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• Las instalaciones abastecidas con biomasa en sus diferentes formas (pellets, astillas, huesos
de aceituna triturados, etc.) son respetuosas con el medio ambiente al presentar una emisión
reducida de contaminantes a la atmósfera y no contribuir al efecto invernadero por tener un
balance neutro de CO2. Esta última característica ayuda a cumplir los acuerdos sobre el
cambio climático.
• En la actualidad, otra razón es el menor precio comparativo con otros combustibles y su
mayor estabilidad, al no depender de las fluctuaciones exteriores, aunque el coste de
inversión inicial de los equipos es normalmente superior al de los equipos que utilizan
combustibles.
Los pellets de biomasa son un biocombustible estandarizado a nivel internacional, se
conforman como pequeños cilindros procedentes de la compactación de serrines y virutas
molturadas y secas, provenientes de serrerías, de otras industrias, o se producen a partir de
astillas y otras biomasas de diversos orígenes, como los agropellets. En el proceso de
peletización no se utilizan productos químicos sino simplemente presión y vapor, aunque es
posible encontrar también un porcentaje reducido de aditivos biológicos.
• La operación y mantenimiento de estos sistemas es sencillo al ser sistemas automáticos
con incorporación de control electrónico. A título de ejemplo puede señalarse que algunas
calderas incorporan incluso el encendido a distancia mediante un mensaje de teléfono móvil.
Las astillas de madera son trozos pequeños de entre 5 y 100 mm de longitud cuya calidad
depende fundamentalmente de la materia prima de la que proceden, su recogida y de la
tecnología de astillado.
En función de su procedencia y calidad, pueden distinguirse dos grupos principales de
astillas:
• Astillas de clase 1: provenientes de la industria de la primera y segunda transformación de
la madera o maderas forestales muy limpias. Suelen tener humedades menores al 30%,
aunque pueden alcanzar el 45%. Apropiadas para su uso en instalaciones domésticas y
válidas para todo tipo de instalaciones.
• Astillas de clase 2: procedentes de tratamientos silvícolas, agrícolas y forestales (podas,
clareos, entresacas, cultivos energéticos leñosos, etc.).
Hasta un 45% de humedad. Utilizada en instalaciones de media a muy alta potencia, como
grandes edificios y redes de calefacción.
La leña proviene de trocear troncos que no van a ser utilizados para producir madera, y
pueden producirse localmente por los propios usuarios. Al igual que ocurre con el resto de la
biomasa, la energía que producen en la caldera va a depender del tipo de madera y de la
humedad que contenga.
La leña debe introducirse manualmente en la caldera, normalmente varias veces al día. Por
lo tanto, los sistemas de calefacción de leña son semiautomáticos, con la ventaja de que esta
biomasa es muy económica. Existen calderas que funcionan exclusivamente con leña, y otras
que funcionan con leña y astillas o pellets y que tienen un mayor campo de aplicación.
Las briquetas son cilindros de biomasa densificada de tamaño superior al del pellet,
provenientes normalmente de serrines y virutas de aserraderos. Estos cilindros sustituyen
normalmente a la leña en las calderas.
Las principales propiedades de las briquetas son una humedad menor del 10%, un poder
calorífico inferior superior a los 16,9 MJ/kg (4,7 kWh/kg) y una densidad en torno a los 1.000
kg/m 3 . El contenido en cenizas no llega al 0,7%.
La clasificación que se utiliza en esta guía se basa en la Norma UNE-CEN/TS 14961 EX
Biocombustibles sólidos – Especificaciones y clases de combustible para el uso de la biomasa
como biocombustible que el Comité Europeo de Normalización (CEN) publicó en 2005. Los
distintos tipos de biomasa se clasifican en función de su origen, su principal forma de
comercialización y sus propiedades como se muestra en la tabla siguiente.