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Partimos de la base de que, para considerar una nutrición como correcta, tiene que haber
un aporte equilibrado de macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) y
micronutrientes (vitaminas y minerales). Por ello es necesario proporcionar en nuestra
comida diaria una variedad aquellos alimentos que los contienen. Todos los
macronutrientes y micronutrientes tienen sus funciones por lo que son imprescindibles.
La función de los carbohidratos es básicamente energética
Los hidratos de carbono o carbohidratos, las proteínas y las grasas constituyen el 90%
del peso seco de la dieta y el 100% de su aporte energético. Estos tres nutrientes
proporcionan energía (medida en kilocalorías o kcal), pero la cantidad de energía que
aporta 1 g es distinta en cada caso:
Estos nutrientes son también distintos en cuanto a la rapidez con que proporcionan la
energía. Los hidratos de carbono son los más rápidos y las grasas son las más lentas.
Utilizando estas unidades básicas, el organismo sintetiza las sustancias necesarias para
su crecimiento, mantenimiento y actividad física, e incluso las emplea para la síntesis de
otros hidratos de carbono, grasas y proteínas.
Las proteínas se encuentran en cada célula del cuerpo humano y son esenciales para el
óptimo funcionamiento de muchos órganos vitales. La incorporación de proteínas en la
dieta es uno de los hábitos imprescindibles para cuidar la salud y el peso. Este
importante nutriente es una de las principales fuentes de energía para el cuerpo, y es
responsable del buen funcionamiento de varios sistemas vitales.
De hecho, es uno de los componentes básicos para el buen trabajo del metabolismo y la
formación de masa muscular. Además, resulta clave en todo plan para adelgazar, ya que
ayuda a aumentar el gasto energético y controla la ansiedad. El consumo de los
alimentos que las contienen le aporta muchos beneficios a la dieta. Sin embargo, no se
deben consumir en exceso, pues pueden sobrecargar el organismo y causar
enfermedades.
Las proteínas son macromoléculas que, junto a los carbohidratos y las grasas,
representan los principales nutrientes para el cuerpo. Están compuestas por
aminoácidos, de los cuales, algunos se consideran esenciales porque el organismo no
puede producirlos.
Las proteínas se encuentran en cada célula del cuerpo humano. Por eso, una adecuada
absorción de las mismas es determinante para su óptimo funcionamiento. Su
importancia no solo radica en que deben corresponder al 15% de valor energético total.
Tienen muchas otras funciones por las que resultan esenciales.
Los lípidos son constituyentes importantes en la alimentación no sólo por su elevado
valor energético, sino también por las vitaminas liposolubles y los ácidos grasos
esenciales contenidos en la grasa de los alimentos naturales.
En el cuerpo, las grasas sirven como una fuente eficiente de energía directa, y
potencialmente, cuando están almacenadas en el tejido adiposo. Sirven como aislante
térmico en los tejidos subcutáneos y alrededor de ciertos órganos, y los lípidos no
polares actúan como aislantes eléctricos que permiten la propagación rápida de las
ondas despolarizantes a lo largo de los nervios mielinizados.
Los dos tipos principales de lípidos en la sangre son el colesterol y los triglicéridos. En
cuanto a su propósito en el cuerpo humano los lípidos son de crucial importancia para el
almacenamiento de energía y el desarrollo de la membrana celular. Si los niveles de los
lípidos llegan a ser demasiado altos pueden acumularse en las paredes de las arterias
hasta formar una placa que puede obstruir el paso de la sangre. Hay cierta confusión
entre los lípidos y las grasas. No todos los lípidos son grasas pero todas las grasas son
lípidos. La estructura química de los lípidos es diversa. Los triglicéridos son el tipo mas
común de lípido encontrado en el cuerpo y alimentos. La clasificación de los lípidos es
posible basándose en propiedades físicas a temperatura ambiente, polaridad y su
estructura.
Uso de proteínas, carbohidratos y lípidos en la industria alimentaria
Fue así como en la década de las 80´s se presenta la segunda generación de alimentos
procesados, modificados esta vez en el contenido de grasas y azúcares. Es así como
aparecen en el mercado los productos con los conceptos “light”, “bajos” en calorías”,
“bajos en grasa” y “bajos en azúcar” y paralelamente se resaltan aquellos productos
“ricos en fibra”. Esta época es muy significativa para la industria alimentaria en lo que a
desarrollo tecnológico y productivo se refiere, ya que se tuvo que realizar una gran
investigación sobre los sustitutos de la grasa y el azúcar, su caracterización,
implicaciones para la salud humana, procesos tecnológicos y pruebas de aceptabilidad
con los consumidores.
La tercera generación surge en la década de los 90´s con el concepto de las propiedades
funcionales y la demanda de alimentos con características especiales y/o protectoras de
la salud. Esta tendencia, la cual se ha fortalecido en los últimos años, ha promovido la
formulación de productos con características especiales, así como el uso de
componentes nutricionales y no nutricionales pero con un efecto benéfico para la salud
humana.
En el 2000, el Food Information Council (FIC) pudo detectar que los consumidores
entendían mejor los mensajes que combinaban el contenido y la función. Lo anterior
cobra gran importancia en la definición de los descriptores para el etiquetado de
alimentos funcionales. Además, se demostró que en la educación al consumidor era
más efectivo informar acerca de la calidad de los alimentos específicos y el beneficio de
consumirlos, que hablar en forma general de un grupo de alimentos.
Los alimentos con ventajas adicionales para la salud ofrecen, como siempre, un alto
potencial de creación de valor es transmitido hoy en día al consumidor. Mediante el
enriquecimiento de comidas y bebidas con ingredientes como micronutrientes, los
consumidores obtienen un valor adicional especial, ya que la nutrición sana se combina
con la conveniencia. El lema es “Listo para comer/beber – pero sano (“Ready to
drink/eat – but healthy”).
Retos actuales y futuros de la industria alimenticia. Los estudios hasta ahora realizados
demuestran la importancia de los alimentos como fuente de sustancias nutritivas y no
nutritivas que tienen un papel determinante en la prevención y cura de muchas
enfermedades crónicas y cáncer. Esto significa para la comunidad científica, gobiernos,
sector salud, entes reguladores e industria, enfrentar día con día nuevos retos, entre los
que se destacan:
- Innovación tecnológica, la investigación científica, la innovación tecnológica y la
actual tendencia hacia lo saludable revolucionaron la industria alimenticia con el nuevo
concepto de "alimentos funcionales". La aceptación de estos alimentos se relaciona con
diversos factores: gusto, calidad, precio, comodidad, confiabilidad, familiaridad con el
producto, naturaleza de la compañía ofertante, forma de comunicar los efectos en la
salud y de los conocimientos y conciencia que se tengan sobre los mismos; reflejando la
importancia y necesidad de comunicar e informar a los consumidores con mensajes
sencillos, claros y de fácil comprensión. Por estas razones, resulta relevante analizar el
conocimiento de los expertos en nutrición sobre los alimentos funcionales, ya que
actúan como referentes y líderes de opinión en temas relacionados con la alimentación y
la salud, ejerciendo un importante papel en el tratamiento nutricional de enfermedades
crónicas y en la mejora de la calidad de vida de la población. Como nexo entre ciencia,
industria y consumidor, constituyen una pieza clave y cumplen un rol fundamental en
educación y asesoramiento.