Está en la página 1de 7

Tema 3.

Observación y medida de la conducta


La evaluación conductual

La evaluación conductual implica la recogida y análisis de la información y los datos con el fin de identificar
y describir los objetivos comportamentales (comportamientos a mejorar en los programas de modificación de
conducta), especificar las causas probables del comportamiento, elegir las estrategias de intervención más
adecuadas para modificarlo y evaluar los resultados del tratamiento.

Un programa satisfactorio de modificación de conducta suele incluir cuatro fases durante las cuales se
identifican, definen y registran los objetivos comportamentales:

a. Fase inicial de criba y recogida de datos para clarificar el problema y determinar quién debe realizar
el tratamiento.
b. Una línea de base o evaluación previa al tratamiento.
c. Una fase de tratamiento.
d. Una fase de seguimiento.

Fase inicial de criba y recogida de datos

Las interacciones iniciales entre clientes y profesionales o instituciones pueden consistir en rellenar un
formulario de ingreso o historial personal, en que se solicitan datos generales: nombre, dirección, fecha de
nacimiento, estado civil, además de una breve exposición de la razones por las que se acude a la clínica o
servicio.

Hawkins (1979) comenta que cuando los clientes o los estudiantes acuden a una clínica o institución
académica, los profesionales suelen preguntarse si el centro es adecuado para el tratamiento del caso. De ahí
que en esta primera fase se realice una criba para determinar qué instituciones o terapeutas son idóneos para
intervenir el problema concreto planteado y decidir si se va a tratar el caso o se va a remitir a otros
profesionales. Una segunda función es informar a los clientes acerca de las normas y política del centro en
relación con la prestación de servicios. Una tercera función es dilucidar si se trata de una crisis o pone en
peligro a las personas, como sucede en los casos de abuso infantil o riesgo de suicidio, que requieren una
intervención inmediata. Para algunos terapeutas, la cuarta función de esta fase es recoger suficiente
información, a partir de la entrevista a los clientes y de pruebas psicológicas, como para establecer un
diagnóstico conforme a las categorías normalizadas de trastornos psicológicos recogidas en el DSM-IV-TR
de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 4.ª
ed. Revisada; American Psychiatric Association, 2000). Como indicamos en la Nota 1 del Capítulo 1, en
ocasiones son las clínicas, hospitales, colegios y otras instituciones quienes requieren estos diagnósticos antes
de comenzar cualquier tratamiento, y también las compañías de seguros médicos que cubrirán el coste del
mismo. Aunque el diagnóstico conforme al DSM-IV-TR es útil para planificar un abordaje en sentido amplio,
hay que tener presente que aporta información muy distinta a la obtenida en la evaluación comportamental.
Una quinta función de esta primera fase es determinar qué conductas se registrarán durante la línea de base.
Por ejemplo, un centro de orientación comportamental para alumnos con problemas de aprendizaje, podría
evaluar a una niña para determinar si sus habilidades académicas son tan inusuales que se beneficiaría de algún
programa que la escuela no proporcionara habitualmente. En este examen inicial, la institución podría
considerar diversos indicadores preliminares, desde los informes de los profesores hasta el cociente intelectual,
aunque por supuesto los terapeutas de conducta consideran estos datos como estimaciones poco refinadas de
la conducta y no como índices de rasgos subyacentes. Las pruebas tradicionales de inteligencia y otros rasgos
también se utilizan en el ámbito de la modificación de conducta, sobre todo para la criba y evaluación inicial,
pero los resultados no se interpretan en el sentido tradicional. También se emplean otros instrumentos de
evaluación que ayudan a descubrir comportamientos particularmente interesantes para la posterior
intervención, que comentaremos más adelante en este capítulo.

Fase de línea de base

Durante la fase de línea de base, los profesionales evalúan el comportamiento de interés para determinar su
nivel y magnitud antes de la introducción del programa o tratamiento, además de analizar el entorno actual de
los clientes con el fin de identificar posibles variables que controlan la conducta a modificar. Se denomina
evaluación conductual a este examen de las posibles variables controladoras y lo comentaremos en más detalle
en el Capítulo 22.

La necesidad de llevar a cabo una línea de base se deriva de la importancia que se concede en modificación
de conducta a la medida directa del comportamiento de interés y al uso de los cambios en estas estimaciones
como el mejor indicador de que el problema se está resolviendo (véase Capítulo 1). Por ejemplo, si una niña
tiene problemas escolares, los terapeutas estarán más interesados en trazar una línea de base de excesos y
déficit comportamentales concretos que pudieran consistir en problemas de lectura, falta de atención o
agresividad con los compañeros, que en sus puntuaciones en pruebas de inteligencia, aunque tampoco se
desdeñe conocer estos datos.

Fase de tratamiento

Después de trazar una evaluación precisa durante la línea de base, los terapeutas diseñarán el programa para
lograr el cambio deseado de la conducta. En ámbitos educativos, estas intervenciones se denominan programas
de entrenamiento o de formación y en ámbitos comunitarios y clínicos, suelen denominarse estrategias de
intervención o programas terapéuticos.

Los programas de modificación de conducta conllevan la observación y el registro permanente del


comportamiento de interés a lo largo del entrenamiento o tratamiento. A este respecto, la diferencia entre el
abordaje conductista y otros no es más que una cuestión de grado. La práctica docente suele incluir
evaluaciones periódicas para contrastar si los contenidos impartidos se reflejan en el rendimiento de los
estudiantes y también las intervenciones clínicas incluyen la evaluación de los progresos de los clientes a
intervalos regulares. Es más, algunas intervenciones inadecuadamente descritas como pertenecientes al ámbito
de la modificación de conducta han registrado estimaciones pre y post-tratamiento, aunque no han incluido
evaluaciones durante el programa. Sin embargo, la mayoría de los profesionales de la modificación de
conducta realizan seguimientos permanentes a lo largo de toda la aplicación de las estrategias de intervención
y además, transcurrido un periodo de tiempo razonable, insisten en acometer variaciones en el programa si los
registros señalan que no se está produciendo el cambio comportamental deseado.

Fase de seguimiento

Por último, la fase de seguimiento sirve para determinar si se mantienen las mejoras conseguidas en el
tratamiento una vez finalizado éste, ya que los modificadores de conducta consideran que el problema no está
resuelto si los logros no son permanentes.

En casos en que las intervenciones han manipulado varias conductas en un grupo es aconsejable y necesario
recoger información válida de seguimiento, que puede consistir en la observación precisa del comportamiento
en el ambiente natural o las circunstancias en que esperamos que ocurra. Si embargo, en otros casos, no es
posible hacer un seguimiento, quizá porque el programa se ha aplicado a todo un grupo escolar y se ha
prolongado durante meses, con lo que al terminar, los alumnos pasan a otro curso, dejan el colegio o
simplemente no están disponibles para participar en la evaluación de seguimiento. Dadas las circunstancias,
habría que renunciar a esta fase y sólo se podría registrar la comparación de los cambios producidos antes y
después del tratamiento.

Características básicas de la Evaluación Conductual

La observación

Componentes del proceso de evaluación

1. Unidades de análisis (objeto de observación): afecta a la generalización y validez de conclusiones.


 Continuo de comportamiento: descripción narrativa (sin unidades de registro) de eventos
en un momento y contexto concreto, tiene escasa fiabilidad interjueces.
 Atributos: sobre observaciones de conductas se infieren rasgos/dimensiones.
 Conducta: especificación de las topografías (motora, fisiológica, cognitiva) en un intervalo
temporal concreto; sin inferencias.
 Interacciones: relaciones funcionales entre eventos (sj. X sj. X ambiente).
 Productos de conducta: resultado de acciones, no reactividad.
2. Unidades de medida (parámetros de observación), existe una interdependencia con las unidades de
análisis. Pueden ser:
 Cuantitativas: ocurrencia, frecuencia, duración latencia, intervalo entre respuestas
 Cualitativas: adecuación
3. Registros: afecta a control de resultados (replicabilidad y representatividad).
 Narrativos: no estructurados y flexibles
 Inventarios de conducta: condiciones previamente establecidas. Informar de ocurrencias.
 Rating scales: cuantificación, clasificación o calificación de conductas previamente definidas.
El evaluador informa en base conocimientos previos.
 Códigos o sistemas de categorías: atienden a una conducta y sus relaciones funcionales con
otros eventos. Proceder estándar, aplicable a situaciones diferentes, permite comparar sujetos.
 Productos de conducta
 Medios automáticos
4. Muestreo: objetivo determinar cuánto tiempo, con qué frecuencia, en qué momentos, en qué
situaciones y a qué sujetos se va a observar. Se busca asegurar la representatividad de las muestras.
 Muestreo de tiempo: establecer la duración total (-PO- inversamente proporcional al tipo y
duración de la conducta observada y la complejidad del registro), frecuencia o intervalos de
observación (IO); y momentos y periodicidad del registro (IR).
 Intervalo total: se registra la conducta que dura todo IO.
 Intervalo parcial: se registra la conducta si ocurrió, al menos una vez (una fracción) durante
el IO.
 Intervalo momentáneo: se registran las conductas si aparecen en un determinado momento
(p.e. al principio, al final) del IO. Para observar conductas:

Frecuentes y de corta duración:

 intervalo parcial
 Persistentes en el tiempo: intervalo momentáneo

Cuando el objetivo es incremental la conducta: intervalo total.

La representatividad de muestreos de tiempo continuos con intervalos cortos entre observaciones.

 Muestreo de situaciones:
 Naturales (reduce la reactividad) o artificiales.
 Preparación de observadores participantes.

La representatividad del muestreo de todas las situaciones (generalidad/especificidad)


 Muestreo de sujetos: cuando se trata de grupos se aconseja una muestra de intervalos y sujetos
simultáneamente.

Procedimiento e instrumentos

Procedimientos de evaluación indirecta

 Entrevistas con los clientes y personas pertinentes


 Cuestionarios
 Cuestionarios sobre la historia personal proporcionan datos demográficos tales como estado
civil, profesión y religión, además de información sobre sexualidad, salud y educación.
 Autoinformes sobre los problemas con respuestas alternativas son listados exhaustivos en que
los clientes no tienen más que marcar las características aplicables a su situación.
 Encuestas, proporcionan información necesaria para llevar a cabo una intervención concreta;
 Las escalas de evaluación o listados comportamentales que responden terceras personas
permiten a quienes están implicados con los clientes u otros profesionales evaluar
subjetivamente la frecuencia y/o características de ciertas conductas.
 Interpretación de papeles. Si los terapeutas no pueden observar a los clientes en la situación
problemática real, podrían recrearla en el despacho, si no íntegramente, al menos en sí algunos aspectos
cruciales de la misma.
 Información procedente de consultas a otros profesionales. Si otros profesionales, médicos,
fisioterapeutas, profesores, personal de enfermería o trabajadores sociales han tratado a los clientes en
relación con el problema, es probable que sepan de aspectos interesantes que debiéramos conocer
 Auto-observación. Si bien la primera y mejor alternativa sería que los terapeutas observaran
directamente el comportamiento de los clientes, la segunda opción es que sean los propios clientes
quienes observen su comportamiento

Procedimientos de evaluación directa

 El registro continuo: recoge todas las apariciones del comportamiento durante un periodo de tiempo
específico.
 El registro por intervalos. Aquí, se selecciona un bloque específico de tiempo:
 Registro de intervalo parcial, en que se registra la aparición de la conducta de manera
dicotómica (se ha producido o no se ha producido), sin tener en cuenta la cantidad de veces
que haya ocurrido durante el intervalo, ni su duración.
 Registro de intervalo completo. Con este acercamiento, se registra la conducta de interés sólo
si persiste durante el intervalo de tiempo completo.
 El registro de muestreo temporal, en que se puntúa una conducta como presente o ausente durante
intervalos de tiempo muy breves que están separados entre sí por periodos de tiempo mucho más
largos.
 El muestreo temporal momentáneo y consiste en el registro dicotómico (ocurre o no ocurre) de la
actividad en momentos concretos como, por ejemplo, a las horas en punto.

Procedimientos de evaluación empírica

Recoger datos con ayuda de la informática

Identificación y control de sesgos

Tres fuentes de error que afectan a la precisión de las observaciones:

1. La definición de la respuesta puede ser vaga, subjetiva o incompleta, de forma que los observadores
tendrían problemas para hacer registros precisos.
2. La situación observacional podría dificultad la detección de la actividad debido a distractores u otras
obstrucciones al proceso, o debido a que la conducta sea demasiado sutil o compleja para ser analizada
con precisión en esa situación.
3. Los observadores pueden estar poco entrenados, poco motivados, mal predispuestos o ser
incompetentes. Se podrían añadir dos posibles fuentes de error: hojas de registro mal diseñadas o un
procedimiento de registro demasiado engorroso.

Debido a que una o la combinación de varias fuentes de error pueden estar presentes en cualquier proyecto de
modificación de conducta, los investigadores suelen llevar a cabo estimaciones de fiabilidad entre
observadores o jueces (FIO). Dos observadores independientes podrían registrar observaciones de la misma
conducta de la misma persona durante una sesión concreta, y ser cuidadosos para no influir ni enviarse señales
entre sí mientras registran, o copiarse mutuamente las observaciones.

Análisis funcional de la conducta

Objetivo

Establecer relaciones de funcionalidad entre variables privadas y públicas que explican el mantenimiento de
la conducta, con el propósito de establecer metas terapéuticas y diseñar el plan de intervención.

Tareas

1. Identificación de la demanda del sujeto y definición del problema (posible discrepancia).


2. Descripción operativa de la conducta “problema” (evaluación contextual)
a. Identificación de los “problemas” en los contextos (públicos y privados) en que ocurren
(mantenimiento de la conducta):
 Medio físico-social.
 Condiciones privadas (estado físico, emocional…)
 Elementos situación que pueden alterar el valor funcional de la conducta.
 Reglas verbales que pueden alterar (+/-) la valencia de la conducta.
b. Descripción de las secuencias de conducta “problema” (diferentes comportamientos con una
misma funcionalidad).
c. Análisis cuantitativo de los parámetros o la secuencia de conducta (frecuencia, intensidad, etc.).
3. Descripción del curso del problema. Empleo de métodos e instrumentos objetivos, fiables, válidos y
económicos para poder contrastar la información.
a. historia de aprendizaje, repertorios de conducta (exhibidos, ausentes o carentes), valores sujeto
(conducta verbal), disponibilidad de reforzamiento.
b. valores sociales y otras contingencias específicas que fortalecen y/o debilitan la conducta objetivo.
c. desarrollo evolutivo, emocional y social (si es relevante al caso).
4. Análisis funcional
 Relaciones funcionales entre la conducta (VD) y las condiciones antecedentes y consecuentes (VI)
que la explican.
a. formulación de hipótesis explicativas del mantenimiento del problema (y en su caso, del
inicio)
b. contrastación de hipótesis explicativas
 Diseño de la intervención
a. objetivos.
b. elección de las conductas (contextualizadas) a intervenir
c. elección de técnicas de tratamiento.
d. determinación del procedimiento terapéutico
 Evaluación cualitativa y cuantitativa de la eficacia de la intervención (durante, post y seguimiento).

También podría gustarte