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Osip Mandelstam (Varsovia, 1891- Campo transitorio de Vtoraya Rechka, cerca de

Vladivostok, 1938)

EL SIGLO
Siglo mío, bestia mía.
¡Quién podría contemplar tus pupilas
y juntar con su sangre
las vertebras de dos siglos!
La edificadora sangre mana
de la garganta de la tierra
y sólo el parásito tiembla
en el umbral de los nuevos días.

Cada animal debe arrastrar,


en vida, su espina dorsal.
Y una ola juega
con la columna invisible.
Como el tierno cartílago de un niño,
el siglo de la infancia de la tierra
de nuevo sacrificó, como a un cordero,
la plenitud de la vida.

Para liberar al siglo,


para comenzar un nuevo mundo,
hace falta unir con una flauta
los desiguales días de la rodilla.
Este siglo agita la ola
de la tristeza de las personas
y entre la hierba anida la víbora,
medida de este siglo de oro.

Aún brotarán del verdor los embriones


y crecerán los tallos,
pero tu espina está rota,!
Mi bello y doloroso siglo!
Y con una sonrisa sin sentido
mirarás atrás, dulce y cruel,
como bestia en un tiempo flexible,
para contemplar la huella de tus garras.

EPIGRAMA CONTRA STALIN1


1
<<A juicio de su compatriota Joseph Brodsky, no fue ese famoso poema satírico el que precipitó
la ruina de Mandelstam -antes había escrito versos más hirientes: “el poder es repulsivo como los
dedos del barbero”-. Su instinto de conservación ya había cedido ante su propia estética. Para
Brodsky, su aislamiento estético adquiere dimensiones físicas, que son las dimensiones en las que
se disputa, a su juicio, la superioridad intelectual. “Cuando un hombre crea un mundo propio -
escribe Brodsky, refiriéndose a Mandelstam- se convierte en un cuerpo extraño contra el que
 
Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,
nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
La más breve de las pláticas
gravita, quejosa, al montañés del Kremlin.
Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,
y sus palabras como pesados martillos, certeras.
Sus bigotes de cucaracha parecen reír
y relumbran las cañas de sus botas.
 
Entre una chusma de caciques de cuello extrafino
él juega con los favores de estas cuasi personas.
Uno silba, otro maúlla, aquel gime, el otro llora;
sólo él campea tonante y los tutea.
Como herraduras forja un decreto tras otro:
A uno al bajo vientre, al otro en la frente, al tercero en la ceja,
[al cuarto en el ojo.
Toda ejecución es para él un festejo
que alegra su amplio pecho de oseta.
 
Noviembre de 1933

apuntan todas las leyes: gravedad, comprensión, repudiación, aniquilación. (…) En un poeta, la
postura ética, y hasta el mismo temperamento, están determinados y conformados por la estética.
Esto es lo que explica que los poetas se encuentren invariablemente enfrentados con la realidad
social y que su índice de mortalidad indique la distancia que establece esta realidad entre ella misma
y la civilización”.>>

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