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el aprendizaje.
La dialéctica es un método para constituir la teoría que orienta la investigación y reelabora sus
resultados. Piaget entiende a los problemas como configuraciones de relaciones bipolares = como
unidades dinámicas que involucran articulaciones de componente opuestos. Consideró las relaciones
bipolares entre asimilación y acomodación; sujeto y objeto; acciones y significados; estructuras y
procedimientos.
La psicología incorpora a su objeto de investigación al proceso dialéctico. Es decir, la elaboración de la
problemática específica de la emergencia de novedades en los sistemas lógicos y de las funciones
psíquicas superiores, dio lugar a atribuirle procesos dialécticos al desarrollo psicológico.
El autor decide detenerse a analizar las contradicciones naturales, aquellas que surgen a partir de
problemas que el sujeto plantea y que no podía resolver previamente. Pero, las contradicciones no son
el motor del desarrollo cognitivo, sino una instancia del proceso más amplio de equilibración de los
sistemas de conocimiento. La reorganización de tales sistemas se explica, en primer lugar, por los
desequilibrios entre afirmaciones y negaciones que provocan conflictos; pero luego, se activan los
procesos de re-equilibración que compensan las afirmaciones con las negaciones, por medio de las
abstracciones reflexivas y las generalizaciones. Entonces, las contradicciones forman parte de un
proceso que involucra mecanismos constructivos que producen la novedad cognitiva.
PIAGET entiende a la dialéctica es entendida como un tipo de inferencia no deductiva, que hace pasar
de un sistema conceptual a otro más avanzado, irreductible al anterior. En este sentido sostiene la
alternancia entre inferencias deductivas (propias del pensamiento en el plano estructural) y las
inferencias dialécticas (permiten interpretar la dinámica del desarrollo cognitivo, entendida como la
derivación de un conocimiento desde otro durante la interacción del sujeto con los objetos). Se trata de
un encadenamiento de conocimientos tal que las novedades no se deducen de las premisas y que no
incluyen en su interior las contradicciones.
Las inferencias dialécticas pueden tener 5 modalidades:
1) Paso de la indiferenciación de las propiedades (en términos del nivel de conocimiento) a su
diferenciación e integración. Este proceso se relación con las abstracciones reflexivas y las
generalizaciones constructivas.
2) La articulación de sistemas que antes han estado separados o ajenos entre sí.
3) Interacciones entre sujeto y objeto: la interacción entre los procesos antagónicos de asimilación
de la acción sobre el objeto y de acomodación del instrumento de conocimiento se interconectan
y presiden el desarrollo cognitivo. Así, el sujeto toma conciencia de sus acciones a través de
constataciones sobre los objetos vinculadas a un proceso inferencial.
4) Relativización: mediante la cual una propiedad antes considerada por el sujeto como absoluta o
aislada de otras, pasa a ser considerada como una parte de un sistema de interdependencias.
5) Proceso de construcción del conocimiento en tanto proactivo y retroactivo.
Síntesis: las contradicciones naturales y las inferencias dialécticas son características de la fase de
estructuración de los sistemas de conocimiento. La dialéctica metodológica y la inherente al desarrollo
son instrumentos clave para la reconsideración de las relaciones entre el pensamiento de Piaget y el
enfoque de Vigotsky.
SEGUNDO MOYANO. Clase 9: Los contenidos educativos: bienes culturales y filiación social
Ubica a los bienes culturales como una terceridad en el vínculo educativo, en la relación de sujeto y su
otro. Se pregunta ¿cuáles son los modos de tratamiento del lazo social desde esta perspectiva? y ¿cuál
es nuestra relación como agentes o profesionales de la educación con los contenidos culturales?
Introducción:
Arendt, señala tres supuestos básicos para referirse a las crisis educativas: 1) pérdida de autoridad en
la cadena generacional entre adultos y niños, donde los niños quedan librados a sí mismos sin un
referente adulto; 2) a lo anterior se suma que es el profesor, una persona que por donde se lo mire,
legitima su autoridad por lo que sabe y puede hacer (que es mucho más que sus discípulos); 3) dos
situaciones claves en el proceso educativo: a) el trueque del “aprender por el hacer”, con una intención
de ir desterrando la adquisición de conocimientos y reemplazándola por la enseñanza del “arte de vivir”,
de las habilidades para relacionarse; b) relevo del “trabajo por el juego” donde se puede aprender
jugando.
I. Escenarios educativos o ¿por qué hablar ahora de contenidos educativos?
¿Qué enseñar? preguntas de este tipo acompañaron las orientaciones de las acciones educativas en
términos de la transmisión y la adquisición de recursos culturales valiosos que promueven procesos de
socialización acordes con la época. Sin embargo, la hipótesis que sostiene el autor se refiere al
abandono de este tipo de cuestiones acerca de los contenidos de los procesos de transmisión
educativa.
Actualmente, se señalan dos cuestiones: (1) la de educadores/agentes sin deseo de enseñar: se
señalan lagunas en su formación, poca preparación para constituirse como profesionales, cierta
incapacidad para romper con dinámicas establecidas, dificultades para leer el encargo social, etc. (2)
Sujetos de la educación sin deseo de aprender: nulo interés por el saber, irresponsables, sin respeto
a las generaciones adultas, inmersos en la violencia, etc.
Sin embargo, pocas veces a esos “sin deseo” se les añade un “qué”: sin deseo de enseñar ¿qué? y sin
deseo de aprender ¿qué?. Preguntarnos por el qué obliga a repensar y revisar los contenidos
educativos y nuestra relación con ellos; es decir, nos obliga a dirigir nuestra mirada hacia un punto de
encuentro entre el agente y el sujeto de la educación.
II. El lugar de los contenidos educativos en la generación de vínculos educativos
Vínculo educativo: el mismo se genera, se construye, ya que no viene dado. Para construirlo se
requiere un trabajo de transmisión por parte del agente y de un trabajo de apropiación y
adquisición por parte del sujeto de la educación. El par transmisión-adquisición posibilita un lugar
de encuentro, el cual es la cultura (o el patrimonio cultural). Por eso es que la transmisión educativa
habilita al sujeto a convertirse en un heredero del patrimonio cultural y social (y de aquí que el vínculo
educativo puede pensarse como una forma de vinculo social).
La cultura actúa en el acto educativo como lugar de encuentro, allí donde se significan y cobran forma
los aprendizajes, y donde el sujeto mas adelante los resignificará, los cambiará o los desechará.
Agente:
La educación, que supone una actividad asimétrica donde se enseña y se aprende, se transmite y se
aprende, requiere del agente la idea de suponer un sujeto capaz de interesarse (aunque aun no sabe
por qué cosas), de suponer sus posibilidades (aunque no sabe cómo las pondrá a trabajar), y sostener
en el tiempo aquello que ofrece (aunque no sabe cuándo el agente se apropiará de ello). Es decir, la
relación educativa entre el agente y el sujeto de la educación debe basarse en la confianza, una
confianza que se asienta en un no saber: en un no saber todo acerca del sujeto
El educador necesita de una preparación doble para su profesión: (1) de cultura general y (2) de técnica
pedagógica. Esa doble preparación necesita de una constante renovación del vinculo del educador con
su disciplina y con la cultura en un sentido amplio à dicha renovación requiere una disposición al
saber:
- El saber de la función a ejercer.
- El saber sobre la materia a transmitir: la cultura.
Este lugar del educador no es estático, ya que requiere una revisión de las propuestas educativas en
cada lugar y momento histórico; además, de una disposición al no saber à docta ignorancia: a partir de
ese no saber puede llegar a tener lugar una posición abierta al conocimiento, dispuesta a aceptar que
existe una cuota de no saber acerca de lo que queremos transmitir y, sobre todo, acerca del
sujeto. La docta ignorancia obliga al educador a actualizarse, formarse y estudiar. Esta tarea apunta
a deshacer las certezas para abordar el enigma humano, a incorporar la incertidumbre que todo acto
educativo comporta.
Sujeto de la educación
Educación à función: permitir al sujeto construirse a sí mismo como “sujeto en el mundo”: heredero de
una historia en la que sepa qué esta en juego, capaz de comprender el presente e inventar el futuro.
Infancias (que son sujeto de la educación) à definidas en base a sus necesidades, sus déficits y
sus factores de riesgo. En vez de esta imagen del niño encajonado en una clasificación social, las
instituciones en atención a la infancia deben preocuparse por construir y ofrecer lugares
pensados desde la educación que puedan ser ocupados por el sujeto (por los niños y niñas). En
esta línea se debe tener en cuenta:
- Un modelo que articule las exigencias sociales actuales con los intereses del sujeto: hacer sitio al
que llega y ofrecerle los medios para ocuparlo.
- Considerar al sujeto como un enigma para el agente, para dejar atrás la idea de un sujeto
transparente del cual todo sabemos, incluso lo que necesita.
- Partir de que el trabajo educativo se lleva a cabo con los niños, no con las problemáticas sociales
con las que vienen definidos.
- Llevar a cabo acciones educativas que contemplen las particularidades del sujeto: sus deseos,
capacidades e intereses.
El autor nos desafía a sobrepasar la idea del niño explicado por otros, para dar lugar al conocimiento
del niño más allá de los informes que lo acompañan (esto es lo que llama “del caso al niño”). Esto
permite introducir el enigma y habilita un lugar diferente que se separa del estigma. Para esto es
necesario lograr una apertura institucional que posibilite la presencia de la dimensión subjetiva.
En otras palabras, el autor no pretende obviar la información, sino considera que la misma no explica al
sujeto, sino un conjunto de situaciones sociales subjetivas a través de los ojos técnicos del que decreta
su paso por la institución.
Contemplar al niño más allá de lo que lo explica, remite a establecer un tiempo de espera en que el
sujeto se presenta y la institución acogedora procura darle un lugar à tiempo de desnaturalización del
discurso social que acompaña a las infancias, donde la mirada y la palabra son vehículos de
ofrecimiento de la posibilidad de la educación.
El segundo tiempo en el trabajo con las infancias supone que la institución ofrezca un lugar al sujeto;
que contemple el lugar que el sujeto quiera ocupar para apropiarse de lo que le pertenece, el patrimonio
social y cultural, y que pueda así operar un vínculo con lo social.
III. El “contenido” de los contenidos educativos: la constante búsqueda
La dificultad de los educadores radica en cómo convertir la exigencia actual de lo social en
contenidos de valor social y cultural.
Los contenidos educativos han ocupado una centralidad demasiado abrumadora, arrinconando las
particularidades de los sujetos y, muchas veces, dando la espalda a las exigencias sociales. Así, las
instituciones escolares se muestran inmersas en recorridos homogéneos y cuando se observan las
dificultades que muestran dichos recorridos se lleva a cabo el abandono de los contenidos para
ocuparse de “otras cosas” que poco o nada tienen que ver con la escuela.
Existen actualmente un conjunto de propuestas con gran aceptación social que se han tornado
contenidos educativos pero que tienen poco y dudoso valor cultural. Estas propuestas están
relacionadas con: las habilidades sociales, las actitudes psicosexuales, la manifestación de los
sentimientos, la resolución de conflictos, el desarrollo de la empatía y de la resiliencia, la autoestima o la
autonomía, etc. Incluso existen propuestas educativas vinculadas con la bisutería, la creación de
máscaras y la cestería (actividades que se consideran idóneas para la inserción laboral). Es decir, en la
actualidad las instituciones ofrecen recorridos vacíos para los llamados a ocupar el lugar del sujeto de la
educación.
La actualización de los contenidos educativos y su adecuación a las exigencias sociales se basa
casi siempre en miradas hacia lo emocional, lo conductual o lo urgente. Pocas veces estas
miradas se dirigen hacia lo cultural. Es necesario, según el autor, dar un lugar valioso a los
contenidos para reforzar el lugar del agente, invistiéndolo de saber, y para dar un valor al lugar que
ocupa el sujeto de la educación.
¿Qué hace que una propuesta de contenidos educativos sea relevante culturalmente? En primer lugar,
el reto pasa por valorizar el legado cultural con el que contamos y así poder lanzar al sujeto hacia la
aprehensión de lo nuevo. La constante búsqueda de esos contenidos permite encontrar nuevos
recursos para transmitir a los niños un interés por las producciones culturales, para promover
apropiaciones de los sujetos. Para esto no podemos considerar a las músicas, el teatro, las
manifestaciones artísticas, el cine, la literatura, las tecnologías actuales sólo como una oferta de ocio.
El agente de la educación debe estar seguro del valor de los contenidos que transmite y de que éstos
responder a la exigencia social para generar interés en los sujetos. Por el contrario, si estos contenidos
no son concebidos como valioso por el agente ni responden a las demandas culturales del momento,
entonces el resultado va a ser la apatía, el desinterés y la rebeldía del agente. Por lo tanto, no se trata
de una transmisión simple de los contenidos, sino de una transmisión del interés por los
contenidos. El vector que une agente y contenidos (la cultura) ha de estar cargado de interés por lo
cultural, por deseo de transmitirlo.