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Manual de historia critica.

El capitalismo se originó en Europa occidental en el siglo XVI, cuando el


feudalismo comenzó a ser sustituido por un nuevo orden económico y
social que promovía el comercio e intercambio de bienes.

La sociedad experimentaba una gran transformación, de la Edad Media


hacia la Edad Moderna, con la centralización del poder en las manos del
rey y el crecimiento de la burguesía.

El comercio mejoró gracias al empuje de los comerciantes y a la


necesidad de intercambiar unos bienes por otros. Asimismo, el la
llegada a Europa de gran cantidad de metales preciosos como el oro y la
plata, provenientes de América, promovió la actividad comercial, la
riqueza de los banqueros y el intercambio de bienes.

Por su parte, la producción de bienes y servicios tuvo su mayor auge con


la Revolución industrial en el siglo XIX.

Es importante recordar que el capitalismo, tal cual lo conocemos hoy,


pasó por diversas etapas, sin embargo, siempre ha estado basado en el
lucro.

Etapas del capitalismo


Se puede decir que el capitalismo está dividido, históricamente, en tres
etapas o fases que son: capitalismo comercial, capitalismo industrial y
capitalismo financiero.

Capitalismo comercial
El capitalismo comercial o capitalismo mercantil se produjo durante los
siglos XV y XVIII, cuando Europa pasaba por la transición del feudalismo
hacia el capitalismo. Se trata de la primera etapa del capitalismo como
un sistema económico y social.

Su propósito principal se basó en el cúmulo de capital a través del


comercio, el registro de las importaciones y exportaciones y en la
conquista de las colonias.

Este capitalismo derivó de la actividad comercial que muchos


mercaderes realizaban fuera de su mercado local para obtener mayores
ganancias y capitales.

También, la expansión colonial de Europa en América sirvió para ampliar


la diversidad de productos y los canales de comercio entre América,
Europa y Asia.
En ese momento, la tierra dejó de ser la fuente más importante de
riqueza y se convirtió en un bien que podía ser vendido como cualquier
otro. El sistema feudal decaía y surgieron los primeros Estados-nación.

El capitalismo comercial llegó a su fin el siglo XVIII, dando paso al


capitalismo industrial.

El renacimiento

El Renacimiento es un movimiento cultural que surge


en Italia en torno al 1400. Marca el salto de la época Medieval a
la Edad Moderna y trae consigo una gran transformación
cultural, no sólo de las artes, sino también de las ciencias, de
las letras y de las formas de pensamiento.

El Renacimiento se caracteriza por el rechazo de muchos de


los principios del conocimiento medieval y por la admiración
de antigüedad grecorromana. Pretende recuperar el saber
clásico, en el que busca una nueva escala de valores para el
individuo. Frente a la sociedad medieval, en la que todo giraba
en torno a la idea de Dios, durante el Renacimiento, el hombre
pasa a ser el centro del universo. Emplea la razón como fuente
del conocimiento y busca la verdad a través de la reflexión
personal y de la investigación.

Los rasgos esenciales son el redescubrimiento de la cultura


clásica griega y romana, el Humanismo y el antropocentrismo.
El arte renacentista girará en torno al ser humano, pero eso no
significa que deje de ser religioso, sino que además de la
Iglesia, aparecerán nuevos mecenas como, por ejemplo, los
ricos comerciantes o la monarquía.

Gracias al nuevo mecenazgo, el arte deja de desempeñar


exclusivamente funciones religiosas y aparecen nuevos
géneros y temas como los retratos, el desnudo, el paisaje o los
cuadros mitológicos. Y además de iglesias, también se
construyen palacios, ayuntamientos, universidades, etc.

El Renacimiento surge en Italia en el siglo XV de la mano del


Humanismo, mientras que en el resto de Europa perdura el
gótico tardío medieval. Distinguimos dos etapas dentro del
Renacimiento italiano, la primera, en el siglo XV, denominada
Quattrocento, y el Cinquecento, en el siglo XVI.
Por Europa se difunde en el siglo XVI, y aunque seguirá los
modelos del Renacimiento italiano, al salir fuera de Italia, sufre
las influencias de las distintas regiones, por lo que en cada
país tendrá personalidades distintas.

En Francia, por ejemplo, se difunde rápidamente gracias a la


actitud del monarca Francisco I. Pueden distinguirse dos
periodos: uno en el que perduran las estructuras góticas con
ornamentación renacentista y otro, en el que se dejan las
estructuras medievales y se pasa a las romanas del
renacimiento.

Las antiguas potencias marítimas ibéricas: Portugal y España.

España y Portugal, tras sus respectivos descubrimientos de


finales del siglo XV, se convirtieron en dos imperios marítimos.
La conquista de Ceuta por Portugal el año 1415 permitía a
Portugal asegurarse una valiosísima posición estratégica que
le facilitaba el acceso a la vigilancia y control del Estrecho de
Gibraltar desde el territorio africano. También Ceuta le serviría
de cabeza de puente de cara a emprender nuevos
descubrimientos y tener así acceso a las grandes rutas
comerciales entre Europa y África, entre Occidente y Oriente.
Pero, además, la noticia produjo una impresión muy favorable
a toda la Cristiandad, dado que, con su ocupación, se lograba
colocar una punta de lanza que sirviera para promover la
evangelización del territorio africano. Portugal supo vender
bien al mundo cristiano la importancia que había tenido su
victorioso hecho de armas; buscó granjearse un mayor
acercamiento a la Santa Sede, de manera que ésta le apoyara,
dada la gran autoridad que entonces tenían en la Europa
cristiana los Papas, que eran tenidos como máximos jueces
que conferían la potestad y la legitimación para la toma de
posesión de los nuevos territorios descubiertos, su conquista
y evangelización. Y vamos a poder ver cómo la conquista de
Ceuta tuvo también gran influjo en el posicionamiento a favor
de Portugal de la Santa Sede.

Ya con anterioridad al descubrimiento de América por Cristóbal


Colón, Portugal en sus territorios descubiertos había recurrido
a los sucesivos Papas para recibir de ellos la legitimación
jurídica que le confiriera la potestad para poder poseer,
colonizar y evangelizar los territorios. La fuente jurídica a que
para ello se recurría era el llamado derecho «Uti possidetis, ita
possideatis» (quien posee de hecho, debe poseer de derecho).
A tal efecto, los descubridores llegaban al territorio
descubierto, hacían ondear la bandera de su país, con la
presencia de religiosos que llevaban embarcados y que con la
cruz en alto invocaban al Todopoderoso y, acto seguido,
tomaban posesión del territorio “en nombre de Dios y para el
rey” del país descubridor.

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