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Luis Manuel Núñez

Mat:AF:5107

Materia: historia de las ideas políticas 11.

EXAMEN PARCIAL HISTORIA DE LAS IDEAS


POLÍTICAS II

EXAMEN DEL PRIMER PARCIAL.


 Como acordamos en la pasada clase virtual, estamos asignando en esta
plataforma virtual el examen parcial de esta materia que contendrá el
desarrollo de las siguientes preguntas:

1. Analizar los documentos resultantes de las revoluciones burguesas


estableciendo diferencias y similitudes. Los documentos a analizar son:

Bill of Rights. https://www.dipublico.org/3664/bill-of-rights-ley-que-
declara-los-derechos-y-libertades-de-los-ingleses-y-establece-el-orden-de  
sucesion-de-la-corona-inglaterra-1689/

Las revoluciones burguesas son un concepto historiográfico originado por la


escuela del materialismo histórico o marxismo, que se utiliza para manifestar
que el componente social dominante en un movimiento
revolucionario corresponde a la burguesía.
Aunque pueden remontarse al mismo nacimiento de la clase burguesa en
las ciudades europeas y medievales, el concepto suele restringirse a los ciclos
revolucionarios que sucedieron desde finales del siglo XVIII y que en su
definición política se conocen como Revolución Liberal. Su principal ejemplo
fue la Revolución francesa (1789), seguido en distintos momentos por los
demás países europeos (revolución de 1820, revolución de 1830, revolución de
1848) o americanos (Independencia de la América Hispana), la Independencia
de Estados Unidos (aunque esta es un poco anterior a la francesa en 1776)
hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que acaba definitivamente con
los últimos recuerdos del Antiguo Régimen; notablemente en Rusia con
la Revolución de febrero de 1917, que solo precede en pocos meses a
la Revolución de Octubre, que se clasifica ya como revolución
socialista y proletaria.
Aunque con mucha menos difusión, también han recibido el nombre
de revolución burguesa algunos movimientos sociales de la Baja Edad
Media europea, en que la burguesía comienza a definirse en las
nacientes ciudades como clase social dentro del estamento de los no
privilegiados o Tercer Estado y en oposición con
los privilegiados (nobleza y clero).
Es debatido si a estos episodios, cuya profundidad y grado de éxito en la
transformación social son diferentemente valorados por los historiadores, les
conviene más el nombre de revuelta o de revolución. En cualquier caso, el
predominio del modo de producción feudal no estuvo en discusión, ya que la
parte de la economía en la que desenvolvían sus actividades
los mercaderes y artesanos era claramente marginal frente al abrumador
predominio de las actividades agrarias.

Los Lores espirituales y temporales y los Comunes. reunidos en Westminster,


representando legal, plena y libremente a todos los estamentos del pueblo de
este reino. presentaron el 13 de febrero del año de NS (gracia) de 1688, a Sus
Majestades, entonces conocidas con los nombres y títulos de Guillermo y María,
príncipes de Orange, una declaración escrita. redactada por los mencionados
Lores y Comunes en los siguientes términos:

Usurpando y ejerciendo el poder de dispensar de las leyes y aplazar su entrada


en vigor y su cumplimiento, sin el consentimiento del Parlamento.

Encarcelando y procesando a varios prelados que, respetuosamente, le


solicitaron que les excusara de prestar su consentimiento a la usurpación de
este poder.

Ideando y patrocinando la creación, bajo la autoridad del Gran Sello, de un


Tribunal, denominado Tribunal de delegados para las causas eclesiásticas.

Cobrando, en beneficio de la Corona, ciertos tributos, bajo la excusa de una


supuesta prerrogativa, para otros períodos y en forma distinta de la que habían
sido votados por el Parlamento. Reclutando y manteniendo, dentro de las
fronteras del Reino y en tiempo de paz, un ejército permanente, sin
consentimiento del Parlamento, y alistando en él a personas declaradas
inhabilitadas.

Ordenando que muchos buenos ciudadanos protestantes fueran desarmados,


mientras que los papistas eran armados y empleados con finalidades contrarias
a la ley. Violando la libertad de elegir a los miembros del Parlamento.

Acusando ante el Tribunal Real por delitos para cuyo conocimiento era
únicamente competente el Parlamento, y celebrando otros procesos ilegales y
arbitrarios.
En los últimos años personas corrompidas, partidistas e inhabilitadas han sido
elegidas y han formado parte de jurados y que, especialmente, personas que no
eran propietarios libres han intervenido como jurados en procesos por alta
traición, exigiendo fianzas excesivas a personas sujetas a procedimientos
penales, para no conceder los beneficios contenidos en las leyes relativas a la
libertad de las personas, aplicado castigos ilegales y crueles.

Y que se han hecho concesiones y promesas del importe de las multas y


confiscaciones, antes de que se hubieran obtenido las pruebas necesarias o la
condena de las personas a las que se iban a aplicar estas penas. Todo lo cual es
total y directamente contrario a las leyes, ordenanzas y libertades de este Reino.

Que el pretendido poder de suspender las leyes y la aplicación de las mismas,


en virtud de la autoridad real y sin el consentimiento del Parlamento, es ilegal.

Que el pretendido poder de dispensar de las leyes o de su aplicación en virtud


de la autoridad real, en la forma en que ha sido usurpado y ejercido en el
pasado, es ilegal.

Que la comisión para erigir el último Tribunal de causas eclesiásticas y las


demás comisiones y tribunales de la misma naturaleza son ilegales y
perniciosos.

Que es un derecho de los súbditos presentar peticiones al Rey, siendo ilegal


toda prisión o procesamiento de los peticionarios. El reclutamiento o
mantenimiento de un ejército, dentro de las fronteras del Reino en tiempo de
paz, sin la autorización del Parlamento, son contrarios a la ley.

Todos los súbditos protestantes pueden poseer armas para su defensa. de


acuerdo con sus circunstancias particulares y en la forma que autorizan las
leyes.

Que las elecciones de los miembros del Parlamento deben ser libres.

Las libertades de expresión, discusión y actuación en el Parlamento no pueden


ser juzgadas ni investigadas por otro Tribunal que el Parlamento.

Que las listas de los jurados deben confeccionarse, y éstos ser elegidos, en
buena y debida forma, y aquellas deben notificarse, y que los jurados que
decidan la suerte de las personas en procesos de alta traición deberán ser
propietarios.
Que todas las condonaciones y promesas sobre multas y confiscaciones hechas
a otras personas, antes de la sentencia, son ilegales y nulas.

Y que, para remediar todas estas quejas, y para conseguir la modificación,


aprobación y mantenimiento de las leyes, el Parlamento debe reunirse con
frecuencia.

Reclaman, piden e insisten en todas y cada una de las peticiones hechas, como
libertades indiscutibles, y solicitan que las declaraciones, juicios, actos o
procedimientos, que han sido enumerados y realizados en perjuicio del pueblo,
no puedan, en lo sucesivo, servir de precedente o ejemplo.

Hacen una reclamacion de sus derechos, particularmente animados por la


declaración de S. A. R. el príncipe de Orange, que los considera el único medio
de obtener completo conocimiento y garantía de los mismos respecto de la
situación anteriormente existente.

Por todo ello tienen la completa confianza de que S. A. R el príncipe de Orange


terminará la liberación del Reino, ya tan avanzada gracias a él, y que impedirá,
en lo sucesivo, la violación de los derechos y libertades antes enumerados, así
como cualquier otro ataque contra la religión, derechos y libertades.

Los mencionados Lores espirituales y temporales y los Comunes, reunidos en


Westminster, resuelven que Guillermo y María, príncipe y princesa de Orange,
son y sean declarados, respectivamente, rey y reina de Inglaterra, Francia.

Declaración de los Derechos de


Virginia. https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2698/21.pd
f

La Declaración de Derechos de Virginia, adoptada el 12 de junio de 1776, está


considerada la primera declaración de derechos humanos moderna de la
historia, aunque tiene un importante antecedente en la Carta de Derechos
Inglesa (Bill of Rights) de 1689.

Fue adoptada por la Convención de delegados de Virginia como parte de la


Constitución de Virginia en el marco de la Revolución Americana de 1776, en la
que las 13 colonias británicas en América obtuvieron su independencia. A través
de la Declaración de derechos de Virginia se animó a las demás colonias a
independizarse de Gran Bretaña.

Es un documento que proclama que todos los hombres son por naturaleza
libres e independientes y tienen una serie de derechos inherentes de los cuales
no pueden ser privados. Fue el antecedente directo de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 realizada por la Revolución
francesa y de la Carta de Derechos de los Estados Unidos, que entró en vigencia
en 1791 en la forma de diez enmiendas a la Constitución de Estados Unidos.

La Declaración de Derechos de Virginia está compuesta por dieciséis artículos


en donde están enumerados los derechos pertenecientes al pueblo de Virginia...
como las bases y fundamento del Gobierno: a la vida, a la libertad, a poseer
propiedades, al debido proceso, libertad de prensa y religión, etc. También
establece la soberanía popular, la prohibición de privilegios de nacimiento
(igualdad ante la ley), la división de poderes, el juicio por jurados, etc. Algunos
especialistas destacan el hecho de que la Declaración de Virginia convivió con la
esclavitud y la falta de derechos para las mujeres.

El primer artículo contiene la famosa declaración de que «todos los hombres


son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos
inherentes, de los cuales, cuando entran en un estado de sociedad, no pueden
ser privados o postergados». Aunque esta declaración no evitó de por sí, que
Virginia se organizara como un estado esclavista ni que las mujeres fueran
marginadas, su dinámica fue impulsando (y aún continúa impulsando) en todo
el mundo la profundización del significado de derechos humanos haciéndolo
cada vez más universal. El texto destaca los aspectos esenciales de la idea
moderna de los derechos humanos: ser universales y encontrarse por encima de
toda decisión del gobierno.

En ese primer artículo la Declaración de Virginia se consagran expresamente los


siguientes derechos como el corazón de los derechos del hombre:

al «gozo de la vida»

al «gozo de la libertad»

a «los medios para adquirir y poseer propiedades»

a la «felicidad»

a la «seguridad»

El artículo dos establece la defensa de la democracia con términos


contundentes y revolucionarios para la época, sosteniendo que todo poder
reside en el pueblo y que los funcionarios son «sirvientes» del pueblo y en todo
momento responsables.

El artículo tres consagra el derecho la mayoría de la comunidad a reformar o


abolir un gobierno, cuando considere que no está orientado al bien común. Se
define aquí las bases del derecho a la resistencia o de rebelión contra la
opresión.
El artículo cuatro prohíbe las clases políticas privilegiadas o hereditarias. Los
artículos cinco y seis establecen la separación de poderes, la periodicidad de los
mandatos, elecciones frecuentes, y la obligación de todos los funcionarios de
abandonar el poder y retornar a la vida privada.

Los artículos ocho a once, establecen las bases del debido proceso (juicio justo),
la prohibición de castigos crueles o anormales y el juicio por jurados.

El artículo doce declara la libertad de expresión.

El artículo trece alertas sobre la peligrosidad de los ejércitos permanentes para


la vigencia de los derechos. Recomienda la organización de milicias de
ciudadanos y que, en caso de tener que establecer un ejército permanente el
mismo quede estrictamente subordinado al poder civil.

El artículo quince consagra el principio de moderación y austeridad del


gobierno; y el dieciséis la libertad religiosa.

Influencia

La Declaración influyó decisivamente los documentos de derechos humanos


posteriores. Thomas Jefferson se inspiró en ella cuando exigió la incorporación
de una Carta de Derechos de los Estados Unidos a la Constitución de Estados
Unidos.

Lafayette, quien había peleado por la Independencia de Estados Unidos, tomó la


Declaración de Virginia y sobre ella compuso la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789 durante la Revolución francesa.

La importancia de la Declaración de Derechos de Virginia radica en su


constitucionalismo, es decir, en que no se trata de una ley realizada por un
parlamento, fácilmente modificada o derogada por otra ley, sino en una norma
constitucional que requiere procedimientos mucho más complejos y mayorías
especiales para ser reformada.

Declaración de los Derechos del Hombre y el


Ciudadano.https://www.conseilconstitutionnel.fr/sites/default/files/as/
root/bank_mm/espagnol/es_ddhc.pdf

Los Representantes del Pueblo Francés, constituidos en Asamblea Nacional,


considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del
Hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de
los Gobiernos, han resuelto exponer, en una Declaración solemne, los derechos
naturales, inalienables y sagrados del Hombre, para que esta declaración,
constantemente presente para todos los Miembros del cuerpo social, les
recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; para que los actos del poder
legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse en todo momento con la
finalidad de cualquier institución política, sean más respetados y para que las
reclamaciones de los ciudadanos, fundadas desde ahora en principios simples e
indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la
Constitución y de la felicidad de todos.

En consecuencia, la Asamblea Nacional reconoce y declara, en presencia del


Ser Supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del Hombre y del
Ciudadano:

−Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las


distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.

Artículo 1ºLa finalidad de cualquier asociación política es la protección de los


derechos naturales e imprescriptibles del Hombre. Tales derechos son la
libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

Artículo 2El principio de toda Soberanía reside esencialmente en la Nación.


Ningún cuerpo ni ningún individuo puede ejercer autoridad alguna que no
emane expresamente de ella.

Artículo 3La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a los
demás. Por ello, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre tan sólo
tiene como límites los que garantizan a los demás Miembros de la Sociedad el
goce de estos mismos derechos. Tales límites tan sólo pueden ser determinados
por la Ley.

Artículo 4La Ley sólo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la
Sociedad.

Nada que no esté prohibido por la Ley puede ser impedido, y nadie puede ser
obligado a hacer algo que ésta no ordene.

Artículo 6 La Ley es la expresión de la voluntad general. Todos los Ciudadanos


tienen derecho a contribuir a su elaboración, personalmente o a través de sus
Representantes. Debe ser la misma para todos, tanto para proteger como para
sancionar. Además, puesto que todos los Ciudadanos son iguales ante la Ley,
todos ellos pueden presentarse y ser elegidos para cualquier dignidad, cargo o
empleo públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que la de sus
virtudes y aptitudes.

−Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, salvo en los casos
determinados por la Ley y en la forma determinada por ella. Quienes soliciten,
cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deben ser castigados; con
todo, cualquier ciudadano que sea requerido o aprehendido en virtud de la Ley
debe obedecer de inmediato, y es culpable si opone resistencia.

Art 7 La Ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y


tan sólo se puede ser castigado en virtud de una Ley establecida y promulgada
con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.

Artículo 8 Puesto que cualquier hombre se considera inocente hasta no ser


declarado culpable, si se juzga indispensable detenerlo, cualquier rigor que no
sea necesario para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido
por la Ley.

Artículo 9 Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas,
siempre y cuando su manifestación no perturbe el orden público establecido
por la Ley.

Artículo 10 La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los


derechos más valiosos del Hombre; por consiguiente, cualquier Ciudadano
puede hablar, escribir e imprimir libremente, siempre y cuando responda del
abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.

Artículo 11 La garantía de los derechos del Hombre y del Ciudadano necesita


de una fuerza pública; por ello, esta fuerza es instituida en beneficio de todos y
no para el provecho particular de aquéllos a quienes se encomienda.

Artículo 12 Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de


administración, resulta indispensable una contribución común, la cual debe
repartirse equitativamente entre los ciudadanos, de acuerdo con sus
capacidades.

Artículo 13 Todos los Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí


mismos o a través de sus representantes, la necesidad de la contribución
pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su

prorrata, su base, su recaudación y su duración.

Artículo 14 La Sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a cualquier


Agente público.

Artículo 15 Una Sociedad en la que no esté establecida la garantía de los


Derechos, ni determinada la separación de los Poderes, carece de Constitución.

Artículo 16 Por ser la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede


ser privado de ella, salvo cuando la
necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y con la
condición de haya una justa y previa indemnización.

2. Analizar la aplicación al contexto político nacional presentando casos


concretos de análisis a partir de las ideas políticas de los siguientes
pensadores (leer primero las ideas de los pensadores y presentar relación
con casos concretos de la realidad política nacional):

2.1. John Locke: Sus conceptos de sociedad política. Derecho natural.


División de poderes.

En estos tres aspectos Locke acierta grandemente, de tal forma que sus ideales
en cuanto al derecho natural de las personas, la división de poderes y su
concepto de sociedad política están siendo aplicados de gran manera en
nuestro país y en gran parte del mundo, de modo que han trascendido y
ayudado al desarrollo y la visión y misión de los pueblos en todos los ámbitos.

A CONTINUACION ALGUNOS DE SUS PENSAMIENTOS:

Según sus ideas, el Estado tiene como misión principal proteger tres derechos
naturales: la vida, la libertad y la propiedad privada de todo cuanto un hombre
haya trabajado y pueda utilizar, ya que la propiedad tiene un límite; a estos tres
derechos se añade un cuarto: el derecho a defender estos derechos, así como
cualquier otra libertad individual de los ciudadanos, que el ciudadano cede al
Estado mediante un consenso recogido por escrito o constitución.
También sostiene que el gobierno debe estar constituido por un rey y un
parlamento. El parlamento es donde se expresa la soberanía popular y donde
se hacen las leyes que deben cumplir tanto el rey como el pueblo.
Anticipándose a Montesquieu, a quien Locke influyó, describe la separación
del poder legislativo y el ejecutivo. La autoridad del Estado se sostiene en los
principios de soberanía popular y legalidad. El poder no es absoluto, sino que
ha de respetar los derechos humanos.
Al Estado le confiere funciones de decisión en controversias entre los
individuos, en el contexto de la pluralidad y la tolerancia, puesto que se dan
diversidad de opiniones e intereses entre los hombres, fruto de las distintas
vías individuales de búsqueda de la felicidad, por lo que el desacuerdo y los
conflictos son inevitables.

La teoría de la mente de Locke es frecuentemente citada como el origen de las


concepciones modernas de la identidad y del yo, que figuran prominentemente
en las obras de filósofos posteriores como Hume, Rousseau y Kant. Locke fue
el primero en definir el yo como una continuidad de la conciencia. Postuló que,
al nacer, la mente era una pizarra en blanco o tabula rasa. Al contrario que la
filosofía cartesiana basada en conceptos preexistentes, sostuvo que nacemos
sin ideas innatas, y que, en cambio, el conocimiento solamente lo determina
la experiencia derivada de la percepción sensorial.

Trata la religión como un asunto privado e individual, que afecta solamente a la


relación del hombre con Dios, no a las relaciones humanas. En virtud de esta
privatización el hombre se libera de su dependencia de las imposiciones
eclesiásticas y sustrae la legitimidad confesional a la autoridad política, puesto
que considera que no hay base bíblica para un estado cristiano.
Considera la ley natural un decreto divino que impone la armonía global a
través de una disposición mental (reverencia, temor de Dios, afecto filial
natural, amor al prójimo), concretada en acciones prohibidas (robar, matar y en
definitiva toda violación de libertad ajena), que obligan en favor de la
convivencia.
2.2. Voltaire: Sus ideas de separación iglesia y Estado. Sus ideas sobre la
libertad religiosa.

En el aspecto religioso las ideas y pensamientos de Voltaire son aplicados en


gran medida hoy en día, a través de los siglos se manifiestan en la mayoría de
nuestras ideologías, creencias y principios religiosos y en la libertad de elección
de la religión o creencia del ciudadano de nuestro país y de muchos países del
mundo.

Voltaire no cree en la intervención divina en los asuntos humanos y denuncia el


providencialismo en su cuento filosófico Cándido o el optimismo (1759).

Fue un ferviente opositor de la Iglesia católica, símbolo según él de la


intolerancia y de la injusticia. Se empeña en luchar contra los errores judiciales
y en ayudar a sus víctimas. Voltaire se convierte en el modelo para
la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los religiosos.

Pese a su crítica intransigente de la Iglesia católica, Voltaire ha pasado


paradójicamente a la Historia por acuñar el concepto de tolerancia religiosa.
Fue un incansable luchador contra la intolerancia y la superstición y siempre
defendió la convivencia pacífica entre personas de distintas creencias y
religiones entre personas de distintas creencias y religiones.
Según Voltaire la ley debería ser igual para todos. La vida en común exige una
convención, un «pacto social» para preservar el interés de cada uno. El instinto
y la razón del individuo le llevan a respetar y promover tal pacto. El propósito
de la moral es enseñarnos los principios de esta convivencia fructífera. La labor
del hombre es tomar su destino en sus manos y mejorar su condición mediante
la ciencia y la técnica, y embellecer su vida gracias a las artes.

2.3. Rousseau: Sus ideas del contrato social. La voluntad general y la


igualdad.

A través de su obra El contrato social, hizo surgir una nueva política.


Esta nueva política está basada en la  voluntad general, y en el pueblo como
depositario de la soberanía. Expone que la única forma de gobierno legal será
aquella de un Estado republicano, donde todo el pueblo legisle;
independientemente de la forma de gobierno, ya sea una monarquía o
una aristocracia, no debe afectar la legitimidad del Estado.
Rousseau da gran importancia al tamaño del Estado, debido a que una vez la
población del Estado crece, entonces la voluntad de cada individuo es menos
representada en la voluntad general, de modo que cuanto mayor sea el Estado,
su gobierno debe ser más eficaz para evitar la desobediencia a esa voluntad
general.
En sus estudios políticos y sociales Rousseau desarrolló un esquema social, en
el cual el poder recae sobre el pueblo, argumentando que es posible vivir y
sobrevivir como conjunto sin necesidad de un único líder que fuese la
autoridad. Es una propuesta que se fundamenta en la libertad natural, con la
cual, Rousseau explica, ha nacido el hombre.
En El Contrato Social, Rousseau argumenta que el poder que rige a la
sociedad es la voluntad general que mira por el bien común de todos los
ciudadanos.11 Este poder solo toma vigencia cuando cada uno de los miembros
de una sociedad se une mediante asociación bajo la condición, según expone
Rousseau, de que «Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo
su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada miembro es
considerado como parte indivisible del todo». En fin, Rousseau plantea que la
asociación asumida por los ciudadanos debe ser «capaz de defender y
proteger, con toda la fuerza común, la persona y los bienes de cada uno de los
asociados, pero de modo tal que cada uno de éstos, en unión con todos, solo
obedezca a sí mismo, y quede tan libre como antes».
Rousseau argumenta que esta asociación de los hombres no es algo natural.
El hombre sale de su estado natural de libertad porque le surgen necesidades
de supervivencia que le imponen la creación de algo artificial, ya que el hombre
no es sociable por naturaleza y no nació para estar asociado con otros.
Es voluntario el que se unan los unos a los otros y fundamenten este vínculo
con el desarrollo de la moralidad y la racionalidad para satisfacer las
necesidades que la naturaleza le ha impuesto.
La moral y la razón se hacen evidentes en la sociedad al establecer un modelo
normativo capaz de crear un orden social que evite la dominación de unos
sobre otros y que involucre una representación participativa de todos los
miembros de la sociedad.1
2.4. Montesquieu. Su idea de separación de poderes

Las ideas de Montesquieu rompieron con ello, proponiendo una nueva separación de
poderes del Estado. Concretamente en tres partes: el ejecutivo, el legislativo y el
judicial. Tres poderes en tres ramas independientes y en tres áreas de responsabilidad
distintas. Tres poderes en el que ninguno mandara sobre el resto. En un sistema de pesos
y contrapesos.
De acuerdo con la teoría de Montesquieu, el legislativo, el Parlamento, es elegido por el
pueblo. Y el Parlamento, de acuerdo con la mayoría imperante, elige a su vez al
Gobierno (ejecutivo), y elabora las leyes (legislativo).
Unas leyes que los jueces deben administrar y aplicar en nombre del pueblo (judicial),
donde reside la soberanía de la nación. Decía Montesquieu “que los jueces debían ser la
voz muda que pronuncian las palabras de la ley”.
La teoría de la separación de poderes fue tratada por varios pensadores del siglo XVIII,
como el estadounidense Alexander Hamilton, el enciclopedista francés Jean Jacques
Rousseau, y el británico John Locke, quien, anticipándose a nuestro protagonista,
describió antes la separación del poder legislativo y el ejecutivo y el hecho de que la
autoridad del Estado debía sostenerse sobre los principios de soberanía popular y
legalidad, pero su formulación práctica fue obra de Montesquieu.
Cabe señalar que sus ideas tuvieron una influencia decisiva en la gestación y formación
del sistema político democrático de los Estados Unidos y, posteriormente, en la
Revolución Francesa.
Unas ideas que hoy compartimos y aplicamos diariamente en un sistema democrático al
servicio del pueblo para el pueblo y por el pueblo. 

2.5. Kant. El imperativo categórico y la política. Su idea del Estado. Su idea


de la paz perpetua

 Kant escribió en un ensayo titulado Sobre el dicho: esto puede ser correcto


en la teoría pero no vale para la práctica, más brevemente como Teoría y
práctica, donde examina la teoría y la práctica de la política, además de la
legitimidad del gobierno.
Kant reflexiona sobre lo que sucedería en una sociedad en que la gente viviera
en Estado de naturaleza, libre para seguir sus impulsos, y ve que el problema
principal es un conflicto de intereses. Kant afirma que el estado de naturaleza
es la receta de la anarquía en la que no es posible arreglar los conflictos
pacíficamente. La posición de Kant se deriva de la idea de John Locke sobre
el contrato social, que dice que el pueblo firma un contrato con el Estado a
cambio de su protección. Kant afirma que los gobiernos deben recordar que
gobiernan únicamente para el consentimiento del pueblo entero y no de una
parte de él.
Kant argumentaba que si una ley es de tal índole que resultara imposible
a todo un pueblo otorgarle su conformidad [...], entonces no es legítima; pero si
es simplemente posible que un pueblo se muestre conforme con ella, entonces
constituirá un deber tenerla por legítima, aun en el supuesto de que el pueblo
estuviese ahora en una situación o disposición de pensamiento tales que, si se
le consultara al respecto, probablemente denegaría su conformidad.

La idea de Kant hace de guía de comportamiento del ciudadano y también del


gobierno, ya que añade que si un gobierno aprueba una ley que tú consideras
mala, sigue siendo un deber moral obedecerla. Es posible creer que no sea
correcto pagar impuestos para financiar una guerra, pero no se debe dejar de
pagar aunque creas que la guerra es injusta o innecesaria "porque siempre
queda la posibilidad de que esa guerra sea inevitable y el impuesto
imprescindible".85 La voluntad humana es y debe ser absolutamente
independiente. La libertad consiste en no estar atados por ninguna ley, sino
como decía Jean-Jacques Rousseau: "La libertad es la obediencia a la ley que
uno mismo se ha trazado".86
KANT planteaba que el ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos
que le son asignados. Por el contrario, él mismo no actuará en contra del deber
de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente su pensamiento
contra la inconveniencia o injusticia de tales impuestos.

En La paz perpetua, Kant que entiende “la política como aplicación del derecho y la
moral” La conexión entre leyes morales y las leyes estatales es directa: la legitimidad de
una y de las otras residen en que se basan en los deseos racionales del pueblo; el
contrato social se fundamenta en una coalición de voluntades individuales de toda la
nación. Las leyes estatales deben ser ni más ni menos que la voluntad del pueblo; así
pues, si se acepta que se nos gobierne, se debe aceptar racionalmente obedecer todas las
leyes que ese Gobierno apruebe. De la misma manera las leyes que imponga un gobierno
exterior como una fuerza de ocupación carecen de legitimidad.
Para Kant el poder que en el Estado da efectividad a la ley no admite
resistencia (es irresistible), y no hay comunidad jurídicamente constituida sin tal
poder, sin un poder que eche por tierra toda resistencia interior, pues ésta
acontecería conforme a una máxima que, universalizada, destruiría toda
constitución civil, aniquilando el único estado en que los hombres pueden
poseer derechos en general. De ahí se sigue que toda oposición contra el
supremo poder legislativo, toda incitación que haga pasar a la acción el
descontento de los súbditos, todo levantamiento que estalle en rebelión es el
delito supremo y más punible en una comunidad, porque destruye sus
fundamentos.

2.6. Hegel. La dialéctica de Hegel. El concepto de Estado en Hegel. Fines del


Estado. La exposición más notable de su visión dialéctica de la historia es
aquella contenida en la obra que, como ninguna otra, encarna y simboliza su
filosofía: la Fenomenología del Espíritu. Se trata del análisis presentado en la
sección central de la Fenomenología, que lleva por rúbrica El Espíritu (Der Geist)
y que trata de la historia europea desde la Grecia clásica hasta la Alemania del
tiempo de Hegel. En concordancia con su esquema dialéctico, Hegel divide el
período a analizar en tres grandes fases: la de la unidad originaria (las polis de la
Grecia clásica), la de la división conflictiva pero desarrolladora (Roma, el
feudalismo y la edad moderna hasta la Revolución Francesa) y, finalmente, la
vuelta a la unidad, pero ahora enriquecida por el desarrollo anterior (el presente
de Hegel). El punto de arranque es el momento de lo que Hegel llama el Espíritu
verdadero (Der wahre Geist).

Este momento, representado por las ciudades griegas, nos muestra el Espíritu
en su unidad primigenia, aún indiferenciado y no desarrollado. Es un momento
de felicidad dada por la armonía entre el todo (la ciudad) y las partes (los
ciudadanos), donde los individuos entienden su destino como una expresión
directa del destino colectivo y donde, como lo dice Hegel de una manera
inspirada por la Antígona de Sófocles, la ley humana y la ley divina coinciden.

Los hombres viven aquí de acuerdo a las costumbres heredadas que forman la
base de una ética espontánea y evidente, aún muy distante de la moral reflexiva.
Este estado o momento representa una especie de infancia de la humanidad:
feliz en la inmediatez natural de sus vínculos y en sus certidumbres aún no
cuestionadas. Pero esta felicidad de la armonía primigenia no puede durar, ya
que su precio es la falta de desarrollo. Por su naturaleza, el Espíritu busca
profundizar en su propio contenido y tal como Adán, y con las mismas
consecuencias, no puede dejar de comer del fruto del árbol de la sabiduría. De
esta manera se rompe el encanto del Jardín del Edén y un abismo se abre entre
la ley divina y la ley humana. Los hombres se individualizan y entran en conflicto
unos con otros: la comunidad original se quiebra.

Así se enfrentan las familias y luego las ciudades entre sí, cada una de las cuales
quiere afirmar su ley y sus peculiaridades como universales y busca por ello
someter a las demás. La guerra se hace inevitable, pero el Espíritu no retrocede
ni ante la guerra ni los sufrimientos. Tanto por las divisiones y desgarramientos
internos como por los conflictos externos pierden las viejas costumbres su
legitimidad natural y espontánea, su validez evidente e incuestionada. La
infancia queda así atrás y se entra en la fase de la juventud, activa, desafiante y
conflictiva. De esta manera se adentran los hombres en una larga peregrinación,
en un estado social caracterizado por la división y el extrañamiento. El Espíritu
entra en el reino de la alienación.

Para Hegel el Estado no debe ser comprendido en primera instancia desde la


crítica sino a partir de la “tolerancia”, como expresión de la racionalidad de la
Idea, encarnación del Espíritu en la tierra: el Estado no es lo que “debería” ser
sino lo que “es” y, en cuanto tal, es racional.

EL ESTADO Esla condición concreta y fáctica dentro de la cual puede alcanzar


existencia histórica el principio constitutivo de la sociedad moderna: la libertad
individual.

Para Hegel el Estado, en cuanto vida general, es el objeto inmediato de la


historia universal, porque sólo por medio de él alcanza la voluntad libre su
realización objetiva, es decir, la autodeterminación de los individuos conforme a
las leyes y el derecho.

Para Friedrich Hegel el Estado justo es el que posibilita la realización de la


libertad de todos sus miembros. El concepto de libertad es central en su
filosofía del derecho. Según este autor, el hombre es en potencia un ser
libre, y se desarrolla como ser racional cuando desarrolla su libertad. Hegel
entiende la libertad como la capacidad de autodeterminarse por lo
universal. Estar determinado por lo universal significa estar determinado
por algo impersonal, válido para cualquier persona dentro de un mismo
Estado. La persona que se guía por la razón universal actúa por el bien
común. En consecuencia, cada individuo obtiene su plena libertad sólo en
el Estado racional, donde se llega a la identidad entre la voluntad de cada
individuo y la voluntad del Estado. La Historia es la tendencia hacia la
realización de la libertad. El objetivo general del curso es trabajar las
nociones de “sociedad civil” y “Estado” en la filosofía de Hegel, partiendo
de su idea de libertad.

El examen contendrá como mínimo 700 palabras. Si se utilizan citas,


utilizar el modelo APA.

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