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Alfonso Segura Cuecas, grado en historia.

Anaclet Pons. Història de les societats d’Àsia i d’Àfrica en la Edat Contemporània.

Conferencia a cargo de Pepe Ruiz bajo el título “claves interpretativas de China s. XX”, con
el objetivo de comprender la China de hoy en día. Esta es la última conferencia perteneciente al
ciclo de las mismas y destinadas a profundizar en los aspectos tratados a lo largo de la asignatura.
Por este motivo, el objeto de esta práctica será incorporar las ideas desarrolladas a lo largo de la
asignatura, entre ellas, la difusión del modelo cultural europeo, planteamiento que está en la base de
los principales procesos de formación de la sociedades estudiadas. Para ello me apoyaré
exclusivamente en lo aportado a lo largo de las clases, así como en las prácticas ya realizadas. Para
ello, comenzaré repasando la representación de la idea eurocéntrica, su aplicación en China a partir
de los principales procesos que llevaron a su colonización, tratando de compararlo con los procesos
llevados a cabo tanto en África como en el Imperio Otomano, y terminando con el propósito de la
conferencia, comprender la China de hoy en día.

Europa construyó su historia ocupando el centro del mundo, lo que se tradujo en el triunfo
de la modernidad y de los valores propios europeos de libertad y derechos humanos, siendo la
ilustración la encargada de difundir este proceso civilizador que deberán compartir todas las
civilizaciones del mundo. Hay que reiterar esta idea eurocéntrica sobre la modernidad y el progreso,
devenidas en universales, extensibles y exportables al resto del mundo, pues se tradujeron en una
dominación que implicó violencia y víctimas en los países colonizados. Aquí cobra relevancia el
lenguaje y los discursos, pues son el reflejo de ideas y conceptos interiorizados que devienen en
comportamientos y conceptos ideológicos, pues no habrá un sentido de culpa, es el sentido de la
civilización, ya que la modernización es objetivamente mejor. Europa emancipa y este carácter se
interpreta como inevitable fruto de una evolución unilineal que se comparte con el resto de las
sociedades. Por tanto, en la razón universal occidente era el presente evolucionado, oriente era el
pasado glorioso pero estancado, aislado, y atrasado en contraposición con el modelo occidental.
Esta es la idea que subyace y justifica el modelo mercantilista que impera hasta prácticamente
mediados del XIX, y que está detrás del proceso colonizador; modelo orientado a regular la
economía, a privatizar, así como abrir mercados en explotación, protegiendo y auxiliando empresas
privadas como la Compañía Británica de la Indias orientales, y creando monopolios privilegiados en
otros territorios.

Con estas premisas, se hace inevitable echar la vista atrás para señalar los principales
procesos de la colonización británica en territorio chino. La llegada de los ingleses a China se
realiza a finales del XVIII, en 1792 Gran Bretaña está instalándose en la India, donde empiezan a
crear un sistema comercial de donde surgirá la intención y necesidad de ampliar el mercado. La
Compañía de las Indias Orientales británica decidió enviar a un aristócrata para profundizar las
relaciones con China y permitiera presencia diplomática en Pekín. El emperador recibió a lord
Macartney en 1793, con la principal intención de conseguir que alguno de los puertos más
importantes del sur se abrieran al comercio británico. Al emperador no le interesaba nada de las
propuestas británicas, como tampoco nada de lo que comercialmente le ofrecían. Por otro lado, todo
el comercio estaba bajo el control del Cohong, que era un gremio de comerciantes autorizados por
el Gobierno Central de China para controlar las importaciones y exportaciones así como el
comercio con occidente. El cohong fue importante hasta la Primera Guerra del Opio en 1839, pues
las relaciones comerciales entre China y Europa se llevaron a cabo exclusivamente a través de esta
organización. Tras la negativa del emperador a las demandas de Macartney, más los problemas
internos de Inglaterra, ocasionó el aumento del déficit comercial británico, lo que hizo necesario
compensarlo con un producto que los chinos compraban a cualquier precio, el opio. En 1817 se
envía una segunda embajada para mejorar la situación, pues el cohong continua sin dejar instalarse
a los británicos. El resultado de esta embajada es el mismo que la anterior, y los británicos
intensifican la introducción del opio. Con el opio el balance comercial se giró a favor de los
británicos, creando dos problemas a China, uno de tipo económico y otro social. La reacción china
es contundente y contraproducente a la vez, se expulsa a los traficantes, pero conlleva que se
instalen en otras zonas diversificando su consumo y el mercado, penetrando hacia el interior durante
el periodo 1833-39. En estos momentos la compañía de las Indias había perdido el monopolio del
opio, y se envía una tercera embajada con los mismos resultados que las dos anteriores ante la
negativa del emperador a abrirse al comercio extranjero, esto reforzó las ideas del ala dura
librecambista británica.

Mientras tanto, en China hay un gran debate de como frenar el doble problema antes
aludido, tanto el económico por escasez de plata, como el de la adicción al opio; unos están a favor
de unirse al comercio, punto de vista rechazado en la corte por un circulo opuesto a esta expansión
comercial, que además conseguirán persuadir al emperador para abordar el problema desde la
represión. Se realiza una cruzada moral los años 1838-39 contra el consumo de opio, se intenta
suprimir su distribución acabando con el comercio extranjero y deteniendo a los comerciantes
ingleses; este será el motivo que dará comienzo con la primera guerra del opio en 1839. Las tropas
chinas no pudieron hacer frente a los británicos, que tuvo que aceptar la rendición con la firma del
Tratado de Nankín, un intercambio desigual que solo le trajo problemas. Con él, China cedía la isla
de Hong Kong al Reino Unido y aceptaba la apertura de sus puertos al comercio internacional,
aceptará la abolición del cohong, de un arancel fijo, y se fija una indemnización astronómica en
compensación a las pérdidas. Con la llegada de los europeos se pone en peligro el poder imperial
ante la inestabilidad interna, debido tanto a las rebeliones como la de los taiping y las posteriores
guerras que se suceden en esta segunda mitad del XIX, como por el profundo debate ideológico que
acabará reformando la cosmovisión china en un proyecto distinto. Ante este debate, se tratará de
buscar un programa modernizador para afrontar el problema de la injerencia externa, de cómo tiene
que ser la relación con las potencias extranjeras, debate que marcará la política interior china hasta
la actualidad.

En cuanto al proceso ocurrido en África, quisiera destacar dos factores diferentes respecto al
caso chino, por un lado tenemos un proceso previo fundamental que marcó el devenir del continente
antes de la penetración definitiva del colonialismo en el s. XIX, impidiendo llegado el momento de
ofrecerle resistencia, me refiero a la llegada de los europeos en el s. XVI. Esto llevó a la
desestructuración del territorio, algo bien diferente a la coyuntura china donde si que contaban con
unas estructuras de poder a partir del imperio chino. Por otro lado, el continente fue dividido en el
famoso reparto de África con todas sus consecuencias asociadas, algo que no sufrió la China.
Respecto al primero de los factores, con la llegada de los europeos en el s. XVI, los antiguos
imperios africanos colapsan y cambia la geografía del poder, este pasa ahora a la zona donde se
asientan los europeos. Se margina las tradicionales zonas comerciales, el comercio y sus redes
internas. Con esto África sufre un cambio radical de los sistemas tradicionales de producción, así
como de los sistemas de vida. La desorganización que se produce, y con nuevas élites que acceden
al poder que solo piensan en mantenerlo por la fuerza, hace que África tenga incapacidad de
afrontar las adversidades. Posteriormente, ya en el s. XIX y a medida que van introduciéndose en el
continente, los europeos irán creando unas estructuras de sometimiento. Esto dará lugar a un
dominio de ocupación militar, obligaciones a dar fuerza de trabajo, al pago de impuestos, etc. Es
una colonización que aplica criterios occidentales, en forma de administración, provincialización,
cartografía, etc., elementos todos ellos de control y subordinación. Hay por tanto, una
racionalización occidental que va acompañada de un control, y esto explica la invención de África
definitivamente. Valentín Mudimbe, en su obra “La invención de África”, propone que todo el
pensamiento africano es una invención de occidente. Y esto fue posible por la imagen y visión que
tenían los europeos de África, que no es otra que la de un área inexplorada, un territorio salvaje e
impenetrable. A partir de los exploradores, destacando la mediática figura de Livingstone, África se
convierte en el continente del heroísmo, de la aventura y de la filantropía. Estos exploradores y
misioneros, tendrán como objetivo llevar el progreso, la civilización y la religión; a través de sus
exploraciones, incorporan África al conocimiento cognitivo de occidente, otorgándoles el derecho
de existencia en el mundo conocido. Todo esto conforma la idea de que occidente tiene un destino
sobre África, “La carga del hombre blanco”, y la obligación de civilizar creando un concepto
reduccionista y uniformizador del continente africano.

El segundo territorio a tratar es el Imperio Otomano. El origen contemporáneo del problema


otomano, comienza en el siglo XIX con la ocupación por Francia de Egipto; el control occidental se
hace patente por la facilidad con que toman el poder, hay intereses occidentales sobre todo el
territorio del imperio; ya Pedro el Grande pretendía convertir el mar negro en un lago ruso, algo que
le proporcionaría tener acceso al mediterráneo. Estos planes del siglo XVIII seguirán en el XIX, con
enfrentamientos y acuerdos. El tratado de 1829, impulsado por occidente, es la independencia de
Grecia que ocupa una posición estratégica en el centro del mediterráneo y es el núcleo del imperio,
dando origen a las insurrecciones que marcaron todo el siglo XIX e hicieron que el imperio perdiera
los Balcanes. La forma de hacer frente a las injerencias extranjeras y a los problemas internos y
evitar así el desmembramiento, serán las reformas que aplicará el Imperio Otomano; a su vez
existen intereses externos de mantenimiento del mismo. Las reformas internas crearán una dualidad,
se forman una burguesía burocrática para intentar estabilizar el país, y otra comercial muy activa de
origen griego y armenio, dicotomía que derivará en las dos grandes tragedias del siglo XX, el
exterminio armenio y el intercambio de población entre Grecia y Turquía. El Imperio Otomano, al
igual que África, también tuvo su conferencia pocos años antes que la de este continente y su
consecuente reparto, principalmente centrada en la zona de los Balcanes del “gran enfermo”; tras
ella “la crisis de Oriente continuó dominando las relaciones internacionales durante muchos años
después del congreso de Berlín; modelando y determinando las alianzas”1. Las ambiciones
expansionistas se hacen patentes, así para 1882 Gran Bretaña ocupó Egipto excluyendo a Francia
del control en el condominio que ejercían sobre el canal de Suez, “el control del canal de Suez se
había convertido evidentemente en un interés estratégico imperial”2. Durante el periodo que va
desde la conferencia de Berlín, hasta el inicio de la primera Guerra Mundial, el epicentro del
conflicto en Oriente gravitará principalmente en la zona de los Balcanes y en el perseverante interés
por el control y acceso al mar Mediterráneo.

Por lo tanto, para todos estos territorios, la presencia occidental es el paso definitivo al
desarrollo del capitalismo y de unas relaciones desiguales y de subordinación respecto a la
injerencia extranjera. Esta situación tuvo como consecuencia, una apertura forzada al desarrollo
occidental relacionado con la revolución industrial, que en el caso de China estuvo ligada al
comercio del opio. Todo esto implica una serie de tratados, de imposiciones forzosas por parte de
occidente siempre en su beneficio, con las consecuencias lógicas que para estos territorios tiene

1 Villani, P. (1999). La edad contemporánea, 1800-1914. Ariel, Barcelona. Pág. 224.


2 Ídem. Pág. 227.
entrar en la vorágine de un capitalismo y unas potencias occidentales insaciables. A partir del siglo
XIX el peso del impacto occidental es muy grande y de ahí la reacción. En China y en el Imperio
turco, esto se manifiesta en propuestas reformistas, que provocará tensiones internas, intentos
reformistas que fracasan en el propósito de librarse del colonialismo, y del estatus semicolonial de
control. En China en particular, será con la llegada del Partido Comunista al poder cuando estas
reformas se desarrollarán, pues a partir del 1949 el control es total dejando de ser dependiente. Así
el nuevo periodo que se abre a partir de 1949, China desarrolla una teoría y estrategia propia que
rompe con el leninismo, creando divisiones en el socialismo internacional entre pro-Rusia o pro-
China. Posteriormente, a la muerte de Mao en 1976, se abre un periodo de interregno en el cual se
acaba con la facción más izquierdista, dando lugar a un nuevo proceso de reforma, apertura y
privatización, formulando el concepto de comunismo de mercado, como se apuntó en la
conferencia. Este desarrollo propio fue posible gracias a la particular cosmogonía, que se destila de
la imborrable presencia del pensamiento confuciano, pensamiento este, que abarca todos los
aspectos de la vida. Existe una esencia cultural y espiritual propia que se ha ido adoptando
sucesivamente, incluido el propio partido comunista. Sin querer caer en una explicación exclusiva
de tipo culturalista, pues existe una múltiple interacción de factores en los distintos procesos, es un
hecho que China pasa de ser una región subdesarrollada a principios del siglo XX, a una gran
potencia en la actualidad, y todo este proceso ha estado influido, de una forma u otra, por un
profundo carácter propio y una forma propia de hacer las cosas.

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