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por
Silvia Elena González Pacheco Serrato
21 de Diciembre de 2022
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Introducción
Un símbolo, palabra que viene del griego symbolon, significa originalmente “un
signo de reconocimiento”. Los ritos son acciones simbólicas que nos ayudan a reconocer
algo, no en el sentido de volver a ver una cosa, sino de reconocer algo como lo que ya se
conoce. Los rituales, al ser técnicas simbólicas, son una forma de reconocimiento que
percibe lo duradero. Hacen que el mundo se vuelva “habitable” y le otorgan a sus
habitantes la capacidad de demorar o permanecer en el tiempo y el espacio. El filósofo
nos da un ejemplo de ésto al decir que “los rituales son en la vida, lo que en el espacio
son las cosas”1. Las cosas, como describió Hannah Arendt, “tienen la misión de
estabilizar la vida humana, mientras el hombre va cambiando, tiene delante con inalterada
familiaridad la misma silla y la misma mesa”. Y es esta misma misión la que cumplen los
rituales, éstos afianzan la vida debido a su repetición, a su mismidad. Sin embargo, la
actual presión por producir o tener un nivel sobrenatural de rendimiento, ha
desestabilizado a nuestra sociedad.
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La presión por ser auténtico nos conduce a una actitud narcisista, cuando por el
contrario, menciona Han, el proyecto de la propia identidad debería ir más allá del yo.
Vivimos en un mundo en donde mediante plataformas como las redes sociales
intercambiamos los gestos rituales por un mercado en donde nuestro yo es desnudado y
exhibido. La cultura de la autenticidad rechaza todo aquello que no sea original,
espontáneo o subjetivo, y los rituales hoy por hoy, son justamente percibidos como gestos
que objetivizan nuestra sociedad, por lo cual el régimen neoliberal promueve un discurso
a favor de la interiorización renunciando al exterior.
Debido a su condición duradera e intensa, los rituales ayudan a configurar el
tiempo y hacen que este se demore. El autor expone que sólo a través de un demorarse
contemplativo uno puede clausurar, sin embargo, la percepción de hoy es incapaz de
clausurar nada, ya que solo va de una sensación a otra. En una sociedad en donde el
cierre como forma ritual es rechazado, se genera un fenómeno de inagotable adición,
producción y acumulación. El sistema neoliberal nos lleva a un exceso de optimización y
rendimiento en donde el sujeto, inundado de introspección narcisista, solo se encuentra
valioso en la permanente aportación en un generar vitalicio, como expone el filósofo.
La sociedad evita a toda costa clausurar algo, ya que esto significaría, de cierta
manera, un fracaso. Una identidad incluyente se basa en formas de cierre como la cultura,
sin embargo, la sociedad actual ha convertido a este concepto en una “hipercultura” en
donde todas sus características se ofrecen como mercancía. Su propósito es aditivo y no
busca el cierre.
“Los rituales son acciones que se caracterizan por su exceso de significante”4. Un
ejemplo que da Byung-Chul Han de esto, es la práctica del empaquetamiento japonés en
donde el envoltorio (el significante) es más importante que el contenido (el significado).
El autor continúa explicando cómo la cultura actual está llena de significados, como lo es
la moral y los rituales no están sujetas a ésta sino a leyes o reglas sin significado. La
moral presupone un alma, es decir, necesita que el sujeto se enfoque en su interior, en su
perfeccionamiento, ésto lo vuelve narcisista y lo aleja de cualquier tipo de ética de
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Bibliografía
- Han, B. (2020). La desaparición de los rituales. Herder.
- Alonso Baratas, M. (2017). Han, Byung-Chul (2016): Psicopolítica.
Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Barcelona, Herder Editorial, 127 págs.
Política y Sociedad, 54(3), 881-883. https://doi.org/10.5209/POSO.55549