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Clase 1
Biomasa
– Almacenamiento de combustible.
– Transporte del combustible al equipo de combustión.
– Equipos y cámara de combustión.
– Caldera (vapor, agua caliente, aceite térmico).
– Recuperadores auxiliares de calor.
– Depuración de gases.
– Extracción de cenizas.
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Existen diferentes tecnologías para llevar a cabo la combustión de la biomasa: cámaras de
parrilla, combustión en lecho fluido, etc. También puede utilizarse biomasa en hornos
industriales.
Otro método empleado en las industrias que utilizan biomasa como combustible es la
gasificación. Este método consiste en la producción de un gas, a partir de la biomasa, y
emplearlo para la producción de energía térmica y eléctrica. De este modo se obtiene un
proceso con un rendimiento más elevado aunque también supone un incremento en la
inversión.
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Campo de Aplicación de la Biomasa en la Climatización
El campo de aplicación se circunscribe al ámbito de las instalaciones amparadas por el nuevo
Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE), tanto en los edificios de nueva
construcción, como en las reformas realizadas en los edificios existentes, en los términos que
se indican en dicho Reglamento.
El uso de la generación térmica con biomasa tiene indudables ventajas para viviendas
aisladas, edificios residenciales y cualquier tipo de edificio no residencial, tanto público como
privados.
• Las instalaciones abastecidas con biomasa en sus diferentes formas (pélets, astillas, huesos
de aceituna triturados, etc.) son respetuosas con el medio ambiente al presentar una emisión
reducida de contaminantes a la atmósfera y no contribuir al efecto invernadero por tener un
balance neutro de CO2. Esta última característica ayuda a cumplir los acuerdos sobre el
cambio climático.
• En la actualidad, otra razón es el menor precio comparativo con otros combustibles y su
mayor estabilidad, al no depender de las fluctuaciones exteriores, aunque el coste de
inversión inicial de los equipos es normalmente superior al de los equipos que utilizan
combustibles convencionales.
• La operación y mantenimiento de estos sistemas es sencillo al ser sistemas automáticos con
incorporación de control electrónico. A título de ejemplo puede señalarse que algunas
calderas incorporan incluso el encendido a distancia mediante un mensaje de teléfono móvil.
• La limpieza del equipo, en las calderas con tecnologías avanzadas, es totalmente automática
y la retirada de las cenizas una tarea poco frecuente.
• Las calderas con biomasa tienen una alta resistencia al desgaste, larga vida útil y, lo más
importante, presentan un buen rendimiento energético, superando valores entre el 75 y el 90%
de eficiencia según el equipo.
• Desde el punto de vista normativo, los biocombustibles sólidos a los que se refiere este
documento están reconocidos y tienen tratamiento propio en el RITE, lo que favorecerá de
manera notable el crecimiento del mercado de instalaciones con biomasa.
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2. ¿Qué es la biomasa?
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3. Biomasa para uso energético
En el siguiente esquema se presentan las distintas tipos de biomasas estudiadas para uso
energético:
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Biomasa procedente de cultivos existentes
Leñosos: Son los restos que se generan a partir de podas de olivares, frutales y viñedos. El
principal inconveniente que presenta en su aprovechamiento es el marcado carácter
estacional. Además, al igual que en el caso anterior es necesario su astillado y compactación
en aras de abaratar el coste de transporte.
Herbáceos: Engloba principalmente pajas de cereal y cañote de maíz. Al igual que los
residuos agrícolas leñosos, presentan una marcada estacionalidad, así como altas
fluctuaciones en la producción de una temporada a otra.
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Masas susceptibles de implantación con fin energético
Como los objetivos perseguidos con los cultivos energéticos son diferentes de los perseguidos
con los alimentarios, parece lógico esperar que las especies que se seleccionen para este tipo
de aprovechamiento sean distintas de las tradicionalmente empleadas para la producción de
alimento. Sin embargo, en ocasiones pueden coincidir con especies utilizadas en cultivos
agrícolas tradicionales o en aprovechamientos silvícolas clásicos, si bien, en general, la
fitotecnia y el manejo de las plantaciones variarán sensiblemente respecto a los
planteamientos clásicos.
Son muchas las condiciones que avalan la implantación de masas leñosas, poseyendo un fin
multifuncional. Además del evidente fin energético la implantación de masas leñosas
contribuye al aumento de la superficie forestal arbolada, incremento de la biomasa acumulada
en la superficie forestal, fijación de CO2, etc.
Dentro de las masas leñosas a implantar surge la necesidad de una nueva clasificación en
función del tipo de terreno donde se lleva a cabo su implantación.
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• Masas leñosas susceptibles de implantación en terreno forestal: Su fin es como se ha
comentado anteriormente multifuncional, por lo que la selvicultura propuesta es menos
intensiva.
• Masas leñosas susceptibles de implantación en terreno agrícola: masas artificiales
procedentes de la necesidad social de hoy en día de potenciar la biomasa como una fuente de
energía renovable y, por tanto, con un único fin energético.
En las masas susceptibles de implantación la densidad de plantación y los turnos de corta son
fundamentales para conseguir una optimización económica, ya que unas existencias mayores
de lo debido reducen la duración del cultivo, además de reducir el crecimiento de la masa. A
día de hoy son numerosos los estudios que se están llevando a cabo para definir las medidas
más adecuadas y obtener así los mejores resultados.
Los géneros Salix, Populus y Eucalyptus se consideran como los de mayor potencial en el
ámbito de la Unión Europea. Se trata de especies de crecimiento muy rápido, que cuentan
además con una base genética amplia, ciclos de mejora breves, facilidad para la multiplicación
vegetativa, capacidad de rebrotar tras la corta, etc., características, todas ellas, que las
adecuan par a esta finalidad productiva.
Es necesario resaltar las numerosas experiencias que se están llevando a cabo a día de hoy
con otras especies forestales. De entre las muchas especies arbóreas forestales que
potencialmente pueden ser utilizadas para la producción de biomasa en turnos cortos cabe
destacar Robinia pseudoacacia, Ailanthus altissima, Fraxinus spp., Acacia spp., Alnus spp.,
Casuarina spp., Gmelina arborea, Platanus spp., Prosopis spp., Tectona spp, Ulmus pumila,
diferentes géneros agrupados bajo la denominación de bambúes como Bambusa spp. o
Yushane spp., Paulownia, etc.
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2. Masas herbáceas susceptibles de implantación en terreno agrícola
La amplia mayoría de cultivos tradicionales pueden ser utilizados para producción de biomasa,
tanto cereales (maíz, cebada, avena, centeno, triticale, etc.) como las oleaginosas (colza,
girasol). Algunos de ellos son cultivos de secano (triticale, centeno, brassica carinata, cardo,
etc.) y otros necesitan riego (cáñamo, sorgo, etc.). Además algunos son plurianuales (cynara
cardúnculus, miscanthus sinensis, etc.), mientras que otros son anuales (avena, etc.).
Las especies empleadas en distintos terrenos en Europa son: Arundo donax (caña), Cynara
cardunculus (cardo), Brasica carinata (colza etíope), Miscanthus sinensis (miscato), Sorgum
sp (sorgo), Cannabis sativa (cáñamo), Hibiscus spp (kenaf), etc.
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4. Generación de Biomasa
Entre las energías renovables destaca el uso de productos obtenidos a partir de materia
orgánica para producir energía. Estos productos componen lo que se denomina comúnmente
“biomasa”, una definición que abarca un gran grupo de materiales de diversos orígenes y con
características muy diferentes. Los residuos de aprovechamientos forestales y cultivos
agrícolas, residuos de podas de jardines, residuos de industrias agroforestales, cultivos con
fines energéticos, combustibles líquidos derivados de productos agrícolas (los denominados
biocarburantes), residuos de origen animal o humano, etc., todos pueden considerarse dentro
de la citada definición.
Conviene tener muy presente esta diversidad cuando se quiere realizar una aproximación a
una energía que comienza su amplio perfil desde la definición, ya que biomasa, sin la
acepción energética, es la cantidad de materia viva presente en un medio o en un organismo.
Como veíamos al principio, la Especificación Técnica Europea CEN/TS 14588 para catalogar
la “biomasa” como “todo material de origen biológico excluyendo aquellos que han sido
englobados en formaciones geológicas sufriendo un proceso de mineralización”. Entre estos
últimos estarían el carbón, el petróleo y el gas, cuya formación y composición hace miles de
años no es comparable con lo que llamamos “el balance neutro de la biomasa” en las
emisiones de dióxido de carbono (CO 2). La combustión de biomasa no contribuye al aumento
del efecto invernadero porque el carbono que se libera forma parte de la atmósfera actual (es
el que absorben y liberan continuamente las plantas durante su crecimiento) y no del
subsuelo, capturado en épocas remotas, precisamente como el gas o el petróleo.
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La energía que contiene la biomasa es energía solar almacenada a través de la fotosíntesis,
proceso por el cual algunos organismos vivos, como las plantas, utilizan la energía solar para
convertir los compuestos inorgánicos que asimilan (como el CO2) en compuestos orgánicos.
Como se verá más adelante, las instalaciones de producción energética con biomasa se
abastecen de una amplia gama de biocombustibles, desde astillas hasta cardos y paja,
pasando por huesos de aceituna y cáscaras de almendra. Esta heterogeneidad continúa en
los usos de la energía producida con biomasa, pudiendo utilizarse para calefacción y
producción de agua caliente en el sector doméstico (viviendas unifamiliares, comunidades de
vecinos, barrios o municipios enteros), calor para procesos industriales y generación de
electricidad.
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del exterior (no son combustibles importados).
• Mejora socioeconómica de las áreas rurales.
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Conversión de la biomasa
La biomasa presenta una enorme versatilidad permitiendo obtener, mediante diferentes
procedimientos, combustibles tanto sólidos como líquidos y gaseosos. Se puede decir que la
biomasa es la energía solar convertida, por la vegetación, en materia orgánica. Esa energía la
podemos recuperar por combustión directa o transformando la materia orgánica en otros
combustibles.
Uno de los sistemas que se utilizan en las modernas centrales térmicas para la generación de
electricidad con biomasa, consiste en transformar la biomasa en un gas que sería el
combustible (proceso que se denomina gasificación). Con este combustible se alimenta el
motogenerador que produce electricidad. Los gases de escape y el agua de refrigeración del
motor se aprovechan, mediante intercambiadores de calor, para producir agua caliente
sanitaria, calefacción o producción de frío mediante máquinas de absorción.
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De entre las biomasas sólidas disponibles, las que son de uso más común en las aplicaciones
domésticas y residenciales son las siguientes:
Briquetas: Biomasa sólida densificada de mayor tamaño que los pellets, igualmente formada
por compactación de biomasa forestal o agroindustrial generalmente de forma cilíndrica.
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PCI de los combustibles de biomasa
El contenido energético de la biomasa viene dado por el denominado Poder Calorífico
Superior (PCS), cuya unidad más frecuente es Kcal/kg, y que se define como la cantidad de
calor desprendido por la combustión completa de un kilogramo de combustible a presión
constante. Sin embargo, se suele utilizar con mayor frecuencia el denominado Poder
Calorífico Inferior (PCI), ya que éste refleja la cantidad de calor desprendido, una vez se ha
descontado el calor absorbido en la evaporación del agua contenida en la biomasa.
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Como puede apreciarse en los valores de la tabla anterior, la humedad es un factor
determinante en el poder calorífico de los distintos combustibles de biomasa por lo que para
otros porcentajes de humedad, que afectan directamente a dicho PCI, se puede aplicar un
factor de corrección aproximado como se indica en la figura siguiente:
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Otras características que determinan estos valores, son el tipo de madera y la granulometría
del residuo.
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Usos de la biomasa
Los usos de los diferentes tipos de biomasa se pueden clasificar principalmente en dos:
térmicos y eléctricos. Además, mediante los biocarburantes se obtiene energía aprovechable
para hacer funcionar los motores de combustión térmica transformándola en energía
mecánica.
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Uso térmico de la biomasa
Las aplicaciones térmicas con producción de calor y agua caliente sanitaria son las más
comunes dentro del sector de la biomasa. En un nivel menor de desarrollo se sitúa la
producción de electricidad.
La producción térmica sigue una escala de usos que comienza en las calderas o estufas
individuales utilizadas tradicionalmente en los hogares. Hoy en día existen aparatos tanto
de aire, (las estufas de toda la vida, mejoradas y actualizadas a las necesidades de los
usuarios de hoy) que calientan una única estancia, como de agua, que permiten su adaptación
a un sistema de radiadores o de suelo radiante y a otros sistemas con producción de agua
caliente sanitaria.
En cambio, son una buena solución, tanto económica como medioambiental, para edificios de
nueva construcción, sobre todo si se atienen a las nuevas ordenanzas y reglamentos
elaborados o en proceso de elaboración, como las Ordenanzas de Energía Solar (que
permiten utilizar biomasa en lugar de la citada energía renovable) o la revisión que se está
realizando del Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE).
Por último, los consumos térmicos de determinadas industrias también son abastecidos por
calderas de biomasa. Se trata principalmente del aprovechamiento de residuos de las
industrias agroforestales para producción de calor que, en ocasiones, es acompañado de
producción eléctrica (cogeneración con biomasa).
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Las materias más utilizadas para las aplicaciones térmicas de la biomasa son los residuos de
las industrias agrícolas (cáscaras de almendras, huesos de aceitunas…) y forestales (astillas,
serrines…) y los residuos de actividades selvícolas (podas, claras, limpieza de bosques,…) y
de cultivos leñosos (podas, arranques,…). En muchas ocasiones algunos de estos residuos se
transforman en pelets y briquetas, astillas molturadas y compactadas que facilitan su
transporte, almacenamiento y manipulación pero que requieren de un tratamiento previo
encareciendo el producto final.
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