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Filosofía Contemporánea - Parcial domiciliario.

Nietzsche, Foucault, Voloshinov


Docentes: Cabanchik, Samuel; Lo Vuolo, Santiago
Estudiante: Altamirano Facino, Jordi G.

Consignas:

1. Analice el siguiente pasaje de Sobre verdad y mentira en sentido extramoral y


reconstruya su sentido:

Jenes ungeheure Gebälk und Bretterwerk der Begriffe, an das sich klammernd der
bedürftige Mensch sich durch das Leben rettet, ist dem freigewordnen Intellekt nur
ein Gerüst und ein Spielzeug für seine verwegensten Kunststücke: und wenn er es
zerschlägt, durcheinanderwirft, ironisch wieder zusammensetzt, das Fremdeste
paarend und das Nächste trennend, so offenbart er, daß er jene Notbehelfe der
Bedürftigkeit nicht braucht und daß er jetzt nicht von Begriffen, sondern von
Intuitionen geleitet wird.

Aquellas enormes vigas y andamios de los conceptos, aferrándose a


los cuales el hombre menesteroso se salva a través de la vida, son
para el intelecto que se ha liberado sólo un tablado y un instrumento
de juego para sus más audaces piezas de arte; y cuando los deshace,
los desordena y los vuelve a ordenar irónicamente, equiparando lo
más extraño y separando lo más cercano, manifiesta que no necesita
aquellos recursos de la indigencia, y que ahora se guía no por
conceptos sino por intuiciones.

- ¿Qué concepción del lenguaje y del pensamiento se critica? ¿Qué uso del lenguaje
prefigura y cuál es su fundamento, cuál es su condición de posibilidad, qué lo hace
posible, en qué se sostiene?

En el texto, Nietzsche problematiza la concepción del lenguaje como representante exacto de


la realidad exterior al humano. Los conceptos que el humano fue inventando a medida que
equiparaba lo distinto bajo un concepto idéntico para todo aquello similar, a medida que
subsumía individuos particulares a conceptos generales igualmente inventados, generaron una
necrópolis que al “hombre menesteroso” le da la tranquilidad de poder transitar la vida con
un piso firme que lo sostenga, unas paredes donde apoyarse, una estructura sobre la cual
inventar nuevos nichos y una apariencia de verdad que no se le presenta como tal, sino como
un lugar privilegiado de lo humano en el universo; su razón le permite conocer el mundo tal
como es. El autor del Zarathustra critica el lenguaje como portador de verdad y el
pensamiento como modo de alcanzar el concepto que estaría en el mundo, develando lo igual
detrás de lo distinto; esa concepción del lenguaje y del pensamiento elude la tendencia
humana hacia la ficción, pretende esconder el fondo terrible sobre el cual el humano vive y le
entrega un bote segurísimo para surcar el mar de la existencia: la posibilidad de “descubrir”
conceptos, el lenguaje. Sin embargo, el lenguaje es doble metáfora y la verdad que descubre
es meramente antropomórfica, evidencia la ingenuidad del humano al creer, como el ágora
frente al rapsoda, que lo dicho por la ciencia y la razón es tal como se dice, sin ficción, con
verdad. Nietzsche le contrapone a esta concepción la noción del humano intuitivo y la del
lenguaje creador, que acepta que su misma condición de humano lo obliga a la creación de
conceptos, bajo formas presupuestas de su existencia en el mundo; esta es su condición de
posibilidad. La verdad, los conceptos, “esas nociones las producimos en nosotros y a partir de
nosotros con la misma necesidad con la que una araña teje su tela” (p.9). Un lenguaje que
acepte su naturaleza creadora es posible justamente porque el humano puede (y debe) recurrir
a la metáfora para hablar del mundo. Se trata de aceptar el poder legislativo de la palabra sin
caer por ello en la divinización del concepto y la verdad, que en la naturaleza no existen por
sí, sino que son inventadas por la acción del conocimiento humano. Un lenguaje creador,
intuitivo, pone en palabras lo que ve o siente asumiendo que en ese mismo proceso ya está
haciendo ficción y en la palabra “cielo” no está el cielo, sino la metáfora verbal que su
humanidad pudo crear para tratar de decirlo. De esta postura se infieren algunos problemas,
claramente, por ejemplo, con respecto a la comunicación con los otros, ¿basta asumir la
propiedad ficcional del lenguaje para comunicarse sin pretender la verdad? Si lo distinto
nunca se iguala, ¿cómo podría el humano entenderse con otro humano? ¿El lenguaje creador
e intuitivo asume también por ello la existencia en el odio, la violencia, se entrega a que todos
los humanos anden encima de los lomos de sus tigres? Parecería que abandonar el
columbarium de los conceptos por un lenguaje creador y una existencia intuitiva nos
retrotraería a la bellum omnium contra omnes que ocasionó en primer lugar, según la
hipótesis sostenida por Nietzsche (p.4), que nos olvidemos de que la verdad es un ejército
móvil de metáforas y metonimias. Podemos aceptar la fluidez de los conceptos, la
metaforización de la verdad, el poder creador del lenguaje, pero probablemente al final haya
que construir una nueva necrópolis para que no muramos.

2. Analice y reconstruya el sentido del siguiente pasaje de El orden del discurso:

Il y a sans doute dans notre société, et j'imagine dans toutes les autres, mais selon
un profil et des scansions différentes, une profonde logophobie, une sorte de crainte
sourde contre ces événements, contre cette masse de choses dites, contre le
surgissement de tous ces énoncés, contre tout ce qu'il peut y avoir là de violent, de
discontinu, de batailleur, de désordre aussi et de périlleux, contre ce grand
bourdonnement incessant et désordonné du discours.

Hay sin duda en nuestra sociedad, y me imagino que también en todas


las otras, pero según un perfil y escansiones diferentes, una profunda
logofobia, una especie de sordo temor contra esos acontecimientos,
contra esa masa de cosas dichas, contra la aparición de todos esos
enunciados, contra todo lo que puede haber allí de violento, de
discontinuo, de batallador, y también de desorden y de peligroso,
contra ese gran murmullo incesante y desordenado de discurso.

- Desarrolle las características principales del desorden elemental del lenguaje.

- Describa un procedimiento institucional y un tema filosófico que responda de modo


ejemplar a la logofobia.

Foucault comienza su conferencia diciendo: “más que tomar la palabra, hubiera preferido
verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio” (p.3). En lugar de
proferir una parte del discurso desde ese lugar en el Collége de France, siendo el autor
Michel Foucault, doctor en Filosofía, hubiera preferido que la voz sin nombre lo llevara, que
el desorden elemental del lenguaje simplemente hable a través de él. Sin embargo, esto iría en
contra del orden del discurso; la logofilia de éste esconde una logofobia, un miedo
recalcitrante contra esa masa caótica del lenguaje sin procedimientos internos y externos que
delimiten lo que es posible decir, quiénes pueden decirlo. Ese “sordo temor” a los
acontecimientos del lenguaje tiene por objeto la posibilidad de que el lenguaje prolifere todo
el tiempo y todas partes, desencadenando, al parecer, violencia y lucha entre las voces que
hablan y los cuerpos dueños de esas voces.
Ese desorden elemental del lenguaje, esa masa informe que amenaza con fagocitar las
instituciones, tiene la característica de ser azaroso, impredecible. Su carácter de
acontecimiento impide que pueda ser ordenado en una cadena causal histórica, no sigue las
leyes que la sociedad pretende imponerle y por ello no puede ser comprendido; promete
constantemente develar un fondo negro en lo humano. Por ser azaroso, es también
discontinuo y, podemos inferir por lo mismo, ahistórico; no responde a una cadena histórica
de sucesos ni a un conjunto de instituciones históricamente conformadas para nuclear y
encauzar el discurso. Puede por ello ser también incoherente, ya que carece de método, hecho
que hiere nuestra tan querida voluntad de verdad. Manifiesta solamente caos, prolifera como
un virus si es dejado a su arbitrio, avanzaría exponencialmente hasta que los humanos
interpretaran que hay algo roto dentro de ellos, un fondo violento y oscuro, hasta que las
palabras dichas sean todas las posibles de decir y ya nada pueda escucharse. Vale decir que se
presiente un aspecto que podríamos llamar positivo en ese desorden elemental: los sujetos no
están sujetados, la palabra se parece más a una palabra libre. Resta pensar si esa palabra
podría ser dicha sin estar en el cauce del discurso, sin aprender primero cómo utilizar las
palabras.
Existe también, ante esta logofobia, una aparente logofilia, que se encarga de enmascarar
aquella masa informe del lenguaje y de pavimentar la vía por la cual avance el discurso.
Además de los procedimientos internos y externos que se aplican sobre el discurso (como la
prohibición, la figura del autor, el campo disciplinar, entre otros), Foucault sostiene un
conjunto de procedimientos cuyo objetivo es determinar las condiciones de utilización de
discurso y las reglas según las cuales debe realizarse, restringiendo así el acceso a un
conjunto de individuos cualificados que conocen esas reglas y condiciones y se convierten en
voces validadas para continuar con el discurso. “La forma más superficial y más visible de
estos sistemas de restricción la constituye lo que se puede agrupar bajo el nombre de ritual”
(p.24); a través de éste, se definen los gestos, las palabras, los conceptos, los momentos y
genera así un sistema de enunciación desde el cual la logofilia permite hablar.
En lo que respecta a la Filosofía propiamente dicha, desde ella también han existido sistemas
de enunciación que pretenden ordenar el caos latente del lenguaje, a través de limitaciones y
exclusiones. Podemos citar el ejemplo de Descartes, ejemplo paradigmático sin duda de lo
que Foucault presenta como filosofía del sujeto fundador. La filosofía del meditador
metafísico proporciona un ideal de verdad afín al orden que el discurso impone, entrelazado
asimismo con una concepción ética de la racionalidad, como deseo más valioso, que se
defiende del caos latente sin nombrarlo, presentando a la razón como espada más filosa y al
método como camino seguro para alcanzar la verdad. Es cierto que el sujeto fundador
atraviesa las cosas y llena con su conocimiento las formas vacías del mundo, sin necesidad de
pasar por la instancia singular del discurso (p.29), pero, sino al principio, al final, termina por
ordenar la masa informe del lenguaje en un sistema matemático-físico por donde caminar
tranquilo, sin un genio maligno que lo espere a cada vuelta de la esquina.

3. ¿Por qué Voloshinov considera necesaria pero insuficiente la concepción del lenguaje
como reflejo de la base económica de la sociedad?
A partir de esta concepción del lenguaje, ¿cómo se resignifica el acto de la escritura
para Voloshinov?

Voloshinov comienza su trabajo en “¿Qué es el lenguaje?” con una problematización del


trabajo del escritor, quien, a diferencia de los otros artistas, trabaja con un material como las
palabras, que de por sí tienen significado y reglas gramaticales que le son propias al orden de
su colocación. De allí, y ante la pregunta “¿qué es el lenguaje?”, emprende el camino de
ofrecer una explicación materialista de su génesis, en contraposición con las teorías de la
onomatopeya y de la interjección. Según su planteo, el lenguaje nace de una necesidad
material, concreta, donde se entrelazan la necesidad de comunicarse con los otros, la magia y
la transacción, hasta afirmar que el lenguaje “es el producto de la actividad humana colectiva,
y refleja en todos sus elementos tanto la organización económica como la sociopolítica de la
sociedad que lo ha generado” (p.23). Además, vale decir que este lenguaje no se sostendría de
manera meramente exterior, sino que debe necesariamente reproducirse en el interior de los
individuos. Si analizamos estos hechos, observamos que el lenguaje como producto de una
sociedad contiene también una ideología general que tiñe los hechos del mundo para los
hablantes, pero también estos poseen una ideología cotidiana según sus propias formas de
vida y su internalización del lenguaje. Por tanto, observamos que la concepción del lenguaje
como reflejo de la base económica de la sociedad explica el primer caso, pero no el segundo.
También podemos agregar que hasta aquí el lenguaje se inserta externamente en los
individuos, es decir, el proceso de formación del lenguaje es unilateral, pero evidentemente
los individuos también hacen al lenguaje, lo transforman, se lo apropian en su cotidianeidad,
y esta relación dialéctica no puede ser explicada sólo por la concepción económica-genética.
El lenguaje interior, que conforma la conciencia de los individuos (esa “multicolor calesita
verbal” [p.28]) es producto de un amplio sistema de lenguaje exterior, pero también de la
situación particular del individuo. Cuando el escritor se encuentra ante la hoja en blanco y
sufre el tormento de la palabra, su intento por poner en palabras lo que quiere decir, la
situación en la que se encuentra o quiere narrar se encuentra en conflicto entre la posición
histórica de la sociedad a la que pertenece y su propia experiencia vital. Voloshinov sostiene
que “entre el estilo interior y el estilo exterior [...] existe la misma interacción que entre la
ideología cotidiana y el sistema ideológico ya formado, fijado” (p.37). La posición del
escritor es una posición social; su escritura presupone un lector que podrá comprenderle y la
obra finalizada, la expresión lograda en aquella interacción, se convierte en un producto
ideológico que altera la estructura social de la expresión (p.38).
Excelente trabajo. Calificación: 10

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