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¿Có mo escribir el cuerpo?, ¿có mo escribir sobre el cuerpo?

Escribir un cuerpo, allí donde lo vivo le reclama al


lenguaje su estatuto de misterio.

1. Porque conversar acaece contingente. No hay un hablar fuera de las pasiones. El roce sigue escribiendo, a pesar
de sí. A pesar de todo, anotaría Didi Huberman. De la magulladura, el silencio desatento, la indolencia
académica, queda la memoria del roce.
2. La conversació n clínica comienza cuando se termina de decir todo lo que se había venido a decir. Arranca
en el momento de la improvisació n, el desvío, la equivocació n, el olvido, la distracció n, el agotamiento de
las razones y los argumentos. 
3. Se inicia con una repentina soledad del habla que sobreviene como riesgo, responsabilidad, ausencia de
cobertura. Momento de desposesió n.
4. Arriesgarse a enhebrar un tejido de palabras para vestir la angustia que resquebraja y quema la piel, ese
ropaje ú ltimo de la carne: en esto consistió el acto clínico acaecido, en tanto tierna superposició n de una
ficció n que soporte las ruinas de la existencia arrasada. 
5. Las pá ginas que siguen: Intentan disolver crueldades adheridas a la piel de las palabras. Detectar en sus
paredes vibrantes moléculas de capitalismos, patriarcados, colonialismos, normalizaciones. Procuran
romper hechizos que capturan vidas desde que comienzan a balbucear. Desean subvertir automatismos del
sentido comú n enquistados en las formas de hablar. Valoran perplejidades que resisten hablas del capital.
Extrañ ezas que no se dejan absorber, corromper, domesticar. Deciden atender llagas de la lengua.
Perspicacias clínicas está n atentas al momento en que pueden desestabilizar un sobreentendido con la
inocencia de una pregunta oportuna.
6. Perspicacias no como agudezas o penetraciones, sino como prá cticas de deshabituació n.
7. Labores clínicas practican la remoció n de lo tá cito. 
8. Demoras no solo hurgan en los detalles, dan tiempo a lo silenciado para que se haga escuchar en el silencio.
9.
10. Que bella noche para –escarbar- la problemá tica relació n del parlêtre con el cuerpo. Este volumen
11. Segú n la relació n que establezca con los dolores que pueblan lo comú n, se puede advertir si un
pensamiento, una política, una comunidad, se dan como hospitalidad a lo vivo dolorido o si se empuñ an
como hostilidad que destierra lo doliente para que muera fuera de los alcances de la percepció n. Los modos
de repartició n de lo sensible habilitados e inhabilitados en una comunidad, interesan como testimonios de
las respuestas políticas al estado de vulnerabilidad que supone estar en exposició n a la incesante
proliferació n de lo vivo, que vivientes acunados en la lengua ensayan, mientras oscilan indecidiblemente
entre la hostilidad y la hospitalidad.
12. Francois Bonnet escribe:
13. “La parte sensible representada, percibida, es exactamente la parte comunicable, es decir, lo sensible del
que se puede tener una experiencia comú n. Toda comunidad se funda a priori en cuanto comunidad de
experiencias sensibles. Es viendo y escuchando las mismas cosas, volviéndolas comunicables, dando
testimonio de ellas, que un sensible se constituye, que una comunidad se reparte.” [3]
14. cuá nta vida habrá en el amparo de lo imperceptible? ¿có mo pensar allí el estatuto de lo que vive, lo que
pervive, lo que insiste vida no estando, lo que sobrevive sin la consistencia de la evidencia solicitada por la
metafísica de la presencia? Entonces, ¿có mo componer con la lengua una recepció n hospitalaria con lo
apenas, con lo tenue, lo infra-sensible, ya ido antes de ser formulado, o incluso todavía no llegado pero
intuido en estado de fragilidad?
15. “qué distraídos somos, qué torpes somos para las humildes almas que nos buscan desde su olvido y quieren
como asirse de una chispa, siquiera, ínfima, de amor…” [26] Ortiz
16. Lo vivo le reclama al lenguaje

Sean todos bienvenidos a las Noches de Biblioteca de EOL Sección Santa FE, en esta maravillosa velada nos
encontramos conversando en torno al "Cuerpo de la palabra", título elegido para dar marco a los desarrollos de
la Revista Lacaniana n°30 que tenemos el gusto de presentar.
Los invitamos a deleitarse con la propuesta que el equipo de la publicación tiene para ofrecernos, al hacernos
parte de la creación de estas increíbles obras, Lacaniana n°30 y n°31 ...tras bambalinas
¡Qué comience la función!

En el encuentro de esta noche, me gustaría poder transmitirles a modo de un roce, mi experiencia conversando con
la Revista Lacaniana n°30 y el equipo de Biblioteca de la Secció n. Resalto el verbo conversar: se estableció una
suerte de dialogo, que lanzo cuerdas sensibles para revisar y revisitar ciertos modos de enunciació n en relació n a
lo hablante del cuerpo, y redoblando la apuesta, al cuerpo hablante. Conversació n, que acaece siempre contingente,
ya que no hay hablar fuera de las pasiones, de lo tocante, lo resonante. Eso que hace hablar al parlêtre, pero ex-
sistiendo a ese serdecir.1
En esta oportunidad, quisiera arriesgarme a enhebrar un tejido de palabras que vistan el resto de aquella
conversació n y posibilite seguir perforando, afectando, ya que a través de estas demoras y rodeos no solo se hurga
1
El parlêtre y el cuerpo hablante, una lectura de Scilicet
en los detalles, sino que da tiempo a lo silenciado para que se haga escuchar. Situé la idea de transmitirles un roce,
ya que este sigue escribiendo, a pesar de sí. A pesar de todo. El roce dispone del saber intransferible del cuerpo…y
es de ese saber no-sabido nos viene a hablar esta revista.
Es por eso, que titule este escrito “ni cuerpo que aguante”

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