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CO L E CC I Ó N

DINÁMICA
FAMILIAR

La comunicación familiar desde


la prespectiva sistemica,
Musito G. Y Buelga S.
F I C H A T É C N I CA

Autor Musito G. Y Buelga S.


Título La comunicación familiar desde la perspectiva sistemica
Revista Madrid Pirámide
Ciudad Madrid
Año 2006
Mes
Día
Páginas 1-21
Editor
Editorial Anaya Universidad
Volumen
Número
Título breve
Número estándar
Comentarios
Soporte
Fecha en que se
17 de enero del 2020
realizó la consulta
URL https://cutt.ly/IrHaHFr
DOI

BIBLIOGRAFÍA
Musitu, G., & Buelga, S. (2006). La comunicación
familiar desde la perspectiva sistemica . Madrid
Pirámide, 1-21. Recuperado el 17 de Enero de 2020, de
https://cutt.ly/IrHaHFr
La comunicación familiar desde la perspectiva sistémica
Gonzalo Musitu
Sofía Buelga
(Capítulo publicado en el libro “Psicología de la Comunicación”. Madrid Pirámide. (2006)

Introducción
Un origen incierto
Los primeros pasos: Gregory Bateson y Margaret Mead
La construcción de la Teoría de Sistemas: La Teoría General de Sistemas y La Cibernética
- El movimiento de los procesos familiares: De Bateson a Watzlawick.
La perspectiva relacional de la comunicación
- Axiomas de la Comunicación Humana
Las ramificaciones:
- Teoría del desarrollo familiar
A modo de conclusión

INTRODUCCIÓN
La comunicación es, como suelen ser casi todos los temas, inagotable. El término
comunicación no designa una detonación significativa única y bien delimitada, sino que
señala un campo semántico enormemente complejo y polisémico, de muchas
significaciones y de múltiples usos. Como dice Winkin, un eminente psicólogo de la
comunicación, es un término irritante, un enorme trastero en el que se encuentran las
cosas de la comunicación más inverosímiles. En ese trastero se encuentran, por ejemplo,
la comunicación por tierra para referirse a los medios terrestres de transporte públicos; la
comunicación por aire para referirse a los medios aéreos de transporte público,
fundamentalmente los aviones; la comunicación de masas; la comunicación trascendental;
la comunicación en los grupos; la comunicación en la familia; la comunicación patológica; la
comunicación en los animales que sabemos que también se comunican gracias a los
trabajos de Konrad Lorenz, von Frish y Nico Timbergen, etc. Sin embargo, y a pesar de
esta disparidad de contextos y ámbitos que nos muestran la enorme dispersión y, también,
anarquía, el término sigue teniendo un enorme atractivo y, probablemente, ahora más que
nunca, una gran vigencia y trascendencia. Porque, ¿hay algo más genuinamente humano y
característico de nuestra sociedad y de nuestro tiempo que la comunicación? Creo que no.
Es tan genuinamente humano que Watzlawik afirmará que el ser humano no puede dejar
de comunicarse.

Pero si los contextos comunicativos son múltiples, no lo son menos, como es fácil
suponer, el de las orientaciones teóricas que tratan de darle contenido y sentido, como son,
por ejemplo, el Interaccionismo Simbólico, la teoría de los Sistemas Generales con todas
las ramificaciones de ambas, la teoría de la Acción Comunicativa, etc. En este capítulo he
optado por estudiar la comunicación desde la perspectiva sistémica, llamada también
orientación relacional. Esta opción se fundamenta en las dos razones siguientes: la
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interdisciplinariedad y la profundidad. Respecto de la primera se podría decir que, de las
teorías más conocidas en el ámbito de la psicología social, es la que mejor recoge los
conceptos y formulaciones de otras disciplinas que, aparentemente muy alejadas entre sí,
tratan asimismo el complejo proceso de la comunicación. Este linaje con otras disciplinas la
hace intelectualmente muy atractiva y sugerente, además de dotarla de una enorme
riqueza conceptual y metodológica; y, respecto de la segunda, porque es la que mejor y
más profundamente trata el sinuoso espacio de la comunicación humana y, obviamente, de
la comunicación familiar.

UN ORIGEN INCIERTO
Nadie puede decir cuándo emerge por primera vez el concepto de sistema. Ya en
tiempos bíblicos, cuando San Pablo buscaba integrar el concepto de relaciones armoniosas
en los miembros polémicos de la congregación de los Corintios, utilizó toda una imaginería
sistémica:

«De la misma manera en que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos
los miembros del cuerpo, aunque muchos, son un cuerpo, así es con Cristo» (la iglesia
de Cristo), «Si el cuerpo total fuera un ojo, ¿dónde estaría el oído? si el cuerpo total
fuera un oído, ¿dónde estaría el sentido del olfato?.... el ojo no puede decir a la mano
"yo no te necesito", ni tampoco la cabeza a los pies "no tengo necesidad de
vosotros".... si un miembro sufre, todos sufren juntos; si un miembro es reverenciado
todos los miembros disfrutan juntos» (la primera carta de San Pablo a los Corintios,
cap. XII).

Con Aristóteles y su famoso Dictum «el todo es siempre mayor que la suma de sus
partes», se forja una idea que pasa a formar parte del pensamiento intelectual del mundo
occidental. Desde entonces hasta ahora son muchos los que han pensado como San Pablo
y Aristóteles, pero que se sepa, no es hasta el siglo pasado cuando se empieza a
desarrollar y a aplicar en el ámbito de las ciencias sociales para explicar los fenómenos y
procesos sociales.

De hecho, la mayor parte, si no toda la evolución, de la teoría sistémica, tiene lugar


en el siglo XX. Existe cierto consenso entre los profesionales con respecto a la idea de que
la teoría de sistemas no tiene un «pedigrí» o linaje simple: originalmente, evoluciona de un
conjunto de influencias diversas, tales como la antropología, la biología, la robótica y las
matemáticas.

Sin embargo, sí se puede decir que esta teoría emerge en un momento particular de
la historia de las ciencias sociales, cuando pretende satisfacer una nueva necesidad
intelectual. Un conjunto de observaciones procedentes del movimiento de terapia familiar
crea, a finales de los años cuarenta, la necesidad de ofrecer explicaciones sociales que
superen las posiciones individualistas que se utilizan en ese momento. La insatisfacción
con la tradición reduccionista-mecanicista de la ciencia que explica los hechos mediante
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cadenas lineales de causa y efecto y cuyo método consiste esencialmente en el análisis de
elementos y procesos individuales resulta harto insuficiente para explicar y comprender la
interacción social, y de ahí, la complejidad que tiene la comunicación humana.

En este contexto de efervescencia intelectual, la cuna desde la cual se configura a


partir de los años cincuenta la perspectiva sistémica en el ámbito de la comunicación
humana, se sitúa en California en la escuela de Palo Alto y en el Instituto de Investigación
Mental (MRI). Las raíces de la perspectiva sistémica se remontan, sin embargo, a los
trabajos antropológicos de Bateson en la década de los años treinta y cuarenta, a la teoría
de la información y de la cibernética de finales también de los cuarenta y, sobre todo, a la
nueva disciplina desarrollada asimismo en esta época por Ludwing von Bertalanffy y
conocida como teoría general de sistemas.

Sobre este legado histórico, la escuela de Palo Alto, de la que Bateson es el máximo
representante, y el Instituto de Investigación Mental (MRI) formado por figuras tan
destacadas como Watzlawick, Beavin y Jackson, desarrollan a partir de los años cincuenta
y durante más de dos décadas, la orientación sistémica, considerada como una de las
perspectivas teóricas y pragmáticas más influyentes en la historia de las ciencias sociales.

En este capítulo voy a analizar la evolución de esta influyente orientación teórica


desgranando los principales hitos que han marcado su desarrollo, así como las figuras
intelectuales que han participado en este devenir. Para ello, comenzaré con las influencias
antecedentes de la orientación sistémica o relacional de la comunicación para llegar a las
ramificaciones que presenta esta sugerente perspectiva en la actualidad.

LOS PRIMEROS PASOS: GREGORY BATESON y MARGARET MEAD

La perspectiva sistémica en el ámbito de la comunicación hunde sus raíces en los


trabajos de uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Se trata del científico social
anglo-norteamericano Gregory Bateson que nace en 1904 en Cambridge, y en cuya
Universidad estudia Zoología y Antropología. Bateson de origen británico, que adquiere la
nacionalidad norteamericana en 1956, muere en San Francisco en 1980. La influencia de
este científico en la Teoría de la Comunicación Humana y en lo que se ha dado en llamar
Escuela de Palo Alto, se encuentra, como veremos, estrechamente ligada a las brillantes
aportaciones antropológicas, sociales y psicológicas que desarrolla a lo largo de más de
cuatro décadas.

El peregrinaje intelectual de Bateson, hijo del biólogo genetista William Bateson cuya
influencia en el pensamiento de Gregory Bateson fue notable, se remonta a sus primeras
investigaciones antropológicas de los años treinta en Nueva Indonesia. A finales de los
años veinte, Bateson se propone estudiar en Nueva Guinea los pueblos de la cuenca del
río Sepik. No tiene éxito en esta primera incursión por lo que de nuevo, retorna a Nueva
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Guinea en 1932. En esta ocasión, consigue arribar a la zona del Sepik, en dónde conoce al
matrimonio de antropólogos formado por Margaret Mead y Reo Fortune, que también están
interesados, como Bateson, en estudiar la cultura iatmul. Los intereses comunes entre los
antropólogos y Bateson se sella finalmente en colaboración. De hecho, Mead y Bateson se
complementan perfectamente. Margaret Mead, psicóloga y antropóloga, es discípula de
Franz Boas de quien recibe una formación antropológica impregnada de Psicología e
Historia, mientras que Bateson, biólogo y antropólogo, tiene una formación enraizada en las
ideas Durkheimianas de Radcliffe-Brown. La sólida base teórica y epistemológica de
Bateson se complementa con la formación metodológica y psicológica de Mead. Bateson y
Mead, que contraen matrimonio en 1936, desarrollan hasta su ruptura a principios de los
años cincuenta, una brillante carrera conjunta de la que surgen, como veremos, unos
trabajos excelsos para la emergente teoría de la comunicación.

A fines de 1935, Bateson finaliza su libro Naven sobre la cultura iatmul. A Bateson
no le es suficiente con reproducir su experiencia en el seno de una cierta cultura a través
de algunas descripciones y extractos de entrevistas, sino que trata de construir una teoría
de la cultura que supere el marco de la sociedad estudiada. Bateson busca descubrir
detrás de las estructuras específicas que ha estudiado, el estilo esencial de una cultura. De
ahí, que introduzca en esta obra nuevos conceptos para construir una teoría general de la
cultura.

Bateson desarrolla el concepto de cismogénesis para reflejar la capacidad que


tienen algunas culturas, como la iatmul o la nuestra, para promover los conflictos y
divisiones (cismas) en su seno. La cultura iatmul, por ejemplo, es tan altamente
cismogénica como la occidental, siendo, como descubrirá más tarde en sus trabajos de
campo, un estilo cultural opuesto al de la cultura balinesa. La sociedad balinesa se
caracteriza en contraposición a la cismogénesis, por la zigogénesis, es decir, por un estilo
cultural que frente a los conflictos y divisiones, tiende al equilibrio y a la estabilidad.

El desarrollo de estos nuevos conceptos representan los primeros esbozos de la


naciente teoría de la comunicación de Bateson que se nutre de estas primeras nociones.
Con el concepto de cismogénesis, Bateson quiere reflejar el proceso de diferenciación en
las reglas o normas de la conducta individual que son producto de las relaciones
acumulativas entre individuos. Distingue a este respecto, dos tipos de relaciones
cismogénicas que terminan ambas por producir hostilidad y colapso en las relaciones entre
los individuos. Se trata de la cismogénesis simétrica y de la complementaria.

La cismogénesis simétrica se caracteriza por un tipo de interacción en la cual los


participantes responden en función de la respuesta del otro. Las dos partes (o más partes)
implicadas se esfuerzan por instaurar y mantener la igualdad de posiciones e intercambian
sus interacciones como si de un espejo se tratase (Muchielli, 1998). Mientras que con este

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tipo de cismogénesis se responde, por ejemplo, a la violencia con la violencia llegando
incluso a la destrucción y a la muerte, en la cismogénesis complementaria, las respuestas
no están determinadas por la igualdad, sino por la influencia cada vez mayor de unas
relaciones de dominio/sumisión. En la esquimogénesis complementaria, las posiciones
jerárquicas determinan respuestas diferentes que se ajustan recíprocamente a la posición
de poder que se tiene. Este tipo de relación se observa por ejemplo, en aquellas
interacciones en las cuales una persona utiliza su fuerza/poder para someter a otra. Los
intercambios acumulativos que se suceden con el tiempo refuerzan recíprocamente la
posición de dominación y sumisión de los participantes, hasta límites inusitados que, a
veces, desembocan en tragedias.

Cuando definimos las reacciones de un individuo frente a los de otros individuos, se


hace inmediatamente evidente que debemos considerar que la relación entre dos
individuos puede sufrir alteraciones de tanto en tanto, incluso sin ninguna perturbación
procedente del exterior. No sólo debemos considerar las reacciones de A ante la
conducta de B, sino que debemos examinar la forma en que ello afecta la conducta
posterior de B y el efecto que ello tiene sobre A (Bateson, 1935).

Estas pioneras ideas de Bateson no son consonantes con el clima intelectual de la


época. En primer lugar, porque son una construcción intelectual y, en segundo lugar,
porque los datos etnográficos se consideran como materiales ilustrativos, y no como
estandartes para un «tribunal de los hechos». A este respecto, Bateson dirá que: «si los
hechos contradicen la teoría, no importa. No hay nada que valga como una buena idea».
Una afirmación que como subraya Winkin (1982) es herética en esa época.

La formación interdisciplinar y las ideas antipositivistas de Bateson representan en la


época una ruptura clara con la figura tradicional del investigador. Si a esto añadimos su
reflexión sobre los procesos de equilibrio y desequilibrio, circularidad, las posibilidades de
crisis y de rupturas, que prefiguran las formas de la cibernética, entenderemos su
«divorcio» del funcionalismo estático, equilibrado y armonioso que reinaba entonces. Como
es natural, cuando su obra Naven sale a la luz es un gran fracaso. En ese momento
Bateson se encuentra en Bali con Margaret Mead escribiendo un segundo libro que, como
Naven, sigue siendo único en los anales de la antropología cultural (Winkin,1982).

En su período de investigación en Bali, Bateson purifica las técnicas de descripción y


de análisis del comportamiento no verbal. El intenso trabajo de campo del matrimonio
Bateson-Mead durante tres años da lugar en 1944 a la publicación de la obra The Balinese
Character: A Photographic Analysis firmada por Mead y Bateson.

Esta obra revulsiva en su época, presenta un cambio en los métodos de


investigación de campo y una nueva concepción de los métodos de presentación de los
datos, además de ofrecer una nueva visión teórica original de la cultura y de los procesos
de socialización familiar. Los autores no tratan tanto de estudiar la cultura balinesa como de
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delimitar el problema de la incorporación de la cultura. ¿Cómo aprende el niño a convertirse
en miembro de su cultura; a comer, andar, jugar, bailar y dormir? Por otra parte, una de las
ideas más sugerentes de la obra para la teoría de la comunicación, es la descripción de las
relaciones que establece la madre balinesa con sus hijos. La hipótesis del doble vínculo
toma cuerpo a partir de esta descripción en la que se observa que las emociones del niño
son rechazadas y controladas por la madre. Las señales no verbales que acompañan a los
mensajes contradicen lo que se manifiesta verbalmente. Así, la madre balinesa invita a su
hijo a que se acerque del mismo modo que lo hacen la mayoría de las mujeres del mundo,
pero al contrario de lo que hacen éstas cuando el niño se aproxima y le responde
emocionalmente, ella se vuelve insensible, de modo que el intercambio entre madre e hijo
no finaliza nunca de un modo afectivo. El pequeño balinés dice Mead, está sometido en sus
interacciones con los adultos a un régimen de «duchas frías» que le conduce
progresivamente a retirarse, a evitar el contacto con el mundo adulto (el niño
progresivamente, entre los tres y seis años, se vuelve totalmente insensible a las
emociones y esta insensibilidad persiste a lo largo de toda su vida). Este será el último gran
trabajo empírico de Bateson que como él mismo decía, creía más en sus ideas que en los
datos.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA TEORIA: La Teoría General de Sistemas y la


Cibernética
Muchas mentes lúcidas contribuyeron a la construcción intelectual de lo que se ha
llegado a conocer como Teoría Sistémica, pero dos son las figuras que mayor influencia
han tenido: El biólogo austriaco Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) y el matemático e
ingeniero norteamericano Norbert Wiener (1894-1964).

Ya en las primeras décadas del siglo XX, Bertalanffy escribía:

“Puesto que el carácter fundamental de los seres vivos es su organización, la investigación habitual de las partes
aisladas y de los procesos no puede ofrecer una explicación completa del fenómeno vital. Esta investigación no nos
da información sobre la coordinación de las partes y los procesos” (Bertalanffy, 1928. Cit. en Bertalanffy, Ashby y
Weinberg, 1981: 33)

Esta idea que domina el pensamiento de Bertalanffy durante más de dos décadas,
es la base desde la cual se propone construir un modelo sistemático y científico de
aproximación y representación de la realidad que supere la reducción mecanicista de la
ciencia clásica: La Teoría de los Sistemas Generales. Esta teoría presentada a la
comunidad científica en 1947, aunque conocida y reconocida a partir de 1951, representa
el esfuerzo integrador de Bertalanffy por desarrollar un nuevo paradigma desde el cual
tanto las ciencias naturales como sociales, pueden realizar su lectura de la realidad.

“Postulamos una nueva disciplina denominada teoría de los sistemas generales. La


teoría de los sistemas generales es un campo lógico-matemático cuya tarea es la
formulación y derivación de esos principios generales que son aplicables a los
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“sistemas” en general. De esta manera, las formulaciones exactas de los términos tales
como totalidad y suma, diferenciación, mecanización progresiva, centralización, orden
jerárquico, finalidad y equifinalidad, etc., llegan a ser posibles, términos que ocurren en
todas las ciencias que tratan con “sistemas” y que implican su homología lógica”
(Bertalanffy, 1947/1992: 26).

La concepción reduccionista-mecanicista de la ciencia deja paso a este nuevo


paradigma que marca el comienzo de un nuevo ciclo khuniano en las ciencias humanas
(Sheflen, 1975). La gran aportación de la teoría de sistemas, aunque hoy en día nos pueda
parecer cuanto menos obvio, es la de haber postulado que todo organismo viviente en
tanto que sistema abierto es un orden dinámico de partes y procesos entre los que se
ejercen interacciones recíprocas. Todos los seres vivos desde una célula, a una familia o a
una organización social, son sistemas abiertos que comparten, como veremos más
adelante, determinadas propiedades que afectan a su funcionamiento.

Mientras que Bertalanffy revoluciona el campo del saber con la teoría de los
sistemas generales, otro científico realiza también una contribución única y decisiva para la
ciencia. Se trata del filósofo y matemático Norbert Wiener, descrito por Escarpit como viejo
niño prodigio de las matemáticas y tranquilo americano despistado. No es de extrañar que
Wiener sea calificado como niño prodigio si se tiene en cuenta que a los cuatro años lee
literatura científica, a los siete ahonda en las teorías de Darwin y de Charcot, a los once
ingresa en la Universidad de Tufts, a los dieciocho se doctora por Harvard y a los
veinticinco años es nombrado profesor de matemáticas en el prestigioso instituto
Tecnológico de Massachusetts en dónde ejerce durante más de cuatro décadas.

La brillante carrera de Wiener alcanza su punto álgido en 1947, cuando propone una
nueva ciencia. Se trata de la ciencia de los sistemas de feedback y de tecnología de la
comunicación a la que llama cibernética (que procede del griego Kybernetes, es decir,
piloto o timonel). Las ideas desarrolladas por este asombroso matemático se gestan, como
muchos otros investigadores, en el contexto de la II Guerra Mundial. Durante la contienda,
Wiener y su grupo, que colaboran estrechamente con el experto en nuevas máquinas
computadoras Vannevar Bush, se preocupan por desarrollar sistemas de control para las
baterías antiaéreas. El grupo de Wiener se da cuenta que uno de los mayores problemas
que presentan los cañones antiaéreos se debe al lento control humano. El tiempo que
trascurre entre apuntar un avión en movimiento y luego disparar, es lo suficientemente
grande como para que el avión cambie de posición y se falle el disparo. La incorporación
dentro del cañón de un dispositivo automático que se autorregula solo y a gran velocidad
es la solución que con éxito se idea para aumentar la eficacia del arma.

Precisamente al estudiar el problema de la conducta de tiro de los cañones


antiaéreos, Wiener reconoce el principio conocido y utilizado ya desde hace tiempo del
feedback o retroacción. Con este principio, al que Wiener le da un alcance universal, la

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explicación lineal tradicional queda obsoleta: todo efecto retroactúa sobre su causa, todo
proceso debe estar concebido según un esquema circular: A actúa sobre B, B sobre C y C
sobre A. De ahí que el modelo unidireccional presentado por esas fechas por Shannon y
Weaver para describir el sistema general de la comunicación, sea rechazado firmemente
por Wiener: Frente a la linealidad, la circularidad.

Como Bertalanffy, Wiener percibe pronto las aplicaciones más generales de su


modelo al entender que la cibernética sirve tanto para describir el comportamiento de las
máquinas como el de los seres vivos. Para Wiener, por ejemplo, los principios de feed-
back, sistemas de autorregulación y procesamiento de la información, pueden aplicarse
claramente a los sistemas de control electrónico, al cerebro humano y a la estructura social.
Una descripción adecuada de estos sistemas debe hacerse como afirma Wiener en
términos de información, más que de energía. En este sentido, la retroalimentación en
estos sistemas no es simplemente un flujo circular de energía, sino una acción que tiene
como fin la de ayudar a alcanzar el objetivo y por la que se informa cualitativamente al
sistema de control sobre el resultado de las respuestas recientes. Desde esta perspectiva,
Wiener postula dos mecanismos de retroalimentación de información. Por una parte, un
mecanismo de retroalimentación negativo relacionado con la homeostasis, y por otro, un
mecanismo de retroalimentación positivo relacionado con el cambio. El feed-back negativo
consiste en respuestas destinadas a mantener el equilibrio actual, lo que supone,
obviamente, mantener con estas respuestas el mismo tipo de funcionamiento en el sistema.
En cambio, el feed-back positivo introduce respuestas nuevas en el sistema, lo que
produce una pérdida de estabilidad o de equilibrio en el funcionamiento actual del sistema.
Este tipo de feed-back que genera cambios en el estado del sistema permite, a diferencia
del feed-back negativo, el crecimiento y expansión del sistema, lo que supone la creación
de nuevos mecanismos que sirvan como base para mantener el nuevo equilibrio.

La repercusión de los trabajos de Wiener y de Bertalanffy en el ámbito de las


ciencias naturales y sociales es tan importante que finalizada la guerra, estos dos
científicos participan activamente en grupos de discusión con selectos investigadores de
diferentes disciplinas. El grupo interdisciplinar de Wiener que tiene apoyo financiero de la
fundación Josiah Macy Foundation, está integrado por veinte miembros entre los que
destacan, entre otros, los antropólogos Bateson y Mead y el psicólogo social Kurt Lewin.
Cada seis meses, los participantes se reúnen en seminarios de dos días y entregan sus
artículos para discusiones y críticas en grupo. En este marco de discusión, una aportación
interesante es la de Kurt Lewin que en 1947, fecha de su muerte, comenzaba a incorporar
conceptos cibernéticos en las explicaciones de la conducta humana. Desde esta
aproximación, Lewin defiende la idea que la conducta humana es el resultado de un
sistema de fuerzas en equilibrio entre la persona y el entorno. Lewin entiende que los seres
humanos buscan objetivos cuya estrategia vital consiste en aproximaciones sucesivas y
correcciones de la trayectoria del desarrollo. Lo importante aquí, no son los impulsos
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biológicos ni las respuestas aprendidas, sino la forma en que los individuos perciben e
interactúan con su «espacio vital inmediato». De hecho, el «espacio vital» de Lewin se
parece mucho al constructo de «ambiente» de Wiener y al de «sistema externo» de
Bertalanffy.

En este clima intelectual, Bateson se interesa por desarrollar una teoría de la


comunicación que conjugue el dominio psicológico con los principios cibernéticos y
sistémicos. De interés es mencionar la respuesta de Wiener a las reiteradas propuestas de
Bateson de aplicar los principios cibernéticos a la teoría de la comunicación humana:

"Las ciencias humanas son bancos de ensayo, muy pobres para unas nuevas
técnicas matemáticas" (Wiener, 1948: 42).

A pesar de estas críticas, Bateson escribe con el psiquiatra Jurgen Ruesch,


Communication: The social matrix of psychiatry (Ruesch y Bateson, 1951). En esta pionera
obra, los principios cibernéticos y sistémicos son utilizados por primera vez para explicar un
fenómeno social tan genuinamente humano como es la comunicación. Con esta obra, se
ponen los cimientos para el desarrollo de la teoría sistémica en el ámbito de la
comunicación humana y su aplicación en el campo de la psicología y psiquiatría.

Por otra parte, el reto por desarrollar y aplicar de forma unificada las aportaciones de
la cibernética y de la teoría general de sistemas en los distintos ámbitos de la ciencia, lleva
en 1954 a la creación de la Sociedad para el desarrollo de la teoría de los sistemas
generales (en la actualidad llamada Sociedad para la investigación de los sistemas
generales). Esta sociedad dirigida en sus inicios por Bertalanffy, integra a investigadores de
muy diversas disciplinas entre los que se cuenta, además de los antropólogos Bateson y
Mead, a otros tan relevantes como Ashby (neurobiología) Boulding (economía), Gerard
(psicología), o Rapaport (matemáticas). Gran parte del desarrollo de la teoría de sistemas,
y en particular su aplicación a los sistemas sociales se estimula y desarrolla a partir de las
discusiones y publicaciones de éstos y de muchos otros investigadores que han dejado un
sello importante en el sugerente ámbito de la investigación de la comunicación familiar.

El movimiento de los procesos familiares: De Bateson a Watzlawick

Bateson llegó a convertirse en uno de los fundadores más influyentes del


movimiento de los procesos familiares, incluso, cuando nunca fue terapeuta familiar. Como
muchos de los intelectuales de la época, mantenía una correspondencia activa que cruzaba
líneas disciplinares. Entre aquellos con los que regularmente intercambiaba ideas estaban
como hemos visto, Wiener, Bertalanffy, Lewin, y el psiquiatra Harry Sullivan.

Precisamente, cuando Gregory Bateson tiene que dirigir, a mitad de los años
cincuenta, un importante e innovador proyecto de investigación con esquizofrénicos,
Sullivan que vive a cuatro mil kilómetros de su viejo amigo Bateson, le sugiere que integre
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en su equipo de investigación a un discípulo suyo. Se trata de Don Jackson quien, formado
bajo la tutela de Sullivan, trabaja como psiquiatra residente en un centro de tratamiento
para jóvenes esquizofrénicos en Mariland. Bateson, como antropólogo, no tiene interés
especial en la esquizofrenia per se, pero sí por un tipo particular de comunicación
paradójica que parece caracterizar a las familias de esquizofrénicos. La esquizofrenia es el
resultado de un vínculo paradójico del niño con la madre. La idea del proyecto presentada y
becada por la fundación Macy, describe a la madre esquizofrénica como «impulsada no
sólo para castigar las demandas de amor del niño sino también para castigar cualquier
indicación que el niño pueda expresar de que él sabe que no es amado» (Haley, 1977).

Bateson que ha viajado a Arizona para estudiar el trabajo del famoso hipnoterapéuta
Milton Erickson, cuyo rasgo más sobresaliente es el uso terapéutico de la paradoja, cuenta
en su equipo inicial de investigación de Palo Alto con Fry, Haley y Weakland. Tanto Haley
como Weakland se han interesado por determinados aspectos de la comunicación
paradójica. Haley ha realizado películas que incluyen interacciones entre dibujos animados
y actores reales (un ejemplo de discurso paradójico que interesa a Bateson), mientras que
Weakland ha estudiado el humor basado en las paradojas.

Puesto que ningún miembro del grupo de Bateson tiene experiencia con
esquizofrénicos, finalmente Don Jackson acepta desplazarse a Palo Alto para trabajar en
este ambicioso proyecto de investigación. De este proyecto surge el artículo más discutido
en la psiquiatría moderna Hacia una teoría de la esquizofrenia (Bateson, Jackson, Haley y
Weakland, 1956). La esquizofrenia en los jóvenes se atribuye a un modelo de desarrollo de
«doble vínculo» maternal. Se postula que las demandas repetidas de la madre en un nivel
del discurso (por ejemplo, quejas verbales de que ella nunca recibe bastante afecto de su
hijo), están simultáneamente contradiciendo en otro nivel esta demanda (por ejemplo,
fuerte rechazo a través del lenguaje corporal a las demostraciones de afecto del hijo).
Cuando el patrón habitual de comunicación madre-hijo se basa en paradojas entre niveles
de abstracción, la única salida del niño para poder sobrevivir es la de discriminar
falsamente tanto sus propios mensajes internos como los de los otros. La esquizofrenia
representa en este contexto, un modo de escapar de la situación.

La hipótesis del doble vínculo aporta un punto focal en la investigación y


comunicación familiar. Se empieza a observar la interacción familiar y a describir la
comunicación en las familias con esquizofrénicos. Sin embargo, esta teoría de la
comunicación tiene una manifiesta desventaja: tiende a ser esencialmente diádica. La
teoría del doble vínculo fue formulada originalmente en términos diádicos, aislando,
implícitamente, una unidad que comprende dos comunicadores, por lo que el foco de
interés es el intercambio que se produce entre dos personas.

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Weakland (1960) que forma parte del grupo original de investigadores de Bateson,
es el primer autor en romper con el molde diádico al considerar el comportamiento
esquizofrénico en tríadas. La hipótesis de Weakland sobre la doble atadura y la interacción
de tres partes constituye un cambio importante en las investigaciones sobre la
comunicación paradójica en la esquizofrenia. El interés de un creciente número de
investigadores se desplaza del estudio de la comunicación como matriz para la
sintomatología, hacia el análisis de la estructura familiar. Weakland observa que un joven
esquizofrénico puede estar recibiendo mensajes conflictivos tanto de su padre como de su
madre y sobre los que no puede hacer ningún comentario ni tampoco abandonar el campo
o espacio relacional.

Desde la aparición del artículo original del doble vínculo, considerado como el
documento fundacional del movimiento de los procesos familiares, numerosas
modificaciones han sido formuladas con respecto a algunos de sus contenidos. El propio
Bateson y sus colaboradores (1962) unos años más tarde de la publicación del artículo,
plantean que el doble vínculo no debe entenderse como una relación diádica entre verdugo
y víctima sino como una relación que se establece entre dos ó más personas que,
atrapadas en un sistema permanente, producen definiciones conflictivas de la relación.

Un hecho importante que marca el devenir del grupo de Bateson, y en particular, las
investigaciones sobre procesos familiares, es la creación en marzo de 1959 del Mental
Research Institute o MRI como se le conoce comúnmente. El fundador de esta
organización orientada clínicamente es el propio Jackson que junto a Jules Riskin y Virginia
Satir, crea esta institución mientras participa en el proyecto de investigación de Bateson.
Muy pronto se incorporan a esta nueva institución, además de Haley y Weakland, un
psiquiatra de origen austriaco llamado Paul Watzlawick, quien se convierte con el tiempo en
símbolo de las ideas del MRI. Mientras que el equipo del MRI busca fundamentar una
nueva visión de la psicoterapia desde la perspectiva interaccional, el grupo de Bateson
continúa hasta 1962 con sus trabajos de investigación produciendo numerosas
publicaciones. El grupo de Palo Alto se disuelve finalmente en 1962, y Bateson que nunca
ha llegado a formar parte del MRI, salvo como consultor, se traslada a Haway en dónde
inicia una nueva etapa en sus investigaciones sobre la comunicación.

Es en el crisol de los debates que se producen en el MRI, dónde realmente se


configura a partir de los años sesenta y durante más de dos décadas, la perspectiva
relacional o sistémica de la comunicación. El legado de Bateson se deja sentir y serán sus
propios colaboradores junto a Watzlawick, los que expresarán todo el pensamiento de esta
prolífica Escuela que sigue siendo, a mi juicio, una de las más importantes en la actualidad.

LA PERSPECTIVA RELACIONAL DE LA COMUNICACIÓN

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La perspectiva relacional de la comunicación que, como se ha descrito
anteriormente, hunde sus raíces en la escuela de Palo Alto de Bateson, se cristaliza
definitivamente con las aportaciones realizadas a partir de los años sesenta por el Instituto
de Investigación Mental (MRI).

Un hito decisivo se produce en 1967 con la publicación del libro Teoría de la


Comunicación Humana de Watzlawick, Beavin y Jackson. Este libro, considerado como un
clásico, sigue siendo en la actualidad la obra que expresa con más profusión todo el
pensamiento sistémico en el campo de la comunicación familiar y, obviamente, humana.
Como afirma Muchielli (1998), esta obra será para siempre el referente básico y
fundamental para comprender desde una perspectiva sistémica o relacional, la teoría y
praxis de la comunicación humana. La orientación sistémica se nutre de los conceptos
básicos de la Teoría General de Sistemas que los incorpora y aplica de forma
sistematizada al estudio de la comunicación (cuadro 1).

Cuadro 1.- Conceptos básicos incorporados desde la Teoría de los Sistemas Generales

Un sistema es un conjunto de objetos así como de relaciones entre los objetos y sus atributos (Hall y
Fagen, 1956). Los objetos son los componentes o partes del sistema, los atributos son las propiedades
de los objetos y las relaciones son las que mantienen unidos al sistema.

Los sistemas pueden ser cerrados o abiertos. Un sistema cerrado es aquel en el que no existe
importación o exportación de energía o información con el medio externo. En el sistema abierto existe
un intercambio de materia, energía o información con el medio externo (Hall y Fagen, 1956).

Todos los seres vivos desde una célula, a una familia o a una organización social, son sistemas abiertos
que comparten determinadas propiedades:

Totalidad: El todo es mayor que la suma de las partes. Este principio implica que los componentes y
propiedades de un sistema sólo pueden comprenderse como funciones del sistema total. El sistema
trasciende con amplitud las características individuales de los miembros que lo componen. No se trata
de una sumatoria de componentes sino que cada sistema tiene una complejidad, una organización y
una originalidad propia. Así, todo cambio en una de las partes afecta a todas las demás, influye sobre
ellas y hace que todo el sistema pase a ser diferente de lo que era antes.

Autorganización hace referencia al hecho de que los sistemas tienen capacidad para modificar sus
estructuras cuando se producen cambios en su medio. Generalmente, en este proceso, los sistemas
alcanzan un nivel más alto de complejidad aumentando de esta forma las probabilidades de
supervivencia.

Equifinalidad: Las modificaciones que se producen dentro de un sistema, al sucederse en el tiempo, son
totalmente independientes de las condiciones iniciales. Derivan más bien de los procesos internos del
sistema y de las pautas interactivas. Cuando se observa un sistema, estructura o función, no puede
hacerse una inferencia con respecto a su estado pasado o futuro a partir de su estado actual porque
las mismas condiciones iniciales no producen necesariamente los mismos efectos (Bertalanffy, 1956).
Idénticos resultados pueden tener orígenes distintos. Lo mismo sucede en la situación contraria:
idénticos resultados no tienen por qué proceder de iguales condiciones iniciales. (Este es uno de los
aspectos de la coevolución, Simon, Stierlin y Wynne, 1988).

Los principios básicos que sustenta la teoría general de sistemas son:


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- Cualquier sistema es un todo organizado y los elementos del sistema son necesariamente
interdependientes.
- Las influencias entre los elementos de un sistema son circulares más que lineales. Dentro de un
sistema específico en dónde ocurren una serie de fenómenos A, B, C, y D, el fenómeno D vuelve a
condicionar a A.
- Los sistemas tienen aspectos homeostáticos que mantienen la estabilidad de sus comportamientos.
- La evolución y el cambio se dan de forma inherente en los sistemas abiertos.

- Los sistemas complejos están compuestos por subsistemas.


- Los subsistemas dentro de un sistema más amplio, están perfectamente delimitados y las interacciones
entre compartimentos están gobernadas por conductas y reglas implícitas. Cada subsistema tiene su
propia integridad, definida metafóricamente por los límites que le separan de los otros subsistemas.

El punto de partida de la teoría de la comunicación humana se sitúa en el estudio de


los individuos en su nexo social, es decir, en su interacción con otros seres humanos. Así,
desde una perspectiva sistémica se plantea que toda situación interpersonal es
comunicación, puesto que la comunicación es el vehículo de las manifestaciones
observables de la relación que existe entre los individuos, sea esa relación de amor, odio,
rabia o respeto.

estos cambios, es la amplificación del campo de observación que sitúa la


comunicación dentro de un contexto más amplio; en un sistema de personas que se
comunican con otras personas siendo además conditio sine qua non situar la comunicación
en el contexto general en el que tiene lugar.

Aplicados estos conceptos a la comunicación que se define como un sistema


interaccional en el que dos o más comunicantes definen la naturaleza de su relación,
los objetos son aquí los individuos, los atributos sus conductas comunicacionales y, las
relaciones las que mantienen unido al sistema.

La comunicación como sistema interaccional, y en tanto que sistema abierto,


participa de las propiedades de los sistemas generales. En este sentido, la comunicación
no puede considerarse como la suma de sus partes. Además, y según este principio de
totalidad-no sumatividad, cualquier cambio en las pautas relacionales afecta a su
configuración total. El principio de circularidad complementa este presupuesto al afirmar
que el proceso secuencial de acción y reacción de las conductas comunicacionales que
tienen lugar en un periodo de tiempo y en un contexto espacial, siguen un patrón de
circularidad, de modo que la conducta comunicacional de cada persona afecta a la de los
otros y es, a su vez, influida por la de los demás.

Por otra parte, la naturaleza de la relación que se establece entre los comunicantes
puede modificarse frente a ciertas demandas o necesidades. Los cambios que pueden
surgir implican la consideración adicional del principio de equifinalidad. Así, se plantea que
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las interacciones comunicativas que se observan en la actualidad están determinadas, no
tanto por las condiciones iniciales del sistema, como por la naturaleza del proceso o
parámetros que rigen actualmente el sistema. Desde este principio de equifinalidad, las
características organizativas del sistema explican los hechos observados siendo el estudio
de esta organización lo más adecuado para comprender las pautas de comunicación que
existen actualmente.

Asimismo y de acuerdo con los principios de la teoría general de sistemas, se


plantea que la estabilidad y el cambio se dan de forma inherente en la comunicación. Se
utiliza la retroalimentación negativa como medida para el logro y mantenimiento de la
estabilidad de las relaciones y la retroalimentación positiva como medida para el cambio.
Ambos tipos de feed-back son necesarios para la funcionalidad del sistema familiar. Así,
por ejemplo, en el caso de que un joven quiera dejar los estudios universitarios y
comunique este deseo a su familia cuyos miembros han cursado todos brillantemente una
carrera universitaria, se hablará de feed-back negativo cuando esta información se
desestime y sea criticada por la familia. Es decir, que se utiliza la conducta comunicacional
para disminuir la desviación de la salida con respecto a una norma establecida con el fin de
mantener en definitiva, la estabilidad del sistema. Se hablará de feed-back positivo cuando
esta información se asuma y acepte por la familia, lo cual resulta desestabilizante en
relación con la tendencia existente. Puede haber también feedback positivo si el joven
decide, a pesar de la clara oposición manifestada por su familia, dejar sus estudios.

Por otra parte y en relación a los mecanismos para mantener la homeostasis, se


asume desde la teoría de sistemas que la repetición de secuencias comunicacionales es
consustancial a la estabilidad e importancia de las relaciones que aparecen en sistemas
duraderos como la pareja, los amigos o la familia. Los participantes intentan definir con sus
patrones de comunicación la naturaleza de su relación con el otro. De hecho, adaptan su
respuesta en función de su propia definición de la relación confirmando, rechazando o
modificando la definición del otro. Así, se establecen unas reglas de relación que regulan la
conducta de los participantes. Pueden observarse en un sistema de interacción estable
diversos grados de repetición o de redundancias en las conductas que, obedeciendo a las
reglas que rigen en el sistema, permiten, por una parte, reducir la entropía -
desorganización en el sistema-, y por otra, establecer relaciones recíprocas específicas
entre las partes interactuantes. En este sentido, se habla de redundancias pragmáticas, es
decir, de configuraciones de interacción basadas en la igualdad (simetría) o en la diferencia
(complementariedad). Retomando por ejemplo, estas ideas, una pareja que acaba de
conocerse define con sus intercambios el tipo de relación que quiere tener con el otro.

En este proceso de construcción, cada uno de los participantes puede aceptar o


rechazar la definición que propone el otro. Así, por ejemplo, el hombre puede intentar tomar
desde el principio todas las decisiones desestimando las propuestas de su pareja, que
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hastiada de estas redundancias de desconfirmar la definición de la relación que intenta
imponer el hombre y de no conseguir la suya propia basada en la igualdad, rompe
definitivamente con su pareja. Los problemas de definición de la relación conducen a la
disolución de este sistema en el que no ha habido un acuerdo con respecto a las reglas de
relación que surgen de los intercambios de los mensajes.

Otra situación es aquella en la que el hombre acepta y confirma esta definición de la


relación que, estabilizada con el tiempo, conduce a una interacción complementaria. El
estilo idiosincrásico de esta interacción basada en la diferencia y aceptada por ambos
participantes presupone, en este caso, un mutuo encaje de la relación en las que ambas
conductas, diferentes pero interrelacionadas, tienden a favorecer la conducta del otro. Esta
interacción complementaria, establecida con frecuencia por el contexto social o cultural
como en el caso de las relaciones padres-hijos, profesor-alumno, es diferente a la
interacción simétrica, en la que las decisiones son tomadas, en nuestro caso por la pareja,
conjuntamente o con alternancia.

En definitiva, los patrones de interacción simétricos y complementarios que se


estabilizan con el tiempo, constituyen importantes mecanismos homeostáticos que,
ciertamente, pueden limitarse a determinadas áreas de contenido. Así, por ejemplo, unos
hermanos pueden tener en el hogar una interacción simétrica que resulta complementaria
en el contexto laboral si uno de ellos tiene un puesto de mayor rango que el otro.

Por otra parte, la puntuación, es decir, el modo en que los participantes evalúan las
secuencias interaccionales es fundamental para conocer el significado que asignan tanto a
su conducta como a la de los otros participantes. Así, mientras que para un observador la
puntuación se refiere a la configuración y organización de una secuencia continua de
sucesos y conductas, para cada participante su conducta es una respuesta a la conducta
del otro. Una madre dice que grita porque su hijo no le habla con respeto, el hijo dice que
no le habla con respeto porque su madre grita. Esta secuencia puede perpetuarse de modo
que llegue a formar parte de las secuencias comunicacionales propias de este sistema
interaccional. De hecho, la fuente de numerosos conflictos en las relaciones de pareja y
familiares se produce en muchas ocasiones por esa falta de acuerdo en las puntuaciones
de las secuencias de los hechos que resultan esenciales en las interacciones.

A partir de estos principios y constructos fundamentales que forman el cuerpo


nuclear de la perspectiva sistémica en el campo de la comunicación, el grupo de
Watzlawick, partiendo de la premisa de que toda conducta interpersonal es comunicación,
postula cinco axiomas básicos. Estos axiomas sobre la comunicación humana que
transcienden de la teoría a la pragmática, tienen consecuencias importantes en la definición
de las relaciones entre las personas y por ende, en los trastornos y problemas que se
originan en la comunicación familiar.

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Axiomas de la Comunicación Humana

Axioma 1

La imposibilidad de no comunicarse: no es posible no comunicarse

En una situación de interacción, toda conducta tiene valor de mensaje. La no-


comunicación es un modo de comunicación. De ahí la situación paradójica de una persona
que no quiere comunicarse y, sin embargo, se comunica con su actitud y su negación
puesto que está comunicando que no quiere comunicarse.

La comunicación esté o no dirigida al logro de un entendimiento mutuo, sea o no


intencional, consciente o inconsciente, siempre encierra un mensaje; el de la definición de
la relación. Cualquier comunicación define el modo en que el emisor concibe su relación
con las personas presentes en el contexto social; desinterés, preocupación,
distanciamiento, cordialidad, frialdad, etc.

Axioma 2

Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y otro relacional de modo que este
aspecto clasifica o incluye al primero y es por ende una metacomunicación

Una comunicación no solo transmite información (aspecto referencial) sino que


contiene una metacomunicación acerca de cómo debe entenderse el contenido que se
transmite (aspecto conativo). Un aspecto referencial de un mensaje como ¡Vuelve pronto!
se interpreta de distintas formas en función de la metacomunicación y de la relación que
existe entre los participantes. Un hijo con unas relaciones afectivas y cordiales con su
familia política confirma este mensaje mientras que lo rechaza al ser formulado por un
amigo que se ha mostrado incómodo por su visita.

Axioma 3

La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de la


comunicación entre los comunicantes

La puntuación, como se recordará, se refiere a la configuración y organización que


hace un observador de una secuencia continua de sucesos y conductas. Sin embargo,
desde la perspectiva de los participantes, la secuencia de hechos se segmenta en
esquemas de causa y efecto o en diferentes estructuras de interacción. Desde esta
perspectiva lineal, en una discusión, cada participante culpa o responsabiliza al otro del
suceso. Unos amigos dejan de hablarse porque X considera que Y le ha ofendido. Y se
siente ultrajado porque X le ha recriminado este hecho delante de una persona significativa
para él. Cada uno puntúa esta secuencia de interacción de un modo particular, lo que lleva
a asignar un significado característico tanto a su conducta como a la del otro.

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Axioma 4

Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente

El ser humano es el único organismo que utiliza dos tipos de comunicación que
responden a distintos canales y, naturalmente, a la utilización de distintos signos y señales.
Cualquier manifestación no verbal de la que el organismo es capaz, incluyendo los
indicadores comunicacionales que aparecen en cualquier contexto, es considerada como
comunicación analógica. El individuo que espontáneamente y con frecuencia toma en
brazos a su hijo recién nacido, o aquel que reiteradamente abandona el campo cuando
alguien le acerca a su hijo, expresa con señales algo que tiene relación con el contenido
relacional de la comunicación.

Axioma 5

Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios según estén


basados en la igualdad o la diferencia

En el marco de las relaciones humanas como ya señalaba Bateson en sus


investigaciones antropológicas, el ser humano establece diferentes tipos de interacciones
con los demás. Algunas de estas interacciones son simétricas mientras que otras son
complementarias. Mientras que la interacción simétrica se caracteriza por la igualdad y por
la diferencia mínima, la interacción complementaria se basa en un máximo de diferencia en
la conducta, como la que se establece entre la madre y el niño, el médico y el paciente.
Ambos tipos de interacción son funcionales siempre y cuando cada participante pueda
aceptar la mismidad del otro. Esto no ocurre por ejemplo cuando las dos partes
interactuantes no aceptan estar en el mismo nivel que el otro y se esfuerzan por mantener
la posición dominante. En esta situación de escalada simétrica, cada uno trata de ser un
poco más igual que el otro, lo que puede producir auténticas luchas por el poder.

A partir de estos axiomas y de los conceptos y principios básicos que hemos


expuesto a lo largo de estas páginas, la sugerente perspectiva sistémica que alcanza su
plenilunio en el ámbito de la comunicación con la obra de Watzlawick y colaboradores, ha
tenido profundas ramificaciones. En la actualidad, uno de estos desarrollos se sitúa en el
ámbito de la familia, y en particular en el estudio de la comunicación familiar como fuerza o
recurso importante para el funcionamiento del sistema.

LAS RAMIFICACIONES Y LA COMUNICACION FAMILIAR

Entre las numerosas variaciones de la teoría de sistemas que han sido aplicadas al
ámbito específico de la familia y que se han preocupado por integrar en sus propuestas el
componente de comunicación familiar, se encuentra el acercamiento de los sistemas
generales a la familia, la teoría de los procesos familiares que se integra plenamente en el

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ámbito de la terapia familiar y la teoría del desarrollo familiar (Gracia y Musitu, 2000).
Precisamente esta última teoría que se ha interesado por el estrés familiar y por la
importancia que tiene en este proceso la comunicación familiar, constituye, en la
actualidad, una de las más sugerentes perspectivas sistémicas en el ámbito de la familia.
Veamos finalmente, algunos de sus contenidos principales.

La teoría del desarrollo es considerada como pionera en tratar de comprender los


procesos de cambio en las familias (Broderick, 1990; Mattessich y Hill, 1987). Desde esta
teoría se plantea que las familias atraviesan una secuencia predecible de estadios a lo
largo de su ciclo vital. En cada uno de estos estadios se producen unos cambios que son
precipitados por las necesidades biológicas, sociales y psicológicas de sus miembros, tales
como el nacimiento del primer hijo, su paso por la adolescencia o la jubilación de los padres
(Rodgers y White, 1993). Cada uno de estos puntos nodales del ciclo vital de la familia son
fuentes de estrés normativas, al producirse cambios en el funcionamiento familiar, que
llevan necesariamente a la familia a reorganizarse. Además de estos estresores asociados
a cada etapa del ciclo vital, la familia está condicionada a vivir otros eventos estresantes
inesperados o no normativos, tales como crisis económicas, muerte repentina o
enfermedad crónica de alguno de sus miembros. Estas fuentes no normativas de estrés
familiar no son previsibles puesto que no se espera que formen parte del desarrollo familiar.

En este contexto, el ajuste de la familia depende de la intervención de fuerzas


mediadoras que amortigüen el impacto del estrés que ocurre a lo largo del ciclo vital. Uno
de los recursos más importantes para hacer frente al estrés normativo y/o situacional (y a
su acumulación) es, como muestran numerosos autores, la comunicación familiar. De
hecho, Reuben Hill considerado como uno de los padres de la teoría del desarrollo familiar,
propone, ya a finales de los años cuarenta, el modelo ABC-X de crisis familiar según el cual
un suceso estresante o estresor (A), en interacción con los recursos disponibles en la
familia (B) y con la percepción o el significado que la familia atribuye al suceso (C), produce
estrés o crisis (X). La principal idea de este modelo es que el factor X está influido por
diversos factores mediadores entre los que la comunicación familiar es uno de los recursos
más importantes para afrontar el estrés. Probablemente, uno de los representantes de la
teoría del desarrollo que más ha investigado en las dos últimas décadas en esta fuerza
familiar es David Olson que ha elaborado el modelo circumplejo para determinar el
adecuado funcionamiento familiar.

En el modelo circumplejo (Olson, Sprenkle y Russell, 1979; Olson, 1991) la conducta


del sistema familiar se describe a través de tres dimensiones: cohesión, adaptabilidad y
comunicación. La cohesión es el vínculo emocional que los miembros de la familia tienen
entre sí, y la adaptabilidad familiar es la habilidad del sistema para cambiar su estructura de
poder, las relaciones entre los roles y las reglas de las relaciones en respuesta al estrés
situacional y al propio del desarrollo.
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De acuerdo con Olson, la comunicación es la dimensión facilitadora y crítica para
que haya cohesión y adaptabilidad en la familia. De ahí, que las habilidades de
comunicación positiva, tales como empatía, escucha reflexiva y apoyo, faciliten a las
parejas y familias compartir entre sí sus necesidades y preferencias cambiantes con
respecto a la cohesión y a la adaptabilidad. Las pautas negativas tales como dobles
mensajes, dobles vínculos y críticas, disminuyen la habilidad para compartir los
sentimientos y restringen por tanto la movilidad de la pareja o de la familia en sus
vinculaciones emocionales y capacidad de la familia para cambiar. Desde esta perspectiva,
se plantea que sin comunicación no hay cohesión ni flexibilidad en la familia, siendo de
hecho, en la tipología de Olson, una de las características que permite diferenciar a las
familias funcionales de las que no lo son.

En este sentido, una aportación especialmente importante de Olson y colaboradores


es la construcción de pruebas psicométricas para medir el funcionamiento familiar siendo la
Escala de Evaluación de la Comunicación Familiar adaptada por Musitu y colaboradores
(Musitu, Buelga, Lila y Cava, 2001) uno de los instrumentos más potentes para evaluar la
comunicación familiar. Esta prueba psicométrica mide, a través de cuatro escalas idénticas
formadas cada una de ellas por 20 ítems, la comunicación familiar. Esta medición se
efectúa en dos direcciones (padres-hijo, hijo-padres) y en cuatro sentidos (hijo-madre, hijo-
padre, madre-hijo y padre-hijo), por lo que proporciona desde diferentes perspectivas una
rica y contrastada información acerca de la percepción que se tiene de la comunicación
familiar.

En definitiva, el interés que ha suscitado el modelo circumplejo entre los


investigadores se refleja no solo en el gran número de trabajos que desde su aparición se
han realizado en el ámbito de la familia, sino también en la incorporación en los últimos
años de importantes modificaciones en la conceptualización y desarrollo de este modelo,
que incluye ahora, nuevas nociones como las de cambio de primer y segundo orden y en
donde la comunicación tiene el principal protagonismo (Olson, 1991).

A MODO DE CONCLUSIÓN

Son muchas las teorías, teorías de calidad y consistencia, en las que se considera
que la comunicación es un componente, no sólo esencial, sino indispensable de su
estructura y articulación. Probablemente, las teorías más significativas y relevantes en el
amplio espacio que abarca la psicología social y en las que la comunicación es su columna
vertebral sean el Interaccionismo Simbólico y la Teoría de Sistemas. Dentro de esta teoría,
las más multidisciplinar de todas y, probablemente por ello, las más apasionante, la
comunicación y, fundamentalmente, la comunicación familiar, adquiere un especial

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significado. Es en los modelos de estrés familiar, dentro de la teoría del Desarrollo Familiar,
donde la comunicación familiar adquiere su pleno sentido.

La teoría de sistemas, como sucede con todas las grandes teorías, ha tenido un
discurrir pleno de acontecimientos intelectuales extraordinarios. Los trabajos de Bateson y
Mead, hoy todavía vigentes, las aportaciones de Lewin dentro de un grupo de intelectuales
irrepetible entre los que se encontraban Wiener, Sabin y Bertalanffy. Este grupo de
intelectuales enriquecieron notablemente la Teoría General de Sistemas de la que mas
tarde surgiría la teoría de los procesos familiares. A partir de aquí se formaría la Escuela de
Palo Alto con miembros fundadores de la talla de Watzlawick, Jackson y el propio Bateson.
Esta escuela que siempre ha apreciado las ideas de sus predecesores, tiene en la
comunicación su principal guía y apoyo. De esta escuela se nutrirían los investigadores
como Olson y McCubbin para construir sus modelos de estrés familiar en los que la
comunicación es su columna vertebral.

Dentro de estos modelos, la comunicación familiar no sólo constituye un vehículo de


transmisión de la información entre los miembros de la familia sino que impregna
completamente la naturaleza y la calidad de la vida familiar. Por ello, la comunicación
familiar puede entenderse como un índice del clima y de la calidad del sistema familiar. La
comunicación positiva y eficaz entre sus miembros facilita la resolución de las transiciones
familiares de una manera adaptativa, mientras que una comunicación negativa obstruye el
proceso de desarrollo de la familia. En muchas ocasiones la comunicación familiar es tanto
el origen como la consecuencia de la incapacidad del sistema familiar para evolucionar de
una forma armoniosa.

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21
“CONSCIENTES DE LA ÉTICA
EN LA LIBERTAD”
www.cecip.edu.mx

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