni nasalizadas, como en francés y portugués; ni
largas y breves, como en alemán. Se puede decir con
Storm que la brevedad, la claridad y la precisión son
los rasgos característicos de las vocales españolas 1.
Menéndez Pidal ha indicado oportunamente que la
gran uniformidad fonética del español, «mayor, por
ejemplo, que la de las otras dos grandes lenguas
europeas extendidas por Am érica, se debe en gran
parte a la sencillez, claridad y firmeza de nuestro siste­
ma vocálico» 2.

1 J. S torm , Romanische Quantitat, en Phonetische Studieti,


M arbu rgo , 1889, II, 148.
2 R . M e n é n d e z P i d a l , P r ó lo g o al Primer o f Spanish Pronun-
ciation, de T . N a v a rro T o m á s y A u r e lio M. E sp in o sa , N e w
Y o r k , 1926, pág. xn .
PRONUNCIACIÓN
DE LAS CONSONANTES

71. T e n s i ó n m u s c u l a r . — El grado de tensión con


que se articulan las consonantes españolas varía según
diferentes circunstancias, y principalmente según la po­
sición del sonido con respecto al acento de intensidad;
es más tensa, por ejmplo, la 0 en cierto-^j?rto, que en
certiduMbre-§$Tt\dximbYQ, y asimismo la s en jamás-*amas,
es más tensa que en lunes-\ÚY&s, etc. Las oclusivas p, t, k
acentuadas se debilitan en muchos casos, convirtién­
dose en fricativas más o menos sonoras: eclipsar-zk\\bs&i,
aritmética-arjdmétika, tecnicismo-t$%Ti\§\zmo, mientras que
en casos semejantes estas mismas consonantes se pro­
nuncian frecuentemente como oclusivas cuando las síla­
bas en que ellas se encuentran llevan acento fuerte:
eclipse-e\d\Y>sz, ritmo-íjtmo, ¿¿bzzV^-t^knika. Entre las
consonantes b, d, g, y, r y sus fricativas correspondien­
tes b, d, g, y, j, las modificaciones del acento de inten­
sidad producen ciertas vacilaciones de articulación, de
las cuales iremos dando cuenta en los párrafos que tra­
tan de la pronunciación de dichos sonidos.
72. La t e n s i ó n s e g ú n l a p o s i c i ó n d e l s o n i d o e n e l
g r u p o . — En igualdad de circunstancias respecto al acen­

to, la tensión articulatoria de las consonantes varía tam­


bién sensiblemente según su posición en el grupo foné­
tico. Los principales grados o matices que a este respecto
conviene en la práctica saber distinguir son dos: a) po­
sición inicial, en que la tensión articulatoria es relativa­
mente fuerte, sobre todo si se trata de la posición inicial
absoluta: cima-Qíme, seda-séde, racimo-íaGimo, casero-
kaséro; b) posición final, en que la tensión es menor,
sobre todo por lo que se refiere a la final absoluta: bizco-
bjOko, pesca-péske, perdiz-p?rdi0, francés-franGés. En el
caso de una consonante fricativa final, ante pausa, -s, -z,
-d> etc., no sólo disminuye la tensión muscular, sino tam­
bién el impulso de la corriente espirada, resultando un
sonido relajado con una fricación muy débil. Los extran­
jeros, no advertidos sobre este punto, dan de ordinario
al sonido de las finales españolas z y s una fuerza y una
duración excesivas. Las oclusivas / , k finales de Sílaba,
ante otra consonante oclusiva se reducen a articulacio­
nes meramente implosivas y se pronuncian asimismo con
tensión menor que en posición inicial: indocto-i^d^kto,
concepto-Vqz&fytO) aspecto-aspikio^ adoptar-adqptár, etc.;
a veces, en estos casos, llegan también a pronunciarse
simplemente como fricativas más o menos sonoras.
73. O c lu s iv a s puras y o c lu s iv a s a s p ir a d a s . — La
pronunciación de las consonantes p, t, k, iniciales de
sílaba, resulta p u ra o a s p ir a d a , según el momento en
que, terminada propiamente la articulación de la conso­
nante, empiezan a vibrar late cuerdas vocales; en uno y
otro caso la oclusión es igualmente sorda; la diferencia
consiste en el modo de producirse la explosión. En las
oclusivas, puras, apenas cesa el contacto de los órganos
bucales, empiezan las vibraciones de la glotis, resultando
la explosión completamente o en su mayor parte sonora:
padre-pádrz, todo-todo, casa-kásv\ en las oclusivas aspira­
das la sonoridad empieza un poco más tarde, percibién­
dose durante la explosión un tenue soplo sordo, como
una breve h aspirada, que se intercala entre la tensión
de la consonante oclusiva y el sonido siguiente: padre-
phádíe, todo-t^odo, c¿Lf¿7-khása. La pronunciación correcta
española emplea únicamente las formas oclusivas puras1;
las formas aspiradas, frecuentes entre alemanes e ingle­
ses. deben evitarse cuidadosamente 2.
74. O c l u s i v a s s o n o r a s . — En las oclusivas sono­
ras b, d, g, iniciales absolutas, las vibraciones laríngeas
empiezan normalmente en español unas seis o siete centé­
simas de segundo antes de la explosión. Algunos extran­
jeros, alemanes e ingleses principalmente, pronuncian
estas consonantes en dicha posición con vibraciones la­
ríngeas demasiado tardías o demasiado débiles, de modo
que oyéndoles decir, por ejemplo, baño, bollo, doma, deja,
gasto, goma, resulta para nuestro oído casi como si dije­
sen paño, pollo, toma, teja, casto, coma. Para adquirir la
pronunciación española, que en este punto coincide, en
general, con la francesa, con la italiana y con la de las
demás lenguas neolatinas, debe moderarse un poco la
tensión muscular y debe procurarse, ante todo, que las

1 S o b r e la dur,ación, in te n sid a d y so n o rid ad d é l a e x p lo s ió n


d e e sto s so n id o s y so b re a lgu n a s p e q u e ñ a s d ife re n c ia s q u e e n ­
tr e e llo s a p a re c en , v é a s e S. G ilí, Algunas observaciones sobre la
explosión de las oclusivas sordas, en Revista de Filología Espa­
ñola, 1918, V , 4 5 -4 9 .
2 P ro n u n cian d o p a lab ras co m o papa, tapa, pata, capa, e tc .,
un p a p e l d e fum ar o la llam a d e una c e r illa m an ten id os a poca
d ista n cia d e lo s la b ios, e x p e rim e n ta rá n , co n las o c lu s iv a s a sp i­
ra d a s, una sacu d id a b ru sca y v io le n ta; m ie n tra s q u e en p ro n u n ­
ciación c o rr e c ta e sp a ñ o la la salida d e l a ire d u ra n te la e x p lo sió n
d e d ic h a s c o n so n a n te s só lo p ro d u ce en el p a p el o en la llam a
un m o v im ie n to p e q u e ñ o y su a ve.
vibraciones laríngeas sean claramente perceptibles ante&
de la explosión de la consonante, dejando al mismo tiem­
po una cierta elasticidad a las paredes bucales para que
en su cavidad cerrada pueda almacenarse el aire que
se escape por la glotis durante la oclusión. Entretanto,,
el velo del paladar debe mantenerse elevado, impidien­
do la salida del aire por las fosas nasales, pues el poner
m, n, i) delante de b, d , g, respectivamente, como en
algunos libros se aconseja, a fin de que estas últimas
resulten sonoras, sólo es una torpe e inaceptable imita­
ción de la pronunciación normal.
7 5j L a s f r i c a t i v a s b, d , g. — Tres articulaciones par­
ticularmente características de la lengua española son
las que se representan fonéticamente con los signos b,
d , g; se trata de su pronunciación en los §§ 81, IOO

y 127; son articulaciones generalmente desconocidas en


francés, en inglés y en otros muchos idiomas; en espa­
ñol, por el contrario, son tan frecuentes que apenas hay
frase en que no aparezcan varias veces, siendo muchos
los casos en que algunos de estos sonidos se repiten o
se combinan aun dentro de una misma palabra: obli­
gado- obligádo, agradable-agradább, avinagrado-abinz-
grado, comedido-Vomzdido, etc. Su uso esx sin duda,
en nuestra pronunciación mucho más frecuente que el
de las oclusivas b, d , g, con las cuales alternan de una
manera regular, sin llegar a confundirse con ellas sino
en casos excepcionales; pero el hecho de ir representa­
das unas y otras en la escritura corriente por los mismos
signos b, d, g , y sobre todo el abandono en que, en ge­
neral, se halla en nuestras escuelas el estudio de la pro­
nunciación, hacen que tales fonemas, no obstante su im­
portancia, sean comúnmente ignorados o mal conocidos
aun por aquellos que se dedican a la enseñanza del idio-
ma. En cuanto a los extranjeros que pretendan hablar
español, puede asegurarse que sin el dominio de estos
sonidos su lenguaje se hallará siempre muy lejos de la
pronunciación española correcta.
76. O t r o s s o n i d o s e s p a ñ o l e s q u e n o t i e n e n r e p r e ­
s e n t a c i ó n e n l a o r t o g r a f í a c o r r i e n t e . — Entre los so­

nidos que se describen a continuación, hay varios


— m, z, n, t, z, i, y, i) — que, como las consonantes
fricativas b, d, g, se usan inconscientemente; algunos*
como t, 1, no aparecen con mucha frecuencia; otros, en
cambio, como z, i, n, q, etc., son, sin duda, mucho más
abundantes; pero todos ellos, dentro de las circunstan­
cias que a cada uno corresponden, se producen de una

bm ra n{ 9} r íl jn l grj

E sq u e m a d e la clasific a c ió n d e la s c o n so n a n te s e sp a ñ o las
se gú n el p u n to d e a rtic u la c ió n .

manera constante y regular; su enumeración en un ca­


tálogo de los sonidos españoles resulta, por consiguien­
te, indispensable.
77. H m u d a . — En la pronunciación correcta espa­
ñola, la h no representa la aspiración laríngea que en
otros idiomas le corresponde y que en determinados
casos tuvo también, en otro tiempo, en nuestra lengua;
la h ortográfica es actualmente en nuestra escritura una
letra muda sin ningún valor fónico: hoja-ÓTva, ahora-
agrá, alcohol-&\\Lc¡\y huerta-vf^rte, hueco-wéko, ahuecar-
awekáj, etc.; la antigua aspiración aparece aún, sin em­
bargo, en palabras como humo, horno, etc., en pronun­
ciación dialectal í .

78. — C u a d r o d e la s c o n s o n a n te s e s p a ñ o la s .

B i- L a b io - In te r­ D en- A lv e o - Pa­
V e la r e s .
1a b i a le s . ú n t a le s d e n ta le s . ta le s . la re s . la ta le s .

Cfí 1 Crt Cfí £Ofí i: c« C/3 73 C/J ! CA¡ v.


0
O : O 0 O c 0 0 0 ; 0
a* : § •• 0 Cl. 0 , 0 3. j g 0
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I pj P ; í 3 3

O c lu s iv a s .. b t I t d S

N a s a le s ... . m m n 9 n ! n n

A fr ic a d a s . . ] c y

F ric a tiv a s .. b 6 iz dd ? ? Zi ?W
yi

L a t e r a le s . . | j 1 I 1

V ib r a n t e s .. fr

1 S o b r e la p ro n u n cia ció n d e la s co n so n a n te s en e sp a ñ o l a n ­
tiguo , v é a s e R. J. C u e r v o , Disquisiciones sobre antigua ortografía
y pronunciación españolas, en Revue Hispanique, 1895, II, 51-69;
R. M e n é n d e z P i d a l , Gramática Histórica, M adrid, 1925, y H. G a -
v e l , Essai sur l ’évolution de la pronunciation du casiillan, B ia-

rritz, 1920.
C O N S O N A N T E S B IL A B IA L E S

79. P r o n u n c i a c i ó n d e l a p. — Bilabial oclusiva sor­

da; ort. p t fon. p. Articulación: labios cerrados; abertu­


ra de las mandíbulas, unos 5 mm.; la lengua, durante
la oclusión de los labios, toma la posición de la articu­
lación siguiente; velo del paladar, cerrado; tensión,
media; glotis, muda. Ejemplos: padre-pádra, capa-kápu,
copla-kóple, apretar-aprzt&i, templado-templado, compra-
k^mpre, culpa-kylpe, cuerpo-Vviycpo, despacio-despáOjo.
En contacto con una t siguiente, la articulación de
la p resulta simplemente implosiva; mientras los labios
están cerrados, forma la lengua la
oclusión de dicha t sin dar tiempo a
la salida del aire para la explosión de
la p\ tensión muscular, débil. Ejem ­
plos : apto-ápto, concepto-kpnO^ptc,
reptil inepto-in?pto, adoptar- f y ¿ oclusivas
adpptár. En pronunciación familiar
esta p se reduce con frecuencia a una fricativa bilabial dé­
bil más o menos sonorizada; se omite, generalmente, en
pronunciación vulgar. El habla correcta admite también
su omisión en septiembre-sttjémbra, suscriptor-syskritój,
séptimo-sétimo, si bien algunas veces, en estas mismas
formas, suele oírse la p en pronunciación afectada.
Seguida de c o s, la p se mantiene en pronunciación
esmerada y fuerte, sobre todo en sílaba acentuada;
cápsula-kápsxAai, eclipse-t.kljpse, inepcia-in£p0ja; pero en la
pronunciación corriente, y sobre todo en posición in­
acentuada, la p seguida de dichas consonantes toma
normalmente el sonido de la fricativa b, § 83 1.
1 E l ha b la v u lg a r s u p rim e la p de eclipsc-eVMsz, y v o caliza
No se pronuncia la p en el grupo inicial ps: psicolo­
gía- sikolóxÍB, psicólogo-sÜLo\o%Q\ en los compuestos con
pseudo llega ya a omitirse la p hasta en la escritura:
seudoeruditoy seudocrítica, etc.; se pierde la asimismo,
en el grupo pe, en algunas palabras cultas de uso re­
lativamente frecuente, como suscripción - syskriOjQn y
transcripción-trans\ir\§)§n. Tanto en estas formas como
en psicología y psicólogo suele oírse, sin embargo, la p
en pronunciación afectada y ceremoniosa.
80. B o c l u s i v a . — Bilabial oclusiva sonora; ort. b,
fon. b . Articulación : glotis, sonora; los demás órganos,
como en p; tensión muscular, algo menor que en p.
Hállase en los casos siguientes:
a) Inicial absoluta después de pausa : buenos días-
bwénóz <!í b s , biíscalo-bxis\ve\o, ¡basta!-báste.
b) Interior de grupo en contacto con nasal ante­
rior : hombre-^mbra, lumbre-Xximbrz, sombra-s^mbia, un
buen día-í¿m bwén díe.
En submarino, submúltiple, etc., pronunciase una b
implosiva muy débil y breve, la cual, muchas veces, se
convierte en m asimilándose a la m siguiente y forman­
do con ella una sola articulación, que resulta un poco
más larga que la de la m ordinaria y se reparte entre
las dos sílabas contiguas : sybmaríno o symmaríno.
Seguida de t, la b se articula como p en pronun­
ciación lenta o esmerada, y como una b más o menos
sorda en la pronunciación relajada de la conversación
fam iliar: obtener-Qpten^r u Qbtan^j, obturador-qpturadcii
u Qbturedpr, subterráneo-sypt^ránao o sybt^ránac, subte­
niente- syptenjénte o sybtanjénta.
81. B f r i c a t i v a . — Bilabial fricativa sonora; ort. b,
la d e cápsula-kausula. Es fre cu e n te , aun e n tre p e rso n a s in s­
tru id a s, p ro n u n cia r sin p la form a autopsia-autósja.
fon. b. A rticu lación: labios entreabiertos; glotis, sonora;
tensión, débil; el resto de la articulación, como en p y b.
Distínguese, pues, esta b de la b oclusiva, aparte de su
menor tensión muscular, por la posición de los labios,
los cuales, en la b, en vez de cerrarse por completo como
en la b, permanecen entreabier­
tos, dejando entre uno y otro una
hendidura más o menos estrecha,
según la naturaleza de los soni­
dos vecinos y según la fuerza de
la pronunciación.
En pronunciación fu e r t e , la
abertura labial de la b es más es­
trecha que en pronunciación dé­
bil; inicial de sílaba, en contacto con alguna consonan­
te inmediata (alba, sobre), es asimismo más estrecha que
en posición intervocálica o final de sílaba (amaba, obser­
var). En uno y otro caso, sin embargo, llega, en pronun­
ciación enfática, a convertirse fácilmente en b oclusiva
(árbol, subyugar), o en p ante consonante sorda (ábside,
obtener). Menos frecuente es que se convierta en oclu­
siva una b inicial de sílaba interior; pero también puede
esto ocurrir en exclamaciones y en casos de pronuncia­
ción especialmente enérgica.
Se pronuncia, pues, fricativa toda b que no se halle
en posición inicial absoluta ni precedida de m o n, que
son los casos en que, como queda dicho, aparece el
sonido oclusivo. Para pronunciarla b de la palabra lobo,
por ejemplo, la separación entre los labios viene a ser
de I a 2 mm., como cuando se sopla para apagar una
cerilla o para enfriar una cosa caliente. En el Sur de
Alem ania se pronuncia también una b semejante a la
española en palabras como aber, lieber, etc.
Inicial de sílaba entre v o c a le s: lobo-lobo, cuba-\t\ibvy
subir-s\ib\i arriba-át\bv, rubor-ryb$j, acabdr-akabái
, ,

haba-ábe, la boca-Xa bókB, doda-su bode.


Inicial de sílaba entre la vocal y co n son an te: pobreza-
pobré0B, ¿«¿rzr-kubrfj, ¿z^rz^-abrígo, ¿fo^/f-dóbla, obliga-
«¿fo-obhgaOjQn, ^¿/^¿z-nobléOa, hablador-ab\vd§i, la bro-
£^¿z-la brócB, /z¿ blusa-tu blúss.
Inicial de sílaba entre consonante y v o c a l: arboleda
-

arboléds, ¿z¿r¿¿z¿:zV?2-tyrbB0j9n, ¿’i'A^ü-e^tprbo, ¿z/¿>¿z-álbi?,


¿z/fczftzV-albeñil, tf/^z^tfaz-albákB, ¿’.yfo’Zto-ezbéjtc,Luzbel-
el bollo-$\ bolo, las bocasAaz bókBs, por bailar -

pQr bailái, luz bendita-Xx^z bendítB.


Inicial de sílaba entre con son an tes: albricias-a l b r í 0 jBS,
desbrozar-dzibTQ&ái, por bruto-pqr bruto, sus brazos-syz
bráBos, tus blasones-tyz blasonas.
Final de sílaba ante consonante sonora: abnegación-
0 9 abdicar-abdxVái, abyección-
abnegB j n, abyeg j n, 0 9 subyu-
gar-sybyugái, subrayar-sybrayáj.
Final de sílaba ante consonante sorda : obcecado-9b0e-
kádo, abjurar-abxurái, objeto-qfoxitoy ábside-ábsida, ab-
stirdo-absurdo} subsanar-sybsvnái, obsesión- 9bsasj9n.

Final de palabra: Job-xqb , ^acob-xakqb querub- ,

keryb.
82. S o n o rid a d de l a b
f r i c a t i v a . — Conviene adver­

tir que la b en contacto con una articulación sorda si­


guiente no siem pre se pronuncia plenam ente sonora; en
la conversación ordinaria la última parte de su articula­
ción suele ensordecerse; en formas relativam ente fuertes
suele resultar sorda toda ella, y en pronunciación clara­
mente enfática suele llegar hasta a convertirse en p, pu-
diendo, adem ás, entre estos tres grados, producirse va­
riantes interm edias. Representam os el sonido ocasional
de la b fricativa sorda m ediante el signo b. En contacto
con una sonora siguiente, la b se pronuncia siempre
con articulación completamente sonora:

so n o ra s e m is o r d a so rd a o n fá tic a

subyugar-s\¿hy'¿%ki obsesión-QbbsasjQn obsesjgn ppsesjQn


abne$ado-&\m3%3ido a&r«r</c?-abbsyrdo absurdo apsyrdo
abdicar-abdik&j abjurar-a h b xxzrk j abxurái apxurár

83. B f r i c a t i v a p r o c e d e n t e d e p. — La p final de
sílaba, seguida de c o s, se pronuncia en la conversa­
ción ordinaria, según queda indicado, § 79, como la b
ante consonante sorda, pasando en cuanto a sonoridad,
según las circunstancias de cada caso, por las mismas
modificaciones que de la b hemos dicho en el punto
precedente: concepción-kqn^^b^qn, excepción-* S0?b0j9n,
recepción-r?0?b0j9n, opción-9b0j9n, adopción-ad9b0j9n.
84. B f r i c a t i v a r e l a j a d a . — La b de las partículas
ab, ob, sub, seguida de s más otra u otras consonantes,
tampoco suele ser completamente sonora, y además su
articulación resulta de ordinario más débil y relajada
que en ninguno de los casos antes citados; en pronun­
ciación enfática suele reforzarse hasta convertirse en p;
pero en el habla corriente, por el contrario, es un sonido
breve y suave, muy inclinado a desaparecer: obstina­
ción - 9bftina0j9n, obsceno - 9b§0éno, obstáculo - 9bstákulo,
obstrucción-9b§tryg0j9n, abstinencia-zh^m&nüye, abstemio-
abstémjo, abstracto-ab^tréktc. De hecho, aunque se escri­
ba, no se pronuncia la b en obscuro-qskúro, subscribir-
syskrib(j, substraer-s^stra^i, substancia-systánOje, substi-
tazV-syftituíi, y asimismo en las demás formas derivadas
de estas palabras

1 L o s c aso s q u e se ad m iten sin b en la p ro n u n cia ció n n o r­


m al c o rr e s p o n d e n sie m p re , c o m o se v e , a form as con ob y sub,
85. L a c o n s o n a n t e m . — Bilabial nasal sonora; ort.
m, n> fon. m. A rticu lació n : velo del paladar, abierto,
dejando expedita por la cavidad bucal, la entrada de las
fosas nasales; tensión, media; glotis, sonora; los demás
órganos, como en p y b. La articulación de la m se di­
ferencia únicamente de la b oclusiva
por la abertura del velo del paladar.
En posición inicial absoluta suele re­
sultar sorda parte de la articulación
de la m, empezando las vibraciones
sonoras muy poco antes de la explo-
m normal. sión. Delante de p, b, la m es sola­
mente bilabial implosiva. Ejem plos:
madre-mádrs, mozo-mó0o, ramo-rámo, comida-komidv,
amor-amqji, tiempo-tjémpo, empezar-empa0ái, hombre-
^mbra, lumbre-lymbrs.
86. L a m f i n a l . — La pronunciación española no

admite m final ante pausa, sustituyéndola constante­


mente, salvo raras excepciones, por el sonido n. Se
escribe indistintamente harem y harén, pero en ambos
casos se pronuncia arén, plural harenes. Del mismo modo
Abraham se pronuncia abrán, máximum-mágsimyn, mini-
w«;^-mínimyn, ultimátum-^ltimátyn, álbum-á\b\^n. La sus­
titución de esta m por la n se advierte particularmente
dentro del grupo fónico en enlace con una vocal siguien­
te : álbum hispanoamericano-é\bun jspanoamerikáno, el ul­
timátum había llegado inesperadamente-el yltimátun abía
legádQ inesparádaménts.
Esta misma tendencia fonética hace que, al silabear
las palabras con cierta lentitud, en vez de la m final de
c u y a s v o c a le s p a re ce n h a b e r a b so rb id o en su e lem en to labial la
a rticu la ció n rela jad a d e la b sig u ie n te . L a v o caliza ció n d e la b
se m u estra m e n o s ava n za d a en las form as con ab.
sílaba, se pronuncie por lo regular una n aun en casos
como em-pe-ra-dor, am-pa-ro, com-prar, etc., si bien, al
restablecerse el contacto normal de unas sílabas con
otras en la conversación ordinaria, reaparece dicha m
inmediatamente.
87. N a s a l a n t e l a b i a l . — En contacto con las con­

sonantes p, b, iniciales de palabra, la n final de una


palabra anterior se pronuncia corrientemente m, sin
que en este sentido pueda advertirse diferencia algu­
na entre expresiones como, por ejemplo, con padre y
compadre, pronunciadas ambas kQmpádre, o entre con
placer y complacer, pronunciadas kc^mplaS^r. La n final
mantiene, sin embargo, su propia articulación, § l io ,
cuando por lentitud o vacilación en el lenguaje apare­
ce desligada de la consonante siguiente. Suelen dar­
se asimismo, según la rapidez con que se habla, for­
mas intermedias de asimilación en que la n, sin perder
enteramente su articulación alveolar, resulta en parte
cubierta por la oclusión de los labios 1. En la conver­
sación ordinaria, la transformación de la n en m ante
las oclusivas bilabiales p, b, se produce de una manera
regular y constante. E jem plos: un buen baile-x^m bwém
báita, en pie-em pjé, sin par-s\m pár, con pan blando-kqm
pám blándo.
Para lo que se refiere a la pronunciación de la n
ante v y en el grupo nm} véanse §§ 9 ° y HO.

1 L o s g ra m á tic o s han d is cu tid o e x te n s a m e n te so b re si la n


a n t e p, b se p ro n u n cia n o m. L a re a lid a d da a p o y o , com o se v e,
p a ra v a ria s o p in io n e s. T o d o d e p e n d e d e la form a d e p ro n u n cia ­
ción q u e se to m e p o r b a se . V é a n s e so b re e ste p u n to A . M. E s­
p in o sa , Estudios sobre el español de Nuevo Méjico, B u e n o s A ire s ,
193 0 , §§ 2 0 -3 4 , y A . A l o n s o , Problemas de dialectología hispano­
americana, B u e n o s A ire s , 193 0 , págs. 6 3 -6 8 .
C O N S O N A N T E S L A B IO D E N T A L E S

88. L a c o n s o n a n t e f . — Labiodental fricativa sorda,


ort. f fon. f. Articulación: el labio inferior, con la parte
interior de sus bordes toca suavemente el filo de los
incisivos superiores, dejando salida al aire por los inters­
ticios que entre ambos órganos resultan; la salida del
aire es hacia las comisuras de los labios mayor que por
el centro de la boca; la lengua, entretanto tiende a for­
mar la articulación del sonido si­
guiente; velo del paladar, elevado;
glotis, muda. Ejemplos: fá cil-fáO|l,.
forma-i§Tvm, ofrecer-ofra0£r, flaque-
£¿z-flaké0E, hue'rfano-vt^riuno, desfi­
gurar-desfiguráa, esfinge-zsi\Y)X3 .
8 9. La n a s a l l a b io d e n t a l . —

Labiodental nasal sonora; ort. n,


fon. m. Articulación: labio inferior, como en f; los demás
órganos, como en m. Los dientes superiores y el labio
inferior no forman una oclusión completa; pero de he­
cho su estrechez es tan cerrada, que el aire, no hallan­
do resistencia alguna para pasar
por la cavidad nasal, sale única- L
mente por esta parte, sin produ- \ J ¡/ ^
cir entre los labios y los dientes
fricación ninguna perceptible.
Pronunciase de este modo toda
n en contacto inmediato con una
labiodental.
f siguiente : enferjno-em{$rmo,
confuso-kQmfúso, inficnio-\m{)$rnG, un favor-í^m fab<?r.
En pronunciación rápida, algunas veces la m desapa­
rece nasalizando la vocal anterior. Otras veces, cuando la.
vocal precedente es inicial absoluta, es la m, por el con­
trario, la que suele predominar, absorbiendo en gran par­
te a dicha vocal anterior. Deshecho el contacto entre -nf-,
reaparece la n con su propia articulación alveolar, § IIO.
90. L a c o n s o n a n t e v . — Es extraño al español el
sonido labiodental del fr. vie, al. was, ingl. very. La
pronunciación correspondiente a la v escrita española
es la misma que hemos dicho de la b, §§ 80 y 81. En
la escritura, b y -y se distinguen escrupulosamente; pero
su distinción es sólo ortográfica. La v, como la b, se
pronuncia, pues, bilabial oclusiva, b, en posición inicial
absoluta o precedida de ny y bilabial fricativa, b, en
todos los demás casos. La n ante v se pronuncia como
ante p y b, § 87. Ejemplos de oclusiva: vida-bíde, voz-
bQ0, virtud-bjrtyd, envidia-emh\d]v, convidar-]aqmb\din1.
Ejemplos de fricativa: uva-úbe, cautivo-kautibo, obviar-
pbbjár, subvención-sybhenQjqn, la vida-\& bíde.
9 1. C o n c e p t o d e l a c o n f u s i ó n e n t r e l a v y l a b .—

La confusión entre la v y la b se encuentra ya en ins­


cripciones hispanorromanas. Parece ser que en la escri­
tura medieval la b representaba el sonido bilabial oclu­
sivo, y la v el bilabial fricativo; pero hacia el siglo xvi
se perdió esta diferencia, identificándose una y otra en
la pronunciación y representando ambas igualmente,
como hoy vemos, los sonidos b y b
No hay noticia de que la v labiodental haya sido-
nunca corriente en la pronunciación española; los gra­
máticos la han recomendado insistentemente; pero la
Academ ia parece haber desistido ya de ese empeño 2.

1 R . J. C u e r v o , Disquisiciones sobre antigua ortografía y pro­


nunciación castellana, en Revue Hispanique, 1895, U> 9 -
2 S o b r e lo s d iv e rso s cam b io s d e actitu d d e la A c a d e m ia
a ce rc a d e e ste pu n to, v é a s e el a rtíc u lo Pronunciación de las con­
sonantes *b» y «z>», en Hispania, C alifo rn ia, 1921, IV , 1-9.
Hoy sólo pronuncian entre nosotros la v labiodental al­
gunas personas demasiado influidas por prejuicios orto­
gráficos o particularmente propensas a afectación. Sin
embargo, los españoles de origen valenciano o mallor­
quín y los de algunas comarcas del Sur de Cataluña
pronuncian la v labiodental hablando español, no por
énfasis ni por cultismo, sino por espontánea influencia
fonética de su lengua regional.
El distinguir la v de la b, no es de ningún modo un
requisito recomendable en la pronunciación española.
La tradición fonética de esta lengua, el ejemplo de los
buenos actores y oradores y el uso general son contra­
rios a dicha distinción. La mayoría de las personas cul­
tas, tanto en Castilla como en las demás regiones afines,
lejos de estimar la pronunciación de la v labiodental
como una plausible perfección, la consideran como una
mera preocupación escolar, innecesaria y pedante 1.
Tanto la inadmisión del sonido labiodental v, como
la antigua resistencia del español contra la f, también
labiodental, y como la distinción entre las bilabiales
b y b, son fenómenos que no sólo no deben ser consi­
derados como defectos o imperfecciones fonéticas, sino
como hechos históricos que se han producido en el
campo lingüístico de nuestro idioma tan legítimamente
como todos los demás rasgos que distinguen al español
ie las otras lenguas neolatinas 2.
1 E l p ru rito de d istin g u ir en la p ro n u n cia ció n lo q u e se d is­
tin gu e en la e sc ritu ra , no es m ás fun dado, p o r lo q u e se re fie re
al esp a ñ o l, en el c aso d e la v y la b, q u e lo sería si se tratase de
d ife re n c ia r ta m b ién fo n ética m e n te , p o r tra ta rse d e sign os o r to ­
gráfico s d istin to s, la c (ce, ci) d e la z, la g (ge, gi) d e la j , o la c (ca,
co, cu) d e la qu (qtie, qui).
2 A ju zg a r p o r las in te rp re ta c io n e s m ás au to riza d a s, las in s­
c rip c io n e s ib é ric a s d e v a ria s zonas d e la P e n ín su la carecen d e
CO N SO N AN TES IN T E R D E N T A L E S

92. E l s o n i d o d e l a z . — Interdental fricativa sorda;


ort. c, z, fon. 0. Articulación: abertura de los labios, se­
gún la vocal siguiente; abertura de las mandíbulas entre
los incisivos, unos 6 mm.; la punta de la lengua, conve­
nientemente adelgazada, se coloca entre los bordes de
los incisivos, apoyándose suave­
mente contra los superiores, sin
cerrar por completo la salida del
aire; los lados de la lengua tocan
la cara interior de los molares
superiores, impidiendo la salida
del aire por esta parte; velo del
paladar, cerrado; glotis, muda. In te rd e n ta le s 0, z.
El efecto acústico de la articula­
ción de la 0 es semejante al de la f. El sonido de la th
inglesa en palabras como third, trutk, se parece mucho
al de la 0 española, si bien ésta resulta de ordinario
un poco más enérgica y un poco más interdental que
la inglesa. En la escritura española, como es sabido,
este sonido va representado por la letra c ante e, /, y
por z en los demás casos. Ejemplos: cerca-Qjrke, cinco-
0ínkc, kacer-aQ$i, cocido-ko0ído, vecino-beQínof zorra-
09F12, zurdo-^TáO) razón-ra.üqn, pereza-peréfo, bizco-b|0-
ko, gozque-%90ka, cruz-kry0.
93. C o n c e p t o d e l s e s e o . — Sabido es que en la pro­

nunciación hispanoamericana, en la de Andalucía y Ca-

sign os re p re s e n ta tiv o s d e lo s so n id o s / y v. E l v a s c o actu al,


tan to en su s d ia le cto s e sp a ñ o le s c o m o en lo s fran ceses, d e s c o ­
n o ce asim ism o el so n id o v y usa ra ra m e n te la f (H. G a v e l,
Éléments de phonétique basque, B iarritz, 1920, p ágs. 300 y sigs.)
narias y en la de las clases populares de Valencia,
Mallorca, Cataluña y Vasconia, cuando hablan español,
es corriente sustituir la 0 (c, z) por la s: cerca-sérlce, ra-
¿oVras^n, pereza-perésv. A esta sustitución se le llama
s e s e o . El seseo andaluz e hispanoamericano se distin­
gue, por el timbre de la s, del valenciano y del catalán.
El seseo vasco, por su parte, es también distinto del dé
las otras regiones.
La opinión general en Castilla acepta el seseo an­
daluz e hispanoamericano como modalidad dialectal que
los hispanoamericanos y andaluces pueden usar sin re­
paro hasta en los círculos sociales más cultos y escogi­
dos. Son muchas, sin embargo, las personas de dicho
origen que teniendo que viajar o vivir fuera de su país
adoptan el uso de la 0, cuyo sonido, por su carácter
culto, borra todo indicio de procedencia.
En la recitación de versos y en la representación de
papeles de alta comedia o drama se exige de un modo
general, hasta en los países hispanoamericanos, la dis­
tinción de s y z. El seseo vasco y el catalán y valenciano
no son tenidos en Castilla en el mismo concepto que
-el andaluz e hispanoamericano. Se les considera como
variedades regionales de carácter vulgar. Los vascos,
catalanes y valencianos, no siendo sujetos de poca cul­
tura, hablan normalmente el español distinguiendo la z
de la s . En cuanto a los extranjeros que estudian este
idioma es indudable la conveniencia de que aprendan
a hacer una distinción que, aparte de facilitar la orto­
grafía y la lectura del verso, es considerada en España
com o la forma más correcta y no parece afectada ni
pretenciosa en América tratándose de personas que no
.son naturales del país.
94. S o n o r i z a c i ó n d e l a z . — Interdental fricativa s o -
ñora; ort. z} fon. z. En la conversación ordinaria, la z
débil final de sílaba o de palabra, en contacto con una
consonante sonora siguiente, se hace también sonora,
resultando un sonido muy sen\ejante al de la th inglesa
■en their, this. La pronunciación lenta, fuerte o enfática
impide parcial o totalmente esta sonorización. Ejem­
plos: juzgar-x\?L%&r, hallazgo-alázgo, mayorazgo-mayoráz-
•gc, diezmo-djézmc, LuzbelA^zkQ, tizne-t\zn^ygozne-g^zne,
luz dorada-\\±z doráde, cruz bendita-Vrx^z bendíte.
95. A s i m i l a c i ó n d e l a n a l a 0. — Interdental nasal
sonora; ort. n> fon. n. La n final de sílaba o de palabra,
en contacto con una 0 siguiente, toma la articulación de
esta última, pronunciándose también con la punta de la
lengua entre los dientes; el resto de la articulación,
como en n, § l io , sin que el aire espirado, hallando ex­
pedita la salida nasal, produzca en la boca fricación in­
terdental perceptible. Si se deshace el contacto entre
la n y la 0, la n recobra inmediatamente la articulación
alveolar que normalmente le corresponde. Ejem plos:
onza-qnfe, trenza-trén0e, lince-lJnOa, conciencia-kQn0jén0je,
encerrar-enti^rá*, tan cerca-tan 0£rke, sin cesar-sin 0esáj.
96. A s i m i l a c i ó n d e l a / a l a 0 . — Interdental lateral
sonora; ort. /, fon. |. La / final de sílaba o de palabra,
en contacto con una 0 siguiente, se hace también inter­
dental en la pronunciación rápida ordinaria. Esta asimi­
lación sólo afecta, en general, a la posición de la lengua,
si bien a veces también alcanza a la sonoridad, resul­
tando ensordecida al final déla articulación alguna parte
de dicha /. El resto de la articulación se forma como en
la / normal, § I I I . Ejemplos: alzar-a|0áj, calzado-kaj-
fládo, calcinar-Vd&ynki, didzaina-d\i\§á\nv, el cielo-$\ 0jélc,
él circo-$\ Ojrko, igual ceguedad-igwál 0egadád.
97. A s i m i l a c i ó n d e l a t a l a 0. — Interdental oclu­
siva sorda; ort. t} fon. t. Cuando la 0 va inmediatamente
seguida de una t, la articulación de ésta se forma tam­
bién entre los dientes, manteniéndose la lengua en la
misma posición de la 0, sin otra diferencia que la de
aumentar un poco la fuerza del contacto de la lengua
contra el borde de los incisivos, de modo que durante
un instante se interrumpa por completo la salida del
aire. El sonido de la t, como el de la t normal, termina
con explosión. Si el contacto entre ambos sonidos no
es suficientemente estrecho, la t recobra su articulación
propia, § 98. Ejemplos: hazte allá-áQtz alá, con una cruz
tan pesada-kon úna kry0 tam pesáde, ni un día de paz
tuvieron-nj ún día da pá0 tubjérón, una luz tibia y suave-
úna ly0 tíbja i suába.

CONSON ANTES D EN TALES

98. P r o n u n c i a c i ó n d e l a t.— Dental oclusiva sorda,

ort. t, fon. t. A rticulación: abertura de los labios, según

t, d, d e n ta les t, d, d en ta les.

la vocal siguiente; las mandíbulas se entreabren unos


2 mm., no llegando a ser visible su abertura entre los
incisivos a causa del encaje de los dientes inferiores de­
trás de los superiores; la punta de la lengua se apoya
contra la cara interior de los incisivos superiores, for­
mando con ellos una oclusión completa; el contacto de
estos órganos empieza en el borde mismo de los incisi­
vos, de tal modo que, como las mandíbulas están tan
juntas, la punta de la lengua toca también por su parte
inferior el borde de los dientes de abajo; después, el
contacto de la lengua se extiende más o menos, hacia
arriba, por las encías y los alvéolos, según la fuerza de
la pronunciación; los lados de la lengua, apoyándose a
su vez a ambos costados de la boca contra los molares
superiores, cierran la salida lateral del aire espirado;
velo del paladar, cerrado; glotis, muda; tensión muscu­
lar, media. Ejemplos: tarde-tárda, torcer-t9r0£j, tristeza-
trjsté0e, patio-pátjo, letrado-letrááo, tinta-tjntB, corUza-
k9rté0B, pinta-pínte, partido-partido.
La t final de sílaba, en atlas, ritmo} étnico, etc., y so­
bre todo en posición inacentuada, como en atmósferay
atlántico, etnología, aparecen únicamente con su propio
sonido de oclusiva sorda en pronunciación fuerte o en­
fática. En la conversación normal se reduce en estos
mismos casos a una d sonora y fricativa: ádles, rídmo,
4dniko, adm^sfarB, adlántikc, ^dnoloxÍB, etc. No se pro­
nuncia la t en istmo-\smo o (zmc.
La t francesa tiene su punto de articulación un poco
más arriba que la española. La punta de la lengua en
la t francesa no toca los bordes de los dientes. La t ale­
mana y la inglesa se articulan aún más arriba que la
francesa, contra las encías y los alvéolos, lo cual, unido
a la aspiración que en estos idiomas acompaña ordina­
riamente a las oclusivas sordas, da al sonido de la t un
timbre muy distinto del que presenta en español. La t
inglesa con su articulación alveolar o postalveolar es la
que más se aparta de la nuestra. Especialmente en aque­
llos casos en que va agrupada con una r siguiente, en
palabras como cuatro, nuestro, tropa, etc., la t que
pronuncian los ingleses y los angloamericanos llega a
presentar un sonido completamente extraño a la pro­
nunciación española normal l .
Entre los defectos de pronunciación que los extran­
jeros necesitan evitar para hablar español correctamen­
te, el que se refiere al punto y al modo de articulación
de la t es uno de los más importantes. Para pronunciar
la t española, partiendo de la t inglesa, es necesario, de
una parte, hacer avanzar la punta de la lengua más de
un centímetro hacia los dientes, y de otra, hacer que la
explosión de la consonante resulte limpia y sonora, sin
fricación ni aspiración perceptibles.
99. P r o n u n c i a c i ó n d e l a d. — Dental oclusiva so­

nora; ort. d, fon. d. Articulación: glotis, sonora; los de­


más órganos, como en t; tensión muscular menor que
en t. La punta de la lengua forma, por consiguiente, la
articulación apoyándose contra la cara interior de los
incisivos superiores. La oclusión supradental, a cuya
explosión no se une, naturalmente, en este caso ningu­
na aspiración sorda, constituye también un defecto en
la articulación de la d; pero éste, aun siendo fácilmente
perceptible, no resulta tan importante como en el caso
de la t. Tiene interés especial para estudiantes alema­
nes, ingleses y angloamericanos advertir la necesidad de
que la oclusión de la d española sea plenamente sonora,
según lo dicho en el § 74.
A la d ortográfica, en la conversación ordinaria, le
1 V a ria n te s d e e s te so n id o , d e b id a s a la asim ilación e n tre
la t y la r, s e hallan tam b ién en p ro n u n cia ció n d ia le cta l e sp a ­
ñ ola e h isp a n o am erica n a , § 115.
corresponde únicamente la articulación oclusiva cuando
va en posición inicial absoluta o en contacto con una n
o l precedentes. Ejem plos: doble-dobla, diciembre-di-
Gjémbra, domingo-domu\%o, conde-k^nda, prenda-prénde,
falda-iá\dv, toldo-t9¡do, mundo-myndo, candil-ka^dfl, un
día-yn díe, el domingo-$1 domfijgo.
IOO. L a d f r i c a t i v a . — Dentointerdental fricativa
sonora; ort. d} t, fon. d. Articulación: la punta de la len­
gua toca suavemente los bordes de los incisivos supe­
riores, sin cerrar por completo la salida del aire; el mo­
vimiento de la lengua para tocar los dientes es ágil y
rápido; el contacto, breve, y la fri­
cación del aire, tenue y suave; el
resto de la articulación, como en d;
tensión muscular, débil. Diferentes
circunstancias hacen que la articu­
lación de la d vacile entre la posi­
ción dentointerdental claramente d fricativa,
fricativa y la posición dental más o
menos oclusiva: en la conversación familiar ordinaria
predomina la primera; en la pronunciación lenta, fuerte
o enfática puede llegarse hasta la oclusión dental; pero
tanto en uno como en otro sentido lo más frecuente no
son en realidad las articulaciones extremas, sino dife­
rentes matices intermedios difíciles de precisar y descri­
bir; el carácter general de esta articulación es, en fin,
predominantemente fricativo y suave, no llegando a la
verdadera oclusión sino en muy pocos casos.
En algunos tratados de español para extranjeros se
dice equivocadamente que el sonido de la d española es
igual al de la th inglesa en palabras como their, tkis, etc.;
el sonido español correspondiente al de esta th sonora
es, como ya se dijo, § 94, el de la z sonora, en formas
como juzgar-x\}z%éui, hallazgo-a\áz%o\ la d, por su parte,
es un sonido menos interdental, más relajado, más sua­
ve y más breve que la z.
Se pronuncia fricativa, en la conversación española
corriente, toda d ortográfica que no se halle en posición
inicial absoluta ni en contacto con n o / precedentes,
que son, como queda dicho en el párrafo anterior, los
únicos casos en que la d oclusiva aparece de una mane­
ra constante.
Intervocálica: escudo-*skúdo, crudo-krúdo, madera-ma-
dére, rueda-r'wédv, desnudo-deznxxdo, cocido-ko^ido, ruido-
rwído, moda-móde, moneda-mónéde *, tu dinero-t\i dinéro,
Io dicho-\o díco.
Inicial de sílaba interior, entre vocal y consonante o
entre consonante y vocal: madre-mádra, cuadro-Vvtádxo,
piedra-pjédre, ladrillo-\adxi\o, orden-Qrddn^perdo'n-p^rdQn,
desde-dezda, dos docenas-dqz doGénes 2, la luz del día-\a
lyz d$¡ die, cruz divina-Vrx^z dibíne.
Final de sílaba interior: adjetivo-adxetíbo^ admirable-
admirábld, adquirir-adkirfj, advertencia-díáb^xtéxi^ye^ to­
madlo -tomádlo, llamadnos-lamádnós, adscrito-adskxito.
Ante fricativa sorda, la d, en general, suele resultar
en parte ensordecida: adjetivo-adxetibo, adkir(j, etc. En
pronunciación fuerte, según queda dicho, puede llegar
a oírse ad-, con d oclusiva.
La pronunciación a0- por ad-, corriente en Salaman-
1 L a p é rd id a d e la d in te rv o c á lic a en caso s c o m o é sto s, fr e ­
cu e n tísim a en el habla v u lg a r, no se a d m ite en p ro n u n cia ció n
co rrecta ; así, form as co m o pedazo, cedazo, labrador, segadora,
todo, nada, cada, ete ., q u e en v u lg a r son pjá0o, 0já0c, labraQi,
seg^ óia, tó, ná, ká, en p ro n u n cia ció n c o rr e c ta re s u lta n : pedá0c,
Bedádc, labradpi, segadora, tó d c, nádu, káde.
2 L a d p re c e d id a d e z o s se acerca a la form a o c lu siv a m ás
q u e p re c e d id a d e r o d e z, 0.
ca, Valladolid, etc., y usada también por el pueblo bajo
madrileño, está comúnmente considerada como un
fenómeno de carácter regional o vulgar: aOmirább,
aBkirÍJ.
IOI. L a d e n l o s p a r t i c i p i o s t e r m i n a d o s e n -ado. —
En pronunciación esmerada, lenta o enfática, en la es­
cena, en el discurso y en la conversación ceremoniosa,
la d de la terminación -ado se pronuncia d como cual­
quier otra d intervocálica; pero, ordinariamente, en la
conversación familiar la d de dicha terminación se re­
duce mucho o se pierde. Entre la conversación y la pér­
dida completa de esta d suelen ser perceptibles en una
nism a persona, según el tono y la rapidez del lenguaje,
ciertos grados intermedios de relajación. Hay, asimis­
mo, entre las personas instruidas, diferencias individua­
les respecto al uso predominante de una u otra varian­
te en la pronunciación de este sonido.
La conservación sistemática de la d de -ado} con
articulación plena, en la conversación corriente, resul­
taría, sin duda, afectada y pedante; pero, por otra
parte, su omisión definitiva y completa en todo mo­
mento u ocasión, sería causa de que en muchos casos
la pronunciación resultase demasiado ordinaria y vulgar.
De los inconvenientes de seguir invariablemente uno u
otro criterio, se hallan ejemplos abundantes entre los
extranjeros.
En tanto no se llegue a adquirir un dominio perfecto
de este sonido en sus diversos matices, una fórmula
práctica que puede recomendarse a los extranjeros es,
sin duda, la de pronunciar en la terminación -ado una
d reducida y débil, cuya articulación consista simple­
mente en una cierta aproximación de la punta de la
lengua hacia los dientes incisivos, mediante un rápido
movimiento que debe terminar antes de que la lengua
alcance los bordes de dichos dientes. Para representar
en la escritura fonética esta d débil y reducida em­
plearemos una d pequeña:

e je m p lo s fo r m a c u lt a s e m ic u lt a f a m ilia r v u lg a r r ú s tic a

recado F ^kádo r^k ád c r^ k á o r^ k á o r$ k áu


soldado sp ld á d o SQjdádc sp jd á o sp jd á o S9]dáu
abogado abogado a b o g ad o abogáo abogáo abogáu

El habla vulgar no sólo omite la d de -ado constante­


mente, como la de otras muchas formas ya indicadas,
sino que además en este caso alarga un poco la a acen­
tuada,‘dándole un timbre marcadamente velar o poste­
rior, circunstancia que por sí sola basta para que la
pronunciación correcta, aun en su forma familiar, en
que de ordinario, como queda dicho, suele llegar hasta
la total omisión de la d} se distinga siempre fácilmente
de la pronunciación vulgar. La lengua rústica añade en
estos casos a los caracteres generales de la forma vul­
gar la circunstancia de cerrar la o última hasta el punto
de articularla casi como u: r^káu, sQldáu, etc.
En formas como llegada, palmada, venido, comida,
servido, etc., en que el habla vulgar también omite la d,
la pronunciación correcta, hasta en su forma más co­
rriente y familiar, la conserva sin vacilación : legáde,
palmáde, benído, komíde, sorbido.
10 2. L a d f i n a l d e p a l a b r a . — En pronunciación
relativamente esmerada, la d final, dentro de grupo, en
contacto con cualquier sonido siguiente, presenta la ar­
ticulación de la fricativa d: juventud esludios ¿z-xubentúd
e§tudjóse, libertad absoluta-lib^rtád absoluta, edad media,
edad médje, edad dorada-edad doráde, llamadlo-lamádlo,
escribidnos-eskñb\dnqs.
La d final absoluta, seguida de pausa, se pronuncia
particularmente débil y relajada: la punta de la lengua
toca perezosamente el borde de los incisivos superiores,
las vibraciones laríngeas cesan casi al mismo tiempo
que se forma el contacto linguodental, y además, la
corriente espirada, preparando la pausa siguiente, suele
ser tan tenue, que de hecho la articulación resulta casi
muda. Para representar esta variante empleamos el
signo d: libertad-Mb^rtád, huésped-vtéspzá, bondad-bqnd&á,
virtud- bjrtyd, venid-hzn\á, esperad-esperád, traed-traéd,
callad-kalád. En pronunciación culta esta d puede con­
vertirse en d y aun, a veces, en d.
En formas nominales como virtud, verdad, juventud,
libertad, etc., la pronunciación vulgar, en la mayor
parte de España, suprime la d final: bjrtú, b^rdá, xuben-
tú, liberta. Este uso se extiende también, más o menos,
a la pronunciación familiar de las personas ilustradas.
Las formas usted y Madrid se oyen corrientemente sin
d, fuera del lenguaje esmerado y ceremonioso. En cam­
bio, en las palabras sed, red, huésped, césped y áspid, y
en los imperativos hablad, traed, etc., las personas cul­
tas conservan siempre, aunque relajada, la d final: séd,
r^d, wéspad, 0ésped, áspid, ablád, traed, etc. En Vallado-
lid, Salamanca y otros lugares de Castilla, en lugar de
la d final se pronuncia, como en admirable, etc., § IOO,
una 0 relajada: birtyO, b^rdáB, xubentyQ, ystéG, etc.; lo
mismo ocurre entre el pueblo bajo madrileño. En los
imperativos tomad\ traed, venid, etc., el habla popular
sustituye corrientemente la d por una r débil y relaja­
da, de timbre muy semejante a una d, lo cual hace que
estas formas ofrezcan la misma apariencia que sus infini­
tivos: tomái, tra^J, ben|j, etc. En muchos lugares se oye
también s^j por sed, sustantivo.
103. D e n t a l i z a c i ó n d e l a n. — Dental nasal sonora;
ort. n} fon. n. En contacto con una t o d siguientes, la
articulación de la n se forma en el mismo punto que la
de estas consonantes, y por consiguiente, casi a un
centímetro de distancia del punto en que se forma la
articulación de la n normal, § loo. Ejemplos: cantar-
kantár, cintura-§\ntúra, pintor-p\ntqiy entender-entend^i,
condado-kQndádo, candil-kand(l, condenar-kQndenáj.
104. D e n t a l i z a c i ó n d e l a /.— Dental lateral sonora;
ort. /, fon. 1. La / final de sílaba, en contacto con t o d
siguientes, se asimila también a éstas, como la n, for­
mándose su articulación con la punta de la lengua con­
tra la cara interior de los incisivos superiores, y no
contra los alvéolos, como la / normal, § I I I . Ejemplos:
caldera-kaldére, sueldo-sw^ldo, altura-aXtúra, soltar-sq\\.ii,
sobresalto-sobrzskXlo, cultivar- kyltibái.
10 5. D e n t a l i z a c i ó n d e l a s . — La s final de sílaba,

en contacto con una t siguiente, del mismo modo que


la / y la n en circunstancias análogas, toma el punto
de articulación de la t, formándose con la punta de la
lengua contra la cara interior de los incisivos superio­
res, y no contra los alvéolos de estos mismos dientes,
como ocurre en los demás casos, § 106; esta s dentali-
zada la representamos con el signo §: pasta-páste, costa-
kcjste, pastor-pastqi, etc.
En contacto con una interdental 0 siguiente, la s es
atraída hacia los bordes de los dientes, un poco más
que ante la consonante t, llegando a ser en parte absor­
bida por la fricación de dicha 0; pero la representamos
también en este caso con el mismo signo s: ascender-
as03nd^j, escena-ts0éne, etc.
De un modo semejante, la s sonora, z, en contacto
con una d o d siguientes, deja su articulación alveolar,
§ 107, formándose contra los dientes, como estas mis­
mas consonantes; la representamos en este caso con el
signo z: desdeñar-dezdanái, los dedos-\qz dédds, etc.

CON SO N AN TES A L V E O L A R E S

10 6 . s. — Alveolar fricativa
P r o n u n c ia c ió n de la

sorda; ort. s, fon. s. Articulación: posición de los la­


bios, según las vocales contiguas; abertura de las man­
díbulas, unos 2 mm. entre los incisivos; los bordes de
la lengua se apoyan a ambos lados de la boca contra
las encías y contra la cara interior de los molares su­
periores; la punta de la lengua, con la curva u orilla

s alveolar. s alveolar.

intermedia entre el ápice y la cara del predorso, conti­


núa este contacto sobre los alvéolos de los incisivos su­
periores, dejando en el centro, sobre la línea media de
la boca, una pequeña abertura redondeada, que consti­
tuye la única salida del aire espirado; en contacto con
las vocales z, e} la punta de la lengua forma esta aber­
tura algo más adelante, hacia las encías; el predorso de
la lengua toma una forma ligeramente cóncava; velo del
paladar, cerrado; glotis, muda. La tensión muscular de
esta articulación, más aún que la de otras consonantes,
varía notablem ente, com o queda indicado, § § 7 1 y 72,
no sólo en relación con las m odificaciones del acento de
intensidad, sino según su posición en el grupo fónico.
Es defecto general entre los extranjeros hacer la s final
española demasiado tensa y larga. Ante f, lo mismo que
ante 0, § 105, la s final es absorbida, en parte, por estos
sonidos, resultando más débil y menos perceptible que
ante otras consonantes: esfera-^fére, desfile-desfíla, etc.
En la pronunciación de algunas regiones españolas, y
principalmente en pronunciación andaluza, toda s final
ante cualquier consonante o ante pausa se reduce a una
simple aspiración, generalmente sorda; la pronunciación
correcta española, aun en su forma menos culta, rechaza
esta transformación.
Por lo que se refiere al modo de la articulación, hay
entre la s española y la s corriente en otros idiomas
una diferencia importante; esta
diferencia se manifiesta, princi­
palmente, en la posición de la
punta de la lengua, la cual, en la
i-española, se eleva, como queda
dicho, estrechándose, por su línea
más exterior y más próxima al
s predorsal. ápice, contra los alvéolos supe­
riores, mientras que en la s común
francesa, italiana, alemana, etc., la parte de la lengua que
forma la articulación es esencialmente el predorso, que­
dando pasivo el ápice, el cual desciende a veces y se
apoya más o menos contra los incisivos inferiores.
En una y otra articulación, la estrechez, de la cual re­
sulta la fricación, viene a formarse sobre el mismo
punto de la boca, oscilando, según los casos, entre los
alvéolos y los dientes superiores; pero la parte de la
lengua que forma esa estrechez, en la s española es más
exteríor y apical que en las demás variantes indicadas.
Junto con esto, en la s española, la posición del pre­
dorso, detrás del punto de articulación, es, como queda
indicado, ligeramente cóncava, mientras que en el tipo
general, francés, italiano, etc., es más o menos convexa1.
De aquí resulta que el timbre de estos sonidos es
bastante distinto: el de la s española es más grave y
más palatal que el de la otra s. El oído extranjero cree
hallar en nuestra s algo del timbre de la ch francesa,
semejanza que en la pronunciación peculiar de algunas
comarcas españolas se destaca aún mucho más que en
el habla literaria y normal.
La s andaluza y la de una gran parte de la América
española es de tipo predorsal, aunque con notables va­
riantes entre unos países y otros. La s apical de tipo cas­
tellano, con variantes también, se usa, según las pocas
noticias que sobre esto tenemos, en parte de Méjico, de
las Antillas y del Perú 2. Hay actores andaluces que
llegan a borrar todos los dialectalismos de su pronun-
1 E n algun as v aria n tes d e s p re d o rsal, p lan a o c o n v e x a , la
p u n ta d e la len gu a su e le in te rv e n ir ta m b ién en la form ación d e
la e stre ch e z d e n to a lv e o la r, p e ro sin q u e e s te h ech o figure com o
una circu n stan cia e sp e cia l d e la a rticu la ció n . D ato s e x p e r im e n ­
ta le s so b re la s andaluza se h allan en Jos. C h l u m s k y , L'<ls» an-
dalouse et le sorí de l ’ <-s* indo-européenne finale en slave, en Slavia,
P rag a, 1929, V II, 750-753. S o b re la s fran cesa, v é a se M. G ram -

m on t, Traité pratique de prononciation frangaise, P a ris, 1914,


73; so b re la italian a, G. P a n c o n c e l l i - C a l z i a , Italiano , L e ip ­
zig, 19 11, pág. 7; so b r e la alem ana, W . V i e t o r , Elemente der
Phoneiik, 6.a ed., L eip zig , 1915, § 87; so b re la in g le sa , D . J o n e s ,
English PhoneticSy L e ip zig , 1922, §§ 294-296.
2 P. H e n r í q u e z U r e n a , Observaciones sobre el español en Amé-
rica, en Revista de Filología Española, 1921, V IH , 374-375*
dación, menos el de la s; al oído castellano le basta este
solo detalle para advertir la naturaleza forastera de una
persona, pero sin que esto signifique que la s dorsal an­
daluza o hispanoamericana sea rechazada ni censurada
en Castilla como un dialectalismo vulgar. Ejemplos: ^
con tensión media: sello-sélc, sitio-s\t)o, consejo-kpns^xo,
sabor-sab^i, señora-senórs, rosa-Fq s u , conseguir-kQnsag[j,
obispo-ob\spG,pesca-péskv, despacio-despáBjo, etc.; s débil:
adio's-adjQs, señores-señoras.
107. 6* s o n o r a . — Alveolar fricativa sonora: ort. s}
fon. z. Articulación: glotis, sonora; los demás órganos,
como en la s descrita en el párrafo anterior; tensión
muscular, débil. La s sonora aparece únicamente, en
nuestra lengua, en posición final de sílaba, precediendo
inmediatamente a otra consonante sonora; en cualquier
otra posición su presencia es anormal y esporádica. Es
siempre, asimismo, una articulación breve y suave; la
pronunciación lenta o fuerte impide su sonorización,
reapareciendo en su lugar la s sorda. Ejemplos: esbelto-
ezb^lto, mismo-m^zmc, asno-ázno, isla-\z\v, rasgo-Tázgo,
las botas-\az botes, las manos-laz mános, los huesos-I9Z
wésós, dos hierros-dyz y^rós l .
En el grupo sr (¡israelitas, los reyes, dos reales), la s se
sonoriza como en los casos precedentes; pero la punta
de la lengua, arrastrada por la enérgica articulación de
la r siguiente, abandona la forma característica de la es­
trechez redondeada que la punta de la lengua forma en
la s, haciendo perder a ésta su timbre sibilante y produ­
ciendo propiamente, en vez de la z ordinaria y regular,
una j, o sea una r fricativa, § 114: jjraalíte, lQjr^yas,
1 En el caso d e dos hierros y o tro s sem eja n tes, la s, ante
la palatal y, adem ás d e so n o riza rse s u e le tom ar c ie r to cará c­
te r d e z, an á log o al d e la j fran cesa.
d^jreáles; otras veces, en pronunciación relativam ente
fuerte, la s se pierde p or com pleto, aum entándose
a manera de com pensación, las vibraciones de la í
siguiente.
108. C o n c e p t o d e l c e c e o . — En algunas partes de

A ndalucía, al lado del seseo, que da a la c y a la z


el mismo sonido sibilante de la s, existe el c e c e o ,
que consiste en pronunciar la s, la z y la c con un
mismo sonido fricativo, de tim bre análogo al de la 0
española: solo-Qólo, peso- pé0o. La geografía del ceceo
andaluz, com o la del seseo, no ha sido aún convenien­
tem ente determ inada. En los demás países de España
y A m érica el ceceo sólo parece ocurrir en casos par­
ticulares, com o un sim ple defecto ortológico de carác­
ter individual.
El ceceo no presenta siem pre igual forma ni el
mismo matiz. En unos casos es apical, coincidiendo
esencialm ente con la 0 española; en otros es dorsal,
con m ecanismo análogo al de la s andaluza, y en
otros resulta de articulaciones intermedias entre uno
y otro tipo. En cualquier caso, lo característico del
ceceo no consiste precisam ente en ser apical o dorsal,
interdental o dental, sino en el tim bre fricativo del
tipo de 0 que resulta de la estrechez alargada, no re­
dondeada com o en s, que entre la lengua y el filo de
los dientes se forma.
El teatro y la novela suelen utilizar el ceceo com o
recurso cóm ico, presentándole con el carácter de
un rudo dialectalism o o com o una chocante anor­
malidad. Basta este dato para form arse idea de la opi­
nión que del ceceo se tiene y para com prender la
conveniencia de corregir y evitar esta forma de pro ­
nunciación.
10 9 . O tro s defectos de p r o n u n c ia c ió n r e l a t iv o s

a la s. — En el Norte de España, entre vascos, nava­


rros y riojanos, la s suele ser pronunciada con un matiz
chicheante, más o menos desarrollado, que la distingue
de la s española normal. En realidad, como ya queda
dicho, la misma s española, en su propia estructura ápi-
coalveolar, muestra un cierto punto de palatalización.
La s norteña refuerza este carácter palatal empleando
una mayor adherencia de los lados de la lengua al cielo
de la boca y disminuyendo al mismo tiempo el redon­
deamiento de la abertura ápicoalveolar.
La asimilación orgánica de la s final de sílaba respec­
to a cualquier consonante que no sea la r en las cir­
cunstancias citadas en el párrafo anterior, es un fenó­
meno considerado como un vulgarismo inaceptable en
la lengua culta. Debe evitarse, por consiguiente, la com ­
penetración entre la jt y una consonante sonora siguien­
te, con pérdida de la sonoridad de dicha consonante,
fenómeno frecuente en el habla vulgar de una gran par­
te del Sur de España : labótes, por las botas-\az botes;
laxayínes, por lasgallinas-\az galines; mímmo, por mismo-
mjzmo; ánno por asno-ázno] íjle, por isla-\z\a K
Recházase igualmente como vulgarismo la pronun­
ciación de la s final como una simple aspiración, y asi­
mismo su eliminación total en determinadas circunstan­
cias, hechos corrientes, según es sabido, en el lenguaje
popular de varias regiones de España y A m érica: páhtB,
por pasta-páste; ehpéso, por espeso-e.spésc; ehtámo, por
estamos-^támos; lah káse, por las casas-las káses.
A l corregir este uso se necesita cuidar de no caer en
1 E l c irc u lillo p u esto , en e sto s y en lo s dem ás caso s, debajo
d e lo s sign o s b, m, n, J, etc., in d ica falta d e so n o rid ad en las a r ­
tic u la c io n e s c o rre s p o n d ie n te s.
el defecto contrario, que consiste en pronunciar la í
final prolongándola, o, como suele decirse, «arrastrán­
dola» : lasspasstass. Otro defecto que es preciso evitar
es la transformación vulgar de la s en r en formas como
aj0énso, por ascenso-asQénso; £j0éso, por exceso-efQéso;
Iqi djéntas, por los dientes-I^-l djéntas.
IIO . P r o n u n c i a c i ó n d e l a n. — Alveolar nasal so­

nora; ort. n, fon. n. Articulación : labios y mandíbulas,


según las vocales contiguas; la punta de la lengua, obe­
deciendo también a la influencia de dichas vocales, se

n alveolar. n alveolar.

apoya, según los casos, contra los alvéolos o contra las


encías de los incisivos superiores, al mismo tiempo que
los bordes laterales de la lengua tocan las encías y la
cara interior de los molares, formando una completa
oclusión bucal; la posición de la lengua, aparte de la
pequeña abertura ápicoalveolar de la s, es, como se ve,
muy semejante en la s y en la n; velo del paladar, abier­
to; el aire espirado sale por la nariz; glotis, sonora.
Ejemplos: noche-noca, junio-xúnjo, carne-\íárnzy gozne-
g9?na, himno-|mno, asno-ázn&¡ honra-qnrv, enlace-t.nlá0a,
cansado-kansádo, consignar-k9nsjgnáj.
En contacto con una consonante siguiente que no sea
alveolar, la n pierde su propio punto de articulación,
asimilándose al de dicha consonante; la n puede resul­
tar, por consiguiente, según los casos, bilabial, enpaz-
em pá0, § 87; labiodental, confiar-kQmfiár, § 89; inter­
dental, onza-<?n0e, § 95; dental, ¿¿zVztaro-kántero, § 103;
palatal, ancho-kneo, § 122, y velar, cinco-ü\r)Vo, § 130.
En las sílabas ins, cons y trans se pronuncia en ge­
neral una n débil, breve y relajada, que a veces se re­
duce simplemente a una pequeña nasalización de la vo­
cal precedente, y a veces se pierde 'por completo; la
conservación total de la n en dichas sílabas tiene un
carácter afectadamente culto; su pérdida es constante
en el habla popular; la pronunciación correcta, en este
como en otros casos, se sirve, como se ve, de variantes
intermedias, más o menos próximas a uno u otro extre­
mo, según la ocasión y el tono en que se h ab la:

e je m p lo s fo r m a c u l t a s e m ic u lt a s p o p u la r

instrucción instryg0j9n |nstryg0j9n ͧtryg0j9n jstruBj^n


construcción k9nstryg0j9n k9"stryg0j9n k6§tryg0j9n k9stru0j9n
constipado k9nstipádo k9nstipádo kdstipádc k9stip ác
instante jnstánte j“ stán ta istántd jstánta
transformar transÍ9rm ár transf9rm ár trásf9rm ár trasÍ9rm áj

La n final ante pausa es, generalmente, una n rela­


jada en cuya articulación la lengua suele quedar adhe­
rida a los alvéolos más tiempo del que duran la presión
del aire espirado y las vibraciones vocálicas; la articu­
lación, en parte, acaba, por consiguiente, muda : razón-
ra0Qn, corazón - kon?0Qn, Juan-x wán, Joaquín -xcakjn,
sostén-sqstén, parten-pártan; muchas personas, acaso por
influencia dialectal, pronuncian en estos casos, en vez
de la n, una i) v e la r: ra0Qi), etc., § 130.
La m final de palabra, § 86, se pronuncia ordinaria­
mente como la n y pasa por las mismas transformaciones
que ésta bajo la influencia de la articulación inmediata
siguiente: álbum pequeño-kXb^m pekéno, álbum cerrado-
álbyn Bfíádc, máximum de carga-méi%s\vci%n da kárga>
álbum hispanoamericano-k\\iMn ispanoamerikáno, un mí­
nimum casi inconcebible-y™ mínim$i) kasiijkQnSabíbla.
En el grupo nm la articulación de la primera conso­
nante, en la conversación ordinaria, va generalmente cu­
bierta por la de la m : la lengua realiza, de manera más
o menos completa, el contacto alveolar de la n; pero al

/ a lv e o la r. / a lve o la r.

mismo tiempo la m forma su oclusión bilabial', siendo


en realidad el sonido de esta última el único que acús­
ticamente resulta perceptible: inmóvil-i'n nmóh¡1, conmigo-
k9„mm¡go, con mucho gusto-\iq™Tnúco gysto, etc.; en pro­
nunciación lenta, ambas articulaciones, m y n, produ­
ciéndose sucesivamente, resultan claras y distintas.
III. La c o n s o n a n t e /. — Alveolar fricativa lateral
sonora; ort. /, fon. 1. Articulación : la abertura de los
labios varía según los sonidos vecinos; abertura de las
mandíbulas, unos 5 mm.; la punta de la lengua se apo­
ya, como en n, contra los alvéolos o las encías de los
incisivos superiores; a cada lado de la boca o a un solo
lado, según la costumbre individual, queda entre la len­
gua y los molares una abertura alargada, por donde el
aire se escapa, produciendo una fricación suave; entre
vocales, la posición del dorso de la lengua es casi plana;
final de sílaba o de palabra, y sobre todo en posición
acentuada, se hace ligeramente cóncava; pero sin llegar
en ningún caso a la articulación hueca o velar de la /
inglesa o catalana, cuyo uso debe evitarse cuidadosa­
mente en español; velo del paladar, cerrado; glotis,
sonora. Ejem plos: lado-\ááo, cola-kóle, isla-\z\v, pliego-
pljégc, clavo-klábo, doblegób b , arreglar-ar^gláj, planta-
ción-planteOjQn, alba-klbe, vulgo-bylgc, selva-s^lbe, olvi-
¿fo-glbído, falsedad-izXs^ááá, j¿?/-sq1, chacal-takiA.
Sabido es que, en ciertos casos, la l final de sílaba
toma el punto de articulación de la consonante siguien­
te, haciéndose: ante 0, interdental,
alzar-alGár, § 96; ante t, d, dental,
alto-klto, c¿zA/m?-kaldéro, § 104, y
ante c, y, ¡, n, palatal, colcha-\L§\z*¡
etcétera, § 123. En pronunciación
relajada, vulgar o familiar, suele ar­
ticularse una / débil en que la punta
. . . . de la lengua sólo roza ligeramente
/ re la ja d a . b ®
los alvéolos, sin formar con ellos un
contacto completo. Esta / relajada se confunde fácil­
mente, en el habla popular de ciertas regiones, con la r
relajada, § I I 5. La / final ante pausa, del mismo modo
que la n en esta posición, suele articularse perezosamen­
te, cesando las vibraciones laríngeas y la presión del
aire espirado antes de que la lengua se separe de los
alvéolos. Debe evitarse el ensordecimiento de la / en
contacto con una consonante sorda, en formas como
plano, clase ^pliego, e t c .1.
1 P ara e stu d ia r m ás d e te n id a m e n te la a rtic u la c ió n y m odifi­
c a c io n e s d e la /, v é a s e Sobre la articulación de la castellana,
e n Esiudis fonetics, B arce lo n a, 1917, I, 265-275.
112. L a r s i m p l e . — Alveolar vibrante simple; ort. r,
fon. r. Articulación : labios y mandíbulas, según los so­
nidos vecinos; los bordes laterales de la lengua, apoyán­
dose contra la cara interior y las encías de los molares
superiores, cierran la salida del aire por ambos lados
del paladar; la punta de la lengua, convenientemente
adelgazada, se eleva con gran rapidez, recogiéndose al
mismo tiempo un poco hacia dentro y tocando con sus
bordes, sin detenerse, los alvéolos de los incisivos supe­

riores; este contacto, aunque débil y momentáneo, for­


ma, en pronunciación relativamente esmerada, una oclu­
sión completa, después de la cual la lengua pasa a formar
lá articulación siguiente, o bien vuelve a su posición de
reposo; velo del paladar, cerrado; glotis, sonora x. Co­
rresponde normalmente este sonido, en la pronuncia­
ción correcta, a toda r ortográfica que no sea inicial de
palabra ni vaya precedida de n, /, s. Ejem plos: cero-
0éro, coro-kóro, coral-korál, pereza-peréOe; prieto-prjéto,
tropel-tropel, trueno-trwénc,fresco-hésko, siempre-s]émprs,

1 S e halla un d e ta lla d o e stu d io d e e s te so n ido , co n in d ica ­


c io n e s so b r e v a ria n te s d ia le cta le s, en S. G il í G a y a , La «; * sim­
ple en la pronunciación española, en Revista de Filología Española,
1921, V III, 271-280.
bravo-brábo, sobre-sobra, sangre-sé.T\^\ corto-k<?rto, tor-
peza-t$rpé0B, burla-byrle, ¿:«¿r/z0-kw4rno, orden-freían,
c&m>-kyrso, ¿r^/or-kol^j, llamar-\amái, cíg'W-kgx^J.
Con la r vibrante alterna en la conversación corriente
la r fricativa, de la cual se trata más abajo. Es indispen­
sable que la r vibrante intervocálica conste de una sola
vibración o golpe de la lengua contra los alvéolos; bas­
tarían dos vibraciones para que la pronunciación de
ciertas palabras resultase chocantemente deformada y
aun para dar lugar en muchos casos a importantes con­
fusiones de significación, pág. 120.
113 . E l e l e m e n t o v o c á l i c o d e l a r v i b r a n t e s i m ­
p l e . — Cuando la r vibrante simple va al lado de otra

consonante, como en prado, parte, etc., se intercala


entre la momentánea oclusión de la r y la consonante
que la precede o sigue un pequeño elemento vocálico
de timbre análogo al de la vocal de la misma sílaba a
que la r pertenece. La intercalación de dicho elemento
es espontánea e inconsciente. Su duración, aunque en
muchos casos iguala y aun supera a la de la misma r,
siempre es relativamente menor que la de una vocal
breve. En algunas formas, sin embargo, llegó a adqui­
rir el desarrollo de una verdadera vocal, que ordinaria­
mente no ha prevalecido: coránica por crónica, aforon-
tar por afrontar, tiguere por tigre, etc. í .
La presencia del citado elemento vocálico puede ser
utilizada como recurso auxiliar para la enseñanza de la r
en aquellos casos en que, lográndose articular acepta­
blemente este sonido entre vocales, se encuentra difi­
cultad para pronunciarlo unido a otra consonante. Dada
1 S o b re las m a n ifestacio n es an tiguas y m o d ern as d e e ste fe­
n óm en o, v é a s e R. M e n é n d e z P i d a l , Orígenes del español, M adrid,
1926, págs. 213-219.
la naturaleza de dicho elemento, puede decirse que la
oclusión de la r vibrante simple es siempre intervocáli­
ca. Aun en los casos en que la r se halla en posición
final, ante pausa, su oclusión va también seguida de
elemento vocálico *. El carácter vibrante de la r apare­
ce en realidad como resultado de la momentánea inte*
rrupción de un sonido vocálico, producida por una rá­
pida oclusión ápicoalveolar.
En este sentido, la iormdiparado, por ejemplo, puede
servir, como decimos, para llegar por reducción de la
primera a a la pronunciación correcta de prado 2, así
como pereces puede ser punto de partida para precest
eremita para ermita, párate para parte, etc.

p arádo p ^ rádo prád c

p eréB as p® ré 03s préB as

e r a m ítB e r * m ít B $ r m íte

p á r e te p á r * ta p á r ta

Claro es que la vocal reducida necesita llegar a ser en


todo caso bastante breve para no ser percibida como tal
vocal. La pronunciación que dejase oír, por ejemplo,
«pereciosa pirincesa», por «preciosa princesa», resul­
taría ridiculamente afectada. Los actores emplean a ve­
ces, deliberadamente, dicha pronunciación para produ­
cir efecto cómico.
1 14. R f r i c a t i v a . — La pronunciación familiar, aun
entre personas ilustradas, presenta una tendencia cons­
tante a la relajación de la r, cualquiera que sea su posi­
ción en la palabra; esta relajación, como queda indica­

1 V é a s e Revista de Filología Española, 1918, V , 387.


2 E n una r e d a c c ió n a n á lo g a d e b ió p ro d u c ir se e fe c tiv a m e n te
en q u i r i t a r e gritar, * o f f e r e s c e r e ofrecer, d i r e c t u arag.
dreito, etc.
do, convierte la r vibrante en r fricativa. En la r frica­
tiva el movimiento de la lengua es más lento y suave
que en la vibrante; la tensión muscular es menor; la
punta de la lengua se aproxima a los alvéolos, sin lle­
gar a formar con ellos un contacto completo; la r frica­
tiva, por último, es prolongable; la vibrante, momentá­
nea. Hay una gran semejanza de forma y de timbre, no
de punto de articulación, naturalmente, entre la fricati­
va r} que escribiremos j , y la fricativa d, § IO O ; la j
viene a ser, en efecto, por la manera de formarse su
articulación, una d articulada en los alvéolos. Alguna
vez, haciendo escribir al dicta­
do a unos extranjeros, ha habi­
do entre ellos quien ha creído
oír toro, mora, etc., donde el
que dictaba decía todo-todo,
moda-móde.
La j fricativa aparece princi­
palmente en lugar de la r vi­
r frica tiv a . brante en posición intervocáli­
ca: 0éao, kóio, etc., y en lugar
de la r final: kolQj, sal(j, etc.; pero puede aparecer tam­
bién, como queda dicho, en cualquier otra posición:
pajétc, bjábo, kpjto, byife; final ante pausa, como las
consonantes n, 1, d,'resulta a veces parcialmente muda.
Aun cuando la forma vibrante predomina en la pro­
nunciación culta y la fricativa en la familiar, realmente
no hay entre ambas una separación absoluta: un ligero
aumento o disminución de fuerza suele convertir la fri­
cativa en vibrante o la vibrante en fricativa. A falta de
la práctica necesaria para el dominio de dichas varian­
tes, debe recomendarse preferentemente a los extran­
jeros el empleo de la forma vibrante. La r fricativa
española es, pues, alveolar como la r vibrante; su dura­
ción y su timbre se mantienen también bastante cerca
de los de esta última.
115. D efectos r e l a t iv o s a la p r o n u n c ia c ió n de la

r. - La j fricativa y la 1 relajada presentan bastantes


caracteres comunes para poder confundirse entre sí;
esta confusión ocurre, en efecto, en el habla popular
de varias regiones de España y Am érica, donde tanto
suele oírse: carne-kálna, torpe-\.(¡\\tz, comer-kom^l, como
bolsa-byisv, falta-léate, papel-y&p$i.
Algunas personas, sobre todo en pronunciación en­
fática, refuerzan con exceso la r final de sílaba, dándole
más de una vibración; dicho reforzamiento se observa
en especial entre salmantinos, zamoranos y leoneses;
suelen también practicarlo los actores como detalle có­
mico: tierno-i](¿rnoyperla-psrXz, dolor-áó[§Y.
La pronunciación vulgar, llevando hasta el fin la re­
lajación de la i fricativa, la vocaliza y borra enteramen­
te detrás de los diptongos ie> ue> en formas de los ver­
bos haber, ser y querer. El hecho aparece como antiguo
vulgarismo extendido por todos los países de la lengua
española. La síncopa de la j arrastra también corriente­
mente a la e de los diptongos citados: hu-
biéramos-\ih)ámos, fueras-ivfás, fueran-ivtán, quiero-kjó,
quieres-k]és, quieras-kjás, etc. En ocasiones se percibe
aún algún resto de la e: ubj3á, fwaá, kj*ó. Con el mismo
carácter vulgar se vocaliza y desaparece la 1 intervocá­
lica en mira-mjá, para-pá, señora^sená, y en todas las
formas de parecer: pae0£¿, páe03, paeBémos, paeBíe, etc.
La r final ante pausa suele ser pronunciada por los
asturianos con sonido sordo, formándola, por lo que a
la articulación lingual se refiere, unas veces como v i­
brante y otras cómo fricativa: llamar-lamár, comer-
komér, venir-bzmi. Los andaluces, en esa misma posi­
ción, relajan y suavizan excesivamente la r o la suprimen
por completo: señor-senq, pintar-pmtá, mujer-m\¿h$.
Un fenómeno dialectal, corriente en parte de Álava,
Navarra, Rioja y Aragón y muy extendido en la A m é­
rica de la lengua española, consiste en la asibilación más
o menos desarrollada, de la r interior de sílaba en
formas como tropa, otro, ministro, apretar, escribir, pon­
dré, saldré, mimbre, sangre, etc. El tipo de r que sirve
de base a esta modificación es la 1 fricativa. Detrás
de p , t, k, la asibilación va unida al ensordecimiento
de una parte de la x. La fricación de esta 1 aparece con­
taminada, según los casos, de z o s, presentando tam­
bién algunas veces cierto matiz palatal de z o s. Dicha
variante de r ha sido representada con el signo i. Don­
de este fenómeno aparece más desarrollado es en el
grupo tr. La t es atraída por la r desde los dientes a
los alvéolos llegando en ocasiones a fundirse ambos
sonidos en un solo fonema ápicoalveolar semiexplosi-
vo o africado, análogo al que aparece en el ingl. tree:
liópB, ó ro, min(slio. Análoga atracción experimenta la d
en casos semejantes: pgn^jíé, saldíé 1.
Entre los defectos en que suelen incurrir los extran­
jeros al pronunciar la r simple española figura asimismo
el de la fricación y ensordecimiento de dicho sonido
detrás de las consonantes p, t, k. Ingleses y anglo­
americanos necesitan esmerarse especialmente en sepa­
rar y distinguir la r y la t en el grupo tr. Unos y otros
tienen que evitar también el uso de su r fricativa ordi­
naria, distinta por su timbre y por su articulación no
1 S e halla a m p liam en te e stu d ia d o e ste fen ó m en o en el a r ­
A . A l o n s o , E l grupo *tr> en España y América, en
tíc u lo d e
Homenaje a Menéndez Pidal, M ad rid , 1925, II, 167-191.
sólo de nuestra vibrante simple r, sino también de nues­
tra variante fricativa j . Algunos angloamericanos acom­
pañan la articulación de la r de un redondeamiento
labial completamente extraño al español. Las personas
que tengan este hábito deben ejercitarse en pronunciar
repetidamente las combinaciones ara, ere, iri, cuidando
de no hacer movimiento alguno con los labios 1. Los
franceses y los alemanes, por su parte, deben evitar
cuidadosamente el uso de su r uvular.
I I 6. La a r t i c u l a c i ó n d e l a rr. — Alveolar vibrante
múltiple; ort. r, rr, fon. r. Articulación: labios y man­

r m ú ltip le. r m ú ltip le.

díbulas, según los sonidos vecinos; los lados de la len­


gua cierran, como en la r, la salida lateral del aire; la
punta de la lengua se encorva hacia arriba, hasta tocar
con sus bordes la parte más alta de los alvéolos, ten-

1 A in g le se s y a n g lo a m e rican o s se le s p u e d e s u g e rir la a r ti­


cu la ció n d e la r e sp a ñ o la p o r m e d io d e la d o la / in te rv o c á ­
lic a s d e su p ro p io idio m a. E n p a lab ras com o bidder, bitter,
gadditig, boiiom, d ich a s re p e tid a m e n te y con rap id ez, la c o n so ­
n an te in te rio r d e cad a p a la b ra llega, en e fe cto , a p ro n u n cia rse d e
m an era b a sta n te se m e ja n te a la r sim p le e sp a ñ o la en mire,para,
moro, etc. P e ro no d e b e a co n seja rse, co m o en algun a o casió n se ha
h ech o , q u e se añ ada una u com o e le m e n to a d ju n to a d ich a s d, t.
diendo hacia la mitad posterior de los mismos; el tronco
de la lengua se recoge hacia el fondo de la boca; el pre­
dorso toma una forma hueca o cóncava. En el mismo
instante en que la punta de la lengua toca los alvéolos,,
es empujada con fuerza hacia fuera por la corriente espi­
ratoria; rápidamente su propia elasticidad le hace volver
al punto de contacto; pero de nuevo es empujada hacia
fuera con igual impulso, repitiéndose varias veces este
mismo movimiento, que viene a ser como el aleteo de
los bordes de una bandera desplegada y sacudida por el
viento, o como la vibración de una hoja de papel puesta
al hilo del aire en la hendidura de una ventana entre­
abierta. A cada contacto de la lengua con los alvéolos
se interrumpe momentáneamente la salida del aire, re­
sultando una serie rapidísima de pequeñas explosiones;
velo del paladar, cerrado; glotis, sonora. Corresponde
este sonido a la rr doble ortográfica y a la r sencilla
inicial de palabra o precedida, dentro de la misma pa­
labra, por n, l, s. Inicial de palabra, escrita r: roca-r^ke,
rueda-Twé&v, reja-x§xv, rubio-rybjo; inicial de sílaba, des­
pués de n} /, s, escrita r: honrado-qnrkáo, enredo-z.nr^do,
Enrique-^nrjka, malrotador-mqXrqt&dqi, israelita-xirazMlv,
inicial de sílaba, entre vocales, escrita rr: perro-y$roy
carro-káro, tierra-tj^ra, torre-t<?r3, guerra-g^re.
Inicial de sílaba acentuada (roca, barrena), la í consta
ordinariamente de tres vibraciones; precedida de n, l, s
(honrado) suele constar de dos, y entre vocales, prece­
dida de la vocal tónica (carro), de cuatro. En pronuncia­
ción fuerte estas cifras suelen aumentar proporcional­
mente; en cambio en pronunciación rápida y relajada,
y en particular después de s (israelita, dos reales), no
es raro oír una rr fricativa en la cual la lengua, aun­
que toma aproximadamente la posición de la r vibran-
te, no forma oclusión con los alvéolos ni produce con
claridad el movimiento vibratorio arriba descrito : pe-
rro-p$io, recuerdo-¿?kw?rdo, carro-kájo, israelita-\uad\i-
te, etc. Lo más frecuente en el grupo sr es que se pierda
la s, § 107, aumentándose, en cambio, hasta cinco o seis
las vibraciones de la í. En sílaba inacentuada, el núme­
ro de estas vibraciones suele ser dos en todos los casos,
cualquiera que sea la posición del sonido *.
La r simple y la í múltiple se distinguen por varia»
circunstancias: la r consta de una sola vibración; la r, de
dos o más vibraciones; la r es momentánea; la r, con­
tinua o prolongable; el movimiento de la lengua en r es
realmente de fuera a dentro, mientras que en r, como
hemos dicho, la punta de la lengua es empujada repe­
tidamente de dentro a fuera; la tensión muscular, en
fin, es en í mucho mayor que en r. Cada uno de estos
dos sonidos tiene en nuestro idioma su valor propio y
característico, de tal modo, que su confusión, bastante
frecuente entre los extranjeros que aprenden español,
suele alterar gravemente en muchos casos la significa­
ción de las palabras. La comparación de los siguientes
ejemplos dará la idea de la importancia que tiene en
nuestra lengua saber distinguir entre sí dichos sonidos:
pero, fruta. perro, anim al.
cero, n ú m ero . cerro, m on te.
coro, lu g a r d e l te m p lo . corro, c írc u lo d e g e n te .
caro, d e e x c e s iv o p re c io . carro, ca rru a je o rd in ario .
torero, lid ia d o r d e to ro s. torrero, g u ard a d e faro s.

117. D e f e c t o s r e l a t i v o s a l a rr. — La rr fricativa,.


j, que suele producirse, como queda dicho, en la con-
1 P u eden v e r s e m ás d e ta lle s so b re e s te p u n to en Las vibra-
dones de la *rr» española, en Revista de Filología Española, 19161
III, 166-168.
versación rápida y descuidada, no se acepta en la lengua
culta como forma corriente y normal. En las partes de
España y América en que la r simple sufre en los gru­
pos tr, p r, cr, etc., la asibilación indicada en el § 115,
adviértese que la presencia de este fenómeno coincide
con el uso de una rr ápicoalveolar fricativa, que se pro­
nuncia asimismo con asibilación más o menos desarro­
llada: perro-p$lc, torre-tqiz, rosa-1 <?s b . La relajada j , na­
cida como la j , de una estrechez linguoalveolar, de
timbre blando y suave, tiene propiamente su campo,
dentro del ambiente castellano, en el lenguaje familiar.
La asibilaba i es un sonido dialectal para el oído espa­
ñol. Esta i se distingue de la j no sólo por su asibila­
ción, debida a un cierto redondeamiento de la abertura
apical, sino además por formarse con mayor tensión de
los órganos articuladores y por ser menos sonora y
vocálica que la relajada j.
La vibrante múltiple r es un sonido indispensable
para pronunciar correctamente el español. Franceses y
alemanes necesitan evitar, como en el caso de la r, el
empleo de la rr uvular. Algunos ingleses, y más espe­
cialmente los angloamericanos, suelen dar a la rr un
sonido fricativo, hueco y cóncavo, formado con la pun­
ta de la lengua elevada y vuelta hacia el paladar y
acompañado a veces de labialización. El uso de este
sonido hablando español altera y deforma gravemente
la pronunciación de este idioma. No hay un medio efi­
caz que pueda ser recomendado para lograr indirecta­
mente la pronunciación de la vibrante í. El estudiante
sólo puede esperar el éxito de su propia habilidad imi­
tativa, ayudada por un conocimiento claro del mecanis­
mo de dicha articulación.
CO N SO N AN TES P A L A T A L E S

I I 8. P r o n u n c i a c i ó n d e l a ch.— Palatal africada sor­

da; ort. ch, fon. c. Articulación: posición de los labios,


según los sonidos contiguos; las mandíbulas se separan
aproximadamente un milímetro, sin que su abertura lle­
gue, por tanto, a hacerse visible entre los bordes de los
incisivos; la lengua se eleva, convexa, tocando a cada
lado de la boca, desde los molares hacia arriba, una
zona bastante ancha del paladar; el predorso de la len­
gua continúa este contacto por la parte de delante con­
tra el prepaladar y los alvéolos; en la parte más alta de
éstos la superficie de contacto es generalmente mucho

c p alatal. c palatal,

más estrecha que a los lados de la boca, pero siempre


es suficiente para interrumpir por un momento la salida
del aire espirado. Esto constituye la primera parte de
la articulación. Después, el predorso se separa gradual­
mente de los alvéolos y del prepaladar, formando con
éstos durante un instante una estrechez por donde el
aire se escapa, produciendo una breve fricación, seme­
jante por su timbre al sonido de la sh inglesa. Tanto
esta fricación como la oclusión que la precede son mo­
mentáneas, y se efectúan entre los mismos órganos y
en el mismo punto del paladar; su duración total viene
a ser como la de cualquier oclusiva simple. La punta
de la lengua no desempeña en este caso función esen­
cial, quedando generalmente libre y como suspendida
frente a los incisivos superiores, o bien, como ocurre en
la pronunciación de algunas personas, apoyándose más
o menos contra los incisivos inferiores, sin que esto
haga variar sensiblemente el timbre de dicha articula­
ción. Tensión muscular, algo menor que en las oclusi­
vas p, t, k; velo del paladar, cerrado; glotis, muda.
En pronunciación dialectal, la articulación de la ch
española presenta multitud de variantes, tanto por lo
que afecta a la extensión del contacto entre la lengua y
el paladar, como por lo que se refiere al punto de ar­
ticulación, a la posición especial de la punta y del dorso
de la lengua y a la duración del elemento fricativo. En
la pronunciación española correcta, la extensión del
contacto linguopalatal varía también según la mayor o
menor fuerza con que se produce el sonido í .
En los tratados de español para extranjeros suele ex­
plicarse la ch española como un sonido compuesto de
t+ c h francesa; el elemento fricativo de nuestra ch, aun
careciendo de la labialización que caracteriza al sonido
francés, tiene, en efecto, cierta semejanza con dicho so­
nido; pero su elemento oclusivo, por lo que se refiere
a la forma de la articulación, difiere esencialmente de
la t, pues mientras la oclusión de ésta se produce, como

1 P u e d e a m p lia rse el e stu d io d e la ch n orm al e sp a ñ o la y de


su s v a ria n te s y d ife re n c ia s d ia le cta le s con los d a to s d e S . G i l í
G a v a , Observaciones sobre la c, en Revista de Filología Española,

1923, X , 179-182; com p. A . A lo n s o , en Revue de Linguistiquc


romane, 1925, I, 174.
es sabido, con la punta de la lengua contra los dientes,
§ 99, la de la cht por el contrario, se forma de manera
que ni los dientes ni la punta de la lengua tienen en
ella intervención directa. Tienen ‘sonido más o menos
semejante a nuestra ch, la c en ¡tal. cento; la tx en cat.
butxaca; la ch en ingl. church, y la tsch en alemán
deutsch; pero la parte fricativa del sonido español es
más breve y más aguda que la que generalmente pre­
senta dicha articulación en los demás idiomas citados.
Ejemplos : chico-ciko, muckacho-mucáto, chichón-t\t(¡u,
¿incha-binte, ancho-áyco, mucho-muco, corcho-V^rtz, per­
cha- p^réB, escarcha-zsVéxtVi colcha-k^lce, charol-tar§\.
1 19. L a y a f r i c a d a . — Palatal africada sonora; ort. y ,
hie, fon. y. Articulación: glotis, sonora; el resto de la

'■ 'O
y p alatal. £ palatal.

articulación coincide esencialmente con lo que en el


párrafo anterior se ha dicho de la ch. Rasgos particu­
lares: la zona de contacto entre la lengua y el paladar
es en y más amplia que en c; la parte de la lengua que
forma este contacto, aun siendo en ambas el predorso,
resulta en la y un poco más interior que en la c; en la y
la punta de la lengua se apoya ordinariamente contra
los incisivos inferiores, quedando despegada, frente a
los dientes superiores, mayor parte de la lengua que
en la c; la fricación con que termina la articulación de
la y, además de ser sonora, es más suave que la de la £t
presentando aquélla, de ordinario, mayor semejanza con.
el sonido de la y fricativa que con el de la z ( j france­
sa); en pronunciación enérgica, sin embargo, dicha fri­
cación se acerca al timbre de una z no labializada.
La y y la c no se hallan, por consiguiente, en la mis­
ma relación de sonora a sorda que b y p, d y t, etc.; así
como el elemento fricativo de la y es y y no z, el de
la c es s y no y; la sonora correspondiente a la c es más
bien la que se pronuncia a veces, como queda dicho,
en formas como jyo, ya, etc., dichas de una manera
enfática, las cuales podrían ser transcritas ió , lá 1.
Debe rechazarse la equivalencia y = d-\-y que algunos
libros señalan, pues tanto la d en este caso como la t en
el caso de t+ c h por c, sólo son un obstáculo para alcan­
zar la pronunciación correcta del sonido español. Re­
presentan un sonido semejante al de la y española la
g, gi, en ital. gente, gia, cortigiani, y la g en ingl. gym-
nastic, agility, gentlemán.
El sonido de la y aparece en nuestra pronunciación
representado por y, hi ortográficas, en posición inicial
de sílaba, precedidas inmediatamente de las consonan­
tes n, l: cónyuge-k< ?n ya, conyugal-kQnyugál, inyectar-
jny^ktáj, inyección-\ny?g0j<?n, enyesado-enyzsádo, enyun-
tar-enyyntáj, un yugo-\ín yugo, el yunque-$\ yygka, el

1 C o n el sign o z se in d ica, co m o ya se ha h e ch o en o tro s ca­


sos, un so n id o d el tip o d e l ir .j, y con s el c o rr e s p o n d ie n te al
tip o d e l fr. ch; la y r e p re s e n ta una y so rd a, y la z una africad a
p a la ta l q u e se c o rr e s p o n d e con la frica tiv a z com o la y con la y.
C om p. Jos. C h l u m s k y , «ddj » en gothique el ses analogies en espagnol,.
en Zvldslni otisk z Xenia Pragensia, P raga, 1929, págs. 339 - 3 4 1*
yerno-%\ y?rno, con hierro-kqn y£ío, sin hieUy§ $$1, ven­
den tó/o-bé^den yélo, el yesero-^] yeséro.
En posición inicial acentuada, después de pausa,
alternan la africada y y la y fricativa, predominando la
primera en pronunciación lenta, fuerte o enfática, y la
segunda en pronunciación familiar, rápida o descuidada:
yegua-yégwa o yégwe, yelmo-y$\mo o y?lmo, yesca-yéska
o yéske, yo-yó o yó, yugo-yugo o yugo, hierba-y^rba o
y^rbe, yema-yéma o yémi? 1.
120. La f r ic a t iv a . — Palatal fricativa sonora; ort.jj',
hit fon. y. A rticulación: labios, según las vocales con­
tiguas; mandíbulas, un poco más abiertas que en c, y;
la punta de la lengua se apoya contra los incisivos infe­

y frica tiv a . y frica tiv a.

riores; el dorso se eleva en forma convexa, tocando el


paladar a ambos lados de la boca, y formando en el
centro una abertura alargada, por donde sale el aire
espirado; velo del paladar, cerrado; glotis, sonora. La
amplitud de la abertura linguopalatal varía según la

1 E n el ha b la v u lg a r d e a lgu n a s re g io n e s s e p ro n u n cia gj?l


p o r hiel-y£l; gj4fo p o r hterro-y$fo\ gjéso p o r yeso-yéso, etc.; en
o tra s la y se form a con so n o rid a d d e m a sia d o d é b il o con p a rte
d e so rd ez, a p ro x im á n d o s e al so n id o d e la c.
fuerza de la pronunciación; la afectación y el énfasis,
aumentando la elevación de la lengua, llegan a conver­
tir la y en y africada; la pronunciación relajada, por el
contrario, aumentando la distancia entre la lengua y el
paladar, hace que en algunos casos la y llegue propia­
mente a tener más timbre de vocal que de consonante.
Entre uno y otro extremo la conversación ordinaria
ofrece numerosas variantes; pero la forma más frecuente
en la pronunciación correcta, por lo que se refiere a la
posición de la lengua, es suficientemente cerrada para
que no haya duda en considerarla como consonante fri­
cativa. La articulación de la y normal española es, en
efecto, algo más cerrada que la que se observa en al. ja ,
jung; fr. hier, piller; ingl. yes, young; la diferencia se
advierte especialmente en la pronunciación de los norte­
americanos, los cuales, en palabras españolas como ayer,
raya, mayo, etc., pronuncian una y cuyo timbre resulta,
en general, bastante más relajado y abierto que aquel a
que el oído español se halla acostumbrado.
La consonante y y la vocal i presentan varios rasgos
comunes; pero se diferencian, entre otras razones, por
la forma de la abertura linguopalatal, que es redondeada
en i y alargada en y; por el punto de articulación, que
en ésta es algo más interior que en aquélla, y por la
intervención de los labios, que mientras en la i toman
una posición relativamente fija, en la y sólo realizan una
función indiferente. La semiconsonante j y la semivo­
cal i se diferencian de la y en no ser, como ésta, soni­
dos prolongables de timbre uniforme y definido dentro
de la variedad correspondiente a cada caso.
El sonido de la y en la pronunciación española, es­
crito y o hi-, aparece normalmente, dentro del grupo
fónico, en posición inicial de sílaba, siempre que no
precedan inmediatamente n ni /, y en posición inicial
absoluta, en la conversación rápida y, sobre todo, en
sílaba inacentuada: cayado-kayádo, rayado-rayádo, ayer-
ayf¿, bueyes-bwéyas, koyo-óyo, sayal-sayal, ayuda-ayúdv,
reyerta-r^y^rte, la yema-\a yéme, la hierba-\a y^rbi?,
hierro-de y?f6, mi yerno-mi y^rno, hermano y hermana-
ermano y?rmáne, yacimiento-yaGimjénto, yantar-yantáj.
121. F o r m a s a n ó m a l a s d e l a j ^ . — En varias partes
de Castilla la Nueva y Andalucía la in te r v o c á lic a , en
formas como ayer, mayo, saya, ayunar, etc., es pronun­
ciada como una z, sin labialización, o como una variante
intermedia entre y y z. El punto de articulación de la y
normal es más interior que el de dicha z; la y se forma
en el prepaladar; la estrechez de la z tiene lugar princi­
palmente sobre los alvéolos, aun cuando al mismo tiem­
po la aproximación de los órganos continúe más o menos
hacia adentro. La posición del dorso es convexa en la y
y plana en la z. La sección dorsal que forma la articula­
ción es algo más interior en la y que en la z. La corriente
espiratoria y la tensión muscular son más fuertes en la z.
La y tiene timbre blando y suave, fácil a la vocalización.
E l timbre de la z se caracteriza por un cierto zumbido
áspero producido por el rehilamiento de los órganos en
el punto de articulación. La pronunciación de la y como z
se ha hecho general en la Argertina: az^j, mázo, etc.
Algunas variantes de este sonido, en el habla vulgar del
Sur de1España, pierden o debilitan su sonoridad hasta
el punto de resultar próximas al sonido s. Otras varian­
tes aparecen como africadas o próximas a la africación,
con vacilaciones y diferencias también en cuanto a la
sonoridad. En pronunciación popular madrileña es fre­
cuente el sonido africado z con sonoridad vacilante o
incompleta: a m á z o , etc.
122. P r o n u n c i a c i ó n d e l a ñ. — Palatal nasal sonora;

ort. ñ> n, fon. n. A rticulación: abertura de los labios,


según los sonidos contiguos; abertura de las mandíbu­
las, 4 mm. aproximadamente; la punta de la lengua se
apoya contra los incisivos inferiores; el dorso de la len­
gua se adhiere ampliamente al paladar duro, empezando
el contacto en los alvéolos y extendiéndose más o me­
nos hacia el postpaladar, según la fuerza de la articu­
lación; velo del paladar, abierto; como la lengua cierra
por completo la cavidad bucal, el aire espirado durante
la articulación sale únicamente por la nariz; glotis, sono­

Vtü'
ra. Es el mismo sonido de la gn y nh en fr. vigne, italiano
ogni, port. senhor. Ingleses y alemanes, en cuyos idiomas

n p alatal. n palatal.

no existe este sonido, encuentran cierta dificultad para


pronunciarlo. Algunos tratados muy corrientes han ex­
tendido entre estos extranjeros el error de considerar
equivalentes el sonido de la ñ y el de n + y , lo cual hace
confundir en la pronunciación formas tan distintas como,
por ejemplo, Miño y minio, uñón y unión. La ñ es una
articulación simple, en la cual, mientras de una parte es
innecesario el elemento apical de la n, de otra es indis­
pensable una adherencia del dorso de la lengua al pa­
ladar, mayor que la que ordinariamente resulta de la
articulación de la y . Aparte de la posición del velo del
paladar, la articulación más semejante a la de la ñ es,
en realidad, la de la y; se obtendría propiamente una n
pronunciando una y con el velo del paladar abierto.
La ñ aparece, generalmente, inicial de sílaba: viña-
bine, pequeño-pekéno, rebaño-r^báno, riñón-r¿n$n, cuña-
kúne, madroño-madroño, añadir-avc&d\x. La n final de síla­
ba, en contacto con una consonante palatal, se pronun­
cia también n; pero, naturalmente, sin la explosión que
completa el sonido de la n en la posición inicial: ancho-
ánco, concha-kQnce, mancha-mánce, cónyuge-k^nyyxa, un
yunque-yn-y^kd, conllevar-kqntebái, etc.
La pronunciación lenta y silabeada puede hacer que
la n mantenga en estos mismos casos su forma ápico-
alveolar, más o menos palatalizada, sin asimilarse por
entero al modo de articulación de la palatal siguiente.
123. P r o n u n c i a c i ó n d e l a 11 . — Palatal lateral sonora;

ort. II, l, fon. 1. A rticulación: labios, según las vocales con-

I palatal.

tiguas; abertura de las mandíbulas, 6 mm. aproximada­


mente; la punta de la lengua toca los incisivos inferiores;
el dorso, elevándose como en n y y , forma con el pala­
dar un amplio contacto; a ambos lados de la boca, hacia
los últimos molares, la lengua, recogiéndose y separán­
dose un poco de dichos dientes, forma dos aberturas
estrechas, por donde sale el aire espirado; muchas per­
sonas, en lugar de estas dos aberturas, forman una sola,
al lado derecho de la boca o al izquierdo, según la cos­
tumbre individual, sin que esto influya sensiblemente
en el timbre del sonido; velo del paladar, cerrado; glotis,
sonora. El mismo sonido se halla en ital. foglia, portu­
gués filh o, cat. lliure; se halla también en la pronuncia­
ción de algunas regiones francesas en palabras como filie,
vieille, etc. Los alemanes y los ingleses, en cuyos idio­
mas no hay sonido equivalente al de la 1, imitan deficien­
temente esta articulación, sustituyéndola por el grupo
l-\-y, con lo cual confunden formas tan distintas como
hallar y aliar, hallados y aliados, escollo y escolio, etc.; la ¡
requiere, como circunstancia esencial de su articulación,
un contacto entre el dorso de la lengua y el paladar mu­
cho más extenso que el que del grupo l + y resulta.
Adem ás el elemento apical de la / no sólo es innece­
sario, sino inconveniente para pronunciar con propie­
dad la 1 normal española.
La 1 aparece en posición inicial de sílaba: calle-\iá\zy
pollo-polo, estrella-e$tré\v, caballo-kabálo, cebolla-febote,
llave-Jába, llano-\áno, llamar-\amáx, llover-\ob$i. La / final
de sílaba, en contacto suficientemente estrecho con ana
consonante palatal, resulta también 1 implosiva en la
pronunciación ordinaria: colcha-kplcB, colchonero-\aq\to-
néro, salchichón-saXtitqn, el chico-$\ cíkc, el yeruo-%\ y|r-
no, el llavero-?1 labéro.
124. E x t e n s i ó n y c o n c e p t o d e l y e í s m o . — A la pro­
nunciación de la II comoj/ se le llama y e ís m o : cabayo,
yave, gayina, por caballo, llave, gallina, etc. La confu­
sión de ambos sonidos aparece en su origen como resul­
tado de lá relajación articulatoria de la 1. En el yeísmo
se dan, según los lugares y los casos, todas las modifi­
caciones y variantes, y, y, z, z, etc., con que se pronun­
cia la y> §§ I I 9 - I 2 I .
A un siendo en español un fenómeno muy extendido,
el yeísmo no es realmente tan general como se suele
creer. En Castilla la Vieja, León, Asturias, Aragón y
Navarra, tanto entre las personas cultas como en el habla
popular, la distinción entre la // y la y es, con pocas
excepciones, un hecho regular y corriente. Los gallegos,
vascos, catalanes, valencianos y mallorquines, pronun­
cian asimismo el español distinguiendo ambos sonidos.
En Castilla la Nueva hay provincias en que predomi­
na la distinción — Guadalajara y Cuenca — y otras en
que predomina el yeísmo — Madrid, Toledo, Ciudad
Real. El yeísmo de la capital española es un rasgo esen­
cialmente popular que se extiende más o menos a las
demás clases sociales. Hay ciertas diferencias, sin em­
bargo, entre el yeísmo de la clase media madrileña, el
del pueblo bajo y el peculiar del habla chulapa.
Las regiones más yeístas de España son Extremadu­
ra, Murcia, Andalucía y Canarias, sin que tampoco en
estas regiones el yeísm o sea forma única y exclusiva. La
impresión recogida sobre este punto en las poblaciones
principales ha servido generalmente para calificar en
conjunto el habla de cada región. A medida que se
conoce mejor la lengua popular, van apareciendo zonas
de II donde antes se pensaba que sólo había y .
Esto mismo viene ocurriendo por lo que se refiere a
los países hispanoamericanos. La vaga y antigua opinión
de que toda la Am érica de lengua española es yeísta
tropieza cada día con alguna rectificación importante.
Por las noticias hasta hoy publicadas sabemos que la
distinción entre la 11 y la y se practica, de un modo co­
rriente y regular, del mismo modo que en el Norte de
España, en varias provincias de la Argentina, Chile,
Perú, Colombia y Ecuador 1.
La lengua literaria, manteniendo la tradición históri­
ca del idioma, distingue, como en las provincias y re­
giones citadas, la 11 y la y . Tiene esta distinción la ven­
taja de facilitar la escritura ortográfica y de no confundir
fonéticamente formas como pollo y poyo, valla y vaya,
olla y hoya, malla y maya, halla y haya, etc. En Madrid,
a pesar del yeísmo de una gran parte de la población,
las personas cultas distinguen la 11 de la y . Parece mal
que un conferenciante o un orador, no siendo hispano­
americano ni andaluz, diga foyeto, hueya y siya. En el
efecto de conjunto de la pronunciación andaluza o his­
panoamericana, el yeísm o resulta natural. En todo caso
es un hecho fácil de notar que la confusión entre la 11 y
la y no es tenida exactamente entre las personas instrui­
das en el mismo concepto de dialectalismo culto que se
concede al seseo, § 93 2. En el teatro no regional uno y
otro fenómenos son igualmente rechazados.

1 P. H e n r íq u e z U reñ a, Observaciones sobre el español en Amé­


rica, e n Revista de Filolofia Española, 1 9 2 1 , V I I I , 3 6 8 , y E l su­
puesto andalucismo de América, e n l o s Cuadernos d e l I n s t i t u t o d e
F i l o l o g í a d e B u e n o s A i r e s , 1 9 2 5 , t o m o I, n ú m . 2. V é a s e t a m b i é n
Revista de Filología Española, 1 9 2 3 , X , 3 7 -3 9 .
2 E s te m ism o se n tim ie n to se a d v ie r te en te stim o n io s de e s­
c r ito re s h isp a n o am erica n o s, com o p u e d e v e r s e p o r e l sig u ie n te
e jem p lo d e un a u to riza d o p ro fe s o r a rgen tin o : «El y e ísm o es
v ic io q u e d e b e m o s c o m b a tir y d e sa rra ig a r c o m p le ta m e n te , p o r
lo m en os d el le n g u a je c u lto * , B a s t ia n in i, Prosodia, B u e n o s
A ir e s , 1914, pág. 35 *
CONSONANTES V E L A R E S

125. P r o n u n c i a c i ó n d e l a c o n s o n a n t e k . — V elar

oclusiva sorda; ort. c, qu, fon. k. A rticu lación : posi­


ción de los labios y de las mandíbulas, según los soni­
dos contiguos; el postdorso de la lengua se eleva contra
el velo del paladar, cerrando por completo la salida del
aire espirado; la punta de la lengua desciende aproxima­
damente hasta las encías de los incisivos inferiores; velo
del paladar, cerrado; glotis, sorda; explosión, un poco
más débil que en p, t. Debe evitarse la explosión aspi­
rada y sorda con que muchos extranjeros pronuncian
la k, sobre todo en casos como quieto, quieres, etc. En
contacto con las vocales u, o, a,
el punto en que se forma la oclu­
sión es plenamente velar; pero
con las vocales i, e, más que velar
es propiamente postpalatal; dicho
punto, bajo la influencia de las
vocales contiguas, avanza, pues,
desde el fondo de la boca hacia , .
k, g velares.
fuera, según la serie ku, ko, ka,
ke, ki; la punta de la lengua avanza o retrocede tam­
bién siguiendo en cada caso el movimiento del dorso.
Ejemplos : k inicial de sílaba, escrita c ante a, o, u,
y qu ante e, i : caza-ká0e, /tfcfl-lókc, terco-t4rkc, cinco-
6(i)ko, querer-Vzr^i, inquirir-\i)\L\r\i, quince-k\nfo, kilo-
grflwtf-kilográmo, cubano-kubáno; k final de sílaba, es­
crita c : actor-akt$j, doctor-¿qV.t^i, pacto-pablo, efecto-
ef^kto, perfecto-p^dQ/Ao.
Conviene advertir que en el grupo ct la c se pro­
nuncia solamente como k implosiva, sin explosión per­
ceptible. Adem ás, la lengua, para articular esta k, sola
llega de ordinario a formar una verdadera oclusión
un instante antes de pasar a la posición de la t si­
guiente, resultando, por tanto, fricativa, en la con­
versación corriente, una gran parte de dicha k. Con
esto la k que se pronuncia en el grupo indicado pro­
duce un efecto más blando y suave que la k inicial de
sílaba. Dicha pronunciación podría representarse con
combinaciones como agtQj, ag»t9J, aSktQj o agktQj. Claro
es que en pronunciación fuerte el elemento sonoro,
oclusivo o fricativo desaparece y la k resulta desde el
principio completamente sorda y oclusiva. Aun en los
casos en que el sonido empieza como g o g, si al final
alcanza la forma y timbre de k, el efecto de éste último-
elemento suele ser el que predomina en la impresión
acústica del conjunto
La k es final en algunas palabras de origen extranje­
ro; esta k se pronuncia también corrientemente implo­
siva y relajada, llegando a veces a oírse como una g más
o menos sorda: frac-hák, cognac-konák,vivac-h\hák, bock-
b$k, cok-k§k. En la palabra cinc se pierde de ordinario
la c final, pronunciándose únicamente 0{n o 0fi). El habla
vulgar suprime asimismo la c final en los demás casos:
frá, koná, kó, etc. Para la pronunciación de la c en los
grupos cc, es, en, v. §§ 128 y 129.
126. P r o n u n c i a c i ó n d e l a g o c l u s i v a . — Velar oclu­

siva sonora; ort. g, g u , fon. g. Articulación: glotis, so­


nora; tensión, media; el resto de la articulación, com a
en k. Aparece en posición inicial absoluta, escrita g
ante a, o, u, y gu ante e, i: ganancia-ganánQjv, greda-
1 L a p ro n u n cia ció n v u lg a r su p rim e la k d e l g ru p o ct o la
so m e te , segú n lo s casos, a d iv e rsa s m o d ifica cio n es: dolor, carái-
icr, aspeuto, aztor,fastor, etc.
gréde, gallo-galo, guerra-%$re, gobierno-%obj^rnc. A p a­
rece también en posición interior de palabra o grupo
en contacto con una nasal precedente : rango-rái)gor
sangriento-saqgrjéqto, venganza-beijgánflB, tinglado-\\i\-
gládo, tengo-\.éi\%o, un g r a d o grádo.
127. La. g f r i c a t i v a . — V elar fricativa sonora; ort. g }
gu, fon. g. Articulación: labios y mandíbulas, según las
vocales contiguas; el postdorso de la lengua se elevar
como en la g oclusiva, contra el velo del paladar, pero
sin llegar a formar con éste un contacto completo; el
aire espirado sale por la estrechez que de la aproxima­
ción de dichos órganos resulta, produciendo una suave
fricación; velo del paladar, cerrado; glotis, sonora; ten­
sión, débil. La fricativa g se halla, con respecto a la g
oclusiva, en la misma relación que las fricativas b, d, y
con respecto a b, d, y. La amplitud de la abertura lin-
guovelar varía según la fuerza de la pronunciación y
según la posición del sonido en el grupo fónico. La
pronunciación rápida y relajada y la posición intervo­
cálica producen las formas más
abiertas; la pronunciación lenta,
enérgica o enfática y el contacto
con otras consonantes favorece
la tendencia contraria. En el pri­
mer caso, palabras como agua,
aguardar, aguador, etc., suelen
pronunciarse casi como áwa, r . ..
r 1 g frica tiv a .
awerdár, awedpj, etc.; en el se­
gundo, la g de dogma, digno, etc., suele llegar hasta la
articulación completamente oclusiva. El carácter culto
o popular de las palabras influye también en estas di­
ferencias. Resulta, pues, normalmente fricativa toda^-
ortográfica ante a, o, u (gu ante ey i) que en la pro­
nunciación no se halle inicial absoluta ni precedida
de n, únicos casos en que, como queda dicho, aparece
la g oclusiva de una manera constante: arruga-arygB,
llegada-legada, rogar-rqgár, kiguera-igére, seguir-s&g\iy
a legre-alégre, agradable-agradable, siglo-siglo, arreglado-
arágládo, cargo-kárgo, colgar-kQlgár, rasguño-Yazgú#o,
mayorazgo-mayorazgo, digno-digno, resignación-r^signa-
0j$n, ignorante-ignorá^te, dogmático-dQgmátiko.
128. P r o n u n c ia c ió n d e l o s g r u p o s cc y en. — El
grupo cc se pronuncia ordinariamente g€; la g en
este caso es débil y relajada, y además, bajo la influen­
cia de la 0 siguiente, suele resultar en parte ensor­
decida : dirccc ion - dir£g0j n, acción- instrucción-
T$tryg0j$n, selección - sel^g6j(^n, dicción - djg0j$n. En for­
mas fuertes o enfáticas cc se pronuncia k0: dir£k0j$n,
ak0j$n, etc.; el habla vulgar, por el contrario, reduce
este grupo a una sola c: dire0j$n, a0j$n, i§tru0j$n, etc. El
grupo en, en la conversación ordinaria se pronuncia,
generalmente, gn: técnica-t^gnike, tecnicismo-\.$gp\W\zmo,
anécdota-an£gdota; en pronunciación fuerte resulta kn
o gn: tfknika o t£gnika, etc. En realidad no hay dife­
rencia alguna de articulación ni de sonido entre la c de
técnica y la g de signo.
129. P r o n u n c i a c i ó n d e l a x . — Históricamente, la x

de nuestra actual escritura equivale al grupo es; pero


su pronunciación sólo se ajusta al valor literal que este
grupo representa en casos muy marcados de dicción
culta y enfática. En la conversación corriente, la x ante
consonante se pronuncia como una simple s: extraño-
eftráno, explicación-es'pWV.^l^Tí, exponer-espon$i, excelen-
^-e^Oalé^ta, excepción-t^9$b0j$n, exclamar-esklemáj, ex-
cursión-zsVypsfán, extensión-e^tensj^n. Entre vocales se
pronuncia como gs con una g débil y relajada que a
veces, como la del grupo cc, resulta también en parte
ensordecida: examen-^sámén, e x i m i o - é x i t o - $ % s \ -
to, exótico-$<gsóti\io, e x e n c ió -£gse n0j 9n, máxima-mágsi-
mB, existencia-$%s\stéT&)ai. La s en estos casos tiene siem­
pre en español sonido sordo. Franceses e ingleses,
influidos por sus idiomas respectivos, incurren de ordi­
nario en el error de dar a dicha s sonido sonoro, pro­
nunciando egzámen, egzímjo, etc. Ante una k, la x se
pronuncia como si fuera intervocálica: exhalar-$%sa\éui,
exhibición-^sibi0j9n, exhortación-^S9rta0j9n, exhumar-
egsumár. El habla vulgar pronuncia la x intervocálica
con el mismo valor de s que la x final de sílaba: esámén,
esi§tén0je, etc. La pronunciación correcta admite, gene­
ralmente, la s por x intervocálica en exacto-zsákto,
auxilio-aus\\)o y auxilia?--ausiljáj.
130. La n a s a l v e l a r . — Velar nasal sonora; ort. n}
fon. i). La n final de sílaba, en contacto con una conso­
nante velar siguiente, se asimila en
la conversación ordinaria, por lo
que a la posición de la lengua se
refiere, a la articulación de dicha
consonante velar; la articulación
de la i) se forma, por consiguien­
te, con el postdorso de la lengua
elevado contra el velo de paladar, Nasal v e la r i),
y no, como sucede en la n nor­
mal, § l i o , con la punta de la lengua contra los alvéo­
los superiores; velo del paladar, abierto; glotis, sonora.
El contacto linguovelar, durante la articulación de la i) es
completo cuando esta consonante va seguida de alguna
de las oclusivas g, k; pero no suele serlo ante la fricati­
va x y mucho menos ante la semiconsonante w, llegan­
do la i) con frecuencia en este último caso a reducirse a
una simple nasalización de la vocal anterior, y también,
a veces, de la w siguiente. Ejemplos: cinco-§\T$LG, banco-
bái)ko, ronco-rqx^LG, 7nanco-máijko, lengua-lérjgwe, pongo
PQi)go, en casa-ei) káse, sin gana-sj!) gáne, monja-mórjxe,
enjambre-*T\ximbra, fitigir-i\T\x\xy un huerto-\í-\i?rtc, sin-
hueso-sl-vtésG, con huevo-ko-'wibo 1.
131. P r o n u n c i a c i ó n d e l a j . — Velar fricativa sor­

da; o r t . g, fon. x. Articulación: labios y mandíbulas,


según las vocales contiguas; el postdorso de la lengua
se eleva contra el velo del paladar, sin llegar a intercep­
tar completamente la salida del aire espirado; la punta
de la lengua desciende, como en las demás consonantes
velares, bajo el nivel de los incisivos inferiores; velo del
paladar, cerrado; glotis, sorda. La articulación de la j se
forma en un punto algo más inte­
rior que la de las velares g, g, k; es
la más interior de las articulacio­
nes españolas; en algunos casos,
seguida de las vocales u, o} a,
más que velar resulta propiamente
uvular, formándose entre el post-
x fricativa. dorso de la lengua y la úvula o
apéndice del velo del paladar; con
las vocales i, e se forma un poco más hacia fuera que
con a, o, u, produciéndose a veces contra el postpala­
dar: regimiento, dirigir, pero sin llegar nunca a ser tan
avanzada como, por ejemplo, la ch del al. ich. La frica­
ción de esta consonante es, en general, más áspera que
la de las otras fricativas españolas. En pronunciación
enérgica la j pasa con facilidad de fricativa a vibrante;
1 E l h abla v u lg a r en e l caso d e n -f- hut, com o an te hue in i­
cial, § 65 n., d e s a rro lla o rd in a ria m en te una g o una b o c lu siv a : yi)
gw ^rto, sir) g w eso , k<?i) gw éb o, o ym bw^rto, sim bw éso, etc.
en pronunciación relajada, por el contrario, llega a re­
ducirse a una simple aspiración. Esta forma aspirada*
con variable amplitud del canal articulatorio es' gene­
ral en algunas regiones españolas y en los países his­
panoamericanos: cahdy tehadOy harroy por caja, tejado,
jarro, etc.; en pronunciación culta o normal la forma
más corriente es la fricativa. El sonido de esta última
es muy semejante al de la ch alemana en Ruchen, ma­
chen, etc. Los ingleses y los norteamericanos, al hablar
español, suelen pronunciar una j demasiado abierta y
aspirada. E jem p lo s: rojo-TqxG, coger-kqx$i, hijo- (xo,
jarro-xkre, gemir-xt,m|j, girar-xirái, fin gir- fj r]x (j , -enjucz-
^•¿zr-erjxwagái, ingerir -\t)xzy\’ i , abjurar - abxurár, aguja•
agyxa, oreja-or^xv, navaja-nabáxe, regimiento-T$xim]én\.Q,
jugador-xufredqi.
Final de palabra, la j suena más débil que en los
ejemplos precedentes: boj-b9x, borraj-b9?áx, lierraj-
^íáx. Por un arcaísmo ortográfico, esta j , aun pronun­
ciándose con el sonido velar, se representa con el signo
x en algunos nombres propios: Sax-$hx, Barrax-baráx,
junto a sajeño y barrajeño, denominativos de los natu­
rales de dichos pueblos. La j de reloj-r$ló se pierde
corrientemente en la conversación ordinaria.
132. R e s u m e n . — Las consonantes españolas sufren
numerosas e importantes modificaciones. Su articula­
ción y su timbre aparecen menos firmes y uniformes
que los de las vocales, § 70. La consonante final, sobre
todo, en sílaba fuerte o débil, es una articulación relati­
vamente relajada, que obedece a toda clase de influen­
cias por parte de los sonidos vecinos. En dicha posi­
ción, como se ha visto, las oclusivas p, t, k se hacen a
veces fricativas b, d, g; las sordas s, 0, en ciertos casos,
se sonorizan z, z, y las alveolares 1, n, s se convierten en
labiodentales 51, interdentales j, n, dentales ¡, 5, §, pala­
tales 1, n o velares i).
La nasal final, cuyo timbre resulta en gran parte in­
dependiente de la disposición de los órganos de la
boca, es, sin duda por esa misma circunstancia, la que
más fácilmente modifica su articulación, de donde re­
sulta la larga serie de sonidos nasales m, m, ™, n, 5, n,.
n, i). La mayor relajación de las consonantes ocurre
cuando se hallan en posición final ante pausa o también
cuando dos de ellas se juntan detrás de una vocal en una
misma sílaba: ads-cri-to, pers-pi-caz, obs-tá-cu-lo, etc.
En la posición final, ante pausa, las sordas s, z , j , expe­
rimentan mayor relajación que las sonoras r, /, n; la -d>
sin embargo, se relaja ordinariamente más que nin­
guna otra.
Muchas de las modificaciones citadas se producen de
una manera vacilante e insegura, influyendo en su cum­
plimiento y en su mayor o menor desarrollo hasta las
más leves y sutiles circunstancias. Esta vacilación es
característica no sólo de los fenómenos de asimilación
que tienen lugar entre consonantes contiguas, sino de
la manera de producirse articulaciones principalmente
intervocálicas, como las fricativas b, d, g, cuyo grado
de abertura y de tensión varía con facilidad a cada paso.
La frequencia de estos sonidos, la relativa rareza de las
oclusivas correspondientes b, d, g, y la transformación,
en ciertos casos, de las oclusivas p, t, k, en fricativas más
o menos sonoras, son rasgos salientes dentro del conso­
nantismo español.
Las consonantes y las vocales, según queda indica­
do, § 70, entran aproximadamente en la misma propor­
ción en el conjunto fonético del idioma. El efecto de
esta proporción tiene además en su ventaja, como se
verá más adelante, §§ 177-179, la ordinaria semejanza
de cantidad o duración con que dichos sonidos se combi­
nan entre sí. Las consonantes sonoras, en el cuadro de
nuestros sonidos, son más numerosas que las sordas,
§§ í5 y 73 . A parte de esto, algunas de dichas conso­
nantes sonoras, como la r, la 1 y la n, se destacan entre
todas por su extraordinaria frecuencia. Las consonantes
sonoras que más abundan son principalmente las frica­
tivas, nasales y vibrantes; las oclusivas, tanto sonoras
como sordas, figuran en menor proporción.
Entre las consonantes sordas, las oclusivas y las fri­
cativas se dan en partes casi iguales. La s es más fre­
cuente que cualquiera de las oclusivas p, t, k, pero la 0,
la x y especialmente la f se dan en proporción más pe­
queña que dichas oclusivas. La frecuencia de la s iguala
a la de las sonoras más abundantes. Los sonidos menos
frecuentes son la f y la c. En cifras aproximadas se pue­
de calcular la proporción media de las vocales en un
50 por 100, la de las consonantes sonoras en un 30
por 100 y la de las sordas en un 20 por 100. Puede de­
cirse que el predominio de vocales y consonantes so­
noras y la precisión, sencillez y claridad del vocalismo,
pág. 73, constituyen la base y fundamento del carácter
general de la pronunciación española.
LOS SONIDOS AGRUPADOS

133. E n l a c e d e l o s s o n i d o s e n e l g r u p o f ó n i c o . —
Los sonidos comprendidos dentro de un mismo grupo
fónico, entre dos pausas sucesivas de la articulación,
cualquiera que sea el número de palabras de que conste
dicho grupo, aparecen en la pronunciación tan íntima y
estrechamente enlazados entre sí como los sonidos que
componen una misma palabra. Este enlace de los soni­
dos, ya sea considerado en la palabra aislada, o ya en el
grupo fónico, da lugar en español a importantes modifi­
caciones fonéticas, cuyo conocimiento, como ya ha
podido verse por los capítulos anteriores, es indispen­
sable para la enseñanza de nuestro idioma.
134. E n l a c e d e l a s v o c a l e s . — Cuando dentro de
una misma palabra o grupo fónico aparecen juntas dos o
más vocales sucesivas, lo primero que importa saber es
si estas vocales se han de pronunciar en sílabas distintas,
o si todas o algunas de ellas han de agruparse en una
sola sílaba. Aun en el caso de que cada vocal forme por
sí misma una sola sílaba, el paso de una vocal a otra
vocal inmediata se hace siempre en nuestra pronuncia­
ción gradualmente y sin interrupción de sonoridad. Las
cuerdas vocales, desde el principio al fin de todo grupo
vocálico, y sin perjuicio de las modificaciones de tono,
intensidad, etc., que dentro de él sean necesarias, man­
tienen su movimiento vibratorio de una manera continua,
siendo a veces perceptible, en pronunciación lenta, el
timbre especial que corresponde a cada uno de los
tiempos de la transición que efectúan los órganos para
pasar de una vocal a otra.
Como es sabido, esto no ocurre del mismo modo en
todos los idiomas. En lenguas anglosajonas, y sobre
todo en alemán, el enlace de la vocal final de una pala­
bra con la vocal inicial de la palabra siguiente, o de dos
vocales de una misma palabra, como en al. The'ater,
be'erben, géeignet, etc., va impedido por la oclusión la­
ríngea que se hace de ordinario ante la segunda vocal
separándola bruscamente de la anterior. En la pronun­
ciación española, por el contrario, se enlazan las voca­
les sin corte ni separación de la sonoridad vocálica, pa­
sando suave y gradualmente de uno a otro sonido tanto
en grupos interiores de palabra, beodo, poeta, maestray
suave, zahúrda, mohíno, como entre palabras enlazadas,
de oro, lo echa, a esta, su ave, la una, /<? hizo, etc.
135. R e d u c c ió n d e l g r u p o v o c á l ic o a u n a s o l a s í ­

. — Nuestra pronunciación tiende, preferentemente,


l a b a

a convertir, siempre que es posible, todo conjunto de


vocales en un grupo monosilábico; pero diversas cir­
cunstancias históricas, analógicas o eruditas suelen
oponerse en muchos casos a dicha tendencia, dando
lugar, fuera del caso de los diptongos y triptongos eti­
mológicos, a vacilaciones que a veces hacen posible en
una misma palabra una doble forma de pronunciación.
En general, en lenguaje rápido, la reducción de los
grupos vocálicos a una sola sílaba es más frecuente que

1 La h, segú n q u e d a dich o , § 77, es un sign o m e ra m e n te o r ­


to gráfico , sin v a lo r n in gu n o en la p ro n u n cia ció n , e n la zá n d o se,
p o r c o n sig u ie n te , lo s so n id o s e n tre lo s c u a les se e n c u e n tra com o
si d e h ech o la h no e x is tie s e : ahora-*fyc&¡ exhibición-$%s\h\§]qTi,
deshojar-desqxkr, los hijos-los \xcs, los honores-\os> onóras.
en lenguaje lento; si las vocales no son acentuadas, su
reducción, en igualdad de circunstancias, se produce
más fácilmente que si alguna de ellas lleva acento; si
son iguales, se contraen asimismo más fácilmente que
si son diferentes, y si proceden del enlace de palabras
distintas, mejor que si se hallan dentro de una misma
palabra.
Los prosodistas se han esforzado inútilmente en re­
ducir a reglas fijas tales vacilaciones; dada la libertad
de que la lengua dispone en este punto, lo único posi­
ble es tratar de señalar en cada caso la forma que hoy
tiene un uso más corriente en la pronunciación correc­
ta. Ofrece un valor principal a este propósito el testi­
monio de los buenos poetas modernos. El oído de uñ
buen poeta es siempre un excelente guía en lo que se
refiere, dentro de su idioma, al acento y al cómputo
silábico de las palabras Por otra parte, aun cuando
en el lenguaje poético haya palabras, giros y modos de
expresión que no se usen de ordinario en la lengua co­
rriente, sabido es que en lo que a la articulación y a la
dicción se refiere, no existe en español una pronuncia­
ción poética distinta de la que se usa en el discurso, en
la escena o en la conversación de las personas ilustradas2.

1 S o b r e la u tilid a d d e l v e r s o com o te stim o n io p ro só d ico ,


C u e r v o , Apuntaciones criticas sobre el
v é a s e lo d ich o p o r R . J.
lenguaje bogotano, 6.a ed., P arís, 1914, § 50.
2 L a ú n ica d ife re n c ia q u e c a b e se ñ ala r es la lib e r ta d q u e e l
p o e ta p u e d e to m a se d e sila b e a r o a ce n tu a r algun as p a lab ras
d e c ie r to m o do q u e , p o r arca ísm o o p o r cu ltism o , p u e d e , en
la c o n v e rsa c ió n , n o s e r d e u so com ú n , com o o c u rre , p o r e je m ­
p lo , en vi-a-jc-ro p o r via-je-ro%i-di-o-ma p o r i-dio-ma, cam-bi-ar
p o r cam-biar, parasito p o r parásito, etc. E l u so sie m p re ra ro d e
fo rm as d e l le n g u a je p o é tic o com o entonce, apenat felice, se halla
e n tre lo s p o e ta s d e h o y ca si e n te ra m e n te d e ste rra d o .
136. P r in c ip io fundamental de la r educció n de

las vocales a grupos — Fonéticamente, dos


silábico s.

vocales, cualesquiera que sean, son siempre susceptibles


de reducirse a una sola sílaba, aunque en determinados
casos, por razones gramaticales o de otro carácter, deje
de cumplirse dicha reducción. Tres o más vocales pue­
den, por el contrario, en ciertas combinaciones, ser fo­
néticamente irreducibles a un solo núcleo silábico. Para
que en estos casos sea posible la reducción es preciso
que las vocales, según el grado de perceptibilidad de
cada una de ellas, se hallen combinadas, dentro de
cada grupo, de mayor a menor, aei, aeu) aoi, aou, aae,
aau, etc., o de menor a mayor, ieay uea, ioat uoa, iaa,
uaay ioo, etc., o bien que la vocal o vocales más per­
ceptibles de cada grupo, o sea las de articulación más
abierta, se hallen en el centro del mismo, mientras que
las menos perceptibles, o de articulación más cerrada,
ocupen los extremos, con lo cual el movimiento de los
órganos, abriéndose y cerrándose una sola vez para
pronunciar cada grupo, coincide en lo esencial con el
movimiento que requiere la articulación de cualquier
sonido simple. Pueden presentarse, por consiguiente,
dentro de este último caso, en pronunciación monosíla­
ba, grupos de tres o más vocales como, por ejemplo,
iao, eai, eau, uoi, ioae, ioau:, uaei, uoau, ioaeu, etc., § 69.
La reducción de los grupos vocálicos a una sola sílaba
es, en cambio, imposible cuando entre dos vocales re­
lativamente abiertas aparece una vocal más cerrada:
aoat aia, aie, euo, ouo, etc.; el movimiento de estrechez
articulatoria a la correspondiente depresión de percep­
tibilidad que la vocal más cerrada representa en dichos
casos constituye precisamente el punto de división
silábica entre las demás vocales del grupo, § 26.
E j e m p l o s d e g r u p o s f o r m a d o s p o r tr e s o m á s v o c a ­
le s , ir r e d u c ib le s a u n a s o la s íla b a :

aoa e s ta 0 a q u e lla é ^ - t a - o a - k é - le
aoa b la n c a 0 a z u l b lá r j- k a - c a - B y l
aea y a h e h a b la d o y á e - a - b lá - d c
aia s a n g rie n ta y a n ch a s a ij - g ijé n - t a - y á n - c B
aie a p a g a y e n c ie n d e a - p á - g a - y e n - 0 jé n - d a
eie c a lle y e s c u c h e k á - le - y e s - k ú - c a
eue p arece h u eco p a-ré-0 e-w é-k o
euo s ie te u o c h o s jé t e - w ó - c o
oie m u c h o h ie lo m ú c c - y é - lo
ouo u n o u o tro ú -n o w ó -tr o
oia v o y a m o r ir b ^ i- a m o - r í j
oaia n o h a y á n im o n o á i- á - n i - m o
aiue casa y h u e rta k á - s a i- w ^ r t e
uaiai ag u a y a ire á - g w a - y á i- r a

Algunos de estos ejemplos presentan variantes por


lo que se refiere a la incorporación silábica del elemento
que divide el grupo de vocales. En «ya he hablado» es
posible silabear yá-ea-blá-do, aun cuando la forma más
corriente suele ser la indicada arriba; en pronunciación
lenta se diría, por supuesto, yá-é-a-blá-do. En «voy a
morir» puede también oírse bó-ya-mo-r(i, y formas in­
termedias en que la y figura más o menos en ambas sí­
labas: b^i-ya-mo-ríj. Lo mismo puede decirse de «no
hay ánimo»: ncái-yánimo. Las conjunciones y, o, u, se
unen ordinariamente a la vocal que las sigue. En «casa
y huerta» la y se une a la a anterior por no ser vocal
el sonido siguiente. De todos modos los grupos vocáli­
cos citados forman siempre más de una sílaba.
Las modificaciones que las vocales experimentan al
agruparse en núcleos silábicos fueron indicadas al ha­
blar de los diptongos, triptongos, sinéresis y sinalefas,
§§ 66-69. Estas denominaciones, relacionadas con el
distinto carácter gramatical de cada grupo, no repre­
sentan diferencia alguna por lo que se refiere a la pro­
nunciación. El grupo au, por ejemplo, se pronuncia del
mismo modo en laurel, diptongo, que en la unióny sina­
lefa, y el grupo eo es igual fonéticamente en te ofrecía,
sinalefa, que en teología, sinéresis 1.
137. V o c a le s ig u a le s ,, s in a c e n to , e n t r e p a la b r a s
d i f e r e n t e s o e n u n a m ism a p a l a b r a . — Tanto en el grupo
fónico como en la palabra, dos o más vocales iguales,
sucesivas, sin acento, se pronuncian corrientemente
como si se tratase de una sola vocal inacentuada: án­
gulo oscuro, implacable, encono, acreedores, vehemencia,
cooperar, preeminente,alcoholismo, zoología.

Ú n ico a n to rc h a q u e m is p a sos gu ía 2.
T ru éq u estf en risa m i d o lo r p ro fu n d o 3.
Un tiem p o h a lla b a p o r a lfo m b ra ro sa s 4.
V e n m i tu m b a a a d o rn a r, triste v io la 5.
¡O h los q u e , a fo rtu n a d o s p o s a d o r e s ,
h a b é is n a cid o d e la tie rr a herm osa! 6.

La pronunciación lenta y esmerada suele hacer, sin


embargo, que en casos como acreedores, zoología, etc.,
y sobre todo en leeremos, creeríamos, creerían, influi­
dos por las formas acentuadas leer y creer, suenen am­
bas vocales separadamente 7.

1 L a s o b ra s en q u e s e hallan re u n id o s m ás a b u n d an tes m a ­
te ria le s so b re la silab ización d e lo s g ru p o s v o c á lic o s en e s p a ­
ñol son : A . B e l l o , Opúsculos gramaticales. Ortología y arte mé­
trica, M ad rid , 1890; E . B e n o t , Prosodia castellana y versificación,
M adrid, 1892, y F . R o b l e s D é g a n o , Ortología clásica de la len­
gua castellana, M ad rid , 1905.
2 N. P a s to r Díaz. 3 E s p ro n c e d a . 4 G . G ó m e z d e A v e lla n e d a .
5 E . G il. 6 A . B ello . 7 E l h iato y la sin é re sis a ltern an en lo s s i­
g u ie n te s v e r s o s d e Juan R am ón J im é n e z: « Q u e m e d e s p ie rta s
co n tu v¿h¿m encia», Sonetos espirituales, X X II , 2, y «D e c o lo r
y d e lu z h o n d o y v£h¿m ente», Ibid., X X X V I , 4 .
138. V o c a l e s ig u a l e s , c o n a c e n t o , e x t r e pa l a b r a s

— Aun cuando alguna de las vocales lleve


d if e r e n t e s .

acento fuerte, si el grupo resulta del» enlace de palabras


contiguas, dichas vocales se pronuncian también ordi­
nariamente como si se tratase de una sola vocal acen­
tuada: el aire entra silbando, la presa hace un ancho
remanso, más ven cuatro ojos que dos.

Y en la ancha sala la familia toda 1.


Yo os daría mi sangre de mancebo 1.
Y en ti mir¿ e\ emblema de mi vida 2.
Que mis ojos, q u e é l tiene por tan bellos 3.

Esta reducción, sin embargo, en el habla corriente


no suele verificarse cuando se pronuncia con lentitud
o con afectación, ni tampoco en el verso cuando sobre
alguna de las expresadas vocales cae un acento princi­
pal de carácter rítmico o enfático:

El vulgo indigno de tu nobl¿ ¿stro


Y era llorar tu zmico destino 4.

139. V o c a l e s ig u a l e s , c o n a c e n t o , e n u n a m ism a

— Cuando las vocales iguales se hallan dentro


p a l a b r a .

de una misma palabra, su reducción a una sola sílaba


es también corriente en la pronunciación rápida y fa­
miliar; pero con más frecuencia que cuando su enlace
resulta del contacto de unas palabras con otras, cada
vocal se pronuncia en una sílaba distinta en el momen­
to en que la expresión se hace algo esmerada o cere­
moniosa: alcohol-alk<?l o alkQQl, azahar-a^ix o aBaár, al-
bahaca-albáke o albaáke. Hay, además, algunas palabras,
como creencia-kreénSje, mohoso-moóso y loor-lo<?r, en

1 V. W. Querol. 2 E. Gil. 3 Campoamor. 4 Espronceda.


q u e el u s o rechaza co n sta n tem en te la r e d u c c i ó n d e la s

v o c a le s a u n a s o la síla ba .

En leer, lee, creer, creé, paseemos, etc., aparte de la


mayor o menor lentitud y esmero de la pronunciación,
influye la colocación de estas palabras en el grupo fó­
nico, formándose de ordinario con sinéresis en la con­
versación corriente si se hallan dentro de dicho grupo,
como en voy a /eer un libro, no es posible erarlo todo,
mientras que, por el contrario, mantienen preferente­
mente la forma bisílaba si se hallan en posición final,
como en lo acabo de le-er, no se puede cre-er.
Dentro del verso, los poetas confirman estas dife­
rencias mezclando las formas monosílabas y las bisí­
labas, según requiere el tono en que se habla en cadai
caso:
El azahar y los jazmines (8 sílabas)J.
Huelle los aza-h¿zres y jazmines ( 11 )2.
Aquel que sin dormirse \eer escuche ( 1 1 ) 3.
Después de \e-er dos veces ( 8 ) 4.
Que ver y creer y no más (8) 5.
Cre-er en la existencia de la tierra (11) 5.

140. V ocales d iferen tes sin acento , entre pala­

bras ENLAZADAS O EN UNA MISMA PALAB RA .— L o s g r u p O S d e

v o c a le s d ife r e n te s e in a c e n t u a d a s q u e resu ltan d e l e n la ­

c e d e las p ala b ra s o q u e a p a r e c e n d e n tr o d e u n a m is m a

d ic c ió n , se r e d u c e n o r d in a r ia m e n te a u n a sola s í l a b a si

su d isp o sició n se aju sta al p rin cip io exp licad o en el

§ 1 3 6 . E s t a s v o c a le s , au n c o n s e r v a n d o s ie m p r e su ficien ­

t e m e n t e c la r o su carácter in d ivid u a l, se form an, com o

q u e d a d ich o , d e m an era un tan to relajada e im p recisa,

1 Duque de Rivas. 2 A. Bello. 3 A. Lista. 4 Zorrilla. 5 Cam-


poamor.
§ § 6 8 y 6 9 ; su b r e v e d a d es a d e m á s t a n t o m a y o r c u a n t o

m á s n u m e r o s o e s e l g r u p o v o c á l i c o : todo aquello, triste

ocaso, entre ilusiones, pudo ausentarse, héroe inmortal,


palacio augusto, comprabais, llamasteis, rabia, fragua,
aur<9r¿z, ahijado, traición, autoridad, traerán, ahogado,

argénteo, momentáneo, peinado, feudal, leopardo, teolo­


gía, coagulado, coeficiente, oigamos, continuo, e t c .

Dar supist«s en flor la dulce vida 1.


Soñaba al héroe ya, la plebtf atenta 2.
En niveo traje desceñida ¿nvuelta
Ensueño de suavísima ternura 2.
Cual si hiciese un esfuerzo sobr¿hz/mano 3.
En vano revivan d o mi memoria 4.
Símbolo ««gusto del amor eterno 5.
La muerta /mplora allí, la muertí airada 6.
El necz<? audaz de corazón de cieno 2.
Huy¿ el monstr«<? a exhalar s« acerba pena 7
Tímido el indio a Europa armipotente 8.
Y el móvil ácueo a Europa s¿ ¿ncamina 9.

141. M o d ifica cio n es a n a ló gicas de los grupos in ­

a c e n t u a d o s .— L a an a lo g ía con cie rta s form as acen tu a­

das, c o m o cruel, león, leal, roer, fiar, criar, expiar, e tc.r

c u y a s v o c a l e s se p r o n u n c i a n f o r m a n d o s íla b a s d istin ta s,

§ 1 4 4 , h a c e v a cila r la p r o n u n c i a c i ó n en palabras c o m a

crueldad, leonés, lealtad, roedor, fiador, criadort criatu­


ra, expiación, e t c . , l a s c u a l e s , si b i e n e n p r o n u n c i a c i ó n
r á p id a s i g u e n o r d i n a r i a m e n t e la r e g l a g e n e r a l, r e d u c i e n ­

d o sus g r u p o s v o c á lic o s a u n a so la sílaba, suelen , p o r

el con trario , en p ro n u n c ia c ió n re la tiv a m e n te le n ta o e s­

m e r a d a , m a n t e n e r la m i s m a d i v i s i ó n s ilá b ic a c o n h iato ,

1 J. N. Gallego. 2Espronceda. 3 G. Núñez de Arce. 4 Cam-


poamor. 5 V. W. Querol. 6 Quintana. 7 A . Lista. 8 A. Bello-.
9 E. Benot.
p ro p ia de sus co rre sp o n d ie n te s fo rm a s acen tu adas. E n

el verso, d ich o s grup os in a cen tu ad o s aparecen tam b ién

en fo rm a b isíla b a o m o n o síla b a :

B aja a m i m e n te in s p ir a c ió n c ristian a

y e n c i e n d e n e n m í la lla m a cr¿-¿zdora ( 1 1 ) l.
¡ O h t ú m i a n t i g u o f / - a d o r , e l v i e n t o ( 1 1 ) 2.

E n j ¿ z - ¿ z a d o d e p l a t a ( 8 ) 3.

S a l v e , l l a m a c r e a d o r a d e l m u n d o ( 1 0 ) 4.

E sp a n to sa e x p za ció n d e t u p e c a d o ( 1 1 ) 4.

U n c o l e t o a l a l e o n e s a (8) 3.

H a c i a l a n a d a l a c r e a c i ó n c a m i n a ( 1 1 ) 5.

L a c o b a r d e c r « ¿ l d a d h i j a d e l m i e d o ( 1 1 ) 5.

142. V o c a l e s d if e r e n t e s , c o n a c e n t o , e n t r e p a l a ­

bras e n l a z a d a s . — L as v o ca le s q u e co n stitu y e n el gru ­

p o, no h a llá n d o se en co n tra d icció n con el p rin cip io fo ­

n é tico y a co n o cid o , § 136, se reducen tam b ién d e

o rd in a rio en este caso a una so la síla b a . E l acen to d e la

vocal fu erte e x tien d e su in te n sid a d a tod o el c o n ju n to

v o cá lico . Si figu ra n en el g r u p o d o s v o ca le s a ce n tu a d a s,

a m b o s acen tos se fu n d en en uno s o lo a p o yá n d o se es­

p e c ia lm e n te sobre la se­
vocal m ás a b ie rta . E jem p lo s:

gún se ha notado, de ambos modos, vendrá en seguida,


hablemos de otra cosa, lo abrigó en su seno, medité un
momento, no hay quien lo haga mejor, con pie indiscreto,
desplegó audaz las alas, venció a u n jayán soberbio.

U n h o m b r e e n t r o ' e m b o z a d o h a s t a l o s o j o s 4.

¡O h!, q u é m u je r , qué ¿ m a g e n i l u s o r i a 4.

A s i el j u s t o h a l l a a l fi n d e s u d e r r o t a 6.

Que hoy n u e s t r o h o g a r e n s u r e c i n t o e n c i e r r a 7.

¡ A h ! , si hoy p u d i e r a r e s o n a r la l i r a 8.

1 Z o rrilla. 2 Cam poam or. 3 Duque de R iv as. 4 Espronceda.

8 F. B alart. 6 V. R uiz A gu ilera. 7 V. W . Q u erol. 8 Núñez de

A rce.
N o tie n e lu g a r , d e ord in a rio, d ic h a r e d u c c ió n c u a n d o

s e h a b l a le n t a o e n f á t i c a m e n t e , ni c u a n d o e l a c e n t o q u e

l l e v a n la s v o c a l e s e n l a z a d a s e s el ú l t i m o d e l g r u p o :

Que con toda s«-alma lo quería


Sonó pausada en el reloj la-una 5.
Blancos cabellos cuya amadtf-h¿bra \
Y hoy guardo en él como en sagrada-«rna 2.
Detenida en el polvo de \a-ho]a 3.

143. S i n a l e f a s v i o l e n t a s . — Aunque posible foné­

ticamente, el uso evita la sinalefa de lps grupos aei, eei


oei, cuando el elemento interior del grupo es la conjun­
ción e: riqueza e industria, pobre e inútil, callado e inmó­
vil, «Como siempre reidora e inconstante» 4. El oído
encuentra dura y violenta la reducción de dichos grupos
a una sola sílaba: «Nos dure con eterno e inmortal can­
to» 5. La reducción parece menos dura y violenta cuan­
do la e no es conjunción: trae infinitas variedades, cae
inmolado sobre el ara.
Evítase asimismo la sinalefa, aun siendo posible, en
aquellos casos en que el elemento interior del grupo es
la conjunción o: ancho o estrecho, ju sto o injusto, dicho­
sa o infeliz, alegre o enojado, estudia o enseña, soberbio
o humilde, suelta o unida, «Su pariente o adeudado» 6.
Los versos en que dichos grupos aparecen medidos al­
guna vez con reducción son, generalmente, rechazados
por el oído: «En fin triste o alegre acaba» (8 sílabas) 7;
«Que en hierbas se recline o en hilos penda» (1 1 sílabas) 8.
Como en el caso de la e, la reducción parece menos
violenta cuando la o interior del grupo no es la conjun­
ción: férreo anillo, hercúleo esfuerzo, empíreo azul.
1 Espronceda. 2 V. Ruiz Aguilera. 3 J. Selgas. 4Juan R. Ji­
ménez. 5 Gutierre de Cetina. 6 Romance de «Cabalga Diego
Laínez. 7 Cervantes. 8 Góngora.
No se aceptan tampoco sin protesta del oído sinale­
fas formadas por los grupos uia, uie, eui, iui, de las
cuales suele encontrarse, sin embargo, algún ejemplo
en los poetas antiguos y modernos:

Que no i u i a Lima por ti


F u i el mejor de mis iguales 1
F u i a serviros a la guerra 2.
Que se h u ir á por ser veloz 3.
As/httzrán, pues, mis esperanzas todas 4.
Me i u i a l balcón y vi en la verde altura 5.
Tonada que i u i a coger 5.

144. G rupos con a cen to , in te r io r e s de palabra,

con i , u c o m o e l e m e n t o s e c u n d a r i o . — Cualquiera que


sea la vocal que lleve el acento, estos grupos se pro­
nuncian generalmente en una sola sílaba cuando el ele­
mento más débil del conjunto vocálico se halla consti­
tuido por los sonidos i, u. Cada grupo forma un diptongo
o triptongo: aire, gaita, llamáis, aciago, vaciáis, despre­
ciáis, causa, flauta, guapo, cuarto, amortiguáis, reina, te-
néis} pliego, prieto, prueba , trueno, diente, cambiéis,
apacigüéis, neutro, duelo, cuestión.
En ciertos casos, sin embargo, la tendencia fonética
a reducir los grupos de vocales a una sola sílaba lucha
con influencias etimológicas o analógicas, siendo posible
pronunciar una misma palabra con reducción o sin
reducción. El lenguaje lento, el acento enfático y la
posición final favorecen en dichos casos el hiato. La
pronunciación rápida y el tono corriente y familiar dan
preferencia a la sinéresis.
a) La tradición etimológica hace frecuente el hiato

1 Lope de Vega. 2 Ruiz de Alarcón. 3 Rojas Zorrilla. 4 Quin­


tana. 5 Juan R. Jiménez.
en suave, anual, santuario, cruel, tiara, prior, embrión,
piano, gorrión, biomboy miasma, aviónt arrierot hiato,
acuoso ,fastuoso, tortuoso, etc., y en los compuestos
maniobra, boquiancbo, carihartoy cuellialto, triángulo,
trienio, dieciocho, veintiocho.
La analogía favorece el hiato, especialmente en
las formas verbales, cuando dentro del mismo verbo de
que se trata hay casos en que las vocales i, u, llevan el
acento fuerte: fiar, fianza (fían); guiaba (guía); liamos
(lías); piando (pían); criado, crianza (crían); acentuar
(acentúo), actuamos (actúan), etc. Ocurre también entre
los nombres: diario, diana, diurno, dieta (día); brioso
(brío); riada (río); viaje (vía) 1.
Los poetas se sirven del hiato o de la sinéresis, según
el tono de la expresión y el lugar que ocupa la palabra,
y sobre todo, según las exigencias del verso:
La hirió na con s u-ave flecha 2.
Suave, respira el viento, el mar salado 3.
Porf/’-ados al par de la demanda 4.
En vano porf/¿zba Inés (8 sílabas) 5.
Mas tu cru-el constancia ya me advierte 3
Allí lánguido yace el cruel guerrero 6.
Con que tú sonriendo lo compones 7.
Yo iré sonr/Vndo y fiel a mi destino 7.

145. G ru p o s c o n a c e n to , in te r io r e s d e p a la b r a ,

con a, e, o c o m o i n a c e n t u a d a s . — Trátase de las com­


binaciones áe, ae, éa, ed, áo, aó, éo, ai, aú, úa, íe, íai, etc.
1 El uso corriente ha normalizado la sinéresis en formas que
antes se emplearon con vacilación, y que aún, de vez en cuan­
do, suelen aparecer con hiato en el lenguaje poético: armonio­
so, axioma, diablo, diálogo, fiel, idioma, juez, melodioso, patriarca.
-«Domando el rebelde, mezquino idz-oma», Bécquer.
2 Hermosilla. 3 Arriaza. 4 Maury. 5 Zorrilla. 6 Martínez de
la Rosa. 7 Juan R. Jiménez.
El acento puede ir en primero o último lugar sobre
cualquiera de las cinco vocales. El elemento débil o se­
cundario de cada combinación es siempre uno de los
sonidos a, e, o. En la pronunciación de las palabras
aisladas la forma regular de estos grupos es el hiato; en
lenguaje lento, esmerado o enfático y en posición final
de frase o verso, el hiato es asimismo lo corriente:
para-íso, vizca-'mo, ego-ísmo, kero-ína, sa-úco, ba-úl,
sa-eta, re-acio, serpe-an, sombre-aban, alde-a, cre-ar,
le-ón, pante- 6 n, mare-o, pase-o, be-odo, rí-o, confí-o,
ro-er, po-eta, clo-aca, to-alla, desa-hogo, bu-ho, pú-a,
gradú-a.
En la conversación ordinaria y aun en el lenguaje
métrico, el uso permite reducir también estos grupos a
una sola sílaba cuando el acento que les corresponde
no desempeña en la frase o en el verso un papel prin­
cipal. Las frases siguientes, dichas en tono rápido y
natural, son pronunciadas corrientemente con sinéresis:
el paseo del Prado, rodeado de flores, el poeta del pue­
blo, la aldea de su madre, lo trae de la mano.
Los poetas reflejan, como en las combinaciones tra­
tadas en el párrafo anterior, la libertad con que la len­
gua procede en este punto:

La diadema re-a\ se confundía1.


Y un escudero mzl con fuerte mano
En tierra ca-^n sin cesar al filo 2.
Q,aen sobre el mar y a un tiempo le concitan 3.
Triste el \a-ú& renueva destemplado 4.
Un templado \aú<$. habí-a (8 sílabas)5.
Cre-i que el pobre corazón ya estaba 6.
Y es vil escoria lo que cr«'ste alma 6.

1 Duque de Frías. 2 Hermosilla. 3 Luzán. 4 Martínez de la


Rosa. 5 Duque de Rivas. 6Juan R. Jiménez.
146. F re cu e n cia y co n cep to de a lg u n o s casos de

sin éresis.— La sinéresis de caer, paseo, traen, poeta,


aldea, etc., ocurre con más frecuencia que la de río,
frío, mío, actúo, gradúa, etc. El habla popular hace re­
lativamente más uso de la sinéresis de unas y otras
formas que la lengua culta. La conversación y el dis­
curso la practican asimismo con mayor abundancia
que el lenguaje versificado. La sinéresis de laúd, baúl,
país, maíz, vizcaíno, bilbaíno, frecuente entre el vulgo,
en España, y muy extendida, aun en clases más altas,
en América, se usa rara vez, en el ambiente caste­
llano, entre las personas instruidas. Sólo en lenguaje
rápido y en posición relativamente débil o secunda­
ria dentro de la frase o del verso cabe emplear al­
guna vez la pronunciación páis, bául, bilbáinc, etc.
Fuera de dichas circunstancias, la sinéresis de tales
formas se considera como un rasgo fonético de carác­
ter vulgar i .
147. P ro n u n cia c ió n d e lo s a d v e rb io s « a h o r a » , « a h í»

y «aün». — Entre las palabras que con más libertad se


mueven entre el hiato y la sinéresis figuran los adver­
bios ahora, ahí y aún. Cada una de estas palabras pre­
senta, por consiguiente, dos formas de pronunciación:
a-9-re, áQ-re; a-í, ái; a-yn, aun. La lengua literaria no
rechaza la pronunciación de dichas formas con si­
néresis, siempre que las circunstancias lo consien­
tan. No se trata de un fenómeno que sólo se produz­
ca excepcionalmente como la contracción de país,
laúd, etc., o que deba ser siempre considerado como
vulgar. Tanto en el teatro como en la cátedra y en
1 Sobre la extensión y concepto social de estas formas en
España y América, véase A . A l o n s o , Problemas de dialectología
hispanoamericana, Buenos Aires, 1930, págs. 9-31.
la conversación de las personas más cultas se oye
decir, por ejemplo, con sinéresis, ahora viene-$b-ra-b)é-
na, ahí estd-ái-e§-tá, con la misma naturalidad y fre­
cuencia que aun es //wzto-áu-nés-prpn-to, aun no sale-
áun-nó-sá-la.
De las modificaciones prosódicas de aún se ha habla­
do con frecuencia, por haber llamado, sin duda, la
atención la doble manera de escribirse esta palabra:
aun, aún l . El caso de aún no representa, sin embar­
go, fonéticamente, ningún fenómeno especial. La ten­
dencia a reducir a una sola sílaba los grupos de vocales
en hiato y la posibilidad de pronunciar dichos grupos
con hiato o con sinéresis, es un hecho que, como veni­
mos viendo, se manifiesta también en otras muchas
palabras. Los términos aho?a y ahí, especialmente,
aparecen, por el orden y frecuencia de sus cambios
fonéticos, en condiciones muy semejantes a las del
adverbio aún.
La sinéresis de ahora, ahí, aún 2 es general cuando
estas formas van situadas en la frase delante de las pa­
labras a que afectan o modifican: ahora lo veremos, a^í
puedes dejarlo, aun no ha venido. La pronunciación lenta
y el deseo de reforzar la significación de las formas ad­
verbiales hacen, sin embargo, que alguna vez en esta

1 T h. A. F it z - G e r a l d , T h e a d v e r b * a ú n » t en T h e M o d e r n L a n -
g u a g e J o u r n a l , 1923, VII, 355-359; S. G . M o r l e y y A.-L. G re-

gory, M odern «a ú n », en la misma revista, 1926,


« aun » and
X, 323-336; véase también R e v i s t a d e F i lo lo g í a E s p a ñ o la , 1925,
XII, 370.
2 No se trata de la partícula a u n con la significación de h a s ­
t a ni en las formas n i a u n , a u n c u a n d o , donde es siempre monosí­
laba y ordinariamente inacentuada, § 169^, sino del a u n o a ú n
acentuado, equivalente a to d a v ía , con significación puramente
temporal o con matiz ponderativo o adversativo.
misma posición se use también el hiato. Los ejemplos
siguientes muestran el uso ordinario con sinéresis:

G u e rra , n o m b re trem en d o , <zh<?ra su b lim e 1.


Y o n un ca su p e ca n ta r | Y ahora can to sin s a b e r 2.
L a v o z d e : — «A hí está, se ñ o re s, ¡ ahí está», q u e b ro ta y b u lle 3.
Q u e aun no tie n e s niño e l alm a 2.
Aun p a re ce , T e r e s a , q u e te v e o 4.

Detrás de las palabras a que se refieren, los adver­


bios ahora , ahí , aún se pronuncian corrientemente con
h iato: son ahora muy ricos, estaban ahí sentados , no
salen aúin de clase. La pronunciación rápida y la falta
de énfasis consienten también a veces la sinéresis en
esta posición. Los siguientes ejemplos representan el
uso general, con hiato:

Á s p e r o a hora y bravo
al d esa co stu m b ra d o y u g o to rn e 5.
A u n q u e ap en as a-ú n le ap un ta el bozo 3.
Y o d igo a-iín : — ¿Por q u é callé a q u e l día? 6.

A las razones de lentitud o rapidez y de énfasis o


falta de énfasis, que alteran, como queda dicho, la
práctica corriente, se añaden, por lo que a los poetas
se refiere, las exigencias de la medida del verso, las
cuales bastan por sí mismas para que de vez en cuando
se aplique a las formas citadas la sinéresis o el hiato
contra la regla general, sin gran protesta del oído:

Y esa v e r d e coro n a q u e en las v id e s


a-hora v es, m añana d e s p a re c e 7.
A-ú n el m e la n c ó lic o so n id o 8.
P erfu m an aun m is rosas la alba fre n te 9.

1 Q u in tan a . 2 B alart. 3 Z orrilla. 4 E sp ro n ce d a . 5 B ello. 6 B éc-


q u e r. 7 J. G. G on zález. 8 J. Isaacs. 9 A . M achado.
148. E l g r u p o a c e n t u a d o ía . — Lá pronunciación
culta y esmerada emplea normalmente el hiato: tía-
tí-B , día- d í-B , había-a-bí-B, hacía-a-0í-B. El habla vulgar,

dentro de determinadas circunstancias relativas a la


posición de la palabra en la frase, .practica corriente­
mente la sinéresis: tjá, djá, a-bjá, a-0já. En lenguaje rápi­
do y en posición poco acentuada, la sinéresis del grupo
ía se tolera, en ciertos casos, aun entre las personas
instruidas. La condición esencial es que la pronuncia­
ción no sea lenta, fuerte ni esmerada.
En nombres de uso no muy frecuente, como vía, ría,
bujía, orgía, ironía, etc., la sinéresis, en la lengua nor­
mal, aparece sometida a las mismas limitaciones indica­
das respecto a los grupos ío, íe, úa, úo, etc., §§ 145-146.
En nombres más usados, como tía, día, María, García,
o en formas verbales, como servía, comías, perdían, y,
sobre todo, en las formas auxiliares había, habría, tenía,
tendría, venía, sería, la conversación'ordinaria y corrien­
te practica la sinéresis con mayor frecuencia y libertad.
Cabe, por ejemplo, la sinéresis, sin protestas del oído,
en las siguientes frases, diciéndolas con naturalidad y
rapidez: al día siguiente, pocos días después, su tía Dolo-
res, doña María. Martínez, García Gutiérrez, no servía
para nada, ¿e había puesto de pie, estarían cansados, no
podrían llegar a tiempo. Un mismo individuo dirá estas
frases con hiato o con sinéresis, según la lentitud o ra­
pidez y según el esmero o descuido con que hable. Lo
propio del habla vulgar no consiste sino en hacer la
reducción del grupo ía en formas de expresión más
lentas o fuertes de lo que el uso correcto permite.
A l extranjero que no posea un dominio suficiente
del idioma, la práctica inadecuada de esta sinéresis
puede fácilmente hacerle incurrir en vulgarismo.
La sinéresis suele también alcanzar al grupo iai en
habíais, estaríais, podríaxs, etc.; pero tanto en estos ca­
sos como cuando el grupo ía va antes de la sílaba final
— habíamos, sabíamos, pondríamos — la sinéresis, por lo
que se refiere a la conversación normal, es menos fre­
cuente que en las formas antes citadas.
En cuanto al lenguaje métrico, los versos siguientes,
de diversas épocas, entre otros muchos que podrían
citarse, presentan también ejemplos de ía con sinéresis:
P a rte d e l a ire q u e so lia d ar v id a *.
Ouerz'a lle v a rlo to d o a p ura e sp a d a 2.
Y a T r o y a habían v e n id o en o n c e n a v e s 3.
D e c ia e n tre sí c o n fu so no. sa b ien d o 4.
Para q u ie n al d ía sig u ie n te (8 sílab as) 5.

Los casos de esta especie son relativamente abun­


dantes, sobre todo entre los poetas del siglo xvi, quie­
nes siguiendo probablemente el ejemplo de los poetas
italianos, dieron entrada en el lenguaje poético a este
fenómeno de la pronunciación usual 6. Los poetas mo­
dernos, a pesar de tal precedente y del apoyo que
sobre este punto sigue ofreciendo la lengua hablada,
evitan ordinariamente el empleo de dicha sinéresis:
Poní-an la in o c en c ia can d o ro sa 7.
Y o segm -0 e scu ch a n d o e m b e b e c id o 8.
N o p o d i-a d o rm ir sien d o y o un san to 9.
Y en un d i-a no m ás se am a y se o lvid a 9.
N o m e habz-íz ya d o rm id o (8 s íla b a s ) 10.

1 G arcila so . 2 E rcilla. 3 H erm o silla. 4 J. G . G on zález. 5 D u ­


q u e d e R iv a s . 6 L a e x te n s ió n y el c a rá c te r p o p u la r d e la s in é r e ­
sis d e l g ru p o ia en la p ro n u n cia ció n esp a ñ o la indican q u e e l
h e ch o m ism o, co m o fen óm en o fon ético , no tu v o q u e se r im ­
p o rta d o , sin o so la m en te la lib e rtad o licen cia d e e m p le arlo en
e l v e r s o (com p. V i n a z a , B i b l col. 2103). 7 J. A ró la s. 8 N ú ñ ez d e
A r c e . 9 C am p oam o r. 10 J. R. Jim énez. H a y tam bién casos d e
149. E l gru p o a c e n tu a d o ui. — L a s p a l a b r a s en q u e
a p a r e c e e s t e g r u p o p u e d e n c o n s i d e r a r s e d iv id id a s , p o r
l o q u e a la p r o n u n c i a c i ó n se refiere, e n tr e s s e c c i o n e s
d istin tas:
a) Palabras en que la combinación ui, cualquiera
que sea su origen, se pronuncia como diptongo, wí :
juicio, buitre, cuita, benjuí, muy, cuido, cuidas, fu i, fu is ­
tey etc. El arcaísmo ju-ício sólo por excepción suele hoy
encontrarse alguna vez en los poetas. La pronunciación
antigua de las formas muy, cuita, cuida, cuide, etc., con
acento sobre la uyúi, a la cual se hizo ya alusión, § 66, n.r
es aún corriente en Asturias y en algunos otros puntos
del Norte de España: múi, kúitB, kúide. Bello la indicó
asimismo como conservada en Chile 1. La forma co­
rriente y general es evidentemente wí. Un poeta no po­
dría hoy, como en otro tiempo, emplear cuida en rima
con muda o duda, sino con mida, vida, etc.
D o n d e n in gu no d e n in gu no cuida
p r o n t o s e a p r e n d e a c o n o c e r la v i d a 2.
D e m i m a n o c u i d a . . . | Q u e l e d i o m e d i d a 3.

b) Palabras que se pronuncian con diptongo, wí, y


con hiato, u-í, dándose preferencia al diptongo: ruido,
ruin, ruina, arruino, arruma, suizo, circuito, fortuito ,
gratuitoy casuista, etc. La forma corriente en cualquier
caso, hasta en posición final, es el diptongo. El hiato,
tratándose de estas palabras, responde en general a una
pronunciación más cuidada y escogida que la de la len­
gua ordinaria. En ruido, ruin, ruma y suizo, el hiato es
sin é re sis, com o en el sig u ie n te v e r s o d e V a lle -In c lá n : «En lo s
ojo s d e l san to re s p la n d e c ía la estrella» (14 sílab as).
1 A . B ello , Opúsculos gramaticales, Ortología, M a d r i d , 1890,.
p á gs . 212-213.
2 E s p r o n c e d a . 3 E . M arquina.
menos raro que en circuito y fortuito; en gratuito ocurre
con relativa frecuencia. En el verso aparece más veces
que en la conversación, y en los poetas antiguos más
que en los modernos. Hay diferencias individuales; unas
personas emplean el diptongo con más regularidad que
otras. Los ejemplos siguientes dan idea de la extensión
del diptongo en la poesía moderna:
H acia las roznas d e feu d a l c a stillo (11 s íla b a s ) !.
T u rb a n d e aq u e lla s r«/nas (7) *.
U n se r m ise rab le y ruin (8)*.
Y só lo se e scu ch a el ruido (8) J.
S o rd a al ruido d el fu e g o y d e las balas (11) 2

En estos mismos poetas se encuentran también a ve­


ces con hiato las palabras que aquí aparecen con dip­
tongo. La libertad de servirse en el verso de una u otra
forma presenta casos como los siguientes :
E sa s ru-inas clam an co n tra el n om bre 3.
S o b r e las rz«nas en q u e E sp añ a llo ra 4.
E l b u llic io d e l m un do y su ru-ido 5.
P o r las lo sas d e s liza s e sin ruido 5.
E l m un do to d o a fu n eral ru-ina 5.
E l ju s to c ie lo le an u n ció su ruina 5.

c) Palabras que se usan con hiato, u-í, y con diptongo,


wí, predominando el hiato: jesuíta, huida, huir, incluir,
concluir, concluido, recluido, construí, instruiste, substi­
tuimos, retribuisteis, etc. Las mismas personas que en
una lectura ordinaria y normal dicen rwí-do, swí-0o, etc.,
en igualdad de circunstancias pronuncian xe-su-í-te,
u-í-de, u-jr, jrj-klu-íi, kprj-klu-í-do, etc.
1 N úñ ez d e A r c e . 2 C am p oam or. 3 J. A ró la s . 4 Z o rrilla. 5 E s -
p ro n ce d a . Ruido, m ed id o com o trisílab o , a p are ce tam b ién , p o r
e je m p lo , en e l sig u ie n te v e rso d e R u bén D arío: «L ejan o un eco
v a g o , un lig e ro r«-*'do* (14 sílabas).
La conversación rápida y familiar permite aquí el uso
del diptongo, así como en el caso de ruido, ruina, etc., la
pronunciación esmerada suele servirse del hiato. No hay
una división clara y precisa, por consiguiente, entre las
palabras de este grupo y las del grupo anterior. Se trata
solamente de una mayor frecuencia y regularidad de
aquéllas en el uso del diptongo y de éstas en el del hiato.
La u de huida, huir, etc., se enlaza en sinalefa con una
vocal anterior: después de la huida-despwéz da (la u)-ide,
avergonzado de ^«zr-ab^rgí^nGádo (de u ) - ( j . El paso de la
y a la i suele producirse a través de una w más o me­
nos perceptible; pero no se consideraría correcto desli­
gar por completo la u de la sílaba anterior pronuncian­
do simplemente la-wi-de, de-w{j *.
La forma predominante en el verso, así en lo antiguo
como en lo moderno, es también, por supuesto, el hiato:
Q u e h a b é is conclw-z'do a y e r (8 sílabas) 2.
Y al hu-ir las in fe lic e s (8) 3.
¿A d o n d e p o d rá s h«-*r? (8 )4.
A l hu-ir d e algún h o m b re, G alatea ( 1 1 ) 5.
S a b e n b ien lo s am an tes in str« z'dos ( u ) 5.
D e n tu a m or a las gra c ia s con cl« -/do (11) 6.
O derru-ída e n señ a (7) 6.
Circw-z'dos p o r m o n tes d e v io le ta (11) 6.
¡Ah!, q u é ñu-ir tan su a v e (8) 7.

La palabra flúido, sustantivo o^ adjetivo, de acuerdo


con circuito, fortuito y gratuito, se pronuncia general­
mente con diptongo wí: el flúido eléctrico-?1 flwído el^k-
1 L a o r to g ra fía y p ro n u n cia ció n d e los p a rtic ip io s en -uido
ha sid o d iscu tid a p o r S. G . M o rley , E . C . H ills y H . K e n isto n ,
en Híspanla, 1921, IV , 187-191, 301-304; 1922, V , 167-169, y p o r
A . A lo n so , en Revue de Linguistique romane, 1925, I, 178.
2 Z o rrilla . 3A ró la s . 4 N ú ñ ez d e A r c e . 5 C am p oam o r. 6A . M a­
chado. 7 J. R . Jim énez.
triko. Algunas personas, no obstante decir circuito, fo r ­
tuito y gratuito con wi, suelen pronunciar, influidas por
el acento de la ortografía académica, flú-i-do o flúi-do í .
■Otras personas, en mayor número que las anteriores,
hacen la palabra trisílaba con acento en la i, dándole,
por consiguiente, la misma forma qué al participio de
flu ir : ñu-i-do. Esta pronunciación aparece, por ejemplo,
‘ en el siguiente endecasílabo de A . Machado :
En e l o ro fiu-ído y v e rd in o s o 2.

De todos modos, la forma más corriente en que di­


cha palabra se usa es, como queda indicado, flwí-do.
150. E l g r u p o a c e n t u a d o iu. — Se pronuncia con
diptongo triunfo-trjym-fo; con hiato, diurno-di-yr-no, y
de ambos modos, aunque dando preferencia al dipton­
go, viuda-h]xi-dv o bi-ú-de, y veintiuno-h$\n-t)xi-T\Q> o b^in-
ti-ú-no. En forma rápida y poco acentuada se dice tam­
bién, con diptongo, diurno-d]\p-Tio. La antigua pronun­
ciación viuda, con acento en la i, es hoy desusada y
extraña 3. La libertad de emplear esta palabra con dip­
tongo, jú, o con hiato, i-ú, en la pronunciación actual,
se ve reflejada, por ejemplo, en los siguientes endecasí­
labos de Campoamor:
A las v/wdas, casad as y so lte ra s.
La v/-z¿da q u e aspira a re in cid en te .

1 C o n tra esta p ro n u n cia ció n actú a la m an ifiesta te n d e n cia


d el id io m a a d a r p re p o n d e ra n cia al se gu n d o e lem en to v o c á lic o ,
tan to en los g ru p o s ui, iu, com o en oe, eo, §§ 68 b y 150. *
2 C ab ría le e r, a u n q u e con v io le n c ia , flú-i-do, p e ro el m ism o
a u to r e v itó toda d u d a h acien d o im p rim ir d ich a p alab ra con
a ce n to so b re la i (Páginas escogidas, M adrid, 1917, pág. 173).
3 T irs o d e M olin a, p o r ejem p lo , rim ab a viuda'.rica, viuda:
pisan; e n el ro m a n ce d e Abenamar son asim ism o aso n a n tes :
«Casada s o y q u e no viuda » y «M uy g ran d e b ien m e quería ».
151. L a p o s i c i ó n a c e n t u a d a f i n a l . — Tanto la siné­
resis como la sinalefa, según se ha visto en los párrafos
anteriores, aparte de depender de diversas circunstan­
cias relativas al acento y a la mayor o menor rapidez de
la pronunciación, se cumplen más fácilmente dentro del
grupo fónico que en posición final. La posición interior
permite pasar suavemente sobre una sílaba determina­
da, aunque lleve acento, siempre que después de ella
haya alguna otra sílaba fuerte que sirva de apoyo al
movimiento rítmico de la pronunciación. La posición
acentuada final, término ordinario de dicho movimiento,
se halla naturalmente fuera de la posibilidad de dismi­
nuir su propio relieve a base de un apoyo posterior.
De aquí que las palabras acentuadas días, paseo, ve­
nían, por ejemplo, puedan oírse, efectivamente, con
sinéresis, en frases como cuatro días después, di ó un pa­
seo por la mañana, todos venían cansados, mientras que
esas mismas palabras mantienen regularmente su hiato
en después de cuatro dí-as, por la mañana dio un pase-o,
muy cansados vení-an. La posición final dificulta la con­
tracción silábica aun en formas tan propensas a la siné­
resis como los adverbios ahora, ahí y aún. El verso, en
este como en los demás casos, proporciona ejemplos
claramente expresivos de dichas diferencias :

E l áía q u e m e a b o rre ce s , ese d i-a (11 síla b a s) í.


S ie m p re es c ie r to lo pe-or (8) 2.
N o sie m p re lo peor es c ie rto (8) 2.
E lla v o lv ió d ic ie n d o : — H ablad a-hora (11) 3.
Ahora, en el alba casta d e tu s b razo s (11) 4.

152. C a m b i o d e l u g a r d e l a c e n t o . — A l juntarse en
una misma sílaba acentuada, de intensidad relativamen­

1 Q u e v e d o . 2 C ald e ró n . 3 Z o rrilla. 4 J. R . Jim énez.


te débil, dos o más vocales diferentes, el acento, cual­
quiera que sea su posición etimológica, cae sobre la
vocal más perceptible. Una vocal de perceptibilidad
débil sólo puede predominar en un grupo silábico sobre
otra vocal de perceptibilidad mayor, cuando un fuerte
acento espiratorio, cayendo especialmente sobre dicha
vocal débil, refuerza su sonido y le hace destacarse sobre
la vocal que la acompaña. La vocal débil pierde esta
preponderancia en el momento en que le falta el apoyo
especial del acento l . En día, había, aún, laúd, por ejem­
plo, la vocal que recibe el acento al verificarse la siné­
resis es, pues, principalmente la a, con lo cual la i y
la u, del mismo modo que en los diptongos de diabloy
aliado y causa, quedan convertidas, según los casos, en
semivocales o en semiconsonantes. Lo mismo ocurre en
las combinaciones de las vocales i, u, acentuadas, con la
e y con la o. Los grupos éa, aé, aó, etc., se convierten
también, a su vez, en eá, de, do, etc.:

Aun (áu) p a re ce , T e re s a , q u e te v eo 2.
Y no h a y p la ya | Sea (aá) cu a lq u iera 2.
E scrib a n o , al caer (áe) el sol 3.
Cante' al (cá) a m or en su c erca d o h u e rto 4.
¿Q ué es sin t i el (j¿) mundo? Un v a lle d e am argu ra 5
Q u e con Q u e v e d o d e sce n d ió a (joá) la tu m ba 6.

Desde muy antiguo esta dislocación del acento tomó-


un carácter permanente en reina y vaina, que en otro
tiempo se pronunciaron reina y vaina. Análoga tenden­
cia se manifiesta hoy en formas como período, etíope,
cardíaco, monomaniaco, etc., las cuales, no obstante lle­

1 V é a s e M. Gram m ont, Revue des Langucs Romanes, 1 9 1 6 ,


L I X , 406. 2 E sp ro n ce d a . 3 Z o rrilla. 4 V . W . Q u ero !. 5 C am p o-
am or. 6 N úñez de A rc e .
var escrito el acento sobre la i, se pronuncian, en gene­
ral, destacando la vocal siguiente y con virtiendo el grupo
en un diptongo ascendente: perjódo, etjópa, kardjáko, etc.
En océano y alvéolo la pronunciación se aparta también
corrientemente de la escritura, colocando el acento
sobre la segunda vocal del grupo, pero conservando,
en general, las cuatro sílabas de cada palabra: o-03-á-no,
al-be-ó-lo. En lenguaje rápido se hacen trisílabas.
153. P r in c ip io s de la a g r u p a c ió n s il á b ic a e n t r e v o ­

cales y — La estrecha relación que existe


co n so n an tes.

entre la forma de la sílaba y las modificaciones que


-experimentan los sonidos que la constituyen hace nece­
sario saber distinguir claramente, dada cualquier pala­
bra o frase, los límites de cada grupo silábico. La de­
terminación del punto en que se dividen o separan dos
sílabas contiguas presenta en muchos casos importantes
dificultades.
Por la ley de constitución de la sílaba se sabe, por
ejemplo, que una consonante entre dos vocales separa
necesariamente a dichas vocales en sílabas distintas;
pero falta saber si esa misma consonante entra a formar
parte del núcleo silábico de la primera vocal o de la
segunda o si se reparte entre una y otra. El hecho se
complica cuando entre vocal y vocal figuran varias con­
sonantes. En las manifestaciones de esta materia, junto
a principios de carácter general intervienen razones his­
tóricas y tendencias particulares que hacen que los
hechos no se desarrollen del mismo modo en todos los
idiomas. En términos generales la pronunciación espa­
ñola procede en este punto de la manera siguiente:
a) Una sola consonante entre dos vocales se agru­
pa silábicamente con la segunda vocal: hora-ó-re, rezo-
xe-0c, pereza-pe-ré-fo.
b) Los grupos pr, pl, br, bl, f r , fl, tr, dr, el, cr, g r ,
gl, forman sílaba asimismo con la vocal que les sigue :
oprimir-o-pri-mjj, copla-kó-ple, abrigo-a-brí-go, pueblo-
pwé-blo, sufrir-su-frfj, atrevido-a-tit-bi-áo, padre-pá-dra,
ra:/tftfZ0-r$-klá-mo, ¿7<;rafttar-a-kre-di-tá.i, negro-né-%rc,
siglo-si-%\o.
c) En cualquier otra combinación de dos consonan­
tes, iguales o diferentes, la primera se agrupa con la vo­
cal anterior y la segunda con la siguiente: perla-pér-le,
alto-%1-to, resplandor-res-plan-dpi, observar-qb-s$r-báji,
innoble-jn-nó-bta, ennegrecer-en-ne-%re-ti$ji.
d) Tratándose de tres consonantes, las dos prime­
ras forman sílaba con la vocal que precede y la tercera
con la que sigue: intersticio-\n-t$rs-ti-Q¡G, perspicaz-pers-
pi-káQ, conspirar-k9ns-pi-ráj, i?istinto-\"s-tín-to.
e) Cuando en un grupo de tres o más consonante»
las dos últimas son p r , pl, br, bl, fr , f l , tr, dr, el, cr, gr,
gl, únense éstas con la vocal siguiente y las demás con
la vocal anterior: desprecio-des-pré-0jo, completo-k9m*plé-
tc, hombre-^m-bra, temblor-tera-blQj, infla?nar-\m-S[^-xxiki,
destrozar-&z%-\xo-§ái, tendré-ten-dré, conclusió?i-\íqi)-\d\i-
sjQn, escribir-zs-kr\-b\i, sangre-sáij-gra, inglés-\i)-glésr
construcción-)<LQns-\.r\i%-§)§n, abstraer-ab$-tra-$i, etc.
Sobre la práctica de estos principios conviene además
tener en cuenta las observaciones especiales reunidas en
los siguientes párrafos.
154. S ilabeo dé la consonante in ter vo cálica . —

La consonante intervocálica, en la conversación rápida,


se enlaza en realidad con las dos vocales contiguas, de
tal modo que el tiempo de su propia intensión se funde
con la distensión de la vocal precedente, y el de su dis­
tensión con la intensión de la siguiente; pero la mayor
parte de la tensión articulatoria de dicha consonante y
el efecto principal de su sonido caen, como queda dicho,
dentro del núcleo silábico de la segunda vocal: te-me-
ro-so, a-de-re-zoy ju-ve-?iil, etc.
En palabras como aborígenes, adaptar, enajenar, in­
oportuno, desobediencia, subordinar, nosotros, etc., la
consonante final de las partículas ab-y ad-, en-, in-t des-,
aunque en la escritura, al dividir línea, sea
costumbre representarla etimológicamente unida a la
vocal anterior, in-oportuno, des-obediencia,nos-otros, en la
pronunciación se trata corrientemente como intervocá­
lica, agrupándola con la vocal siguiente: a-bo-rj-xa-nes,
a-dap-tár, e-na-xe-nár, i-no-pQr-tú-no, de-so-be-djén-0je,
su-bpr-di-nái, no-só-trQs, etc. La /¿ que puede aparecer
en ciertos casos entre la consonante y la vocal no impi­
de el expresado enlace: deshilado de-si-lá-do, enhebrar-
e-ne-bráa, mhumano-i-nñ-miL-no. Lo mismo se hace con
la consonante final de mal, bien, en formas compues­
tas como malandanza-mOi-\dLi\-&kn-fo, bienestar-b\z,-wz.s-
táj, bienaventurado-b)z-n3i-bzn-\.\i-rái-áo, etc.
Dentro del grupo tónico, la consonante final de una
palabra, en contacto con la vocal inicial de una palabra
siguiente, se trata también como intervocálica en la pro­
nunciación rápida, agrupándola silábicamente con dicha
vocal inicial: el oro e-ló-ro, un hombre-ú-nfim-brz, muchos
honores mú-co-so-nó-ras, luz amarilla-\ú-§3i-m&-r\-\a, etc.
En virtud de este enlace, casos de significación tan dis­
tinta como los siguientes, resultan exactamente iguales
en la pronunciación: el hado y helado-z.-lá-do, en ojo y
enojo-t- 119-xo, el ejido y elegido-z-l?-xí-do, las aves y la
^¿¿y-la-sá-bas, el heno y heleno-tAé-no, en aguas y ena-
guas-z-ná-gwBs, el hecho y helecho-z-\&-to.
Cuando la vocal que precede a la consonante intervo­
cálica es la que lleva el acento fuerte, como, por ejem-
pío, en copa, pavo, casa, cena,pieza, etc., la atracción que
dicho acento ejerce sobre los sonidos vecinos hace que
el enlace entre la vocal acentuada y la consonante si­
guiente sea más fuerte y estrecho que cuando dicha vo­
cal es inacentuada. En pronunciación fuerte y enfática,
y sobre todo cuando la consonante intervocálica es n, 1,
o alguna de las fricativas sordas s, 0, f, x, dicha atracción
suele producir cierto alargamiento en la tensión de
la consonante, la cual se reparte entre las dos vocales
contiguas, tendiendo en cierto modo a la duplicación
de dicha consonante:pasa-pás-se, cesa-Qés - s e , tufo-t^i-io,
dice-dí0-0a; pero lo corriente es que este desdoblamiento
no sea tan considerable que el oído reciba propiamente
la impresión de una consonante doble, como ocurre,
por ejemplo, con la consonante doble italiana o con la
que también se oye en español en casos como im niño-
yn níno, dos santos-dqs sántos, etc. l .
La consonante final absoluta, haz, jamás, papel, ora­
ción, amor, funde su intensión con la distensión de la
vocal precedente; su tensión es ordinariamente, aunque
larga, débil y relajada, y su distensión resulta, en gene­
ral, imperceptible, cesando, en gran parte o por com ­
pleto, el impulso espiratorio antes de que los órganos
abandonen la posición correspondiente a la articulación
de la consonante; véanse §§ 72, 102, l i o y I I I .
155. S i l a b e o d e d o s c o n s o n a n t e s i g u a l e s . — Dos

consonantes iguales, en contacto, se pronuncian como


si se tratase de una sola consonante relativamente larga
y repartida entre las dos sílabas inmediatas; la inten­
sión de esta consonante, con alguna parte de su tensión,
corresponde a la sílaba precedente, y el resto a la si-
1 T rá ta s e d e e s te p u n to con m ás d e te n im ie n to y ex ten sió n
en Revista de Filología Española, 1918, V , 388-391.
guíente, hallándose, por tanto, el límite de ambas síla­
bas hacia el centro de la tensión de dicha consonante
larga. La duración de ésta no es, pues, igual precisa­
mente a la suma de dos consonantes simples; pero a
falta de otro medio mejor empleamos en la escritura
fonética una consonante doble para representarla: z/z-
numerable-ynniímzréfoXz, innato-\uuéXo, sin necesidad-syn-
neGesidád, obvio-<?bbjo, subvención-sybben0j9n, edad di-
ckosa-edád dicósa, juventud dorada-*ubentyd doráda,.
corcel ligero-kQr0|l ljxéro, el lobo-§\ lobo, los señores-
I9S señoras, dos sobrinos-d<?s sobrinos, luz cenital-\x¡&
0enitál, diez cigarros-djéti 0igá?ós.
Aun cuando el acento de fuerza, alargando la tensión
de una consonante intervocálica inmediatamente poste­
rior a dicho acento, tienda a aproximar su articulación
a la de la consonante doble, tal como aparece en los
ejemplos antes citados, el grado de duración y de des­
doblamiento de aquélla es en todo caso bastante infe­
rior al de la consonante propiamente doble para que el
oído pueda distinguir con facilidad la diferencia entre
ambos casos. Para percibir esta diferencia basta compa­
rar los siguientes ejemplos:

un ovillo ú-n o-b í-lc un novillo-^n-no-bí-Jo


son hombres-só-ntrn-hr^s son nombres-s^n-nóm-bras
aquel ¿>ro-a-ké*ló ro aquel
más obran-má-só -bren más sobran-m ás-só-bren

En la conversación rápida, la vibrante múltiple rr,


intervocálica, reparte sus vibraciones entre las dos síla­
bas contiguas: cario-kár-TG, parrilia-par-rj-le, carrera-
kar-r^-re, etc.; pero en pronunciación lenta, toda la ar­
ticulación de la rr se agrupa únicamente con la segunda
vocal: ká-ro, pa-rí-le, ka-í^-ri?, etc.
156. S il a b e o y m o d if ic a c io n e s d e l o s g r u p o s d e

c o n s o n a n t e s — El grupo de dos consonan­


d if e r e n t e s .

tes distintas formado por una oclusiva ortográfica o


una f y más una r o /, se pronuncia, como queda dicho,
formando una sola sílaba con la vocal siguiente: a-pre­
sar, co-pla> a-tro-pe-Ua-do, etc. Del mismo modo, la b
de las partículas a b o b - , sub- se une a la sílaba siguien­
te cuando ésta comienza con l: o-bli-gar, su-ble-va-ción,
a-bla-ti-vo, o-blon-go; exceptúase sub-lu-nar. Ante r ini­
cial, en palabras de composición conocida, mantiénese
la b en la sílaba etimológica: subrayar-s^h-rai-yáj, subro-
gar-sxib-TQ-%&i, subrepticio-s\ih-Y§p-\i-§]o¡ abrogar-ak-rq-
gái. En el grupo di, la d se pronuncia con la sílaba anterior
y la / con la siguiente: to-mad-lo, mi-rad-lo. En ti hay
vacilación: unos pronuncian at-las, at-le-ta, y otros a-tlasy
a-tle-ta; pero en la conversación ordinaria, la pronuncia­
ción más corriente es ád-tas, etc., como se dijo en el § 98.
Tanto Ja 1 como la r, en cualquiera de los casos ante­
riores son plenamente sonoras; en pronunciación enér­
gica, y sobre todo en habla dialectal, una oclusiva sorda
precedente suele, en parte, contaminarlas con su sor-
dez: aprieta, réplica, trigo, pliego, §§ I I I y 115*
En los grupos de dos consonantes que no respondan
a ninguna de las combinaciones a que los anteriores
casos se refieren, la primera de ellas constituye sílaba,
como es sabido, con la vocal precedente y la segunda
con la siguiente, quedando, sin embargo, una y otra en­
lazadas de tal manera, que la distensión de la primera
y la intensión de la segunda se realizan ordinariamente
dentro de un mismo tiempo: hor-no, pas-to-res, al-tar.
Este enlace produce en muchos casos, entre las con­
sonantes, numerosas e importantes transformaciones,
cuyos efectos se manifiestan de un modo especial sobre
la c o n s o n a n te m ás débil, que es p recisam en te, como
fin al d e s íla b a , la p r i m e r a d e l g r u p o . D e var ia s d e e s t a s
t r a n s f o r m a c i o n e s s e hizo m e n c i ó n o p o r t u n a m e n t e e n el
a n á lis is p a r t i c u l a r d e la s c o n s o n a n t e s ; p u e d e n r e d u c i r s e
e n c o n j u n t o a la s i g u i e n t e e n u m e r a c i ó n :
a) En el g r u p o de dos oclusivas sordas, pt, ct, la
p r i m e r a e s i m p l o s i v o - o c l u s i v a y la s e g u n d a o c l u s i v o - e x -
p losiva ; d u r a n t e la o c l u s i ó n , los órganos pasan de la
p r i m e r a c o n s o n a n t e a la s e g u n d a , sin q u e la t r a n s i c i ó n
s e a a c ú s t i c a m e n t e p e r c e p t i b l e ; la d i v i s i ó n s i l á b i c a r e c a e ,
pues, sobre d ich a oclu sió n : apto-áp-to , § 79; doctor-
d g k - t g i , § 1 2 5 ; la p r i m e r a c o n s o n a n t e en e s t e c a s o es,
e n g e n e r a l , un a a r t i c u l a c i ó n r e l a ja d a q u e a v e c e s se r e d u ­
c e a f r i c a t i v a y a v e c e s s e p i e r d e t o t a l m e n t e en la p r o ­
nu nciación , aun cu an d o , c o m o ocu rre en septiembre, sus-
criptor, e t c . , s i g a c o n s e r v á n d o s e e n la e s c r itu r a .
b) L a s s o n o r a s b, d a n t e o c l u s i v a sorda se c o n v ie r ­
t e n e n p, t, o m á s f r e c u e n t e m e n t e s e r e d u c e n a sus f r i ­
cativas c o r r e s p o n d ie n te s : obtener-qh-te-n$i, § 80; adqui­
rir-2A-V\-r\i, § IOO; en el encuentro con o tr a s o n o r a
a n á l o g a s e r e d u c e n a fr ic a t iv a s las d o s c o n s o n a n t e s d e l
grupo: abdicar-^h-di-ká i, § 8 1; advertir-§d-h$r-\.\i, § IOO.
c) C u a lq u ie r o clu siva o rto g rá fica an te nasal se r e d u ­
c e a la fr ic a t iv a sonora c o r r e s p o n d i e n t e : abnegación-
ab-n3- ga -0 j9n, § 8 1 ; atmósfera-ad-mqs-h-ra, § 98; admira-
¿/¿’- a d m i r á b b , § IOO; técnica-t ? g -n i-k a , § 1 2 8 ; digno-

d f e 110» § I 2 7- E n el g r u p o bm, s i e n d o a m b a s d e l m i s m o
órgano, la p r i m e r a casi va a b s o r b i d a p o r la s e g u n d a :
submarino-syb-mv-rí-nG, § 80.
d) A n t e c o n s o n a n t e fr i c a t i v a , las o c l u s i v a s o r t o g r á ­
fica s s e p r o n u n c i a n o r d i n a r i a m e n t e c o m o fr ic ativ a s, r e ­
s u l t a n d o m á s o m e n o s s o n o r a s o s o r d a s , s e g ú n lo s c a ­
sos: ec/ipsar-e-klih-sái, § 79; concepción-kQn-Q$h-Qj$ny
§ 83; su b y u g a r s e -yu-gáj, § 81; adyacente-ad-ya-Qén-tz,
§ IOO; accio'n-a%-Qfán, § 128; examen-%%-sá-mén, § 129.
e) La consonante n final de sílaba toma el punto de
articulación de la consonante siguiente: en paz-zm-pá0,
§ 86; conforme-kqm-iqY-mz, § 89; onza-§n-0e, § 95; conde-
k^ -da, § 103; ancho-an-to, § 122; nunca-nui)-ke, lonja-
l$r)-xe, § 130. En el grupo nm la m cubre o absorbe
totalmente a la n: inmávii-\'l-mó-b]it § l io .
j ) La consonante / pasa por asimilaciones análogas
a las de la n ante una interdental, dental o palatal si­
guiente : calzado-ka|-0á-do, § 96; altura-al-tú-re, § 104;
colckón-kql-cQn, § 123.
g) Las fricativas sordas s, z finales de sílaba reciben
articulación débil y relajada: castillo-ka§-tí-Jo, § 72; as-
censo-as-0én-so, § 106; pizca-pí0-kB, amanezca-a-má-né0-
ke, § 72. En el grupo zt, sin embargo, la t es arrastrada
por la 0 precedente, haciéndose, como ella, interdental:
hazte ¿7¿¿z'-á0-tea-ká, § 97. Cuando la segunda consonante
del grupo es sonora, la s y la z} en la conversación co­
rriente, se sonorizan, disminuyendo, además, sensible­
mente en intensidad y duración: diezmo-djéz-mo, § 94;
mismo-m\z-iñGy isla-\z-1e, § 107. A nte la vibrante ? se
pierde la s totalmente, o bien se transforma en una 1
breve y fricativa, en tanto que la r por compensación
suele reforzarse, aumentando el número de sus vibra­
ciones: dos raz/^-dQjraábs, § 107.
h) En los grupos de tres o más consonantes, la ar­
ticulación de la primera de las dos consonantes que se
asocian con la vocal precedente, se pronuncia débil y
relajada; la lengua tiende, en general, a eliminarla. La
segunda consonante del grupo es siempre una s, tam­
bién relativamente débil: obstáculo-qh^-tá-VM-Xo, adscrito-
ads-krí-to, constante-kQnstán-t3, etc., §§ 84, IOO, IIO.
INTENSIDAD

157. D i f e r e n c i a s d e i n t e n s i d a d . — La intensidad se
manifiesta en el lenguaje por movimientos sucesivos de
aumento y disminución en correspondencia con las va­
riaciones de energía con. que se desarrolla el impulso
espiratorio. Existen diferencias de intensidad no sólo
entre las distintas sílabas de una palabra, sino entre los
sonidos que integran una misma sílaba y aun entre los
tiempos o partes de un mismo sonido. En la enseñanza
práctica de la pronunciación basta, sin embargo, saber
distinguir a este propósito las diferencias de intensidad
que las sílabas presentan entre sí. Llamamos a las síla­
bas fu e r t e s o d é b ile s , según el grado relativo de su
intensidad, § 22. Prodúcense, además, en determinadas
circunstancias variantes de intensidad inferiores o supe­
riores, según los casos, al valor relativo que normal­
mente corresponde a cada uno de dichos términos.
158. C a u s a s q u e d e t e r m i n a n l a s d i f e r e n c i a s d e i n ­
t e n s i d a d . — Las modificaciones que experimenta la inten­

sidad en el lenguaje obedecen a diversas circunstancias:


unas, psicológicas, relacionadas con el sentimiento par­
ticular que acompaña en cada caso a la expresión; otras,
lógicas, en relación con la mayor o menor importancia
que atribuimos en el conjunto de la frase a la significa­
ción de cada palabra; otras, físicas o fisiológicas, depen­
dientes de la naturaleza del sonido y de la articulación;
otras, rítmicas, subordinadas a la general tendencia o
inclinación que hace distinguir alternativamente las ma­
nifestaciones sucesivas de un mismo fenómeno, y otras,
por último, históricas, íntimamente unidas a la tradi­
ción lingüística de cada idioma. Las modificaciones
emocionales, lógicas, tísicofisiológicas y rítmicas de la
intensidad obedecen a leyes generales que producen ma­
nifestaciones más o menos análogas en todos los idio­
mas; las diferencias de carácter histórico constituyen,
por el contrario, uno de los rasgos más característicos
que distinguen a los idiomas entre sí. En este sentido,
la intensidad histórica es la que principalmente importa
considerar en la enseñanza de la pronunciación.
159. I n t e n s i d a d h i s t ó r i c a e s p a ñ o l a . — El acento de

intensidad, que en el estado actual de la pronunciación


española influye más que ningún otro elemento en la
estructura prosódica de nuestras palabras, proviene di­
rectamente, en la mayor parte de los casos, de la acen­
tuación latina. El acento recaía, en latín, sobre la penúl­
tima sílaba de las palabras cuando esta sílaba era larga,
y sobre la antepenúltima cuando la penúltima era breve.
Las palabras latinas, bajo las leyes peculiares de la foné­
tica española, modificando unos sonidos y eliminando
otros, sobre todo por lo que se* refiere a los que se
encontraban en las sílabas anteriores y posteriores al
acento, aparecen hoyen nuestro idioma profundamente
transformadas; pero a través de las más graves transfor­
maciones, la sílaba portadora del acento ha mantenido,
generalmente, en español su identidad sustancial con la
correspondiente base latina. En toda palabra española
que tenga acento propio y, por consiguiente, que no
sea enclítica ni proclítica, § 27, dicho acento ocupa un
lugar fijo e invariable. A veces, bajo una misma forma
se dan dos o tres palabras distintas, que fonéticamente
sólo se diferencian por el lugar que en cada una de ellas
corresponde el acento de intensidad: límite, limite, limi­
técéleb re, celebre} celebrédepósito, deposito, depositó
miro, miró; calle, callé; llamo, llamó, etc. Aun en aque­
llas formas de significación invariable, como gentil,
lunes, caballo, etc., la equivocacióa del acento altera y
desfigura la fisonomía de las palabras, haciendo que en
algunos casos resulten casi incomprensibles. El oído
español es evidentemente más sensible a las modifica­
ciones del acento de intensidad que a las de otros elemen­
tos fonéticos. Toda falta o impropiedad en esta materia
constituye un grave defecto de pronunciación.
160. D e t e r m i n a c i ó n d e l l u g a r d e l a c e n t o . — Por

razón del lugar que ocupa en cada caso la sílaba acentua­


da, existen en español tres clases de palabras: a g u d a s ,
con el acento de intensidad sobre la última sílaba: razón-
ra0Qn, perdÍ2-p$rd[ti; lla n a s , con el acento sobre la
penúltima: hermano-^rmáno, c a s t i l l o y e s d rú ju -
la s , con el acento sobre la antepenúltima: rápido-rápido,
máquina-mákina. En formas compuestas, el acento llega
a alejarse aún más de la sílaba final: cómetelo-kómatalo,
adviérteselo - adbj^rtssalo; acercándoseme - aG^rkándosame,
comiéndosemelo-\fLOTn)éndos3 m3 \o\ a estas formas se les
llama s o b r e s d r ú ju la s l . Aprendem os a dar a cada pa­
labra su acentuación tradicional por el uso que hemos
advertido en la pronunciación de nuestros mayores.
La determinación científica del lugar del acento, aparte
de las dificultades especiales de algunos casos, puede
1 A las p a lab ras a gu d as su e le tam b ién lla m á rse le s oxztonas;
a las llanas, graves y paroxítonos, y a las esd rú ju las, proparoxí­
tonas.
lograrse, en general, por medios filológicos; pero a falta
de estos medios, que no suelen ser del dominio de mu­
chas personas, la ortografía española puede servir de
guía en el estudio de la pronunciación para resolver
prácticamente la mayor parte de las dudas que sobre
este punto se ofrezcan.
En multitud de casos la ortogratía indica, en efecto,
el lugar del acento de intensidad, escribiendo, como es
sabido, la vírgula } sobre la vocal de la sílaba acentuada.
La determinación de esta sílaba en las palabras que se
escriben sin acento puede conseguirse teniendo en
cuenta las observaciones siguientes.
161. P a l a b r a s l l a n a s . — Se pronuncia llana, con
acento sobre la penúltima sílaba, toda palabra de dos o
más sílabas escrita sin acento y terminada en vocal o en
las consonantes n> s: casa-káse, dice-áife, pequeño-yzkino,
ventaja-bentáxu, consuelo-kyTiswéXo, virgen-byrxzn, exa-
men-%%sáman, ¿vzz/¿z«-báilen, martes-martes, jueves-xwéhzs.
Toda palabra terminada en vocal, en n o en s que
no sea llana, llevará indicada en la escritura la acentua­
ción que le corresponda: rubí-ryhi, cantó-kantó, llegará-
Jegará, razón-faQqn, volcán-bplkán, vencerán-benGarán,
jamás-xamás, marqués-markés, fisiólogo-íisjólogo, vírge-
7Z¿\í-b{rxanes, jóvenes-xóbañes, régimen-r^ximén.
16 2 . P a la b r a s a g u d a s . — Se pronuncia aguda, con

acento sobre la última sílaba, toda palabra de dos o más


sílabas escrita sin acento y terminada en cualquier conso­
nante que no sea n ni s: mujer-m\$x$i, grabador-grahBdqjLy
añadir-anvd\i, clavel-klab^l, gentil-xz.x\\$y audaz-audáti,
arcaduz-ark^d^S, virtud-birtyd, llamad-lamád, reloi-r?ló,
•¿^¿z^-bibák, querub-keryb.
Toda palabra terminada en consonante que no sea
n o s , a la cual corresponda acentuación llana o esdrú-
jula, llevará indicado ortográficamente el lugar del acen­
to: nácar-nákaj, alcázar-aWé&dUL, fácil-{éü\\, débil-déb\\,
cáliz-ké\\§, césped-0?sped, áspjd-ásp\á} álbum-álhyn.
163. P a l a b r a s e s d r ú j u l a s . — Las formas esdrújulas
y sobresdrújulas llevan siempre indicada ortográfica­
mente la sílaba acentuada: dguila-i.%ib, árboles-i.rboles,
¿■//¿z&z-síleba, gramática-grdiméX\\idi, acérrÍM0-aQ$r\moy re-
cibelo-f^Gíbalo, déjasela-d^xesala, cómpramelo-kQmprema-
lo, añádasele-anádesale, ^///¿ra^/fl-esplíkemalo.
164. A c e n t u a c i ó n d e l p l u r a l . — Las formas de plu­
ral mantienen el acento de intensidad sobre la misma
sílaba en que lo lleva la forma singular respectiva. Esta
inmovilidad del acento hace que muchas palabras que
en singular son agudas o llanas resulten, por terminar
en consonante, llanas o esdrújulas, respectivamente, al
tomar la desinencia de plural: razón-ra09n, razones-?a0ó-
nas; collar-koláj, collares-koláras, árbol-krbQl, árboles-
árboles, virgen-h\rx3 Ti, vírgenes-bírxanes. Se apartan de la
regla general carácter-V.axzk\%i y régimen-í^ximén, cuyos
plurales trasladan el acento sobre la sílaba que sigue
inmediatamente a la que lo lleva en el singular: carac-
ter^-karaktéras, regímenes-T^xim^n^s.
165. E l a c e n t o y l a i n a c e n t u a c i ó n . — Por razón
del acento las sílabas se dividen, como queda dicho, en
fuertes y débiles. La pronunciación española reparte
claramente entre ambas categorías prosódicas las síla­
bas de una palabra o frase. Claro es que lo fuerte o
acentuado y lo débil o inacentuado ni representan va­
lores invariables, ni se hallan siempre, desde un punto
de vista relativo, a una distancia determinada y fija. El
uso permite que dentro de cada una de dichas catego­
rías, por razones rítmicas o psicológicas, la sílaba acen­
tuada sea más o menos fuerte y la inacentuada más o
menos débil, respetando los límites necesarios para que
una y otra especie no se confundan entre sí. Lo ordi­
nario es que cada palabra tenga una sílaba acentuada,
y que si la palabra es monosílaba, su sílaba única sea
fuerte:pan, luz, mil, va. Hay, sin embargo, algunas pa­
labras que sólo constan de sílabas inacentuadas, y otras,
en número menor, que tienen dos acentos. Estas últi­
mas son, por supuesto, palabras compuestas l.
Existe una estrecha relación entre el acento de inten­
sidad y la función sintáctica que la palabra desempeña.
Se acentúan normalmente los verbos, adverbios, sus­
tantivos, adjetivos y las formas enfáticas de los pronom­
bres. La inacentuación se manifiesta, por el contrario,
en aquellas palabras que, como los artículos, preposi­
ciones y conjunciones, desempeñan el papel secundario
de relacionar entre sí los elementos más importantes de
la oración.
La correspondencia entre la función sintáctica y el
acento llega hasta el punto de que hay sustantivos, ad­
jetivos y adverbios que se pronuncian como formas
débiles al acomodarse a ser empleados en ciertos casos
en un concepto inferior a su propio valor gramatical,
hallándose asimismo partículas relativas o conjuntivas
que, por su párte, se pronuncian con acento fuerte
cuando alguna especial circunstancia, en determinadas
ocasiones, refuerza o destaca su papel. En los casos en
que el paso de una función a otra no ha llegado aún a
definirse con la necesaria claridad, el uso vacila entre la

1 T ie n e d o s a ce n to s la form a asimismo y tam b ién lo s a d v e r­


b io s en mente, uno en e l e le m e n to a d je tiv o y o tro en la te rm i­
n ació n : fuérteménte, admirábleménte, ignálménie. E s tam b ién fre ­
cu e n te , a u n q u e no unán im e, la p ro n u n cia ció n b ia cen tu al d e
gnárdiacivil, cámposánto, todavía, biénvenida y enhórabuéna.
acentuación y la inacentuación. Otras veces la vacilación
responde a diferencias dialectales, de las que el que
habla no siempre tiene idea clara y concreta.
Una de las mayores dificultades con que los extran­
jeros tropiezan al hablar español consiste en saber qué
palabras se pronuncian normalmente inacentuadas en
este idioma y qué otras son las que, usándose de ordi­
nario como formas fuertes, se dicen en determinados
casos sin acento. El conocimiento de este punto es asi­
mismo necesario para el estudio histórico de la lengua,
y sobre todo para el análisis rítmico del verso.
166. A c e n t u a c i ó n d e l a s f o r m a s v e r b a l e s . — La
única clase de palabras que no presenta formas inacen­
tuadas es el verbo. No pierden el acento ni siquiera los
verbos auxiliares, a pesar del carácter secundario de su
función sintáctica. Ninguna diferencia se advierte a este
propósito comparando entre sí, por ejemplo, la pronun­
ciación de las formas auxiliares y sustantivas o prono­
minales, indicadas en cursiva en las frases siguientes:

son a d m irad os son a rm o n io so


es to m a d o ¿rto p id o
ha lle g a d o año m alo
he cosechado eco so n oro1

167. F o r m a s n o m i n a l e s i n a c e n t u a d a s . — a) Térmi­
nos de tratamiento. Son siempre inacentuadas, ante el
nombre a que se refieren, las formas corrientes de tra­
tamiento: don, doña, fray, sor, san, santoy santa. Se
acentúan santo y santa con valor de adjetivos o sustan­

1 E l e s ta d io e x p e rim e n ta l d e e sto s c aso s y d e lo s q u e se


c itan en lo s p á rra fo s sig u ie n te s p u e d e v e r s e en e l a rtícu lo titu ­
la d o Palabras sin acento, en Revista clt Filología Española, 1925,
XII, 335-375-
tivos. Pierden su acento ordinario las palabras señor,
señora, señorito, señorita, padre, madre, hermano, herma­
na, tío, tía, usadas como formas de tratamiento en locu­
ciones vocativas: «señor Martínez», «señorita María»,
«padre Andrés», «tío Juan». Se acentúan, sin embargo,
estas mismas palabras cuando la invocación toma cier­
to carácter enfático o cuando, sin dejar de ser formas de
tratamiento, van en frases no vocativas: «vino el señor
Martínez», «ha escrito el tío Juan», etc.
b) Vocativos. En toda locución breve de carácter
vocativo y en expresiones cortas de cariño o reproche,
pierde de ordinario su acento cualquier nombre, sus­
tantivo o adjetivo, que ocupe el principio de la invoca­
ción: «¡buen hombre!», «¡mala lengua!», «¡gran picaro!»,
«¡Dios mío!», «¡cara de rosa!» Fuera de este caso, se
acentúan siempre estas mismas palabras.
c) Denominaciones compuestas. En los nombres
personales compuestos, como «Juan José», «Juan Fran­
cisco», « JoséMaría», «Pedro Antonio», «MaríaJosefa»,
«María Rosa», etc., se pronuncia como forma débil el
primero de los dos elementos de cada nombre, aun
cuando a veces se escriba con acento. Lo mismo ocurre
ordinariamente en los nombres compuestos toponími­
cos, en que el primer elemento es alguna forma de uso
tan común que no basta por sí sola para designar el lu­
gar de que se trata: «Aldea del Rey», «Casas de Haro»,
«Fuente el Fresno», «Puente la Reina», «Torre del Con­
de», « Villa del Prado», etc.
d) Nombres prepositivos. Se usa corrientemente sin
acento la palabra casa en la locución casa de, vulg. ca e,
y ca, ant. cas de: «voy casa de mi padre». En igual caso
se hallan cara en la locución cara a (comp. frente a y
.hacia < fa z a), boca en combinación con arriba y abajo
y patas en «patas arriba»: «se volvió cara a la pared»,
«con el espanto cayeron boca arriba y boca abajo»,
«una mosca yace patas arriba en.m edio de la caja».
Combinados también con arriba y abajo suelen usarse
sin acento, aunque con menos regularidad que las for­
mas anteriores, los nombres cuesta, calle y río.
e) Numerales. Se dicen con acento los numerales
simples, cardinales u ordinales: «cinco días», «diez se­
manas», «octavo año», «décima edición». Las formas
apocopadas cien, primer, tercer se acentúan como las
demás: «cien caballos», «primer curso», «tercer año».
En el mismo caso se halla postrer. En las cantidades
compuestas sólo se acentúa, por lo general, el último
elemento: «treinta y cinco», «cuarenta y siete», «vigé­
simo quinto». Los ordinales, como menos usados, mues­
tran mayor resistencia a la desacentuación que los
cardinales. Por excepción, la forma ciento, con o sin
apócope y en singular o plural, sólo se desacentúa pre­
cediendo inmediatamente a m il; «cien mil duros», «ocho­
cientas mil pesetas». Se dice con acento en cualquier
otro caso: «ciento treinta y dos metros». La forma mil,
apartándose también de la regla general, lleva siempre
acento, cualquiera que sea su posición: «mil doscientos
caballos», «dos mil años».
f ) Indefinidos. Los indefinidos, adjetivos o pronom­
bres, apocopados o no, se pronuncian con acento: otro,
alguno, algún, ninguno, ningún, algo, alguien, nadie. El
distributivo cada presenta diferencias regionales, predo­
minando la forma inacentuada: «cada día está más alto».
168. V o c a b l o s p r o n o m i n a l e s i n a c e n t u a d o s . — ¿^Per­

sonales. En lo que respecta a los pronombres perso­


nales son acentuadas las formas de nominativo y las
de complemento indirecto: yo, tú, él, nosotros, vosotros,
ellos, por mí, para ti, sobre sí, etc. Son inacentuadas las
formas de complemento d irecto: me, nos, te, os, le, la,
lo, les, los, las, y el reflexivo se: «me paro a mirar», «os
vimos venir», «se les perdió», etc.
b) Posesivos. Se acentúan los pronombres posesi­
vos mío, tuyo, suyo, nuestro, vuestro, con sus formas de
femenino y de plural: «mía fué la culpa», «esta carta
es tuya'», «vuestro es el porvenir», «la deuda es nues­
troi». Los adjetivos posesivos mi, tu, su, nuestro, vues­
tro, etc., se pronuncian sin acento: «mis mejores años»,
«tus dos hermanas», «vuestros parientes», etc. En Cas­
tilla la Vieja, Asturias y León, contra el uso general de
la lengua literaria, las formas mi, tu, su, etc., se pro­
nuncian como palabras acentuadas: «mis casas», «sú
tío», «sús obras», etc.
c) Demostrativos. Son siempre acentuados, tanto
en función de pronombres, escritos con acento, éste, ése,
aquél, etc., como con valor adjetivo, escritos sin acen­
to, este, ese, aquel, etc. El énfasis podrá dar al pronom­
bre más acento que al adjetivo, o al adjetivo más que al
pronombre, según las circunstancias de cada caso. En la
pronunciación corriente, ni afectada ni enfática, ningu­
na diferencia se advierte entre unas y otras formas. La
misma acentuación fonética tiene, por ejemplo, a pesar
de lo que aparenta la escritura, la forma esa en «esa
senda solitaria» que en «ésa fué su gran desgracia», o la
forma aquella en «aquella tarde de otoño» y en «aqué­
lla trajo la suerte», etc. 1.

1 E l habla v u lg a r y fam iliar su e le e m p le ar esta sin a ce n to


en las e x p r e s io n e s d e c a rá c te r a d v e rb ia l: «esta mañana», *esta
tard e» y *esta n oche». L a in acen tu a ció n d e los a d je tiv o s d e ­
m o stra tivo s es c o rr ie n te , com o rasgo d ia lectal, en la R ioja y en
N avarra.
d) Relativos. Son inacentuados que, quien, quienes,
cuyo, cuyos, cuya, cuyas, cz/#/, cuales, usados meramen­
te como relativos. Se acentúan, por el contrarió, como
interrogativos, determinativos 'o exclamativos. En los
•ejemplos siguientes, de Lope y de Alarcón, figuran for­
mas acentuadas e inacentuadas:

¿Quién sin o quien so is p u d ie ra


v a le rm e en ta n to peligro?
¡Qué d ije ra n lo s que están
b u sca n d o qué m u rm urar!

Se acentúan cual y cuales precedidos y determinados


por el artículo: «un daño contra el cual no hay remedio
posible». Las formas tal y tales llevan siempre acento:
«de tal palo, tal astilla».
169. A d v e r b i o s i n a c e n t u a d o s . — Por regla general
los adverbios, como queda indicado, se pronuncian con
acento: ahora, antes, cerca, lejos, sí, no, bien, mal,
muy, etc. Se apartan de la regla general los casos si­
guientes :
a) Relativos. Los adverbios donde, cuando, cuanto,
-como, expresando una relación simplemente adverbial,
se pronuncian como formas débiles y se escriben sin
acento. Estas mismas palabras, usadas con valor inte­
rrogativo, determinativo o exclamativo, se acentúan en
la pronunciación y en la escritura. Recuérdase siempre
.a este propósito la conocida redondilla de Iriarte:
— H e re ñ id o a un h o ste le ro .
— ¿Por qué?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?
— Porque donde, cuando como,
sirv e n m al, m e d e s e s p e r o .

La forma verbal como, del tercer verso, aun cuando se


•escriba sin acento, es, por supuesto, fonéticamente acen­
tuada. Tanto, tanta y sus plurales se dicen siempre como
formas fuertes. Por el contrario, tan se dice como pala­
bra débil: «tan alto como las nubes».
b) Temporales. La palabra luego se dice con acento
empleándola como forma propiamente temporal: «luego
lo veremos», y sin acento si se usa con significación
consecutiva: «pienso, luego existo». Aún se pronuncia
con acento, formando una o dos sílabas, § 147, con la
significación esencial de ‘todavía’ : «aún tengo fuerzas»,
«vive aún», y sin acento, formando una sola sílaba, con
el valor de ‘hasta’ o reforzando a ni: «aun de sí mismo
desconfía», «no descansaba ni aun para comer». El
adverbio mientras se acentúa con la significación abso­
luta de ‘entretanto’ : «acabad de arreglaros; mientras,
terminaré esta carta»; es inacentuado cuando se usa con
el valor conjuntivo de ‘entretanto que’ : «mientras aca­
báis de arreglaros acabaré esta carta». En la forma re­
cién, tal vez por diferencias regionales, hay vacilación,
predominando el uso acentuado.
c) Cuantitativos. Medio, pronunciado con acento
como adjetivo, «Medio día», no se acentúa como adver­
bio, «medio dormido». Más y menos, fuertes como
adverbios, «más de una vez», «menos de la cuenta», son
débiles cuando enlazan, a modo de conjunciones, can­
tidades o conceptos que se suman o restan: «cuatro
más siete», «habló de todo menos de su boda». La forma
más es comúnmente débil, aunque se escriba con acento,
en la locución conjuntiva más que, equivalente a sino:
«no hacía más que divertirse». Casi vacila fácilmente
entre la acentuación y la inacentuación, aun en una mis­
ma persona, según el tono en que se habla, siendo la
forma inacentuada la que de ordinario corresponde a la
expresión no afectada y corriente.
170. P r epo sicio n es, con ju n cio nes y artícu lo s. —

Constituyen esencialmente estas palabras, según queda


dicho, la clase inacentuada. Se dan entre ellas, sin em­
bargo, algunas excepciones:
a) Preposiciones. La forma según se dice normal­
mente con acento, lo mismo cuando tiene carácter pre­
positivo que cuando se usa como adverbio: «según las
circunstancias», «según iban pasando». Son inacentuadas,
por el contrario, aunque con vacilaciones, según el én­
fasis, y con diferencias entre unos individuos y otros}
las locuciones prepositivas excepto, salvo > mediante,
durante, respecto a y junto a: «excepto dos de ellos todos
han dado fruto», «junto a la puerta hay un árbol». La
preposición se acentúa, en fin, usada como pregunta
elíptica en el habla familiar: «— No podrán marchar ma­
ñana.— ¿Por...} — Porque está cortado el camino.»
b) Conjunciones. La partícula y se acentúa cuando,
con valor adverbial o pronominal, encabeza una frase
interrogativa: «¿Y tu padre?» «¿F si estuviera equivo­
cado?». Se acentúa asimismo pues} como pregunta elíp­
tica o en uso pospuesto: «— No debieras salir esta no­
che. — ¿Pues? — Podrías hacer falta aquí»; «Busca,
puesy el sosiego dulce y caro.» Es también frecuente la
acentuación de pero, dicho en tono relativamente eleva­
do, ante pausa, con reforzamiento de su sentido adver­
sativo. Son, en cambio, inacentuadas en la conversación
corriente las locuciones conjuntivas puesto que, supuesto
que: apuesto que no te gusta, no lo comas».
c) Artículos. El artículo definido se pronuncia sin
acento: «el niño», «la fuente», «los días». El indefinido
se acentúa: «un niño», «una fuente», «unos días». Los
plurales unos, unas, se emplean también sin acento
cuando sirven para dar valor aproximativo, sin énfasis,
a la cantidad a que preceden: «unos quince años»,
«unas treinta personas».
171. D ifer en cia s de a ce n tu a ció n e n tr e la pronu n ­

c ia ció n y la — Las palabras período, car­


e scritu ra .

díaco , alvéolos, Océano, ya citadas, § 1 52, no se acen­


túan en la pronunciación corriente como indica la
escritura, sino como figuran en la siguiente transcrip­
ción: perjódo, kardjáko, albaólos, o0aáno. A las palabras
poliglota, pentagrama, metamorfosis, metempsicosis, y a
otras más corrientes, como miligramo, centigramo, de­
cigramo, centilitro, decalitro, etc., les corresponde acen­
tuación llana según la última edición del Diccionario aca­
démico, 1925; pero se pronuncian generalmente como
formas esdrújulas: políglota, pentágrema, metamorfosis,
metdmpsíkosis, milígremo, Oentílitro, etc. La acentuación
llana se va haciendo corriente en ¿z/0£r¿z7/¿0-k¡lcgrámo,
y es ya general en epigrama-tpigráme y telegrama-
telagráme, las cuales, sin embargo, aun se usan como
esdrújulas fuera del habla culta. Se escribe cartomancía,
quiromancía y nigromancía, con acento sobre la i; pero
se pronuncia kartománBja, kirománOja y nigrománOja. Se
escribe conclave o cónclave, medula o médula, cíclope o
ciclope, fárrago o farrago; pero lo corriente en la pro­
nunciación es la acentuación esdrújula: kgqklebe, mé­
dula, Bíklope, fáfego.
172. E l a c e n t o e n l a f r a s e . — Cualquiera que sea
la combinación en que las palabras aparezcan dentro de
la frase, su acento se mantiene de un modo invariable
sobre la misma sílaba en que lo llevan aisladamente
consideradas; pero suelen darse diferencias en cuanto
al grado de intensidad entre las diversas sílabas fuertes
de una misma frase. La palabra, por razón de su acen­
to, se subordina en la oración al grupo de intensidad;
cada grupo de intensidad, como ya se dijo, § 27, lleva
un solo acento principal; pero hay que tener en cuenta,
además, que este acento no es siempre igualmente fuer­
te en todos los grupos que constituyen una frase. Por
lo general en cada frase hay siempre un acento princi­
pal que, reforzado por circunstancias lógicas o emocio­
nales, predomina sobre los restantes, recayendo preci­
samente sobre aquella palabra en cuya significación
hace mayor apoyo el pensamiento; así, en la frase arre-
bataron | las hojas | a los árboles, el acento predomi­
nante lo llevaría el primero, el segundo o el tercer gru­
po, según la importancia relativa que cada uno de estos
términos tuviese en relación con el sentido especial que
quisiéramos dar en cada caso a dicha frase.
173. A c e n t o r í t m i c o . — Como queda dicho, las mo­

dificaciones del acento no sólo establecen diferencias


entre las sílabas fuertes de un mismo grupo fonético,
sino también entre las sílabas débiles; pero estas dife­
rencias, traspasando los límites de la acentuación histó­
rica, constituyen propiamente una cuestión de ritmo.
No conocemos suficientemente la naturaleza del acento
rítmico, ni los principios por que éste se rige en la len­
gua española; sin embargo, en series silábicas de cierta
extensión, el oído, por lo que al acento se refiere, cree
percibir un movimiento alternativo de aumento y dis­
minución, en virtud del cual las sílabas débiles, a partir
de la sílaba fuerte de cada grupo, se distinguen entre
sí, destacándose u oscureciéndose sucesivamente. Pare­
ce indudable que en la producción de este efecto inter­
vienen complejamente, además de la intensidad, otros
elementos del sonido. Los siguientes ejemplos darán
idea de este fenómeno; los números indican esquemáti­
camente el relieve relativo de cada sílaba:
2*1*3: re p e tir, com p arar, con te n e r, am istad, p e sa d e z, a p re n ­
diz, an d alu z, gen eral, ra p id ez, can tador, su sp ira r, te n ed o r, e x ­
p re sió n , catalán, re sistir, etc.
3-1*2: rá p id o , tím ido, p án ico, cú sp id e , á rb itro , sábana, cá n ti­
co , m ítico , p ésim o , c é le b re , lím ite, tóm alo, e tc .
1-3-1-2: re tó rica , fo n ética , m ism ísim o, c a tó lic o , fatíd ico , p e ­
rió d ic o , estím u lo , fan ático, acérrim o, fre n é tic o , e x p líc a te , e s p é ­
ram e, la m úsica, etc.
2 -1-3 -1: a b ad esa, cariñ o so , m arin ero, d e s v e n tu r a , p a n a d e ro ,
z a p a tero , la m añana, e n tre to d o s, etc.
2 -1-2 -1-3 -1: c o n tra p ro d u ce n te , sign ificativo , e x p e rim e n ta d o ,
de sem b a rca d e ro , p le n ip o te n cia rio , co rre lig io n a rio , lo q u e p r o ­
m e tie ro n , con tra lo tratado, etc.

En los grupos formados por cuatro o cinco sílabas


con acento principal sobre la cuarta, el acento secun­
dario no recae sobre la sílaba segunda, como haría es­
perar el principio alternativo, sino sobre la primera:

2 - i - i - 3 - [ i ] : e m p e ra d o r, c o n v e rs a c ió n , re c o n q u ista r, e x p lic a ­
cio n es, e n tre m e tid o , o sc u re c id o , sa crifica d o , so b re la frente,
p o r la m añana, en la co rrien te , etc.

En virtud del acento rítmico, los pronombres enclí­


ticos llegan a alcanzar, en determinados casos, como
muestran los siguientes ejemplos, de Cervantes, Lope,
Tirso y Moreto, respectivamente, el nivel de intensidad
que de ordinario corresponde a las sílabas fuertes:

Q u e os ten go d e h u rta r un niño | A n te s d e lo s m e se s dos,


Y aun si las uñas aliño... | D io s m e e n tie n d e , v á m o nos.
Si el r e y m e n e s te r h u b ie re | D in e ro s , p íd a m elds,
P o rq u e d e m arcos d e p lata | T e n g o llen o un to rreó n .
M olin ero so is a m or | Y so is m o led or;
S i lo so y apárten/, | Q u e le en h arin aré.
¿No h a lla ré ju s tic ia yo? | E n la tierra, áúáolo.
CANTIDAD

174. C a n t i d a d r e l a t i v a . — La cantidad que importa

prácticamente conocer en todo idioma es la cantidad


relativa, § 21. Esta cantidad obedece en español a ra­
zones meramente fonéticas. Los sonidos españoles no
son largos o breves por tradicción histórica o etimoló­
gica, sino por influencia de diversas circunstancias rela­
cionadas con la intensidad, tono y timbre con que en
cada caso se pronuncian, con el lugar que ocupan en
el grupo fonético, con la naturaleza de los sonidos con­
tiguos y con la estructura de la sílaba en que se encuen­
tran. Las modificaciones de la cantidad española afec­
tan, por consiguiente, a la forma y fisonomía de las
palabras; pero no alteran la significación de éstas, al
contrario de lo que ocurre, como se ha visto, § 159,
con las modificaciones de la intensidad.
175. R a p i d e z o r d i n a r i a d e l a c o n v e r s a c i ó n . — El
uso general entre las personas ilustradas señala un
cierto tempo o rapidez ordinaria en la conversación es­
pañola. Este tempo varía según diversas circunstancias
y, sobre todo, según el orden de emociones que afecta
en cada caso a la expresión; pero estas modificaciones
emocionales tienen también, por su parte, un carácter
general. En determinados casos el lenguaje puede pa­
recer, por consiguiente, demasiado rápido o demasiado
lento, según el sentido y la proporción en que se apar­
te de los límites relativos que normalmente dicho tempo
presenta.
Hay, en efecto, personas que, por temperamento o
por costumbre, se expresan habitualmente con una ve­
locidad distinta de la del uso común.
Faltan datos precisos para saber si la rapidez de la
conversación normal española es mayor o menor que
la de otros idiomas; a los extranjeros les parece gene­
ralmente lo primero; pero cualquier lengua extranjera,
antes de familiarizarse con ella, produce, sin duda, en
este punto análoga impresión. En el siguiente trozo,
leído en alta voz en el tono ordinario que correspon­
dería usar ante los estudiantes de una clase poco nu­
merosa, la mayor parte de las personas consultadas
han empleado de sesenta a sesenta y cinco segundos :

«— ¿Q u é hace u ste d , señor? ¿Por q u é no v a a su tertulia?


T o d a v ía están en lo s p o y e te s el se ñ o r cu ra , el b o tic a rio y el
esc rib a n o . V á y a s e u sted a h ab lar con e llo s.
— Y a es tard e; p ro n to se v o lv erá n y d e s is to d e ir hasta allí.
P r e fie ro v o lv e r m e c h a rla n d o co n tigo .
— ¿Y d e q u é hem o s de ch a rla r n osotros? Y o no sé d e c ir sino
to n te ría s. N o h e le íd o lo s lib ro s y p a p e le s q u e u ste d le e, y
co m o no le h a b le d e los g u iso s q u e m i m a d re h a ce o d e m is
b o rd a d o s y co stu ras, no sé d e q u é h a b la r a su m erced .
— H á b la m e d e lo q u e hablas a A n to ñ u e lo cu a n d o e stá s con
é l d e p a liq u e .
— Y o n o sé lo q u e es p a liq u e , ni sé si e s t o y o no e sto y a
v e c e s d e p a liq u e con A n to ñ u e lo . L o q u e sé es q u e y o no p u ed o
d e c ir a su m e rc e d las co sa s q u e a él le d ig o .
— ¿Y q u é le dices?
— ¡P ues no q u ie re u ste d sa b e r poco! Ni e l p a d re A n se lm o ,
q u e es mi co n fe so r, p re g u n ta tan to.
— x\lgo d e m u y in te re sa n te y m iste rio so te n d rá lo q u e dices
a A n to ñ u e lo , cu an d o ni al p a d re A n s e lm o se lo con fiesas.
— N o se lo co n fieso p o rq u e no es p e ca d o , q u e si fu e se p e ca d o
se lo co n fe sa ría . Y no se lo cu e n to tam poco, p o rq u e a él no le
im p o rta nada, y a u ste d d e b e im p o rta rle m enos q u e a él.» —
J uan V a l e r a , Judnitd Id Ldrgd, cap. V II.

176. C a n t i d a d v o c á l i c a . — Se han aplicado corrien­

temente al español las mismas leyes de cantidad vocá­


lica atribuidas al francés, al italiano y a los demás idio­
mas neolatinos. Según estas leyes, se ha considerado
la r g a toda vocal acentuada ante consonante sencilla
seguida de otra vocal; se ha tenido por b r e v e toda vo­
cal acentuada seguida de dos o más consonantes, y se
ha creído b r e v e asimismo toda vocal no acentuada.
Para que tales indicaciones puedan tener en la práctica
alguna utilidad, conviene señalar especialmente el valor
relativo que a la denominación de vocales la r g a s co­
rresponde en lo que se refiere a la pronunciación es­
pañola. La cantidad vocálica española ofrece, además,
particularidades importantes que no están comprendi­
das en las citadas leyes.
Si se considera la duración normal de las vocales
largas en otros idiomas, puede decirse que en la pro­
nunciación ordinaria española no hay vocales propia­
mente largas. El español que aprenda a hablar alemán
se acostumbra con dificultad a dar la cantidad debida a
las vocales acentuadas en palabras como haben, timben,
Woge, etc.; por el contrario, un defecto muy señalado
en la pronunciación de nuestra lengua hablada por ale­
manes, consiste en hacer excesivamente largas esas mis­
mas vocales en formas como mano, mira, lobo, etc. La
a acentuada, por ejemplo, en esp. casa, nata, ala, no se
pronuncia como en al. Nase, Vater, malen, sino como
en al. kasse, natter, alie. Para acertar, pues, con la can­
tidad vocálica española, los alemanes necesitan dar
aproximadamente a nuestras vocales largas la duración
relativa que corresponde en su idioma a las vocales
breves. Los ingleses y norteamericanos exageran espe­
cialmente la duración de nuestra vocal acentuada en
las palabras agudas finales de grupo: com^r, repeñr,
esperó, etc. Nuestras vocales débiles, por su parte, tam­
poco suelen llegar al extremo de reducción que en otros
idiomas presentan; de donde resulta, entre las vocales
fuertes y débiles españolas, una semejanza cuantitativa
que, no dando lugar, en este punto, a contrastes muy
perceptibles, contribuye especialmente a la claridad y
precisión que los extranjeros advierten en nuestro idio­
ma en la pronunciación de dichos sonidos.
Como regla práctica debe, pues, entenderse que las
vocales españolas, en la conversación corriente, fuera
del lenguaje afectado o enfático, son siempre breves, y
que la denominación de largas que se aplica a estas
vocales en determinados casos, sólo representa cierto
grado de superioridad relativa con respecto a los di­
versos matices de duración que el uso distingue dentro
de la brevedad general de todas ellas.
177. V o c a l e s a c e n t u a d a s . — En este sentido, la vo­
cal acentuada española es, pues, relativamente la r g a en
las palabras agudas, siempre que éstas no terminen en
consonante n o l: papá, matar, verdad, rapaz, compás; es
s e m ila r g a en palabras agudas terminadas en n, l, y
en sílaba abierta de palabras llanas: sultán, natal, para,
pava, pasa, pala, pana, pata, y es b r e v e en sílaba cerra­
da de palabras llanas y en sílaba abierta o cerrada de
palabras esdrújulas: pardo, pasta, tanta, pacta, páramo,
tábano, pájara, cáscara, cántico, táctica En pronuncia-
1 V é a s e Cantidad de las vocales acentuadas, e n Revista de F i ­
lología Española , 1 9 1 6 , I I I , 3 8 7 -4 0 8 .
ción afectada o enfática puede ser larga, sin embargo,
toda vocal acentuada, cualquiera que sea la forma de
la sílaba en que se halle.
La relación entre estos grupos aparecerá clara com ­
parando los siguientes ejemplos; los números indican
en centésimas de segundo la duración absoluta de cada
vocal acentuada, tomando como base el tempo medio
de la conversación ordinaria:

b reves s e m ila r g a s la r g a s

torta 9,5 mo r a 14 canto 19


cascara 8 pasa 12 compás 16
tzfico 7 ,5 nfa 11,5 anz's 15
ctfrca 8 c<fbo 12 canté' 16
córala 10 p«ro 15 tú 20

Duración media: breves 8,6; semilargas 12,9: largas 17,2.

Dentro de cada uno de estos grupos aparecen tam­


bién diferentes matices: entre las vocales largas es algo
más larga la vocal acentuada en pap^ mat&r, que en
rapdiZy compás; entre las semilargas es asimismo algo
más larga la de pzra} pava, que la de pd¿a} pzta, y
entre las breves es un poco menos breve la de pkramoy
p^rte, que la de rkpido, táctica.
Estas diferencias obedecen, como se ve, al número y
naturaleza de las consonantes que siguen en cada caso
a la vocal acentuada: ante las articulaciones r, b, d, g, y,
que son las más breves entre las consonantes españolas,
§ 179, la vocal acentuada se abrevia menos que ante las
demás consonantes; pero de estos y de otros pormeno­
res que podrían añadirse a este respecto puede, evi­
dentemente, prescindirse en la enseñanza práctica de la
pronunciación.
Los siguientes ejemplos servirán, sin embargo, para
formarse idea de dichas diferencias; los números, como
en los casos anteriores, indican la duración absoluta de
cada vocal en centésimas de segundo:

papá 18, 5 ra paz 15


P^ ra 15 b a la 11
pava 14 ca p a 11
nada 14 ta sa
paga 10 p a ja ii »5
p kram o 10 r k p id o 8

D u ra c ió n m edia d e lo s c aso s c o m p re n d id o s en la p rim era


colu m n a 14,1; d e lo s c o m p re n d id o s en la segu n d a 11,3.

178. V o c a l e s i n a c e n t u a d a s . — La vocal inacentuada

en la conversación ordinaria es generalmente breve. La


diferencia en este caso entre sílaba abierta y sílaba ce­
rrada es insignificante. La duración relativa de la vocal
inacentuada viene a ser un poco menor que la de la
vocal breve acentuada. La postónica interior en las pa­
labras esdrújulas es, entre las vocales débiles, la que
normalmente presenta mayor brevedad: sábana, capítu­
lo, específico, etc. La protónica interior no es de ordi­
nario sino un poco más breve que la inicial inacentuada,
siendo en general excesiva la reducción con que la pro­
nuncian, hablando español, los norteamericanos y los
ingleses: retener, perezoso, capital, literatura, etc.
En pronunciación lenta la cantidad relativa de las
vocales inacentuadas aumenta sensiblemente, aproxi­
mándose a la de aquellas que llevan el acento. La ini­
cial de grupo es tanto más breve cuanto más lejos se
halla de la sílaba acentuada: careta, paradero, carabine­
ro, caracterizado, etc. La vocal final absoluta inacentua­
da es ordinariamente semilarga: paso, hermana, gallot
rosa, etc., pero en posición interior de grupo, esta
vocal final de palabra presenta una brevedad semejante
a la de las demás vocales inacentuadas.
Los siguientes ejemplos, entresacados de largas y
minuciosas experiencias 1, permitirán apreciar más
concretamente las relaciones entre estos casos:

inicial protónica tónica postónica final

p a so > > io,8 » 10,8


p e se ta 6 ,5 > 10 > 11,7
p e re z o s o 6 ,5 6 10 > 10,5
c o ra l 7,2 > 13,5 »
r a p id e z 6 ,1 5,8 14 » »
sá tiro » > 9,5 6 12
fo n ética 6 > 8,5 4,5 1!)5
p a ra lític o 6 ,5 5-7 8,5 4 ,6 *i»7
D u ració n m e d ia : in icia l 6,4; p ro tó n ica 5,8; tón ica 10,6; p o s tó ­
n ica 5; ñnal 11,4.

La vocal inacentuada en posición final absoluta es,


como se ve, la más larga de las vocales débiles; su du­
ración iguala o supera, en general, a la de la vocal fuerte
precedente. En pregones callejeros y en todos los casos
en que la distancia obliga a esforzar la voz, la cantidad
relativa de la final inacentuada es aún mayor que en la
conversación corriente. En el habla popular de algunas
regiones españolas, y sobre todo en pronunciación ara­
gonesa, la cantidad de dicha vocal final es asimismo
mayor que en la pronunciación correcta. La semejanza
de cantidad entre dicha final y la vocal acentuada no
impide, sin embargo, que el efecto acústico de aquella,
por su relajación articulatoria, §§ 45 , 57 y 6°> Por Ia
inferioridad de su acento y por el tono grave que con
frecuencia le corresponde, resulte menor que el de la
1 V é a s e Cantidad de las vocales inacentuadas, en Revista de
Filología Española, 1917, IV , 371-388.
vocal acentuada. Su caso es, pues, semejante al de las
consonantes d', n, l, etc., en posición final absoluta, las
cuales, aun siendo también relativamente largas, resul­
tan de ordinario, como se ha indicado, §§ 74, l io ,
I I I , etc., más tenues y menos perceptibles que en cual­
quiera otra posición. Los extranjeros suelen, sin embar­
go, reducir demasiado el sonido de nuestra vocal final.
179. D u r a c i ó n d e l a s c o n s o n a n t e s . — Las diferen­
cias de duración entre las consonantes son, en general,
menores que entre las vocales; pero tienen también in­
dudable importancia en el estudio de nuestra pronun­
ciación. Dichas diferencias dependen, principalmente,
de la posición de las consonantes en el grupo fonético
y de la naturaleza articulatoria de cada sonido 1.
En posición intervocálica, inmediatamente detrás de
la vocal acentuada, paso, pa\a, las consonantes son más
largas que en ninguna otra posición. Finales de sílaba
interior, pasta, alba, son muy poco más cortas que in­
tervocálicas. Separadas de la vocal acentuada, posición,
olivar, son asimismo un poco más cortas que en con­
tacto con dicha vocal. En posición inicial o final abso­
luta, sabio, jamás, etc., su articulación suele ser relati­
vamente larga; pero la parte de su sonido propiamente
perceptible es siempre breve. Los extranjeros suelen
hacer demasiado largas nuestras consonantes finales,
§§ 72 y 109.
Dada una misma posición, las fricativas sordas f, 0 ,
s, x son marcadamente más largas que las fricativas
sonoras b, d, g, y. Las oclusivas p, t, k y las africadas
c, y resultan muy semejantes por su duración a las fri­
cativas sordas. Las nasales y laterales m, n, n, 1, 1 vienen
1 V é a s e Diferencias de duraciÓ7 i entre las consonantes espa­
ñolas, e n Revista de Filología Española, 1918, V , 3 6 7 -3 9 3 -
a ser intermedias entre las fricativas sordas y las sono­
ras. La vibrante múltiple r es una de las consonantes
más largas; la vibrante simple r es la m is breve. Estas
diferencias se manifiestan sobre todo en posición inter­
vocálica, yendo la consonante inmediatamente prece­
dida de la vocal acentuada. Todas las consonantes pue­
den reducirse o alargarse, menos la vibrante simple r,
que es siempre momentánea e invariable. Los siguientes
casos dan idea de las indicadas diferencias:

cigarro 13,6 disparo 2,5


jira/a 13,5 escoba 6,5
repago 12,3 espada 6
d e s p a jo 12,5 desmamo 6,5
bellaco n ,2 lechuda 6
Duración media : prim era columna 12,6; segunda 5,5.

Adviértese que la duración relativa de las consonan­


tes breves es en general muy semejante a la de las vo­
cales breves, y que la de las demás consonantes viene
a ser equivalente a la de las vocales semilargas,’ § 177.
Dentro de una misma palabra, cuanto más larga es la
vocal acentuada, más breve es la consonante intervocá­
lica que la sigue: en cigarro^ por ejemplo, la vocal dura
11,5 y la consonante 13,6; en disparo, por el contrario,
dicha duración es 14,5 y 2,5 respectivamente; en bellaco
II y 11 , 2 , y en lechuga 13,5 y 6, etc.
180. C a n t i d a d s i l á b i c a . — La cuestión de si en es­
pañol existen o no sílabas largas y breves ha dado
lugar a diferentes opiniones. La idea más general con­
siste en suponer una mera correspondencia entre la
cantidad y el acento, entendiéndose por sílabas largas
las acentuadas y por breves las inacentuadas. Algunos
eruditos tratadistas de los siglos x v i i i y x i x , aplicando
al español reglas semejantes a las de la prosodia latina,
defendieron la existencia en nuestro idioma de sílabas
largas y breves, por naturaleza, uso o composición, in­
dependientemente del acento. Contra dichas opiniones,
otros tratadistas se han esforzado en probar que, en la
pronunciación española, lejos de hallarse tales diferen­
cias, todas las sílabas, por lo que a la cantidad se refie­
re, resultan aproximadamente iguales K
Estudiando experimentalmente esta cuestión, se ve
hasta qué punto las opiniones indicadas están en des­
acuerdo con la realidad. Los resultados de dicho estu­
dio pueden resumirse de la manera siguiente :
a) Ocurren en la pronunciación española grandes
diferencias de duración entre las sílabas, dándose casos
en que una sílaba resulta dos, tres y hasta cuatro o
cinco veces más larga que otra de la misma palabra o
frase. Expresando la duración absoluta en centésimas
de segundo, bastará decir, por ejemplo, que en pro­
nunciación normal la e inicial de eclipse y la o de obispo
suelen presentar una duración de 6 c. s., mientras que
las sílabas clip y bis de esas mismas palabras aparecen
ordinariamente con 26 c. s. Las medidas correspondien­
tes a lebrel son: le 16, brel 31; en ja u la : ja u 32, la 15.
b) En igualdad de circunstancias la sílaba acentua­
da es más larga que la inacentuada, y la que se compo­
ne de tres o cuatro elementos, cons, trans, etc., más
larga asimismo que la que sólo consta de uno o dos, a,
se, el, etc. La causa que produce mayores diferencias
de duración entre las sílabas es el acento enfático. De
aquí que una misma sílaba, en una palabra determina­
da, resulte unas veces mucho más larga que otras. Las
1 V éa se Historia de algunas opiniones sobre la cantidad silábi­
ca española, en Revista de Filología Española, 1921, VIIÍ, 30-57.
sílabas acentuadas experimentan en este sentido mayo­
res modificaciones que las inacentuadas. La duración
de las sílabas de perder, por ejemplo, dentro de ujia
frase dicha en tono corriente suele ser: per 24, der 30;
en tono enfático per 26, der 42. En la palabra trueno,
con pronunciación corriente: true 34, no 14; en tono
enfático: true 48, no 18.
c) Las diferencias de cantidad entre las sílabas es­
pañolas no responden a causas etimológicas ni se ajus­
tan a proporciones determinadas y regulares. No puede,
por consiguiente, hablarse de sílabas largas y breves en
español, dando a este hecho el sentido que al parecer
tenía en latín. En el verso, las sílabas acentuadas suelen
ser relativamente largas hallándose en posición rítmica,
pero no si se encuentran fuera de dicha posición. Así,
por ejemplo, en el verso «Pues ¿no lo siente el alma?
No lo siente», al primer no le corresponde mayor du­
ración que al segundo, y en el verso «Aunque no hu­
biera cielo yo te amara», la forma yo, aunque tiene
acento prosódico, resulta relativamente breve por no
hallarse en tiempo marcado. El papel de la cantidad
en el verso español no consiste, en fin, en formar com­
binaciones de sílabas largas y breves, sino en dar regu­
laridad a la duración de los intervalos comprendidos
entre los acentos rítmicos 1.

1 V é a s e La ca?itidad silábica en unos versos de Rubén Darío,


en Revista de Filología Española, 1922, IX , 1*29.
ENTONACIÓN

18 1 . C a r a c t e r e s g e n e r a l e s . — A cada frase, según


el sentido especial en que se usa, le corresponde una de­
terminada forma de entonación, § 19. Una misma frase,
como, por ejemplo, Duerme tranquilo, puede tener un va­
lor afirmativo, interrogativo o exclamativo, según la ento­
nación con que se pronuncie. Dentro de cada uno de estos
casos dicha frase, precisando aún más su significación,
expresará un determinado matiz emocional o mental
— temor, alegría, súplica, ansiedad, duda, desdén, etc. — ,
según las circunstancias particulares que caractericen su
forma melódica. El conocimiento de la entonación es,
pues, de la mayor importancia, tanto para la recta inteli­
gencia de lo que se oye como para la expresión justa de lo
que se quiere decir. Por el tono con que se pronuncie, una
palabra de reproche puede convertirse en un elogio, un
cumplimiento en una ofensa, una felicitación en una bur­
la, etc. Es, en fin, cosa sabida que cuando el tono con­
tradice el sentido de las palabras, se atiende más a lo
que aquél significa que a lo que éstas representan.
Existen ciertas leyes de entonación comunes a todos
los idiomas. Se pueden seguir por los movimientos del
tono las líneas generales de la expresión, oyendo una
conversación o un discurso en un idioma desconocido.
Un marcado descenso de la voz al fin de un grupo fó-
14
nico indica el término de una oración enunciativa; una
entonación final ascendente indica, por el contrario, que
la expresión del pensamiento se halla aún incompleta.
La pregunta termina en general con una elevación de
la voz; la contestación acaba con una inflexión descen­
dente. La alegría y la cólera producen mayor variedad
de inflexiones, intervalos más extensos y tonos más
agudos que la disposición de ánimo cotidiana y normal;
el abatimiento y la tristeza se caracterizan, al contrario,
por formas de entonación bajas, monótonas y unifor­
mes. Un carácter vivo e inquieto produce formas de
entonación más variadas que un carácter indolente y
flemático; los niños hablan con inflexiones más amplias
y movidas que los ancianos; los enfermos melancólicos
hablan con suavidad y monotomía; los monomaniacos
exaltados emplean formas patéticas y declamatorias con
inflexiones bruscas y extremadas.
Aparte de estos rasgos generales, la entonación, en
lo que se refiere a la amplitud o extensión de los inter­
valos, a la combinación de sus inflexiones y a la estruc­
tura propia y peculiar de cada curva melódica, presenta
multitud de circunstancias especiales por donde no sólo
los idiomas de distinta familia lingüística, sino aquellos
que tienen un origen común, y aun las más pequeñas
modalidades regionales y locales de un mismo idioma,
se diferencian y distinguen entre sí. Muchas diferencias
de pronunciación entre castellanos, andaluces, aragone­
ses, argentinos, mejicanos, etc., son principalmente dife­
rencias de entonación. Entre los lugares de una misma
comarca, una de las primeras noticias que el forasteros
suele recoger en cada pueblo es precisamente la que se
refiere, en forma casi siempre irónica, al tonillo o acento
especial con que hablan los de tal o cual pueblo vecino.
Los extranjeros elogian comúnmente las cualidades
de la entonación española. El ilustre fonético J. Storm,
Englische Philologie, Leipzig, 1892, pág. 186, dice a
este propósito que así como la entonación del francés
es en general alta, clara y refinada, y la del italiano am­
plia, varia y movida, la del español es «la más gra­
ve, digna, marcial y varonil entre las lenguas roman­
ces». Otra opinión autorizada es la del culto romanista
F. W ulff, Un chapitre de phonétique, Stockholm, 1889,
pág. 6, según el cual el habla castellana «es, acaso, la
más sonora, la más armoniosa, la más elegante y la más
expresiva de las lenguas neolatinas». H. Gavel, en su
importante - Es sal sur l’e'volution de la prononciation du
castillan, Biarritz, 1920, pág. 5 H? hace notar que «des­
de principios del siglo xiv el castellano aparece ya^do-
tado de muy felices rasgos característicos que han lle­
gado hasta nuestros días y que dan a esta lengua junta­
mente energía, dulzura y sonoridad». Aun en libros de
divulgación como el de Schütz, Hauptsprachen unserer
Zeit, Frankfurt, 1910, pág. 103, se dice asimismo que
el español es un idioma armonioso y arrogante, «el más
arrogante de los actuales idiomas neolatinos.»
No existen por el momento datos bastantes para po­
der describir convenientemente las formas propias de
la entonación española, distinguiendo, como sería nece­
sario, lo vulgar de lo correcto, lo particular de lo gene­
ral y lo español de lo extranjero. Se sabe mucho menos
de la entonación que de la articulación de los sonidos.
Las siguientes notas, aunque recogidas escrupulosa­
mente entre personas de pronunciación española correc­
ta, no pretenden, dada la especial dificultad de esta ma­
teria, ser completas ni definitivas.
182. E n t o n a c i ó n d e l g r u p o f ó n i c o . — Simplificará
la enseñanza práctica de nuesta entonación tomar como
guía la entonación del grupo fónico, § 29, la cual, sobre
ser por sí misma más fácil de distinguir que la de otras
unidades fonéticas, es en realidad la que más influye
en la determinación de la estructura musical propia de
cada frase. La entonación del grupo fónico varía cons­
tantemente según las circunstancias particulares de cada
caso; pero la permanencia regular entre sus variantes
de ciertos rasgos característicos permite reducir dicha
entonación a dos formas fundamentales, que esquemá­
ticamente pueden representarse de este modo :

Tanto en una como en otra forma, la voz, al principio


del grupo fónico, partiendo de una nota grave, que suele
ser por término medio una cuarta o una quinta más baja
que el tono normal, § 19, se eleva gradualmente desde
la sílaba inicial hasta la primera sílaba acentuada, que
es donde dicho tono normal o medio llega a ser propia­
mente alcanzado. Este movimiento ascendente de la voz
será, por consiguiente, más o menos largo dentro de la
ordinaria rapidez de la conversación, según el número
de sílabas inacentuadas con que el grupo principie. La
elevación de la voz no se verifica bruscamente saltando
de una nota a otra, sino recorriendo, como queda indi­
cado, de un modo gradual todos los matices intermedios
del intervalo comprendido entre la sílaba inicial del
grupo y la primera sílaba acentuada. En ningún caso
alcanza la voz al principio del grupo el tono normal
antes de llegar a dicha sílaba acentuada. Conviene insis­
tir sobre esta observación por la frecuencia con que los
extranjeros, y especialmente los ingleses, norteamerica­
nos y alemanes, equivocan nuestra entonación, empezan­
do en tono alto el grupo fónico aun cuando sus primeras
sílabas no lleven acento. Sólo cuando la sílaba inicial es
acentuada arranca ya la voz desde el principio en una
nota alta, bastándole un pequeño ascenso, que a veces
suele no llegar a un semitono, para alcanzar dentro de
esa misma primera sílaba la altura normal.
Durante el segundo tiempo de la entonación del grupo
fónico, que comprende, generalmente, desde su primera
sílaba fuerte hasta su penúltima o antepenúltima sílaba,
la voz se mantiene de ordinario alrededor del tono me­
dio que a cada persona le es propio, describiendo una
línea ondulada que, fuera de ciertos casos especiales,
rara vez se aparta más de una tercera de la nota corres­
pondiente a dicho tono medio o normal. También la du­
ración de este tiempo varía según el número de sílabas o
de palabras que lo forman. En la indicada ondulación de
la voz el movimiento ascendente de la misma coincide,
por lo común, con las sílabas acentuadas, y el descenden­
te con las inacentuadas, advirtiéndose además, dentro de
cada sílaba, que las consonantes sonoras son con fre­
cuencia algo más graves que las vocales *. El error más
frecuente en este punto entre los extranjeros, y sobre
todo entre los alemanes, consiste en dar de ordinario a
dicha ondulación una amplitud excesiva, marcando entre
las sílabas fuertes y las débiles diferencias de tono ma­
yores que las que nosotros empleamos.
El tercer tiempo’ de la entonación del grupo fónico
1 V é a s e S. G ilí G aya , Influencia del acento y de las consonan­
tes en las curvas de entonación, en Revista de Filología Española,
1924, XI, 154-177.
es propiamente el que hace que las dos formas arriba re­
presentadas sean distintas entre si; en la mayor parte de
los casos la inflexión de la voz se reduce en este tiempo,
según determinadas circunstancias que indicaremos en
su lugar, a la última o a las dos o tres últimas sílabas del
grupo, elevándose ordinariamente de dos a tres tonos
sobre la altura normal si se trata de la forma A , y des­
cendiendo más o menos si se trata de la forma B.
Donde más claramente se ajusta la entonación del
grupo fónico a estas formas que quedan descritas es en
las oraciones enunciativas en que se explica, nárra o
describe alguna cosa. El ruego, la pregunta, el manda­
to, la sorpresa, la admiración, etc., introducen, por su
parte, modificaciones importantes que más adelante
trataremos de explicar.
La figura adjunta representa la entonación de una
frase minuciosamente medida sobre una inscripción qui-

u n c a r ro a t a se ado en un a c u e s t a e m p e d ra d a

mográfica. Aparte de las inflexiones iniciales y finales


ya indicadas, el resto de estas curvas da idea especial­
mente del movimiento de la voz durante el segundo tiem­
po de cada grupo. No indicamos esta circunstancia en
las figuras de que nos servimos para nuestra representa­
ción esquemática de la entonación, por entender que en
lo que tiene de general, dado el carácter fonético de las
causas a que obedece, se produce espontáneamente.
183. El to n o y e l a c e n to d e in te n s id a d . — En la
pronunciación de las palabras aisladamente considera­
das, coinciden en líneas generales el tono y el acento de
intensidad, recayendo de ordinario el tono normal sobre
la misma sílaba que lleva el acento y pronunciándose
por debajo de este tono, con inflexión ascendente o des­
cendente, según los casos, las demás sílabas de la pala­
bra. Tienen entonación ascendente, igual a la del primer
tiempo del grupo fónico, las palabras que llevan el acen­
to sobre la última sílaba, siendo el intervalo que en este
caso recorre la voz, cualquiera que sea el número de
sílabas de que conste la palabra, tres tonos aproximada­
mente: clavel, capitán, recomendar, administrar, suscep­
tibilidad, etc.; tienen, por el contrario, entonación des­
cendente, abarcando un intervalo de cuatro tonos poco
más o menos, las palabras que empiezan con sílaba acen­
tuada: paso, mano, rápido, límite, etc.; y tienen, por úl­
timo, entonación ascendente-descendente, reuniendo en
una misma línea musical las dos formas anteriores, aque­
llas palabras en que la sílaba fuerte va precedida y segui­
da de sílabas débiles: hermano, luminoso, comprometido,
retórica, pequeñísimo, etc.
No es absoluta, como se ve, la correspondencia entre
el tono y la intensidad, si se comparan entre sí, dentro
de una misma palabra, las sílabas inacentuadas, pues
siendo, por ejemplo, la i en rápido más débil que la o
final, el tono de aquélla, sin embargo, en la inflexión
descendente con que esta palabra se pronuncia, es algo
más alto que el de dicha o; esto mismo puede decirse
de la i de capitán con respecto a la a inicial, y de la o
de adorable con respecto a la a inicial y a la e final, etc.
En la frase, la entonación de las palabras va ordina­
riamente modificada por la del grupo fónico, apareciendo
muy frecuentemente divorciados el tono y el acento de in­
tensidad, como ocurre, por ejemplo, con la palabra mejor,
que teniendo entonación propia ascendente, resulta, sin
embargo, casi uniforme en casos como Ése es tu mejor tes­
tigo, y descendente en Tu testigo es el mejor, o bien, como
ocurre con la palabra casa, que, no obstante ser por sí
misma descendente, resulta ascendente al final de formas
interrogativas, como ¿ Vendrá usted mañana a casa}, etc.
184. A f i r m a c i ó n . — La entonación con que se pro­

nuncian las oraciones afirmativas se caracteriza princi­


palmente por el descenso que la voz experimenta al fin
de cada oración. Este descenso es tanto mayor cuanto
más categórica es la afirmación, extendiéndose de ordi­
nario en una forma intermedia, ni dubitativa ni enfática,
a una quinta o una sexta por debajo del tono normal.
El final de la oración afirmativa es siempre más grave
que el principio de la misma aun en aquellos casos que,
por no llevar acento sobre la primera sílaba, empiezan
también, como queda dicho, con una nota relativamente
baja. Hay una tendencia general a destacar dentro de
cada forma afirmativa la palabra más importante, ele­
vando un poco el tono de su sílaba acentuada sobre el
de las demás sílabas fuertes de la misma oración. La
inflexión descendente final no se reduce únicamente a la
última sílaba de la frase, sino que empieza de ordinario
en la última sílaba acentuada, comprendiendo además
todas las sílabas débiles que haya después de aquélla.
La oración afirmativa puede constar de uno o varios
grupos fónicos. La división de esta clase de oraciones
en grupos fónicos depende, de una parte, de su exten­
sión, y de otra, del tono más o menos vivo, enfático o
sentencioso que acompaña en cada caso a la expresión.
En estos y en los demás casos, la coma ortográfica indi­
ca generalmente el lugar en que, mediante una pausa
más o menos breve, se dividen dos grupos fónicos; pero
hay comas, como las que se escriben, por ejemplo, en
frases como Sí, señor y No, señor, que de ordinario no
producen en la pronunciación pausa ni división alguna,
y hay, por el contrario, divisiones de grupos que no van
indicadas en la escritura por coma ni por ningún otro
signo; el punto y coma y el punto indican pausas m ayo­
res, las cuales se producen después del último grupo
fónico de cada oración.
Si la oración afirmativa constituye un solo grupo fó­
nico, su entonación puede considerarse esencialmente
representada por la forma B, § 182. Ejemplos: Comí su
pan cincuenta años. Me trata como a una
esclava. Empezó la lucha. Había caído ^ \
en una trampa. Estaba perdido. Se quedó inmóvil. Can­
taban los pájaros. La niña estaba muy triste.
Si la oración afirmativa se divide en dos o más gru­
pos fónicos, el único que acaba con inflexión descen­
dente, indicando que la frase está terminada, es el grupo
final; todos los grupos anteriores terminan con inflexión
ascendente, forma A , § 182. La voz pasa de un grupo a
otro, dentro de una misma oración, cayendo súbitamente
desde la nota alta con que un grupo termina, a la nota
grave con que empieza el grupo siguiente; en pronun­
ciación lenta estos grupos, como queda dicho, van sepa­
rados por pausas de diversa extensión, según el énfasis
■con que se hable. Ejemplos de oraciones que se dividen
de ordinario en dos grupos fónicos: Montecillos depie-
y dras grises ¡ se extienden sobre
/ ------- / \ los anchurosos bancales. Las
campanas de la alta y recia torre | dejan caer sobre el
poblado muerto sus vibraciones.
Ejemplos de oraciones que suelen dividirse en tres
grupos fónicos: E l viejo y solitario hidalgo \ apretaba
entre sus manos temblorosas | aquella noble insignia
militar. Contábase de un
pastor | que había descu-
bierto un desnudo cadáver de mujer | rodando entre las
rápidas espumas del río. Cogió la moza un manojo de
llaves |y allá nos fuim os los dos escaleras arriba, | luego
de haber atravesado un tenebroso zaguán.
Ejemplos de oraciones con cuatro grupos: Los aca­
démicos | son algo como una espantable deidad maligna ¡
que ha hecho caer sobre la Mancha | la más grande de
todas las desdichas. Envolvióse el castañar en resplando­
res de hoguera \ que doraban los troncos de los árboles I
y ponían ardientes
flejos en los emocm.„
dos rostros campesinos, ¡ como si ya padeciesen los supli­
cios sin término. Andando por aquella caverna adelante ¡
había encontrado al fin unas galerías subterráneas e in­
mensas | alumbradas con un resplandor dudoso y fantás­
tico |producido por la fosforescencia de las rocas.
185. P r o p o s i c i o n e s c o m p l e m e n t a r i a s . — Cuando den­

tro de una frase afirmativa se expresa alguna circuns­


tancia que, aun sin ser completamente indispensable
para la determinación del hecho de que se trata, expli­
ca, amplía o concreta su conocimiento, dicha circuns­
tancia, constituye por sí misma un grupo fónico que se
desarrolla en el tono normal y termina, como la for­
ma A , § 182, con inflexión ascendente, yendo de ordi­
nario su enunciación precedida de un pequeño descenso
de la voz al fin del grupo anterior, o simplemente de
una breve interrupción de la misma al nivel de dicho
tono normal. La estructura del resto de la frase es la
que se ha dicho de las oraciones afirmativas. Ejemplos:
Nuestro buen viejo, | que parecía conocer perfectamente
el país y | echó por el sendero que conducía al caserío. Cual­
quier otro hombrey | impresionado por la soledad del sitio y|
hubiera temido aventurarse
-------/■-------
/
y
por entre aquellos matorra­
les. En el calvo lomo del cerro y | sobre los oros de po-
nientey | se dibujaban las negras fantasmas de las tres
cruces. Quedéme soloy | maldiciendo mi cobardíay |y me
tendí en el lecho. La lunay \ saliendo de entre las nubes, |
comienza a iluminar la sala. L a voz, | aunque confusa, |
conserva todo su altivo engolamiento.
186. P a r é n t e s i s . — La entonación indica que el pa­

réntesis, como forma asimismo complementaria, se halla,


en general, más desligado de la parte del discurso en
que se intercala que las proposiciones a que se refiere
el párrafo anterior. El tipo de entonación que el parén­
tesis presenta es ordinariamente el que corresponde a
la forma B del grupo fónico; pero esta forma en este
caso especial se pronuncia, durante toda su extensión,,
en un tono grave que viene a ser aproximadamente una
tercera inferior a la altura media de los grupos conti­
guos. Cuanto más importante e intencionado es el senti­
do del paréntesis y más se enlaza con el interés general
de la frase que lo contiene, menos grave es el tono en
que se pronuncia y menos marcado el descenso final de
la voz. Antes de enunciar el paréntesis, la voz se inte­
rrumpe brevemente al fin del grupo anterior, elevándose
un poco sobre el tono normal. Ejemplos: Desde aquel
día (dijo el joven) está mi alma llena de tristeza. Os ruego-
y por Dios (exclamó el
' ' \ \ montero) que no volváis
a la fuente de los álamos. De mí sé decir (dijo el molido
caballero D. Quijote) que no sabré poner término a esos
días. Las tierras del dominio público (dice el decreto) son
de igual naturaleza que las del dominio privado. Aquí
tengo eLsantísim.o bálsamo (y enseñábale la alcuza del
brebaje), que con dos gotas que de él bebas sanarás, sin
duda.
187. S u b o r d i n a c i ó n . — La subordinación es una for­

ma oracional compuesta, dentro de la cual el elemento


subordinante y el propiamente subordinado constituyen
siempre, por lo que al tono se refiere, dos grupos dis­
tintos. Es indiferente el orden en que dichos elementos
se hallen colocados: el primero que se enuncia termina
siempre con elevación de la voz, y el segundo con des­
censo. Y a se ha visto que algunas oraciones simples afir­
mativas se dividen también en dos grupos fónicos com­
binados de este mismo modo. La diferencia entre ambos
casos consiste, sin embargo, en que la oración simple
puede, en general, reducirse con poco esfuerzo a un solo
grupo fónico, o puede, por el contrario, formar varios
grupos, dividiéndose, según convenga, por distintos
puntos de la misma, mientras que la oración subordinada
consta de dos grupos cuando menos y tiene siempre un
punto fijo de división, que es, como queda dicho, aquel
en que se separan los dos elementos que la forman.
y Ejemplos: S i no pagáis la ren-
ta, | dejad el molino. S i mañana
no recibo noticias, ¡ le escribiré de nuevo. Gaviotas por
tierra, | viento sur a la vela. Quien mal anda, | mal acaba.
Cadáver a bordo, ¡ tempestad segura. Quien a los suyos
sale, | honra merece. Quien bien tiene y mal escoge, | del
mal que le venga no se enoje.
La extensión de la frase o el énfasis con que se pro­
nuncie puede hacer en determinados casos que cada uno
de los dos grupos indicados se subdivida a su vez en
otros dos grupos menores; el grupo anterior a la in­
flexión ascendente con que termina la primera parte de
la frase acaba con un pequeño descenso de la voz, y
el que precede en la segunda parte de la frase a la in­
flexión descendente final termina con una pequeña ele­
vación. Ejemplos: Quien bien tiene 1 y mal escoge, | del
mal que le venga 1 no se enoje. S i al entrar en su cuar­
to 1 lo hallo todo ___
como hace diez ^
años, | me marcharé tranquilo 1 y seré feliz. Si no deseas
más que eso 1y prometes volver temprano, \ anda con tus
amigos 1y diviértete lo que puedas.
188. E n u m e r a c i ó n . — Cada uno de los términos suce­

sivos de una enumeración constituye generalmente un


grupo fónico. Si la enumeración cierra la frase o si cons­
tituye una frase por sí misma, la entonación que corres­
ponde al último de sus miembros es la del grupo fóni­
co B, con marcado descenso final; la que corresponde
a su término penúltimo es la del tipo A , con inflexión
final ascendente, y la que corresponde a todos los tér­
minos anteriores es también la del tipo B, pero con des­
censo final menor que el que aparece en el último tér­
mino de la enumeración. Este movimiento del tono de
la voz es particularmente fácil de advertir en la pronun­
ciación de una serie numérica, como, por ejemplo: Die­
cisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno y veintidós.
En los ejemplos siguientes la enumeración consta de
cuatro términos: Estábamos en agosto, | eran las cinco
de la tarde, | el cabr nos sofocaba |y los cuatro guardá­
bamos silencio. Busqué el sombrero, | metí por él la mano
cerrada para desarrugarlo, | me. lo puse |y salí. Recobré
a l fin mi sangre fría, | hablé a mi Umigo, | cogí sus ma­
nos |y las separé de su rostro. Ella se enjugó los ojos, |
le miró fijamente, | arrojó un suspiro \y volvió a llorar.
F u i derecho a mi cuarto, | guardé el bastón de hierro
en el armario, |
tomé otro de ju n ­
co que poseía |y volví a salir. Era una señora alta, | con
ojos grises muy peqneños, | nariz larga | y cabellos casi
blancos. Volvía opulento, | cuarentón, | con la testa en­
trecana | y el rostro marchito.
Constan de tres términos los siguientes casos: Hizo
un movimiento de sorpresa, | se echó a reír \y se oculto
de nuevo. Habita una ^ ---- /^
casa de un solo piso, | ' \
con portalón oscuro |y escalera de piedra. Me senté con
un gesto de cansancio, | de resignación | y de tristeza.
Navegábamos como un delfín, | con el casco inclinado \
y las olas lamiendo la cubierta. E l patio es blanco, | lim­
pio |y silencioso. Hay en el cuarto una mesa pequeña, |
una cómoda \ y una cama. En las paredes cuelgan los
cazos, | las sartenes \y las cazuelas.
La enunciación de dos oraciones sucesivas enlazadas
por una conjunción se hace, generalmente, formando
con la primera un grupo fónico del tipo A , y otro con
____ / ____ la segunda del tipo B. Ejem-
S / \ píos: E l fósforo me cayó de los
dedos | y quedé otra vez en tinieblas. De un salto me
planté en la calle |y corrí hasta la esquina. Cerré la ven­
tana |y volví al lado de Fernando. E l papá era muy serio, |
pero muy bueno. Tenía muchos compañeros de estudios, |
pero ningún amigo. E l pueblo me pareeió triste, | a pesar
de sus muchos jardines.
Si los términos de la enumeración se reducen a dos
únicas palabras enlazadas por una conjunción, lo ordi­
nario es que ambas se pronuncien dentro de un mismo
grupo, sin distinguir con inflexión ascendente la pri­
mera de ellas. Esta inflexión es, sin embargo, necesaria
cuando se desea hacer la frase más expresiva o enfática,
llamando especialmente la atención sobre el valor de
cada una de dichas palabras. Ejemplos: Venían cubier­
tos de oro y pedrería. Tenía una fisonomía ingenua y
simpática. Sonaron tambores y zambombas. Le salieron
amigos y valedores. Sus libros instruyen y deleitan. En
el campo no hay árboles ni fuentes. E l pasillo es largo y
oscuro. Las niñas charlaban y reían.
Una enumeración final de frase cuyos dos últimos
términos no vayan unidos por una conjunción, hace
siempre el efecto de ser una enumeración incomple­
ta. Ni su penúltimo término acaba en este caso con la
inflexión ascendente que se ha visto en los casos ante­
riores, ni el último acaba con el gran descenso caracte­
rístico que indica el fin de la oración, sino que uno y
otro repiten uniformemente la entonación propia de los
demás términos que en la misma forma puedan pre­
cederles — grupo B con un pequeño descenso final — , de­
jando siempre la serie cortada y el sentido suspenso.
Ejemplos de tres grupos: E l piso desciende en un decli­
ve suave, | resbaladizo, | ^ ^ ----^ ^ ^
bombeado. Sobre nues­
tras cabezas se extiende la bóveda anchurosa, | elevada, |
■cóncava. La atmósfera es densa} | húmeda, |pesada. Sue­
nan roncas bocinas, ¡ golpazos en las puertas, \ pasos
precipitados. Me visto a tientas, | espantado, | confuso.
Otros ejemplos con diverso número de grupos: Se divi­
sa un montón de casuchas pardas, | terrosas, | negras, |
con paredes agrietadas, | con esquinazos desmoronados, |
con techos h u n d id o s¡ con chimeneas desplomadas. Atra­
vesamos el patizuelo, \ penetramos por una puertecilla
enigmática, ¡ torcemos a la derecha, | torcemos a la iz­
quierda, | recorremos un pasillo angosto, | subimos por
unos escalones, | bajamos por otros.
Cuando la enumeración no ocupa el final de una fra­
se, ya no es el penúltimo de sus términos, sino propia­
mente el último, el que acaba con inflexión ascendente,
desarrollándose después el resto de dicha frase con la
entonación que en cada caso le corresponde. En los
ejemplos siguientes sólo aparece, cerrando la oración,
después de cada serie enumerativa, un grupo fónico del
tipo B con gran descenso final. Es indiferente en estos
casos que los dos últimos términos de la enumeración
vayan o no enlazados por una forma conjuntiva: Ya
una luz clara, | limpia, | diáfana, | llena la inmensa lla­
nura amarillenta. Un cuadro de olivos cenicientos, | soli­
tarios, | simétricos, | se descubre en una ladera. En su
mirada, inquieta, \ en el temblor de sus rodillas, | en el
sudor que corría
por su frente, |
llevaba escrito su pensamiento. Una dama enlutada, |
fina, | elegante, | sale de la estación. No obstante verse
rico, |joven |y dueño de sí mismo, | dio en una extraña
cavilación. Un lecho de madera tallada, | una cómoda j
y algunos cuadros \ se veían en la pieza.
En las enumeraciones en que se agrupan paralela­
mente términos contrapuestos, o en que se declaran
acciones distribuidas entre varios agentes, lugares c
tiempos, cada miembro de la enumeración consta ea
realidad de dos elementos, cuya línea musical termina
en el primero de éstos con elevación de la voz y en el
segundo con descenso. Es muy general, además, en pro­
nunciación relativamente enfática, que todo el segundo
elemento de cada uno de dichos miembros resulte alga
más grave que el primero. Ejemplos: [Es menester hacer
diferencia] de amo 1 a mozo, | de señor 1 a criado | y de
caballero 1 a escudero. Primero 1fu é el hombre de con­
fianza, | luego 1 el socio, | por último 1 el amo. Uno 1 hace

el rufián, | otro1el embustero, | este1el mercader, | aquél]


el soldado, | otro1<?/ discreto, | otro1<?/ enamorado simple.
189. I n t e r r o g a c i ó n . — Las frases interrogativas se

pronuncian generalmente en tono más alto que las


enunciativas; compárese: 5 /. ¿Aquí? Aquí. ¿Ma­
ñana? Mañana. La altura de la voz es tanto mayor
cuanto más vivo es el interés que se pone en la pre­
gunta. La estructura ordinaria de la curva de entona­
ción interrogativa, aparte de su mayor o menor altura,
es esencialmente la del grupo A , § 182. Y a se ha visto
que esta forma A se emplea también de un modo gene­
ral en la entonación enunciativa, en aquellos casos en
que el grupo fónico a que corresponde no constituye
propiamente el término de la oración, §§ 183-184. La
frase interrogativa no expresa, asimismo, sino la prime­
ra parte de un proceso mental cuyo complemento se
halla en la contestación correspondiente. La pregunta
y la respuesta forman, pues, una unidad de entonación
de estructura muy semejante a la que resulta de la com­
binación de los grupos A + B en cualquier frase enun­
ciativa.
La pregunta puede ser absoluta o relativa: en el pri­
mer caso tiene por objeto saber si cada uno de los con­
ceptos que en la frase se expresan corresponde o no a
la realidad: la persona que pregunta ignora si la contes­
tación ha de ser afirmativa o negativa; en el segundo
caso no nos faltan todos los datos, sino solamente algu­
nos, para conseguir, respecto a dicha relación, una plena
certidumbre, y en virtud de aquellos elementos de juicio
que ya poseemos, al mismo tiempo que hacemos la pre­
gunta nos inclinamos desde luego a creer que la contes­
tación ha de resultar en un sentido determinado. En la
pregunta absoluta, la voz, al llegar a la primera sílaba
acentuada de la frase, se eleva de ordinario por encima
del tono normal, desciende después gradualmente has­
ta la sílaba penúltima y
, , , . vuelve a elevarse sobre
absoluta relativa .
la última silaba; el grado
de elevación de la voz, tanto al principio como al final,
depende, como queda dicho, del mayor o menor interés
con que la frase se pronuncia. En la pregunta relativa
la voz se eleva al principio de la frase algo menos que
en el caso anterior, manteniéndose después sobre un
nivel relativamente uniforme; realiza un nuevo ascenso,
hasta más arriba del tono normal, una vez que llega a la
última sílaba acentuada, y desciende, por último, des­
pués de ésta, durante la sílaba o sílabas débiles con que
la frase termina; este movimiento circunflejo final se
produce dentro de la última sílaba acentuada cuando
no hay después de ella ninguna sílaba débil. La expre­
sión interrogativa suele convertirse fácilmente en este
segundo caso en expresión de sorpresa o extrañeza. Pue­
den ensayarse ambas formas de interrogación, absoluta
y relativa, en los siguientes ejemplos: ¿Estuvo usted
anoche en el teatro} ¿Ha venido tu padre? ¿ Os habéis hecho
daño? ¿Habéis visto a mi hermano esta mañana? ¿Estas
enamorado? ¿ Te has olvidado de tu promesa} ¿Están jis -
tedes contentos} ¿Estarán enfadados conmigo} (Has pasado
mala noche? ¿Crees que dispongo sin más ni más del dinero
ajeno? ¿No está bastante claro todavía? ¿No te lo he ro­
gado una y mil veces?
La inflexión final, ascendente o circunfleja, caracterís­
tica de estas formas interrogativas suele también, sin
faltar del lugar indicado, repetirse dentro de la misma
frase sobre una palabra determinada, cuando el interés
de la pregunta recae principalmente sobre dicha pala­
bra; la inflexión final de frase desempeña en estos casos
un papel secundario y reduce bastante su altura y su
amplitud. Así, una frase como ¿Es con María con quien
Pedro se casa?, pronunciada con inflexión principal sobre
María, indica que damos más o menos por sabido que
Pedro se casa, y que lo que ante todo deseamos saber
es precisamente si es o no con María con quien se casa;
del mismo modo, en la frase ¿Estuvieron ustedes aye?
en el concierto?, dicha con inflexión principal sobre ayer,
se indica que, suponiendo una asistencia ordinaria a los
conciertos, lo que deseamos saber de una manera con­
creta es si estuvieron o no en el de ese día.
Si la frase interrogativa resulta relativamente larga,
suele dividirse en dos o más grupos fónicos; la inflexión
final, ascendente o circunfleja, según los casos, sólo apa­
rece en el último grupo; los grupos anteriores terminan
todos con un pequeño descenso ____ /
de la voz bajo el tono normal. ^ '
Ejemplos: ¿Sabéis lo que son seis niños | pasando todo un
invierno sin pan? ¿Se habrá propuesto freírme la sangre\
a fuerza de cartas y visitas? ¿Recuerda los días de su
infancia y de su adolescencia | pasados en alguno de es­
tos pueblos muertos?
En preguntas como ¿Desea usted alguna cosa, caba­
llero?, la palabra caballero constituye por sí misma un
grupo fónico que, desligándose generalmente de la forma
interrogativa del grupo anterior, termina con un mar­
cado descenso de la voz y se desarrolla en un tono
medio algo más grave que el que a la pregunta corres­
ponde; pero algunas veces, si se necesita dar a la inte­
rrogación una mayor intensidad, se hace que también
dicha palabra termine, según los casos, con inflexión
ascendente o circunfleja, del mismo modo que el grupo
en que se encierra la primera parte de la frase. Ejem­
plos análogos: ¿Volverá usted temprano, señor conde}
¿Sabrás enmendarte, desgraciado} ¿Desean que les acom­
pañe, señores} ¿ Vendrá usted mañana, don Antonio} ¿Es
usted, Emilio?
Si la pregunta consta de dos términos unidos por la
conjunción o, cada uno de dichos términos constituye
de ordinario un grupo fónico, terminando el primero
con elevación de la voz y el segundo con descenso. La
pregunta hecha en esta forma tiene carácter relativo,
entendiéndose que el que interroga supone que uno
precisamente de ambos términos ha de resultar confir­
mado por la contestación. Pónese generalmente en pri­
mer lugar, destacándole con la inflexión final ascendente,
aquel término cuya confirmación parece más probable
o a cuya averiguación atribuimos mayor interés. Ejem ­
plos: ¿Le dejaremos recado, | o será preferible esperar-
____ / ____ le? ¿Pasarán ustedes el verano
// f \ en Madrid, | o se marcharán a
alguna playa} ¿Obedecería la voluntad de su padre, | o
seguiría los impulsos de su corazón} ¿Permaneceremos
impasibles ante los hechos, | o nos dejaremos arrastrar por
ellos} ¿Ha venido tu padre, | o tu hermano} ¿ Volverá usted
mañana, | o pasado mañana}
Las preguntas cuya primera palabra acentuada es una
forma gramaticalmente interrogativa, tienen todas de
común una marcada elevación de la voz sobre la sílaba
fuerte de dicha palabra; pero en virtud de diversas cir­
cunstancias suelen ofrecer diferencias importantes por
lo que se refiere a la entonación del resto de la frase.
Una misma frase de esta especie podrá terminar con
descenso de la voz, con elevación o con inflexión cir­
cunfleja, segúrj sea en cada caso el matiz de su signifi­
cación.
Si preguntamos, por ejemplo, { Quién ha venido?, dan­
do a entender que sabemos que ha venido alguien y que
lo que ahora deseamos averiguar es precisamente quién
ha sido el que ha venido, pronunciaremos esta frase ele­
vando la voz por encima del tono normal sobre su pri­
mera sílaba, y descenderemos después rápida y progre­
sivamente sobre las sílabas sucesivas, marcando, sobre
todo, este descenso al llegar a la sílaba final (fig. i). La
pregunta hecha de este modo indicará asimismo que, a
nuestro juicio, la persona a quien interrogamos debe sa­
ber, en efecto, si ha venido o no ha venido alguien, y
tendrá además un cierto carácter perentorio, que con un

1 2 3

pequeño aumento en la intensidad y en la altura de la


primera sílaba de la frase llegará a adquirir fácilmente
un sentido imperativo.
Si por inseguridad de nuestra parte respecto al hecho
de que haya o no haya venido alguien, o por cortesía
hacia la persona interrogada, deseamos dar a la pregunta
una expresión más suave y menos decisiva, haremos que
la voz, después de la primera sílaba acentuada, descienda
como en el caso anterior; pero la última sílaba, en vez
de continuar este descenso, describirá un movimiento de
elevación, recorriendo un intervalo más o menos amplio,
según la curiosidad o el interés que en la pregunta se
ponga (ñg. 2).
Terminaremos la frase, por último, con entonación
circunfleja, describiendo sobre la última sílaba acentua­
da una elevación de la voz, seguida inmediatamente de
un rápido descenso, si junto con el propósito inquisitivo
de la pregunta necesitamos expresar alguna sorpresa o
extrañeza por el hecho mismo de que se haya producido
el caso de que se trata (fig. 3).
Ejemplos en que pueden ensayarse estas tres formas
de interrogación: (Qué significan esas palabras} ¿Qué es
eso que dice la gente} Quién te lo ha dicho} ¿ Quién puede
asegurarlo} { Qué recuerda doña Isabel con este suspiro}
¿Qné motivos, he dado yo para que me ofendas} ¿ Cuándo
volveremos a verte} ¿ Cómo desconocer sus grandes méri­
tos} ¿Dónde está mi sombrero} ¿ Con quién tengo el honor
de hablar} ¿Para qué te compones tanto} ¿Adonde ha ido
tu hermano} (Por qué se habrá enfadado}
190. E x c l a m a c i ó n . — Las interjecciones ¡oh!, /ahí,

¡ay!, etc., varían de tono, de duración y de intensidad


según la clase y el grado de emoción con que se pro­
nuncian. La expresión de emociones agudas que avivan
y despiertan la excitabilidad requiere en general, como
queda dicho, tonos más altos y movidos que la expre­
sión de emociones suaves o deprimentes.
En formas como /insolente1, ¡descastado!, ¡malditol,
¡imbécil!, etc., la entonación es esencialmente la misma
que en las expresiones afirmativas: la voz se eleva sobre
la sílaba acentuada y desciende bruscamente de una
sexta a una octava sobre la sílaba final. Lo característico
de estas exclamaciones consiste, más que en la entona­
ción, en el aumento de intensidad que recae sobre dicha
sílaba acentuada, si bien este mismo aumento, obrando
por su parte sobre la cantidad y sobre el tono, hace que
la sílaba acentuada resulte también en dichos casos más
larga y más aguda que en las expresiones meramente
afirmativas.
La admiración expresada mediante exclamaciones
como ¡magnífico!, ¡excelente!, ¡admirable!, ¡asombroso!, etc.,
presenta, en cuanto al tono, al acento y a la cantidad;
caracteres análogos a los de las formas que acabamos
de explicar. Debe advertirse además que en unas y en
otras, aparte del esfuerzo de intensidad espiratoria ya
indicado, todos los sonidos de cada palabra, así voca­
les como consonantes, acentuados o inacentuados, re­
fuerzan de ordinario la tensión muscular de su articu­
lación, marcándose y distinguiéndose entre sí con toda
precisión y claridad.
En exclamaciones como ¡señora!, ¡padre!, ¡yo!, ¡ayer!,
etcétera, más variables que las anteriores en cuanto a su
significación emocional, a causa de que las palabras mis­
mas por su propio valor no indican en estos casos ni
estimación ni desprecio, vuelve a ser la entonación el
principal elemento expresivo. Así, por ejemplo, la pala­
bra ¡señora!, pronunciada con firmeza y dignidad, como
en ¡Señora!, ¡un hombre como yo es incapaz de cometer tal
indiscreción!, presenta la forma de una afirmación cate­
górica, con elevación rápida de la voz sobre la o acen­
tuada y con gran descenso sobre la a final; pronunciada
como mera expresión de cortesía, como en ¡Señora!,
pase usted, tenga la bondad de esperar un momento, su
curva musical tiene la misma forma que en el caso an­
terior, pero la voz se eleva sobre la o menos que en
dicho caso, los intervalos entre ésta y las otras vocales
son menores, el acento de intensidad es más suave y la
pronunciación más rápida; proferida, por el contrario,
con indignación, como en ¡Señora!, ¿qué palabras son
esas?; ¿qué motivos tiene usted para ofenderme?, la voz
alcanza sobre la sílaba acentuada una nota mucho más
aguda que en el primer caso, elevándose una octava
aproximadamente desde la primera sílaba a la segunda
y descendiendo otro tanto desde ésta a la final; dicha
de un modo suplicante, como en ¡Señora!, ¡escuche usted
por caridad, por amor de Dios!, la voz, partiendo ordina­
riamente de una nota poco inferior al tono normal, se
eleva una tercera o una cuarta desde la primera sílaba
a la segunda, se prolonga la cantidad de esta sílaba y se
realiza dentro de ella misma una suave inflexión descen­
dente, que continúa desarrollándose sobre la sílaba si­
guiente hasta parar en una cuarta o quinta por debajo
del tono más alto alcanzado sobre la sílaba anterior; pro­
ferida, por último, en tono de amenaza, como en ¡Seño­
ra!, ¡no dé usted lugar a que se agote mi paciencia!, la
voz, desde la nota inicial, que suele ser un poco más alta
que en la expresión afirmativa, se eleva sobre la sílaba
acentuada una tercera aproximadamente por encima del
tono normal, se alarga la duración de esta sílaba y vuel­
ve a elevarse el tono un poco más sobre la siguiente, a
la vez que se alarga también la duración de esta otra
sílaba. No hay que decir que una investigación mi­
nuciosa sobre este punto, además de determinar más
concretamente las indicadas relaciones, podría señalar
otros muchos casos no comprendidos en las presentes
páginas.
En las oraciones exclamativas formadas por dos o
más palabras, la pronunciación hace que una palabra
determinada, aquella precisamente sobre la cual más se
concentra en cada caso el interés de la expresión, ad­
quiera un relieve considerable, reuniendo sobre su sílaba
acentuada el tono más agudo de la frase, el acento más
fuerte y la mayor duración. Si dicha sílaba ocupa el
primer lugar de la frase, todo el resto de ésta se des­
arrolla con entonación descendente, llegando a ser con
frecuencia una octava el intervalo que la voz recorre des­
de la primera sílaba a la final; si se trata de la última sí­
laba de la frase, la línea total de la entonación es, por el
contrario, ascendente, resultando de ordinario el inter­
valo recorrido algo más corto que en el caso anterior;
y si se trata, por último, de una sílaba intermedia, la
entonación que a la frase corresponde es ascendente
hasta dicha sílaba y descendente desde el lugar que ella
ocupa hasta la sílaba final. Dentro de una misma frase,
como, por ejemplo, /Nadie sabe lo que yo debo a esta
señora!, la línea de entonación variará, por consiguien­
te, según sea nadie, o sabe, o debo, etc., la palabra que
reciba el tono predominante. Ejemplos análogos: ¡Nun­
ca se borrará ese recuerdo de mi memoria! ¡Estas impre­
caciones tan horribles salieron de su boca! ¡Dar su mano
a un hombre así! ¡Siempre mortificándose con esa obsesión!
¡É l es mi peor enemigo!
Las frases que empiezan con una forma por sí misma
exclamativa, como ¡ah!, ¡oh!, ¡ay!, etc., colocan de ordi­
nario el tono principal sobre dicha palabra, haciendo
descendente el resto de la frase: ¡Oh, ingratitud de los
hombres! ¡Ah, señor marqués! ¡ Vaya con la niña! ¡Cómo
ha de ser!¡Qué lástima!¡Cuán desgraciado es!¡Québonito
cuadro! ¡ Qué noche tan horrible!
Cuando en una misma frase son dos o más las pala­
bras que queremos poner de relieve, hacemos que cada
una de ellas, dentro de la línea general de la entonación,
ocupe una altura preeminente, resultando una ondula­
ción muy marcada entre las sílabas fuertes de dichas
palabras y las demás sílabas de la frase.
191. M a n d a t o . — La forma imperativa coincide en

líneas generales, por lo que a la entonación se refiere,


con la forma exclamativa; empieza en un tono relativa­
mente grave si la primera sílaba de la frase es inacen­
tuada, se eleva de un modo considerable sobre la sílaba
fuerte de una palabra determinada y acaba con un gran
descenso de la voz. Lo característico de la entonación
imperativa consiste en alcanzar generalmente sobre las
sílabas acentuadas, y en particular sobre la de aquella
palabra en que más se apoya el mandato, una altura
ordinariamente superior a la que en los demás casos se
emplea, presentando además dentro del grupo fónico,
entre las sílabas fuertes y las débiles, una ondulación
muy marcada y movida. En una palabra, como, por ejem­
plo, espera, dicha en tono afirmativo, la altura de sus
tres sílabas aparecerá aproximadamente en la relación
de sol1 do2 mi'1; dicha en tono imperativo, esta relación
será sixf a 2f a x\ toda la línea musical descrita por la voz
en este último caso resultará, como se ve, más alta relati­
vamente que la del caso afirmativo; los intervalos reco­
rridos de sílaba a sílaba son asimismo más extensos.
Estas diferencias aumentarán o disminuirán proporcio­
nalmente, según la afirmación sea más o menos categó­
rica y según el mandato sea también, por su parte, más
o menos enérgico. Sabido es, por último, que entre los
elementos que colaboran con el tono para distinguir lo
imperativo y lo afirmativo, no es el tono precisamente,
sino el acento de intensidad, el que desempeña el papel
principal. Ejemplos: Escucha. Obedece. Levántate tem­
prano. Repite esas palabras. Habla despacio. No olvides
mi encargo. Escribid pronto. Envíennos noticias de su
hermana. Aprended a vivir. Tened paciencia.
192. R u e g o . — Las formas en que se expresa un
ruego o una súplica tienen también esencialmente los
rasgos generales de la entonación exclamativa; pero en
ellas la voz, al llegar a la sílaba acentuada de aquella
palabra en que más se concentra el interés de la expre­
sión, se eleva casi tanto como en la entonación impe­
rativa *, y después, dentro de esa misma sílaba, cuya
duración experimenta en este caso un alargamiento
considerable, en vez de mantenerse la voz a una misma
altura, realiza clara y gradualmente un marcado des­
censo, que comprende de ordinario una segunda a una
tercera, constituyendo dicho descenso, en realidad, lo
más característico de esta forma de entonación. Si la pri­
mera sílaba de la frase es inacentuada, el tono en que esta
sílaba se pronuncia es aquí algo más alto que en las for­
mas imperativa y afirmativa; el descenso de la voz al final
de la frase es semejante al de la forma afirmativa. Pue­
den servir de ejemplo a este propósito las mismas frases
que acaban de ser citadas en el párrafo anterior.

1 No obstante esta semejanza de tono, el acento de intensi­


dad que a dicha sílaba corresponde es en el ruego mucho me­
nor que en la forma imperativa.
EJERCICIOS DE ARTICULACIÓN

193. R esum en d e l a s in d ic a c io n e s r e la tiv a s a l s i­

— Consonante intervocálica: me-di-da, re-po-so}


la b e o .

ca-ri-ño; consonantes ch, 11, rr: mu-cho, si-lia, to-rre;


grupos pl, pr, bl, b r ,fl,fr , tr, dr, el, cr, g r,g l: a-pli-ca~
do, a-fli-gi-do, a-gra-da-ble; grupos de cualquier otras
dos consonantes:per-la, cen-so, ac-to, en-ten-der, di-rec-
ción; grupos de tres consonantes: cons-pi-rar, abs-ten-
ción, pers-pi-caz; grupos de tres o más consonantes, ter­
minados por pl, pr, bl, b r,fl, etc.: siem-pre, tras-plan­
tar, cons-truc-ción. Para observaciones especiales, véanse
§§ I 53*I 5^. Enlace sintáctico de la consonante final de
una palabra o prefijo con la vocal siguiente: un año-
ú-ná-no, por el agua, po-re-lá-gwa, bienhechor-h}e-n^-cqi,
deskilado-de-si-lá-áo, § 145. Para el silabeo de los gru­
pos de vocales, véanse §§ 136-151. Sílabas libres: cero-
0é-ro, calle-ká-h , muchacho-mu-cá-co, perro-p$-rq, desore-
jado-de-so-r^-xá-do, con el ¿zwz^v-ko-na-la-mi-go. Sílabas
trabadas: perdón-p$r-d§n, conjirmar-kqm-i\r-máj, dos por
tres-dps ppr trés, § 26.

194. S il a b e o . — Ejercicio de conjunto:

«En los lugares andaluces nada hay que pasme tanto


como una boda repentina. Por allí todo suele hacerse
con mucha pausa. En parte alguna es menos aceptable
el refrán inglés de que el tiempo es dinero. En parte
alguna se emplea con más frecuencia y en la vida prác­
tica la frase castiza y archiespañola de hacer tiempo;
esto es, de perderle, de gastarle, sin que nos pese y
aburra su andar lento, infinito y callado. Pero donde
más se extrema en Andalucía el hacer tiempo es en
los noviazgos. Noviazgos hay que empiezan cuando el
novio está con el dómine aprendiendo latín, pasan a
través de las Humanidades, de las Leyes o de la Medici­
na, y no terminan en boda hasta que el novio es juez
de primera instancia o médico titular. Durante todo
este tiempo, los novios se escriben cuando están ausen­
tes, y cuando están en el mismo pueblo, se ven en misa
por la mañana, se vuelven a ver dos o tres veces más
durante el día, suelen pelar la pava durante la siesta,
vuelven a verse por la tarde en el paseo, van a la mis­
ma tertulia desde las ocho a las once de la noche, y ya,
después de cenar, reinciden en verse y hablarse por la
reja, y hay noches en que se quedan pel»ando la pava
otra vez y mascando hierro, hasta que despunta en
oriente la aurora de los dedos de rosa.»
Juan V a le r a , Doña L u z .

VOCALES

195. I cerra d a . — Aparece en sílaba libre; i, § 45:

Dice que sí. Medí desde aquí. Escribí lo que vi. Dime
lo que pide. Le pido vino fino. Dividí mi piso. Recibí
la visita. Un castillo grandísimo. Espíritu civilizado. La
villa preferida. La viña amarilla. V iví fuera de mí desde
que la vi. Un niño muy decidido.

196. / a b i e r t a . — Úsase en sílaba trabada, tilde; en


contacto con r, risa, irritado, delante de x, fijo; j, § 46:
Risa gentil. Mil cisnes he visto. Pedir con humildad.
Hijo de un pueblo rico. Distinguir la virtud. Asiste el
obispo. Fácil de pintar. Descubrir la raíz. Cumplir con
firmeza el edicto. Digno del país.

197. / s e m i v o c a l . — Hállase detrás de a, o, e, como


elemento final de grupo silábico; i, §§ 48, 68 b, 69:
Peinador de la reina. V o y por seis faisanes. Heroico
rey del aire. Veinte arrobas de aceite. Se peina para el
baile. Paisaje de El Cairo. Y a sabéis donde estoy. El cai­
mán y el buey. H oy aprobáis la ley. Gente ignorante.
Suceso inesperado. Fuerza indomable.

198. I s e m i c o n s o n a n t e . — Primer elemento de gru­


po vocálico monosílabo; j, §§ 49, 68 b, 69:
Del sabio al necio. Tiene la piedra bajo el pie. Hacia
la desgracia. Un viejo armario. El tiempo no se está
■quieto. Más quiere a sus dientes que a sus parientes.
No lo piensas bien. Pierde más que tiene. Quiere lo
•que ve. El que todo lo quiere todo lo pierde.

199. E c e r r a d a . — Aparece en sílaba libre, y en sí­


laba trabada por las consonantes m, n, s, d, x, z; e, § 51:
Hace lo que debe. Merece que se le dé fe. Parece
que se mueve. Beberé tres veces jerez. Ese césped no
crece. Se presenta con gesto indiferente. No pescaré
este pez. Perecerá si no se defiende. En el extremo
opuesto. Volveré cien veces. Responde sin respeto.

200. E a b i e r t a . — En contacto con r, guerra, regla;


■delante de x, oreja; en el diptongo ei, peine; en sílaba
trabada por r, l, c, p : perla, belga, sección, afecto, con-
cepto; ante x equivalente a gs; e, § 52:
Deja cerrada la reja. Ha perdido la peina. Guerra sin
cuartel. El concepto del perfecto mercader. Las tejas
del tejado. Dejar de reír. Hacer mal papel. Ser fuerte
contra la suerte. El tercer puerto del trayecto. Marcha­
ba con veinte remos. Repobló la sierra.

201. A m e d i a . — Sonido abierto y claro, ni palatal


ni velar, a; ante las consonantes ch, 11, ñ^y, y en el dip­
tongo ai, suele hacerse ligeramente palatal, § § 5 4 y 5 5 1
Amasa pan para la casa. Papá va a cazar a la Mancha.
A la mañana cantaba la rana. Avanzaba la caravana. La
rapaza marchaba hacia la casa blanca. Ana cantaba, la­
vaba y planchaba. Bramaba en bravas llamas abrasada*
Las lanzas saltan la áspera coraza.

202. A v e l a r . — En los grupos au, ao, formando


una o dos sílabas, causa, baúl, bacalao, ahora; en sílaba
trabada por l, algo; delante de x, bajo; a, § 5 6 :
Salgo al balcón. Se ve mal con el vaho del cristal. No
es bajo ni alto. El sauce crece por igual. A lgo menos
de un palmo. El autor salvó al cautivo con el baúl del
general. Tienen ahora un salto en el Tajo. Duerme el
perro debajo del nogal. Aun no conozco Bilbao.

203. O c e r r a d a . — Se usa en sílaba libre; o, § 58:

Todo lo tomó. Y o no como sólo. Obró como mozo


valeroso. El oro que tomé con odio lloro. Pasó solo dos
horas en el coro. V oló de un lado para otro y se posó
sobre el pozo. Le prometió ganar el oro y el moro.
Todo lo que tocó sacó de tono.

204. O a b i e r t a . — En contacto con r, torre, roca;


delante de x, hoja; en el diptongo oi, heroica; en sílaba
trabada, golpe, borla; entre la vocal a y las consonantes
r, l: ahora, la ola; 9, § 59:
Una flor roja. La lluvia moja la hoja. A l calor del sol.
Canción de amor. Vayan con Dios. Corre a esconderse
con temor. Sostenida por las hojas de la rosa. Por ser­
vir y adoptar el dogma con fervor. Soltar el cordón de
la bolsa. Se alza la torre encima de unas rocas.

205. TJ c e r r a d a . — Sílaba libre; u, § 61:


Sube seguro por el muro. Lugar de mucha bulla.
Fluye la luna por la altura. Mucho dura la tertulia. A cu ­
muló muchos duros. Cubría la llanura una confusa figu­
ra. Todo el tiempo estuvo mudo. Pudo luchar contra la
oscura duda. Una pluma rizada como espuma.

206. U a b i e r t a . — En contacto con r, turrón, arru­


ga; delante de x, lujo; en sílaba trabada, turco; y, § 62:
Resulta mala conducta. La luz del farol alumbra el
subterráneo. Defiende con empuje sus costumbres. El
tumulto y rumor del turbio río. Con profundo rugido
lo inundaba. No le gusta ser el último.

207. U s e m i v o c a l . — Aparece detrás de a, o, e>


como elemento final del grupo silábico; u, §§ 64,68 b, 69:
Aumentar el caudal. Con raudo y audaz movimiento.
Estuvo dos años cautivo. El autor recibió grandes aplau­
sos. La aureola del cautiverio. Una rama de laurel.
Inauguró la unión de autores y empresarios.

208. U s e m i c o n s o n a n t e . — Primer elemento de grupo


vocálico pronunciado en una sola sílaba; w, §§ 65,68 b, 69:
Fuera de la cuesta. No se acuerda de la escuela. Debe
emplear toda la fuerza que pueda. El pueblo es fuerte
y bueno. Puede romperse la rueda. La cuesta acababa
en la puerta del fuerte. Dio cuatro vueltas a la cuerda.

209. S i n a l e f a . — Pronúnciense en una sola sílaba


los grupos de vocales formados por el enlace de las pa­
labras en los siguientes ejemplos. Para observaciones
especiales, véanse §§ 69 y 1 34-143:
Siéntese usted. Me alegro de esta solución. Se equi­
vocan de medio a medio. Todo va encareciendo de al­
gún tiempo a esta parte. A todo atiende queriendo
agradar. Cuéntame la alegre leyenda olvidada. Va a
anochecer muy pronto. Flota un aroma de ausencia que
evoca otros tiempos. Se detuvo un momento a meditar.
No añadas afrenta a afrenta. El Cielo está propicio a sus
deseos. Parece encadenado por su audacia y soberbia
el mundo entero. No se atrevió a esperar; corrió a en­
contrarnos. El sabio americano volvió a Europa.

210. V o c a l e s . — Ejercicio de conjunto:


«Andaría usted cerca de la verdad, si todas esas co­
sas me entusiasmaran a ratos, o en los libros, o vistas
desde mi casa, muy arrellanado en el sillón; pero usted
sabe muy bien que no hay faena de labranza ni entre­
tenimiento honrado aquí, en que yo no tome parte como
lo pueda remediar, y que tengo cinco dedos en cada
mano como el labrador más guapo de Cumbrales, y ha
de saber desde ahora, si antes no lo ha presumido, que
quisiera perder el poco respeto que tengo a la levita de
la casta, para hacer muchas cosas que hoy no hago por
el qué dirán las gentes. Si esto es afán de holganza,
holgazán soy sin propósito de enmienda; pero sea lo
que fuere, esto es lo que me gusta y para ello me creo
nacido; con lo cual vuelvo al tema de antes: que no me
estorban los sabios. Ni ellos sirven para la vida del
campo, ni yo para la del estudio, porque Dios no ha
querido que todos sirvamos para todo. Cada cual a su
oficio, pues no le hay que, siendo honrado, no sea útil; y
útiles y honrados podemos ser, ellos en el mundo con la
pluma y la palabra, y yo en Cumbrales con mis tierras
y ganados.»
J. M. de Pereda, E l sabor de la Tierruca.

CO N SO N AN TES

211. O c l u s iv a s b, d , g . — Aparecen en posición


inicial y detrás de nasal, §§ 80, 99 y 126; la d es tam­
bién oclusiva precedida de /, § 91 1:
Bramando y rugiendo, en tum­
bos mil desciende. Brotando san­
gre las espaldas y los hombros.
El humo asciende haciendo ondas.
Temblaron los hombres en las som- , . .
b oclusiva.
bras. Delirios mundanos sin gra­
cia ninguna. Bajaron los condes huyendo con dolor y

d dental. g velar.

angustia. Gritan con asombro cambiando el semblante.


1 Se repiten aquí algunas figuras incluidas antes para faci­
litar el recuerdo de la articulación correspondiente.
212. F r i c a t i v a s b, d, g . — En cualquier posición,
fuera de los casos comprendidos en el ejercicio ante­
rior, §§ 81, I O O y 127:

Con agrio ruido abrióse la puerta. El buen perfume


de la hierbabuena y de la buena albahaca. El recuerdo
de una agradable tarde, alegre y clara. Hay algunas
piedras sobre el blanco muro. Llegan con algazara y
alegría. Se queda mudo el jardín en la tarde que de­
clina. Meditaba absorto bajo las ramas oscuras. Sabe
admirar la libertad perdida.

213. La c o n s o n a n t e s . — Bila­
bial oclusiva, b, o fricativa, b, en los
mismos casos y con el mismo soni­
do que la b, §§ 90 y 91 :

Todavía los vemos vagar por es­


tas viejas villas. Pasó el invierno con nevascas y ven­
tiscas. Se ve venir la verde primavera. Puso la llave en

la vieja cancela. Es un valle polvoriento sin viñedos ni


verduras. Lleva un vestido muy vistoso con verdadera
elegancia. V ivo sin vivir en mí. Me invitó a pasar en
su casa un verano. La envidia no le deja vivir.
214. C onsonantes b, v, dyg .— Ejercicio de conjunto:

«Húmedo está bajo el laurel el banco


de verdinosa piedra;
lavó la lluvia, sobre el muro blanco,
las empolvadas hojas de la hiedra.
Del viento del otoño el tibio aliento
los céspedes oudula, y la alameda
conversa con el viento...,
¡el viento de la tarde en la arboledal
Mientras el sol en el ocaso esplende
que los racimos de la vid orea,
y el buen burgués, en su balcón, enciende
la estoica pipa en que el tabaco humea,
voy recordando versos juveniles...
¿Qué fué de aquel mi corazón sonoro?
¿Será cierto que os vais, sombras gentiles,
huyendo entre los árboles de oro?
A ntonio Machado, Galerías.
215. C on so n an tes p c (k). — Oclusivas sordas,
,

p, t , k , en principio de silabé y en los grupos p t , k t ,


§§ 79i 9^ y I2 5l fricativas sonoras, b, d, g, con sonori­
dad más o menos completa, ante consonante no oclu­
siva, §§ 83, 98 y 128:

La inquietud turba la casa. Su planta no quiebra la


flor de la tierra. Era todo su espíritu como un claro
cristal. Practicaba principios de perfecto creyente. Sin­
tió la tristeza de la decepción. Le juró protección con­
tra el insecto y el turbión. Se adaptaba a la tapa una
cápsula de plata. Sostenía la tierra con sus hombros de
atleta. Marcaba el ritmo con el pie.
216. F r i c a t i v a i n t e r d e n t a l c, 2 .— La articulación
ordinaria es sorda, 0, § 92. Se sonoriza corrientemen­
te, z, ante consonante sonora, § 94:
El cielo dediciembre es aún puro y azul. Se ha reza­
gado el invierno. Hizo su oración con voz mezclada de
lágrimas. Tal vez lo juzgas mal
porque no lo conoces. Se hace
difícil de creer aunque parezca
cierto. Gozoso hallazgo de azu­
cenas floridas. Lo estrechó en­
tre sus brazos con una fuerza
atroz. Nació al pie de la cruz.

217. F r i c a t i v a a l v e o l a r s . —
La articulación corriente es sorda, s, § 106. Se atenúa
y debilita mucho en posición final ante pausa. Se sono­
riza de ordinario, z, ante consonante sonora, § 107:
Nos tienen sumisos y cautivos. Lloraba la sierra por
las vertientes blancas de sus neveras. Sacude el viento
las ramas llenando el suelo de
hojas secas. Trazaban con sus
pies arabescos graciosos sobre
el esmalte de los hielos. Las pie­
dras de los caminos desgarraron
sus pies. Eran los muchachos
más traviesos del pueblo.

218. F r ic a tiv a velar sorda,

g } j . — A veces uvular, y siempre más áspera y estrecha


que una mera aspiración, aunque sin dureza ni tensión
excesivas, x, § 13 1:

Bajó al jardín por un manojo de jazmines. Jugaba con


sus hijos después del trabajo. Estrujaba las flores cuaja­
das de rocío. Juntó las manos con los ojos bajos y las
mejillas enrojecidas. En el rojo
paisaje se esponjaba la tarde. Lo
pusieron en una caja y lo deja­
ron junto al río.

219. —
P ro n u n cia ció n de l a x
Entre vocales se pronuncia gs;
ante consonante, s, § 129:
x frica tiv a .
Extendía la mano con un gesto
exigente. En el poblado próximo ocurrió un extraño
suceso. Hizo un movimiento irreflexivo. No se explica
fácilmente una existencia tan extraña. La palabra exacta
hace clara la expresión. Ojos extasiados, voz estreme­
cida, brazos extendidos. Tenía una experiencia extraor­
dinaria.

220. O c l u s i v a s y fricativas sordas. — Ejercicio de


conjunto 1 :

«A la sombra de los altos plátanos funcionaban las


peluquerías de la gente huertana, los barberos de cara
al sol. Un par de sillones con asiento de esparto y bra­
zos pulidos por el uso, un anafre en el que hervía el
puchero del agua, los paños de dudoso color y unas
navajas melladas que arañaban el duro cutis de los pa­
rroquianos con rascones que daban escalofríos, cons­
tituían toda la fortuna de aquellos establecimientos al
aire libre.
Muchachos cerriles que aspiraban a ser mancebos en

1 E l t e x to p re s e n ta tam b ién abun d an dan tes ca so s d e / , a la


cu al no se le d ed ica e je r c ic io e sp e cia l, § 88.
las barberías de la ciudad, hacían allí sus primeras ar­
mas, y mientras se amaestraban infiriendo cortes o po­
blando la cabeza de trasquilones y peladuras, el amo
daba conversación a los parroquianos sobre el banco
del paseo o leía en alta voz el periódico al corro que
con la quijada en ambas manos escuchaba impasible.
A los que se sentaban en el sillón de los tormentos
pasábanles un pedazo de jabón de piedra por las meji­
llas, y frota que te frota, hasta que levantaba espuma.
Después venía el navajeo cruel, los cortes, que aguan­
taba firmemente el parroquiano con la cara manchada
de sangre. Un poco más allá sonaban las enormes tije­
ras en continuo movimiento, pasando y repasando so­
bre la redonda testa de algún mocetón presumido, que
quedaba esquilado como perro de aguas; el colmo de
la elegancia: larga greña sobre la frente y la media ca­
beza de atrás cuidadosamente rapada.»
V. B lasco Ib á n e z , La Barraca.

221. N a s a l n. — La articulación corriente es alveo­


lar, n, § lio ; en contacto con una consonante siguiente
sufre diversas modificaciones, haciéndose bilabial m,
§ 87; labiodental, m, § 89; interdental, n, § 95; dental, n,
§ 103; palatal, n, § 122, y velar, i), § 130 :

Empezaba a anochecer. Se dirigió a un jardincillo


próximo. Se sentía un poco enfermo. Los naranjos se
estremecían con la brisa de la tarde y esparcían por el
ambiente el incienso de sus azahares. En medio del jar­
dín habían construido un pabellón. No se veía un solo
barco en todo el ancho mar. Sintió que de nuevo le
invadía la tristeza y se halló ya sin fuerzas para pensar
en su infortunio.
222. L a t e r a l /. — La articulación ordinaria es al­

veolar, 1, § I I I ; en posición final de sílaba no es siem­


pre alveolar, sino también, se­
gún la consonante siguiente, in­
terdental, |, § 9 6 ; dental, 1, § 1 0 4 ,
y palatal, J, § 123:

Eludía decir la noticia fatal.


Se sintió adormecido bajo el
halago oriental del decorado.
Le golpeó el hombro afectuosa­
mente en señal de asentimiento. El alba empezó al fin
a desteñir los cristales del balcón. El patio del hotel
era de un andalucismo artificial. Alzó la vista y calculó
la altura. Juntaba el yelmo de la
gesta con la dulzaina pastoril.

223. A l v e o l a r r .— V ibran­

te simple, r, §§ 1 1 2 -115 :

La conversación adquirió pron­


to un tono de sincera familiari-
r simple. dad. Sintió llegarle al cerebro
como una brisa perfumada. Su
mirada fué atraída por la luz de la trémula estrella. Le
gustaba contar su pequeña historia de héroe. Oía en­
tornando los párpados y tardaba en darse por enterado.
Le invitaron a contar algunas impresiones de la excur­
sión que acababa de hacer.

224. A lveolar r r .— V ib ran te m ú ltip le, r, § 116:

Lo arrugó entre sus manos y lo arrojó lejos de sí.


Recobró la calma como quien recobra un tesoro. Hacía
rodar a los niños por el suelo arrojándoles dulces a la
rebatiña. Corrían rumores de
que se iban a suspender las ca­
rreras. Las raíces del árbol, cuan­
to más recias, mejor. Recorría
con la mirada los floridos rinco­
nes, adornados por las graciosas
enredaderas. Era pródigo y ma­
nirroto y derramaba su dinero
entre aventureros y holgazanes..
El ruido de la calle no dejaba reposar. El perro estaba
arrimado a la rueda del carro.

225. C onsonantes n, /, r, rr. — Ejercicio :

«Danzamos en tierra chilena,


más suave que rosas y miel,
la tierra que amasa a los hombres
de labios y pecho sin hiel.
La tierra más verde de huertos,
la tierra más rubia de mies,
la tierra más roja de viñas,
¡qué dulce que roza los pies!
Su polvo hizo nuestras mejillas,
su río hizo nuestro reír,
y besa los pies de la ronda
que la hace cual madre gemir.
Es bella, y por bella queremos
su césped de rondas albear;
es libre, y por libre queremos
su rostro de cantos bañar.
Mañana abriremos sus rocas,
la haremos viñedo y pomar;
mañana alzaremos sus pueblos :
¡hoy sólo sabemos danzar!»
G abriela M istr al, Rondas de Niños.

226. Palatal ch. — Africada sorda, c, § 1 1 8 :

Espigas henchidas de grano.


Se acerca la cosecha bienhecho­
ra. Manchan las amapolas la an­
chura de los campos. Las mieses
hechas haces se estrechan en
el carro. Juegan los muchachos
con alegre charla. Se escuchan 5 pa lata l,
de noche agudos chillidos. El
mar azotaba la lancha deshecho en blanca espuma.

227. P a l a t a l y . — Africada sonora, y, en posición

inicial y detrás de n, l, § I I 9; fricativa, y, en los demás


casos, § 120:

Y a no canta el herrero con las notas del yunque. Se


apoyaba en un cayado. Y a pasó el chubasco, pero yo^

estoy triste. Reía mayo en los hoyos de su cara. Se


construyen con ayuda del pueblo. Son ya los jardines
un yermo arenal. En la playa cayeron desmayados.
Am argo como la hiel y duro como el hierro.
228. P a l a t a l ;? . — Palatal nasal sonora, n, § 122:

El sol baña la montaña. Hay


un leño desnudo entre las peñas.
Retoña todos los años. Un niño
de ojos dulces soñaba sonrien­
do. Mañana iremos a la viña.
Vuelven en otoño los rebaños
n palatal. extremeños. Hizo sus campañas
en países extraños. Halló su
compañero muerto y bañado en sangre. Un oficial espa­
ñol aclaró aquel extraño suceso.

229. P a l a t a l 1
11. — Fricativa lateral sonora, , § 123 :

Brilla la llamarada de la hoguera. La llamaban la


reina del valle. La villa estaba en el llano al pie del cas­
tillo. Pasó con ella por la calle. Era una maravilla su
belleza. Llenaba la llanura el ruido de la batalla. Una
estrella que brillaba más que las
otras les llamó la atención. Lle­
gaba a la muralla un profundo
y confuso murmullo.

230. C o n s o n a n t e s p a l a t a ­
l e s . — Ejercicio de conjunto :
1 palatal.
«Tras de los pinos y matorra­
les se emboscan en noches así los cazadores. Tendi­
dos boca abajo, cubierto con un papel el cañón de
la carabina, a fin de que el olor de la pólvora no
llegue a los finos órganos olfativos de la liebre, apli­
can el oído al suelo y así se pasan a veces horas en­
teras. Sobre el piso, endurecido por el hielo, resuena
claramente el trotecillo irregular de la caza : entonces
el cazador se estremece, se endereza, afianza en tierra
la rodilla, apoya la escopeta en el hombro derecho,
inclina el rostro y palpa nerviosamente el gatillo antes
de apretarlo. A la claridad lunar divisa por fin un
monstruo de fantástico aspecto pegando brincos pro­
digiosos, apareciendo y desapareciendo como una
visión : la alternativa de la oscuridad de los árboles y
de los rayos espectrales y oblicuos de la luna hace
aparecer enorme a la inofensiva liebre, agiganta sus
orejas, presta a sus saltos algo de funambulesco y
temeroso, y a sus rápidos movimientos una velocidad
que deslumbra.»

C ondesa de P ardo B azán , Los Pazos de Ulloa.


EJERCICIOS DE ENTONACIÓN

231. In f l e x ió n a s c e n d e n t e . — Palabras agudas y


•grupos de intensidad con acento sobre la sílaba final.
T on o grave en las sílabas débiles. Elevación de la voz,
de dos a tres tonos, sobre la sílaba acentuada, § 183.
A l principio de grupo, las palabras inacentuadas,
§§ 165-169, se pronuncian también en tono grave,
como las sílabas débiles de las palabras agudas:

a) Dos sílabas: Señor. Color. Canté. •


Sillón. Perdiz. Razón. Virtud. Compré. T o­
mad. Vendrá. Jamás. Después. Perdón. Se fué. Lo vi.
Por Dios. El sol. En fin. Me voy. Sin fe. En paz.
b) Tres sílabas: Repetir. General. Contador. Señalé.
Volverá. Corazón. Admirar. Comprendí.
Construcción. Se marchó. La verdad. Con- o o
tra mí. Entre diez. Me los dió. Las perdí. Por su mal.
c) Cuatro sílabas: Disolución. Despertador. A veri­
guar. Ceremonial. Fortificó. Copiosidad. #
Educación. Lo perderá. Contra la luz. Des- 000
de el hotel. Por amistad. En el jardín. Sin compasión.
d) Cinco sílabas: Contraposición. In- *
movilidad. Aposentador. Rejuvenecí. Lu- 0 0 0 0
minosidad. Se repetirá. Le contestaré. Desde que la vió.
Por la claridad. Hasta que se fué. Se lo repitió l .

1 H ay ta m b ién form as y co m b in a c io n e s d e e ste tip o co n s-


232. I n f l e x i ó n d e s c e n d e n t e . — Palabras llanas o es­
drújulas y grupos de intensidad con acento sobre la
penúltima o antepenúltima sílaba. Tono alto en la síla­
ba acentuada. Am plio descenso, de cuatro a cinco tonos,
en la sílaba o sílabas posteriores, § 183:

• a) Dos sílabas: Casa. Padre. Llano,


o Mesa. Lunes. Árbol. Piedra. Habla. Canta.
Veinte. Joven. Medio. Fuimos. Dime. Dame. Hazlo.
• b) Tres sílabras: Rápido. Límite. T ér-
o o mino. Acido. íntimo. Lástima. Pérdida.
Árboles. Jóvenes. Huéspedes. Siéntese. Dígame. Cóm­
prelo. Cállese. Óiganme. Duérmete. Mírela. Páguenos 1„

233. I n f l e x i ó n c i r c u n f l e j a . — Palabras llanas o es­


drújulas con sílabas débiles protónicas, anteacentuadas*
y grupos de intensidad con sílabas inacentuadas ante­
riores y posteriores al acento, § 183:

• a) Tres sílabas: Hermosa. Macizo. Lla-


o '
0 nura. Severo. Partido. Penumbra. Castillo.
Escribe. Marchamos. Volvimos. Cantaban. Dispensa. La
calle. Se marcha. La dejan. Sin miedo. Con prisa.
b) Cuatro sílabas: Luminoso. Populares. Obedecen.
• Panorama. Manifiesto. Sostenido. Madri-
00 0 leños. Se nos muestran. Me las llevo. En­
tre nubes. Por la fuerza. Contra todos. Las llanuras.
c) Cinco sílabas: Privilegiado. Contrariedades. Ex-
• plicaciones. Romanticismo. Abandonaban.
000 o Inquebrantable. Literatura. Los movimien-

titu íd as p o r m a y o r n ú m ero d e sílab as, com o rejuvenecerá, con­


trarrevolución, hacia la libertad, contra lo que se pensó, etc.
1 P rese n tan asim ism o in fle x ió n d e sce n d e n te la s form as so ­
b re s d rú ju la s págueselo, cómpremelo, díganoslo, etc.
tos. Hacia la playa. Con los amigos. Entre las flores.
Se molestaron. Me lo dijeron. Hasta la noche 1.

234. F rases d ec la r a tiv as que form an un solo grupo

— Inflexión inicial ascendente, si la frase empie­


fó n ico .

za con sílaba débil. Tono alto desde el _____


principio, si la primera sílaba es acen- / \
tuada. A m plio descenso en la última sílaba fuerte y en
las débiles siguientes, § 184:
Se aproxima el momento. Se da un grito en un pun­
to cualquiera. Se constituye una junta. Se formula un
programa. Circula la noticia. Se agitan los ánimos. Se
subleva otra ciudad. Suben otros hombres al poder.
Sale a luz un manifiesto. Se disuelven las juntas. Se
restablece la normalidad. No sucede nada. Todo está
tranquilo. Se han disipado los primeros ímpetus. Nos
hemos resignado al dolor.

235. F r a s e s d e c l a r a t i v a s d e d o s g r u p o s f ó n i c o s . —
Inflexión inicial ascendente o elevada en cada grupo, se-
s gún empiece con sílabas débi-
/ / \ les o acentuadas. Inflexión final:
en el primer grupo, ascendente; en el segundo, descen­
dente, como en las frases de un solo grupo, § 184:
Tropeles de visitantes y servidores se extienden y
andan por corredores y estancias. La larga serie de
estancias vastas ha ido reteniendo a los visitantes. El
anciano de blancas barbas está sentado ante una mesa.
Libros y papeles se amontonan sobre la mesa. Una
campanillita de plata reluce sobre el rojo tapete. El
1 O c u rre n , p o r su p u esto , g ru p o s d e m a y o r n ú m ero d e síla ­
bas sin m ás a cen to q u e el d e la p en ú ltim a, com o extralimitarse,
especificaremos, desde que nos comprometimos, etc.
triste y fatigado anciano ha dejado de leer unos papeles.
La lealtad y fidelidad del caballero han sido inquebran­
tables. La muchedumbre de los cortesanos se rebulle
en torno a esos grandes secretos. La vida de los pobres
palaciegos es un largo martirio.

236. P r o p o s ic ió n c O iM p l e m e n t a r ia in t e r i o r d e f r a s e

— La frase principal se corta en la altura


a f i r m a t i v a .

____ ____ / ____ media o haciendo un pe-


queño descenso, para dar
lugar a la proposición complementaria. La entonación
de ésta se desarrolla con inflexión final ascendente.
Después se reanuda la frase principal, terminándola con
el ordinario descenso de la oración afirmativa, § 185:

Surgían como llamas, detrás de las verjas, los altares


diminutos de la ciudad enamorada. Expuso sus escrú­
pulos, después de los saludos, con una timidez desespe­
rante. Una congoja profunda, como brotándole cálida­
mente del corazón, le inundaba los sentidos de amargura.
La caprichosa joven, por imperativo de su carácter, se
rebelaba contra el orden establecido. Hasta el momento
de su liberación, que ella siempre esperaba, había deci­
dido callar. El plan, hasta el presente, se iba desarro­
llando con exactitud. Aquel día aciago, por todos pre­
sentido, se alejaba cada vez más. Advirtió compungida,
con un sincero malestar, que sus palabras producían un
efecto detestable.

237. C o m p l e m e n t a r i a i n i c i a l o f i n a l d e f r a s e . —
La proposición principal constituye un grupo; la com­
plementaria, otro. El conjunto se y
desarrolla como una frase afir- ^ ^ ^
mativa de dos grupos, terminando el que va en pri-
mer lugar con elevación, y el que cierra la frase, con
amplio descenso de cuatro a cinco tonos:

Durante cincuenta años, esa imagen ha acompañado


al anciano a todas partes. Y a en la sala que precede al
aposento del anciano los caballeros y servidores son
pocos. Desde que el rey era niño este caballero servía
en su cámara. A la altura de su pecho lleva cogido el
rosario. El campo se extiende silencioso hasta la lejanía
azul de las montañas. Las montañas cierran el horizonte
como murallas formidables. Van envolviéndonos las
sombras de la noche como cendales sutilísimos. Se des­
vanece el perfil de árboles y casas en la tranquilidad de
la llanura. Los pastores encienden sus fogatas en las
sombrías cumbres de la sierra.

238. E n la ce d e dos pr o po sicio ne s d e c l a r a t iv a s . —

Yendo unidas por una conjun­


ción, la primera proposición
termina con inflexión ascendente, y la segunda con el
ordinario descenso final, § 188 :

El anciano ha levantado la vista y la ha puesto en la


imagen de la virgen. Ha apoyado el codo en el brazo
del sillón y ha reclinado en la mano la cabeza. El ancia­
no se levanta y va a ponerse de rodillas ante la imagen.
La puertecita se abre y en el umbral aparece otro caba­
llero. Los palaciegos ríen a carcajadas si sonríe el señor,
y fingen sollozos si el señor está ligeramente triste. Cada
cual tiene su obligación y cada cual se ufana con sus de­
rechos. Unos tienen derecho a cubrirse y otros no tie­
nen derecho a estar cubiertos. El anciano ha dejado su
aposento y ha salido al jardín. Ha abierto la puerta del
jardín y se ha marchado lentamente por el camino.
239. C o m b in a cio n e s d e t r e s g ru p o s , p rin c ip a le s y
— Los dos primeros terminan en ele­
co m p le m e n ta r io s .

vación de la voz; el ter­


cero, con descenso, pá­
rrafo 184. Caben en esta fórmula todas las combinacio­
nes, a excepción de aquella en que los dos primeros
grupos son enumerativos, § 188:

De la cima de una montaña desciende en abomba­


miento ligero una ladera cubierta de verde. De la lejana
sierra diríase que se ha desgajado una poderosa mole y
ha avanzado por la llanura. Desde lo más empinado de
la ciudad van escalonándose unos burujos verdes hasta
juntarse con las huertas vecinas. En la monotonía de las
viejas ciudades est?. seguridad de poder marcharnos en
el acto nos hace prolongar nuestra estancia. Desde pun­
tos opuestos de Segovia las cuatro ancianas negras y
pajizas van avanzando lentamente. La noche desciende
lentamente sobre las cabañas délos pastores y sobre los
palacios de los caballeros.

240. E n u n c i a c i ó n d e c l a r a t i v a . — Frases de dos o


más grupos fónicos. Ejercicio de conjunto:

«Hacía muchos años que mi madre, Soledad Carlota


Agar y Bendaña, llevaba vida retirada y devota en su
palacio de Bradomín. Y o solía visitarla todos los oto­
ños. Estaba muy achacosa, pero a la vista de su pri­
mogénito parecía revivir. Pasaba la vida en el hueco de
un gran balcón, hilando para sus criados, sentada en
una silla de terciopelo carmesí, guarnecida de clavos
de plata. Por las tardes, el sol que llegaba hasta el fon­
do de la estancia, marcaba áureo camino de luz, como
la estela de las santas visiones que Soledad Carlota
había tenido de niña. En el silencio oíase, día y noche,
el rumor lejano del río, cayendo en la represa de nues­
tros molinos. Mi madre pasaba horas y horas hilando
en su rueca de palo santo, olorosa y noble. Sobre sus
labios marchitos vagaba siempre el temblor de un
rezo... Y o aún recuerdo aquel tiempo, cuando había
capellán en el palacio, y mi tía Águeda, siguiendo añe­
ja e hidalga costumbre, oía misa, acompañada por todas
sus hijas, desde la tribuna señorial que estaba al lado
del Evangelio. En la tribuna tenían un escaño de vellu­
do carmesí, con alto respaldar, que coronaban dos es­
cudos nobiliarios; pero solamente mi tía Águeda, por
su edad y por sus achaques, gozaba el privilegio de sen­
tarse. A la derecha del altar estaba enterrado el capi­
tán Alonso Bendaña con otros caballeros de su linaje:
el sepulcro tenía la estatua orante de un guerrero. A la
izquierda estaba enterrada D .a Beatriz de Montenegro
con otras damas de distinto abolengo: el sepulcro tenía
la estatua orante de una religiosa en hábito blanco,
como las comendadoras de Santiago.»
R. d e l V a l l e I n c l á n , Sonata de Otoño.

241. S Constituye fundamentalmente


u b o r d i n a c i ó n .—

dos grupos distintos. El prime­


ro termina con elevación y el / — ' ‘
segundo con descenso, § 1 8 7 :
El mal camino, andarlo pronto. Quien adelante no
mira, atrás se queda. El que callar no puede, hablar no
sabe. Casa sin varón, plaza sin guarnición. Ni fea que
espante, ni hermosa que mate. A mayor riesgo, mayor
desengaño. Rosa que muchos huelen, su fragancia se
pierde. Mientras más sabio es su autor, menos enmien­
da tiene su error. A quien se humilla, Dios le ensalza.
Quien dice tiempo, todo lo dice. A quien duerme jun­
to al río, la corriente se lo lleva. Si quieres que cante
el ciego, dale la paga primero.

Si duermo, sueño contigo;


si despierto, pienso en ti;
díme tú, compañerita,
si te pasa lo que a mí.
Copla popular.

242. E n u m e r a c i ó n c o m p l e t a , f i n a l d e f r a s e . — Pue­
de constar de tres, cuatro, cinco o más miembros. Cada
miembro de la
serie constituye
un grupo fónico. El último termina con inflexión des­
cendente como en la afirmación; el penúltimo con infle­
xión ascendente, y los anteriores con descenso menor
que el que cierra la frase, § 188:
%

El hombre ocioso siempre anda malo, triste, pensa­


tivo y desganado. El hombre ocupado y laborioso siem­
pre anda sano, alegre, regocijado y contento. A llí existe
el descanso, la honra, la hartura y las riquezas. Aquí la
tristeza, el desprecio, el hambre y la pobreza. No tienen
otros pasatiempos sino pasear calles, bromear con los
compañeros, escribir cartas y enviar recados. Era de
complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran
madrugador y amigo de la caza. Ha vencido formidables
obstáculos: muros empinados, mesetas elevadísimas,
lluvias torrenciales, laderas escurridizas y hondas ba­
rrancadas. Nadie le ha superado en esfuerzo, en ener­
gía, en perseverancia ni en serenidad de ánimo.

2 4 3 . E n u m e r a c ió n in c o m p l e t a f in a l . — Todos los
grupos de la serie terminan con descenso; el descenso
del grupo final, sin lie- ^ ^ ^ ^ ^
gar a ser completo, es
a veces algo más amplio que el de los anteriores, § 188 :

Todo era paz entonces, todo amistad, todo concor­


dia. Las causas eran otras más pequeñas, más mezqui­
nas, más inconfesables. El salón estaba brillante, susu­
rrador, sugestivo. Todo denota solidez: el inmenso
edificio, los montes recios y hoscos, los árboles forni­
dos y frondosos. Todo demuestra impetuosa energía:
los riscos agrios y salientes, las aristas agudas y puli­
das, los enormes y redondos cantos. Trascienden los
olores del romero, el cantueso, el espliego, el tomillo,
la mejorana. Han colaborado en la creación del con­
cepto de decadencia hombres eminentes, eruditos, his­
toriadores, literatos.

244. E f i n a l . — Todos
n u m e r a c ió n
n o los grupos
^ ^ ^ ^ ■
■■ ^
■/■■ >. terminan con
^ descenso, me­
nos el último, que lo hace con elevación. El resto de
la frase se desarrolla en la forma que corresponde en
cada caso a su propio carácter, § 188:

De un día a otro, de una semana a otra y de una a


otra estación, no hubo frontera ni salto brusco. Un
mundo de viejos pensamientos, de recuerdos olvida­
dos, de emociones desvanecidas, le entraba tumultuo­
samente en el cerebro. Nuevas luces, nuevas sensacio­
nes y nuevas ideas, le fueron explicando el motivo de
su cambio. De patio en patio, de corredor en corredor,
de salón en salón, la muchedumbre se va aclarando.
En los severos despachos, en los oscuros dormitorios,
en las anchas salas, el polvo ha ido formando una del­
gada capa sobre los muebles. En tierras lejanas, más
allá de los mares, bajo el fulgor de las estrellas, están
•los dueños de estos palacios.

245. E n u m e r a c i ó n d i s t r i b u t i v a . — Cada miembro


de la enumeración consta de dos subgrupos, de los cua­

les el primero termina con elevación y el segundo con


descenso. El descenso final de la serie es mayor que el
de los grupos anteriores, § 188 :
A l príncipe engáñanle los lisonjeros; a los privados,
los negociantes; a los señores, los mayordomos; a los
ricos, los truhanes; a los presuntuosos, la ambición; a
los prudentes, la confianza, y aun a todos juntos, la for­
tuna. Fué Catón en el consejo, prudente; en la conver­
sación, manso; en el corregir, severo; en las mercedes,
largo; en el comer, templado; en la vida, honesto; en
lo que prometía, cierto; en lo que mandaba, grave, y
aun en la justicia, inexorable. Casa, de padre; viña, de
abuelo, y olivar, de bisabuelo.

Sevilla, para el regalo;


Madrid, para la nobleza;
para tropas, Barcelona;
para jardines, Valencia.
Copla popular.

246. E n u n c i a c i ó n e n u m e r a t i v a . — Frases de varios

tipos. Ejercicio de conjunto:

«Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la so-


ledad de los campos; los árboles destas montañas son
mi compañía; las claras aguas de estos arroyos, mis es­
pejos; con los árboles y con las aguas comunico mis
pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y es­
pada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista
he desengañado con las palabras; y si los deseos se
sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna
a Grisóstomo, ni a otro alguno, en fin, de ninguno de
ellos, bien se puede decir que antes le mató su porfía
•que mi crueldad... Si yo le entretuviera, fuera falsa; si
le contentara, hiciera contra mi mejor intención y pre­
supuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborre­
cido; ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me
dé a mí la culpa! Quéjese el engañado; desespérese
aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas;
confíese el que yo llamare; ufánese el que yo admitie­
re; pero no me llame cruel ni homicida, aquel a quien
yo no prometo, engaño, llamo ni admito. El cielo aún
hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y
el pensar que tengo de amar por elección es excusado.
Este general desengaño sirva a cada uno de los que me
solicitan de su particular provecho, y entiéndase de
aquí adelante que si alguno por mí muriere, no muere
de celoso ni de desdichado, porque quien a nadie quie­
re, a ninguno debe dar celos; que los desengaños no se
han de tomar en cuenta de desdenes. El que me llama
fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala;
el que me llama ingrata, no me sirva; el que descono­
cida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta
fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta des­
conocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá
en ninguna manera.»
C ervantes, Don Quijote.
247. In t e r r o g a c ió n d ir e c t a d e u n s o l o g r u p o . —

En la forma absoiuta, la entonación desciende gradual­


mente desde la primera sílaba acentuada, elevándose al
final de la frase; en la for­
ma relativa, la voz se sos­
A b s o lu ta . R e la tiv o .
tiene en un tono relativa-
mente uniforme, terminando la frase con un movimien­
to circunflejo, § 189:

«— ¿Y tú?, ¿no irás a los Pedroches?— le dijo unos días


después Remedios a Quintín.
— ¿Y ustedes, van?
— Sí; creo que sí. Iremos con mis primas.
Quintín enmudeció un instante.
— ¿Y tú?, ¿no vas a ir? — volvió a preguntar Remedios.
— ¿Yo? No. No conozco a nadie.
— ¿No nos conoces a nosotras? — replicó la niña.
— Sí; pero podía molestar a ustedes...
Remedios conoció a Quintín de lejos, le saludó con
la mano y se levantó. Quintín se acercó a ella.
— ¿Quieres un bizcocho?
— Si me das...
Tomó Quintín el bizcocho que le dio Remedios y la
copa de vino.
— ¿No se sienta usted? — le preguntó Rafaela.
— No, muchas gracias. V o y a dar un paseo por el
monte...
— ¿Es que nos tiene usted miedo? — le dijo Tránsito.
— Miedo de hacerme ilusiones — repuso Quintín coa
galantería, saludando y yendo a buscar su caballo.
— ¡Andal Llévame a la grupa — saltó Remedios.
— No, no; te vas a caer— dijo Rafaela.
— Si no me caigo — replicó la niña.
— El caballo es manso — advirtió Quintín.
— Bueno; entonces llévela usted un poco...
— ¿Quieres que te convide? — preguntó Quintín.
— Sí.
Pasaron por delante de una taberna que llamaban
del Postiguillo; Quintín detuvo su caballo, dio dos so­
noras palmadas, y apareció el tabernero en la puerta.
— ¿Qué quiere esta niña? — dijo el hombre.
— Lo que haya — contestó Remedios.
— ¿Unos bollitos y dos medios vasos de Montilla?
— ¿Te parece bien? — preguntó Quintín.
— Muy bien.
Tomaron los bollos, bebieron y siguieron adelante.»
Pío B aroja, La feria de los discretos.

— ¿Hay quien nos escuche? — No.


— ¿Quieres que te diga? — Di.
— ¿Tienes otro amante? — No.
— ¿Quieres que lo sea? — Sí.
Copla popular.

248. P r e g u n t a s c o n p a l a b r a g r a m a t ic a l m e n t e in t e ­

r r o g a t iv a . — Terminan con inflexión descendente, as-

Relativa. Semiabsoluta. Admirativa.

cendente o circunfleja, según el matiz relativo, semi-


absoluto o admirativo que acompaña en cada caso a la
pregunta, § 189 :

«Le hubiera gustado saltar y reír; pero se contuvo a


la vista de la muchacha, que lo miraba un poco sorpren­
dida, mientras colocaba a su alcance el precioso des­
ayuno.
— ¿Cómo se llama usted? ¿Cuál es su nombre? — le
preguntó sonriendo, esforzándose por parecer amable.
— Me llamo Carmen, Carmencita, como me dicen
todos — contestó la muchacha.
— Bien, Carmencita; me parece que vamos a ser bue­
nos amigos — repuso él, atacando de lleno el desayuno.
— ¡Ah, me olvidabal Anoche estuvieron aquí unos
señores preguntando por usted. Se les dijo que el seño­
rito estaba descansando y contestaron que volverían esta
mañana.
— ¿Unos señores? — preguntó Bright con la boca
llena de bizcocho. — . ¿Quiénes eran?
— No dejaron sus nombres...
— ¿No habría una pequeña sala en este piso?
— ¡Ay, no, señor; no hay más que dormitorios!
Pero — rectificó de pronto — ¿por qué no los recibe
usted en uno que está aquí junto, vacío?
— Muy bien — dicidió Mr. Bright, incorporándose— ;
llévelos usted a ese cuarto...
El más viejo, gravemente, concretó entonces la cues­
tión:
— Nosotros somos los representantes de nuestro
amigo el vizconde de Hacha, a quien usted ha ofendido.
Mr. Bright dió un salto en la silla. ¿Cómo? ¿Qué era
aquello? ¿De qué vizconde hablaban? ¿Que él había ofen­
dido a quién?... Pero ¿cómo podía él ofender a una per­
sona que oía nombrar por primera vez? ¿Cuándo pudo
ofenderla?
— Usted recordará, en cambio — continuó el joven,
implacable — a otra persona bien allegada a nuestro
amigo, a la señorita de Casa-Manrique.
— No — contestó Mr. Bright cada vez más asom­
brado.
Entonces les tocó a los representantes el quedarse
sorprendidos. ¿Cómo que no la recordaba? ¿Cómo era
posible que se hubiera olvidado de ella?»
C laudio de la T orre , E71 la vida del señor Alegre.

249. P r e g u n t a s d ivid id as ex dos o más g r u p o s . —

El último grupo mantiene siempre la inflexión final que


le corresponde según el carác- ^
ter de la pregunta; los ante- / ' /
riores terminan todos con un leve descenso, § 189 :

«El polvo había puesto ya una sutil capa sobre la cu­


bierta de este pequeño volumen; el sol ardiente de la
estepa comenzaba ya a hacer palidecer los caracteres de
su título. ¿No habría nadie en la ciudad que comprase
este diminuto libro? ¿Tendría que volver este diminuto
libro a Barcelona, después de haber visto desde el es­
caparate polvoriento, entre la agenda y la escribanía,
el desfile lento, silencioso, de las devotas, de los cléri­
gos, de las lindas mozas, de los viejos que tosen y hacen
sonar susj bastones sobre la acera? No, no; un alto, un
extraordinario destino le está reservado a este volumen...
¿Añadiré que don Alonso ha dictado ya sentencia en
el pleito que examinaba anoche? ¿Podré pintar la estu­
pefacción, el asombro inaudito que se ha apoderado de
todo el pequeño mundo judicial al conocer esta senten­
cia? ¿Cómo haré yo para que os figuréis la cara que ha
puesto don Fructuoso, el abogado más listo de la ciu­
dad manchega, y el ruido peculiar que ha hecho al con­
traer los labios don Joaquín, el procurador más anti­
guo?... ¿Necesitaré decir después de esto qué género de
silencio se ha producido en la tertulia a la llegada de
don Alonso? ¿Diré que era algo así como un silencio
entre irónico y compasivo? ¿Tendré que añadir que lue­
go, en el curso de la conversación, han abundado las
alusiones discretas, veladas, a la famosa sentencia? Pero
don Alonso no ha perdido su bella y noble tranquili­
dad... El buen caballero ha dejado que hablasen todos;
él sonreía afable y satisfecho; después, a media tarde,
ha dado su paseo por la huerta.»
A zo r ín , Las confesiones de un-pequeño filósofo.

250. Preguntas y respuestas. — Ejercicio d e d iá lo ­

go familiar:

«— ¿Qué hay, Carmen? — preguntó con gran calma,


dirigiéndose al espejo para arreglarse el pelo.
— Señorita, vengo a darle cuenta del billete que me
entregó por la maña.
— ¡Ah!, sí..., el billete... ¿De cuánto era?
— De diez duros.
— Bien; ¿qué ha comprado usted?
— Los botones para el vestido de la niña han costa­
do seis pesetas.
— ¿Qué más?
— La sombrilla de Miss Ana, que he pagado yo. No
la han querido dar menos de tres duros.
— Bien; son cuatro duros y una peseta.
— La corbata para Chuchú..., tres cincuenta.
— ¿Se la ha puesto ya?
— No, señorita; mañana cuando vaya a paseo. Es
muy bonita; a María le ha gustado. ¿No sabe usted? El
chico quería ponérsela cuando salíamos del comercio...
¡Poco trabajo que me costó quitárselo de la cabeza!
— ¡Pobre Chuchú!
— Cuando vio que no conseguía nada por. las malas,
se puso a hacerme caricias..* «¡Anda, Carmelita, moni-
na, ponme la carbata..., te he de dar un dulee de los de
la mesa...» Y o le decía: «¿El que te toque a ti?» «Sí, sí,
el que me toque a mí...»
— ¡Oh, qué malo!
— ¡No sabe usted,' señorita, las monerías que hizo
para sacármela!
— ¡Pobre Chuchú! ¿Porqué no se la ha puesto usted?
— Porque en casa no habría quien se la quitase des­
pués.
— ¿Le ha encargado usted los guantes?
— Sí, señorita.
— ¿En casa de Clement?
— Sí, señorita; quedaron en mandarlos el sábado.
— ¿Los ha pagado?
— Sí, señorita; tres pesetas.»
P alacio V aldés , Riverita.

251. E n to n ació n in t er r o g at iv a y ex cla m a tiv a. —

Ejercicio de conjunto, §§ 189 y 190:

«— ¿Le parece a usted por dónde sale ahora ese bri­


bón? Y a me estaba yo temiendo alguna miseria. Llevan
hijo y padre muchos días de personas decentes. Pero
¡vamos, esto de Mario clama al cielo! ¡Mire usted que
atreverse a enamorar a Gloria! No puedo, no puedo
acostumbrarme a las acciones de esta gente. ¿Por qué
Dios me habrá puesto entre ellos a mí, que en mi po­
breza soy tan distinta?... ¡Ay, padrino! ¡Cuánto me ale­
gro de que llegue usted!
— ¿Sí? Pues ¿qué sucede? ¡A fe que vengo yol...
— Mario...
— ¡No me toques a Mario, que es el talento de la
casa!
— A pesar de eso, Mario...
— Mario, ¿qué?
— ¡Mario está haciendo una cosa muy feal
— ¿También Mario? ¡Pero estos hijos míos van a sa­
carme el sol de la cabezal
— ¡Estoy más disgustada!... Porque, créame usted,,
la cosa es de las que no tienen nombre... ¡Le está ha­
ciendo el amor a Gloria!
— ¡Ya lo sél ¡Se lo he propuesto yo!
— ¡Usted!... Pero ¿quién es él para poner los ojos en
Gloria? ¿Usted no ve eso? ¿Usted no ve que aquí esta­
mos recogidos por caridad? ¿Usted no ve que en esta
casa debiéramos andar todos de rodillas? ¿Usted no ve
que el amor de Mario es una ofensa? ¿Usted no ve que
ofender a quien nos salva es una villanía muy grande?...
— Mira, mira, mira, Carita: ¡odio, al par que despre­
cio, el género trágicol, ¿te enteras?...»
S. y J. Á lv a rez Q u in te ro , L os G a le o te s .

252. S ú p l i c a .— Alargamiento e inflexión circunfleja


sobre la sílaba o sílabas en que ftiás se apoya el interés
dentro de cada grupo, § 192:

¿Enfermo? ¿Loco dices? ¡Así lo estuviera!... Por lásti­


ma entonces habías de darme el cariño que he perdido...
¡No, no puedes quererme! ¡Desdicha mía! ¡A toda costa
quiero para mí todo tu cariño, y de cada vez más lo
pierdo!... ¡Perdóname, María!, ¡Ten lástima de mí! Si es
cariño el mío, porque es cariño; si es locura, porque es
locura..., de todos modos necesito tu amor... ¡Has sido
el único de mi vida!... Si yo supiera que te había per­
dido para siempre, que mi vida era un estorbo en la
tuya..., que sin mí serías dichosa..., ¡sin dudarlo me
mataría... y sin que tú lo sospecharas para no dejarte
un remordimiento en tu felicidad!...
J a cin to Benavknte, E l n id o a je n o .

«Señor, matadme si queréis...,


¡pero, Señor, no me matéis!

¡Oh, Señor!, por el sol sonoro,


por la mariposa de oro,
por la rosa y por el lucero,
por los vilanos del sendero,
por el trino del ruiseñor,
por los naranjales en flor,
por la perlería del río,
por el dulce pinar umbrío,
por los suaves labios rojos
de ella, y por sus grandes ojos,

¡Señor, Señor, no me matéis!...


Pero matadme si queréis.»
Juan R amón J i m é n e z , E l j a r d i n e r o s e n t im e n t a l.
TE X TO S FONÉTICOS

253. O bservacion es r el a t iv a s a la tr a n sc r ip c ió n .—

Siguen unas páginas, cuya lectura puede servir para


aplicar íntegramente la enseñanza de los anteriores ca­
pítulos. La transcripción representa una lectura discre­
tamente expresiva, ni monótona ni declamatoria, tal
como ha podido observarse en el uso de varias perso­
nas cultas de Castilla a quienes se ha hecho leer al
efecto estas páginas ante un pequeño grupo de oyentes.
Una triple línea ||| indica una pausa que rara vez ha sido
inferior a un segundo; dos líneas || representan una
pausa de unas 5° centésimas de segundo; una línea |,
una pausa inferior a 25 c. s., y una media línea una
simple cesura o depresión sin pausa perceptible. La
entonación va representada por flechas: el tono normal
se indica con una flecha horizontal —•>colocada sobre la
sílaba correspondiente; la dirección de las flechas en los
demás casos expresa el movimiento de la voz.
Cuando la inflexión es inferior al tono normal, la flecha
va colocada debajo del renglón; la dirección de una fle­
cha se refiere al tono de la sílaba en que se halla y al de
las siguientes, hasta que una nueva flecha lo modifica. El
guión - indica el enlace silábico de una consonante final
con la vocal inicial de la palabra siguiente. Los grupos
de vocales que deben pronunciarse en una sola sílaba
se indican de este modo: lo aseguro, sa ausentó.
254. — Antes de lo que yo pensaba, querido tío, me

decidió mi padre a que montase en Lucero. A y e r a las

seis de la mañana, cabalgué en esta hermosa fiera, como

le llama mi padre, y me fui con mi padre al campo. Mi

padre iba caballero en una jaca alazana.

L o hice tan bien, fui tan seguro y apuesto en aquel

soberbio animal, que mi padre no pudo resistir a la ten­

tación de lucir a su discípulo; y después de reposar­

nos en un cortijo que tiene media legua de aquí, y a eso

de las once, me hizo volver al lugar y entrar por lo más

concurrido y céntrico, metiendo mucha bulla y desem­

pedrando las calles. No hay que afirmar que pasamos por

la de Pepita, quien de algún tiempo a esta parte se

va haciendo algo ventanera, y estaba a la reja, en una

ventana baja, detrás de la verde celosía.

No bien sintió Pepita el ruido y alzó los ojos y nos vió,

L ín e a 1. S u e l e om it ir se la pausa e n t r e pensaba y kerído .—


2. pádra se p ro n u n cia a v e c e s en e s t e c as o d e s ta c á n d o le un
p o c o s o b r e el to no nor mal. — 6 . 19 ¡0a, d ic ié n d o lo c on c ier to é n ­
fasis, se d e s h a c e la sinalefa. — 7. D e s p u é s d e pádra o de f^sjftír
té^tgs fonétikós |]| 277

254. — ántez da lo ka yó pensába J kerído tío |j ma


deGidjó mi pádre 1 a ka mdntása an lu0éro ||| ayér- b Ibs
s^iz da la mánána | kabélgé en- é§te ármósa fjéra 1 komo
la lámB mi pádre || 1 ma fwí kg™ mi pádra él kámpo |¡ mi
pádr4 ibs kabsléro || an- uñé xáks eleGáne |||
I9 ¡0a tam bjén | fwí tan seguro yspwé^to 1 en- ak|l
sob^rbjo Bnjmál || ka mi pádra 1 nó pudó f^sjstír- b 1b ten
te0jQn | da lu0ír- b su d{§0ípulo ||| 1 despwéz dá reposar
nos- an- ui) kQrt[xo | ka tjéna médjB légwB da ski | yá aso
da Ibs- $n0e || m$ i0o b9lbér- él lugáj 1 yentrár p9r lo más
kQi)ky?íd9 i 0éntriko | metjéndo múcB bule 1 1 desem
padrándo Ibs kálas ||| no ái ka Bfjrmár | ka pasámós p9r
Ib da pepítB | kjen da élgyn tjémpo á a§tB párte || sa

bá a0jéndo algo be^tanére | ye^tábs b Ib F?xb 1 an- úns


bentánB báxa j| detráz da la b^rda O e lo s Í B ¡||
nó bjén sj^tjó pepítB 51 rwído 1ya|0ó los- 9XOS-1 n9z bjó |)
suele hacerse una pequeña pausa.— 11. bula, a veces, tam­
bién con entonación ascendente. — 16. rwído termina con des­
censo o mantiene el tono normal; puede decirse también ryído,
§ 149
se levantó, dejó la costura que traía entre manos y se

puso a mirarnos. Lucero, que, según he sabido después,

tiene ya la costumbre de hacer piernas cuando pasa por

delante de la casa de Pepita, empezó a retozar y a levan­

tarse un poco de manos. Y o quise calmarle, pero como ex­

trañase las mías, y también extrañase al jinete, despre­

ciándole tal vez, se alborotó más y más, empezó a dar

resoplidos, a hacer corvetas y aun a dar algunos botes;

pero yo me tuve firme y sereno, mostrándole que era

su amo, castigándole con la espuela, tocándole con el

látigo en el pecho y reteniéndole por la brida. Lucero,

que casi se había puesto de pie sobre los cuartos traseros,

se humilló entonces hasta doblar mansamente la rodilla,

haciendo una reverencia.

La turba de curiosos que se había agrupado alrededor,

rompió en estrepitosos aplausos. Mi padre d ijo :

Lín e a 4. ya o ja. — 6. xinéte, s u e le te rm in a r ta m bié n con e n t o ­


nación d e s c e n d e n t e . — 10. su ámo, o ta mbién, dic ho con cierta
ra pidez, sw ámo, § 142. — 11. S u e le o m itir se la pausa d e s p u é s
sa lebantó j d^xó Ib kQ^túra ka traía antre mán^s | 1 sa

puso b mirárnós j|| Iu0éro 1 ke sagún- é sabido despwés |

tjéna yá Ib k^tymbre da B0|r pj^rnss 1 kwandc pasa p(?r

delánta da Ib k ásB da pepita |¡ empaBo á r$to0ár 1 ys leban

társa um póko da mánós |l yó kíse kalmárla 1 pero komo as

tranása laz mÍBS 1 1 tambjén- a^tranása él xinéte 1 despra

Bjándola tal bé0 ¡| sa élborotó más- 1 más | empaOo á dar

r^soplídós ¡ b B04r kQrbétas 1 yéun- b dár- élgúnóz botas j|¡

pero yó ma tuba f{rm$ i seréno || m itrándole ke érB

su ámo | kastigándole kpn Ib aspwéls | tokándole kon- $1

látigo an- $1 péco 1 ) r^tanjéndole pQr Ib bríds ||| lu0éro 1

ka kasi sa sbjá pwé§to da pjé | sobra lós kwártó§ trasérQS ||

sa umilo ént$n0es | a§tB doblár mánsBménta Ib íQdila |

aOjéndó uns r^barén0jB |||

la t y r b s d a k u r jó s g s | k a sa s b já ag ru p ád o é lr ^ d a d ^ j |j

í Q m p j o é n - a ^ t r e p i t ó s o s - B p l á u s ó s ||| m i p á d r a d ( x o |

de luBéro. — 12. kasi o kási. — 13.


A v e c e s n o se h a ce pausa
d e s p u é s d e antgnBas, p ro n u n ciá n d o se esta p a lab ra co n e n to ­
n ación u n iform e.
— [Bien por los mozos crudos y de arrestos!

Y notando después que Currito, que no tiene otro oficio

que el de paseante, se hallaba entre el concurso, se diri­

gió a él con estas palabras :

— Mira, arrastrado; mira al teólogo ahora, y en vez de

burlarte, quédate patitieso de asombro.

En efecto, Currito estaba con la boca abierta, inmóvil,

verdaderamente asombrado.

Mi triunfo faé grande y solemne, aunque impropio de

mi carácter. La inconveniencia de este triunfo me infun­

dió vergüenza. El rubor coloró mis mejillas. Debí poner­

me encendido como la grana, y más aún cuando advertí

que Pepita me aplaudía y me saludaba cariñosa, sonrien­

do y agitando sus lindas manos.

J uan V alera , Pepita Jiménez.

Lín e a 2. C a b e ta mbién a quí su p rim ir la cesura detr ás de des-


pwés; la pausa q u e sigu e a kyríto p u e d e re d u c irse a m era c e s u ­
ra. — 4. E n pro n un cia ció n rápida, la sinalefa c o m p r en d e r ía
ade m ás la v o c a l de $1. — 5. En arastráo, el cará c te r v u lg a r de
bjém ppr Iqz mó0Qs k rú d o s- 1 da eré§tós (|

1 n o tán d o desp w és 1 ke k y q t o | ka nó tjéna o tro ofi0jo

k? $1 da p asaánta | sa a lá b a antr? $1 kQ ijkyrso || sa dirj

xjo á k o n - éftBS p a lá b r ss |||

mira arastráo | miré él ta ó lo g o éQre | yam b éz da

b y rlá rte || k é d s te p atitjé so d a aso m b ro j¡|

en - af^kto 1 kyr(to a^tábe kpn Ib b ókB Bbj^rtB 1 IJJ'móbil

b^rdBdérBménta BS<?mbrádo ¡||

mi trjym fo fwé grándá i solémne || éuijka imprópjc da


mi k a rá k tá i ¡¡| Ib ii^k^mbanjénOjB da é§ta trjym fo |¡ ma imfyn
djó b?rgwén0B ¡|¡ rybpr koloró mjz máxÜBS ||| debí pon^r
ma anOendído komo Ib gránB | 1 más- ayn || kwando adb^rtí
k a p e p ita ma B p lau dia | i ma saludábB k a n n ó sa ¡ s$nr{én
de 1 ya x itá n d o sy z ljn d ez m ánós |||

xwám balero |(] pepíte ximénaS ¡|j

e s t a e x c la m a c ió n h a c e q u e se om ita p o r c o m p l e t o la d d e -ado.—
11. rybyr, en e s t e caso p u e d e ta m b ién h a c e r su ú lt im a sílaba
alg o más alta q u e el tono n o r m a l.— 13-14. sgnrié^dc, o tam b ié n
d ic h o con m a y o r rapidez, synrjé^do, pág. 128.
255. — Se lanzó por entre las cañas, bajó casi rodan­

do la pendiente, y se vió metido en el agua hasta la cin­

tura, los pies en el barro y los brazos altos, muy altos>

para impedir que se mojara su escopeta, guardando ava­

ramente los dos tiros hasta el momento de soltarlos con

toda seguridad.

A nte sus ojos cruzábanse las cañas formando apre­

tada bóveda, casi al ras del agua. Delante de él sona­

ba en la oscuridad un chapoteo sordo como si un pe­

rro huyera acequia abajo... A llí estaba el enemigo: ¡a él!

Y comenzó una carrera loca en el profundo cauce, an­

dando a tientas en la sombra, dejando perdidas las al­

pargatas en el barro del lecho, con los pantalones pega­

dos a las carnes, tirantes, pesados, dificultando los

movimientos, recibiendo en el rostro el bofetón de las

Línea 3. mwí á|t9S, la \ acaba casi como una y; vulgar, mú-


yá}t?s. — 4. «bárvmSgtao «báremé^ta.— 7. kánas suele terminar
también con entonación ascendente.—10. o más bien £:1:, con
alargamiento de la vocal y de la consonante.— 11. kágOa, tono
255. — se lan0ó p o r - entra Ibs k á n e s | b a x ó k a s } rQdán

d o le p en djén te || 1 s a b jó m etido an- al- ágwB B§ta le 0 jn


túre | lós p jés- an- ¿1 b á r g 1 1 lóz b r á Ó o s á ltQ S 1 m w í á ltQ S

pare im pad(r ke s a m Q x á r a sw ask o p é ta | g w a rd á n d o e b á

rem énta l<?z d<?s tír Q S 1 a§te ¿1 m ó m é n t o da s g l t á r l g s | k$n

tó d e seguridád ||¡

a n ta su s- qxqs k ru O á b e n se Ibs kánas |¡ fg r m a n d o Bpre


tá d s b o b a d a j k a sj é l rá z d a l- ágwB ||| d e lá n ta d$ 4I || son á

b s an lé ó s k u r id á d - y n c a p o té o SQrdo | k o m o sj y m p$

ro u yérB B0ékjB B b á x o ||| a lj é§táí>B al e n a m íg o ¡ a $:I |||

1 kom anO ó unB ka r^ ra ló k e | an- ¿1 p r o fy n d o káuOa || an

d á n d o b tjé n ta s - an Ib SQmbrB | d ^ x á n d o p ^ r d íd s z Ibs- al

párgátB S- an- ¿1 b á fQ d^l lé c o | k$ n ló s p a n tB ló n e s p e g á

d os- b Ibs k á rn a s | tir a n ta s 1 p e sá d ó s 1 d if ik y lt á n d o I9Z

m o b im jé n tó s | r^ B ib jén d o an ¿1 r$$tro 1 ¿1 b o fa tp n d a Ibs

n o rm al o e n to n a c ió n a s c e n d e n te .— 12. sombre o sQm:brB.—


14. kárnas o kárnas; en e l se g u n d o ca so la r s u e le te n e r d o s
v i b r a c i o n e s ; t a m b i é n , s e g ú n e l é n f a s i s , tirá^tas o tirán:tas, pe*
sádós o pesárdós. — 15. mobimjéntós o mobimjé^tós.
cañas tronchadas, los arañazos de las hojas tiesas y cor­

tantes.

Hubo un momento en que Batiste creyó ver algo ne­

gro que se agarraba a las cañas pugnando por salir riba­

zo arriba. Pretendía escaparse... ¡Fuego! Sus manos, que

sentían el cosquilleo del homicidio, echaron la escopeta a

la cara, partió el gatillo, sonó el disparo y cayó el bul­

to en la acequia, entre una lluvia de hojas y cañas rotas.

¡A él! ¡A él!... Otra vez volvió Batiste a oír aquel chapo­

teo de perro fugitivo; pero ahora con más fuerza, como

si extremara la huida espoleado por la desesperación.

Fué un vértigo aquella carrera a través de la oscuri­

dad, de las cañas y el agua. Resbalaban los dos en el

blanducho suelo, sin poder agarrarse a las cañas por no

soltar la escopeta; arremolinábase el agua batida por la

Línea. 1. trQncádes o tr9ncá:dss.—1-2. IcQrtá^tos o kgrtá^tas; al


alargarse estas sílabas suele también elevarse su tono un poco
más que el tono normal. — 3. Omítese a veces la pausa des­
pués de m5mégto; otras veces se coloca después de batyta. —
6. kgskiléo, las dos últimas vocales suelen reducirse a una sola
sílaba, § 145. — 9. Después de bátate puede también omitir-
kána§ trQncádes | los- arenáOóz da las- <?xa§ tjésas- 1 kpr

tántds {¡I

úbó u™ móménto 1 ei) ka batata kreyó bér- algo né


gro |! ka sa BgBrába a les kánas ¡ pygnándo p9r saljr rjbá
0o Briba ||| p re ta n d ÍB askepársa | fwé:go ||| syz manós ka
sentían | ?1 k9skiléo dal- omiBídjo || ecár9n Ib sskopéta a
Ib kára | partjó $1 gatílo | sonó $1 djspáro | 1 ksyó £l byl
to an la a0ékja 1entré una lúbja da <?xbs- i kánaj r^tss |||
a ?:1 | a $:1 ||| otra béz b9lbjó bátate | b ó(r- sk?l capo
téo da p??9 fyxitíbo |¡| pero áórB k9ñ" más 0
fw$r B | komo
sj a^tramára Ib uída || espobádo p9r Ib desaspereOj^n |||
fwé um b^rtigo Bkéla kar^ra || b trabéz da Ib óskuri
dád 1de Ibs kánaz yal- ágwB | íezbBlábBn I9Z dós- an- ¿1
blandúco swélo || sjm podér- BgBfársa b las kánBS | p9r nó
S9¡tár Ib askopétB ||| ar^molinábBse el- ágwB || batíds p9r Ib
se la pausa, h a c ien d o q u e la e final f o rm e sinalefa con las dos
v o c a le s siguientes; las dos ú ltim as v o c a le s d e capoteo su ele n
form ar una sola sílaba. — 11. Ib uída, la u a caba c o m o w, pág. 163;
espolaádo, las v o c a le s aá su ele n ta m b ién p ro n u n cia rs e en una
misma sílaba. — 13. de y no de, p o r influ encia d e la d anter ior;
kánaz, la z ante la y se p ro n un cia con c ie r to matiz de z.
desaforada carrera, y Batiste, que cayó de rodillas varias

veces, sólo pensaba en estirar los brazos para mantener

su arma fuera de la superficie, salvando el tiro que le

quedaba.

Y así continuaba la cacería humana, a tientas, en la os­

curidad lúgubre, hasta que en una revuelta de la acequia

salieron a un espacio despejado, con los ribazos limpios

de cañas.

Los ojos de Batiste, habituados a la lobreguez de la

bóveda, vieron con toda claridad a un hombre que, apo­

yándose en la escopeta, salía tambaleándose de la acequia,

moviendo con dificultad sus piernas cargadas de barro.

Era él..., ¡él!, ¡el de siempre!

— Lladre..., lladre; no f escaparás — rugió Batiste, dis­

parando su segundo tiro desde el fondo de la acequia,

con la seguridad del tirador que puede apuntar bien

y sabe que hace carne.

.
L í n e a 9 . a b i t y á d o s , o t a m b ié n a b i t w á d c s , p á g . 1 44 — 1 1 . ta m b a
desaforádB kar^re |¡| i bátate | ka kayó d¿ FQdílaz bárjsz
bé6es |¡ sólo pensábe an e§tirár I9Z bráGps ¡| pare mántan^r
sw árma 1 fwéra da Ib sup$rfí0ja | salbá^do $1 tiro ke la
kedábe |||
yasí kpntinwábe Ib kaOaríé ymáne | a tjéntes | en Ib ós
kuridád lúgubra | a§ta ka an- une r^bw^jta da la a6ékja ||
saljéron á un- espá0jo despáxádo 1kpn I9J rjbáBóz límpjóz
da kánes |||
los- 9x9$ da bátate 1 abityádos- b Ib lobragéz da Ib
bobada || bjér9q k9n toda klaridád á un- Ómbre | ka apo
yándosa an la askcpéta 1salía tambalaándose da la aGékja
mobjéndo k9n difikyltád | sys pj^rass kargádaz da báró |¡¡
éra ^:1 | 4:1 | e¡ de sjém:pra |||
lá:dra | ]á:dra | nó: taskBpsrás | ryxjó bátate 1 d\s
perándo su segyndo tiro | dezdá 51 f^ndo da la a0ékja ||
k9n la seguridád d5 | tirsd^r | ka pwéda epyntár bjén 1
1 sába ka á6a kárna |||

laándose, aá su e le n fo rm ar una sola s í l a b a . — 14- lladre= ladrón.


Le vió caer de bruces pesadamente sobre el ribazo

y gatear después para no rodar hasta el agua. Batiste

quiso alcanzarle, pero con tanta precipitación, que fué él

quien, dando un paso en falso, cayó cuan largo era en el

fondo de la acequia.

Su cabeza se hundió en el barro, tragando el líquido

terroso y rojizo; creyó morir, quedar enterrado en aquel

lecho de fango, y por fin, con un poderoso esfuerzo con­

siguió enderezarse, sacando fuera del agua sus ojos cie­

gos por el limo; su boca, que aspiraba anhelante el viento

de la noche.

Apenas recobró la vista buscó a su enemigo. Había

desaparecido.

V ic e n t e B lasco Ib á n e z , L a Barraca .

L í n e a i . k a $ r, d i c h o c o n m á s r a p id e z , p u e d e ta m b ié n h a c e r ­
se m o n o s íla b o , pág. 1 4 5 . — 2. g a t a á r , c o m o k a ^ r, c o n o s in
s in é r e s is . — 3. fw 4 ?1> s e p r o n u n c ia de o r d in a r io fo rm a n d o
le b jó ka£r da brú0as p esá d em én ta 1 sobrá ál r|bá0o ||

1 ga ta á r d esp w és 1 para 119 í9 d á r - a§tB al- á g w e j|| batíate

kíso élkan0 árla | pero k9n tán te pre0ipitB0j9n || ke fw ? ?1 1

kjen d á n d c um p áso am falso | k a y ó kwan larg o ére ¡ e n - ¿1

f<?ndo da le e0ékje ||¡

su kabéOa sa \1ndj9 an- ¿1 bár9 || tragándo ¿1 líkido

t$r$sd i r9xí0o || kreyó moríu 1 kedár- ent^rá:do an- ak£l

léco da fáijrgo ||| 1 p9r f(n 1 kon- um podaróso asfw^r0o || k9n

sigÍ9 anderaBárse | sakándo fwéra dal- ágwe J sus- 9X9S 0jé

gós por- ¿1 lí:mo | su bóka ka espiraba analán:t$ 1 $1 bjénto

da Ib noca |||

epénaj F^kobró le b{§tB || bysko á sw anamígo ||| abía

desnpara0ído ¡||

b id é g ta b lá s k p ib á n d G ||| la b e r á k c |||

u n a s o l a 4 la r g a , e n la c u a l s e m a r c a n a v e c e s la s d o s s í l a b a s
de o r ig e n , aun cu an d o c o r r ie n te m e n te c o n s titu y e una s o la
s íla b a .
256.— Los negros ojuelos de la Nela brillaban de con­

tento, y su cara de avecilla graciosa y vivaracha multipli­

caba sus medios de expresión, moviéndose sin cesar.

Mirándola se creía ver un relampagueo de reflejos tem­

blorosos, como los que produce la luz sobre la superficie

del agua agitada. Aquella débil criatura, en la cual pare­

cía que el alma estaba como prensada y constreñida den­

tro de un cuerpo miserable, se ensanchaba y crecía ma­

ravillosamente al hallarse sola con su amo y amigo. Jun­

to a él tenía espontaneidad, agudeza, sensibilidad, gracia,

donosura, fantasía. A l separarse, parece que se cerraban

sobre ella las negras puertas de una prisión.

— Pues yo digo que iremos adonde tú quieras — ob­

servó el ciego— . Me gusta obedecerte. Si te parece bien,

iremos al bosque que está más allá de Saldeoro. Esto, si

te parece bien.

— Bueno, bueno, iremos al bosque — exclamó la Nela

L í n e a 1. P u e d e o m i t i r s e l a p a u s a d e s p u é s d e nél a. — 4. r^l am-


p s g é o , la s v o c a l e s é o s e r e d u c e n a v e c e s a u n a s o la s íla b a . —
2 $ó. — Iqz négros- pxwéló^ da le néla || brilában de kQji

té^to | 1 su kára da ebaBíla graBjóse i biberáca ¡| myjtipli

kábe syz médjó^ da aspresj$n 1 mobjéndosa sjn Besáj |||

mirándola 1 se kreíe bér- yn r^lampegéo 1 dá f^fl?xó§ tem

blorós9s ¡| komo Iqs ka prodúBa le lyB | sobra le sup^rfíBje

dal- ágwe éxitáde ¡|| akéla débjl kriatúre ¡ en le kwál para

0íe 1 ka al álme estaba komo prensáde i k9n§tranida 1 dén

tro dé urj kw^rpo misaráble || sa ansancábe i kreBíe ma

rebilóseménte ' al- alársa sóle k9n sw ámo yemígc ||| xyn

to á ¿1 1 teníe asp9nten$idád ' agudéBe 1 sensibilidád 1 gráBje 1


donosúre 1 fantesíe ||| al seperársa ¡| paréBa ke sa B^ráben

sobre é¡a 1 laz négres pw^rtez dé une prisj^n |||

pwaz yó digo || ke irémos- ed^nda tú kjéres | 9b

s^rbc ^1 Bjégo ||| me gyfté obedaB^rta || si ta paréBa bjén 1

irémos- al b<?ska ! ke está más- alá da saldaóro ¡|| é§to 1 si

ta paréBa bjén ||j

bwéno 1 bwéno | irémos- él b$ska | esklemó le néla

6. k r i a t ú r e , a v e c e s , k i^ B tú re , p á g . 126. — 13. p w a z y ó , la z s u e n a
c o m o u n a d é b il j fra n c e s a . — 1 5 . s a jd a ó r c , c o n o s in s in é r e s is .
batiendo palmas — . Pero como no hay prisa, nos senta­

remos cuando estemos cansados.

— Y que no es poco agradable aquel sitio donde está la

fuente, ¿sabes, Nela?, y donde hay unos troncos muy gran­

des, que pacecen puestos allí para que nos sentemos nos­

otros, y donde se oyen cantar tantos, tantísimos pájaros,

que es aquello la gloria.

— Pasaremos por donde está el molino de quien tú di­

ces que habla mascullando las palabras como un borra­

cho. ¡A y, qué hermoso día y qué contenta estoy!

— ¿Brilla mucho el sol, Nela? Aunque me digas que sí

no lo entenderé, porque no sé lo que es brillar.

— Brilla mucho, sí, señorito mío. ¿Y a ti qué te impor­

ta eso? El sol es muy feo. No se le puede mirar a la cara.

— ¿Por qué?

— Porque duele.

— ¿Qué duele?

L í n e a 4. donda á i u n o ? , l a i a c a b a c a s i c o m o u n a y. — 11. n e is
p o d r ía ta m b ié n p r o n u n c ia r s e c o n e n to n a c ió n d e s c e n d e n t e .—
batjéndo pálmes ||| pero komo no ái prisa || q 6 s se^te

rémós kwando a^témós kansádós |||

1 ka no és póko égredábla 1 ek£l sítjo dqqda a§tá le

fwé^ta | sábaz néla | 1 donda ái únQ$ tr$i)kóz mwí grán

das 1 ka paré6am pwéstos- alí | pare ka nós sejitémóz no

sótrós | 1 dQgda sa óyai) kantár tán:tós 1 tantísimós páxarQs ||

ke és- ekélo le gl^rje |||

paserémós p<?r dQnda a$tá 51 molínó || de kja^ tú di

6as ' ka áble maskujágdo les palábres 1 komó um b^rá

¿o III ái k£ ?rmóso día 1 1 ké kQgtégte a§t$j ||¡

bríla muco ¿1 s$l 1 néle ||| ayqka ma díges ka sí |

nó lo ante^deré | p<?rka nó sé lo ke éz bríláj |||

bríle muco 1 sí 1 señorito mío j|| je ti ké ta imp$r

te éso !j| el s$l- éz mwí féo ||| nó sa la pwéda mirar- e le káre |||

P 9r ké III

PQrka dwéla |||

ké dwéla |||

13-14. imp$rt« ¿so, las vocales b é, en una lectura más rápida,


pueden reducirse también a una sola sílaba.
— La vista. ¿Qué sientes tú cuando estás alegre?

— ¿Cuándo estoy libre,, contigo, solos los dos en el

campo?

-S í.

— Pues siento que me nace dentro del pecho una fres­

cura, una suavidad dulce...

— ¡Ahí te quiero veri ¡Madre de Diosl Pues ya sabes

cómo brilla el sol.

— ¡Con frescura!

— No, tonto.

— ¿Pues con qué?

— Con eso.

— Con eso; ¿y qué es eso?

— Eso-— afirmó nuevamente la Nela con acento de la

más firme convicción.

— Y a veo que esas cosas no se pueden explicar. Antes

me formaba yo idea del día y de la noche. ¿Cómo? Verás:

L í n e a 7 . p w e z y á , la z s e p r o n u n c i a c a s i c o m o z ( j f r a n c e ­
s a ) . — 16. y á , o t a m b ié n y á ; b é o s u e l e p r o n u n c i a r s e f o r m a n d o u n a
Ib bjftB Id ké sjéntaf tú kwa^do a§tás- Blégra j||
kwando ast^i libra 1 kpytígo | sólóz 10$ dos- an- ¿1
kámpo III

sí":ll

pwas sjénto ke ma ná0a déntrc d$l péco 1 údb fres

kúrB | únB swBbidád dyj:0a j|¡


ái ta kjérc b¿j | mádre da dj$s |¡¡ pwaz yá sábas
kómc bríls ¿1 s$l |[
kQm freskúre |||
nó: t$nto |||
pwas kQi) ké III

kon- éso III

kon- éso III 1 ke és- éso |||

é:so | afirmó nwébsménta


“ ‘“■'-tk
Ib néls ' kon- a0énto da
*****
Ib

más fjrma kQmbjgOj^n |!|

yá béo ke ésss kósas || nó sa pwédan- esphkáj ¡|| ántes 1


ma fQrmábB y9 idéa d5 l dÍB i da Ib noca jl| kómo | berás |||
s o la s íla b a ; p u e d e n o m i t i r s e la s p a u s a s d e s p u é s d e kóses y d e
ágtes. - 17. kómo, c o n e n t o n a c i ó n u n i f o r m e o a s c e n d e n t e .
era de día cuando hablaba la gente; era de noche cuan­

do la gente callaba y cantaban los gallos. Ahora no hago

las mismas comparaciones. Es de día cuando estamos

juntos tú y yo; es de noche cuando nos separamos.

— ¡A y, divina Madre de Dios!—exclamó la Nela, echán­

dose atrás las guedejas que le caían sobre la frente —

A mí, que tengo ojos, me parece lo mismo.

B enito P érez G aldós, Marianela.

257. — Juan José. — ¡Rosa!... ¡Rosa!... ¿No me contes­

tas? ¡Mírame! ¿No quieres mirarme?...

Rosa. — ¡Verme como me veo por él y pegarme enci­

ma!... ¡Era lo único que faltaba, y ya llegó!...

Juan José. — ¡Oye; por lo que más aprecies en el mun-

Línea 2. ácre, dicho con cierto énfasis, se pronuncia a$ra, sin


reducir las dos vocales a una misma sílaba, § 147. — 4. t$ i yó,
o también twí yo. — 7. téqg-o $:xos, las dos vocales o 9, en una
lectura más lápida se reducirían sim plem ente a 9 . - 9 . En la
transcripción de este tex to , no obstante el carácter popular ma­
drileño de los personajes que en él figuran, se ha procurado
é r e d a d ía | k w a n d o s b l á b s lé x é n t a j|| é r s d a n o c e ¡ k w a n

d o lé x é n t a k a lá b a 1 i k a n t á b s n l ó z g á l ó s || á ó r a n o á g o

I b z m íz m a s k Q m p a r B 0 jó n a s j¡| é z d a d ía 1 k w a n d o a § tá m ó s

x y n t ó f t y i y ó || é z d e n o c e 1 k w a n d o n ó s s e p e r á m ó s ||

á i d ib ín e m á d r a d a djQS | a s k ls m ó le n é la 1 a c á n

d o s a a tr á z Ibz g ed ^ x B S | k a la k aÍB n s o b r a Ib fr é n ta |j¡

a m í k a t é ij g o q :x q s 1 m a p a r é 0 a lo m íz m o ||

benito péraz gald<?s ¡|| m ai^ n éte |||

257. — xwaq xosé *¡j íqsb || Fq'.sb || nó ma kQnté§


tas |¡| mírame || nó kjéraz mirárrma |!|
rQse III b^rma komo ma béo por- £l 1 i pegárma en0i

me !| éra ló uniko ka faltáibB 1 1 yá legó |||

xwaq xosé III óya | p<?r lo ka más apré0jes an ál mun:

representar, como en los trozos anteriores, la pronunciación


■corriente entre las personas ilustradas. E l nom bre del perso­
naje que habla se enuncia en tono bajo y suave o se om ite. —
11. bé c , con o sin sinéresis. — 12. ló uniko, o también, sin sina­
lefa, lo úniko; fa}tá:b* puede tam bién term inar con entonación
ascendente.
do, oye!... ¡Quítate las manos de la cara! ¡Así!... ¡Que vo­

te vea! ¡Que pueda mirarte!

Rosa. — ¡Déjame! ¿No dices que soy mala?... De lo malo

se huye. ¡Déjame!

Juan José.— ¡Dejarte! ¡Pues si todo lo que hago es por

miedo a quedarme sin ti! ¡Si te quiero más que a las ni­

ñas de mis ojos!... ¡Si al ponerte la mano encima he senti­

do el golpe aquí dentro!... ¡Si me ha dolido más que a ti!...

:No comprendes que me ha dolido más que a ti?...

Rosa.— Comprendo que me has maltratado sin motivo.

¿Qué te he hecho para que me maltrates? Cuando todo me

falta, ¿a quién voy a volverme?...

Juan José. — ¡A mí, Rosa, a mí! Si te digo que tienes

razón; que he procedido malamente; que me perdones..r

Pero tú no sabes lo que es encelarse de una mujer que

vale para uno lo que la V irgen del altar, y tener hinca-

Líneas 3 -4 . de lo m á lo se ú y a , dicho con menos afectación,


desaparecería la pausa después de m á lo , y podrían reducirse
a una sílaba las vocales e ú de se ú y a . — 5. k a á go,
con sinalefa
o sin ell 1, según el énfasis con que se hable. — 1 1 . te é e c o , las
do | ó:ya 1- kítate laz mánóz da le káire |¡| a:sí: j| ke yó

ta bé.B || ke pw éds mirá:rta |||

rQSB {¡| d^xBma || nó dí0as ka S91 mála || de lo málo 1

se úya ||| d^xeme !||

xwai) xosé ¡j| dexá'.rta ¡|| pwes si todo lo ka ágo 1 és p9r

mjédo b kedárme sin tí ¡|| si ta kjéro má:s ka b laz ní:


naz da mis- 9:xós ||| sj él ponerte Ib mano an0í:ma 1 é sentí

do 51 g$lpa Bkí dén:tro i|| si ma á dolido más ka b tí: |||

nó k9mprén:des ka ma á dolido más ka b tí: j|¡

F9SB ¡l| k9mpréndo 1 ka ma áz maltretádo sj"’ motíbo |||

ké te é éco para ka ma majtrátas j|¡ kwando todo me

fáj:ta | b kjém bíjii b b9lb£rma j||


xwai) xosé |!¡ a mí: í9sa | a mí: ||| si ta digo ka tjén$j

ra09n: | ke é pro9edído málemén:ta | ke ma p^rdó:nas |||

pero tú nó sábaz ¡ lo ke és- an0alársa dé uns myx$:j 1 ke

bála para uno j lo ka la bjrxan dal alta.j |¡ 1 tenér- iqká:

tres e é é forman de ordinario una sílaba, reduciéndose a una


sola é larga y progresivam ente cerrada. — 12. b^i b , la i se re­
parte entre las dos sílabas, m odificándose en i-y, según lo dicho
en la pág. 146. — 16. para uno, o sin sinalefa, paré únc.
da en el corazón esta espina. ¡Ojalá y no lo sepas nunca!...

Es un dolor muy perro; y cuando a uno le viene la basca,

no da cuenta de sí. ¡Se aturulla la cabeza, se llenan los

ojos de sangre, se levantan los puños sin querer, ocurre

lo que ocurre, sin que uno mismo pueda evitarlo, y

se acabó!

Rosa. — Y porque a ti te entren esas bascas y des en

recelarte de mí y de cualquiera, ¿voy yo a sufrir tus pron­

tos y a quedarme luego tranquila hasta que se te ocurra

recelar otra vez?

Juan José. — No, Rosa; ¡te juro que no!; ¡te lo jurol...

Y a no dudo; te creo... Dime lo que te dé la gana, y te

creo. ¡Me hace tanta falta creer en ti!...

Rosa.— Si te hace falta, ¿por qué te empeñas en lo con­

trario? ¿Por qué en vez de oírme la emprendes a trastazos

L ín e a i. Qxalá i nó su e le ta m bién p ro n u n cia rs e a la rgan do


la á a ce n tu a d a y d e s h a c ie n d o el d ip t o n g o q u e dicha á for­
ma con la i siguie nte . — 2. kwaijdo ¿ uno, o ta m b ié n kwagdc
b úno, r e d u c ie n d o la sinalefa a las v o c a le s o ,é y p ro n u n cia n d o
la ú, con acen to , e n sílaba distinta. — 8. da mí i da, las do s í i
de an- ¿1 korcBón- é§tB aspíne |j¡ Qxalá i nó lo sépaz nui):ke ||
és- yn dol^r mwí p?ro ¡|| 1 kwando á uno b bjéna Ib báska ||
nó dá kwénte da sí |¡| sa Btyryla Ib kabé0B ¡ se lénán los

<^xpz da sái):gra j se lebántan lós púnós s[i) ker^u ¡ okyr$

lo ka okyr$ 1 s(i) ké und mjzrao pwéds abitarlo || i


se skabó | |

F9SB III 1 pprkd b ti te éntran- ésaz báskus 1i dés- en

r$0alárta da mí i da kwalkjéra j| b$i yo b sufrir tys pr$£

tós 1 ja kedárma lwégo traqkila 1 a§ta ka se ta okyra

FfSalár- ótrB bé 0 |||

xwai) xosé III np: r$sa ||| t$ xúro ke nó ||| te I9 xú:ro |||

yá nó dú:do ||| te kréo ||| díme lo ka ta dé 1b gána || 1 te


kréo III ma á0a tánta fá:jte kr^ r- en tí |||

ítqsb III si ta á0a fájtB 1 p9r ké t¿ ampénas- an lo kp^


trárjo III ppr ké em béz da óírma ¡ Ib ampréndas- b tra§tá0ós

se reducen a una sola í larga y progresivamente abierta. —


9, ja o ya. — 12. gána, también con entonación ascendente. —
14. fájta, con entonación uniforme o ascendente. — 15. béz da,
según se pronuncie con más o menos fuerza, suelen producirse
también las formas bé0 da, béz za o béd da.
conmigo?... ¡Buen modo tienes tú de arreglar las cosas

y de consolar a unal

Juan José. — ¡Es que me has tratado de una forma,

y me has dirigido unas expresiones tan durasl...

Rosa.— ¿No eran verdad?... ¡Qué culpa me tengo de que

la verdad no sepa mejor!...

Juan José. — ¡Verdad, sí, verdad! Todas tus palabras

lo son. Verdad que yo me digo a cada momento, cuan­

do entro aquí y te veo desesperada, sola, malviviendo

de la compasión de los vecinos... ¡Tú, por quien yo he so­

ñado lo que no había soñado nunca, lo que no me ha traí­

do nunca con pena: ser rico, muy rico, como esos que

pasean en coche!... ¡Tú, por cuyo bienestar arrancaría

piedras con los dientes!... ¡Tú, que sufres, que no puedes

resistir más, porque no puedes, porque si esto sigue, si

no traigo a casa lo preciso, tú tendrás que abandonarme,

y harás bien, porque no has nacido para sufrir y para mar-

L í n e a 2. e ün« o a une.— 11 -1 2. traído, e n p ro n un cia ció n más


rápid a tráido, re d u c i e n d o a un d ip to n g o las dos p rim eras vo-
k Q n 'm í g G ||| bw é™ m ódc tjé n a § tú da B ífg lá r Ib s kósas 1

i da k p n s o lá r - é une |¡¡

xw aq xosé ||| és ka ma ᧠tr^ tá d o dé une fp rm a j

i ma áz d ir jx íd o unas- e s p r a s jó n a s ta n d ú :r e s [|

fQ S B >|| n c éram b $ r d á :d ¡|| ké k y lp a ma té i) g o | da ka

Ib b^ rdád nó sép e m $ x $ j |||

x wai] xosé III b^ rdád 1 sí: | b ? r d á : d ||| t o d a s ti¿s p a l á b r a z

lo SQn :|j b^ rdád k a y ó ma d i g o b k á d s m 6m en:to 1 kw an

do éntro s k i i ta bao d e s e s p a r á d e | só:1b ¡ m albibjén :do

da Ib k p m p B s jp n da ló z b e B ín ó s j|¡ tú: 1 ppr k je n y o é so

ná:do lo ka no ábja sonádo n uq .k B ¡ lo k a n ó ma á traí

do n ui)ka k p m p e n a ||| s$r qko | m w j rjkc ¡ komo ésQs ka

p a s é e n - éi) k ó c a ¡|| tú: 1 pQr k u y o b j e n e § t á : r \ a r a ij k a r í a

pjédrBS kpn Iqz d jé n :t a s |i| tú k e sú fre s 1 k e n ó p w é d f i

r?sj§tjr m á :s ||| pQ rka n ó p w é d a s | p p r k a sj é § to s i g a 1 si

nó tráigo b ká sB lo preOíso ¡ tú t e n d r á s k a a b a n d o n á : r m e |||

ja r á z b jé n 1 pQ rka no áz n a O íd o parB s u fr ía |l 1 pars m ar

c a l e s . — 13. paséen o pasaán, re d u c i e n d o en e s t e s e g u n d o caso



a una sola sílaba las v o c a le s ta. — 17. jaráz, o tam b ién yaráz.
drizarte!... ¡Ahí tienes lo que yo imagino, lo que pienso,

mientras el frío me hiela las lágrimas en los ojos!... ¡Pero

cuando tú me lo dices, entonces creo que yo no soy

nadie para ti, que estás deseando dejarme, que no me

quieres, que quieres a otro, que ese otro va a robarme el

cariño tuyo; y se secan mis lágrimas, y me vuelvo loco,

y me dan ganas de matarte!...

Rosa. — ¡Calla! ¡No pongas ese gesto! ¡Me asustas!

Jo aq u ín D icen ta , Juan José.

L ín e a 3. kréo, en p ro n u n cia ció n más rápida krao, form an do


una so la sílaba. — 4. desaándo p u e d e ta m b ié n p ro n u n cia rs e f o r­
m a n do con las v o c a le s aá dos sílabas distintas; v é a s e pág. 155.—
tiri0árta ¡jj ái tjénaz lo ka y<? imaxíno lo ka pjéniso ¡|

mjantres- 5I frío ma yéla laz lágrimas- an los- 9:xós |j| pero

kwando tú ma lo díBas j| ent9n:0e:s 1 kréo ka yó nó sqi

nádja pare tí: ¡ ka e§táz desaándo d^xá:rma ke nó ma

kjé:ras | ke kjéras- a otro ¡ ke ésa otro bá a rpbárm? $1

karíno túyo ||| 1 sa séka"' m|z lágrimes | 1 ma bw^l:bo ló:ko ||

1 ma dái) gá:naz da matárta j||

rpSB III kála ||| nó p9qgas- és$ xé§to j|¡ ma esyftes |||

xcakj^ diBé^te ||| xwan xosé ¡||

5. a o tr o , o ta m b ién alguna v e z á c tr o , re d u c i e n d o a sinalefa las


d o s p r im e r a s vocale s; é s a o t r o p u e d e , p o r el c on tra rio , d e s c o m ­
p o n e r la sinalefa, f orm an d o do s sílabas con las v o c a l e s a ó.
ÍNDICE DE MATERIAS

a: m edia 34, 54; e jer cic io 201 a c u i d a d : escala d e acu id a d


palatal 34, 55- o de altura 35.
b: rela jad a 44, 57. a d v e r b i o s in ac e n tu a d o s 169.
a: v e l a r 34, 56; ejercic io 202. a f i r m a c i ó n : e n ton ac ió n c o ­
a b i e r t a : a rtic u la c io n es a b i e r ­ rr e s p o n d i e n t e a las o r a c i o ­
tas 13; v o c a le s a bie rta s y c e ­ nes decla rativ a s 184; e j e r c i ­
rrad as 34. cios 234-238.
a c e n t o : c o n c e p t o del a ce n to a f r i c a d a : a rtic u la c io n es a fr i­
23; a ce n to d e in tensid a d, d e c a d a s 13; c 118; y 119.
cantidad y tó n ico o d e a l­ a g u d a : e nton ació n aguda 19;
tu ra 23; c a m b io d e lu g a r de l p a lab ras agud as 162.
a c e n to 152; el a ce n to d e in ­ a g u d o : so n id o s a g u d o s con
te n sid ad y la función sin tác ­ rela ció n al tono 19; con r e ­
tic a d e las p a la b ra s 165; c la ­ lación al t im b r e 20.
sificación de las pa lab ras a h i 147.
p o r el a ce n to 161-163; a c e n ­ a h o ra 147.
tu ación del plural 164; a c e n ­ a i r e e sp ir a d o 9.
tu ació n d e las form as v e r b a ­ a l a r g a d a : fricativas a l a r g a ­
les 166; p alabras in a c e n t u a ­ da s y re d o n d e a d a s 13.
das 167-170; dife re n c ias d e a l f a b e t o fo n ético 31.
a ce n tu a ci ó n e n t r e la p r o ­ a l t u r a musical 19.
n u n cia ción y la e sc ritu ra a l v e o l a r : a rtic u la c io n es a l­
171; el to n o y el a ce n to 183; v e o la r e s 12; d e s c r i p c ió n d e
el a c e n to en la fra se 172; las c o n so n a n te s a lv e o la re s
acen to musical o tonillo 106-117.
181; a c e n t o rít m ico 173. a l v é o l o s 11.
a c e n t u a d o : so n id o a c e n tu a ­ a n d a l u z : su sem ejanza con el
d o 23. h i sp a n o a m e r ica n o 2.

1 Las cifras remiten a los párrafos correspondientes.


a p i c a l : a rticula cion es a p ic a ­ aún 147.
le s 12. b: bilabial 12; o c lu siv a 12; s o ­
á p i c e o p u n ta de la le ng ua 12. n or a 15; su tensión 71; su
a r i t e n o i d e s 10. so n orid ad 74; su uso en r e ­
a r t i c u l a c i ó n : sus dos a c e p ­ la ción con la fricativa b 75;
c io n es fon éticas n ; punto d e s cri p c ió n de su artic u la ­
d e articula ción 12; clasifica­ ción 80; ejercic io 211.
c ión de los son id os p o r el b: pron un ciació n d e la b en los
p u nto d e a rticula ció n 12; g r u p o s bm, bt, bs, be, bsc,
m o d o de artic ula c ión 13; bst, etc., 80, 82, 84, 156.
clasificación de los so nid os b: bilabial 12; fric ativa a la rga ­
p o r el m o d o de articula ció n da 13; sonora 15; su te nsión
13; tie m p o s d e la a rticula ­ 71; su uso en re la ció n c on la
ción 14; a rtic ula cio n es s o r ­ oc lu siv a b 75; d e s crip c ió n
das y sonoras 15; artic ula ­ de su articulación 81; m o d i ­
c io n es bu cale s y n asales 16; ficaciones de su so n orid ad
c on jun to de la articula ­ 82; b p r o c e d e n t e de p 83;
ción 17. b relajad a 84; ejercic io 212.
a rtíc u lo s: su ace ntu aci ón b : e n s o r d e c im ie n to d e la b 82.
170. b i l a b i a l : a rtic ula cio n es bila­
a s c e n d e n t e : entonació n a s ­ bia le s 12; p ro n u n cia ció n d e
c e n d e n te 19, 182; ejercic io las con so na n te s bilabiales
231. 79-87.
a scen d en te-d escen d en - b i l a b i o v e l a r : a rticula cio n es
t e o enton ació n circunfleja b ila b io v e la re s 12.
19; ejer cic io 233. b o c a d o d e A d á n 10.
a s i m i l a c i ó n e n tre conso­ b r e v e : s o n id o s la rgo s y b r e ­
n an te s 156. v e s 21.
á s p e r a : artic ula ció n ásp era , b r o n q u i o s 9.
p o r sord a 15. b u c a l : a rticula cio n es buca­
a s p i r a c i ó n 9. le s 16.
a s p i r a d a : c on so na n te s o c lu ­ c: para la pro n un cia ció n de la
s i v a s aspir adas 73. c c on el so n id o ce, ci, v é a s e
a t a q u e : a ta q u e d u ro y ata ­ al fin d e e ste ín d ic e el s i g ­
q u e su a v e en la p r o n u n c ia ­ no 0; para ca, co, cut v é a s e le;
ción d e las v o c a le s 40. p ro nuncia ció n d e la c e n los
á t o n o : so n id o s áto nos o d é ­ g r up o s cc y en 128, 156.
b ile s 22 n.; sílab as tónicas y c: palata l 12; africada 13; s o r ­
á tonas 28. da 15; d e s cri p c ió n d e su
con so na n te s con re s p e c t o al
ace n to 71; se gú n la posició n
c a m p o d e la articulación 11. en el g r u p o fon ético 72; d u ­
c a n a l v ocal 12. ra ción d e las c on so n a n te s
c a n t i d a d : cantidad absoluta 179; e nlace de vocales y
y re la tiv a 21, 174; ra p ide z con so n a n te s 153-154; e nla ce
or dinaria de la conversa­ de las c on so n a n te s e n t re sí
ción 175; c an tid ad vocálica *55-156; c a r a c te r e s g e n e r a ­
176*178; d ife re n c ias d e d u ­ le s de las c o n so n a n te s e s p a ­
ración e n t re las c on so na n te s ñolas 132.
179; can tid ad silábica 180. c o n stric tiv a : a rtic u la c io ­
c a s t e l l a n o p o p u la r 3. nes c o n s t ric tiv a s o frica ti­
c a v i d a d bu cal 11, 12; la rín ­ vas 13.
g e a 11; nasal 11, 16; to r á c i­ c o n t i n u a : artic ula c ion es c o n ­
ca 9. tinuas o frica tiv as 13.
c e c e o 108. co n ve rsació n : su ra p id e z
c e r r a d a : v o c a le s a bie rta s y ordinaria 175.
c er ra d as 34. c r i c o i d e s 10.
c i r c u n f l e j a : enton ación c i r ­ c u a l i d a d e s físicas d e l so n i­
cunfleja 233. do 18.
c o m a : no e q u iv a le s i e m p r e a c u e r d a s v o c a le s 10.
una paus a 184. c h : v é a s e c.
c o m p le m e n ta ria s: ento­ d: d e n ta l 12; o c lu s iv a 13; s o ­
nación d e las p ro p o s ic io n e s nor a 15; d e s c rip c ió n d e su
c o m p le m e n ta ria s 185; e j e r ­ artic ula ció n 99; d ife re n c ia s
cic io s 236-237. d e te n sió n 71; so n o r id ad 74;
c o n j u n c i o n e s : su a c e n tu a ­ r e la c i o n e s e n t r e la d y la
ción 170. 1 d 75; e jer cic io 211.
c o n s o n a n t e s : c u a d ro de las d: d e n to in ter d e n ta l 12; f ric a ­
c o n so n a n te s e sp a ñ o las 78; tiva 13; sonor a 15; d e s c r i p ­
clasificació n d e las m is mas ción de su a rtic ula ció n 100;
p o r el p u n to d e artic u la c ión m o dif ic a cio n es d e su te n ­
12, 76; p o r el m o d o d e ar­ sión 71; sus r e la c i o n e s con
ticulació n 13; c o n so n a n te s la d 75; dife re n c ias entre
so rd as y so n oras 15; b u c ale s la d y la ih so n o r a in g le ­
y nasale s 16; d e s c rip c ió n de sa 100; la d en la te rm in a ­
las c o n so n a n te s esp a ñ o las ción -ado 1 o 1; la d final d e
71-132; d if e re n c ia s d e t e n ­ sílaba 100, 156; la d final d e
sión segú n la p osic ión d e las p a la b ra 102; e je r cic io 212.
d é b i l : articula ció n dé b il en ? : abierta 52; ejercic io 200,
el se n tid o d e so rd a 15; so n i­ a : rela jada 44, 53.
dos d é b il e s 22; débil, p or e n l a c e s fon étic os 133; e n la c e
m e n o s p e r c e p t ib l e 25. de las v o c a le s entre sí 134-
d e n t a l : artic u la c ion es d e n ta ­ 150; e n la c e d e v o c ale s y
les 12; pro n un cia ció n d e las c on so na n te s 153; e nla c e de
con so n a n te s d e n ta les 98-105. c o n so n a n te s 155-156.
d e n t a l i z a c i ó n d e « 103; de / e n c l í t i c a : pala bra s e n c lít i­
104; de s 105. cas y pro clític as 27.
d e s c e n d e n t e : e ntonación e n d o s c o p i o 10 n.
d e s c e n d e n t e 19, 182; e je r c i­ e n s e ñ a n z a d e la p ro n u n cia ­
c io 232. c ión 6.
d i a f r a g m a 9. e n t o n a c i ó n : c o n c e p to de la
d ie n te s n. enton ació n 19; enton ació n
d ife re n cia s d e p r o n u n c ia ­ normal, ascen den te , d e s c e n ­
ción e n t r e las r e g io n e s e s ­ dente , e tc , 19; c a ra c te re s
p a ñ o la s y e n t r e E s p a ñ a y g e n er a le s 181; o p in io n e s s o ­
A m é r ic a 2; e n t re el habla b r e la entonació n esp a ñ o la
p o p u la r de C as tilla y la l e n ­ 181; enton ació n de las p a la ­
gua culta 3. bras aislada s 183; ejer cic ios
d i p t o n g a c i ó n : leve tenden­ 231-233; enton ació n de l g r u ­
cia de la v oc al alargada a la p o fónic o 182; tip o s p rin c i­
d ip t o n g a c ió n 43. p a le s d e la enton ación e s p a ­
d i p t o n g o s 66. ñola 184-192; e jercicio s d e
d i s t e n s i ó n : tie m p o de la en ton ac ió n 231-252.
a rtic ula ció n 14. e n u m e r a c i ó n : enton ación
d o r s a l : a rticula cion es d o r s a ­ d e las o r ac io n e s e n u m e ra ­
les 12. tiv as 188; e n u m e ra ció n final
d u l c e : articulació n dulc e, p or d e fras e , p á g s . 2 2 1 -2 2 2 ;
so n ora 15. e n u m e ra ció n no final, p á ­
d u r a c i ó n : véase c a n t i d a d , gina 224; en u m e ra ció n in­
d u r o : so n id o duro , p o r s o r ­ c om p le ta , pág. 223; e n u m e ­
d o 15; a ta q u e v ocálico d u ­ ra ción dis tr ib u tiva , p á g 224;
r o 40. e je r cic io s 242-246.
e: c e r ra d a 51; c o r r e s p o n d e a e s c a l a d e acu idad 35; de p e r ­
la se rie palatal 12, 34; e je r­ c e p t ib ilid a d 25.
c ic io 199. e s d r ú j u l a : pala bras e sd rú-
e: más c er ra d a q u e la ante­ j u la s 163.
rio r 34. e s p i r a c i ó n 9.
e s p i r a n t e : c o n so n a n te s e s ­ ra 15; m o difica cio n es d e s u
p ir an te s o frica tiv as 13. te nsión 71; fre cu en c ia d e su
e x c l a m a c i ó n : e nton ac ió n uso 75; d e s c rip c ió n d e su
de las o r a c io n e s e x c l a m a ­ articulación 127; e jer cic io
ti v as 190; e je r c ic io 251. 212.
e x p l o s i v a : c o n so n a n te s e x ­ g: para la p ro n u n c ia c ió n d e la
p lo siv a s e im p lo siv a s 13. g en lo s c as o s ge, gi, v é a s e x.
f: la biod e n tal 12; f rica tiv a 13; g l o t i s 10; acción d e la glo tis
so rd a 15; d e s crip c ió n d e su en la p ro n u n cia ció n d e las
articula ció n 88. vo c a le s '40.
f a r i n g e 11. g r a m ó f o n o 10 n.
f i n a l : p o sic ió n final d e p a la ­ g r a v e : e nton ac ió n g r a v e 19;
bra y final a b so lu ta 29; in ­ so n id o s g r a v e s y a g u d o s con
fluencia d e la p o s ic ió n final re la ció n al to n o 19; c on r e ­
en el hiato, siné re sis y s i n a ­ la ció n al tim b re 20.
lefa 151. g r u p o fo n ético 26; d e i n te n ­
f o n a c i ó n 10. sidad 27; tó n ico 28; fóni­
f o n é t i c a : tr a ta d o s d e fo n é ­ co 29; e nton ac ió n d e l g r u p o
tica ge n e r a l 32; d e fo nét ica fónico 182; g r u p o v ocálico,
esp año la 7. v a c ila c io n e s d e su p r o n u n ­
f o n ó g r a f o 10 n. c ia ció n 134-152.
f o s a s n asale s 16. h: no re p re s e n ta a c tu a lm e n t e
f r i c a t i v a : a rtic u la c io n e s fri­ so n id o alg un o en la e sc ri­
ca tiv a s alargadas , r e d o n d e a ­ tura e sp a ñ o la 77.
das, l a te ra le s 13; uso d e las h i a t o 68, 134-146; en las f o r ­
frica tiv a s b, d, g 74; e j e r c i­ ma s ahora, ahí, aun 147; en
cio 214. los g r u p o s ia, ui, iu 148-150.
f u e r t e : a rticula ción f u e rte o h i s p a n o a m e r i c a n o : su s e ­
so rd a 15; so n id o s fu e rte s y mejanza con el andalu z 2.
dé b ile s 22; f u e rte e n el s e n ­ i: c e r ra d a 12, 34, 45; e je r cic io
tid o d e más p e r c e p t i b l e 25 n. 195-
f u e r z a esp irato ria 22. \: a bierta 46; e je r c ic io 196.
g : v e l a r 12; o c lu siv a 13; so n o ­ 1: rela jada 44, 47.
ra 15; m o dif ic acio n es d e su i: se m iv o ca l 48; e je r cic io 197.
te n sió n 71; gr ad o de s o n o r i­ i: sem i co n s on an te, v é a s e j; la
dad 74; la g y la g 75; p r o ­ i en la sílaba hie- inicial d e
nuncia ció n d e la g 126; e j e r ­ p a lab ra 49; ejercic io 198.
cicio 211. ta: hiato y sin é re sis d e e ste
g: vela r 12; fricativa 13; so n o ­ g r u p o 148.
i m p l o s i v a : co n so n a n te i m ­ in te rd e n ta le s 12; p ro n u n c ia ­
p lo s i v a 13. ció n d e las con so na n tes i n ­
i n a c e n t u a c i ó n de c ierta s te rd e n ta le s 92-97.
pa la b ra s 165-170. in te rd e n ta liza ció n d e « 9 5 ;
i n d i c a d o r la rín geo 10 n. d e / 96; de t 97.
in ic ia l: p os ic ión inicial de i n t e r v a l o 19.
pa la b ra e inicial abso lu ta 29. in te rro g a c ió n : entonació n
i n t e n s i d a d : c o n c e p to d e la d e las or ac ion e s in te rro g a ti­
in te nsida d 22; so n ido s f u e r ­ vas 189; in te rro gació n a b s o ­
tes y d é b ile s 22; la in te n s i­ lu ta y relativ a, pág. 226; i n ­
d a d y la tensión m u sc u la r 22; te rroga ció n com p u esta , p á ­
la in te n s id a d y el to no 183 gina 228; p re gu n tas en q u e
y P ag- 2 5 n MIa in te nsid a d y in te rv ie n e un p r o n o m b r e
la p e r c e p t ib ilid a d 27; d i f e ­ o a d v e r b i o in te rrogativo,
ren cia s d e in te nsidad 157; p á gin as 229-230; ejercic ios
cau sa s q u e las d e te rm in a n 247-251.
158; la in te n sid a d histórica tu : hiato y sinéresis de e st e
o trad icional 159; d e t e r m i­ g r u p o 150.
nación del lu gar q u e d e b e j: para la p ro n un cia ció n de la j
o c u p a r el a ce n to en cada p a ­ v é a s e el signo x.
labra 160; clasificación d e j : se m i co n s o n a n te palatal 49.
las pa la b ras p o r el lu gar de l k: v ela r 12; oc lu siv a 13; s o r ­
a c e n to 161-163; a ce n tua ción da 15; modif icaciones de su
del plu ral 164; el ace n to y te n sió n 71, 72; form a pura
la in acentua ció n 165; a c e n ­ y aspirada 73; pro n un ciació n
tu ació n d e las form as v e r ­ 125; la k en el g r u p o ct 125,
ba les 166; n o m b r e s i n a c e n ­ 156; en los g r u p o s cct en 128,
tu a d o s 167; p r o n o m b r e s in ­ 156, y en el g r u p o es o x 129,
a ce n tu a d o s 168; a d v e r b io s 156; la k final 125; e jercic io
in ac e n tu a d o s 169; partícula s 215.
in ac e n tua da s 170; d ife re n ­ 1: a lve o la r 12; latera l 13; s o n o ­
cias d e a ce n tua ción e n t re la ra 15; de scripc ió n de su a r ­
p ro n un cia ció n y la e sc ritu ra tic ulació n 111; sus asim ila ­
171; el a c e n to en la fra se ciones, relajación, confu sió n
172; cam b io s de lu gar del con la r, etc., 111 y 156 f ]
a ce n to 152. e je r cic io 222.
i n t e n s i ó n : tie m p o de la a r ­ ¡: i n te rd e n ta l 12; lateral 13;
tic ulación 14. so n ora 15; c ará c te r 76; p r o ­
i n t e r d e n t a l : a rtic ula c ion es nun ciación 96.
1: denta l 12; late ra l 13; s o n o ­ sificación d e las artic u la c io­
ra 15; c a r á c te r 76; p ro n u n ­ n e s p o r el m o do d e p r o d u ­
ciación 104. c ir s e 13.
1: palatal 12; late ra l 13; s o n o ­ m e t a f o n í a voc álic a 42.
ra 15; p ro n u n c ia c ió n 123; su m o m en tán ea: c o n so n a n te s
c on fu sió n con la y 124; e j e r ­ m o m e n tá n e a s 13.
c ic io 129. n: a lv e o la r 12; nasal 16; s o n o ­
l a b i o d e n t a l : a rticula cion es ra 15; su p ro n u n cia ció n 110;
la b io d e n t a le s 12; p ro n u n cia ­ su s a sim ilacio n es 156; su
ción d e las c o n so n a n te s la ­ pro n u n cia ció n e n las sí lab as
b io d e n ta le s 88-91. ins-, co n stra n s- y en p o s i ­
l a b i o s 11; su in te rv en c ió n en ción final n o ; n ante labial
la p ro n un cia ció n d e las v o ­ 87; en el gr u p o nm 110; e j e r ­
cale s 37. cicio 221.
l a r g o : so n id o s largos y b r e ­ n: in te rde n ta l 12; n asal 16; s o ­
v e s 21. nor a 15; c a rá c te r 76; p r o n u n ­
l a r i n g e 10. ciación 95.
l a r i n g o s c o p i o 10 n. 9: den ta l 12; nasal 16; s o n o ­
l a t e r a l : c on so n a n te s la te ra ­ ra 15; c a r á c te r 76; p r o n u n ­
le s 13 y 156 f ; e je r cic io 222. ciación 103.
le n g u a n : p a rte s de la l e n ­ i): v e l a r 12; nasal 16; s o n o ­
gua q u e form an las artic u la ­ ra 15; c a rá c te r 76; p r o n u n ­
cio n es 12; acció n d e la l e n ­ ciación 130.
gua en las v o c ale s 34. n: palata l 12; nasal 16; s o n o ­
11: v é a s e 1. ra 15; p ro n u n cia ció n 122;
l l a n a : p ala b ras llanas 161. e je r c ic io 128.
m : bilabial 12; nasal 16; so ­ n a s a l : a rtic u la c io n es nasa­
nora 15, p ro n u n cia ció n 85; le s 16, 156; nasal a nte labial
m final 86, 110. 87; bilabial 85; la b io d e n tal
m : la biod e n tal 12; nasal 16; 89; in te rden ta l 95; denta l
sonora 15; c a r á c te r 76; p ro ­ 103; a lv e o l a r 110; palatal
nunciación 89. 122; v e l a r 130; e j e r c i c i o 221.
m a n d a t o : enton ació n d e las n a s a l i z a c i ó n d e las \ o c a -
o r ac io n e s im p e r a ti v a s 191. le s 38.
m a n d í b u l a s n ; su i n t e r v e n ­ nom bres in a c e n tu a d o s 167.
ción en la artic ula ción d e n u e z o b o c a d o d e A d á n 10.
las voc ale s 39. n u m e r a l e s : su a ce n tu a ción
m e j i l l a s 11. 167 e.
m o d o d e articula ció n 13; cla ­ ñ: v é a s e n
o: c e r r a d a 12, 34, 58; e jercic io p a u s a 29, 30, 184.
203. p e r c e p t i b i l i d a d 24; no
9: más c e r r a d a 34. d e b e lla m á rsele so n oridad
9: abierta 59; e j e r c ic io 204. 24 n.; escala d e p e rc e p t ib ili­
c : rela jada 44, 60. da d 25.
o: palatal la bializada 37. p l u r a l : ace n tu a ción del p l u ­
o : c o n jun ció n 60. ral 164.
o c l u s i v a : artic ula ciones o c lu ­ p o sició n inicial abso lu ta y
s i v a s 13; o c lu siv a s e x p l o s i ­ final a bso lu ta 29; el hiato, la
vas e im p lo siv a s 13; oclu si­ sinalefa y la si néresis en
v as p u ra s y a sp ira d a s 73; la posic ió n a cen tu ada final
so n o r id ad de las o c lu siv a s 5
1 1-
b, d, % 74. p o s t a l v e o l a r 12.
o c l u s i v o f r i c a t i v a s 13. p o s t d e n t a l 12.
o r a c i ó n : la or ac ión c o m o p o s t ó n i c a : sílabas p o s t ó n i­
u nid ad fonética 30. cas 28.
ó r g a n o s a ctiv o s y p a s iv o s de p o s t p a l a t a l 12.
la artic ulació n 11, 12. p o s t v e l a r 12.
p: bilabial 12; o c lu s iv a 13; so r ­ p re fijo s ab-, ad-t en-, in-,
d a 15; p u ra o a sp ira d a 73; m o ­ des , sub-, nos- : sila beo de.
dif ic acio n es d e su te nsión su con so na n te final 154, 156
71, 72; d e s c ri p c ió n d e su a r ­ p r e p a l a t a l 12.
tic ulación 79; la p final d e s í­ p r e p o s i c i o n e s : su a c e n tu a ­
laba en los g r u p o s pt, J>s, pe, ción 170.
71» 79, 83, 156; e j e r c ic i o 215. p r o c l í t i c a : p alabras p ro clí-
p a l a b r a : en ton ac ió n de la pa­ tic as 27.
la bra aislada 183; e jercic io s p r o d u c c i ó n del so n id o a r ­
231 -233; p a lab ras agudas, ticulado 8.
llanas, e sd rú ju la s y s o b r e s ­ p r o n o m b r e s in a c e n tu a d o s
dr úju la s 161-163; pala bras 168; acentu aci ón d e los p r o ­
in ac e n tu a d a s 165-170. n o m b r e s e nc lític os 173.
p a l a d a r 11. p r o n u n c i a c i ó n : difere ncia s
p a l a t a l : artic ulació n palatal d e p ro n u n cia ció n 2; p ro nun
12; v o c a le s p alata le s 34 y ciación p op u la r 3; p ro n u n ­
45-53’, c o n so n a n te s p ala ta le s ciación c o r r e c ta 4, 5; e s t u ­
118-124; e je r c ic io 230. dio s s o b r e pr on un ciación
p a r é n t e s i s : e nton ació n d e e sp año la 7; p ro n u n cia ció n
las o r a c io n e s e n c e r r a d a s e n ­ de las v o c a le s 33-70; p r o ­
tr e p a ré n tes is 186. nunciación d e las c o n s o n a n -
te s 71-132; d e los so nidos r í t m i c o : ace n to rít m ic o 173.
a g ru p ad o s 133*156. r u e g o : enton ac ió n d e las o r a ­
p r o p o s i c i o n e s com plem en­ cio n es q u e e x p r e s a n sú p lica
taria s: su enton ac ió n 185; o r u e g o 192; e je r c ic io 252.
e jer cic io s 236-237. rr : v é a s e í.
p r o t ó n i c a : sílabas p r o t ó n i ­ s: a lv e o la r 12; frica tiv a r e d o n ­
c as 28. de ada 13; so rd a 15; m o dif i­
p u l m o n e s 9. cacio n e s d e su te n sió n 71,
p u n t o de articula ció n 12; cla­ 72; d e s c ri p c ió n d e su arti­
sificación d e las a rtic u la c io ­ cula ción 106; d ife re n c ia s e n ­
nes p o r el pu nto en q u e se tr e la s española y la de otro s
forman 12, 76. id iom as 106; sonorizació n de
p u r a : o c lu s iv a s p ura s y a s p i­ la s 107; la s en el g r u p o sr
radas 73. 107, 156; varia n te s d ia le c t a ­
q : v é a s e k. les y v u lg a re s d e la p r o n u n ­
q u i m ó g r a f o 10 n. ciación de la s 109; asimila ­
r: a lv e o la r 12; vibra n te 13; so­ cio n es d e la s 156 g; e je r c i­
nora 15; su p ro n un ciació n cio 217.
112; su e le m e n to voc álico <s: den ta lizació n de la s ante
113; d e fe c to s de p r o n u n c ia ­ las c o n so n a n te s d e n ta les t,
ció n r e la tiv o s a la r 115; 0, d, d 105.
e jercic io 223. s e m i b r e v e 21.
j : a lv e o la r 12; fricativ a 13; s o ­ s e m i c o n s o n a n t e 13.
n ora 15; d e s cri p c ió n de su s e m i l a r g a 21.
artic ula ció n 114. s e m i o c l u s i v a 13.
f: alve o la r 12; vibran te 13; so­ s e m i v o c a l 13.
nora 15; d e s c ri p c ió n d e su s e s e o 93.
articulació n 116; di fe re n c ias s í l a b a : c o n c e p t o de la sílaba,
e ntre la r y la r 1 1 6; d e f e c ­ fisiológica y a c ú s ti c a m e n t e
tos relativos a la p r o n u n c i a ­ con sid erad a 26; sílab as f u e r ­
ción d e la rr 1 1 7 ; e jercic io te s y d é b il e s 22; sí laba a c e n ­
224. tu ad a 23; sílabas lib re s y
r e d o n d e a d a : frica tiv as a la r ­ trab ad as 26; síla bas tónicas,
gadas y r e d o n d e a d a s 13. átonas, p ro tó n ic as , etc., 28;
r e l a j a d o : sonido re la jado 22; c antidad silá bica 180.
ten den cia de las v o c a le s in­ s i l a b e o : sus n o r m as e s e n c ia ­
acen tua da s a la relajación 44. le s 153; sila beo d e lo s g r u ­
r e s o n a d o r 13, 20, 33. pos d e v o c a le s 134-152; d e
r e s p i r a c i ó n 9. la c o n s o n a n te in te rv o c á lic a
154; de dos consonantes da 15; diferencias de ten­
iguales 155; de los grupos de sión 71, 72; forma pura o
consonantes diferentes 156; aspirada 73; descripción de
resum en 193; ejercicio 194. su articulación 98; pronun­
s i n a l e f a 69, 134-136; sinalefa ciación de la t en los grupos
de vocales iguales 137-138; ti, tn, tmgS, 156; ejercicio 215.
de vocales diferentes 140- t: interdental 12; oclusiva 13;
142; sinalefas violentas 143; sorda 15; carácter 76; articu­
ejercicio 209. lación 97, 156.
s i n é r e s i s : hiato y sinéresis t e n s i ó n : segundo tiem po de
68, 134-136; sinéresis de vo ­ la articulación 14; tensión
cales iguales 137-139; de vo ­ muscular 22; su relación con
cales diferentes 140-14 r, 144- la fuerza espiratoria 22; la
146; sinéresis de ahora, ahit tensión de las consonantes
aún 147; de los grupos la según el acento 71; según la
148; ui 149; iu 150. posición en el grupo 72.
s o b r e s d r ú j u l a : palabras so- t e n s o : sonido tenso 22.
bresdrújulas 160. t e x t o s fonéticos 253-257.
s o n i d o : producción del soni­ t ie m p o s de la articulación 14.
do articulado 8; cualidades t i m b r e 20, 33; diferencias de
físicas del sonido 18; enlace tim bre entre las vocales es­
de los sonidos agrupados pañolas 41; causas que la
139-156. producen 42.
s o n o r a : articulaciones sor­ t i r o i d e s 10.
das y sonoras 15. t ó n i c o : sílabas tónicas, áto­
s o n o r i d a d : cualidad del so­ nas, etc., 28; sonidos tónicos,
nido sonoro 15; en el senti­ por fuertes 22 n.; grupo tó­
do de perceptibilidad 24 n. nico 28.
s o r d a s y sonoras 15. t o n i l l o o acento musical 181.
s o r d e z : cualidad del sonido t o n o 19; tono agudo, grave y
sordo 15. normal 19; en el sentido de
s u a v e : articulación suave,por acento 22 n.; relaciones en­
sonora 15; ataque vocálico tre el tono y el acento de
suave 40. intensidad 183 y pág. 25 n.
s u b o r d i n a c i ó n : entonación t r á q u e a 9.
de las oraciones subordina­ t r i á n g u l o vocálico 36.
das 187; ejercicio 241. t r i p t o n g o s 67.
s ú p l i c a : véase «ruego», u: cerrada 12, 34, 61; ejercicio
t: dental 12; oclusiva 13, sor­ 205.
y: abierta 62; ejercicio 206. 37; vocales palatales labiali-
u: relajada 44, 63. zadas 37; acción de las man­
u: sem ivocal 64; ejercicio 207. díbulas 39; acción de la glo­
ü: palatal labializada 37. tis 40; diferencia de tim bre
u: sem iconsonante, véase w; entre las vocales españolas
la conjunción u 65; ejercicio 41, 42; tendencia a la dip­
208. tongación 45; relajación de
u i : hiato y sinéresis de este la vocal inacentuada 44; p ro ­
grupo 1 4 9 . nunciación de las vocales
u n id a d fonética 2; unidad de palatales 45-53; de la vocal
la pronunciación correcta 5. a 54-57; de las velares 58-64;
u n i f o r m e : entonación uni­ grupos de vocales: dipton­
forme 19. gos 66; triptongos 67; hiato
u n i f o r m i d a d del sonido vo­ y sinéresis 68; sinalefa 69;
cálico 4 3 . pronunciación de los grupos
ú v u l a 12. de vocales 134-151; circuns­
u v u l a r 12. tancias que debe reunir un
v : su pronunciación en esp a ­ grupo de vocales para poder
ñol 90-91; ejercicio 213. reducirse a una sola sílaba
v e l a r : articulaciones velares 136; enlace de vocales y con­
12; vocales velares 34; pro­ sonantes 153; cantidad de
nunciación de las vocales las vocales españolas 176-
velares 58 64; consonantes 178; caracteres generales del
velares 125-131. vocalism o español 70; ejer­
v e l o del paladar 11; m ovi­ cicio de lectura para las vo­
m ientos del mismo 16. cales 210.
v i b r a n t e : articulaciones v i­ v o z : producción de la voz 10.
brantes 13. w: u sem iconsonante 12, 65.
v o c a l e s : articulaciones abier­ x: articulación correspondien­
tas o vocales 13; vocales na­ te a la j y a la g (ge, gi); v e ­
sales 16, 38; perceptibilidad lar 1 2 ; fricativa 13; sorda 15^
relativa de las vocales 25; descripción de su articula­
pronunciación de las voca­ ción 131; ejercicio 218.
les españolas 33-70; acción x : pronunciación de la ;xr o rto ­
de la lengua en la articula­ gráfica 129; ejercicio 219.
ción de las vocales 34; vocal y: palatal 12; fricativa 13; so­
neutra 34; vocales palatales nora 15; pronunciación 120;
y velares, abiertas y cerra­ formas anómalas de la y 121;
das 34; acción de los labios ejercicio 227.
$: palatal 12; africada 13; so­ 5: dentalización de la s sonora
nora 15; pronunciación 119; ante las consonantes denta­
ejercicio 227. les d, d 105.
y : pronunciación de la conjun­ z: interdental 12; fricativa 13;
ción y 50. sonora 15; carácter 76; ar­
y e í s m o : pronunciación de la ticulación 94; ejercicio 216.
II como v 124. 0: articulación correspondien­
z: pronunciación de la z orto­ te a la z y la c (ce, ci); inter­
gráfica, véase 0. dental 12; fricativa alarga­
z: s sonora; alveolar 12; frica­ da 13; sorda 15; diferencias
tiva redondeada 13; sonora de tensión 71, 72; pronun­
15; carácter 76; pronuncia­ ciación 92; sonorización de
ción 107; ejercicio 217. la z 94, 156; ejercicio 216.
TROZOS LITERARIOS

En los ejercicios de articulación y entonación y en los textos


fonéticos se han utilizado trozos de los autores siguientes :

Páginas.

Á lv a re z Q uintero, S. y J., L os Galeotes............................ 271


Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo................. 269
Baroja, P., L a fe r ia de los discretos..................................... 266
B lasco Ibáñez, V., L a B a rra ca ................................ 247, 282
Benavente, JmE l nido a jen o .................................................. 272
Cervan tes, Don Quijote................................................... 264
Coplas populares.................................................. 262, 264, 267
D icen ta, J., Juan J o sé ............................................................ 296
Jiménez, J. R., E l jardinero sentimental.............................. 273
Machado, A ., G alerías............................................................ 245
M istral, G., Rondas de N iñ o s............................................... 250
Palacio V ald és, A., Riverita................................................. 270
Pardo Bazán, Condesa de, L os Pazos de Ulloa................. 252
Pereda, J. M. de, E l sabor de la Tierruca......................... 242
Pérez G aldós, B., M a ria n ela ............................................... 290
T o rr e , C. de la , En la vida del señor A leg re................... 267
V a le ra , J., Juanita la L a r g a ............................................... 198
V a le ra . J., Doña L u z .............................................................. 237
V a le ra , JmPepita Jiménez...................................................... 276
V a lí e InclXn, R. M. del, Sonata de Otoño......................... 260

Tanto en los ejercicios citados como en el capítulo relativo a


la entonación los ejem plos y frases sueltas que se mencionan
proceden en gran parte de obras de A nton io de G uevara, G ra-
cián, C ervantes, V alera, Pérez Galdós, Palacio V ald és, V alle
Inclán, A zorín y Pérez de Ayala.
NOTAS SUPLEMENTARIAS

1. Ediciones. Pág. 4 . Las cuatro primeras ediciones


de este libro, impresas respectivamente en 1918. 1921,
1926 y 1932, aparecieron como publicaciones de la Junta
para Ampliación de Estudios, Centro de Estudios Históri­
cos, Madrid. El texto de la segunda edición, 1921, sirvió
de original a la traducción alemana de F. Krueger, Hand-
buch der Spanischen Aussprachey B. G. Teubner, Leipzig,
1923. Las reimpresiones fotolitografiadas de la edición de
1932, hechas por G. E. Stechert & Company y Hafner Pub-
lishing Company, New York, entre 1938 y 1953, han sido
mera repetición de la cuarta edición, 1932 . De este mismo
carácter son las reproducciones realizadas por el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1950 y
1954. La presente quinta edición difiere de las anteriores
por la corrección de varios detalles relativos a las trans­
cripciones fonéticas y por la adición de estas notas.
2. Fonética hispanoamericana. Pág. 6. La informa­
ción sobre la fonética del español de América ha aumenta­
do en los últimos veinte años con los estudios comprendidos
en la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana , publi­
cada por el Instituto de Filología, Buenos Aires, y con
los libros y artículos de Tomás Navarro, El español en
Puerto Rico , Río Piedras, P. R. 1948 ; Bertil Malmberg,
Etudes sur la phonétique de V espagnol parlé en Argentine,
Lund, 1950 ; Joseph Matluck, La pronunciación en el es­
pañol del Valle de México , México, 1951 ; Luis Flórez, La
pronunciación del español en Bogotá, Bogotá, 1951 ; Bertil
Malmberg, Notas sobre la fonética del español en el Para­
guay , Lund, 1947 ; Richard L. Predmore, “ Pronunciación
de varias consonantes en el español de Guatemala,” en Re­
vista de Filología Hispánica, 1945, VII, 277-280 ; D. Lin­
coln Canfield, “ Andalucismos en la pronunciación salvado­
reña,” en Hispania , 1953, XXXVI, 32 -33 .
3 . Influencia andaluza. Pág. 7 . A medida que avanza
el estudio de estas cuestiones, se va advirtiendo que ciertas
modificaciones fonéticas como el yeísmo, la aspiración de
la 5 final de sílaba y la relajación de la j, no pasaron de
Andalucía a América, como suele creerse, sino que se
produjeron coincidentemente en ambos territorios después
del descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo. La
misma explicación parece corresponder al seseo, a la de­
bilitación o pérdida de la d, a la igualación de -r y -Z y a
la evolución de determinados grupos vocálicos. Es preciso
reconocer, sin embargo, que aunque algunos de tales fenó­
menos afectan más o menos a todo el dominio hispánico,
la mayor parte de las coincidencias indicadas se dan es­
pecialmente, por causas aún no explicadas de manera sa­
tisfactoria, entre Andalucía y América.
4 . Rehilamiento. Pág. 20 . Una cualidad que diferencia
entre sí variedades de un mismo fonema es el rehilamiento
(rehilar, temblar con zumbido). El rehilamiento consiste
en un refuerzo de la intensidad vibratoria en las cuerdas
vocales y en el punto de articulación. Ocurre en conso­
nantes africadas y fricativas sonoras. Por el rehilamien­
to, la z de juzgar se distingue en pronunciación castellana
de la d de admirar, ambas interdentales y fricativas. La y
consonante y la rr fricativa presentan modalidades rehilan­
tes en varias zonas de España y América, con grados va­
riables de impulso vibratorio y de tensión muscular. Ha
sido tratado este asunto por R. Lenz, “ Estudios chilenos,”
1893, incluidos en El español en Chile, Buenos Aires, 1940 ;
Amado Alonso, en Revue de Linguistique Romane, 1925 ,
I, 335 , y en “ Rodolfo Lenz y la dialectología hispanoame­
ricana,” en El español en Chile, 274 -277 ; Tomás Navarro,
“ Rehilamiento,” en Revista de Filología Española, 1934,
274-279, y A. Zamora Vicente, “ Rehilamiento porteño,”
en Filología, Buenos Aires, 1949, I, 5 -22 .
5 . Bibliografía. Pág. 34 . Entre las obras de consulta
sobre fonética general deben añadirse las de Maurice
Grammont, Traite de phonéíique , Paris, 1933 ; Ralph K.
Potter, George A. Kopp y Harriet G. Green, Visible Speech ,
New York, 1947, y Martin Joos, Acustic Phonetics, Bal­
timore, 1948 . Un útil y claro resumen como introducción
en este campo es el libro de S. Gili Gaya, Elementos de
fonética general, Madrid, 1950.
6 . Labialización. Pág. 43 . En el diptongo ue, la u
trasmite a la e parte de su redondeamiento labial: huevo ,
cuerda , fuego. La labialización de esta e es más o menos
notoria según variables circunstancias de cultura, proce­
dencia, relajación o afectación. En todo caso, su carácter,
fuera de ciertas manifestaciones locales del habla rústica
y rural, no es equiparable con el definido redondeamiento
de la oe alemana o la eu francesa. Influencia labial análo­
ga a la de la e de ue se observa en la a de ua y en la i de ui
en palabras como cuatro , guapo , buitre , cuida. Sabido es
que también las consonates se labializan en contacto con o
y u, como puede verse en oro, muía tuyo , etc. No se ha con­
siderado prático ni necesario registnr en este libro tales
modificaciones oscilantes y ocasionales. Es excesivo el
desarrollo y extensión que se atribuye a la labialización
de la e en el artículo de Charles E. Kany, “ Rounded vowel
e in the Spanish diphtong ue,” en University of California
Publications in Modern Philology, 1940, XXI, 257-276.
7. Tendencias de la e. Pág. 53 . El timbre predomi­
nante de la e en la ciudad de México llama la atención por
su matiz cerrado en palabras como peso , debe, cesta. Aná­
loga calidad, cerrada se ha notado con referencia a la pro­
nunciación de esta vocal en lugares de Chile y la Argenti­
na. Por el contrario, en la zona del Caribe se da. como en
Andalucía, la tendencia a la e abierta en las mismas cir­
cunstancias correspondientes a los citados ejemplos.
8 . Modificaciones de la a. Pág. 56 . Diversos testimo­
nios indican que la a de baúl, causa , ahora , alto y bajo , se
pronuncia en algunas zonas de América con sonido medio
o con menos timbre posterior que el que ordinariamente
presenta en lás provincias castellanas. De otra parte, en
Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo se oye con frecuencia
una a relativamente anterior o palatal en palabras como
casa, pasta, verdad y amistad , donde el español normal se
sirve de la a media.
9 . Variantes de la o. Pág. 59 . En la zona antillana, la
o acentuada, como la e, muestra visible inclinación al tim­
bre abierto en circunstancias como las representadas por
boca, modo , cosa, etc., en las que la lengua común, aparte
de algunos lugares andaluces y levantinos, emplea una o
media o relativamente cerrada.
10. Desdoblamiento de fonemas. Pág. 61 . La aspira­
ción de la 5 final de palabra refuerza la abertura de la vo­
cal precedente. En los lugares dialectales en que tal aspira­
ción desaparece, el timbre abierto de la vocal recoge el
valor fonológico de la consonante perdida. La diferencia
de timbre mantiene la distinción, por ejemplo, entre el
singular pie, con e cerrada, y el plural pie (pies), con e
abierta, o entre el verbo dio, con o cerrada, y el nombre
Dio (Dios), con o abierta. El hecho ha sido señalado con
relación a Andalucía por Tomás Navarro, “ Desdoblamiento
de fonemas vocálicos,” en Revista de Filolgía Hispánica ,
1939, I, 165-167 ; L. Rodríguez Castellano y Adela Palacio,
“ El habla de Cabra,” en Revista de Dialectología y Tra­
diciones Populares, 1948, IV, 387, y por Dámaso Alonso,
A. Zamora Vicente y María Josefa Canellada, “ Vocales an­
daluzas,” en Nueva Revista de Filología Hispánica , 1950 ,
IV, 209 -230 . La presencia de ese mismo fenómeno en
Puerto Rico fue atestiguada por Tomás Navarro, El es­
pañol en Puerto Rico , Río Piedras, P. R. 1948, págs. 44
y 46 .
11. Vocalismo. Pág. 75. Una semblanza general de las
vocales castellanas, con indicación de sus diferencias res­
pecto a las de las demás lenguas románicas y de su seme­
janza cualitativa respecto al vocalismo vasco, fué objeto
del artículo de Tomás Navarro, “ Rasgos, característicos de
las vocales castellanas,” en Philological Quarterly , 1942,
XXI, núm. 1.
12. P optativa. Pág. 84 . La escritura u omisión de la
p en psicología , psiquiatría , psicosis , así como en pseudo
ya menos frecuente que seudo -, ha sido autorizada por la
Academia Española en sus Nuevas normas de prosodia y
ortografía , Madrid, 1952.
13. Prounuciación de la v. Pág. 92 . El prurito de pro­
nunciar la v con articulación labiodental entre las personas
instruidas se halla en América más extendido que en Es­
paña. Bajo la misma idea de corrección, las gentes cultas
de Andalucía se esfuerzan en la pronunciación de tal
sonido más que las de las demás regiones peninsulares de
lengua española. Parece obedecer tal tendencia a mera
preocupación escolar. No se sabe de ningún lugar andaluz
ni hispanoamericano en que el sonido de la v se oiga con
articulación labiodental en el habla de las clases populares.
Tampoco se poseen noticias fidedignas de que esa pronun­
ciación haya sido nunca mormal y corriente en ninguna
región de lengua española. Los datos que se recogen de
gramáticos antiguos son confusos y contradictorios. Unos
negaron el valor labiodental de la v, otros lo describieron
como práctica común y otros lo asignaron principalmente
al sur de España. Se hallan reunidos y comentados estos
datos en Amado Alonso, De la pronunciación medieval a
la moderna en español, Madrid, 1955, págs. 23 -71. Son
muchos actualmente, en España y América, los que, inter­
pretando la pronunciación a través de la regularidad or­
tográfica proclaman el indicado valor de la v y lo enseñan
en las escuelas, en plena contradicción con el uso cotidiano
de la conversación entre sus propios familiares y conveci­
nos. Caso típico de oscilación bajo influencias opuestas es
la mezcla y confusión de b y v, arbitraria e indistintamente
bilabiales, labiodentales o bilabiodentales, observada en
jóvenes estudiantes granadinos por Dámaso Alonso, A.
Zamora Vicente y María Josefa Canellada, en Nueva Revis -
ta de Filología Hispánica , 1950, IV, 226 -228.
14. Seseo andaluz. Pág. 93 . Contra lo que suele creerse,
el seseo no comprende toda Andalucía. Una extensa zona
del norte de esta región, desde Huelva a Almería, practica
la distinción entre z y 5; en la zona sur, desde Huelva a
Málaga, predomina el ceceo; el seseo, en realidad, sólo
es general en la parte media de la región. Véase Tomás
Navarro, Aurelio M. Espinosa y L. Rodríguez Gastellano,
“ La frontera del andaluz,” en Revista de Filología Es­
pañola,, 1933, XX, 225 -277.
15 . Seseo hispanoamericano. Pág. 94 . Parece que la
identificación de las antiguas s y z (mesa, plazer) empezó
en la parte meridional de España antes del descubrimiento
de América. La c y la ss (nace, passo) mantuvieron su dis­
tinción hasta fecha posterior en la parte indicada de la
Península y en las tierras hispanizadas del Nuevo Mundo.
Varios testimonios demuestran que el seseo no llegó a
hacerse general en los países hispanoamericanos hasta
mediados del siglo XVII. La desaparecida diferenciación
conserva su prestigio en estos mismos países como elemen­
to tradicional correspondiente al concepto ortológico de la
lengua literaria. Fuera de las composiciones de tipo popu­
lar, los poetas hispanoamericanos practican normalmente
la distinción entre z y s o c y s en las rimas de los versos.
Un importante estudio sobre los varios aspectos de este
asunto es el de Amado Alonso, “ Historia del ceceo y del
seseo españoles,” en Thesaurus , Bogotá, 1951, VII, 111-
200.
16. Prounuciación de ti. Pág. 97 . En la práctica se
observan juntamente la agrupación de las dos consonantes
en la misma sílaba, a-tle-ta, a-tlán-ti-co, y la división, at-
le-ta, at-lán-ti-co. La primera cuenta con la opinión de la
mayoría de los gramáticos; la segunda prevalece, por lo
menos en España, en el habla corriente, acomodada al
modelo de atmósfera , rítmico, étnico , etc. Parece que en
los países hispanoamericanos es más común la agrupación,
de acuerdo con la preferencia gramatical. Varias opiniones
concernientes a este punto aparecen reseñadas por Alfre­
do F. Padrón, Sobre ti como grupo medial, Habana, 1938 ,
22 págs.
17. Terminación -ado. Pág. 101. En los medios iletra­
dos, la pérdida de la d de la terminación -ado es general,
tanto en España como en América, pero entre las personas
instruidas, la citada consonante conserva en América su
ordinario sonido suave y fricativo con más resistencia que
en España.
18. Errata. Pág. 105. “ Consonantes alveoladas.” Debe
leerse “ Consonantes alveolares.”
19. Ceceo. Pág. 109. Ha sido corriente decir que el
ceceo a la manera del que se oye en la zona sur andaluza no
existe en el «spañol americano. El estudio metódico de
la dialectología hispanoamericana va haciendo cambiar
esta idea. La existencia de tal modo de pronunciación,
con variaciones de articulación y timbre análogas a las que
se observan en andaluz, ha sido advertida en la parte meri­
dional de Puerto Rio por Tomás Navarro, El español en
Puerto Rico, Río Piedras, P. R. 1948, pág. 69 . Caracteres
análogos ofrece el ceceo registrado en sujetos de Bogotá,
del departamento del Chocó y de otros lugares de Colom­
bia, por Luis Flórez, La pronunciación del español en
Bogotá, Bogotá, 1951, págs. 183 *187. El mismo fenómeno
es mencionado con relación a El Salvador por D. Lincoln
Canfield en Hispania, 1953, XXXVI, 32 .
20. Igualación de / y r. Pág. 119 . Una información de
conjunto sobre la extensión en España y América de la
igualación de / y r finales de sílaba, a base de noticias pro­
visionales de diversas procedencias, en la que se aprecia la
repartición geográfica que tal fenómeno presenta, con es­
pecial coincidencia de rasgos comunes entre Andalucía y
las Antillas, se halla en Amado Alonso y Raimundo Lida,
“ Geografía fonética: -/ y -r implosivas en español,” en
Revista de Filología Hispánica, 1945 , VII, 313 -545 .
21. Asibilación de la -r. Pág. 120. La r final ante pausa,
que en Asturias suele oirse, en amor, mujer, llegar, pedir,
etc., como una breve vibración o fricación ensordecida,
muestra en algunas partes de América una articulación
asibilada y sorda semejante a la de la s apicoalveolar. Esta
modificación de la *r se encuentra particularmente des­
arrollada en el habla de Costa Rica. Ocurre también en toda
clase de personas en Bogotá, según Luis Flórez. Op. cit.
pág. 216 .
22. Variedades de rr. Pág. 124. La rr fricativa asibila­
da y rehilante se da en América desde México a la Argenti­
na en zonas cuyos límites no han sido aún concretamente
definidos. Tampoco se conoce el pormenor de sus diferen­
cias de articulación, timbre y sonoridad entre unas zonas
y otras. La rr velar, dominante en Puerto Rico, es men­
cionada también sin precisión de circunstancias con rela­
ción a Cuba y Santo Domingo. Al parecer es asimismo co­
nocida en Colombia. Suele acompañarla una variedad mix­
ta en que se juntan el elemento velar y el alveolar, según
hacen notar Tomás Navarro, El esp. en P. R. págs. 89 -90 ,
y Luis Flórez, Op. cit. pág. 234 .
23 . Africada ch. Pág. 126. Es deficiente la informa­
ción relativa a las variedades dialectales de esta consonante.
Se sabe que en el sur de España se reduce más o menos el
elemento oclusivo de la articulación y que en algunas partes
de Andalucía se oye como simple fricativa palatal. En
lugares de Murcia y Albacete se pronuncia la ch con articu­
lación coronal alveolar africada y con cierta concavidad
dorsal que imprime al sonido timbre hueco y enfático.
Sorprende a los forasteros el efecto de este sonido oyéndolo
especialmente entre los huertanos murcianos o entre los
labriegos de Tarazona de la Mancha. La ch puertorriqueña,
predominantemente oclusiva, alcanza con frecuencia la
forma de una t dorsopalatal. Véase Tomás Navarro, El esp.
en P. R. págs. 89 -95 .
24 . Yeísmo. Pág. 136. La historia y geografía del yeís­
mo han sido extensamente tratadas por Amado Alonso,
“La 11 y sus alteraciones en España y América,” en Estu­
dios dedicados a Menéndez Pidal, Madrid, 1951, II, 41 *89 .
Sobre la extensión y carácter de la y rehilante argentina,
véase A. Zamora Vicente, “ Rehilamiento porteño,” en
Filología, Buenos Aires, 1949, I, 5*22.
25 . Pronunciación de la x. Pág. 140. En el habla popu­
lar, la x ante consonante es tratada como simple s y some­
tida a las mismas modificaciones que ésta experimenta en
España y América. La igualación de la -x con la -s se
practica también de manera general en la conversación
entre las personas ilustradas. Por acción diferenciadora
contra el seseo, el grupo xc da preferencia a la pronuncia­
ción ks en América y Andalucía: exceso , excelente. El
prurito culto de pronunciar la -x ante consonante con el
valor literal de ks se halla más extendido en América que
en España entre las personas instruidas. Son muchos sin
embargo los que, aunque teóricamente defiendan tal pro­
nunciación, no la aplican en la práctica o la emplean de
manera irregular, incurriendo a veces en excesos de co*
rrección como los de expléndido , excrúpulo, expectáculo ,
etc. Hasta en los resultados de una encuesta sobre el tra­
tamiento hispanoamericano de la -x , contestada por escrito
e influida por el natural efecto de la norma escolar y orto­
gráfica, figura en considerable proporción, en algunos ca­
sos por encima del 50 % , la pronunciación de tal consonan­
te como simple s, según puede verse en Dwight L. Bolinger,
“ Evidence on x ” en Hispania , 1952, XXXV. 49 -63 .
26 . Acento. Pág. 194. En su reciente reforma ortográ­
fica, la Academia Española ha autorizado que se escriba
periodo o período, alveolo o alvéolo, etiope o etíope, car-
diaco o cardíaco. La pronunciación llana de las palabras
indicadas es somún en la prosodia peninsular; la es-
drújula predomina en la de las personas cultas hispano­
americanas. Suprimido el apoyo preceptivo de la escritura
esdrújula, es de esperar que gane terreno la forma sin
hiato, más de acuerdo con la tendencia fonética de la len­
gua. Se ha reconocido asimismo como aceptable la doble
acentuación de pentágrama y pentagrama, políglota y poli­
glota, sánscrito y sánscrito, omóplato y omoplato, tortícolis
y tortícolis , cántiga y cantiga, dínamo y dinamo , osmosis
y osmosis, metamorfosis y metamorfosis. La exposición y
comentario de las citadas modificaciones puede verse en
Angel Rosenblat, Las nuevas normas ortográficas de la
Academia Española, Caracas, 1953.
27 . Ejercicios. Pág. 237 . Para facilitar el entrenamien­
to práctico, los ejercicios de articulación comprendidos
entre las páginas 237 y 253 han sido inscritos en cuatro
discos gramofónicos, editados por el Hispanic Institute de
Columbia University, New York. Otros cuatro discos aná­
logos, editados por el mismo centro, contienen los ejer­
cicios correspondientes al Manual de entonación española ,
New York, 1946 , del mismo autor del presente libro.
28 . La fonología opera sobre el material abstracto de
los fonemas; la fonética, sobre la variedad de sonidos
con que los fonemas se manifiestan al convertirse en
realidad acústica. La mayor parte de los fonemas son
comunes a todas las lenguas; pero su pronunciación
varía ordinariamente entre una lengua y otra. De aquí
resulta que una palabra española como guerrilla, por
ejemplo, pronunciada por un norteamericano, apenas
es comprensible para el oído hispánico. En el estudio
práctico de un idioma extranjero, la dificultad no la
constituyen los fonemas, sino la adecuada pronuncia­
ción que en el uso corriente corresponde a cada uno de
ellos. En la investigación dialectal, aunque el cuadro de
fonemas pueda ser el mismo, su diferenciación fonética
ofrece de ordinario abundantes cambios y modifica­
ciones de interés histórico y geográfico. El presente
libro, destinado a la descripción fonética del español
normal y compuesto en fecha anterior a la era fonoló­
gica, sería tal como es aunque se hubiera escrito en fecha
más reciente, aparte de la fácil relación que se habría
indicado en cada caso entre el sonido que se describe
y su fonema respectivo.
29 . Para el estudio de la entonación, presentada aquí
de manera abreviada, es base indispensable el conoci­
miento de la forma y función de los cinco tonemas
típicos de cadencia, anticadencia, semicadencia, semian-
ticadencia y suspensión, cada uno de los cuales desem­
peña definido papel semántico en la estructura tónica
de la frase española. La exposición metódica de esta
materia se halla en el libro del mismo autor, Manual de
entonación española, New York, 1948.
ÍNDICE GENERAL

IN T R O D U C C IÓ N

i. O b je to de e ste libro. — 2. D ife re n c ia s de p r o n u n ­


c i a c ió n . — 3. P ron un cia ción castellana p o p u l a r . — 4. P r o ­
nunciació n c orrec ta esp añola . — 5. U n id a d d e la p r o n u n ­
ciació n c orrec ta . — 6. En señ a nza de la pron un cia ció n . —
7. T r a t a d o s de fonética e sp a ñ o la ...............................................

N O C IO N E S D E F O N É T I C A G E N E R A L

8. P r o d u c c ió n del son id o articula do. — 9. R e s p i r a ­


ción. — 10. Fon ación. — 11. A rt icu la c ió n . — 12. Pu n to de
articulación. — 13. M od o d é artic ulación. — 14. T ie m p o s
d e la articula ció n. — 15. A r t ic u l a c i o n e s so rd as y so n o ­
r a s . — 16. B u c a le s y nasales. — 17. R e s u m e n . — 18. C u a li­
d a d e s físicas del sonido. — 19. T o n o . — 20. T i m b r e . —
21. C an tid ad .— 22. Inten si dad . - 23. A c e n to . — 24. P e r c e p ­
tibilidad. — 25. Escala de p erc ep tib ilid a d . — 26. G r u p o s
fonéticos. La síla ba.— 27. G r u p o de in te n s id a d .— 28. G r u ­
po tónico. — 29. G r u p o fónico. — 30. L a oració n co m o uni­
dad fonética. — 31. A lf a b e t o fonét ico. — 32. Bibliogra fía.

P R O N U N C IA C IÓ N D E L A S V O C A L E S

33. A n á lis is fisiológico del tim bre. — 34. A c c ió n d e la


lengua en la artic ulación d e las v ocale s. — 35. Escala de
acu id ad. — 36. T riá n g u lo voc álico. — 37. A c c i ó n d é l o s la ­
bios.— 38. Nasa lización.— 39. A c c i ó n de las m an d íb u la s.—
40. A c c ió n de la glotis. — 41. D ife re n cia s d e t i m b r e . —
42. Cau sas q u e de te rm in a n las dife re n c ias d e tim bre . —
43. U n ifo rm id ad de matiz d e n tro de c a d a caso. — 44. T e n ­
d e n cia d e las v ocale s in acentua da s a la re la jació n ..............
V o c a l e s p a i a t a l e s . — 45. / c e r r a d a . — 4 6 . / a b i e r t a . —
4 7 . / r e l a j a d a . — 4 8 . 1 s e m iv o c a l. — 49 . I s e m i c o n s o n a n ­
te. — 50. P r o n un ciació n de la conjunción y. — 51. E c e ­
rrada. — 52. E abierta. — 53. E re la jad a ................................. 46

L a v o c a l a. — 54. A media. — 55. A palatal. — 56. A v e ­


lar. — 57. -4 re la jada .......................................................................... 54

V ocales v ela r es. 58. O cerra da. — 59. O abierta. —


60. O relajada. — 61. U cer ra da. — 62. U a b ie rta .—
63. U relajada. — 64. U s em ivocal. — 65. U se m ico n s o ­
nante. — 66. D ip to n g o s . — 67. T rip to n g o s . — 68. Hiato y
si nére sis. — 69. Sinalefa. — 70. R e s u m e n .............................. 57

PR O N U N C IA C IÓ N D E L A S C O N S O N A N T E S

71. T e n s ió n muscular. — 72. L a tensión según la p o s i­


ción dei so n id o en el grupo. — 73. O c l u s i v a s p u ras y o c lu ­
sivas a sp iradas. — 74. O c lu s iv a s so n o r a s .— 75. L a s frica­
tivas b, d, %. — 76. O t r o s son idos esp añole s q u e no tienen
re p re s e n ta ció n en la ortografía c o rr ien te . — 77. H m u ­
da. — 78. C u a d r o d e las con so na n tes e sp a ño la s.................... 77

C o n s o n a n t e s b il a b ia l e s . — 79. Pron un cia ció n de l a p . —


80. B o clu siv a. — 81. B fricativa. — 82. S o n o r id a d de la
b fricativ a. — 83. B fricativa p r o c e d e n t e de p .— 84. B fri­
cativ a relajada . — 85. L a con so n a n te m. — 86. La m final.—
87. Nasal ante la b ia l......................................................................... 83

C o n s o n a n t e s l a b io d e n t a l e s . — 88. L a con so na n te / . —
89. L a nasal la biod e n tal. — 90. La con so nan te v . —
91. C o n c e p t o d e la con fusión e n tre la v y Ir; b ..................... 90

C o n s o n a n t e s in t e r d e n t a l e s . — 92. E l so nid o de la : . —
93. C o n c e p t o del seseo. — 94. Son oriz ación de la —
95. Asim ilació n de la n a la 0 . — 96. Ysimilación de la / a
la 0. — 97. A sim ilac ió n d e la / a la 0 ......................................... 93

C o n s o n a n t e s d e n t a l e s . — 98. Pron un ciación de la t. —


99. Pron un ciación d e la d.— 100. La d fricativa.— 101. La d
en lo s p a rticip io s te rm in a do s en -ado. — 102. L a d final d e
palabra. — 103. D entaliza ció n d e la n. — 104. Dentaliza-
ción d e la l. — 105. D entalizació n d e la s................................ 96

C onsonantes alveolares . — 106. P r o n u n c ia c ió n de


la s . — 107. S s o n o r a . — 108. C o n c e p t o del c e c e o . —
109. O t r o s d e f e c to s de pro n un cia ció n re la tiv os a la s . —
110. Pron u n c iac ión de la n. — 111. L a c o n so n a n te l . —
112. L a ;* sim ple. — 113. E l e le m e n to v ocálico d e la r vi­
br ante si m ple . — 114. R fric a tiv a. — 115. D e fe ct o s r e la ­
tiv os a la p ro n u n cia ció n d e la r. — i 16. La articula ció n d e
la rr. — D e f e c t o s r e l a tiv o s a la rr ......................................... 105

C o n son an tes p a lata les. — 118. Pr onunciació n de la cfi.—


119. La y africada. — 120. La y fricativ a — 121. F or m a s
anómalas d e la_y. — 122. P ronuncia ció n d e la ñ. — 123. P r o ­
nun ciación de la II. — 124. E x t e n s i ó n y c o n c e p to del
y e ís m o ...................................................................................................... 125

C onsonantes velar es. — 125. Pro n un ciación de la c o n ­


so nante ¿ . — 126. Pro n un ciación d e la g o c l u s i v a . —
127. L a g fricativa. — 128. Pr onuncia ció n de los g r u p o s ce
y en.— 129. Pr on un ciación d e l a * . — 130. L a nasal v e l a r .—
131. Pr onunciació n de la j . — 132. R e s u m e n ......................... 137

LO S SO N ID O S A G R U P A D O S

133. E n l a c e d e lo s so n id o s en el g r u p o f ó n i c o . —
134. E n la c e d e las v ocale s. — 135. R e d u c c ió n del g r u p o
v oc álic o a una so la sílaba. — 136. P r in cip io fun dam ental
d e la r e d u c c i ó n d e las v o c a le s a g r up o s silábicos. —
137. V o c a l e s iguales, sin acento , e n t r e p ala b ras d i f e r e n ­
tes o en una misma p a l a b r a . — 138. V o c a l e s iguales, con
acento, e n t re p a la b ras d if erentes. — 139. V o c a l e s iguales,
con acento, e n una misma palabra. — 140. V o c a le s d ife ­
r en tes, sin a ce n to, e n t r e p alab ras enla za das o en una
misma p a l a b r a . — 141. Mod ificaciones a naló gic as d e los
g r u p o s in acentua do s. — 142. V o c a le s dif e re ntes, c o n acen -
to, e n t re p a lab ras e n la z a d a s.— 143. Sin ale fa s v i o l e n t a s . —
144. G ru p o s c on acento , i n te rio re s d e pala bra , con i, u
c o m o e le m e n to s e c u n d a r i o . — 145. G r u p o s con acento,
in te rio re s de palabra, con a, c, o c o m o in acentuadas. —
146. F r e c u e n c ia y c o n c e p t o d e alg un os casos de si n é r e ­
sis — 147. Pronunciación d e los a d v e rb io s ahora, ahí y
aún. — 148. E l g r u p o a ce n tu a d o ta. — 149. El g r u p o a c e n ­
tu ad o ui. — 150. E l g r u p o a ce n tu a d o iu. — 151. L a p o s i­
ción a ce n tua da final. — 152. C a m b io d e lu gar del a c e n ­
t o . — 153. Prin cip io s d e la agru p ación e n t re v o c a le s y
con so nan tes. — 154. S ila b e o d e la c o n so n a n te i n t e r v o c á ­
lic a.— 155. S ila b e o d e dos con so na n tes igu ales. — 156. S i ­
la b e o y m o dif ica cio n es d e los gr u p o s d e c on so na n te s
d i f e r e n t e s ..............................................................................................

IN T EN SID A D

157. D if e re n cia s de in te nsid ad. — 158. Cau sa s q u e d e ­


te rm in an las d iferencia s de i n te n s id a d .— 159 Intensi dad
histórica española. — 160. D e te rm in a c ió n del lu gar del
a c e n t o . — 161. Pala bra s llanas. — 162. Pala bra s agud as . —
163. Pa la bra s esd rú julas. — 164. A c e n tu a c ió n del p lu r a l .—
165. E l ace nto y la in a c e n t u a c ió n . — 166. A c en tu a c ió n d e
las form as v e r b a l e s . — 167. F o r m a s nom inale s in ac e ntua ­
d a s . — 168. V o c a b l o s p ro n o m in a les i n a c e n t u a d o s . —
169. A d v e r b i o s in acentuados. — 170. Prep o sic ion e s, c o n ­
ju n c io n e s y artículos. — 171. D if e re n cia s d e a ce n tua ción
e n t re la pro n un cia ció n y la esc ritu ra . — 172. El acento
en la f r a s e . — 173. A c e n t o r í t m i c o ............................................

CA N T ID A D

174. C an tid ad rela tiva. — 175. R a p id e z ordinar ia d e la


con ve rsac ión . — 176. C an tid ad vocálic a. 177. V o c a le s
a c e n t u a d a s . — 178. V o c a l e s in a c e n t u a d a s . — 179. D u r a ­
ción d e las co nso nante s. — 180. C an ti dad silá b ic a .............
E N T O N A C I Ó N

181. C a r a c te re s g e n e r a l e s . — 182. E n ton ac ión del gr u p o


fónico. — 183. E l to no y el ace n to d e in t e n s i d a d . —
[84. A f i r m a c i ó n . — 185. P r o p o sic io n e s complementa^
rias. — 186. Paré nte sis. --18 7. S u b o rd in a c ió n . - 188. E n u ­
m e r a c ió n . — 189. I n terrog ac ión . — 190. E x c l a m a c i ó n . —
191. Mandato. — 192. R u e g o .......................................................... 209

EJER CICIO S D E A R T I C U L A C I Ó N

193. R e su m e n d e las in dicacion e s r e la tiv as al sila­


beo. — 194. E j e r c i c io d e s i l a b e o .............................................. 237

VOCALKS

195. / c e r r a d a . — 196. / a b i e r t a . — 197. / se m ivo ca l. —


198. / s e m i c o n s o n a n t e . — «99. E c erra da. — 200. £ a b ie r ­
ta. — 201. A media. — 202. A vela r. — 203. O cerra da. —
204. O abierta. — 205. U c errada. — 20O. U abierta. —
207. U se m ivo ca l. — 208. U se m i co nson an te. — 209. S i ­
nalefa. — 210. E je rc ic io d e con jun to s o b r e las v o c a l e s . . . 238

CONSONANTES

211. O c l u s iv a s b, d, g . — 212. F ric a t iv a s b, d, g . —


213. L a con so n a n te v. — 214. E je rc ic io d e con ju n to s o b r e
las con so n a n te s b, v, d, g ................................................................. 243
215. C o n s o n a n te s p, t, c (k). — 216. F ricativ a i n te r d e n ­
tal c, z. — 217. F ric a tiva a lv e o la r s. — 218. F ric a tiva v ela r
so rd a g ,j. — 219. P ron un ciació n d e la x. — 220. E j e r c i c io
d e con junto s o b r e las o c lu siv a s y fric ativas s o r d a s ........... 245
221. Nasal n. — 222. L a te ra l /. — 223. A l v e o l a r r. —
224. A l v e o l a r rr. — 225. E je rc ic io d e c o n ju n to s o b r e las
c on so na n te s n, l, r, r r ..................................................... 248
226. Palatal ch. — 227. Palatal y. — 228. Pala ta l 1 1 . —
229. Palatal ñ. — 230. E j e r c i c io d e c onjunto s o b r e las
con sonan te s pa la ta le s.......................................................................
EJERCICIOS DE ENTONACIÓN

231. Inflexió n a scen den te . — 232. Inflexión d e s c e n d e n ­


te. — 233. Infle xió n cir cun fleja..................................................... 255
234. F ra se s d e c lar ativ a s q u e form an un solo grup o fó­
nico. — 235. F ra se s d e c larativ a s de dos g r up o s f ó n ic o s . —
236. Pro p o sic ió n co m p le m e n ta ria in te rio r d e frase afir­
m a t i v a . — 237. C o m p lem en ta ria inicial o final de f r a s e . —
238. E n la c e de dos p ro p o s icio n e s de c la r a tiv a s.—239. C o m ­
b in a cio ne s d e tr es gr up o s, p rin c ip a le s y c o m p le m e n ta ­
rios. — 240. E je rc ic io d e con junto so bre la enunciación
d e c l a r a t i v a ............................................................................................ 257
241. S u b o r d i n a c i ó n . — 242. En u m e ra ció n c om p leta ,
final d e frase. — 243. E n u m e ra ció n in co m p le ta final. —
244. En u m e ra ció n no final. — 245. E n u m e ra ció n d i s tr i ­
b u tiva. — 246. E j e r c i c i o de c onjunto sobre la e nu n cia ­
ción e n u m e r a t i v a ............................................................................... 261
247. Interro gació n direc ta en un solo g r u p o . — 248. P r e ­
guntas c on p ala b ra g r am atic a lm e n te in te rro g a tiv a . —
249. Pr eg u n ta s divid id as en dos o más g r u p o s . — 250. P r e ­
gu ntas y re spuestas. — 251. E je rc ic io d e con jun to so b r e
la enton ació n in te rro ga tiv a y exc la m a tiv a . — 252. Súplica. 266

TEXTOS FO N É TIC O S

253. O b s e r v a c i o n e s re la tivas a la tr an sc rip c ión . —


254. N a rració n corrie n te . — 255. N arr ació n dramática. —
256. D iálo go c orr ien te . —257. D iálo go d r a m á ti co ................ 275
Í n d ic e de m a t e r ia s ......................................................................... 307
Í n d ic e de los t r o z o s u t i l i z a d o s e n l o s e j e r c i c i o s ............ 319
N otas suplementarias .................................................................... 321

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