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no es posible acceder a lo real, más allá del epistemológica surge el modelo cognitivo de
lenguaje. Verdaderos serán entonces aque- la transición al superhombre.
llos errores que conserven y aumenten la Finalmente señala Mariano Rodríguez
voluntad de poder. cómo extrae Nietzsche su concepto de volun-
El conocimiento está en realidad subor- tad de poder a partir de tres tesis epistemo-
dinado a la vida. La razón aparece como un lógicas tomadas de diversas fuentes: 1. todo
órgano destinado no al conocimiento de la constructo filosófico surge de la facultad de la
estructura de lo real, sino a la supervivencia. imaginación, participando el intelecto secun-
Conocer no es otra cosa que el resultado dariamente en su verificación y estructura-
de la pugna del conjunto de pulsiones del ción (presocráticos); 2. la materia se reduce
cuerpo, pulsiones con una perspectiva pro- a fuerza activa (ciencias naturales); y 3. la
pia sobre el mundo. Cuando el desarrollo (virtud) moral oculta la ambición de poder y
evolutivo e histórico del hombre le permite de dominio (moralistas franceses).
comprender esto y hacer de la suma del
mayor número de perspectivas la objetividad Ricardo Teruel Díaz

CARBONE, M. La chair des images: Merleau-Ponty entre peinture et cinéma, Paris, J.


Vrin, 2011, 169 pp.

«El término imagen tiene mala fama por- ella aparece como un tejido de diferenciacio-
que se ha creído descuidadamente que un nes donde lo visible está siempre entretejido
dibujo consistía en un calco, una copia, una por un invisible que es indirectamente mos-
cosa segunda»1. Esta denuncia de Merleau- trado por lo visible mismo. Si la visibilidad
Ponty en El ojo y el espíritu deviene uno de constituye el horizonte de aquello visible,
los hilos conductores principales del trabajo el acceso a éste siempre implica un acceso
de Mauro Carbone. Los ensayos recopila- a lo latente, tesis que obliga al filósofo a
dos en este breve pero intenso libro indagan rechazar el lugar tradicional de la imagen
de manera exhaustiva las reflexiones que en la filosofía: la aparición de la imagen
Merleau-Ponty ha establecido en torno a ya no se articula de acuerdo a una presen-
la imagen sensible, con el fin de desanclar tificación sino a una presentación naciente
a ésta de su caracterización representacio- insubordinable a otra forma de acceso. Por
nista y deslindar su valor propio. El con- ello, en la misma noción de imagen se pone
cepto de imagen es neurálgico en las últimas en juego la reversibilidad entre lo vidente y
meditaciones del filósofo, pues se encuentra lo visible que Merleau-Ponty intentó eluci-
necesariamente ligado al de visibilidad. La dar con su noción de carne. En palabras de
visibilidad, como afirma Carbone, no consti- Carbone, la imagen «se revela, de hecho,
tuye ni el grupo fáctico de los entes visibles, mucho más ligada a la experiencia del naci-
ni su identificación eidética; por el contrario, miento que de la muerte, y ella denuncia allí
el platonismo subyacente a la opinión con la
1 M. Merleau-Ponty. L’œil et l’esprit, Paris, Galli-
mard, 1993, p. 23.
que lo asocia habitualmente a ella» (p. 10).

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Esta experiencia del nacimiento, como rele- de la diferencia en su pensamiento político,


vará en más de una ocasión Carbone, tiene lo que Nancy le permite encontrar, con la
repercusiones culturales actuales, como las ilustración de la piedra y el testimonio del
presentadas por el giro icónico (con Mitchell trasplante de corazón de El intruso, la defi-
y Boehm como primeros exponentes), que a nición de un quiasmo vital de la diferencia
partir de los ’90 lleva a resignificar el lugar misma: un quiasmo entre el cuerpo vivido
de lo visual2. Esta resignificación traerá, (Leib) y el material (Körper), entre lo propio
utilizando las palabras de Merleau-Ponty, y lo extraño que «funda toda ética y toda
«consecuencias extravagantes» provenientes política posible», pues, «constituye el hori-
de la interrogación sobre la visión. zonte mismo de nuestro ‘ser-en-común’» (p.
El primer capítulo expone las conse- 40), y lo cual repercutirá en consideracio-
cuencias inherentes a la noción de carne nes políticas como las de Roberto Espósito,
en la filosofía contemporánea. El autor, que quien reclama una filosofía de la relación
define el concepto merleau-pontyano como una «semántica de la carne» para elucidar
un elemento originario «en estallido per- su carácter diferencial.
petuo» (p. 20), inspecciona, por un lado, Habiendo establecido las derivaciones
los orígenes del término, en cuanto una de la carne en la filosofía contemporánea,
potencial respuesta a la relación entre el los siguientes dos capítulos despliegan la
cuerpo viviente (Leib) y la naturaleza enten- convergencia de la ontología de la carne
dida como suelo (Boden) de la experiencia. con las obras y poéticas de Paul Gauguin y
Por otro lado, el autor hace una evaluación Paul Klee. Por el lado de Gauguin, tanto él
crítica de la recepción contemporánea del como Merleau-Ponty hallarían en la carac-
concepto, como las perspectivas de Das- terización de la naturaleza como ser salvaje
tur, Henry, Derrida y Nancy. Si bien los la necesidad de una reanudación creadora
primeros dos falsean la noción volviéndola para su captación, en lugar de la mera repro-
sinonímica a la de cuerpo propio –algo de ducción o imitación. El trabajo que Gauguin
lo que Merleau-Ponty reniega desde el ini- realiza con la cultura tahitiana es interpre-
cio–, al punto que coartar el potencial onto- tado por Carbone como «una deconstrucción
lógico de la misma, Carbone rescata con de la carne cristiana» (p. 54) mediante la
justicia la perspectiva nancyana en Corpus, cual lo animado y lo inanimado encuentran
donde la corporalidad deviene un problema una co-fusión. Del mismo modo, mientras
de ser: la piedra, como cuerpo, se define la pintura cristiana termina concibiendo a
a sí misma a partir de su distancia inque- la piel y lo encarnado como un velo del
brantable (écart) con los otros cuerpos, del ámbito suprasensible, la piel y su carácter
mismo modo que la carne despliega una no-interior es lo que termina definiendo la
reversibilidad inminente y nunca realizable noción merleau-pontyana de carne como
entre lo sentiente y lo sensible. De hecho, opacidad de mostración, opacidad dada por
esta analogía conduce a Carbone a encontrar la écart y que genera los lazos míticos de lo
una perspectiva política de la ontología de la inanimado con lo animado, de la naturaleza
carne. Aunque Sartre o Lyotard han recla- como el otro lado del hombre.
mado que Merleau-Ponty esquiva el lugar En el capítulo siguiente, Carbone pro-
pone avanzar sobre el concepto de estado
2 G. Boehm.Was ist ein Bild?, Munich, Fink, 1994, naciente, columna vertebral de la última
p. 19. Cit. en p. 14 n. 3. noción de percepción, tomando como

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referencia la presencia de Klee dentro las sin lugar a dudas el texto más sugerente de
reflexiones de los cursos del Collège de la obra al abordar una temática que actual-
France, con el fin de encaminarse a aquello mente está en su apogeo. En primer lugar,
que Merleau-Ponty denomina la visibilidad Carbone defiende la posición que Merleau-
de lo invisible. Lo que el filósofo llama Ponty tiene en su conferencia «El cine y la
ontología contemporánea consiste en un nueva psicología» (1945) contra la acusación
camino que ha trazado tanto la actividad de atomismo que le hace Pierre Rodrigo por
pictórica moderna como la literaria (Proust, centrar sus análisis en el constructivismo del
Rimbaud, Claudel) mucho antes que la filo- montaje. Sin embargo, la secuencia estable-
sofía. Para sintetizar el cruce entre la per- cida en el montaje no es para el fenomenó-
cepción y lo imaginario, Carbone utiliza el logo el fundamento de la imagen entendida
término videncia (voyance). La visión es de manera constructivista; por el contrario,
videncia en tanto la experiencia cinematográfica, no reducida
al montaje, manifiesta el carácter sinesté-
«consiste en secundar –un verbo que sico de la imagen cinematográfica. El efecto
enuncia la indistinción entre la pasivi- Koulechov que analiza Merleau-Ponty en la
dad y la actividad– la auto-mostración conferencia –donde el montaje articula el
del universo sensible dentro del cual nos valor semántico de la escena– es funcional
encontramos a nosotros mismos y que es a la descripción de la «forma temporal» –
recorrido por un poder analogizante […] en sentido gestáltico– de la imagen, desde
en virtud del cual los cuerpos y las cosas lo cual Merleau-Ponty puede equiparar la
se recuerdan recíprocamente» (p. 73) naturaleza de la percepción con la de una
secuencia fílmica. En oposición a la visión
La videncia invoca un «nuevo nudo» de Bergson, para quien el cinematógrafo era
entre el hombre y las cosas que se patentizará comparable al quehacer analítico de la inte-
en la pintura a partir de la imagen, y análo- ligencia que coarta la captación del devenir,
gamente en la literatura a partir del lenguaje, el autor de Fenomenología de la percepción
detonando una trascendencia inherente a la encuentra en él una expresión sintetizante
visión. La noción de videncia enlaza, a cri- análoga a la percepción, y en la cual se juega
terio de Carbone, la idealidad con la car- la duración inherente a la imagen.
nalidad de la visión, donde se exhibe una Al enfatizar el aspecto holista y temporal
intuición de esencias (Wesensschau) no inte- de la imagen fílmica, Carbone reflexiona
lectualista. Consecuentemente, el sentido sobre la cuestión del movimiento, tema
mismo de la actividad filosófica requiere que toma un cariz particular en los cursos
de un viraje que no pretenda la captación del Collège de France del ’53 titulados El
meramente externa y teorética del mundo, mundo sensible y el mundo de la expresión.
haciendo del problema filosófico de nuestro Rechazando no sólo la concepción clásica
tiempo la necesidad de «abrir el concepto del movimiento, sino también la alternativa
sin destruirlo»3. bergsoniana –donde la duración es simboli-
El cuarto capítulo, «El filósofo y el zada por un movimiento sin objetivo móvil–,
cineasta», además de ser el más extenso, es Merleau-Ponty analiza los rasgos del movi-
miento fenomenal a partir de los análisis
3 M. Merleau-Ponty. Signes, Paris, Gallimard, 1960, de Wertheimer sobre el movimiento estro-
p. 174. boscópico, donde se hará factible con más

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profundidad el vínculo entre el movimiento sido presente. Allí, el campo del cine está
fílmico y la percepción natural. Cuando en íntimamente involucrado: «sin él [el tiempo
análisis merleau-pontyano del mediome- mítico], el cine no habría podido otorgar al
traje Cero en conducta (Jean Vigo, 1933) se s. XX uno de sus sistemas más potentes de
refiere a una escena en cámara lenta, lo que mitos, así como el lugar de elaboración psi-
para Carbone se observa no es sino «una coanalítica más popular» (p. 126), mitos que
suerte de prueba a contrario de la existencia entran en precesión con la propia percepción
de una lógica común a la percepción natu- natural. Podría concluirse que el cine, por
ral y a la cinematográfica […] alentando lo tanto, releva el carácter temporal de lo
las imágenes e invirtiéndose la música, [la anteriormente se llamó videncia.
lógica] tiende a sustraerse, produciendo allí Los últimos dos capítulos de la obra son
incluso un efecto de des-realización» (p. menos ambiciosos que su predecesor. El
110). El cine, entonces, deviene una expe- quinto es un estudio histórico sobre los con-
riencia gestáltica en sentido fuerte, porque ceptos de luz y luminosidad que Merleau-
demuestra que el fondo participa de manera Ponty trabaja en la filosofía de Schelling en
esencial en la captación del movimiento y sus cursos sobre la naturaleza de 1959, y en
su ser; en suma, que es un caso ejemplar ello, Carbone encuentra una conexión con
del movimiento como configuración interna Hermes Trimegisto, con el fin de entender a
irreductible al mero traslado del lugar. la carne como chôra. Si bien la argumenta-
Gracias a estas reflexiones, Carbone ción del autor puede parecer válida, quizás
logra exponer dos tesis originales: 1) la el estudio no quede más que en un plano
estructura de la imagen fílmica se puede con- comparativo sin consecuencias para análisis
cebir como una «precesión recíproca»; 2) el de tipo problemático. Por último, Carbone
tiempo cinematográfico se corresponde con cierra la obra enfatizando la importancia
el tiempo mítico. La primera tesis expresa de los estudios merleau-pontyanos sobre las
que si lo imaginario integra una germinación distintas áreas del saber no-filósoficas (la
paralela a la visión y no subsidiaria de la a-filosofía) a la hora de repensar el estatuto
misma, entonces en ella hay una estructura ontológico de la imagen, y en particular las
carnal, una precesión –cambio de dirección disciplinas artísticas: la pintura, la literatura,
de un eje– entre lo que es y lo que hace ver. y el cine construyen ideas sensibles a través
Aunque el término precesión tiene en el uso de sus imágenes, pero en donde dicha cons-
científico implicancias más bien espaciales, trucción no clasifican ni una causa eficiente,
Carbone pone al descubierto un uso exclu- ni una causa formal ni material; de manera
sivamente temporal del mismo en Merleau- divergente, las imágenes del arte unifican la
Ponty, donde se marca un «movimiento de creación con el acontecimiento fortuito, la
anticipación mutua de los términos impli- actividad con la pasividad.
cados» (p. 121). De aquí surge la segunda El esfuerzo de Merleau-Ponty por reubi-
tesis: la precesión recíproca, al establecer car el plano de lo imaginario dentro de los
una anticipación mutua entre lo imaginario y problemas filosóficos fue interrumpido por
lo real que es potencialmente infinita, ya que su repentina muerte en 1961. De ello, sólo
ambas se preceden mutuamente (y, porque nos quedan algunos esbozos que comien-
no, son condición de posibilidad la una de la zan a evaluarse e interpretarse. El trabajo
otra), esta anticipación carece de un pasado que Carbone ha realizado en este texto es
cronológico, posee un pasado que jamás ha un aporte enriquecedor y exhaustivo sobre

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los problemas concernientes al lugar de la de los estudios merleau-pontyanos, no sólo


imagen en la reflexión fenomenológica y como una introducción a algunos problemas
filosófica en general. Ciertamente, podría de la ontología merleau-pontyana que no
reprochársele al autor la falta de meditación han sido profundizados; además, constata
sobre la contribución que Mikel Dufrenne con creces la actualidad del filósofo francés.
había realizado a la estética fenomenológica,
y que produciría más resultados interesantes Jorge Nicolás Lucero
sobre el problema de la imagen. Con todo, (Instituto de Filosofía
La carne de las imágenes se revela como «Alejandro Korn», Universidad de
una obra de lectura imprescindible dentro Buenos Aires. lucerojn@hotmail.com)

CADAHIA, Luciana y VELASCO, Gonzalo (compiladores): Normalidad de la crisis/crisis


de la normalidad, Madrid, Katz, 2012, 221 pp.

El compendio de textos Normalidad de los Ríos, «Mórbida crisis, débil gobierno:


la crisis/crisis de la normalidad, nos ofrece Aristóteles y la estrategia del náufrago»; de
una serie de reflexiones encargadas, desde Gabriel Aranzueque, «Un solo deseo. Senti-
distintos ángulos, de aportar una interpreta- miento y libertad en Étienne de La Boétie»;
ción crítica de la actual situación de crisis. y de David Sánchez Usanos, «Modernidad,
En este punto, se parte de un eje fundamen- crisis y filosofía». Como puede adivinarse,
tal que en cierto sentido vertebra los textos en ellos se ofrecen reflexiones en torno a la
reunidos: a saber, cómo los discursos sobre crisis que, trazando una línea temporal desde
la crisis sirven de basamento a nuevas estra- la Antigüedad Clásica hasta la más absoluta
tegias políticas, económicas y, por supuesto, actualidad, pasando por la primera Moderni-
ideológicas, pasa socavar las estructuras de dad, muestran la pertinencia y frescura del
las sociedades occidentales. Y es que, desde pensamiento filosófico sobre el cambio. Y
la necesidad sempiterna de una ontología es que la crisis, en su más original y radical
crítica del presente, la comprensión de cómo significado, ha estado presente en la filoso-
el mismo concepto de crisis se ha instalado fía occidental desde su mismo nacimiento,
a modo de «mecanismo de domesticación a menudo apuntando problemáticas de las
simbólica» en Occidente se revela como que, aún hoy, no hemos logrado escapar.
absolutamente infranqueable. En la segunda de estas líneas temáticas,
Bajo estos supuestos, la compilación titulada Crisis y ontología, se recogen los
aquí reseñada se estructura en función de textos de Patxi Lanceros, titulado «Tras la
tres ejes argumentales, cada uno de los cuá- modernidad. De la crisis a la intemperie»;
les pretende conectar respectivamente ese Antonio Gómez Ramos, «La inmediatez de
mismo concepto de crisis con la filosofía, la crisis y la experiencia del tiempo»; el
la ontología y la política. Bajo el primer de Ana Carrasco-Conde, «Blow up. Evento,
ámbito de esta tríada argumental, Crisis y acontecimiento y crisis»; y, finalmente, el
filosofía, se recogen los textos de Iván de de Alberto Pirni, bajo el título «La crisis y

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